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Xipe Tótec

Xipe Tótec (en náhuatl: xipetotec ‘nuestro señor desollado’: xipehua


‘pelar, quitar la piel’, to- ‘nuestro’ y tecuhtli ‘señor’) (AFI: /'ʃipe 'totek/)
es una deidad de vida, muerte y resurrección de la cultura mexica; dios de
la agricultura, vegetación, el Este, las enfermedades y los orfebres.2 3​ ​

Es la parte masculina del universo, la región de la juventud y de la aurora,


del maíz tierno. Representa la Renovación, el desprendimiento de lo que
ya no es útil, la regeneración de la naturaleza espiritual en las personas,
así como del suelo seco en suelo fértil.

Xipe Tótec usaba el chicahuaztli para dar inicio a los rayos para atraer
lluvia enfocado en el crecimiento del maíz,4 ​ donde algunas veces el
instrumento era representado como una serpiente. Xipe Tótec descrito en el Códice
Borgia.1 ​
Su origen es Yope, cultura de la cual fue tomada esta deidad.
[cita requerida] Era también un Dios zapoteca.[cita requerida] Este es el

Tezcatlipoca Rojo en la teogonía de la creación azteca.[cita requerida]

Índice
Representación
Axayácatl (1469-1481)
Leyenda
Significado
La preparación para el Tlacaxipehualiztli
Ixiptlas
Ixiptlas de Xipe-Tótec
Xipe Tótec sosteniendo el
Xipe-Tótec en las diferentes culturas chicahuaztli con su mano izquierda;
Tezcatlipoca Rojo en su derecha sostiene un cuchillo.
Véase también (Códice Borgia).
Bibliografía
Referencias
Enlaces externos

Representación
Es el dios desollado de la cultura mexica. Xipe se asociaba con la piel de animales porque era símbolo de la renovación
de la piel. Deidad relacionada con la agricultura, la enfermedad, la primavera, las estaciones, el este y los orfebres.
Representa la parte masculina del universo, la fertilidad, los sacrificios, del maíz tierno, la abundancia, la riqueza y el
amor. Protector de los lapidarios y de los plateros, y castiga a quienes hurtan plata o alhajas.5 ​
Se le representa llevando en la mano un chicahuaztli (un sonajero que llama a la lluvia). Asimismo, se le ve envuelto
en la piel desollada de un humano y en figuras compuestas con atributos de algunos animales; por un lado está teñido
de amarillo y por el otro de leonado.6 ​

Lleva en la cabeza una especie de capillo de diversos colores con unas borlas que cuelgan hacia la espalda. Está ceñido
con unas faldetas verdes que le llegan hasta las rodillas, decoradas con unos caracolillos pendientes. Los cabellos los
lleva trenzados en dos partes y porta orejeras de oro. Sostiene un cetro en ambas manos a manera de cáliz de
adormidera donde tiene su semilla, con un casquillo de saeta encima. La piel estirada de la cara completamente
enmascarando la cara viva por debajo. Típicamente las manos de la víctima desollada colgaban inútilmente en las
muñecas, todavía unidas por tiras de piel, y la piel se usaba con el lado ensangrentado hacia afuera.

Xipe, como todos los representantes del maíz, era un dios rojo. Fieles a nuestra visión de las cosas, nosotros
identificamos al dios como el hombre que vive en el interior, sobre la piel que envuelve como una cosa externa. Xipe
Tótec es representado ante nosotros inmediatamente como la «muerta» piel envolvente.7 ​

Axayácatl (1469-1481)
Como símbolo de la nueva vegetación, Xipe Tótec usaba la piel de una víctima humana, que representaba la «nueva
piel» que cubría la tierra en la primavera. Sus estatuas y máscaras de piedra siempre lo muestran usando piel recién
desollada. Los mexicas adoptaron a Xipe como su dios durante el mandato del emperador Axayácatl (1469-1481).

Durante el segundo mes ritual del año mexica, Tlacaxipehualiztli (‘desolladero de hombres’), los sacerdotes
sacrificaban víctimas humanas extirpando sus corazones y desollando los cuerpos, y se ponían las pieles, las cuales
eran pintadas de amarillo y llamadas teocuitlaquémitl (‘vestiduras doradas’). Posteriormente eran arrojadas hacia una
cámara interior, posiblemente donde se encontraba la Piedra del Sol, de entre otras víctimas eran atadas a un marco y
se les daba muerte con flechas, ya que se creía que la sangre que brotaba de sus cuerpos simbolizaba las fértiles lluvias
de la primavera, así como también se cantaba un himno en honor de Xipe Tótec llamándolo Yohuallahuana (‘bebedor
nocturno’) porque las buenas lluvias caían durante la noche. Le agradecían por traer a la Serpiente Emplumada,
símbolo de abundancia, y por prevenir la sequía.

«Atribuían a este dios las enfermedades que siguen: primeramente las viruelas; también las
postemas que se hacen en el cuerpo y

la sarna. Las enfermedades de los ojos, como es el mal de los ojos que procede de mucho
beber, y todas las demás enfermedades que se causan en los ojos.

Todos los que eran enfermos de alguna de las enfermedades dichas hacían voto a este dios, de
vestir su pellejo (piel) cuando se hiciese su fiesta, la cual se llama «Tlacaxipehualiztli», que
quiere decir ‘desollamiento de hombres’.

Si algunas mujeres enfermaban de estas enfermedades dichas antes, en la fiesta de este dios
ofrecían sus ofrendas, según qué habían votado».

En dicho festival, se dice que si un guerrero de un calpulli particular tomaba cuatrocientos cautivos, este tenía el gran
privilegio de matar a una víctima notable en la piedra de gladiadores.8 ​
Una vez que el ritual acaba y las víctimas son despojadas de su piel, continúa la celebración con un juego guerrero
donde los individuos visten las pieles de los hombres recién desollados y existe un combate entre éstos y un grupo de
valientes que tienen que ser derrotados, tal como la primavera vence el invierno. Terminando la riña, pasean por todo
el pueblo y entran a las viviendas para demandar limosnas en honor al dios desollado.9 ​ En los hogares donde entran
los hacen sentarse en hacecillos de hojas zapotes, beben pulque, que es su vino; en el cuello se les coloca sartales de
mazorcas de maíz y sartales de flores desde el cuello hasta los sobacos, y se les ponen guirnaldas.10 ​

Leyenda
Fue él quien se despellejó vivo para darle de comer por primera vez a los hombres. La leyenda cuenta que, a principios
de la humanidad, Xipe Tótec se sacrificó a sí mismo arrancándose sus ojos y desollándose vivo para que el maíz
pudiera germinar y así los humanos pudieran subsistir. Debido a su gesto benéfico se le atribuían los sacrificios
humanos. A las víctimas de los tributos se las desollaba vivas; se decía que con estos se lograría la felicidad y algunas
enfermedades serían curadas. En los últimos días, los que padecían algún tipo de dolencia realizaban una procesión
para implorar su curación a Xipe Tótec. Algunas de las enfermedades con las que se le relaciona son la dermatosis o
afecciones oculares, la viruela (que se desconocía antes de la llegada de los españoles); se decía que llevando la piel de
un sacrificado era posible que se recobrara la salud.11 ​

Significado
El desollamiento significa el despojarse de lo viejo y el renovarse a la manera en que lo hace la tierra que «cambia de
piel» para adquirir follaje y verdores nuevos. Por tal razón, los sacrificios por medio de desollamiento, aun cuando
parecen sangrientos, tienen un simbolismo emotivo.12 ​

Desde el paleolítico el ser humano ha utilizado máscaras confeccionadas con madera, paja, corteza, hojas de maíz,
tela, piel, cráneos, cartón piedra, y otros materiales. Las máscaras pueden cubrir la cara, la cabeza entera o la cabeza y
los hombros. En algunos casos las máscaras no son para la cara, por ejemplo, los sacerdotes personificaban al Dios
utilizando pieles humanas, las pintaban de amarillo y eran conocidas como teocuitlaquemitl ('vestiduras doradas').13 ​
Estas las utilizaban para renovarse, y también les servían de protección; normalmente a las máscaras se le confiere
otra identidad, sirve como para representar un tipo de retrato. Las máscaras rituales por lo general representan
deidades, seres mitológicos, espíritus benignos y malignos de antepasados, muertos, animales y otros seres que se cree
que poseen poder sobre el género humano.14 ​

Xipe Tótec, también conocido como Yoalli Tlauana (‘bebedor nocturno’) por un himno que se cantaba en su honor, se
creía que al cantarlo el Dios los proveería de agua durante la sequía, regularmente las buenas lluvias caían durante la
noche. Y con este cántico le agradecían por traer a la Serpiente Emplumada, que era símbolo de abundancia. Otra de
las creencias era que la sangre que brotaba de los sacrificados simbolizaba las fértiles lluvias de la primavera.15 ​

Las festividades se desarrollaban cada mes, en el segundo mes llamado Tlacaxipehualiztli (‘el desollamiento de los
hombres’). Después del ritual de desollamiento, se efectuaban combates con dos rivales, los xipeme y los tototecti,
unos eran guerreros y los otros eran jóvenes que se envolvían en las pieles de los recién sacrificados, y llevan en la
mano el bastón con sonajas característico del Dios de los desollados.16 ​

La preparación para el Tlacaxipehualiztli


Los guerreros cautivos y víctimas eran preparados y tratados de tal modo que pudieran alcanzar tal nivel de coraje
como para realizar un alto grado de actuación, ya que para ellos la ‘ira’ era un estado elevado en el que el guerrero se
bañaba de un poder sagrado. Anterior a su muerte, el guerrero era presentado de distintas maneras a todo el pueblo
por su captor, quien durante los primeros cuatro días lo llevaba a la pirámide de Xipe-Tótec para que conociera el
lugar donde habría de terminar su vida. La víctima practicaba las rutinas: primero, simulaban un combate, para
después simular una extracción de corazón; tal ‘corazón’ estaba hecho de granos blandos de maíz. En la última noche
de vida, el captor y el capturado se mantenían en vigilia y al primero se le cortaba el mechón del cuero cabelludo,
indicando así socialmente una muerte como guerrero; sin embargo no pelearía vestido de guerrero, sino pintado de
tiza blanca y plumas, tal como las víctimas sacrificadas. Los capturados designados tenían que soportar ver a otros
hombres de sus tierras y su gente, personas que habían conocido cuando vivos, pelear y morir en la piedra; hasta que
llegaba su turno de demostrar por última vez su habilidad y valor máximo. Se creía que si moría bien, su nombre se
recordaría siempre y se cantarían sus alabanzas en las casas de los guerreros de su ciudad natal.8 ​

Ixiptlas
Según el pensamiento religioso mexica, y a falta de una definición más completa y formal, había una conexión entre el
dios y el individuo, lo que se manifestaba en la representación ritual del «dios». Sin embargo, durante algunos de los
rituales más importantes se veían conceptualizaciones de los dioses en los detalles de los vestuarios que portaban los
actores. Lo más sorprendente y revelador era la convincente y costosa forma de los ixiptlas humanos, quienes eran
ensamblados detalle por detalle hasta crear complejos iconos vivientes de una hermosura extrema.

Las víctimas sagradas que estaban destinadas a morir en este tipo de actos religiosos eran adaptadas para crear todo
un espectáculo; pero ser «ixiptla» era una categoría maravillosamente elástica: para cubrir esta definición no se
necesitaba morir. Frecuentemente, cuando una cabeza de familia ofrecía un banquete, este solicitaba la presencia de la
«viva imagen» del dios de las fiestas para que aportara bendiciones a tan esperada ocasión. Un hombre —de
preferencia un sacerdote— acudía a la casa que se encontraba adornada adecuadamente, llevaba a cabo su ritual y se
marchaba con una recompensa por su acto. (Se pensaba que otras deidades habían tenido ixiptlas humanos, casi
siempre sacerdotes, que vivían por siempre en sus templos).

Ixiptlas eran los sumos sacerdotes que se ataviaban en sus trajes referentes a dioses y así observaban las muertes
gladiatorias llevadas a cabo en el Festival del Desollamiento de los Hombres. Con estos trajes se identificaban como
delegados, tenientes e imitadores de los dioses. En alguno de los tantos festivales, Moctezuma fue nombrado ixiptla
del dios del fuego, y ofreció codorniz e incienso.

Existían múltiples ixiptlas, como era el caso de los hombres que se cubrían con la piel de guerreros cautivos
desollados, los que se convertían en ixiptlas del dios desollado, Xipe Tótec, pues lo representaban tal como se creía
que era su apariencia. Igualmente, se creía que los ixiptlas no solo representaban poderes sagrados, sino también
sustancias sagradas, por lo que no solo había ixiptlas humanos.8 ​

Ixiptlas de Xipe-Tótec
En el festival de Tepeilhuitl (‘el Festival de las Montañas’), los ixiptlas vegetales y humanos creaban eco entre sí. Por
ejemplo, un esclavo cubierto de piel desollada de algún cautivo y ataviado por los orfebres para «representar a Xipe
Tótec» era llevado a la bahía ante la piedra ixiptla de tal deidad.

En cuanto al ‘Festival del Desollamiento de los Hombres’, la vestimenta para representar al Señor Desollado debía ser
precisa:
Se colocaba piel de un hombre desollado; en su cabeza yacía un hermoso plumaje rojo de un ave espátula, lo que
servía como tocado. Llevaba oro en su nariz y sus tapones de oídos eran del mismo material. Agitaba en su mano
derecha un palo sonajero, que temblaba cuando lo clavaba en el suelo. Y en su escudo protector había un círculo de
oro; sus sandalias eran rojas y estaban decoradas con plumaje de codorniz. Y en su espalda cargaba tres banderas de
papel que susurraban con el viento. Su falda de zapote estaba hecha de preciosas plumas, plumaje de quetzal de un
verde de chile, acomodadas en filas; había hermoso plumaje por todos lados. Y su collar de piel humana era delgado. Y
tenía su asiento de hojas de zapote…8 ​

Xipe-Tótec en las diferentes culturas


Los aztecas consideraban el sur como un lugar maligno [cita requerida], tal vez por la aridez del sur de Morelos y
Puebla, por lo que creían en deidades protectoras que lo cuidaban. Tal es el caso de Xipe Tótec y Macuilxóchitl, que
eran asociados con las flores y la primavera.17 ​

En Mazapan, un pueblo cercano al suburbio de Teotihuacán y al noroeste del Valle de México, adoraban a tal deidad,
la cual vestía piel humana. Para honrarlo, dejaron de lado las esculturas de barro e hicieron dos representaciones de
tamaño natural del dios desollado, ejemplos monumentales de la cerámica que trabajaban artesanalmente.
Igualmente existe una figura de un tamaño menor, la cual porta un vaso de estilo zapoteca en la mano, tal artesanía se
detalló minuciosamente. Gracias a estas aportaciones de arte, la arqueología reafirma que en Oaxaca, territorio de
mixtecas y zapotecas, fue donde se originó el tradicional culto a Xipe.17 ​

Los yopes fueron un pueblo que vivió al sureste de Acapulco, más específicamente en una franja de la costa en el
Pacífico; este pueblo nunca fue conquistado por los aztecas y principalmente adoraban a Xipe, a quien consideraban la
figura más suprema y la deidad tutelar.18 ​

En 2019 fue hallado un templo dedicado a Xipe Tótec en la zona arqueológica de Ndachjian-Tehuacán, al sur del
estado de Puebla. Allí habitaban los popolocas, descendientes de los olmecas. Fueron definitivamente conquistados
por Moctezuma, y se aliaron a los españoles contra él. El templo es el más antiguo encontrado dedicado al dios y se
remonta al siglo X-XI.19 ​

Tezcatlipoca Rojo
Véanse también: Tezcatlipocas y Camaxtle.
Es indudable que existen divergencias entre Xipe Tótec, Camaxtle,
Mixcóatl y Tezcatlipoca Rojo en las religiones mesoamericanas, si bien en
la cosmogonía náhuatl20 ​ la creación del universo menciona que en un
principio solo existía un cielo, que llamaron el «décimo tercero», en el
cual vivían una pareja divina, Ometecuhtli y Omecíhuatl, que procrearon
cuatro hijos. El primogénito fue Tlatlauhqui-tezcatlipoca (Tezcatlipoca
Rojo), el cual fue adorado particularmente por los tlaxcaltecas y
huejocincas bajo el nombre de Camaxtli,21 ​ pero asimilado por los
mexicas como Xipe Tótec22 ​ ('nuestro señor el desollado'). El segundo
hijo fue Yayauhqui-tezcatlipoca (Tezcatlipoca Negro). El tercero fue
Iztauhqui-tezcatlipoca o Quetzalcóatl (Tezcatlipoca Blanco). El cuarto fue Tezcatlipoca-rojo, Códice Borgia.
Omitéotl-Inaquizcóatl (Tezcatlipoca Azul), asimilado por los mexicas
como Huitzilopochtli.
Estos cuatro dioses, después de 600 años de inactividad, se reunieron y conferenciaron acerca de lo que debían
ordenar y de las leyes que debían imponer a lo que creasen y, puestos de acuerdo, comisionaron a Quetzalcóatl y
Huitzilopochtli los responsables de crear al Medio Sol, que alumbraba poco por no ser entero. Por otra parte, al
transcurrir el 2 acatl, el numen Camaxtli o Camaxtle ('el señor desnudo'),23 ​ el dios del fuego pero venerado como dios
de la cacería, tomó por nombre de Mixcóatl21 ​ ('culebra de nubes' o 'la tromba'), identificado como Mixcóatl-
Camaxtli,24 ​ por lo que tras el diluvio, I tecpatl, subió al Octavo Cielo y creó cuatro hombres y una mujer para dar a
comer al Sol; pero apenas creados cayeron al agua, por lo que Mixcóatl y Camaxtle (en náhuatl: camaxtle ‘el que tiene
bragas y calzado’: cactli ‘calzado’, maxtlatl ‘braga’ y e ‘que tiene’) es la misma entre los tlaxcaltecas y huejocincas,
mientras Xipetótec era honrado principalmente por aquellos que vivían a la orilla del mar, teniendo origen en
Zapotlán, Jalisco,25 ​ atribuyéndole las enfermedades de las apostemas y de la sarna.

En cierta forma, los dioses Xipe Tótec y Mixcóatl eran relacionados como dioses forasteros para los pueblos nahuas:
Mixcóatl como dios de los otomíes, dios de la caza (ya que este pueblo vivía en los montes y eran considerados todos
cazadores y chichimecos), mientras Xipe Tótec como dios de los zapotecos y de los yopis, vecinos de los mixtecos,
comunidades que vivían hacia la costa del océano Pacífico.

Autores como Paso y Troncoso mencionan que Mixcóatl es frecuentemente confundido con Camaxtle, deidad
principal de los chalqueños, bajo cuya denominación se comprendían los moradores de Tepeaca, Zacatlan, Cholula,
Tlaxcalla, Huexotzinco, por lo que las ceremonias que se hacían honrar a Mixcóatl en México se dedicaban a Camaxtle
en Tlaxcalla. En Michoacán adoraban con el nombre de «Taras» a Mixcóatl, y solo le sacrificaban culebras, aves, y
conejos.26 ​

Tlatauhqui-Tezcatlipoca (el Tezcatlipoca-Rojo), «El del Espejo Rojo», dios de la primavera (cuando la tierra se viste
de nueva piel, su nuevo manto vegetal). «Señor del Litoral», «Dios de la Mar», «el Tolteca» son otros nombres con
que se le conoce, como también el de «el bebedor nocturno», y por lo tanto se le relacionaba con los númenes del
pulque. Ce itzcuintli, «Uno Perro» (nombre calendárico). También «el que tiene miembro viril» (según opinión del
nahuatlato Ángel María Garibay); y su nombre mexica más difundido, Xipe Totec ('nuestro señor el desollado').
Precisamente por esta última designación, la característica más conspicua del dios Xipe Tótec —que se le puede
observar en esculturas, relieves, cerámica y en los códices prehispánicos y poshispánicos, en los que se le presenta— es
vestir como librea principal la piel humana; pero no como vestido común y corriente, sino como símbolo de su
primordial y más reconocido atributo: el de la renovación o resurrección.

Véase también
Inframundo
Camaxtle
Desollamiento
Patrones de la Guerra

Bibliografía
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26. Cecilio Agustín Robelo (1905). Biblioteca Porrúa. Imprenta del Museo Nacional de Arqueología, Historia y
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Enlaces externos
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