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PREOPERATORIO 2
EGO…… AUTOESTIMA
SOCIAL…… ACEPTACION
Las necesidades son factores que deben controlarse o reorientarse para restaurar la función
alterada. Las necesidades físicas alteradas son aquellas relacionadas con la homeostasis: alimento,
agua, oxígeno, sueño, frío, calor. Las necesidades psicosociales son aquellas relacionadas con el
entorno y espacio vital del paciente, el manejo de sus sentimientos, de identidad, auto valía,
satisfacción, etc. Las necesidades espirituales, aquellas relacionadas con la creencia religiosa se
cualquier índole.
El equipo multidisciplinario médico debe estar atento a los sentimientos y actitudes del paciente,
que en su mayor parte sólo se transmitirán mediante un lenguaje corporal y no verbal.
Existen varios factores individuales de respuesta al estrés, entre los que cabe mencionar:
Factores hereditarios
Naturaleza de la enfermedad
Gravedad de la misma
Experiencias personales previas
Edad
Sexo
Capacidad intelectual
Alteraciones sensoriales
Ambiente
Contexto familiar
Posición socioeconómica
Religión
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Cultura general
El reconocimiento del lenguaje corporal del paciente redunda en una mayor adaptación y
aceptación de su enfermedad y del tratamiento que para ella requiere.
Con todo lo anterior es posible concluir que, al igual que en la historia de la cirugía, se ha
legalizado la práctica de la especialidad; como el caso del Código de Hammurabi, en países del
Primer Mundo existen estas legislaciones.
Ante todo, una buena relación médico-paciente evita muchas confusiones y dolores de cabeza
para ambas partes, dentro de lo cual cabe aclarar que el paciente tiene derecho de conocer a
fondo si alguna parte o región de su organismo será extirpada, incapacitada, mutilada, u otra.
Dicha autorización escrita es una protección legal para el equipo quirúrgico, pues existen
lineamientos académicos y certificaciones para ejercer la profesión médica y la especialidad
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correspondiente, y constituye una protección para el equipo médico y el hospital que el paciente
les otorga en pleno uso de sus facultades y capacidad mental para efectuar el procedimiento
quirúrgico y la anestesia de elección.
Para el paciente constituye una protección contra procedimientos no autorizados, aunque deben
contemplarse las complicaciones transoperatorias que en ocasiones modifican el plan quirúrgico
inicial. En caso de minoría de edad del paciente, el consentimiento será firmado por uno de los
padres o por el tutor legal, si es analfabeto, pondrá su huella digital, en caso de pacientes
inconscientes o ebrios, firmará el familiar responsable, y en ausencia de éstos podrá autorizar el
directivo en turno, cuando se trata de una urgencia quirúrgica.
Sin excepción, todas las hojas de autorización deben contener nombre del paciente y del médico,
procedimiento a realizar, fecha y la firma de dos testigos, dependiendo del formato particular de
cada hospital.
Aun en caso de que haya consentido la operación, si el paciente lo considera pertinente, podrá
desistirse de la misma, y no se permitirá coaccionarlo a tomar una resolución diferente.
VALORACIÓN MULTIDISCIPLINARIA
Si la enfermedad quirúrgica se entiende inmersa dentro de la economía y en interrelación con los
diferentes aparatos y sistemas, sea en forma morfológica o funcional, podrá requerirse que otros
médicos especialistas participen en el estudio integral del paciente o en la terapéutica. Claro está,
las interconsultas solicitadas tanto en el medio institucional como en el privado deben
racionalizarse de acuerdo con la edad, sexo y gravedad del padecimiento que afecta al enfermo;
una regla arbitraria indica que pacientes mayores de 40 años deberán ser valorados por un médico
internista o cardiólogo, dependiendo del caso en particular. Esta es una evaluación que tiene
como finalidad integrar o descubrir padecimientos ocultos por el problema principal y, en caso de
coexistir otras enfermedades, lograr en el menor tiempo posible colocar al paciente en las mejores
condiciones para soportar la operación.
RIESGO QUIRÚRGICO
Además de la apreciación personal del médico interconsultante, deben contemplarse las
estadísticas publicadas por grandes centros hospitalarios sobre pronósticos de la enfermedad,
potenciales complicaciones, calidad de vida, y otras. Esto es, determinar el riesgo quirúrgico
comparando las características del paciente con estudios publicados. Esta evaluación es de utilidad
para el paciente, que de este modo podrá tomar una decisión al respecto y conocer el riesgo al
que se expone, el cirujano escogerá el procedimiento quirúrgico con menor riesgo y el
anestesiólogo podrá precisar el tipo de anestesia indicado.
Dentro de los factores que se sabe pueden influir destacan los enfermos en los extremos de la
vida, es decir, recién nacidos o pacientes geriátricos; asimismo, obesidad, desnutrición,
padecimientos cardiovasculares, diabetes mellitus, enfermedades renales, respiratorias,
tabaquismo, alcoholismo, embarazo y efectos colaterales de ciertos medicamentos.
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El paciente debe saber que si bien la cirugía representa un riesgo, también lo es la enfermedad de
la cual es portador, riesgo que incluso puede incrementarse de no ser tratada.
Cada intervención quirúrgica tiene sus puntos críticos, así como cada región anatómica a
intervenir plantea diferentes aspectos a vigilar; el objetivo del presente texto excluye el análisis
minucioso de cada uno de estos puntos, por lo que sólo se mencionan algunas clasificaciones de
riesgo quirúrgico:
Por su parte, al valorar al paciente, el anestesiólogo recopila algunos datos que agrega a su
historia clínica mediante un formato especial que abarca los siguientes aspectos:
Estado psíquico
Medicamentos ingeridos y dosis
Toxicomanías
Antecedentes de anestesias previas
Uso de prótesis bucales o problemas dentales
Datos de oxigenación tisular con base en los niveles de Hb y Ht
En el formato específico se anota el tipo de anestesia elegido y las firmas de consentimiento tanto
del paciente como de un familiar.
Riesgo intermedio
Pacientes de edad madura, obesos, con enfermedades sistémicas controladas, que requieren
mayores cuidados en el transoperatorio o posoperatorio para evitar complicaciones. Por ejemplo,
varón de 40 años, diabético controlado, que se someterá a apendicectomía por apendicitis de
ocho horas de evolución.
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Ayuno. El paciente debe guardar un mínimo de seis a ocho horas de ayuno en los casos de cirugía
programada y en el caso de cirugía urgente se le instalará una sonda nasogástrica para vaciar el
contenido del estómago. Si esto último no se realizara, pondrá el riesgo la vida del enfermo, ante
el peligro de broncoaspiración masiva.
Aseo general. El paciente debe llegar al hospital aseado, mediante baño con agua y jabón de todo
el cuerpo, cuando su padecimiento así lo permita. En caso contrario, el personal de enfermería
deberá asear la zona a operar previo al traslado del enfermo a la sala de operaciones. Existen
publicaciones que mencionan que el aseo preoperatorio durante tres a cinco días con
hexaclorofeno es útil y disminuye la flora normal cutánea, pero no ha llegado a utilizarse como
procedimiento rutinario.
Debe mencionarse que existen grupos quirúrgicos que no indican la tricotomía como parte de la
preparación preoperatoria y estadísticamente no se ha informado aumento del índice de
infección. Lo anterior, en lo relativo a regiones vecinas al área por operar.
Vestido del paciente. El paciente deberá presentarse en el área quirúrgica vistiendo camisón de
algodón para cirugía, gorro similar al del personal quirúrgico, cubriendo el cabello perfectamente,
botas, medias elásticas antitrombos o vendaje elástico de miembros pélvicos, desde los pies hasta
tercio superior de muslo; asimismo, no deberá portar prótesis dentales, lentes de contacto o
postizos, no se permitirán uñas pintadas o barnizadas, así como cosméticos en la cara, los cuales
impiden al anestesiólogo valorar la coloración de piel y mucosas, dato de primordial importancia
que traduce la oxigenación tisular.
Venoclisis. A todo paciente quirúrgico se le debe instalar como mínimo una venoclisis con catéter
de plástico corto de calibre suficiente (16 a 18 en el adulto).
La instalación de catéteres venosos y arteriales debe quedar a cargo tanto del anestesiólogo como
del cirujano, debido a que en ocasiones es necesario vigilar algunos parámetros hemodinámicos
especializados como presión venosa central o presión en cuña; el paciente muchas veces ya ha
sido intervenido y multi puncionado y sólo el cirujano sabrá cuáles accesos vasculares se
encuentran aún disponibles. Por otro lado, el uso de algunos fármacos irritantes a las venas
periféricas exige la instalación de catéteres venosos centrales.
La mayor parte de las veces el anestesiólogo solicita el tipo de solución que más convenga a las
características propias del enfermo a operar; así, se instala una solución Ringer lactato, Hartmann,
solución salina isotónica al 0.9%, glucosada al 5% o solución mixta (glucosa 5% + Na Cl 0.9%), en
frascos de 1000 ml en adultos y en los niños se eligirá la presentación más conveniente según el
peso y talla corporal.
Como regla general, se prefieren siempre los accesos venosos más periféricos y por último los
centrales, esto es, utilizar en ese orden venas del dorso de las manos muñecas, cefálica y basílica,
mediana, yugular interna y subclavia.
Si se requiere algún procedimiento traumático o doloroso, debe postergarse hasta que el paciente
se encuentre bajo efectos anestésicos.
Preparación especial
La preparación especial del preoperatorio, de lo más sencillo a lo más complejo, abarca los
siguientes puntos:
Sonda levin. Sea para vaciar el estómago en operaciones urgentes y sin ayuno o en casos que el
padecimiento la indique per se (p. ej., cirugía gastrointestinal).
Sonda Foley. En cirugía de abdomen inferior o pélvica y sobre todo en casos donde la duración de
la intervención y la gravedad del padecimiento requieran un estricto control de líquidos, debe
instalarse y cuantificarse el drenado mediante un sistema recolector o Cisto-flo para comodidad
del paciente. Si no se colocó en el preoperatorio, debe postergarse su colocación hasta que se
encuentra bajo efecto anestésico.
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Enema. El enema evacuante o lavativa debe realizarse en pacientes que se someterán a cirugía de
colon, recto y ano, cuantas veces sea necesario hasta obtener un líquido evacuado limpio, sea con
agua tibia, jabonosa con yodóforos o aceite mineral. Ya existen enemas comerciales, preparados
(Nulitely).
Resulta de vital importancia recordar que en casos de abdomen agudo el enema está
contraindicado.
Independientemente de la urgencia del caso, deben emplearse unos minutos para tratar estados
patológicos graves intercurrentes o asociados a la enfermedad quirúrgica; en casos de cirugía
programada, antes de intervenir al enfermo, con mayor razón se atenderán choque, anemia,
desequilibrio hidroelectrolítico, desequilibrio acido básico, alteraciones orgánicas particulares y,
en especial, el estado nutricional.
En consecuencia, el paciente necesita una serie de indicaciones que le serán proporcionadas por el
médico tratante y el cirujano, sea en una receta o en una hoja aparte, en la cual se le explicará,
dependiendo del caso:
CASO 1
CASO 2
Paciente femenino de 8 años, sana previamente, a la cual se le resecará el apéndice por cursar con
un cuadro de apendicitis aguda perforada. Se le ha de instalar una venoclisis, se iniciará esquema
de antibióticos, traerá una sonda Foley colocada; además se solicitarán exámenes de laboratorio
urgentes, el rasurado de hemi abdomen inferior tendrá lugar antes de iniciar la intervención y el
vestido constará de bata, gorro y botas. En caso de distensión abdominal o estómago ocupado, se
colocará sonda nasogástrica.
CASO 3
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Paciente masculino de 60 años que se someterá a hemicolectomía izquierda por padecer cáncer
de colon; requerirá uso profiláctico de antibióticos, someterse a un programa de apoyo
nutricional, ser valorado en Medicina Interna y Cardiología y seguir sus indicaciones. Han de
aplicársele el número de enemas evacuantes necesarios y se le instalarán sonda de Foley, sonda
de Levin y catéter central para medir PVC. Además, tendrá rasurado todo el abdomen, el vestido
constará de bata, gorro y botas, pero también se le colocarán medias elásticas para prevenir
tromboflebitis de miembros pélvicos. Cruzar sangre para tener en reserva.
TRANSPORTE AL QUIRÓFANO
Los pacientes han de conducirse al área quirúrgica 30 minutos antes de la hora programada para la
operación con la finalidad de verificar las indicaciones o procedimientos que anestesiólogo o
cirujano juzguen pertinentes. El paciente debe estar cómodo, cubierto con cobertores y bajo
condiciones seguras; jamás ha de dejársele solo y la enfermera del piso deberá “entregarlo” al
personal en quirófano.
En ningún otro lugar el enfermo se sentirá más solo, por lo que conviene efectuar una
presentación y brindarle una bienvenida agradable. Después de hacer lo anterior, la enfermera
deberá asegurarse que las indicaciones se cumplan y trasladará el enfermo a la sala de
operaciones cuando se le solicite.
Colocará los electrodos y los monitores necesarios. En este momento el equipo quirúrgico
establece algún diálogo con el paciente a fin de tranquilizarlo y sobre todo estará presente al inicio
de la inducción anestésica y de la intubación traqueal.