Mujermama.com Voy a contaros una historia, que no pasó hace mucho tiempo.
Esta historia trata de una niña que siempre había
querido ser médico, como su madre, para poder curar a todos los niños del mundo.
Esta niña, se llamaba Blanca Nieves.
Blanca Nieves vivía en el seno de una familia
feliz, en una pequeña casa escondida en la montaña. Siendo aún pequeña Blanca, su madre consiguió un trabajo que la apasionaba, pero que la obligaba a viajar por todo el mundo.
Al principio, Papá y Blanca Nieves la
acompañaban en sus viajes, pero pronto empezaron a añorar su pequeña casa, y decidieron volver.
Pasó el tiempo y los padres de Blanca decidieron
separarse.
Su padre, quería mucho su esposa, pero sabía lo
importante que era para ella ayudar a esos niños que no tenían quien más les cuidara.
Blanca, que por aquel entonces, ya tenía 12
años, decidió quedarse con su papá. Cuando Blanca Nieves cumplió 16 años, su padre encontró de nuevo el amor, en una mujer muy hermosa y alegre, que no sólo conquistó el corazón de su padre, sino también el de Blanca, y pronto se mudó a su casa a vivir con ellos.
A pesar de los kilómetros que las distanciaban,
Blanca admiraba mucho a su madre.
Seguía soñando ser como ella.
Así que, para cumplir su sueño, entró en la
facultad de medicina. Iba a convertirse en Pediatra.
El padre de Blanca estaba muy contento al ver
que su hija estudiaba con esfuerzo para lograr sus sueños. Le decía lo orgulloso que estaba de ella y le repetía lo mucho que le recordaba a su madre, que nunca se rendía ante nada. La novia de papá, se sentía celosa de Blanca Nieves. A ella nunca le había interesado estudiar ni trabajar, y los logros de la joven la hacían sentirse inferior ante los ojos del padre de Blanca.
Cuando por fin acabó de estudiar, Blanca entró a
trabajar en un Hospital Pediátrico, donde había muchos niños.
En particular habían 7 niños que ella llevaba en
el corazón: Iker el mayor de todos y el más avispado; Jaume y Jonay, que hacían carreras por los pasillos con las sillas de ruedas; Manuel que siempre estaba malito y apenas se levantaba de la cama, Antonio que la recibía siempre con una sonrisa; Santiago, al que tenían que cantarle una canción antes de pincharle para que no llorara; y el más pequeño y risueño de todos, Martín, que era sordomudo.
Cada día, hacía su ronda y dedicaba un poquito
de su tiempo a esos niños, a los que adoraba. Un día, mientras Blanca hacía su ronda, vio a la novia de su padre que se acercaba por el pasillo. Le extrañó verla allí. Sabía lo mucho que odiaba los hospitales y la gente enferma, por lo que se asustó pensando en que algo le habría pasado.
- ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? ¿Le ha
pasado algo a mi padre? - Preguntó atropelladamente. La novia de su padre se rió. - Tranquila, no te preocupes. Todo va bien - dijo tranquilizando a Blanca Nieves - Solo pasaba por aquí y había pensado en invitarte a almorzar. - Oh, te lo agradezco muchísimo, pero las mañanas son intensas y apenas tengo tiempo para almorzar - le contestó Blanca disgustada por no poder aceptar la invitación - Bueno, no pasa nada. Permite al menos que te deje esta deliciosa manzana para que la comas cuando puedas. Las he comprado en el mercado del centro.
La novia de papá sacó una manzana de la bolsa
que llevaba colgada al brazo. Era una manzana grande y brillante, de un color rojo vivo que estaba pidiendo a gritos que la mordiera.
Blanca, se guardó la manzana en el bolsillo del
uniforme para comerla más tarde, y se despidieron.
Cuando terminó la ronda, no pudo esperar más
para comerse la manzana y le dio un buen mordisco.
Al momento, empezó a sentirse mal. Todo le
daba vueltas, se estaba mareando. Y entonces... calló al suelo inconsciente. Al oír el golpe, Manuel, que apenas se levantaba de la cama, salió a ver qué sucedía.
Asustado al ver a Blanca en el suelo, pensó en
buscar ayuda y fue corriendo a avisar al resto de sus amigos que acudieron al lugar.
Intentaron despertarla, pellizcándole en las
mejillas y haciéndole cosquillas, como tantas otras veces habían jugado con ella. Pero nada de eso funcionaba, Blanca no se despertaba y empezaba a ponerse azul. Debían buscar ayuda.
Martín, el más pequeño de todos, corrió y corrió,
hasta que la encontró. Un joven médico que empezaba ese día a trabajar allí.
Al ver a Blanca tendida en el suelo y de color
azul, actuó con rapidez. Le tomó el pulso y al ver que no respiraba le abrió la boca para mirar su garganta.
El trozo de manzana que había mordido con
tantas ganas, aún seguía ahí.
El médico, presionó con su mano en la tripa de la
joven, con un movimiento rápido, y el trozo de manzana salió despedido de la boca de Blanca Nieves, que inmediatamente empezó a respirar con normalidad.
A pesar de eso, a Blanca aún le costó un rato
más despertar. Al hacerlo, vio a sus niños alrededor, alegres de verla por fin abrir los ojos, y a un joven desconocido que la cogía de la muñeca, tomándole el pulso.
Los niños le contaron lo ocurrido. El joven
médico había hecho analizar la manzana. Se habían dado cuenta de que estaba ENVENENADA!!!!! La Novia de papá movida por los celos y la envidia, había querido deshacerse de ella. Rápidamente avisaron a la policía quien se la llevó a la cárcel, donde no volvería a hacer daño a nadie.
El joven médico llamaba de vez en cuando a
Blanca para saber cómo se encontraba, y así se hicieron muy buenos amigos. Tanto, que a día de hoy van a ser mamá y papá de un bebé que aún no ha nacido, al que querrán muchísimo y le enseñarán a ser FELIZ.