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URVIO, Revista Latinoamericana de Estudios de Seguridad, No. 21, Quito, diciembre 2017, pp. 22-38
RELASEDOR y FLACSO Sede Ecuador • ISSN 1390-4299 (en línea) y 1390-3691
Inteligencia militar y criminalidad
organizada. Retos a debatir
en América Latina
Military intelligence and organized crime.
Challenges to debate in Latin America
Resumen
El auge desmedido de la criminalidad organizada en América Latina, en términos de pluralidad de mani-
festaciones y de gravedad del impacto de las mismas, ha acarreado una singular erosión de la seguridad, la
convivencia pacífica y el bienestar social, al tiempo que quiebra los principios consustanciales de la democra-
cia, conculca derechos fundamentales y se produce el contagio criminal del sistema económico y financiero.
Ante esta situación de extrema gravedad, muchos Gobiernos latinoamericanos han recurrido al empelo de
sus Fuerzas Armadas para contrarrestar la amenaza criminal. Y estas, dentro de sus novedosas atribuciones,
han apostado por el empleo estratégico de las capacidades de inteligencia en la lucha contra la criminalidad
organizada. Decisión que ha abierto un relevante debate sobre la adecuación, no solo del recurso al estamen-
to militar para este cometido –al margen de los cuerpos policiales–, sino lo delicado de implicar a personal
militar en labores de inteligencia dentro del territorio nacional con autonomía operativa, desligados de los
respectivos servicios de inteligencia nacionales, con todos los prolegómenos que dicha intervención puede
acarrear en términos operativos y de calidad democrática, y respeto al Estado constitucional social y demo-
crático de derecho.
Palabras clave: América Latina; criminalidad organizada; delincuencia organizada; democracia; Fuerzas
Armadas; inteligencia criminal; inteligencia militar.
Abstract
The excessive growth of organized crime in Latin America, in terms of the plurality of manifestations and
the seriousness of their impact, has led to a singular erosion of security, peaceful coexistence and social
well-being, while at the same time breaching the consubstantial principles of democracy, violates funda-
mental rights and the criminal contagion of the economic and financial system. Faced with this situation
of extreme gravity, many Latin American governments have resorted to the use of their Armed Forces to
counteract the criminal threat. And these, within their novel attributions, have opted for the strategic use
of intelligence capabilities in the fight against organized crime. Decision that has opened a relevant de-
bate on the adequacy, not only of the recourse to the military establishment for this purpose –aside from
1 Secretario académico del Centro de Estudios de Seguridad (CESEG) de la Universidad de Santiago de Compostela
(España) e investigador invitado de FLACSO, sede Ecuador. Miembro de la Red Latinoamericana de Análisis de Se-
guridad y Delincuencia Organizada (RELASEDOR) y del Observatorio de Criminalidad Organizada (OCOT) de la
Universidad de Salamanca (España). Correo: daniel.sanso-rubert@usc.es.
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the police forces–, but the delicate task of involving En amplias zonas de sus respectivos territo-
military personnel in intelligence work within the na- rios nacionales las autoridades no son capaces
tional territory with operational autonomy, detached
from the respective national intelligence services, with
de salvaguardar los derechos de las personas,
all the prolegomena that such intervention can entail ni garantizar la integridad y la estabilidad esta-
in operational terms and of democratic quality, and tal. La radiografía de América Latina constata,
respect for the constitutional social and democratic que no solo atraviesa una crisis de seguridad
state of law.
pública, sino que la situación es más crítica; la
Keywords: Armed Forces; criminal intelligence; de- seguridad nacional está igualmente bajo ame-
mocracy; Latin America; military intelligence; orga- naza. El Estado está fallando por defecto y por
nized crime. exceso ante el empuje del crimen organizado.
Por eso, aunque América Latina, sin lugar a
dudas, es una región que funciona y avanza
La identificación de la criminalidad en muchos aspectos de su institucionaliza-
organizada como amenaza a la ción, no parece errado sostener que, aunque
democracia en América Latina: no representen casos de Estado fallido, si cabe
democracias bajo presión hablar de democracias bajo presión (Sansó-
Rubert 2017) y Estados disfuncionales.
El incremento de la presencia e intensidad Consecuentemente, el escenario regional
de la actividad de la criminalidad organiza- latinoamericano padece un déficit importante
da en América Latina en las últimas cinco en términos de seguridad. Se caracteriza por
décadas, ha generado la perversa paradoja la vigencia de una “paz insegura” (Chinchilla
de transformar una zona de paz, entendida 2016, 11-24). Según datos de la Organización
como “territorio caracterizado por la ausencia de los Estados Americanos (OEA), la violen-
de conflictos bélicos”, en uno de los espacios cia criminal organizada tiene en América Lati-
más violentos del mundo (Global Peace Index na un carácter “pandémico” (Bartolomé 2009,
2015), en donde determinadas áreas geográ- 16-20). Desde la Organización de Naciones
ficas de países como Honduras, Guatemala, Unidas (ONU), que identifica la región em-
El Salvador, México Colombia o Brasil, solo pleando el calificativo de países “bajo estrés”
son comparables con escenarios de conflicto (The Globalization of Crime. A Transnational
bélico como Afganistán o Irak. Geoestratégi- Organized Crime Threat Assessment 2010,
camente, América Latina se ha consolidado en 221-272), se alerta periódicamente respecto
las últimas décadas como un importante cen- de la entidad lesiva que representa el crimen
tro de operaciones de una variedad de tráficos organizado, especialmente, en su vertien-
ilícitos (especialmente, el narcotráfico), así te transnacional, y su carácter pluriofensivo,
como de diversas actividades ilícitas transna- tanto para la seguridad de las personas, como
cionales. Relevancia adquirida en el comercio para la estabilidad social, económica y políti-
ilegal (Arnson y Olson 2011), no solo a nive- ca de las instituciones democráticas. Preocu-
les subregionales y regionales, sino intercon- pación reflejada al reconocer el accionar del
tinentales, aumentado su importancia en tér- fenómeno criminal organizado, como uno de
minos de geopolítica criminal (Sansó-Rubert los mayores desafíos a la seguridad y estabili-
2015, 62-75). dad de los Estados (Mace y Durepos 2007).
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brilla por su ausencia, cuando nos introduci- Acepción que, aunque esclarecedora, resul-
mos en el marco de la inteligencia aplicada al ta deficitaria al no reflejar la variedad de po-
comportamiento delictivo. Esta área de cono- sicionamientos existentes sobre la materia. Y
cimiento en expansión se caracteriza, al menos además, de facto, la inteligencia criminal, por
por el momento, por la existencia de no pocas definición, no está vinculada a un ente en par-
áreas de confusión, ofuscación y solapamien- ticular sino que, en función de circunstancias
to (Sansó-Rubert 2012). Circunstancia, que de diversa índole –administrativas y políticas–,
aflora al entremezclar en un totum revolutum, principalmente o de naturaleza coyuntural,
diversas metodologías de análisis del fenóme- puede residenciarse dicha labor (ejercida si-
no delictivo; especialmente, la inteligencia cri- multáneamente o en condición de monopo-
minal, la inteligencia policial, la investigación lio), bien en servicios de inteligencia, bien en
policial (o criminal o delictiva, en función de unidades policiales, los servicios de aduana, en
la nomenclatura que se emplee) y el análisis organismos militares, en el sistema penitencia-
criminal. Dicha circunstancia, genera un per- rio, las instituciones financieras y económicas e,
manente desacuerdo entre los expertos en la incluso, empresas privadas de seguridad, según
materia, adscritos a diversas corrientes doctri- la realidad de cada país (Sansó-Rubert 2016).
nales. Otra discrepancia, reseñada en la obra ti-
El Diccionario LID de Seguridad e Inteli- tulada Conceptos Fundamentales de Inteligencia
gencia (2013), la define como (Díaz 2016), radica en que, frente al interés
generalista de la inteligencia policial por el deli-
el tipo de inteligencia que realizan los to, el delincuente, la víctima y el control social,
servicios de información policiales y la materia objeto de la inteligencia criminal se
cuyo fin es analizar e investigar tanto la enfoca sobre el “problema criminal”, “ambien-
criminalidad organizada, como aquellas te criminal” (criminal enviroment) o “hecho
otras formas delictivas cuya complejidad criminal”, definido como una realidad perma-
y gravedad impiden su eficaz prevención
nente, dinámica y cambiante (en cuanto a su
mediante una investigación policial, fiscal
o judicial del caso concreto. También se forma, composición y tamaño), sobre la cual
ocupa del análisis estratégico de tenden- es posible actuar e influenciar. Abarca una plu-
cias y amenazas en materia delictiva, con ralidad de dimensiones que pueden ser, tanto
el propósito de producir conocimiento, grupos u organizaciones de crimen organizado,
que fundamente la adopción de políticas el estudio o análisis de un mercado (legal o ile-
de seguridad pública dirigidas a la resolu-
gal) o un determinado área geográfico, las re-
ción de problemas criminales. […] En el
plano estratégico, se dirige a la definición laciones que se establecen entre organizaciones
de los objetivos de la organización poli- criminales y entre éstas y aparatos de gobierno,
cial, y al establecimiento de la política y así como cualquier otro medio o actividad de
planes generales para lograr el desmante- interés para la criminalidad organizada (Sansó-
lamiento de las organizaciones criminales Rubert 2016). No es más que
y la prevención de formas delictivas com-
plejas. En el plano táctico, su propósito
último es ayudar a la planificación y el un tipo de inteligencia útil para obtener,
diseño de las acciones concretas necesarias evaluar e interpretar información y difun-
para enfrentar las amenazas criminales. dir la inteligencia necesaria para proteger y
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(recursos, bienes, y servicios), permiten o faci- necesidad de amortizar unas fuerzas arma-
litan las operaciones y funcionamiento de or- das que, según algunos postulados (Frederic
ganizaciones al margen de la ley; de tal forma, 2008), habrían perdido su razón de ser en el
que se puedan identificar las implicaciones de nuevo contexto de seguridad internacional
las decisiones y esquemas preventivos adopta- tras finalizar la Guerra Fría.
dos, para evitar el fortalecimiento involunta- En palabras de Moloeznik (2014, 76-92),
rio del crimen organizado.
esto se explica, principalmente y por un
lado, debido al fracaso tanto de las políti-
cas criminales, como del sistema de justicia
El recurso a las Fuerzas Armadas en
penal, incluyendo las policías, de aquellos
la lucha contra la criminalidad Estados donde el poder político ha tomado
organizada y la consiguiente la decisión de comprometer directamente a
inmersión en el desarrollo de las fuerzas armadas en el ámbito de la segu-
capacidades de inteligencia criminal ridad […]; por el otro, el dominio del de-
nominado populismo punitivo, del discurso
de mano dura y tolerancia cero, y del inne-
Partiendo de la clara diferenciación entre la
gable atractivo que ejercen los militares en
defensa nacional y la seguridad pública e in- tanto institución, por su profesionalismo,
terior, como premisa básica asumida en toda disciplina, espíritu de cuerpo, movilidad,
América Latina, cabe entonces preguntarse, polivalencia y sistema de armas.
¿cuáles han sido los factores que han llevado a
una generalización de la actuación de las fuer- Sin duda, es legítimo que los Estados recurran
zas armadas en la seguridad pública y, en con- a todos los recursos disponibles –al amparo
creto, asumir el rol de protectores y garantes de la razón de Estado–, ante un contexto de
del Estado de derecho frente a la criminalidad debilidad y limitación de medios. Cada país
organizada? ¿Qué mueve a las autoridades a tiene unos problemas específicos que atender
confundir los ámbitos de acción de las fuerzas y sus fuerzas armadas son, al menos en teoría,
militares y de las policías, cuando, grosso modo, suficientemente polivalentes para asumir dis-
las constituciones y las leyes determinan que tintas misiones al respecto. La gran pregunta
las primeras tienen la obligación de garantizar que hay que plantearse es en qué medida la
la seguridad nacional y las segundas, de forma asunción de estas misiones secundarias respec-
más específica, la de los ciudadanos? Solo cabe to de su labor de defensa principal, repercuten
una respuesta: la conjugación de la oportu- positiva o negativamente en la institución cas-
nidad y el interés (Sansó-Rubert 2010a). De trense (Sansó-Rubert 2011a) y por extensión,
un lado, la rápida resolución (o al menos la al Estado de derecho constitucional.
apariencia) de los crecientes problemas de vio- Los nuevos requerimientos han desenca-
lencia y delincuencia que afectan al conjunto denado un proceso de transformaciones de
de las sociedades, sumado a la baja credibili- calado en el seno de las fuerzas armadas para
dad que entre los ciudadanos y las autoridades adaptarse. Defensores y detractores, esgrimen
tienen los distintos cuerpos policiales y los razones y argumentos para determinar el gra-
servicios de inteligencia (Sansó-Rubert 2017). do de protagonismo asumible en la conten-
De otro lado, habría que sumarle la aparente ción del crimen organizado. Implicación, que
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tuando básicamente a los países del Cono Sur, términos democráticos: seguridad democráti-
con Argentina a la cabeza). ca. Afrontar el reto de encontrar en la segu-
A pesar de los razonamientos esgrimidos ridad y la inteligencia, interpretadas desde el
en este trabajo, que desaconsejan el recurso prisma de la democracia, la forma de afrontar
a las fuerzas armadas, al menos tal y como correctamente la amenaza. Sea como fuere, sin
está planteado actualmente por los países de duda, guste o no, las fuerzas armadas están lla-
la región, la impronta de la razón de Estado madas a cobrar trascendencia en la lucha con-
y la excepcionalidad devenida en cotidiana tra las actividades ilícitas en América Latina
prevalecen, introduciendo elementos de inse- (Sansó-Rubert 2011a), siendo en la medida
guridad jurídica y arbitrariedad. Se han con- de lo posible deseable su expresa supeditación
vertido en el argumento sobre el que se sus- a la dirección policial y bajo el control civil. Es
tenta todo el andamiaje de la respuesta manu importante no perder la perspectiva de que,
militari, exponente de la máxima intensidad necesariamente, son diversos los ingredientes
del uso de la fuerza del Estado. Aplicar la le- que han de intervenir en la erradicación de la
talidad defensiva para preservar Estado, socie- delincuencia organizada. Por ello, no se debe
dad y democracia, despierta suspicacias con olvidar que el éxito realmente se alcanzará con
respecto a procesos de militarización velados, la imbricación adecuada de todos los instru-
tamizados bajo el rubro del compromiso con mentos disponibles –combinando estrategias
la seguridad interior, al tiempo que, de facto, de prevención, acción y reacción–, sumado a
la experiencia arroja resultados no especial- la cooperación de todos los actores implica-
mente satisfactorios. dos, bajo el paraguas de la democracia y del
La declaración de los Estados de una gue- Estado de derecho.
rra al crimen organizado planificada desde un
prisma militar, implica, en primera instancia,
el abandono expreso de los procedimientos Conclusión: entre el deber ser y
constitucionales ordinarios para perseguir a la el ser. Un debate en profundidad
delincuencia organizada. En segundo térmi- pendiente
no, genera importantes perjuicios colaterales
de relevancia constitucional (costos constitu- A grandes rasgos, la delincuencia organizada
cionales) y democrática, como la violación de constituye un problema de seguridad, a ni-
Derechos Humanos por parte de las fuerzas vel nacional, regional e internacional, habi-
militares en sus operativos, circunstancias que da cuenta de su creciente transnacionalidad,
no tienen cabida en el marco de una política que puede llegar a sobrepasar los esquemas
de seguridad pública democrática. Otro ele- ordinarios de respuesta requiriendo medidas
mento destacable, es la vulneración del Esta- excepcionales. Y de cómo se gestione dicha
do de derecho, donde queda fuera de lugar la excepcionalidad, la democracia y el Estado
visión del “enemigo”, propia de los enfrenta- de derecho resultarán fortalecidos o, por el
mientos bélicos. contrario, se abrirán espacios de incertidum-
La situación requiere con urgencia del es- bre que el Estado deberá afrontar, no ya en
tablecimiento de límites y garantizar el papel el plano de la lucha contra la delincuencia
del Estado como proveedor de seguridad en organizada, sino en la esfera de los derechos,
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Dicha legislación sobre los servicios de ción barata y que requiere de mucho tiempo
inteligencia, recoge de forma mayoritaria, la para que arroje resultados fructíferos. Hay que
criminalidad organizada explícitamente como ser muy crítico al respecto, porque el panora-
objetivo de los mismos en aras a defender y ma vigente y su proyección futura, no resulta
preservar la democracia y el estado de dere- precisamente tranquilizador.
cho. Mandato, que no deja de constituir un En consecuencia, el hecho de que el pro-
desiderátum, dado que las capacidades al res- ceso de normalización de la inteligencia aún
pecto no han sido objeto real de desarrollo esté por acabar, inmerso en un proceso lento de
e implementación en la mayoría de los su- maduración, hace complicado que se inviertan
puestos, o han sido formalizadas en precario; medios y atención al desarrollo de una doctrina
lo cual es aún más grave, exponiendo a los de inteligencia criminal, cuando la institucio-
agentes, al propio servicio y a la comunidad nalización de los Servicios no se ha consumado
de inteligencia, de existir ésta, a una situación satisfactoriamente. Quienes forman parte de
de máximo peligro al quedar indefensos, al no los servicios de inteligencia requieren contar
disponer de la capacitación y los medios acor- con una carrera funcionarial, una permanente
des para operar con seguridad, ya no decimos actualización y capacitación, un sistema de re-
con éxito, ante las abrumadoras capacidades clutamiento público y transparente, un control
de contrainteligencia y penetración de las que de las actividades que realizan, en especial las
disponen las manifestaciones más relevantes relacionadas con el acceso a información pri-
y por extensión peligrosas de la criminalidad vada y un permanente reforzamiento ético du-
organizada en la región. rante la carrera laboral (Sancho Hirane 2012;
De esta forma, queda la inteligencia nacio- 2015); si el objetivo es que quienes realizan la
nal expuesta (medios, capacidades, integran- función de Inteligencia en el Estado sean profe-
tes, metodologías de trabajos) a su detección sionales en el desarrollo de su trabajo.
por parte de la criminalidad organizada y por La falta de institucionalización se traduce
consiguiente, susceptible de ser objeto de neu- en gran medida en la ausencia de legislación
tralización y penetración. Parece que los res- estatutaria de personal. Encontramos Servi-
ponsables políticos de las respectivos servicios cios con un elevado porcentaje de personal
de inteligencia aún no han interiorizado el laboral contratado en unidades de análisis de
peligro real de la amenaza criminal organizada inteligencia y gestionando información de alta
y de la fortaleza y perfeccionamiento de sus sensibilidad para la seguridad del Estado que,
capacidades y medios, incluso frente a los apa- debido a su contratación discrecional, cesa en
ratos de inteligencia. La debilidad crítica de el Servicio cuando se produce un cambio de
los servicios de inteligencia (civiles) de Améri- Gobierno, siendo reemplazados por personas
ca Latina frente a la criminalidad organizada, afines al nuevo Ejecutivo.
corre pareja a la crisis del modelo policial y, La reforma de los sistemas de inteligencia
por supuesto, a la inteligencia policial. representa uno de los retos destacados para las
Todavía no han querido darse cuenta de democracias de América Latina. Los servicios
que gran parte del éxito de la lucha contra la de inteligencia requieren de una adecuación
criminalidad organizada reside en las capaci- sustancial al objeto de enfrentar la criminali-
dades de inteligencia. Que no resulta una op- dad organizada y superar, al unísono, el lastre
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de las inercias del pasado propias de policías Bailey, John, y Roy Godson. 2000. Crimen
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