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Los árboles con sus copas que desafían al cielo, los insectos que zumban en los prados y todos

los organismos vivos


que pueblan nuestro planeta tienen miles de historias que contar.

Han pasado unos cuatro mil millones de años desde que saltó la primera chispa de vida en el caldo primordial, y en
este larguísimo periodo de tiempo, los seres vivos, unidos por hilos invisibles, han tejido tantas texturas y tan
intrincadas, que es difícil ver el entramado.

Sin embargo, a veces basta con sentarse a contemplar cómo las nubes se persiguen a lo largo del cielo y escuchar el
viento, para que los hilos de la naturaleza se tornen visibles ante nuestros ojos y nos narren su antigua historia. Tal y
como ocurre en una simbiosis, el intercambio debe ser recíproco: la naturaleza nos regala sus historias, y nosotros, a
cambio, tenemos que encontrar las palabras para contarlas.
OPERACIÓN CAT DROP: LLUEVEN GATOS
La madeja de hilo de esta aventura comienza a devanarse la mañana del 14 de enero de 1943, bajo el cielo siempre
azul de Casablanca, la ciudad marroquí se que asoma al Atlántico. Luego se desarrolla en Italia y continúa hasta la isla
de Borneo, al otro lado del mundo. Sigamos juntos la hebra.

Casablanca: una reunión secretísima


Todo empezó el día en que el entonces presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, el primer ministro británico
Winston Churchill y el general francés Charles de Gaulle se dieron cita en el Hotel Anfa de Casablanca. Allí tendría
lugar un secretísimo encuentro -que pasará a la historia como la Conferencia de Casablanca- cuyo objetivo era
elaborar la estrategia europea de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Eran tres los frentes que debían
acorralar al ejército alemán: el frente norte (por Francia), el frente este (de la Unión Soviética) y el frente sur (desde
Italia).

En Italia, la liberaión… de los mosquitos.


Pocos meses después se produjo el desembarco en Sicilia de los Aliados, que debían liberar a Italia de los fascistas.
Durante estos sangrientos meses, una historia paralela sobrevolaba el país impulsada por las alas de los mosquitos.
No hablamos de un mosquito cualquiera. En Italia había una plaga de Anopheles, en concreto una especie que transmite
la malaria.
¿Qué hacer para resolver el problema? ¿Cómo eliminar a los mosquitos, acabar con la malaria, fortalecer a los
soldados Aliados y reemprender la marcha de liberación hacia el norte?

Por fin, después de estudiar el caso durante muchos días, encontraron el arma con la que vencer a los mosquitos. (Los
entomólogos estaban al corriente de que en 1939 el químicoo suizo Paul H. Müller había descubierto una molécula con
alto poder insecticida: DDT (dicloro difenil tricloroetano).

Dio comienzo entonces una feroz campaña de lucha contra los mosquitos con el empleo de armas químicas, desde los
aviones norteamericanos que, desde lo alto, dejaban caer una auténtica lluvia de DDT. El éxito fue clamoroso: el
mosquito Anopheles fue vencido y, con él, la malaria. Los Aliados recuperaron la energía, y a comienzos de mayo de
1945 tuvo lugar la rendición alemana, y con ello el fin de la guerra.
Borneo: mosquitos en el paraíso
Como hemos dicho, el tiempo tiene mil pliegues e infinitos recovecos por los que se cuelan, ramificados e invisibles,
los hilos de la naturaleza. Y en realidad la historia que empezó en Casablanca, después de desembarcar en Italia,
estaba abocada a seguir su curso hasta la espléndida isla de Borneo, la perla tropical de los mares del sudeste
asiático.

En medio de los bosques rebosantes de vegetación y mares cristalinos, reboloteaban nubes de Anopheles, que tenían la
pésima costumbre de picar a los seres humanos y transmitirles la terrible malaria.
¿Qué hacer para vencer a los mosquitos? Para vencer este grave problema, el gobierno británico (en los años
cincuenta, la parte norte de la isla fue colonizada por los británicos) decidió convocar, también en este caso, a un grupo
de entomólogos. Los científicos, que conocían la historia de la liberación italiana de los mosquitos, propusieron repetir
la misma estrategia utilizada en Italia: atacar los con armas químicas, disminuyendo así la incidencia de la malaria en la
isla.

Hasta aquí todo bien: la historia parece terminar con el clásico final feliz, si no fuera porque aproximadamente tres
meses después de la fumigación los tejados de las casa de Borneo empezaron a derrumbarse. ¿Qué había ocurrido?
Los entomólogos tomaron cartas en el asunto y en pocas horas comprendieron la causa del desastre: Los tejados
hechos de cañas de bambú y hojas de Palma, habían sufrido el ataque de millones de orugas que, con sus fuertes
mandíbulas, habían devorado los techos vegetales.

La pregunta que flotaba en el aire era: ¿Por qué la población de orugas había aumentado repentinamente? Los
investigadores llegaron a la conclusión de que el principal enemigo de las orugas había desaparecido: una pequeña
avispa parásitos que necesita el cuerpo de la oruga para reproducirse, alimentándose de sus órganos hasta que
mueren. Y, ¿qué les había ocurrido a las avispas parásitas? El DDT, rociado sobre la isla, había eliminado
los Anopheles, pero también las eficaces avispas.

Los gatos caen del cielo


Tampoco aquí concluyó el hilo de la historia que comenzó en Casablanca: mientras los entomólogos rodeaban una
estrategia para devolver las avispas parásitas a Borneo, una nueva plaga se abalanzó sobre la isla tropical: el tifus, una
terrible enfermedad transmitida por la pulga de la rata, se había extendido por la isla. ¿Qué había ocurrido? Cuando el
delgado hilo que une a las diferentes especies se rompe, las consecuencias son imprevisibles. Esto fue lo que pasó:
Las orugas, al alimentarse de las hojas de palma y cañas de bambú envenenadas con el DDT, habían ingerido una
dosis de insecticida casi insignificante y no murieron. Las avispas, en cambio, sí, provocando la plaga de orugas y, en
consecuencia, el derrumbe de los tejados. Lo que solo mas tarde llegaría a averiguarse es que existía un vínculo entre
las orugas y las lagartijas; estas empezaron a aprovecharse de la situación, devorando cientos de orugas
envenenadas, con lo que acabaron intoxicándose. Consiguieron sobrevivir, sí, pero, a causa de la ingestión de
insecticida, estaban extremadamente debilitadas. En ese momento entraron en escena… ¡los gatos!

Los gatos no podían dar crédito a lo que veían sus ojos: cientos de lagartijas en el suelo y, además, completamente
quietas. ¿Cómo no aprovechar la situación? Después de zamparse cientos de reptiles intoxicados, los pobres gatos
morían envenenados por el potente insecticida.

La desaparición de los gatos supuso que las ratas empezarán a multiplicarse de forma desmesurada. Las ratas
estaban contentas, pero también lo estaban las pulgas, que, después de haber picado repetidamente a los roedores,
empezaron a atacar a los seres humanos. Y ese fue el motivo de la propagación del tifus: la onda expansiva de la lluvia
de DDT.

¿Cómo solucionar el problema? En un intento por restablecer el equilibrio, el Gobierno Británico envió cientos de
soldados a la India con el fin de reunir gatos y llevarlos a Borneo. La caza resultó bastante exitosa: Sé cuentan que
atraparon nada más y nada menos que catorce mil felinos, de todos los tipos y colores. Sin embargo, los problemas no
habían terminado, porque ¿cómo repartir catorce mil gatos en u territorio especialmente inaccesible como era el de
Borneo?

El rumbo de la historia agitó de nuevo el cielo de Borneo con el zumbido de los aviones. Aún así, está vez, lo que llovió
del cielo no fue DDT sino… ¡gatos!. Los ingenieros de la aviación británica construyeron para la ocasión pequeños
paracaídas, capaces de conseguir que los gatos aterrizaran sin sobresaltos y que, una vez en el suelo,pudieran
librarse de ellos con facilidad.

Los habitantes de Borneo permanecieron con la vista fija en el firmamento para asistir a la lluvia más extraña del
mundo. Los catorce mil gatos se instalaron en la isla y se pusieron de inmediato a cazar ratones, acabando con el tifus
y salvando a la población. Los generales británicos bautizaron esta intervención con el nombre de Operación Cat Drop.
Los hechos que se narran son verídicos. Espero que este libro te arranque una sonrisa, que te muestre la sorprendente
complejidad de las relaciones existentes entre los seres vivos, incluso entre aquellos aparentemente insignificantes,
pero sobre todo deseo que te sirva de estímulo para observar con atención la naturaleza y hacerte también eco de su
voz

EL HILO INVISIBLE DE LA NATURALEZA


En la naturaleza nada es independiente: los seres vivos están unidos por un número infinito de hilos invisibles, vínculos
que el hombre, como cualquier otra especie, está obligado a respetar. Este libro desenreda esa metafórica madeja a
través de dieciocho sorprendentes capítulos sobre el impacto—casi siempre negativo—que tiene la intervención
humana en el medio natural. Un libro de relatos en el que se despliegan historias increíbles, protagonizadas por ranas
de oro, gatos caídos del cielo, arañas astronautas y escarabajos que se han ganado una estatua conmemorativa. A pesar
de no ser un libro científico en sentido estricto, Gianumberto Accinelli, con la ayuda de las estilizadas y poco
convencionales ilustraciones de Serena
Viola, ha construido un texto a medio camino entre el cuento y el ensayo. Relaciona entre sí hechos verídicos y
constatables con un estilo ameno que hace que la ciencia resulte, no solo comprensible para los lectores juveniles, sino
también una experiencia entretenida. •Un libro que abre un nuevo horizonte en la interpretación de las relaciones entre
las especies. •Extraordinaria fuente de información para trabajos educativos de base científica. •Destaca la importancia
del ser humano en la conservación de la Naturaleza, invitando a la reflexión para evitar futuras catástrofes. •Un libro de
bell...

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