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Ontología de la imagen: de la representación a la

presencia

Las imágenes se presentan hoy en día de una manera invasiva en nuestra civilización.
En gran medida, gracias al creciente desarrollo de la tecnología digital y los medios de
comunicación ellas tienden a saturar nuestra cotidianidad, exigiendo nuestra atención y
configurando el mundo de nuestra mirada. Si bien su masiva circulación tiende a reformular
progresivamente la sensibilidad humana hacia un habitar delimitado más por códigos
visuales que por códigos lingüísticos, estamos todavía lejos de comprender las lógicas que
se presentan y operan con el fenómeno de lo icónico.

En términos generales, se ha tendido a considerar a la imagen como una forma de


representación, es decir, como un medio expresivo que anuncia cierto discurso sobre la
realidad. En su calidad de discurso sensible, ella establecería una correspondencia a un
‘afuera’, esto es, al objeto en cuestión representado. Sin embargo, desde tal comprensión ella
nunca se ha liberado del estatuto de mímesis, quedando reducida a una forma de imitación
de lo real. De ahí que a lo largo de la historia, a pesar de su amplia utilización y veneración
en diversos campos, sobre todo en los del arte y la religión, la imagen igualmente ha cargado
con diversos prejuicios, apareciendo como una forma de conocimiento débil, si es que no un
producto derechamente engañoso, quedándose a la saga de la escritura en términos de logos.

Actualmente, para algunos teóricos y críticos culturales, la fotografía parece haber


devuelto cierta confianza en la imagen como testimonio ‘realista’ de las cosas. En esa línea
Roger Murnier escribía en Contra la imagen que mientras la pintura era un discurso subjetivo
sobre el mundo, la fotografía viene a aparecer como un discurso del mundo, sin mediaciones
humanas, sin abstracciones; lo que la fotografía expresaría sería el lenguaje de lo real en
donde el mundo ‘se narraría a sí mismo’. Esa visión, que podría bien reflejar una percepción
más o menos general en torno a la imagen fotográfica ha permitido precisamente el uso de
ésta en campos insospechados hasta ahora, como la medicina y la ciencia.
El problema es el siguiente: ya sea como una forma de conocimiento débil, con el
caso del arte pictórico, o como un testimonio realista de las cosas, con el caso de la fotografía,
la imagen se ha tendido siempre a pensar en términos de un ‘afuera’, en razón de las
correspondencias con un objeto externo, pero nunca realmente en su calidad de fenómeno
autónomo, bajo sus propias lógicas, en su propia productividad. En el campo del arte, una
gran ruptura respecto a este paradigma ‘mimético’ de la imagen.

Siguiendo los influjos de Gottfried Boehm y Martin Heidegger, mi intención en esta


exposición es emprender una reflexión de la imagen en clave ontológica, tomándola como
un fenómeno que pertenece al dominio del ser. Desde tal óptica, se abre la vía para pensar
aquella dimensión de la imagen que trasciende la mera ‘coseidad’, así como cualquier
reducción semiótica, lo que nos permitiría puede verse como ya no como una representación
sino una presencia en el mundo, que difiere de buscar la unidad conceptual con un objeto,
para situarse más bien como parte de un acontecimiento entre un sujeto que abre sentido, y
que configura una expresividad y una temporalidad autónomas.

Kandinsky, una figura clave del arte abstracto. El pintor que liberó definitivamente al
arte de su función tradicional: ofrecer un reflejo de la realidad visible.

Todas las vanguardias que hemos vistado hasta el momento –cubismo, futurismo y
fauvismo– pese a las rupturas y novedades que en ellas se dan, se encuentran dentro del
ámbito de un arte figurativo, un arte que describe objetos, personas… relacionados con una
realidad «fotográfica».

El arte abstracto se negará a pintar la realidad existente para concentrar la


fuerza expresiva de la obra en sus aspectos cromáticos, formales o estructurales. Realidad
autónoma

la fuerza de los colores allí presentes hacían del objeto algo superfluo

La pintura puede desarrollar las mismas fuerzas que posee la música


1. La masificación de la imagen
2. La visión tradicional de la imagen como forma de representación
3. El problema de que la imagen sea considerada como representación
4. Hipótesis de trabajo: imagen como presencia
5. Profundizar en los problemas que surgen con la imagen como forma de representación
(realismo, imagen texto, teoría del conflicto central)
6. Walter Benjamin y el aura (sacralización de la materialidad)
7. La dimensión trascendente de la imagen procede de su autonomía como discurso

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