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La noción de falta de objeto como imprescindible para la relación del sujeto con
el mundo aparece en los inicios del psicoanálisis con Freud, sin embargo, Lacan
habla de la falta más allá de la castración. (Lacan, 1994)
Determina el falo como la falta, como parte de dicha castración, la cual el sujeto
no quiere saber. Por un lado, el falo imaginario como aquellos objetos que se
pierden y, por otro lado, el falo simbólico que es el Nombre del padre como
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significante de la castración e implica la exclusión del sujeto en el goce soberano,
en el goce incestuoso. (Clase Rubinstein)
En cuanto al falo como objeto perdido que el sujeto no quiere saber, éste
encuentra el fetichismo como posible solución a la castración. Freud sostiene
que aquel objeto fetiche es el sustituto del pene, que ha tenido gran
significatividad en la primera infancia, que se perdió más tarde. Es decir, “el
fetiche es el sustituto del falo de la madre en que el varoncito ha creído y al que
no quiere renunciar” (Freud 1927, p.147-48). Lacan retoma lo que dice Freud del
fetiche y habla de éste como el falo, como una falta que es materializada y va
más allá del objeto. No se trata de un pene real sino de un falo simbólico que se
presenta como ausencia.
Para tapar esta falta se pueden dar diversos intercambios simbólicos como,
por ejemplo, falo por hijo, por pene, por heces, luego ampliaré sobre estos
objetos perdidos. (Lacan 1956-57, p.152-158)
El velo como cortina delante de algo tiende a realizarse como imagen, esto
quiere decir que sobre el velo se dibuja la imagen y sobre ella se proyecta y se
imagina la ausencia. Dentro del esquema del velo se explica que el objeto está
más allá (detrás de la cortina), este objeto puede ser la falta y también el soporte
de amor. Entonces, el velo tapa el objeto, pues el fetiche al ser una imagen
proyectada es el signo e indicador de la represión de la castración que, como
nombré al principio, el sujeto no quiere vérselas con ello.
“El sujeto se presenta de entrada en una búsqueda del objeto perdido. El
objeto es siempre el objeto vuelto a encontrar, objeto implicado de por si en una
búsqueda, opuesto de la forma categórica a la noción de sujeto autónomo,
conclusión a la que lleva la idea del objeto culminante”. (Lacan 1994 - p.28)
Esto quiere decir que el objeto siempre se va a revivir como perdido. Sin
embargo, esto no aparece en el fetichista, ya que no acepta la falta del falo y lo
sustituye por un objeto imaginario. (Lacan 1956-57, p.154-56)
Se podría ver algo similar en el sistema primario de placer, donde el niño calma
la angustia a través de la alucinación y de esta manera, el objeto forma parte de
lo real. (Lacan 1994, p.30)
El primer objeto perdido del sujeto es la placenta, como parte de sí y de la
cual debe desprenderse; luego siguen otros objetos como el pecho, las heces,
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etc. Se trata de objetos orgánicos que nos ayudan a funcionar, se vuelven
libidinales y se encuentran luego en el lenguaje. Hay una búsqueda de lo
imaginario, el lenguaje es el precio que debe pagar por esa pérdida para surgir
como sujeto hablante. Es decir, poder recuperar de alguna manera esos órganos
perdidos mediante el campo del lenguaje (por ejemplo, a través de la demanda).
El falo simbólico introduce lo perdido como significante, formando de esta
manera el lenguaje o el anhelo como sustituciones de la pérdida del objeto.
Paradójicamente, a través del lenguaje o del anhelo se retorna a la pérdida, ya
que el sujeto al pedir o soñar se reencuentra nuevamente con lo perdido. (Lacan
1994, clase Rubistein)