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29 de junio de 2019
mafernandez@infobae.com
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Lila Pinto volvió este año al país después de casi una década en México. Dice
que los problemas educativos de la región son similares, más allá de la escala
de cada sistema. Allá se desempeñaba como directora escolar y acá continúa
su carrera en la gestión en el Colegio Tarbut. Es doctora en Educación con
especialidad en Nuevas Tecnologías por la Universidad de Columbia, Nueva
York.
-¿Lo que hoy el chico aprende por fuera del aula no conversa con lo que
pasa adentro?
-Primero hay que ver qué chico y en qué casa. Saber distinguir contextos. Pero
es cierto que aprendemos en todos lados y la escuela parece ajena a ese
aprendizaje. Hay mucha gente haciendo cosas interesantes en las escuelas, en
Argentina y en la región, que a veces no son tan visibles. Y, en general, tienen
eso en común: hacer la conexión entre la escuela y el mundo. Cuando ese
puente se teje, aparece el deseo, aparece el entusiasmo nuevamente.
Parte del desafío es abrir la escuela, salir de esas cápsulas que son las
instituciones escolares y conectar con la comunidad local, con el mundo.
-Le deben haber preguntado muchas veces: ¿qué hacemos con el celular
en la escuela? Imagino que ya debe estar superado ese debate a esta
altura.
-No te creas. Todo el tiempo nos preguntamos. Porque al final la respuesta es:
"Sí, pero…". Sí, pero en este grado así. Sí, pero a esta edad de esta manera.
Pensar qué uso pedagógico le damos. Cada proyecto educativo debería definir
en qué situaciones es útil el celular en el aula.
-De vuelta. Ahí está cómo vamos a formular la pregunta. Nuestros chicos están
creciendo con otras formas de consumo cultural. A diferencia de la televisión,
está el streaming. Ya no esperamos un determinado día y horario. La pregunta,
entonces, no es tanto: "¿uso videos de Youtube en la escuela?", sino:
"Sabiendo que ese alumno tiene eso incorporado, ¿cómo aprovecho esa
práctica cultural para lo que tengo que enseñar?". Ahí el aprendizaje se vuelve
significativo.
-¿Y cómo se hace para que dejen ser simples usuarios de tecnología?
-¿Está de acuerdo con la nueva concepción que surge del docente más
bien como curador del contenido?
-Más o menos. Los docentes siempre somos curadores en el sentido que
elegimos con qué materiales trabajar y qué recursos utilizar. Pero también
somos productores porque generamos algo nuevo. Una definición más precisa
quizás sería en el orden del remixado porque todo el contenido que seleccionás
entra en un contexto didáctico que hace que produzcas una nueva propuesta.
Curar parecería solo poner a disposición.
-Es la transformación más compleja y más urgente. Con algunas cosas estoy
de acuerdo, pero lo que me preocupa es no terminar de entender que para que
la escuela cambie tiene que ser una modificación sistémica de la cultura
escolar. Un cambio curricular solo no es suficiente, un cambio metodológico
tampoco.
-No, siento que estamos tratando todos de ver por dónde ir. Todos los países
están encarando transformaciones educativas. A diferencia de México, que es
el caso que conozco más de primera mano, no tenemos un sistema tan grande
y profundamente heterogéneo. El nuestro es heterogéneo, pero a una escala
menor. Hay algunos debates que se repiten como la reforma curricular o
evaluación. Pero veo que todos estamos tratando de pasar de lo teórico a lo
práctico