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Ética periodística XXI

¡Vayamos, pues! La suerte está echada.

ALEA IACTA EST

A 200 años del inicio de su Independencia y a 100 de su Revolución, México enfrenta hoy una
complicada situación similar a esos dos grandes eventos; una lucha contra el crimen organizado y
el narcotráfico que, incluso, ha dejado más muertos que otras batallas sufridas por nuestro país a
lo largo de su historia.

Es en esta lucha, cuando los medios de comunicación adquieren importancia y se vuelven parte
medular de la sociedad, pues tienen la valiosa tarea de dar a conocer los detalles, sangrientos en
múltiples ocasiones, de una lucha que involucra a todos por igual. Lamentablemente, el dar
cumplimiento a esta tarea ha generado que en varias partes del país, se presente un incremento
de atentados y asesinatos en contra de periodistas, salta a la vista un dato escalofriante, tan solo
en lo que va del 2010, el número de asesinatos se ha elevado a 14, con lo que se convierte en el
indicador más grave de la situación que atraviesa la libertad de expresión en México, ya que la
cifra más alta de comunicadores asesinados se dio en el 2009 con 13 periodistas acribillados en
ocho estados del país.

Por estas razones y por muchas más, resulta urgente analizar la profesionalización y ética de los
medios de comunicación, pues hoy en día son los medios electrónicos e impresos quienes
enfrentan un dilema con la libertad de expresión, pero también con la calidad, con la forma y con
el manejo que se le da a las diferentes noticias que acontecen, no sólo en nuestro país sino en el
resto del mundo.

Hablar de ética periodística es aludir, concretamente, al conjunto de normas específicas de la


profesión que regulan la conciencia profesional de un informador, normas que están basadas en
dos principios básicos: la responsabilidad social y la veracidad informativa, y que además exigen un
auto-perfeccionamiento profesional y personal. Al enumerar los principios éticos generales que
nos rigen como periodistas hago especial énfasis en la demanda de libertad de opinión y en la talla
moral y la responsabilidad social de la figura del periodista, al respecto cito las palabras de un gran
periodista y escritor polaco Kapuscinski (2002):

“Un periodista debe ser un hombre abierto a otros hombres, a otras razones y a otras culturas,
tolerante y humanitario. No debería haber sitio en los medios para las personas que los utilizan
para sembrar el odio y la hostilidad y para hacer propaganda. El problema de nuestra profesión es
más bien ético…”

En México, la ética periodística es muy laxa, tanto en radio, televisión y medios impresos, es
frecuente ver ejemplos claros de cómo se están haciendo las cosas de manera equivocada;
muestra de ello, es la presentación de programas de mala calidad, carentes de contenido e
investigación, y sobre todo, con una falta de profesionalización que deja muchas opiniones
negativas en el público que recibe día con día esta clase de programas.

Al mirar los diferentes noticiarios que se transmiten en la televisión, la radio y la Internet, o bien al
leer las notas de los diferentes medios impresos, nos podemos dar cuenta de que la codicia por el
éxito económico y político, es una situación aprovechada por los sectores poderosos para
manipular la información sin necesidad de una intervención oficial como sucedía años atrás, y es
así como cada día los periodistas tenemos menos ética, pero también menos libertad de
expresión.

En este punto, cabe analizar la situación del periodismo en el Estado de México, el cual, también
ha perdido terreno a lo largo de los años, pues la ética profesional de los medios de
comunicación, ha sido puesta a un lado, por los intereses financieros y en muchos casos hasta
personales, haciendo de esta profesión una forma directa para enriquecerse, en lugar de ser el
medio de enlace entre el gobierno y los diferentes sectores la sociedad mexiquense y nacional.

Sin embargo, debemos mencionar que aunque son escasos, aún existen algunos sectores de la
sociedad que sí desean un periodismo crítico y de calidad cuyo objetivo sea la comprensión del
mundo y no la simple venta de notas sangrientas o bien de un circo de tres pistas.

Respecto a éste tema, las preguntas son muchas…, pero mas allá de acusaciones o de reclamos, es
preciso analizar detenidamente en que momento se desvió el camino y determinar cómo se
originó este circulo vicioso que ha desencadenado la perdida de la ética periodística, mermando la
credibilidad del auditorio. Bien se puede iniciar el análisis por un eje que sin lugar a dudas
conocemos muy bien, el de los propios reporteros, quienes son los primeros en tener la noticia, y
en su caso, los detalles de una información que puede ser de utilizada para beneficio de la
sociedad en conjunto.

Sin embargo, aquí nos enfrentamos con uno de los problemas ancestrales del periodismo…, sí, por
qué no mencionarlo, los bajos salarios… En el sector periodístico, y en cualquier otro sector
laboral, no se puede exigir un buen trabajo si el pago no es acorde con las actividades que se
realizan, con las responsabilidades que se asumen y con los riesgos que se enfrentan; pero aquí
surge una gran interrogante, ¿cómo garantizar la obtención de un buen salario sin exigirlo?; pues
para nadie es un secreto que los 2 mil 500 pesos quincenales que se ofrecen a un reportero,
simplemente reflejan la calidad del trabajo que les demandarán y, que sin lugar a dudas también
harán con cierta resignación.
Hoy en día, no conozco a ningún reportero que no quiera cubrir una gran noticia, lo que si conozco
son las innumerables quejas, los pretextos y los reclamos del porque no lo hace: …es que no me
pagan lo justo…., no me dan equipo de calidad…, no me dan para los pasajes…, sí lo cubro, pero no
voy a poner de mi dinero…, sí tan sólo me pagarán un poco más… y otra serie de argumentos que
no son desconocidas para nadie.

Al hablar de este tema, el gran Ryszard Kapuscinki (2002) escribió en su libro “Los cínicos no sirven
para este oficio”:

“Los reporteros significan un grupo especial entre los periodistas: entregan tiempo, ambiciones,
aspiraciones y energía para cumplir con su oficio. Dedicación, concentración y reflexión
permanentes constituyen su savia. No obstante, algunos se duermen en sus laureles por enfocarse
más en el dinero a costa de la calidad. En ese sentido conviene señalar que en los primeros pasos
reporteriles es preferible centrar las miras en la calidad aunque no pueda ganarse mucha plata.
Simultáneamente no se logran ambas cosas. Si al inicio se elige ganar menos, al final el periodista
sale ganador. Porque nuestro oficio no arroja resultados inmediatos. Hay que trabajar años y años.
Antes de los 30 ó 35 todo es aprendizaje. No hay que desesperarse por ganar reconocimientos. La
paciencia debe ser una de nuestras virtudes…”.

Sin embargo nuestra realidad es otra muy diferente, nuestras empresas se preocupan más por las
ganancias que por los recursos destinados a la profesionalización de sus integrantes, a la mejora
de sus condiciones económicas. Hoy en día prácticamente ya no se destaca el “respeto a la
verdad” y a la libertad de prensa, la condena de la información oculta y la falsificación de
documentos, el uso de métodos justos para conseguir noticias, la obligación de rectificar y
desmentir la información que resultase falsa y el secreto profesional, tal como lo estableciera la
declaración de principios básicos de la Federación Internacional de Periodistas.

En la actualidad, el periodista enfrenta una terrible lucha interna entre su ética profesional y su
participación en el doble juego de aceptar la autoridad del libro de estilo para defenderse y luego
ignorarlo, debido a los parámetros que siguen sus empresas; posiblemente el reportero o
periodista se enfrenta a esto día a día, dejando de lado una verdad que puede incomodar a
muchos en los diversos sectores político y sociales de la entidad.

Aunado a lo anterior, es frecuente encontrar en radio o medios impresos a personas que, sin
ninguna preparación académica ni conocimientos básicos en periodismo, informan, conducen,
comentan o redactan, abusando así de esta noble profesión, convirtiendo a un medio informativo
en un trampolín político y económico para sus aspiraciones, incluso personales, que los lleva, en
muchas ocasiones, a vivir un verdadero cuento de hadas, pues así como la Cenicienta de Disney, se
transforman de simples recepcionistas en reporteros, locutores y hasta respetables políticos…

Con esto, no quiero decir que la preparación académica está peleada con el conocimiento
empírico, ejemplo de ello es el periodista Julio Sherer, quien no cuenta con una carrera de
periodismo pero desempeña muy bien su papel como tal. Si bien es cierto que una buena
preparación universitaria es primordial, también es importante tener sentido común,
responsabilidad social, respeto por la profesión, y sobre todo, ética personal y profesional, para
realizar nuestra tarea de informadores.

El problema del periodismo de hoy no radica en aprovecharse de los medios para dar
cumplimiento a nuestras ambiciones personales, el problema reside en que la ética no está siendo
el elemento primordial en la profesión. Antes de la ética, se han colocado los intereses
económicos de cada medio de comunicación o de cada reportero, sus simpatías, su situación de
privilegio en una sociedad informatizada, y el propio tratamiento “presentista” de la actualidad, es
decir, el hacer “noticias de usar y tirar”.

Por todas estas razones es posible afirmar que todos y cada uno de nosotros hemos sido semi-
cómplices y semi-víctimas de la falta de ética en los medios de comunicación, motivo por el cual
todos compartimos la responsabilidad y el compromiso de mejorar día a día nuestros medios, pero
también debemos tener presente que son los estudiantes, futuros profesionales de la
comunicación, los que están llamados a conocer y aplicar las recomendaciones éticas de nuestra
profesión; pero ¿cuáles son las razones por las que a menudo los estudiantes del periodismo no
prestan atención a los códigos éticos de su futura profesión?.

Pues bien, una de ellas es el hecho de que con frecuencia, en coloquios, mesas redondas,
encuentros o simplemente con motivo de discusiones en el seno de las redacciones, los
periodistas más veteranos ponen en duda la utilidad de los códigos afirmando que no sirven para
nada. Obviamente, si los más jóvenes escuchan esto, no es de extrañarse que refuercen su falta de
interés o su escasa confianza en la utilidad de estas iniciativas. Y es precisamente esta falta de
confianza la que les acaba restando gran parte de su posible eficacia profesional.

Para finalizar, cito al escritor español Hugo Aznar (1999), quien, en su libro “Ética y periodismo,
códigos, estatutos y otros documentos de autorregulación” menciona:

“Quienes hacen periodismo día a día tienen una obligación primordial, y esta es máxima cuando se
trata del conocimiento de las normas jurídicas que regulan su actividad y de los códigos
deontológicos fundamentales de su profesión, aquellos que, como decíamos, recogen las
obligaciones esenciales del periodismo. También es fundamental que conozca los documentos de
autorregulación vigentes en su medio o que éste haya podido suscribir. Y finalmente está la
exigencia de conocer y poner en práctica las recomendaciones que vayan dirigidos a mejorar el
ejercicio de su actividad en cualesquiera aspectos éticos relevantes y sobre cualesquiera tópicos
informativos a los que el profesional pueda verse enfrentado en su práctica diaria”.

Hoy en día señoras, señores y alumnos…estamos llamados a ser parte de la profesionalización de


los medios de comunicación, pues si aplicamos la ética personal y periodística, estoy seguro de
que podremos dar a México el cambio que necesita para ser un país mejor informado.

Muchas Gracias por su atención.

Referencias
Aznar, H. (1999). Ética y periodismo. Códigos, estatutos y otros documentos de autorregulación. 2ª
ed. Barcelona, España: Paidós.

Kapuscinski, R. (2002). Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo. Barcelona,
España: Anagrama.

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