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SEGUNDA TEMPORADA 2018

PROGRAMA 1

Sala Nezahualcóyotl

Sábado 07 de abril
20:00 horas
Domingo 08 de abril
12:00 horas

Orquesta Filarmónica de la UNAM

Massimo Quarta, director artístico

Programa

Aaron Copland (1900-1990)


El Salón México
(Duración aproximada: 11 minutos)

Aaron Copland
Concierto para clarinete
I Slowly and Expressively. Cadenza
II Rather Fast
(Duración aproximada: 18 minutos)

Manuel Hernández, clarinete

Intermedio

Leonard Bernstein (1918-1990)


Danzas sinfónicas de West Side Story
I Prologue
II Somewhere
III Scherzo
IV Mambo
V Cha-cha
VI Meeting Scene
VII Cool Fugue
VIII Rumble
IX Finale
(Duración aproximada: 24 minutos)
Massimo Quarta
Director titular

Massimo Quarta comenzó el estudio del violín a los 11 años en el Conservatorio Tito Schipa de Lecce en
Italia y continuó su formación con Beatrice Antonioni en el Conservatorio de Santa Cecilia en Roma. Pos-
teriormente fue alumno de Pavel Vernikov, Salvatore Accardo, Ruggiero Ricci y Abram Shtern. Ganó el
premio Opera Prima Philips en el Concurso de Vittorio Veneto y el Concurso Internacional de Violín Premio
Paganini de Génova (1991). Se ha presentado en países de Europa, Asia y América. Grabó la versión ori-
ginal del Concierto para violín no. 6 de Paganini con el violín Guarneri del Gesù “Cannone” del compositor.
Como director, ha actuado al frente de la Filarmónica de Viena, la Filarmónica Real de Londres, la Sinfónica
de los Países Bajos, la Sinfónica de Berlín, la Orquesta de la Suiza Italiana, la Sinfónica de Jutlandia del
Sur en Dinamarca, la Filarmónica de Málaga y otros conjuntos en Italia, Alemania y la República Checa. Ha
sido director musical de la Orquesta de la Institución Sinfónica de Abruzzo y la Orquesta de la Fundación
Tito Schipa de Lecce. Recibió el premio Foyer des Artistes del Premio Internacional de Artes y Espectáculos
Gino Tani. Es presidente de la Asociación Europea de Maestros de Cuerdas y profesor en el Conservatorio
de la Suiza Italiana en Lugano. Actualmente es director artístico de la Orquesta Filarmónica de la UNAM.

Manuel Hernández
Clarinete

Originario de Tlaxiaco en Oaxaca, Manuel Hernández se graduó con honores en la Escuela Nacional de
Música de la UNAM y el Conservatorio de Versalles. Sus principales maestros han sido Luis Humberto
Ramos, Philippe Cuper y Ana María Castro. Ganó el Premio de Honor en el Concurso de Música y Arte
Dramático Leopoldo Bellan en París, el Concurso Europeo de Música en Picardie, mención honorífica en
el III Concurso Internacional de Música de Buenos Aires, el concurso Solistas de OFUNAM y el segundo
lugar en el Concurso Internacional de Jóvenes Artistas, entre otros. Ha recibido diversas becas en México
y Francia. Ha sido integrante o solista de orquestas en Argentina, Francia y México. Estrenó en México el
Concierto para clarinete de Françaix con la Filarmónica de la UNAM. Ha participado en el Festival de Artes
Encuentro en Pekín 2014, la Academia Iberoamericana de Clarinete en Castelo di Paiva, ClariSax Medellín
2014, el Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez, el Festival Internacional Cervantino y otros
encuentros en Estados Unidos, Perú y Brasil. Actualmente, es clarinetista principal de la Orquesta Filarmó-
nica de la UNAM. Forma parte de Concertistas de Bellas Artes, el Cuarteto de Clarinetes Anemos, la Or-
questa del Encuentro Filarmónico de Invierno en Oaxaca y el Coro de Clarinetes de México. Imparte clases
de clarinete en la Facultad de Música de la UNAM.

Aaron Copland
(Nueva York, 1900 - Nueva York, 1990)
El Salón México

En la calle de Pensador Mexicano no. 16 del antiguo barrio de Tlaquechihuan, en la colonia Guerrero, en
el edificio que durante años albergó a la Panadería Los Perros, abrió sus puertas a todos los amantes del
baile el día 20 de abril de 1920 el Salón México, considerado durante años la mismísima “Catedral del Dan-
zón”. Con sus tres salas de baile en las que se daban cita desde intelectuales, artistas, políticos y turistas,
hasta obreros, oficinistas, uno que otro malandrín y las muchachas del barrio que descalzas iban a bailar
(y para cuyo cuidado de los pies en las paredes se pedía a los fumadores que no se arrojasen prendidas
al piso las colillas de sus agonizantes cigarros), el Salón México fue a lo largo de poco más de cuarenta
años uno de los puntos neurálgicos de la dinámica social de la ciudad que alguna vez fuera ensalzada por
Alexander von Humboldt como “la región más transparente del aire”.
Entre los muchos extranjeros que llevaron a pasear su curiosidad a este pintoresco rincón de la Ciudad de
los Palacios la historia recuerda al músico neoyorkino Aaron Copland, quien a principios de la década de
los treinta visitó por primera vez nuestro país, y el asombro que le causó “la capital del baile” (como también
era conocido el famoso salón) fue tal que decidió componer una obra que reflejara la impresión que en él
había quedado. El resultado fue El Salón México. “Lo que yo esperaba era reflejar el México de los turis-
tas, porque en ese punto de encuentro uno siente, de manera natural y sin poses, un contacto cercano con
la gente. No fue la música que escuché, sino el espíritu que yo sentí ahí lo que me atrajo y lo que espero
haber puesto en mi música”, escribió Copland.
Así, El Salón México no pretende ser tanto una pintura sonora del lugar, sino un reflejo de las emociones
que despertó en el compositor, para lo cual echó mano de cuatro canciones vernáculas de nuestro país:
El palo verde, La Jesusita, El mosco, y El malacate, cuyos ritmos y melodías se van tejiendo para generar
distintos ambientes, de manera similar a lo que experimentaría alguien al pasar de un espacio a otro del
famoso salón de baile en el cual se inspira la obra.
Copland inició la composición de El Salón México en 1932 y la completó en 1936. El estreno lo llevó a cabo
en 1937 la Orquesta Sinfónica de México (nombre que en aquel entonces tenía la actual Orquesta Sinfóni-
ca Nacional), bajo la dirección de Carlos Chávez, amigo de Aaron Copland, y que fuera quien lo introdujo
en el ambiente del antiguo Salón México.
Aaron Copland
(Nueva York, 1900 - Nueva York, 1990)
Concierto para clarinete

Si bien es cierto que en la mayoría de los cuadros que pintó retratando las costumbres de las comunidades
judías Marc Chagall le otorga al violín un papel protagónico dentro de las prácticas musicales de este pue-
blo, no faltan aquéllos en los que la presencia del clarinete revela uno de los elementos más importantes de
la música klezmer, aquélla ejecutada en todo tipo de ocasiones y festividades por pequeñas agrupaciones
de músicos llamados klezmorim desde su surgimiento en el siglo XVI hasta nuestros días. Y así como Jas-
cha Heifetz, Pinchas Zukermann, Isaac Stern, Yehudi Menuhin y Joshua Bell, entre otros muchos etcéteras,
son sólo algunos de los nombres que dan testimonio de la gran tradición violinística del pueblo judío, de la
misma manera los de Shloimke Beckerman, Naftule Brandwein, Dave Tarras y Benjamin David Goodman
afirman aquélla en la que el clarinete es parte de su alma musical. Este último, mejor conocido como Benny
Goodman y aun más como el “Rey del Swing”, fusionó muchos de los elementos del klezmer que asimilara
desde que a los 10 años comenzara a tocar el clarinete en una sinagoga en su natal Chicago, con el len-
guaje propio del jazz y el swing, para convertirse así en uno de los máximos exponentes de este estilo en el
segundo cuarto del siglo XX. Fue precisamente Benny Goodman quien le encargó al también compositor de
origen judío Aaron Copland, la creación, en 1947, del Concierto para clarinete y orquesta de cuerdas con
arpa y piano.
Ya en 1938, Goodman le había hecho a Béla Bartók el encargo de una obra para clarinete que resultó en la
creación de Contrastes, trío para clarinete violín y piano. Nueve años después, en 1947, fue a Paul Hinde-
mith a quien le pidiera la composición de otra obra, lo cual desembocó en la creación del Concierto para
clarinete y orquesta en cuatro movimientos. Al considerar que Copland era uno de los compositores nortea-
mericanos de mayor proyección internacional, Goodman le encargó un concierto, para sorpresa del propio
Copland, quien años después comentaría:

Yo nunca hubiera pensado en componer un concierto para clarinete si Benny no me hubiera encargado
uno. ¡No puedo soplar una sola nota en el instrumento! Aparte de mi arreglo de la Short Symphony para
sexteto, en donde el clarinete es uno de los instrumentos protagonistas, la única experiencia que tuve con
el clarinete fueron las partes orquestales. Por mucho tiempo fui un admirador de Benny Goodman, y pensé
que si escribía un concierto con él en mente, eso me daría un punto de vista fresco. No trabajamos juntos
mientras componía la obra, pero después de terminarla y enviársela, Benny me escribió para agradecerme
diciendo: “con algunas pequeñas correcciones, yo sé que tendremos una buena obra”.

Copland trabajó en la creación del concierto entre 1947 y 1949. El resultado fue un concierto inusual en dos
movimientos, el primero de los cuales, en palabras del propio compositor “es una canción lánguida”, que
por su carácter impresionista evoca, tanto las Gymnopedias de Eric Satie, como el segundo movimiento
del Concierto para piano en sol de Maurice Ravel. Su carácter dulcemente melancólico llevó al director de
orquesta Serge Koussevitzky a solicitarle a Copland que hiciera un arreglo para hacer de él una elegía para
cuerdas. Aun cuando Copland aceptó en un principio la idea, posteriormente la rechazó pues consideraba
que la ejecución aislada de ese movimiento rompía con la unidad del concierto tal y como él lo había conce-
bido.
Entre ambos movimientos, se despliega a manera de puente una cadenza en la que el clarinete presenta
el tema principal que servirá de base para la construcción del segundo movimiento, el cual es una especie
de rondó libre en el que, a la par del manejo de un lenguaje muy cercano al jazz, coexisten elementos de la
música popular norteamericana, como los del charleston y el boogie-woogie, con otros propios de la música
brasileña, pues cuando la obra le fue comisionada, Copland se encontraba en Brasil. Plagado de exigen-
cias técnicas y expresivas para el solista, el concierto concluye con una coda muy elaborada que desem-
boca en un glissando característico de las prácticas jazzísticas. El contraste que se establece entre ambos
movimientos le imprime a la obra un extraño pero cautivador equilibrio, poco común en las composiciones
para solista y orquesta.
El concierto fue estrenado el 6 de noviembre de 1950 por Fritz Reiner al frente de la Orquesta Sinfónica de
la NBC, con el propio Goodman en la parte solista. Al año siguiente el concierto fue coreografiado por el
bailarín norteamericano Jerome Robins para el ballet Pied Piper.

Leonard Bernstein
(Lawrence, 1918 - Nueva York, 1990)
Danzas sinfónicas de West Side Story

Hay quienes están convencidos de que, en el caso de que sea cierto que todos fuimos hechos de barro, a
unos les tocó ser bacines y a otros jarro. Este sentimiento de diferencia y superioridad se acentúa cuando
aquéllos que se consideran el último grito de una evolución mal entendida, ven trastocados sus intereses
materiales y puesta en peligro su integridad psicológica por la presencia no deseada en territorio propio
de esos otros en los que sólo ven un producto pirata de Mamá Naturaleza. Y aunque puede sonar gracio-
so la cosa es seria, sobre todo en estos tiempos en los que se acentúan de nuevo los odios raciales, las
diferencias de clase o las iras xenófobas, actitudes no pocas veces promovidas desde las altas esferas del
poder en el mundo. Es en este contexto ideológico en el que se ubica la historia de amor entre María y Tony
(puertorriqueña ella y norteamericano él, y ambos vecinos en los suburbios del Nueva York de mediados del
siglo XX), escrita para el teatro por Arthur Laurents, que sirvió de base para que Leonard Bernstein le diera
forma a la comedia musical West Side Story.
Si bien es cierto que está inspirada en el Romeo y Julieta de William Shakespeare, no lo es menos que
West Side Story es mucho más que una historia de amor trágico, pues lleva la problemática de los renco-
res entre dos familias de privilegiada posición social a un ámbito más actual, que trasciende inclusive el
de las rivalidades entre dos pandillas para inscribirse en el problema de la descomposición social y de los
conflictos que suscitan las grandes migraciones de individuos en busca de mejores oportunidades de vida.
Así, Tony y María son más víctimas de una circunstancia histórica que de los odios ajenos y de los ardores
propios.
Pero más allá de las interpretaciones que se hagan de la, ya de por sí, reinterpretación de un tema anti-
guo, lo cierto es que éste fue abordado musicalmente por Leonard Bernstein desde una perspectiva muy
singular, al mezclar giros melódicos y rítmicos de sabor latinoamericano con otros provenientes del jazz y
de la tradición “clásica” europea (incluyendo una cita de un Leitmotiv de los más importantes de El anillo
del nibelungo de Richard Wagner hacia el final de la obra), que dieron como resultado una música de gran
potencia rítmica y seductor encanto melódico y armónico.
La obra se representó en Broadway a lo largo de 1957 y 1958 con un éxito excepcional (más de setecientas
representaciones antes de salir de gira por los Estados Unidos) y posteriormente fue llevada al cine para
convertirse en uno de los musicales cinematográficos más aclamados y premiados de la historia. A partir
de la música original, Bernstein realizó la versión de la Danzas sinfónicas de West Side Story, pero dejó la
orquestación en manos de distintos músicos, entre ellos Sid Ramin, a quién está dedicada la partitura, la
cual fue minuciosamente supervisada por el compositor.

Notas: Roberto Ruiz

OFUNAM - Orquesta Filarmónica de la UNAM

La Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), el conjunto sinfónico más antiguo en el panorama cultu-
ral de la Ciudad de México, constituye uno de los factores preponderantes del proyecto cultural de mayor
trascendencia del país: el de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Durante más de ochenta años de actividades, la OFUNAM se ha convertido en una de las mejores orques-
tas de México. Su popularidad se debe a la calidad del conjunto, de sus directores titulares, a la participa-
ción de directores huéspedes y solistas de prestigio nacional e internacional, a una programación intere-
sante y variada, al entusiasmo de sus integrantes y a la belleza, la comodidad y la magnífica acústica de su
sede, la Sala Nezahualcóyotl. Además, cada temporada la orquesta realiza giras por diferentes escuelas y
facultades de la UNAM. En 2014 realizó una gira por Italia y en 2015 otra por el Reino Unido. Su repertorio
abarca todos los estilos, desde el barroco hasta los contemporáneos, incluyendo desde luego la producción
nacional.
En 1929, a raíz de la recién lograda autonomía universitaria, estudiantes y maestros de música constituye-
ron una orquesta de la entonces Facultad de Música de la UNAM. Posteriormente, con un proyecto aproba-
do por el gobierno de Lázaro Cárdenas, se transformó en un conjunto profesional en 1936. Originalmente
denominada Orquesta Sinfónica de la Universidad, su dirección fue compartida por José Rocabruna y José
Francisco Vásquez, y su sede se fijó en el Anfiteatro Simón Bolívar, de la Escuela Nacional Preparatoria.
De 1962 a 1966, Icilio Bredo tuvo a su cargo la dirección artística de la orquesta, cuya sede se cambió al
Auditorio Justo Sierra, de la Facultad de Filosofía y Letras. En 1966, la designación de Eduardo Mata como
director artístico marcó el inicio de una nueva y brillante etapa de desarrollo del conjunto que duró nue-
ve años. Fue durante este período que la Orquesta Sinfónica de la Universidad se convirtió en Orquesta
Filarmónica de la UNAM, y comenzó la construcción de un nuevo y moderno recinto para albergar al con-
junto universitario, la Sala Nezahualcóyotl. Héctor Quintanar fue nombrado director artístico en 1975. Al año
siguiente, la orquesta se mudó a su actual sede. Desde entonces, la orquesta universitaria ha trabajado
bajo la guía de Enrique Diemecke y Eduardo Diazmuñoz (1981 a 1984, directores asociados), Jorge Ve-
lazco (1985 a 1989), Jesús Medina (1989 a 1993), Ronald Zollman (1994 a 2002), Zuohuang Chen (2002
a 2006), Alun Francis (2007 a 2010) y Jan Latham-Koenig (2012 a 2015). Desde enero de 2017, Massimo
Quarta es el director artístico de la OFUNAM.
Orquesta Filarmónica de la UNAM
Massimo Quarta, director artístico

Concertinos
Sebastian Kwapisz
Manuel Ramos Reynoso

Violines primeros
Benjamín Carone Trejo
Ewa Turzanska
Erik E. Sánchez González
Alma D. Osorio
Miguel Edgardo Carone
Sheptak Pavel
Koulikov Beglarian
Juan Luis Sosa Alva
José Juan Melo Salvador
Carlos Ricardo Arias de la Vega
Jesús Manuel Jiménez Hernández
Teodoro Gálvez Mariscal
Raúl Jonathan Cano Magdaleno
Ekaterine Martínez Bourguet
Toribio Amaro Aniceto
Martín Medrano Ocádiz

Violines segundos
Osvaldo Urbieta Méndez*
Carlos Roberto Gándara García*
Nadejda Khovliaguina Khodakova
Elena Alexeeva Belina
Cecilia González García Mora
Mariano Batista Viveros
Mariana Valencia González
Myles Patricio McKeown Meza
Miguel Ángel Urbieta Martínez
María Cristina Mendoza Moreno
Oswaldo Ernesto Soto Calderón
Evguine Alexeev Belin
Juan Carlos Castillo Rentería
Benjamín Carone Sheptak
Roberto Antonio Bustamante Benítez

Violas
Francisco Cedillo Blanco*
Gerardo Sánchez Vizcaíno*
Patricia Hernández Zavala
Jorge Ramos Amador
Luis Magaña Pastrana
Érika Ramírez Sánchez
Juan Cantor Lira
Miguel Alonso Alcántara Ortigoza
Anna Arnal Ferrer
Roberto Campos Salcedo
Aleksandr Nazaryan
Violonchelos
Valentín Lubomirov Mirkov*
Beverly Brown Elo*
Jorge Andrés Ortiz Moreno
José Luis Rodríguez Ayala
Meredith Harper Black
Marta M. Fontes Sala
Carlos Castañeda Tapia
Jorge Amador Bedolla
Rebeca Mata Sandoval
Lioudmila Beglarian Terentieva
Rodolfo Jiménez Jiménez**

Contrabajos
Víctor Flores Herrera*
Alexei Diorditsa Levitsky*
Fernando Gómez López
José Enrique Bertado Hernández
Héctor Candanedo Tapia
Claudio Enríquez Fernández
Jesús Cuauhtémoc Hernández Chaidez
Alejandro Durán Arroyo

Flautas
Héctor Jaramillo Mendoza*
Alethia Lozano Birrueta*
Jesús Gerardo Martínez Enríquez

Piccolo
Nadia Guenet

Oboes
Rafael Monge Zúñiga*
Daniel Rodríguez*
Araceli Real Fierros

Corno inglés
Patrick Dufrane McDonald

Clarinetes
Manuel Hernández Aguilar*
Édgar Lany Flores Martínez**
Austreberto Méndez Iturbide

Clarinete bajo
Alberto Álvarez Ledezma

Fagotes
Gerardo Ledezma Sandoval*
Manuel Hernández Fierro*
Rodolfo Mota Bautista

Contrafagot
David Ball Condit
Cornos
Elizabeth Segura*
Silvestre Hernández Andrade*
Gerardo Díaz Arango
Mateo Ruiz Zárate
Mario Miranda Velazco

Trompetas
James Ready*
Rafael Ernesto Ancheta Guardado*
Humberto Alanís Chichino
Arnoldo Armenta Durán

Trombones
Alejandro Díaz Avendaño*
Alejandro Santillán Reyes

Trombón bajo
Emilio Franco Reyes

Tuba
Héctor Alexandro López

Timbales
Alfonso García Enciso

Percusiones
Javier Pérez Casasola
Valentín García Enciso
Francisco Sánchez Cortés
Abel Benítez Torres

Arpa
Janet Paulus

Piano y celesta
E. Duane Cochran Bradley

* Principal
** Período meritorio

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