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u U r TODO POR JESUS


VIAS FÁCILES DEL DIVINO AMOR 5
OBRA ESCRITA EN INGLÉS
Ó

POR

FEDERICO GUILLERMO FÁBER,


PRESBÍTERO , DOCTOR E N S A G R A D A T E O L O G Í A

T P R E P Ó S I T O D E L ORATORIO D E S . F E L I P E N E B I , BROMPTON, LONDRES,

y traducida directamente
del original con a r r e g l o & l a s é t i m a edición i n g l e s a ,

POR GENARO ESPINO P U A ,


P R E S B Í T E R O , L I C E N C I A D O , C A P E L L A N R E A L Y C A T E D R Á T I C O DE SAGRADA
TEOLOGÍA EN E L S E M I N A R I O DE S . LORENZO D E L E S C O R I A L .

T O M O I.
ra v .i; 1 >
Tuos f i m p l i c f s
Pueros congrega ,
Ad sánele l a u d u i d u m
Sincere c j n e n d u m
Ofe i n o n i o
i -UhtUlom puerorum ductor.
i':;.-— ..í-" 'ttem. Alex. ¡lili. III, Pt*¡9-
SLÉfgftt fülOC« m l5t-:\

CON LICENCIA D E L ORDINARIO.


/
" I I ' J J U

nú». • m>\ MiMiii


MADRID: 1876.
LIBRERÍA D E D. MIGUEL OLAMENDI,
Paz, 6.

38018
X b I ff l

f 3.
»J. '
AL SR. D. DIONISIO GONZALEZ Y MENDOZA,

P r e s b í t e r o , D o c t o r en D e r e c h o y T e o l o g í a , E x - G o b e r n a -
d o r eclesiástico y D o c t o r a l jubilado de l a m e t r ó p o l i de
Cuba, M i e m b r o de la Academia de los Quirites de R o m a ,
Vicepresidente de l a Comunidad de Capellanes R e a l e s ,
R e c t o r y Director del S e m i n a r i o y Colegio de San L o r e n i o
del E s c o r i a l , e t c . , etc.

No tengo otra cosa mejor que ofrecerle


sino esta mi pobre traducción del Todo por
Jesusee/ ilustre Federico Guillermo Fáber.

Sírvase, pues, recibirla como testimonio


de mi agradecimiento á los singulares benefi-
cios que ha tenido la dignación de otorgarme.

PONDO BIBLIOTECA PUBLICA


DEL LJUDQ DE HUEVO LEOH

IMPRENTA DE ALEJANDRO GOMEZ F U E N T E N E B R O ,


Bordadores, ',0.
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR.

A no pocos parecerá extraña esta mi ocurrencia


de ensayar los conocimientos harto escasos que
poseo en la lengua inglesa, traduciendo u n a
obra de ciencia espiritual cabalmente en u n a
nación que , por lo que hace á este ramo de la
teología , no tiene rival en toda la Europa cató-
lica. Ocurrencia bien singular hubiera sido cier-
tamente esta ocurrencia m i a , si el TODO POR J E -
SÚS del ilustre Fáber fuese un manual de devo-
ción y mística espiritual como tantos otros que
hoy se publican. Porque, si bien dichas obras
son recibidas con la general aceptación que se
merecen, y encierran saludables enseñanzas
para el adelantamiento en la virtud y perfec-
ción cristianas , no todas, sin embargo, ofrecen
cion que he podido cobrarla con la lectura cons-
aquella novedad que embelesa al lector, hacién- tante que de ella he tenido que hacer, como por
dole amable la piedad: y las más no parecen es- el trabajo no pequeño que he puesto para t r a d u -
critas sino á favor de cierta clase de personas, cirla fielmente al castellano Nó: y para desvane-
y para una época y circunstancias determina- cer semejante reparo me bastaría apelar al fallo
das. Muy al contrario sucede. con este precioso imparcial de cuantos quieran tomarse la molestia
libro, que mereció á su autor una carta p a r - de leerla; seguro estoy de que habían de justifi-
ticular muy lisonjera del papa Pió IX, en la cual car este juicio mió. Pero prescindiendo ahora de
l e expresaba el profundo aprecio que de él tales pronósticos , y hecha asimismo abstracción
hacía. de las poderosas razones que me sería fácil ale-
Obra es el TODO POR J E S Ú S , que, al maravi- gar , sacadas todas de la misma obra , para per-
lloso encanto que resplandece en todas sus h e r - suadir á cualquiera de su mérito incomparable;
mosas páginas , reúne la novedad en las imáge- voy únicamente á exponer unos cuantos hechos
n e s , llenas todas de valentía y gracia poética, que hablan en favor del TODO POR J E S Ú S más alto
l a originalidad en los símiles y la belleza y s u - y con más elocuencia, que cuantos razonamien-
blimidad en los pensamientos: novedad que tos pudiera yo formular con este objeto.
cautiva al lector , ganando para Dios su cora- Las relevantes prendas que adornaran á F á -
z o n , por más frió y obstinado que sea. Obra ú t i - ber, fundador del Oratorio de San Felipe en
lísima á todos los católicos sin excepción.algu- Londres , cuyos miembros son las personas más
n a , así al religioso que mora en el claustro, como ilustres por su saber y virtud de la Inglaterra
al sacerdote secular en su casa y parroquia; lo católica, y el fin que se propuso al dar á luz su
mismo al monje y ermitaño en sus celdas y g r u - TODO POR J E S Ú S , son una garantía que dice bas-
t a s , que al hombre de negocios y opulento del tante en favor del mérito de esta obra. En efec-
siglo que viven en medio del mundo. Obra, en to , Federico Guillermo Fáber, nacido de una
fin, que aprovecha todas las circunstancias de noble y distinguida familia, y cuyos hermanos
l a época actual con tino exquisito , y que cual- ocupan en la actualidad elevados puestos en la
q u i e r adiría ¡cosa singular! que había sido e s - magistratura, en la milicia y en la Iglesia, á la
crita para la España católica del siglo XIX. edad de veintidós años ya desempeñaba uno de
Y no se crea que exagero, llevado de la a h -
los cargos más honoríficos en la Universidad de sus grandes dotes literarias y sus ricas galas
Oxford, y era reputado por uno de los primeros poéticas , en justa reparación contra las calum-
poetas de Inglaterra, pues entonces fué cuando nias que vomitara antes de abrazar el catolicis-
escribió su poema inglés Los Caballeros de San mo? No ciertamente; y la fabulosa acogida que
Juan , que le mereció el premio Newdegate. semejante obra tuvo en Inglaterra, nos lo de-
En aquella época tenía.Faber la desgracia de muestra de un modo palpable. Desde el año 1853,
ser u n furibundo anglicano; así es que en 1838, que vió esta obra por primera vez la luz públi-
es decir , á los veinticuatro años de edad, publi- ca, se han hecho siete ediciones á doce mil ejem-
có , contra la Iglesia católica , su primera obra plares cada una , y á la fecha está para agotarse
con el título : Las Cosas antiguas de la Iglesia de la última; nótese de paso, que las cuatro prime-
Inglaterra, en la cual trató á aquella divina so- ras adiciones se expendieron á los pocos meses
ciedad de una manera insultante y denigrativa, de su publicación.
mostrándose acérrimo defensor del anglicanis- ¿Extrañará ya nadie que todos los católicos
mo. Iguales ideas dominaban en las obras que de Europa y América se apresuraran á darla á
despues dió á luz con el mismo objeto. conocer en sus países respectivos , ora tradu-
Estos ataques indudablemente habían de ciéndola, ó bien escribiendo elogios llenos de
contribuir de un modo poderoso á inducirle, des- entusiasmo en sus revistas y periódicos? Bien
pues de su conversión á la religión católica , á pronto, en efecto , se tradujo al francés , holan-
reparar los escándalos que había dado , miéntras dés, alemané italiano : traducciones que se r e -
vivió en el seno del anglicanismo; siendo este cibieron hasta con delirio , permítaseme la e x -
el fin con que escribió su TODO ¿POR J E S Ú S ; obra presión. Dígalo si nó la primera, la francesa, de
dedicada á la Confraternidad de la Preciosa la cual en pocos años se han hecho trece edicio-
Sangre , fundada por él cuando ya era católico, nes , y hoy apénas se encuentra un sólo ejem-
y la c u a l , á la muerte de Fáber, contaba más plar de la postrera; siendo cosa digna de notar
de 40.000 miembros , todos activos y fervorosos que tuvo tan fabulosa acogida, á pesar de ser
hijos de la Iglesia católica. ¿Y es creíble que en traducción de la primera original, que deja mu-
este su primer ensayo no desplegara todo su i n - cho que desear , comparándola con la cuarta i n -
genio , sus profundos conocimientos teológicos, glesa y siguientes ; en las cuales Fáber supri-
mió secciones enteras, añadió otras y refundió ser, Die Sion, Bibliographie Catholique, VUni-
no pocas : ediciones que así castigadas por su vers , Revue Catholique de Louvain, L'Ami de la
autor , cualquiera diría que no han salido de la Religion, Revue des bibliothèques paroissiales,
misma pluma. L'Union, Le Messager de la Charité, Le Rosier
de Marie, La Voix de la Vérité, Le Journal des
Por lo que hace á l a América del Norte, no se
Villes et des Campagnes, Le Monde, La Civiltâ
contentaron con tomar en ménosde dos años más
de 40.000 ejemplares, según confesion del mis- Cattolica, e t c . , etc.
mo Morning-Post, sino que los católicos de los Voy concluir, trascribiendo algunos párrafos
Estados-Unidos, autorizados por el a u t o r , la de los artículos que los periódicos ingleses con-
reimprimieron en Nueva-York , y ya en 1858 se sagraron al TODO POR J E S Ú S , que justificarán mis
habían agotado cinco grandes ediciones. A la observaciones, á l a vez que darán á conocer
v i s t a tengo.un ejemplar de la sexta, publicada más y más su mérito é importancia. En el n u -
en el mismo año , que mé regaló un amigo y mero 739, correspondiente al sábado 3 de Octu-
bre de 1863, The Weehly Register se expresa en
compañero que vivió algún tiempo en dicha
los siguientes términos: «Las elocuentes obras
ciudad.
de Fáber, á la vez que el encanto de los litera-
Pero todavía si cabe habla más alto en favor
tos, son el consuelo de todas las almas cansadas
del TODO POR JESÚS la prensa de Europa, así c a -
del mundo; y los niños aún balbucientes han
tólica como protestante. Si no temiera abusar
aprendido á tartamudear muchas de sus oracio-
de la paciencia de mis lectores, insertaría aquí
nes en aquellos preciosos himnos que el nombre
un sinnúmero de revistas y periódicos, que á
de Fáber ha divulgado por todas partes. El papa
porfía tributaron los elogios más entusiastas á
Pió IX, en carta particular, le ha expresado re-
la presente obrita. No pareciéndome, sin e m -
cientemente su profundo aprecio por los incom-
bargo , oportuno pasarles todos en silencio,
parables servicios que ha prestado á la causa de
mencionaré entre los principales periódicos que
la Religion. No es esta ocasion oportuna para
se han ocupado del TODO POR J E S Ú S , á los si-
hacer un análisis crítico de los escritos de Fáber,
guientes: The Tablet, Tie Weekly Register, The
ni tampoco es necesaria semejante tarea; sus
Morning-Post, The Dublin Review, Die Katho-
obras hablan muy alto , y su lenguaje penetra
lische Cuartalschrift. Der Litterarische Handmei-
dulcemente hasta lo más íntimo del alma. Véase profundo que el que pudiera producir la muerte
el TODO POR JESÚS. ¿No brilla en cada linea de este de cualquier individuo de. este cuerpo religioso.*
precioso libro un encendido amor por las cosas di- Despues de una reseña entusiasta de sus funera-
vinas que cautiva al lector y gana para Dios el co- les á los que asistieron los personajes mas ilus-
razon más obstinado ? ¿Quién puede leer aquel pa- tres de Inglaterra, Manning, hoy Arzobispo de
saje tan conocido, en que el P. Fáber habla, de la Westminster. Oakeley, Morris, doctor Newman,
atmósfera encantadora qué rodea í quienes, en su Stanton. Bowden, Dr. Talbot, etc. etc., recuerda
misión d,e misericordia,. visitan la buhardilla ó el el Morning-Post, que ya á la edad de veintidós
hospital, las cárceles y sótanos, sin sentir en su años ocupaba Fáber en la Universidad de Oxford
corazon un. impulso irresistible por ocuparse en uno de los puestos más honoríficos, que era asi-
obras asiduas y afectuosas de caridad para con los mismo reputado por unodelos primeros poetas de
pobres. obras a las cuales podemos llamar el apos- Ino-laterra; y continúa: «Sus obras han elevado su
tolado de los ricos?... Fáber ha merecido por sus inspiración poética al más sublime grado, y p o -
elocuentes escritos el título de «boca de oro ,» el cos escritos délos tiempos modernos pueden com-
Crisóstomo de la Iglesia moderna.» pararse con los suyos. La obra más popular de
Fáber es el TODO POR J E S Ú S , libro que ha tenido
Oigamos al Morning-Post, que á pesar de
una inmensa circulación en Inglaterra, y del cual
ser enemigo de la Iglesia católica . ha tributado
sólo en América, se han expendido más de 4 0 . 0 0 0
al P. Fáber y su obra TODO POR J E S Ú S , los más
cumplidos elogios. «En nuestra segunda edición, . ejemplares.
Ultimamente, The Dublin Revien, excelente
son sus palabras del sábado 3 de Octubre de
1863 , anunciamos la muerte de Fáber, Prepó- revista católica , acaso la mejor de Europa, r e -
sito del Oratorio de Brompton, Londres, y el más dactada por los hombres más sábios de Inglater-
distinguido, despues de Newman, de todos los ra en el tomo n , correspondiente á Enero.de
1 8 6 4 . artículo 6 . ° , hablando del autor del TODO
anglicanos convertidos á la fe católica. El Dr. Fá-
POR JESÚS , se expresa así: «No recordamos haber
ber era una de las personas más amantes del g é -
nero humano; su nombre es popular en todo el oido nunca á un orador de las prendas de Faber,
mundo, y su muerte ha causado en los círculos ni tampoco conocemos á sujeto alguno que me-
católico-romanos un sentimiento de pena más jor nos recuerde el espíritu y doctrina de San
Bernardo. El Dr. Fáber ha publicado obras e x - adornos que hacen de él una lectura no pesada é
celentes así en prosa como en verso, y todas insípida, como en tantos otros que se ocupan de
ellas le acreditan por uno de los primeros escri- la misma materia, sino lo más amena y deleita-
tores de este siglo , singularmente su TODO POR ble; si semejantes cualidades, decimos, hacen á
J E S Ú S , obra de un mérito incomparable.» La
u n autor acreedor al título de la originalidad, el
misma revista, en el tomo xxxvi, Marzo de P. Fáber se merece la palma, no tanto por haber
1854, artículo 6.°, despues de exponer las cau- escrito una obra que reúne todas estas condicio-
sas que ajuicio suyo han contribuido á que haya nes, como por haber inaugurado una nueva era
tenido el TODO POR JESÚS tan fabulosa acogida, en un ramo de literatura que es, sin compara-
concluye con estas palabras: «Creemos que la ción, el más importante de cuantos puédan men-
obra del P. Fáber es útilísima á toda clase de cionarse por su influencia en la humanidad.»
lectores; pero muy particularmente, y de ello Estos elogios por el TODO POR J E S Ú S , y el
tenemos la. más completa seguridad, quienes convencimiento que de su mérito incomparable
pueden estudiarla con grande aprovechamiento llegué á adquirir con su lectura; me indujeron á
son los sacerdotes que tienen á su cargo la di- traducirla al castellano; y á este fin pedí la
rección de las almas. Aunque el TODO POR JESÚS . competente autorización para publicarla, al a c -
no sea un manual completo de dirección espiri- ' tualPrepósito del Oratorio de Londres, Federi-
tual , el mismo autor así lo reconoce , descúbre- co Dalgairns, uno de los más ilustres escritores
nos , sin embargo, nuevos horizontes de una de Inglaterra, quien tuvo la galantería de con-
ciencia espiritual más profunda y más original cedérmela para todas las obras de Fáber. Yo
que la de cualquiera otra obra de igual índole. bien sé, que á pesar de haber puesto el mayor
Si el haber recogido, ordenado y formado u n cuidado posible para traducirla con toda fideli-
cuerpo de doctrina con los materiales que en- dad , y de haber leído y vuelto á leer mi manus-
cierran las minas de la más abstracta teología: crito, haciendo las correcciones que me parecie-
si el haber dado vida y expresión á los más oscuros ron oportunas , no ignoro, repito, que tendrá no
conceptos de otros escritores ascetas; si el haber pocas faltas, que mis escasas luces no me per-
inspirado á un asunto un interés devoto con los miten distinguir. Espero, sin embargo, que se
atavíos de la novedad y las galas del estilo: me disimularán, siquiera por el buen deseo que
me mueve á publicarla, el cual, bien lo sabe
Dios, no es otro , que aficionar á mis hermanos,
DEDICATORIA DEL AUTOR.
por medio de su lectura, á ser celosos por la
gloria de Dios, susceptibles por los intereses de.
Jesús y solícitos por la salvación de las almas,
único objeto del TODO POR J E S Ú S . Á LOS F I E L E S QUE FRECUENTAN EL ORATORIO DE
SAN F E L I P E H E R I , SITUADO EN L A CALLE KING
G. ESPINO. W I L L I A M , C H A R I N G , CROSS, LONDRES.

Mis queridos amigos y bienhechores: me


atrevo á dedicaros esta obra por más de una r a -
zón. Yo quisiera que quedase como perpetuo
recuerdo y memorial eterno de mi agradeci-
miento á las afectuosas relaciones que habéis t e -
nido la dignación de mantener con los hijos de
San Felipe: relaciones todas que llegaron á es-
trecharse con los intereses más queridos , por ser
los más sagrados de vuestra vida. Durante más
de cuatro años, nuestra propia causa la habéis
hecho vuestra, gozándoos en nuestros triunfos
y llorando nuestras aflicciones; al propio t i e m -
po que nosotros, bienio sabéis, tomamos á c a r -
go nuestro el ayudaros á sobrellevar, conforme
á la pobre medida de nuestro amor , vuestros
cuidados y desvelos, vuestras penas y trabajos;
aliviándoos del peso enorme de vuestras d e s -
venturas , según á un corazón le es dado aligerar
á otro corazon en Cristo.
Los Sacramentos, la oraciony predicación
0
Ved, pues, otra de las razones que me han
de la divina palabra formaron la triple cuerda
movido á dedicaros esta obra. Para no pocos es
que nos ligara con tan estrechísima lazada,
una despedida; y ¡ojalá que no sea una mera
que unos y otros llegamos casi á tener unos mis-
prenda de nuestro amor mútuo, sino también el
mos pensamientos y sentimientos, idénticos p e -
suave olor de Cristo y la virtud de su divina
sares y regocijos , iguales esperanzas y temores
gracia! Hallaréis en sus páginas muchas cosas
en el corazon de nuestro común padre San Feli-
que tantas veces habéis oido, que ya su misma
pe. Ya desde el primer instante de nuestra unión
repetición llegaba á haceros sonreír. En ella
todos preveíamos que semejante reciprocidad de
leeréis aquellos • dulces pensamientos y tiernas
afectos y mútuo compañerismo no habían de d u -
palabras acerca de Jesús y María, que robába-
rar siempre. A imitacion.del Apóstol de las Gen-
mos á los Santos , para meditarlos juntos. E n -
tes en Roma, nos hallábamos como prisioneros
contraréis asimismo no pocas frases que os se-
en una casa alquilada, y humillado nuestro S e -
rán tan conocidas como el estribillo de una can-
ñor adorable en. el Santísimo Sacramento , no
ción favorita, y la suave melodía de un himno
ciertamente más allá de los abismos de su con-
del Oratorio. En lo sucesivo, si tales cosas me-
descendencia inefable; pero sí, sobre lo que podía
recen recordación, os traerán indudablemente á
sufrir la paciencia de nuestro amor á t a n cariño-
la memoria el aspecto modesto de nuestra pobre
so Padre. Las circunstancias de esta populosa
y vieja capilla con su altar apiñado de ministros
ciudad no siempre dejan á los católicos en com-
del Altísimo, la serie de confesonarios colocados
pleta libertad de elegir el lugar que más les
al rededor del Señor y de su pequeña Sion; la
agrade para morada suya y de su Dios y Señor.
imágen bella y agraciada de nuestra inmaculada
Y en verdad que no fueron pocos los esfuerzos
Madre María; el pálido y macilento San Felipe
que se hicieron, por espacio de cerca de dos
con su Niño Jesús Salvador nuestro; el Crucifijo
años, para ver de encontrar casa para nuestro
lleno de expresión y de vida , á cuyos piés rara
Santo próxima al campo de sus primeros t r a b a -
era la vez que no se hallase postrado algún cris-
jos, y despues de repetidos desaires , cuando las
tiano en rendida adoracion. Palabras y expresio-
tentativas parecían enteramente inútiles y todas
nes , textos y anécdotas, dia vendrá en que t e n -
nuestras gestiones para obtenerla se reducían á
gan así para vosotros como para mí un valor i n -
l a n a d a , debemos creer que sucedía así por v o -
calculable , á causa de los dulces y tiernos r e -
luntad de Dios; hé aquí que fuimos trasladados
cuerdos que despertarán en vuestras almas: y
á otra parte de este poblado desierto.
quizá Dios en su infinita misericordia, se sirva
PRÓLOGO DEL AUTOR.
tener la dignación de inspirar en ellas el calor
de la vida y de la gracia, para que lleguen á h e -
rirnos y encendernos en la llama del divino
amor.
Muchas otras cosas pudiera deciros, porque Al ofrecer al público esle pequeño tratado espiritual,
la gratitud, no lo ignoráis, está dotada de una páreseme que dos cosas solamente exigen explicación. 1 .*
memoria fidelísima y de una lengua llena de fa- Hablo en él constantemente de la Confraternidad de la
cundia ; pero un largo discurso acaso se creería Preciosa Sangre; y esto pudiera hacer creer á no pocos
una especie de alabanza propia, una apología de que un tratado semejante únicamente interesaba a los
individuos que forman dicha Hermandad. Preciso es,
sí mismo, que, para vosotros que me conocéis, pues, que yo desvanezca de su ánimo tal presunción.
no es ciertamente necesaria. Hágolo asi, es decir, menciono continuamente á la Con-
Juntos hemos aprendido á profesar á Jesús un fraternidad, porque la obra está destinada para servir
tierno amor, recíproca ha sido nuestra instruc- de manual á tos miembros que la componen; mas no se
ción , y mutuo el auxilio en todas nuestras n e - crea por eso que no sea igualmente útil y provechosa á
lodos los católicos devotos. 2.' A la vez que confio en la-
cesidades. Cada mes que trascurría ; cada fiesta, caridad de mis lectores que han de interpretarme en los
novena, octava, triduo que se celebraba, con pasajes oscuros y dudosos sólo según la significación que
sus respectivas pláticas, himnos y oraciones; el en semejantes lugares intentan los escritores probados
amor hacia nuestro Señor iba poco á poco cre- por su ortodoxia, quisiera asimismo precaverme parti-
ciendo en nuestro corazon. Así, pues, roguemos cularmente contra una mala inteligencia. Acaso pudiera
decirse que todas estas prácticas y devociones tienen por
unos por otros, para que á pesar de todos los
único blanco el amor afectivo, y no el efectivo; y en su
cambios y de todas las separaciones nos manten- consecuencia llegue á suponerse que mi objeto, al escribir
gamos unidos en indisoluble unión; y aquello semejante manual, no fué otro que inspirar á los fieles
que intentamos ser en nuestro antiguo Oratorio el primero, sin proponerme siquiera excitarlos hacia la
querido, lleguemos á llevarlo á cabo ahora y siem- prosecución del último. Indudablemente, el amor nopuede
pre más y más completa y absolutamente TODO ménosde ser efectivo, y el amor efectivo consiste en la
mortificación, que empezando en la negación de sí
POR J E S Ú S , y a q u e El es TODO NUESTRO.
mismo , negación indispensable á todo cristiano para
evitar la culpa mortal, sube hasta la abnegación de los
FEDERICO GUILLERMO FÁBER.
Santos acerca de materias que solo son de consejo, y no
raras veces parecen á nuestra pobre aprehensión espiri-
tual que llegan á rayar en la extravagancia. No existe,
ciertamente , ninguna santidad sublime privada de aquel
grado de abnegación que va más allá de lo que prescribe
el precepto , y de lo que absolutamente exige de todos el
simple acto de evitar la culpa y sus ocasiones y preludios;
pero no es este el asunto de que yo ahora estoy tratando.
TODO POR JESUS.
Al presente no estoy proponiendo lo que es perfecto, sino
aquello que es fácil. Yo no intento conducir á las almas
á la cumbre de la perfección espiritual, ¡ líbreme Dios de
CAPITULO L.
incurrir en tan loca presunción ó tontería , que me atre-
va á pretender una cosa semejante! Como hijo que soy
INTERESES DE JESUS.
de San Felipe , yo no tengo que ver más que con el
mundo , esto es, con las personas que viven en medio del
mundo y procuran en él ser virtuosas, santificándose a si jesús todo por nosotros y todo por a m o r . - S u s i n t e r e s e s , el obje-
to de la Confraternidad de la Preciosa S a n g r e . - I n t e r e s e s hu-
mismas en las condiciones ordinarias de la vida. A estas
manos.—Intereses diabólicos.—intereses de Jesús: 1.° en la
es á quienes yo me dirijo, y á las que propongo para su Iglesia t r i u n f a n t e - 2 . ° en la Iglesia p u r g a n t e - 3 . ° en la Igle-
aprovechamiento espiritual, no ciertamente cosas muy sia militante.—Los cuatro p r i n c i p a l e s : i . ° la gloria de su Pa-
altas que sobrepujen á sus débiles fuerzas , sino cosas dre—2.° el fruto de su Pasión—3.° el honor de su Madre—
que, al mismo tiempo que embelesan con sus dulces atrac- 4.° el aprecio de la gracia.— No siguen la misma regla que los
tivos y deliciosos encantos , tienden á reanimar el tenor intereses del mundo. —No esperar de ellos resultados visibles.
de su corazon , á encender su amor y aumentar la sua- — L a o r a c i o n , el medio principal de promoverlos.
vidad que experimentan en la práctica de la religión , y
observancia de los deberes que ésta les impone. Mi animo SECCION I.
es hacer graciosa y espléndida la piedad a aquellos que
á imitación mía',necesitan de semejantes auxilios, lié Jesús todo por nosotros, y todo por amor.
aquí mi único objeto; no me he atrevido á aspirar a co-
sas más levantadas. Si mi obrita solicitara, aunque no JESÚS nos pertenece; y se digna ponerse á nues-
fuese más que á un solo corazon, á amara nuestro be-
ñor dulcísimo con un poquito más fervor; Dios entonces tra disposición; y nos da cuanto somos capaces de
habría bendecido así á la obra como á su autor incompa- recibir; y nos ama con un amor que no hay lengua
rablemente más de lo que se merecen. que pueda expresar, ni criatura alguna que sea ca-
paz de imaginar ni concebir; y condesciende á de-
sear con un anhelo inefable que nosotros le amemos
con puro y fervoroso amor. Sus méritos pueden lla-
marse nuestros como suyos; sus satisfacciones son
ciertamente , ninguna santidad sublime privada de aquel
grado de abnegación que va más allá de lo que prescribe
el precepto , y de lo que absolutamente exige de todos el
simple acto de evitar ta culpa y sus ocasiones y preludios;
pero no es este el asunto de que yo ahora estoy tratando.
TODO POR JESUS.
Al presente no estoy proponiendo lo que es perfecto, sino
aquello que es fácil. Yo no intento conducir á las almas
á la cumbre de la perfección espiritual, ¡líbreme Dios de
CAPITULO L.
incurrir en tan loca presunción ó tontería , que me atre-
va á pretender una cosa semejante! Como hijo que soy
INTERESES DE JESUS.
de San Felipe , yo no tengo que ver más que con el
mundo , esto es, con las personas que viven en medio del
mundo y procuran en él ser virtuosas, santificándose a si jesús todo por nosotros y todo por a m o r . - S u s i n t e r e s e s , el obje-
to de la Confraternidad de la Preciosa S a n g r e . - I n t e r e s e s hu-
mismas en las condiciones ordinarias de la vida. A estas
manos.—Intereses diabólicos.—intereses de Jesús: 1.° en la
es á quienes yo me dirijo, y á las que propongo para su Iglesia t r i u n f a n t e - 2 . ° en la Iglesia p u r g a n t e - 3 . ° en la Igle-
aprovechamiento espiritual, no ciertamente cosas muy sia militante.—Los cuatro p r i n c i p a l e s : 1.° la gloria de su Pa-
altas que sobrepujen á sus débiles fuerzas , sino cosas dre—2.° el fruto de su Pasión—3.° el honor de su Madre—
que, al mismo tiempo que embelesan con sus dulces atrac- 4.° el aprecio de la gracia.— No siguen la misma regla que los
tivos y deliciosos encantos , tienden á reanimar el tenor intereses del mundo. —No esperar de ellos resultados visibles.
de su corazon , á encender su amor y aumentar la sua- — L a o r a c i o n , el medio principal de promoverlos.
vidad que experimentan en la práctica de la religión , y
observancia de los deberes que ésta les impone. Mi animo SECCION I.
es hacer graciosa y espléndida la piedad a aquellos que
á imitación mía',necesitan de semejantes auxilios. 1U Jesús todo por nosotros, y todo por amor.
aquí mi único objeto; no me he atrevido á aspirar a co-
sas más levantadas. Si mi obrita solicitara, aunque no JESÚS nos pertenece; y se digna ponerse á nues-
fuese, más que á un solo corazon, á amara nuestro Se-
ñor dulcísimo con un poquito más fervor; Dios entonces tra disposición; y nos da cuanto somos capaces de
habría bendecido así á la obra como á su autor incompa- recibir; y nos ama con un amor que no hay lengua
rablemente más de lo que se merecen. que pueda expresar, ni criatura alguna que sea ca-
paz de imaginar ni concebir; y condesciende á de-
sear con un anhelo inefable que nosotros le amemos
con puro y fervoroso amor. Sus méritos pueden lla-
marse nuestros como suyos; sus satisfacciones son
más que suyo, nuestro tesoro; sus Sacramentos no •Cuerpo santísimo que no sufriera por nosotros: no
son otra cosa sino los medios que su amor inventara hay pena, oprobio é ignominia que en favor nuestro
para comunicarse á nuestros corazones. Do quiera no apurara hasta las últimas heces de su amargura:
volvamos la vista en la Iglesia de Dios, allí está Je- no hay una sola gota de su Safigre preciosísima que
sús. Él es para nosotros principio, medio y fin de no derramara por nosotros, ni latido de su sacratísi-
cuanto existe. Es nuestra ayuda en la penitencia; mo Corazon que no fuera un acto de amor. En las
nuestro consuelo en el dolor; nuestro socorro en la Vidas de los Santos leemos cosas tan asombrosas so-
tribulación. Nada hay bueno, nada santo, nada be- bre su amor á Dios, que ni siquiera nos atrevemos á
llo, ni nada agradable, que no sea para sus siervos. pensar en imitarlas. Unos practicaron prodigiosas
Ninguno puede llamarse pobre , porque si quiere, austeridades; otros pasaron toda su vida en un silen-
puede tener á Jesús por su propia herencia y pose- cio sepulcral; éstos se arrobaban en suavísimos éx-
sión. Ninguno debe dejarse dominar por la tristeza, tasis y raptos; aquéllos eran amantes apasionados del
porque Jesús es la alegría del cielo, y tiene sus ma- sufrimiento y desprecio; los unos suspiraban y se
yores complacencias en habitar con las almas an- consumían en una santa impaciencia por morir, y
gustiadas. Podemos exagerar muchas cosas, pero ja- los otros hasta cortejaron la muerte, y exhalaron su
más encarecerémos debidamente nuestros deberes postrer suspiro en medio de los más atroces tormentos
para con Jesús, ni el exceso de su tiernísimo amor de un martirio cruel. ¿No os sorprende cada uno de
hacia sus culpables criaturas. Si empleáramos toda estos prodigios de amor? Pues bien; juutadlos todos
nuestra vida en hablar de Jesús,, nunca llegaríamos en un solo corazon: concebid dentro de él todo el
á agotar las riquísimas y suavísimas cosas que de El amor de Pedro, Pablo y Juan, el de San José y la
pudieran decirse. La eternidad no es bastante larga Magdalena, el de todos los apóstoles, mártires, con-
para aprender todo lo que Jesús es, ni para alabarle fesores y vírgenes que ha habido hasta hoy; imagi-
por todo cuanto ha hecho; mas no importa, porque naos que un milagro da resistencia á este corazon
en la eternidad viviremos siempre en su compañía, y para contener tanto amor; añadid ahora todo el en-
ninguna otra cosa desearemos. cendido fuego divino de los nueve coros de innume-
rables Angeles, y hacedle, por fin, rebosar con la
Nada nos ha escaseado Jesús. No hay facultad de
abrasada caridad del Corazon inmaculado de nuestra
su Alma purísima que no haya tenido que hacer en
Madre querida, y todavía todo ese amor no se acerca-
nuestra salvación: no hay un solo miembro de su
rá, ni siquiera será sino una imitación mezquina del ñable amor y de la caridad más abrasada del Dios
amor que Jesús tiene á cada uno de nosotros, por in- omnipotente, sapientísimo, santísimo, bellísimo y
dignos y malvados que seamos. Conocemos nuestra eterno. ¡Oh la más increíble de las más espantosas
propia perversidad, nos aborrecemos por nuestras maravillas! Las bendiciones llegan casi á ahogarnos;
culpas pasadas, y nos irritamos con nuestra ruindad las gracias se multiplican hasta sobrepujar al cálcu-
y vileza; y Jesús, sin embargo, nos quiere con ese lo; las misericordias divinas se renuevan todos los
tiernísimo amor, y está pronto, si necesario fuese, dias, y despues de todo nos espera la recompensa que
según lo reveló á uno de sus siervos, á volver á bajar ni el ojo vió, ni el oido oyó, ni el entendimiento hu-
del cielo, para ser otra vez crucificado por cada uno mano concibió jamás. Esto por lo que hace á Jesús.
de nosotros. Y hasta hoy ¿qué hemos hecho nosotros por quien
Lo verdaderamente asombroso no está en que nos tanto trabajó en favor nuestro, y cuyo único objeto
amara tanto, sino más bien, en que se dignase amar- en todos sus actos no fué otro sino ganar nuestro
nos. Considerando quién es Él y lo que somos nosotros amor? ¡ Ah! fijamos la vista en un Crucifijo, y apénas
¿tenemos acaso un solo título á su amor, á no ser el nos conmueve: oimos hablar de las amarguras de su
exceso, y sin nuestro Jesús adorable, basta la de- Pasión, y nuestros ojos permanecen enjutos y frió
sesperación de nuestra miseria? No tenemos ningún nuestro corazon: doblamos la rodilla para orar, y di-
otro título para con Él, sino aquellos que Él mismo, fícilmente conseguimos mantener fijo nuestro pen-
en su misericordia infinita, inventara en favor nues- samiento en Jesús el espacio de un cuarto de hora:
tro. ¿Puede haber cosa más odiosa, ni más ruin y mi- acudimos ante su [presencia soberana en ^ el Sacra-
serable que nosotros? ¡ Y no obstante, ámanos con tal mento augusto del altar, y sentimos postrarnos en
exceso de amor! ¿Cómo es que siempre no nos ocupa tierra, por temor de manchar el vestido: vemos que
esta única idea? ¿Cómo podemos tomar Ínteres por otros pecan ¿y qué nos importa á nosotros, decimos,
otra cosa que no sea el tiernísimo amor de Dios á sus que sea Jesús ofendido con culpas ajenas? ¡Segura-
•ulpables criaturas? Es casi increíble que neguemos mente que bien poco nos interesa Jesús, cuando es
á desempeñar nuestras tareas diarias, que gustemos tal nuestra conducta para con Él! Sin embargo, así
de las criaturas, que no nos estorbe comer, ni beber, sucede por desgracia. Seguimos nuestros caprichos,
ni dormir, teniendo delante de nosotros, á todas las y hacemos siempre nuestra propia voluntad: nuestro
horas del día y de la noche, el objeto del más entra- principal objeto es gozar, y ocuparnos en cosas que
cabalmente el fin de la Confraternidad de la Preciosa
halaguen nuestro amor propio: afanémonos en pro-
Sangre. Al entrar en ella es preciso que dejemos á la
curarnos medios para pasar una vida regalona. Por
puerta nuestra voluntad: nada propio tenemos; todo
lo que hace á la penitencia, se reserva para lo últi-
es de Jesús. Tal es la obligación que nos imponen sus
mo. Es preciso que disfrutemos ahora de comodidades
corporales y conveniencias mundanas; y la vida es- intereses.
piritual no debemos considerarla sino como una de Esto supuesto, tratemos ahora de formarnos una '
esas consolaciones interiores, sin las cuales inquiéta- idea exacta de los intereses de Jesús; de otra suerte,
nos el corazon, por no hallarse en su centro. Si hon- nada podremos hacer para aumentarlos. Nunca el
ramos á Dios, es por Ínteres; si socorremos á nues- hombre trabaja á ciegas; menester es que conozca
tros hermanos ¡hasta en la caridad! nos buscamos á siempre lo que tiene entre manos. Vosotros sabéis lo
nosotros mismos. ¡Pobre Jesucristo! como solía decir que es tomar Ínteres por alguna cosa. Si dirigís una
San Alfonso de Ligorio, ¡pobre Jesucristo! ¡quién mirada por el mundo, veréis que todos tienen algún
piensa en Tí! ¡ quién promueve tus intereses! Ínteres predilecto: en el mundo casi existen tantos in-
tereses como personas hay en él. Todos vosotros tro-
Héaqui, pues, el verdadero objeto de nuestra pezáis en las calles con alguno que va tras un objeto
Confraternidad de la Preciosa Sangre—cuidar de los cualquiera: lo conoceréis en su semblante, en la vi-
intereses de Jesús , y promoverlos por cuantos medios veza de sus ojos y en su paso acelerado. Sea ese objeto
estén á nuestro alcance. Difícilmente habrá objeto al- político, literario , mercantil, científico, de pura am-
guno mundano de importancia que no tenga alguna bición ó inmoral, es lo cierto que todos toman á pe-
asociación para defender sus derechos y promover sus chos el Ínteres de su elección, y que desempeñan á las
intereses. ¿Por qué, pues, no habrían detenerla igual- mil maravillas su cometido. Por él trabajan con des-
mente los intereses de Jesús ? La ciencia tiene sus velo todo el dia; pensando en él se van á la cama;
academias y susjuntasrespectivas: asócianse los hom- con el sueñan , y con él despiertan por la mañana.
bres entre sí con objeto de hacer triunfar algunas de Aun en domingo son más bien sus manos las que des-
sus favoritas opiniones políticas: crean compañías cansan, que su cabeza y corazon. Ved lo que los hom-
de caminos de hierro, de vapores y minas, ¿y toda- bres proyectan ahora para abolir la esclavitud, obte-
vía no habíamos de abrir una oficina para despachar ner libertad de comercio, acometer empresas colosa-
los negocios de Jesús; para defender sus derechos y les, facilitar las comunicaciones y construir nuevas
• fomentar sus intereses? Pues no olvidéis que este es
líneas férreas. Es, pues, indudable que los hombres trición , retraer de los Sacramentos , fomentar la ti-
tienen un sinnúmero de intereses en el mundo, que bieza, desacreditar á las personas piadosas, obis-
están apasionados por ellos, y que por ellos trabajan pos y órdenes religiosas; poner obstáculos á la vo-
hasta con frenesí. ¡Oh, si trabajásemos así por Dios, cación, divulgar chismes, distraer al pueblo déla
por nuestro bonísimo, misericordiosísimo y eterno oracion, infundir en los hombres el amor de frivoli-
Dios! dades y modas mundanas, hacerles malgastar su di-
También el demonio tiene sus intereses en el mun- nero en niñerías, adornos, joyas, papagayos, ri-
do ; se le ha permitido formar una monarquía en opo- cas porcelanas y elegantes vestidos, en vez de inver-
sieion á Dios, y como todos los soberanos de la tierra, tirlo en socorrer á los pobres de Jesús; excitar á los
posee una multitud de intereses. Así es quetieneagen- católicos á lisonjear á los poderosos, á poner toda
tespor todas partes, espíritus invisibles, diligentes, su confianza en los príncipes, y adular servilmente
activos, que hormiguean en las calles de las grandes al partido político que está en el poder; inspirar en su
poblaciones para hacer prosperar los intereses de su ánimo una desconfianza recíproca, y hacer que se
rey. Solicitan á los trabajadores en el campo, y dis- ofendan y escandalicen unos de otros, como chiqui-
curren qué pueden conseguir del monje en el claus- llos ó fariseos; entibiar, en fin, la devocion á María,
tro , y del ermitaño en su gruta. Hasta en los templos, y persuadir á los hombres que el divino amor es una
durante la Misa, están afanosos, convidándonos con indiscreción y mero fanatismo; tales son los principa-
su comercio ilícito. También nuestros hermanos se les intereses que el diablo se afana tanto por adquirir
alistan á millares bajo la bandera del diablo: no po- y fomentar. Es verdaderamente asombroso ver con
cos trabajan gratis en favor suyo; y lo que es más de- qué energía trabaja por ellos, y con qué refinada
plorable todavía, una gran parte hasta llega á per- astucia y habilidad pasmosa los acrecienta en el
suadirse que está ejecutando una obra divina ¡tan mundo. Sería, ciertamente, una cosa digna de ad-
b u e n a é inocente es á sus ojos! ¡Cuántos católicos no miración esta prodigiosa actividad del diablo, si no
censuran lo bueno, y critican de las personas piado- nos hiciese temer por nuestra propia alma, y si todo
sas protestando al propio tiempo que no consentirán cuanto se opone á Dios no fuese puramente odioso j
jamás ser agentes del diablo! Los intereses del espirita abominable. Al rival del Criador se le permite, por
maligno son muy varios, solicitar al pecado mortal, secretos designios de la Providencia, lograr no pocos
inducir al venial, resistir la gracia, estorbar la con- de sus perversos fines en esta creación que el Altísimo

una vez contemplara y bendijera en su amor inefa- unión con los méritos de nuestro Señor amoroso, au-
ble. Los intereses humanos ponen á un lado los inte- mentan considerablemente la gloria divina. No se pasa
reses de Jesús, bien como cosas gravosas, y no raras una sola hora, así á lo ménos lo creemos, en que no
veces, como objetos inútiles. Los diabólicos opónense arribe al puerto dichoso del cielo una nueva alma r
abiertamente á los de Jesús, y do quiera prosperan procedente del purgatorio ó de la tierra, para empe-
aquéllos, bajan éstos ó desaparecen por completo. zar su eternidad de alabanzas y arrobamientos. Cada
alma que aumenta la muchedumbre de adoradores,
SECCION II.
cada voz silenciosa agregada á los coros angélicos,
Intereses de Jesús. es un grado más de gloria divina; y en el Ínteres de
Jesús está hacer que estos arribos sean cada vez más
Examinemos ahora los intereses de Jesús: echemos frecuentes, y que esas almas lleven consigo, á su en-
una ojeada por toda la Iglesia su esposa. Recorramos trada en la gloria, un riquísimo tesoro de mereci-
primeramente el cielo, ó la Iglesia triunfante. El Ín- mientos , y un grado muy subido de amor de Dios.
teres de Jesús consiste en que se aumente por todos Hasta en el cielo tiene la Confraternidad trabajos en
los medios posibles, y á cada hora del dia y de la no- que ocuparse, y amplios poderes para llevarlos á ca-
che , la gloria de la Beatísima Trinidad; y dicha bo. El cielo es una de nuestras oficinas, y son innu-
gloria divina , llamada accidental, se aumenta con merables los negocios que hay que despachar en sus
todabuena obra, palabra y pensamiento, con toda magníficos estrados: negocios favorables á los intere-
correspondencia á la gracia, con toda resistencia á la ses de Jesús; negocios que El tiene en grande estima-
tentación, con todo acto de adoracion, con todo Sa- ción, y por lo cual nos importa sobremanera no de-
cramento debidamente administrado ó humildemente jarlos de la mano.
recibido , con todo homenaje y acto de amor á María, Del cielo bajemos con la consideración á ese vas-
con toda invocación á los Santos, con toda cuenta de tísimo reino del purgatorio, con su emperatriz madre
rosario, con toda gota de agua bendita, con toda María. Toda esa innumerable muchedumbre de almas
señal de la cruz, con toda pena pacientemente sufrida, son las esposas fieles y queridas de Jesús; pero ¡ en
con toda calumnia tolerada con resignación, y con qué espantoso abandono de tormento sobrenatural no
todo buen deseo, aunque no se ponga por obra. Todas las ha dejado su amor! Jesús suspira por su libertad:
estas cosas, como se hagan con devota intención y en anhela con vivas ansias verlas trasportadas de esa te-
TOXO I. '

una vez contemplara y bendijera en su amor inefa- unión con los méritos de nuestro Señor amoroso, au-
ble. Los intereses humanos ponen á un lado los inte- mentan considerablemente la gloria divina. No se pasa
reses de Jesús, bien como cosas gravosas, y no raras una sola hora, así á lo ménos lo creemos, en que no'
veces, como objetos inútiles. Los diabólicos opónense arribe al puerto dichoso del cielo una nueva alma r
abiertamente á los de Jesús, y do quiera prosperan procedente del purgatorio ó de la tierra, para empe-
aquéllos, bajan éstos ó desaparecen por completo. zar su eternidad de alabanzas y arrobamientos. Cada
alma que aumenta la muchedumbre de adoradores,
SECCION II.
cada voz silenciosa agregada á los coros angélicos,
Intereses de Jesús. es un grado más de gloria divina; y en el Ínteres de
Jesús está hacer que estos arribos sean cada vez más
Examinemos ahora los intereses de Jesús: echemos frecuentes, y que esas almas lleven consigo, á su en-
una ojeada por toda la Iglesia su esposa. Recorramos trada en la gloria, un riquísimo tesoro de mereci-
primeramente el cielo, ó la Iglesia triunfante. El Ín- mientos , y un grado muy subido de amor de Dios.
teres de Jesús consiste en que se aumente por todos Hasta en el cielo tiene la Confraternidad trabajos en
los medios posibles, y á cada hora del dia y de la no- que ocuparse, y amplios poderes para llevarlos á ca-
che , la gloria de la Beatísima Trinidad; y dicha bo. El cielo es una de nuestras oficinas, y son innu-
gloria divina , llamada accidental, se aumenta con merables los negocios que hay que despachar en sus
todabuena obra, palabra y pensamiento, con toda magníficos estrados: negocios favorables á los intere-
correspondencia á la gracia, con toda resistencia á la ses de Jesús; negocios que El tiene en grande estima-
tentación, con todo acto de adoracion, con todo Sa- ción, y por lo cual nos importa sobremanera no de-
cramento debidamente administrado ó humildemente jarlos de la mano.
recibido , con todo homenaje y acto de amor á María, Del cielo bajemos con la consideración á ese vas-
con toda invocación á los Santos, con toda cuenta de tísimo reino del purgatorio, con su emperatriz madre
rosario, con toda gota de agua bendita, con toda María. Toda esa innumerable muchedumbre de almas
señal de la cruz, con toda pena pacientemente sufrida, son las esposas fieles y queridas de Jesús; pero ¡ en
con toda calumnia tolerada con resignación, y con qué espantoso abandono de tormento sobrenatural no
todo buen deseo, aunque no se ponga por obra. Todas las ha dejado su amor! Jesús suspira por su libertad:
estas cosas, como se hagan con devota intención y en anhela con vivas ansias verlas trasportadas de esa te-
TOXO I. '
nebrosa región llena de tinieblas y sufrimientos, á la de las oficinas de la Confraternidad; y no haya miedo
esplendorosa luz de su mansión celestial; sin embar- que abrumemos de negocios al glorioso secretario de
go base en cierta manera atado sus propias manos. esa región vastísima, al bienaventurado San Miguel,
Ya no las concede ninguna gracia, no las otorga ministro de María. Ved cómo trabajan los marineros
tiempo de hacer penitencia, ni las permite merecer, con las bombas, para salvar sus vidas á bordo de un
y según algunos han creido, ni siquiera pueden allí ' buque que hace agua. ¡ Oh, si tuviéramos nosotros la
orar. ¡ Cuán lamentable no será, pues, 1a. situación de caridad de trabajar así con la fina instrumentación
esas almas afligidas en tan horrible morada! Porque— de las indulgencias á favor de las ánimas benditas
y medítese bien esto—la suerte dichosa de estas al- del purgatorio! L nuestra disposición están las in-
mas depende más bien de la tierra que del cielo , más finitas satisfacciones de Jesús, los dolores de María,
de nosotros que de Jesús; así lo ha ordenado Aquél los tormentos de los mártires y la laboriosa perseve-
de quien todo depende; y sin el cual no hay depen- rancia en el bien obrar de los confesores. Jesús no
dencia alguna. Es, pues, evidente que Jesús tiene in- quiere hacerlo aquí por sí mismo, porque desea ver
tereses en el purgatorio, y desea ver á sus cautivos cómo le ayudamos nosotros, y porque cree igualmen-
puestos en libertad. Á nosotros, que si tenemos un te que se alegrará nuestro amor, dejándonos algo que
principio de vida sobrenatural, es favor suyo, píde- hacer en obsequio suyo. Santos ha habido que consa-
nos ahora , con las lágrimas en los ojos, que rescate- graron toda su vida á esta única obra de minar el
mos á aquéllos á quienes Él ha redimido. Toda satis- purgatorio; y á quien lo examine á la luz de la fe, no
facción ofrecida á Dios por esas almas benditas, toda le parecerá una cosa tan extraña. Es una compara-
oblacion de la Preciosa Sangre presentada al Padre ción , si se quiere necia, pero es lo cierto, que según
Eterno; oir misa, comulgar, mortificarse, las disci- todos los principios del cálculo, mayor hazaña es sa-
plinas, el tosco sayal, el cilicio, las indulgencias, el car una sola alma del purgatorio, que haber ganado
jubileo , la recitación devota del Be Profundis, la li- la batalla de "Waterloó, é inventado la máquina de
mosna dada al más menesteroso: todas estas cosas vapor; y con todo, apénas puedo yo concebir que
forman parte de la gloria de Jesús, y como se apli- exista un solo miembro de la Confraternidad que no
quen por la intención de esos hermanos nuestros, au- haya hecho ya algo más que rescatar una sola alma.
mentarán á todas horas los intereses de Jesús en el
Trasladémonos ahora á la Iglesia militante: aquí
imperio mariano del purgatorio. Hé aquí, pues, otra
los intereses de Jesús son muy ricos y varios. En-
ron de la Madre de Dios! ¡Hay judíos descendientes
cuéntranse cosas que hacer, y cosas que omitir, co- de aquéllos que crucificaron á nuestro Señor, y maho-
razones que persuadir, y corazones que disuadir. metanos que son los dueños de Jerusalen! ¡ Hay ho-
Tanto es lo que hay que hacer, que uno no sabe por tentotes que dan culto á horribles deidades, é indios
dónde empezar, ni cuál sea lo primero que deba po- americanos que nunca tuvieron otro pensamiento más
nerse por obra. Aquellos que no aman á Jesús, es -elevado que la caza y piratería, y cuyos méritos son
preciso que le amen; y quienes tienen la dicha de proporcionados al número de sus asesinatos! ¡Hay
amarle, que crezcan todos los diasen semejante amor. hombres emblanquecidos por las heladas nieves del
Cada uno de nosotros podía tomar para sí un depar- Norte, y h o m b r e s tostados con ios rayos abrasadores
tamento, y en él hallaría obra en que emplear toda del Mediodía! ¡Hay, en fin, espirando á cada mo-
su vida. Los hombres en su agonía es uno de los de- mento del dia y de la noche muchos hermanos nues-
partamentos que podríamos escoger. ¡Oh, y qué pe- tros, en el más espantoso abandono, sobre las cimas
ligro no corren los más caros intereses de Jesús en el de los montes y en lo profundo de los valles, en las
lecho de esa muchedumbre de moribundos que en la ciudades y en los desiertos, en la tierra y en el mar,
redondez del globo están exhalando su postrer suspi- en lóbregos calabozos y en regios alcázares! ¡ Y Jesús
ro ácada momento del dia y de la noche! Satanas murió por cada uno de ellos tan exclusivamente,
trabaja sin descanso; las tentaciones caen sobre ellos como si no hubiese ningún otro por quien dar su vi-
más espesas que los copos en una grande nevada; y da; y ahora mismo está pronto, si necesario fuese, á
quienquiera que gane esta batalla, Jesús ó el dia- volver á bajar del cielo, para ser otra vez crucificado
blo, ceñirá eternamente la corona del vencedor, por- por esos infelices! ¡Recorramos toda su larga pasión;
que ya no há lugar á un segundo combate. Hay ago- enumeremos sus pasos, sus lágrimas, sus gotas de
nizando católicos que hace años no se acercaron á re- sangre; contémoslas espinas, los golpes, los espu-
cibir los Sacramentos, y Santos cuyo medio siglo de tos, las caídas; penetremos en los insondables abis-
merecimientos y amor heroico corre un inminente mos de oprobios é ignominias que envuelve seme-
peligro de perderse. Solamente necesitan una cosa: jante pasión; sondeemos la tortura y angustias hor-
Ja perseverancia final; y por más esfuerzos que ha- ribles del Sacratísimo Corazon de Jesús! ¡Pues bien;
gan, no conseguirán merecerla. ¡ Hay herejes queja- todos esos crueles tormentos sufrió por aquel pobre
más sospecharon que vivían en la herejía, y herejes indio que ahora está agonizando bajólas sombras
de mala fe que calumniaron á la Iglesia y blasfema-
único negocio importante que tenemos que despa-
de los Andes; y si muere y no se salva, todo fué en
char. Desde la hora en que esta religiosa recibió se-
vano! Los moribundos, como llevo dicho, no son más
mejante favor, la parecía estar oyendo con frecuen-
que uno de los departamentos de los intereses de
cia los suspiros de los moribundos; y era tal el efecto
Jesús; y San Camilo fué suscitado por Dios para
que causaban en su ánimo, que despues, al acostarse
fundar una Orden exclusivamente en alivio suyo.
y levantarse, acostumbró siempre á rezar las oracio-
¡ Cuánto no podríamos igualmente decir de los peca-
nes de la Iglesia por los moribundos. Solía meditar
dores, herejes é infieles, de los presos, de los calum-
sobre estas palabras que el Señor dijo de Sí mismo
niados y de aquellos que padecen escrúpulos y ten-
poco Antes de su muerte: «Viene el príncipe de este
taciones ! No acabaríamos nunca, si fuésemos á
mundo y nada halla en Mi;» como si toda la vida
enumerar todos los intereses que tiene Jesús sobre la
debiésemos consagrarla á disponernos á hacer de al-
tierra.
gún modo nuestras estas palabras, para cuando nos
Pero ya que he mencionado á los moribundos y
llegue la última hora. Cuéntase de la misma religio-
los peligros de su hora postrera como objeto de una
sa°que yendo á Annecy el Obispo de Ginebra el dia
especial devocion, no estará fuera de lugar recorda-
de San Jerónimo á consagrar la iglesia de la Orden,
ros que Pió VII concedió indulgencias á todo el que,
como desease la Superiora que una de las seis capillas
en honor de la agonía de Jesús, rezare tres Padre-
fuese dedicada á San José, suplicóla esta buena her-
nuestros y Ave-Marías por los moribundos—véase en
mana que lo fuese á San José agonizando en los bra-
la Raccolta.—No pocos Santos y personas virtuosas
zos de Jesús y María. «¡Oh madre mia! la dijo, Dios
han tenido esta devocion especial por las almas en su
me ha hecho saber que, por dicha devocion á San
última agonía. En la vida de una de las primeras ma-
José moribundo, es voluntad suya colmar de gracias
dres de la Visitación se refiere, que estando velando
á los agonizantes; y como este glorioso Patriarca no
al Santísimo Sacramento durante la noche del Jue-
subiera inmediatamente al cielo, pues todavía no le
ves Santo de 1644, tuvo una visión de nuestro Señor
había abierto Jesús, sino que bajó al limbo, el ofre-
en su agonía; en cuya visión recibió singular luz y
cer á Dios la ¿resignación de ese gran Santo al espirar
gracia especial para rogar por la intención de los
y abandonar á Jesús y María, y el honrar la santa
agonizantes. «¡ Ay! exclamaba, las agonías de las
paciencia de su tranquila expectación hasta el ama-
pobrecitas criaturas son horas terribles!» y en ver-
necer de la Pascua, cuando Jesús resucitado sacóle
dad que ese momento decisivo de la eternidad es el
tro oficio y empleo como miembros de la Confraterni-
de allí, es uua devocion eficacísima en favor de los
dad , formarnos dé ellos una idea clara y distinta. Si
moribundos y almas del purgatorio.» Basta lo dicho
estudiamos el Sagrado Corazon de Jesús, según Él
acerca de esta devoeion, pues, como ya llevo indica-
mismo nos le ha revelado en el Evangelio, en la his-
do , no acabaríamos nunca, si fuésemos á ocuparnos
toria de la Iglesia y vidas de los Santos, y conforme
de todos los intereses que Jesús posee en la tierra.
le descubrimos nosotros mismos en la oracion , vere-
No hay fonda ni café, teatro ni casino, salón de
mos que los numerosos y variados intereses de Jesús
baile ni concierto, meeting público ni parlamento*
pueden reducirse á cuatro clases. Un breve bosquejo
feria, ni mercado, carrera de caballos ni corrida de
de cada una de ellas nos dará una idea clara de la
teros, andén, coche, barco de vapor, escuela, aca-
obra que vamos á emprender. El principal Ínteres de
demia, iglesia, en que no peligren á todas horas los
Jesús es indudablemente nuestra p r o p i a santificación
intereses de Jesús, y á donde Él no nos llame en so-
interior: el reino de los cielos está dentro de nosotros.
corro suyo. La Iglesia de la tierra es la iglesia militan-
Pero á pesar de toda la importancia que en si envuel-
te , y así no es maravilla que haya en ella tanto que
ve la cuestión de la santificación propia, no es este,
hacer, y que .sea tan escaso el tiempo para llevarlo á
al ménos directamente; el asunto en que al presente
cabo. No hay cosa alguna que no tenga dos lados,
vamos á ocuparnos. Ciertamente nada harémos sin la
uno favorable á Jesús, y el otro contrario suyo. El
santidad personal; mas no es ahora tiempo ni lugar
diablo posee en el mundo otros intereses á más de la
de hablar de semejante asunto. Los cuatro grandes
culpa grave, y puede con ellos hacer guerra á Jesús
intereses de Jesús á que yo al presente me refiero,
y obtener un éxito casi igual al que consigue con las
son: — 1.° la gloria de su Padre—2.° el fruto de su Pa-
culpas mortales: el veneno lento produce á veces su
sión—3.° el honor de su Madre—4.° el aprecio déla
efecto en las almas mejor que el activo. Yed, pues,
"gracia. Permitidme que os diga una palabra acerca
la multiplicidad, la ubicuidad, la urgencia que re-
de cada uno de ellos.
claman los intereses de Jesús. Y para hacer frente á
semejantes necesidades, es por lo que somos nosotros
miembros de la Confraternidad.
Aunque sea imposible examinar minuciosamente
todos los intereses que Jesús tiene en la tierra, es
preciso, sin embargo, si hemos de saber cuál es nues-
do, enteramente olvidado, no está Dios de la mayor
SECCION n i . parte del humano linaje ! Viven los hombres como si
fueran ateos, no porque se hallen en abierta rebelión
LOS CUATRO PRINCIPALES INTERESES DE JESUS.
contra su divina Majestad, sino porque le desdeñan
1;° La gloria de su Padre. ó no le conocen. Dios es un estorbo en su propio mun-
do , y una impertinencia en su creación, asi es que se
Al estudiar á nuestro Señor adorable, según se nos le ha retirado á un lado , como si fuera un ídolo gro-
representa en los Evangelios, nada hay en Él que se tesco. Los sabios y políticos han convenido en hacer
asemeje tanto á una pasión dominante, permítase- otro tanto, y las personas de negocios y opulentos del
nos la expresión, como su anhelo por la gloria de su siglo creen la cosa más decente del mundo guardar
Padre. Desde el momento en que abandonó á su Ma- un completo silencio acerca de Dios; imagínanse que
dre, quedándose en Jerusalen, hasta la última pala- no es fácil ocuparse de Él, ó formar una idea de sus
bra que pronunció en la Cruz, dicha devocion por 1a. perfecciones, sin concederle demasiado. Es un obs-
gloria de su Padre descúbrese por doquiera. Así como táculo casi insuperable, y si no fuese por la gracia,
se dijo de Jesús en cierta ocasion que le devoraba el absolutamente insuperable para los intereses de Je-
celo por la casa de Dios, así podemos decir que se sús , esa masa enorme é impenetrable de olvido é ig-
veía continuamente consumido de hambre y sed por norancia de Dios. Desgarra ciertamente el corazon,
la gloria de su Padre: no parecía sino que se había y muévenos ádesear la muerte; pues ¿qué otra cosa
perdido esta gloria en el mundo, y que venía á bus- podemos hacer en negocio tan desesperado? Ensaye-
carla y encontrarla. ¡ Y cuán angustiado no estaba su mos , sin embargo, nuestras fuerzas, ü n rosario y una
Corazon Sacratísimo hasta dar con ella! De esta ma- medalla bendita ¿no son de una eficacia incalculable?
nera fué nuestro modelo, y nos ofreció su gracia para y una sola Misa ¿no tiene, por ventura , un valor ili-
que glorifiquemos á nuestro Padre celestial. ¿Quién mitado?
puede contemplar la tierra , sin que al punto no vea
Pero desgraciadamente existe un gran número de
lo perdida que se halla en ella la gloria divina ? Pues
personas que nunca dan á la gloria divina el lugar
bien; Jesús tiene grande ínteres en que nosotros 1a.
que la corresponde ; y no pocas que se dicen espiri-
busquemos y encontremos. Prescindiendo ahora de
tuales, cédenla siempre en todo el segundo puesto.
los actos manifiestos de culpas enormes, ¡ cuán olvida-
Semejantes personas necesitan luz para conocer la
gloria divina al tiempo que la están viendo, y dis-
grandes intereses, y deber nuestro es el ayudarle.
cernimiento para descubrir al mundo y demonio dis-
Media docena de hombres recorriendo el mundo, y no
frazados con apariencia de razón y moderación para
buscando más que la gloria de Dios , removerían cier-
defraudar así á Dios su gloria inmortal. Tienen asi-
tamente las montañas. Así fuéj?rometido á la fe; ¿por
mismo necesidad de ánimo varonil para hacer frente
qué, pues, no habrémos de ser nosotros quienes den
á los respetos humanos, y de una firme resolución
cima á semejante empresa ?
para conformar su vida con la religión que profesan.
¡ Pobres gentes ! ¡Son la pestilencia de la Iglesia, y SECCION IV.
ni lo sospechan siquiera! Aprovecharía grandemente
á los intereses de Jesús que dichas personas adqui- 2.° El fruto de su Pasión.
riesen un conocimiento cabal de sí mismas y de todo
Este es otro de los grandes intereses de Jesús.
lo que las rodea. Aquí, pues, tenemos también algu-
Todo pecado que evitemos, aunque sólo sea venial,
na cosa que hacer , y es pedir que toda persona vir-
es una grande obra para los intereses de Jesús. Con-
tuosa , y aquellas que aspiran á serlo, sepan discernir
vencerémonos de ello recordando que si con una
lo que favorece á la gloria divina, de lo que se opone
leve mentira pudiésemos cerrar para siempre el in-
áella. ¡Ah! ¡cuánto terrenono perdemos todos los dias
fierno, salvando todas las almas que hay en él, aca-
por falta de semejante discernimiento!
bar con el purgatorio y hacer que todo el hnmano li-
Sépase, pues ; que existen órdenes religiosas ben- naje se igualase en santidad á San Pedro y San Pablo,
decidas por la Iglesia, consagradas exclusivamente, todavía no nos sería lícito cometer bajo ningún con-
cada una en su línea, á promover la gloria de Dios; cepto esa ligera falta; pues más perdería la gloria de
obispos y sacerdotes que trabajan sin descanso noche Dios con dicha culpa liviana, que cuanto pudiese ga-
y dia por ese único objeto; hermandades y confra- nar en la justificación y salvación de todo el univer-
ternidades sin número, que no se proponen ningún so mundo. ¡Qué obra, pues, tan grande no será para
otro fin que la mayor gloria de Dios. Habrá, cierta- los intereses de Jesús impedir un solo pecado mortal!
mente , calamidades que sufrir, peligros que arros- ¡y cuán fácil cosa es evitarle! Si cada noche, ántes
trar , escándalos que reprimir; se verá hoy la Iglesia de acostarnos , suplicásemos á nuestra dulcísima Se-
precisada en cierta manera á rendirse al mundo, para ñora tuviese la dignación de ofrecer á Dios la Precio-
sujetarle mañana. En todas estas cosas tiene Jesús sísima Sangre de su Hijo para estorbar en cualquiera
— 25 —

parte del mundo, durante la noche, un solo pecado do toda ligera mortificación ó penitencia que inspire-
mortal, y renovásemos luégo por la mañana la mis- mos á los demás, y todo esfuerzo de nuestra parte
ma súplica por todas las horas del dia, seguramente, para fomentar la Comunion frecuente entre nuestros
una ofrenda hecha por semejantes manos, obtendría hermanos: y cuando inducimos al pueblo á tomar
la gracia deseada. Cada uno podría probablemente parte en la devocion á la Pasión de nuestro Señor, á
evitar así todos los años setecientos y treinta pecados leer ó meditar sobre ella , ¿ qué otra cosa estamos ha-
mortales; y si mil de nosotros hiciésemos iguales ciendo sino acrecentar los intereses de Jesús? Cierta
ofrecimientos, y perseverásemos en ellos por veinte persona aseguraba, y si la memoria no me es infiel,
años, lo cual sería fácil y nos colmaría al propio tiem- era Alberto Magno, que una sola lágrima derrama-
po de inefables méritos, ascendería la suma de culpas da sobre los sufrimientos de nuestro Señor tenía mas
graves que impidiésemos á más de catorce millones. mérito delante de los divinos ojos que un año en-
Si suponemos ahora que todos los miembros de la Con- tero de ayunos á pan y agua. ¡Cuál no será, pues, el
fraternidad practicásemos lo mismo , tendríamos en- valor de hacer que los demás giman con nosotros por
tónces que multiplicar la suma anterior por cuarenta: la Pasión de Jesús; y cuánto mayor el lograr de ellos
y la omision de quinientos sesenta millones de peca- que reciten una corta oracion! ¡ Oh dulce Jesús mío!
dos mortales sería la ofrenda anual de nuestra Confra- ¡ y cómo es que somos tan fríos y duros! ¡ Enciende,
ternidad á la Pasión de nuestro Señor. En igual pro- pues, en nosotros el sagrado fuego que viniste á en-
porción prosperarían los intereses de Jesús, y ¡ cuán cender sobre la tierra.
dichosos, inmensamente dichosos, no seríamos en-
tónces nosotros! SECCION V.

Aumentamos igualmente el fruto de la Pasión de 3.° El honor de su Madre.


nuestro Redentor adorable cada vez que conseguimos
Este es otro de los principales intereses de Jesús,
se llegue uno al tribunal de la Penitencia á confesar
y toda la historia de la Iglesia nos demuestra el gran-
sus culpas , aunque no sean sino veniales : aumenta-
de aprecio en que le tiene. El amor á María fué lo que
mos ese mismo fruto bendito con todo acto de contri-
principalmente le movió á bajar del cielo, y la sacra-
ción que hagan los hombres por mediación nuestra,
tísima Virgen fué asimismo quien mereció la época
y con cada plegaria que dirijamos á Dios para alcan-
de la Encarnación. María es la única escogida por la
zarles la gracia de obtenerla: nos da idéntico resulta-
Beatísima é Individua Trinidad; la Hija predilecta malgüe en sus festividades, á que se inscriba en sus
del Padre, la Madre predestinada del Hijo y la Esposa Cofradías, y lleve consigo una imágen suya, y gane
querida del Espíritu Santo. La verdadera doctrina de indulgencias por las almas del purgatorio que duran-
Jesús siempre ha estado mezclada y confundida con te su vida fueron más devotas de esa Señora, y dé
la verdadera devocion á María; y sólo es ofendida la gracias por la definición dogmática de su Concepción
Madre con las ofensas al Hijo. María es la herencia de inmaculada, y rece, en fin, todos los dias una tercera
los católicos humildes y obedientes: auméntase la parte del rosario, son todas prácticas piadosas que
santidad á medida que crece su devocion; y los San- promueven maravillosamente los caros intereses de
tos están vaciados en el molde del amor á María. Eí Jesús. No hay ninguno, por muy ocupado que se
enemigo más temible del pecado es María: pensar en halle, que no pueda ejercitarse en alguna de estas
ella es ya un hechizo contra la culpa; y los demonios devociones. Pero existe todavía otra devocion de que
tiemblan á su nombre. Ninguno puede amar al Hijo, es preciso hacer aquí mención especial, y ¡ ojalá que
sin que crezca en el amor á la Madre; ninguno puede todos nosotros nos inspirásemos en ella! ¡Cuánto
amar á la Madre, sin que su corazon se deshaga de prosperarían entonces los intereses de Jesús, y qué
ternura hacia el Hijo. Por eso la puso Jesús al frente riquísimos tesoros de nuevo amor adquiriría nues-
de su Iglesia para que fuese señal para todos los bue- tro Señor adorable en todo el mundo! Dicha devocion
nos y piedra de escándalo para sus enemigos. ¿Qué consiste en tener más confianza en las oraciones á
maravilla que estén los intereses de Jesús estrecha- nuestra Madre bendita, más seguridad y fervor en las
mente ligados al honor de su Madre? Todo acto de amor súplicas, y una fe más viva en su protección. Ama-
en reparación de las blasfemias hereticales contra su ríase más á María, si hubiese más fe en María. Pero
dignidad augusta; todo acto de acción de gracias por ya se ve; vivimos en una nación dominada por la he-
su Concepción inmaculada y perpétua virginidad, rejía, y no es fácil habitar entre hielos y no enfriarse.
ofréceos una ocasión oportuna de promover los inte- ¡ Oh Jesús mió! ¡ animad nuestra confianza en María,
reses de Jesús; toda acción encaminada á estender su á fin de que trabajemos por tus intereses como Tú
devocion, y singularmente todo esfuerzo vuestro para quieres lo hagamos; y nó permitas que criatura algu-
que la amen los católicos cada vez con más ternura, es na nos sea más querida en el mundo que aquella que
una obra muy favorable á Jesús, y que os premiará fué para Tí más amada que todas las otras criaturas
sobreabundantemente. Inducir al pueblo á que co- juntas!
TOMO I . I
Beatísima é Individua Trinidad; la Hija predilecta mulgue en sus festividades, á que se inscriba en sus
del Padre, la Madre predestinada del Hijo y la Esposa Cofradías, y lleve consigo una imagen suya, y gane
querida del Espíritu Santo. La verdadera doctrina de indulgencias por las almas del purgatorio que duran-
Jesús siempre ha estado mezclada y confundida con te su vida fueron más devotas de esa Señora, y dé
la verdadera devocion á María; y sólo es ofendida la gracias por la definición dogmática de su Concepción
Madre con las ofensas al Hijo. María es la herencia de inmaculada, y rece, en fin, todos los dias una tercera
los católicos humildes y obedientes: auméntase la parte del rosario, son todas prácticas piadosas que
santidad á medida que crece su devocion; y los San- promueven maravillosamente los caros intereses de
tos están vaciados en el molde del amor á María. Eí Jesús. No hay ninguno, por muy ocupado que se
enemigo más temible del pecado es María: pensar en halle, que no pueda ejercitarse en alguna de estas
ella es ya un hechizo contra la culpa; y los demonios devociones. Pero existe todavía otra devocion de que
tiemblan á su nombre. Ninguno puede amar al Hijo, es preciso hacer aquí mención especial, y ¡ ojalá que
sin que crezca en el amor á la Madre; ninguno puede todos nosotros nos inspirásemos en ella! ¡Cuánto
amar á la Madre, sin que su corazon se deshaga de prosperarían entonces los intereses de Jesús, y qué
ternura hacia el Hijo. Por eso la puso Jesús al frente riquísimos tesoros de nuevo amor adquiriría nues-
de su Iglesia para que fuese señal para todos los bue- tro Señor adorable en todo el mundo! Dicha devocion
nos y piedra de escándalo para sus enemigos. ¿Qué consiste en tener más confianza en las oraciones á
maravilla que estén los intereses de Jesús estrecha- nuestra Madre bendita, más seguridad y fervor en las
mente ligados al honor de su Madre? Todo acto de amor súplicas, y una fe más viva en su protección. Ama-
en reparación de las blasfemias hereticales contra su ríase más á María, si hubiese más fe en María. Pero
dignidad augusta; todo acto de acción de gracias por ya se ve; vivimos en una nación dominada por la he-
su Concepción inmaculada y perpétua virginidad, rejía, y no es fácil habitar entre hielos y no enfriarse.
ofréceos una ocasión oportuna de promover los inte- ¡ Oh Jesús mió! ¡ animad nuestra confianza en María,
reses de Jesús; toda acción encaminada á estender su á fin de que trabajemos por tus intereses como Tú
devocion, y singularmente todo esfuerzo vuestro para quieres lo hagamos; y nó permitas que criatura algu-
que la amen los católicos cada vez con más ternura, es na nos sea más querida en el mundo que aquella que
una obra muy favorable á Jesús, y que os premiará fué para Tí más amada que todas las otras criaturas
sobreabundantemente. Inducir al pueblo á que co- juntas!
TOMO I .
cristo! Y tan deplorable abandono no tiene otro origen
que la falta de verdadera estimación déla gracia.
SECCION VI. Primero es morir que perder un sólo grado de gracia.
¿Creémoslo así todos nosotros? ¡Nó! aunque afirmé-
4.° El aprecio de la graica. moslo contrario. Si mañana bajasen al veinte los fon-
dos públicos, esa baja espantosa no acarrearía conse-
Hé aquí otro de los principales intereses de Jesús.
cuencias tan fatales como las queresultasen de la pér-
Cambiaríase enteramente el mundo con sólo que
dida de un solo grado de gracia por impaciencia de
apreciasen los hombres la gracia en su justo valor.
aquel enfermo andrajoso que yace postrado en un os-
- Qué cosa hay en el mundo digna de estimación á no
curo zaguan. Enseñan los teólogos que los dones to-
ser la gracia? ¡ Cuán puerilmente nos dejamos llevar
dos y gracias naturales de San Miguel, poder, forta-
de toda especie de tonterías mundanas, que nada tie-
leza, sabiduría, belleza, hermosura y cuantos en-
nen que ver con los intereses de Jesús! ¡Cuán necios
cantos adornan y engalanan átan purísimo Arcángel,
s o m o s ! ¡cuánto tiempo malgastamos! ¡qué de males
no son nada en comparación con el más pequeño gra-
no hacemos! ¡cuántas buenas obras omitimos, y con
do de gracia que se alcanza resistiendo á un movi-
qué dulzura nostrata, sinembargo, elmansísimo Jesús?
miento de ira el espacio de un cuarto de hora; porque
Si el hombre, apreciase la gracia en lo que vale, todos
la gracia es una participación de la naturaleza divi-
los otros intereses de Jesús prosperarían considerable-
na. Y bien; ¿mostramos Con nuestra conducta seme-
mente • pues cuando sufren algún detrimento, debese
jante estimación de la gracia, cuando estamos per-
únicamente á la falta de dicha estimación. Multiplí- suadiendo á los demás esta excelencia? Fijaos sobre
canse las gracias y méritos casi con la misma veloci- cualquiera desventura ó calamidad de la Iglesia, y
dad que las palpitaciones del Sagrado Corazon; y vereis que no hubiera acaecido jamás, sí sus hijos hu-
miéntras este Corazon Purísimo late por nosotros con biesen tenido una verdadera estimación de la gracia;
arrebatado amor, dícese cada uno á sí mismo: «Yono • y asimismo os convencereis de que mañana por la
estoy obligado á hacer eso; yo no debo privarme de mañana se cambiaría la tierra en un cielo anticipado,
oste placer; es preciso que reprima este religioso en- como sus moradores apreciasen la gracia en lo que se
tusiasmo » ¡Válganos Dios! Yo quisiera que pudiése- merece. Nada aprovecha al hombre ganar todo el
mos tener una sola centella de ese entusiasmo que es mundo, si sufre el más pequeño detrimento su alma
m e n e s t e r reprimir. ¡Pobre Jesucristo! ¡pobre Jesu-
inmortal. ¡Id, pues, y persuadid esto al pueblo! Ha- nion derrame sobre vuestro corazon la Fuente de toda
cedle ver el acopio de merecimientos que puede hacer gracia raudales vivos de gozo, pedid entónces que
con la gracia, y cómo una gracia llama á otra gra- abra los ojos de todos á la hermosura de la gracia, y
cia, y cómo las gracias son méritos, y cómo los mé- así multiplicaréis sus gracias, y con la multiplicación
ritos cámbianse en gloria; gloria que es eterna en los de la gracia sus divinos intereses; porque cuanto más
cielos! Si así lo practicáis, promoveréis indudable- da Jesús, tanto más rico se hace. ¡ Soberano Señor de
mente los intereses de nuestro adorable Señor mucho las almas! ¡ Cómo es que podemos pensar en otra cosa
más délo que podéis imaginaros. Pedid siquiera que que no seáis Vos! Es un asombro que no nos extasie-
el hombre tenga una verdadera estimación de la gra- mos al considerar la honra altísima que se nos dis-
cia , y con eso solamente llegaréis á haceros apósto- pensa de tener á nuestra disposición los intereses de
les secretos de Jesús. En Él se hallan todas las gra- Jesús; pero este asombro se comprende, sabiendo que
cias , y Él, que es la fuente y plenitud de todas ellas, no conocemos la g-randeza de nuestra dignidad. ¿Y
suspira por derramarlas sobre las almas por quienes cuál es la causa de semejante ignorancia más que el
dió su vida. No le abandonarán entónces las almas: no estudiar bastante á nuestro amoroso Señor? ¿Por
porque sabrán apreciar las gracias que reciben para qué, pues, no empezar en el tiempo, lo que ha de
obtener otras nuevas. ¡Id, y ayudad á Jesús! ¿Por hacer nuestra dicha por toda la eternidad? ¡Estudie-
qué ha de perderse una sola de las almas que Él res- mos á Jesús! El cielo es únicamente cielo, por hallar-
cató á costa de su Sangre? ¿Por qué ha de perderse se en él Jesús; y no es fácil comprender cómo no se
una sola* Es cosa horrible, horribilísima, pensar en haya transformado la tierra en cielo desde que Jesús
la condenación de una sola alma. ¿Y por qué ha de se encuentra en ella. ¡ Ay! ¡sí! la causa es habérse-
condenarse? ¿por qué? ¡Ahí está la Preciosa Sangre nos dejado la malhadada facultad de ofenderle: prí-
para quien la pida, y esta Sangre es la fuente de la vesenos de ella, y al punto la tierra será cielo, ó pur-
gracia! Pero ya se ve; los hombres cuídanse muy gatorio, umbral del cielo. ¡Diavendrá en que no po-
poco de la gracia. San Pablo empleó toda su vida en damos pecar, ni ultrajar más el Corazon de Jesus! ¡ Oh
predicar á los hombres las excelencias de la gracia; Señor amoroso! ¡Salga pronto el sol, y no se ponga
en rogar á Dios que les concediese tan riquísimo don, hasta que no disfrutemos de ese incomparable privi-
y en procurar que una vez conseguida, hicieran de gio! ¿A qué disputar ni discurrir sobre si irémos ó nó
ella el uso conveniente. Cuando despues de la Comu- inmediatamente al cielo, ó primero al purgatorio?

cion. Enséñanos el Apóstol que tenemos obligación
, Qué nos importa? Loque interesa es que podamos de interceder por toda clase de personas; y en efecto,
hacer de manera quenunca ofendamos á nuestro Se- nada adelantarémos en la obra de la santificación pro-
ñ o r a d o r a b l e ; pues de lo contrario , estemos seguros pia si no procuramos promover los intereses de Jesús
de incurrir en alguna culpa. en las almas de nuestros prójimos. Quéjanse muchos
de que no aprovechan en la virtud, que no consiguen
SECCION VIL . mortificar sus malas pasiones, sus flaquezas pecami-
nosas y su enojoso amor propio: encuéntranse hoy en
Cómo aumentaremos los intereses de Jesús. el mismo estado que un año ha, y esto les sirve de
grande desconsuelo. No raras veces esta falta de ade-
Tales son los intereses de Jesús, cuyo aumento lantamiento en la vida espiritual nace de su egoísmo,
constituye la grande obra de nuestra Confraternidad;, es decir, de no cuidarse más que de sí mismos: creen
ó más bien, estos son los ejemplos y modelos de di- que nada tienen ellos que ver con las almas de sus
chos intereses. Parecerá ciertamente extrañoque para hermanos, intereses de Jesús y oracion de interce-
tan grande obra escogiese nuestro Señor amoroso sión; y como no hacen cosa alguna para merecer
unos pobres y viles instrumentos, cual somos nos- mayores gracias, consérvanse siempre á tan bajo ni-
otros ; pero ¿no es por ventura Aquel mismo Señor que vel. La Confraternidad espera otra cosa de nosotros, y
eligió á simples pescadores y. remendadores de redes nos enseña á pensar de muy diferente manera.
para ser sus apóstoles y convertir el mundo? Verdad Pero conviene no olvidar que los intereses de Jesús
es que tenemos bastantes culpas personales en que no siguen la misma regla que los intereses del mun-
ocuparnos, no pocas imperfecciones que corregir, y do : si no tenemos esto muy presente, no tardarémos
que no existe rincón de la tierra, que sepamos, donde en desmayar al más pequeño bien que nos parezca
"estar haciendo. La mayor parte de los intereses de Je-
los intereses de Jesús corren tan inminente nesgo
sús son intereses invisibles: sobre la fe es preciso que
como en nuestra propia alma. Pero así y todo, preci-
fundemos la eficacia de la oracion. Nunca sabrémos
so es que seamos apóstoles, y ¡ay de nosotros si no lo
hasta el último dia todas las respuestas que se dieron
somos! Deber nuestro es ponernos al servicio de las
á nuestras súplicas , ni la influencia que hayan ejer-
almas de nuestros hermanos, áun cuando tengamos
cido sobre la Iglesia durante el trascurso de los siglos.
bastante que hacer con la nuestra propia. El Evange-
lio es ley de amor, y la vida cristiana una vidade ora-
Ved, por ejemplo, la oración de San Estéban al morir zon, y son tan crueles como siempre. ¿Os imaginais
apedreado: dicha oracion alcanzó la conversión de que vuestra oracion no ha sido oida? Pues no puede
San Pablo, que estaba guardando las capas de los haber mayor engaño. Jesús quiere hacer de ese hom-
asesinos del Protomártir. Considerad solamente lo que bre un gran santo, y es mejor para él que sea la víc-
San Pablo ha hecho, hace y continuará haciendo tima inocente de semejante injusticia. Miéntras tan-
hasta el fin del mundo. Pues bien; todas las maravi- to concedióle Jesús, por intercesión de vuestras ora-
llas que obre el Apóstol, obras son también de San ciones, una nueva gracia á que él correspondió; de
Estéban: todo es debido á su oracion. Así ¿quién suerte que actualmente, por vuestro Padre-nuestro y
sabe? quizá alguno pida las oraciones de la Confra- Ave-María ocupa en el cielo, y por toda la eternidad,
ternidad para remover los obstáculos que se oponen un lugar más elevado que aquel que hubiese llenado
á su vocacion á la vida religiosa ó estado eclesiásti- sin esa persecución. En su corona lleva engarzada
co , y tal favor le sea otorgado por nuestras oracio- una perla brillante, que de otro modo no hubiera con-
nes en la tarde de cualquiera domingo. Hácese sa- seguido ; vosotros la veréis y admiraréis un dia en la
cerdote , y salva centenares de almas; estas almas gloria, y sabréis entónces que vuestro Padre-nuestro
salvan á otras, unas ordenándose de sacerdotes, otras y Ave-María fueron quien allí la colocaron. Así igual-
abrazando el estado religioso, y otras, en fin, siendo mente sucede con el Papa, Iglesia, órdenes religio-
en el mundo honrados padres de familia. Y así irá sas y, en fin, con todo lo que tiene alguna relación
la oracion continuando su tarea, y es muy verosímil con Jesús. Los intereses de Jesús no siguen las reglas
que se la sorprenda trabajando en el silencio de aque- del mundo, sino las reglas de la gracia: es preciso
lla noche, cuando la tierra vuelva de su sueño para medirlos con diferentes medidas, y no usar nunca las
ver al Señor venir del Oriente. medidas del mundo. Todos nuestros pesos, medidas y
Así, pues, no os afanéis demasiado por buscar monedas deben ser del Santuario. Nunca Jesús fué
frutos visibles y públicos resultados. No raras veces tan glorioso, como cuando se dejó enclavar en la
lo que el mundo llama desgracia, llega á ser la buena Cruz; pero el mundo necio imaginábase entónces
fortuna de Jesús. Por ejemplo: un hombre sufre una que había triunfado y conseguido una completa vic-
grande injusticia por tener la dicha de ser católico; toria. Impórtaos, pues, sobremanera tener esto muy
rogáis por él, y la injusticia con todo prosigue ago- presente. Es de fe que Dios oye siempre las oraciones
biándole , y los malvados llevan aparentemente ra- bien hechas y en un grado superior á nuestras más
entusiastas esperanzas, mas sin permitirnos ver cómo que han hecho á Inglaterra una nación grande y al-
lo liace: menester es creerlo con la fe. Estemos con tiva, contribuirán igualmente á fomentar los intereses
de Jesús y estender su reinado sobre la tierra. Regúla-
todo seguros, que al fin no seremos en ellas defrau-
se hoy todo por los ojos, nó por la fe. Si emprenden
dados.
los católicos una obra cualquiera, y les pareceque pro-
SECCION VIII.
duce escasos resultados, véseles luego desmayar,
La oración, medio principal de fomentar los imaginándose que todo llegará á reducirse á nada.
Se da una misión, sálvase una alma ó evítase un pe-
intereses de Jesús.
cado : «¡qué disparate! exclamen : ¡fué obra de
Réstanos decir todavia unas cuantas palabras sobre quince dias, y gastáronse cincuenta escudos!» ¡Y
los medios de que debernos valemos para promover Jesús, sin embargo, para impedir que sea mancillada
losintereses de Jesús. Varios son estos medios: el buen la gloria de su Padre con una sola culpa, está dis-
ejemplo, la predicación, la publicación y distribución puesto á volverá bajar del cielo para ser otra vez
de buenos libros, el dulce razonamiento con el pue- crucificado ! Si no podemos publicar guarismos, ni
blo y la persuasión, valiéndonos de nuestra influen- mostrar grandes resultados, ni satisfacer al mundo,
cia y autoridad de. padres, institutores ó maestros. ó llámese pública opinion, de que estalnos haeiendo
Todos estos medios son buenos, y como de veras ame- " una grande obra á sus mismos ojos , nos ponemos á
mos á Jesús, ninguno desaprovecharemos, conforme trabajar para criticar unos de otros, y pecamos; te-
la ocasion lo reclame, guardando siempre por supues- nemos reuniones públicas, y pecamos; hablamos en
to la modestia propia de nuestro estado y posición que demasía, y pecamos; formamos turbulentos comités,
ocupemos en la vida. Los miembros de la Confrater- y pecamos; desistimos déla obra, y pecamos; y en
nidad podrán servil-sede ellos, según lo permitan las seguida cada uno escribe un comunicado á un perió-
circunstancias; pero el medio, el medio real de la Con- dico, donde probablemente peca también ; y despues
fraternidad , es uno , uno solamente: la oracion. de todo, se vive como ántes. Intentamos ciertamente
emprender una buena obra , pero como nos apoyába-
Orase hoy muy poco: desconsuela efectivamente
mos en principios naturales, acabó con una muche-
ver la poca fe que tienen los hombres en la oracion.
dumbre de pecados. Pues todo esto no reconoce otra
Creen alcanzarlo todo con su ingenio, actividad y
causa que la falta de oracion, y falta de fe en la efi-
propia industria: imagíname, que las mismas causas
cacia de la oracion. Así ¡ no olvidéis que la Confra-
ternidad no conoce otro medio que la oracion! Con- CAPITULO II.
venzámonos que en un siglo y nación sin fe, la fervo-
SIMPATÍA CON JESUS.
rosa oracion ejercerá una grande influencia para con
Dios, y obtendrá de El una recompensa muy señala- Servicio de amor.—La simpatía con Jesús, señal de santidad.
da. A aquéllos que se acordaron de Sion , miéntras Los tres instintos de los Santos.—1.° Celo por la gloria de Dios.
—2.° Susceptibilidad por los intereses de Jesús.—3.° Anhelo por
los demás la olvidaron, túvoles el Señor presentes de la salvación de las almas.—Historia de Santa Jacinta de Maris-
una manera muy singular. Oremos, pues , en una cotti.—Ejemplo de los tres instintos en u n j e s u i t a español.—
Seis ventajas en la aplicación de nuestras indulgencias por las
nación olvidada de la oracion , fiada de sí misma y almas del purgatorio.
apoyada en un brazo de carne ; y Dios así nos asisti-
rá como nunca,. y prosperarán maravillosamente los SECCION PRIMERA.
intereses de Jesús sobre la tierra. ¡ Oh los intereses de
Jesús! ¡ Pluguiera al cielo encendiesen sin cesar nues- La simpatía con Jesús, señal cíe santidad.
tros corazones! La vida es corta, y es mucho lo que
Miéntras Jacob vivió desterrado en casa deLaban,
hay que hacer ; pero la oracion es poderosa , y el
enamoróse de Raquel, hija de Laban, y dijo á su pa-
amor más fuerte que la muerte. ¡ A la obra, pues!
dre : «Te serviré siete años por Raquel;» y la Escritu-
¡ A trabajar, cantando y saltando de gozo, ángeles
ra añade : Asi Jacob sirvió siete años por Raquel, y
y hombres, pecadores y santos, por los intereses, por
no le parecieron más que unos dias por la grandeza
los caros intereses, por los únicos intereses de Jesús!
de su amor. Ahora bien, ¿ no es verdad que no raras
veces nos parece la vida demasiado larga, y los dias
muy pesados? ¿No es la perseverancia una cosa eno-
josa , y nuestros deberes, molestos y desabridos? Una
santa impaciencia por vernos libres de las ataduras
del cuerpo y vivir con Cristo , ¿no nos hace con fre-
cuencia desear la muerte ? El pecado , la facultad y
peligro de pecar, ¿no llegan á sernos insoportables,
y nonos obliganá suspirar por la compañía de Dios
cacia de la oracion. Así ¡ no olvidéis que la Confra-
ternidad no conoce otro medio que la oracion! Con- CAPITULO II.
venzámonos que en un siglo y nación sin fe, la fervo-
SIMPATÍA CON JESUS.
rosa oracion ejercerá una grande influencia para con
Dios, y obtendrá de El una recompensa muy señala- Servicio de amor.—La simpatía con Jesús, señal de santidad.
da. A aquéllos que se acordaron de Sion , miéntras Los tres instintos de los Santos.—1.° Celo por la gloria de Dios.
—2.° Susceptibilidad por los intereses de Jesús.—3.° Anhelo por
los demás la olvidaron, túvoles el Señor presentes de la salvación de las almas.—Historia de Santa Jacinta de Maris-
una manera muy singular. Oremos, pues , en una cotti.—Ejemplo de los tres instintos en u n j e s u i t a español.—
Seis ventajas en la aplicación de nuestras indulgencias por las
nación olvidada de la oracion , fiada de sí misma y almas del purgatorio.
apoyada en un brazo de carne ; y Dios así nos asisti-
rá como nunca,. y prosperarán maravillosamente los SECCION PRIMERA.
intereses de Jesús sobre la tierra. ¡ Oh los intereses de
Jesús! ¡ Pluguiera al cielo encendiesen sin cesar nues- La simpatía con Jesús, señal cíe santidad.
tros corazones! La vida es corta, y es mucho lo que
Miéntras Jacob vivió desterrado en casa deLaban,
hay que hacer ; pero la oracion es poderosa , y el
enamoróse de Raquel, hija de Laban, y dijo á su pa-
amor más fuerte que la muerte. ¡ A la obra, pues!
dre : «Te serviré siete años por Raquel;» y la Escritu-
¡ A trabajar, cantando y saltando de gozo, ángeles
ra añade : Asi Jacob sirvió siete años por Raquel, y
y hombres, pecadores y santos, por los intereses, por
no le parecieron más que unos dias por la grandeza
los caros intereses, por los únicos intereses de Jesús!
de su amor. Ahora bien, ¿ no es verdad que no raras
veces nos parece la vida demasiado larga, y los dias
muy pesados? ¿No es la perseverancia una cosa eno-
josa , y nuestros deberes, molestos y desabridos? Una
santa impaciencia por vernos libres de las ataduras
del cuerpo y vivir con Cristo , ¿no nos hace con fre-
cuencia desear la muerte ? El pecado , la facultad y
peligro de pecar, ¿no llegan á sernos insoportables,
y nonos obliganá suspirar por la compañía de Dios
como un amante por su amado? Pero no son estas las sus en la oracion con semejante frialdad y desabri-
causas del disgusto que experimentamos nosotros, y miento. Efectivamente, la oracion que no es fervoro-
á las que ahora estoy aludiendo: nuestra vida, espe- sa, no es oracion ; es solo una distracción ó irreveren-
cialmente la espiritual, se nos hace pesada por muy cia, y nada más. De aquí se sigue que, exigién-
diferentes motivos. Es ciertamente una tarea enojosa donos la Confraternidad la práctica de la oracion, nos
y que desmaya elcorazon, vivir luchando siempre obliga por lo tanto de una manera muy especial á
con nuestras" malas pasiones , sin conseguir apénas servir á Jesus por puro amor; y como somos tan
resultado alguno. Las tentaciones nos importunan, amantes de la Confraternidad, y deseamos con tan
vivas ansias su prosperidad y engrandecimiento, es
inquiétannos los escrúpulos, y el término de nuestra
ruin ambición no parece se reduce á otra cosa que a este otro de los motivos que nos mueven á examinar,
si es ó no posible servir á Jesus por amor. ¡ Ojalá que
morir , ser sepultados y morar despues en el purgato-
siquiera uno solo de vosotros se resolviese á elio! ¡Qué
rio. ¿Y cuál es la causa de todo esto, más que el no
gozo entónces para el cielo ; qué alegría para Maria;
servir á Jesús por amor? Corno nosotros le sirviésemos
qué consuelo para el Sagrado Corazón de Jesus!
por a m o r , seguramente que nos sucedería lo mismo
¡Una alma más en el mundo, que sirve á Jesus por
que á Jacob, los años nos parecerían dias por la
amor! ¡Dulce Señor mio, el proporcionarnos seme-
grandeza de nuestro amor. Veamos , pues , si es difí-
jante consolacion bien merece mil años de penitencia!
cil servir á Jesús por puro amor.
Ni la arrebolada puesta del sol, ni los cielos sembra-
Sentamos arriba como principio que-el objeto de la
dos de estrenas, ni las espumosas ondas de la mar, ni
Confraternidad no es otro que promover los intereses
los odoríferos bosques y risueños prados son objetos
de Jesús, y que la oracion es el medio, principal de
tan encantadores, como una alma que sirve á Jesus
conseguirlo. Pero enel hecho mismo de haber escogi- por amor en medio de una vida gastada y prosàica.
do la oracion para el logro de dicho objeto , claro está
No hay uno siquiera en el mundo que no desee ser
que exige algo más de nosotros. No es ciertamente
un Santo. Todos quisieran amar á Dios como los. San-
i m p o s i b l e servirá Dios y promoverlos intereses de
tos le amaron; todos quisieran asimismo disfrutar de
Jesús con tibieza, frialdad y desmayo, á la manera esa a l e g r í a -dulcísima é inefable que inundaba su es-
que uno dispensa á otro un favor cualquiera como de píritu ; y todos, por último, quisieran subir directa-
mala gana y, digámoslo así, á remolque; mas no es mente á gozar de las inestimables delicias del cielo
posible servir á Dios y promover los. intereses de Je-
sin tener que pasar por el purgatorio , para ocupar con renunciar á su voluntad propia, arrojándose en
allí el primer asiento que los Santos se merecieran con brazos de la divina; así lo ejecutó San Francisco
su incomparable amor divino. Bien sabemos que nos de Sales. Pues bien; á pesar de todas estas diferen-
separa una larga distancia de semejante estado, y cias, tienen todos ellos un carácter peculiar propio
aun tenemos no pocos motivos para temer no llegar á suyo y ciertos gustos é inclinaciones por los cuales
serlo jamás Fáltanos resolución para practicar las pe- podríamos conocerlos siempre, en cualquiera parte
nosas penitencias y mortificaciones corporales en que que los hallásemos; siendo lo más maravilloso que
ellos se ejercitaron; no tenemos valor para renunciar sus principales particularidades como Santos están
generosamente al mundo, y carecemos de aquel ape- á nuestro alcance, y podemos hacerlas nuestras sin
tito de cruces y trabajos que consumía y devoraba necesidad de milagros estupendos ni rigurosas pe-
sus entrañas; pero ¿quién hay con todo eso que no nitencias.
desee ser un Santo? Pero no vayais con esto á creer que yo sostenga
ser cosa fácil igualarnos á los Santos. ¡Tsó! ¡ nó! so-
No es mi ánimo proponeros ningún precepto di-
lamente afirmo que, si así nos place, en nuestra mano
fícil, ni mucho ménos rigurosas penitencias: tampo-
está apropiarnos no ménos los medios con que ellos
co os exijo cosas que excedan vuestras fuerzas; sola-
amaron á Dios y promovieron los intereses de Jesús,
mente deseo que os fijéis bien en esto. Observad los
que los gustos é inclinaciones que les hicieron tan
Santos de todas las edades, sea la que quiera su histo-
gratos al Sagrado Corazon del Salvador. Más aún;
ria ó género de vida, y veréis, al compararlos entre sí,
luégo al punto llegaríamos á adquirir dichas parti-
que no fueron sus austeridades las que les hicieron San-
cularidades suyas sólo con que fuésemos miembros ce-
tos. Nótanse en ellos, ciertamente, no pocas diferen-
losos déla Confraternidad. Resumiendo decimos, que
cias ; pero no dejan sin embargo de tener bastante se-
si bien los Santos se diferencian entre sí, convienen
mejanza entre sí. Unos obraron milagros durante toda
sin embargo, todos ellos en tres cosas, á saber : —
su vida, como San José Cupertino, religioso francis- l.°.celo por la gloria de Dios—2." susceptibilidad por
cano ; otros acaso ninguno, como San Vicente de Paul los intereses de Jesús—3." anhelo y solicitud por la sal-
—por lo que hace á San Juan Bautista, de quien dijo vación de las almas.
el Salvador cosas tan maravillosas, ni siquiera obró Pero ántes de hablar de cada una de estas tres co-
uno solo;—éstos practicaren espantosas penitencias sas , debo prevenir una mala inteligencia de vuestra
como Santa Rosa de Lima, y aquéllos se contentaron TOMO I . 5
parte. No quisiera , ciertamente, que nada de cuanto to de la Orden Tercera de San Francisco , en Viterbo
llevo dicho inspirase en alguno de vosotros la idea de En nada cambiaron sus gustos ni su carácter: el con-
que no puede llegar á ser un Santo: por poco que mis vento parece que era tan relajado que más no podia
palabras hubiesen contribuido á impediros alcanzar ser; de suerte que hizo en él todo cuanto quiso. Solía
semejante estado, este poco causaría en mi ánimo un decir el glorioso San Alfonso, que era más fácil sal-
d e s a g r a d o profundo ; como quiera que de este modo varse una alma en medio de las delicias del mundo
no habría yo promovido los intereses de Jesús, obje- que en una órden relajada; y por cierto que pocos
to único de esta obrita. Por vía de explicación á mis tuvieron en semejante materia la experiencia de este
expresiones, permitidme os refiera una historia de siervo de Dios.
una Santa , de Jacinta de Mariscotti,. canonizada por Lo primero que hizo nuestra Santa fué construir
Pió VII en 1807. Fué ésta una doncella, italiana de para sí, á expensas suyas, una magnífica habitación,
nación, cuyo carácter distintivo , durante su juven- que adornó lujosamente, y, según escribe su biógra-
tud, consistía en una extremada afición al lujo y las fo . hasta con suntuosidad. Cuidábase muy poco de la
galas. Enviáronla sus padres á educarse á un conven- regla, y si observaba algunos de sus capítulos, como
to- pero todo el tiempo que permaneció en él no se puede suponerse, guardábalos con tibieza y flojedad.
ocupó de otra cosa que de tonterías y frivolidades Era cada vez más vanidosa, y no pensaba sino en
mundanas, y toda su juventud la pasó en una disipa- sí misma; ¡preparación bien extraña para conseguir
ción completa. Durante este tiempo tuvo deseos de la santidad! Así vivió cerca de diez años, en cuyo
contraer matrimonio; y como viese que una hermana tiempo la envió Dios una grave enfermedad, y vién-
dose á las puertas de la muerte, mandó llamar á
había hecho un buen casamiento, y ella no lo
s u y a
un religioso franciscano, confesor del convento,
lograse, llenóse de envidia y de una rabia excesiva. para que la oyese en el tribunal de la Penitencia.
Era de una índole enteramente antipática; y con se- Apénas observó el religioso los ricos adornos de la ha-
mejantes vicios llegó á hacerse tan odiosa, que nadie bitación de aquella religiosa , negóse á oiría en con-
podia sufrirla á su lado. fesión , diciéndola que el cielo no se había hecho
Su padre, tonto y más que tonto, quería que fue- para las monjas que llevaban una vida como la suya .—
se monja; y aunque no tenía ni pizca de vocacion, «¡ Cómo, exclamó ella, y no me he de salvar!»—«El
creía ella, sin embargo, que podría abrazar ese es- único medio . replicóla el confesor, para alcanzar la
tado como otro cualquiera, y así entró en un conven-
salvación consiste en pedir á Dios perdón de todas sus la historia de la vida de Santa Jacinta nos ofrece una
culpas, reparar el escándalo que ha dado, y comen- idea enteramente distinta; á los años de tibieza, de
zar nueva vida.» Echóse entónces la Santa á llorar, pecados veniales y vanidad mundana, sucédese una
y bajando al refectorio, donde ála sazón se hallaba semiconversion; á ésta siguen despues otras peque-
la comunidad, postróse ante las religiosas, y pidiólas ñas conversiones; á éstas otras, y así sucesivamente,
perdón de los escándalos que las había dado. lo mismo que quizá ha acontecido con no pocos de
Pero á pesar de todo esto no se obró en ella un nosotros.
cambio extraordinario, ó á lo ménos heroico: pues no Ved cómo ilustra esta historia la excelente y con-
entrego luégo al punto á la Superiora las ricas galas soladora observación del Padre Baker (Sancta Sophia,
que poseía, y sólo poco á poco fué mudando de géne- página 17o.) — «Por lo que hace á las almas que por
ro de vida. Para que se resolviera á entregarse de lleno respetos humanos abrazaron la vida religiosa, no
á la virtud hasta llegar áser una Santa, fué preciso desmayen por eso creyendo que ya ningún fruto pue-
que Dios la enviase de vez en cuando alguna enfer- den sacar en ella, faltándoles el llamamiento divino;
medad , y que el remordimiento de la conciencia pro- ántes bien confien en que , correspondiendo fielmen-
siguiese con suave pertinacia la tarea de ahondar más te en lo sucesivo al género de vida que han abrazado
y más profundamente en su corazon. por especial providencia de Dios contra sus intencio-
Hé aquí, pues., una historia llena de consolacion. nes y voluntad, la religión que profesan será un be-
Nuestra flaqueza nos arrastra á creer que los Santos neficio infinito para sus almas. No raras veces se ha
visto esto en grandes Santos, luego que Dios les con-
fueron desde la cuna personas extraordinarias que,
cedió luz para ver sus perversas intenciones y gracia
por especial favor del cielo, jamás perdieron la ino-
para rectificarlas: con cuyos medios, quienes comen-
cencia bautismal, y apénas llegaron á sentir la re-
zaron por la carne, acabaron por el espíritu.»—En
belión de sus pasiones, ó al ménos la peor de todas
las casas religiosas, en el estado eclesiástico y hasta
ellas, la de los inveterados hábitos pecaminosos; ó
en la vida devota en medio del mundo ¡ qué aliento
bien nos les representamos como personas en cuya
tan grande no deben infundir en no pocos de nosotros
santificación ha intervenido la Providencia divina de
semejantes palabras y ejemplo para volver á empezar
un modo milagroso, c o m o en la conversión de San
nueva vida, áun cuando la hayamos ántes comenza-
Pablo y de San Ignacio; así es que es cuestión resuel-
do varias veces , y vuelto despuesjjá abandonar! Lo
ta para nosotros el no llegar nunca á ser Santos. Pero
cion de semejante fin. De este primer principio, y de
que todos nosotros necesitamos ahora es imitar los úl-
los dos preceptos de amor de Dios y del prójimo, nace
timos años de Santa Jacinta. en nosotros la obligación de procurar la gloria divina
Pero ¿ cómo alcanzarémos la santidad de los últi- en la salvación del alma de nuestros hermanos como en
mos años de Santa Jacinta pronta y fácilmente? Cul- la nuestra propia. Si amamos á Dios, evidentemente
tivando los tres caracteres arriba mencionados , á sa- serémos celosos de su gloria; y tanto mayor será nues-
ber - c e l o por la gloria de D i o s - susceptibilidad por tro celo, cuanto más encendidosea nuestro amor hacia
los intereses de Jesús y-solicitud por la salvación su divina Persona. Cuando tomamos á pechos un ne-
de las almas. En estas tres cosas consiste la simpatía gocio de Ínteres, estamos seguros de llevarle á cabo
con Jesús, y la simpatía es el fruto y el alimento del con calor y perseverancia. La persona que llega á amar
amor y el amor es la santidad, y un Santo es sim- ardientemente á su Dios,hácese lo que nosotros llama-
plemente aquél que profesa á Jesús más amor que la mos hombre de una idea. Todo lo ve desde un solo pun-
generalidad de las personas piadosas, y á quien el to de vista; los empleos y profesiones son para él otras
mismo S e ñ o r , en recompensa, le ha enriquecido con
tantas calamidades necesarias que le distraen de su
favores especiales. única ocupacion, y no busca en todo y por todo sino la
gloria de Dios: este es su último pensamiento al acos-
SECCION II.
tarse , y el primeroque le asalta al despertar por lama-
ñana. Si obtiene algún puesto, autoridad ó influencia,
LOS TRES I N S T I N T O S D E LOS S A N T O S .
el primer impulso suyo es de ver cómo lo empleará á la
mayor gloria de Dios: si le sobreviene alguna desgra-
1Celo por la gloria de Dios. cia, ó, por el contrario, recibe en herencia una suma
considerable de dinero , esta es asimismo la primera idea
Es una verdad fundamental de la religión, que el
que le sugiere rsu entendimiento: interésase grande-
único fin del hombre en la tierra es glorificar á Dios,
mente por la Iglesia y los pobres, por la educación y
salvando su alma. Éste es nuestro único fin, nuestro
moralización de costumbres, y nopor otra razón, sino
único negocio: todo lo demás no nos importa un ble-
porque estos objetos rebosan gloria divina. Un hombre
do Las criaturas nos ayudan , ó sírvennos de estorbo
del mundo contempla el inmenso sistema de caminos
en negocio de tanto Ínteres , y asi usarémos de ellas,
de hierro y vapores de navegación que cubren el globo
según que contribuyan ó se opongan á la consecu-

.
corno una red: calcula sus resultados probables sobre suele ocurrírsele, como acontece á aquél que ama con
los gobiernos, derechos populares, ciencias, literatu- pasión un objeto , y desea con vivas ansias poseerle.
ra, comercio y civilización, el problema le fascina. Pues esto no es muy difícil de lograr. No hay en
Pues asi sucede también con el hombre de Dios. Con- ello ningún sacrificio costoso de hacer, ningunas es-
templa los mismos objetos, y calcula sus efectos proba- pantosas austeridades que practicar. Comencemos so-
bles sobre los adelantos de las mis iones; discurre acerca segadamente á ejercitarnos en esta devocion: primero
de la influencia que podrán ejercer en favor de la unión un poco, luégo algo más, y así sucesivamente, hasta
de todos los católicos; cómo facilitarán la comunica- que por fin lleguemos á familiarizarnos, y nos sea en-
ción con la Santa Sede, en lo que consiste la inde- teramentehabitual. Todas las mañanas dirijamos á Dios
pendencia de la Iglesia; V cómo, por último, dichos una corta oracion para conseguir de su inefable libe-
objetos y otros semejantes procurarán á Dios un riquí- ralidad una especial gracia de estar siempre buscando
simo tesoro de gloria y bendición. Cuando un hombre su gloria, y luz singular para hallarla. Renovemos dos
se entrega de lleno á la política; sea la del gobierno ó veces al dia dicha intención, pidiéndole semejante fa-
la de la oposicion, no ve cuanto acaece sino, con rela- vor despues de la Comunion, rosario y exámen de con-
ción á las ideas que absorben todas las potencias de su ciencia. Si alguna vez lo olvidamos, no desmayemos
alma. El estado de la cosecha, la probabilidad de uDa por eso, ello vendrá con el uso; y como nosotros He
mala recolección, nuestras relaciones internaciona- guemos á perseverar unos cuantos meses en dicho
les, el descontento interior , el malestar de las clases ejercicio, el mismo Dios empezará entónces á ayudar-
obreras, las bulas papales, son para él otros tantos nos de una manera muy especial. Pero nó ántes ¡te-
asuntos que afectan grandemente al partido político á nedlo muy presente! pues tal es su conducta, esto es,
que está afiliado. Pues así igualmente sucede á la esperarnos algún tiempo, y ver si perseveramos. Dios
persona que ama á Dios de todo corazón: no hay cosa, realmente está ayudándonos sin cesar; de otra suerte
por inverosímil que parezca, que según ella no tenga sería imposible nuestra perseverancia en el bien: sólo
que ver con la gloria divina. No quiere esto decir que que sus socorros no son tan abundantes ni eficaces.
deba estar siempre pensando en semejante asunto con Repito, pues, que esto, como veis, no es difícil de al-
actual intención: esto sería imposible y, en cierta canzar ; y si lo consiguiéramos, en el trascurso de un
manera, superior á la condicion humana; pero sí, que año ¡ cuántas millas np nos aproximaríamos á losSan-
esa es la idea que más le preocupa , y la primera que tos, y cómo prosperarían e n t ó n c e s los intereses de Jesús!
ánimo una angustia horrible; diay noche no hace
SECCION III. otra cosa sino pensar en él; habla con amargura de
su corazón desemejante falta; apénas puede disfru-
2.° Susceptibilidad por los intereses de Jesús. tar un momento de reposo, y continuamente se la ve
inquieta y sobresaltada. Sus amigos no conciben
Empleo de propósito esta palabra, porque no co- cómo ló toma tan á pechos.-«¿Pues qué tiene ella
nozco otra que exprese con tanta exactitud mi pensa- que ver, dicen, con semejante escándalo, ni qué
miento. Nosotros sabemos perfectamente qué es la responsabilidad puede caberla en dicho asunto?» Así
susceptibilidad por nuestros propios intereses y los de es que están prontos á acusarla de afectación; pues
aquellos que son nuestros amigos ó allegados. Ofen- no ven que todo el amor de su amigo es por Jesús., y
démonos á la más ligera insinuación ó sospecha de que es para su espíritu un verdadero martirio la más
un ataque; constantemente estamos acechando con mínima injuria que se infiera á los intereses de su
recelosa suspicacia, como si todos cuantos se nos amoroso Señor. Seguramente que no podrían ellos
acercan, abrigasen contra nosotros algún designio sufrir con calma verse enredados por espacio de un
siniestro. Cuando tal imaginamos, al punto nos da- mes en un pleito odioso é injusto; pero ¿qué es todo
mos por ofendidos, y denunciamos á nuestros ofenso- esto comparado con el más liviano tropiezo puesto en
res como á enemigos: ó si nuestra suspicacia no llega la senda de los intereses de Jesús? Los que así obran
á este extremo, les censuramos con acritud, ó bien preciso es que abriguen en su corazon alguna pre-
perdemos la calma, y les hablamos con cierto desa- ocupación ménos cristiana.
brimiento. Aplicad, pues, todo esto á los intereses de Otra manera de manifestarse esta susceptibilidad
Jesús, y os habréis formado una idea cabal de lo que por los intereses de Jesús consiste en la exquisita de-
es un Santo. Sin embargo, áun las personas virtuo- licadeza y viva detestación de la herejía y falsa doc-
sas no comprenden dicha exquisita delicadeza, y trina. La pureza en la fe es uno de los más caros in-
hasta la condenan como una extravagancia ó indis- tereses de Jesús; y en su consecuencia, aquel que
creción , solamente porque ignoran qué es servir á ama con encendido amor á su Señor y Maestro, forzo-
Dios con servicio de amor. Cuando una persona ex- samente ha de sufrir una horrible angustia, superior
tremadamente sensible por los intereses de Jesús oye á todo encarecimiento, con la enseñanza de una falsa
cualquiera escándalo, luego al punto siente en su doctrina, especialmente entre católicos. Toda opinion
que redunde eu olvido de nuestro Señor, en deprecia- el hábito déla caridad estuviese en ella perfectamen-
ción de su gracia, en deshonor de su Madre, en de- te formado. Esto no raras veces redunda en descrédi-
trimento délos Sacramentos, en menoscabo, por mí- to de la devocion, pues no hay personas que sean
nimo que sea, de las prerogativas de su Vicario en la juzgadas con tanta severidad como aquellas que ha-
tierra; aunque se emita incidentalmente y en con- cen profesion de vida devota. Pero no desmayen por
versación pasajera, púnzale con tal viveza, que has- eso: acuérdense que es preciso que tengan al princi-
ta llegar á sentir un sufrimiento corporal. Las perso- pio sus faltas é imperfecciones; que deben subir los
nas irreflexivas se escandalizan hasta cierto punto de escalones ménos suaves de la vida espiritual; que no
sensibilidad tan extraña; pero, es únicamente porque pocas veces, y esto debe servirles de grande consola-
no saben apreciar en cosas espirituales una delicade- cion, miéntras los hombres las condenan, Jesús las
za que, en objetos terrenos, les parecería lo más na- absuelve; y por último, que las imperfecciones mis-
tural del mundo. Así es que no hallaréis un solo San- mas de su tierno amor agradan grandemente al Se-
to que no haya conservado viva en el fondo de su co- ñor, al propio tiempo que son odiosas á sus divinos
razon esa pena del amor, esa incapacidad para oir ojos la crítica y moderación pomposa de sus detrac-
impasible el ruido de la herejía ó falsa doctrina; y tores.
aquél que no la experimente, es seguro, como el sol Ahora bien; no seria difícil cultivar esta sensibi-
está en los cielos, que no ama á Jesús sino con pobre lidad y exquisita delicadeza por los intereses de Jesns,
y mezquino amor. no obstante de ser uno de los principales instintos de
los Santos. ¿No valdrá, pues, la pena de ensayarlo?
Manifiéstase igualmente dicha susceptibilidad,
¿Puede acaso haber mayor placer en la vida que ser-
conforme la ocasion lo requiere, en todos los intere-
virá Jesús por amor? Hoy mismo podríamos empezar:
ses de Jesús de que hablamos en el capítulo anterior.
ninguna dificultad hay en ello; ningún cambio re-
Una observación, sin embargo, debemos hacer aquí.
pentino ni violento se necesita obrar en nuestro gé-
Sucederá con frecuencia que una persona en cuyo
nero de vida. Pensemos un poco más sobre el divino
corazon no ha echado todavía el amor divino hondas
amor, pidamos también algo más amor, y ya nos ha-
raíces, sea indiscreta, impaciente, descortés y desa-
llamos en la verdadera senda: la Confraternidad, sin
brida; sospechará donde no haya ningún motivo para
trabas ni obligación alguna, pénenos en el princi-
ello, y no podrá sufrir con calma la indiferencia y
pio de dicho camino.
Maldad de los demás, comolosufriría,, ciertamente, si
salvación de cada una de esas almas condenadas! ¡Y
todas ellas podrían encontrarse ahora despidiendo
SECCION IV.
vivísimos rayos de resplandor y hermosura en la cor-
te celestial! ¡Y esas almas quizá nos amaron, y nos-
3.° Solicitud por la salvación de las almas.
otros las amamos igualmente; y no poco había, por
Este es el tercero y último instinto de los Santos, cierto, que amar en ellas! Fueron generosas, afables
que nos pone en simpatía con Jesús. El mundo y los y caritativas; pero amaron el mundo , dejáronse lle-
intereses materiales del'mundo' están todos contra var de sus malas pasiones, crucificaron de nuevo,
acaso sin pensarlo, ánuestro Señor, y ahora están
nosotros, y llévannos tras sí. Nos impresiona muclio
condenadas, ¡ eternamente condenadas!
más lo que vemos con los ojos corporales, que aque-
llo que contemplamos con la lumbre de la fe. Jesús, ¡Qué maravilla que los siervos de Jesús giman por
sin embargo", vino al mundo para salvar las almas, quienes el mismo Jesús gimió también! Así es que se
derramó por ellas su Preciosa Sangre y por ellas mu- les ve siempre solícitos por misiones, escuelas, órde-
rió: prosperan sus intereses, á proporcion que las nes religiosas, ejercicios espirituales , indulgencias y
almas se salvan, y menoscábanse, á medida que se jubileos; constantemente están llenos de planes, y si
condenan. El alma es la única cosa digna de todos nó de planes , á lo ménos de oraciones; cuídanse poco
nuestros cuidados. ¡Condenarse una alma , y conde- de toda otra cosa que no sea el importante negocio
narse para siempre ! ¡ Quién es capaz de sondear el de la salvación de las almas, y todo lo sacrifican por
e l l a s . N a d a les importa recibir desaires, sufrir chas-
horror de semejante desventura! ¡Quién puede for-
cos é incurrir al principio en algún engaño, pues son
marse una idea exacta del abismo de la ruina, de la
todo por las almas. Por ellas comienzan de nuevo to-
inconmensurabilidad de la desdicha, déla insopor-
dos los dias á levantar planos y tirar nuevas líneas;
tabilidad del tormento y del irreparable abandono de
y no se desaniman, porque no vean claramente si
la desesperación de una alma eternamente conde-
habrá hombres y dinero para continuar las obras que
nada! ¡Y Santa Teresa vió no obstante en espíritu,
emprenden; su consolacion es, que toda obra por las
que se agolpaban las almas diariamente en confuso
almas es por su propia virtud una obra completa, y
tropel á las puertas del infierno,' como los monto-
completa para miéntras subsista; pues toda dispensa-
nes de hojas secas que forma el viento de otoño! ¡Y
ción de la gracia y de la Preciosa Sangre es una cosa
Jesús estuvo tres horas pendiente en la Cruz por la
apetecible y gloriosa en sí misma. Hé aquí por qué la más que ninguna otra cosa á asegurar nuestra pre-
Iglesia, madre amorosa de las almas, se afana tanto destinación. Hé aquí las tres cosas que la Confrater-
en fomentar esos estímulos temporales de retiros espi- nidad procura formar en nosotros. Ya hemos visto
rituales, misiones y jubileos: semejantes prácticas cuán fácil es adquirirlas, bástanos aprender á amar y
son completas por sí mismas, y para miéntras duren; servir á Jesús por puro amor: no hay sexo, edad ni
de aquí, que al propio tiempo que unos se ocupan en condicion que no sean igualmente convenientes para
parlar, y fisgar, y criticar, y resfriar, y desanimar á la práctica de estas tres cosas. ¡Qué cambio tan radi-
los demás, aquellos que aman á Jesús prosiguen tra- cal no se obraría en el mundo, .si unos cuantos aco-
bajando en la salvación de las almas con simplicidad metiesen semejante empresa y la prosiguiesen con
de corazon, sin pensar en mañana. calma apacible en la vida ordinaria y oraciones de
Volúmenes enteros podrían escribirse acerca de cada dia!
esta pasión por las almas, que se halla en toda perso- Cuando muere un sujeto en las primeras capita-
na que profese un tierno amor á Jesús. No es encar- les de Europa. suelen decir sus amigos en elogio de su
go hecho solamente á Pedro, sino también á todos actividad, energía y tenaz perseverancia: — « Ese
los que aman : «Una vez convertido confirma á tus hombre ha vivido solamente para llevar á cabo aque-
hermanos. — ¿Me amas más que éstos?—apacienta lla importante línea férrea: su objeto exclusivo no fué
mis corderos.» Efectivamente, ¿no tenemos cada uno otro que arrancar al Gobierno un plan de educación
de nosotros un sinnúmero de medios con que contri- más científico en favor del pueblo; se consagró con
buir á la salvación de las almas? Y por la intercesión todas sus fuerzas á la causa del Libre-Cambio, ó bien
al ménos ¿ no quedan enteramente abiertos los teso- fue un verdadero mártir de sus gestiones por la Pro-
ros de toda la Iglesia á, la influencia alegre y efi- tección. Esta fué su vínica idea; crecía en él con la
caz de nuestras oraciones igualmente que al mismo edad; no pensaba en otra cosa, ni perdonó tiempo ni
Papa? gastos para hacer adelantar un solo paso su causa fa-
• Los Santos están principalmente formados con es- vorita y los intereses á que estaba tan apegado: tal
tas tres cosas:—celo por la gloria de Dios — suscep- fué su monomanía. "Desempeñó admirablemente su
tibilidad por los intereses de Jesús—solicitud por la cometido , porque puso en ello todas sus potencias y
salvación de las almas: estos tres instintos constitu- sentidos: el mundo tiene, pues, una deuda de grati-
yen el carácter más bello y angelical, y nos ayudan tud que pagarle.» — Ahora bien ¿por qué no debería
TOUÜ I. 6
decirse igualmente de nosotros:-«Ha muerto; fué ridad; pero ¿ cuál de los dos era el más tierno ? ¿ cuál
un hombre de una sola idea, no se cuidaba de otra más agradable á Jesús? Como este buen Padre era de
cosa sino de que viniese el reino de Dios, y se hiciese un corazon sumamente compasivo, inclinábase más
su voluntad así en la tierra como en el cielo. Seme- hacia la pobrecita alma abandonada, á causa preci-
jante propósito consumía y-devoraba sus entrañas; samente del desamparo mismo en que se encontraba;
velando y durmiendo no le ocupaba ningún otro pen- produciendo una horrible angustia en su ánimo tener
samiento; nada le arredró; por su idea favorita no que abandonarla á su olvido. Pero se decidió al fin en
perdonaba tiempo ni gastos, y cuando esto le falta- favor de la primera: y hé aquí las razones que le mo-
ba , escalaba el cielo con oraciones. No tomaba ínte- vieron á tomar semejante resolución. —«Si bien es
res por ninguna otra cosa; esto fué su alimento y be- cierto, decíase á sí mismo, que atendiendo al exceso
bida, y lo que embargaba todo su ánimo, ¡ y y a ha de la miseria, el acto más grande de misericordia con-
muerto!» Efectivamente , ha muerto; pero miéntras siste en aplicar la indulgencia por el alma más nece-
el otro dejóse acá sus vías férreas y su pan barato, sitada, la caridad es sin embargo una virtud más ex-
nuestro amigóse llevó consigo al tribunal de Jesús celente que la misericordia, y el acto más subido de
todo su amor, todas sus penitencias y oraciones; y lo caridad consiste en ofrecer la indulgencia por el alma
que allí estas cosas han hecho en favor suyo , ni el que más amó á Dios, no buscando en ello otra cosa
ojo vió, ni el oído oyó , ni el entendimiento humano que la mayor gloria del Hacedor como Criador de esa
alma; pues se halla más cercana á su entrada en los
concibió jamás.
cielos, donde al punto empezará á glorificar á Dios
P o n d e r a d , pues, detenidamente estas tres cosas,
de un modo inefable con sus alabanzas y felicidad.»—
estos tres suaves instintos délos Santos, este servicio
Aquí había celo por la gloria de Dios.— «Además, el
de Jesús por amor. ¿Quereis ver el efecto que produ-
alma no es propiamente la victoria completa de Jesús
cen en un corazon piadoso áun en las cosas más pe-
hasta que no arriba al puerto dichoso de la gloria, y
queñas ? Pues vais á verlo. Cierto jesuíta español no
la presenta nuestro adorable Redentor al Eterno Pa-
podía resolver si sería mejor ganar una indulgencia
dre como trofeo de su Sagrada Pasión. ¿Y no será me-
por el alma del purgatorio más abandonada y olvida-
jor hacer esperar en el purgatorio á la pobre alma
da, ó bien por aquella que se hallase más próxima á
abandonada, que á Jesús en el cielo ? Y la pesadum-
su libertad y entrada en la gloria. Veíase enteramen-
bre que se experimenta dejando en su abandono al
te embarazado, ambas cosas eran tiernos actos de ca-
alma más olvidada ¿no ejercerá alguna influencia so- tarde de ese dia (1). Por otra parte sabemos que el
bre Jesús, y no alcanzará algún socorro en favor de alma más abandonada fué la devocion especial de
dicha pobrecita alma desamparada?»—Aquí había San Vicente de Paul (2); pero las almas desampara-
una susceptibilidad y sensibilidad exquisitas por los das fueron el objeto de la vocacion del Santo, y su
intereses de Jesús. - « P e r o aparte de todo esto, pro- herencia y posesion.
seguía el piadoso jesuíta, cuanto menos retarde su Había aprendido el piadoso jesuíta á darse razón
entrada en el cielo el alma que se halla á él más cer- en todo cuanto obraba: no digo yo que debáis vos-
cana , tanto más pronto empezará á conseguir de otros ser tan singulares; pero como quiera que sea,
Dios toda suerte de gracias para mi alma y la de to- este ejemplo nos muestra muy á las claras cómo pue-
dos los pecadores que existen en la tierra. »—Aquí den las tras cosas penetrar insensiblemente en una
había solicitud por la salvación de las almas.—En alma piadosa, influyendo en sus más minuciosas ac-
vista de estas razones se resolvió á ofrecer sus indul- ciones y devociones más ocultas. Tal es el único ob-
gencias por el alma más cercana á su rescate, pero jeto de este pequeño tratado. Mi ánimo es recoger
no sin exhalar al propio tiempo un fervoroso suspiro, para vosotros, de las Vidas de los Santos y obras de
y dirigir asimismo una mirada compasiva á María, y escritores espirituales, cierto número de prácticas fá-
concebir una esperanza fundada de que Jesús había ciles y gustosas que, al propio tiempo que contribu-
de obrar alguna cosa extraordinaria á favor del alma yan á formar en vuestras almas dichos tres instintos,
desamparada. os ayuden á promover los intereses de nuestro Jesús
Parece que esta decisión del buen Padre tiene en amoroso en todos los momentos de vuestra vida. y así
favor suyo una respetable autoridad, pues entre las llegueis á asemejaros á los Santos por los J medios más
revelaciones hechas á Sor Francisca del Santísimo placenteros que podáis imaginaros.
Sacramento, religiosa carmelita española, una de Escoged de entre estas prácticas aquellas que más
ellas tiene por objeto el asunto que nos ocupa. Decla- os agraden: ninguna es obligatoria; todas son en-
róla el Señor cómo distribuía casi todos los sufragios teramente voluntarias. Ni siquiera teneis la obliga-
de la Iglesia universal del dia de Animas entre todas ción de elegir, caso de hacerlo , la mejor, la más ex-
aquellas que se hallaban más cercanas á la gloria,
manifestándola al propio tiempo la innumerable mu- (1) Vita, p á g . 171.
chedumbre de almas que salían del purgatorio en la (2) Peintpar sesEcrits, pág. 258.
— 6 4 -
á nuestra elección? Sin embargo, por el momento voy
celente y perfecta, porque es muy posible que no sea
á resolverme por una de estas opiniones, ateniéndo-
la más provechosa á vuestras almas. Escoged, pues,
me estrictamente á lo que han dicho los teólogos y
aquella que más os guste; 110 es necesario que cam-
escritores espirituales: paréceme que arrojará mucha
biéis vuestras devociones en mortificaciones: esta es
luz sobre las tres cosas por que estoy abogando.
una de las nociones erróneas que los convertidos de-
berían apresurarse á desechar de su cabeza. Suena Siendo la gracia un don tan excelente, preciso es
bien al oido, pero produce males, y acaba por hacer- que procuremos aumentarle por cuantos medios estén
nos descuidados. Mi ánimo es atraeros dulcemente á á nuestro alcance; y pocos medios existen con que
servir á Jesús por puro amor, y así deseo que os rego- podamos conseguirlo con mayor rapidez, como cam-
cijéis y sigáis vuestra inclinación en las devociones: biando nuestras satisfacciones en méritos. Verifícase
hé aquí lo que la Madre Juliana de Norwich está este cambio ganando indulgencias por las almas del
siempre inculcándonos en sus Revelaciones. purgatorio. Con semejante devocion adquirimos riquí-
simos tesoros espirituales, y al propio tiempo que es
acepta á Dios, aprovéchanos grandemente á nos-
SECCION V. otros mismos. Examinemos, pues, algunos de los fru-
tos de esta devocion, ora para animarnos á ser más
Seis ventajas en la aplicación de nuestras indul-
liberales hacia esas hijas de Dios y esposas del Espí-
gencias por las almas del purgatorio. ritu Santo, ora también para socorrerlas con las ora-
ciones y satisfacciones de nuestras buenas obras, ofre-
Deseo con tan vivas ansias que os penetreis bien ciéndoselo todo sin temor de que perdamos nada en
de los principios arriba sentados, que no acabaré este ello. Efectivamente, ganará inmensamente aquél
capitulo sin ilustrarlos por medio de una cuestión que que, no reservándose cosa alguna para sí, ofrezca to-
os es familiar á todos vosotros. Unos, no lo ignoráis, das sus satisfacciones é indulgencias en favor de las
aplican todas sus indulgencias por las almas del pur- esposas fieles de nuestro amoroso Redentor detenidas
gatorio; otros resérvanselas para si; pero ni éstos ni en aquella horrible mansión de penas y tormentos.
aquéllos tienen ningún derecho para censurarse mu-
El primer fruto de esta devocion consiste en un
tuamente. ¿Con qué título se atreverían á afirmar
grande acrecentamiento de nuestros méritos. De las
que no somos libres para seguir cualquiera de los dos
tres cosas comprendidas en las buenas obras del jus-
partidos, cuando la misma Iglesia afirma que lo deja
— 6 4 -
á nuestra elección? Sin embargo, por el momento voy
celente y perfecta, porque es muy posible que no sea
á resolverme por una de estas opiniones, ateniéndo-
la más provechosa á vuestras almas. Escoged, pues,
me estrictamente á lo que han dicho los teólogos y
aquella que más os guste; no es necesario que cam-
escritores espirituales: paréceme que arrojará mucha
biéis vuestras devociones en mortificaciones: esta es
luz sobre las tres cosas por que estoy abogando.
una de las nociones erróneas que los convertidos de-
berían apresurarse á desechar de su cabeza. Suena Siendo la gracia un don tan excelente, preciso es
bien al oído, pero produce males, y acaba por hacer- que procuremos aumentarle por cuantos medios estén
nos descuidados. Mi ánimo es atraeros dulcemente á á nuestro alcance; y pocos medios existen con que
servir á Jesús por puro amor, y así deseo que os rego- podamos conseguirlo con mayor rapidez, como cam-
cijéis y sigáis vuestra inclinación en las devociones: biando nuestras satisfacciones en méritos. Verifícase
hé aquí lo que la Madre Juliana de Norwich está este cambio ganando indulgencias por las almas del
siempre inculcándonos en sus Revelaciones. purgatorio. Con semejante devocion adquirimos riquí-
simos tesoros espirituales, y al propio tiempo que es
acepta á Dios, aprovéchanos grandemente á nos-
SECCION V. otros mismos. Examinemos, pues, algunos de los fru-
tos de esta devocion, ora para animarnos á ser más
Seis ventajas en la aplicación de nuestras indul-
liberales hacia esas hijas de Dios y esposas del Espí-
gencias por las almas del purgatorio. ritu Santo, ora también para socorrerlas con las ora-
ciones y satisfacciones de nuestras buenas obras, ofre-
Deseo con tan vivas ansias que os penetreis bien ciéndoselo todo sin temor de que perdamos nada en
de los principios arriba sentados, que no acabaré este ello. Efectivamente, ganará inmensamente aquél
capitulo sin ilustrarlos por medio de una cuestión que que, no reservándose cosa alguna para sí, ofrezca to-
os es familiar á todos vosotros. Unos, no lo ignoráis, das sus satisfacciones é indulgencias en favor de las
aplican todas sus indulgencias por las almas del pur- esposas fieles de nuestro amoroso Redentor detenidas
gatorio; otros resérvanselas para si; pero ni éstos ni en aquella horrible mansión de penas y tormentos.
aquéllos tienen ningún derecho para censurarse mu-
El primer fruto de esta devocion consiste en un
tuamente. ¿Con qué título se atreverían á afirmar
grande acrecentamiento de nuestros méritos. De las
que no somos libres para seguir cualquiera de los dos
tres cosas comprendidas en las buenas obras del jus-
partidos, cuando la misma Iglesia afirma que lo deja
to, esto es, mérito, impetración y satisfacción, la
infinita, Y el gozar sin embargo de los bienes eter-
más excelente de todas es el mérito. Por el mérito lle-
nos , aun en el grado más bajo, á costa de los más
gamos, a hacernos más queridos de Dios y amigos
atroces tormentos, debería considerarse como un es-
más íntimos suyos, recibiendo mayores gracias y ad-
pecialísimo favor. A esto debemos añadir, que esta-
quiriendo así un nuevo título á mayor gloria. Aquel
mos obligados á hacer siempre lo que sea de mayor
que cambiase todas las satisfacciones de sus buenas
agrado de Dios, no buscando nuestro ínteres y pro-
obras en otros tantos méritos nuevos, ademas del mé-
pia conveniencia, sino su santísima voluntad. Ahora
rito que ántes hubiese contraído, ganaría indudable-
bien; el agradar á Dios es una cosa mejor que evitar
mente en el cambio nuevos méritos por la razón si-
el sufrimiento; pero la persona que se reserva para
guiente. La gloria de los bienaventurados es, sin
sí sus indulgencias y satisfacciones propónese eludir
comparación, un bien más grande, que mal las pe-
el sufrimiento; miéntras, por el contrario, aquella
nas del purgatorio; y consiguientemente, el derecho
que lo ofrece todo por las almas del purgatorio, no
á mayor gloria es una cosa mejor que el derecho á
intenta otra cosa sino agradar á Dios. Y hé aquí por
menor pena. Quien ofrece, pues, las indulgencias y
qué llega á ser esta última más querida suya por un
satisfacciones de sus buenas obras por las almas del
refinamiento de amor en este ejercicio heroico de mi-
purgatorio, cambia todas las satisfacciones suyas en
sericordia y caridad á que no estaba obligada, y que
otros tantos méritos. En semejante caridad hay un
practica con entera y suave independencia de su vo-
acto heroico de inestimable valor, que le procurará
luntad.
la vida eterna por medio de las satisfacciones cambia-
das en méritos, que como simples satisfacciones de El tormento que sufren las ánimas benditas no les
nada le hubieran servido para la consecución de di- proporciona ninguna ganancia ni provecho con que
cho fin. Esto merece reflexión. Además de ser la glo- puedan aumentar sus merecimientos; y así, cuanto
ria un bien mayor, que mal el purgatorio, es menes- más tiempo estén detenidas en el purgatorio, tanto
ter recordar igualmente que el aumento de gloria es más se prolongará la época de verse privada la Jeru-
una cosa eterna, miéntras que la pena del purgato- salen celestial de sus ciudadanos, y la Iglesia mili-
rio es solo temporal, pues temporal es el purgatorio tante de nuevos protectores y abogados para con Dios.
mismo; de suerte que la distancia entre el aumento de De aquí nace otro fruto de esta devocion. El alma que
gloria y la pena del purgatorio, digámoslo así, es rescatamos del purgatorio, contrae una obligación
especial hacia nosotros, ya por el beneficio singular
que la dispensamos haciéndola entrar más pronto en Dios con fervor y ternura, jamás podrá sosegar hasta
la gloria, ya también á causa de los espantosos tor- que no haga cuanto esté en su mano para ensalzar y
mentos de que la libramos; así es que está obligada glorificar á la infinita Majestad de su Criador y Se-
á obtener de Dios á favor de sus bienhechores conti- ñor ; pero como son innumerables las miserias y pe-
nuas gracias y mercedes. Los bienaventurados saben cados de esta vida, no es posible que honremos y re-
que es infinito el bien que recibieron, y como son tan verenciemos á la divina y soberana Majestad como
agradecidos, esfuérzanse por mostrar un reconoci- los bienaventurados en el cielo. ¡Qué gozo, pues, y
miento proporcionado á la grandeza del beneficio. qué consolacion la nuestra, considerar que aquéllos
Quien ofrezca, pues, sus indulgencias por las almas á quienes libramos del purgatorio están ahora su-
benditas del purgatorio, tendrá en la corte celestial pliendo por nosotros en el cielo esta grande obra, y
innumerables agentes que miren por sus eternos in- que mientras nos hallamos nosotros todavía aquí,
tereses ; y mayor bien es para el hombre asegurar su ellos ya han empezado sus alabanzas y adoraciones!
salvación aquí en la tierra por medio de las gracias Es indudable que no hay ninguna alma en el purga-
que le procura esa muchedumbre de gloriosos protec- torio ménos santa que la nuestra, y ninguna asimis-
tores suyos, que evitar el riesgo de vivir algún tiem- mo que no esté más aparejada para glorificar á Dios.
po más en el purgatorio á causa de haberse enajena- Siendo esto así, hemos debido ya seguramente haber
do de todas sus indulgencias y satisfacciones. Mas no conducido al cielo alguna alma que ahora estará dan-
solamente ganamos la amistad de las almas que res- do á Dios mayor gloria que aquella que nosotros pu-
catamos , ganamos asimismo el amor de sus Ángeles diéramos rendirle, encontrándonos allí. De modo que,
de guarda, el de los Santos de quienes ellas fueron miéntras nosotros nos hallamos aquí comiendo, be-
especialmente devotas, así como el cariño del Sagra- biendo, durmiendo ó trabajando, allá en el cielo—
do Corazón de Jesús, por el placer inefable que le ¡ oh pensamiento tierno y dulce consolacion!—el alma
proporcionamos con el rescate y entrada en la gloria ó almas á quienes procuramos tan dichosa mansión,
de sus esposas queridas. velarán y ensalzarán sin cesar la Majestad del Al-
tísimo.
Pero existe un tercer fruto de esta devocion, que
hace mucho á nuestro propósito. Es ciertamente un Pero no es esto todo, pues hay todavía un cuarto
beneficio singular tener en el cielo alguno que ame, fruto en esta generosa devocion. No solamente ga-
alabe y glorifique á Dios por nosotros. Quien ame á namos inapreciables tesoros para nosotros mismos; los
adquirimos asimismo á favor de los demás por el turada. Es más: los predestinados y la naturaleza en-
gozo inefable que proporcionamos tanto á la Iglesia tera reciben un placer singular, viendo que ha entra-
triunfante como á la militante. Grande es la fiesta do una nueva criatura en el gozo de su Criador y
que se celebra en el cielo al aumentarse el número de Señor.
sus ciudadanos. En efecto , si es allí indecible el gozo Además tenemos un quinto fruto en dicha devo-
por un pecador que hace penitencia, á pesar de po- ción. El amor no sufre dilaciones, ¿y permanecerá
der todavía volver á la culpa, ¿cuál no debe ser el re- ocioso, acaso años enteros, un tesoro que puede obrar
gocijo de la corte celestial en la entrada de ese nuevo maravillas por la gloria de Dios é intereses de Jesús?
ciudadano, incapaz ya de tornar nunca al pecado? Al presente quizá no tengamos ninguna necesidad de
Regocíjase su Ángel de guarda, y recibe mil para- nuestras indulgencias y satisfacciones, las cuales, si
bienes de los espíritus celestiales por el feliz éxito de entran en el tesoro de la Iglesia ¿quién sabe los años
su tutela: regocíjanse también los Santos de quienes que podrán trascurrir sin hacer de ellas ningún uso,
el alma fué especialmente devota, los parientes, los aun cuando fuese verdadera la teoría del teólogo de
amigos y el coro de Ángeles á que es agregada: re- Lugo, de que todas las satisfacciones de los Santos se
gocíjase igualmente nuestra Señora por el resultado han de aplicar ciertamente ántes del dia del juicio?
desús multiplicadas intercesiones, al propio tiempo Por qué no se ha de consagrar desde luego semeja?ite
que recoge Jesús con amor y alegría el fruto sabroso tesoro á rescatar del purgatorio almas benditas, que
y exquisito de su Preciosa Sangre; dignase regoci- acaso esta misma noche empezarían su glorioso sa-
jarse de la misma manera el Espíritu Santo por el crificio de alabanza eterna?
triunfo de sus dones é innumerables inspiraciones: el Últimamente, aquello de que nos enajenamos,
Padre Eterno, por último, gózase asimismo en la per- devuélvesenos sobreabundantemente aumentado; y
fección de su escogida criatura á quien dió el sér con hé aquí el sexto fruto de esta devocion, la cual nos
tanto amor y ternura de su Corazon. Ni está ménos proporcionará las siguientes ventajas: 1.' que el acto
interesada la Iglesia militante en semejante regocijo, mismo de tan grande caridad y generosidad sea una
por haberse ganado un nuevo abogado que vele por satisfacción por nuestros pecados; porque si la li-
ella con celo incomparable. Tienen igualmente un mosna dada en alivio de las necesidades corporales
motivo especial de alegrarse los parientes, amigos, satisface más que ninguna otra buena obra, ¿qué no
familia, comunidad y nación de esa alma bienaven- satisfarán las limosnas espirituales?: 2.' que siendo
evidente que quien pierde algo por la gloria de Dios, ha dignado otorgarnos el inestimable favor de dispo-
recibe al fin un ciento por uno, debemos esperar que ner de nuestras satisfacciones é indulgencias como
el Señor nos otorgará ó una gracia tal que no nece- mejor nos agrade; de suerte que, siendo nuestras y es-
sitemos pasar mucho purgatorio, ó inspirará álos tando á nuestra libre disposición, podemos regocijar
demás á que rueguen por nosotros cuando nos encon- nuestro corazon empleándolas á su mayor honra y
tremos allí, por manera que si nos hubiésemos re- gloria.
servado las indulgencias, quizá nuestra mansión en Como ejemplo de lo que han avanzado algunos,
aquellos fuegos espantosos sería muy larga miéntras cuya fama de santidad es conocida en todo el mundo
que enajenándolas se nos anticipará la gloria con las cristiano, en la práctica de esta devocion, os citaré
indulgencias que por disposición divina nos ofrezcan al P. Fernando de Monroy, hombre muy apostólico,
no pocos hermanos nuestros en recompensa de nues- quien á la hora de su muerte hizo por escrito en favor
tra generosidad. Es un axioma que nada pierde quien de las almas del purgatorio una donacion ó traspaso
pierde por Dios. Ademas, cuando nos hallemos en el de todas las Misas, penitencias é indulgencias que
purgatorio, los bienaventurados á quienes por me- aplicasen en sufragio suyo. Bien podía el siervo de
diación nuestra anticipóseles el cielo, nos mirarán Dios hacer esta donacion, pues poca necesidad tenía
ciertamente como á sus bienhechores, y nuestro res de semejantes sufragios quien amó á Dios con tanta
cate como una deuda de justicia; y no solamente se ternura, y estuvo tan estrechamente casado con los
reconocerán ellos deudores nuestros, sino también intereses de Jesús, según lo revela esta misma ac-
nuestro Señor amoroso. ción suya.—«El amor es fuerte como la muerte: mu-
Así pues, el ofrecer nuestras satisfacciones por las chas aguas no pueden apagar la caridad, ni los rios
almas del purgatorio, léjos de oponerse al órden na- pueden anegarla; si el hombre d i e r e todos'los haberes
tural de la caridad, es el medio más seguro de mirar de su casa por el amor, los mirará como nada (1).»—
por nosotros mismos: es una devocion enteramente Hé aquí cabalmente lo que yo espero de vosotros.
llena de gloria de Dios, de variados intereses de Jesús De un modo ó de otro debeis servir á Jesús: de lo con-
y de amor á las almas, y finalmente es una devocion trario, no lograríais salvar vuestra alma. Jesús tiene
que abraza á la vez á la Iglesia militante, á la Igle-
sia purgante y á la Iglesia triunfante. Demos, pues, (1) Cant. cap VII r . 6 y 7 . - E 1 Papa Pió IX ha aprobado el
gracias á Dios, porque en su liberalidad inefable se Acto heroico de los Teatinos, y confirmado todas sus indulgencias.
sobre vosotros un absoluto dominio: nada podéis ha- en el ejercicio de la religión? ¡Oh! ¡nó! léjos de eso
cer sin su Fe, Vida, Muerte, Sangre, Iglesia y Sa- ha sido para vosotros una carga pesada. Me parece
cramentos, ni es posible que deis un solo paso hacia que si no hubiera sido por el cielo y el infierno, tiem-
el cielo sin el socorro suyo: ninguna cosa de cuantas po hace que habríais deseado sustraeros á no pocas
pensáis, hacéis y decís es digna de merecimiento, á de las obligaciones que la religión os prescribe. ¡Mas
ménos que Él no se le otorgue; no se concibe una de- ya se ve! el cielo y el infierno son hechos, sabemos
pendencia más completa y absoluta, ni más continua que lo son, y no nos queda otro recurso.
é indispensable, que la dependencia que teneis para Pues que debemos ser religiosos, yo estoy por una
con Él; asi es que de un modo ó de otro vosotros de- religión feliz; y si Dios me diese á escoger, no veo
beis servirá Jesús: la cuestión se reduce solamente motivo alguno para optar por una religión que me
á saber, si es ó no mejor servirle por puro amor. \ hiciera infeliz. La bondad de Dios no se ha satisfecho
bien; ¿ha sido hasta aquí vuestra religión un servi- con esto; quiere que sea dichoso en mi religión , más
cio de amor? ó, por el contrario, ¿habéis cumplido los aun: quiere que mi religión sea la dicha y felicidad de
deberes que Él os impone, á la manera que el pobre toda mi vida. Ahora bien; una religión que hace la
paga su deuda á un rico acreedor, mirándole el sem- dicha mia, es una religión de amor. y es sabido que
blante á cada peseta que le entrega, por ver si real- para el amor todo es fácil. Asi, pues, en mi dichayo no
mente intenta olvidar su pobreza y le exige la suma dependo de ninguno otro sino de Jesús, y mi religión
total de la deuda? ¿No ha sido vuestro problema dis- me hace dichoso durante todos los dias de mi vida. Si
currir el modo de hacer lo ménos posible para ganar el servir á Jesús por amor fuese una cosa prodigiosa-
el cielo? Tantear los mandamientos, escatimar los mente difícil como la contemplación y austeridades de
preceptos, interpretar las reglas y pedir dispensas los Santos, entónces ya no sería lo mismo; pero no hay
¿no es eso que habéis llamado vuestra religión, vues- nada de esto. Servir á Dios por temor de ir al infierno
tro culto de un Dios encarnado; loco de amor, y chor- ó por deseo de la gloria, es ciertamente un beneficio
reando sangre sobre una Cruz? singular y una obra sobrenatural, pero sumamente
Pues bien; yo sostengo que servir á Jesús por amor difícil; mientras que servirle porque le amamos es
es mucho más fácil que ese interesado servicio vues- eosa tan fácil, que apénas se concibe cómo pueden
tro. Ninguna cosa es fácil, si al estarla ejecutando existir tantos en el mundo que dejen de hacerlo. ¡Oh
nonos hace dichosos. ¿Habéis sido vosotros dichosos almas estúpidas! ¡almas milagrosamente ciegas!
TOMO I. '
Pero hay más todavía. Aquello qué os hace dicho- concebir la más ligera sospecha de que sois unos San-
sos hace igualmente dichoso á nuestro Señor amoro- tos, ni nada que se lo parezca: vuestra vida estará
sísimo ; y semejante pensamiento vuelve á haceros oculta con Cristo en Dios, y oculta solamente á vos-
tan dichosos, que apenas podéis conteneros , y esto otros mismos, no á los demás. ¡ Vosotros verdaderos
mismo á su vez aumenta más y más la dicha de Je- Santos! Vuestra humildad se reirá ó asustará cierta-
sús. A.sí es como la religión se os hará cada vez más mente al pensarlo; pero ¡ oh abismo de las misericor-
suave. La vida será para vosotros un gozo continuo, dias de Jesús! ¡ cuál no será vuestra sorpresa en su
porque se estará siempre cumpliendo en ella la divina tribunal supremo al oir la dulce sentencia y ver la
voluntad, y promoviéndose incesantemente la gloria brillante corona que os tiene aparejada ! Casi llegaréis
de Dios nuestro Señor: llegaréis á identificaros con á a r g ü i r contra vuestra propia salvación: el Señor hace
los intereses de Jesús, y los consideraréis como si hablar así á los elegidos en el Evangelio: ¡Señor!
fuesen propiamente vuestros, como en efecto lo son: ¿icuándo os vimos hambriento, y os dimos de comer?
se escabullirá entonces el Espíritu divino dentro de ^Cuándo sediento, y os dimos de beber?—No pueden
vosotros, colocará un pequeño trono en vuestro cora- comprenderlo; jamás se imaginaron que en todo su
zon, se coronará á Sí mismo y se proclamará muy amor por Jesús hubiese encerrada una cosa tan gran-
dulcemente Rey de vuestra alma. Ganará la corona de. ¡Servid, pues, á Jesús solamente por amor!—Nun-
por medio de una conspiración apacible: jamas lle- ca podréis vosotros vencer á Diosen la lucha del amor.
garéis á sospechar lo que la divina Caridad estará fra- —¡ Servid, repito, á Jesús solamente por amor! y cuan-
guando durante ese tiempo; pero así sucederá real- do vuestros ojos estén todavía entreabiertos, ántes de
mente. La gloria de Dios se os hará sumamente ama- que la palidez de la muerte fije su asiento en vuestro
ble ; sentiréis una sensibilidad exquisita por nuestro semblante, y miéntras aquéllos que os rodean se cer-
Señor, pues será para vosotros como la niña délos cioran de que vuestro último suspiro fué realmente el
ojos; os veréis como arrastrados á llevar almas al cie- postrero de vuestra vida ¡qué inefable sorpresa habréis
lo, por ser esta la ocupacion constante de Jesús: y ya experimentado en el tribunal de vuestro amoroso
adquiriréis de esa suerte un instinto y gusto delica- Señor, al resonar en vuestro oido los melodiosos canta-
dos en tan dulce tarea. Así irán continuándolas cosas, res del cielo, y al aparecer delante de vuestros ojos
y así viviréis, mas no vosotros, sino Cristo será quien la gloria de Dios para no eclipsarse por los siglos de
viva en vosotros, y así moriréis.. Nunca llegaréis á los siglos!
tumbre de tomar en todo el lado de Dios y de mirar
CAPITULO III. siempre las cosas bajo el punto de vista divino. No
quiero con esto decir que las personas piadosas que
E L AMOR O F E N D I D O POR E L PECADO.
siguen la opinion contraria en '"semejante cuestión,
Dios es n u e s t r o ' P a d r e i g u a l m e n t e que nuestro Criador.—Llévanos no tomen igualmente en todo el lado de Dios, como el
este título asi al a m o r d e complacencia como al de compasion.— biena venturado Lessio y el dulce y cariñoso San Al-
Dolor de los pecados de n u e s t r o s prójimos.—Varias revelaciones
de los Santos sobre el particular.—Oficio especial de las religio-
fonso, hombres consagrados enteramente á Dios,
sas.—Ejemplos de los Santos.—Métodos p a r a practicar dicho do- como el que más; sólo sostango que el instinto más
l o r : — ! . 0 Consideración sobre la gloria divina.—2.° Método de
San Bernardo.—3.° d e Baltasar Alvarez y San Alfonso de Li-
bien que la inteligencia era lo que movía al siervo de
gorio.—Cómo se s a t i s f a c e n los t r e s instintos en esta devoción.— Dios á obrar de esta manera. Seguía en esta misterio-
San Panucio y el g a i t e r o . — L a n c i s i o sobre el Carnaval.—Vision
sa cuestión aquella opinion que á juicio suyo era más
de Santa Gertrudis; —Conducta da ciertos católicos.—Deplorable
abandono de la gloria d i v i n a . honrosa á Dios, porque tal fué siempre su instinto
habitual, y hé aquí cabalmente lo qúe yo ahora me
SECCION PRIMERA. atrevo á recomendaros.
Una doctrina falsa es odiosa, porque no es verda-
Dios es nuestro Padre muy amado.
dera ; es odiosa también , porque produce escándalo,
Cuéntase de uno de los primeros Padres del Ora- resfría la devocion y ofende á las almas: por todos es-
torio, compañero de San Felipe, que solía preferir tos motivos la detestan las personas virtuosas. Mas
entre los autores que han escrito sobre la gracia, á aquéllos que profesan á Dios un amor muy tierno y
aquéllos que dieron más á la soberanía divina que al delicado, no atienden tanto á semejantes razones,
libre albedrío del hombre. Semejante proceder revéla- como á la ofensa que hace al honor divino: el honor
nos todo su carácter: no es tanto la expresión de que de Dios es su primer pensamiento, y pónense luego
era un fiel discípulo de Santo Tomás en la citada cues- al punto aliado suyo, é igual conducta se observa en
tión teológica, como una clara manifestación de su pe- ellos cuando ven á un inocente injustamente perse-
culiar vida espiritual y singular tendencia de su devo- guido ó cruelmente calumniado. En este último caso,
ción. Dicha preferencia en el buen Padre nacía más bien que profesen al paciente una tierna simpatía y
bien de una pasión dominante que del mérito intrín- un afectuosísimo amor, el primer pensamiento, el
seco de la controversia, pues había adquirido la cos- pensamiento dominante, el pensamiento continuo
hayamos adquirido, contribuirá grandemente á ha-
que mueve á estos siervos de Dios, es la ofensa que
cernos perseverar con más constancia en tan dulce
recibe el honor de su Señor con la persecución del
ejercicio. Cumplimos nuestra misión de criaturas
inocente y la culpa que casi necesariamente han de-
cuando tomamos el partido de nuestro Criador, de-
bido cometer sus perseguidores. Por eso en épocas de
fendiendo sus intereses, protegiendo ásu Majestad y
abandono espiritual, de enormes pecados públicos,
promoviendo su gloria. Empleados en tan santa ocu-
de importantes cambios políticos, de calamidades lo-
pación gozarémos indudablemente de una felicidad
cales , de triunfos católicos y rescates de almas del
inefable en la suerte más adversa, y de una paz he-
purgatorio, semejantes personas, instintivamente
chicera en el más espantoso abandono.
sienten y descubren luego al punto la parte de esos
Pero no solamente es Dios nuestro Criador, sino
acontecimientos que se relaciona con la gloria divi- .
también nuestro Padre. ¡Ojalá que todos nosotros
n a , y quedan en seguida tan embebidos en ella, que
comprendiésemos la grandeza é importancia de título
suelen parecer duros, insensibles y sin entrañas para
tan excelente! Quien sirve á Dios como á su Criador
compadecerse-y regocijarse con los demás, aunque
es de un carácter muy diferente de aquél que le sirve
realmente en su interior sucede todo lo contrario.
como á su Padre. No servimos nosotros á Dios por
Fácilmente con el tiempo, con la oracion y con la
puro amor, porque na tenemos una idea amorosa de
asiduidad reposada en la devocion llegaría á hacérse-
Dios. Somos para con Él secos, fríos y suspicaces,
nos habitual este piadoso ejercicio de tomar en todas
por obstinarnos en continuar mirándole solamente
las ocasiones el lado de Dios, y nos serviría de pode-
comoá nuestro Legislador y Juez supremo. Cuanto
roso auxiliar para amar y glorificar á nuestro Cria-
más una persona desee adelantar en la perfección,
dor y Señor. Impórtanos, pues, sobremanera el ir
tanto más eficaz debe ser su empeño en mirar á Dios
gradualmente creciendo en la convicción de que no
como á su Padre. Bien corta sería, por cierto, la dis-
hay ningún mal real en el mundo sino el pecado;
tancia entre los Santos y católicos ordinarios, con
que no tenemos ningún enemigo verdadero más que
sólo que todos conviniésemos en mirar y servir á Dios
el pecado; y que combatir el pecado, así propio como
como á nuestro Padre. Asombra verdaderamente esa
ajeno, con las armas de la oracion y buenas obras, es
muchedumbre de afectos serviles y suspicaces que
lo único que nos interesa y merece todos nuestros
abrigan hasta las personas piadosas acerca de Dios,
desvelos y cuidados. Pero semejante convicción nace
de su soberanía y majestad. Hé ahí el origen del te-
de tomar siempre el lado de Dios; y una vez que la
dio y falta de consolacion que se experimenta en el hasta en grado heroico esa ternura filial hacia Dios.
cumplimiento de nuestros deberes religiosos. Seme- Defínese dicho don una habitual disposición que el
jantes afectos traen consigo toda suerte de tentacio- Espíritu Santo infunde en el alma para excitar en
nes contra la fe, y suscitan en el ánimo todo género nosotros un afecto filial hacia Dios. Afirma Santo To-
de escrúpulos que secan la ternura dé la devocion y más (1) que son más meritorias las obras ofrecidas á
hielan el alegre espíritu de la mortificación amorosa. Dios como á nuestro Padre, que aquellas que se le
Por el contrario, es un verdadero sol de vida crecer y ofrecen como á nuestro Criador, porque el motivo es
sentir á cada momento • que Dios es nuestro Padre, más excelente. Cuál sea la importancia que las per-
que nos ama con amor de Padre y nos trata como á sonas espirituales han atribuido á este dulce afecto
hijos suyos muy queridos. filial hácia Dios, descúbrese muy á las claras en la
Ved los esfuerzos que ha tenido Dios quehacer observación hecha por el cardenal Belarmino al visi-
para ocultar á sus hijos su faz severa. Confió al Hijo tar la Francia. Decía que estaba admirado de la de-
todo el juicio: nuestro Señor dulcísimo en cuanto vota piedad de los franceses, y que bajo este concep-
hombre es quien nos juzgará en el último dia; nues- to le parecían mejores católicos que los italianos: así
tra postrera apelación será á su Sagrado Corazon. á lo ménos lo cuenta Lallemant.
Cuando Dios, por boca de Jeremías, invita á su pue- No contento San Pablo con el pasaje arriba citado
blo rebelde á convertirse, recuérdale todos sus peca- de su carta á los Romanos (2), casi repite las mismas
dos Í y como si quisiera excusarse á Sí mismo, aña- palabras á los Gálatas (3). Exprésase como si bajo la
de (1): «Pero á lo menos desde hoy decidme: Tú eres antigua alianza no hubiese Dios podido, por decirlo
nuestro Padre.» El Apóstol resume toda la obra del asi, persuadir á los judíos á mirarle como á su Padre;
Evangelio en que hemos recibido el espíritu de adop- y por eso,—«cuando vino la plenitud de los tiempos,
ción para clamar Abfa, Padre; y al enseñarnos envió Dios á su Hijo, hecho de mujer, y sujeto á la
el Señor á orar, suplícanos invoquemos á Dios con ley, para redimir á aquéllos que estaban bajo la ley,
el dulce nombre de Padre. Es más: nos ha otorgado y recibiésemos la adopcion de hijos. V porque sois
uno de los siete dones del Espíritu Santo, el don de
Piedad, con el fin expreso de disponernos á ejercitar
(1) II. 2 q. 121.
(2) Cap. VIII, T. 15.
(3) Cap. IV.
(1) J e r . , cap. III, r. 4.°
hijos, ha infundido Dios el Espíritu de su Hijo que todo don, el que Dios se llamase hijo del Umbre y el
clama: Alba, Padre; y así ya no sois siervos , sino hombre á Dios su Padre amoroso. Tercera, por la
hijos.»—Y hasta en el Antiguo Testamento, ¿quién confianza que excita en nosotros el recuerdo de que
no recuerda el lenguaje patético de Israel?—«Ahora, Dios es nuestro Padre; y Tertuliano, San Cipriano y
Señor, Vos sois nuestro Padre ; y Abraham no nos San Crisòstomo aseguran que ese es el motivo de em-
c o n o c i ó , ni Israel tuvo cuenta de nosotros. Vos sólo
pezar la Oración dominical con las palabras Padre
sois nuestro Padre y nuestro Redentor: por los siglos nuestro; pues como afirma el mismo Santo Tomás (1),
de los siglos vivirá vuestro Nombre (1).» la confianza se despierta en nosotros singularmente
pvr la consideración del amor que Dios nos tiene, y el
Lancisio ; en su Tratado de la presencia de Dios,
vivo deseo que le anima d colmarnos de bienes ; y por
despues de varios actos de amor para dirigirnos á Dios
eso llamárnosle Padre. Cuarta, Le llamamos Padre,
como á nuestro Señor santísimo y Padre amantísimo,
dice San Agustín, para alcanzar con este Nombre
pone en boca de su adversario esta objecion:—«¿Por
dulcísimo sus divinos favores, y mover sus amorosas
qué en semejantes actos de amor añades el nombre
entrañas d otorgarnos cuanto le pidamos.
de Padre ? — Hágalo así, responde , por cuatro
razones: Primera, porque era útilísimo que ta- En las Revelaciones de Santa Gertrudis se halla
les actos de amor naciesen, no sólo de los afec- un bellísimo pasaje que nos manifiesta lo muy agra-
tos de humildad y religión comprendidos en el títu- dables que son á Dios los títulos llenos de reverencia
lo de señor, sino también de un afectuoso sentimiento y familiaridad. Díjola, pues, el Señor que cuantas
filial hacia Él mismo. Segunda, por el mayor méri- veces uno llama á Dios, Amor mio, dulcísimo Dueño
to que así se adquiere, conforme á la doctrina de mio, Amantísimo mio y otras expresiones por el esti-
Santo Tomás arriba citada: «-Es mis excelente, dice lo, recibe una prenda de su salvación, en virtud de
el angélico Doctor, honrar á Dios como á nuestro la cual, como llegue á perseverar, gozará en el cielo
Padre, que honrarle como á nuestro Criador y Se- de un privilegio especial de igual clase que aquel
ñor. Y como afirma San León (2), Grande es el sacra- que disfrutara en el mundo San Juan Evangelista (2).
mento de este privilegio, y es un don que sobrepuja á Pues si nosotros vivamente sintiésemos que Dios

(1) 2. 2. q. 83.
(1) Isaías , cap. LXIII, v. 16.
(2) l . ° l i b . 3.°cap. 9.
(2) S e r m . 6 de Nativ.

»
— 87 —
es nuestro Padre; si nuestro ejercicio cotidiano con- se asemeja al dulce arrobamiento de la contempla-
sistiese en pensar y acercarnos á Dios eomo á nuestro ción. No parece sino que la tierra se ha trocado en
Padre muy amado, bien presto nada habría en el verdadero cielo. El objeto más liviano y el más ligero
mundo que fuese tan caro á nuestra alma como su ruido agitan el corazon, como si Dios estuviese á
honor y majestad: el honor divino le consideraríamos punto de aparecerse y hablarnos. ¡Qué diferente es la
como si nos perteneciese y realmente fuese propiedad vida, cuando se tiene la dicha incomparable de dar
nuestra, y cualquiera ultraje suyo le tomaríamos con nuestro Padre! Si trabajamos, es á su presencia,
como ofensa que se nos hacía á nosotros mismos. Y y si nos recreamos, lo hacemos á la vista de su dulce
eomo el pecado es una ofensa contra Dios , el pecado sonrisa: la luz terrestre se nos figura una irradiación
así propio como ajeno sería nuestro único enemigo, celestial, y las estrellas de la noche parécennos seme- •
nuestro único cuidado y nuestra única desgracia sobre jantes á la aurora de la vision beatífica: tan suaves,
la tierra. Sí: el pecado de un hermano nuestro dejaría y tan dulces, y tan lindas, y tan exquisitas llegan á
de ser para nosotros objeto indiferente, puesto que es sernos todas las cosas luégo que se ha tenido la suerte
un ultraje horrible contra la Majestad de Dios, y de de hallar á nuestro Padre en nuestro Dios y Señor.
este modo llegaríamos á comprender de lleno aquel
grito constante de San Felipe de Neri: «¡ Sólo que no
haya pecado: sólo que no haya pecado!» SECCION II.

Luego que uno llega á penetrarse bien de seme-


Amor de complacencia, y amor de compasion.
jante idea acerca de Dios ,• no pasa un solo dia sin que
descubra en Él algo de paternal, que antes nunca ha-
bía notado: trasfórmanse entónces nuestras oracio- Si de veras amamos á nuestro Padre celestial, nos
nes, y los Sacramentos producen efectos más mara- regocijaremos de que sea Dios; que sea tan bueno y
villosos que hasta aquí, y todo cuanto nos rodea se rico en perfecciones: á este afecto se le da el nombre
altera por grados: los deberes se cambian en privile- de amor de complacencia. El gozo suyo hacérnosle
gios, las penitencias en placeres inefables, los dolo- nuestro, y nos regocijamos en él únicamente porque
res suavizan el corazon con deliciosa humildad y las amamos á tan gran Señor. Jacob no quería creer en
tribulaciones son presentes celestiales: conviértese el la gloria de José; pero viéndole, arrojóse sobre su
trabajo en reposo, y el cansancio de cuerpo y cabeza cuello, y abrazándole, dijo: « Ya moriré contento, por-
— 88 —

quehe visto tu rostro, y te dejo vivo (1).» Mas no es la más popular de todas las devociones de la Iglesia,
este solamente el oficio del amor. Si el amor nos hace v acaso sea ésta igualmente una de las causas que
dichosos trasfiriendo á nuestro corazón la dicha é in- movieron á nuestro Señor á padecer más de lo nece-
tereses del objeto amado, el mismo amor nos llena sario en nuestra redención. Para sentir dicha compa-
igualmente de aflicción y pesadumbre, al trasferir y sion no se requiere un subido amor divino ni una al-
hacer nuestras las ofensas y ultrajes que recibe el ob- tísima virtud: las mujeres de Jerusalen no eran cier-
jeto amado. Quiero con esto dar á entender que el do- tamente santas, y lloraron sin embargo por Jesús en
lerse de las culpas • ajenas no es ninguna devoción el camino del Calvario: los amigos de Job eran de co-
traidaallá del otro mundo, ni un refinamiento sutil razon duro, y con todo, la compasion venció su or-
. del sentimiento religioso, sino una consecuencia ne- gullosa insensibilidad, y su necia y odiosa petulancia.
cesaria del divino amor. No ama ciertamente á Dios Lo que nosotros principalmente necesitamos es ablan-
quien carece de este dolor del pecado asi propio como dar nuestro corazon, y que el pesar le conmueva más
que aumenta áproporcion que crece el
a j e n o : dolor viva y eficazmente que el gozo.
amor. ¿Qué fué lo que hizo álos dolores de la santísi- No esperemos alcanzar un subido amor divino, si
ma Virgen más intolerables que todos los tormentos primeramente no nos familiarizamos con este amor
de los mártires, sino su amor que sobrepujaba al de to- de compasion. Aun entre nosotros es más censurable
dos los mártires juntos? Si, pues, arde en nuestro co- el no condolerse de las desgracias de nuestros próji-
razon la llama del divino amor, las ofensas y ultrajes mos , que el no alegrarse en sus goces y contenta-
mientos. La simpatía nos es connatural, y el corazon
contra Dios serán igualmente ofensas y ultrajes que
más criminal puede abrigar la esperanza de salvarse,
se nos hacen á nosotros mismos.
con sólo que conserve viva una afectuosa simpatía.
Pero no es esto sólo. Como se excitan en nosotros
No hay mal que no produzca bienes; y hé aquí por
los afectos de simpatía y compasion con mayor faci-
qué del pecado y de la Pasión de nuestro adorable Se-
lidad que los afectos de complacencia, parece que
ñor como de dos fuentes perennes brotan á raudales en
Dios deseaba cultivar más el amor que llaman los teó-
nuestro corazon este amor santo de compasion. ¡ Qué
l o g o s de compasion que el de complacencia: esta es
maravillosos prodigios no puede obrar semejante
una de las razones por qué la devocion á la Pasión es
amor! Di cese que la compasion de María ha cooperado
en cierto sentido con la Pasión de nuestro Santísimo
(1) Génesis, cap. XLVI.
— 91 —
- 90 - •
mía, amor mió, paloma mia, perfecta mia, porque
Señor á la salvación del mundo. ¡ Y cuántos ejemplos
mi cabeza está llena de rocío y mis cabellos de gotas
no pudiéramos citar de la misericordia que Dios ha
de la noche(1).»
usado con los pecadores, por haber conservado éstos
Pero me replicaréis vosotros: «El dolerse de los
un ligero y tierno recuerdo de su amorosa Pasión! TSs
pecados ajenos, es cosa muy buena para los Santos:
preciso, pues, gemir ahora con Jesús, si queremos
sabemos que ellos lo hicieron así; mas por lo que hace
gozarnos con Él despues. Yo quisiera que os paraseis
á nosotross, semejante ejercicio es superior á nuestras
á reflexionar acerca de esto, que me parece no teneis
fuerzas: es ejercicio que más bien debe admirarse que
tan presente como era de desear, ni apreciais en lo
no imitarse; en nosotros dicha práctica sería una im-
que se merece. Dice San Francisco de Sales que no
prudencia, pues todavía no sentimos un vivo dolor de
hay lengua que pueda expresar el deseo ardentísimo
nuestras propias culpas: conviene no ir tan aprisa;
de nuestro Salvador de penetrar en nuestro corazon
es menester que nos ejercitemos un poco más en llo-
por medio de este doloroso amor. Hé aquí, pues, un
rarlas nuestras, que hartas son por desgracia.» No
medio fácil de amarle y de promover su mayor gloria:
me hagáis, por Dios os lo pido, una objecíon seme-
no le rehusareis, así lo espero, un obsequio tan suave
jante; y si me la hacéis, permitidme que os combata
y gustoso; y no sólo estoy seguro de que le amais y
con vuestras propias armas. No teneis, decís, bastan-
suspiráis por amarle más todavía, sino que no quiero
te dolor de-vuestras propias culpas, ni hay cosa que
creer que así no sea. ¿Quién será capaz de no amar á
os fastidie tanto como esto, ni que sea tan enojoso y
nuestro Señor dulcísimo? ¿Existe por ventura un co-
estéril para vuestro aprovechamiento espiritual; pero
razon que deje de amarle? Mas no es este lugar de
¿cuál es la causa de ese vuestro escaso dolor de los pe-
entrar en averiguaciones de cosas tan extrañas, ni de
cados , sino el mirar la culpa más por lo que afecta á
ver si existen sobre la tierra fenómenos tan espanto-
los intereses de vuestra alma, que á los intereses de
sos. Nosotros le amamos. ¡Gracias le sean dadas por
Dios? No quiero con esto decir que dejeis de considerar
tan singular favor! Diez y ocho siglos há que tuvo
la culpa bajo ese primer respecto: no permita Dios
lugar su pasión; pero esta pasión y mortal agonía
que os aconseje una cosa semejante. Debeis hacer lo
renuévanse todos los días, porque abunda el pecado.
uno, sin omitir lo otro; pero si miráis el pecado úni-
¡ Oh pecado cruel! ¡ crueles pecadores! Mas Jesucristo
se acogerá á nosotros: aplicad el oído á vuestro cora-
(1) Cant.V. 2.
zon , y escuchad lo que os dice: e Ábreme, hermana
TOMO I.
camente bajo el punto de vista de la recompensa y el que ya hemos hablado; y no debe causaros fastidio
castigo, es evidente que no alcanzaréis jamás un que os las repita con tanta frecuencia. Pero cuando
aborrecimiento proporcionado á la culpa, porque la empleo la palabra pesar, es preciso que comprendáis
pena está muy léjos de ser el mal principal del peca- bien lo que quiero significar con semejante expresión.
do. Su principal malicia consiste en ser un ultraje á Yo no os propongo ninguna cosa melancólica ni des-
la divina Majestad, y como vosotros le miréis bajo este agradable: ¡léjos de mí tal pensamiento! El dolor de
respecto, aumentará maravillosamente en intensión que os estoy hablando, es uno de los mayores placeres
el dolor de vuestras culpas. Mas para mirar el pecado de la vida, y capaz por sí solo de inundar el corazon
como ofensa contra Dios, requiérese que aprendais de una alegría indecible. Oigamos cómo el Eterno
primeramente á llorar los de vuestros hermanos, pues Padre se dignó explicar dicho sentimiento á su querida
en la culpa ajena no entra el propio interés, y sólo se hija Santa Catalina. Despues de hablar (l)de las cinco
atiende en ella á la gloria ultrajada de vuestro Padre especies de lágrimas que los hombres derraman, la
celestial. Si, pues, deseáis doleros vivamente de vues- describe (2) un estado del alma, lleno á la vez de ale-
tras culpas, llorad ántes las ajenas como ofensas que gría y aflicción: — «Su alegría, la dice, nace de su
son contra la Majestad de nuestro Dios y Señor. Tal unión sensible conmigo, en cuya virtud gusta las dul-
es la práctica que yo ahora me atrevo á recomendaros: zuras inefables del divino amor; y la aflicción procede
práctica que abraza el espíritu de la Confraternidad, á la vista de las ofensas que se cometen contra Mí que
esto es; dolor de los pecados ajenos, y reparación de soy la eterna Bondad á quien esa alma contempla y
la gloria de Dios ultrajada con semejantes culpas. gusta en el conocimiento de sí misma y en el mió. Se-
Decía , pues, que esta práctica abraza el espíritu mejante dolor no impide el estado de unión que tiene
de la Confraternidad , ya que los motivos para condo- conmigo, porque las lágrimas que derrama, como na-
lernos de las culpas ajenas son los mismos que diji- cen del amor de sí misma en su amor á los prójimos,
mos arriba eran indispensables para pertenecer á di- son de una incomparable suavidad. En la misericordia
cha Hermandad. En efecto , lloramos las- culpas de mia halla la melancolía del amor, y en las miserias
nuestros prójimos, porque son ofensas contra la gloria de sus hermanos el dolor del amor. Hé aquí por qué
de Dios, inutilizan y destruyen el fruto de la pasión
de Jesús, y perjudican y pierden las almas. Hé aquí (1) Dial. 88.
por qué volvemos otra vez á las mismas tres cosas de (2) Cap. 89.
llora con los que lloran y se alegra con los que se ale-
gran, pues el alma se regocija al ver que mis siervos SECCION m .
honran y glorifican m i santo nombre.»—Y díjola asi-
Ejemplos del amor de compasion.
mismo :—«Esta pena inaflictiva, nacida de los ultrajes
que recibo y de los infortunios de los prójimos, fúndase Pero á fin de esclarecer más este asunto, voy aho-
en una caridad muy abrasada, y sirve al alma de pasto ra á presentaros, tomándolos de los mismos Santos,
espiritual de exquisito sabor. Y basta se regocija y algunos ejemplos de este dolor de los pecados, que
salta de contento con semejante pena , pues es una tanto ofenden á la gloria divina. Nuestro Dios y Señor
prueba convincentísima de que estoy con ella por me- se dignó revelar á la misma Santa Catalina lo que
dio de una gracia m u y especial (1).» sigue. — «Estoy sumamente complacido, hija mia
Hé aquí explicado por qué los Santos á quienes les muy amada , por el deseo que tienes de sufrir toda
fué dado el don de lágrimas tenían su alma inunda- suerte de penas , trabajos y hasta la muerte misma
da de un gozo y alegría espiritual incomparables. por la salvación de las almas. Cuanto más sufre una
Dice el antiguo biógrafo de San Juan Clímaco, que persona , tanto más muestra el amor que me profesa:
no bay palabras con que encarecer los maravillosos y amándome, conoce mejor mi verdad ; y cuanto más
efectos que el don de lágrimas producía en el alma de me conoce, mayor y más vivo es su dolor por las ofen-
este siervo de Dios ; y el mismo Santo, en el sétimo sas que recibo. Tú me pedias que cargase sobre tus
escalón de su Escala de Perfección, afirma—«que hombros todos los castigos que merecen los pecados
los que ban recibido el don de lágrimas, pasan toda que se cometen en todo el mundo , pero no conside-
su vida en una fiesta y banquete espiritual.»—Cierta- rabas que al pedirme eso, me pedías al mismo tiem-
mente no existe ni sombra de amargura en las lágri- po amor, luz y conocimiento de la verdad; pues, como
' mas de aquellos q u e de veras aman á Dios : ¿ni qué ya te he dicho, cuanto mayor es el amor, mayor es
otra cosa puede haber sino contentamiento, y dulzu- la pena; y así, á medida que crece el amor, igual-
ra , y alegría, en lágrimas que son un don singular mente crece la aflicción (1).» —Meditando un dia Santa
de Aquél que es el amor y júbilo, como le llama San María Magdalena de Pazzis sobre aquellas palabras
Agustín, del Padre y del Hijo? del Evangelio , 'Salió sangre y agua , cayó en un éx-
llora con los que lloran y se alegra con los que se ale-
gran, pues el alma se regocija al ver que mis siervos SECCION m .
honran y glorifican m i santo nombre.»—Y díjola asi-
Ejemplos del amor de compasion.
mismo :—«Esta pena inaflictiva, nacida de los ultrajes
que recibo y de los infortunios de los prójimos, fúndase Pero á fin de esclarecer más este asunto, voy aho-
en una caridad muy abrasada, y sirve al alma de pasto ra á presentaros, tomándolos de los mismos Santos,
espiritual de exquisito sabor. Y hasta se regocija y algunos ejemplos de este dolor de los pecados, que
salta de contento con semejante pena , pues es una tanto ofenden á la gloria divina. Nuestro Dios y Señor
prueba convincentísima de que estoy con ella por me- se dignó revelar á la misma Santa Catalina lo que
dio de una gracia m u y especial (1).» sigue. — «Estoy sumamente complacido, hija mia
Hé aquí explicado por qué los Santos á quienes les muy amada , por el deseo que tienes de sufrir toda
fué dado el don de lágrimas tenían su alma inunda- suerte de penas , trabajos y hasta la muerte misma
da de un gozo y alegría espiritual incomparables. por la salvación de las almas. Cuanto más sufre una
Dice el antiguo biógrafo de San Juan Clímaco, que persona , tanto más muestra el amor que me profesa:
no hay palabras con que encarecer los maravillosos y amándome, conoce mejor mi verdad ; y cuanto más
efectos que el don de lágrimas producía en el alma de me conoce, mayor y más vivo es su dolor por las ofen-
este siervo de Dios ; y el mismo Santo, en el sétimo sas que recibo. Tú me pedias que cargase sobre tus
escalón de su Escala de Perfección, afirma—«que hombros todos los castigos que merecen los pecados
los que han recibido el don de lágrimas, pasan toda que se cometen en todo el mundo , pero no conside-
su vida en una fiesta y banquete espiritual.»—Cierta- rabas que al pedirme eso, me pedías al mismo tiem-
mente no existe ni sombra de amargura en las lágri- po amor, luz y conocimiento de la verdad; pues, como
' mas de aquellos q u e de veras aman á Dios : ¿ni qué ya te he dicho, cuanto mayor es el amor, mayor es
otra cosa puede haber sino contentamiento, y dulzu- la pena; y así, á medida que crece el amor, igual-
ra , y alegría, en lágrimas que son un don singular mente crece la aflicción (1).» —Meditando un dia Santa
de Aquél que es el amor y júbilo, como le llama San María Magdalena de Pazzis sobre aquellas palabras
Agustín, del Padre y del Hijo? del Evangelio , Salió sangre y agua , cayó en un éx-
tasis , y «vió, dice su confesor, una gran muche- todos sus pecados. El amor es ciertamente mas gusto-
dumbre de almas en el costado de Jesús resplande- so y deleitable; pero como estamos en este mundo para
cientes como las perlas en una corona real, y excla- purificamos, de ahí es que nuestra vida mortal sea
mó : Asi nuestras almas embellecidas y hermoseadas más bien tiempo de sufrir y padecer por amor de
con la sangre, trasfórmanse en riquísima corona del nuestro Dios y Señor. Esta es la causa de que Él
Verbo por la manifestación que de Él hacen antes reciba 'mayor complacencia en el dolor que en el amor.»
que el resto de la creación, gloriándose el Verbo en —En otra ocasion, despues que la Santa hubo comul-
ellas como se gloria un rey en su corona real. Vió gado , díjola que debía gemir como tortolilla, compa-
asimismo penetrar á las almas en la cavidad amoro- deciéndole porque era tan poco conocido y amado de
sa del costado, expresando dos efectos: trasformá- sus criaturas.
banse primeramente en sangre por el amor , y des- Tal es, efectivamente , el verdadero oficio que las
pues en agua por el dolor. Deleitásemos Dios, al monjas tienen que llenar en la Iglesia de Dios. No
menos en esta vida, en el alma que se tras forma por hay ninguna, por muy ocupada que esté en la edu-
el dolor, que en aquella que se trasforma -por el amor. cación ú otras obras exteriores, sobre la que no pese
Sin embargo, conozco ¡oh Verbo divino! que el dolor este sagrado deber , en el mero hecho de su profesion
que el alma siente viéndote ultrajado, sólo puede na- religiosa. Cierto número de doncellas amables y pia-
cer del amor que te profesa, que en si mismo es más dosas que viven juntas en paz y armonía cumpliendo
perfecto que el dolor; pero por el dolor llega á ejerci- la rutina diaria de los ejercicios prescritos por la re-
tarse mejor el alma en el amor de su prójimo, porque gla y empleadas en la educación de la juventud sin
el celo de su salvación obra en ella de una manera más ningún reconocimiento de un fin sobrenatural, y
viva y eficaz. Hay todavía otra razonpara que en esta privadas de todo sentimiento práctico de que están
vida sea más agradable á Dios el ejercicio del dolor ligadas á Jesús con lazos más estrechos que el resto
que el del amor: el primero es una especie de martirio de las gentes, no son monjas, por más que lo parez-
en virtud del cualse asemejan las almas á Jesús pen- can en los hábitos que visten y por respetables que
diente en la Cruz.; cuyo dolor es una tierna compa- sean sus personas. Es ciertamente una delicia que
sión por la grandeza de sus tormentos, y una especie tengan las doncellas un asilo donde vivir alejadas del
delágrimas por su pasión amorosa; y cuando dicho mundo, y libres de tantas vanidades y tentaciones
yesar se trasforma en aflicción, purifica el alma de como en él reinan; pero semejantes retiros no son
conventos. Los conventos son lugares enteramente Dios, y deploraba con lágrimas amargas la ingrati-
diferentes; y una señorita , por el hecho de retirarse tud de los hombres, que tan mal correspondían á la
del mundo , no es una esposa mística de Jesucristo. infinita bondad de Dios, y solía repetir: — « ¡Cómo!
El voto de pobreza, ya que no otra cosa, da á las re- ¡un Dios hecho hombre ! ¡un Dios crucificado! ¡un
ligiosas un carácter expiatorio; preciso es, pues, Dios muerto! ¡un Dios oculto bajo las especies sacra-
que giman como tortolillas. Más bien que ellas, es mentales! ¿Quién?... ¡un Dios!» Y luego que per-
Jesús quien por amor suyo se retira de este mundo manecía silencioso un breve rato en una especie de
perverso, para ampararse y morar en el claustro de estupor extático, volvía de nuevo á exclamar : «¡ Oh
sus corazones ; por esta razón él espíritu de las reli- abrasada caridad! ¡ Oh exceso de amor ! ¿ Quién y por
giosas debe ser un.espíritu de su aflicción amorosa, quién? ¡Oh criaturas ingratas! ¿Cómo es que no
ds dulce reparación y santa languidez por los ultra- amais á Dios? ¡ Ojala me fuese posible encender todo
jes de su celestial Esposo: se han casado con sus in- el mundo con el fuego del divino amor! ¡Ah ! ¡si yo
tereses ; y es preciso que giman con Él, y con Él se tuviese fuerzas bastantes para salir á predicar á cam-
alegren. Jesús las ha confiado su gloria santísima po raso á mi buen Padre espirando en la Cruz por
para que cuiden de ella con todo el esmero posible: nosotros pecadores!
el mundo es su cruz; menester es, pues , que la lle- Si, pues, este es "el verdadero oficio de las monjas,
ven. Ni deben ser indiferentes á los pecados del siglo, preciso es que no lo pierdan jamas de vista; si tienen
pues si viven retiradas es para llorarlos. Jamás, don- un carácter expiatorio, no hay duda que éste ha de
de falte este espíritu , se encontrará el camino sobera- ser el objeto principal de su profesion. El buen éxito
no de la mortificación, ni las dichosas alturas ele la de las escuelas y el número de sus novicias, y la ar-
• contemplación, ni la atmósfera pavorosa, pero alegre quitectura de sus conventos, y las exenciones de sus
y refrigerante, de la .verdadera vida sobrenatural. Ni obispos respectivos, son para una religiosa asuntos
la época , ni el país, ni las ocupaciones pueden dis- muy secundarios: el principal blanco suyo es ver
pensar á las esposas de Jesucristo de su oficio de tór- cómo agradan á su celestial Esposo, y gemir y llorar
tolas del Sag-rado Corazon de Jesús : tienen que rea- con su Majestad ultrajada. El egoísmo en todos es
lizar con un espíritu constante de reparación y de odioso, pero en las religiosas es una especie de sacri-
oblacion los sentimientos que fueron habituales al legio. El espíritu de los conventos es un espíritu de
Beato Pablo de la Cruz.- Lamentábase este siervo de santa timidez, un espíritu de temor hechicero y en-
cantador que está sin cesar suspirando por subir á la ocho años, y ya María probablemente había olvidado
cumbre de la verdadera vocacion, que en su humil- de todo punto dicha acción culpable, cuando he aquí
dad créese muy lejos de haber conseguido. Si á una que Dios se dignó revelarla, que á consecuencia del
de esas almas puras la fuese dado ver de repente to- acto de sentimiento que concibió por la culpa ajena,
dos los deberes á que se ha obligado con su profesión la tenía preparada una singularísima gloria, que la
religiosa, quizá no podría sin milagro soportar la vi- representó bajo la figura de un riquísimo vestido de
sión , y vivir. Así sucede en aquellas deliciosas mora- grana. Quien no olvida el vaso de agua fria que se
das, donde todo respira virtud, mortificación, abati- da en su nombre, ménos podrá olvidar esos actos in-
miento, dulce reposo y celestial santidad; donde hasta teriores de amoroso pesar. ¡Qué tesoro tan rico se nos
el aire mismo condena los pensamientos de soberbia reserva en semejante devocion, con sólo que nuestro
y de las que sacamos una preciosa desestima de nos- amor procure aprovechar las ocasiones que se le va-
otros mismos, sin la amargura de un tedio enojoso y yan ofreciendo!
estéril. De San Francisco de Asís cuenta San Buenaven-
En la vida de Santa María Magdalena de Pazzis tura, que llenaba los bosques con sus lamentos, y
se nos ofrece una prueba todavía más decisiva del que por todas partes iba derramando abundantes lá-
poder que ejerce sobre el Sagrado Corazon de Jesús grimas y dándose golpes de pecho, hablando unas
esta práctica de dolerse de los pecados ajenos; y por veces con Dios, y prorumpiendo otras en gritos
cierto que nos procura tesoros tan ricos y abundantes amargos para obtener misericordia y perdón por el
de dulces y suaves consolaciones, é infunde en el pecado.—«Pero cuando contemplaba á las almas,
ánimo un esfuerzo tan grande, que es imposible no prosigue el Doctor s e r á f i c o , redimidas con la preciosa
determinarnos á seguir, aunque á lo léjos, los pasos sangre de Jesucristo manchadas con la culpa, gemía
de la Santa en el dolor por los pecados de nuestros por ellas con una ternura compasiva, que semejante
hermanos. Cuando ésta era una niña de sólo doce á una madre, no parecía sino que todos los dias esta-
años, oyó á una persona injuriar á otra hasta el pun- ba dándolas á luz en Jesucristo.»—La gloria de Dios,
to de cometer pecado. Quedó la Santa tan horrorizada los intereses de Jesús y el amor de las almas hallá-
de semejante ofensa contra Dios, que no pudo des- banse confundidos é identificados en un solo motivo
cansar en toda la noche, gimiendo y llorando por el en el corazon del glorioso Patriarca de Asís; comenza-
ultraje hecho á la divina Majestad. Pasáronse diez y ba con uno y acababa con el otro, porque con toda
•pi

para caudillo de su pueblo, porque tenía la piadosa


verdad puede decirse de ellos sin faltará la reverencia costumbre de condolerse de las culpas de sus próji-
del sagrado texto : « Y estos tres son v,noj> mos.»—«Aquel que se lamenta de los pecados de un
«Aquel, dice San Lorenzo Justiniano, Patriarca hermano suyo, añade el mismo santo Doctor, abriga
de Venecia (1), que .se duele verdaderamente de sus en su corazon la ternura de un apóstol, y es imitador
culpas, no puede menos de lamentar las de sus próji- • >
del glorioso San Pablo, que decía: ¿Quién enferma,
mos. Un miembro sano del cuerpo que no ayuda á los y yo no enfermo? ¿.quién se escandaliza, y no me
otros cuando están enfermos, ocupa inútilmente su abrasof»—«¿Quién nose indigna, exclama San Agus-
lugar. Pues de la misma manera, aquellos miembros tín , viendo á los hombres renunciar al mundo de pa-
de la Iglesia que, viendo el pecado de sus hermanos, labra y nó de obra? ¿(Juién no se indigna al ver á los
no le lloran, ni se compadecen de la perdición de sus hermanos poniendo asechanzas á sus hermanos, y
almas, son miembros que están demás. Guando nues- faltando á la fe que se han jurado en los Sacramentos
tro Redentor lloró sobre la Ciudad que iba á ser des- de Dios? ¿Quién es capaz de enumerar todos los pe-
truida, considerábala doblemente digna de compa- cados con que provocan los hombres el cuerpo de
sión, porque no conocía su estado deplorable; por Cristo, que vive „interiormente en el espíritu de Cris-
consiguiente, todos cuantos conserven todavía viva to y gime como el grano de trigo en la era? Apénas
la llama del divino amor, no podrán ménos de la- nos es posible ver á aquellos que así gimen, que asi
mentarse de las culpas ajenas como si fuesen suyas se indignan con las culpas de los demás, porque no
propias. Pero ninguno puede debidamente deplorar bien aparece algún grano, cuando es barrida la era.
los pecados de otros, si descuida los suyos con faltas Por noveránadie así indignado, decía el profeta Rey:
voluntarias. Quien quiera, pues, llorar las caidas de El celo de tu casa me lia devorado; y en otro lugar,
los demás, preciso es que se abstenga de pecar deli- como viese á muchos cometiendo pecados, exclama-
beradamente.»— «Condolámonos, decía San Agus- ba: Un tedio santo se ha apoderado de mi, a causa de
tín , de los pecados de nuestros hermanos, aflígennos los malvados que abandonan tu ley; vi, añade en otra
sus culpas y traspasan nuestro corazon (2).»—San parte, d los insensatos, y me consumía de dolor (1).»
Juan Crisòstomo afirma que. Dios escogió á Moisés
Con el mismo objeto cita Lancisio á San Croma-

(1) Fascic. cap. XIV. (1) i n P s a l m . XXX.


(2) Serm. 44.
ció de Aquileya, á quien apellida San Jerónimo, va- donde á cada paso estamos presenciando las ofensas
rón santísimo y sapientísimo.—«¿Deseáis saber, dice, que se cometen contra Dios; á todas horas vemos pe-
qué es lo que se asemeja al dolor piadoso y amorosa recer innumerables almas por falta de fe; óyense por
aflicción de los Santos? Cuéntase del profeta Samuel todas partes horribles blasfemias; las verdades dis-
que lloró por el rey Saúl hasta el dia de su muerte. minuyen entre los hijos de los hombres. ¿Aflígennos
Lamentábase asimismo Jeremías délos pecados de su semejantes desgracias?¿sentírnoslas como si fuesen
pueblo: Mis ojos, exclama, han derramado torrentes calamidades personales? ¿ó nos encerramos, por el
de lagrimas por la contrición de mi pueblo; y en otra contrario, dentro de nosotros mismos, dando gracias
parte añade: / Quién dará agua á mi cabeza, y á mis á Dios porque al ménos nosotros tenemos la dicha de
ojos una f uente de lágrimas! Igual aflicción y an- gozar de la verdadera fe y de los Sacramentos de vida
gustia sentía Daniel por los pecados del pueblo, como no considerando á los demás sino como á una raza
él mismo lo testifica diciendo: En aquellos dias, yo proscripta que bajo ningún concepto nos interesa?
Daniel, lloré por espacia de tres semanas. No comí Si no tuviérais obligación alguna para con el alma
pan delicado ni exquisito; no entró en mi boca carne de vuestros hermanos, lo cual no es así, pues Jesu-
ni vino, ni tampoco me perfumé con ungüento. IS'o me- cristo derramó por ellos su preciosísima sangre igual-
nor pesadumbre tenía el Apóstol por algunos de los mente que por vosotros, la tendríais , á lo ménos,
Corintios cuando escribia: No sea que cuando vaya para con la gloria divina. ¿ Y podréis persuadiros que
me humille Dios otra vez entre vosotros, y llore á mu- profesáis á Dios un verdadero amor, no sintiendo vi-
chos de aquellos que antes pecaron y no hiñeron peni- vamente las ofensas y ultrajes con que las criaturas
tencia. Tal es el dolor que recompensa el Señor con mancillan esa gloria soberana? Mas no vayais ácreer
una consolacion de perpétua alegría, según asegura que al expresarme de esta suerte trate yo de reconve-
Isaías: Pondré d los que lloran de Sion una corona niros. ¡Líbreme Dios de semejante intención! ¿Cómo
en vez de ceniza, óleo de gozo por llanto, y ropaje de podía proponerme tal cosa, viendo el celo y fervor con
alabanza, en lugar del espíritu de aflicción (1).» que correspondéis todos vosotros al espíritu de la Con-
fraternidad? Mi ánimo, al hablar así, tiene por único
¿ Hemos meditado nosotros detenidamente acerca
objeto aficionaros hacia una devocion que indudable-
de este importantísimo asunto? Vivimos en un siglo
mente cultivará y acrecentará más y más cada dia en
vuestra alma ese dulce y suave espíritu. Oigamos lo
(i) Ap. I.ancis., II. ii.
que Dios se dignó revelar á Santa Catalina de m
Sena (1):—«Razón es , hija mia que tu corazon esté saba de repetir una y otra vez estas palabras:—¡ Oh
lleno dé amargura á vista de las ofensas con que con- Señor mió, Corazon mió, Amor mió! ¡ Oh si los hom-
tinuamente me ultrajan los hombres , y que te com- bres te conociesen, seguramente que jamás te ofen-
padezcas déla ignorancia culpable con que me inju- derían!» Cuéntase del P. Pedro Fabre, compañero de
rian gravemente y pierden sus almas. Acepto gusto- San Ignacio, que siempre estaba afligido y lleno de
so esos afectos tuyos , y deseo que prosigas ejercitán- una tristeza y melancolía profundas á causa de los
dote en tan dulce devocion.»—Veamos también cuál pecados del humo.no linaje. Según afirma San Agus-
era el sentir de la Beata Ángela de Foligno acerca de tín (1)—«esta es la persecución que tienen que sufrir
la misma materia. Antes de su muerte hizo una espe- todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo,
cie de testamento piadoso, en que legaba ciertos avi- conforme la verdadera y punzante sentencia del
sos á sus hijas espirituales, y uno de ellos fué el si- Apóstol. Y lo que causa en la vida de las personas
guiente : «Asegúroos, hijas mias , que ha recibido virtuosas un sufrimiento más cruel que en la gente
mi alma más mercedes de Dios cuando gemía y sus- malvada es que se ven obligadas á lamentarse de las
piraba por las culpas ajenas, que cuando lo hacía culpas de sus prójimos, que siempre tienen delante
por las mias propias. Búrlase el mundo de lo que os de sus ojos. En efecto, una persona relajada, si bien
digo, esto es, de que una persona pueda dolerse de no obliga á la virtuosa á .consentir en sus culpas,
los pecados de sus hermanos como de los suyos pro- atorméntala, sin embargo, con la aflicción y amar-
pios , y aún más que de los suyos, porque le parece gura que producen en su ánimo dichas ofensas.» En
una cosa, contraria á la naturaleza; pero la caridad la vida de la Beata Clara de Montefalco se cuenta que
que así obra, no es de este mundo.» apénas oía que alguno se hallaba en pecado mortal,
volvíase al punto al Crucifijo; y llorando ineonso-.
Cuando San Ignacio se hallaba en Barcelona en
lable, y exhalando un profundo suspiro de lo más
casa de Juan Pascual, estando una noche en oracion,
íntimo de su corazon, exclamaba: — «¿Luego por lo
viósele elevado sobre el suelo, é iluminada toda la
que hace á ese infeliz, todo cuanto mi Señor sufrió
habitación con el vivísimo resplandor que despedía
en favor suyo, todo está perdido?»—Y no pudiendo
su rostro. El glorioso Patriarca miéntras tanto no ce-
soportar tal pensamiento, postrábase en tierra, y

(!) Dial. cap. 28. (1) Epist. 141.


TOMO i.
pedía coii vivas ansias la conversión del pecador. María, y á las de todas las gerarquías y coros angéli-
¡ Olí si nos resolviésemos á liacer nuestras estas cos: repasemos, en fin, y contemos uno por uno los
disposiciones! ¡ si vivamente sintiésemos que el pe- beneficios que en su inefable amor ha derramado so-
cado es el único verdadero mal del mundo! ¡si el bre sus criaturas , señaladamente en las cuatro gran-
hambre y sed de la gloria divina consumiese y devo- des maravillas de su misericordia : Creación, Encar-
rase nuestras entrañas! ¡ Y cuán fácil cosa es abrigar nación , Sagrada Eucaristía y Vision Beatífica. Una
semejantes sentimientos! Bástanos para ello determi- vez bien penetrados de todo esto, conoceremos lo que
narnos á pedírselos de todas «eras á nuestro Dios y Se- es realmente el pecado', cuán horrible cosa sea ofen-
ñor. ¿Qué otra cosa desea El con tan vivas ansias der á tan grande Majestad. y cuán vil y bajo ultrajar
como ser amado, amado siempre , amado en todas un amor tan incomparable. Apenas nos será entonces
partes? Y si le pedimos este amor ¿podrá por ventura posible salir de casa y dedicarnos á nuestras ocupacio-
rehusárnosle? ¿Cómo, pues, no reducimos todas nues- nes diarias, sin encontrar alimento suficientísimo para
tras oraciones á una sola , y le pedimos incesante- el dolor por el pecado: á cada paso nos veremos como
mente más amor? ¿Pero qué medios tenemos, diréis obligados á hacer actos de reparación amorosa por la
vosotros, para ejercitar este dolor por las culpas gloria de Dios ultrajada. El exceso del olvido de
ajenas? Dios llegará á asombrarnos más y más cada dia ; y á
SECCION IV. medida que crezca en nosotros el conocimiento de la
bondad y ternura de la soberana Majestad divina,
Medios de ejercitar clamor decompasion. gravitará sobre nuestros hombros la pesada carga de
la detestación de la culpa con toda la fuerza es-
1/ En nuestras meditaciones procuremos ver cómo pantosa de la novedad. Esa especie de pacto común
Dios ha de ser glorificado y servido por sus criaturas: en cuya virtud desconocen los hombres á Dios , sus
representémonos luego sus infinitas perfecciones y derechos, titulóse intereses , llegará á parecemos
atributos, su hermosura é inefable bondad: traiga- más abominable que los mismos actos manifiestos
mos asimismo á la memoria la obediencia perfecta de pecados: la vida será para nosotros una carga pe-
con que se hace en el cielo su voluntad santísima: sada y el mundo un lugar extraño é inhospitalario;
esforcémonos por unirnos á las disposiciones interio- uu tedio santo se apoderará de nuestro espíritu , y
res del Sagrado Corazon de Jesús, del Inmaculado de no hallarémos reposo sino en el pensamiento dulce
pedía coii vivas ansias la conversión del pecador. María, y á las de todas las gerarquías y coros angéli-
¡ Olí si nos resolviésemos á liacer nuestras estas cos: repasemos, en fin, y contemos uno por uno los
disposiciones! ¡ si vivamente sintiésemos que el pe- beneficios que en su inefable amor ha derramado so-
cado es el único verdadero mal del mundo! ¡si el bre sus criaturas , señaladamente en las cuatro gran-
hambre y sed de la gloria divina consumiese y devo- des maravillas de su misericordia : Creación, Encar-
rase nuestras entrañas! ¡ Y cuán fácil cosa es abrigar nación , Sagrada Eucaristía y Vision Beatífica. Una
semejantes sentimientos! Bástanos para ello determi- vez bien penetrados de todo esto, conoceremos lo que
narnos á pedírselos de todas «eras á nuestro Dios y Se- es realmente el pecadocuán horrible cosa sea ofen-
ñor. ¿Qué otra cosa desea El con tan vivas ansias der á tan grande Majestad. y cuán vil y bajo ultrajar
como ser amado, amado siempre , amado en todas un amor tan incomparable. Apenas nos será entonces
partes? Y si le pedimos este amor ¿podrá por ventura posible salir de casa y dedicarnos á nuestras ocupacio-
rehusárnosle? ¿Cómo, pues, no reducimos todas nues- nes diarias, sin encontrar alimento suficientísimo para
tras oraciones á una sola , y le pedimos incesante- el dolor por el pecado: á cada paso nos verémos como
mente más amor? ¿Pero qué medios tenemos, diréis obligados á hacer actos de reparación amorosa por la
vosotros, para ejercitar este dolor por las culpas gloria de Dios ultrajada. El exceso del olvido de
ajenas? Dios llegará á asombrarnos más y más cada dia ; y á.
SECCION IV. medida que crezca en nosotros el conocimiento de la
bondad y ternura de la soberana Majestad divina,
Medios de ejercitar el amor decompasion. gravitará sobre nuestros hombros la pesada carga de
la detestación de la culpa con toda la fuerza es-
1/ En nuestras meditaciones procuremos ver cómo pantosa de la novedad. Esa especie de pacto común
Dios ha de ser glorificado y servido por sus criaturas: en cuya virtud desconocen los hombres á Dios , sus
representémonos luégo sus infinitas perfecciones y derechos, títulos é intereses , llegará á parecemos
atributos, su hermosura é inefable bondad: traiga- más abominable que los mismos actos manifiestos
mos asimismo á la memoria la obediencia perfecta de pecados: la vida será para nosotros una carga pe-
con que se hace en el cielo su voluntad santísima: sada y el mundo un lugar extraño é inhospitalario;
esforcémonos por unirnos á las disposiciones interio- uu tedio santo se apoderará de nuestro espíritu , y
res del Sagrado Corazon de Jesús, del Inmaculado de no hallarémos reposo sino en el pensamiento dulce
ño y murió el Hijo de Dios ! ¡ allí predicaron los após-
y consolador de nuestro amorosísimo Dios y Señor. toles ! ¡allí San Atanasio, y San Basilio, y San Gre-
•2.' Otro método de ejercitar este dolor por los pe- gorio , y San Crisòstomo plantaron la fe, y confun-
cados,, es el sugerido por San Bernardo al papa Eu- dieron y hollaron la herejía ! Por lo que hace á la
genio (1):—«Alzad, le dice, los ojos de vuestra consi- China y el Japón, su suelo está empapado con la san-
deración , y contemplad las naciones. ¿No están más gre de los mártires de n u e s t r o Señor Jesucristo. ¡ Y
bien secas para el fuego, que sazonadas para la re- cuán escaso es, con todo, el fruto de su gloria divina
colección? ¿Cuántas cosas no se ven en ellas que nos en estas regiones !
parecen frutos, pero que miradas de cerca, no son sino Echad asimismo una ojeada á lo largo del Medi-
abrojos ? y ni siquiera abrojos, sino árboles viejos y terráneo , por las costas de Africa, donde más de cua-
carcomidos, que solamente llevan fabucos y bellotas trocientos obispos tuvieron sus sillas, y recorred lué-
con que alimentar á los cerdos.» Tomad el mapa- go las vastas regiones de moros, cafres y hotentotes :
mundi: tended primeramente vuestra vista por el internaos despues en las inmensas llanuras del Africa
Asia, donde nuestro Señor nació y sufrió muerte de central, pobladas de legiones de tribus oprimidas
cruz: recorred la Turquía , la Persia, la Tartaria, la bajo el pesado yugo de la más tiránica superstición,
China , el Japón y el vasto continente de la India, y cuyos soberanos derraman la sangre de tan infortu-
¡ cuán pocos cristianos se encuentran en toda su ex- nados vasallos en más abundancia que el agua que
tensión ! Horribles sistemas de idolatría, el inmundo pueda verter cualquier africano. ¡ Cuántas leguas de
credo mahometano, comuniones que llevan el nom- terreno donde nadie invoca á Jesus, ni conoce su
bre de Cristo, pero que realmente le están negando santísima Cruz ! En la América , así como también
con la herejía y el cisma ; hé aquí lo que ejerce un en Australia, gracias á los españoles é irlandeses, es
poder casi ilimitado sobre esas hermosas regiones, conocido el Evangelio; pero cuántas tribus no existen
pues solamente acá y allá encuéntrase alguno que todavía en semejantes países sumidas en la idolatría !
otro que invoque el sacrosanto nombre de Jesús, y ¡ cuántos millones de herejes que llevan en vano el
adore su preciosísima sangre. ¡Y allí, sin embargo, nombre de cristianos! Trasladaos ahora á la Europa,
fué criado el primer hombre, y plantado el Paraíso ! y contemplad las innumerables víctimas que ha devo-
¡ allí fué la mansión del pueblo escogido ! ¡ allí ense- rado la herejía en sus hermosas regiones. ¡Rusia,
Suecia , Dinamarca, Alemania, Escocia é Inglaterra
(1) De Consid. II, cap. 6.
son todas más ó menos su presa, y piérdense diaria- roicas de su sacratísima Madre, por siempre bendita,
mente multitud de personas á la luz misma del verda- á los apóstoles , mártires, doctores, confesores y vír-
dero Evangelio, y teniendo á su mano los santos Sa- genes , para suplir con devota intención las alabanzas
cramentos ! Tal era el cuadro que contemplaba San que debieran elevarse hasta el trono de la Divina Ma-
Lorenzo Justiuiauo euando escribía su Tratado sobre jestad desde el fondo del corazon de semejantes tribus
la Demanda de la Perfección cristiana. Este cuadro y naciones?
era igualmente el que tenía el mismo Dios delante de 3.* Otras de las prácticas es la de Baltasar Álvarez,
sus ojos , al quejarse tan amargamente á Santa Cató- confesor de Santa Teresa, la cual consiste en recor-
lina de Sena del poco caso que bacían los prelados y rer el mundo en espíritu, y visitar las innumerables
sacerdotes de su gloria , y de la tibieza y egoísmo iglesias y capillas donde se halla reservado el Santí-
con que hollaban bajo sus plantas sus más caros in- simo Sacramento, y en las cuales son contadas las
tereses. ¡ Oh cfué vastísimo campo para hacer actos personas que acuden á adorar al Amado de nuestras
de amor de Dios! Recordad el día en que el misericor- almas:—«Las calles, dice, están llenas; pero las
dioso Criador contemplando su hermosa creación, vir- iglesias, vacías: La multitud corre presurosa tras sus
gen y pura, la bendijo porque era toda buena; traed intereses; mas ¡cuán pocos van á tratar con Jesús
también á la memoria el día en que para renovar esa acerca de los suyos!»—San Alfonso con su habitual
primera bendición, ó mejor dicho, para bendecirlo de dulzura propónenos igualmente la muchedumbre de
nuevo, fué Jesús enclavado en una Cru>. sobre el Cal- iglesias donde Jesús se ve obligado á vivir en medio
vario. ¡Y este es el fruto! ¡y esta la correspondencia del desórden, negligencia y suciedad, pasándose se-
de los pecadores para con su Dios! Cuando recorremos manas enteras sin que nadie se acerque á visitarle.
con el entendimiento las diferentes provinciasde maho- ¡ Con qué actos de amor tan sencillos, tan variados,
metanos, infieles y herejes,y contemplamos connues- y al mismo tiempo tan tiernos, no podríamos derra-
tros ojos el deplorable abandono en que se hallan esos mar nuestro corazon ante nuestro Jesús adorable en
infelices, ¿no nos sentimos movidos á ofrecer á Dios todos esos desiertos santuarios! ¿Y será posible con-
todos los actos de adoracion que le tributan los Ange- templar á Jesús en un abandono tan completo, sin
les en el cielo, en reparación de la gloria que dejan que se enciendan nuestros corazones, y se deshagan
de rendirle esos séres desgraciados? ¿Y no acudirémos nuestros ojos en lágrimas de tierna compasion? ¡Oh
igualmente álos méritos de Jesús, á las virtudes he- cuán agradable es á Jesús esta pequeña ofrenda de
sentimiento y aflicción ! Gusta sobremanera que se gria añade:—«Dios no infunde su gozo en todos los
acuerden de ÉL como acontece álos amantes; y nin- corazones, sino solamente en aquellos que han de-
guna cosa es ruin á sus ojos siempre que se haga por plorado sus culpas con un vivo dolor y llanto conti-
amor suyo, porque el amor todo lo trasforma y en- nuo como si lamentasen su propia muerte, porque se-
grandece. mejante dolor trasfórmase al fin en gozo inefable.»—
No digo yo que desmayeis, como los Santos, al solo « Menester es que no perdamos nunca de vista nues-
nombre de pecado : requiérese para eso una gracia tras propias culpas, repite San Crisòstomo, no tanto
especial y un abrasado amor de Dios. Algo, sin em- para que se nos perdonen, y quedemos enteramente
bargo, podéis hacer en reparación y dolor de las cul- limpios de ellas, si que también para llegar á ser más
pas del humano linaje, y ese algo, por poco que sea, indulgentes y compasivos con nuestros prójimos, y
procurará á Dios una gloria inefable, y al corazon servir á Dios con grande fervor, adquiriendo con
de nuestros hermanos una dulce consolacion. semejante recuerdo de nuestras culpas un conoci-
miento más claro de la divina Bondad.»—«No dejeis,
dícenos la Escritura, de temer por el pecado perdona-
SECCION V.
do;»—y ciertamente, este temor es el preservativo
No hay verdadero dolor de las culpas ajenas sin más eficaz contra una nueva caida. No pocos Santos
un profundo pesar de las nuestras propias. Fru- aseguran que, si supiésemos por revelación que se
tos espirituales del amor de compasion. nos habían perdonado todas nuestras culpas, todavía
deberíamos dolemos de ellas ; así lo practicó David,
Pues, como ya llevo dicho, es preciso que no ol- despues que se dignó el Señor hacerle dicha revela-
videmos dolemos de nuestras culpas personales, y ción , y el apóstol San Pablo, aunque confirmado en
dolemos de ellas, singularmente por ser ofensas con- gracia ; porque semejante dolor es el alimento conti-
tra un Dios infinitamente bueno y amable.—«Si nos nuo de nuestro amor de Dios. San Odón, en su vida
condolemos de nuestros propios pecados, diceSan Cri- de San Gerardo, cuenta una cosa por cierto muy sin-
sòstomo, disminuiremos su gravedad ; lo que era gular. Solía este siervo de Dios sentir despues de su
grande se hará pequeño, y áun no raras veces lo re- conversión una grandísima compunción por sus fal-
duciremos á la nada.»—San Basilio, exponiendo tas las más ligeras, igualmente que Santa Paula, se-
aquellas palabras: Tú has trocado mi llanto en ale- gún el testimonio de San Jerónimo. Pues bien; reve-
sentimiento y aflicción ! Gusta sobremanera que se gria añade:—«Dios no infunde su gozo en todos los
acuerden de ÉL como acontece álos amantes; y nin- corazones, sino solamente en aquellos que han de-
guna cosa es ruin á sus ojos siempre que se haga por plorado sus culpas con un vivo dolor y llanto conti-
amor suyo, porque el amor todo lo trasforma y en- nuo como si lamentasen su propia muerte, porque se-
grandece. mejante dolor trasfórmase al fin en gozo inefable.»—
No digo yo que desmayeis, como los Santos, al solo « Menester es que no perdamos nunca de vista nues-
nombre de pecado : requiérese para eso una gracia tras propias culpas, repite San Crisòstomo, no tanto
especial y un abrasado amor de Dios. Algo, sin em- para que se nos perdonen, y quedemos enteramente
bargo, podéis hacer en reparación y dolor de las cul- limpios de ellas, si que también para llegar á ser más
pas del humano linaje, y ese algo, por poco que sea, indulgentes y compasivos con nuestros prójimos, y
procurará á Dios una gloria inefable, y al corazon servir á Dios con grande fervor, adquiriendo con
de nuestros hermanos una dulce consolacion. semejante recuerdo de nuestras culpas un conoci-
miento más claro de la divina Bondad.»—«No dejeis,
dícenos la Escritura, de temer por el pecado perdona-
SECCION V.
do;»—y ciertamente, este temor es el preservativo
No hay verdadero dolor de las culpas ajenas sin más eficaz contra una nueva caida. No pocos Santos
un profundo pesar de las nuestras propias. Fru- aseguran que, si supiésemos por revelación que se
tos espirituales del amor de compasion. nos habían perdonado todas nuestras culpas, todavía
deberíamos dolemos de ellas ; así lo practicó David,
Pues, como ya llevo dicho, es preciso que no ol- despues que se dignó el Señor hacerle dicha revela-
videmos dolemos de nuestras culpas personales, y ción , y el apóstol San Pablo, aunque confirmado en
dolemos de ellas, singularmente por ser ofensas con- gracia ; porque semejante dolor es el alimento conti-
tra un Dios infinitamente bueno y amable.—«Si nos nuo de nuestro amor de Dios. San Odón, en su vida
condolemos de nuestros propios pecados, diceSan Cri- de San Gerardo, cuenta una cosa por cierto muy sin-
sòstomo, disminuiremos su gravedad ; lo que era gular. Solía este siervo de Dios sentir despues de su
grande se hará pequeño, y áun no raras veces lo re- conversión una grandísima compunción por sus fal-
duciremos á la nada.»—San Basilio, exponiendo tas las más ligeras, igualmente que Santa Paula, se-
aquellas palabras: Tú has trocado mi llanto en ale- gún el testimonio de San Jerónimo. Pues bien; reve-
ló Dios en cierta ocasión á San Gerardo que le ha- enamorarnos de esa gloria divina, que ha de ser un
bían sido perdonados todos los pecados graves de su dia nuestra dicha y el objeto de nuestro gozo y ado-
vida pasada, á causa del dolor que sentía por las fal- ración? El carácter de la divina Bondad esser comuni-
tas leves que cometiera después de su conversión. Mas cativa : incesantemente se está el Señor comunican-
es preciso no excedernos en dicho dolor por las cul- do á sus criaturas por medio de la naturaleza, de la
pas: considerémoslas en general y no particularmen- gracia y de la gloria; y asi es preciso que imitemos á
te; y sobre todo, sería mucho mas útil y provecho- este divino modelo. No hay cosa más odiosa que una
so, conforme fué revelado á Santa Catalina, meditar persona egoista, que no se ocupa ni piensa más que
sobre la preciosa sangre, y ponderar la divina mise- en sí misma y en su propia alma; mas parece una
ricordia, que no un árido exámen de ellas, según el gran cosa esta solicitud exclusiva por su propia al-
consejo de San Bernardo:—«Adviérteos de paso, ami- ma, cuando se contempla la muchedumbre de indi-
gos mios, que eviteis el exámen ansioso y escrupulo- viduos que nos rodean, que apenas saben si tienen
so de vuestras culpas pasadas, y sigáis las sendas lla- alma; es peligroso, sin embargo, detenerse exclusi-
nas y espaciosas de los beneficios divinos. El dolor de vamente en ilicho pensamiento. ¿Y quién habrá que
los pecados es ciertamente indispensable, pero no se teniendo á su disposición la preciosa sangre, y co-
requiere que sea continuo; interrumpámosle con el nociendo su inapreciable valor y los maravillosos efec-
pensamiento alegre de la divina misericordia. Preci- tos que produce, no suspire por comunicarla á los de-
so es que mezclemos la hiél con los ajenjos; de otra más? ¿Será posible que todavía permanezca cruzado
suerte llegaría á perjudicarnos su amargor.»— de brazos? Yo desearía que pudiésemos hacer siempre
todas las cosas solamente por la gloria de Dios; pero
La vida es un punto, comparada con la eternidad;
ya se ve, no es esto tan fácil de ejecutar. Mas todos
y por toda la eternidad serémos infinitamente dicho-
podemos sin esfuerzo alguno hacer un poco más que
sos , y no tendremos entónces ninguna otra ocupa-
hasta aquí. lo cual se consigue llorando los pecados
ción que la de glorificar á nuestro Dios y Señor; lite-
de todo el mundo. por ser ofensas contra la Majestad
ralmente no tendrémos ninguna otra cosa que hacer.
de nuestro Dios y Señor.
Y esta única tarea encerrará tan riquísimos tesoros
de gloria y bendición, que nada nos dejarán que de- Ni carece semejante devocion de veutajas inmen-
sear. ¿Por qué, pues, no comenzamos en la tierra una sas en favor de nuestra alma. Una vez que nos resol-
obra semejante? ¿ Por qué no procuramos desde ahora vamos de todas veras á trabajar en servicio de Dios,
el mayor obstáculo que se nos opone al paso no es
tanto el pecado, como el apego álas cosas de la tierra que muy luego llegaría á ser aquel que practicase
y nuestro amor propio. Ved como esas dos miserias semejante devocion. Quien busque con afan y de to-
de la vida, que tan obstinadamente nos están aco- das veras á su Dios, no tardará en convencerse de
sando , que nos tienen como aprisionados y vician to- que nada hay en el mundo que merezca su exclusivo
do lo bueno que hacemos; ved, digo, como están amor, y este ejercicio le librará de los dos mayores
siempre en guerra abierta contra esta devocion. El enemigos de la vida espiritual.
carácter del'mundo consiste en ignorar la culpa: las Convenceríase igualmente de que tan dulce devo-
cosas son buenas ó malas, según á él le place, y en cion le servía de poderoso valimiento para con Dios;
cuanto se conforman ó nó á su propio criterio; mas sus oraciones comenzarían á despacharse más favora-
por lo que hace á la mancha interior que recibe el al- blemente que hasta aquí, y sus palabras tendrían
ma inmortal con la ofensa que infieren al Dios invi- una eficacia superior á sí mismas, á su talento, razo-
sible, es asunto de que no hay que hablarle, ni por namientos y elocuencia. ¿Qué objeto existe digno de
un momento siquiera; semejante doctrina es propia, estimación, si Dios no le ha bendecido ? El poder es-
según él, del vulgo ignorante; es una bagatela, una piritual es el único poder real, y sigue reglas distin-
superchería clerical. La persona que todo lo re, se- tas de los otros poderes de la tierra. Cuando San Vi-
gún que es ó nó pecado, que no busca por todas par- cente de Paul fundó la Congregación de la Misión,
tes sino la gloria secreta del Criador escondido, que dijóle el P. Condren, Superior del Oratorio de Fran-
sigue las banderas celestiales, que usa solamente de cia, y uno de los hombres más espirituales de su
los pesos y medidas del santuario, que hace las cosas tiempo: «¡Ah Padre mió! Veo que esta es obra de
más insignificantes por motivos sobrenaturales, que Dios, que vive en ella el espíritu de Jesús, y que ha
ama, en fin, lo que no ve con los ojos de la carne, de tener un feliz resultado; las personas que la com-
hasta el punto de llegar á perder la facultad de amar ponen han nacido de humilde cuna, ninguna es le-
los objetos visibles, ó á lo ménos de amarles con ve- trada ; y estas son las armas á que Dios da la victoria.»
hemencia , difícilmente podrá ser dominada por el es- —Ved, pues, sobre qué principios tan contrarios á los
píritu del mundo, ni por su amor propio: su vida es del mundo fundaba su juicio ese buen Padre. San Fe-
una protesta contra el mundo, igualmente que con- lipe llegó á demostrar que todo su poder consistía en
tra sí misma. He aquí una simple descripción de lo el alejamiento del mundo; y la obra de San Ignacio
resúmese asimismo en una sola palabra, á saber:
probó igualmente al mundo que el alejamiento era el y le habló acerca de su vida espiritual y obras buenas
alma de su grande obra. Comenzad desde luego á que había practicado. — « ¡ Obras buenas! replicó el
practicar esta devocion por la gloria de Dios ultraja- gaitero, no sé que yo haya hecho nunca nada bueno;
da , y bien presto conoceréis, por medio de señales solamente me acuerdo que allá, cuando yo era ladrón,
sensibles, que el Señor os asiste de una manera más salvé el honor de una virgen consagrada á Dios, y en
especial que hasta, aquí. otra ocasion entregué de limosna cierta cantidad de
Finalmente, si quereis alcanzar el galardón de la dinero á una doncella pobre que, por su extrema ne-
perfección cristiana y llegar á ser unos santos, escu- cesidad , ofrecíase á pecar.»—No bien acabó de ha-
chad esta historia; oid lo qu,e aconteció á un sujeto, blar, cuando entendió el Santo que Dios había otorga-
sólo por haber impedido que se consumasen con ac- do al gaitero gracias iguales á las suyas, porque movi-
tos externos dos pecados mortales. San Panucio había do de la gloria de su Hacedor, llegó á impedir, durante
vivido no pocos años en el desierto, donde á fuerza su estragada vida de ladrón, dos culpas mortales.
de desvelos y rigurosas penitencias tuvo la dicha de Pero no podemos ilustrar mejor la manera de ha-
alcanzar su santificación. Ocurrióle en cierta oca- cer así efectivo como afectivo el dolor de las culpas
sion una idea extraña, y se atrevió á manifestársela ajenas , es decir , mauifestarle tanto en deseos como
á Dios en la oracion: deseaba saber. quién había en en obras, sino poniendo aquí las prácticas recomenda-
el mundo que le igualase en santidad; pedíalo con das por un escritor espiritual (1) para los dias del Car-
simplicidad de corazon y verdadera humildad, y el naval. Dichas prácticas llevan por título: Devociones
Señor, por lo mismo, se dignó acceder á su demanda. que las almas amantes de su Dios suelenpracticar en
Díjole , pues, que su santidad se igualaba á la de los dias del Carnaval y en las otras épocas del año
cierto gaitero de una aldea de Egipto, la cual le en que los mundanos acostumbran ofender d Dios con
nombró. Resolvióse al puntó el Santo á ir en busca más frecuencia.
de dicha persona. Apenas llegó á la aldea, lo primero 1.* Durante esos dias , procurar poner más cuida-
que hizo fué preguntar por el gaitero, y respondié- do en abstenerse de cualquiera falta particular en que
ronle que estaba tocando en la taberna para divertir de ordinario solemos incurrir.
á los que se hallaban allí bebiendo. «¡Cosa extraña!»
dijo para sí San Panucio. Sin embargo, fuése á su
encuentro , y luego que llegó á verle, llamóle aparte. (1) Lancis. De Príes. Bei, 31.
reverencia y el más vivo afecto del corazon, adore-
2.1 Aumentar el tiempo de nuestra oracion siquie-
mos profundamente á la divina Majestad hacia las
ra el espacio de un cuarto de hora.
cuatro partes del mundo donde es Dios durante ese
3.a Leer una hora, por ejemplo , en algún libro
tiempo horriblemente ultrajado, deseando con adora-
espiritual que escite en nosotros afectos piadosos, ta-
ción tan amorosa compensarle por todas las ofensas
les como Las Confesiones de San Agustín, La Imi-
que le hacen en dichas regiones, deplorándolas, y pi-
tación de Cristo ó las T idas de los Santos.
diendo su remisión y la conversión délos pecadores.
4.* Afligir nuestro cuerpo con alguna nueva peni-
A ese fin ofrezcamos la preciosa sangre y los méritos
tencia, ó bien prolong-ar la que tengamos de cos-
de Jesucristo, tan agradables á Dios y tan provecho-
tumbre.
sos á los pecadores: así es como Santa María Magda-
o." Visitar en dichos dias con más frecuencia al lena de Pázzis obtuvo la conversión de no pocas al-
Santísimo Sacramento; y concluidas que sean nuestras mas encenagadas en la culpa.
devociones diarias, procuremos excitarnos á tiernos
8.a Ejecutar nuestras buenas obras ordinarias con
afectos de compasion pea: nuestro Dios ofendido, á la
mayor cuidado, diligencia y fervor, señaladamente
manera que lo hacemos cuando visitamos á los ami-
aquellas que se refieren más inmediatamente al culto
gos en tiempo de tribulación para consolarlos y dar-
divino. Porque si los mundanos son en tales dias más
les muestras del amor que les profesamos. Derrame-
diligentes y activos que de ordinario para ofender á la
mos igualmente abundantes lágrimas, ó lamentemos,
divina Majestad, razón es que las almas amantes de
á lo menos interiormente, las culpas de tales dias, en
su Dios se afanen y procuren, siquiera en la misma
especial las de aquellos que, por razón de su estado y
proporcion, ser más diligentes y fervorosas que de
singulares beneficios que han recibido del cielo, de-
costumbre en sus buenas obras y culto divino.
berían evitarlas con m á s esmero y escrupulosidad
9.a Hacer una Comunion extraordinaria con obje-
que los otros.
to de aplacar á Dios y de honrarle por medio de tan
6.* A cada hora q u e dé el reloj, hacer un acto amorosa reparación.
breve, pero fervoroso, de dolor por las culpas que se 10. Como son tantas las oíensas que se cometen
cometen durante dicha época; pueden practicarse se- durante este tiempo por excesos de comida y bebida,
mejantes actos doquiera nos hallemos, en el paseo, mortifiquemos un poquito más nuestro apetito en la
en la mesa, etc., etc. cantidad y calidad de los manjares.
7.a Por lo ménos tres veces al dia, con la mayor TOMO i. 10
11. Siendo Dios singularmente ofendido en época
la oracion y reparación. Rogar por que llueva en ta-
semejante con palabras inmodestas, convengamos
les dias, como que repugna; pero puede impedir una
con algún amigo nuestro en gastar cada dia alguna
muchedumbre de pecados. La pérdida de la modestia é
hora hablando de cosas espirituales, exclusivamente
inocencia en no pocas personas data de una festividad
para procurar á nuestro Dios y Señor un rato de ine-
cristiana; y son innumerables las almas que han nau-
fable placer y dulce contentamiento.
fragado en la inocente ribera comprendida entre Lon-
12 Puesto que en dichos dias acostumbran igual-
don Bridgey Roshervilie. Sépase, sin embargo, que
mente los hombres á hacerse culpables de una ociosi-
en Inglaterra la falta de recreación es causa de más
dad pecaminosa, esforcémonos en poner un exquisi-
pecados que su exceso. El judaismo carnal del sábado
to cuidado para no malgastar malamente el tiempo;
protestante celébrase principalmente con el fin per-
por manera, que aparte de la recreación necesaria e
verso de obligar al pobre en cierta manera á encontrar
inocente, no dejemos pasar inútilmente un solo ins-
su única diversión en la culpa manifiesta.
tante del dia. Existen tres bellísimas revelaciones con las cuales
13 Aquellos que están ligados con algún voto,
Dios se ha dignado darnos á conocer lo muy agrada-
convendría le renovasen en tal época con nuevos ac- ble que es á su Divina Majestad semejante reparación
tos de amor de Dios: devocion que fué sugerida por el en tiempo de Carnaval. Una fué hecha á Enrique
Señor, al desposarse con Santa Catalina, el jueves Suso, dominico, y las otras dos á Santa Gertrudis.
ántes de Quincuagésima. Hablaré solamente de una de las últimas, que es la
• En Inglaterra, la época del Carnaval puede su- que abraza el espíritu que con tantas ansias anhelo
plirse con los dias que siguen á las tres festividades resplandezca en todas las páginas de esta obrita. Di-
de Navidad, R e s u r r e c c i ó n y Pentecostés. Todos cuan- cha revelación está tomada del libro cuarto de sus In-
tos tienen á su cargóla dirección de las almas, saben sinuaciones á la Divina Piedad.
ooruna dolorosa experiencia los horrores que seco- Aparecióse el Señor á Gertrudis el primer dia del
meten nosotros durante dichas solemnidades, y
e n t r e
Carnaval sen tadc en el trono de su gloria, y teniendo
señaladamente en las dos últimas; pero es tan difícil a sus piés al evangelista San Juan escribiendo en un
hablar enérgicamente contra las excursiones baratas, libro. Preguntóle la Santa, qué éralo que escribía, y
contra los viajes cortos de ferro-carril y otras miserias el Señor la respondió en nombre del glorioso Apóstol
por el estilo, que no parece queda" otro recurso sino estas palabras: « Estoy anotando con sumo cuida-
El bienaventurado San Juan, sentado y escri-
do las devociones que ayer me ofreció tu Congrega- biendo, parecía que unas veces mojaba su pluma en
ción , y todas las que piensa ofrecerme en estos dos un tintero que tenía en las manos, y formaba con
últimos dias: y cuandojYo, á quien el Padre confiara ella letras negras; mojábala otras en la amorosa lla-
todo el juicio, dé á cada uno despues de su muerte ga del costado de Jesús, que tenía abierto delante de
buena medida ena galardón de sus buenas obras y sus ojos, y escribía letras encarnadas; y otras, en
añada además la medida apretada de mi saludable fin, se le veía iluminar las encarnadas con tinta ne-
pasión y muerte con que es ennoblecido el mentó hu- gra ó dorada. Entendió luégo la Santa que las letras
mano, presentaré entonces á mi Padre por medio de negras significaban aquellas obras que practicaban
este escrito!todas estas devociones, para que con la las religiosas por costumbre, como el ayuno que sue-
omnipotencia de su paternal misericordia sobreañada le comenzar este lunes; las letras rojas significaban
igualmente su medida colmada en justa recompensa las obras que se hacían en memoria de la pasión de
por los beneficios que me habéis prestado en esta cru- Jesucristo para bien de la Iglesia; las medio encarna-
da guerra que ahora me están haciendo los munda- das y negras representaban las obras hechas en memo-
nos Porque si ninguno me iguala en fidelidad, no es ria déla pasión del Señor para alcanzar de Dios la gra-
posible que deje de premiar ámis bienhechores, vien- cia y demás dones sobrenaturales necesarios á nuestra
do que hasta el mismo rey David, á pesar de haberse salvación; y las letras, por el contrario, rojas y do-
siempre mostrado agradecido á sus bienhechores, to- radas , simbolizaban aquellas obras que en unión
davía al morir y confiar el reino á su hijo Salomon, con la pasión del Salvador se ejecutaban exclusiva-
mente á la mayor gloria de Dios y salvación de todo
hablóle de esta manera: Mostraras tu reconocimiento
el género humano, renunciando á todo mérito, favor
á los lijos de Bercelai galaadita, y comean A tu mesa,
ó recompensa, y no proponiéndose otro objeto que
porque salieron ámi encuentro y me socorrieron cuan-
alabar y glorificar á nuestro Dios y Señor. Porque si
do iba huyendo de Absalon, tu hermano. Agradécese
bien las primeras merecen un rico galardón, aque-
más el favor que s e dispensa á los hombres en la ad-
llas que se ejecutan solamente en alabanza de Dios,
versidad , que aquellos que les son otorgados en tiem-
son de mayor mérito y excelencia, y confieren á
po de prosperidad ; y así igualmente sucede conmi-
quien las practica un aumento infinitamente más
o-o- mayor es m i reconocimiento á la fidelidad que
grande de dicha eterna.
L i s hijos me profesan cuando el mundo me persigue
con cruel encarnizamiento.»
Observó asimismo Gertrudis que á cada dos párra-
fos quedaba un lugar en blanco, y suplicó al Señor oh Vos, el mejor de los maestros, al ménos una sola
se sirviese decirla qué significaban semejantes cla- cosa que pueda exclusivamente hacer en memoria de
ros:—«Como en tales dias, replicóla el Salvador, te- vuestra pasión ¡—Adopta, pues, la contestó el Señor,
neis la piadosa costumbre de servirme con deseos y la costumbre de rogar á Dios mi Padre, en favor de
fervorosas oraciones en memoria de mi pasión, be la Iglesia universal, con los brazos en cruz, expre-
cuidado de anotar todos esos deseos y palabras; y eso sando así la forma de mi pasión santísima, y practí-
es lo que forma los dos párrafos escritos en el libro. El calo de esta manera en unión con aquel amor con que
lugar en blanco significa aquellas obras que, á dife- Yo extendí los mios sobre el madero de la Cruz.—
rencia de los deseos y palabras , no acostumbráis á Pero como esta devocion es poco común, repuso Ger-
practicar en memoria de mi pasión santísima.—¿Có- trudis, ¿no será preciso que busque lugares donde
mo, repuso la sierva de Dios, cómo, amorosísimo Se- practicarla?—Compláceme sobremanera, replicóla á
ñor mió, podrémos nosotras hacer loablemente seme- su vez el Señor, semejante costumbre de buscar los
jante cosa?—Guardando, la dijo, fielmente, en unión lugares ocultos, y es nuevo adorno á la obra, como
con mi sagrada pasión, los ayunos, vigilias y demás la perla en un collar. Si alguno, no obstante, se re-
observancias de la regla, y ofreciéndome la mortifi- solviese á practicar esta devocion de rogar con los
cación de vuestro oido y lengua en unión con aquel brazos extendidos, según se usa comunmente, no
amor con que refrené todos mis sentidos durante mi tema entónces ninguna contradicción, y sepa asi-
pasión. Una sola mirada mia hubiera podido aterrar mismo que me rendirá un honor idéntico al que se
á todos mis enemigos: una palabra de mis labios ha- tributa al rey cuando es solemnemente coronado.»
bría bastado para convencer de impostura á todos Y bien, ¿qué es por lo que yo ahora estoy abogan-
cuantos me contradecían , y permanecí, sin embar- do? Solamente por este único objeto , á saber: porque
go, como un cordero que conducen al matadero, la no abandonéis la gloria de Dios, como si fuese un ne-
cabeza humildemente inclinada, clavados los ojos en gocio que no os concierne, y no mediase vínculo al-
tierra, y no abriendo mi boca delante del juez, para guno de unión entre Él y vosotros. He ahí todo cuan-
defenderme de los falsos cargos que se me hacían.— to yo os exijo. Dios va á daros en herencia la gloria
La Santa, al oir al Señor expresarse de esta suerte, divina por toda la eternidad, ¿y será posible que vi-
vivamente conmovida, le respondió: — ¡ Enseñadme, váis acá en la tierra como si no os ligase á ella lazo al-
guno? ¡Nó! ¡nó! porque sus intereses os tocan muy
de cerca; su triunfo es vuestro triunfo, y su derrota cicatrizar con el bálsamo de una afectuosa y tierna
es vuestra derrota. No podéis vivir alejados de la cau- compasion! ¡ Jesús mió dulcísimo! apénas puedo creer
sa de Jesús , ni siquiera es posible que guardéis res- que seáis Vos quien sois, viendo como os ultrajan
pecto á Dios una especie de neutralidad armada, su- vuestros mismos hijos! Pero mi propio y perverso co-
puesto que deseáis, tan luego como os llegue la muerte, razon descúbreme ¡ ay! los insondables abismos de la
uniros á Él eternamente con el estrechísimo abrazo de humana tibieza, y la inconmensurabilidad de su in-
su inefable amor , sin pasar un solo instante en el pur- gratitud. Los últimos capítulos de los cuatro Evange-
gatorio. Tal es , sin embargo, el proceder de no po- lios no parecen sino una burla amarga contra los
cos católicos. De todo se cuidan, menos de la gloria fieles.
divina é intereses de Jesús. ¿Concíbese cosa más irra- Además, vivimos como si petulantemente quisié-
cional, ni más ruin y egoísta? ¿Y os maravillais to- ramos expresarnos de la manera siguiente: «¿Y qué
davía de los escasos frutos espirituales que recoge- lo hemos de hacer? Nosotros no podemos remediarlo.
mos? Bien poco, ciertamente, nos parecemos á gen- Si Jesús quiso obrar de esa suerte, es negocio que á
tes que ban venido á poner fuego á la tierra, y que se Él solo incumbe: nosotros no necesitábamos más que
lamentan porque no arde. ¡ Ah Jesús mió dulcísimo! una simple absolución. Para salvarnos y arribar al
¡ Estas sí que son tus más crueles heridas! Concibo puerto dichoso de la gloria, nos hubiera bastado una
fácilmente las llagas ensangrentadas de vuestras ma- máquina cualquiera, una locomotora del menor coste
nos y pies, y vuestras rodillas magulladas , y vues- posible. En nuestra opinion eso, y nó otra cosa, era
tros hombros desollados, y vuestras espaldas des- lo único que se requería. Vosotros, gente devota,
garradas, y vuestra cabeza llena de agudas espinas y efectivamente seguís la senda de la religión: no es
la horrible abertura de vuestro costado. ¡¡¡Pero estas fácil que podamos nosotros definir el entusiasmo; pero
heridas!!! ¡las heridas de la negligencia, de la frial- vosotros, sin duda alguna, sois entusiastas, es decir,
dad y del egoísmo! ¡las heridas de los pocos que fue- sois todo corazon y no cabeza. La mera fogosidad no
ron fervorosos y ahora son tibios! ¡las de la muche- suplirá jamás el talento: el fervor no es teología:
dumbre que nunca fué fervorosa, y no puede recla- otras cosas hay que hacer en la vida más que ir á
mar siquiera el título odioso de tibia! ¡las heridas que Misa y confesarse. ¿Cómo hemos de poner nuestra
recibes en la casa de tus mismos amigos! ¡Hé ahí las confianza en gente que se deja llevar del entusiasmo
heridas que debemos lavar con nuestras lágrimas, y religioso? Toda esa encarnación de un Dios, y todo
ese romance del Evangelio, y todos esos sufrimientos Santa María Magdalena de Pázzis: «¡Oh Jesús mío?
superlluos, y todo ese derramamiento pródigo de san- ¡Vos habéis hecho el papel de tonto por el amor!»
gre , y todo ese exceso de humillaciones, y todo ese ¡ Pobre gloria divina desolada! ¡ Tú eres un expó-
servicio de amor, y toda esa exuberancia, en fin, de sito en la tierra! ¡ Ninguno quiere reclamaros! ¡ nin-
dolorosa compasion, á decir verdad, nos son enojosas; guno reconoce parentesco alguno contigo, ni os da
apénas podemos comprender semejantes prodigios. hospedaje en su casa! ¡ Frió como es el mundo, y des-
Parécenos que la cosa pudo haberse hecho de otra apiadado por sus crímenes enormes, tú yaces gritan-
manera, pues al cabo fué un asunto entre deudor y do á nuestras puertas, y ninguno te atiende, ni se
acreedor. No todos son poetas , ni todos aficionados compadece de tu triste suerte! ¡ Pobrecita gloria
al romance. Aquí debe ocultarse, á no dudarlo, algún abandonada! ¡ La tierra fué criada para que fuese
fraude. Dios es muy bueno, y su amor excelentísimo morada tuya así como lo es el cielo; pero han venido
en su línea; nos ama con entrañable amor, y por su- ladrones de todas partes, y ya no encuentras senda
puesto que nosotros le amamos también. Pero franca- algunasegura á lo largo de nuestros caminos! Toda-
mente, con un poco de sentido común práctico, al- vía, sin embargo, existen unos cuantos de entre nos-
guno que otro precepto razonable y la más estricta otros que hemos jurado al cielo recibirte ahora mismo
observancia de nuestros deberes respectivos, ¿ no po- en nuestra propia casa, como san Juan recibió en la
dríamos poner algún tanto á un lado, salvo el mayor suya á María: Desde hoy nuestra sustancia es tu sus-
respeto posible, esa maravillosa mitología del amor tancia, y tuyo todo cuanto poseernos.
cristiano, é ir al cielo por una senda llana, corta,
suave y trillada, más en consonancia con nuestro ca-
rácter de hombres y nuestra dignidad de europeos?
Si la raza anglosajona pecó efectivamente en Adán,
razón es que suframos las consecuencias; mas repá-
rese esa caída por un medio fácil y agradable, y con
ese buen sentido que tanto aprecian las gentes
cultas.»

¡¡¡Bien!!! Pues si así debe ser, no me resta á mí


otra cosa sino repetir aquellas valientes palabras de
Por ella fue necesario que hubiese un don sobrena-
tural , participación maravillosa de la naturaleza di-
CAPITULO IV.
vina, llamado gracia santificante; y que sobre' este
ORACION DE INTERCESION.
precioso don celestial se acumulasen actos amorosos
y dulces impulsos de la voluntad divina, en forma de
Medios que concurren á la salvación de una a l m a . - Q u é envuelve
numerosas y variadas gracias actuales, prevenientes,
su salvación.—Misterio de la o r a c i o n . - V i s i o n de Santa Gertru-
dis sobre el Ave-María.-Aplicación de los tres instintos de los cooperantes, subsiguientes y eficaces; de lo contra-
Santos a l a práctica d é l a i n t e r c e s i o n . - P o r q u i é n e s debemos in-
rio, la salvación de esa alma es imposible. Para sal-
t e r c e d e r : - ! . 0 por l o s que están en pecado m o r t a l - 2 . ° por los
tibios—3.° por los S a n t o s que se hallan todavía en la t i e r r a - 4 . vación suya fue necesario que hubiese mártires que
por los a t r i b u l a d o s - 5 . ° por nuestros bienhechor e s - 6 . ° por los muriesen, doctores que escribiesen, papas y conci-
que aspiran á la p e r f e c c i o n - 7 . 0 por el aumento de la gloria ac-
cidental de los bienaventurados del c i e l o - S . ° por los ricos y no- lios que expusiesen y condenasen la herejía, misio-
b l e s . - T i e m p o , l u g a r y método de la i n t e r c e s i ó n . - El gozo y n e r o s que viajasen y obispos que ordenasen. Acaba-
la exención de la v a n a g l o r i a , frutos de la oracion de intercesión.
das todas estas preparaciones, y criada esa alma de
la nada, por un acto misericordioso de la omnipoten-
SECCION I. cia divina, es asimismo necesario designarla un án-
gel que la guarde; Jesús debe dirigir en favor suyo
Salvación de v/tia alma.
todos sus cuidados y desvelos; María tiene que tomar
Veamos lo que concurre á la salvación de una por ella un grandísimo Ínteres, y todos los Ángeles
alma, y que va envuelto en esta su salvación. En y Santos es preciso también que por ella rueguen, y
primer lugar, p a r a l a salvación de una alma, fué por ella intercedan sin descanso y con encendido fer-
absolutamente necesario, según los designios de la vor de su corazon. A cada buen pensamiento, obra
providencia , que Dios se hiciese hombre. Para la sal- piadosa y acto devoto, que muy luego llegan á ser
innumerables, menester es igualmente que concurra
vación de esa sola alma fué absolutamente necesario
la gracia, maravillosa participación de la naturaleza
que Jesús naciese, y enseñase, y obrase, y rogase,
divina. Es además i n d i s p e n s a b l e a h u y e n t a r del lado
y m e r e c i e s e , y satisfaciese, y sufriese, y derramase
su sangre, y muriese. Por esa alma única fué nece- suyo los espíritus malignos que la persiguen, y embo-
sario que existiese una Iglesia católica, y fe, y Sa- tar los tiros que contra ella asesten. Toda tentación
cramentos , y Santos, y Papas y Sacrificio de la Misa. que experimente, causará á los abogados que tienen
en el cielo una emocion más ó menos profunda. Todo sea hija de Dios, y hermana de Dios, y que partici-
atributo divino preciso es que legisle á su favor, has- pe de la naturaleza divina.
ta el' punto que pueda decirse que juega con todos Hé aquí, pues, todo lo que concurre á la salvación
ellos, como quien tócalas teclas de un instrumento de una alma: veamos ahora qué es lo que envuelve esta
músico. Requiérese también para salvación suya que su salvación. Mirad allá á lo léjos aquella alma que
reciba la preciosa sangre por medio de sacramentos acaba de ser juzgada: Jesús ha hablado en este mis-
inefables, llenos de misterios, é instituidos en sus mo instante; todavía resuena el eco de sus dulces pa-
materias y formas por el mismo Dios Señor nuestro. labras , y aún no han concluido los que la lloran de
Toda clase de objetos, el agua, el óleo, las luces, cerrar los ojos de su cuerpo exánime: pero el juicio ya
la ceniza, los rosarios, los escapularios, las medallas se hizo; todo está acabado: fué momentáneo, pero
etc., adquirirán, para su aprovechamiento, un asom- misericordioso; más que misericordioso. No hay pala-
broso poder por las bendiciones de la Iglesia. Es'me- bras con que encarecerlo; menester es que nos lo ima-
nester igualmente que reciba el cuerpo, alma y di- ginemos. Un dia ¡ Dios lo quiera! lo sabrémos por ex -
vinidad del Yerbo encarnado con tal frecuencia, que periencia propia. Preciso es que esa alma sea bastante
llegue á ser para ella la cosa más ordinaria, aunque vigorosa para soportar lo que ahora está sintiendo. Si
cada vez que comulgue ejecute realmente una acción Dios no la sostuviese, seguramente que volvería á la
todavía más estupenda que la misma creación del nada de donde saliera. Acabóse la vida; y ¡ cuán corta
mundo. Dicha alma hablará al cielo, y allí será oida ha sido! Pasóse igualmente la muerte; y cuán fácil
y obedecida; se servirá de las satisfacciones de Jesús, cosa es sobrellevar su rigor pasajero! ¡ cuán cortos los
como si fuesen suyas propias; y bajará al purgatorio, trabajos! ¡ cuán ligeras las congojas! ¡ cuán livianas las
y arrancará sus candados y cerrojos, y escogerá y angustias y aflicciones! Algo la acaba de acontecer
sacará de allí al hermano suyo que más le agrade. en este mismo instante, que hade permanecer con ella
Semejante alma está siempre tan cercana á Dios, y por toda la eternidad. Jesusloha dicho, y así no puede
sus potencias son un lugar tan sagrado y privilegia- cabernos la menor duda. ¿Y cuál es ese algo?Ni el ojo
do,. que nadie sino El mismo puede infundirlas la ha visto niel oidohaoido:esa alma está viendo á Dios.
gracia, ni los Santos, ni los Ángeles, ni la misma Ante sus ojos se extiende una eternidad sin límites: las
Madre de Dios, bendita por todos los siglos. Para la tinieblas desaparecieron de su vista; la flaqueza se
salvación, por último, de esa alma, es preciso que ha sepultado bajo de sus pies; el tiempo que la
aprisionaba se desvaneció como el humo; no hay ya do! Sólo aquellos desvelos y cuidados pasajeros de la
en ella ignorancia alguna: ve al Eterno. Su inteli- vida, que la gracia cambiaba en contentamientos
gencia está inundada de resplandores inefables, ane- inefables, y el amor en verdaderos placeres!; Y aho-
gada de gloria y sumergida en esa vision, en cuya ra va á gozar de la gloria y encantos de la visión
comparación la humana ciencia es una grosera estu- eterna! Creeríalo todo un sueño; pero la maravillosa
pidez. Su voluntad rebosa de amor, y una dicha in- calma que disfruta, descúbrela los abismos de las ex-
comparable penetra todos sus afectos. Ala manera que celencias y grandezas de su nueva vida: el testimo-
la esponja está llena de agua, así esa alma está ahora nio de su propia conciencia es la prenda de su dicha
llena de luz, y de hermosura, y de gloria, y de arro- é inmortalidad. Tal es todo lo que va envuelto en la
bamientos , y de inmortalidad y de Dios. Pero estas no salvación de una alma. ¡ Cuán digno, pues, de asom-
son sino palabras necias, más livianas que la pluma bro no es el mundo, si tenemos presente la muche-
y más ligeras que el agua que corre; no son ni som- dumbre de personas que mueren á cada momento del
bra siquiera de las dulzuras que disfruta. El ojo no ha dia y de la noche; y probablemente no se pasará un
visto, ni el oido ha oído, ni el entendimiento humano solo instante, en que deje de hallarse alguna alma en
ha concebido jamás una felicidad semejante. ¡ Y esa situación semejante, es decir, juzgada, sentenciada
misma alma hace u n momento gemía en un mar de favorablemente su causa, y abiertos sus ojos á la her-
aflicciones; era flaca y débil, cual niño enfermizo! mosura y bondad incomunicables del Altísimo! ¡ Oh
miseria y desdicha! ¡ Oh desdicha y miseria! Hé aquí
Pero no es esto solo. Allá en el cielo no corre el
las únicas palabras que nuestros labios pueden pro-
más ligero riesgo de perder nada de cuanto posee.
nunciar al fijar la consideración en nuestros infruc-
todo es seguro, todo suyo, enteramente suyo, inena-
tuosos afanes, y molestas tentaciones , y fastidioso
jenable y por toda la eternidad. El pecado no puede
egoísmo,y enojosa ruindad y bajeza para con nues-
acercarse á ella, n i la inquietud perturbarla, ni las
tro Dios y Señor. ¡Ya murió aquella persona; ya está
imperfecciones vivir á su lado. !sTo conoce ningún
juzgada, y todo la ha salido á las mil maravillas!
cambio, aunque su variedad sea infinita; ignora toda
¡'Oh qué felicidad tan incomparable la suya! ¡ Y nos-
suerte de desigualdad, á pesar de sus numerosos go-
otros todavía aquí! ¡ y corriendo un riesgo inminente
ces é innumerables dulzuras; es coronada reina, y
de perdernos, y perdernos para siempre! ¡Oh desdicha
por toda la eternidad. El imperio de tanta magnifi-
y miseria! ¡ Oh miseria y desdicha!
cencia y grandeza ¡á cuán bajo precio lo ha compra-
TOHO i. \\
¡Pero hace unos momentos, y esa alma aún no intercesión. Ora seas amigo ó pariente de semejante
estaba segura! Habíase empeñado una desesperada persona moribunda, ora enemigo suyo; ya seas su
lucha; reñíase una batalla campal entre el cielo y el cura, ya su maestro ó bienhechor; bien seas vecino
infierno, y el cielo parecía que iba á sucumbir! El suyo, ó ya te encuentres á mil leguas de distancia
moribundo fué bastante sufrido para merecer cuanto de su mansión, ya le conozcas, ó no sepas si existe,
merecerse podía; pero puso Dios el último don, la ni soñado siquiera en su agonía, nada importa: el
última gracia, la perseverancia final, fuera del al- negocio de su salvación está en tus manos. Jesús ha
cance del mérito; y hé ahí por qué se creía que daba ordeuado que tú y no Él, si es lícito expresarme así,
la victoria al enemigo. ¡ Momento terrible! ¡Todo es- es quien ha de salvar á dicha alma. Tú eres el esco-
tuvo en peligro! ¡En peligro estuvo de perderse, y gido para completar todo cuanto ha concurrido á su
perderse para siempre, todo cuanto se obrara en fa- salvación, y tú asimismo el elegido para coronar la
vor de la salvación de dicha alma desde la eternidad obra de lo que va envuelto en la salvación de esa
hasta ese instante espantoso; é igual riesgo como alma. Quizá nunca llegues á saberlo hasta que seas
asimismo de no lograrse jamás cuanto va envuelto juzgado en el tribunal del Juez soberano; pero en la
en su salvación! ¿Concíbese, pues, un peligro ma- comunion de los Santos y en la unidad de Jesús, á
yor? ¡ Y Jesús se encontraba allí presente, observan- ti se te ha destinado para que seas el salvador de esa
doblas alternativas déla batalla y esperando su re- alma desconocida, el vencedor de batalla tan in-
sultado: en medio del profundo silencio del momento decisa.
se hubieran oido los latidos del Sagrado Corazón! SECCION II.
Había suspendido el decreto en cuya virtud, y por
Misterio de la oracion.
los merecimientos suyos, podemos nosotros merecer
también; y si bien Él mismo nos ha merecido el don ¿Pero qué es la oracion? ¿qué es el misterio de la
de la perseverancia final, no parecía sino que en oracion ? Nos es preciso hacer semejante pregunta,
aquel instante habíale abandonado á la soberanía si efectivamente la oracion envuelve tan grande res-
augusta de su divina Majestad, y resignado en ma- ponsabilidad, si es cierto que obra tales prodigios, y
nos de la infinita y excelsa omnipotencia de la Tri- si es asimismo indudable que tenemos la obligación
nidad Beatísima. U n a s o l a ley es exceptuada de esa de pedir por los demás igualmente que por nosotros
esnecie de cesión: la ley de la oracion, la oracion de mismos Varias son las consideraciones que pueden
contribuir á hacernos formar una idea exacta de la nita bondad se ha servido imponerse á Sí mismo. Él
oración. Primeramente consideremos quién es el que todo lo sabe sin necesidad de que se lo manifestemos,
ruega. Ninguno ha podido tener un origen más inno- y conoce cuanto nos es necesario, ántes de que lle-
ble que el nuestro. Fuimos criados de la nada, y vi- guemos á pedírselo; pero es voluntad suya rio so-
nimos al mundo con el borron é ignominia de la corrernos , si primero no se lo pedimos. Consideremos
culpa en nuestras almas, y con la pesada carga de asimismo dónde hemos de hacer nuestra oracion. Sea
una pena espantosa, que un llanto eterno no sería ó nó un lugar consagrado, se halla en Dios mismo.
capaz de aligerar. Á esta desgracia nuestra original Vivimos en Dios como los peces dentro del mar. Su
hemos añadido toda suerte de faltas y pecados, de inmensidad es nuestro templo, su oido está unido
traiciones y rebeldías, de rabia y desesperación: no •á nuestros labios, los toca: no lo sentimos, cierta-
hay palabras con que encarecer nuestra malicia y mente . porque si así fuese, caeríamos muertos en el
crasa ignorancia. Todo fué vil en nosotros desde el acto. El pensamiento habla á este oido divino, que
principio, y la perversidad de nuestro corazon lo ha siempre está escuchando, tan alto como las palabras
hecho inconmensurablemente más vil todavía. No y los sufrimientos, más alto todavía* que las palabras
es fácil que lleguemos á creernos más malos de lo mismas: jamás se separa de nuestros labios, y en él
que somos: por eso ha sido preciso imponernos el de- respiramos, hasta cuando soñamos y dormimos.
ber de ser pacientes y sufridos con nosotros mismos, ¿Y de dónde nace el valor de nuestras oraciones?
así como con los demás. Consideremos ahora quién es Estas no son más que palabras huecas y peticiones
Aquel á quien pedimos. Él es el Rey de la majestad, fugitivas: nada hay en nosotros que pueda contribuir
el inmenso y omnipotente Dios, fuera del cual no se á que se nos escuche, á no ser el exceso mismo de
concibe nada más bueno, ni más santo, ni más puro, nuestra bajeza y el colmo de.nuestra miseria. Efecti-
ni más augusto, ni más adorable, ni más misericor- vamente ¿ qué serían nuestras oraciones al oido del
dioso , ni más compasivo, ni más incomprensible, ni Criador, sino el rugido del león, el graznido de la gru-
más inefable. Él es Tres Personas realmente distintas lla, ó el quejido del animal acosado por el cazador?
en unidad de esencia, y en Él vivimos, nos movemos El valor de nuestras oraciones nace principalmente
y existimos. El puede hacer de nosotros todo cuanto de haberse dignado el mismo Dios hacerse hombre,
le agrade, y no tiene para con el hombre otras obli- viviendo á la inclemencia de los montes, y pasando
gaciones que aquellas que en su misericordia é infi- allí noches enteras en oracion. Nos une consigo mis-
mo eoa estrechísima lazada ; hace suya nuestra cau- es indudable. Hay Uno que vive en nosotros, igual y
sa, nuestros sus intereses, y somos una cosa con Él. coeterno Dios, que procede del Padre y del Hijo, y Él
Por medio de una comunicación misteriosa, sus ora- es quien forma las palabras en nuestro corazon; y
ciones se mezclan y confunden con las nuestras, la pone en miísica nuestros clamores, cuando decimos
riqueza de las suyas enriquece la pobreza de las ¡ Abba, Padre! Él es nuestro acceso al Padre, y quien
nuestras, y la infinidad de las suyas toca. y eleva, y llena de fortaleza nuestro corazon. Él nos hace ha-
engrandece la ruindad y miseria de las nuestras. Así blar y nos recrea con salmos, y con himnos, y con
es que cuando oramos, no somos nosotros quienes lo canciones espirituales, cantando y loando al Señor
hacemos, sino Él quien ruega por nosotros. Hablamos en nuestro corazon, dando siempre gracias por todo a
al oido de nuestro Padre celestial, y no es nuestra Dios el Padre en nombre de nuestro Señor Jesucris-
voz, sino la voz de Jesus y María, la que Aquél es- to. Él es el Espíritu por quien hacemos en todo tiempo
cucha. Ó más bien, el Eterno Padre quiere tener la continuas oraciones y plegarias, por El mismo vela-
dignación de ser como el ciego Isaac en su vejez. mos con todo empeño é instancia en favor de los San-
El hijo menor autorizado para representar á su her- tos , y Él ayuda nuestra flaqueza, porque no sabíamos
mano mayor, arrodíllase ante su padre para que le pedir como conviene; pero el mismo Espíritu pide por
dé su bendición: La voz, cierto, es la voz de Jacob, y nosotros con gemidos inenarrables; y Aquel que pene-
no es este á quien quiero bendecir ; pero las manos tra á fondo nuestros corazones, sábelo que desea el
son manos de Esaù, encallecidas con las faenas de Espíritu.
la redención del mundo. Y le dice el Eterno con Isaac: Consideremos igualmente la facilidad increíble de
Llégate à Mi, y dame un beso, hijo mio; y luego que la oracion. Es conveniente todo tiempo, lugar y pos-
percibe la fragancia de sus vestidos, que son la es- tura , pues no hay tiempo, postura ni lugar en que no
tola de Cristo, bendiciéndole, exclama: aquí el podamos confesar reverentemente la soberana pre-
olor de mi lijo, como el olor de un campo, y cólmale sencia de Dios. Para la oracion no es necesario el ta-
de bendiciones. lento, la elocuencia está demás y ia dignidad no es
recomendación, porque la necesidad es nuestra elo-
Pero no acaban aquí las finezas y artificios de su cuencia, y la miseria nuestra mejor recomendación.
amor paternal. Preciso es que averigüemos ahora El pensamiento es veloz como el relámpago , y con
quién es Aquél con quien rogamos. Jamás lo hace- la velocidad misma del relámpago puede multiplicar
mos solos, siempre que pidamos como es debido: esto
oraciones eficaces. Ruegan así las acciones como los vían las gentes á darla gracias como si por sus ora-
sufrimientos; y en la oracion no se necesitan ceremo- ciones lo hubiesen alcanzado, y ella quedaba asom-
nias que hacer, ni rúbricas que guardar. Esprésase brada y confundida. Un dia fuése á Jesús, y en un
toda la función con una sola palabra , á saber: el éxtasis formó de El amorosa querella. «Mira, hija,
niño á las rodillas de su padre balbuceando pa- replicóla nuestro Señor dulcísimo: como tu voluntad
labras sueltas é incoherentes, y su faz expresiva está enteramente resignada en mis manos, y no quie-
abogando mejor que su oracion confusa é ininteli- re hacer sino la mia, aunque por olvido no me pidas
gible. particularmente, quiero, sin embargo, hacer lo que
Consideremos también la eficacia de la oracion. tú desearías se hiciese.» ¡Ved, pues, qué Señor es
Unicamente debemos pedir cosas justas, y pedirlas este con quien tenemos que habérnoslas!
con asiduidad y perseverancia, creyendo firmemente Ultimamente, permítenos Dios que roguemos no
que nos serán concedidas, nó conforme á la pobreza solamente por nosotros mismos , sino también por los
de nuestras ruines intenciones, sino según la rique- demás; más aun: nos manda expresamente que inter-
za, y sabiduría, y munificencia de Dios: como así lo cedamos por nuestros prójimos. Por boca de su Após-
hagamos, infaliblemente las recibirémos. Dios está á tol nos habla en esta forma inusitada:—«Recomiendo
nuestra disposición. Otórganos cerca de su persona ante todas cosas que se hagan súplicas, oraciones,
una influencia casi ilimitada, y no una ni dos veces, intercesiones y acciones de gracias por todos los
ni solamente en las fiestas y ocasiones extraordina- hombres» (1). Y en el pasaje arriba citado del capítu-
rias , sino en todos los instantes de la vida. ¿Existe, lo octavo de la carta á los Romanos, donde dice: El
pues, un misterio déla gracia más dulce que el que escudriña los corazones conoce bien lo que desea el
misterio de la oracion? Cuéntase que á cierta sier- espíritu, añade: porque pide por los Santos según
va de Dios encomendaban diferentes personas, que Dios. Por tanto el privilegio inestimable, el don mis-
acudían de todas partes, se sirviese hacer oracion terioso de la oracion, se nos otorga no solamente para
por algunos negocios suyos. Ella réspondía que sí ha- remedio de nuestras necesidades, si que también
ría , pero olvidábase despues: estaba abismada en al- para utilidad espiritual de nuestros hermanos. ¡Oh
tísima contemplación, y no pensaba más que en qué cuenta tan estrecha tendrémos que rendir un dia
complacer al Esposo de su alma. Tedo sin embargo
cuanto le encargaban, sucedía á pedir de boca. Yol (i) I Tim. II.
de Dios en nuestras manos. ¡Cuánto no podríaos
por tan grande favor! ¡Qué solicitud no debería ser
hacer auxiliados de la oracion de intercesión! ¡ Qué
la nuestra, para no poseer en vano don semejante !
maravillas no podríamos obrar, por mediación suya,
Podrá Dios no habernos dado otros talentos; pero por
en el rincón más oculto de la tierra, en las tenebrosas
lo que hace al de la oracion, ciertamente que nos le ha
mansiones del purgatorio, y en los magníficos y re-
concedido. Para el ejercicio de la oracion no hay dis-
gios salones de la Jerusalen celestial! Pero ya se ve:
tinción de personas: jóvenes y ancianos. ricos y po-
los tiempos en que vivimos son contrarios á la ora-
bres , sabios é ignorantes, sacerdotes y legos, todos
cion : el espíritu del siglo se opone á ella, y las cos-
tenemos la obligación de practicar la oracion de in-
tumbres de nuestros contemporáneos se declaran for-
tercesión. ¡ Ay de nosotros si escondemos este talento,
midable enemigo suyo. ¡ Oh! pues fe en la oracion !
y nos atrevemos á devolvérsele al Juez supremo sin
¡sólo fe en la oracion! ¡fe en la simple oracioi>! y los
haber con él negociado! Examínese, pues, cada cual
intereses de Jesús se extenderán por el mundo cual
á sí mismo, y vea qué tiempo ha consagrado hasta
conquista benéfica, y la gloria divina cubrirá la
aquí á dicha devocion, y si bajo este respecto el pasado
tierra como el inmenso piélago de aguas cubre el
es enteramente c o m o quisiera que hubiese sido. La ora-
fondo del mar, y los coros de almas redimidas se au-
cion continua es un precepto difícil, que únicamente
mentarán más y más cada dia, hasta el punto de que
podemos llegar á cumplir con el tiempo y el hábito,
el Divino Pastor, si no fuese quien es, caería abru-
no ménos que con el auxilio de la gracia y especial
mado con la pesada carga de su fecunda pasión!
favor del cielo. Pero lo que desde luego hemos de pro-
curar, es aumentar nuestra oracion á medida que va- Abrense á veces los cielos, y nos envían un vis-
yamos creciendo en edad, y que cuanto mayor sea lumbre de este poder de la oracion. Ved cómo la fue-
nuestra oracion, m a y o r sea asimismo nuestra solici- ron abiertos á Santa Gertrudis (1). Declaróla el Señor
tud por elevarla á la categoría de intercesión en fa- que cuantas veces reza un cristiano devotamente la
vor del alma de nuestros hermanos. salutación angélica, otras tantas brotan del seno del
Acaso nunca, mientras nos hallemos en el mundo, Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo tres impetuosos
realicemos el poder celestial de la oracion, ni descubra- arroyuelos , que van á penetrar dulcemente el Cora-
mos todas las sobreabundantes riquezas de ese tesoro zon de la Santísima Virgen. Luégo, saliendo de su
de que ahora ¡ay! hacemos tan poco caso, sin consi-
derar que por él se nos pone, digámoslo así, la gloria (1) Rer. lib. IV, cap. 12.
nuestra propia grandeza, y no lo conocemos! ¡Obra-
Cor^zon con igual impetuosidad, buscan su origen, mos milagros, y lo ignoramos! ¡Removernos los cie-
y estrellándose al pié del trono de Dios, cual ola em- los , y vivimos en la tierra sin pensar en ello siquiera!
bravecida contra una roca, déjanla poderosísima se- »El misterio es para nosotros impenetrable, el proble-
gún el Padre, sapientísima según el Hijo, y llena de ma demasiado difícil, y lo sobrenatural enteramente
amor según el Espíritu Santo. Miéntras uno está di- opresivo! Réstanos no obstante un consuelo, y es,
ciendo el Ave-María, corren estos arroyuelos con que si amamos á Jesús con recta intención y puro
grande impetuosidad al rededor de la santísima Vir- amor, ejecutarémos con perfeecion todas las cosas, y
gen, inúndanla, y vuelven en seguida á precipitarse usarémos de todas nuestras'facultades y poderes, y
sobre su Corazon santísimo. Con tan maravillosa de- cumplirémos todas nuestras obligaciones, y subiré-
lectación , son palabras de la Santa, van á buscar mos á la cumbre de la perfección y agotarémos todas
primeramente su origen , y retrocediendo despues, las bendiciones del cielo. Sea, pues, nuestro naci-
resuélvense en gotas brillantes de gozo, y dicha, y miento , y nuestra vida, y nuestros movimientos, y
salvación eterna; se derraman , cual lluvia benéfica, nuestra respiración, y nuestras palabras, y nuestras
sobre todos los Angeles y Santos, y basta sobre aque- obras, y nuestros pensamientos, y nuestros goces, y
llos que se ocupan entónces en rezar la misma salu- nuestros pesares , y nuestros trabajos, y nuestro re-
tación ; y de esta suerte llegan á renovarse en cada poso , y nuestra dicha y nuestra tribulación, todo por
uno todos los bienes que recibiera hasta el presen- Jesús; y no necesitarémos ocuparnos de ningún otro
te por medio de la Redención. ¡Ycuán fácil cosa es pensamiento, ni de ninguna otra regla. No se des-
rezar una devota Ave-María! Y si esto acontece con perdiciará entónces u n s o l o átomo de lo que somos,
la salutación angélica, ¿qué maravillas no obrará el de lo que hemos recibido, de lo que sufrimos y poda-
Padre nuestro, Credo, oraciones de la Misa y jacu- mos hacer en lo sucesivo. Así, todos los actos delibe-
l a t o r i a s del Evangelio? ¿Sabemos nosotros qué es lo que rados serán por Jesús; todos los indeliberados, por Je-
estamos haciendo, y dónde nos hallamos y qué es lo sús también; todas las cosas posibles, por Jesús; y si
que nos rodea, y hasta qué punto se extiende nuestra para uno pudiese haber algo imposible en Cristo,
influencia, y. dónde acaba nuestra responsabilidad? hasta lo imposible debería igualmente ser todo por
¿ Hemos por ventura medido nuestros privilegios, y to- Jesús.
mado la altura de nuestra dignidad , y sondeado
los abismos de la gracia? ¡ Ay! ¡ Estamos sitiados por
nosotros, cooperadores suyos, estamos llamados á
promover. Oimosqueen algún país peligra la gloria
SECCION III.
divina. el poder civil de alguna nación esté en
Q u i z á

desavenencia con la Santa Sede, cosa ciertamente


Aplicación de los tres instintos á la practica de la
tan perjudicial, que no se concibe nada más adverso
• oracion de intercesión.
á la gloria de Dios, injuriosísimo á los intereses de
Jesús y fatal á la causa de las almas. Leemos con lá-
Pero apliquemos nuestros tres instintos de la vida
grimas en los ojos, y el corazón destrozado de dolor,
devota á la práctica de la oracion de intercesión. Si
el deplorable abandono espiritual en que se encuen-
de veras amamos á nuestro Padre celestial, nos senti-
tran los esclavos é indígenas de ciertas comarcas; ó
remos suavemente impulsados á suspirar por su glo-
llegan á nuestros oidos rumores siniestros sobre el
ria y por la salvación délas almas. Acaso no podamos
fanatismo salvaje con que la China y el Japón cierran
predicar, ni escribir libros, ni viajar de misioneros á
sus puertas al misionero católico. Cuéntansenos las
lejanas tierras, ni siquiera proporcionar recursos para
persecuciones y vejaciones injustas que sufre el clero
enviar á otros. Bien poco, en efecto, podemos hacer
en los países dominados por la herejía, el desenfreno
por la gloria de Dios y conversión de las almas con
escandaloso de ciertas ciudades católicas, los planes
nuestra propia persona; pero la intercesión todo lo
astutos de una diplomacia impía, la depresión de las
suple, y lo alcanza todo. A la intercesión no la pone
órdenes religiosas , la ociosidad y extravagancia de
límites el tiempo ni lugar; la ignorancia no puede
algunos obispos, la indolencia y vida aseglarada de
servirla de estorbo, la superstición no la impone si-
ciertos párrocos, la prevención contra las misiones y
lencio , ni el pecado se sustrae á su influencia. La in-
ejercicios espirituales, las disputas nada edificantes,
tercesión ejerce su imperio donde quiera que llegúela
y esas contiendas soberanamente ridiculas entre los
gracia, y la acción de ésta alcanza doquiera se ex-
partidos políticos: es inconcebible lo comprometida
tiende la divina omnipotencia, ménos á aquel único
que se. ve la gloria de Dios con cada una de estas co-
lugar abandonado por la esperanza. No porque allí
sas. Acaso seamos nosotros los más ruines y oscuros
no sea Dios igualmente glorificado; pero la gloria
entre los hijos de la Iglesia; pero como quiera que
que se le tributa en esa mansión de dolor sempiterno,
sea, ayudados de la oracion de intercesión, podemos
es una gloria que adoramos en silencio y con espan-
acabar con todos estos males, arrancándolos de raíz
to pánicodel corazcn. Esta gloria de Dios no es la que
de la haz de la tierra. Sin distraernos una sola hora cia os está espiando! ¡qué obstinación la suya en
de nuestro empleo y profesion, y auxiliados única- acosaros! ¡con qué exquisita vigilancia os acecha!
mente de nuestras acciones ordinarias, trabajaremos ¡ con qué pertinacia está siempre alerta y presente
en tan nobilísima obra sin interrupción ni descanso, siempre en toda buena obra, devocion, mortificación
haciendo más que cuanto han hecho todos los emba- y oracion! ¡ Cuán fatigados no quedáis de resistirla!
jadores y legados que ha habido hasta aquí. No llega- ¡ cuántas veces teneis la desgracia de consentir en
remos nunca á saberlo hasta que en el día del juicio ella, y cuántas más todavía estáis inquietos y disgus-
una luz espléndida, una visión celestial, toda her- tados por no saber si habéis ó no consentido! Pero
mosa y agraciada, nos descubra no sólo el riquísimo cada momento de resistencia es un acto sobrenatural,
tesoro de gloria que ganamos para X)ios sin coste, ni una victoria de la gracia, un interés de Jesús. Un
fatiga, ni trabajo, y casi sin advertirlo, sino también triunfo es asimismo de la gracia todo suspiro de do-
la recompensa infinita y eterna que por ello en galar- lor por cualquiera caida, toda jaculatoria enviada al
dón nos espera. cielo cual saeta acerada, y toda invocación de los
Igualmente por la intercesión promoverémos los dulcísimos nombres de Jesús y María en el peligTO y
sagrados intereses de Jesús. Enternece el corazon riesgo inminente de la culpa. ¡ Cuántos millares de
considerar la dignación de nuestro Señor amoroso, personas no habrá en todo el mundo luchando contra
dejando, digámoslo así, incompleta su obra, para que la misma tentación, y en circunstancias quizá ménos
nuestro amor hacia Él tuviese la satisfacción y placer favorables que las vuestras! Ved, pues, qué ricos te-
de acabarla. No sin razón decía San Pablo que se go- soros podéis procurar á Jesús bajo este único respecto
zaba en sus trabajos por los Colosenses, porque así ayudados de la oracion de intercesión; y he elegido
completaba, en su carne las cosas que faltan en los pa- de propósito un objeto de tan escasa importancia en
decimientos de Cristo en pro del cuerpo místico, que comparación de aquellos otros que Él tanto aprecia.
es su Iglesia. Es ciertamente un maravilloso artificio Haced esto siquiera; interceded por aquellos que son
del amor del Salvador que, para recoger el fruto de su tentados con la misma tentación que vosotros. La in-
cruz y pasión, haya querido depender de nosotros; y tercesión puede cerrar casinos, concluir con las ta-
preciso es tener un corazon de piedra, si no nos mue- bernas , ridiculizar la carrera de caballos, hacer que
ve semejante fineza de caridad. Fijaos en cualquiera llueva en Carnaval, echar á pique las casas de juego
tentación que os moleste. ¡ Con qué enojosa insisten- y arruinarlas moradas de prostitución. Y estando en
TOMO i. 12
nuestra mano prestar un servicio tan inmenso á Jesús no impetrando vigor y energía para el orador sagra-
casi sin ninguna molestia de nuestra parte, ¿ podré- do, igualmente que unción para sus palabras, á fin
mos persuadirnos que le amamos, rehusándole seme- de mover el corazon de sus oyentes? La elocuencia,
jante servicio? Concíbese muy bien que las carnes se verdadera plaga al hablar de Jesús y María, no es
estremezcan á la vista de las disciplinas; que se cris- ninguna gracia ni bendición del cielo. Su fruto no es
pen los nervios al contacto del cilicio, y se rebelen otro que las alabanzas del predicador, y la pérdida
contra la cama dura los miembros fatigados y sensi- del tiempo por parte de los tontos que le están escu-
bles; todo esto se comprende fácilmente, y compa- chando con la boca abierta : la bendición y gracia di-
décese en verdad con el amor de Jesús; no es más que vina son el todo. Fácil cosa es, á no dudarlo, adqui-
la antigua historia de la soñolencia de Pedro, el espí- rir fama de predicador; pero predicar á Jesús, y éste
ritu, cierto, está pronto, mas la carne esJaca-, pero crucificado, ya es otra cosa. ¿ No recordáis la histo-
amar á Jesús y no practicar laoracion de intercesión, ria de aquel famoso predicador, creo jesuíta, cuyos
es una cosa inconcebible. No se explica en efecto, sermones convertían almas á millares ? Pues bien; le
cómo siendo la oracion lo que es, puedan sin embar- fué revelado en cierta ocasion que ninguna de sus
go abandonarla aquellos que creen en su eficacia, es- conversiones era debida á sus talentos ni elocuencia,
tando dispuestos á hacer cualquiera cosa ménos orar. sino únicamente á las oraciones de un rudo hermano
Hé aquí un misterio incomprensible, un misterio más suyo lego, quien, sentado en las escaleros del pulpi-
grande todavía que el misterio mismo déla oracion de to miéntras él predicaba, estaba rezando Ave-Marías
intercesión. por el buen éxito del sermón. Cuéntase también otro
caso verdaderamente extraño: no salgo garante de su
Y si nosotros tenemos también un verdadero apre-
exactitud, y sólo le cito porque encierra una sabia
cio por la salvación de las almas, ¿ será posible que
enseñanza. Cierto religioso, predicador muy popular,
descuidemos la intercesión ? Hé aquí otro rico minero
era esperado un dia en un convento de su Orden,
que puede explotar la oracion de intercesión, extra-
donde no se le conocía personalmente. Pasado el me-
yendo de él con facilidad asombrosa tesoros abundan-
dio dia llegó el religioso, ó más bien el espíritu ma-
tes de bendición. Raros son los predicadores santos, y
ligno, quien se fingió el huésped que aguardaban
sin unción, ¿qué mérito tienen los sermones? Si, como
con el perverso fin de causar daños irreparables. Su-
asegura San Pablo, debe el mundo someterse á Cristo
cedió, pues, que uno de los Padres tenía que predicar
por la l o c u r a de la predicación, ¿cómo conseguirlo.
en aquel mismo dia un sermón sobre el infierno; pero nos de la religión católica es la comunion de los San-
hallábase á la sazón enfermo, y no le era posible ha- tos , en virtud de la cual todo es de todos, y ninguno
cerlo. Entónces los religiosos suplicaron al diablo se tiene propiedad espiritual exclusivamente suya. Los
sirviese predicar acerca del mismo asunto. Accedió méritos y satisfacciones de nuestro Redentor, los go-
gustoso ála demanda, y como puede suponerse, aten- zos y dolores de María, la paciencia de los mártires,
dida su experiencia, fué un sermón modelo de elo- la perseverancia de los confesores y la pureza de las
cuencia. A la llegada del verdadero predicador se vió vírgenes, todo es de todos y de cada uno de nosotros.
descubierto el espíritu maligno; y obligósele, por Así como la sangre circula por todo el cuerpo huma-
medio de la señal de la cruz, á revelar sus perversos no , así igualmente sucede en la Iglesia de Dios: no
designios. Entre las varias preguntas que le hicieron, hay en ella división ni separación alguna. Cielo, pur-
una de ellas fué ¿cómo era que no se oponía á sus in- gatorio y tierra no .forman más que un solo cuerpo.
tereses predicar sobre el infierno un sermón tan terrible, Cambiamos nuestros méritos, y circulamos nuestras
que había de obligar al auditorio á abstenerse de la oraciones, y cruzamos nuestros gozos, y trocamos
culpa? «De ningún modo, replicó el diablo;no había nuestras tribulaciones , y nos servimos de las satis-
en él unción alguna, y así no era ciertamente posi- facciones de los demás como si estuviesen en nuestras
ble que llegase á perjudicarme.» propias manos. Con el cielo mantenemos toda suerte
La predicación no es más que uno de los medios de relaciones, y conocemos perfectamente la manera
de que puede valerse la intercesión para llevar almas de servimos de ellas; acerca del purgatorio poseemos
al cielo : yo simplemente le propongo como un ejem- una ciencia no escasa, y no pocos métodos prácticos
plo. Cuando venga J e s ú s á juzgar al mundo—¿quién que nos son enteramente familiares; y por loque hace
sabe?—acaso descubramos entónces entre los porte- á la tierra, parientes y amigos, nacionales y extran-
ros y legos de muchos conventos á no pocos Francis- jeros, judíos, griegos, escitas , libres y esclavos, to-
cos Javier, Padres Claver, Cárlos Borromeos para la dos somos unos. Hé aquí lo que causa un verdadero
reforma del clero; un Santo Tomás para escribir obras, asombro á los herejes, é inspira en su ánimo un odio
y un San Vicente de Paul para trabajar por los inte- encarnizado contra los católicos. Hablamos del otro
reses de Jesús en las aldeas y entre los sencillos cam- mundo, como podríamos hacerlo de una ciudad que
pesinos. nos fuese muy conocida por una larga residencia;
Uno de los caractéres más sobrenaturales y divi- como hablaríamos, por ejemplo, de Madrid, Lóndres,
parecerles un sistema de misterios humanos, un ver-
París, Bruselas ó Berlín. La muerte no interrumpe ni
dadero laberinto? Son extraños y advenedizos, ¿cómo,
corta nuestras relaciones; la vista no nos es necesaria,
pues, han de adivinar los deseos, afectos y simpatías
caminamos por él con la calma más apacible. Ni tam-
do los conciudadams de los Santos y domésticos de
poco vivimos separados de los difuntos. Conocemos á
Dios? Podrán leer las palabras de la Escritura ; pero
los Santos mucho mejor que si los hubiésemos trata-
no percibirán ciertamente la fuerza y energía, la sa-
do familiarmente acá en la tierra. Conversamos con
lud y el amor, el calor y la vida que en sí encierran.
los ángeles en sus diferentes coros como si fuesen,
Cuando leen á San Pablo, un tupido velo cubre sus
y efectivamente lo son , nuestros hermanos en Jesu-
corazones más bien que su inteligencia; porque aque-
cristo. Servímonos de los rosarios, medallas, crucifi-
llos que deseen comprender la maravillosa estructura
jos , agua bendita, indulgencias, sacramentos y sa-
del cuerpo de Cristo, deben primeramente entrar en
crificios, con la misma naturalidad que manejamos
la unidad de fe-, y tan necesaria es esta fe, que es
la pluma, tintero y papel, ó el azadón, bieldo y ras-
nada ménos que la verdad que debemos seguir en ca-
tro para nuestras labores del campo. No abrigamos el
ridad para que en todo vayamos creciendo en Cristo,
más leve recelo acerca del asunto, todos somos una
que es nuestra Cabeza, de quien todo el cuerpo misti-
misma familia, y esto basta. El Señor Dios es nuestro
co , trabado y conexo entre si, recibe por todos los va-
Padre; su Majestad soberana nuestro negocio; nues-
sos y conductos de comunicación, según la medida
tro Hermano mayor nos ha criado, y viste nuestra
correspondiente á cada miembro, el aumento propio
propia naturaleza; María es nuestra Madre ; los An-
del cuerpo para su perfección, mediante la cari-
geles y Santos, los más c a r i ñ o s o s y familiares de nues-
dad (1). Así es que la oracion de intercesión practica-
tros hermanos. Así es que subimos y bajamos, entra-
da como sistema, y continuada por una especie de
mos y salimos como por nuestra casa: ningún obs-
instinto, ha sido siempre considerada, en cierta ma-
táculo hay que nos lo estorbe. El aire que allí se res-
nera, como nota de la verdadera Iglesia, y constan-
pira es un puro é intenso amor filial del Padre á quien
temente tenida por los adversarios de esta divina so-
t o d o s adoramos; por manera que nuestra reverencia
ciedad como un proselitismo farisàico. Nuestra Señora
es una reverencia filial, y nuestro amor un amor fi-
de las Victorias de Paris es ciertamente un fenómeno
lial también.
¿Cómo pueden comprender esto quienes viven fue-
(1) Epbes., cap. IV
ra de esta gran familia ? ¿No debe necesariamente
cam) de todo el mundo. Refiere Santa Catalina que el
que la historia de la herejía y del cisma no ha pre-
Señor la dijo en cierta ocasion las siguientes pala-
sentado hasta ahora otro igual. Nuestra misma Con-
bras: «Debes, hija mía, rogar con el mayor fervor
fraternidad también es un ejemplo no menos signi-
de tu alma por todas las criaturas racionales, por el
ficativo de semejante prodigio. Quienes no poseen á
cuerpo místico de la santa madre Iglesia, y por aque-
Jesucristo es absolutamente imposible que lleguen á
llos que te he encomendado amases con singular pre-
formarse una idea cabal de las funciones de la Igle-
dilección.»—Fué asimismo revelado á Santa Gertru-
sia. Allí donde no hay sacrificio, difícilmente habrá
dis lo que á continuación vamos á copiar:—«Cuantas
mucha oracion. Y hé aquí otro motivo más que debe
veces rezas, siquiera sea un Padrenuestro y Ave-Ma-
excitarnos á ser diligentes y fervorosos en el ejercicio
ría, una colecta, un salmo, etc., á favor y en nom-
de este privilegio incomparable del amor.
bre de la Iglesia universal, el Hijo de Dios lo acepta
Del P. Pedro Fabre cuenta Orlandini que abraza-
al punto con la más profunda gratitud, como fruto de
ba en el seno de su caridad á todo el género humano
su sagrada Humanidad, y dando por ello gracias al
sin excepción, teniendo constantemente sus manos
Eterno Padre, lo bendice, y multiplicado con esta
llenas de negocios de todo el mundo para despachar-
bendición, distribuyelo entre la Iglesia universal
los con Dios nuestro Señor. Cuanto más viciosa y cri-
para espiritual aprovechamiento suyo y salvación
minal era una persona, tanto más encendida y abra-
eterna.»
sada era la piedad y compasion que la profesaba; y á
fin de que fuesen más eficaces sus oraciones en favor Pero veamos ahora por quiénes deben ofrecerse
de dicho sujeto, enriquecíalas y las engrandecía con especialmente estas intercesiones. Los escritores espi-
reflexiones las más profundas. Siempre que rogaba rituales nos proponen diferentes recomendaciones;
por alguno, representábasele delante de sí como re- pero en esta materia, como en no pocas de las en que
dimido con la preciosa Sangre de Cristo, como here- vengo ocupándome, seguiré al jesuíta Lancisio (1).
dero y coheredero de Cristo; y realzando la alteza y
sublime dignidad de semejante persona, avivaba su (i) 11,29.
celo ardiente, ofreciendo á Dios al propio tiempo con
gran fervor de su alma los méritos de Jesucristo y sus
Santos. Por medio de este simple ejercicio llegó al fin
á formarse un elerado concepto {opinionem rnagnifi-
que ya ves, hija mia, que ha llegado á un estado tal de
SECCION IV. miseria y abandono, que tu lengua no puede encare-
cer. Los lamentos y gemidos de mis amigos muéven-
Por quiénes debemos interceder. me á usar de misericordia para con el mundo; y hé
aquí lo que estoy constantemente exigiendo de tí y
l.° Debemos interceder por los que están en peca- de los otros amigos mios. Esa será la señal de que me
do mortal, y por aquellos que viven fuera del seno de profesáis un verdadero amor; y Yo por mi parte os
la verdadera Iglesia. Asi se lo reveló el Padre Eterno prometo no desatender nunca vuestros santos deseos.»
á Santa Catalina de Sena.—«Suplicóte encarecida- —Quejóse un dia el mismo Señor á la Santa, dicien-
mente, la dijo, que ruegues sin cesar por la conver- do «Ye, hija mia, cómo me ultrajan los pecadores
sión de los pecadores, en cuyo favor te pido oraciones con toda suerte de culpas, y en especial con el amor
mezcladas de lágrimas y compunción. para que pue- propio, de donde proceden todos los males: virus
da Yo satisfacer así mis vivos deseos de mostrarles ponzoñoso que ha inficionado al mundo cual vene-
gracia y misericordia.»—'Apenas oyó la Santa seme- no mortífero. El amor propio nace del orgullo, y en-
jantes palabras, inflamada en el divino amor, y como cierra en si todo género de males. Vosotros , pues,
fuera de sí, esclamó:—«¡Olí Misericordia divina y siervos mios, preparaos con oraciones, súplicas y
Bondad eterna! no me maravilla ciertamente digáis fervorosos afectos, llorándolas ofensas que recibo y
á los pecadores que se vuelvan á Vos: No me acorda- la condenación de los mismos pecadores, para miti-
ré más de vuestras iniquidades; pero que digáis de gar con semejantes actos la cólera de mi divina jus-
los obstinados que siempre os están ultrajando con ticia.»—Hé ahí, pues, otra práctica muy saludable:
sus grandes crímenes : Quiero que niegues fervoro- la oracion contra el amor propio de todo el humano
samente por ellos, porque deseo con vivas ansias mos- linaje. Si vosotros padeceis semejante dolencia, rogad
trarles misericordia, esto sí que es el colmo de la ad - por que desaparezca del corazon de los demás: este es
miración.»—En otra ocasion habló así Dios á la mis- un artificio de la vida espiritual que jamás llega á
ma Santa:—«Te recrearás en el árbol de la cruz, co- fallar.
miendo y saboreando allí el manjar de las almas para Leemos enlavidadeSanta Clara de Montefa Ico, que
gloria y alabanza de mi santo Nombre, y llorando rogando un dia por cierta persona cargada de culpas y
amargamente la perdición del humano linaje; por- crímenes enormes, y la cual había dilatado su con-
versión hasta los últimos años de su vida, la aconteció con la herejía, estando dispuesta á dar mil vidas que
una cosa muy singular. Al empezar su oracion sin- tuviese por la conversión de una sola. Todos los cua-
tióse por dos veces rechazada por una fuerza oculta, renta años , prosigue el mismo escritor, durante los
oyendo al mismo tiempo una voz interior que la decía cuales se ejercitó en la práctica de la oracion de in-
no se cansase en rogar por ese pecador, porque no tercesión , nada pedía á Dios con más instancia como
había de ser atendida. La Santa, sin embargo, vol- la dilatación de su gloria divina, y aumento de su
vió por tercera vez á su plegaria, y entónces obtuvo Iglesia; y añadía la Santa, que hubiera deseado per-
la conversión de la siguiente manera. Presentóse de- manecer por toda la eternidad en el purgatorio, con
lante de Jesucristo, juez soberano, como si estuviese tal que así pudiese haber logrado fuese Dios más co-
cargada con todas las culpas de aquel infeliz pecador; nocido y amado de sus criaturas.
y así cargada, se obligó á satisfacer por él, sufriendo Igual espíritu animaba á Santa María Magdalena
todos los tormentos y castigos que desease y exigiese de Pázzis cuando recomendaba con tanta eficacia á
la divina Justicia, hasta que la Bondad infinita tu- sus monjas que rogasen con vivas ansias por la sal-
viera la dignación de convertirle. Agradó tanto al vación de las almas y conversión de los pecadores.
Señor este heroico sacrificio, que luego al punto fué Solía decirlas, que semejante ejercicio era no .menos
convertido el obstinado pecador, y vino á llevar en grato á los divinos ojos que provechoso á su propia
lo sucesivo una vida ejemplarisima. salvación. Cuando la santísima Virgen envió á San
Ignacio á instruir á la misma María de Pázzis en la
Santa Teresa da como razón para la fundación de
práctica de la humildad, concluyó el Santo su ins-
sus conventos, que siendo tantos los que ofenden á
trucción con estas palabras:—«Así como el Verbo en-
Dios, preciso es que las religiosas rueguen por su
carnado constituyó á sus apóstoles pescadores de
conversión, intercediendo asimismo con igual objeto,
hombres, así también ha ordenado que sus esposas,
muy especialmente por los defensores de la Iglesia,
es decir, las religiosas, sean anzuelo de las almas.»
y en particular por los predicadores y otras personas
—Sabemos asimismo, por lo que acaeció al P. Julio
letradas, que vindican sus derechos y prerogativas.
Mancinelli, que Dios no quiere escasear sus merce-
Tepes refiere en su vida de la Santa, que ésta pasa-
des en esta materia. Acostumbraba este siervo de
ba noches enteras orando y derramando abundantes
Dios á rogar por la conversión de los infieles y here-
lágrimas por la conversión de las almas, señalada-
jes, y un dia tuvo una visión de ángeles, en la cual
mente por aquellas que se hallaban contaminadas
le fué revelado ser voluntad de Dios que rogase igual- Os suplico, pues, que penseis, por Dios, en esto sé-
mente por la conversión de los judíos. riamente, y al hacerlo así, os ruego que os acordéis
2." Debemos asimismo interceder por los que vi- de mi humilde persona. La devocion por las almas ti-
ven en estado de tibieza y frialdad. Porque si bien es- bias es una devocion llena de amor y rica de gracias;
tas almas se hallan al presente en gracia de Dios, y acaso vosotros no hayais ántes pensado en seme-
corren no obstante un riesgo inminente de perderse. jante cosa.
Encuéntrense al borde del abismo de la culpa mortal; 3.' También la multiplicación de los Santos y su
su necesidad, pues, es grande, y consiguientemente final perseverancia debería ser igualmente otro de
reclama toda nuestra caridad. Si tienen la desgracia los objetos de nuestra intercesión. La gloria de Dios,
de caer en pecado grave, es muy difícil su conver- el bien de las almas é intereses de Jesús, todos están
sión , más difícil todavía que la conversión misma de aquí comprendidos por tantas y tan diferentes mane-
un pecador obstinado; y así, el rogar por semejantes ras, que apénas creo necesario indicarlo siquiera,
personas es una práctica que procura á Dios una pues es demasiado notorio. Un solo Santo vale más
grande gloria. Concediólas Jesús la primera gracia; que un millón de católicos ordinarios. Todavía nues-
las ha convertido , y ahora está á punto de perderlas; tro Señor reveló á Santa Teresa una cosa más extra-
sus intereses, pues, corren un peligro no pequeño. Ya ña , á saber: que una sola alma, no un Santo , que
que Dios se ha dignado manifestarnos su singular aspire á la perfección, era más preciosa á sus divinos
aversión al .tibio, sería muy agradable á sus divinos ojos que millares de aquellas que viven una vida co-
ojos que nuestras oraciones é indulgencias en favor mún y ordinaria. ¡ Cuán terrenos somos aun en nues-
de esos infelices fuesen una de las mas especiales de- tras devociones, y cómo nos dejamos arrastrar por
vociones en que deberíamos ejercitarnos. Casi me principios y fuerzas naturales hasta en las mismas
atrevería á colocar esta devocion por los tibios inme- cosas espirituales, y al estar ejecutando las obras de
diatamente despues de la devocion en favor de las al- Dios! Me acuerdo que me dijo un buen religioso, liacé
mas del purgatorio. ¡ Oh dulce Señor mió! paréceme algunos años, que en una ciudad situada al Este de
que debes sufrir demasiado con semejantes personas! Inglaterra, él y sus feligreses habían elegido como
Además, si llegan los tibios á condenarse, ¡ cuántas objeto de su especial devocion á cierto número de pro-
gracias en vano! ¡cuántos sacramentos sin fruto, y testantes, los más conocidos é influyentes'de la socie-
qué triunfo para el rival de nuestro amoroso Jesús! dad, para alcanzar de Dios en fervorosas oraciones la
4.° Debemos asimismo rogar por todos aquellos
gracia de su conversión. La demanda parece que no
que están sufriendo en el mundo varias necesidades y
podía ser más racional; las oraciones suyas , sin em-
tribulaciones, así espirituales como temporales. Oi-
bargo, no obtenían respuesta. Ocurrióle entónces á
gamos lo que cuenta Orlandini del P. Pedro Fabre,
tan piadoso varón que todavía la voluntad humana
á quien San Francisco Javier solía poner en la leta-
era capaz de obligar un poco más á Dios en el nego-
nía de los Santos, y San Francisco de Sales honrarle,
cio. Propúsoles, pues, que cambiasen sus oraciones, y
como si estuviese canonizado. Nada afligía tanto y
rogasen por aquellos que á los divinos ojos estuvieran
angustiaba el corazon compasivo de aquel siervo de
más dispuestos á recibir semejante gracia ; y hé aquí
Dios, como el poco cuidado que la mayor parte de los
que de repente se desarrolla una santa emulación en
hombres se tomaba por contar y tratar con Dios sus
su propia parroquia; pues fué voluntad del Señor que
trabajos y negocios, siendo su única solicitud acudir
alcanzasen sus oraciones frutos abundantísimos de
á socorros humauos, desdeñando los celestiales y di-
conversiones allí donde ménos lo esperaban, y cabal-
vinos. Semejante abandono estimulaba vehemente-
mente en personas de quienes jamás sospecharon fue-
mente su tierna compasion, y le inducía á encargar-
sen objeto de • una singular predilección divina. Así
se de exponer á Dios los cuidados y calamidades
¿quién duda que la viva conmiseración que no pocos
de todo el humano linaje, constituyéndose mediane-
sienten por Europa procede de Dios? Y si el vasto ob-
ro suyo en sus miserias y aflicciones, hasta llegar á
jeto de su intercesión, y el aspecto asqueroso y repug-
desear con vivas ansias tener siempre, cual otro Moi-
nante de la herejía, inmoralidad y superstición que
sés, levantadas sus manos en alto, para llevar el so-
desgraciadamente reinan en estas hermosas regiones,
corro y la consolacion á tantos infelices vivos ó difun-
los tienta á desmayar en su celo y caridad, ¿por qué
tos como estaban batallando con el dolor y la tri-
no piden á Dios eñvie á la Europa unos cuantos San-
bulación. Representábase las varias vejaciones,
tos, unos verdaderos Santos, y la batalla estaría más
calamidades, congojas , hambre , desnudez, deses-
que medio ganada? Quiero, pues, decir con todo esto
peración y toda la muchedumbre de males á que está
que las oraciones suelen despacharse más prontamen-
sujeta la mísera naturaleza humana; y cual piadoso
te , cuando van fundadas ¿obre, algún principio sobre-
y celoso sacerdote, para valemos de la comparación
natural. No parece sino que Dios tiene reservadas en
de San Juan Crisóstomo, defendía delante de Dios las
casos dados, para semejantes actos espirituales y de
causas de todos los hombres, como si hubiese sido es-
fe, gracias y mercedes muy singulares.
TOMO I . 13
que entónces recibiera. una de ellas tenia por objeto
pecialmente constituido padre común del humano
hacerle conocer la obligación que tenemos de dirigir
linaje. Es increíble el celo que devoraba su corazon,
á Dios fervorosas oraciones por nuestros bienhecho-
y el vivo anhelo con que deseaba ser ministro de
res , no sólo á causa de los favores y bienes tempora-
nuestro Redentor, para poder aliviar á los hombres
les que nos otorgabansino también por el afecto de
en todos sus trabajos; y hasta, por decirlo así, suspi-
caridad con que se dignaban concedérnoslos: afecto
raba, á pesar de su humildad, por el don de milagros,
que es de mayor estimación que los mismos dones
para curar aquellas dolencias á que no alcanzan los
que tienen á bien otorgarnos. Ambos favores tenemos
medios naturales.
que pagárselos: los dones, con nuestro trabajo y asi-
5 / Debemos igualmente interceder con toda soli-
duidad en la oracion: y el afecto de su caridad,
citud por las necesidades de nuestros bienhechores,
amándolos y obteniéndoles gracias abundantes de
entre los cuales tenemos que contar á nuestros ene-
Dios nuestro Señor. En nuestro agradecimiento es asi-
migos , por las ocasiones que nos ofrecen de merecer,
mismo necesario que respondamos á su intención,
y recursos que nos procuran para ganar el cielo. De-
haciéndolo por amor de Dios, como ellos lo practica-
cía Santa Inés á Santa Brígida:—«No hay cosa más
ran al ofrecernos sus favores. Para recompensar, pues,
hermosa ni más acepta á los ojos de Dios como amar
de algún modo esta su reverencia, amor y ternura
á los que nos injurian, y rogar por nuestros perse-
hacia Dios al darnos sus cosas, preciso es que tam-
guidores.»—San Juan Crisóstomo, hablando de Da-
bién les deseemos toda suerte de bienes , y que pida-
vid y Saúl, nos enseña—«que serémos tenidos como
mos al Señor sean promovidos para que le sirvan más
mártires, contando á nuestros enemigos en el núme-
y más cada dia con obras de caridad.
ro de nuestros bienhechores, y rogando por ellos sin
6.° Debemos asimismo rogar por aquellos que se
cesar.»—Al P. Julio Mancinelli, persona muy devota
ocupan sériamente en el adelantamiento de la per-
déla oracion de intercesión, le fué declarado que era
fección cristiana, y por todo cuanto apetezcan en ór-
uno de los siete hijos déla Iglesia militante que en-
den á ese fin, aunque envuelva alguna pena y aflic-
tónces—sobre el año 1603—más se señalaban ante
ción. Porque este es un apetito común álos.Santos; y
el divino acatamiento por sus oraciones en favor de
lícito será desearles lo que legítimamente pueden ellos
todo el humano linaje. Cierto dia tuvo la dicha in-
pedir para sí, pues que es provechoso á la gloria de
comparable de ver en espíritu la gloria que gozaba
Dios, intereses de Jesús y salvación delasálmas. San
San Lorenzo Mártir; y entre las varias inspiraciones
Francisco Javier, cuando se le apareció San Jerónimo afligiese con dolores, y no me opusiese á los decretos
en Bolonia y le predijo lo que tenía que sufrir, exclamó: del Santo. Porque ¿cuáles son mis fuerzas para poder
¡Más, Señor, más! Santa Teresa solía decir: O pade- sobrellevar tantos males? ¿ó cuándo tendrá fin mi pa-
cer , ó morir ; y Santa María Magdalena de Pázzis decer, para prometerme perseverar en la paciencia?
repetía con frecuencia: Ni padecer como ahora, ni Que no es mi firmeza como la de las peñas, ni de
tampoco morir, sino padecer más. El Profeta Rey bronce mi carne.»
también exclamaba: «Pruébame, Señor, y experi- 7.* Aquí podríamos añadir que no pocos escritores
méntame ; acrisola al fuego mis ríñones y mi cora- espirituales recomiendan la oracion de intercesión
zon.» Jeremías, con miedo natural, pero con so- por el aumento de la gloria accidental de los bien-
brenatural confianza, dice al Señor: «¡Castígame, oh aventurados del cielo. Cuando, por ejemplo , ruega
Señor, mas según tu juicio, y no según tu furor, no un religioso por que los de su Orden vivan santamen-
sea que me reduzcas á la nada.» San Pablo añade: te, ó para que alguno de ellos pueda llegar un dia á
aMe complazco en mis enfermedades, y en los ultra- «er canonizado, el fundador, viéndolo en Dios, ó bien
jes ; y en las necesidades, y en las persecuciones, y revelándoselo el Omnipotente, recibe un aumento de
en las angustias en que me veo por amor de Cristo.» gloria accidental: en este sentido piden los sacerdo-
¡Y cuán soberanamente bellas y regaladas no son las tes en la Misa que el sacrificio aproveche á los Santos.
palabras del siguiente pasaje de Job (1). «¿ Podrá co- Oigamos cómo se expresa el papa Inocencio III (1).
merse un manjar insípido que no está sazonado con «Muchos, ó mejor los más, creen, nó sin razón , que
sal? ¿ó habrá sujeto que coma con gusto aquello que la gloria de los Santos es capaz de aumento hasta el
probado, caúsala muerte? Las cosas que ántes hu- dia del juicio, y que la Iglesia por tanto puede lícita-
biera yo rehusado tocar, ahora, por la estrechez en mente desearles semejante acrecentamiento de glorifi-
que me hallo, sonmi alimento. ¿Quién me diera que cación. Lo mismo enseñan Belarmino, Suarez, Váz-
fuese otorgada mi petición, y me concediese Dios quez y Juan Sánchez. Soto presenta como prueba el
lo que tanto deseo, y que Aquél que ha comenzado á gozo que experimentan los ángeles en el cielo por un
herirme, acabe conmigo, deje caer su mano y corte pecador que hace penitencia. Dícese de nuestra Se-
mi vida? Y mi consuelo sería que sin perdonarme, me ñora haber revelado á Santo Tomás de Cantorbery,

(i) Cap. vi. (1) De Celeb. Missa.


conoció.-—Mártes: Es más fácil hacer pasar una ma-
que está siempre su gloria recibiendo nuevo aumento
roma por el ojo de una aguja , que entrar un rico en
con las buenas obras de sus siervos. Así igualmente
el reino de los cielos; nada, sin embargo, & impostile
pueden los hombres rogar por el aumento de devocion
para Dios.—Miércoles :.Mi reino no es de este mundo,
hacia algún Santo particular: y á Santa Gertrudis fué
y aquel otro pasaje en que Jesús llama á Satanás el
revelado que los bienaventurados reciben nuevos gra-
principe de este mundo.—Jueves: No ruego por el
dos de gloria accidental, cada vez que uno comulga
mundo, sino por éstos que me diste—iérnes: Ahora,
en la tierra. Menciono esta práctica sólo para mostrar
es el juicio del mundo; y Yo, cuando sea levantado
hasta dónde se estiende la eficacia y prerogativas de
en alto, todo lo atraeré á Mi.—Sábado: Si me amais,
la oracion de intercesión.
mi Padre os dará otro Consolador, para que esté con
8.° Todavía existe otra devocion de intercesión, vosotros eternamente el Espíritu de verdad, á quien
tan preciosa y regalada, que basta recordarla para el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le cono-
convencernos de su misma excelencia. Dicha devo- ce. Estas siete fuentes de verdad inundaban su espíri-
cion está fundada en la vida de María Dionisia de Mar- tu de luces tan abundantes para ver las miserias del
tignat, una de las primeras madres de la Visitación. mundo y vanidad de sus pompas y placeres,que
Los primeros cincuenta años de su vida los vivió en las constantemente tenía en sus labios aquellas palabras
cortes de Francia y Saboya; mas el espíritu del mundo de Salomon: / Vanidad de vanidades! ¡ Todo cuanto
no pasó nunca por su corazon sino como las llamas existe bajo el sol es vanidad! Solía decir que si un er-
de fuego .por los vestidos de los tres niños en el horno mitaño hubiese pronunciado semejantes palabras,
de Babilonia. El medio de que se valió para preser- habríanse recibido como exageración de un contem-
varse de semejante contagio fué el siguiente. Tomó plativo: pero habiéndolas Dios puesto en boca del más
un texto de la Escritura para cada uno de los siete grande, del más rico y pacífico de los reyes, inspira-
dias de la semana, á fin de tener constantemente ocu- ron en su ánimo una compasion tan profunda hacia
pado su espíritu con las palabras de verdad y de vi- los grandes del mundo por el riesgo que corría su sal-
da : la elección de los pasajes fué ciertamente admi- vación , que luego al punto se resolvió á tomar á los
rable. Para el domingo tomó las palabras: He venido ricos, nobles y poderosos de la tierra como asunto de
al mundo para iluminarle,para que quien crea en Mi, una especial devocion: práctica que ella deseaba con
no permanezca en tinieblas.—Lunes: Él estaba en el vivas ansias inspirar en el ánimo de todos cuantos en-
mundo y el mundo fué hecho por Él, y el mundo no le
contraba. «¡Ay! exclamaba, los poderosos del siglo vez á un cristiano, como la santidad heroica de los
se ven envueltos en una muchedumbre de miseria« grandes de la tierra que se conservaron humildes en
poco comunes; bajan á los infiernos sin pensarlo si- medio de la gloria, y vivieron en el mundo como si
quiera , porque la escalera que allá les conduce es de de él estuviesen alejados. Tenía asimismo la piadosa
oro y de pórfido. Los grandes de la tierra no se ocu- costumbre de ayunar en las vigilias de estas fiestas;
pan un solo instante en reflexionar que pronto han y. todas las oraciones de dichos dias ofrecíalas por la
de ser muy pequeños. Como tienen la costumbre de salvación de los nobles y potentados de la tierra. No
mandará los demás, presuman demasiado de sí mis- sé qué juicio formarán los demás acerca de esto; por
mos, y viven como si el cielo, los Angeles y el mis- lo que á mí hace, encuentro algo de extremadamente
mo Dios estuviesen bajo su obediencia como los hom- tierno en devocion tan espiritual, y sobremanera ce-
bres y la tierra. ¡ Qué desengañados quedarán cuando lestial y divina.
en un momento descubran que fueron, y lo serán En consonancia con tan singular devocion está lo
ahora eternamente, esclavos de Satanás! O bien, si que leemos hacia la conclusion de su vida. Un dia,
Dios se muestra con ellos misericordioso, ¡ cuál no como la Superiora la preguntase si valía la pena pe
será su sorpresa al encontrarse en el reino de los cie- dir cierto favor á una persona de muy alto rango, ella
los , ocupando un lugar más bajo que aquellos pobres la replicó:—«Sí, Madre mia querida, pedídselo. Os
y andrajosos á quienes no hubieran tolerado se les aseguro que es un acto muy grande de caridad para
acercasen acá en la tierra ni á cien leguas!» con los príncipes y poderosos de la tierra inducirlos á
De aquí es que durante toda su vida abrigó esta practicar buenas obras. El mundo, demonio y carne
tierna compasion por los ricos y poderosos del siglo, les instiga á hacer tantas obras malas, que indudable-
intercediendo con especial asiduidad en favor suyo. mente se verán un dia obligados á tributarnos más ac-
Oíasela decir que el rogar por semejantes personas ciones de gracias por haber sido nosotras la causa de
era un acto más grande de caridad, que hacerlo por que ejerciesen la caridad, que cuantas les dimos por
aquellos que estaban languideciendo en los hospitales las limosnas que nos otorgaron.»—En otra ocasion
y prisiones. Celebraba con particular reverencia y vió que la Superiora estaba escribiendo á una prince-
singular devocion las fiestas de los reyes, reinas, sa, y dijola entónces estas palabras:—«Madre mia,
princesas y príncipes canonizados. Nada había, se- en vuestras cartas á los grandes de la tierra servios
gún ella, que más debiese confundir y esforzar á la poner alguna breve consideración acerca del santo
temor de Dios,, acerca de la soberanía de la Majestad
divina, ó grandeza de la eternidad y brevedad de la SECCION V.
vida presente. Son muy adulados esos infelices pode-
rosos de la tierra, y dia vendrá en que deseen no haber Secreto y gozo de la intercesión.
recibido semejantes lisonjas.»—Cuando supo la muer-
te de Luis XIII, exclamó: «¡Ay! yo vi nacer á ese mo- Una palabra sobre el tiempo, lugar y método de
narca, le vi bautizar, y coronar, y casar, y reinar: la intercesión. Todas estas cosas deben dejarse á la
y ahora ya no existe!» Preguntáronla entonces si ro- elección de cada uno: por tanto, no haré sino suge-
garía mucho por él:-«Si, contestó, más de lo que riros ciertos avisos de que podréis valeros, si así os
comunmente pudiera creerse; pues aunque vivió y place. 1.' Consagrar los dias de la semana á objetos
ha muerto como verdadero cristiano, es posible que particulares, ásaber: 1.°, por el Papa, clero y órde-
todavía tenga que satisfacer alguna deuda á la inexo- nes religiosas; 2.', por los que viven en pecado mor-
rable justicia del Rey de reyes. Ha ido á un reino que tal ; 3.*, por los que están en la agonía; 4.°, por los ti-
únicamente es conquistado por los humildes de cora- bios; 5.', por los afligidos y atribulados; 6.°, por
zon: ninguno entra allí con' el cetro en la mano.»— aquellos por quienes Dios quiere que hagamos oracion
Todos los lúnes rezaba el Oficio de difuntos por las al- especial; ó bien formando un plan de treinta obje-
mas de los príncipes y princesas; y los viérnes por tos para todos los dias del mes. 2.° Tomar nota por
los caballeros de Malta y por todos aquellos que mo- escrito de tales objetos, y guardarla en nuestro devo-
rían en el campo de batalla en defensa de la Iglesia. cionario ó reclinatorio. 3.° Visitar ai Santísimo Sacra-
No raras veces decía asimismo los Salmos graduales mento , y repasar pausadamente dicho papel, exci-
por los guerreros, á fin deque no adquiriesen hábitos tándonos á fervorosos afectos de celo por la gloria de
viciosos en la carrera de las armas, la cual por . cierto Dios y solicitud amorosa por los intereses de Jesús.
no es la mejor de las escuelas para vivir, santamente, 4.' Acordar con el Señor elegir alguna breve oracion
si bien está muy léjos de haber sido infructuosa en ó jaculatoria acomodada á todos estos objetos-, y usar-
dar Santos á la Iglesia de Dios. la en la Misa y Comunion, en nuestra acción de gra-
cias, ántes y despues de la meditación, rosario, exá-
men, etc. 5." Si durante la noche estamos desvelados,
ó por cualquiera motivo tenemos ciertos intervalos de
temor de Dios,, acerca de la soberanía de la Majestad
divina, ó grandeza de la eternidad y brevedad de la SECCION V.
vida presente. Son muy adulados esos infelices pode-
rosos de la tierra, y dia vendrá en que deseen no haber Secreto y gozo de la intercesión.
recibido semejantes lisonjas.»—Cuando supo la muer-
te de Luis XIII, exclamó: «¡Ay! yo vi nacer á ese mo- Una palabra sobre el tiempo, lugar y método de
narca, le vi bautizar, y coronar, y casar, y reinar: la intercesión. Todas estas cosas deben dejarse á la
y ahora ya no existe!» Preguntáronla entonces si ro- elección de cada uno: por tanto, no haré sino suge-
garía mucho por él:-«Si, contestó, más de lo que riros ciertos avisos de que podréis valeros, si así os
comunmente pudiera creerse; pues aunque vivió y place. 1.' Consagrar los dias de la semana á objetos
ha muerto como verdadero cristiano, es posible que particulares, ásaber: 1.°, por el Papa, clero y órde-
todavía tenga que satisfacer alguna deuda á la inexo- nes religiosas; 2.', por los que viven en pecado mor-
rable justicia del Rey de reyes. Ha ido á un reino que tal ; 3.*, por los que están en la agonía; 4.°, por los ti-
únicamente es conquistado por los humildes de cora- bios; 5.', por los afligidos y atribulados; 6.°, por
zon: ninguno entra allí con' el cetro en la mano.»— aquellos por quienes Dios quiere que hagamos oracion
Todos los lúnes rezaba el Oficio de difuntos por las al- especial; ó bien formando un plan de treinta obje-
mas de los príncipes y princesas; y los viérnes por tos para todos los dias del mes. 2.° Tomar nota por
los caballeros de Malta y por todos aquellos que mo- escrito de tales objetos, y guardarla en nuestro devo-
rían en el campo de batalla en defensa de la Iglesia. cionario ó reclinatorio. 3.° Visitar ai Santísimo Sacra-
No raras veces decía asimismo los Salmos graduales mento , y repasar pausadamente dicho papel, exci-
por los guerreros, á fin deque no adquiriesen hábitos tándonos á fervorosos afectos de celo por la gloria de
viciosos en la carrera de las armas, la cual por . cierto Dios y solicitud amorosa por los intereses de Jesús.
no es la mejor de las escuelas para vivir, santamente, 4.' Acordar con el Señor elegir alguna breve oracion
si bien está muy léjos de haber sido infructuosa en ó jaculatoria acomodada á todos estos objetos-, y usar-
dar Santos á la Iglesia de Dios. la en la Misa y Comunion, en nuestra acción de gra-
cias, ántes y despues de la meditación, rosario, exá-
men, etc. 5." Si durante la noche estamos desvelados,
ó por cualquiera motivo tenemos ciertos intervalos de
poseemos una disposición más á propósito para la pie-
descanso inesperados en nuestras ocupaciones ordi-
dad, hablando como lo hacemos incesantemente y
narias, recurramos á la intercesión. Así podrían irse
con grande afluencia sobre nuestro Dios y Señor. Pa-
multiplicando estas prácticas casi hasta el infinito.
labrería son casi todos nuestros afanes y desvelos
Las mejores son las más sencillas, es decir, aquellas
acerca de asuntos eclesiásticos é intereses del catoli-
que nos ocurren naturalmente en nuestros ejercicios
cismo, puro charlatanismo con que nos hacemos in-
usuales. Sólo es preciso no olvidar que uno de los fines
soportables á los demás. Lo que importa es que, al
por que hemos venido á este mundo, ha sido para
obrar, vayamos delante de todos : hé aquí la cosa. A
ejercitarnos en la oracion de intercesión.
bien que cada uno de nosotros está verdaderamente
¡Oh dulzura inefable del misterio de la oracion!
dotado del don de profecía, y de salmos, y de doctri-
Permitidme que lo repita otra vez. Uno de los fine»
na. ¡ Los Corintios no podrían igualarnos en la varie-
por que vinimos al mundo ha sido para practicar la
dad de ciencia y diversidad de dones! los aventaja-
intercesión. Uno délos fines que movieron á nuestro
ríamos ciertamente. Hasta podríamos sorprender al
glorioso Salvador á derramar su preciosa sangre fué
mismo San Pablo ¡tan exuberantes, y tan útiles, y
para hacer eficaz y acepta á los divinos ojos nuestra
tan necesarios somos áDios, al Papa y á la Iglesia!
oracion de intercesión. Una de las cosas, en fin, que
Me asombro efectivamente de lo mucho que oramos;
ahora espera Dios de nosotros, es la oracion de inter-
pero desearía saber, qué proporcion existe entre nues-
cesión. Pero ¿cuántotiempo empleamos habitualmen-
tra oracion secreta y público criticismo : pues me pa-
te en el delicioso ejercicio de este privilegio incompa-
rece que ha de ser muy pequeña. Se me figura que
rable? A todas horas senos oye hablar de papas y
si rogásemos mucho , creeríamos que era tan suma-
cardenales, de obispos , sacerdotes y órdenes religio-
mente escasa nuestra oracion, que no nos atrevería-
sas. Estamos charlando sin cesar acerca de devocio-
mos , siquiera por vergüenza, á hablar de todo el
nes y asuntos eclesiásticos; censuramos y criticamos
mundo. Tengo un alto concepto del espíritu del se-
la conducta de todo el mundo; no parece sino que á
creto , que para mí constituye las dos terceras partes
todos podríamos dar lecciones de ciencia espiritual,
del cristianismo práctico. Siempre será mi convic-
y mostrarles la verdadera senda que conduce dere-
ción , que las personas de oracion viven ocultas entre
chamente al cielo. Nuestras vistas son más altas y
aquellas que jamás llegan á descubrirnos su vivo Ín-
elevadas que las suyas ; ardemos en un celo más en-
teres por los asuntos del catolicismo. El ojo que está
cendido que aquel que ellos abrigan en su corazon, y
listo para ver una falta, y el oido que gusta oir criti- instante pondrá claramente delante de nuestros ojos
car de los otros, y la lengua que se jacta de sí misma, toda nuestra vida con todas sus acciones y motivos,
serán señales de una alma de oracion, cuando el arco para que de esta suerte sea Dios justificado, y llegue-
iris sea el emblema de la desesperación. mos á pronunciar una justa sentencia sobre nosotros
El exacto cumplimiento del deber de la oracion de mismos. ¡Oh Cuán preciosas son estas pequeñas ins-
intercesión puede procurarnos una de aquellas inspi- piraciones ! Frutos suyos son la humildad, la dulzura,
raciones .extraordinarias que tan provechosas son á la robustez, el gozo en Jesús y abandono de sí mis-
nuestras almas. Parece á veces que nuestra vida es- mo en los brazos de Dios. Nunca hubiéramos podido
piritual va continuando su marcha con toda felicidad persuadirnos de haber hecho tan poco por Dios, si
y reposo posible. No nos creemos ciertamente unos esta hermosa luz , toda bella y agraciada, no brillase
Santos; pero se nos figura que algún esfuerzo pone- en nosotros con tal viveza y esplendor, que no es po-
mos de nuestra parte para llegar á serlo. Nos afana- sible sustraernos á ella, ni dudar de haberla visto.
mos por conservarnos en estado de gracia: más áun: Pensad en la intercesión, y ved si ahora os envía una
revolvemos en nuestra mente los sacrificios que hici- de esas afectuosas inspiraciones.
mos por Dios, convirtiéndonos á la verdadera fe, en- Es imposible vencer al Señor en la lucha de la li-
trando en religión, ó abrazando el estado eclesiástico; beralidad y del amor. De todos los frutos del Espiritu
y si bien al presente no fundamos nuestra final pre- Santo, ninguno es más apetecible, porque ninguno
destinación y salvación eterna sobre el mérito de se- es más celestial y divino que el gozo : y hé aquí ca-
mejantes sacrificios , nunca llegamos á olvidarlos, y balmente el fruto que nuestro Señor adorable infunde
su recuerdo nos sirve de un consuelo no pequeño. Hé en el ánimo de aquellos que se consagran á la prác-
aquí ya el comienzo de un gran mal. Pero dignase el tica de la oracion de intercesión. Esto es muy digno
Señor venir luego al punto en socorro nuestro; y sin de notarse. Las personas de oracion sienten inundada
haber causa aparente para ello , nuestra alma es vi- su alma de cierta paz y alegría, que aparentemente
sitada por una luz sobrenatural que, iluminando to- carecen de causa que las produzca: son como el gozo
dos sus senos y escondrijos., descúbrenos de un modo y dulce contentamiento que se experimenta despues
inefable lo poco y malo que en resumidas cuentas he- de una acción generosa y caritativa. Acaso sea esta
mos hecho por Dios nuestro Señor. Seméjase esta luz una de las razones de semejante fenómeno; pero to-
celestial á la luz del Juicio particular, que en un solo davía existe otra. El fruto de nuestra intercesión per-
manece oculto á nuestras miradas ; el espíritu de ora- de Jesús, quien se regocija en el fruto de su Pasión.
cion se sustrae de la haz de la tierra ; aseméjase á la Esa alegría que agita y conmueve nuestro corazon,
inmensidad oculta de Dios colocándose fuera del al- nos ha venido del de Jesús: ántes de que se hallase
cance de nuestra vista , y no constituye una série de en el nuestro, estuvo en el suyo, y la presencia de un
obras distintas y sensibles. No es fácil que tengamos ángel sería ménos apetecible, que este ligero gusto
presente todo el tiempo que hemos empleado en la del gozo de nuestro Redentor.
oracion de intercesión. Efectivamente, ¿quién es ca-
paz de contar los suspiros que ha enviado al trono de
CAPITULO V.
Dios, y los deseos mudos que la lengua de su corazon
ha murmurado al oido de Jesús ? De aquí es, que sien- RIQUEZAS DE NUESTRA POBREZA.
do oculto el fruto de la intercesión, tiene la vanaglo-
Sentimiento por no a m a r á Dios como es debido. — Medios con que
ria en ella ménos cabida que en cualquiera otra de- nos ayuda á a m a r l e . — Especialmente la intercesión. — Riquezas
vocion. Pero como quiera que sea, es lo cierto, que la que nos ofrece:'—1.° la s a g r a d a Humanidad de Jesús;—2.° el uso
intercesorio de su pasión. — Varios ejemplos de los Santos. —
dulzura y consolacion que se apetecen con un espí-
3.° Nuestra Santísima Virgen : — naturaleza de su devocion; —
ritu rendido y humilde, son unos poderosos auxiliares devocion á sus gozos. — Los Angeles. — 5.° Todo cuanto h a y
y ha habido sobre la tierra.—6.° Las perfecciones divinas. — Uti-
para la santidad: y aquel que desee alegrarse en Dios,
lidad que la devocion de intercesión r e p o r t a d las personas acha-
y abundar en todo gozo y consolacion en el Señor, y cosas.
estar aparejado y gustoso para servir á Jesús, y ser
paciente y sufridíTcon la vida por la esperanza de la SECCION PRIMERA.
muerte, y vivir resignado é indiferente en todo, dis-
Cómo Dios nos ayuda á amarle.
posición que no está léjos de constituir la santidad,
niéguese á sí mismo y á sus miras personales; y ca- Si de véras nos resolviésemos á tomar un vivo Ín-
sándose con los intereses de Jesús y las almas, consá- teres por nuestra alma, cumpliendo fielmente aque-
grese de lleno á la práctica de la intercesión, como si llos deberes, prácticas y devociones que la obedien-
esta fuese su profesión y empleo, ú ocúpese en seme- cia nos impone, nuestro amor hacia Dios aumentaría
jante ejercicio siquiera como el Angel de guarda se de un modo maravilloso, sin que llegáramos á cono-
ocupa en su persona. La especial recompensa de la cerlo ni sentirlo. Unicamente en ciertas tentaciones,
oracion de intercesión es el gozo; y es parte del gozo en solemnidades dadas y, no raras veces, sin que
TOBO I. 14
manece oculto á nuestras miradas ; el espíritu de ora- de Jesús, quien se regocija en el fruto de su Pasión.
cion se sustrae de la haz de la tierra ; aseméjase á la Esa alegría que agita y conmueve nuestro corazon,
inmensidad oculta de Dios colocándose fuera del al- nos ha venido del de Jesús: ántes de que se hallase
cance de nuestra vista , y no constituye una série de en el nuestro, estuvo en el suyo, y la presencia de un
obras distintas y sensibles. No es fácil que tengamos ángel sería ménos apetecible, que este ligero gusto
presente todo el tiempo que hemos empleado en la del gozo de nuestro Redentor.
oracion de intercesión. Efectivamente, ¿quién es ca-
paz de contar los suspiros que ha enviado al trono de
CAPITULO V.
Dios, y los deseos mudos que la lengua de su corazon
ha murmurado al oido de Jesús ? De aquí es, que sien- RIQUEZAS DE NUESTRA POBREZA.
do oculto el fruto de la intercesión, tiene la vanaglo-
Sentimiento por no amar á Dios como es debido. — Medios con que
ria en ella ménos cabida que en cualquiera otra de- nos ayuda á amarle. — Especialmente la intercesión. — Riquezas
vocion. Pero como quiera que sea, es lo cierto, que la que nos ofrece:'—1.° la sagrada Humanidad de Jesús;—2.° el uso
intercesorio de su pasión. — Varios ejemplos de los Santos. —
dulzura y consolacion que se apetecen con un espí-
3.° Nuestra Santísima Virgen : — naturaleza de su devocion; —
ritu rendido y humilde, son unos poderosos auxiliares devocion á sus gozos. — Los Angeles. — 5.° Todo cuanto hay
y ha habido sobre la tierra.—6.° Las perfecciones divinas. — Uti-
para la santidad: y aquel que desee alegrarse en Dios,
lidad que la devocion de intercesión r e p o r t a d las personas acha-
y abundar en todo gozo y consolacion en el Señor, y cosas.
estar aparejado y gustoso para servir á Jesús, y ser
paciente y sufridíTcon la vida por la esperanza de la SECCION PRIMERA.
muerte, y vivir resignado é indiferente en todo, dis-
Cómo Dios nos ayuda á amarle.
posición que no está léjos de constituir la santidad,
niéguese á sí mismo y á sus miras personales; y ca- Si de véras nos resolviésemos á tomar un vivo Ín-
sándose con los intereses de Jesús y las almas, consá- teres por nuestra alma, cumpliendo fielmente aque-
grese de lleno á la práctica de la intercesión, como si llos deberes, prácticas y devociones que la obedien-
esta fuese su profesión y empleo, ú ocúpese en seme- cia nos impone, nuestro amor hacia Dios aumentaría
jante ejercicio siquiera como el Angel de guarda se de un modo maravilloso, sin que llegáramos á cono-
ocupa en su persona. La especial recompensa de la cerlo ni sentirlo. Unicamente en ciertas tentaciones,
oracion de intercesión es el gozo; y es parte del gozo en solemnidades dadas y, no raras veces, sin que
TOBO I. 14
tual alegría; vuélvense contra Él en amorosa quere-
haya causa aparente para ello, es cuando permite
lla: «Nó: sino que te pagarémos loque vale, y no
Dios que percibamos los progresos que realmente he-
queremos ofrecer al Señor nuestro Dios holocaustos
mos hecho en la virtud, y la mayor solicitud con que
gratuitos (1).» Profieren entónces expresiones atrevi-
al presente procuramos servirle. Una de las señales
das, como por ejemplo, dicen que están prontos á su-
de este aumento de amor de Dios es el sentimiento
frir todas las penas eternas del infierno, siempre que
siempre creciente de nuestra indignidad y excesiva
semejante tormento les ayude á acrecentar un solo
vileza en todo cuanto ejecutamos. Llénanos efectiva-
grado la gloria de Dios; encareciendo de tal suerte el
mente de pesadumbre la consideración de lo poco
amor desinteresado, que parece llegan á incurrir en
que tenemos que ofrecer á Dios, y lo ruiu y misera-
las censuras de la Iglesia.
ble de nuestro servicio á su adorable Majestad. Y á
Muy lejos estamos nosotros ciertamente de correr
medida que aumente en nosotros el conocimiento de
tai peligro; pero no obstante, sentimos en cierta ma-
Dios, y cuanta mayor dignidad adquieran nuestros
nera semejante pena. Quisiéramos también hacer
pensamientos á sus divinos ojos, tanto mayor será ,
algo más por Jesús; y luego que se nos ofrece oca-
asimismo nuestro sentimiento. Esto es lo que mueve
sion de satisfacer este deseo, nuestra misma cobardía
álos Santos á suspirar por trabajos, y á pedir cruces.
causa en nosotros un dolor agudo y una vergüenza
Las fatigas y cuidados ordinarios de la vida no bas-
sensible. En Dios es abundante la redención, dice el
tan á satisfacer su encendido amor. Desean ¡empeño
Salmista; y semejante abundancia de redención es
vano, pero amoroso! pagar la generosidad de Jesús.
la que estimula nuestro amor, y hace que uno se dis-
¿Por qué habremos hecho, dícense á sí mismos, tan
guste de sí mismo. Todo cuanto Jesús ha hecho en
poco por nuestro Dios y Señor? ¿Por qué nos aficiona-
favor nuestro, encierra una abundancia tan innece-
ríamos tanto á las cosas de la tierra? Si el pecado fué
saria, envuelve tal plenitud de afectos, é implica
para ellos una calamidad, ahora su misma incapaci-
una profusion tan sobrenatural de misericordia y
dad para amar á Dios con regio y soberano amor,
compasion, que es evidente á todas luces, que lo que
ofreciéndose en holocausto glorioso, es su mayor des-
Jesús se propone en cada uno de los misterios de su
gracia y desventura. Cual Areuna, quisieran dar á
Encarnación es no solamente ganar nuestra salva-
su Rey, como suelen los reyes hacerlo, es decir, con
prodigalidad y á manos llenas. Si Dios les concede
alguna consolacion, y multiplica su dicha y espin- (1) II. Reg. XXIV, 24.
cion, sino también nuestro amor. El mismo deseo y
amor, y jamas permitirá que carezcamos de medios
delicias de habitar con los hijos de los hombres, sus
eficaces para amarle. Si un padre supiese que su
criaturas , que no habiendo pecado Adán, hubiéran-
hijo deseaba hacerle un presente ¿con qué alegría no
le hecho venir en carne impasible; hoy que por la
le facilitaría medios para satisfacer sus deseos? ¿Y
culpa original ha venido á nosotros como Redentor
será Jesús de peor condicion? No es esa al ménos su
pasible, semejantes afectos de su divino Corazon pa-
conducta para con el hombre. Ved si nó lo que hizo
rece van á perderse en el insondable piélago de su
con su Madre en la Presentación. Ninguna criatura,
ternura y amor. No puede Jesús perdonarnos, sin
ni todas las criaturas juntas amaron nunca á Dios,
que al mismo tiempo nos adopte por hijos suyos * no
como la Virgen le amó en ese dia. Nunca tampoco
puede borrarnos la culpa, sin hacernos herederos del
hasta entónces fué honrada la Majestad divina con
cielo; no puede absolvernos de lo pasado, sin colmar-
un culto adecuado á su grandeza soberana. Los Án-
nos de gracias para lo porvenir. Cada favor que nos
geles, con toda la variedad de dones de sus nueve
otorga, es duplo , triple, céntuplo. Una sola gota de
coros , habían estado millares, de años arrojando
sangre hubiera bastado para redimir mil mundos que
ofrendas á los piés del trono en rendida oracion y
hubiese habido, y derramó hasta la última de sus
abrasados cánticos de alabanza; y la Misericordia di-
venas. La gracia hubiera sido suficiente para el Sa-
vina tuvo que contentarse con aceptar benigna ese
cramento de su amor, y quiso darse á sí mismo, su
pobre ofrecimiento. La misma María, la humilde y
cuerpo, alma y divinidad. El Santísimo Sacramento
casta María, era un acto tierno de adoracion al Eter-
es una misericordia sobreabundante, un amor inne-
no , y todas las alabanzas de las jerarquías celestiales
cesario y superfluo ; pero deseaba mostrar mucho
no hubieran llenado el más estrecho seno de su Cora-
amor, y ganar mucho amor también. Tal ha sido su
zon inmaculado. Pues todavia se quedaba corta: ¡oh,
conducta. Como nosotros lleguemos á conocer mejor
y cuán corta! ¡Dulce Madre mia! ¡ Vos no lo ignorá-
á,nuestro Jesús adorable, y á profesarle más amor,
bais! ¡ninguno lo sabía mejor que Vos! Si su amor
obrarémos de la misma manera; porque lo poco que
hubiese podido alterar la calma serena y apacible de
hacemos parece tan poco ¡tan excesivamente poco!
su inmensa virtud , como suele acontecer con sus
Una vez que hayamos adquirido este conocimien- hijos los Santos y su débil gracia, María hubiera de-
to divino, estemos seguros de que nos asistirá de un seado ser aniquilada, con tal que asi hubiese logrado
modo especial. Nada desea Dios tanto como nuestro tributar á Dios un culto digno de su grandeza y ma-
Asi es como viene también en socorro de nuestro
jestad. Pero Jesús vino en socorro de su amor. Púsose a m o r : lo cual hace de dos modos diferentes. Prime-
en sus brazos, y la dijo:—«Ofréceme. Yo soy igual ramente, dando á nuestras pobres acciones un in-
á mi Padre; soy una ofrenda, no sólo digna, sino in- menso valor por su unión con las suyas: de esto ha-
finita como Él mismo. »—Y bé aquí que la Trinidad blarémos más adelante. En segundo lugar, tratán-
aug ista va á ser ahora por primera vez honrada con donos como trató á su madre, es decir, dándosenos
la debida adoracion, y todo atributo divino glorifica- Él mismo, y todo cuanto tiene, en herencia perpe-
do, y toda perfección coronada con corona de amor, tua, para que dispongamos de ello á nuestro antojo,
y toda misericordia recompensada , y todas las deu- y se lo ofrezcamos cómo y cuando más nos agrade;
das y obligaciones de las criaturas satisfechas, y y estas son las riquezas de nuestra pobreza, de que
un solo acto de oblacion sobrepujará al culto y ado- al presente voy á ocuparme.
raciones de todas las criaturas posibles. ¡Oh gozo!
No es fácil que lleguemos á persuadirnos de nues-
¡gozo excesivo! ¡gozo sobre todo otro gozo, para
tra propia nobleza y grandeza en Cristo. El catálogo
quien ama de veras al Señor! El cielo estaba entonces
de nuestros privilegios parece una especie de exage-
silencioso; los Ángeles rebosando en amor, perma- .
ración devota. Deteneos si nó á considerarlo en un
necían como atónitos y espantados; y sobre este sue-
momento dado, sea de congoja y pesadumbre, ó de
lo que habitamos, en el templo de Sion, María recibe
satisfacción y devocion sensibles, y vereis cuán di-
á su Niño en los brazos, elévale en alto, y con todas
fícil os es, no tanto esperar, como creer, que un dia
las fuerzas é ímpetu de su espíritu inmaculado, le
habéis de ser justificados, muertos, juzgados y co-
ofrece al Eterno Padre en holocausto de amor. María
ronados despues en el cielo por toda la eternidad.
fué, pues, la primera de todas las criaturas que pre-
Semejante dificultad no nace del temor de que os
sentó al Altísimo una ofrenda digna de su grandeza
suceda lo contrario, sino principalmente de la gran-
soberana, y la primera que rindió á Dios la debida
deza de la recompensa, de la inmensidad de la di-
adoracion. Mas ¡oh amor inefable! ¡Hoy nuestro ado-
cha y del maravilloso contraste con vuestra actual
rable Salvador quiere persistir haciendo lo mismo con
miseria y bajeza. Pensad en el cielo, y decios á vos-
nosotros; pues no se pasa un solo momento del dia y
otros mismos: «¿Con que llegará una hora , un ins-
de la noche, en que el mismo Niño, la Hostia viva,
tante, miéntras los liombras estén ocupados acá en
deje de elevarse en toda la redondez del globo por ma-
la tierra en sus faenas diarias, en que he de poseer y
nos mortales entre la tierra y el cielo!
disfrutar eternamente ese riquísimo tesoro?» Y os son: su sagrada humanidad, cuerpo y alma; su in-
sonreiréis entónces, no precisamente de incredulidad, fancia , su vida oculta, su ministerio público, su pa-
sino como se sonrió Sara cuando oyó al Ángel decir sión , el Santísimo Sacramento y su asiento á la dies-
que tendría un hijo. Pues de esta manera nos sucede tra del Padre; su Madre Santísima con todo lo que es
hasta con la herencia que tenemos en Cristo aquí en y todo cuanto posee; sus innumerables ángeles, to-
la tierra: parécenos excesiva, mas San Pablo escribe dos bellos y agraciados; todas las buenas obras y pe-
á los Corintios (1): «Todas las cosas son vuestras, sea nitencias del mundo; las Misas que se dicen; las pe-
mundo, sea vida, sea muerte, sean presentes, sean nas que sufren las almas del pürgatorio; las gracias
venideras ; pues todo es vuestro, y vosotros sois de que recibieron los condenados, y á las que no quisie-
Cristo, y Cristo es de Dios.» Y en la carta álos He- ron corresponder; la santidad de José, el Bautista,
breos dice. nú que os llegaréis, sino «os habéis lle- los apóstoles, etc., todas las alabanzas que tributan
gado al monte Sion , y á la. ciudad del Dios vivo, la al Criador las aves, animales y elementos de la tierra;
Jerusalen celestial, y ála compañía de muchos mi- todo cuanto podrían hacer las criaturas posibles; las
llares de Ángeles, y á la Iglesia de los primogénitos misericordias ejercidas por Dios desde el Antiguo
que están inscritos en los cielos, y á Dios el Juez de Testamento hasta hoy la complacencia que mutua-
todos, y á los espíritus de los justo's, y á Jesús me- mente se tienen las tres Divinas Personas, y el amor
dianero del Nuevo Testamento, y á 1a. aspersión de incomunicable con que Dios se ama á si mismo desde
la sangre que habla mejor que la de Abel (2).» toda la eternidad.
Cuando María rige con el dulce cetro de su interce- Tales son los tesoros que poseemos en Cristo; ta-
sión el imperio vastísimo de su Hijo, es nuestro reino les las riquezas que pone en nuestras manos, como
en el que ella es Reina y Señora: nuestro es todo lo se puso á sí mismo en la Presentación en las de Ma-
que le constituye, y todo cuanto encierra; pues todas ría, para que podamos satisfacer nuestro amor. ¡Qué
las cosas- son nuestras, y nosotros somos de Cristo, y ocupacion, pues, tan santa la nuestra! ¡Qué her-
Cristo es de Dios. Los tesoros que Jesús nos ha rega- moso cielo incoado en la tierra ! Y podrémos ha-
lado , adquiriéndolos á costa dé su preciosa sangre, cer uso de cada una de estas cosas, como si fuesen
propiamente nuestras, para tres fines diferentes, y
merecerémos con todas ellas igualmente que con
(1) 1 . a Corint. III.
(2) Heb. XII-28. nuestras acciones personales, pues nuestra es su
oblacion: con este objeto nos las ha dado Jesucristo. soros á nuestra disposición no hiciésemos de ellos uso
Usaremos de ellas primeramente para actos de amor alguno. Siempre, pues, que deseemos alcanzar de
de Dios y hacimientos de gracias. De estos dos pri- Dios algún favor especial, que redunde en su mayor
meros usos hablaré despues. En segundo lagar, po- gloria, ofrezcámosle uno de esos dones que pueda
dremos usar de semejantes riquezas en la oracion de aplacar su cólera y hacérnosle propicio. La simple
intercesión; y hé aquí de lo que voy á ocuparme aho- ofrenda, presentada con devota intención, es una
ra. Si fijamos bien en nuestra mente las lecciones del poderosa intercesión muy agradable á sus divinos
capítulo pasado, nos sentiremos tan dulcemente atraí- ojos; así como la presencia muda en el cielo de las
dos hacia la práctica santa de la intercesión, que es cinco llagas del Señor, según afirman los teólogos,
imposible no disgustarnos de nuestros propios medios son la intercesión de nuestro Salvador abogando sin
de interceder. Veremos que nuestras secas y áridas cesar ante el Padre y Dios. Pero no debemos conten-
peticiones, y nuestras frías palabras, y nuestras des- tarnos con el ofrecimiento de las acciones; procu-
ordenadas devociones, ora á causa de las distraccio- remos también unirnos á las disposiciones con que
nes de nuestro empleo, ó bien por la dureza de cora- Jesús y Haría, Ángeles y Santos obraron la acción á
zon, no bastan á satisfacer nuestros vehementes de- que nos referimos: esto hará que nuestra intercesión'
seos de promover por la intercesión la gloria de Dios, sea todavía más eficaz y meritoria. Deseemos igual-
intereses de Jesús y salvación de las almas. Pues bien; mente, si así nos place, que dicha acción se multi-
Jesús viene luego al punto en socorro nuestro, y pone plique millares de veces para de esta suerte aumentar
en nuestras manos todas esas cosas como armas de más y más la gloria de Dios. ¡Oh, si nos consa-
intercesión. Llena nuestra aljaba con semejantes sae- gráramos á semejante práctica de intercesión! ¡ Cuán-
tas , mojadas en bálsamo eficaz para herir su Sagrado tas conversiones obraríamos entónces! ¡Cuántos es-
Corazon, puesto por Él mismo á nuestra puntería. Si cándalos desterraríamos del mundo! ¡Cómo se cam-
las dirigimos con devota intención, daremos en el biaría el rocío de la gracia en espesa lluvia, para
blanco, se clavarán y le herirán infaliblemente. Así hacer fructificaría Iglesia de Dios! ¡No estaríamos
como no tiene ningún límite su amor, asi parece que entónces, cual no raras veces nos hemos hallado en
Jesús se ve obligado a n o ponerle á nuestra facultad los años pasados, como el vellón de Gedeon, secos,
de amarle. milagrosamente secos!
El amor no sería amor, si teniendo tan ricos te-
á lo pasado. Aquí también tenemos un riquísimo
caudal de ofrendas de.inestimable valor. Riquezas son
SECCION n . de nuestra pobreza el acto de amor de Jesús en el
momento mismo de la Encarnación; su encarcela-
l.° La sagrada Humanidad de Jesús. miento por nueve meses en el vientre de María; las
virtudes que allí practicó; y el mundo que desde allí
Ofrezcamos á Dios las perfecciones y facultades gobernó. Riquezas son de nuestra pobreza la Nati-
del alma inmaculada de Jesús, los abismosde gracia, vidad y misterios de sus doce primeros años, Belen,
ciencia y gloria que en sí encierra, el amor con que Egipto, Nazareth y Jerusalen, con todas las humi-
ama á Dios en este momento, y toda la abrasada ca- llaciones y amor inefable del Verbo encarnado a
ridad con que le ha de amar por toda la eternidad. Pi- María y los hombres, que aquéllos envuelven. Ri-
damos la conversión del alma manchada con la cul- quezas son de nuestra pobreza su vida privada en
pa , por la hermosura y resplandor de sa alma purí- Nazareth, la ocultación del Inmenso, la obediencia
sima , que en este instante está alumbrando la Jerusa- del Omnipotente, la pobreza del Riquísimo, el can-
len celestial con tal claridad, que no necesita «¿fe sol, sancio del Criador, la oracion de Dios, el amor á
ni luna que la ilumine, porque el Cordero es su luz.* José, la santificación de María, los méritos y satis-
Pidamos salud. fuerza y energía para los predicado- facciones del Niño y Adulto, y la complacencia de
res y misioneros del Señor, por todas las perfecciones los Ángeles, de María y de Dios en los portentos y
que ahora están embelleciendo su cuerpo glorioso y maravillas de aquellos diez y ocho años. Riquezas
agraciado. Pero dejemos el cielo, y bajemos á la son de nuestra pobreza su vida pública, el bautismo
tierra. Primeramente, ofrezcamos al Padre el culto que recibió de manos de Juan, su ayuno en el de-
inefable que la vida mística de Cristo le está rindien- sierto , su proceder con los discípulos y su conducta
do en el Santísimo Sacramento desde millares y mi- para con los pecadores; las contradicciones que en-
llares de tabernáculos; la pobreza, la humillación, contró , los sermones que predicó, los milag-ros que
la obediencia á sus sacerdotes, su celo por las almas, obró y fatigas que sobrellevó. Llegamos á la orilla
la morl:-ñcaciou desús sentidos, la paciencia en su- del inmenso Océano de su sacratísima pasión. Ri-
frir los sacrilegios, y el resignado amor y milagro- quezas son también de nuestra pobreza los siete pa-
sas manifestaciones de su vida escondida en la Hos- sos, los cinco juicios y las siete palabras. Riquezas
tia consagrada. O bien, si queremos, remontémonos
son asimismo de nuestra pobreza su resurrección sion santísima de nuestro Salvador, nada deseará El
triunfante; las varias apariciones á sus discípulos, tanto como el recuerdo frecuente de estos misterios,
especialmente la primera á su Madre; los cuerenta que mueven sus entrañas de misericordia más viva-
días de legislación secreta para la organización de su mente que ningún otro, al ofrecérselos en actos de
Iglesia é institución de las materias y formas de los amor, acciones de gracias y fervorosa intercesión.
sacramentos; el encanto y recogimiento de aquellos San Bernardo declara que es una comunión espiritual
hermosos dias; las maravillas que obró, las palabras la simple consideración de la pasión del Señor. El Pa-
que brotaron de sus labios, las gracias que otorgó á dre Baltasar Álvarez no se contentaba con hacer de
manos llenas , las bendiciones que derramó, y últi- ella el asunto ordinario de sus meditaciones, sino que
mamente, la pompa soberana y augusta de su as- solía decir á sus novicios: a<No esperemos, hijos
• V
censión gloriosa á los cielos. ¿Quién será capaz de
míos, haber hecho cosa alguna de provecho, a me-
agotar este abundantísimo manantial de aguas vi-
nos que no tengamos siempre presente en nuestro
vas? ¿Quién podrá secar la riquísima vena de ese sin-
corazon la imágen de Cristo crucificado.» Fr. Benito
número de actos maravillosos é infinitos por la unión
de Canfield llega á asegurar que las almas, en su unión
con su divina Persona, y que tienen un ilimitado
más íntima con Dios, todavía meditan sobre la pa-
poder para con Dios? Pues bien: todos estos tesoros
sión , si bien lo niegan el P. Baker y otros, toma-
están á nuestra disposición para la intercesión; y
da la palabra en sentido de rigurosa meditación. El
podemos fundadamente creer que tendrán una espe-
mismo Señor habló de esta manera á Santa María
cial eficacia, aprovechándolos en ciertas solemnida-
Magdalena de Pázzis: « Todos los viernes del año fija
des del año, á excepción de la pasión, que cuenta to-
tu consideración, hija mia, en la hora en que espiré
dos los dias por suyos.
sobre la Cruz, y así es como recibirás gracias muy
SECCION III. especiales de mi espíritu , que entónces entregué al
Eterno Padre; y aunque no sientas semejantes gra-
2.° La Pasión.
cias , no será por eso ménos cierto que reposarán so-
Pasemos ahora á hablar del uso de intercesión que bre tu corazon.» La gran campana de Duomo toda-
podemos hacer con la pasión. Naturalmente creeré- vía llama á los fieles de Florencia á este sagrado re-
mos que habiendo sido consumada la obra de nuestra cuerdo. La beata Clara de Montefalco tenía tan impre-
redención principalmente por los misterios de la pa- sa en su ánimo la memoria de la pasión, que todo
son asimismo de nuestra pobreza su resurrección sion santísima de nuestro Salvador, nada deseará El
triunfante; las varias apariciones á sus discípulos, tanto como el recuerdo frecuente de estos misterios,
especialmente la primera á su Madre; los cuerenta que mueven sus entrañas de misericordia más viva-
días de legislación secreta para la organización de su mente que ningún otro, al ofrecérselos en actos de
Iglesia é institución de las materias y formas de los amor, acciones de gracias y fervorosa intercesión.
sacramentos; el encanto y recogimiento de aquellos San Bernardo declara que es una comunión espiritual
hermosos días; las maravillas que obró, las palabras la simple consideración de la pasión del Señor. El Pa-
que brotaron de sus labios, las gracias que otorgó á dre Baltasar Álvarez no se contentaba con hacer de
manos llenas , las bendiciones que derramó, y últi- ella el asunto ordinario de sus meditaciones, sino que
mamente, la pompa soberana y augusta de su as- solía decir á sus novicios: a<No esperemos, hijos
• V
censión gloriosa á los cielos. ¿Quién será capaz de
míos, haber hecho cosa alguna de provecho, a me-
agotar este abundantísimo manantial de aguas vi-
nos que no tengamos siempre presente en nuestro
vas? ¿Quién podrá secar la riquísima vena de ese sin-
corazon la imágen de Cristo crucificado.» Fr. Benito
número de actos maravillosos é infinitos por la unión
de Canfield llega á asegurar que las almas, en su unión
con su divina Persona, y que tienen un ilimitado
más íntima con Dios, todavía meditan sobre la pa-
poder para con Dios? Pues bien: todos estos tesoros
sión , si bien lo niegan el P. Baker y otros, toma-
están á nuestra disposición para la intercesión; y
da la palabra en sentido de rigurosa meditación. El
podemos fundadamente creer que tendrán una espe-
mismo Señor habló de esta manera á Santa María
cial eficacia, aprovechándolos en ciertas solemnida-
Magdalena de Pázzis: « Todos los viernes del año fija
des del año, á excepción de la pasión, que cuenta to-
tu consideración, hija mia, en la hora en que espiré
dos los dias por suyos.
sobre la Cruz, y así es como recibirás gracias muy
SECCION III. especiales de mi espíritu , que entónces entregué al
Eterno Padre; y aunque no sientas semejantes gra-
2.° La Pasión.
cias , no será por eso ménos cierto que reposarán so-
Pasemos ahora á hablar del uso de intercesión que bre tu corazon.» La gran campana de Duomo toda-
podemos hacer con la pasión. Naturalmente creeré- vía llama á los fieles de Florencia á este sagrado re-
mos que habiendo sido consumada la obra de nuestra cuerdo. La beata Clara de Montefalco tenía tan impre-
redención principalmente por los misterios de la pa- sa en su ánimo la memoria de la pasión, que todo
cuanto veía servíala de ingenioso memorial que le es- esperanza del perdón , ofreciendo á Dios el Padre mi
taba sin cesar recordando los sufrimientos de nuestro santísima pasión y muerte; y esté seguro que, ha-
Redentor. A la beata Verónica, religiosa agustina, ciéndolo así, recibirá el fruto saludable de la remisión
díjola un dia el Señor:—«Es mi voluntad que todos de sus pecados, pues no hay en el mundo un reme-
los hombres procuren homar con un vivo dolor de su dio tan eficaz contra la culpa, como la consideración
corazon la memoria de mi pasión, compadeciéndose devota de mi pasión, unida á un verdadero arrepen-
de mis penas y trabajos. Una sola lágrima que sobre timiento y viva fe.»—Alberto Magno solía repetir
ella derramen, es una obra de inapreciable valor; que una sóla lágrima derramada sobre la pasión de
pues no hay lengua humana que pueda expresar el nuestro Redentor era más meritoria á los divinos ojos
gozo y contentamiento que esa única lágrima causa que un año entero de ayunos á paü y agua, vigilias
en mi ánimo.»—Los Ángeles revelaron á la beata y disciplina. Santa María Magdalena reveló á un
Juana de la Cruz que la divina Majestad recibía tan siervo de Dios de la Órden de Santo Domingo, que al
indecible complacencia en el dolor por la pasión de retirarse despues de la Ascensión del Señor á un áspe-
Jesucristo, y que semejante sentimiento era un sacri- ro desierto á hacer penitencia, quiso saber de Jesu-
ficio tan agradableásus ojos, que igualaba al derra- cristo nuestro Redentor, en qué - ejercicio se había de
mamiento de nuestra sangre y sufrimiento de las más ocupar en aquella soledad; y nuestro Señor, acce-
grandes aflicciones. Adviértenos San Teodoro Estudi- diendo á sus ruegos, la envió al arcángel San Mi-
ta que bajo ningún concepto olvidemos en Resurrec- guel con una hermosísima cruz en las manos, la cual
ción la memoria de la pasión, es decir, las llagas, puso á la puerta de su cueva, para que pudiese estar
cruz, sepultura, etc., de nuestro Redentor. Y Orlandi- incensantemente contemplando los misterios de la
ni cuenta que solía decir el P. Pedro Fabre, que así pasión; Un dia, miéntras Santa Gertrudis meditaba
como la pasión fué el camino de Cristo para su glo- sobre la pasión, entendió por una visión celestial
ria . así también la compasion por la pasión es el que que el ponderar y rumiar los sufrimientos de Cristo
igualmente nos conduce á nosotros allá. era un ejercicio de una eficacia infinitamente mayor
Dijo el Señor en cierta ocasion á Santa Gertrudis que otro cualquiera. Oigamos, por último, cómo se
las siguientes palabras, llenas de dulce consola- expresa San Agustín acerca del particular: —«Lo
cion: — «Quienquiera que se sienta oprimido bajo el que más mueve, inflama , enciende y obliga ámi co-
peso de culpas enormes, respirará libremente con la razon á amaros más que á todas las cosas y á que seáis
tobo i,
parte, dicha ofrenda no hubiera sido tan provechosa
para mí el objeto de todos mis afectos , es la muerte
á tu espirita.»— Hé aquí, dice Gertrudis, una prue-
ignominiosísima y amarga que Vos, Jesus mio, pa-
ba del abrasador amor de Jesús hácia los hombres. En
decisteis por la obra de nuestra redención. Solo esto
otra ocasión, estando la Santa contemplando un Cru-
demanda de justicia toda nuestra vida, y todos nues-
cifijo , que tenía en las manos, supo por luz sobrena-
tros trabajos, y toda nuestra devocion y todo nuestro
tural que todo aquél que contempla devotamente un
amor. Esto, vuelvo á decir, es lo que mejor despier-
Crucifijo, es mirado por Dios con ojos muy compasivos
ta, y más dulcemente solicita, y miútiplica con ma-
y misericordiosos; y que su alma, cual espejo resplan-
yor abundancia nuestra devocion y nuestro amor. »
deciente, refleja una imágen tan hermosa y agracia-
En la vida de Santa Gertrudis se declara de un
da del divino amor , que embelesa y arrebata á todos
modo maravilloso los exquisitos artificios del amor con
los cortesanos del cielo, siendo para él dichas imáge-
que nuestro Señor recompensa esta devoción. Un
nes, cuantas veces practique semejante devocion acá
viernes , á la caida de la tarde , fijó la Santa sus ojos
en la tierra, otros tantos grados más de gloria eterna
en un Crucifijo, y movida de compunción, excla-
en el cielo.
mó:— «¡Ah, dulcísimo Criador mio, y amor mio!
Y no se crea que esta práctica sea una mera devo-
¡Cuántos y cuán crueles tormentos padecisteis hoy
cion de sentimiento —«; Ay! exclamaba un dia Santa
por mi salvación? y yo, ¡ingrata de mf! no he hecho
Gertrudis, únicaEsperanza mia, y salvación de mi al-
cuenta de ellos! pasando el dia ocupada en otras co-
ma ! Decidme ¿ cómo podré honrar debidamente vues-
sas ! ¡ Ay ! ¡ no me he acordado de la hora en que Vos.
tra pasión , tan amarga para Vos, y tan dulce para
Vida mia , disteis la vida por todos y por amor de mi
mí?»—Revolviendo, la contestó el Señor, en tu mente,
a m o r i » —Respondióla el Señor desde el Crucifijo con
aquella ansiedad con que Yo, tu Criador y Señor ora-
estas amorosas palabras : — « Lo que tú olvidaste,
ba prolijamente en mi agonía, y cuya excesiva vehe-
helo suplido Yo por tí. He recogido dentro de mi co-
mencia de solicitud, fervor y caridad me produjo un
razon todo cuanto debiste reunir en el tuyo, y se ha
copiosísimo sudor de sangre, que llegó á empapar la
henchido con tal plenitud, que me ha obligado á es-
tierra; y despues cuanto practiques me lo ofrecerás
perar hasta este momento, para que tu intención su-
en unión con aquella sumisión profunda con que de-
p l i e s e semejante descuido tuyo; y ahora que acabas
cía á mi Padre: No se haga mi voluntad, sino la vues-
de manifestármela, ofreceré á Dios mi Padre todo
tra. Así, pues, recibirás todas las cosas prósperas y
cuanto he suplido; porque sin esa intención de tu
adversas con el mismo amor con que Yo te las envió
dándose golpes de pecho, suspirando y derramando
para salvación de tu alma: recibirás las prósperas con
abundantes lágrimas por la pasión de Cristo, y ofre-
agradecimiento, y en unión ccn aquel amor con que
ciéndose á Dios durante todo este tiempo en oloroso
condescendiendo á tu flaqueza, te las procuro para
holocausto. Cuando la beata Angela de Foligno pidió
que así aprendas á esperar la dicha eterna. Las ad-
al Señor la manifestase qué podría hacer que fuese
versas preciso es que las recibas en unión con aquel
de su mayor agrado, aparecióse á ella varias veces,
afecto y amor paternal que me mueven á enviártelas,
ora estando en sueños la sierva de Dios , ó bien mién-
para que anheles con vivas ansias la bienaventuran-
tras velaba , pero siempre como crucificado en la Cruz;
za de la gloria.»
y despues de mostrarla las llágas, y haberla declara-
Aparecióse el Señor un dia á Santa Brígida, y la
do de un modo inefable, cómo había recibido seme-
dijo: — «Te aconsejo, hijamia, que no pierdas nun-
jantes heridas por su amor, la dijo estas palabras:
ca de vista estos dos pensamientos. Primero, un vivo
«¿Qué podrás tú hacer para pagarme tantos sacrifi-
recuerdo de todo cuanto he hecho por t í , sufriendo y
cios?» En otraocasion, según refieren los Bolandos,
muriendo en una Cruz: semejante pensamiento des-
el mismo Dios Señor nuestro la manifestó, que si al-
pertará en tu alma afectos dulces de amor divino. Se-
guno deseaba encontrarle propicio , no apartase sus
gundo , la consideración de mi justicia y juicio veni-
ojos de la Cruz, ora le visítase su providencia con
deros , consideración que inspirará en tu ánimo un
aflicciones , ora le colmase de inefables consuelos.
temor santo y saludable.» —La pasión del Señor fué
No es, pues, maravilla que oyese la misma Folig-
asimismo la devocion favorita de la Santísima Virgen,
no de boca del Señor las bendiciones que Dios tiene
como Ella misma io declaró á Santa Brígida: —«Mi
reservadas para aquellos que son devotos de su Pasión,
espíritu, la dijo, y mi corazon estuvieron siempre en
y para los que la imitan, ó se compadecen de ella:—
el sepulcro de mi Hijo;» suplicando en seguida á la
«Benditos de mi Padre sois vosotros que os compade-
Santa que no perdiese nunca de vista la pasión de
céis de mí, y ya sufriendo conmigo ó bien sig-uiendo
Jesús. Hé aquí por qué fueron tan eficaces las leccio-
mis pasos, habéis merecido lavar vuestras estolas en
nes de Santa Brígida á su hija Santa Catalina acerca
mi preciosa sangre.—Benditos vosotros que os ha-
de esta devocion. En la Vida de Santa Catalina lee-
béis compadecido de mí, crucificado y afligido de in-
mos que todas las noches, ántes de acostarse, gasta-
mensos dolores-para satisfacer por vosotros y redi-
ba cuatro horas enteras haciendo genuflexiones y
• rairos de las penas eternas que merecíais ; pues com-
padecido de Mi, y sido mis fieles compañeros, cuan-
padeciéndoos en la pobreza, trabajos y ultrajes que
do lleno de gloria y majestad venga á juzgar al
sufrí por vuestra salvación, os habéis hecho hijos
dignos de bendición. Benditos vosotros que os mos- mundo?»
tréis devotamente compasivos de mi Pasión , porten- Y bien; ¿qué nos enseñan todos estos ejemplos y
to de los siglos, salvación y vida de las almas des- revelaciones, sino que Dios ha querido darnos su pa-
carriadas}' único refugio délos pecadores, porque se- sión, para que usemos de ella con mayor derecho to-
réis herederos conmigo , y coherederos del reino , y davía que aquel que tenemos sobre los trabajos que
gloria y resurrección que con ella os he adquirido. padecemos, y aflicciones que sufrimos: aflicciones y
Benditos vosotros de mi Padre y del Espíritu Santo, trabajos que son más bien deudas que es preciso -pa-
y verdaderamente benditos con la bendición quedaré gar , necesidades que no es posible eludir y castigos
en el diadel juicio, porque me llegué á vosotros, y que debemos aceptar con entera resignación? Pero
no me desechásteis, como lo hicieron mis persegui- volvamos al uso de la pasión en la intercesión, nues-
dores ; ántes bien me acogisteis compasivos, y cual á tro principal objeto. Dice Lancisio que es de una efi-
extranjero abandonado, me disteis hospitalidad en cacia infinita la oblacion de la sangre de Cristo, ó de
vuestro corazon. Os habéis condolido de mí, viéndo- su pasión y muerte, presentada al Eterno Padre, ó al
me tendido y desnudo en la Cruz , sediento, fatigado mismo Salvador, para aplacar su enojo contra los
y espirante. Quisisteis ser compañeros mios; y así es pecados del mundo. El mismo Dios tuvo la dignación
como habéis cumplido fielmente todas las obras de de enseñar esta práctica á Santa María Magdalena de
misericordia. Pues bien; oiréis en aquella horra terri- Pázzis, al quejarse amargamente á ella de los pocos
ble del juicio: Venid, benditos de mi Padre-, recibid que en el mundo procuraban aplacar su justa cólera
el reino que os está preparado desde la constitución contra los pecadores- Dócil la Santa á las enseñanzas
del mundo-, porque tuve hambre en la Cruz, y con de su divino Maestro, ofrecía la sangre de Cristo va-
vuestra compasion me disteis de comer. ¡ Oh dicho- rias veces al dia por toda clase de pecadores; y su
sos , vosotros, y mil veces dichosos ! Si clavado en la ejercicio ordinario consistía en ofrecerla cotidiana-
Cruz rogué á mi Padre con lágrimas y suspiros por mente cincuenta veces por los vivos y difuntos. Lo
mis perseguidores y verdugos, y los excusé diciendo: hacía con tal fervor, que en no pocas ocasiones, la
¡Padre mió! ¡perdónalos, por que no saben lo que la- mostró el S e ñ o r así l a muchedumbre de pecadores cuya
cen! ¿qué no diré por vosotros que os habéis eom- conversión había alcanzado, como el asombroso nú-
mero de almas que con dicha devocion sacára delpur- .
gatorio. Cierto dia, arrobada la Santa en un éxtasis
amoroso, exclamó: «Cuantas veces la criatura ofrece
3.° Devocion á la Santísima Virgen.
esta sangre con que ha sido redimida, otras tantas /
ofrece un don de inapreciable valor, que la será sobre- No pocos desean saber cuánta debe ser su devo-
abundantemente recompensado. Más aún: están rico cion á nuestra Señora, y qué límites ha de tener su
semejante don, que el Eterno Padre se cree obligado devocion á tan tierna Madre. Llegan á disgustarse
á su criatura, porque la contempla en su lastimosa cuando oyen decir, que nunca podrán tener bastante
miseria que su infinita bondad desea compadecer, y devocion á María, que no cabe exceso en semejante
compadeciéndose, comunicarse áella: y hé aquí cómo práctica piadosa, y que no tiene límite su amor hacia
esta ofrenda es la causa de que la divina bondad se dicha Señora. Esta respuesta, aunque exacta, no les
esté incesantemente comunicándo á su criatura.» satisface; la creen una especie de exageración piado-
«Semejante devocion, dice Lancisio, glorifica y re- sa , verdadera en cierto sentido, pero nó una contes-
crea á Dios con la más noble y excelente de todas las tación adecuada á su pregunta, una solucion cum-
ofrendas: pide, ó más bien exige, en cierta manera, plida á su dificultad. Paréceme que nada tendrían que
la remisión de nuestras culpas pasadas, la preserva- oponer, si se les hablase de esta manera: «Amad á
ción de las venideras, la conversión de los pecadores María como la amó Jesús; profesadla tanta devocion
y herejes y el perdón de las penas temporales debidas como Jesús desea que la profeseis, y pedidle sin es-
al pecado: sirve asimismo de acción de gracias por crúpulo semejante devocion, conforme á su divina
todos los beneficios públicos y particulares, de impe- voluntad.» No es .posible conocer á Jesús y mucho
tración para alcanzar los divinos auxilios, y de reme- ménos amarle. si no abrigamos una tierna devocion
dio eficacísimo contra innumerables necesidades así á María: es imposible concebir una devocion hácia
de vivos como de difuntos.» esta Señora, que sea más eficaz para mover el Cora-
zon de Jesús á ^ue escuche nuestras plegarias, como
la devocion de oblacion, la cual consiste en ofrecer
al Hijo aquellas gracias con que la enriqueciera
como á su Madre querida; aquellos actos de amor con
que la adornara la Beatísima Trinidad cual á trofeo
mero de almas que con dicha devocion sacára delpur- .
gatorio. Cierto dia, arrobada la Santa en un éxtasis
amoroso, exclamó: «Cuantas veces la criatura ofrece
3.° Devocion á la Santísima Virgen.
esta sangre con que ha sido redimida, otras tantas /
ofrece un don de inapreciable valor, que la será sobre- No pocos desean saber cuánta debe ser su devo-
abundantemente recompensado. Más aún: están rico cion á nuestra Señora, y qué límites ha de tener su
semejante don, que el Eterno Padre se cree obligado devocion á tan tierna Madre. Llegan á disgustarse
á su criatura, porque la contempla en su lastimosa cuando oyen decir, que nunca podrán tener bastante
miseria que su infinita bondad desea compadecer, y devocion á María, que no cabe exceso en semejante
compadeciéndose, comunicarse áella: y hé aquí cómo práctica piadosa, y que no tiene límite su amor hacia
esta ofrenda es la causa de que la divina bondad se dicha Señora. Esta respuesta, aunque exacta, no les
esté incesantemente comunicándo á su criatura.» satisface; la creen una especie de exageración piado-
«Semejante devocion, dice Lancisio, glorifica y re- sa , verdadera en cierto sentido, pero nó una contes-
crea á Dios con la más noble y excelente de todas las tación adecuada á su pregunta, una solucion cum-
ofrendas: pide, ó más bien exige, en cierta manera, plida á su dificultad. Paréceme que nada tendrían que
la remisión de nuestras culpas pasadas, la preserva- oponer, si se les hablase de esta manera: «Amad á
ción de las venideras, la conversión de los pecadores María como la amó Jesús; profesadla tanta devocion
y herejes y el perdón de las penas temporales debidas como Jesús desea que la profeseis, y pedidle sin es-
al pecado: sirve asimismo de acción de gracias por crúpulo semejante devocion, conforme á su divina
todos los beneficios públicos y particulares, de impe- voluntad.» No es .posible conocer á Jesús y mucho
tración para alcanzar los divinos auxilios, y de reme- ménos amarle. si no abrigamos una tierna devocion
dio eficacísimo contra innumerables necesidades así á María: es imposible concebir una devocion hácia
de vivos como de difuntos.» esta Señora, que sea más eficaz para mover el Cora-
zon de Jesús á ^ue escuche nuestras plegarias, como
la devocion de oblacion, la cual consiste en ofrecer
al Hijo aquellas gracias con que la enriqueciera
como á su Madre querida; aquellos actos de amor con
que la adornara la Beatísima Trinidad cual á trofeo
escogido de infinita compasion, y aquellos misterios ¿Estamos plenamente convencidos de que nuestra
con que Ella correspondió y mereció tan incompara- devocion á la Santísima Virgen no es como la pose-
blemente durante su vida mortal. María se halla tan sión de un objeto cualquiera, un libro, por ejemplo,
estrechamente ligada á la gloria divina, que todo un rosario, que se adquieren con un acto único y de
acto de homenaje que se la tributa, es un verdadero una sola vez? Si sería uu error afirmar que Dios nos
acto de amor de Dios. María es el más rico interés de ha otorgado la virtud de la humildad únicamente para
Jesús; y así es que no hay cosa en el mundo á que que la conservemos siempre en un mismo sér, no me-
Él profese tanta estimación, como á la defensa y pro- nor error sería asimismo el sostener que la devocion á
pagación de su honor. Si el Sacratísimo Corazon de María no es susceptible de un aumento continuo. Re-
Jesús se ve misericordiosamente empeñado en la sal- pito , pues, que la devocion á la santísima Virgen
vación de las almas, á María ha elegido como á refu- debe crecer como una virtud y robustecerse como un
gio de pecadores y abogada de las almas: si todas las hábito; de otra suerte de nada vale, ó mejor dicho,
obras de Dios cantan su gloria, y cuando contempló vale ménos que nada, como os lo hará ver una breve
la tierra que criara fué movido á bendecirla, decla- reflexión. El amor de María no es más que una forma
rándola muy buena, al propio tiempo que las estre- del amor de Jesús, y consiguientemente, debiendo
llas de la mañana entonaban á coro dulces cánticos aumentar el amor al Hijo, menester es que crezca
de júbilo y los Ángeles saltaban de regocijo; ¡ cuánto también el amor á la Madre. Si alguno me dijese que
más dulce y armoniosa no debe ser la canción que no debía mezclar las oraciones á María con las ora-
ahora le están cantando los dones y mercedes de Ma- ciones dirigidas á Jesús, probaría con semejantes
ría , manantial purísimo de inspiración musical para presiones que no tenía una idea verdadera acerca de
himnos angélicos y humanos! Preciso es, pues, que, esta devocion á la Virgen, y que se hallaba á punto
por amor á Jesús, adelantemos en el amor á María: de incurrir en peligrosísimo error. El vulgo irreflexi-
la devocion á la Virgen menester es que crezca en vo, no obstante , no pensando en lo que dice, expré-
nosotros como la gracia, que se fortalezca como el sase no rai>as veces como si fuese cosa de poco más ó
hábito de una virtud, siendo cada vez más fervorosa ménos separar la devocion á la Madre de la devocion
y tierna hasta la hora en que nuestra Reina y Señora al Hijo: imaginase que la devocion á la Santísima
venga á ayudarnos á bien morir, y á sacarnos á sal- Virgen es una especie de cesión que ha hecho Jesús
vo del riesgo inminente del juicio. en favor de María; que el Hijo es una cosa y otra la
me están diciendo en voz muy alta, que yo no puedo
Madre, y que la devocion á los dos puede distribuirse
bajo ningún concepto dar cabida á María en mi cora-
entre ambos á proporcion de su dig-nidad, es decir,
zon, pues que no es siquiera capaz de contener ade-
casi toda para Jesús y lo que reste para María. Si los
cuadamente á Jesús. ¡ Madre dulcísima! ¡ cuán poco
que tal dicen comprendiesen la significación de sus
os conocería si pudiese pensar de Yos tan desfavora-
palabras, verían que estaban profiriendo una horri-
blemente ! ¡ Qué nocion tan ruin y baja tendría for-
ble blasfemia. El amor á María es una parte esencial
mada hasta del mismo Dios! ¿Por qué entónces no me
del amor á Jesús: imaginarse que puedan oponerse
sería lícito creer que la gracia me separaba de Dios,
los intereses del Hijo y déla Madre, es probar que
y que los Sacramentos me disponían á obrar v pasar-
no conocemos á Jesús, ni la índole de la devocion
me sin Jesús. así como imaginarme que Yos, Madre
que se le debe. Si la devocion á María no fuese en sí
mia, os empleá'oais en todo, ménos en procurar en-
misma una devocion á Jesús, en ese caso, cuando
grandecer el amor de vuestro Hijo hacia mi humilde
tributáramos nuestros homenajes á la Madre, de-
persona, y en aumentar el que yo profeso á tan gran-
fraudaríamos á sabiendas en algo al Hijo, y consi-
de Majestad?
guientemente robaríamos á Dios, lo que es un sacri-
Ved, pues, qué abundancia de materiales nos
legio. Cuando nos aconsejan, pues, e'sas gentes que
ofrece la vida de la Santísima Virgen, para que les
moderemos nuestra devocion, que no nos excedamos,
presentemos al Eterno en oloroso holocausto. ¿Existe,
ni concedamos demasiado á María, no están rindien-
por ventura, una prueba del amor del Señor á una
do entónces á Jesús, como ellos se figuran, el honor
simple criatura ni á todas las criaturas juntas, que se
qhe le es debido, sino defraudándole algún homenaje
iguale al privilegio incomparable de su Concepción
para cedérsele á María. Hé aquí, pues, en toda su es-
inmaculada y á la excelsa dignidad de Madre deDios?
pantosa desnudez lo vicioso de semejante razona-
Ora recorramos su vida por los sesenta y tres miste-
miento. Cabe'error, en efecto, acerca de la natura-
rios de que se compone, ora la resumamos en lo que
leza, de la devocion á María, pero jamás exceso en sus
llaman los teólogos las tres santificaciones de la San-
grados. Si el amor á la Madre no fuese un verdadero
tísima Virgen, á saber-.inmaculada Concepción, mo-
amor al Hijo; si la devocion ájüaría no fuese una délas
mento de la Encarnación y venida delEspíritu Santo
devociones que el mismo Jesús designara como la más
en Pentecostés, es lo cierto, que nos provee de innu-
principal de las devociones hacia su divina Persona,
merables motivos, á cual más dulces y persuasivos
en ese caso, mi teología en consonancia con mi amor
cesivo, es mi voluntad, que honres igualmente los
para mover el Sagrado Corazon de Jesús á que nos
gozos que estoy ahora disfrutando en el cielo, porque
otorgue todo cuanto le pidamos. Cada uno de los actos
has de saber que pienso consolar, y colmar de inefa-
que constituyen la vida angelical de nuestra Señora
bles dulzuras, y presentar por fin despues de su muer-
está enteramente lleno de la gracia del Hijo y del
te á mi Hijo amantísimo, á todo aquél que honre am-
amor heroico que la Madre le profesaba; uno solo es
bos gozos mios.» Sintióse entonces el Santo inundado
más agradable á los ojos de Jesús, que todo el heroís-
en una indecible alegría, y exclamó: «¿Y cómo, Ma-
mo de los Santos, y procura á Dios una gloria mayor,
dre mia, cómo podré yo hacer semejante cosa, cuan-
que todos los servicios juntos de las tres jerarquías
do apéuas conozco esos vuestros gozos celestiales?» Á
celestiales. lo cual contestó la Santísima Virgen que honrase con
La devocion á sus dolores y gozos podría ofrecer- siete Ave-Marías los gozos siguientes: su primer gozo,
nos no pocos ejemplos de esto; pero pasando por aho- por haberla encumbrado en el cielo la Beatísima Tri-
ra en silencio la devocion á sus dolores. como más nidad sobre toda otra criatura : segundo, por haberla
conocida, y de la cual pienso ocuparme en otra ensalzado su virginal pureza sobre todos los Ángeles y
obra (1) exclusivamente destinada á este objeto; al Santos: tercero, por verse alumbrados los cielos con el
presente sólo me propongo hablar de la devocion á
vivísimo resplandor de su gloria: cuarto, por las adora-
sus gozos, que no sin razón podría llamarse la devo-
ciones que como á Madre de Dios la están tributando
cion franciscana. Santo Tomás de Cantorbery tenía
todos los bienaventurados de la gloria: quinto, por
la piadosa costumbre de rezar el Ave-María siete ve-
otorgarla su Hijo todo cuanto le pide: sexto, por las
ces al dia en honor de los siete gozos de la Santísima
innumerables gracias que recibiera viviendo en la
Virgen, á saber: Anun ciacion, Visitación, Natividad.
tierra, y por la gloria singular que tiene Dios apare-
Epifanía, Hallazgo en el Templo, Resurrección y
jada á sus devotos en el cielo: sétimo, por el aumento
Ascensión, .ipareciósele en cierta ocasion nuestra
continuo de su gloria accidental. Dícese haber com-
Señora, y le dijo estas palabras: «Tomás, hijo mió.
puesto el Santo sobre estos gozos la secuentia, Gande
mucho me agrada tu devocion; pero ¿por qué honras
llore virginali, la cual se cantaba en algunas iglesias
solamente los gozos que tuve en la tierra? En lo su-
y es citada en el Parnasus Marianas (1). En igual

<i) El Pié de la Cruz, ó los Dolores de Maria, publicada en


(1) Lancis. II', 51.
1857.
práctica se ejercitaba Santa Catalina de Bolonia, per-
texto de guardar el monasterio, porque Yo soy su me-
sona muy devota de Santo Tomás. Caenta asimismo el
jor guardian.» Advertido Hermán con semejante res-
Beato Francisco de la Cruz, que conmemorando un dia
puesta, tornó de nuevo á sus primeros ejercicios gran-
el Beato Ranulfo los siete gozos que la Madre de Dios
demente complacido de saber la suma complacencia
tuvo en la tierra, se le apareció esta Señora. y le re-
que recibía su benditísima Madre con esta devocion á
veló los mismos siete gozos celestiales que al Santo
sus gozos. San Pedro Damian refiere asimismo en sus
Arzobispo de Cantorbery, si bien con diferente orden.
cartas un caso parecido (1). Cierto monje, al pasar por
Todavía existe otra revelación hecha al Beato delante del altar de la Santísima Virgen, solía salu-
José Hermán del Orden Premonstratense ; que nos darla con la siguiente antífona: «¡Regocijaos, Ma-
muestra á las claras lo muy agradable que es á la dre de Dios, Virgen inmaculada! ¡Regocijaos con el
Santísima Virgen esta devocion á sus gozos. Eran en gozo que recibisteis del Ángel! ¡Regocijaos, Vos,
su tiempo tan frecuentes los robos-de iglesias, que se que disteis á luz al Esplendor de la gloria del Padre!
vieron los religiosos precisados á designar á un her- ¡ Regocijaos, Madre benditísima! ¡ Regocijaos, Vir-
mano suyo, para que guardase el templo durante la gen Madre de Dios! ¡ Regocijaos, Vos, la única Vir-
noche. Cúpole varias veces la suerte al siervo de Dios, gen Madre: toda la creación cante vuestras alabanzas!
y semejante oficio le sirvió de pretexto para inter- ¡Madre de la Luz, interceded por nosotros!» Al cru-
rumpir una de sus devociones ordinarias, la cual con- zar un dia la Iglesia este siervo de Dios, oyó una voz
sistía en rezar cierto número de Ave-Marías en honor que salía del altar, y le decía: «Me anuncias gozos,
de los gozos de esta Señora. Apareciósele entónces la hijo mió, y los gozos serán para tí.»
Virgen, no como tenía de costumbre, jóveny hermo-
Pero no es sólo al Señor á quien podemos ofrecer
mosa, sino vieja y llena de fealdad. Hermán se atre-
los dolores, gozos, dones, gracias y grandezas de su
vió á preguntarla el motivo de tal cambio, y la Ma-
Madre Santísima, sino que podemos ofrecerlos igual-
dre de Dios le contestó:— «Para ti soy vieja y fea.
mente á la misma Virgen María. Un dia, miéntras
¿Dónde está ahora tu devocion á mis gozos? ¿dónde
Gertrúdis invocaba á esta Señora con aquellas pala-
aquellas Ave-Marías? ¿dónde, en fin, aquellos ejer-
bras de la Iglesia en la Salve Regina, Ea, -pues, abo-
cicios de piedad en que ántes te empleabas, y con
gada nuestra, vió á la excelsa Madre de Dios incli-
los cuales era yo jóven y agraciada á tus ojos, y tú
á los mios? No interrumpas tus devociones bajo pre-
(1) Lib. 3. Ep 10.
TOMO I. 16
liarse graciosa ante ella, Con semejante demostración No vayais por eso á creer que no le fuese á Dios posi-
entendióla Santa, que cuantas veces llama uno á ble infundir su gracia, si así lo hubiera querido, sin
María con devocion, su abogada, de tal suerte mueve necesidad de recurrir á ningún acueducto; mas fué
á compasion este nombre dulcísimo sus maternales- voluntad suya proveernos de un canal. Quizá nues-
entrañas, que parece imposible se niegue á otorgar- tras manos estén todavía llenas de sangre, ó man-
nos todo cuanto la pidamos. Al llegar la misma sier- chadas con la inmundicia de dones impuros. Así,
va de Dios á aquellas palabras: Esos tus ojos miseri- pues, esa pequeña ofrenda que vais á presentar, cui-
cordiosos , tocó la Virgen suavemente á su Hijo, y dad , si no quereis sufrir una repulsa, de encomen-
volviéndole hácia la tierra, dijo á la Santa con dulce dársela á María, para que ella la ofrezca al Eterno
sonrisa: «Estos son, señalando los ojos de Jesús, con sus delicadas manos, que son cual lirios blanquí-
aquellos misericordiosísimos ojos mios que puedo 1 o simos , y el Amante de los lirios jamás desechará,
volver para salvación de cuantos me invocan: ojos como no plantado entre lirios, aquello que se halle
divinos de los cuales reciben el más rico fruto de sa- en las manos de María (1).» Afirma Lancisio que de-
lud eterna.» Entónces fué cuando el Señor tuvo asi- bemos hacerlo así por dos razones: primera, porque
mismo la dignación de enseñar á Gertrudis á invocar habiendo querido Dios que recibamos sus gracias por
á su amorosísima Madre , al ménos una vez por dia, María, justo es que le ofrezcamos nuestros dones por
con aquellas palabras; Ea, pues, abogada nuestra, manos de María; segunda, porque la oblacion que se
vuelve á nosotros esos tus ojos misericordiosos; ase- ofrece por María, implica la grande estimación que
gurándola, que así es como atesoraría, para prove- Dios hace de esta Señora, y que es el origen de todo
cho suyo, una consolacion no pequeña para la hora su honor.
de la muerte. SECCION V.
San Bernardo nos aconseja que ofrezcamos á Dios 4.° Los santos Angeles.
nuestras oblaciones por manos de María; y aunque el
pasaje sea bastante conocido, no debo, sin embargo, También la vida bellísima de los Ángeles, primo-
omitirle aquí: «Siempre que ofrezcáis á Dios, son siis génitos de Dios, nos abastece asimismo de abundan-
palabras, algún don, acordaos de encomendársele á tes materiales para la intercesión; y nuestro Señor
María, á fin de que vuelva la gracia al Dador de toda
gracia por el mismo conducto que llegó á vosotros. (1) De AquíBducto.
raciones acá en la tierra! Hé aquí por qué Sor Mínima
Jesucristo parece que quiere llamar nuestra atención
de Jesús Nazareno, religiosa carmelita de Vetralla,
sobre este punto, cuando en el Padre nuestro nos su-
que vivió en tiempo de la invasión francesa en Italia,
plica que digamos: Hágase tu voluntad asi en la tier-
y empleó toda su vida en una continua y fervorosa
ra como en el cielo. La Escritura nos ofrece no pocas
intercesión, solía ofrecer á la divina Majestad el amor
nociones acerca de los Ángeles; culto que tributaná
del primer coro de Serafines, en reparación por todos
Dios, ministerios que ejercen para con las otras cria-
los ultrajes que tan soberana Majestad recibía en el
toras , carácter individual de los mismos, como de San
mundo. Provéennos asimismo de ricos materiales para
Miguel, Gabriel y Rafael; su muchedumbre y sus
la intercesión la variedad y magnificencia del culto
nueve coros, con sus nombres respectivos. Algunos
que los diferentes órdenes de Santos rinden al Altísi-
teólogos han creído que cada uno de los Ángeles for-
mo en los cielos: gloria y adoracion que están cons-
ma una especie distinta, lo que si así fuese, nos daría
tantemente aumentando á medida que crece el nú-
una idea sublime de la magnificencia divina. Otros,
mero de adoradores procedentes de la tierra ó purga-
con más apariencia de razón, cuentan veintisiete es-
torio. Así es como al propio tiempo que satisfacemos
pecies ; tres en cada coro, como tres sou los coros en
nuestro amor, podemos ejercer una eficaz influencia
cada jerarquía: todavía este número de especies nos
sobre el Sagrado Corazon de Jesús, para que oiga
hace formar una idea embelesadora de la corte celes-
nuestras plegarias.
tial si tenemos presente cuán difícil es concebir nin-
g u n a otra división específica de criaturas racionales
SECCION VI.
además de la humana y la puramente espirital. Otros
teólogos, últimamente, prescindiendo de la cuestión 5.° Las cosas de la tierra.
de especies, enseñan que la gracia de cada uno de los
Ángeles es enteramente distinta en excelencia y her- Pues si del cielo bajamos á la tierra, aquí encon-
mosura de la gracia de los demás. Si esta maravillosa tramos igualmente inciensos olorosos de un aroma y
variedad nos asombra y encanta, ¡ qué indecible con- fragancia exquisitos con que poder aplacar la justa
tentamiento no debe causar en nuestro ánimola con- cólera de Dios, y obtener una respuesta amorosa á
sideración de las perfecciones y grandezas del culto nuestras oraciones. Todo cuanto obraron los Santos
q u e está recibiendo en el cielo, mientras nos-
D i o s
en los siglos pasados; los prodigios de la santidad
otros le estamos tributando tan pobres y ruines ado- oculta de José, las austeridades secretas del Bautista,
los fatigosos pasos de los apóstoles por las vías roma- sado. La tierra está produciendo á todas horas frutos
nas, los tormentos horribles de los mártires, y su- exquisitos y sabrosos para la gloria de Dios. Sobre sus
biendo al Antiguo Testamento, los raptos de los profe- montes y collados, en sus valles y llanuras, en el
tas, la fidelidad de los Macabeos, las maravillas del interior del claustro y en medio del mundo, desde el
corazon de David, cortado según la medida del Cora- Papa en su palacio hasta el indio convertido en su ca-
zon de Dios, los combates de Josué,, la modestia de baña, ¡cuántos actos sobrenaturales no se están hoy
Moisés , la pureza de José, la sencillez de Jacob, las elevando al trono del Eterno! ¡Cuántos actos de fe,
meditaciones de Isaac, la fe de Abraham, el sacerdo- aspiraciones de esperanza, suspiros de caridad y san-
cio de Melquisedech , el arca de Noé, la sangre de to dolor! ¡ cuántas penitencias y cuántos actos de re-
Abel; las penosas noches y largos dias de los nove- signación á la divina Voluntad! ¡ Cuántas misas cele-
cientos años de Adán, empleados en penitencias fer- bradas,' y comuniones recibidas, y absoluciones da-
vorosas , heroicas y resignadas (1). Todas estas rique- das , y extremaunciones administradas, y suaves y
zas podemos ofrecérselas á Dios humilde y confiada- silenciosos triunfos alcanzados por las saludables
mente , como si conservasen la misma frescura y sua- aguas del Bautismo para honra y gloria de la Santísi-
vidad del primer día. Y no se concibe un método de ma Trinidad! Pues nuestras son todas nuestras ofren-
oracion más en armonía con el espíritu de la Iglesia, das: todas las podemos reunir y poner sobre los car-
pues la fórmula más común de sus colectas consiste bones encendidos de la devocion en el incensario de
en implorar las misericordias divinas para el tiempo nuestros corazones, para ofrecérselas al Altísimo en
presente por las misericordias pasadas que el Señor oloroso holocausto. Más aún; las criaturas inferiores
se dignó usar con sus santos y pueblo escogido. alaban incesantemente á Dios, llenando el fin de su
Pero nuestro es asimismo el presente como el pa- creación; los animales del campo, las aves del aire,
los peces del mar, los bosques y flores, los vientos y
rocío. Cuando dichos séres hieran dulcemente nues-
(1) Hé aquí cómo se expresa la Madre Juliana de Norwich, ha
Mando de Adán en sus Revelaciones del Divino Amor: «La piedad tros ojos ú oidos , unamos nuestra voz á la suya, y
y compasion del Padre fueron, desde la caída de Adán, su más recreemos con tan deliciosa música y suave melodía
amada criatura, etc. i Por ventura h a dado nunca la Inglaterra
católica á la Iglesia de Dios un tesoro tan rico y precioso como las
á la soberana Majestad del Rey de reyes.
Revelaciones de la Madre Juliana, la anacoreta del reinado da
Eduardo I I I ! No sin razón puede ser comparada esta sierva del Al- Nuestras son asimismo las obras de la Providen-
tísimo con Enrique Suso, y acaso le lleve la palma. cia inefable, desde la creación del mundo hasta la
hora presente; sus inescrutables juicios y su toleran-
cia para con el pecador, sus palabras, visiones y reve-
laciones , su especial asistencia á su Igiesia, su visi-
ble protección á favor del Arca Santa en el Antiguo 6.° Los divinos atributos.
Testamento y Santa Sede en el Nuevo. Por todas es-
tas misericordias quiere Dios que le pidamos, y tiene Pero los Santos y personas espirituales han ido to-
la dignación de procurárnoslas, cual armas aceradas davía más léjos. Todas las cosas son de Cristo, dice
para la armería de la oracion. Ha ido aún más léjos San Pablo , y Cristo es de Dios. Vieron la despropor-
el ingenioso amor de los Santos y personas espiritua- ción que existe entre la soberana Majestad del Altísi-
les. En el fervor de su wrazon han ofrecido á Dios mo y las alabanzas de las criaturas; y por eso cuan-
todo el homenaje y adoraciones que hubieran podido do querían alcanzar de Dios algún extraordinario fa-
rendirle las criaturas posibles ; se han atrevido á con- vor , le ofrecían sus infinitos atributos, y toda la glo-
cebir asimismo aquellos tres divinos abismos , poder ria que le tributan semejantes perfecciones, que son
del Padre, sabiduría del Hijo y amor del Espíritu San- el mismo Dios: imploraban el favor del cielo á nom-
to , arrojando en maravilloso órden y concierto innu- bre de la incomunicable paternidad del Padre, gene-
merables mundos posibles, y se aventuraron á ofre- ración eterna del Hijo y procesión del Espíritu Santo:
cer todos estos innumerables sistemas, cual si fuesen ofrecían á Dios el conocimiento y amor con que se co-
un simple acto de amor y súplica de intercesión; noce y se ama á sí mismo, juntamente con la com-
ofrecieron igualmente á ia justicia y santidad divi- placencia incomunicable y recíproca que se tienen
nas todos los variados y misteriosos sufrimientos del las tres Divinas Personas; y no sólo observaron que
purgatorio que un dia esperan padecer en sí mismos, eran oidas sus oraciones, sino que sentían crecer en
como bellos en su naturaleza, sagrados en sus terri- su espíritu la llama del divino amor más allá de lo
bles funciones y santificados por el contacto con las que hubieran podido imaginarse, llegando á obtener
almas benditas. un convencimiento íntimo de que los términos técni-
cos de los dogmas y definiciones de fe, no eran un
mero juego de palabras y sonidos vacíos de sentido,
sino centellas de fuego bajadas del cielo.
Es harto difícil que pueda uno contenerse dentro
hora presente; sus inescrutables juicios y su toleran-
cia para con el pecador, sus palabras, visiones y reve-
laciones , su especial asistencia á su Igiesia, su visi-
ble protección á favor del Arca Santa en el Antiguo 6.° Los divinos atributos.
Testamento y Santa Sede en el Nuevo. Por todas es-
tas misericordias quiere Dios que le pidamos, y tiene Pero los Santos y personas espirituales han ido to-
la dignación de procurárnoslas, cual armas aceradas davía más léjos. Todas las cosas son de Cristo, dice
para la armería de la oracion. Ha ido aún más léjos San Pablo , y Cristo es de Dios. Vieron la despropor-
el ingenioso amor de los Santos y personas espiritua- ción que existe entre la soberana Majestad del Altísi-
les. En el fervor de su wrazon han ofrecido á Dios mo y las alabanzas de las criaturas; y por eso cuan-
todo el homenaje y adoraciones que hubieran podido do querían alcanzar de Dios algún extraordinario fa-
rendirle las criaturas posibles ; se han atrevido á con- vor , le ofrecían sus infinitos atributos, y toda la glo-
cebir asimismo aquellos tres divinos abismos , poder ria que le tributan semejantes perfecciones, que son
del Padre, sabiduría del Hijo y amor del Espíritu San- el mismo Dios: imploraban el favor del cielo á nom-
to , arrojando en maravilloso órden y concierto innu- bre de la incomunicable paternidad del Padre, gene-
merables mundos posibles, y se aventuraron á ofre- ración eterna del Hijo y procesión del Espíritu Santo:
cer todos estos innumerables sistemas, cual si fuesen ofrecían á Dios el conocimiento y amor con que se co-
un simple acto de amor y súplica de intercesión; noce y se ama á sí mismo, juntamente con la com-
ofrecieron igualmente á ia justicia y santidad divi- placencia incomunicable y recíproca que se tienen
nas todos los variados y misteriosos sufrimientos del las tres Divinas Personas; y no sólo observaron que
purgatorio que un dia esperan padecer en sí mismos, eran oidas sus oraciones, sino que sentían crecer en
como bellos en su naturaleza, sagrados en sus terri- su espíritu la llama del divino amor más allá de lo
bles funciones y santificados por el contacto con las que hubieran podido imaginarse, llegando á obtener
almas benditas. un convencimiento íntimo de que los términos técni-
cos de los dogmas y definiciones de fe, no eran un
mero juego de palabras y sonidos vacíos de sentido,
sino centellas de fuego bajadas del cielo.
Es harto difícil que pueda uno contenerse dentro
de los límites de la intercesión, nuestro principal ob- abatido. Ahora bien; ¿no es una plácida ocupacion del
jeto , recordando tantas y tantas cosas como nos con- espíritu discurrir por todos esos tesoros de sagradas
vidan y solicitan á hablar del divino amor. Repase- ofrendas, á cual más ricas, hermosas y variadas? Se-
mos , pues, todas estas riquezas de nuestra pobreza, mejante entretenimiento recrea , en efecto, la mustia
todos estos tesoros que poseemos en Cristo, y veamos si devocion, y nos dispone á mantener y perpetuar una
no tenemos una abundancia incomparable de sacrifi- afectuosa y reverencial correspondencia para con
cios con que acercarnos á Dios en fervorosas y conti- Dios, á la vez que estamos ejecutando una de las obras
nuas intercesiones. ¡ Oh qué campo tan vasto y delicioso más grandes y sólidas para su mayor gloria y prospe-
ofrecen á nuestra consideración! ¡ Qué dulce libertad ridad de su Iglesia. Y esta tierna devocion de la pre-
de espíritu no inspiran en nuestro ánimo! ¡Y cuán fá- sencia de Dios no es sólo provechosa á las personas de
cil cosa es cambiar en servicio de amor unas ofrendas salud delicada , sino á todo el mundo, pues interesa
que están constantemente exhalando ese aroma sua- grandemente así el corazon como la mente. Cuanto
vísimo con tal exceso, que casi llega á hacernos olvi- más numerosas sean nuestras nociones sobre Dios, y
dar la intercesión! más variados nuestros conceptos, imágenes y repre-
sentaciones acerca délos objetos que con Él se rela-
Examinemos ahora la situación de los inválidos,
cionan , tanto más íntima será , por consiguiente , la
es decir, la de aquellas personas que, si bien no se
unión de nuestro espíritu y voluntad hacia su divina
ven agobiadas bajo el peso de los dolores de una gra-
persona; y hé aquí cómo llega á hacérsenos más fá-
ve enfermedad, viven, sin embargo, oprimidas con
cil la devocion de andar continuamente en la presen-
la carga de una salud delicada y enfermiza. Esta cla-
cia de Dios; práctica que es el camino más seguro
se de gentes desea también consagrarse á promover
para la santidad.
de todas veras la mayor gioria de Dios, intereses de
Jesús y salvación de las almas; pero se ven incapa- Otra ventaja nos ofrece este método de intercesión,
citadas para ejercitarse en obras exteriores, y acaso y e s el temple y carácter celestial que produce en
no cuentan con recursos para contribuir á la ejecu- nuestro ánimo. El principal carácter del mundo con-
ción de las mismas. La intercesión directa, la directa siste en la multiplicidad. Ofrécenos el mundo un sin-
oracion vocal en favor de tal ó cual persona, muy número de objetos de Ínteres, y constantemente nos
luego llega á agotarse, y nada encuentran en ella está acosando por todas partes con sus hechiceros
que pueda distraer sus dolencias y recrear su ánimo atractivos; miéntras que la Religión es para no pocos
y suspiremos por vernos libres de tanta agustia,el
un objeto sin Ínteres, seca, insípida, uniforme y mo-
alma entonces puede disfrutar de toda la independen-
nótona Como apenas la conocen, no pueden estar
cia de un soberano, recorriendo este ilimitado imperio
siempre atentos á una sola cosa, y así la vida espiri-
de Dios, de Jesús y María, Angeles, Santos, hombres
tual va cayendo en descrédito para semejantes suje-
y criaturas todas , regocijándose en ese sacrificio per-
tos. Es verdad que existe un estado de contemplación
pétuo de alabanza que se eleva hasta el trono de la
muy alto y sublime, cuya perfección consiste en
Majestad augusta de nuestro amoroso Padre y eterno
mantener el alma fijas todas sus potencias únicamen-
Dios, desde todos los ángulos y rincones de la
te en Dios; pero estas no son cosas para toda clase de
creación.
personas: porque nosotros, tales como somos , necesi-
tarnos de todo el Ínteres que la variedad y hermosura CAPÍTULO VI.
dan á la devocion , y aun así, todavía vamos como á MONEDA ACUÑADA.
remolque. Cuanto más interesantes y variadas sean;
Dios es causa de todo.—Las columnas de la Iglesia.—Naturaleza y
pues, nuestras nociones religiosas, tanto más fácil gra úa.—Ofrecimiento de nuestras acciones en unión con las de
nos será arrojar del corazon el espíritu del mundo, y Jesucristo.—Moneda acuñada.—Espíritu de oblacion :—1.° Obla-
ción de nuestras acciones ordinarias.—Varias métodos y prácti-
prendarnos del encanto por los intereses de Jesús. cas de oblacion.—Diferencia entre los escritores canonizados y
no canonizados.—Oblaciones de Santa Gertrudis.—2.° Oblacion
¡ Qué consolacion no se encuentra en estas rique de las recreaciones.—Avisos a los valetudinarios.—Juego de
ajedrez de San Cárlos.—Arca de Noé.—3.° Oblacion de la sole-
zas de nuestra pobreza, cuando la tristeza nos abate, dad.—4.° Elevación áDios por la contemplación de las criaturas.
y la tentación nos acosa, y los hombres nos persi- —Ejemplos y prácticas.—Tres métodos de oracion de Pedro Fa-
bre.—Variedad de devociones mentales.—Oracion vocal.—La
guen, y las imperfecciones de nuestras buenas obras devocion saca no es sólida.—5.° Oracion jaculatoria.—El Padre
Báker.—Cómo se ha de rezar el Oficio divino.—6.° Oblacion de
nos angustian, y el fastidio del mundo y déla vida los sufrimientos.—Excelencia del altísimo privilegio que se nos
acongojan y despedazan nuestro corazon! Por grande otorga de a g r a d a r á Dios.—Dios mendigando gloria de sus pro-
pias criaturas.
que sea nuestra aflicción y abatimiento, no deseamos
SECCION I.
ninguna otra cosa, sino que Dios sea amado de todos
y que goce Jesús de los derechos que le pertenecen. Vanidad de la ciencia humana.
Y así, aunque fatigados del trabajo y abatidos con
los desengaños; cuando la noche tienda su negro Dios es la causa primera, y quien da valor á todas
manto, llevando consigo el espanto á nuestro cora- las cosas. Así como todo viene de Dios, así todo debe
zon ; cuando la tempestad ruja sobre nuestras cabezas volver á Dios; por eso hasta la criatura rebelde que
y suspiremos por vernos libres de tanta agustia,el
un objeto sin Ínteres, seca, insípida, uniforme y mo-
alma entonces puede disfrutar de toda la independen-
nótona Como apenas la conocen, no pueden estar
cia de un soberano, recorriendo este ilimitado imperio
siempre atentos á una sola cosa, y así la vida espiri-
de Dios, de Jesús y María, Angeles, Santos, hombres
tual va cayendo en descrédito para semejantes suje-
y criaturas todas , regocijándose en ese sacrificio per-
tos. Es verdad que existe un estado de contemplación
pétuo de alabanza que se eleva hasta el trono de la
muy alto y sublime, cuya perfección consiste en
Majestad augusta de nuestro amoroso Padre y eterno
mantener el alma fijas todas sus potencias únicamen-
Dios, desde todos los ángulos y rincones de la
te en Dios; pero estas no son cosas para toda clase de
creación.
personas: porque nosotros, tales como somos , necesi-
tarnos de todo el Ínteres que la variedad y hermosura CAPÍTULO VI.
dan á la devocion , y aun así, todavía vamos como á MONEDA ACUÑADA.
remolque. Cuanto más interesantes y variadas sean;
Dios es causa de todo.—Las columnas de la Iglesia.—Naturaleza y
pues, nuestras nociones religiosas, tanto más fácil gra úa.—Ofrecimiento de nuestras acciones en unión con las de
nos será arrojar del corazon el espíritu del mundo, y Jesucristo.—Moneda acuñada.—Espíritu de oblacion :—1.° Obla-
ción de nuestras acciones ordinarias.—Varias métodos y prácti-
prendarnos del encanto por los intereses de Jesús. cas de oblacion.—Diferencia entre los escritores canonizados y
no canonizados.—Oblaciones de Santa Gertrudis.—2.° Oblacion
¡ Qué consolacion no se encuentra en estas rique de las recreaciones.—Avisos a los valetudinarios.—Juego de
ajedrez de San Cárlos.—Arca de Noé.—3.° Oblacion de la sole-
zas de nuestra pobreza, cuando la tristeza nos abate, dad.—4.° Elevación áDios por la contemplación de las criaturas.
y la tentación nos acosa, y los hombres nos persi- —Ejemplos y prácticas.—Tres métodos de oracion de Pedro Fa-
bre.—Variedad de devociones mentales.—Oracion vocal.—La
guen, y las imperfecciones de nuestras buenas obras devocion seca no es sólida.—5.° Oracion jaculatoria.—El Padre
Báker.—Cómo se ha de rezar el Oficio divino.—6.° Oblacion de
nos angustian, y el fastidio del mundo y déla vida los sufrimientos.—Excelencia del altísimo privilegio que se nos
acongojan y despedazan nuestro corazon! Por grande otorga de a g r a d a r á Dios.—Dios mendigando gloria de sus pro-
pias criaturas.
que sea nuestra aflicción y abatimiento, no deseamos
SECCION I.
ninguna otra cosa, sino que Dios sea amado de todos
y que goce Jesús de los derechos que le pertenecen. Vanidad de la ciencia humana.
Y así, aunque fatigados del trabajo y abatidos con
los desengaños; cuando la noche tienda su negro Dios es la causa primera, y quien da valor á todas
manto, llevando consigo el espanto á nuestro cora- las cosas. Así como todo viene de Dios, así todo debe
zon ; cuando la tempestad ruja sobre nuestras cabezas volver á Dios; por eso hasta la criatura rebelde que
rehusa reposar en los brazos de su amor, preciso es de espíritu, ó á lo ménos una idiosincrasia que se to-
que caiga en las manos de su justicia. Ningún objeto lera con cierto desenfado. No pocos, con la mejor bue-
tiene valor, á menos que Dios no se digne otorgárse- na fe, caen en semejante lazo, y llegan á imaginar-
le; y las inteligencias ilustradas y los corazones se , que adulando al mundo y sus máximas van á pro-
amantes no pueden mirar las cosas á no ser bajo las mover de un modo asombroso la gloria de Dios y pros-
relaciones, verdaderas ó falsas, que guardan con el peridad de su Iglesia. ¡ Ah! ¡ dia vendrá en que abran
Todopoderoso , pues no hay más que un solo verdade- sus ojos, y vean con cierto estupor, que miéntras su
ro punto de vista de los objetos, el punto de vista di- devocion fué tibia, distraídas sus oraciones, su pie-
vino. Cualquiera diría, y al parecer no sin razón, que dad puramente exterior y los principios de su religión
no vale la pena ocuparse en cosas tan claras; pero puestos insensiblemente á nivel de cuanto les rodea-
desgraciadamente hasta entre los católicos existen no ba, no ganaron una sola alma para Dios, ni hicieron
pocos que encuentran dificultad en comprender seme- crecer en ningún rincón del mundo un pequeño gra-
jantes verdades y en obrar conforme á ellas, una vez do el amor de nuestro Señor! ¡ Cuántos no existen que
comprendidas y aceptadas. Muchos llegan á escan- gozan de una alta reputación y son tenidos como ver-
dalizarse al ver las señales exteriores de olvido de daderas columnas de la Iglesia, no porque sean hom-
Dios, que tan naturales son en un país dominado por bres de acrisolada virtud é iniciados en los secretos
la herejía, mirando, no obstante, con indiferencia divinos , sino porque desempeñan un papel importan-
esa conducta suya en no permitir, respecto á sus pro- te en el mundo y representan las clases mas influ-
pios negocios, que goce Dios de sus derechos. Obser- yentes de la sociedad, alcanzando su prudencia de
vad sinó la manera de obrar de aquellos católicos que carne aparentemente felices resultados! Pero ¿qué es
están afiliados á un partido político, ó incorporados á lo que alcanza ?¿ Ama alguno más á Jesús? ¿sálvase,
un instituto científico ó sociedad aristocrática, y ve- acaso, una sola alma? ¡ Oh, nó! solo precisar al Mi-
réis en ellos un proceder que, implícitamente al me- nisterio actual á dejar caer de sus labios una palabra
nos, supone que posee Dios con justicia el puesto que benévola en favor del Papa, ó bien á que un miem-
le corresponde; mas que es preciso tenga sus límites, bro neutral haga en el Congreso una pregunta sobre
y que introducirle y guardarle las debidas considera- un asunto de escasa importancia: pregunta que fué
ciones religiosas en determinadas discusiones , accio- oida, publicada luégo en el Diario de Sesiones, y
nes é intereses , es una impertinencia, una pobreza que vino despues á reducirse á la nada.—«Mas se lo-
uno solo. Primeramente, lo dispuso todo, para que
gró al menos evitar una falta, de respeto!»—¡Bien!
pueda ser amado de sus criaturas: segundo, para pre-
¡ muy bien! ¡Gracias sean dadas á Dios, y gracias
pararnos á que le amemos; lié aquí el fin que se pro-
asimismo á esos benévolos patronos suyos! Pero es el
pone el Altísimo en todas las cosas, y á la consecución
caso, que aveces senos debe algo más que respeto;
de semejante fin ordena los artificios infinitos de su
así como es igualmente posible que Dios exija tam-
omnipotencia: los corazones de los hombres, criaturas
bién algo más que una mera protección. Examinemos
suyas, son los únicos tesoros de todas las obras de sus
pues, detenidamente nuestra prudencia, que como
manos que tiene Dios la dignación de aceptar.
sea sobrenatural, poseerémos, á no dudarlo, una joya
Nótese bien, que no fueron criados los Angeles ni
preciosa, mas no si es mundana. En la época y país
los hombres en estado de pura naturaleza, sino en el
en que vivimos menester es que el hombre adquiera
de la gracia, y no por otro objeto sino para que pu-
un clarísimo conocimiento de Dios; de otra suerte,
diesen amar á Dios y merecer la vida- eterna, la cual
persuádase uno, que por mas vueltas que lo dé , no
consiste en la compañía perdurable con el Criador.
logrará tributarle las consideraciones que se merece.
Para amar á Dios, la gracia era una disposición más
Dícesecon demasiada frecuencia, que si supiése-
conveniente que la naturaleza; pues por medio de
mos siempre lo que Dios desea de nosotros, semejante
este don celestial podía el Señor unirse á nosotros so-
conocimiento nos ayudaría grandemente á servirle,
brenaturalmente; y por la gracia, á la vez que ganaba
y no nos declararíamos entónces en abierta rebelión
más amor de los hombres, nos hacía más capaces de
contra su expresa voluntad; pero siquiera en la prác-
amarle. Llega luégo la época de la redención, y des-
tica ¿no conocemos la voluntad de Dios acerca de la
cúbrese visiblemente el mismo fin. Pudo el Eterno
mayor parte de nuestras acciones? y en todas ellas,
haber perdonado la culpa sin la Encarnación; pero
aunque no sepamos particularmente lo que quiere que
este inefable misterio era el medio más amoroso, y
hagamos, ¿ no conocemos el motivo por el cual desea
que más dulcemente debía movernos á amar á nues-
que obremos? Ya comáis, así nos habla, ya bebáis,
tro Padre celestial. Cuando vino él Señor á la tierra,
yajiagais cualquiera otra cosa, hacedlo todo á la ma-
una sola lágrima suya bastaba para redimir innume-
yor gloria de Dios; y San Juan dice que Dios es cari-
rables mundos que hubiese habido; pero la sangre era
dad. Eu todo el complicado é ingeniosísimo sistema
más amorosa. Una gota de esta sangre purísima era
en que vivimos, Dios ha ordenado las cosas de una
suficiente; pero derramar toda la de sus venas, y
manera maravillosa para estos dos fines, ó más bien
TOMQ I. 17
derramarla sucesivamente, es decir, en el huerto, enla ¡ Ojalá tuviésemos suficiente capacidad para com-
columna, en el camino del Calvario y sobre el árbol de prender estas finezas del divino amor y todo lo que
la Cruz, era un mediomás a m o r o s o y eficaz para ganar en sí envuelven! Si nos fuese dado usar de pesos y
nuestro'amor. Después que Jesús subió á los cielos, las medidas con la bondad infinita de Dios, seguramente
gracias comunes hubieran bastado para que la obra su amor hacia nosotros sería la medida de nuestro
de la redención continuase produciendo sus maravi- amor para con Él: medida á que es preciso estar as-
llosos efectos á través de los siglos; pero era un medio pirando sin cesar, aunque jamás lleguemos á llenar-
más amoroso, más personal y más á propósito para la. Es cierto que el simple pensamiento y nombre de
ganar nuestros afectos, que viviese Jesús con nosotros Dios no conmueven, ni encienden , ni deshacen lue-
invisiblemente en el inefable misterio del Santísimo go al punto nuestros corazones; mas la reflexión al
Sacramento. Podíamos haber sido asimismo eterna- ménos debe convencernos de que toda la religión es
mente dichosos, gozando de una inmortalidad impe- un puro amor, y que sin algún amor nunca llegaré-
cable en un mundo rico en belleza y hermosura; pero mos á conseguir ver un dia á Dios. Hé aquí por qué
eran sus delicias habitar con los hijos de los hombres el Señor ocupa el lugar más bajo en su propio mundo;
acá en la tierra, para que luego viviésemos en su por qué se digna suplicarnos, cuando nosotros debía-
compañía por toda la eternidad en el cielo; y que nin- mos esperar que nos escuchase, y por qué, en fin, se
g ú n ! otra cosa sino su propia naturaleza divina cons- pone, digámoslo así, á nuestras órdenes aquél que
tituyese en esta mansión la felicidad perdurable de sus nos ha criado de la nada y de quien únicamente pro-
criaturas. El amor es, pues, el único móvil en todos cede todo lo bueno que existe. Enamórase de nosotros
los actos de nuestro Padre celestial; suspira por ganar el Eterno, permítaseme la expresión, hace mil cari-
nuestro amor y arréglase con nosotros de tal suerte, cias á nuestra alma y está tan ciegamente prendado
que sólo amándole, es como podemos llegar á ser di- de ella, que ninguna grosería de nuestra parte basta
chosos; y despues que ve con ojos compasivos nues- á separarle de nuestro lado: vésele continuamente
tros ardientes deseos de amarle más y más cada día, cediendo en sus atribuciones, enajenándose de sus
ordena todo cuanto le permitimos hacer, para dispo- derechos y colocándose en lugar nuestro para que
nernos á que le amemos con mayor fervor y ternura. nosotros ocupemos el suyo. La Encarnación es en sí
Asi pues, todo es amor desde el principio hasta el fin: misma una viva imágen de la conducta del Hacedor
no hay ninguna otra medida, ningún otro principio hacia sus indignas criaturas, y el misterio del Santí-
simo Sacramento hállase en perfecta, armonía con el
proceder y manera de obrar del Omnipotente para con SECCION II.
s u p r o p i omundo; y ¡nosotros ¡ay! perseveramos to-
davía en la insensibilidad de siempre, y somos tan Consideraciones devotas acerca de la doctrina de la
duros, Mos y perversos como de costumbre! ¡No pa- intención.
rece sino que va á reportarnos una honra muy alta el
Pero al fin, como lleguemos á crecer en el cono-
hacer gala de nuestro librealbedrío, para que, mien-
cimiento de Dios, crecerémos igualmente en su amor.
tras Dios se ocupa en ordenarlo todo por ganar nues-
Nosotros al cabo sentimos cierta pena y angustia por
tro amor, nos demos trazas de ver, cómo á pesar suyo,
no amar más á nuestro Dios adorable, y porque tam-
hacemos de la religión en cuanto está de nuestra par-
poco le aman los demás. Aquí el Señor está asimismo
te una especie de contrato de compra-venta, ó la ooe-
pronto á salir á nuestro encuentro. Ya dije en el ca-
diencia forzada de un reo convicto! Antes de llegar á
pítulo pasado, que se valía para ello especialmente de
conocer nuestro propio corazon pudo el infierno ha-
dos medios: Primero, dándonos todo cuanto posee, y
bernos parecido una severidad; pero un pequeño co-
permitiéndonos que se lo ofrezcamos, como si fuese
nocimiento de nosotrosmismos descúbrenos claramen-
propio nuestro: estas son las riquezas de nuestra po-
te que semejante mansión es una de las más seña-
breza de que entónces nos ocupamos. Segundo, en-
ladas misericordias divinas, por ser la más indispon- grandeciendo nuestras ruines acciones, otorgándo-
sable. las un inmenso valor por su unión con las suyas, y
No sin razón recorría San Francisco los" bosques disponiéndonos á ejecutarlas por motivos sobrenatu-
S p o l e t o , exclamando: «¡Ay! ¡Dios no es conocido
d e
rales y en unión con su misma persona : tal es el últi-
ni amado de sus criaturas!» Con igual motivo hacia mo medio de que podemos valemos para amar á Dios
San Bruno resonar en los montes solitarios el eco de más dignamente. y del cual vamos ahora á tratar.
s u V oz- «¡Ohbondad! ¡bondad! ¡bondad!» Bien po- Meditarémos acerca del tesoro de nuestras acciones
día asimismo aparecerse nuestro Señor amoroso a ban- ordinarias y devocion católica de ofrecérselas constan-
taGertrúdis , pálido, cansado, desangrado, cubierto temente á Dios junto con las acciones de Jesús, y
de lodo, y decirla: «Abreme tu corazon, hija mía, esta es la segunda manera con que Dios viene mise-
p o r q u e necesito penetrar en él para descansar: estoy
ricordiosamente en socorro de nuestra propia ruindad
sumamente fatigado de estos dias de pecado.»
y miseria. No hay una sola cosa de cuantas ejecuta- sonas piadosas de las distracciones que les ocasionan
mos durante nuestra vida mortal, con la cual no po- sus ocupaciones mundanas, é imagínanse que el hon-
damos facilisimamente promover la gloria de Dios, rar á Dios con un culto no interrumpido es asunto
intereses de Jesús y salvación de las almas; y no im- peculiar del cielo; es decir, se quejan deque la tierra
porta que el mundo haya impreso en ella su sello, ni no sea un verdadero cielo, á pesar de que la diferen-
que sea al parecer un negocio puramente temporal cia, bajo este respecto al ménos, entre ambas mansio-
ó pertenezca exclusivamente á la mísera condicion de nes, no parece que es tan grande. Como nuestro ser-
la vida humana; desde el momento mismo en que se vicio sea un servicio de amor, cada una de esas pre-
practica por motivos sobrenaturales, semejante ac- tendidas distracciones será indudablemente una obla-
ción rebosa gloria divina, y cámbiase en preciosa cion muy preciosa á los divinos ojos : en nuestra mano
joya de infinito valor, hacia la cual tiene la soberana está, en efecto, cambiar todas nuestras acciones en
Majestad del Altísimo la dignación de mostrarse su- una hostia é incienso, en cántico y sacrificio perpe-
mamente complacido. Las horas se suceden unas á tuo. Ahora bien ; si tenemos una grande estimación
otras sin ninguna interrupción, abundando todas ellas por la gloria de Dios, intereses de Jesus y salvación
en acciones propias de nuestro estado y profesión. de las almas; si suspiramos por emplearnos constan-
Cuando escribimos , leemos, contamos, compramos, temente en promover semejantes objetos, preciso es
vendemos. pensamos, hablamos ó sufrimos, podemos, que nos aprovechemos de este rico tesoro de nuestras
si así nos place, estar á la vez acuñando moneda, mo- acciones ordinarias.
neda celestial con que merecer la vida eterna; y para Ya llevo indicado que el espíritu de oblacion es
conferir semejante valor á cada una de las acciones esencialmente católico. Trae su origen de doctrina
que ejecutamos, sólo es necesario el acto ó intención déla Misa, que es la fuente y centro de toda ver-
de la oblacion, la cual une nuestras acciones á las dadera devoeion, y pertenece á una religión de sacri-
acciones de Dios hecho hombre. ficio , tal como el Evangelio nos le ofrece en cada una
Esta devoeion de estar sin cesar celebrando Misa, de sus páginas : nuestro amoroso Señor se dignó re-
por decirlo así, es una devoeion exclusivamente cató- dimirnos con la oblacion y sacrificio de sí mismo ; y
lica : práctica, que á no dudarlo , ha de chocar á los hé aquí por qué la oblacion y sacrificio son, digá-
convertidos tanto como cualquiera otra de las devo- moslo así, el alma de nuestra religión. No es maravi-
ciones de la Iglesia. Quéjanse no pocas veces las per- lla , pues, que den forma y proporciones, espíritu y
expresión á las devociones católicas: esto es dema- situación que ocupamos en la vida es la siguiente.
siado notorio á todo el mundo, para que sea necesario Siempre estamos suspirando por la gloria de Dios,
detenerse en ello. Pero sí deseoque observeis, que aquí intereses de Jesús y salvación de las almas; delante
también se descubre el mismo designio por el amor, de nosotros tenemos una suma considerable de obras
el mismo dulce espíritu paternal que Dios tiene la por hacer, poco tiempo para ejecutarlas y escasos me-
dignación de manifestarnos por doquiera. Parecía dios para llevarlas á cabo; tenemos que ser avaros de
que la oración era el privilegio más excelente que la todo cuanto poseemos, ávidos de gracia y codiciosos
infinita compasion divina podía concebir, y que la délos frutos que la gracia puede producir por su pro-
criatura lo reputaría todo por nada, comparado con pia virtud. Pues que estamos trabajando por nuestro
el privilegio incomparable de hacer saber al Criador amoroso Señor, trabajemos con ardor y perseverancia,
misericordioso sus necesidades v miserias: pero la ejecutando todas nuestras acciones con atención de-
oblación sobrepuja á la oracion. En la oracion somos vota , ofreciéndolas á Jesús en unión con alguna se-
nosotros quienes recibimos de Dios; mas en la obla- mejante que Él se dignase obrar, miéntras vivió so-
ción es Él quien se digna recibir, y nosotros quienes bre la tierra, y así es como dichas acciones se cam-
tenemos el alto honor de darle : el ofrecer presentes biarán en un suave sacrificio de inmensa eficacia de-
es no sólo señal de amor , sino una especie de igual- lante de Dios. ¿Qué avaro habrá que no quisiese, á
dad ; y hé aquí por qué de la oblaeion nace una fami- serle posible, estar incesantemente acuñando mo-
liaridad para con Dios más dulce, tierna y afectuosa neda durante todas las horas del dia? Pues esta es ca-
que aquella que resulta de la simple oracion : la li- balmente la ocupacion en que podemos emplearnos,
bertad infantil de los Santos procede principalmente ayudados del inefable misterio de la Encarnación, de
de este espíritu de oblaeion. la manera más real y efectiva para la consecución de
la vida eterna.
SECCION n i . Dice Santo Tomás que es meritoria la obra de un
justo en proporcion á la excelencia del motivo en
Prácticas de los Santos.
virtud del cual la ejecuta: y que así como el amor lla-
mado de benevolencia es más excelente que otro cual-
1.° Veamos ahora cuáles han sido las prácticas de
quiera, así son más meritorias que todas las demás las
los Santos relativas á la oblaeion de sus propias ac-
obras que se ejecutan por semejante motivo. Enseña
ciones diarias. Pero preciso es que recordemos que la
expresión á las devociones católicas: esto es dema- situación que ocupamos en la vida es la siguiente.
siado notorio á todo el mundo, para que sea necesario Siempre estamos suspirando por la gloria de Dios,
detenerse en ello. Pero sí deseoque observeis, que aquí intereses de Jesús y salvación de las almas; delante
también se descubre el mismo designio por el amor, de nosotros tenemos una suma considerable de obras
el mismo dulce espíritu paternal que Dios tiene la por hacer, poco tiempo para ejecutarlas y escasos me-
dignación de manifestarnos por doquiera. Parecía dios para llevarlas á cabo; tenemos que ser avaros de
que la oración era el privilegio más excelente que la todo cuanto poseemos, ávidos de gracia y codiciosos
infinita compasion divina podía concebir, y que la délos frutos que la gracia puede producir por su pro-
criatura lo reputaría todo por nada, comparado con pia virtud. Pues que estamos trabajando por nuestro
el privilegio incomparable de hacer saber al Criador amoroso Señor, trabajemos con ardor y perseverancia,
misericordioso sus necesidades v miserias: pero la ejecutando todas nuestras acciones con atención de-
oblación sobrepuja á la oracion. En la oracion somos vota , ofreciéndolas á Jesús en unión con alguna se-
nosotros quienes recibimos de Dios; mas en la obla- mejante que Él se dignase obrar, miéntras vivió so-
ción es Él quien se digna recibir, y nosotros quienes bre la tierra, y así es como dichas acciones se cam-
tenemos el alto honor de darle : el ofrecer presentes biarán en un suave sacrificio de inmensa eficacia de-
es no sólo señal de amor , sino una especie de igual- lante de Dios. ¿Qué avaro habrá que no quisiese, á
dad ; y hé aquí por qué de la oblaeion nace una fami- serle posible, estar incesantemente acuñando mo-
liaridad para con Dios más dulce, tierna y afectuosa neda durante todas las horas del dia? Pues esta es ca-
que aquella que resulta de la simple oracion : la li- balmente la ocupacion en que podemos emplearnos,
bertad infantil de los Santos procede principalmente ayudados del inefable misterio de la Encarnación, de
de este espíritu de oblaeion. la manera más real y efectiva para la consecución de
la vida eterna.
SECCION n i . Dice Santo Tomás que es meritoria la obra de un
justo en proporcion á la excelencia del motivo en
Prácticas de los Santos.
virtud del cual la ejecuta: y que así como el amor lla-
mado de benevolencia es más excelente que otro cual-
1.° Veamos ahora cuáles han sido las prácticas de
quiera, así son más meritorias que todas las demás las
los Santos relativas á la oblaeion de sus propias ac-
obras que se ejecutan por semejante motivo. Enseña
ciones diarias. Pero preciso es que recordemos que la
nuestro Señor Jesucristo; y Orlandini cuenta del Pa-
igualmente el mismo Santo Doctor, según vimos en
dre Pedro Fabre «que tomaba tan á pechos el patro-
el capítulo tercero. que las obras hechas por Dios como
nato de los fieles difuntos, que todo su afan consistía
nuestro Padre, son más meritorias, que aquellas que
en inculcar á sus hermanos ofreciesen por ellos todas
se le ofrecen como á nuestro Criador, por ser el motivo
sus acciones ordinarias, á fin de que, cuando impe-
más excelente. Rodríguez cuenta que reveló Dios á
didos por sus muchos cuidados y ocupaciones exte-
Santa, Methilde la suma complacencia que recibía en
riores , no les fuese posible orar vocalmente á favor de
el ofrecimiento de todas nuestras acciones unidas á
aquellas almas benditas, sus mismas acciones pudie-
á las de su Hijo Jesús, é igual-revelación hizo el Se-
sen elevarse al cielo en olorosa espiral cual silenciosas
ñor á las Santas Gertrudis y María Magdalena de
peticiones.» Para evitar el cansancio y opresion de es-
Pazzis. Hé aquí por qué afirma Santo Tomás que «Je-
píritu, recomienda Lancisioque se haga semejante
sucristo está representado en el doble altar de los ho-
ofrecimiento, empleando las ménos palabras posibles;
locaustos é inciensos, pues por mediación suya debe-
así, por ejemplo : Yo quiero, yo ofrezco; ó bien, yo
mos ofrecer á Dios todas las obras de mortificación
hago ó digo esto por Vos, Padre mió celestial; usando
con que afligimos nuestra carne; y estas son las obras
idénticas expresiones, ó variándolas, según que ex-
que se ofrecen sobre el altar de los holocaustos. De-
citen más ó ménos nuestra devocion. «Esta oracion
bemos asimismo ofrecerle todas aquellas que ejecu-
de oblaeion práctica, prosigue, es en sí misma más
tarnos con mayor perfección de espíritu; y estas
excelente y meritoria que la contemplación de repo-
son las que se ofrecen sobre el altar del incien-
so, por la razón siguiente: En ambas, es decir, en la
so.» San Ignacio escribe en la tercera parte de las
oblaeion y contemplación, el objeto formal es idén-
constituciones las siguientes palabras: «Esfuércense
tico , Dios amado solamente por ser quien es; pero la
todos mis hijos por tener la intención recta no sola-
oblaeion añade la obra ó palabra que se hace ó dice
mente acerca del estado de su vida, pero áun en to-
por amor de Dios. Así es que enseñan los teólogos
das las cosas particulares , teniendo siempre en ellas
que la vida mixta es más perfecta que la puramente
presente puramente el servir y complacer á la divina
contemplativa.»
Bondad por sí misma.» Dice Santa Teresa que todo el
que quiera alcanzar luego al punto el fin deseado de El mismo escritor espiritual nos aconseja asimis-
sus oraciones, no tiene más que ofrecer sus obras al mo que ofrezcamos á Dios las circunstancias particu-
Eterno Padre en unión con los merecimientos de lares de todas nuestras acciones. Al levantarnos , por
ejemplo, por la mañana, quiere el citado Padre que ficarse uno á sí mismo; 5.° para satisfacer por los pe-
digamos: «¡Oh Padre mió santísimo y amaniísimo, cados de tal ó cual persona.—No es necesario que
por Vos y en unión con los merecimientos y obras to- para satisfacción de nuestras propias culpas hagamos
das de mi Señor Jesucristo, quiero levantarme ahora una oblación distinta de nuestras acciones, pues toda
sin dilación alguna así para obedecer al llamamiento obra sobrenatural de un justo, como no se ofrezca por
de la santa obediencia, vistiéndome con toda la mo- los demás, es en sí misma una satisfacción por los peca-
destia posible , como para empezar euanto antes á dos personales; 6." para que con semejante obra hon-
trabajar por vuestra mayor gloria.. El mismo Lanci- remos , reverenciemos y glorifiquemos á Dios en el
sio añade , que esta variedad de circunstancias mate- más alto grado ¿posible; 7." para mostrarle nuestro
riales de nuestras acciones acrecienta el mérito de la agradecimiento por todos los beneficios que nos ha
ofrenda y evita la fatiga y opresion del ánimo: pero otorgado, y dones con que enriqueciera á la sagrada
á mi me parece que dicha variedad quizá no produzca Humanidad de Jesús, Santísima Virgen, Ángeles,
idénticos efectos en toda suerte de personas, ni si- Santos y hastajos mismos infelices condenados; 8 /
quiera en unas mismas en diferentes épocas. para que edifiquemos y demos buen ejemplo de vida;
9.° para aumentar con esa acción ó palabra los hábi-
Aconséjanos igualmente el ya referido Lancisio tos de virtud, -que tan queridos nos hacen de Dios
como un acto de mérito y amor insignes, que ofrez- nuestro Señor; 10.° para asemejarnos á El más y más
camos nuestras acciones por diferentes motivos so- cada dia; 11.° para adornar nuestra alma, haciéndola
brenaturales subordinados al principal, que es solo templo más digno del Espíritu Santo y miembro cas-
Dios; y á este 3n nos suministra los siguientes ejem- tísimo de Jesucristo; 12.° para extender por todas par-
plos 110 para que necesariamente pensemos en todos tes la gloria de Dios y eficacia de su Preciosa Sangre,
ellos ', al estar ejecutando cada una de nuestras accio- multiplicando de esta suerte en nosotros mismos las
nes, sino con objeto de proporcionar alimento á los acciones sobrenaturales; 13.° para regocijar á ia Igle-
diferentes gustos y devotas inclinaciones. Estos moti- sia triunfante; 14.° para embellecer á la Iglesia mili-
vos son los que á continuación vamos á enumerar: tante; 15.° para confundir álosespíritus malignos; 16.°
1 / por ía bondad sobrenatural que resplandece en el para hacer descender abundantes gracias sobre todo
acto déla misma virtud; 2.° para cumplir con los el cuerpo místico de Cristo; 17.° para exhibir á los An-
mandamientos decios y de la Iglesia; 3.° para obe- geles , hombres y demonios la eficacia de la Sagrada
decer á nuestros superiores; 4.° para vencersey morti-
cuanto mayor sea la pureza de intención en recrear
Eucaristía; 18.° para cumplir nuestros votos, deseos y
tu cuerpo por amor mió, tanto más exquisita es la
promesas; 19." para ser fieles á las divinas inspiracio-
dulzura con que me siento recreado en tu alma.» El
nes; 20." para imitar á Jesucristo y los Santos; 21."
mismo Salvador habló otra vez á Gertrudis de esta
para honrar á la Santísima Virgen, Angel custodio y
manera: «Mi ternura aceptará gustosa el más ligero
Santos de nuestra devocion. Todas estas intenciones
movimiento, el esfuerzo más liviano que hagan los
pueden asimismo aplicarse así por los males que su-
hombres para levantar una paja del suelo, el simple
frimos , como por el bien que practicamos.
saludo, un responso por los difuntos y cualquiera pala-
Hé aquí, pues, un maravilloso artificio para tras-
bra en favor de los pecadores y justos, siempre que
formar diariamente en oro purísimo la escoria, de
practiquen semejantes actos con piadosa intención.»
nuestras más comunes acciones en el laboratorio se-
creto de la intención. Oigamos para nuestra mayor
SECCION IV.
consolacion de boca del mismo Señor el valor que tie-
nen semejantes acciones delante de sus divinos ojos.
Escritores espirituales.
«Si un codicioso usurero, así habló á Santa Gertrudis,
no querría de buena gana perder la oportunidad de
Es una consolacion, y si bien lo consideramos,
adquirir un solo maravedí, menos gusto tendré Yo en
acaso sea la cosa más natural del mundo, que los es-
dejar pasar la ocasion de cambiar, para mi mayor
critos espirituales de los Santos aventajen en con-
gloria y eterna salvación vuestra, el más liviano
descendencia para con nuestra propia debilidad y
pensamiento y movimiento de vuestro dedo meñique.»
flaqueza á los escritos de las personas piadosas que no
En otra ocasion , como sintiese una noche la Santa
gozan de semejante privilegio. ¡Cuántas veces no se
cierta debilidad, comió algunas uvas con la inten-
halla el pobre y tímido espíritu defraudado en sus legí-
ción mental de refrigerar al Señor en sí misma. Jesu-
timas aspiraciones, agobiado y cruelmente oprimido
cristo, por su parte, aceptó gustoso semejante pre-
con esos áridos, friosy abstractos sistemas de ciertos
sente cual regalo real, y la dijo: «Te confieso, hija
libros espirituales! Véselas llenas á estas obras ascé-
mia, que con dicho regalo me has recompensado el
ticas de alturas tan elevadas, que un Angel apenas
amargo brebaje que tomé por amor tuyo estando en
podría en ellas respirar: propónennos sus autores un
la Cruz, pues ahora estoy gustando en tu corazon
alejamiento casi imposible de las criaturas, nos acón-
una dulzura inefable; porque has de saber, que
sejan una continua violencia, una tirantez de ánimo jadores. Los Santos, áun en sus mismas travesu-
y una muerte completa de toda actividad natural; de ras, permítasenos la expresión, y cuando al pare-
lo contrario, nos dicen en tono magistral, que no cer están deliberadamente escandalizando; suele
sólo no respiramos en las elevadas regiones de la per- acontecer que justamente entonces nos están dan-
fección , sino que hasta seguimos una senda que nos do con singular habilidad lecciones de la más alta
separa enteramente del cielo: otras veces nos llevan sabiduría. San Francisco de Sales, aunque era el
hasta á la desesperación , representándonos por do- Santo del puro amor, quejábase al Obispo de Belley
quiera peligros casi inevitables; por manera que lle- de las malas comidas que le daba; y San Alfonso de
gamos á* abandonar completamente el camino de la Ligorio, esa alma pura ¿hubiera sido tan indulgente,
perfección como un estado á que Dios nos llama úni- si hubiese sido ménos santo? Enseñan ciertos libros
camente para perdernos espirituales, que es una enorme falta de mortifica-
¿ Cuán diferentes no son los escritos de los Santos! ción el dar gusto, por ejemplo, al sentido del olfato,
Aun el mismo San Juan de la Cruz, llamado Doc- oliendo alguna exquisita fragancia; pero Santa Ma-
tor de la nada, ¡cuán dulce, cuán benigno, cuán ría Magdalena de Pázzis entra en el jardín, corta una
amable y condescendiente no es en sus enseñanzas flor, aspira su aroma con indecible placer, y excla-
con nuestra mísera flaqueza humana! De San Felipe ma : «¡Oh Dios bondadosísimo, que desde toda la eter-
solían decir por broma sus contemporáneos que con- nidad ordenaste que esta hermosa flor proporcionase
ducía á los hombres al cielo en un coche tirado por á esta vil pecadora semejante contentamiento!» No
cuatro caballos; y el discreto San Ignacio aseguraba sé qué juicio hubieran formado ciertos místicos de
que si los religiosos no estaban bien alimentados, ja- Santa G-ertrúdis: los más virtuosos seguramente que
más podrían hacer uua buena oracion. Leemos en la hubieran sido más severos que la mayor parte de los
obra De un Buen Superior, que este glorioso Patriar- Santos. Hubiéranla dicho que se acordase de la hiél
ca siempre estaba importunando á los PP. Ministros y vinagre que dieron al Señor estando en la Cruz; que
para que diesen á sus hijos comidas abundantes y ex- debía abstenerse de semejante regalo, á ménos que
quisitas ; y un viernes llegó á hacerse hasta insopor- no se sintiese con vocacion para subir á la cumbre de
table por su empeño de que toda la comunidad tuvie- la perfección. Todo esto hubiera sido ciertamente una
se lampreas en dicho dia, á pesar de venderse tan ca- verdad palmaria, y para no pocas almas, el consejo
ras , que sólo las compraban los cardenales y emba- más acertado; la revelación , sin embargo, nos de-
tomo i.
clara, que la regla no es invariable, y ofrécenos un bilidades contra una, de que aquellos que ahora van
vislumbre de otro espíritu muy diferente. Oigamos tras él en la vida espiritual, le han de hallar un dia
c ó m o expresa Santa Teresa en su carta á Alonso
s e
paseando cabizbajo en el fondo del valle con el des-
Yeiazquez, obispo de Osma, hablando de sí misma mayo en el alma y el desaliento en el corazon, por
en tercera persona: « Además de lo que llevo dicho; haberle sus autores arrastrado por entre espinas y
ñor lo que hace á su salud, paréceme que se toma de- malezas, desollándole las rodillas contra las rocas y
masiado cuidado, que es poco mortificada en la comi- precipitándole, en fin, por escarpadas pendientes. Por
da y que no abriga los mismos deseos de hacer pe- el contrario, aquéllos que le iban en zaga, se desli-
nitencia que ántes solía tener; mas en su opinión, zaron insensiblemente dando saltitos, como acos-
todo tiende á este objeto , á saber: para servir de esa tumbran á hacerlo los niños traviesos, quienes, ju-
suerte mejor á Dios en otras cosas, pues no raras ve- gueteando en las orillas arenosas de la mar, posan
ces ofrece como sacrificio agradable el cuidado que sus piececitos sobre el ancha huella que deja en pos
de sí el hombre fornido: representan, es cierto, un
toma de su cuerpo.» papel bastante cómico con semejantes brincos; pero
No digo yo que sea cosa fácil llegar á ser un San- ello es que logran salvar con tales pantomimas las
to ; sólo afirmo que los Santos son más indulgentes arenas movedizas.
para con aquellos que aspiran á conseguir ese subli-
Al expresarme así, no vaya alguno á creer que
me estado, que los escritores no canonizados. Los
yo sostenga que los escritores espirituales no canoni-
Santos son los maestros más condescendientes, por-
zados sean unos guias peligrosos, y que sus obras no
que se asemejan más á Jesús que el resto de los de-
merecen grande estimación, y que no pocas no va-
mas hombres, porque son más considerados y benig-
len la pena de ser recibidas con aplauso de la Iglesia
nos, y porque permiten ciertos desahogos , estudian
universal: léjos de mi ánimo semejante propósito. Lo
el carácter y circunstancias, examinan la índolef in-
que he querido decir es que, generalmente liabland,o,
clinaciones y sentimientos de sus prójimos. Así, pues,
obsérvase una diferencia muy marcada entre el tono
quien aspire á conseguir la perfección cristiana, siga
de los escritores santos y el de aquellos que no lo son;
el consejo da San Feli P 3, y aténgase á las obras de
que esta diferencia consiste en ser los primeros más
autores cuyo nombre empieza con una /$', es decir.
condescendientes y en que hablan con más indul-
S a n t o . Pero que se entregue enteramente en manos
gencia; y que, por último, también hablando general-
de otros autores no canonizados. y hay nueve proba-
— 255 —1

déla vida: «Todo aquél, así habló á la misma Ger-


mente, las personas, y no son pocas, que se atienen á
trudis , que procura recibir todos los gustos en comi- •
un solo libro, fiándose ciegamente de él, corren me-
da, bebida, descanso y otras acciones por el estilo,
nos peligro de perderse, si dicha obra es de un Santo.
con esta intención en el corazon ó en los labios: Se-
Sé muy bien, y me complazco en confesarlo, quelo-
ñor, tomo este alimento, ó io que sea, con aquel amor
más de Ivempis no es un Santo, y que San Francisco
conque os santificabais á Vos mismo, cuando en*
de Sales fué asimismo hombre de un solo libro. cuyo
vuestra Sagrada Humanidad tomasteis semejantes
autor Scupoli tampoco está canonizado. Tómense,
refrigerios para gloria del Padre y salvación de todo
pues mis palabras con la conveniente cautela y como
el género humano, á fin de que, en unión con vuestro
proposición general; pero el hecho es, y sobre esto no
divino amor, pueda yo aumentar la consolacion de
cabe la menor duda, que los libros espirituales tienen
aquéllos que pueblan los cielos, tierra y purgatorio;
una fuerza tremenda: q u e a s i aprovechar como
p u e d e n
cada vez, repito, que dicho sujeto me dirija esta bre-
perjudicar; y semejantes al vapor, cuando danan,
ve plegaria, será él • para mí un escudo firmísimo
causan estragos horribles y espantosos. contra las innumerables vejaciones con que me per-
Mas no fué'solamente la santidad de Gertrudis.la siguen los mundanos y mi más poderoso protector y
que movió al Señor á deleitarse de la manera que di- fiel defensor contra las asechanzas de mis enemigos.
j i m o s en la oblacion de las acciones ordinarias de la
•Despues de ios Maitines del juéves antes del Carna-
Santa En una ocasion; miéntras toda la comunidad val oyó Gertrudis el ruido que hacían en la cocina las
se inclinaba, por reverencia á la Encarnación del criadas de una casa contigua para preparar el al-
Señor á las palabras Verbim caro factum est, oyó a muerzo! Púsose entonces la Santa á gemir y excla-
Jesucristo que decia: «Cuantas veces uno se inclina mar: «¡ A.y, Señor mió, decía, qué pronto se levantan
á e s t a s palabras con devoto agradecimiento, dándo-
ios hombres para .perseguiros con sus comilonas! »
me gracias por haberme dignado h a c e r m e hombre Repli¿óla el Señor con dulce sonrisa: «No hay ahora,
por amor suyo, otras tantas, movido por el aguijón hija mía, motivo alguno para lamentarse: los que
de mi propia ternura, me inclino agradecido delante hacen semejante ruido, no son del número de aqué-
de él y con el más vivo afecto de mi corazon, pre- llos que me ofenden con sus glotonerías, pues con ese
sento' á mi Padre una doble ofrenda de mi sagrada almuerzo se proponen recobrar nuevas fuerzas para
pasión y muerte para aumento de su gloria eterna.» proseguir sus tareas diarias; y regocijóme en su ali-
Oigamos ahora cómo se expresa acerca de los goces
mentó, á la manera que se regocija el hombre, vien- nuestra obstinación en negarle hasta el agradeci-
miento de las bestias, todavía el Altísimo hace pacto
do comer con ganas á su animal de carga, porque así
de ser con nosotros más que una madre para con sus
es como le ha de hacer mejor servicio.»
hijos. Cuando decía Sion: El Señor me ha abandona-
¿Cómo, pues, no se deshace nuestro corazon-de
do, y se ha olvidado de mi; Él exclamó: «¿Puede una
ternura, al leer semejantes cosas de nuestro dulce y
madre olvidar á su hijo hasta el punto de no tener
a m o r o s o Señor? Ningún otro dueño tenemos á quien
compasion del fruto de sus entrañas? Pues áun cuando
debamos servir ; y ¡cuan liviano el trabajo, y que
ella se olvidase, Yo nunca me olvidaré de tí» (lj.
grande la recompensa! ¡ qué profusion de misericor-
¿Qué cosa más necesaria al verdadero culto que
dias ! ¡ qué prodigalidad de gracias! ¡ qué abundancia
una reverencia sosegada y profunda? ¿Qué cosa más
de mercedes y qué exuberancia de caricias! Si el perro
dulce para un corazon abrasado da amor, como vivir
ama á su dueño y le muestra su aprecio con tiernos
reposado y penetrado do un santo pavor á la presen-
halagos, ¿cuál no debe ser nuestro amor y agradeci-
cia de los refulgentes atributos divinos? En religión,
miento p a r a un Dueño tan compasivo como nuestro
la familiaridad sin la reverencia es una mera imperti-
Señor? Pero ¡ ay! ¡todavía nos obstinamos en mirarle
n e n c i a , y nada más. En efecto, ¿hay nada más fa-
como á un Dios sin entrañas, é insistimos en conti-
miliar que las relaciones entre padre é hijo? Y sin em-
nuar imitando la conducta de aquel siervo que escon-
b a r g o , ¿ qué amor hay más reverencial que elamcr
dió su talento por temor á la severidad de su señor, y
tíüal? La verdadera reverencia fué la que movió á Pe-
proseguimos negándonos á reconocer á Dios por loque
dro á decir á su Maestro que se apartase de él, porque
es, es decir, por nuestro Padre más cariñoso é indul-
era un hombre pecador: y la reverencia falsa indujo
gente! ¡ Oh . qué sensación tan profunda causa en su
á ios tímidos habitantes de Gádara á suplicar á Jesús
corazon esta nuestra grosería y perversidad! «¡Oiu,
que apartase de sus costas sus beneficios importunes.
cielos, y tú, oh tierra, presta toda tu atención! ¡ He
Pero la reverencia, reverencia acaso más profunda
criado' hijos, y los he exaltado; pero ellos me han des-
que la de Pedro , fué asimismo la que resolvió á la
preciado ! ¡ El buey conoce á su dueño, y el asno el
Magdalena á asirse á los piés de Jesús, si bien el Sal-
pesebre de su amo; mas Israel no me ha conocido, y
vador no quiso permitírselo. Con demasiada írecuen-
mi pueblo no me ha entendido!» (1) Pero á pesar de

(i) Isaías cap. XLIX, v. 11.


(1) Isaías cap. I , v. 3.°
cia confundimos la frialdad coa la reverencia, y la á recordar aquí varios de dichos métodos (1). Unas ve-
dureza é insensibilidad del corazon con el verdadero ces ofrecía la Santa sus acciones en union con el
• respeto. ; Con qué dulzura no reprobó J esus semejante amor místico que mùtuamente se profesan las Perso-
espíritu, al quejársele Gertiúdis de una de sus reli- nas de la Adorable Trinidad ; otras ofrecía las penas y
giosas, quien, por pura reverencia , según ella se lágrimas de Jesus en justa reparación por las negli-
imaginaba, absteníase de.la Comunion de regla! gencias que hubiera tenido al ejecutar sus acciones
«¡Qué quieres que lo haga, la contestó el Señor; esa de cada dia ; otras, en union con la oracion eficaz de
buena gente tiene atado á sus ojos el vendaje de su Jesus y virtud del Espíritu Santo, presentaba su obla-
indignidad con tal fuerza, que no es posible lleguen cion al Eterno para satisfacción de sus culpas y com-
á ver la ternura de mi corazon paternal (1).» pensación por sus omisiones y descuidos. No raras ve-
C3S, en- agradecimiento por los beneficios recibidos,
y en union con su acción de gracias, ofrecía aquella
SECCION V.
dulzura inefable y llena de infinito placer, que reci-
procamente se están comunicando las Divinas Perso-
Espíritu de ¡Santa Gertrudis.
nas en la tesoreria sobrecelestial. Otra de sus ofrendas
consistía en la pasión del Hijo de Dios desde la hora
Fué el espíritu de Santa Gertrudis un espíritu tan
en que gimió por primera vez. en el pesebre, hasta el
levantado de oblación y familiaridad para con Dios,
momento en que, inclinando su cabeza en la Cruz, y
que al escribir Lancisio su Tratado de la presencia
dando una gran voz, entregó su espíritu ; esta obla-
de Dios, consagró un capítulo entero á las prácticas
cion la ofrecía para alcanzar la remisión de sus cul-
observadas por la Santa en el ofrecimiento de sus ac-
pas. Luégo , en reparación de sus descuidos, ofrecía
ciones ordinarias. Eusebio Amort, en su Examen so-
al Padre todas las santas conversaciones de su Hijo
bre las Revelaciones de Gertrudis, censura el len-
querido, llenas todas de indecible perfección y pure-
guaje de algunos de estos métodos como nuevo en la
Iglesia y poco conforme con el lenguaje que se em-
plea en las escuelas ; si bien otros graves autores los (1) Schrara, en su Teología mística, condena como próximas á
citan hasta con elogio. Mas dejando esto áun lado, voy herejía ciertas jaculatorias , que San Francisco de Sales menciona
con t e r n u r a , y hasta con placer. Pero en materia de doctrina qui-
zá sea lo más seguro para nosotros seguir al autor más frió y cau-
to. Por otra parte , él escribió despues del Santo.
(1) Rey. I H , X. siibjjftie.
cia confundimos la frialdad con la reverencia, y la á recordar aquí varios de dichos métodos (1). Unas ve-
dureza é insensibilidad del corazon con el verdadero ces ofrecía la Santa sus acciones en union con el
• respeto. ; Con qué dulzura no reprobó J esus semejante amor místico que mùtuamente se profesan las Perso-
espíritu, al quejársele Gertrudis de una de sus reli- nas de la Adorable Trinidad ; otras ofrecía las penas y
giosas, quien, por pura reverencia , según ella se lágrimas de Jesus en justa reparación por las negli-
imaginaba, absteníase de.la Comunion de regla! gencias que hubiera tenido al ejecutar sus acciones
«¡Qué quieres que lo baga, la contestó el Señor; esa de cada dia ; otras, en union con la oracion eficaz de
buena gente tiene atado á sus ojos el vendaje de su Jesus y virtud del Espíritu Santo, presentaba su obla-
indignidad con tal fuerza, que no es posible lleguen cion al Eterno para satisfacción de sus culpas y com-
á ver ía ternura de mi corazon paternal (1).» pensación por sus omisiones y descuidos. No raras ve-
C3S, en- agradecimiento por los beneficios recibidos,
y en union con su acción de gracias, ofrecía aquella
SECCION V.
dulzura inefable y llena de infinito placer, que reci-
procamente se están comunicando las Divinas Perso-
Espíritu de ¡Santa Gertrudis.
nas en la tesoreria sobrecelestial. Otra de sus ofrendas
consistía en la pasión del Hijo de Dios desde la hora
Fué el espíritu de Santa Gertrudis un espíritu tan
en que gimió por primera vez. en el pesebre, hasta el
levantado de oblación y familiaridad para con Dios,
momento en que, inclinando su cabeza en la Cruz, y
que al escribir Lancisio su Tratado de la presencia
dando una gran voz, entregó su espíritu ; esta obla-
de Dios, consagró un capítulo entero á las prácticas
cion la ofrecía para alcanzar la remisión de sus cul-
observadas por la Santa en el ofrecimiento de sus ac-
pas. Luégo , en reparación de sus descuidos, ofrecía,
ciones ordinarias. Eusebio Amort, en su Examen so-
al Padre todas las santas conversaciones de su Hijo
bre las Revelaciones de Gertrudis, censura el len-
querido, llenas todas de indecible perfección y pure-
guaje de algunos de estos métodos como nuevo en la
Iglesia y poco conforme con el lenguaje que se em-
plea en las escuelas ; si bien otros graves autores los (1) Schrara, en su Teología mística, condena como próximas á
citan basta con elogio. Mas dejando esto áun lado, voy herejía ciertas jaculatorias , que San Francisco de Sales menciona
con t e r n u r a , y hasta con placer. Pero en materia de doctrina qui-
zá sea lo más seguro para nosotros seguir al autor más frió y cau-
to. Por otra parte , él escribió despues del Santo.
(1) Rey. I H , X. siibjjftie.
za, desde la hora en que fué enviado al mundo hasta amarillo, si con vidrio de este color, así todas las co-
el instante mismo en que presentó á su Padre amoro- sas son más agradables al Eterno Padre ofreciéndose-
so la gloria de su carne victoriosa. En unión con su las por mediación de su unigénito Hijo. Ocasiones
acción de gracias volvía á ofrecer á Dios todo cuanto hubo en que se atrevió la Santa á suplicar al Señor
la había otorgado: y sirviéndose del Sagrado Cora- tuviese la dignación de ofrecer por ella todas las per-
zon de Jesús como de un órgano melodioso, le tocaba fecciones que le adornaran hasta el dia de su ascen-
en virtud del Parácleto, y acompañaba con su voz, sión gloriosa á los cielos. Otras veces ofrecía su pobre
cantando alabanzas á Dios en nombre de todas las corazon en alabanza eterna de Jesucristo, y para que
criaturas presentes y venideras. Otras veces presen- en galardón se sirviese colmar su cuerpo y alma de
taba sus ofrendas en unión con las perfecciones di- inefables dulzuras. Á esta ofrenda se dignó Jesús
vinas; enseñándola el mismo Señor á ofrecerle algu- mostrarse tan conmovido, que, lleno de gozo é inde-
nas acciones en unión con aquel amor que le movió á cible ternura, bajó de la Cruz, y abrazándola alegre-
hacerse hombre. Un dia, miéntras ofrecía al Padre mente, la estrechó contra la llaga de su santísimo
Eterno las santas conversaciones de su Hijo unigéni- costado, y la dijo: «Bien venida seas, hija mia muy
to, le pareció que se estaban chocando unas con otras amada: tu eres el bálsamo suavísimo de mis llagas y
las joyas que adornaban los vestidos de nuestro Señor el alivio más eficaz de mis sufrimientos. El mismo
dulcísimo, formando una tan suave melodía en ala- Salvador la enseñó igualmente á alabar á Dios con ei
banza del Eteruo Padre, que arrebataba-el espíritu; Aleluya en uuion con todos los ciudadanos del cielo,
con lo cuaiviep á entender la Santa lo muy acepto quienes le están allí glorificando sin cesar con tan
que era á Dios este método particular de oblacion. melodiosa canción. Adquirió también Gertrudis la
piadosa costumbre de ofrecer á Dios las amabilísimas
En ciertas circunstancias solía asimismo hacer su
palabras que brotaron délos labios de Jesús, para
ofrecimiento del modo siguiente: «Ofrézcoos , Señor,
aderezar su alma y hacerla digna morada de tal Hués-
esta obra, por vuestro unigénito Hijo y en virtud del
ped ; ofrenda que volvía á repetir en la elevación de
Espíritu Santo, para eterna alabanza vuestra;» y la
la Hostia, para suplir su mala correspondencia á las
fué entonces dado ver cómo con semejante intención
inspiraciones del Espíritu Santo. Últimamente, otro
suya eran ennoblecidas sus obras sobre todo humano
de sus métodos de oblacion que el mismo Señor le ha-
encarecimiento. Porque á la manera que un objeto
bía enseñado, consistía en encomendar á Dios, en
aparece verde, cuando se le mira con vidrio verde, y
unión coa los miembros inmaculados de Jesús, los seros ¡efe obras meritorias; así es que podría Jesús es-
miembros todos de su cuerpo, juntamente con todos tar siempre recogiendo en nuestro corazon una mies
sus movimientos, para que en lo sucesivo no se mo- abundantísima de gloria y amor. ¡ Cuántos en las co-
viesen sino á la mayor honra y gloria de su Criador. munidades no están perdiendo lastimosamente en las
Cuando la Santa presentaba al Altísimo semejante recreaciones todo lo que habían ganado con la obser-
ofrenda, veía salir del Corazon de Dios un riquísimo • vancia y oracion; de suerte que casi me atrevería á
afirmar que en la vida religiosa se practica la morti- •
cinturon de oro, que ceñía su alma para unirla al Se-
íicacion con más facilidad y perfección que las mis-
ñor en indisoluble amor.
mas recreaciones! El P. Mariano Sozzini, del Oratorio
Tales son en bosquejo los métodos de Santa Ger-
romano, cuenta de uno de los Padres de su tiempo,
trúdis. No recomiendo ninguno de ellos en particular
que siempre que salía del refectorio para el salón de
como el más conveniente para nuestro propio aprove-
recreo, acostumbraba á pedir á Dios los cuatro frutos
chamiento espiritual; lo dejo á la elección de cada
del Espíritu Santo., caridad, gozo, paz y paciencia;
uno. ¡Qué concepto tan distinto no formaríamos de
frutos indispensables para que nuestras recreaciones
nuestro Señor amoroso si practicásemos cualquiera de
sean útiles y provechosas. Personas ha habido tan
dichos métodos, que fuese de nuestro mayor agrado!
familiarizadas con la práctica del ejercicio de la pre-
¡Cómo nos apresuraríamosentónces á poner á sus di-
sencia de Dios, que áun paseando y conversando con
vinos piés todos nuestros pensamientos, afectos y de-
otros, repetían eon el corazon á cada paso que daban
seos! Y semejante- espíritu, ¿no nos declara la facili-
las palabras siguientes: Por Vos, por Vos: Propter
dad asombrosa con que podemos cambiar en perpetuo
Te, propter Te; y lo mismo practicaban miéntras se
servicio de amor divino nuestras ocupaciones más es-
servían á la mesa, y á cuantos movimientos ejecuta-
tériles y terrenas?
ban durante la comida. Santa María Magdalena de
SECCION VI. Pázzis enseñaba á sus novicias á ofrecer á la mayor
gloria de Dios, si fuese posible, hasta el mismo pes-
Recreaciones y entretenimientos. tañear de los ojos y los más ligeros movimientos de
sus miembros; llegando á asegurarlas que como así
2." Además de las acciones ordinarias de la vida,
lo practicasen irían derechamente al cielo despues de
propias de nuestro estado y profesion, las recreacio-
su muerte, sin tener que pasar por las penas del pur-
nes y tiempo libre encierran asimismo riquísimos te-
unión con los miembros inmaculados de Jesús, los seros ¡efe obras meritorias; así es que podría Jesús es-
miembros todos de su cuerpo, juntamente con todos tar siempre recogiendo en nuestro corazon una mies
sus movimientos, para que en lo sucesivo no se mo- abundantísima de gloria y amor. ¡ Cuántos en las co-
viesen sino á la mayor honra y gloria de su Criador. munidades no están perdiendo lastimosamente en las
Cuando la Santa presentaba al Altísimo semejante recreaciones todo lo que habían ganado con la obser-
ofrenda, veía salir del Corazon de Dios un riquísimo • vancia y oracion; de suerte que casi me atrevería á
afirmar que en la vida religiosa se practica la morti- •
cinturon de oro, que ceñía su alma para unirla al Se-
ficacion con más facilidad y perfección que las mis-
ñor en indisoluble amor.
mas recreaciones! El P. Mariano Sozzini, del Oratorio
Tales son en bosquejo los métodos de Santa Ger-
romano, cuenta de uno de los Padres de su tiempo,
trúdis. No recomiendo ninguno de ellos en particular
que siempre que salía del refectorio para el salón de
como el más conveniente para nuestro propio aprove-
recreo, acostumbraba á pedir á Dios los cuatro frutos
chamiento espiritual; lo dejo á la elección de cada
del Espíritu Santo., caridad, gozo, paz y paciencia;
uno. ¡Qué concepto tan distinto no formaríamos de
frutos indispensables para que nuestras recreaciones
nuestro Señor amoroso si practicásemos cualquiera de
sean útiles y provechosas. Personas ha habido tan
dichos métodos, que fuese de nuestro mayor agrado!
familiarizadas con la práctica del ejercicio de la pre-
¡Cómo nos apresuraríamosentónces á poner á sus di-
sencia de Dios, que áun paseando y conversando con
vinos piés todos nuestros pensamientos, afectos y de-
otros, repetían eon el corazon á cada paso que.daban
seos! Y semejante- espíritu, ¿no nos declara la facili-
las palabras siguientes: Por Vos, por Vos: Propter
dad asombrosa con que podemos cambiar en perpetuo
Te, propter Te; y lo mismo practicaban miéntras se
servicio de amor divino nuestras ocupaciones más es-
servían á la mesa, y á cuantos movimientos ejecuta-
tériles y terrenas?
ban durante la comida. Santa María Magdalena de
SECCION VI. Pázzis enseñaba á sus novicias á ofrecer á la mayor
gloria de Dios, si fuese posible, hasta el mismo pes-
Recreaciones y entretenimientos. tañear de los ojos y los más ligeros movimientos de
sus miembros; llegando á asegurarlas que como así
2." Además de las acciones ordinarias de la vida,
lo practicasen irían derechamente al cielo despues de
propias de nuestro estado y profesion, las recreacio-
su muerte, sin tener que pasar por las penas del pur-
nes y tiempo libre encierran asimismo riquísimos te-
gatorio. Á fin de arraigar más profundamente esta bien" como sucede comunmente, carecen de ambas
devocion en sus almas , cuando menos lo esperaban cosas. No tenemos un tratado de perfección para los
solía la Santa preguntarla, primero á una, luego á valetudinarios; y las personas de complexión delicada
otra, y así sucesivamente, qué intención, era la suya son. no obstante, capaces de hacer más y menos que
en la obra que estaban ejecutando. Si alguna no la aquéllas que están padeciendo una grave enferme-
contestaba al punto, deducía de aquí que había co- dad, cuyo más y ménos es preciso distinguir y ex-
menzado la obra sin previa intención, reprendiéndola planar. Respecto á los inválidos, tomada esta expre-
seriamente por haber desperdiciado esa ocasión de sión en la acepción moderna, los libros espirituales
merecer y privado así á Dios de un placer inefable. guardan un silencio casi completo.' En el Tratado
Refiérese en la Vida de Gregorio López, por supues- oancta SopMa, del P. Báker, no deja de encontrarse
to como una maravilla, que por espacio de tres años bastante que hace al caso; y cuéntase asimismo de
enteros había dicho mentalmente, á cada respirácion, San Bernardo que elegía de propósito para sus mo-
las palabras: Hágase tu voluntad asi en la tierra nasterios los lugares malsanos, porque una salud de-
romo en el cielo: y tan arraigado estaba semejante licada era en concepto del Santo un poderoso auxiliar
hábito en su corazon, que si por casualidad despertaba para la contemplación y vida interior. Hoy las afec-
darante la noche, luégo comenzaba á recitar la misma ciones nerviosas, el reumatismo y la educación afe-
petición. >7o es posible, ya lo veo, que nosotros prac- minada suplen sobreabundantemente la insalubridad
tiquemos tales cosas; pero estos ejemplos nos move- de los parajes pantanosos. Pero, ¿se atreverá nadie á
rán ciertamente á amar á Dios con más fervor, viendo sostener que las personas achacosas están incapacita-
que ha suscitado individuos capaces de llevarlas á ca- das para llegar á ser unos Santos, é imposibilitadas
lió. ¡ Gloria y bendición á la Beatísima Trinidad por para practicar la virtud hasta en un grado heroico?
todas las gracias que ha derramado sobre los espíri- Pues en manos está de semejante clase de sujetos
tus angélicos y corazones humanos ! el elegir aquellas penitencias que no les produzcan un
Personas existen que desean entregarse entera- sufrimiento corporal superior á sus débiles fuerzas ni
mente á Dios, que están sin cesar suspirando por «-graven sus dolencias: la escrupulosidad acerca del
practicar ciertas mortificaciones corporales que leen buen uso del tiempo es áno dudarlo una penitencia de
en las Vidas de los Santos; pero no gozan de comple- este género. Así, pues, prometamos á Dios no mal-
ta salud, ó les falta ánimo para hacer penitencia, ó gastar nunca voluntariamente el tiempo en ocupa-
tener quizá entónces la obligación de distraer el áni-
ciones que no nos procuren mérito alguno: que seme-
mo, lo cual únicamente se consigue empleados en
jante promesa no es ciertamente, como á primera
una ocupación amena y llena de ínteres; ó bien á
vista aparece, una cosa tan fácil de cumplir en la
causa del extraño contraste entre la ficción de una
época actual. No raras veces gravitará sobre nuestros
necia leyenda y aquellas realidades magníficas y su-
hombros cual pesada carga que embaraza nuestra li-
blimes de la religión, que elevan el alma y nos mue-
bertad natural; y al propio tiempo que estamos ha-
ven á hacer actos de amor y agradecimiento por el
ciendo una verdadera penitencia, recogerémos frutos
don inefable de la fe.
muy abundantes para la gloria de Dios, intereses de
Jesús y salvación de las almas. Y dicho empleo del Pero no es fácil merecer con la ociosidad, con la
tiempo no se opone á las recreaciones. Bien sabido es holgazanería voluntaria y malgastando vanamente
de todos lo que se cuenta de San Cárlos Borromeo y su el tiempo ocupados en cosas impertinentes y conver-
juego de ajedrez. Miéntras discurrían sus compañeros saciones frivolas y terrenas. Si, como creemos, está
sobre la obra que quisieran haber comenzado luego San Cárlos gozando en el cielo de un grado más de
al punto, si supiesen que habían de morir dentro de gloria por su juego de ajedrez, ¿no sería una verda-
una hora, el Santo respondió que él por su parte con- dera calamidad perder tantas oportunidades como se
tinuaría su juego, puesto*que le había comenzado á nos ofrecen de merecer y promover los intereses de
la mayor gloria de Dios; y ninguna cosa deseaba con Jesús?—Para no pocos de nosotros el buen uso del
tan vivas ansias como ser llamado á juicio, estando tiempo es el termómetro de la frialdad ó fervor de
ejecutando una acción comenzada á la mayor gloria nuestro amor. Si á un europeo activo é inteligente se
de Dios. Fácil cosa es el merecer en el juego, porque le fijase cierto número de horas para la explotación de
apénas hay pasatiempo que no esté lleno de oportu- una rica mina de oro, en la que no tuviese otra cosa
nidades para la práctica de las virtudes. También es que hacer sino extraer el puro mineral, y fuese en-
muy posible merecer leyendo una novela insípida (1), tónces alguno á aconsejarle que suspendiese su tarea,
con tal que éste sea su único y peor defecto, ya per ¿no le arrojaría de su presencia como á un malvado?
Pues hé aquí cabalmente lo que nos sucede á nosotros
con las acciones ordinarias y hasta con las mismas
(1) Hablo , entiéndase bien, de la posibilidad de merecer, y iiá-
recreaciones de la vida presente. Los primeros traba-
golo a s í , solamente para ilustrar lo que estoy diciendo. Sentiría en jos y más penosos los tiene ya hechos nuestro Señor
ol alma que se me contase entre los patronos de la novela.
TOMO I . 19
adorable; obra suya fué la extracción de las piedras mueve mis entrañas de misericordia á dejarme sacri-
y fango, y no nos queda otra cosa que hacer sino ex- ficar en la santa Misa desde el alba hast:i medio dia
traer el precioso .metal de oro purísimo, y las horas para salvación de todo el-humano linaje. Miéntras los
están contadas, y no sabemos cuál será la postrera de hombres desdeñan este inefable amor mió, entregán-
nuestra vida. Nunca llegarémos á conocer el inesti- dose á los placeres y banquetes mundanales, y olvi-
mable valor del tiempo, hasta que haya desaparecido dándose de mí con la más negra ingratitud, ofréceme
de nuestra vista, abandonándonos en medio de la tú por ellos continuas alabanzas; y así es como te pa-
eternidad. La eternidad, en efecto, es él único pre- recerá estar cogiendo y encerrando los volátiles en el
ceptor que nos puede sábiamente instruir acerca del piso superior del arca. Desde el medio dia hasta la tar-
buen uso del tiempo. ¡ Dulcísimo Señor nuestro! ¿nos de , sé celosa en ejercitarte diariamente en buenas
abandonará entónces el tiempo en vuestros brazos. obras, uniéndote á aquella purísima intención mia
con que practiqué todas las obras de mi sagrada hu-
Padre tierno y amoroso?
Santa Gertrudis manifestó al Señor en cierta oca- manidad ; obras que ofrecerás por las negligencias de
sionsus deseos de construirle un arca, suplicándole » todo el generó humano, y así es como congregarás á
al propio tiempo que tuviese la dignación de darla el los hombres en el piso principal del arca. Última-
diseño. Nuestro Salvador adorable accedió gustoso á mente , desde la tarde hasta el anochecer, en la amar-
la demanda de su sierva, respondiéndola del modo si- gura de tu corazon protesta contra la impiedad que
guiente: «Es creencia común entre vosotros que el cometen los hombres, rehusándome su agradecimien-
arca de Noé constaba de tres pisos, que el superior le to á mis beneficios, y provocando mi enojo con toda
ocupaban las aves, los hombres el del centro y el piso suerte de pecados. Á la 'vez que te emplees en tan
bajo los animales. Pues bien; toma está arca por mo- santa ocupacion,, ofrecerás para su arrepentimiento
delo , y distribuye todos tus dias conforme á dicho las penas y amarguras de mi inocentísima pasión y
plauo. Desde el amanecer hasta el medio dia, con el muerte, y hé aquí un medio ingenioso para reunir los
más encendido afecto de tu corazon, y en nombre de animales dentro del piso bajo del Arca.» Cuando el
toda la Iglesia universal, me ofrecerás alabanzas y Señor daba á Gertrúdis semejantes instrucciones acer-
acciones de gracias por todos los'beneficios que he ca del empleo de todo el dia, no ignoraba ciertamen-
otorgado á los hombres desde la creación del mundo, te ninguna de las tareas y cuidados de la Santa, y
singularmente por aquella adorable compasion que sabía asimismo la obligación que, por obediencia á
la regla; tenía de recrearse cada día con sus Mjas, no 4.° Si nos hallamos en estado de gracia, podemos
menos que el desempeño de sus deberes como Supe- merecer, y no poco ciertamente , con la oblacion de
riora que era del monasterio. nuestras acciones más comunes é insignificantes.
3.° Otra práctica muy provechosa consiste en ha- Siempre que uno merece, procura á Dios una gloria
cer de la soledad lo mismo que ejecutáis con vuestras muy singular, promueve considerablemente los inte-
ocupaciones ordinarias. Cuando os halléis, pues, so- reses de Jesús, y colma de innumerables mercedes á
los, ó bien cuando desperteis por la noche, ofreced las almas de sus hermanos. El medio para adquirir
esta vuestra soledad en unión con la que Jesús tuvo semejantes tesoros con semejantes cosas consiste en
en el sepulcro y tabernáculo, para impetrar del Señor elevarnos á Dios por la contemplación de las criatu-
así para vosotros como también por aquéllos que ras ; y no ignoráis que esta ha sido una de las prácti-
amáis, la gracia de una buena muerte, esto es: 1." para cas más comunes y queridas de los Santos. Oigamos
morir en gracia de Dios; 2.°, para morir con un rico cómo se expresa Lancisio:—«Salís de casa, dice , y
caudal de merecimientos, y de esta suerte poder glo- veis que están hablando algunas personas, pedid á
rificar más y más al Altísimo en el cielo; 3.°. para Dios que no profieran ninguna palabra ociosa de que
partir de este mundo despues de haber recogido fru- tengan un dia que dar cuenta. Oís rugir la tempestad,
tos abundantes y exquisitos en la salvación de las al- pedid , pues, por los navegantes. Pasais por una ta-
mas por quienes Jesús tuvo la dignación de morir y berna, y sentís el ruido de aquéllos que se hallan
ser sepultado; 4.°, para acabar la vida sin honra ni dentro, rogad por que no ofendan á Dios. ó bien para
reputación, á imitación del Salvador, que murió cual que vayan luego á confesarse , si han tenido la des-
un malhechor en medio de dos ladrones; 5.°, para mo- gracia de injuriarle. Cuando San Atanasio envió á
rir sin tener que pasar por el purgatorio; 6.°, dejando decir á San Pambo que abandonase el desierto y
en pos de nosotros abundante acopio de satisfacciones fuese á Alejandría, viendo el santo Abad en las calles
que no necesitemos y puedan agregarse al tesoro de á una actriz lujosamente adornada de galas y adere-
la Iglesia; 7.°, para glorificar á Dios en la tierra, áun zos, púsose luégo á gemir y sollozar, y preguntán-
despues de muertos, con la memoria de nuestras bue- dole la causa de su llanto, replicó : Lloro por la con-
nas obras, como por los saludables consejos que di- denación de esa doncella, y porque no me tomo yo
mos. libros devotos que escribimos y copiosos frutos tanto cuidado en agradar á Dios como el que ella se
que recogimos con el auxilio de nuestras oraciones. toma por agradar á los mundanos. Ved aquí cómo
hasta los mismos objetos pecaminosos le servían á Santos que;ahora están contemplando la Verdad in-
este varón venerable de escalones para subir á la con- creada!» De San Martin de Tours se cuenta asimismo
sideración de las verdades divinas. Oís llover, dad por que visitando su diócesis, quedó profundamente
ello gracias á Dios, y desead ofrecerle tantos actos afectado, al ver la sagacidad con que los cuervos ma-
fervorosos de fe , esperanza, caridad, contrición, hu- rinos hacían:su presa: sagacidad que le representaba
mildad, adoracion y petición, como gotas caen, é muy al vivo "la astucia de que se vale el demonio para
implorad al propio tiempo el influjo continuo de la cazar á las almas. Dícenos San Buenaventura que el
gracia en buena medida , llena, colmada y entera- seráfico Patriarca hacía un grandísimo aprecio de se-
mente repleta, para que así vosotros como los demás mejante práctica, y Rivadeneira afirma lo mismo de
obréis siempre lo más perfecto y glorifiquéis á Dios San Ignacio: « VÍrnosle, escribe , con frecuencia, por
de la mejor manera posible. la contemplación de las cosas más pequeñas, elevarse
»Si paseando ó viajando pasais por un pueblo, villa, á Dios, qibe es poderoso en todas sus obras: La vista
aldea ó casa de algún potentado: 1.° rogad á Dios, de una florecita, una sola hoja, ion gusano, el más
por los méritos de aquéllos que allí habitan, para que pequeño insecto, le elevaban en un instante sobre los
tenga misericordia de vosotros; 2." dadle gracias por cielos.
todos los beneficios pasados, presentes y venideros Monseñor Strambi refiere del Beato Pablo de la
que conceda á sus habitantes; 3.° encomendadle todas Cruz, fundador de los Pasionistas, lo que á continua-
sus necesidades, y suplicad oiga las oraciones que le ción vamos á copiar (1):—Recompensaba el Señor las
dirijan; 4." condoleos de todos los pecados cometidos santas intenciones y deseos de su siervo con inefables
en semejantes parajes; 5." pedid el perdón de todos consuelos espirituales; y en sus viajes para hacer la
ellos; 6." encomendad á Dios las almas de los que allí visita de las casas de la Orden alimentaba su espíritu
han muerto. Surio refiere en la vida de San Fulgencio, con el dulce manjar del recogimiento. Yendo un dia
que cuando fué á Roma este siervo de Dios, luego al Retiro de San Eutizio, volvióse hacia su compañero
que vió los palacios de la nobleza, exclamó asombra- y le dijo:—«¿De quien son estas tierras?» Su compa-
do: «¡Cuán magnífica no debe ser la Jerusalen ce- ñero le replicó :—De Gállese. Pero Pablo, alzando
lestial , pues tan hermosa es la Roma de la tierra! Si más la voz , le volvió á preguntar :—«Te digo que de
en el mundo se tributan semejantes honores á aque-
llos que aman la vanidad, ¡ qué gloria no gozarán los (1) v i t a , pág. 137.
quién son estas tierras ?» No comprendiendo el com- que le recordase á Dios , imaginándose que todas las
pañero el objeto de su pregunta, despues de haber criaturas pedían á los hombres á grandes voces el
dado algunos pasos, volvióse á el otra vez el siervo de amor por su Hacedor. No raras veces se le vió, pa-
Dios, y con rostro resplandeciente como el sol, ex- seando por el campo, especialmente en la primavera,
clamó:—«¿De quién son estas tierras? ¡ Ay! no me quedarse como arrobado á la vista de las flores , ha-
comprendes! ¡Son del Dios omnipotente!» Apénas biéndose observado que acostumbraba asimismo á
acabó de pronunciar las últimas palabras, levantán- tocarlas con su báculo, apostrofándolas con estas pa-
dole en alto la impetuosidad de su amor, le llevó á labras : «¡Callad, florecitas, callad!» Solía decir á
una corta distancia del camino. Iba en otra ocasion sus religiosos que las flores nos estaban incesante-
de Terraciua á Ceccano, atravesando el bosque de mente convidando á amar y reverenciar á su celes-
Fossanova; y despues de haber visitado el monasterio tial Criador y Señor.
en que murió Santo Tomás de Aquino, internándose Como son tan varios los gustos acerca de la devo-
en lo más espeso, comenzó á dar grandes voces á su ción . habrán de permitirme mis lectores el siguiente
compañero:—«¿No oyes cómo estes árboles y hojas extracto déla Vida de Pedro Fabre, compañero de San
nos están gritando: Amad á Dios, Amada Dios^ Ignacio, escrita por Orlandiui. Distinguíase particu-
En seg-uida, encendiéndose mas y más en la llama larmente aquel siervo de Dios por el don singular de
del divino amor, empezó su rostro á despedir raj'os cambiar todas las cosas en oracion. Luego que se
de vivísima luz, y prosiguió exclamando:—«¡ Cómo acercaba á alguna ciudad ó aldea, lo primero que ha-
no amas á Dios! ¡ Cómo no amas á Dios!» Volvieron cía era rogar por sus moradores, é implorar la divina
luégo á tomar el camino de Roma, y decía á todos Misericordia para que el Angel del lugar y Angeles
cuantos encontraba:—«Hermano mió, ¡ama á Dios! custodios de sus habitantes llenasen cumplidamente
¡ ama á Dios, que bien se lo merece! Pues qué, ¿no sus funciones de ampararlos con exquisita vigilan-
oyes cómo hasta las hojas de los árboles^ nos están cia. Invocaba asimismo á los Santos patronos de la
predicando á grandes voces que amemos á Dios ? ¡ Oh villa, suplicándoles tuviesen la dignación de rendir
amor divino, amor divino!» Hablaba con tal unción, gracias, pedir perdón, impetrar mercedes y suplir, en
que movía á los pasajeros á derramar copiosas lágri- fin, todas las negligencias y omisiones de sus patro-
mas de ternura. Del mismo Beato Pablo se refiere en cinados, á fin de que no fuese defraudada en un ápice
otro lugar, que todo le servía de ingenioso memorial la gloria de Dios nuestro Señor. Cuando tomaba en
arriendo una nueva casa, ó mudaba de posada, te- to era ciertamente el alimento cotidiano de su contem-
nía también la costumbre, al entrar por primera vez plación, porque ¿dónde hade poder hallar el alma
en ella, de arrodillarse en. todas las habitaciones, manjares más abundantes y exquisitos? Sin embargo,
rincones y alacenas que le fuese posible, rogando al para apacentar su piedad, inventó diferentes métodos
Señor ahullentase de allí los espíritus malignos y toda de oracion que le sugirieron, ora la enseñanza y lectu-
especie de peligros y desgracias; en cuya oracion ra atenta, ora el impulso é inspiración del Espíritu
tenía presentes á todos aquellos queda hubiesen ha- Santo ; y de entre esos métodos, tres especialmente
bitado , ó pudiesen habitarla en lo sucesivo, supli- le parecieron tan útiles y gustosos, y al mismo tiem-
cando á Dios encarecidamente que no les sobreviniese po tan fáciles de practicar, que no raras veces acon-
ningún mal á sus propias almas. Era tal su solicitud sejaba á los confesores que procurasen instruir en
por buscar materiales para la oracion, que yendo un ellos á sus penitentes.
dia á oir un sermón á la capilla del palacio de cierto En primer lugar, profesaba una grande devocion
príncipe , y habiéndole sido negada la entrada por á las letanías, rezándolas constantemente y ofrecién-
un portero que no le conocía, Fabre no vió en seme- dolas por toda suerte de acontecimientos. Y se valía
jante bochorno más que nuevos materiales para su de ellas no sólo para pedir beneficios, objeto ordina-
oracion. Pero ¿qué extraño es que estando bueno to- rio de semejantes preces, sino también para actos de
mase tan á pechos la oracion, cuando era sumamente alabanzas, acciones de gracias, congratulaciones y
asiduo á ella, miéntras se hallaba enfermo? La dolen- otros ejercicios de la virtud de la religión. Una de sus
cia que padeció en Lovaina, y las penosas vigilias prácticas consistía en penetrar en espíritu dentro de
que tuvo entonces que sufrir, sólo le sirvieron para la corte celestial, y allí postrado ante el trono de la
proveerse de abundantes materiales para la oracion. Santísima Trinidad, suplicaba, reverentemente al
Cuando apenas podía soportar la vehemencia del do- Padre que se deleitase en el Hijo y Espíritu Santo, el
lor de cabeza, poníase á meditar sobre la corona de Hijo en el Padre, y el Espíritu Santo en el Padre y en
espinas de nuestro Redentor, llegando á inflamarse el Hijo ; con cuyo ejercicio expresaba la congratula-
tanto en el divino amor, que se deshacía en dulces ción mùtua de la Trinidad, llamada en las escuelas
lágrimas. Este constante anhelo por la oracion abas- complacencia recíproca. Luégo pedía á la Reina del
tecía y enriquecía á su espíritu con abundante varie- cielo tuviese la dignación de adorar en su nombre, ó
dad de devociones. La vida de nuestro Señor Jesucris- en el de algún hermano suyo vivo ó difunto, á la Bea-
tísima y Augusta Trinidad; suplicando en seguida á SECCION VII.
las tres Divinas Personas glorificasen á su vez á
nuestra Señora por todos los dones y mercedes que Variedad en la devocion.
por mediación suya envían á la tierra. Uníase des-
Estos tres métodos de oracion le fueron á Fabre
pues á cada uno de los coros de Angeles y órdenes de
muy familiares. Ni debemos pasar en silencio los
bienaventurados, rogándoles se sirviesen en su nom-
grandes recursos que le proporcionaron sus no esca-
bre alabar y rendir gracias á Dios, á la Virgen , á los
sos conocimientos acerca de la doctrina cristiana,
Angeles y Santos de su particular devocion.
como expresamente lo atestigua Orlandini. Díó asi-
Su segundo método de oracion consistía en re-
mismo con un libro de Santa Gertrúdis, del cual, se-
correr todos los misterios de la vida y muerte de
gún éi mismo confiesa, sacó abundantes materiales
nuestro Señor, procurando acomodarlos con maravi-
para la oracion, que llegaron á aprovecharle gran-
lloso artificio al tiempo y circunstancias, é implorar
demente. La sucesión de las festividades eclesiásticas
luégo con cada uno de ellos en particular el auxilio
proveyéronle también de una maravillosa variedad
de las personas de la Beatísima Trinidad y valimien-
de devociones. Esta variedad y sucesión de devocio-
to de los habitantes del cielo.
nes excitaban tan fuertemente su apetito hácia el
Formaba su tercero y último método de oracion delicioso banquete de la oracion, que jamás, durante
con los preceptos de Dios y la Iglesia , enseñanzas toda su vida, asistió á ningún acto religioso, fuese
déla fe, siete vicios capitales con sus siete virtudes meditación, Misa, exámen etc. por hábito y costum-
opuestas, cinco sentidos del cuerpo y tres facultades bre , ó simplemente por cumplir con la regla: sino
del alma. Esta misma variedad de objetos le sugería que acudía diariamente á sus devociones más habi-
diversos afectos de petición, acción de gracias, etc. tuales por sendas nuevas y amenas, igualmente que
para sí y sus hermanos vivos ó difuntos, rogando á el Beato Pablo de la Cruz, quien, como él mismo
Dios tuviese la dignación de condonarles todo cuanto afirma, no se acordaba de haber dicho jamas una
pudiesen deberle por faltas contra los mandamientos, sola Misa por mera costumbre: cosa, por cierto, que
obras d;' misericordia, reato de culpas cometidas con pocos sacerdotes ancianos podrían asegurar de sí
los cin :o sentidos del cuerpo y tres facultades del mismos.
alma.
Almas existen muy amadas de Dios á quienes
tísima y Augusta Trinidad; suplicando en seguida á SECCION VII.
las tres Divinas Personas glorificasen á su vez á
nuestra Señora por todos los dones y mercedes que Variedad en la devocion.
por mediación suya envían á la tierra. Uníase des-
Estos tres métodos de oracion le fueron á Fabre
pues á cada uno de los coros de Angeles y órdenes de
muy familiares. Ni debemos pasar en silencio los
bienaventurados, rogándoles se sirviesen en su nom-
grandes recursos que le proporcionaron sus no esca-
bre alabar y rendir gracias á Dios, á la Virgen , á los
sos conocimientos acerca de la doctrina cristiana,
Angeles y Santos de su particular devocion.
como expresamente lo atestigua Orlandini. Díó asi-
Su segundo método de oracion consistía en re-
mismo con un libro de Santa Gertrúdis, del cual, se-
correr todos los misterios de la vida y muerte de
gún él mismo confiesa, sacó abundantes materiales
nuestro Señor, procurando acomodarlos con maravi-
para la oracion, que llegaron á aprovecharle gran-
lloso artificio al tiempo y circunstancias, é implorar
demente. La sucesión de las festividades eclesiásticas
luégo con cada uno de ellos en particular el auxilio
proveyéronle también de una maravillosa variedad
de las personas de la Beatísima Trinidad y valimien-
de devociones. Esta variedad y sucesión de devocio-
to de los habitantes del cielo.
nes excitaban tan fuertemente su apetito hácia el
Formaba su tercero y último método de oracion delicioso banquete de la oracion, que jamás, durante
con los preceptos de Dios y la Iglesia , enseñanzas toda su vida, asistió á ningún acto religioso, fuese
déla fe, siete vicios capitales con sus siete virtudes meditación, Misa, exámen etc. por hábito y costum-
opuestas, cinco sentidos del cuerpo y tres facultades bre , ó simplemente por cumplir con la regla: sino
del alma. Esta misma variedad de objetos le sugería que acudía diariamente á sus devociones más habi-
diversos afectos de petición, acción de gracias, etc. tuales por sendas nuevas y amenas, igualmente que
para sí y sus hermanos vivos ó difuntos, rogando á el Beato Pablo de la Cruz, quien, como él mismo
Dios tuviese la dignación de condonarles todo cuanto afirma, no se acordaba de haber dicho jamas una
pudiesen deberle por faltas contra los mandamientos, sola Misa por mera costumbre: cosa, por cierto, que
obras d;' misericordia, reato de culpas cometidas con pocos sacerdotes ancianos podrían asegurar de sí
los cin :o sentidos del cuerpo y tres facultades del mismos.
alma.
Almas existen muy amadas de Dios á quienes
dades! Por manera que llegan á perderse con las
se digna el Altísimo conducir por diferentes caminos,
mismas cosas santas y no por otra causa, sino porque
y cuya variedad de devociones parece ser fatal á su
casi todas se comprometieron á practicar semejantes
fervor. á pssar de ser buenos todos los caminos celes-
devociones sin conocimiento ni licencia de nadie.
tiales . pues que son suyos. Pocas personas, efectiva-
mente, se encuentran como María Dionisia de la Visi- La variedad de devociones mentales quizá no raras
tación , á quien Dios condujo por la senda de la mul- veces sea un mal, aunque es una cosa diferente del
tiplicidad de devociones. Cuéntase de ella que viendo caso anterior; y las censuras injustas que algunos
una hermana suya de comunidad el manuscrito en autores rigoristas lanzan contra toda variedad de de-
que anotaba todos si^ servicios é intenciones, pre- vociones no están ciertamente muy en consonancia,
guntóla el motivo que tenía para rezar tanta muche- con la práctica de los Santos y la dulce y suave ense-
dumbre de oraciones, y María Dionisia la replicó: Lo ñanza de sus escritos. No hay cosa á que el hombre
hago asi, hermana mia, porque el Señor se ha servi- llegue más pronto á apasionarse como á un sistema
do manifestarme que me ha criado para ese fin.» de dirección espiritual, adquiriendo un convenci-
miento tan íntimo de que es el único camino seguro
Existe una gran diferencia entre la variedad de
para alcanzar la perfección, que apénas puede com-
devociones mentales y la carga indiscreta de oracio-
prender la diversidad de operaciones divinas, y no
nes vocales; y lo que los escritores espirituales afir-
parece sino que quiere poner límites á la libertad
man de las primeras, no siempre puede igualmente
con que el Espíritu Santo obra en el corazon de aque-
aplicarse á las últimas; sin embargo, es un error
llos á quienes inspira. No ignoramos que la mortifi-
muy común confundir ambas cosas. No siempre es
cación sólida, y la constante abnegación de sí mismo
malo cargarse con un considerable número de ora-
son los caminos reales para la más alta perfección;
ciones vocales—en la ciencia espiritual no hay nin-
pero ¿acaso no existen personas que carecen de áni-
gún siempre, á no ser cuando se trata del pecado—
mo para trepar por alturas escarpadas, y yacen pos-
pero sí, casi siempre. ¡Cuántas personas no comen-
tradas , gimiendo bajo la ladera de las aspiraciones
zaron luego á volar, y á poco se fatigaron, cansa-
más ordinarias? Pues qué, ¿no hay, por ventura,
ron sus alas y cayeron por fin á tierra, enredadas
ninguna otra senda del amor ménos elevada que esos
de letanías, cargadas de Memorares, abrumadas de
altísimos pináculos? ¡Áh! ¡cuántos, por haberles
rosarios y fuertemente maniatadas á las obligaciones
obligado á subir inconsideradamente demasiado alto,
de un sinnúmero de Terceras Órdenes y Confraterni-
encuéntranse aliora en el fondo del valle, asidos á esas extravagancias de una vida devota, llena por un
la tierra, y afanándose por descender más bajo to- lado de prácticas propias de un claustro, y saturada
davía! «Un buen superior, dice Santa Juana Fran- por otro con las delicias mundanales de la corte. Y
cisca de Cbantal, debe aprender á volar así bajo ¿cuáles son las consecuencias desemejantes extrava-
como alto:» y por cierto. que lo primero es aún más gancias ? La angustia, el desaliento, el completo
difícil que lo último; porque, notad sus palabras, no abandono de sí mismo á los placeres de la tierra en
dice reposar bajo, sino volar bajo. Acaso sea verdad justa venganza de su pasada estrechez, y, por últi-
que el camino más corto y derecho para alcanzar una . mo, el más absoluto alejamiento de la vida cristia-
santidad eminente consista en atenerse á una sola na, de que yo no quisiera acordarme. Cualquiera cosa
cosa, á un solo punto de meditación, á un solo exá- resulta de semejantes experimentos ménos la santi-
men y á un mismo ejercicio de devocion, guardando dad heroica y ordinaria: estas cualidades jamás son
fielmente años enteros esta penosa unidad sin ningu- frutos de tales ensayos.
na alteración, como lo recomienda un escritor bas- Imagínanse no pocos que la devocion para ser
tante celebrado; mas ¿quién es capaz de practicar sólida es preciso que sea seca y árida, olvidándose de
semejantes cosas? Aquellos que viven en medio del que la sequedad es á propósito para formar polvo ó
mundo privados de los auxilios que ofrecen las casas arena; ¿pero semejante sistema de sequedad da los re-
religiosas, sin ningún noviciado ni penitencias pro- sultados que sus patronos se prometen ? Óyeseles ape-
pias de comunidad, distraídos con mil ocupaciones llidar necios mogigatos á aquellos que gustan de fun-
necesarias y entretenidos con las diversiones inevi- ciones religiosas, de fervorosas devociones, imágenes,
tables del trato social, ¿cómo es posible qué lleguen á estampas de la Virgen, fiestas y prácticas extranje-
practicar esa uniformidad monótona de devociones? ras, porque, en concepto suyo, una devocion ita-
Sin embargo, también estas personas están llamadas liana es la puerta más próxima á la herejía; mas pa-
á amará Dios, y 110 quieren quedarse en zaga de réceme que semejante repugnancia nace más bien
los demás en la senda de la perfección. Luego, ó dis- de que dicha devocion tiene la desgracia de venir de
currís un procedimiento para secar sus corazones, ó la Ciudad Santa. Pues qué, ¿las personas que gustan
los llenáis con el suave rocío del cielo: no hay otro de estas devociones, hacen acaso consistir en ellas
camino. Hé aquí el origen de esas anomalías espiri- toda su piedad? Porque posean uno de los caracteres
tuales que estamos viendo con tañía frecuencia, de de los buenos católicos ¿carecen por eso mismo de los
TOMO I . 20
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— 284 —
unción y toda amor—permitiéndolas satisfacer sus
demás ? ¿desechan acaso los frutos, porque amen las
primeros fervores con la variedad de devociones , di-
flores ? La mortificación, decís, y el exacto cumpli-
versiones, intereses y hasta cambios, llegan al cabo
miento de nuestros respectivos deberes es lo que inte-
á subir á alturas más elevadas, trepando con ánimo
resa. Efectivamente; pero yo os pregunto á mi vez:
muy varonil por las sendas más rectas y escabrosas
¿qué mortificaciones practicáis vosotros, discípulos
de la santidad. Conducid, pues, á las almas por los
fieles de la árida devocion? ¿Son exteriores, como ci-
caminos más suaves y alegres, á ménos que no veáis
licios , disciplinas, etc., ó interiores, como, por
claramente que Dios las llama á seguir los más áspe-
ejemplo , el desear que hablen mal de vosotros, y se •
ros y escarpados. ¿Cuántos no se pierden por obligar-
os tenga en una baja estimación? Y ¿cómo cumplís
les á subir demasiado alto? ¿cuántos más todavía,
vuestros respectivos deberes1? El dar limosna es uno
por haberles inspirado cierto horror hacia la devocion
de ellos; otro , el conservar la inocencia en medio del
sensible, haciéndoles creer que en la sequedad con-
mundo. ¿Gomo practicáis semejantes cosas? ¡Sed sin-
siste la solidez?; Haced cuanto os agrade; pero no se-
ceros con vosotros mismos, ó á lo ménos sedlo para
paréis á los fieles, yo os lo suplico encarecidamente,
con vuestro Dios! Si incluís el entusiasmo en el nú-
de su Dios misericordioso y compasivo ! Por el con-
mero de culpas mortales, ¿en qué puesto de honor de-
trario , trabajad todo lo posible para excitar en su áni-
bemos entonces nosotros colocar á la tibieza? Posible
mo un vivo ínteres hacia su divino Criador y Padre
es, y muy posible, que no sea el entusiasmo el mal
amoroso! Ciertas gentes, sin consideración al tiempo,
monstruoso del mundo. Por lo que hace á nosotros,
lugar, estado y condicion, desvívense por inculcar á
afortunadamente todavía no hemos experimentado
las almas la necesidad de vivir alejadas de los dones
aquí en Europa sus estragos horribles y espantosos.
de Dios, y hacerlas huir de los dulces afectos y exce-
Mas como quiera que sea, en asuntos espirituales, lo
sivos fervores, cuando el peligro está más bien en el
que más debe asustarnos es el peligro en que nos ha-
apego á sus carruajes y caballos, á sus tapicerías,
llamos de caer en pecado; y vosotros, yo os lo asegu-
galas, ricos adornos, vieja porcelana, quintas, casas
ro , no abriguéis ningún recelo de ser presa de un
de campo, teatros, óperas y demás pompas munda-
entusiasmo exaltado ni de una exagerada piedad.
nales. Sería ciertamente un milagro estupendo de la
Por otra parte, sucede no raras veces que las al-
gracia que los infelices poderosos cobrasen cierta li-
mas á quienes no agrada esta seca solidez—si es que
gera afición, aunque fuese desordenada . á una imá-
algo seco puede ser sólido en una religión que es toda
lies puede suplir la falta de las demás.» El abad Isaac
gen sagrada, ó al agua bendita, pues que todos ellos cuenta en Casiano cosas maravillosas de la simple ja-
viven muy alejados de Dios, y muévense en una es- culatoria: Deusin adjutorium., etc. Estando el Padre
fera que no parece sino que gira fuera del centro de Brandano para partir á Portugal, suplicó á San Ig-
la infinita inmensidad divina. ¡ Nó! ¡ nó! los avisos de nacio le dijese, en qué devociones deberían ejercitar-
Santa Teresa 4 sus Carmelitas descalzas no es fácil se los estudiantes de la Compañía; y el Santo le res-
que aprovechen á semejantes personas; y sin embar- pondió, «que además de las devociones de costumbre,
go , ¡ cuan excesivamente más laxa no es Santa Te- se ejercitasen en andar siempre en la presencia de
resa, comparada con esos nuevos maestros de la Dios, hablando, paseando, mirando, oyendo y pen-
ciencia espiritual! Mejor es revolotear cual mariposi- sando, ya que la divina Majestad se halla presente
ta alrededor de las luces de una soiemne función re- en todas las cosas, por esencia, presencia y potencia.»
ligiosa, que vivir sin amor en medio de las dulzuras y Díjole asimismo que «semejante ejercicio de la pre-
diversiones mundanales, que, si bien parecen ino- sencia de Dios era ménos laborioso que el de la medi-
centes, acaso sean pecaminosas. tación sobre materias abstractas, y que una breve ja-
culatoria movía al Señor á visitarnos de una manera
SECCION VIII. muy singular.» Suspiremos, pues, por la gloria de
Dios: enviemos al cielo, desde las calles y plazas, fle-
Jaculatorias y atención.
chas aceradas por los intereses de Jesús, y recitemos,
5/ Otro método para glorificar á Dios con las co- doquiera, nos hallemos, una corta oracion en favor de
sas ordinarias y comunes consiste en el ejercicio de las almas de nuestros hermanos. Sin fatigarnos, po-
la oracion jaculatoria. No es este el lugar de ocuparse demos decir al dia un sinnúmero de jaculatorias y as-
detenidamente acerca de semejante asunto; su íntimo piraciones devotas; y cada una de ellas será más
enlace con la materia de que estamos tratando es agradable á los ojos de Dios que una batalla ganada ,
harto conocido de todos. La oracion jaculatoria fué la un descubrimiento científico, un palacio de cristal,
práctica principal eon que llegaron los Padres del un cambio de ministerio ó una revolución política.
Desierto á una altura incomparable de santidad. Afir- Varias son las jaculatorias que tienen indulgencias;
ma San Francisco de Sales «que la gran fábrica de la y así la más breve sentencia: 1.°, ganará méritos;
devocion descansa sobre el ejercicio de la oracion ja- 2.'. impetrará gracias: 3.', satisfará por las culpas;
culatoria, que á diferencia de todas las otras oracio-
lies puede suplir la falta de las demás.» El abad Isaac
gen sagrada, ó al agua bendita, pues que todos ellos cuenta en Casiano cosas maravillosas de la simple ja-
viven muy alejados de Dios, y muévense en una es- culatoria: Deusin adjutorium., etc. Estando el Padre
fera que no parece sino que gira fuera del centro de Brandano para partir á Portugal, suplicó á San Ig-
la infinita inmensidad divina. ¡ Nó! ¡ nó! los avisos de nacio le dijese, en qué devociones deberían ejercitar-
Santa Teresa 4 sus Carmelitas descalzas no es fácil se los estudiantes de la Compañía; y el Santo le res-
que aprovechen á semejantes personas; y sin embar- pondió, «que además de las devociones de costumbre,
go , ¡ cuan excesivamente más laxa no es Santa Te- se ejercitasen en andar siempre en la presencia de
resa, comparada con esos nuevos maestros de la Dios, hablando, paseando, mirando, oyendo y pen-
ciencia espiritual! Mejor es revolotear cual mariposi- sando, ya que la divina Majestad se halla presente
ta alrededor de las luces de una soiemne función re- en todas las cosas, por esencia, presencia y potencia.»
ligiosa, que vivir sin amor en medio de lás dulzuras y Díjole asimismo que «semejante ejercicio de la pre-
diversiones mundanales, que, si bien parecen ino- sencia de Dios era ménos laborioso que el de la medi-
centes, acaso sean pecaminosas. tación sobre materias abstractas, y que una breve ja-
culatoria movía al Señor á visitarnos de una manera
SECCION VIII. muy singular.» Suspiremos, pues, por la gloria de
Dios: enviemos al cielo, desde las calles y plazas, fle-
.Jaculatorias y atención.
chas aceradas por los intereses de Jesús, y recitemos,
5/ Otro método para glorificar á Dios con las co- doquiera nos hallemos, una corta oracion en favor de
sas ordinarias y comunes consiste en el ejercicio de las almas de nuestros hermanos. Sin fatigarnos, po-
la oracion jaculatoria. No es este el lugar de ocuparse demos decir al día un sinnúmero de jaculatorias y as-
detenidamente acerca de semejante asunto; su íntimo piraciones devotas; y cada una de ellas será más
enlace con la materia de que estamos tratando es agradable á los ojos de Dios que una batalla ganada,
harto conocido de todos. La oracion jaculatoria fué la un descubrimiento científico, un palacio de cristal,
práctica principal eon que llegaron los Padres del un cambio de ministerio ó una revolución política.
Desierto á una altura incomparable de santidad. Afir- Varias son las jaculatorias que tienen indulgencias;
ma San Francisco de Sales «que la gran fábrica de la y así la más breve sentencia: 1.°, ganará méritos;
devocion descansa sobre el ejercicio de la oracion ja- 2.'. impetrará gracias: 3.', satisfará por las culpas;
culatoria, que á diferencia de todas las otras oracio-
(-ionvocal entre los antiguos y nosotros en las razo-
4.°, glorificará á Dios; 5.°, honrará á Jesús y á su Ma- nes siguientes : «Primeramente, la vida de los anti-
dre; 6.°, convertirá á los pecadores; 1.a, socorrerá á guos era incomparablemente de mayor abstracción,
las almas benditas del purgatorio. Bajo este respecto, de más rigurosa soledad y de un silencio casi perpe-
¿no podremos hacer algo más por Jesús, que lo que tuo : prácticas que al presente se cree no somos capa-
hemos hecho hasta aquí? ¡Oh Amor, Amor! ¡Vos ces de ejercitar. Segunda, sus ayunos, abstinencias
mismo es preciso que nos enseñeis los medios de que y otras austeridades, superiores á las fuerzas de nues-
debemos valemos para ello, cuidando de recordár- tra enfermiza complexión corporal. Tercera, las ocu-
noslos , cuando los olvidemos! paciones exteriores en que. se empleaban fuera del
Mas para conseguir todos estos frutos no basta que tiempo señalado á la oracion, las cuales disponían su
pronunciemos con los labios nuestras oraciones jacu- espíritu al recogimiento é inspiraciones divinas mu-
latorias, es decir, por mera rutina y sin ninguna cho mejor que aquellas que ahora suelen comunmen-
atención interna. Entre no pocas gentes se ha hecho te practicarse » Paréceme que Santa Teresa no con-
hoy de moda hablar con cierto desden de la oracion vendría con el P. Báker, y hé aquí un nuevo ejemplo
vocal; pero no debería olvidarse que en los mismos de Santos canonizados enseñando una doctrina más
tiempos modernos se han levantado herejías acerca dulce y suave que la de las otras personas espirituales.
de semejante materia; herejías contra las cuales re-
Como es tan rara la obra del P. Báker, me agra-
caen las censuras de proposiciones condenadas por la
decerán mis lectores que copie aquí los párrafos en
Iglesia. La oracion vocal es la que elevó á los Padres
que dicho escritor resume su doctrina , relativa á la
del Desierto á la más eminente santidad; y Santa Te-
oracion vocal. «Pues que para toda clase de oracion,
resa , en época posterior, fué la Doctora de las exce-
son sus palabras, se requiere necesariamente la aten-
lencias y prerogativas de la oracion vocal hasta para
ción del ánimo, sin cuyo requisito no es oracion, pre-
llegar á l'a más alta contemplación. El mismo P. Bá-
ciso es saber que hay varias especies y grados de
ker se ha visto obligado á confesar que por medio de la
atención, todos buenos, pero unos más excelentes y
oracion vocal conduce Dios incidentalmente á no po-
provechosos que los otros. El primer grado consiste en
cas personas á las alturas de contemplación y unión
una atención ó reflexión expresa á las palabras y sen-
mística; si bien considera hoy semejante efecto de la
tido de la sentencia que pronunciamos con los labios
oracion vocal ménos frecuente que en los siglos pasa-
ó revolvemos en la mente. Ahora bien; debiendo esta
dos, fundando esta diferencia de resultados de la ora-
atención variar y cambiar, según que se suceden el alma de afectos abundantes con que pueda estar
unas á otras las sentencias de los Salmos, etc., no siempre unida á Dios, aquélla que ya ha conseguido
puede tan eficazmente fijar en Dios nuestro entendi- ese fin, es decir, la unión, miéntras ésta subsista,
miento y voluntad, pues ambas potencias tienen que no debe ser separada de ella, ni tampoco forzarla á
ocuparse en nuevos afectos y consideraciones. Este es buscar nuevos afectos, á ménos que careciesen ya de
el grado más bajo ó imperfecto de atención, que toda jugo los primeros.
clase de personas es más ó menos capaz de alcanzar. «El tercero y más sublime grado de atención al
Y cuanto más imperfectas sean las almas, ménos di- Oficio divino consiste en cambiar las oraciones voca-
ficultad encuentran en abandonar semejante aten- les en mentales. Efectivamente, por medio de esta
ción: porque aquellas que profesan á Dios un encen- atención, las almas en su unión más íntima con Dios,
dido amor, no es fácil que puedan renunciar á un afec- todavía pueden atender ai sentido y espíritu de cada
to que las tiene uuidas á Dios, y que le bailan tan pasaje que recitan. consiguiendo de esta suerte au-
dulce y provechoso, para sustituirle por uno nuevo mentar y simplificar su afecto, adhesión y unión. Di-
que se suceda en el Oficio: sustitución que redundaría cha atención no se alcanza hasta despues que el alma
en perjuicio suyo. ha llegado á una perfecta contemplación, en la cual
«El segundo grado de atención es el de las almas se halla la inteligencia tan habitualmente unida á
regularmente ejercitadas en la oracion mental, quie- Dios, y la imaginación á la razón, que no la es posi-
nes , rezando el Oficio , sienten despertar en su cora- ble fijarse en ningún otro objeto que la distraiga.»
zon un vivo afecto hacia Dios , y desean continuarle «¡ Dichosas las almas. cuyo número es ciertamen-
sin variación con el más profundo recogimiento posi- te muy escaso, que han llegado á conseguir este ter-
ble, sin cuidarse de si es ó nó acomodado al sentido cer grado de atención per su cuidadosa solicitud en
del pasaje que estén entonces recitando. Semejante la práctica de los dos primeros, y singularmente del
atención se refiere á Dios, no á las palabras; y es más . segundo! Así. pues, en el rezo-del Oficio , hasta las
saludable que la primera. Seria, pues, no ménos no- almas más imperfectas, siempre que se encuentren
civo que irracional el obligar á las almas á sustituir bastantemente recogidas, harán bien en continuar
esta segunda atención por la anterior. En efecto, ha- manteniendo sujeta su imaginación todo el tiempo
biendo sido ordenadas todas las oraciones vocales de que les sea posible; y el medio más eficaz para adqui-
Escritura, etc., exclusivamente para suplir y proveer rir y aumentar semejante recogimiento en el rezo del
Oficio divino consiste en la práctica de la oracion in- délos ultrajes que recibe nuestro Dios y Señor; si
terior , esto es, en la meditación ó actos inmediatos tuviésemos un verdadero celo por la gloria de nuestro
de la voluntad, cuyo único blanco y fin es procurar Padre misericordioso y compasivo ;si nos apiadásemos
mantener una constante atención y adhesión del es- de las almas infelices privadas de la gracia y rodea-
píritu á Dios (1).» das de mil tenciones, ¡qué asombrosas maravillas
no obraríamos entonces, prosiguiendo nuestro cami-
6. No estará demás volver á repetir que podemos
no ordinario, no distrayéndonos de nuestras ocupa-
asimismo ofrecer á Dios , en unión con los mereci-
ciones y empleo, y sin privarnos (asilo ha ordenado
mientos de nuestro Señor Jesucristo y aquellos riquí-
nuestro Dios y Señor) de nuestros pasatiempos y re-
simos tesoros sobrenaturales de que hablamos en el
creaciones ! Por eso cuando uno considera que todas
capítulo pasado, no sólo nuestras acciones ordinarias,
las cosas deben ser por Jesús, y ve lo que ha podido
sino también todo cuanto nos acontezca en la vida
hacer en obsequio suyo, que ¡ay! no ha hecho, no sin
presente. Así es como nuestros más ligeros sufrimien-
razón comienza á creer que no existe ningún rincón
tos, penas, contradicciones y adversidades, serán
déla tierra que se sepa, donde el fruto de la gloria
otros tantos celosos misioneros para la propagación
divina sea ménos exquisito y más escaso que en nues-
de la fe, apóstoles que conviertan á los pecadores, y
tro mezquino corazon.
Ángeles que alaben y glorifiquen á la soberana Ma-
jestad del Altísimo. Nuestras más pequeñas mortifi- ¿No cuenta la fábula de cierto personaje, que cam-
caciones , aunque escasas en número y por muy li- biaba en oro todo cuanto tocaba, y que muy luego
vianas que sean, unidas á los azotes, espinas, clavos sevió embarazado con don tan maravilloso? Pues
y lanza, atraerán hacia nosotros el Sagrado Corazon también nosotros, bajo la ley evangélica, bajo la ley
de Jesús con una fuerza irresistible. La gracia que de gracia, cambiamos en oro todo cuanto tocamos
recibamos durante el dia se duplicará ofreciéndola con la intención y oblacion; pero con la diferencia,
por la noche en unión con la gracia de Aquél de quien de que nuestro don no llega nunca á embarazarnos,
proceden todos nuestros dones. Hé aquí cómo Jesús porque jamás llenarémos á Dios de gloria ni al cielo
nos ayuda á amarle, y cómo nos eleva á la dignidad deméritos. ¡Qué desconsuelo, pues, contemplar al
augusta de reyes y sacerdotes. Si nos condoliésemos fin de la vida los millones y millones de ocasiones
perdidas! Mas ¿cómo, me dirán algunos, cómo es
posible que vayamos notando todas las ocasiones que
• (i) II, 13, 14,15.
se nos ofrecen, que las recordemos, siendo innume-
te pensamiento se desenvuelve eual insondable pié-
rables y su cediéndose sin cesar unas á otras ? Es im-
lago , hasta el punto de llegar á causar en nuestro
posible dar ninguna regla, ni trazar ningún método
ánimo un asombro indecible. Consideremos por una
formal: amad, amad, amo/1; no hay otro camino, no
parte quiénes somos nosotros, cuál es nuestro origen,
se conoce ningún otro medio. El amor os enseñará
nuestra rebeldía, nuestra natural flaqueza, nuestra
todo cuanto debeis saber; el amor os revelará los se-
vileza personal, nuestra horrible perversidad y espan-
cretos de Jesús; el amor os hará las cosas fáciles y
tosa indignidad y miseria; y por otra, quién es Dios,
gustosas; el amor, en fin, será para vosotros una
el invisible, santísimo, incomprensible Dios que tiene
nueva naturaleza. No hay nada que llegueis á desear
la dignación de complacerse con nosotros, que anhela
que el amor no pueda conseguir, y ningún otro me-
procuremos agradarle, que dispone toda la natura-
dio sino el amor es capaz de alcanzároslo: amad, y
leza para que por mediación de la gracia podamos
amad. La dificultad no está ciertamente en amar á
complacerle más y más cada dia, que nos provee, en
Jesús, sino en profesarle poco amor, cuando se tiene
fin, de un sinnúmero de auxilios sobrenaturales con
la dicha de amarle.
que proporcionarle semejante contentamiento y tan
¡ Ojalá nos fuese concedido ver y sentir la incom- indecible placer. La inmensidad de esta su condes-
parable grandeza del privilegio que se nos ha otorga- cendencia es absolutamente inexplicable; y ¡ ojalá
do de agradar y complacer á Dios nuestro Señor! que nuestro Señor dulcísimo se dignase dilatar bas-
Si salvásemos nosotros -la vida del Príncipe heredero tantemente nuestro corazon para que pudiésemos
de la corona, no es fácil que llegásemos á olvidar la comprenderla! Pero ¿á qué andar discurriendo sobre
expresión de agradecimiento pintada en el rostro de la manera de comprender una de sus divinas condes-
su augusta madre; siempre estarían resonando en cendencias? Pues qué, ¿no tenernos un corazon ca-
nuestro oído las abrasadas palabras de gratitud que paz de contener al mismo Señor, su cuerpo, alma y
brotaran de sus labios en prueba de su reconocimien- divinidad? Hé aquí cómo nuestro pensamiento salta
to: las lágrimas de una soberana, y lágrimas de de una condescendencia á otra condescendencia, de
gozo, no son cosas, por cierto, que lleguen luego á un amor á otro amor; y no halla otra cosa que mise-
olvidarse. Pero ¿qué es todo esto comparado con el ricordias sobre misericordias. Sube á una altura, y
privilegio incomparable de agradar á Dios, aunque tropieza con otras alturas más elevadas todavía: y
no fuese más que una vez en la vida? ¡Oh! semejan- todo es amor! ¡amor! ¡amor! ¡Dios amoroso! ¡Dios
amoroso! Así nos dice Santa Gertrudis que podemos se; 3.a por el acto de la presencia de Dios; 4.a por la
apellidarnos; y ¿qué otro nombre os hemos de dar? señal de la cruz; 5.a por su oracion preparatoria; 6.a
¿Por qué, pues, no os amamos, Dios amorosísimo, y por su meditación; 7.a por la incomodidad en la pos-
digno de un amor superior á todo humano encareci- tura , y su cansancio y distracción; 8!a por las resolu-
miento? ciones que toma al fin de la meditación; 9." por cada
Si paramos la consideración en estas tres cosas, á jaculatoria que dice durante el tiempo de este piadoso
saber: Dios, nosotros mismos y el sistema sobrenatu- ejercicio; 10.a por la obediencia en el cumplimiento de
ral en que nos encontramos, llegarémos seguramen- su obligación. Todavía hubiera sido más exacto decir
te á ver y palpar que la capacidad que tenemos para que cada uno de estos diez méritos encerraban innu-
glorificar á Dios, á pesar de no ser Santos ni cosaque merables méritos; pero reduzcámoslos á solo diez, y
se lo parezca, es una capacidad asombrosa é inefa- esta única práctica nos daría los resultados siguien-
ble. En primer lugar, uniendo nuestras acciones á tes : semejante sujeto, con esa sola acción, glorifica-
las acciones de Jesús, adquieren un valor casi infi- ría cada año á Dios tres mil seiscientas y cincuenta
nito , y lo que entónces tenemos que ofrecer á Dios es veces, y con cada una de estas veces agradaría á
asimismo en cierta manera infinito. ¿Qué digo? ¡ si Dios,—y como se le permitiese complacerle una sola
podemos ofrecerle el mismo Jesús, que es infinito é vez durante toda la eternidad, sería una condescen-
igual á Dios, y ofrecérsele en todo cuanto decimos, dencia indecible—y le glorificaría más que todas las
hacemos, pensamos y sufrimos! Consideremos, en se- ciencias físicas le han glorificado jamás, puesto que
gundo lugar, la multiplicidad.de nuestras acciones. le glorificaría sobrenaturalmente.
Nadie es capaz de contarlas, sobrepujan al cálculo; Despues de la multiplicidad de nuestras acciones,
veámoslo si no con un ejemplo. Dos personas son in- consideremos la facilidad increíble de ofrecérselas á
vitadas á levantarse por la mañana temprano para Dios en unión con los méritos de su Hijo santísimo.
tener media hora de meditación; una acude á ella, la Una sola mirada á Jesús,, y todo está hecho. No se
otra nó. La primera merece, y así glorifica á Dios necesitan palabras, suspiros, ni prolijas reflexiones:
más, infinitamente más que todas las ciencias físicas el amor contempla á Jesús, y esto basta, y todo está
y artes juntas le han glorificado desde el diluvio acá, consumado. No olvidéis asimismo que cada mérito
por las razones siguientes: 1.a por la mortificación en implica un nuevo grado de gracia, y cada grado de
levantarse temprano; 2.a por su modestia en vestir- gracia un grado correspondiente de gloria eterna,

\
siempre por supuesto, que tengamos la diclia de mo- por todas partes y ocupado siempre en imponernos
rir con el don de la perseverancia final: el ojo no ha nuevas obligaciones y ligarnos con nuevas cadenas
visto, ni el oído ha oido, ni el entendimiento humano de amor! ¡ Ojalá estuviésemos tan fuertemente amar-
ha concebido jaibas un solo grado de gloria celestial. rados á Jesús, que nunca nos fuese «posible separar-
Y todos estos grados preciso es que los multiplique- nos de su lado! Mas ¡ay! ser suyos, muy suyos, en-
mos millones y millones de veces • y si tenemos la teramente suyos, inenajenables y por todaja eterni-
desgracia de caer en culpa mortal, pero luego, ayu- dad , es la dicha del Purgatorio! Seguramente, el
dados de la divina gracia, imploramos contritos la lograr que una sola alma profese á Jesús un solo gra-
preciosa sangre, no se contenta Jesús con perdonar- do de amor, bien valen la pena los novecientos años
nos , sino que le es indispensable devolvernos toda esa dé penitencia de Adán, entre las espinas y abrojos
asombrosa suma total deméritos: tan apasionada- de una tierra solitaria é ingrata. ¡ Y nosotros, sin
mente anhela tenernos consigo en el cielo por toda embargo, estamos viviendo en el seno de su santa
la eternidad. ¡Y todavía existen católicos tibios! ¡Y Iglesia, donde el principio, medio y fin de toda núes •
Vos, Jesús mió, los sufrís con tanta paciencia! Cu- tra religión es que todas las cosas son nuestras, y
bristeis toda la tierra con una red de amor , que ha- nosotros somos de Cristo, y Cristo es de Dios!
béis estado tejiendo diligentemente desde toda la Si existe una escena soberanamente tierna y pa-
eternidad; pero la hicimos toda pedazos, y ¿ qué ha- tética, es, sin duda alguna, la que nos ofrece Dios,
céis Vos entónces, dulcísimo, suavísimo y amorosísi- mendigando gloria de sus criaturas en un mundo he-
mo Señor nuestro? ¡ Ah! ¡os ponéis á tejer con inalte- chura de sus manos. El amor que inspira semejante
rable amor una nueva red de preceptos misericordio-
espectáculo es vivo y penetrante cual dolor agudo, y
sos y de alegre temor para coger en sus mallas aque-
aseméjase al martirio que sufre un padre por su hijo
llas almas necias que no quisieron dejarse prender
culpable. ¿ No nos hace enloquecer, y enloquecer de
con el cebo del amor!
amor, viendo al Criador suplicando, mendigando al
¡ Cuán dulce cosa es salvarse por Jesús! No parece Todopoderoso, y que se le niegue la limosna que
sino que es preferible á no haber nunca incurrido en pide? Y ¿quién se la rehusa con tanta frecuencia
la culpa original. ¡ Qué gozo el deberlo todo á Jesús! como nosotros? ¡ Ah! quién dará á nuestros ojos dos
¡qué dicha la nuestra no poder ni por un solo momen- fuentes de lágrimas para llorar dia y noche tan ne-
to hacer nada sin su auxilio! ; qué felicidad hallarle gra ingratitud, más inconcebible todavía que el ado •
TOMO I. . 21
rabie misterio de la Santísima Trinidad! ¿Qué cosa
puede haber más encantadora y paternal que nuestro INDICE GENERAL.
Dios y Señor, pidiendo gloria á sus criaturas ¡a
CAPÍTULO I.
nosotros! siendo tan ruines y miserables como so-
mos ? ¿ Cómo, cómo, pues, no le amamos ? ¿ Qué más INTERESES DE JESUS.
Páginas.
puede haber hecho en favor nuestro? Siglos ha que él Jesús todo p o r nosotros y todo por a m o r . - S u s inte-
mismo decía: «¿ Qué más puedo hacer, que no haya reses, el objeto de la C o n f r a t e r n i d a d de l a Precio-
sa Sangre.—Intereses h u m a n o s . — I n t e r e s e s diabó-
hecho?» Efectivamente, ¿qué más puede hacer el
licos.—Intereses de Jesús:—!. 0 en l a Iglesia triun-
Señor por nosotros, que no haya hecho ? ¡ Contem- f a n t e ; — 2 . ° en l a Iglesia p u r g a n t e ; - 3 . ° en la
plad y ved, hijos de los hombres, contemplad y Iglesia militante.—Los c u a t r o principales:—1.° la
gloria de su Padre;—2.° el f r u t o de su Pasión;—3.°
ved! ¡El Rey de la gloria arreglando y disponién- el h o n o r de su Madre;—4.° el aprecio de la g r a c i a .
dolo todo en su propio mundo, ¡loor á su Majestad —No siguen la m i s m a r e g l a que los intereses del
mundo.—No esperar de ellos resultados visibles.
soberana! como si fuésemos nosotros la causa final de —La oracion , el medio p r i n c i p a l de p r o m o v e r l o s . 4
toda la creación!
CAPÍTULO II.

SIMPATIA CON JESUS.

Servicio de a m o r . — L a s i m p a t í a con J e s ú s , señal de


santidad.—Los tres i n s t i n t o s de los Santos:—1.*
Celo por la gloria de Dios;—2.° susceptibilidad por
los intereses de Jesús;—3." anhelo por la salvación
FIN DEL TOMO I. de las a l m a s . — H i s t o r i a d o S a n t a J a c i n t a de Maris-
cotti.—Ejemplo de los tres instintos en un jesuíta
español.—Seis v e n t a j a s en la aplicación de nues-
tras indulgencias p o r las a l m a s del p u r g a t o r i o . . . 3'.»

CAPÍTULO III.

EL AMOR OFENDIDO POR El. PECADO.

Dios es nuestro P a d r e i g u a l m e n t e que u u e s t r o Cria-


dor.—Llévanos este título asi al a m o r de compla-
cencia como al de compasion. —Dolor de los peca-
dos de nuestros prójimos.—Varias revelaciones de
rabie misterio de la Santísima Trinidad! ¿Qué cosa
puede haber más encantadora y paternal que nuestro INDICE GENERAL.
Dios y Señor, pidiendo gloria á sus criaturas ¡a
CAPÍTULO I.
nosotros! siendo tan ruines y miserables como so-
mos ? ¿ Cómo, cómo, pues, no le amamos ? ¿ Qué más INTERESES DE JESUS.
Páginas.
puede haber hecho en favor nuestro? Siglos ha que él Jesús todo p o r nosotros y todo por a m o r . - S u s inte-
mismo decía: «¿ Qué más puedo hacer, que no haya reses, el objeto de la C o n f r a t e r n i d a d de l a Precio-
sa Sangre.—Intereses h u m a n o s . — I n t e r e s e s diabó-
hecho?» Efectivamente, ¿qué más puede hacer el
licos.—Intereses de Jesús:—!. 0 en l a Iglesia triun-
Señor por nosotros, que no haya hecho ? ¡ Contem- f a n t e ; — 2 . ° en l a Iglesia p u r g a n t e ; - 3 . ° en la
plad y ved, hijos de los hombres, contemplad y Iglesia militante.—Los c u a t r o principales:—1.° la
gloria de su Padre;—2.° el f r u t o de su Pasión;—3.°
ved! ¡El Rey de la gloria arreglando y disponién- el h o n o r de su Madre;—4.° el aprecio de la g r a c i a .
dolo todo en su propio mundo, ¡loor á su Majestad —No siguen la m i s m a r e g l a que los intereses del
mundo.—No esperar de ellos resultados visibles.
soberana! como si fuésemos nosotros la causa final de —La oracion , el medio p r i n c i p a l de p r o m o v e r l o s . 4
toda la creación!
CAPÍTULO II.

SIMPATIA CON JESUS.

Servicio de a m o r . — L a s i m p a t í a con J e s ú s , señal de


santidad.—Los tres i n s t i n t o s de los Santos:—1.*
Celo por la gloria de Dios;—2.° susceptibilidad por
los intereses de Jesús;—3." anhelo por la salvación
FFN DEL TOMO I. de las a l m a s . — H i s t o r i a d o S a n t a J a c i n t a de Maris-
cotti.—Ejemplo de los tres instintos en un jesuíta
español.—Seis v e n t a j a s en la aplicación de nues-
tras indulgencias p o r las a l m a s del p u r g a t o r i o . . . 3'.»

CAPÍTULO III.

EL AMOR OFENDIDO POR El. PECADO.

Dios es nuestro P a d r e i g u a l m e n t e que u u e s t r o Cria-


dor.—Llévanos este título asi al a m o r de compla-
cencia como al de compasion. —Dolor de los peca-
dos de nuestros prójimos.—Varias revelaciones de
los Santos sobre el particular.—Oficio especial de intercesorio de su Pasión.—Varios ejemplos de los
las religiosas.—Ejemplos de los Santos.—Métodos Santos.—3.° Nuestra Santísima Virgen;—natura-
para p r a c t i c a r dicho dolor:---l. 0 consideración so- leza de su devocion;—devocion á sus gozos.—4."
b r e la gloria divina;—2.° método de San Bernardo; Los Angeles ;—5.° todo cuanto hay y h a habido
—3." de Baltasar Alvarez y San Alfonso de Ligorio. sobre la tierra;—6." las perfecciones divinas.—Uti-
—Cómo se satisfacen los t r e s instintos en esta de- lidad que la devocion de intercesión r e p o r t a á las
voción.—San Panucio y el gaitero.—Lancisio personas achacosas •
sobre el Carnaval.—Vision de Santa Gertrudis.—
Conducta de ciertos católicos.—Deplorable aban-
CAPÍTULO VI.
dono de la gloria divina
MONEDA ACUÑADA.
CAPÍTULO IV.
Dios es causa de todo. - Las columnas de la Iglesia,
ORACION DE INTERCESION. —Naturaleza y gracia.—Ofrecimiento de nuestras
acciones en unión con las de Jesucristo.—Moneda
Medios que concurren á la salvación de una a l m a . — a c u ñ a d a . - E s p í r i t u de o b l a c i o n : - \ o b l a c i o n de
Qué envuelve su salvación.—Misterio de la ora- n u e s t r a s acciones ordinarias.—Varios métodos y
c i o n . - V i s i o n de Santa Gertrudis sobre el Ave- prácticas de oblacion. —Diferencia e n t r e los escri-
María.— Aplicación de los tres instintos de los tores canonizados y no canonizados. —Oblaciones
Sanios á la práctica de la intercesión.—Por quié- de Santa Gertrudis.—2.* Oblacion de las recrea-
nes debemos interceder:—1.° por los que están en ciones.—Avisos á los valetudinarios.—Juego de
pecado mortal;—2." por los tibios; —3."por los San-, ajedrez de San Carlos.—Arca de Noé.—3.* Obla-,
tos que se bailan todavia en la tierra;—4.° por los cion de la soledad.— i.° Elevación á Dios por la
a t r i b u l a d o s ; — p o r nuestros bienhechores:—6." contemplación de las c r i a t u r a s . — E j e m p l o s y
por los que aspiran á la perfección;—7.° por el prácticas.—Tres métodos de oracion de Pedro Fa-
a u m e n t o de la gloria accidental de los bienaven-
bre.—Variedad de devociones mentales.—Oracion
turados del cielo;—8.° por los ricos y nobles.—
vocal.—La devocion seca no es sólida.—5.° Ora-
Tiempo , lugar y método de la intercesión.—El
cion jaculatoria. — El P. Báker. — Cómo se ha
gozo y la exención de la vanagloria . frutos de la
de rezar el Oficio divino.—6."Oblación de los su-
oración de intercesión
frimientos. — Excelencia del altísimo privilegio
que se nos otorga de a g r a d a r á Dios.—Dios mendi-
CAPÍTULO V. gando gloria de sus propias c r i a t u r a s .

RIQUEZAS DE NUESTRA POBREZA.

Sentimiento por no amar á Dios como es debido.—


.Medios con que nos ayuda á amarle. —Especial-
mente la intercesión.—Biquezas que nos o f r e c e :
—1." la sagrada Humanidad de Jesús;—2.° El uso
Secciones. Págs.
INDICE DE LAS SECCIONES.
sin u n p r o f u n d o p e s a r d e l a s n u e s t r a s
propias. F r u t o s e s p i r i t u a l e s del a m o r de
compasion 444
CAPÍTULO I.
CAPÍTULO IV.
INTERESES DE JESUS.
Secciones. p¿g S ORACION DE INTERCESION.

I. . . . J e s ú s todo p o r n o s o t r o s , y todo por a m o r . i I Salvación d e u n a a l m a 134


II. . . . I n t e r e s e s de J e s ú s JO II. . . . Misterio d e l a o r a c i o n 141
III. . . Los cuatro principales intereses de Jesús... 20 III. . . Aplicación de los t r e s i n s t i n t o s á l a p r á c t i c a
1." La g l o r i a d e su P a d r e id de la oracion d e i n t e r c e s i ó n 152
I V . . . 2.° El ñ u t o de s u Pasión 93 IV. . . . Por q u i é n e s d e b e m o s i n t e r c e d e r 164
V ' 3.° El h o n o r de su Madre 25 V Secreto y gozo de la i n t e r c e s i ó n 184
VI. . . 4.° El a p r e c i o de la g r a c i a 28
VIL . . Cómo a u m e n t a r é m o s los i n t e r e s e s d e Jesús. 32 CAPÍTULO V.
VIII. . La o r a c i o n , m e d i o p r i n c i p a l de f o m e n t a r los
RIQUEZAS DE NUESTRA POBREZA.
i n t e r e s e s de J e s ú s 36
I Cómo Dios nos a y u d a á a m a r l e 187
CAPÍTULO II. II. . . . 1." La s a g r a d a H u m a n i d a d de J e s ú s 198
III... 2.° La Pasión 200
SIMPATÍA CON JESUS.
IV... 3." Devocion á l a S a n t í s i m a Virgen 211
' L a s i m p a t í a con J e s ú s , s e ñ a l de s a n t i d a d . . 39 V. . . . 4." Los S a n t o s A n g e l e s 224
II.. . . Los tres instintos de los Santos iS VI. . . 3.° L a s cosas d e l a t i e r r a 223
Celo p o r l a g l o r i a de Dios • id. VII... 6.° Los divinos a t r i b u t o s 227
III. . . 2.° Susceptibilidad p o r los i n t e r e s e s de
Jesús go CAPÍTULO VI.
IV. . . 3.° Solicitud por la salvación de l a s a l m a s . . 50 MONEDA ACUBADA.
V Seis v e n t a j a s en la aplicación de n u e s t r a s
i n d u l g e n c i a s p o r las a l m a s del p u r g a t o r i o . 6't I Vanidad de l a ciencia h u m a n a 234
II. . . . Consideraciones devotas a c e r c a de la doc-
CAPÍTULO III. t r i n a de la intención 239
III. . . P r á c t i c a s de los S a n t o s 242
EL AMOR OFENDIDO POR EL PECADO.
IV.... Escritores espirituales 249
I. . . . Dios es n u e s t r o P a d r e m u y a m a d o 78 V. . . . E s p í r i t u de S a n t a G e r t r u d i s 258
II.... A m o r de c o m p l a c e n c i a y a m o r d e c o m p a - VI Recreaciones y entretenimientos 262
sión 87 VII... Variedad e n la devocion 279
ID E j e m p l o s del a m o r d e c o m p a s i o n 95 VIII.. Jaculatorias y atención 286
IV.... Medios de e j e r c i t a r el a m o r d e c o m p a s i o n . . 108
V No h a y v e r d a d e r o dolor de las c u l p a s a j e n a s

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