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tro
POR
y traducida directamente
del original con a r r e g l o & l a s é t i m a edición i n g l e s a ,
T O M O I.
ra v .i; 1 >
Tuos f i m p l i c f s
Pueros congrega ,
Ad sánele l a u d u i d u m
Sincere c j n e n d u m
Ofe i n o n i o
i -UhtUlom puerorum ductor.
i':;.-— ..í-" 'ttem. Alex. ¡lili. III, Pt*¡9-
SLÉfgftt fülOC« m l5t-:\
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»J. '
AL SR. D. DIONISIO GONZALEZ Y MENDOZA,
P r e s b í t e r o , D o c t o r en D e r e c h o y T e o l o g í a , E x - G o b e r n a -
d o r eclesiástico y D o c t o r a l jubilado de l a m e t r ó p o l i de
Cuba, M i e m b r o de la Academia de los Quirites de R o m a ,
Vicepresidente de l a Comunidad de Capellanes R e a l e s ,
R e c t o r y Director del S e m i n a r i o y Colegio de San L o r e n i o
del E s c o r i a l , e t c . , etc.
una vez contemplara y bendijera en su amor inefa- unión con los méritos de nuestro Señor amoroso, au-
ble. Los intereses humanos ponen á un lado los inte- mentan considerablemente la gloria divina. No se pasa
reses de Jesús, bien como cosas gravosas, y no raras una sola hora, así á lo ménos lo creemos, en que no
veces, como objetos inútiles. Los diabólicos opónense arribe al puerto dichoso del cielo una nueva alma r
abiertamente á los de Jesús, y do quiera prosperan procedente del purgatorio ó de la tierra, para empe-
aquéllos, bajan éstos ó desaparecen por completo. zar su eternidad de alabanzas y arrobamientos. Cada
alma que aumenta la muchedumbre de adoradores,
SECCION II.
cada voz silenciosa agregada á los coros angélicos,
Intereses de Jesús. es un grado más de gloria divina; y en el Ínteres de
Jesús está hacer que estos arribos sean cada vez más
Examinemos ahora los intereses de Jesús: echemos frecuentes, y que esas almas lleven consigo, á su en-
una ojeada por toda la Iglesia su esposa. Recorramos trada en la gloria, un riquísimo tesoro de mereci-
primeramente el cielo, ó la Iglesia triunfante. El Ín- mientos , y un grado muy subido de amor de Dios.
teres de Jesús consiste en que se aumente por todos Hasta en el cielo tiene la Confraternidad trabajos en
los medios posibles, y á cada hora del dia y de la no- que ocuparse, y amplios poderes para llevarlos á ca-
che , la gloria de la Beatísima Trinidad; y dicha bo. El cielo es una de nuestras oficinas, y son innu-
gloria divina , llamada accidental, se aumenta con merables los negocios que hay que despachar en sus
todabuena obra, palabra y pensamiento, con toda magníficos estrados: negocios favorables á los intere-
correspondencia á la gracia, con toda resistencia á la ses de Jesús; negocios que El tiene en grande estima-
tentación, con todo acto de adoracion, con todo Sa- ción, y por lo cual nos importa sobremanera no de-
cramento debidamente administrado ó humildemente jarlos de la mano.
recibido , con todo homenaje y acto de amor á María, Del cielo bajemos con la consideración á ese vas-
con toda invocación á los Santos, con toda cuenta de tísimo reino del purgatorio, con su emperatriz madre
rosario, con toda gota de agua bendita, con toda María. Toda esa innumerable muchedumbre de almas
señal de la cruz, con toda pena pacientemente sufrida, son las esposas fieles y queridas de Jesús; pero ¡ en
con toda calumnia tolerada con resignación, y con qué espantoso abandono de tormento sobrenatural no
todo buen deseo, aunque no se ponga por obra. Todas las ha dejado su amor! Jesús suspira por su libertad:
estas cosas, como se hagan con devota intención y en anhela con vivas ansias verlas trasportadas de esa te-
TOXO I. '
•
una vez contemplara y bendijera en su amor inefa- unión con los méritos de nuestro Señor amoroso, au-
ble. Los intereses humanos ponen á un lado los inte- mentan considerablemente la gloria divina. No se pasa
reses de Jesús, bien como cosas gravosas, y no raras una sola hora, así á lo ménos lo creemos, en que no'
veces, como objetos inútiles. Los diabólicos opónense arribe al puerto dichoso del cielo una nueva alma r
abiertamente á los de Jesús, y do quiera prosperan procedente del purgatorio ó de la tierra, para empe-
aquéllos, bajan éstos ó desaparecen por completo. zar su eternidad de alabanzas y arrobamientos. Cada
alma que aumenta la muchedumbre de adoradores,
SECCION II.
cada voz silenciosa agregada á los coros angélicos,
Intereses de Jesús. es un grado más de gloria divina; y en el Ínteres de
Jesús está hacer que estos arribos sean cada vez más
Examinemos ahora los intereses de Jesús: echemos frecuentes, y que esas almas lleven consigo, á su en-
una ojeada por toda la Iglesia su esposa. Recorramos trada en la gloria, un riquísimo tesoro de mereci-
primeramente el cielo, ó la Iglesia triunfante. El Ín- mientos , y un grado muy subido de amor de Dios.
teres de Jesús consiste en que se aumente por todos Hasta en el cielo tiene la Confraternidad trabajos en
los medios posibles, y á cada hora del dia y de la no- que ocuparse, y amplios poderes para llevarlos á ca-
che , la gloria de la Beatísima Trinidad; y dicha bo. El cielo es una de nuestras oficinas, y son innu-
gloria divina , llamada accidental, se aumenta con merables los negocios que hay que despachar en sus
todabuena obra, palabra y pensamiento, con toda magníficos estrados: negocios favorables á los intere-
correspondencia á la gracia, con toda resistencia á la ses de Jesús; negocios que El tiene en grande estima-
tentación, con todo acto de adoracion, con todo Sa- ción, y por lo cual nos importa sobremanera no de-
cramento debidamente administrado ó humildemente jarlos de la mano.
recibido , con todo homenaje y acto de amor á María, Del cielo bajemos con la consideración á ese vas-
con toda invocación á los Santos, con toda cuenta de tísimo reino del purgatorio, con su emperatriz madre
rosario, con toda gota de agua bendita, con toda María. Toda esa innumerable muchedumbre de almas
señal de la cruz, con toda pena pacientemente sufrida, son las esposas fieles y queridas de Jesús; pero ¡ en
con toda calumnia tolerada con resignación, y con qué espantoso abandono de tormento sobrenatural no
todo buen deseo, aunque no se ponga por obra. Todas las ha dejado su amor! Jesús suspira por su libertad:
estas cosas, como se hagan con devota intención y en anhela con vivas ansias verlas trasportadas de esa te-
TOXO I. '
nebrosa región llena de tinieblas y sufrimientos, á la de las oficinas de la Confraternidad; y no haya miedo
esplendorosa luz de su mansión celestial; sin embar- que abrumemos de negocios al glorioso secretario de
go base en cierta manera atado sus propias manos. esa región vastísima, al bienaventurado San Miguel,
Ya no las concede ninguna gracia, no las otorga ministro de María. Ved cómo trabajan los marineros
tiempo de hacer penitencia, ni las permite merecer, con las bombas, para salvar sus vidas á bordo de un
y según algunos han creido, ni siquiera pueden allí ' buque que hace agua. ¡ Oh, si tuviéramos nosotros la
orar. ¡ Cuán lamentable no será, pues, 1a. situación de caridad de trabajar así con la fina instrumentación
esas almas afligidas en tan horrible morada! Porque— de las indulgencias á favor de las ánimas benditas
y medítese bien esto—la suerte dichosa de estas al- del purgatorio! L nuestra disposición están las in-
mas depende más bien de la tierra que del cielo , más finitas satisfacciones de Jesús, los dolores de María,
de nosotros que de Jesús; así lo ha ordenado Aquél los tormentos de los mártires y la laboriosa perseve-
de quien todo depende; y sin el cual no hay depen- rancia en el bien obrar de los confesores. Jesús no
dencia alguna. Es, pues, evidente que Jesús tiene in- quiere hacerlo aquí por sí mismo, porque desea ver
tereses en el purgatorio, y desea ver á sus cautivos cómo le ayudamos nosotros, y porque cree igualmen-
puestos en libertad. Á nosotros, que si tenemos un te que se alegrará nuestro amor, dejándonos algo que
principio de vida sobrenatural, es favor suyo, píde- hacer en obsequio suyo. Santos ha habido que consa-
nos ahora , con las lágrimas en los ojos, que rescate- graron toda su vida á esta única obra de minar el
mos á aquéllos á quienes Él ha redimido. Toda satis- purgatorio; y á quien lo examine á la luz de la fe, no
facción ofrecida á Dios por esas almas benditas, toda le parecerá una cosa tan extraña. Es una compara-
oblacion de la Preciosa Sangre presentada al Padre ción , si se quiere necia, pero es lo cierto, que según
Eterno; oir misa, comulgar, mortificarse, las disci- todos los principios del cálculo, mayor hazaña es sa-
plinas, el tosco sayal, el cilicio, las indulgencias, el car una sola alma del purgatorio, que haber ganado
jubileo , la recitación devota del Be Profundis, la li- la batalla de "Waterloó, é inventado la máquina de
mosna dada al más menesteroso: todas estas cosas vapor; y con todo, apénas puedo yo concebir que
forman parte de la gloria de Jesús, y como se apli- exista un solo miembro de la Confraternidad que no
quen por la intención de esos hermanos nuestros, au- haya hecho ya algo más que rescatar una sola alma.
mentarán á todas horas los intereses de Jesús en el
Trasladémonos ahora á la Iglesia militante: aquí
imperio mariano del purgatorio. Hé aquí, pues, otra
los intereses de Jesús son muy ricos y varios. En-
ron de la Madre de Dios! ¡Hay judíos descendientes
cuéntranse cosas que hacer, y cosas que omitir, co- de aquéllos que crucificaron á nuestro Señor, y maho-
razones que persuadir, y corazones que disuadir. metanos que son los dueños de Jerusalen! ¡ Hay ho-
Tanto es lo que hay que hacer, que uno no sabe por tentotes que dan culto á horribles deidades, é indios
dónde empezar, ni cuál sea lo primero que deba po- americanos que nunca tuvieron otro pensamiento más
nerse por obra. Aquellos que no aman á Jesús, es -elevado que la caza y piratería, y cuyos méritos son
preciso que le amen; y quienes tienen la dicha de proporcionados al número de sus asesinatos! ¡Hay
amarle, que crezcan todos los diasen semejante amor. hombres emblanquecidos por las heladas nieves del
Cada uno de nosotros podía tomar para sí un depar- Norte, y h o m b r e s tostados con ios rayos abrasadores
tamento, y en él hallaría obra en que emplear toda del Mediodía! ¡Hay, en fin, espirando á cada mo-
su vida. Los hombres en su agonía es uno de los de- mento del dia y de la noche muchos hermanos nues-
partamentos que podríamos escoger. ¡Oh, y qué pe- tros, en el más espantoso abandono, sobre las cimas
ligro no corren los más caros intereses de Jesús en el de los montes y en lo profundo de los valles, en las
lecho de esa muchedumbre de moribundos que en la ciudades y en los desiertos, en la tierra y en el mar,
redondez del globo están exhalando su postrer suspi- en lóbregos calabozos y en regios alcázares! ¡ Y Jesús
ro ácada momento del dia y de la noche! Satanas murió por cada uno de ellos tan exclusivamente,
trabaja sin descanso; las tentaciones caen sobre ellos como si no hubiese ningún otro por quien dar su vi-
más espesas que los copos en una grande nevada; y da; y ahora mismo está pronto, si necesario fuese, á
quienquiera que gane esta batalla, Jesús ó el dia- volver á bajar del cielo, para ser otra vez crucificado
blo, ceñirá eternamente la corona del vencedor, por- por esos infelices! ¡Recorramos toda su larga pasión;
que ya no há lugar á un segundo combate. Hay ago- enumeremos sus pasos, sus lágrimas, sus gotas de
nizando católicos que hace años no se acercaron á re- sangre; contémoslas espinas, los golpes, los espu-
cibir los Sacramentos, y Santos cuyo medio siglo de tos, las caídas; penetremos en los insondables abis-
merecimientos y amor heroico corre un inminente mos de oprobios é ignominias que envuelve seme-
peligro de perderse. Solamente necesitan una cosa: jante pasión; sondeemos la tortura y angustias hor-
Ja perseverancia final; y por más esfuerzos que ha- ribles del Sacratísimo Corazon de Jesús! ¡Pues bien;
gan, no conseguirán merecerla. ¡ Hay herejes queja- todos esos crueles tormentos sufrió por aquel pobre
más sospecharon que vivían en la herejía, y herejes indio que ahora está agonizando bajólas sombras
de mala fe que calumniaron á la Iglesia y blasfema-
único negocio importante que tenemos que despa-
de los Andes; y si muere y no se salva, todo fué en
char. Desde la hora en que esta religiosa recibió se-
vano! Los moribundos, como llevo dicho, no son más
mejante favor, la parecía estar oyendo con frecuen-
que uno de los departamentos de los intereses de
cia los suspiros de los moribundos; y era tal el efecto
Jesús; y San Camilo fué suscitado por Dios para
que causaban en su ánimo, que despues, al acostarse
fundar una Orden exclusivamente en alivio suyo.
y levantarse, acostumbró siempre á rezar las oracio-
¡ Cuánto no podríamos igualmente decir de los peca-
nes de la Iglesia por los moribundos. Solía meditar
dores, herejes é infieles, de los presos, de los calum-
sobre estas palabras que el Señor dijo de Sí mismo
niados y de aquellos que padecen escrúpulos y ten-
poco Antes de su muerte: «Viene el príncipe de este
taciones ! No acabaríamos nunca, si fuésemos á
mundo y nada halla en Mi;» como si toda la vida
enumerar todos los intereses que tiene Jesús sobre la
debiésemos consagrarla á disponernos á hacer de al-
tierra.
gún modo nuestras estas palabras, para cuando nos
Pero ya que he mencionado á los moribundos y
llegue la última hora. Cuéntase de la misma religio-
los peligros de su hora postrera como objeto de una
sa°que yendo á Annecy el Obispo de Ginebra el dia
especial devocion, no estará fuera de lugar recorda-
de San Jerónimo á consagrar la iglesia de la Orden,
ros que Pió VII concedió indulgencias á todo el que,
como desease la Superiora que una de las seis capillas
en honor de la agonía de Jesús, rezare tres Padre-
fuese dedicada á San José, suplicóla esta buena her-
nuestros y Ave-Marías por los moribundos—véase en
mana que lo fuese á San José agonizando en los bra-
la Raccolta.—No pocos Santos y personas virtuosas
zos de Jesús y María. «¡Oh madre mia! la dijo, Dios
han tenido esta devocion especial por las almas en su
me ha hecho saber que, por dicha devocion á San
última agonía. En la vida de una de las primeras ma-
José moribundo, es voluntad suya colmar de gracias
dres de la Visitación se refiere, que estando velando
á los agonizantes; y como este glorioso Patriarca no
al Santísimo Sacramento durante la noche del Jue-
subiera inmediatamente al cielo, pues todavía no le
ves Santo de 1644, tuvo una visión de nuestro Señor
había abierto Jesús, sino que bajó al limbo, el ofre-
en su agonía; en cuya visión recibió singular luz y
cer á Dios la ¿resignación de ese gran Santo al espirar
gracia especial para rogar por la intención de los
y abandonar á Jesús y María, y el honrar la santa
agonizantes. «¡ Ay! exclamaba, las agonías de las
paciencia de su tranquila expectación hasta el ama-
pobrecitas criaturas son horas terribles!» y en ver-
necer de la Pascua, cuando Jesús resucitado sacóle
dad que ese momento decisivo de la eternidad es el
tro oficio y empleo como miembros de la Confraterni-
de allí, es uua devocion eficacísima en favor de los
dad , formarnos dé ellos una idea clara y distinta. Si
moribundos y almas del purgatorio.» Basta lo dicho
estudiamos el Sagrado Corazon de Jesús, según Él
acerca de esta devoeion, pues, como ya llevo indica-
mismo nos le ha revelado en el Evangelio, en la his-
do , no acabaríamos nunca, si fuésemos á ocuparnos
toria de la Iglesia y vidas de los Santos, y conforme
de todos los intereses que Jesús posee en la tierra.
le descubrimos nosotros mismos en la oracion , vere-
No hay fonda ni café, teatro ni casino, salón de
mos que los numerosos y variados intereses de Jesús
baile ni concierto, meeting público ni parlamento*
pueden reducirse á cuatro clases. Un breve bosquejo
feria, ni mercado, carrera de caballos ni corrida de
de cada una de ellas nos dará una idea clara de la
teros, andén, coche, barco de vapor, escuela, aca-
obra que vamos á emprender. El principal Ínteres de
demia, iglesia, en que no peligren á todas horas los
Jesús es indudablemente nuestra p r o p i a santificación
intereses de Jesús, y á donde Él no nos llame en so-
interior: el reino de los cielos está dentro de nosotros.
corro suyo. La Iglesia de la tierra es la iglesia militan-
Pero á pesar de toda la importancia que en si envuel-
te , y así no es maravilla que haya en ella tanto que
ve la cuestión de la santificación propia, no es este,
hacer, y que .sea tan escaso el tiempo para llevarlo á
al ménos directamente; el asunto en que al presente
cabo. No hay cosa alguna que no tenga dos lados,
vamos á ocuparnos. Ciertamente nada harémos sin la
uno favorable á Jesús, y el otro contrario suyo. El
santidad personal; mas no es ahora tiempo ni lugar
diablo posee en el mundo otros intereses á más de la
de hablar de semejante asunto. Los cuatro grandes
culpa grave, y puede con ellos hacer guerra á Jesús
intereses de Jesús á que yo al presente me refiero,
y obtener un éxito casi igual al que consigue con las
son: — 1.° la gloria de su Padre—2.° el fruto de su Pa-
culpas mortales: el veneno lento produce á veces su
sión—3.° el honor de su Madre—4.° el aprecio déla
efecto en las almas mejor que el activo. Yed, pues,
"gracia. Permitidme que os diga una palabra acerca
la multiplicidad, la ubicuidad, la urgencia que re-
de cada uno de ellos.
claman los intereses de Jesús. Y para hacer frente á
semejantes necesidades, es por lo que somos nosotros
miembros de la Confraternidad.
Aunque sea imposible examinar minuciosamente
todos los intereses que Jesús tiene en la tierra, es
preciso, sin embargo, si hemos de saber cuál es nues-
do, enteramente olvidado, no está Dios de la mayor
SECCION n i . parte del humano linaje ! Viven los hombres como si
fueran ateos, no porque se hallen en abierta rebelión
LOS CUATRO PRINCIPALES INTERESES DE JESUS.
contra su divina Majestad, sino porque le desdeñan
1;° La gloria de su Padre. ó no le conocen. Dios es un estorbo en su propio mun-
do , y una impertinencia en su creación, asi es que se
Al estudiar á nuestro Señor adorable, según se nos le ha retirado á un lado , como si fuera un ídolo gro-
representa en los Evangelios, nada hay en Él que se tesco. Los sabios y políticos han convenido en hacer
asemeje tanto á una pasión dominante, permítase- otro tanto, y las personas de negocios y opulentos del
nos la expresión, como su anhelo por la gloria de su siglo creen la cosa más decente del mundo guardar
Padre. Desde el momento en que abandonó á su Ma- un completo silencio acerca de Dios; imagínanse que
dre, quedándose en Jerusalen, hasta la última pala- no es fácil ocuparse de Él, ó formar una idea de sus
bra que pronunció en la Cruz, dicha devocion por 1a. perfecciones, sin concederle demasiado. Es un obs-
gloria de su Padre descúbrese por doquiera. Así como táculo casi insuperable, y si no fuese por la gracia,
se dijo de Jesús en cierta ocasion que le devoraba el absolutamente insuperable para los intereses de Je-
celo por la casa de Dios, así podemos decir que se sús , esa masa enorme é impenetrable de olvido é ig-
veía continuamente consumido de hambre y sed por norancia de Dios. Desgarra ciertamente el corazon,
la gloria de su Padre: no parecía sino que se había y muévenos ádesear la muerte; pues ¿qué otra cosa
perdido esta gloria en el mundo, y que venía á bus- podemos hacer en negocio tan desesperado? Ensaye-
carla y encontrarla. ¡ Y cuán angustiado no estaba su mos , sin embargo, nuestras fuerzas, ü n rosario y una
Corazon Sacratísimo hasta dar con ella! De esta ma- medalla bendita ¿no son de una eficacia incalculable?
nera fué nuestro modelo, y nos ofreció su gracia para y una sola Misa ¿no tiene, por ventura , un valor ili-
que glorifiquemos á nuestro Padre celestial. ¿Quién mitado?
puede contemplar la tierra , sin que al punto no vea
Pero desgraciadamente existe un gran número de
lo perdida que se halla en ella la gloria divina ? Pues
personas que nunca dan á la gloria divina el lugar
bien; Jesús tiene grande ínteres en que nosotros 1a.
que la corresponde ; y no pocas que se dicen espiri-
busquemos y encontremos. Prescindiendo ahora de
tuales, cédenla siempre en todo el segundo puesto.
los actos manifiestos de culpas enormes, ¡ cuán olvida-
Semejantes personas necesitan luz para conocer la
gloria divina al tiempo que la están viendo, y dis-
grandes intereses, y deber nuestro es el ayudarle.
cernimiento para descubrir al mundo y demonio dis-
Media docena de hombres recorriendo el mundo, y no
frazados con apariencia de razón y moderación para
buscando más que la gloria de Dios , removerían cier-
defraudar así á Dios su gloria inmortal. Tienen asi-
tamente las montañas. Así fuéj?rometido á la fe; ¿por
mismo necesidad de ánimo varonil para hacer frente
qué, pues, no habrémos de ser nosotros quienes den
á los respetos humanos, y de una firme resolución
cima á semejante empresa ?
para conformar su vida con la religión que profesan.
¡ Pobres gentes ! ¡Son la pestilencia de la Iglesia, y SECCION IV.
ni lo sospechan siquiera! Aprovecharía grandemente
á los intereses de Jesús que dichas personas adqui- 2.° El fruto de su Pasión.
riesen un conocimiento cabal de sí mismas y de todo
Este es otro de los grandes intereses de Jesús.
lo que las rodea. Aquí, pues, tenemos también algu-
Todo pecado que evitemos, aunque sólo sea venial,
na cosa que hacer , y es pedir que toda persona vir-
es una grande obra para los intereses de Jesús. Con-
tuosa , y aquellas que aspiran á serlo, sepan discernir
vencerémonos de ello recordando que si con una
lo que favorece á la gloria divina, de lo que se opone
leve mentira pudiésemos cerrar para siempre el in-
áella. ¡Ah! ¡cuánto terrenono perdemos todos los dias
fierno, salvando todas las almas que hay en él, aca-
por falta de semejante discernimiento!
bar con el purgatorio y hacer que todo el hnmano li-
Sépase, pues ; que existen órdenes religiosas ben- naje se igualase en santidad á San Pedro y San Pablo,
decidas por la Iglesia, consagradas exclusivamente, todavía no nos sería lícito cometer bajo ningún con-
cada una en su línea, á promover la gloria de Dios; cepto esa ligera falta; pues más perdería la gloria de
obispos y sacerdotes que trabajan sin descanso noche Dios con dicha culpa liviana, que cuanto pudiese ga-
y dia por ese único objeto; hermandades y confra- nar en la justificación y salvación de todo el univer-
ternidades sin número, que no se proponen ningún so mundo. ¡Qué obra, pues, tan grande no será para
otro fin que la mayor gloria de Dios. Habrá, cierta- los intereses de Jesús impedir un solo pecado mortal!
mente , calamidades que sufrir, peligros que arros- ¡y cuán fácil cosa es evitarle! Si cada noche, ántes
trar , escándalos que reprimir; se verá hoy la Iglesia de acostarnos , suplicásemos á nuestra dulcísima Se-
precisada en cierta manera á rendirse al mundo, para ñora tuviese la dignación de ofrecer á Dios la Precio-
sujetarle mañana. En todas estas cosas tiene Jesús sísima Sangre de su Hijo para estorbar en cualquiera
— 25 —
parte del mundo, durante la noche, un solo pecado do toda ligera mortificación ó penitencia que inspire-
mortal, y renovásemos luégo por la mañana la mis- mos á los demás, y todo esfuerzo de nuestra parte
ma súplica por todas las horas del dia, seguramente, para fomentar la Comunion frecuente entre nuestros
una ofrenda hecha por semejantes manos, obtendría hermanos: y cuando inducimos al pueblo á tomar
la gracia deseada. Cada uno podría probablemente parte en la devocion á la Pasión de nuestro Señor, á
evitar así todos los años setecientos y treinta pecados leer ó meditar sobre ella , ¿ qué otra cosa estamos ha-
mortales; y si mil de nosotros hiciésemos iguales ciendo sino acrecentar los intereses de Jesús? Cierta
ofrecimientos, y perseverásemos en ellos por veinte persona aseguraba, y si la memoria no me es infiel,
años, lo cual sería fácil y nos colmaría al propio tiem- era Alberto Magno, que una sola lágrima derrama-
po de inefables méritos, ascendería la suma de culpas da sobre los sufrimientos de nuestro Señor tenía mas
graves que impidiésemos á más de catorce millones. mérito delante de los divinos ojos que un año en-
Si suponemos ahora que todos los miembros de la Con- tero de ayunos á pan y agua. ¡Cuál no será, pues, el
fraternidad practicásemos lo mismo , tendríamos en- valor de hacer que los demás giman con nosotros por
tónces que multiplicar la suma anterior por cuarenta: la Pasión de Jesús; y cuánto mayor el lograr de ellos
y la omision de quinientos sesenta millones de peca- que reciten una corta oracion! ¡ Oh dulce Jesús mío!
dos mortales sería la ofrenda anual de nuestra Confra- ¡ y cómo es que somos tan fríos y duros! ¡ Enciende,
ternidad á la Pasión de nuestro Señor. En igual pro- pues, en nosotros el sagrado fuego que viniste á en-
porción prosperarían los intereses de Jesús, y ¡ cuán cender sobre la tierra.
dichosos, inmensamente dichosos, no seríamos en-
tónces nosotros! SECCION V.
.
corno una red: calcula sus resultados probables sobre suele ocurrírsele, como acontece á aquél que ama con
los gobiernos, derechos populares, ciencias, literatu- pasión un objeto , y desea con vivas ansias poseerle.
ra, comercio y civilización, el problema le fascina. Pues esto no es muy difícil de lograr. No hay en
Pues asi sucede también con el hombre de Dios. Con- ello ningún sacrificio costoso de hacer, ningunas es-
templa los mismos objetos, y calcula sus efectos proba- pantosas austeridades que practicar. Comencemos so-
bles sobre los adelantos de las mis iones; discurre acerca segadamente á ejercitarnos en esta devocion: primero
de la influencia que podrán ejercer en favor de la unión un poco, luégo algo más, y así sucesivamente, hasta
de todos los católicos; cómo facilitarán la comunica- que por fin lleguemos á familiarizarnos, y nos sea en-
ción con la Santa Sede, en lo que consiste la inde- teramentehabitual. Todas las mañanas dirijamos á Dios
pendencia de la Iglesia; V cómo, por último, dichos una corta oracion para conseguir de su inefable libe-
objetos y otros semejantes procurarán á Dios un riquí- ralidad una especial gracia de estar siempre buscando
simo tesoro de gloria y bendición. Cuando un hombre su gloria, y luz singular para hallarla. Renovemos dos
se entrega de lleno á la política; sea la del gobierno ó veces al dia dicha intención, pidiéndole semejante fa-
la de la oposicion, no ve cuanto acaece sino, con rela- vor despues de la Comunion, rosario y exámen de con-
ción á las ideas que absorben todas las potencias de su ciencia. Si alguna vez lo olvidamos, no desmayemos
alma. El estado de la cosecha, la probabilidad de uDa por eso, ello vendrá con el uso; y como nosotros He
mala recolección, nuestras relaciones internaciona- guemos á perseverar unos cuantos meses en dicho
les, el descontento interior , el malestar de las clases ejercicio, el mismo Dios empezará entónces á ayudar-
obreras, las bulas papales, son para él otros tantos nos de una manera muy especial. Pero nó ántes ¡te-
asuntos que afectan grandemente al partido político á nedlo muy presente! pues tal es su conducta, esto es,
que está afiliado. Pues así igualmente sucede á la esperarnos algún tiempo, y ver si perseveramos. Dios
persona que ama á Dios de todo corazón: no hay cosa, realmente está ayudándonos sin cesar; de otra suerte
por inverosímil que parezca, que según ella no tenga sería imposible nuestra perseverancia en el bien: sólo
que ver con la gloria divina. No quiere esto decir que que sus socorros no son tan abundantes ni eficaces.
deba estar siempre pensando en semejante asunto con Repito, pues, que esto, como veis, no es difícil de al-
actual intención: esto sería imposible y, en cierta canzar ; y si lo consiguiéramos, en el trascurso de un
manera, superior á la condicion humana; pero sí, que año ¡ cuántas millas np nos aproximaríamos á losSan-
esa es la idea que más le preocupa , y la primera que tos, y cómo prosperarían e n t ó n c e s los intereses de Jesús!
ánimo una angustia horrible; diay noche no hace
SECCION III. otra cosa sino pensar en él; habla con amargura de
su corazón desemejante falta; apénas puede disfru-
2.° Susceptibilidad por los intereses de Jesús. tar un momento de reposo, y continuamente se la ve
inquieta y sobresaltada. Sus amigos no conciben
Empleo de propósito esta palabra, porque no co- cómo ló toma tan á pechos.-«¿Pues qué tiene ella
nozco otra que exprese con tanta exactitud mi pensa- que ver, dicen, con semejante escándalo, ni qué
miento. Nosotros sabemos perfectamente qué es la responsabilidad puede caberla en dicho asunto?» Así
susceptibilidad por nuestros propios intereses y los de es que están prontos á acusarla de afectación; pues
aquellos que son nuestros amigos ó allegados. Ofen- no ven que todo el amor de su amigo es por Jesús., y
démonos á la más ligera insinuación ó sospecha de que es para su espíritu un verdadero martirio la más
un ataque; constantemente estamos acechando con mínima injuria que se infiera á los intereses de su
recelosa suspicacia, como si todos cuantos se nos amoroso Señor. Seguramente que no podrían ellos
acercan, abrigasen contra nosotros algún designio sufrir con calma verse enredados por espacio de un
siniestro. Cuando tal imaginamos, al punto nos da- mes en un pleito odioso é injusto; pero ¿qué es todo
mos por ofendidos, y denunciamos á nuestros ofenso- esto comparado con el más liviano tropiezo puesto en
res como á enemigos: ó si nuestra suspicacia no llega la senda de los intereses de Jesús? Los que así obran
á este extremo, les censuramos con acritud, ó bien preciso es que abriguen en su corazon alguna pre-
perdemos la calma, y les hablamos con cierto desa- ocupación ménos cristiana.
brimiento. Aplicad, pues, todo esto á los intereses de Otra manera de manifestarse esta susceptibilidad
Jesús, y os habréis formado una idea cabal de lo que por los intereses de Jesús consiste en la exquisita de-
es un Santo. Sin embargo, áun las personas virtuo- licadeza y viva detestación de la herejía y falsa doc-
sas no comprenden dicha exquisita delicadeza, y trina. La pureza en la fe es uno de los más caros in-
hasta la condenan como una extravagancia ó indis- tereses de Jesús; y en su consecuencia, aquel que
creción , solamente porque ignoran qué es servir á ama con encendido amor á su Señor y Maestro, forzo-
Dios con servicio de amor. Cuando una persona ex- samente ha de sufrir una horrible angustia, superior
tremadamente sensible por los intereses de Jesús oye á todo encarecimiento, con la enseñanza de una falsa
cualquiera escándalo, luego al punto siente en su doctrina, especialmente entre católicos. Toda opinion
que redunde eu olvido de nuestro Señor, en deprecia- el hábito déla caridad estuviese en ella perfectamen-
ción de su gracia, en deshonor de su Madre, en de- te formado. Esto no raras veces redunda en descrédi-
trimento délos Sacramentos, en menoscabo, por mí- to de la devocion, pues no hay personas que sean
nimo que sea, de las prerogativas de su Vicario en la juzgadas con tanta severidad como aquellas que ha-
tierra; aunque se emita incidentalmente y en con- cen profesion de vida devota. Pero no desmayen por
versación pasajera, púnzale con tal viveza, que has- eso: acuérdense que es preciso que tengan al princi-
ta llegar á sentir un sufrimiento corporal. Las perso- pio sus faltas é imperfecciones; que deben subir los
nas irreflexivas se escandalizan hasta cierto punto de escalones ménos suaves de la vida espiritual; que no
sensibilidad tan extraña; pero, es únicamente porque pocas veces, y esto debe servirles de grande consola-
no saben apreciar en cosas espirituales una delicade- cion, miéntras los hombres las condenan, Jesús las
za que, en objetos terrenos, les parecería lo más na- absuelve; y por último, que las imperfecciones mis-
tural del mundo. Así es que no hallaréis un solo San- mas de su tierno amor agradan grandemente al Se-
to que no haya conservado viva en el fondo de su co- ñor, al propio tiempo que son odiosas á sus divinos
razon esa pena del amor, esa incapacidad para oir ojos la crítica y moderación pomposa de sus detrac-
impasible el ruido de la herejía ó falsa doctrina; y tores.
aquél que no la experimente, es seguro, como el sol Ahora bien; no seria difícil cultivar esta sensibi-
está en los cielos, que no ama á Jesús sino con pobre lidad y exquisita delicadeza por los intereses de Jesns,
y mezquino amor. no obstante de ser uno de los principales instintos de
los Santos. ¿No valdrá, pues, la pena de ensayarlo?
Manifiéstase igualmente dicha susceptibilidad,
¿Puede acaso haber mayor placer en la vida que ser-
conforme la ocasion lo requiere, en todos los intere-
virá Jesús por amor? Hoy mismo podríamos empezar:
ses de Jesús de que hablamos en el capítulo anterior.
ninguna dificultad hay en ello; ningún cambio re-
Una observación, sin embargo, debemos hacer aquí.
pentino ni violento se necesita obrar en nuestro gé-
Sucederá con frecuencia que una persona en cuyo
nero de vida. Pensemos un poco más sobre el divino
corazon no ha echado todavía el amor divino hondas
amor, pidamos también algo más amor, y ya nos ha-
raíces, sea indiscreta, impaciente, descortés y desa-
llamos en la verdadera senda: la Confraternidad, sin
brida; sospechará donde no haya ningún motivo para
trabas ni obligación alguna, pénenos en el princi-
ello, y no podrá sufrir con calma la indiferencia y
pio de dicho camino.
Maldad de los demás, comolosufriría,, ciertamente, si
salvación de cada una de esas almas condenadas! ¡Y
todas ellas podrían encontrarse ahora despidiendo
SECCION IV.
vivísimos rayos de resplandor y hermosura en la cor-
te celestial! ¡Y esas almas quizá nos amaron, y nos-
3.° Solicitud por la salvación de las almas.
otros las amamos igualmente; y no poco había, por
Este es el tercero y último instinto de los Santos, cierto, que amar en ellas! Fueron generosas, afables
que nos pone en simpatía con Jesús. El mundo y los y caritativas; pero amaron el mundo , dejáronse lle-
intereses materiales del'mundo' están todos contra var de sus malas pasiones, crucificaron de nuevo,
acaso sin pensarlo, ánuestro Señor, y ahora están
nosotros, y llévannos tras sí. Nos impresiona muclio
condenadas, ¡ eternamente condenadas!
más lo que vemos con los ojos corporales, que aque-
llo que contemplamos con la lumbre de la fe. Jesús, ¡Qué maravilla que los siervos de Jesús giman por
sin embargo", vino al mundo para salvar las almas, quienes el mismo Jesús gimió también! Así es que se
derramó por ellas su Preciosa Sangre y por ellas mu- les ve siempre solícitos por misiones, escuelas, órde-
rió: prosperan sus intereses, á proporcion que las nes religiosas, ejercicios espirituales , indulgencias y
almas se salvan, y menoscábanse, á medida que se jubileos; constantemente están llenos de planes, y si
condenan. El alma es la única cosa digna de todos nó de planes , á lo ménos de oraciones; cuídanse poco
nuestros cuidados. ¡Condenarse una alma , y conde- de toda otra cosa que no sea el importante negocio
narse para siempre ! ¡ Quién es capaz de sondear el de la salvación de las almas, y todo lo sacrifican por
e l l a s . N a d a les importa recibir desaires, sufrir chas-
horror de semejante desventura! ¡Quién puede for-
cos é incurrir al principio en algún engaño, pues son
marse una idea exacta del abismo de la ruina, de la
todo por las almas. Por ellas comienzan de nuevo to-
inconmensurabilidad de la desdicha, déla insopor-
dos los dias á levantar planos y tirar nuevas líneas;
tabilidad del tormento y del irreparable abandono de
y no se desaniman, porque no vean claramente si
la desesperación de una alma eternamente conde-
habrá hombres y dinero para continuar las obras que
nada! ¡Y Santa Teresa vió no obstante en espíritu,
emprenden; su consolacion es, que toda obra por las
que se agolpaban las almas diariamente en confuso
almas es por su propia virtud una obra completa, y
tropel á las puertas del infierno,' como los monto-
completa para miéntras subsista; pues toda dispensa-
nes de hojas secas que forma el viento de otoño! ¡Y
ción de la gracia y de la Preciosa Sangre es una cosa
Jesús estuvo tres horas pendiente en la Cruz por la
apetecible y gloriosa en sí misma. Hé aquí por qué la más que ninguna otra cosa á asegurar nuestra pre-
Iglesia, madre amorosa de las almas, se afana tanto destinación. Hé aquí las tres cosas que la Confrater-
en fomentar esos estímulos temporales de retiros espi- nidad procura formar en nosotros. Ya hemos visto
rituales, misiones y jubileos: semejantes prácticas cuán fácil es adquirirlas, bástanos aprender á amar y
son completas por sí mismas, y para miéntras duren; servir á Jesús por puro amor: no hay sexo, edad ni
de aquí, que al propio tiempo que unos se ocupan en condicion que no sean igualmente convenientes para
parlar, y fisgar, y criticar, y resfriar, y desanimar á la práctica de estas tres cosas. ¡Qué cambio tan radi-
los demás, aquellos que aman á Jesús prosiguen tra- cal no se obraría en el mundo, .si unos cuantos aco-
bajando en la salvación de las almas con simplicidad metiesen semejante empresa y la prosiguiesen con
de corazon, sin pensar en mañana. calma apacible en la vida ordinaria y oraciones de
Volúmenes enteros podrían escribirse acerca de cada dia!
esta pasión por las almas, que se halla en toda perso- Cuando muere un sujeto en las primeras capita-
na que profese un tierno amor á Jesús. No es encar- les de Europa. suelen decir sus amigos en elogio de su
go hecho solamente á Pedro, sino también á todos actividad, energía y tenaz perseverancia: — « Ese
los que aman : «Una vez convertido confirma á tus hombre ha vivido solamente para llevar á cabo aque-
hermanos. — ¿Me amas más que éstos?—apacienta lla importante línea férrea: su objeto exclusivo no fué
mis corderos.» Efectivamente, ¿no tenemos cada uno otro que arrancar al Gobierno un plan de educación
de nosotros un sinnúmero de medios con que contri- más científico en favor del pueblo; se consagró con
buir á la salvación de las almas? Y por la intercesión todas sus fuerzas á la causa del Libre-Cambio, ó bien
al ménos ¿ no quedan enteramente abiertos los teso- fue un verdadero mártir de sus gestiones por la Pro-
ros de toda la Iglesia á, la influencia alegre y efi- tección. Esta fué su vínica idea; crecía en él con la
caz de nuestras oraciones igualmente que al mismo edad; no pensaba en otra cosa, ni perdonó tiempo ni
Papa? gastos para hacer adelantar un solo paso su causa fa-
• Los Santos están principalmente formados con es- vorita y los intereses á que estaba tan apegado: tal
tas tres cosas:—celo por la gloria de Dios — suscep- fué su monomanía. "Desempeñó admirablemente su
tibilidad por los intereses de Jesús—solicitud por la cometido , porque puso en ello todas sus potencias y
salvación de las almas: estos tres instintos constitu- sentidos: el mundo tiene, pues, una deuda de grati-
yen el carácter más bello y angelical, y nos ayudan tud que pagarle.» — Ahora bien ¿por qué no debería
TOUÜ I. 6
decirse igualmente de nosotros:-«Ha muerto; fué ridad; pero ¿ cuál de los dos era el más tierno ? ¿ cuál
un hombre de una sola idea, no se cuidaba de otra más agradable á Jesús? Como este buen Padre era de
cosa sino de que viniese el reino de Dios, y se hiciese un corazon sumamente compasivo, inclinábase más
su voluntad así en la tierra como en el cielo. Seme- hacia la pobrecita alma abandonada, á causa preci-
jante propósito consumía y-devoraba sus entrañas; samente del desamparo mismo en que se encontraba;
velando y durmiendo no le ocupaba ningún otro pen- produciendo una horrible angustia en su ánimo tener
samiento; nada le arredró; por su idea favorita no que abandonarla á su olvido. Pero se decidió al fin en
perdonaba tiempo ni gastos, y cuando esto le falta- favor de la primera: y hé aquí las razones que le mo-
ba , escalaba el cielo con oraciones. No tomaba ínte- vieron á tomar semejante resolución. —«Si bien es
res por ninguna otra cosa; esto fué su alimento y be- cierto, decíase á sí mismo, que atendiendo al exceso
bida, y lo que embargaba todo su ánimo, ¡ y y a ha de la miseria, el acto más grande de misericordia con-
muerto!» Efectivamente , ha muerto; pero miéntras siste en aplicar la indulgencia por el alma más nece-
el otro dejóse acá sus vías férreas y su pan barato, sitada, la caridad es sin embargo una virtud más ex-
nuestro amigóse llevó consigo al tribunal de Jesús celente que la misericordia, y el acto más subido de
todo su amor, todas sus penitencias y oraciones; y lo caridad consiste en ofrecer la indulgencia por el alma
que allí estas cosas han hecho en favor suyo , ni el que más amó á Dios, no buscando en ello otra cosa
ojo vió, ni el oído oyó , ni el entendimiento humano que la mayor gloria del Hacedor como Criador de esa
alma; pues se halla más cercana á su entrada en los
concibió jamás.
cielos, donde al punto empezará á glorificar á Dios
P o n d e r a d , pues, detenidamente estas tres cosas,
de un modo inefable con sus alabanzas y felicidad.»—
estos tres suaves instintos délos Santos, este servicio
Aquí había celo por la gloria de Dios.— «Además, el
de Jesús por amor. ¿Quereis ver el efecto que produ-
alma no es propiamente la victoria completa de Jesús
cen en un corazon piadoso áun en las cosas más pe-
hasta que no arriba al puerto dichoso de la gloria, y
queñas ? Pues vais á verlo. Cierto jesuíta español no
la presenta nuestro adorable Redentor al Eterno Pa-
podía resolver si sería mejor ganar una indulgencia
dre como trofeo de su Sagrada Pasión. ¿Y no será me-
por el alma del purgatorio más abandonada y olvida-
jor hacer esperar en el purgatorio á la pobre alma
da, ó bien por aquella que se hallase más próxima á
abandonada, que á Jesús en el cielo ? Y la pesadum-
su libertad y entrada en la gloria. Veíase enteramen-
bre que se experimenta dejando en su abandono al
te embarazado, ambas cosas eran tiernos actos de ca-
alma más olvidada ¿no ejercerá alguna influencia so- tarde de ese dia (1). Por otra parte sabemos que el
bre Jesús, y no alcanzará algún socorro en favor de alma más abandonada fué la devocion especial de
dicha pobrecita alma desamparada?»—Aquí había San Vicente de Paul (2); pero las almas desampara-
una susceptibilidad y sensibilidad exquisitas por los das fueron el objeto de la vocacion del Santo, y su
intereses de Jesús. - « P e r o aparte de todo esto, pro- herencia y posesion.
seguía el piadoso jesuíta, cuanto menos retarde su Había aprendido el piadoso jesuíta á darse razón
entrada en el cielo el alma que se halla á él más cer- en todo cuanto obraba: no digo yo que debáis vos-
cana , tanto más pronto empezará á conseguir de otros ser tan singulares; pero como quiera que sea,
Dios toda suerte de gracias para mi alma y la de to- este ejemplo nos muestra muy á las claras cómo pue-
dos los pecadores que existen en la tierra. »—Aquí den las tras cosas penetrar insensiblemente en una
había solicitud por la salvación de las almas.—En alma piadosa, influyendo en sus más minuciosas ac-
vista de estas razones se resolvió á ofrecer sus indul- ciones y devociones más ocultas. Tal es el único ob-
gencias por el alma más cercana á su rescate, pero jeto de este pequeño tratado. Mi ánimo es recoger
no sin exhalar al propio tiempo un fervoroso suspiro, para vosotros, de las Vidas de los Santos y obras de
y dirigir asimismo una mirada compasiva á María, y escritores espirituales, cierto número de prácticas fá-
concebir una esperanza fundada de que Jesús había ciles y gustosas que, al propio tiempo que contribu-
de obrar alguna cosa extraordinaria á favor del alma yan á formar en vuestras almas dichos tres instintos,
desamparada. os ayuden á promover los intereses de nuestro Jesús
Parece que esta decisión del buen Padre tiene en amoroso en todos los momentos de vuestra vida. y así
favor suyo una respetable autoridad, pues entre las llegueis á asemejaros á los Santos por los J medios más
revelaciones hechas á Sor Francisca del Santísimo placenteros que podáis imaginaros.
Sacramento, religiosa carmelita española, una de Escoged de entre estas prácticas aquellas que más
ellas tiene por objeto el asunto que nos ocupa. Decla- os agraden: ninguna es obligatoria; todas son en-
róla el Señor cómo distribuía casi todos los sufragios teramente voluntarias. Ni siquiera teneis la obliga-
de la Iglesia universal del dia de Animas entre todas ción de elegir, caso de hacerlo , la mejor, la más ex-
aquellas que se hallaban más cercanas á la gloria,
manifestándola al propio tiempo la innumerable mu- (1) Vita, p á g . 171.
chedumbre de almas que salían del purgatorio en la (2) Peintpar sesEcrits, pág. 258.
— 6 4 -
á nuestra elección? Sin embargo, por el momento voy
celente y perfecta, porque es muy posible que no sea
á resolverme por una de estas opiniones, ateniéndo-
la más provechosa á vuestras almas. Escoged, pues,
me estrictamente á lo que han dicho los teólogos y
aquella que más os guste; 110 es necesario que cam-
escritores espirituales: paréceme que arrojará mucha
biéis vuestras devociones en mortificaciones: esta es
luz sobre las tres cosas por que estoy abogando.
una de las nociones erróneas que los convertidos de-
berían apresurarse á desechar de su cabeza. Suena Siendo la gracia un don tan excelente, preciso es
bien al oido, pero produce males, y acaba por hacer- que procuremos aumentarle por cuantos medios estén
nos descuidados. Mi ánimo es atraeros dulcemente á á nuestro alcance; y pocos medios existen con que
servir á Jesús por puro amor, y así deseo que os rego- podamos conseguirlo con mayor rapidez, como cam-
cijéis y sigáis vuestra inclinación en las devociones: biando nuestras satisfacciones en méritos. Verifícase
hé aquí lo que la Madre Juliana de Norwich está este cambio ganando indulgencias por las almas del
siempre inculcándonos en sus Revelaciones. purgatorio. Con semejante devocion adquirimos riquí-
simos tesoros espirituales, y al propio tiempo que es
acepta á Dios, aprovéchanos grandemente á nos-
SECCION V. otros mismos. Examinemos, pues, algunos de los fru-
tos de esta devocion, ora para animarnos á ser más
Seis ventajas en la aplicación de nuestras indul-
liberales hacia esas hijas de Dios y esposas del Espí-
gencias por las almas del purgatorio. ritu Santo, ora también para socorrerlas con las ora-
ciones y satisfacciones de nuestras buenas obras, ofre-
Deseo con tan vivas ansias que os penetreis bien ciéndoselo todo sin temor de que perdamos nada en
de los principios arriba sentados, que no acabaré este ello. Efectivamente, ganará inmensamente aquél
capitulo sin ilustrarlos por medio de una cuestión que que, no reservándose cosa alguna para sí, ofrezca to-
os es familiar á todos vosotros. Unos, no lo ignoráis, das sus satisfacciones é indulgencias en favor de las
aplican todas sus indulgencias por las almas del pur- esposas fieles de nuestro amoroso Redentor detenidas
gatorio; otros resérvanselas para si; pero ni éstos ni en aquella horrible mansión de penas y tormentos.
aquéllos tienen ningún derecho para censurarse mu-
El primer fruto de esta devocion consiste en un
tuamente. ¿Con qué título se atreverían á afirmar
grande acrecentamiento de nuestros méritos. De las
que no somos libres para seguir cualquiera de los dos
tres cosas comprendidas en las buenas obras del jus-
partidos, cuando la misma Iglesia afirma que lo deja
— 6 4 -
á nuestra elección? Sin embargo, por el momento voy
celente y perfecta, porque es muy posible que no sea
á resolverme por una de estas opiniones, ateniéndo-
la más provechosa á vuestras almas. Escoged, pues,
me estrictamente á lo que han dicho los teólogos y
aquella que más os guste; no es necesario que cam-
escritores espirituales: paréceme que arrojará mucha
biéis vuestras devociones en mortificaciones: esta es
luz sobre las tres cosas por que estoy abogando.
una de las nociones erróneas que los convertidos de-
berían apresurarse á desechar de su cabeza. Suena Siendo la gracia un don tan excelente, preciso es
bien al oído, pero produce males, y acaba por hacer- que procuremos aumentarle por cuantos medios estén
nos descuidados. Mi ánimo es atraeros dulcemente á á nuestro alcance; y pocos medios existen con que
servir á Jesús por puro amor, y así deseo que os rego- podamos conseguirlo con mayor rapidez, como cam-
cijéis y sigáis vuestra inclinación en las devociones: biando nuestras satisfacciones en méritos. Verifícase
hé aquí lo que la Madre Juliana de Norwich está este cambio ganando indulgencias por las almas del
siempre inculcándonos en sus Revelaciones. purgatorio. Con semejante devocion adquirimos riquí-
simos tesoros espirituales, y al propio tiempo que es
acepta á Dios, aprovéchanos grandemente á nos-
SECCION V. otros mismos. Examinemos, pues, algunos de los fru-
tos de esta devocion, ora para animarnos á ser más
Seis ventajas en la aplicación de nuestras indul-
liberales hacia esas hijas de Dios y esposas del Espí-
gencias por las almas del purgatorio. ritu Santo, ora también para socorrerlas con las ora-
ciones y satisfacciones de nuestras buenas obras, ofre-
Deseo con tan vivas ansias que os penetreis bien ciéndoselo todo sin temor de que perdamos nada en
de los principios arriba sentados, que no acabaré este ello. Efectivamente, ganará inmensamente aquél
capitulo sin ilustrarlos por medio de una cuestión que que, no reservándose cosa alguna para sí, ofrezca to-
os es familiar á todos vosotros. Unos, no lo ignoráis, das sus satisfacciones é indulgencias en favor de las
aplican todas sus indulgencias por las almas del pur- esposas fieles de nuestro amoroso Redentor detenidas
gatorio; otros resérvanselas para si; pero ni éstos ni en aquella horrible mansión de penas y tormentos.
aquéllos tienen ningún derecho para censurarse mu-
El primer fruto de esta devocion consiste en un
tuamente. ¿Con qué título se atreverían á afirmar
grande acrecentamiento de nuestros méritos. De las
que no somos libres para seguir cualquiera de los dos
tres cosas comprendidas en las buenas obras del jus-
partidos, cuando la misma Iglesia afirma que lo deja
to, esto es, mérito, impetración y satisfacción, la
infinita, Y el gozar sin embargo de los bienes eter-
más excelente de todas es el mérito. Por el mérito lle-
nos , aun en el grado más bajo, á costa de los más
gamos, a hacernos más queridos de Dios y amigos
atroces tormentos, debería considerarse como un es-
más íntimos suyos, recibiendo mayores gracias y ad-
pecialísimo favor. A esto debemos añadir, que esta-
quiriendo así un nuevo título á mayor gloria. Aquel
mos obligados á hacer siempre lo que sea de mayor
que cambiase todas las satisfacciones de sus buenas
agrado de Dios, no buscando nuestro ínteres y pro-
obras en otros tantos méritos nuevos, ademas del mé-
pia conveniencia, sino su santísima voluntad. Ahora
rito que ántes hubiese contraído, ganaría indudable-
bien; el agradar á Dios es una cosa mejor que evitar
mente en el cambio nuevos méritos por la razón si-
el sufrimiento; pero la persona que se reserva para
guiente. La gloria de los bienaventurados es, sin
sí sus indulgencias y satisfacciones propónese eludir
comparación, un bien más grande, que mal las pe-
el sufrimiento; miéntras, por el contrario, aquella
nas del purgatorio; y consiguientemente, el derecho
que lo ofrece todo por las almas del purgatorio, no
á mayor gloria es una cosa mejor que el derecho á
intenta otra cosa sino agradar á Dios. Y hé aquí por
menor pena. Quien ofrece, pues, las indulgencias y
qué llega á ser esta última más querida suya por un
satisfacciones de sus buenas obras por las almas del
refinamiento de amor en este ejercicio heroico de mi-
purgatorio, cambia todas las satisfacciones suyas en
sericordia y caridad á que no estaba obligada, y que
otros tantos méritos. En semejante caridad hay un
practica con entera y suave independencia de su vo-
acto heroico de inestimable valor, que le procurará
luntad.
la vida eterna por medio de las satisfacciones cambia-
das en méritos, que como simples satisfacciones de El tormento que sufren las ánimas benditas no les
nada le hubieran servido para la consecución de di- proporciona ninguna ganancia ni provecho con que
cho fin. Esto merece reflexión. Además de ser la glo- puedan aumentar sus merecimientos; y así, cuanto
ria un bien mayor, que mal el purgatorio, es menes- más tiempo estén detenidas en el purgatorio, tanto
ter recordar igualmente que el aumento de gloria es más se prolongará la época de verse privada la Jeru-
una cosa eterna, miéntras que la pena del purgato- salen celestial de sus ciudadanos, y la Iglesia mili-
rio es solo temporal, pues temporal es el purgatorio tante de nuevos protectores y abogados para con Dios.
mismo; de suerte que la distancia entre el aumento de De aquí nace otro fruto de esta devocion. El alma que
gloria y la pena del purgatorio, digámoslo así, es rescatamos del purgatorio, contrae una obligación
especial hacia nosotros, ya por el beneficio singular
que la dispensamos haciéndola entrar más pronto en Dios con fervor y ternura, jamás podrá sosegar hasta
la gloria, ya también á causa de los espantosos tor- que no haga cuanto esté en su mano para ensalzar y
mentos de que la libramos; así es que está obligada glorificar á la infinita Majestad de su Criador y Se-
á obtener de Dios á favor de sus bienhechores conti- ñor ; pero como son innumerables las miserias y pe-
nuas gracias y mercedes. Los bienaventurados saben cados de esta vida, no es posible que honremos y re-
que es infinito el bien que recibieron, y como son tan verenciemos á la divina y soberana Majestad como
agradecidos, esfuérzanse por mostrar un reconoci- los bienaventurados en el cielo. ¡Qué gozo, pues, y
miento proporcionado á la grandeza del beneficio. qué consolacion la nuestra, considerar que aquéllos
Quien ofrezca, pues, sus indulgencias por las almas á quienes libramos del purgatorio están ahora su-
benditas del purgatorio, tendrá en la corte celestial pliendo por nosotros en el cielo esta grande obra, y
innumerables agentes que miren por sus eternos in- que mientras nos hallamos nosotros todavía aquí,
tereses ; y mayor bien es para el hombre asegurar su ellos ya han empezado sus alabanzas y adoraciones!
salvación aquí en la tierra por medio de las gracias Es indudable que no hay ninguna alma en el purga-
que le procura esa muchedumbre de gloriosos protec- torio ménos santa que la nuestra, y ninguna asimis-
tores suyos, que evitar el riesgo de vivir algún tiem- mo que no esté más aparejada para glorificar á Dios.
po más en el purgatorio á causa de haberse enajena- Siendo esto así, hemos debido ya seguramente haber
do de todas sus indulgencias y satisfacciones. Mas no conducido al cielo alguna alma que ahora estará dan-
solamente ganamos la amistad de las almas que res- do á Dios mayor gloria que aquella que nosotros pu-
catamos , ganamos asimismo el amor de sus Ángeles diéramos rendirle, encontrándonos allí. De modo que,
de guarda, el de los Santos de quienes ellas fueron miéntras nosotros nos hallamos aquí comiendo, be-
especialmente devotas, así como el cariño del Sagra- biendo, durmiendo ó trabajando, allá en el cielo—
do Corazón de Jesús, por el placer inefable que le ¡ oh pensamiento tierno y dulce consolacion!—el alma
proporcionamos con el rescate y entrada en la gloria ó almas á quienes procuramos tan dichosa mansión,
de sus esposas queridas. velarán y ensalzarán sin cesar la Majestad del Al-
tísimo.
Pero existe un tercer fruto de esta devocion, que
hace mucho á nuestro propósito. Es ciertamente un Pero no es esto todo, pues hay todavía un cuarto
beneficio singular tener en el cielo alguno que ame, fruto en esta generosa devocion. No solamente ga-
alabe y glorifique á Dios por nosotros. Quien ame á namos inapreciables tesoros para nosotros mismos; los
adquirimos asimismo á favor de los demás por el turada. Es más: los predestinados y la naturaleza en-
gozo inefable que proporcionamos tanto á la Iglesia tera reciben un placer singular, viendo que ha entra-
triunfante como á la militante. Grande es la fiesta do una nueva criatura en el gozo de su Criador y
que se celebra en el cielo al aumentarse el número de Señor.
sus ciudadanos. En efecto , si es allí indecible el gozo Además tenemos un quinto fruto en dicha devo-
por un pecador que hace penitencia, á pesar de po- ción. El amor no sufre dilaciones, ¿y permanecerá
der todavía volver á la culpa, ¿cuál no debe ser el re- ocioso, acaso años enteros, un tesoro que puede obrar
gocijo de la corte celestial en la entrada de ese nuevo maravillas por la gloria de Dios é intereses de Jesús?
ciudadano, incapaz ya de tornar nunca al pecado? Al presente quizá no tengamos ninguna necesidad de
Regocíjase su Ángel de guarda, y recibe mil para- nuestras indulgencias y satisfacciones, las cuales, si
bienes de los espíritus celestiales por el feliz éxito de entran en el tesoro de la Iglesia ¿quién sabe los años
su tutela: regocíjanse también los Santos de quienes que podrán trascurrir sin hacer de ellas ningún uso,
el alma fué especialmente devota, los parientes, los aun cuando fuese verdadera la teoría del teólogo de
amigos y el coro de Ángeles á que es agregada: re- Lugo, de que todas las satisfacciones de los Santos se
gocíjase igualmente nuestra Señora por el resultado han de aplicar ciertamente ántes del dia del juicio?
desús multiplicadas intercesiones, al propio tiempo Por qué no se ha de consagrar desde luego semeja?ite
que recoge Jesús con amor y alegría el fruto sabroso tesoro á rescatar del purgatorio almas benditas, que
y exquisito de su Preciosa Sangre; dignase regoci- acaso esta misma noche empezarían su glorioso sa-
jarse de la misma manera el Espíritu Santo por el crificio de alabanza eterna?
triunfo de sus dones é innumerables inspiraciones: el Últimamente, aquello de que nos enajenamos,
Padre Eterno, por último, gózase asimismo en la per- devuélvesenos sobreabundantemente aumentado; y
fección de su escogida criatura á quien dió el sér con hé aquí el sexto fruto de esta devocion, la cual nos
tanto amor y ternura de su Corazon. Ni está ménos proporcionará las siguientes ventajas: 1.' que el acto
interesada la Iglesia militante en semejante regocijo, mismo de tan grande caridad y generosidad sea una
por haberse ganado un nuevo abogado que vele por satisfacción por nuestros pecados; porque si la li-
ella con celo incomparable. Tienen igualmente un mosna dada en alivio de las necesidades corporales
motivo especial de alegrarse los parientes, amigos, satisface más que ninguna otra buena obra, ¿qué no
familia, comunidad y nación de esa alma bienaven- satisfarán las limosnas espirituales?: 2.' que siendo
evidente que quien pierde algo por la gloria de Dios, ha dignado otorgarnos el inestimable favor de dispo-
recibe al fin un ciento por uno, debemos esperar que ner de nuestras satisfacciones é indulgencias como
el Señor nos otorgará ó una gracia tal que no nece- mejor nos agrade; de suerte que, siendo nuestras y es-
sitemos pasar mucho purgatorio, ó inspirará álos tando á nuestra libre disposición, podemos regocijar
demás á que rueguen por nosotros cuando nos encon- nuestro corazon empleándolas á su mayor honra y
tremos allí, por manera que si nos hubiésemos re- gloria.
servado las indulgencias, quizá nuestra mansión en Como ejemplo de lo que han avanzado algunos,
aquellos fuegos espantosos sería muy larga miéntras cuya fama de santidad es conocida en todo el mundo
que enajenándolas se nos anticipará la gloria con las cristiano, en la práctica de esta devocion, os citaré
indulgencias que por disposición divina nos ofrezcan al P. Fernando de Monroy, hombre muy apostólico,
no pocos hermanos nuestros en recompensa de nues- quien á la hora de su muerte hizo por escrito en favor
tra generosidad. Es un axioma que nada pierde quien de las almas del purgatorio una donacion ó traspaso
pierde por Dios. Ademas, cuando nos hallemos en el de todas las Misas, penitencias é indulgencias que
purgatorio, los bienaventurados á quienes por me- aplicasen en sufragio suyo. Bien podía el siervo de
diación nuestra anticipóseles el cielo, nos mirarán Dios hacer esta donacion, pues poca necesidad tenía
ciertamente como á sus bienhechores, y nuestro res de semejantes sufragios quien amó á Dios con tanta
cate como una deuda de justicia; y no solamente se ternura, y estuvo tan estrechamente casado con los
reconocerán ellos deudores nuestros, sino también intereses de Jesús, según lo revela esta misma ac-
nuestro Señor amoroso. ción suya.—«El amor es fuerte como la muerte: mu-
Así pues, el ofrecer nuestras satisfacciones por las chas aguas no pueden apagar la caridad, ni los rios
almas del purgatorio, léjos de oponerse al órden na- pueden anegarla; si el hombre d i e r e todos'los haberes
tural de la caridad, es el medio más seguro de mirar de su casa por el amor, los mirará como nada (1).»—
por nosotros mismos: es una devocion enteramente Hé aquí cabalmente lo que yo espero de vosotros.
llena de gloria de Dios, de variados intereses de Jesús De un modo ó de otro debeis servir á Jesús: de lo con-
y de amor á las almas, y finalmente es una devocion trario, no lograríais salvar vuestra alma. Jesús tiene
que abraza á la vez á la Iglesia militante, á la Igle-
sia purgante y á la Iglesia triunfante. Demos, pues, (1) Cant. cap VII r . 6 y 7 . - E 1 Papa Pió IX ha aprobado el
gracias á Dios, porque en su liberalidad inefable se Acto heroico de los Teatinos, y confirmado todas sus indulgencias.
sobre vosotros un absoluto dominio: nada podéis ha- en el ejercicio de la religión? ¡Oh! ¡nó! léjos de eso
cer sin su Fe, Vida, Muerte, Sangre, Iglesia y Sa- ha sido para vosotros una carga pesada. Me parece
cramentos, ni es posible que deis un solo paso hacia que si no hubiera sido por el cielo y el infierno, tiem-
el cielo sin el socorro suyo: ninguna cosa de cuantas po hace que habríais deseado sustraeros á no pocas
pensáis, hacéis y decís es digna de merecimiento, á de las obligaciones que la religión os prescribe. ¡Mas
ménos que Él no se le otorgue; no se concibe una de- ya se ve! el cielo y el infierno son hechos, sabemos
pendencia más completa y absoluta, ni más continua que lo son, y no nos queda otro recurso.
é indispensable, que la dependencia que teneis para Pues que debemos ser religiosos, yo estoy por una
con Él; asi es que de un modo ó de otro vosotros de- religión feliz; y si Dios me diese á escoger, no veo
beis servirá Jesús: la cuestión se reduce solamente motivo alguno para optar por una religión que me
á saber, si es ó no mejor servirle por puro amor. \ hiciera infeliz. La bondad de Dios no se ha satisfecho
bien; ¿ha sido hasta aquí vuestra religión un servi- con esto; quiere que sea dichoso en mi religión , más
cio de amor? ó, por el contrario, ¿habéis cumplido los aun: quiere que mi religión sea la dicha y felicidad de
deberes que Él os impone, á la manera que el pobre toda mi vida. Ahora bien; una religión que hace la
paga su deuda á un rico acreedor, mirándole el sem- dicha mia, es una religión de amor. y es sabido que
blante á cada peseta que le entrega, por ver si real- para el amor todo es fácil. Asi, pues, en mi dichayo no
mente intenta olvidar su pobreza y le exige la suma dependo de ninguno otro sino de Jesús, y mi religión
total de la deuda? ¿No ha sido vuestro problema dis- me hace dichoso durante todos los dias de mi vida. Si
currir el modo de hacer lo ménos posible para ganar el servir á Jesús por amor fuese una cosa prodigiosa-
el cielo? Tantear los mandamientos, escatimar los mente difícil como la contemplación y austeridades de
preceptos, interpretar las reglas y pedir dispensas los Santos, entónces ya no sería lo mismo; pero no hay
¿no es eso que habéis llamado vuestra religión, vues- nada de esto. Servir á Dios por temor de ir al infierno
tro culto de un Dios encarnado; loco de amor, y chor- ó por deseo de la gloria, es ciertamente un beneficio
reando sangre sobre una Cruz? singular y una obra sobrenatural, pero sumamente
Pues bien; yo sostengo que servir á Jesús por amor difícil; mientras que servirle porque le amamos es
es mucho más fácil que ese interesado servicio vues- eosa tan fácil, que apénas se concibe cómo pueden
tro. Ninguna cosa es fácil, si al estarla ejecutando existir tantos en el mundo que dejen de hacerlo. ¡Oh
nonos hace dichosos. ¿Habéis sido vosotros dichosos almas estúpidas! ¡almas milagrosamente ciegas!
TOMO I. '
Pero hay más todavía. Aquello qué os hace dicho- concebir la más ligera sospecha de que sois unos San-
sos hace igualmente dichoso á nuestro Señor amoro- tos, ni nada que se lo parezca: vuestra vida estará
sísimo ; y semejante pensamiento vuelve á haceros oculta con Cristo en Dios, y oculta solamente á vos-
tan dichosos, que apenas podéis conteneros , y esto otros mismos, no á los demás. ¡ Vosotros verdaderos
mismo á su vez aumenta más y más la dicha de Je- Santos! Vuestra humildad se reirá ó asustará cierta-
sús. A.sí es como la religión se os hará cada vez más mente al pensarlo; pero ¡ oh abismo de las misericor-
suave. La vida será para vosotros un gozo continuo, dias de Jesús! ¡ cuál no será vuestra sorpresa en su
porque se estará siempre cumpliendo en ella la divina tribunal supremo al oir la dulce sentencia y ver la
voluntad, y promoviéndose incesantemente la gloria brillante corona que os tiene aparejada ! Casi llegaréis
de Dios nuestro Señor: llegaréis á identificaros con á a r g ü i r contra vuestra propia salvación: el Señor hace
los intereses de Jesús, y los consideraréis como si hablar así á los elegidos en el Evangelio: ¡Señor!
fuesen propiamente vuestros, como en efecto lo son: ¿icuándo os vimos hambriento, y os dimos de comer?
se escabullirá entonces el Espíritu divino dentro de ^Cuándo sediento, y os dimos de beber?—No pueden
vosotros, colocará un pequeño trono en vuestro cora- comprenderlo; jamás se imaginaron que en todo su
zon, se coronará á Sí mismo y se proclamará muy amor por Jesús hubiese encerrada una cosa tan gran-
dulcemente Rey de vuestra alma. Ganará la corona de. ¡Servid, pues, á Jesús solamente por amor!—Nun-
por medio de una conspiración apacible: jamas lle- ca podréis vosotros vencer á Diosen la lucha del amor.
garéis á sospechar lo que la divina Caridad estará fra- —¡ Servid, repito, á Jesús solamente por amor! y cuan-
guando durante ese tiempo; pero así sucederá real- do vuestros ojos estén todavía entreabiertos, ántes de
mente. La gloria de Dios se os hará sumamente ama- que la palidez de la muerte fije su asiento en vuestro
ble ; sentiréis una sensibilidad exquisita por nuestro semblante, y miéntras aquéllos que os rodean se cer-
Señor, pues será para vosotros como la niña délos cioran de que vuestro último suspiro fué realmente el
ojos; os veréis como arrastrados á llevar almas al cie- postrero de vuestra vida ¡qué inefable sorpresa habréis
lo, por ser esta la ocupacion constante de Jesús: y ya experimentado en el tribunal de vuestro amoroso
adquiriréis de esa suerte un instinto y gusto delica- Señor, al resonar en vuestro oido los melodiosos canta-
dos en tan dulce tarea. Así irán continuándolas cosas, res del cielo, y al aparecer delante de vuestros ojos
y así viviréis, mas no vosotros, sino Cristo será quien la gloria de Dios para no eclipsarse por los siglos de
viva en vosotros, y así moriréis.. Nunca llegaréis á los siglos!
tumbre de tomar en todo el lado de Dios y de mirar
CAPITULO III. siempre las cosas bajo el punto de vista divino. No
quiero con esto decir que las personas piadosas que
E L AMOR O F E N D I D O POR E L PECADO.
siguen la opinion contraria en '"semejante cuestión,
Dios es n u e s t r o ' P a d r e i g u a l m e n t e que nuestro Criador.—Llévanos no tomen igualmente en todo el lado de Dios, como el
este título asi al a m o r d e complacencia como al de compasion.— biena venturado Lessio y el dulce y cariñoso San Al-
Dolor de los pecados de n u e s t r o s prójimos.—Varias revelaciones
de los Santos sobre el particular.—Oficio especial de las religio-
fonso, hombres consagrados enteramente á Dios,
sas.—Ejemplos de los Santos.—Métodos p a r a practicar dicho do- como el que más; sólo sostango que el instinto más
l o r : — ! . 0 Consideración sobre la gloria divina.—2.° Método de
San Bernardo.—3.° d e Baltasar Alvarez y San Alfonso de Li-
bien que la inteligencia era lo que movía al siervo de
gorio.—Cómo se s a t i s f a c e n los t r e s instintos en esta devoción.— Dios á obrar de esta manera. Seguía en esta misterio-
San Panucio y el g a i t e r o . — L a n c i s i o sobre el Carnaval.—Vision
sa cuestión aquella opinion que á juicio suyo era más
de Santa Gertrudis; —Conducta da ciertos católicos.—Deplorable
abandono de la gloria d i v i n a . honrosa á Dios, porque tal fué siempre su instinto
habitual, y hé aquí cabalmente lo qúe yo ahora me
SECCION PRIMERA. atrevo á recomendaros.
Una doctrina falsa es odiosa, porque no es verda-
Dios es nuestro Padre muy amado.
dera ; es odiosa también , porque produce escándalo,
Cuéntase de uno de los primeros Padres del Ora- resfría la devocion y ofende á las almas: por todos es-
torio, compañero de San Felipe, que solía preferir tos motivos la detestan las personas virtuosas. Mas
entre los autores que han escrito sobre la gracia, á aquéllos que profesan á Dios un amor muy tierno y
aquéllos que dieron más á la soberanía divina que al delicado, no atienden tanto á semejantes razones,
libre albedrío del hombre. Semejante proceder revéla- como á la ofensa que hace al honor divino: el honor
nos todo su carácter: no es tanto la expresión de que de Dios es su primer pensamiento, y pónense luego
era un fiel discípulo de Santo Tomás en la citada cues- al punto aliado suyo, é igual conducta se observa en
tión teológica, como una clara manifestación de su pe- ellos cuando ven á un inocente injustamente perse-
culiar vida espiritual y singular tendencia de su devo- guido ó cruelmente calumniado. En este último caso,
ción. Dicha preferencia en el buen Padre nacía más bien que profesen al paciente una tierna simpatía y
bien de una pasión dominante que del mérito intrín- un afectuosísimo amor, el primer pensamiento, el
seco de la controversia, pues había adquirido la cos- pensamiento dominante, el pensamiento continuo
hayamos adquirido, contribuirá grandemente á ha-
que mueve á estos siervos de Dios, es la ofensa que
cernos perseverar con más constancia en tan dulce
recibe el honor de su Señor con la persecución del
ejercicio. Cumplimos nuestra misión de criaturas
inocente y la culpa que casi necesariamente han de-
cuando tomamos el partido de nuestro Criador, de-
bido cometer sus perseguidores. Por eso en épocas de
fendiendo sus intereses, protegiendo ásu Majestad y
abandono espiritual, de enormes pecados públicos,
promoviendo su gloria. Empleados en tan santa ocu-
de importantes cambios políticos, de calamidades lo-
pación gozarémos indudablemente de una felicidad
cales , de triunfos católicos y rescates de almas del
inefable en la suerte más adversa, y de una paz he-
purgatorio, semejantes personas, instintivamente
chicera en el más espantoso abandono.
sienten y descubren luego al punto la parte de esos
Pero no solamente es Dios nuestro Criador, sino
acontecimientos que se relaciona con la gloria divi- .
también nuestro Padre. ¡Ojalá que todos nosotros
n a , y quedan en seguida tan embebidos en ella, que
comprendiésemos la grandeza é importancia de título
suelen parecer duros, insensibles y sin entrañas para
tan excelente! Quien sirve á Dios como á su Criador
compadecerse-y regocijarse con los demás, aunque
es de un carácter muy diferente de aquél que le sirve
realmente en su interior sucede todo lo contrario.
como á su Padre. No servimos nosotros á Dios por
Fácilmente con el tiempo, con la oracion y con la
puro amor, porque na tenemos una idea amorosa de
asiduidad reposada en la devocion llegaría á hacérse-
Dios. Somos para con Él secos, fríos y suspicaces,
nos habitual este piadoso ejercicio de tomar en todas
por obstinarnos en continuar mirándole solamente
las ocasiones el lado de Dios, y nos serviría de pode-
comoá nuestro Legislador y Juez supremo. Cuanto
roso auxiliar para amar y glorificar á nuestro Cria-
más una persona desee adelantar en la perfección,
dor y Señor. Impórtanos, pues, sobremanera el ir
tanto más eficaz debe ser su empeño en mirar á Dios
gradualmente creciendo en la convicción de que no
como á su Padre. Bien corta sería, por cierto, la dis-
hay ningún mal real en el mundo sino el pecado;
tancia entre los Santos y católicos ordinarios, con
que no tenemos ningún enemigo verdadero más que
sólo que todos conviniésemos en mirar y servir á Dios
el pecado; y que combatir el pecado, así propio como
como á nuestro Padre. Asombra verdaderamente esa
ajeno, con las armas de la oracion y buenas obras, es
muchedumbre de afectos serviles y suspicaces que
lo único que nos interesa y merece todos nuestros
abrigan hasta las personas piadosas acerca de Dios,
desvelos y cuidados. Pero semejante convicción nace
de su soberanía y majestad. Hé ahí el origen del te-
de tomar siempre el lado de Dios; y una vez que la
dio y falta de consolacion que se experimenta en el hasta en grado heroico esa ternura filial hacia Dios.
cumplimiento de nuestros deberes religiosos. Seme- Defínese dicho don una habitual disposición que el
jantes afectos traen consigo toda suerte de tentacio- Espíritu Santo infunde en el alma para excitar en
nes contra la fe, y suscitan en el ánimo todo género nosotros un afecto filial hacia Dios. Afirma Santo To-
de escrúpulos que secan la ternura dé la devocion y más (1) que son más meritorias las obras ofrecidas á
hielan el alegre espíritu de la mortificación amorosa. Dios como á nuestro Padre, que aquellas que se le
Por el contrario, es un verdadero sol de vida crecer y ofrecen como á nuestro Criador, porque el motivo es
sentir á cada momento • que Dios es nuestro Padre, más excelente. Cuál sea la importancia que las per-
que nos ama con amor de Padre y nos trata como á sonas espirituales han atribuido á este dulce afecto
hijos suyos muy queridos. filial hácia Dios, descúbrese muy á las claras en la
Ved los esfuerzos que ha tenido Dios quehacer observación hecha por el cardenal Belarmino al visi-
para ocultar á sus hijos su faz severa. Confió al Hijo tar la Francia. Decía que estaba admirado de la de-
todo el juicio: nuestro Señor dulcísimo en cuanto vota piedad de los franceses, y que bajo este concep-
hombre es quien nos juzgará en el último dia; nues- to le parecían mejores católicos que los italianos: así
tra postrera apelación será á su Sagrado Corazon. á lo ménos lo cuenta Lallemant.
Cuando Dios, por boca de Jeremías, invita á su pue- No contento San Pablo con el pasaje arriba citado
blo rebelde á convertirse, recuérdale todos sus peca- de su carta á los Romanos (2), casi repite las mismas
dos Í y como si quisiera excusarse á Sí mismo, aña- palabras á los Gálatas (3). Exprésase como si bajo la
de (1): «Pero á lo menos desde hoy decidme: Tú eres antigua alianza no hubiese Dios podido, por decirlo
nuestro Padre.» El Apóstol resume toda la obra del asi, persuadir á los judíos á mirarle como á su Padre;
Evangelio en que hemos recibido el espíritu de adop- y por eso,—«cuando vino la plenitud de los tiempos,
ción para clamar Abfa, Padre; y al enseñarnos envió Dios á su Hijo, hecho de mujer, y sujeto á la
el Señor á orar, suplícanos invoquemos á Dios con ley, para redimir á aquéllos que estaban bajo la ley,
el dulce nombre de Padre. Es más: nos ha otorgado y recibiésemos la adopcion de hijos. V porque sois
uno de los siete dones del Espíritu Santo, el don de
Piedad, con el fin expreso de disponernos á ejercitar
(1) II. 2 q. 121.
(2) Cap. VIII, T. 15.
(3) Cap. IV.
(1) J e r . , cap. III, r. 4.°
hijos, ha infundido Dios el Espíritu de su Hijo que todo don, el que Dios se llamase hijo del Umbre y el
clama: Alba, Padre; y así ya no sois siervos , sino hombre á Dios su Padre amoroso. Tercera, por la
hijos.»—Y hasta en el Antiguo Testamento, ¿quién confianza que excita en nosotros el recuerdo de que
no recuerda el lenguaje patético de Israel?—«Ahora, Dios es nuestro Padre; y Tertuliano, San Cipriano y
Señor, Vos sois nuestro Padre ; y Abraham no nos San Crisòstomo aseguran que ese es el motivo de em-
c o n o c i ó , ni Israel tuvo cuenta de nosotros. Vos sólo
pezar la Oración dominical con las palabras Padre
sois nuestro Padre y nuestro Redentor: por los siglos nuestro; pues como afirma el mismo Santo Tomás (1),
de los siglos vivirá vuestro Nombre (1).» la confianza se despierta en nosotros singularmente
pvr la consideración del amor que Dios nos tiene, y el
Lancisio ; en su Tratado de la presencia de Dios,
vivo deseo que le anima d colmarnos de bienes ; y por
despues de varios actos de amor para dirigirnos á Dios
eso llamárnosle Padre. Cuarta, Le llamamos Padre,
como á nuestro Señor santísimo y Padre amantísimo,
dice San Agustín, para alcanzar con este Nombre
pone en boca de su adversario esta objecion:—«¿Por
dulcísimo sus divinos favores, y mover sus amorosas
qué en semejantes actos de amor añades el nombre
entrañas d otorgarnos cuanto le pidamos.
de Padre ? — Hágalo así, responde , por cuatro
razones: Primera, porque era útilísimo que ta- En las Revelaciones de Santa Gertrudis se halla
les actos de amor naciesen, no sólo de los afec- un bellísimo pasaje que nos manifiesta lo muy agra-
tos de humildad y religión comprendidos en el títu- dables que son á Dios los títulos llenos de reverencia
lo de señor, sino también de un afectuoso sentimiento y familiaridad. Díjola, pues, el Señor que cuantas
filial hacia Él mismo. Segunda, por el mayor méri- veces uno llama á Dios, Amor mio, dulcísimo Dueño
to que así se adquiere, conforme á la doctrina de mio, Amantísimo mio y otras expresiones por el esti-
Santo Tomás arriba citada: «-Es mis excelente, dice lo, recibe una prenda de su salvación, en virtud de
el angélico Doctor, honrar á Dios como á nuestro la cual, como llegue á perseverar, gozará en el cielo
Padre, que honrarle como á nuestro Criador y Se- de un privilegio especial de igual clase que aquel
ñor. Y como afirma San León (2), Grande es el sacra- que disfrutara en el mundo San Juan Evangelista (2).
mento de este privilegio, y es un don que sobrepuja á Pues si nosotros vivamente sintiésemos que Dios
(1) 2. 2. q. 83.
(1) Isaías , cap. LXIII, v. 16.
(2) l . ° l i b . 3.°cap. 9.
(2) S e r m . 6 de Nativ.
»
— 87 —
es nuestro Padre; si nuestro ejercicio cotidiano con- se asemeja al dulce arrobamiento de la contempla-
sistiese en pensar y acercarnos á Dios eomo á nuestro ción. No parece sino que la tierra se ha trocado en
Padre muy amado, bien presto nada habría en el verdadero cielo. El objeto más liviano y el más ligero
mundo que fuese tan caro á nuestra alma como su ruido agitan el corazon, como si Dios estuviese á
honor y majestad: el honor divino le consideraríamos punto de aparecerse y hablarnos. ¡Qué diferente es la
como si nos perteneciese y realmente fuese propiedad vida, cuando se tiene la dicha incomparable de dar
nuestra, y cualquiera ultraje suyo le tomaríamos con nuestro Padre! Si trabajamos, es á su presencia,
como ofensa que se nos hacía á nosotros mismos. Y y si nos recreamos, lo hacemos á la vista de su dulce
eomo el pecado es una ofensa contra Dios , el pecado sonrisa: la luz terrestre se nos figura una irradiación
así propio como ajeno sería nuestro único enemigo, celestial, y las estrellas de la noche parécennos seme- •
nuestro único cuidado y nuestra única desgracia sobre jantes á la aurora de la vision beatífica: tan suaves,
la tierra. Sí: el pecado de un hermano nuestro dejaría y tan dulces, y tan lindas, y tan exquisitas llegan á
de ser para nosotros objeto indiferente, puesto que es sernos todas las cosas luégo que se ha tenido la suerte
un ultraje horrible contra la Majestad de Dios, y de de hallar á nuestro Padre en nuestro Dios y Señor.
este modo llegaríamos á comprender de lleno aquel
grito constante de San Felipe de Neri: «¡ Sólo que no
haya pecado: sólo que no haya pecado!» SECCION II.
quehe visto tu rostro, y te dejo vivo (1).» Mas no es la más popular de todas las devociones de la Iglesia,
este solamente el oficio del amor. Si el amor nos hace v acaso sea ésta igualmente una de las causas que
dichosos trasfiriendo á nuestro corazón la dicha é in- movieron á nuestro Señor á padecer más de lo nece-
tereses del objeto amado, el mismo amor nos llena sario en nuestra redención. Para sentir dicha compa-
igualmente de aflicción y pesadumbre, al trasferir y sion no se requiere un subido amor divino ni una al-
hacer nuestras las ofensas y ultrajes que recibe el ob- tísima virtud: las mujeres de Jerusalen no eran cier-
jeto amado. Quiero con esto dar á entender que el do- tamente santas, y lloraron sin embargo por Jesús en
lerse de las culpas • ajenas no es ninguna devoción el camino del Calvario: los amigos de Job eran de co-
traidaallá del otro mundo, ni un refinamiento sutil razon duro, y con todo, la compasion venció su or-
. del sentimiento religioso, sino una consecuencia ne- gullosa insensibilidad, y su necia y odiosa petulancia.
cesaria del divino amor. No ama ciertamente á Dios Lo que nosotros principalmente necesitamos es ablan-
quien carece de este dolor del pecado asi propio como dar nuestro corazon, y que el pesar le conmueva más
que aumenta áproporcion que crece el
a j e n o : dolor viva y eficazmente que el gozo.
amor. ¿Qué fué lo que hizo álos dolores de la santísi- No esperemos alcanzar un subido amor divino, si
ma Virgen más intolerables que todos los tormentos primeramente no nos familiarizamos con este amor
de los mártires, sino su amor que sobrepujaba al de to- de compasion. Aun entre nosotros es más censurable
dos los mártires juntos? Si, pues, arde en nuestro co- el no condolerse de las desgracias de nuestros próji-
razon la llama del divino amor, las ofensas y ultrajes mos , que el no alegrarse en sus goces y contenta-
mientos. La simpatía nos es connatural, y el corazon
contra Dios serán igualmente ofensas y ultrajes que
más criminal puede abrigar la esperanza de salvarse,
se nos hacen á nosotros mismos.
con sólo que conserve viva una afectuosa simpatía.
Pero no es esto sólo. Como se excitan en nosotros
No hay mal que no produzca bienes; y hé aquí por
los afectos de simpatía y compasion con mayor faci-
qué del pecado y de la Pasión de nuestro adorable Se-
lidad que los afectos de complacencia, parece que
ñor como de dos fuentes perennes brotan á raudales en
Dios deseaba cultivar más el amor que llaman los teó-
nuestro corazon este amor santo de compasion. ¡ Qué
l o g o s de compasion que el de complacencia: esta es
maravillosos prodigios no puede obrar semejante
una de las razones por qué la devocion á la Pasión es
amor! Di cese que la compasion de María ha cooperado
en cierto sentido con la Pasión de nuestro Santísimo
(1) Génesis, cap. XLVI.
— 91 —
- 90 - •
mía, amor mió, paloma mia, perfecta mia, porque
Señor á la salvación del mundo. ¡ Y cuántos ejemplos
mi cabeza está llena de rocío y mis cabellos de gotas
no pudiéramos citar de la misericordia que Dios ha
de la noche(1).»
usado con los pecadores, por haber conservado éstos
Pero me replicaréis vosotros: «El dolerse de los
un ligero y tierno recuerdo de su amorosa Pasión! TSs
pecados ajenos, es cosa muy buena para los Santos:
preciso, pues, gemir ahora con Jesús, si queremos
sabemos que ellos lo hicieron así; mas por lo que hace
gozarnos con Él despues. Yo quisiera que os paraseis
á nosotross, semejante ejercicio es superior á nuestras
á reflexionar acerca de esto, que me parece no teneis
fuerzas: es ejercicio que más bien debe admirarse que
tan presente como era de desear, ni apreciais en lo
no imitarse; en nosotros dicha práctica sería una im-
que se merece. Dice San Francisco de Sales que no
prudencia, pues todavía no sentimos un vivo dolor de
hay lengua que pueda expresar el deseo ardentísimo
nuestras propias culpas: conviene no ir tan aprisa;
de nuestro Salvador de penetrar en nuestro corazon
es menester que nos ejercitemos un poco más en llo-
por medio de este doloroso amor. Hé aquí, pues, un
rarlas nuestras, que hartas son por desgracia.» No
medio fácil de amarle y de promover su mayor gloria:
me hagáis, por Dios os lo pido, una objecíon seme-
no le rehusareis, así lo espero, un obsequio tan suave
jante; y si me la hacéis, permitidme que os combata
y gustoso; y no sólo estoy seguro de que le amais y
con vuestras propias armas. No teneis, decís, bastan-
suspiráis por amarle más todavía, sino que no quiero
te dolor de-vuestras propias culpas, ni hay cosa que
creer que así no sea. ¿Quién será capaz de no amar á
os fastidie tanto como esto, ni que sea tan enojoso y
nuestro Señor dulcísimo? ¿Existe por ventura un co-
estéril para vuestro aprovechamiento espiritual; pero
razon que deje de amarle? Mas no es este lugar de
¿cuál es la causa de ese vuestro escaso dolor de los pe-
entrar en averiguaciones de cosas tan extrañas, ni de
cados , sino el mirar la culpa más por lo que afecta á
ver si existen sobre la tierra fenómenos tan espanto-
los intereses de vuestra alma, que á los intereses de
sos. Nosotros le amamos. ¡Gracias le sean dadas por
Dios? No quiero con esto decir que dejeis de considerar
tan singular favor! Diez y ocho siglos há que tuvo
la culpa bajo ese primer respecto: no permita Dios
lugar su pasión; pero esta pasión y mortal agonía
que os aconseje una cosa semejante. Debeis hacer lo
renuévanse todos los días, porque abunda el pecado.
uno, sin omitir lo otro; pero si miráis el pecado úni-
¡ Oh pecado cruel! ¡ crueles pecadores! Mas Jesucristo
se acogerá á nosotros: aplicad el oído á vuestro cora-
(1) Cant.V. 2.
zon , y escuchad lo que os dice: e Ábreme, hermana
TOMO I.
camente bajo el punto de vista de la recompensa y el que ya hemos hablado; y no debe causaros fastidio
castigo, es evidente que no alcanzaréis jamás un que os las repita con tanta frecuencia. Pero cuando
aborrecimiento proporcionado á la culpa, porque la empleo la palabra pesar, es preciso que comprendáis
pena está muy léjos de ser el mal principal del peca- bien lo que quiero significar con semejante expresión.
do. Su principal malicia consiste en ser un ultraje á Yo no os propongo ninguna cosa melancólica ni des-
la divina Majestad, y como vosotros le miréis bajo este agradable: ¡léjos de mí tal pensamiento! El dolor de
respecto, aumentará maravillosamente en intensión que os estoy hablando, es uno de los mayores placeres
el dolor de vuestras culpas. Mas para mirar el pecado de la vida, y capaz por sí solo de inundar el corazon
como ofensa contra Dios, requiérese que aprendais de una alegría indecible. Oigamos cómo el Eterno
primeramente á llorar los de vuestros hermanos, pues Padre se dignó explicar dicho sentimiento á su querida
en la culpa ajena no entra el propio interés, y sólo se hija Santa Catalina. Despues de hablar (l)de las cinco
atiende en ella á la gloria ultrajada de vuestro Padre especies de lágrimas que los hombres derraman, la
celestial. Si, pues, deseáis doleros vivamente de vues- describe (2) un estado del alma, lleno á la vez de ale-
tras culpas, llorad ántes las ajenas como ofensas que gría y aflicción: — «Su alegría, la dice, nace de su
son contra la Majestad de nuestro Dios y Señor. Tal unión sensible conmigo, en cuya virtud gusta las dul-
es la práctica que yo ahora me atrevo á recomendaros: zuras inefables del divino amor; y la aflicción procede
práctica que abraza el espíritu de la Confraternidad, á la vista de las ofensas que se cometen contra Mí que
esto es; dolor de los pecados ajenos, y reparación de soy la eterna Bondad á quien esa alma contempla y
la gloria de Dios ultrajada con semejantes culpas. gusta en el conocimiento de sí misma y en el mió. Se-
Decía , pues, que esta práctica abraza el espíritu mejante dolor no impide el estado de unión que tiene
de la Confraternidad , ya que los motivos para condo- conmigo, porque las lágrimas que derrama, como na-
lernos de las culpas ajenas son los mismos que diji- cen del amor de sí misma en su amor á los prójimos,
mos arriba eran indispensables para pertenecer á di- son de una incomparable suavidad. En la misericordia
cha Hermandad. En efecto , lloramos las- culpas de mia halla la melancolía del amor, y en las miserias
nuestros prójimos, porque son ofensas contra la gloria de sus hermanos el dolor del amor. Hé aquí por qué
de Dios, inutilizan y destruyen el fruto de la pasión
de Jesús, y perjudican y pierden las almas. Hé aquí (1) Dial. 88.
por qué volvemos otra vez á las mismas tres cosas de (2) Cap. 89.
llora con los que lloran y se alegra con los que se ale-
gran, pues el alma se regocija al ver que mis siervos SECCION m .
honran y glorifican m i santo nombre.»—Y díjola asi-
Ejemplos del amor de compasion.
mismo :—«Esta pena inaflictiva, nacida de los ultrajes
que recibo y de los infortunios de los prójimos, fúndase Pero á fin de esclarecer más este asunto, voy aho-
en una caridad muy abrasada, y sirve al alma de pasto ra á presentaros, tomándolos de los mismos Santos,
espiritual de exquisito sabor. Y basta se regocija y algunos ejemplos de este dolor de los pecados, que
salta de contento con semejante pena , pues es una tanto ofenden á la gloria divina. Nuestro Dios y Señor
prueba convincentísima de que estoy con ella por me- se dignó revelar á la misma Santa Catalina lo que
dio de una gracia m u y especial (1).» sigue. — «Estoy sumamente complacido, hija mia
Hé aquí explicado por qué los Santos á quienes les muy amada , por el deseo que tienes de sufrir toda
fué dado el don de lágrimas tenían su alma inunda- suerte de penas , trabajos y hasta la muerte misma
da de un gozo y alegría espiritual incomparables. por la salvación de las almas. Cuanto más sufre una
Dice el antiguo biógrafo de San Juan Clímaco, que persona , tanto más muestra el amor que me profesa:
no bay palabras con que encarecer los maravillosos y amándome, conoce mejor mi verdad ; y cuanto más
efectos que el don de lágrimas producía en el alma de me conoce, mayor y más vivo es su dolor por las ofen-
este siervo de Dios ; y el mismo Santo, en el sétimo sas que recibo. Tú me pedias que cargase sobre tus
escalón de su Escala de Perfección, afirma—«que hombros todos los castigos que merecen los pecados
los que ban recibido el don de lágrimas, pasan toda que se cometen en todo el mundo , pero no conside-
su vida en una fiesta y banquete espiritual.»—Cierta- rabas que al pedirme eso, me pedías al mismo tiem-
mente no existe ni sombra de amargura en las lágri- po amor, luz y conocimiento de la verdad; pues, como
' mas de aquellos q u e de veras aman á Dios : ¿ni qué ya te he dicho, cuanto mayor es el amor, mayor es
otra cosa puede haber sino contentamiento, y dulzu- la pena; y así, á medida que crece el amor, igual-
ra , y alegría, en lágrimas que son un don singular mente crece la aflicción (1).» —Meditando un dia Santa
de Aquél que es el amor y júbilo, como le llama San María Magdalena de Pazzis sobre aquellas palabras
Agustín, del Padre y del Hijo? del Evangelio , 'Salió sangre y agua , cayó en un éx-
llora con los que lloran y se alegra con los que se ale-
gran, pues el alma se regocija al ver que mis siervos SECCION m .
honran y glorifican m i santo nombre.»—Y díjola asi-
Ejemplos del amor de compasion.
mismo :—«Esta pena inaflictiva, nacida de los ultrajes
que recibo y de los infortunios de los prójimos, fúndase Pero á fin de esclarecer más este asunto, voy aho-
en una caridad muy abrasada, y sirve al alma de pasto ra á presentaros, tomándolos de los mismos Santos,
espiritual de exquisito sabor. Y hasta se regocija y algunos ejemplos de este dolor de los pecados, que
salta de contento con semejante pena , pues es una tanto ofenden á la gloria divina. Nuestro Dios y Señor
prueba convincentísima de que estoy con ella por me- se dignó revelar á la misma Santa Catalina lo que
dio de una gracia m u y especial (1).» sigue. — «Estoy sumamente complacido, hija mia
Hé aquí explicado por qué los Santos á quienes les muy amada , por el deseo que tienes de sufrir toda
fué dado el don de lágrimas tenían su alma inunda- suerte de penas , trabajos y hasta la muerte misma
da de un gozo y alegría espiritual incomparables. por la salvación de las almas. Cuanto más sufre una
Dice el antiguo biógrafo de San Juan Clímaco, que persona , tanto más muestra el amor que me profesa:
no hay palabras con que encarecer los maravillosos y amándome, conoce mejor mi verdad ; y cuanto más
efectos que el don de lágrimas producía en el alma de me conoce, mayor y más vivo es su dolor por las ofen-
este siervo de Dios ; y el mismo Santo, en el sétimo sas que recibo. Tú me pedias que cargase sobre tus
escalón de su Escala de Perfección, afirma—«que hombros todos los castigos que merecen los pecados
los que han recibido el don de lágrimas, pasan toda que se cometen en todo el mundo , pero no conside-
su vida en una fiesta y banquete espiritual.»—Cierta- rabas que al pedirme eso, me pedías al mismo tiem-
mente no existe ni sombra de amargura en las lágri- po amor, luz y conocimiento de la verdad; pues, como
' mas de aquellos q u e de veras aman á Dios : ¿ni qué ya te he dicho, cuanto mayor es el amor, mayor es
otra cosa puede haber sino contentamiento, y dulzu- la pena; y así, á medida que crece el amor, igual-
ra , y alegría, en lágrimas que son un don singular mente crece la aflicción (1).» —Meditando un dia Santa
de Aquél que es el amor y júbilo, como le llama San María Magdalena de Pazzis sobre aquellas palabras
Agustín, del Padre y del Hijo? del Evangelio , Salió sangre y agua , cayó en un éx-
tasis , y «vió, dice su confesor, una gran muche- todos sus pecados. El amor es ciertamente mas gusto-
dumbre de almas en el costado de Jesús resplande- so y deleitable; pero como estamos en este mundo para
cientes como las perlas en una corona real, y excla- purificamos, de ahí es que nuestra vida mortal sea
mó : Asi nuestras almas embellecidas y hermoseadas más bien tiempo de sufrir y padecer por amor de
con la sangre, trasfórmanse en riquísima corona del nuestro Dios y Señor. Esta es la causa de que Él
Verbo por la manifestación que de Él hacen antes reciba 'mayor complacencia en el dolor que en el amor.»
que el resto de la creación, gloriándose el Verbo en —En otra ocasion, despues que la Santa hubo comul-
ellas como se gloria un rey en su corona real. Vió gado , díjola que debía gemir como tortolilla, compa-
asimismo penetrar á las almas en la cavidad amoro- deciéndole porque era tan poco conocido y amado de
sa del costado, expresando dos efectos: trasformá- sus criaturas.
banse primeramente en sangre por el amor , y des- Tal es, efectivamente , el verdadero oficio que las
pues en agua por el dolor. Deleitásemos Dios, al monjas tienen que llenar en la Iglesia de Dios. No
menos en esta vida, en el alma que se tras forma por hay ninguna, por muy ocupada que esté en la edu-
el dolor, que en aquella que se trasforma -por el amor. cación ú otras obras exteriores, sobre la que no pese
Sin embargo, conozco ¡oh Verbo divino! que el dolor este sagrado deber , en el mero hecho de su profesion
que el alma siente viéndote ultrajado, sólo puede na- religiosa. Cierto número de doncellas amables y pia-
cer del amor que te profesa, que en si mismo es más dosas que viven juntas en paz y armonía cumpliendo
perfecto que el dolor; pero por el dolor llega á ejerci- la rutina diaria de los ejercicios prescritos por la re-
tarse mejor el alma en el amor de su prójimo, porque gla y empleadas en la educación de la juventud sin
el celo de su salvación obra en ella de una manera más ningún reconocimiento de un fin sobrenatural, y
viva y eficaz. Hay todavía otra razonpara que en esta privadas de todo sentimiento práctico de que están
vida sea más agradable á Dios el ejercicio del dolor ligadas á Jesús con lazos más estrechos que el resto
que el del amor: el primero es una especie de martirio de las gentes, no son monjas, por más que lo parez-
en virtud del cualse asemejan las almas á Jesús pen- can en los hábitos que visten y por respetables que
diente en la Cruz.; cuyo dolor es una tierna compa- sean sus personas. Es ciertamente una delicia que
sión por la grandeza de sus tormentos, y una especie tengan las doncellas un asilo donde vivir alejadas del
delágrimas por su pasión amorosa; y cuando dicho mundo, y libres de tantas vanidades y tentaciones
yesar se trasforma en aflicción, purifica el alma de como en él reinan; pero semejantes retiros no son
conventos. Los conventos son lugares enteramente Dios, y deploraba con lágrimas amargas la ingrati-
diferentes; y una señorita , por el hecho de retirarse tud de los hombres, que tan mal correspondían á la
del mundo , no es una esposa mística de Jesucristo. infinita bondad de Dios, y solía repetir: — « ¡Cómo!
El voto de pobreza, ya que no otra cosa, da á las re- ¡un Dios hecho hombre ! ¡un Dios crucificado! ¡un
ligiosas un carácter expiatorio; preciso es, pues, Dios muerto! ¡un Dios oculto bajo las especies sacra-
que giman como tortolillas. Más bien que ellas, es mentales! ¿Quién?... ¡un Dios!» Y luego que per-
Jesús quien por amor suyo se retira de este mundo manecía silencioso un breve rato en una especie de
perverso, para ampararse y morar en el claustro de estupor extático, volvía de nuevo á exclamar : «¡ Oh
sus corazones ; por esta razón él espíritu de las reli- abrasada caridad! ¡ Oh exceso de amor ! ¿ Quién y por
giosas debe ser un.espíritu de su aflicción amorosa, quién? ¡Oh criaturas ingratas! ¿Cómo es que no
ds dulce reparación y santa languidez por los ultra- amais á Dios? ¡ Ojala me fuese posible encender todo
jes de su celestial Esposo: se han casado con sus in- el mundo con el fuego del divino amor! ¡Ah ! ¡si yo
tereses ; y es preciso que giman con Él, y con Él se tuviese fuerzas bastantes para salir á predicar á cam-
alegren. Jesús las ha confiado su gloria santísima po raso á mi buen Padre espirando en la Cruz por
para que cuiden de ella con todo el esmero posible: nosotros pecadores!
el mundo es su cruz; menester es, pues , que la lle- Si, pues, este es "el verdadero oficio de las monjas,
ven. Ni deben ser indiferentes á los pecados del siglo, preciso es que no lo pierdan jamas de vista; si tienen
pues si viven retiradas es para llorarlos. Jamás, don- un carácter expiatorio, no hay duda que éste ha de
de falte este espíritu , se encontrará el camino sobera- ser el objeto principal de su profesion. El buen éxito
no de la mortificación, ni las dichosas alturas ele la de las escuelas y el número de sus novicias, y la ar-
• contemplación, ni la atmósfera pavorosa, pero alegre quitectura de sus conventos, y las exenciones de sus
y refrigerante, de la .verdadera vida sobrenatural. Ni obispos respectivos, son para una religiosa asuntos
la época , ni el país, ni las ocupaciones pueden dis- muy secundarios: el principal blanco suyo es ver
pensar á las esposas de Jesucristo de su oficio de tór- cómo agradan á su celestial Esposo, y gemir y llorar
tolas del Sag-rado Corazon de Jesús : tienen que rea- con su Majestad ultrajada. El egoísmo en todos es
lizar con un espíritu constante de reparación y de odioso, pero en las religiosas es una especie de sacri-
oblacion los sentimientos que fueron habituales al legio. El espíritu de los conventos es un espíritu de
Beato Pablo de la Cruz.- Lamentábase este siervo de santa timidez, un espíritu de temor hechicero y en-
cantador que está sin cesar suspirando por subir á la ocho años, y ya María probablemente había olvidado
cumbre de la verdadera vocacion, que en su humil- de todo punto dicha acción culpable, cuando he aquí
dad créese muy lejos de haber conseguido. Si á una que Dios se dignó revelarla, que á consecuencia del
de esas almas puras la fuese dado ver de repente to- acto de sentimiento que concibió por la culpa ajena,
dos los deberes á que se ha obligado con su profesión la tenía preparada una singularísima gloria, que la
religiosa, quizá no podría sin milagro soportar la vi- representó bajo la figura de un riquísimo vestido de
sión , y vivir. Así sucede en aquellas deliciosas mora- grana. Quien no olvida el vaso de agua fria que se
das, donde todo respira virtud, mortificación, abati- da en su nombre, ménos podrá olvidar esos actos in-
miento, dulce reposo y celestial santidad; donde hasta teriores de amoroso pesar. ¡Qué tesoro tan rico se nos
el aire mismo condena los pensamientos de soberbia reserva en semejante devocion, con sólo que nuestro
y de las que sacamos una preciosa desestima de nos- amor procure aprovechar las ocasiones que se le va-
otros mismos, sin la amargura de un tedio enojoso y yan ofreciendo!
estéril. De San Francisco de Asís cuenta San Buenaven-
En la vida de Santa María Magdalena de Pazzis tura, que llenaba los bosques con sus lamentos, y
se nos ofrece una prueba todavía más decisiva del que por todas partes iba derramando abundantes lá-
poder que ejerce sobre el Sagrado Corazon de Jesús grimas y dándose golpes de pecho, hablando unas
esta práctica de dolerse de los pecados ajenos; y por veces con Dios, y prorumpiendo otras en gritos
cierto que nos procura tesoros tan ricos y abundantes amargos para obtener misericordia y perdón por el
de dulces y suaves consolaciones, é infunde en el pecado.—«Pero cuando contemplaba á las almas,
ánimo un esfuerzo tan grande, que es imposible no prosigue el Doctor s e r á f i c o , redimidas con la preciosa
determinarnos á seguir, aunque á lo léjos, los pasos sangre de Jesucristo manchadas con la culpa, gemía
de la Santa en el dolor por los pecados de nuestros por ellas con una ternura compasiva, que semejante
hermanos. Cuando ésta era una niña de sólo doce á una madre, no parecía sino que todos los dias esta-
años, oyó á una persona injuriar á otra hasta el pun- ba dándolas á luz en Jesucristo.»—La gloria de Dios,
to de cometer pecado. Quedó la Santa tan horrorizada los intereses de Jesús y el amor de las almas hallá-
de semejante ofensa contra Dios, que no pudo des- banse confundidos é identificados en un solo motivo
cansar en toda la noche, gimiendo y llorando por el en el corazon del glorioso Patriarca de Asís; comenza-
ultraje hecho á la divina Majestad. Pasáronse diez y ba con uno y acababa con el otro, porque con toda
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siempre por supuesto, que tengamos la diclia de mo- por todas partes y ocupado siempre en imponernos
rir con el don de la perseverancia final: el ojo no ha nuevas obligaciones y ligarnos con nuevas cadenas
visto, ni el oído ha oido, ni el entendimiento humano de amor! ¡ Ojalá estuviésemos tan fuertemente amar-
ha concebido jaibas un solo grado de gloria celestial. rados á Jesús, que nunca nos fuese «posible separar-
Y todos estos grados preciso es que los multiplique- nos de su lado! Mas ¡ay! ser suyos, muy suyos, en-
mos millones y millones de veces • y si tenemos la teramente suyos, inenajenables y por todaja eterni-
desgracia de caer en culpa mortal, pero luego, ayu- dad , es la dicha del Purgatorio! Seguramente, el
dados de la divina gracia, imploramos contritos la lograr que una sola alma profese á Jesús un solo gra-
preciosa sangre, no se contenta Jesús con perdonar- do de amor, bien valen la pena los novecientos años
nos , sino que le es indispensable devolvernos toda esa dé penitencia de Adán, entre las espinas y abrojos
asombrosa suma total deméritos: tan apasionada- de una tierra solitaria é ingrata. ¡ Y nosotros, sin
mente anhela tenernos consigo en el cielo por toda embargo, estamos viviendo en el seno de su santa
la eternidad. ¡Y todavía existen católicos tibios! ¡Y Iglesia, donde el principio, medio y fin de toda núes •
Vos, Jesús mió, los sufrís con tanta paciencia! Cu- tra religión es que todas las cosas son nuestras, y
bristeis toda la tierra con una red de amor , que ha- nosotros somos de Cristo, y Cristo es de Dios!
béis estado tejiendo diligentemente desde toda la Si existe una escena soberanamente tierna y pa-
eternidad; pero la hicimos toda pedazos, y ¿ qué ha- tética, es, sin duda alguna, la que nos ofrece Dios,
céis Vos entónces, dulcísimo, suavísimo y amorosísi- mendigando gloria de sus criaturas en un mundo he-
mo Señor nuestro? ¡ Ah! ¡os ponéis á tejer con inalte- chura de sus manos. El amor que inspira semejante
rable amor una nueva red de preceptos misericordio-
espectáculo es vivo y penetrante cual dolor agudo, y
sos y de alegre temor para coger en sus mallas aque-
aseméjase al martirio que sufre un padre por su hijo
llas almas necias que no quisieron dejarse prender
culpable. ¿ No nos hace enloquecer, y enloquecer de
con el cebo del amor!
amor, viendo al Criador suplicando, mendigando al
¡ Cuán dulce cosa es salvarse por Jesús! No parece Todopoderoso, y que se le niegue la limosna que
sino que es preferible á no haber nunca incurrido en pide? Y ¿quién se la rehusa con tanta frecuencia
la culpa original. ¡ Qué gozo el deberlo todo á Jesús! como nosotros? ¡ Ah! quién dará á nuestros ojos dos
¡qué dicha la nuestra no poder ni por un solo momen- fuentes de lágrimas para llorar dia y noche tan ne-
to hacer nada sin su auxilio! ; qué felicidad hallarle gra ingratitud, más inconcebible todavía que el ado •
TOMO I. . 21
rabie misterio de la Santísima Trinidad! ¿Qué cosa
puede haber más encantadora y paternal que nuestro INDICE GENERAL.
Dios y Señor, pidiendo gloria á sus criaturas ¡a
CAPÍTULO I.
nosotros! siendo tan ruines y miserables como so-
mos ? ¿ Cómo, cómo, pues, no le amamos ? ¿ Qué más INTERESES DE JESUS.
Páginas.
puede haber hecho en favor nuestro? Siglos ha que él Jesús todo p o r nosotros y todo por a m o r . - S u s inte-
mismo decía: «¿ Qué más puedo hacer, que no haya reses, el objeto de la C o n f r a t e r n i d a d de l a Precio-
sa Sangre.—Intereses h u m a n o s . — I n t e r e s e s diabó-
hecho?» Efectivamente, ¿qué más puede hacer el
licos.—Intereses de Jesús:—!. 0 en l a Iglesia triun-
Señor por nosotros, que no haya hecho ? ¡ Contem- f a n t e ; — 2 . ° en l a Iglesia p u r g a n t e ; - 3 . ° en la
plad y ved, hijos de los hombres, contemplad y Iglesia militante.—Los c u a t r o principales:—1.° la
gloria de su Padre;—2.° el f r u t o de su Pasión;—3.°
ved! ¡El Rey de la gloria arreglando y disponién- el h o n o r de su Madre;—4.° el aprecio de la g r a c i a .
dolo todo en su propio mundo, ¡loor á su Majestad —No siguen la m i s m a r e g l a que los intereses del
mundo.—No esperar de ellos resultados visibles.
soberana! como si fuésemos nosotros la causa final de —La oracion , el medio p r i n c i p a l de p r o m o v e r l o s . 4
toda la creación!
CAPÍTULO II.
CAPÍTULO III.
CAPÍTULO III.