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Introducción: Los niños toman un pedacito de barro y lo restriegan en sus manos.

Con
las manos manchadas les diremos que así está nuestro corazón por el pecado: sucio. Luego les
damos un cuenco de agua para que se limpien. Les diremos que el agua es como la sangre de
Jesús; la única que nos puede limpiar de nuestros pecados. Para ello debemos pedir perdón a
Dios.

Lección: Pregunta para los alumnos: ¿Qué es para vosotros el pecado? (Dejar que den ideas)
Pecado son todas aquellas cosas que hacemos que no le gustan a Dios (Pegar, robar, mentir,
desobedecer, vengarse, etc.). Pero también son aquellas cosas que pensamos, que tampoco le
gustan a Dios (Ejm.: pensar que le hacemos daño a otro niño porque nos ha pegado, pensar en
ideas para engañar a la ama para que no me castigue, etc.) La Biblia también dice que cuando
podemos hacer una cosa buena y no la hacemos, estamos pecando (Ejm.: Prestar tus pinturas
a un compañero, ayudar a la ama cuando está cansada, recoger tu habitación, etc.)

¿Te das cuenta de la cantidad de veces que haces pecados? Todos esos pecados hacen que
seas enemigo de Dios y no puedas ser su amigo. Tienes un grave problema porque cuando te
mueras, te vas al infierno. Hay una única solución para tu problema: Jesús. Dios hizo un plan
desde hace mucho, mucho tiempo para ayudarnos. Él sabía que nosotros íbamos a portarnos
mal y que tendríamos que ser destruidos por nuestros pecados. Así que, por su gran amor,
envió a su único Hijo, Jesús, a vivir a la tierra. Él murió en una cruz y allí recibió el castigo por
nuestros pecados. Para poder salvarnos del castigo que nos tocaría a nosotros, debemos creer
en Jesús y confiar en lo que Él hizo en la cruz. Además, debemos arrepentirnos de nuestros
pecados y pedirle perdón para que nos perdone. Arrepentirse es tener tristeza por haber
hecho daño a Dios con tu pecado, y luego intentar no volver a hacerlo. No penséis que por más
buenos que seamos, vamos a conseguir convencer a Dios para poder entrar en el cielo. No es
un regalo por las cosas buenas que hagamos, sino un regalo especial porque nos ama. Nunca lo
mereceríamos. En los tiempos de Jesús, había un señor que se llamaba Juan y bautizaba a la
gente. Todas aquellas personas que se daban cuenta de que habían hecho pecados y se
arrepentían, iban al río donde estaba Juan para que los bautizara. Cuando entraban en el agua,
ellos pedían a Dios que los limpiara de sus pecados, así como hemos limpiado antes nuestras
manos de la suciedad. Esa agua sería como la sangre de Jesús, que nos limpia de todos
nuestros pecados. Vamos a ver cómo Jesús también se bautizó, aunque Él no lo necesitaba
porque nunca hizo pecados. Presentarles la Vida de Jesús _ resumido (min.5´45’’- 8’14’’)

Aplicación: Si queremos ser amigos de Dios debemos arrepentirnos y pedir perdón por
las cosas que hemos hecho que no le gustan a Dios. Y ahora cuidarnos de no volver a hacerlas.
“En su gran amor, Dios nos ha liberado por la sangre de su Hijo derramada y ha perdonado
nuestros pecados.” Efesios 1:7
Introducción: Posibles preguntas para dinamizar:

1. Al principio, ¿Tenían las ovejas todo lo necesario para vivir felices con el pastor?

2. ¿Qué les aconsejaba siempre su pastor?

3. Pero, ¿Estaban todas de acuerdo con lo que él les decía?

4. ¿Qué pensaba la ovejita desobediente?

5. ¿Quién estaba esperándole fuera del redil?

6. ¿Por qué la ovejita no se daba cuenta de que le estaba hablando un lobo?

7. Y ¿qué le dijo el lobo a la ovejita?

8. ¿Qué hizo la ovejita?


9. ¿Qué hizo el pastor cuando se dio cuenta de que le faltaba una oveja?

10.¿Le encontró el pastor al final? 11.¿Qué le estaba pasando a la ovejita desobediente?


12.¿Cómo le libró el pastor a la ovejita? 13.¿Podría volver a ocurrirle lo mismo si se vuelve a
escapar del redil?

Lección: Un día Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El
que es un trabajador, no es el pastor y las ovejas no son suyas. Cuando ve que el lobo se
acerca, abandona las ovejas y huye. Entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa. Ese hombre
huye porque siendo un trabajador no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; conozco
mis ovejas y ellas me conocen a mí. Así como el Padre me conoce a mi y yo le conozco a Él, y
doy mi vida por las ovejas”. Jesús nos dice que Él es nuestro buen pastor desde el momento en
que le entregamos nuestra vida para que sea nuestro Señor y Salvador. No todo el mundo es
oveja de Jesús. Sólo lo son los que hayan creído en Él y por eso le obedecen. Jesús nos va a
cuidar siempre de que el lobo, que es Satanás, no nos coma. Él dijo que nadie nos podría
arrebatar (arrancar) de su mano. Pero si nos salimos del redil nos podrá atacar el lobo y hacer
daño (aunque no nos pueda comer). ¿Qué cosas crees que le puede pasar a una oveja que se
escapa del redil? (Los niños darán ideas. Podrá quedar herida sin que el pastor le ayude, podrá
los buenos pastor, ni el agua donde beber, …) ¿Sabéis qué cosas hace el pastor por las ovejas?
(Ideas de los niños) El pastor lleva a las ovejas a los lugares donde hay buen pasto. No deja que
se hagan daño, y si se lo hacen, les cura las heridas. Les da su amor. Las trasquila cuando hace
calor. Ordeña su leche. Les ayuda cuando van a tener una cría… Jesús hace todo esto por
nosotros. Siempre está preocupado por nuestras necesidades físicas (alimento, salud, …),
emocionales (cariño, sabiduría, …) y espirituales (conocer más a Dios, hablar con Él, protección
del enemigo, ánimo para seguir adelante y ganas para obedecer).

Aplicación: Debemos obedecer a Dios para que Él nos pueda proteger de verdad y para
que nos dé todo lo que necesitamos. Si estamos desobedeciendo, no nos podrá proteger como
Él quiere y tendremos problemas.

ACTIVIDAD FINAL: Las palabras del versículo a memorizar estarán escritas en


ovejitas. Una oveja por palabra. (14) La palabra pastor, corresponderá a un dibujo de un pastor
(2). El profesor colocará las ovejas desordenadamente en el corcho o en un franelógrafo. Los
niños irán moviendo las ovejas hasta conseguir encontrar el versículo. Cuando lo hayan
descubierto, lo repetirán en voz alta varias veces. (Mínimo una vez cada niño) Se le entregará a
cada niño una ovejita con el versículo para memorizar.
Introducción: empezamos la clase con un juego. Cada niño, por orden, tiene que decir
algo que ha hecho o que le ha pasado. Los compañeros dirán si es creen que es verdad lo que
dice o si está mintiendo. Cuando ya todos tuvieron su oportunidad de decir su afirmación, se
suma los puntos y se premia al niño que ha acertado más veces.

Lección: Esta tarde vamos a hablar sobre la mentira. Jesús sigue todavía en el Templo de
Jerusalén enseñando a la gente. Y ahora se dirige a aquellas personas que habían creído e n
que él era la luz del mundo. Ellos le dijeron a Jesús que su padre era Abraham. Abraham fue un
hombre al que Dios escogió hacía muchos años, para que de su familia saliesen los seguidores
de Dios. Pero Jesús les dijo que si fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo.
Cuando Dios le habló a Abraham, él le creyó y obedeció porque confiaba en su poder.
Entonces, si ellos fueran verdaderos hijos de Abraham, le creerían a Jesús y le obedecerían,
porque también es Dios; el Hijo de Dios. Sin embargo Jesús les acusa de que ellos no creían en
las cosas que Él enseñaba, ni tampoco que Él era el Hijo de Dios que Dios Padre había enviado
a la tierra. Pensaban que simplemente era un maestro. Jesús les acabó diciendo que ellos eran
hijos del diablo, porque hacían las cosas que él hace. El diablo siempre miente y destruye. Se le
llama el padre de la mentira, porque nunca dice la verdad. Una de las cosas que a Dios le da
asco es la mentira. Vamos a leer Proverbios 6:16-19 y 12:22. Hasta tal punto Dios no aguanta la
mentira que no va a dejar que ningún mentiroso entre en el cielo. Lectura: Apocalipsis 21:8
“Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen
inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos
recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Ésta es la segunda muerte." Es importante
que miremos nuestra vida y nos preguntemos si somos mentirosos. Cuando mentimos, nos
estamos pareciendo al diablo. Y cuando decimos la verdad nos parecemos a Dios. ¿A quién
crees que te estás pareciendo más, si piensas en las cosas que haces cada día? ¿A Dios o al
diablo? ¡Nosotros decidimos! Si estás pareciéndote más al diablo y crees que Dios es tu Padre,
quizás estás en un problema. Puede ser que todavía no le conozcas de verdad. Así que habla
con Él para que te perdone por tus pecados y pídele que te ayude a parecerte cada día más a
Él.

Aplicación: Debemos dejar de mentir, porque si no, vamos a parecer más hijos del diablo
que de Dios. Además, no podremos entrar en el cielo.

ACTIVIDAD FINAL: Juego para memorizar el versículo. Se presentan todas las palabras del
versículo en cartulinas independientes en desorden. Los niños deben ir ordenando las
palabras. Cada uno tendrá la oportunidad de mover las palabras cuando les toque su turno. Si
la palabra está bien colocada no se podrá mover. Si los niños aciertan rápido el versículo, se
podrá jugar con ellos a quitar palabras y ver si se acuerdan de ellas repitiendo una y otra vez el
versículo.

Materiales: 1. Chuches para el premio 2. Cartulinas con palabras del versículo


Introducción: Comenzará la clase con un juego: Cada niño tiene un vaso de plástico
transparente o de cristal y una cucharilla. En el centro colocamos un bol lleno de agua. Cuando
el maestro diga:”Tengo sed, dame de beber” que es la orden de comenzar, cada niño tiene que
llenar su vaso de agua hasta la mitad, pero solo utilizando su cucharilla. Cuando lo consiga, se
lo ofrecerá al maestro, quien lo beberá y entregará un premio al ganador

Lección:
Jesús estaba bautizando a la gente con sus discípulos en Judea y comenzó un viaje para ir a
Galilea. (Mostrar el recorrido en el mapa) Como tenía que pasar por Samaria, llegó a un pueblo
samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. Allí estaba
el pozo de Jacob (Colocar figura Pozo).
Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo (Colocar figura Jesús). Era cerca del
mediodía, por lo que era el momento de mayor calor del día. Sus discípulos habían ido al
pueblo a comprar comida. En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria (Colocar figura
Mujer), y Jesús le dijo: --Dame un poco de agua. Pero como los judíos no usan nada que ya
haya usado un samaritano, la mujer le respondió: -¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú
eres judío y yo soy samaritana? Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está
pidiendo agua --contestó Jesús--, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da
vida. --Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde,
pues, vas a sacar esa agua que da vida? ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que
nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado? --Todo el que beba de esta
agua volverá a tener sed --respondió Jesús--, pero el que beba del agua que yo le daré, no
volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del
que brotará vida eterna. --Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga
viniendo aquí a sacarla. --Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá --le dijo Jesús. --No tengo
esposo --respondió la mujer. --Bien has dicho que no tienes esposo. Es cierto que has tenido
cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad. --Señor, me doy
cuenta de que tú eres profeta; un hombre que habla las cosas que Dios le dice. La mujer se dio
cuenta de que Jesús sabía todas las cosas malas que ella estaba haciendo. Y se sorprendió
mucho por ello. Lo que ella no sabía era que ese hombre que tenía delante era Jesús, el Hijo de
Dios, que también es Dios. La mujer creyó en Jesús. Dejó su cántaro y volvió al pueblo
corriendo, para decir a la gente que fueran todos a conocer a Jesús, el hombre que le había
dicho todo lo que había hecho. Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo
creyeron en él por el testimonio que daba la mujer.

Y ¿tú? ¿qué cosas haces que piensas que Jesús no te ve? Nunca vas a encontrar un lugar
suficientemente oculto para que Dios no te vea lo que estás haciendo. Acuérdate de esto
cuando estés haciendo alguna cosa mala. Aunque tus padres o tus maestros no te vean, ¡No te
vas a escapar! Jesús te ve. Mejor, arrepiéntete como la mujer samaritana lo hizo.

Aplicación: Puedes ocultar las cosas malas que haces a las personas, pero ¡ojo! a Dios
no, porque sabe todo lo que haces y piensas.
Introducción: La maestra les pedirá a los niños que se quiten uno de los zapatos y lavará
sus pies.

Lección:
Esto es lo que Jesús hizo en la última cena que tuvo con sus discípulos. (Mostrar la figura en
que se ve a los discípulos en la mesa listos para cenar. Recalcar que se tumbaban para comer y
sus pies quedaban fuera de la mesa).

El día anterior a que arrestaran a Jesús, Él celebró una cena muy especial con sus discípulos. Él
sabía que ya se iba a morir, por lo que es muy importante conocer todo lo que les enseñó esa
noche especial. Antes de comenzar la cena, Jesús hizo algo para que también lo hiciesen
después sus discípulos. En aquellos tiempos, cuando una persona invitaba a cenar a alguien, le
ofrecía agua para lavarse los pies del polvo que se le había pegado en el camino. También le
ungían la cabeza con aceite y lo besaban. Jesús se quitó su túnica y se puso una toalla en la
cintura como lo hacían los sirvientes de esa época. Luego se puso a lavar los pies de sus
discípulos. Todos estaban muy sorprendidos de lo que Jesús estaba haciendo, porque eso sólo
lo hacían los sirvientes. Imagínate que el director de tu colegio va a tu casa a bañarte y a darte
la cena como si fuera tu niñera. ¿No te sorprenderías? Pues Jesús es Dios y es el Rey del
universo y a pesar de ello, se puso a lavarles los pies. Cuando llegó a Pedro, le dio vergüenza de
que Jesús le limpiase, así que le dijo: ¡No me lavarás los pies jamás! Jesús le explicó que
aunque todavía no lo entendía, Él se lo explicaría después. Cuando terminó de lavarles a todos,
se volvió a vestir, se sentó a la mesa y les explicó el significado de lo que estaba haciendo.
“Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y tenéis razón, porque soy Maestro y Señor. Pues si yo,
vuestro Señor y Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a
otros. Yo os he dado el ejemplo, para que vosotros hagáis lo mismo. Vosotros sabéis que
ningún esclavo es más importante que su amo, y que ningún mensajero es más importante
que quien lo envía. Si entendéis estas cosas, hacedlas, y así Dios os bendecirá.”

ACTIVIDAD FINAL: Llevar un bizcocho para rellenarlo y luego lo compartan con los
mayores en la comida.
Introducción: Preparamos la sala de clase con “papel dulce para comer” colgado del
techo en trozos. La clase comienza con un juego. Atamos a los niños las manos en la espalda
para que no puedan agarrar el pan. Cuando se diga: “tiempo” todos comenzarán a comer el
papel dulce que está colgado, hasta que lo terminen.

Lección: Mostrar en el mapa: Jesús y sus discípulos ya están en la orilla del lado de
Capernaúm. Al día siguiente de haber cruzado el lago luchando contra aquella gran tormenta,
la gente que había comido de los panes y los peces del milagro le fueron a buscar a Jesús. Él
sabía que ellos le buscaban porque habían llenado su tripa. Por eso Jesús les riñó y les dijo:
“Me buscáis no porque habéis visto señales, sino porque comisteis pan hasta llenaros.
Trabajad, pero no por la comida que se estropea, sino por la que dura para siempre”. Como
ellos no entendían lo que Jesús les quería enseñar, les habló sobre una historia que había
ocurrido hacía mucho tiempo.

Cuando el pueblo de Israel cruzó el mar y escapó del faraón, pasó tiempo viviendo en el
desierto. Como no tenían nada para comer, Moisés le pidió a Dios comida, y Él mandó unas
hojuelas dulces que caían del cielo, a las que les llamó maná. Cada mañana debían recoger del
suelo el maná que iban a comer ese día. Debían confiar cada día de que Dios les enviaría al día
siguiente lo que necesitaran. Si se les ocurría guardar algo de maná para otro día, se pudría
todo y le salían gusanitos. ¡Agg, qué asco! Era mejor confiar cada día en Dios. Jesús les dijo que
así como el maná había saciado toda su hambre, Él, que era el verdadero pan de vida, saciaría
su hambre espiritual, es decir, de las cosas de Dios. ¿Qué cosas creéis que podemos hacer para
conocer mejor a Jesús? Orar, leer la Biblia, escuchar a personas que hablan sobre Él. La Biblia
es el alimento que puede saciar nuestra hambre espiritual para siempre. Leyendo sus historias,
conocemos mejor a Jesús y cómo piensa Dios, las cosas que le gustan, las que no le gustan. Por
eso es muy importante que busquemos ese alimento. Deberíamos de leer cada día un poquito
de la Biblia para llenar nuestra alma, así como comemos para llenar nuestra tripa. ¿Qué
pasaría si no comiéramos hoy? Nos dolería la tripa. Pues también nos debería doler nuestro
corazón por no comer el alimento espiritual. ¿Cuál es el mejor momento del día para separar
un ratito y leer la Biblia? Sería bueno que busquéis un tiempo para leer con vuestros padres.
Podríais hacer un pacto con ellos para aprender juntos a conocer a Jesús.

Aplicación: Debemos leer cada día un poquito de la Biblia para saciar nuestra hambre
espiritual.
Introducción: Comienza la clase con una dinámica para memorizar el versículo de esta
semana. Se coloca una cartulina azul con el versículo a memorizar, escrita con letras negras.
Faltarán en el escrito las siguientes palabras: miedo, desanimes, Señor, acompañará. Estas
palabras estarán escritas en unas figuras con forma de barco, excepto la que ponga “Señor”,
que tendrá forma de un Jesús descalzo, como entre el agua. La dinámica consiste en ir
quitando de una en una las figuras que contienen las palabras, y hacer a los niños repetir el
versículo. Terminará cuando los niños sean capaces de recitar el versículo faltando todas las
figuras.
Lección:
Mostrar en el mapa: Los discípulos salen de la zona noreste del lago, cerca de Betsaida,
dirección a Capernaúm. ¿Os acordáis cómo Jesús dio de comer a mucha gente en un monte?
Pues se hizo muy de noche y mandó a sus discípulos a que cruzaran el mar para volver a
Capernaúm. Ellos debían de ir solos porque a Jesús le apetecía estar un buen rato hablando
con su Padre. Así que entraron en su barca, abrieron las velas y comenzaron a remar rumbo a
Capernaúm. De pronto, un viento recio comenzó a golpear la barca. (Se les invita a los niños a
agarrarse de la silla o unos a otros) ¡Cuidado! Que nos caemos de la barca! ¡Agarraos, que
viene una gran ola! ¿Os imagináis a estos hombres en su barca peleando contra el viento y las
olas por más de cuatro horas? ¿Cómo creéis que se sentirían? Muyyyy cansados. Seguro que
estaban llenos de miedo. En cualquier momento podían perder sus vidas. Y para colmo, su
maestro no estaba con ellos. Luchando y luchando, remando y remando, sólo pudieron llegar
hasta la mitad del lago. ¿Os acordáis dónde estaba Jesús? ¿Creéis que Él se estaba dando
cuenta de lo que ellos estaban pasando? Jesús estaba mirándoles desde la montaña en la que
estaba hablando con su Padre. (La luz de la luna es muy fuerte en determinadas estaciones del
año) Y vio que estaban a punto de quedarse sin fuerzas. Así que bajó de la montaña y ¿sabéis
cómo fue a donde ellos? ¡Caminando sobre las aguas!. Cuando ya estaba cerca, sus discípulos
comenzaron a ver una figura que se acercaba. ¡Uy, qué miedo! ¡Es un fantasma!, gritaron
todos en el barco. Pero no era cierto. Era Jesús que se acercaba para ayudarles. ¡No tengáis
miedo, que soy yo!, les dijo Jesús. Rápidamente le ayudaron a entrar en la barca ¡Por fin había
llegado su maestro! Ellos podían sentirse ya seguros. Jesús es tan poderoso, que seguro les
podía ayudar aún en medio de semejante tormenta. Lo que no se habían dado cuenta es que
Jesús había estado mirándoles todo el tiempo. Él les había cuidado aunque no le vieran. Esto
mismo nos pasa a nosotros. Hay momentos en los que nos encontramos con problemas y
creemos que Jesús no nos está cuidando, porque no le vemos a nuestro lado. Pero no es
cierto, Él nos vigila desde el cielo. ¿Recuerdas algún momento en que hayas sentido miedo?
¿Pensabas que Jesús se había olvidado de ti? O, sabías que Él te estaba mirando? Cuando Jesús
entró en la barca, las aguas se calmaron y pronto llegaron a la otra orilla

Aplicación:
Pidamos ayuda a Jesús cuando nos sentimos solos. Él hará que sintamos su compañía.
Introducción: Si es posible se sale al parque a realizar esta actividad. Se colocan varios
obstáculos en un recorrido. Los niños tienen que ir del punto de salida hasta el final intentando
evitar tirar los obstáculos, pero con los ojos vendados. Ellos deben de darse cuenta de que
cuando no hay luz, no pueden ver y por tanto, no pueden evitar los obstáculos que se les
presente delante. De igual forma, volverán a hacer el mismo recorrido, pero con los ojos
abiertos. Así se comprobará que cuando hay luz pueden ver los obstáculos.

Lección: Mostrar en el mapa: Jesús y sus discípulos están en el Templo de Jerusalén. De


nuevo estaba Jesús en el Templo enseñando a la gente. Esta era la primera vez que Jesús
enseñaba sobre las cosas que Él es. En el evangelio de Juan aparecen siete cosas distintas que
Jesús dijo que era. Y siempre comienza diciendo: Yo soy. Esta vez Jesús les dijo: ¡Yo soy la luz
del mundo!, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Todos
nosotros hemos nacido en medio de las tinieblas. Nacemos bajo la maldición del pecado, como
descendientes de pecadores y por tanto, pertenecemos al reino de las tinieblas. Nuestra alma
(voluntad, sentimientos) está en oscuridad y nuestro espíritu (para relacionarnos con Dios)
está muerto. Jesús vino a darnos luz para que nos diésemos cuenta de nuestra situación de
oscuridad. A través de la luz podemos ver la maldad que nos rodea, e incluso y sobre todo, la
que sale de nosotros. Cuando una persona está rodeada continuamente de oscuridad, se
acostumbra a ella. Pero cuando hay una luz, aunque sea lejana, se da cuenta de la oscuridad
que le rodea. Jesús, a través del ejemplo de su vida y de su mensaje nos hace ver cómo están
nuestras almas; nos ayuda a ver la maldad de nuestros corazones y lo lejos que estamos de
poder agradar a Dios. A través de su luz podemos llegar al arrepentimiento en nuestras vidas;
al deseo de que esa luz de vida permanezca en nosotros y siempre nos guíe. Los fariseos eran
señores religiosos que seguían las normas de las leyes judías y de otras que ellos mismos se
habían inventado. Ellos le dijeron: ¿Cómo te atreves a decir eso, si no tienes testigos que te
apoyen? Jesús les dijo: Yo puedo decir eso porque yo sé de donde vengo y a donde voy.
¿Vosotros sabéis de donde venía Jesús? Él vino del cielo y pronto iba a volver a el para estar
con su Padre, pero estos hombres no lo sabían. Ellos juzgaban por lo que podían ver, y creían
que era hijo de María y José y no del Dios vivo. Por vuestra ley se necesitan dos o tres testigos
que apoyen lo que se dice para creer a la persona. Yo mismo soy testigo que lo que estoy
diciendo es verdad y mi Padre que me envió también. Los fariseos le preguntaron: ¿Dónde está
tu Padre? ¿Vosotros dónde creéis que está? Ellos no sabían realmente quién era Jesús, porque
si supieran que es el Hijo de Dios hubieran sabido quién es su Padre. Ellos no pudieron
entender lo que Jesús les dijo porque no tenían su luz.

Aplicación: Necesitamos la luz de Jesús para poder ver las cosas que hacemos mal y las
cosas que tenemos que hacer que le gustan a Dios. Pediremos en oración que Él nos muestre
nuestro pecado.

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