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“LA GARRA DEL MONO” (W.W.

Jacobs)

La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña y alejada casa de los White, el fuego ardía
en la chimenea. Padre e hijo jugaban ajedrez plácidamente, la señora White tejía en su
mecedora junto a la chimenea y los veía jugar.

Sr. White: Oigan el viento dijo él, (había cometido un error fatal y trataba de que su hijo
no lo advirtiera).

Herbert: Lo oigo (dijo éste moviendo implacablemente la reina) Jaque. Mate

Sr. White: No creo que venga esta noche (con la mano sobre el tablero, y furioso porque
perdió). Esto es lo malo de vivir tan lejos (vociferó él con imprevista y repentina violencia).
De todos los suburbios, este es el peor. El camino es un pantano. No sé qué piensa la gente.
Como hay sólo dos casas en este sitio, no les importamos.

Sra. White: No te aflijas, querido, ganarás la próxima vez.

El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre madre e hijo.
Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de fastidio.

Herbert: Ahí viene lo siento llegar (dijo al oír el golpe del portón y unos pasos que se
acercaban.) (Su padre se levantó con apresurada hospitalidad y abrió la puerta)(El forastero
era un hombre fornido, vestido de militar le faltaba un brazo.)

Sr. White: (dijo presentándolo a la familia). El sargento Morris (les dio la mano, aceptó la
silla que le ofrecieron y observó con satisfacción que el dueño de casa traía whisky y unos
vasos y ponía un leño en el fuego). (La familia miraba con interés a ese forastero que
hablaba de guerras, de epidemias y de pueblos extraños). Hace mas d 30 años cuando se fue
era apenas un muchacho. Mírenlo ahora. (Les dijo a su mujer y a su hijo)

Sargento Morris: (comienza habla de guerras y epidemias, todos atentos lo oyen hablar)

Sra. White: No parece haberle sentado tan mal.

Sr. White: Me gustaría ir a la India, sólo para dar un vistazo.

Sargento Morris: Mejor quedarse aquí (replicó el sargento moviendo la cabeza). Dejó el
vaso y, suspirando levemente, volvió a sacudir la cabeza.
Sr. White: Me gustaría ver los viejos templos, faquires y malabaristas ¿Qué fue, Morris, lo
que usted empezó a contarme el otro día, de una garra de mono o algo por el estilo?

Sargento Morris: Nada, nada que valga la pena oír.

Sra. White: ¿Una garra de mono?

Sargento Morris: Bueno, es lo que se llama magia.

Sus tres interlocutores lo miraron con avidez. Distraídamente, el forastero llevó la copa
vacía a los labios: volvió a dejarla. El dueño de casa la llenó.

Sargento Morris: es solo una manito de mono momificada que no tiene nada de particular
dijo el sargento mostrando algo que sacó del bolsillo. (La señora retrocedió, con asombro).
El hijo tomó la garra de mono y la examinó atentamente.

Sr. White: ¿Y qué tiene de extraordinario? (quitándosela a su hijo, para mirarla).

Sargento Morris: Un viejo faquir le dio poderes mágicos, un hombre muy santo… Quería
demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y que nadie puede oponérsele
impunemente. Le dio este poder: Tres hombres pueden pedirle tres deseos.

Herbert: Y usted, pidió los 3 deseos?

Sargento Morris: Los he pedido y si que los pedí (y se mira y se toca su brazo)

Sra. White: ¿Realmente se cumplieron los tres deseos? ¿Y nadie más pidió?

Sargento Morris: Si se cumplieron, y hubo otro hombre que pidió sus deseos no se cuales
fueron sus 2 primeros pero el ultimo que pidió fue su muerte, por eso entre en posesión de
la garra del mono (hablo con tanta gravedad que se produjo un leve silencio)

Sr. White: Morris, si obtuvo sus tres deseos, ya no le sirve el talismán ¿Entonces para qué
lo guarda?

Sargento Morris: Alguna vez he tenido la idea de venderla; pero creo que no lo haré. Ya
ha causado bastantes desgracias. Además, la gente no quiere comprarlo. Algunos sospechan
que es un cuento de hadas; otros quieren probarlo primero y pagarme después.

Sr. White: Y si a usted le concedieran tres deseos más ¿los pediría?

Sargento Morris: No sé de verdad No lo sé. (Tomó la garra de mono, la agitó entre el


pulgar y el índice y la tiró al fuego).

Sr. White: (la recogió) si usted no la quiere démela ami


Sgto Morris: No la recoja la tire al fuego si la agarra y pasa algo no me eche la culpa a mí,
tirela sea razonable.

Sr. White: Dígame como se hace

Sra. White: Jhon déjala donde él la tiro por favor

Sgto. Morris: Escuche a su esposa, pero igual le diré como se hace, agárrela con la mano
derecha y pida el deseo en voz alta pero absténgase a las consecuencias.

Sra. White: Bueno este cuento parece de las mil y una noches, ya voy a preparar la mesa
para la cena sería bueno pedir para mí otro par de manos así seria más rápida en todo jajaja
se quedara a cenar con nosotros verdad?

Sgto. Morris: No ya tengo que irme muy buenas noches ¿me da otro trago antes de salir
para el frio d afuera? (dirigiéndose al señor White) (y este guarda la garra encima de la
chimenea) (se toma su trago se despide y sale)

Herbert: Si lo del cuento de la garra del mono es verdad como los otros del borracho del
sargento Morris no conseguiremos gran cosa seremos felices ricos y famosos para empezar
tienes que pedir un imperio así no estarás dominado por mi mama (la madre le pega a su
hijo y se ríen todos el señor busca la garra y la examina)

Sr. White: No se me ocurre nada para pedir lo tengo todo.

Herbert: Si pagaras la hipoteca de la casa serias feliz ¿no es cierto? Papa Solo pide 200
libras (poniéndole la mano en el hombro a su padre)

Sr. White: Esta bien lo pediré quiero 200 libras (la puerta retumbo el señor White dio un
grito de susto la señora y su hijo corrieron hacia el)

Sra. White: Que te paso mi amor

Sr. White: Se movió se retorció como si fuera una víbora (dijo mirando con desagrado a la
garra y la dejo caer)

Herbert: pero yo no veo el dinero y apuesto que nunca lo veré (recogió la garra y la puso
sobre la mesa)

Sr. White: Bueno no importa no ha sido nada pero me asuste

Sra. White: Bueno olvidemos eso vamos a cenar, ya Herbert tiene que irse a trabajar, hoy
le toca de noche. (Se sentaron a cenar)

Herbert: Papa, quizás mañana encuentres las 200 libras bajo tu almohada o te la traigan a
la casa me voy hasta mañana bendición madre (la besa y sale riéndose)
(Se van a dormir los esposos White, salen hablando entre ellos)

(II)

(La mañana siguiente)

Sra. White: (se encuentra asomada a la ventana extrañada porque su hijo aun no ha llegado
a casa) Todos los viejos militares son iguales, como pueden creer en talismanes en esta
época y si consiguieras las 200 libras que mal pueden hacerte.

Sr. White: Según Morris todo sucedería con naturalidad que parecerían coincidencias, pero
a pesar de todo la garra se movió lo juro, que te sucede Henny que ves tanto por esa
ventana.

Sra. White: Es que hay un hombre allí en el portón anda muy bien vestido nunca lo había
visto quiere como entrar será que nos viene a regalar las 200 libras(y se echa a reír) (el
hombre toca la puerta)(ella se quita rápido el delantal y lo esconde debajo de un cojín del
mueble, y trata de arreglarse un poco para abrir la puerta)(hizo pasar al
desconocido).Disculpe el gran desorden en que podemos servirle no lo había visto nunca
por aquí dígame que quiere.

Sr. Albert: Buenos días soy el señor Albert mucho gusto vengo de parte de la empresa
donde trabaja su hijo Herbert White y vengo a darle una noticia.

Sra. White: (se sobresalta) Que pasa, que ha sucedido, le paso algo a mi Herbert dígame

Sr. White: Espérate querida no te adelantes deja que el señor hable, ¿me imagino que no
trae malas noticias verdad?

Sr. Albert: (balbuceando) he, he Yo lo siento mucho, mire yooo

Sra. White: (no lo deja hablar) ¿Está herido? (preguntó, enloquecida), dígame.

Sr. Albert: Si muy mal herido, pero no sufre.

Sra. White: Gracias a Dios, (juntando las manos) Gracias a Dios que no sufre

Sr. Albert: (retuvo la respiración, e hizo un largo silencio, luego hablo) lo agarraron las
maquinas esta madrugada al parecer se quedo dormido y murió al instante, no quedo casi
nada de él.

Sra. White: (grito de dolor) no mi Herbert, no hijo, no puede ser. (El señor White la abrazo
para consolarla pero ella no se dejaba del desespero.

Sr. White: Ya querida trata de tranquilizarte oigamos al señor.


Sr. Albert: La compañía me encargo que les expresara sus condolencias por esta gran
pérdida y en consideración a los servicios prestados por su hijo le mandan una suma de 200
libras.

Sr. White: (soltó a su esposa) queeeee cuanto 200 libras. No puede ser yo fui el culpable
de todo esto. (Lloran los 2 desconsoladamente).

(III)

Pasaron los días la señora White se encuentra sentada en un sillón cerca de la


chimenea pensando y sufriendo. El señor White solo en la mesa pensando era de
noche y él le dice a ella.

Sr. White: Ven cariño vamos acostarnos hay mucho frio te puedes resfriar.

Sra. White: Hay mas frio donde esta nuestro hijo Jhon (y volvió a llorar de repente un
despavorido grito de su mujer asusto al señor) la garra, la garra donde esta ¿no la has tirado
verdad?

Sr. White: Que te pasa esa cosa esta ahí encima de la repisa de los platos para que la
quieres

Sra. White: (besa al señor White) porque no lo había pensado antes, ¿porque no lo
pensastes tu?

Sr. White: Pensar que, no te entiendo.

Sra. White: En los deseos solo pedimos 1 nos quedan 2 deseos más

Sr. White: ¿Y no fue suficiente?

Sra. White: No (grito ella) pediremos otro deseo mas pide que nuestro hijo vuelva a la
vida, anda búscala mi hijo, mi hijo.

Sr. White: Estas loca, no hare eso no sabes lo que dices ya hace 10 días que nuestro hijo lo
enterramos y yo lo reconocí fue por un pedazo de su ropa estaba horrible.

Sra. White: Nuestro primer deseo se cumplió porque no podemos pedir el 2do crees que le
temería al niño que he criado (consiguió la garra y se la dio al esposo) toma pide ese deseo
hazlo ya.

Sr. White: Esta bien lo hare(tomo la garra y pidió con fervor) deseo que mi hijo viva de
nuevo(la garra se cayó al suelo y el temblando cayó en una silla, la mujer se acerco a la
ventana, el frio era demasiado fuerte tanto que se cerró la ventana la vela estaba que se
apagaba solo se veían las sombras en el techo no hablaron) luego resonó un golpe en la
puerta, permanecieron inmóviles, se oyó otro golpe más fuerte y un tercer golpe como de
ultratumba que retumbo la casa. Es Herbert tengo que abrirle la puerta, ya voy hijo espera
un momento que se atoro la puerta ayúdame Jhon nuestro hijo está afuera.

Sr. White: Por amor a Dios no abras esa puerta no lo dejes entrar

Sra. White: Tienes miedo de tu propio hijo Jhon. (El esposo la agarra para q no abra la
puerta y luchan los 2 pero ella se suelta y el señor corre a buscar la garra del mono, la
consigue y le pide el último deseo.

Sr. White: Deseo que mi hijo muera de nuevo lo quiero muerto y en paz (el señor cae al
suelo desmayado y la señora abre la puerta entra una brisa helada y cae al piso llorando por
su hijo.

FIN

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