Está en la página 1de 287

Autobiografía de Jesucristo

“El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”


Con estas palabras del Hijo de Dios, que son permanentes más allá del tiempo, se vuelve a
actualizar el Evangelio, concordado y escrito en forma autobiográfica, es decir, relatado por
el mismo Cristo. En la palabra y la vida de Jesucristo se contiene todo lo que Dios ha
querido decir a cada mujer y a cada hombre. El mismo Jesús dirá de su palabra que es
Espíritu y Vida, dirá que su palabra es la del Padre que le ha enviado. El Verbo ha bajado
del cielo para dejar en este mundo la Palabra de su Padre Dios, como se deja una semilla
que lleva vida en sí misma, en terreno propicio que genera un nuevo nacimiento, para vivir
una nueva existencia, única y verdadera que ha de entenderse en clave de espíritu y
eternidad, porque este es el último destino del hombre: la vida eterna. La Fe hay que
suplicarla a quien la puede dar. Dios siempre la ha dado y la dará, con plenitud, a la mujer y
al hombre que con inteligencia de adulto y corazón de niño, hambriento de Verdad, con
buena voluntad, la requiere con toda su alma. El Hijo de Dios sale a nuestro encuentro
cuando, a solas, en los íntimos aposentos de nuestro espíritu, nos hace conocer quien es El
y por qué ha venido a este mundo. A continuación, en esta Autobiografía, se descubre una
infinita deuda de gratitud que compromete al bien nacido. Amor con amor se paga. Cuanto
más se conoce más se ama, por esto precisamente, se justifica este libro, porque pretendo
conseguir que el Amor sea conocido y muy amado.

Página 1
Autobiografía de Jesucristo

Querida lectora o lector:


Ya han pasado más de treinta años desde que inicié la concordancia evangélica
que a continuación puede contemplar. Cronológicamente se ordenaron los hechos que
describen San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan para dar lugar a un solo
relato que se presentó en estilo autobiográfico.
En el año 1.980 se publica la 1ª edición en un formato, digamos, que rústico y
sencillo con muy pocos ejemplares y sin ningún comentario por parte del autor. Este
libro dispone del “nihil obstat” certificado por el que fue Cardenal de Sevilla Exc. Sr.
Bueno Monreal. Ahora, a treinta años vista, el Ingeniero que suscribe, vuelve a presentar
este trabajo como libro electrónico al alcance, gratuitamente , de quien lo quiera leer,
pero añadiendo los comentarios, según mi leal saber y entender, producto de las
reflexiones que a un hombre normal, ya metido en años, le sugieren los hechos y
palabras que se relatan. Son comentarios de un católico con profundo respeto al
Magisterio de la Iglesia Católica. Son comentarios consecuentes con la práctica del
ejercicio de la razón y el sentido común en el normal desarrollo de mi actividad como
persona y profesional, la de Ingeniero Técnico, dejando constancia de que he empleado
el mismo sentido deductivo para interpretar los hechos de mi vivir entre los hombres y
los hechos que a continuación se describen.

Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento


de la Verdad.
¿Qué es la Verdad? ¿Quién es la Verdad? La Verdad, el Camino y la Vida
es Cristo.
Toda la Verdad está palmariamente manifiesta en las páginas de este
libro. Leerlo supone conocer lo que Dios quiere que se conozca. Asumir
esta Verdad es poseer un "salvoconducto" para entrar en la vida eterna.
Que este libro llegue a tus manos, amigo lector, no es consecuencia de
una casualidad producto de un arbitrario azar. Es, sin duda, un acto de
predilección, un privilegio consumado en el tiempo, en tu tiempo, un
acto pensado para ti desde de antes de la creación del mundo.

Rafael García Ramos


Ingeniero Técnico
9-ago-19
MURCIA
ESPAÑA
www.hijodedios.org
Página 2
Autobiografía de Jesucristo

INTRODUCCIÓN

¿Cuándo?
“…cuando vino la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo,
hecho hijo de mujer…”(Gál 4,4)
Esta “plenitud de los tiempos” coincide, aproximadamente, con los
finales del año 749 de la fundación de Roma.
¿Dónde?
En el extremo occidental de Asia. En una tierra, limitada al Norte por la
Fenicia y la Siria, al Este por la Arabia desierta, al Sur por la Idumea y al
Oeste por el Mediterráneo. Una tierra que se llama Palestina, cuya
extensión, 25.124 Km2, es algo menor que la región de Murcia-España.
¿Por qué?
“Porque así amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo Unigénito, a
fin de que todo el que crea en El no perezca, sino que alcance la
vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.” (Jn 3,16-17)
La palabra “Evangelio” define la historia de la vida, doctrina y milagros de Jesucristo, contenida
en los cuatro relatos que llevan el nombre de los cuatro evangelistas y que componen el primer libro
canónico del Nuevo Testamento. Los cuatro evangelistas son:
San Mateo
San Marcos Sinópticos
San Lucas
San Juan
Ordenando cronológicamente los relatos anteriores se da lugar a la “Concordancia
Evangélica”, que viene a ser un único relato de unos hechos consumados en tiempo y lugar
determinados. Relatar esta Concordancia en primera Persona, la convierte en Autobiografía,
palabra con la que se define la vida de un hombre ó una mujer contada por sí mismo. Si
además el Protagonista de esta Autobiografía singulariza al lector, entonces nos
encontramos con una interpelación personal del quien escribe al quien le lee, un
requerimiento íntimo de Alguien que parece conocerte profundamente. Este trabajo,
realizado por un Ingeniero Técnico, pretende dar a conocer a Jesucristo según las
enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica, por tanto, como se puede apreciar en el
fichero “ANTECEDENTES”, dispone del “nihil obstat” certificado el 16 de Junio de 1.981 por
el Excmo. Sr. D. José Bueno Monreal, Cardenal de Sevilla.
El texto canónico se ha mantenido rigurosamente, solo se han añadido unas pocas
palabras que lo convierten en estilo autobiográfico. Los personales comentarios son
consecuentes con mi leal saber y entender, fundamentados con la misma lógica y sentido
común con el que un técnico razona en el ejercicio de su profesión. El Ingeniero que
suscribe expone, al lector, con la máxima objetividad posible, lo que gradualmente, va
interpretando según se avanza en la narración. Al principio, uno se siente mero espectador
de los hechos que describe el Protagonista, Jesucristo, pero a las pocas páginas leídas, te
metes dentro del relato porque te sientes comprometido y acabas “tocado”.

Página 3
Autobiografía de Jesucristo

PROLOGO
En el principio Yo ya era, era la Palabra de mi Padre Dios, en El estaba,
en El era Dios y en El existía en el principio.

Todas las cosas fueron hechas por mí, y sin mí nada se hizo de cuanto ha
sido hecho.

En mí había vida, y la vida era la luz de los hombres, y la luz, en las


tinieblas brilla, y las tinieblas no me acogieron.

Apareció un hombre, enviado de parte de mi Padre: su nombre era Juan.


Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que todos
creyesen por él. No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio de mí que
soy la Luz.

Existía Yo, Luz verdadera, la que ilumina a todo hombre viniendo a este
mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por mí, y el mundo no me
conoció.

Vine a lo que era mío y los míos no me recibieron. Mas a cuantos me


recibieron, a los que creen en mi Nombre, les di potestad de ser hijos de Dios;
los cuales no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del
hombre, sino de Dios nacieron.

Y Yo, Palabra de mi Padre, me hice carne en el seno purísimo de una


Virgen, María, la Madre mía y tuya, y habité entre los hombres; y éstos
contemplaron mi gloria, gloria cual del Unigénito procedente del Padre: lleno
1
de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de mí y clama diciendo: Este era el que dije: “El que
viene detrás de mí ha sido puesto delante de mí, porque era primero que yo”.

Pues de mi plenitud vosotros todos recibís gracia sobre gracia. Porque la


Ley por mano de Moisés fue transmitida, la gracia y la verdad por mano mía
fueron hechas.

A Dios nadie le ha visto jamás: Yo, el Unigénito Hijo, el que está en el


regazo del Padre mirándole cara a cara, es quien os lo da a conocer.

1
Este versículo está acomodado y complementado con referencias a la Virgen María.

Página 4
Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO I EL EVANGELIO DE MI INFANCIA


1.01 Anuncio del nacimiento de Juan Bautista.

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre Zacarías,


del turno de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, hermano de
Moisés, llamada Isabel. Eran ambos justos a los ojos de mi Padre Dios, caminando
sin falta en todos sus mandamientos y preceptos. No tenían hijos porque Isabel era
estéril y ambos avanzados en edad.
Ejerciendo Zacarías su ministerio sacerdotal, cúpole en suerte entrar en el
Santuario del Templo para ofrecer el incienso. La muchedumbre del pueblo estaba
fuera orando. Apareciósele un ángel puesto de pie a la derecha del altar del incienso.
Se turbó Zacarías al verle y le sobrecogió el temor. Mas el ángel le dijo:
“No temas, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración; y tu mujer Isabel te
dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan. El será para ti gozo y alegría, y
muchos se gozarán en su nacimiento; porque será grande a los ojos del Señor; no
beberá vino ni licor que embriague; será lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de
su madre y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor, su Dios. El mismo le
precederá con el espíritu y poder de Elías, para retornar los corazones de los
padres hacia los hijos y los rebeldes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al
Señor un pueblo bien dispuesto.”
Dijo Zacarías al ángel:
2
“¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.”
El ángel respondió diciendo:
“Yo soy Gabriel que asisto en la presencia de Dios y he sido enviado para
hablarte y darte esta buena nueva. Y he aquí que estarás mudo y sin poder hablar
hasta el día en que esto se cumpla, por cuanto no diste fe a mis palabras, las cuales
se cumplirán a su tiempo.”
Estaba el pueblo esperando a Zacarías y se maravillaban de que tardase tanto
tiempo. Y cuando salió no podía hablarles y entendieron que había tenido una visión
en el Templo. Les hablaba por señas, pues como el ángel le dijo, quedó mudo.
Cumplidos los días de su ministerio, Zacarías marchó a su casa.
Días después concibió Isabel, su mujer, y ella lo ocultó cinco meses, diciendo
para sí:
“Así lo ha hecho el Señor conmigo el día en que se ha dignado quitar mi
3
vergüenza entre los hombres.”

1.02 Anuncio de Gabriel a mi Madre.

Pasados seis meses, envió de nuevo mi Padre al ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una doncella desposada con un varón llamado José, de la
casa de David, cuyo nombre es María. Entró donde ella estaba y le dijo:
“Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las
mujeres.”
María, mi Madre, al oír estas palabras, se turbó, y discurría en sí que podría ser
2
No le da crédito a las palabras del ángel. La mezquindad del hombre hace imprevisible la respuesta
de un corazón humano a una visión celeste.
3
Para una mujer israelita, no tener hijos era una vergüenza entre los suyos.

Página 5
Autobiografía de Jesucristo
este saludo. Y le dijo Gabriel:

“No temas María, pues hallaste gracia a los ojos de Dios. He aquí que
concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo, a quien darás por nombre Jesús. Este
será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de
David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob eternamente y su reinado no
tendrá fin.”
Dijo mi Madre al ángel:
“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”
Y Gabriel le dijo:
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará con su
sombra; por lo cual también lo que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios. Y he
aquí que Isabel, tu parienta, también ella ha concebido en su vejez, y este es el sexto

Página 6
Autobiografía de Jesucristo
4
mes para ella la que llamaban estéril; porque nada es imposible para Dios.”
Y dijo mi Madre:
“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”
Y retiróse Gabriel de delante de mi Madre.

1.03 Visitación de mi Madre a su prima Isabel.

Por aquellos días, mi Madre se puso en camino, se dirigió presurosa a la


montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír
Isabel el saludo de mi Madre dio saltos de gozo el niño que en su seno llevaba y en ese
instante quedó llena del Espíritu Santo y con fuerte voz exclamó:

4
Todo es posible para Dios. Los hombres pedimos como quien somos como somos, pero Dios da
como quien es como es. La Omnipotencia de Dios está al servicio de la Fe. Una sola alma puede
demandar de Dios, en virtud de un supremo acto de Fe, la consumación de un hecho, imposible para
el hombre por sí mismo, que puede influir en la historia de toda la humanidad, en su destino final.

Página 7
Autobiografía de Jesucristo
“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Y de dónde a mí
esta gracia, que venga la Madre de mi Señor a visitarme? Porque así que sonó tu
voz en mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído
tendrán cumplimiento las cosas que te han sido dichas de parte del Señor.”
Y dijo mi Madre:
“¡Engrandece mi alma al Señor, y se regocija mi espíritu en Dios mi
Salvador; porque puso sus ojos en la bajeza de su esclava. Pues he aquí
que desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones; porque
hizo en mi favor grandes cosas el Poderoso, y cuyo Nombre es Santo; y
su misericordia por generaciones y generaciones, para con aquellos que
le temen. Hizo ostentación de poder con su brazo: desbarató a los
soberbios en los proyectos de su corazón; derrocó de su trono a los
potentados, y enalteció a los humildes; llenó de bienes a los
hambrientos y despidió vacíos a los ricos. Tomó bajo su amparo a
Israel, su siervo, para acordarse de su misericordia, como lo había
anunciado a nuestros padres, a favor de Abraham y a su linaje para
siempre!”
Mi Madre permaneció con Isabel como tres meses y volvió a su casa.
A Isabel se le cumplió el tiempo de su parto y dio a luz un hijo. Y al enterarse sus
vecinos y parientes de que el Señor había usado con ella de gran misericordia, le
daban el parabién. Al octavo día vinieron a circuncidar al niño y querían llamarle con
el nombre de su padre, Zacarías. Intervino Isabel su madre, diciendo:
“No, sino que se llamará Juan.”
Dijéronle:
“Nadie hay en tu familia que se llame con ese nombre.”
Entonces preguntaron por señas a su padre cómo quería que se llamase. El
pidiendo una tablilla, escribió en éstos términos:
“Juan es su nombre.”
Todos quedaron maravillados. Y se abrió de improviso su boca, y se desató su
lengua, y habló bendiciendo a Dios. Y se espantaron todos los que vivían en su
vecindad, y en toda la montaña de Judea se divulgaban todas estas cosas, y todos los
que la oían las guardaron en su corazón diciendo:
“¿Qué será, pues, este niño?”
Y es que la mano de mi Padre estaba sobre este niño.
Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:
“¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque visitó y rescató a su pueblo. Ha
suscitado un poderoso Salvador para nosotros en la casa de David, su siervo, según
le había anunciado desde antiguo por boca de sus santos profetas; salud que nos
liberase de nuestros enemigos y de manos de todos los que nos odian; para hacer
misericordia con nuestros padres y acordarse de su alianza santa; para cumplir su
juramento, que juró a Abraham nuestro padre; de darnos que, libres de temor,
liberados de manos de nuestros enemigos, le sirviéramos en santidad y justicia en
su presencia, todos nuestros días. Y tú, ¡Oh niño!, profeta del Altísimo serás
llamado, por cuanto irás delante del Señor para aparejar sus caminos, para dar a
su pueblo el conocimiento de la salvación en la remisión de sus pecados, por las
entrañas de misericordia de nuestro Dios, por las cuales nos visitará un Sol Levante
desde lo alto, para iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de

Página 8
Autobiografía de Jesucristo
muerte, para enderezar nuestros pies por el camino de la paz!”
Juan crecía y se robustecía en el espíritu y vivió en los desiertos hasta el día de
su manifestación a Israel.

1.04 Zozobras en el corazón de mi padre, José.5

En mi Madre, esposa de José, se evidenciaba su embarazo y el corazón de mi


padre, que siempre permaneció virgen, sufría las zozobras del no saber que hacer
ante este acontecimiento inesperado. En el seno de su bendita mujer el Hijo de Dios
tomaba la carne de su Madre para hacerse hombre, un Hijo de su esposa en el que
nada tuvo que ver. Mi padre, bien conocía a su María. Mi padre, oyó a Isabel que
reconoció a su prima como la Madre de su Señor, ¿qué hacer? Decide iniciar en
secreto el acta de repudio y en su caso apartarse de la mujer de la que no se
consideraba digno.
Estando él con éstos pensamientos, un ángel de mi Padre se le apareció en
sueños y le dijo:
“José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, pues lo que se
engendró en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un Hijo, y le pondrás por nombre
Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados.”
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que por boca del profeta dijo mi
Padre:
“He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo y llamarán su nombre
Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros.”
Despertado José mi padre, del sueño, hizo como lo ordenó el ángel y tomó
consigo a María, mi Madre, su mujer, la cual sin que él la conociese me dio a luz y
púsome por nombre Jesús.

1.05 Nacimiento en Belén. Portal de Belén.

Aconteció que por aquellos días salió un edicto de César Augusto para que se
hiciese el censo de todo el Imperio. Este empadronamiento, el primero, se efectuó
siendo Quirino gobernador de la Siria. Y se pusieron todos en viaje para inscribirse
cada cual en su ciudad. Subió también mi padre José desde Galilea, de la ciudad de
Nazaret, a la Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser él del linaje y
familia de David, para inscribirse en el censo juntamente con María, su esposa y
Madre mía, que estaba en cinta. Y sucedió que estando ellos allí, se le cumplieron a
mi Madre los días del parto y me dio a luz y envolviéndome en pañales, me recostó en
un pesebre, pues no había para nosotros lugar en el mesón.

1.06 Genealogía.6

Soy hijo de David, hijo de Abraham.


Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a
sus hermanos, Judá engendró a Farés y a Zará de Tamar, Farés engendró a Esrom,

5
Todo este apartado está acomodado a la redacción autobiográfica complementando las palabras de
San Mateo.
6
En el Evangelio se dan dos genealogías, una de San Mateo y otra se San Lucas.

Página 9
Autobiografía de Jesucristo

Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a


Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz de Rahab, Booz
engendró a Jobed de Rut, Jobed engendró a Jesé, Jesé engendró a David el rey.
David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías. Salomón engendró a
Roboam, Roboam engendró a Abías, Abías engendró a Asá, Asá engendró a Josafat,
Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam,
Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés,
Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Joaquím,
Joaquím engendró a Jeconías y sus hermanos al tiempo de la deportación a
Babilonia.
Después de la deportación de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel
engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliacim,
Eliacim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquim, Aquim

Página 10
Autobiografía de Jesucristo

engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán


engendró a Jacob, Jacob engendró a José el marido de mi Madre de la cual nací.
Todas las generaciones, pues, desde Abraham hasta David son catorce, desde
David hasta la deportación también son catorce y desde la deportación hasta mí
igualmente catorce.
Según se creía, soy hijo de José, que lo era de Helí, el de Matat, el de Leví, el de
Melquí, el de Jannái, el de José, el de Matatías, el de Amós, el de Nahum, el de Eslí, el
de Naggái, el de Maat, el de Matatías, el de Semeín, el de Josec, el de Jodá, el de
Joanán, el de Resá, el de Zorobabel, el de Salatiel, el de Nerí, el de Melquí, el de Addí,
el de Cosam, el de Elmadam, el de Er, el de Jesús, el de Eliezar, el de Jorim, el de
Matat, el de Leví, el de Simeón, el de Judá, el de José, el de Jonam, el de Eliacim, el
de Meleá, el de Mená, el de Matatá, el de Natán, el de David, el de Jesé, el de Jobed,
el de Booz, el de Sala, el de Naasón, el de Aminadab, el de Admín, el de Arní, el de
Esrón, el de Fares, el de Judá, el de Jacob, el de Isaac, el de Abraham, el de Tara, el
de Nacor, el de Seruc, el de Ragán, el de Fálec, el de Eber, el de Sala, el de Cainam, el
de Arfaxad, el de Sem, el de Noé, el de Lámec, el de Matusalá, el de Enoc, el de Járet,

Página 11
Autobiografía de Jesucristo
el de Maleleel, el de Cainán, el de Enós, el de Set, el de Adán, el de Dios.

1.07 Anuncio de los ángeles a los pastores.

En aquella misma comarca de los alrededores de Belén se hallaban unos


pastores que pernoctaban al raso de la noche y velaban por turno para guardar su
ganado, y he aquí que un ángel de la gloria de mi Padre se presentó ante ellos y ésta
los envolvió en sus fulgores quedando sobrecogidos de temor. Pero el ángel les dijo:
“No temáis, pues he aquí que os traigo una buena nueva, que será de grande
alegría para todo el pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David un
Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis al Niño
envuelto en pañales y recostado en un pesebre.”
Y al instante se juntó con el ángel una gran muchedumbre del ejército celestial
que alabando a su Creador decían:
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena
voluntad!”
Así como los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros:

Página 12
Autobiografía de Jesucristo
“¡Ea!, vayamos a Belén, y veamos esto que el Señor nos ha manifestado.”

Fueron a toda prisa, y me hallaron recostado en un pesebre junto a mis padres,


María y José. Y al verme dieron a conocer la declaración que se les había hecho
acerca de mí. Y todos los que los oyeron se maravillaban de las cosas que les habían
dicho los pastores. Mi Madre guardaba todas estas palabras, meditándolas en su
Corazón. Y se volvieron los pastores glorificando y alabando a mi Padre Dios por
todas las cosas que oyeron y vieron, conforme les habían sido anunciadas.

1.08 Circuncisión y purificación.

Al cumplirse los ocho días me circuncidaron poniéndome el nombre de Jesús


como ya había sido llamado por el ángel antes de que fuese concebido en el seno de
mi Madre. Y subimos a Jerusalén para cumplir con la Ley de Moisés por la cual mi
Madre se sometió a la purificación y Yo era presentado a mi Padre. Dicha Ley dice:
“Todo primogénito varón será consagrado al Señor.”
Mis padres ofrecieron como sacrificio un par de tórtolas.

Página 13
Autobiografía de Jesucristo
Y he aquí que había un hombre en Jerusalén por nombre Simeón, justo y
temeroso de mi Padre Dios, que aguardaba la consolación de Israel y el Espíritu
Santo estaba sobre él, habiéndole sido revelado que no vería la muerte antes de
verme. Vino al Templo impulsado por el Espíritu Santo y cuando mis padres me
introducían en el Templo, se acercó a nosotros y recibiéndome en sus brazos bendijo
a mi Padre Dios diciendo:
“Ahora dejas ir a tu siervo, Señor, según tu palabra, en paz; pues ya vieron
mis ojos tu Salud, que preparaste a la faz de todos los pueblos: luz para iluminación
de los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.”
Mis padres estaban maravillados de las cosas que se decían de mí. Simeón nos
bendijo y dijo a mi Madre:
“He aquí que Este está puesto para caída y resurgimiento de muchos en Israel,
y como una señal a quien se hace contradicción- y a ti misma te traspasará el alma
una espada-, para que salgan a la luz los pensamientos del fondo de muchos
corazones.”
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad
muy avanzada, habiendo vivido con su marido siete años desde que se casó, y
quedando viuda, había llegado hasta los ochenta y cuatro años. No salía del Templo,
sirviendo a mi Padre Dios en ayunos y oraciones noche y día. Acercándose en aquel
momento, alababa también a mi Padre Dios, y hablaba de mí a todos los que
esperaban la redención de Jerusalén.

1.09 Epifanía y huida a Egipto. Magos

Por aquellos días llegaron a Jerusalén unos Magos venidos de las regiones
orientales y decían:
“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el
Oriente y venimos a adorarle.”
Al oír esto, el rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él. Y convocados todos
los jefes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, se informó de ellos sobre dónde
había de nacer el Mesías. Y ellos le dijeron:
“En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta: Y tú Belén, tierra de
Judá, de ningún modo eres la menor entre las principales ciudades de Judá; porque
de ti saldrá un Jefe que pastoreará a mi pueblo Israel.”
Entonces Herodes, habiendo llamado secretamente a los Magos, se informó
exactamente de ellos acerca del tiempo en que había aparecido la estrella; y
enviándolos a Belén dijo:
“Id y tomad exacta información acerca del Niño; y cuando le hubiereis
hallado, dadme aviso, para que yo también vaya y le adore.”
Después de oír al rey, se pusieron en camino y de repente la estrella que vieron
en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando hasta donde Yo me encontraba
se paró encima. Al ver la estrella, sintieron grandísimo gozo. Y entrando en la casa,
me vieron con María, mi Madre; y postrándose en tierra me adoraron; y abriendo sus
tesoros me ofrecieron presentes, oro, incienso y mirra.
Avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se tornaron a su tierra por otro
camino.
Así que los Magos hubieron partido, he aquí que un ángel se apareció en sueños
a mi padre, José, diciéndole:
“Levántate, José, toma contigo al Niño y a su Madre y huye a Egipto, y estate

Página 14
Autobiografía de Jesucristo
allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo.”

Página 15
Autobiografía de Jesucristo

Él, levantándose de noche, nos tomó a mi Madre y a mí y se refugió en Egipto; y


estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que había dicho mi
Padre por boca del profeta:
“De Egipto llamé a mi Hijo.”

1.10 Matanza de inocentes.

Entonces Herodes, viéndose burlado por los Magos, se enfureció en extremo, y


mandó matar a todos los niños que habían en Belén y en todos sus contornos de dos
años para abajo, según el tiempo exacto que había averiguado de los Magos.
Entonces se cumplió lo dicho por boca del profeta Jeremías:
“Una voz se oyó en Ramá, llanto y gran lamentación; era Raquel que lloraba

Página 16
Autobiografía de Jesucristo
sus hijos, y no quería ser consolada, pues ya no existen.”
1.11 Vuelta a Nazaret. Pérdida en Jerusalén. Vida en Nazaret
Muerto Herodes, he aquí que un ángel se apareció en sueños a mi padre, José,
en Egipto y le dijo:
“Levántate y toma al Niño y a su Madre, y marcha a tierra de Israel; pues han
muerto los que buscaban la vida del Niño.”

Mi padre, José, levantándose, nos tomó a mi Madre y a mí y partimos hacia la


tierra de Israel.
Mas habiendo oído que reinaba Arquelao en Judea en lugar de su padre
Herodes, temió ir allá y avisado en sueños, nos retiramos a la región de Galilea y allí
nos establecimos en una ciudad llamada Nazaret para que se cumpliese lo dicho por
los profetas, que Yo sería llamado Nazareno.
Mi padre, José, ejercía de carpintero y con el esfuerzo de su trabajo mantuvo a
su familia con la ayuda de mi Madre que se ocupaba de las labores de la casa, una

Página 17
Autobiografía de Jesucristo
7
familia como muchas de Nazaret.

Mis padres cada año iban a Jerusalén por la fiesta de la Pascua y cuando cumplí
doce años subimos a la fiesta según costumbre. Y acabados los días mis padres se
volvieron con la comitiva sin advertir que Yo me había quedado en Jerusalén, pues
creyeron que iría con la caravana y mis parientes. Y así caminaron una jornada. Me
buscaron entre los familiares y conocidos y al no encontrarme se volvieron a
Jerusalén para buscarme. Y sucedió que después de tres días me hallaron en el
Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas,
doctores que quedaron pasmados de los conocimientos que descubrieron en un Niño
de doce años. Mis padres al verme quedaron atónitos y mi Madre me dijo:
“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo,
angustiados, andábamos buscándote.”
Yo les contesté:
7
Este párrafo está acomodado para resaltar el estilo autobiográfico

Página 18
Autobiografía de Jesucristo

“¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había Yo de estar en


la casa de mi Padre?”
No comprendieron mis palabras y por fin en su compañía nos fuimos a Nazaret
viviendo sometido al amor y ternura de mis padres. Mi Madre guardaba todas estas
8
cosas en su Bendito Corazón.
Fui creciendo en sabiduría, en estatura y gracia delante de mi Padre Dios y de
los hombres.

8
También se acomoda al relato autobiográfico

Página 19
Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO II PERIODO DE PREPARACION


2.01 Juan Bautista en el Jordán. Bautismo.

En el año decimoquinto del Imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilatos


procurador de la Judea, y Herodes tetrarca de la Galilea, y Filipo, su hermano,
tetrarca de Iturea y de la Traconítide, y Lisanias tetrarca de la Abilina, al tiempo del
sumo sacerdote Anás y Caifás, vino la palabra de mi Padre Dios sobre Juan, el hijo de
Zacarías, en el desierto de Judea. Y recorrió toda la comarca del Jordán predicando
un bautismo de penitencia para remisión de los pecados, diciendo:
“Arrepentíos, pues está cerca el Reino de los Cielos.”
Como está escrito en el profeta Isaías:
”Voz de uno que clama en el desierto: aparejad el camino del Señor, enderezad
sus sendas; todo barranco se rellenará y todo monte y collado se rebajará; y lo
tortuoso se hará recto, y lo áspero caminos llanos; y verá toda carne la Salud de
Dios.”
Y como profetizó Malaquías:
“Mira, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual aparejará tu camino.”
Y salía a él toda la región de la Judea y los jerosolimitanos todos, y eran
bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Y andaba Juan vestido de
pelos de camello con una faja de cuero en torno de sus hombros; y su mantenimiento
era langosta y miel silvestre. Y viendo a muchos de los fariseos y saduceos que venían
a su bautismo, les decía:
“Engendros de víboras, ¿quién os mostró el modo de huir de la ira inminente?
Haced, pues, fruto digno de la penitencia. Y no se os ocurra decir dentro de
vosotros: “Tenemos por padre a Abraham”. Porque os digo que poderoso es Dios
para hacer surgir de éstas piedras hijos a Abraham. Y ya, además, el hacha está
puesta a la raíz de los árboles. Todo árbol, pues, que no lleve fruto bueno será
cortado y echado al fuego.”
Preguntaban a Juan las turbas:
“¿Qué haremos pues?”
Y él les decía:
“El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga provisiones,
haga lo mismo.”
Vinieron también unos publicanos a ser bautizados y le dijeron:
“Maestro, ¿qué hemos de hacer?”
Y él les decía:
“No exijáis nada sobre la tasa que os ha sido fijada.”
Le preguntaron también algunos agentes armados:
“¿Qué hemos de hacer también nosotros?”
Y él les dijo:
“A nadie hagáis extorsión, ni denuncies injustamente, y contentaos con vuestro
sueldo.”
El pueblo en expectación discurría en su corazón acerca de Juan, si por ventura
no sería el Mesías, pero Juan respondió a todos:
“Yo os bautizo en agua para penitencia: mas el que viene tras de mí es más
fuerte que yo, ante quien no soy digno de desatar agachado la correa de su

Página 20
Autobiografía de Jesucristo
calzado. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene su bieldo
para limpiar su era y allegar el trigo en su granero; mas la paja la quemará con
fuego inextinguible.”
Y así, con estas y con otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena
Nueva.

Y aconteció, al tiempo que todo el pueblo era bautizado, que vine desde Nazaret
de Galilea al Jordán y me presenté a Juan para ser bautizado por él. Mas Juan me
atajó diciendo:
“Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?”
Mas Yo le dije:
“Déjame hacer ahora, pues así nos cumple realizar plenamente
toda justicia.”
Juan me bautizó, y al salir del agua, estando en oración, rasgáronse los cielos y
el Espíritu Santo en forma de paloma descendió sobre mí y se oyó la voz de mi Padre
que dijo:
“Este es mi Hijo amado, en quien me agradé”

Página 21
Autobiografía de Jesucristo

2.02 En el desierto. Tentaciones.

Lleno del Espíritu Santo, volví del Jordán para ser conducido, por el mismo
Espíritu, hacia el desierto y ser tentado por el diablo.
Estuve en el desierto, entre las fieras, cuarenta días y cuarenta noches, y fui
tentado por Satanás. No comí nada durante aquellos días, y acabados sentí hambre y
fue entonces cuando se llegó a mi presencia el Tentador diciendo:

“Si eres Hijo de Dios, di que éstas piedras se conviertan en panes.”


Le respondí:
“Escrito está: “No de sólo pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios.”
Entonces, tomándome el Diablo me llevó a la Santa Ciudad, me puso sobre el
alero del Templo y dijo:
“Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque escrito está que a sus
ángeles ordenará acerca de Ti, y en las manos te tomarán no sea que tropieces con

Página 22
Autobiografía de Jesucristo
tu pie en alguna piedra.”
Yo le dije:
“También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios.”
De nuevo, Satanás, tomándome, me llevó a un monte sobremanera elevado y
mostrándome todos los reinos del mundo y la gloria de ellos me dijo:
“Te daré toda esa potencia y la gloria de ellos, puesto que a mí me ha sido
entregada, y a quien quiero la doy; si, pues, Tú postrándote delante de mí me
adorares, será Tuya toda.”
Le respondí:
“¡Vete de aquí, Satanás; porque escrito está: “Al Señor tu Dios
adorarás y a El sólo darás culto!”

Y habiendo dado fin a toda tentación el Diablo se retiró de mí hasta otro tiempo
9
oportuno. Y he aquí que vinieron los ángeles y me servían.

9
Cristo será de nuevo tentado. Satanás no descansará nunca, vive en eterna ansiedad.

Página 23
Autobiografía de Jesucristo

2.03 Testimonio de Juan Bautista.

Los judíos enviaron, desde Jerusalén, algunos sacerdotes y levitas que fueron al
encuentro de Juan y le preguntaron:
“Tú, ¿quién eres?”
Y Juan confesó la verdad y no la negó diciendo:
“Yo no soy el Mesías.”
Y volvieron a preguntarle:
“¿Quién pues? ¿Eres Elías tú?”
Y dijo:
“No lo soy.”
Y de nuevo:
“Eres tú el Profeta.”
Y respondió:
“No.”
Dijéronle, pues:
“¿Quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de
ti?”
Juan contestó:
“Yo soy voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, según
dijo el Profeta Isaías.”
Y los enviados, que eran fariseos, por último, le preguntaron:
“¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?”
Juan les respondió diciendo:
“Yo bautizo en agua; en medio de vosotros está quien vosotros no conocéis, el
que viene detrás de mí, a quien no soy digno de desatar la correa de su calzado.”
Estas cosas pasaron en Betania, a la otra parte del Jordán, donde Juan estaba
bautizando.
Al día siguiente, al verme venir hacia él, Juan dijo:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es Aquel de
quien yo dije: detrás de mí viene un Hombre que ha sido puesto delante de mí
porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que El sea mostrado a
Israel, para esto vine yo bautizando en agua. He visto el Espíritu que descendía del
cielo como paloma y se posó sobre El. Y yo no le conocía, mas el que me había
enviado a bautizar en agua, El me dijo: “Aquel sobre el que vieres descender el
Espíritu y posarse sobre El, Este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Y yo le he
visto, y he dado testimonio de que Este es el Hijo de Dios.”

2.04 Primeros discípulos.

Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y fijando sus ojos en mí
dijo:
“He aquí el Cordero de Dios.”
Como oyeran estas palabras, los dos discípulos vinieron en pos de mí, y viendo
que me seguían les dije:
“¿Qué buscáis?”

Página 24
Autobiografía de Jesucristo
Ellos contestaron:
“Rabí, Maestro, ¿dónde moras?”
Y les dije:
“Venid y lo veréis.”
Vinieron, pues, vieron donde moraba y se quedaron conmigo aquel día. Sería
como la hora décima. Andrés, el hermano de Pedro, y Juan se llaman los discípulos
que oyendo las palabras de Juan Bautista me siguieron.
Andrés fue en busca de su hermano Simón y le dijo:

“¡Hemos hallado al Mesías, al Cristo!”


Andrés y Simón vinieron a mí y poniendo mis ojos sobre Pedro le dije:
“Tú eres Simón, el hijo de Juan, tú te llamarás Cefás” (que significa
“Pedro” o “Piedra”).
Al día siguiente determiné salir para Galilea acompañado de mis discípulos. En
el camino hallé a Felipe y le dije:

Página 25
Autobiografía de Jesucristo

“Sígueme.”
Era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
Felipe, a su vez, encontró a Natanael, y le dijo:
“Aquel de quien escribió Moisés en la Ley y los Profetas igualmente, le hemos
hallado: Jesús, hijo de José, el de Nazaret.”
Y le dijo Natanael:

“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”


Dícele Felipe:
“Ven y lo verás.”
Felipe y Natanael vinieron hacia mí y al acercarse dije:
“Ahí tenéis verdaderamente un israelita en quien no hay engaño.”
Natanael respondió:
“¿De dónde me conoces?”
Yo le dije:
“Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la

Página 26
Autobiografía de Jesucristo

higuera, Yo te vi.”
Respondió Natanael:
“¡Rabí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel!”
Mas Yo le dije:
“¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera crees? Mayores
cosas que estas verás. En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo
abierto y a los ángeles del cielo que suben y bajan sobre el Hijo del
hombre.”
2.05 Bodas de Caná.

Pasados tres días, llegando a Caná de Galilea, se celebraban unas bodas y allí
10
estaba mi Madre . Fuimos invitados a la boda mis discípulos y Yo. Como faltase
vino, mi Madre se llegó a mí diciéndome:

10
Posiblemente, los novios eran parientes de la Virgen María, de Jesús.

Página 27
Autobiografía de Jesucristo

“No tienen vino.”


Y Yo le dije:
“¿Y qué tenemos que ver tú y Yo, Madre mía? Todavía no ha
llegado mi hora.”11
Dijo mi Madre a los que servían:
“Todo cuanto El os diga, hacedlo.”12
Había allí seis hidrias de piedra, destinada a la purificación de los judíos, cada
una de las cuales podía contener de ochenta a cien litros.
Les dije:
“Llenad de agua las hidrias.”
Las llenaron hasta arriba y les dije:
“Sacad ahora y llevadlo al maestresala.”
Y lo llevaron. Mas cuando gustó el maestresala el agua hecha vino, no sabiendo
de dónde era, aunque si lo sabían los que servían, que habían sacado el agua, llama al
esposo y le dice:
“Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están ya bebidos, pone el
peor; tú, sin embargo, has reservado el vino bueno hasta ahora.”
Este fue el primer milagro que hice, mi gloria se manifestó y los discípulos
creyeron en mí. Después de esto, bajé a Cafarnaúm junto con mi Madre, mis
hermanos y discípulos, y allí permanecimos no muchos días.

CAPITULO III PRIMER AÑO DE PREDICACION


PÚBLICA
3.01 Expulsión del Templo de compradores y vendedores.

Estaba cerca la Pascua de los judíos y subí a Jerusalén. Hallé en el Templo a los
que vendían bueyes, ovejas y palomas, a los cambistas sentados.
Hice un azote de cordeles y los eché a todos del Templo y con ellos las ovejas y
los bueyes, desparramando las monedas de los cambistas y volcando sus mesas les
decía:
“¡Quitad eso de ahí, no hagáis la Casa de mi Padre casa de tráfico!”
Y mis discípulos recordaron lo que está escrito: “El celo por tu Casa me devoró.”
Los judíos, que vieron tales cosas, me preguntaron:
“¿Qué señal nos muestras que acredite tu modo de obrar?”
Les respondí:
“¡Destruid este Santuario, y en tres días lo levantaré!”
Dijeron, pues, los judíos:
“En cuarenta y seis años se ha edificado este Santuario, ¿y Tú en tres días lo
levantarás?”

11
Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. (Este es el texto real en el Evangelio
de San Juan)
12
Para la Virgen María este no sería el primer milagro que contemplara de su Hijo. Sabe con Fe
segura lo que va a ocurrir y consciente de que lo que sugiere a su Hijo en público, adelantará la hora
de la divina manifestación del Mesías.

Página 28
Autobiografía de Jesucristo

No comprendieron que hablaba del Santuario de mi Cuerpo. Cuando, pues,


resucité de entre los muertos, recordaron mis discípulos que había dicho esto, y
dieron fe a la Escritura y a la palabra que les hablé.
Mientras estuve en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en
mí porque veían los milagros que hacía. Pero Yo no me fiaba de ellos, porque bien
13
conocía el corazón de todos y cada uno de los hombres sin necesidad de testimonio
alguno.

3.02 Entrevista con Nicodemo.14

Había un hombre de la secta de los fariseos, llamado Nicodemo, magistrado de


13
Amigo lector, también el tuyo es conocido. Te conoce bien quien bien te quiere.
14
Este pasaje convendría leerlo varias veces porque en él se condensa toda la esencia del
cristianismo. Estas palabras llevan en sí engendrada la verdadera vida, la que es y no se ve, la única
vida.

Página 29
Autobiografía de Jesucristo
los judíos. De noche vino a verme y dijo:
“Rabí, sabemos que vienes de parte de Dios como Maestro; porque nadie puede
hacer esas señales que Tú haces, si Dios no está con El.”

Le respondí:
“En verdad, en verdad te digo: si uno no fuere engendrado de
nuevo no puede ver el Reino de Dios.”
Díjome Nicodemo:
“¿Cómo puede un hombre nacer si ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por
segunda vez en el seno de su madre y nacer?”
Le contesté:
“En verdad, en verdad te digo, quien no naciere de agua y Espíritu
no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es, y
lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te haya

Página 30
Autobiografía de Jesucristo

dicho: “Es necesario que nazcáis de nuevo”. El aire sopla donde quiere,
y oyes su voz, y no sabes de dónde viene ni adónde va: así es todo el que
ha nacido del Espíritu.”
Y dijo Nicodemo:
“¿Cómo puede ser eso?”
Y de nuevo le contesté:
“¿Tú eres maestro de Israel, y esto no sabes? En verdad, en verdad
te digo que lo que sabemos, esto hablamos; y lo que hemos visto, esto
testificamos; y nuestro testimonio no lo aceptáis. Si cuando os he dicho
cosas terrenas no me creéis, ¿cómo me vais a creer si os dijere cosas
celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que ha bajado del cielo, el
Hijo del hombre que está en el cielo. Y como Moisés puso en alto la
serpiente en el desierto, así es necesario que sea puesto en alto el Hijo
del hombre, para que todo el que crea en El alcance la vida eterna.
Porque así amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo Unigénito, a fin
de que todo el que crea en El no perezca, sino que alcance la vida
eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por El. Quien cree en El, no es
condenado; quien no cree, ya está condenado 15, porque no creyó en el
Nombre del Unigénito Hijo de Dios. Este es el juicio: que la Luz ha
venido al mundo, y amaron los hombres más las tinieblas que la Luz,
porque eran malas sus obras. Porque todo el que obra el mal, aborrece
la Luz, y no viene a la Luz, para que no sean puestas en descubierto sus
obras; mas el que obra la verdad, viene a la Luz, para que se
manifiesten sus obras como hechas en Dios.”
3.03 Ultimo testimonio de Juan.

Después de esto, mis discípulos y Yo nos fuimos a la región de Judea y allí


morábamos y bautizábamos. Juan también seguía bautizando en Enón, cerca de
Salím, porque había allí aguas abundantes; y acudía gente y eran bautizados ya que
Juan todavía no había sido echado en la cárcel. Se originó, pues, una contienda de
parte de los discípulos de Juan con un judío acerca de la purificación. Y vinieron a
Juan y le dijeron:
“Rabí, aquel que estaba contigo a la otra parte del Jordán, a favor de quien tú
diste testimonio, mira, El bautiza y todos acuden a El.”
Juan respondiendo, dijo:
“No puede un hombre recibir nada si no le fuere dado del cielo. Vosotros
mismos me sois testigos que dije: “No soy yo el Mesías”, sino: “He sido enviado
delante de El”. Quien tiene la esposa Este es el esposo, mas el amigo del esposo, el
que asiste y oye su voz, se goza en gran manera por la voz del esposo. Así, pues, este
gozo mío ha sido cumplido. El conviene que crezca, yo que disminuya. El que viene
de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra, de la tierra es y de la
15
La condenación es un misterio insondable, consecuencia de la libertad del hombre que escoge su
último destino con plena conciencia. El hombre sabe muy bien que vive en tinieblas y no desea salir
de ellas, sabe que al otro lado está la eternidad y libremente la elige en infinita desesperanza.

Página 31
Autobiografía de Jesucristo
tierra habla. El que viene del cielo está por encima de todos. Lo que ha visto y oído,
esto testifica, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio pone un
sello a la veracidad de Dios. Porque Aquel a quien Dios envió habla las palabras de
Dios; porque no con medida da el Espíritu. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas
ha entregado en sus manos. Quien cree en el Hijo posee vida eterna, mas el que
niega su fe al Hijo no gozará la vida, antes la ira de Dios pesa sobre él.”
Este fue el último testimonio de Juan sobre mí, porque poco después reprendía
a Herodes el tetrarca por motivos de Herodías, la mujer de su hermano y Herodes
añadía a sus múltiples maldades la de encerrar a Juan en la prisión. Encierro que
tendría su origen en la trama farisaica contra Juan.
Así, pues, enterado de que a oídos de los fariseos llegaban las noticias tales
como: “Jesús hace más discípulos que Juan, y bautiza”, decidí abandonar la Judea e
impulsado por la fuerza del Espíritu volví a Galilea.

3.04 La Samaritana.

En este viaje debíamos pasar por Samaria. Llegamos, pues, a una ciudad de
Samaria llamada Sicar, cerca de la posesión que dio Jacob a su hijo José. Estaba allí
la fuente de Jacob. Fatigado del camino me senté, sin más, junto a la fuente, sería
como la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua y le digo:
“Dame de beber.”
Mis discípulos se habían ido a la ciudad a comprar provisiones. Díceme, pues, la
mujer samaritana:
“¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy mujer samaritana?”
En efecto, los judíos no tienen trato con los samaritanos. Le dije:
“Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “Dame de
beber”, tú le hubieras pedido, y El te hubiera dado agua viva.”
Díjome la mujer:
“Señor, no tienes pozal y el pozo está hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua
viva? ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y él
mismo bebió con sus hijos y sus ganados?”
Le respondí diciendo:
“Todo el que bebiere de ese agua tendrá sed otra vez; mas quien
bebiere del agua que Yo le diere, no tendrá sed jamás, sino que el agua
que Yo le daré se hará en él fuente de agua bullidora para vida
eterna.”
Díjome la mujer:
“Señor, dame esa agua, para que me quite la sed y no tenga que venir aquí a
sacarla.”
Le dije:
“Ve, llama a tu marido y ven acá.”
Y me respondió:
“No tengo marido.”
Le dije:
“Bien dijiste: “No tengo marido”; porque cinco maridos tuviste, y

Página 32
Autobiografía de Jesucristo

ahora el que tienes no es marido tuyo16; en eso has dicho verdad.”


La mujer dijo:
“Señor, veo que Tú eres Profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este
monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde hay que adorarle.”

Le contesté:
“Créeme, mujer, que viene la hora en que ni a ese monte ni a
Jerusalén estará vinculada la adoración al Padre. Vosotros adoráis lo
que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salud
viene de los judíos. Pero llega la hora, y es ésta, en que los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el
Padre tales quiere que sean los que le adoren. Espíritu es Dios;17 y
16
Dios no da ningún alma por perdida.
17
Dios es Espíritu del que se nace de nuevo. Así lo dice Cristo a Nicodemo. El Espíritu no se ve pero
se puede percibir como se percibe el viento que se siente y no se ve. No puedo negar su existencia

Página 33
Autobiografía de Jesucristo

los que le adoran, en espíritu y en verdad le deben adorar.”


Y finalmente, la mujer me dijo:
“Sé que ha de venir el Mesías, el que se llama Cristo; cuando El venga, nos
manifestará todas las cosas.”
18
Y por último, le dije: “Soy Yo, el mismo que habla contigo.”
En esto vinieron mis discípulos, y se maravillaron de que hablara con una
mujer; nadie empero, me dijo: “¿Qué preguntas?” o “¿Qué hablas con ella?”. Dejó,
pues, su cántaro la mujer y se marchó presurosa a la ciudad diciendo a los hombres:
“¡Venid a ver a un hombre que me dijo todas las cosas que hice! ¿Acaso es Este
el Mesías?”
Salieron de la ciudad y venían a mí. Entre tanto mis discípulos me rogaban:
“Rabí, come.”
Mas Yo les dije:
“Yo tengo para comer un manjar que vosotros no sabéis.”
Decíanse, pues, mis discípulos unos a otros:
“¿Acaso alguien le trajo de comer?”
Pero Yo les dije:
“Mi manjar es hacer la Voluntad del que me envió y llevar a cabo
su obra. ¿No decís vosotros: “Cuatro meses aún, y llega la siega?”
Mirad, os digo, alzad vuestros ojos y contemplad los campos, que ya
están blancos para la siega. El segador cobra su jornal y recoge fruto
para la vida eterna, para que el sembrador y el segador se gocen
juntamente. Porque en esto resulta verdadero aquel proverbio: “Uno es
el que siembra y otro el que siega”. Yo os he enviado a segar lo que
vosotros no habéis labrado; otros labraron y vosotros habéis entrado
en su labor.”
De aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en mí por la palabra de
la mujer, que atestiguaba: “Me dijo todas las cosas que hice”. Así, pues, como
llegaran a mí los samaritanos, me rogaban que me quedase con ellos, y accediendo
me quedé allí dos días. Y muchos más creyeron por mi palabra, y decían a la mujer:
“Ya no creemos por tu dicho, pues por nosotros mismos hemos oído y sabemos
que Este es verdaderamente el Salvador del mundo.”
3.05 Comienzo la predicación en Galilea.

Pasados los dos días, salí de allí para Galilea porque un profeta no tiene estima
en su propia patria. Y cuando llegamos a Galilea me hicieron buena acogida los
galileos porque habían visto lo que hice en Jerusalén durante la fiesta. Llegué, pues,
a Caná de Galilea, donde convertí el agua en vino. Había allí un funcionario real,
cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Este oyendo que Yo llegaba de Judea a
Galilea, vino a mí y me rogaba que bajase y sanase a su hijo porque estaba para
morir. Le dije:
porque no lo contemplen mis ojos y no lo palpen mis manos, como no puedo negar la brisa que me
susurra al oído al mover las hojas de los árboles.
18
“Yo soy el Mesías”, el Hijo de Dios tanto tiempo esperado por el pueblo de Israel, un pueblo que
lo sigue esperando hasta el final de los tiempos porque todavía no lo han reconocido.

Página 34
Autobiografía de Jesucristo

“Si no viereis señales y prodigios, no queréis creer.”


El funcionario me pedía:
“¡Señor, baja antes que muera mi hijo!”
Y por fin le dije:
“Anda, tu hijo vive.” 19

Creyó el hombre en mi palabra y se marchó. Y cuando él ya bajaba, le


encontraron sus criados, que le manifestaron que su hijo vivía. Informose, pues, de
ellos sobre la hora en que había sentido la mejoría. Dijéronle:
“Ayer a las siete le dejó la calentura.”
Conoció, pues, el padre que aquella fue la hora en que le dije: “Tu hijo vive”. Y
creyó él y toda su familia.
Este segundo milagro lo realicé a la vuelta de Judea a Galilea. Pasado un tiempo
dejé Nazaret y me fui a habitar a Cafarnaúm la marítima, en los confines de Zabulón
19
Este milagro, como otros que veremos más adelante, lo hace Jesús sin ver a quien curaba, a
distancia, en el acto, al dictado de su Voluntad.

Página 35
Autobiografía de Jesucristo
y Neftalí, para que se cumpliese lo anunciado por el profeta Isaías cuando dice:
“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar allende el Jordán,
Galilea de los gentiles: el pueblo sentado en tinieblas vio una gran luz, y a los
sentados en región de muerte y sombra amanecióles una luz.”
Desde entonces comencé a predicar el Evangelio de mi Padre Dios y les decía:
“¡Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de los Cielos:
arrepentíos y creed en el Evangelio!”
Mi Nombre se reconoció en toda la comarca y les enseñaba en sus sinagogas y
era glorificado por todos.

3.06 Vocación de mis primeros discípulos.

Cierto día, caminando por la ribera del mar de Galilea vi a los hermanos Simón-
Pedro y Andrés que echaban la red en el mar, pues eran pescadores. Más adelante vi
a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en la nave
con su padre recomponiendo sus redes.
Comencé a hablar a la muchedumbre estando de pie junto al lago. Como se
agolparan sobre mí, vi dos barcas juntas al lago, los pescadores que habían bajado
de ellas estaban lavando las redes y subí a una de ellas, que precisamente era la de
Simón-Pedro y le rogué que bogase un poco apartándose de la playa y así sentado en
la barca de Simón enseñaba a la muchedumbre. Y cuando cesé de hablar, le dije a
Simón:
“Boga mar adentro, y soltad vuestras redes para la pesca.”
Respondió Simón:
“Maestro, con haber estado bregando toda la noche, nada cogimos; pero sobre
tu palabra soltaré las redes.”
Y como esto hicieron, prendieron gran cantidad de peces, y se rompían sus
redes. Hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que
viniendo le ayudasen. Y vinieron y llenaron ambas barcas, tanto que se hundían.
Viendo esto Simón-Pedro, postróse a mis pies diciendo:
20
“¡Retírate de mí, porque soy un hombre pecador, Señor!”
El espanto les invadió a todos con motivo de esta redada de peces, incluso a
Santiago y a Juan, que formaban sociedad con Simón. Yo le dije a Simón:
“No temas; desde hoy más serán hombres los que pescarás.”
Dirigiéndome a los demás les dije:
“Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.”
Sacaron las barcas a tierra, lo abandonaron todo y me siguieron. Santiago y
Juan, a los que también llamé, dejando a su propio padre Zebedeo en la nave con los
jornaleros, se vinieron tras de mí.

20
Cristo se gana el alma de Pedro justamente en el ejercicio de su profesión. Este milagro le
sorprende, le desnuda el alma, se descubre indigno de la amistad de este Hombre, se arrodilla ante
su impresionante figura y le rinde el corazón con unas palabras que ya me gustaría a mí, querido
lector, asumirlas con el mismo espíritu que las pronunció Pedro.

Página 36
Autobiografía de Jesucristo

3.07 Predicación y milagros en la Galilea.

Entramos en Cafarnaúm y llegado el sábado enseñaba en la sinagoga. Se


asombraban de mi enseñanza, porque les hablaba como quien tiene autoridad y no
como los escribas.
De pronto un hombre poseído de un espíritu inmundo se puso a gritar diciendo:
“¡Ah! ¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Viniste a perdernos?
Te conozco quien eres, el Santo de Dios!”
Le ordené resueltamente:
“Enmudece y sal de él.”

Página 37
Autobiografía de Jesucristo
Y sacudiéndole violentamente y dando alaridos, salió de él el espíritu inmundo.
Quedaron todos pasmados de suerte que se preguntaban unos a otros, diciendo:
“¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué palabra es ésta?! Porque con autoridad y poder manda
a los espíritus inmundos y le obedecen y salen.”
Se extendió rápidamente mi Nombre por toda la comarca de Galilea. Saliendo
de la sinagoga vinimos a casa de Simón y de Andrés, con Santiago y Juan. La suegra
de Simón yacía en cama con una gran fiebre y me rogaron por ella. Vine a ella, mandé
resueltamente a la fiebre y ésta la dejó; ella, levantándose al instante, nos servía.
Ya tarde cuando se puso el sol, todos cuantos tenían enfermos de diferentes
dolencias los trajeron a mí. Y toda la ciudad estaba agolpada a la puerta. Puse las
manos sobre cada uno de ellos y los curé de las diversas enfermedades de que estaban
aquejados, dándose así cumplimiento a lo anunciado por el profeta Isaías, cuando
dice:
“Él tomó nuestras flaquezas y llevó nuestras enfermedades.”
Me presentaron también muchos endemoniados y lancé los espíritus con mi
palabra. Al salir estos espíritus, que eran demonios, gritando decían:
“¡Tú eres el Hijo de Dios!”
Yo les increpaba y no les permitía decir que sabían que Yo era el Mesías. Al
amanecer, muy oscuro todavía, levantándome, salí y me fui a un lugar solitario para
hacer oración. Vino en mi busca Simón y los demás y hallándome dijeron:
“Todos andan buscándote.”
Mas Yo les dije:
“Vamos a otra parte, a las poblaciones inmediatas, para que
también allí pueda Yo predicar; que para esto salí.”
La muchedumbre me buscaba y al encontrarme querían retenerme, pero les
dije:
“También a otras ciudades tengo que anunciar el Evangelio del
Reino de Dios, pues a esto fui enviado.”21
3.08 El leproso.

Recorrí la Galilea enseñándoles en sus sinagogas, predicando el Evangelio del


Reino y curando toda enfermedad y dolencia y lanzando los demonios. Y en una
cierta ciudad, se me presentó de improviso un hombre todo lleno de lepra y al verme,
doblando las rodillas y cayendo sobre su rostro, me adoró y me rogaba diciendo:
22
“Señor, si quieres me puedes limpiar.”
Sentí una profunda compasión y extendiendo mi mano le toqué diciendo:
“Quiero, sé limpio.”
Al instante desapareció de él la lepra y quedó limpio y tomando con él un tono
severo le despedí diciendo:
“Mira, no digas nada a nadie, sino anda, muéstrate al sacerdote, y
ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés, para que les sirva de
testimonio.”
21
Amigo lector, este anuncio del Evangelio hace ya 2.000 años, es el mismo anuncio que ahora estás
leyendo.
22
Si tú y yo tuviéramos esta Fe haríamos de la vida oración y de la oración vida.

Página 38
Autobiografía de Jesucristo

Mas él, en saliendo, comenzó a proclamar bien alto y divulgar el hecho, hasta el
punto de que no pude entrar manifiestamente en ciudad alguna. La fama de mi
Nombre se extendió cada vez más y concurrían grandes muchedumbres para oír mi
palabra y ser curados de sus enfermedades. Yo me retiraba a sitios solitarios para
orar.
3.09 El paralítico de Cafarnaúm.

Al cabo de días volvimos a Cafarnaúm y habiendo corrido la noticia de que


estaba en casa, se aglomeraron muchos, hasta el punto de que ya no se cabía ni
siquiera a la puerta. Yo les enseñaba mi palabra y delante de mí, sentados se hallaban

Página 39
Autobiografía de Jesucristo
unos fariseos y doctores de la Ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea,
incluso de Judea y de Jerusalén.
De improviso, he aquí que unos hombres, llevando sobre una camilla un
paralítico, buscaban manera de introducirle y ponerle delante de mí. Pero no
hallando sitio a causa de la muchedumbre, subieron a la terraza y por entre las tejas
lo descolgaron junto con su camilla hasta ponerle en medio delante de mí. Viendo la
fe que tenían, dije al paralítico:
“Buen ánimo, hijo; perdonados te son tus pecados.”

Comenzaron a cavilar los escribas y los fariseos, pensando en sus corazones y


diciendo:
“¿Quién es Este, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino
solo Dios?”
Y al punto conociendo en mi Espíritu que así pensaban en su interior les dije:
“¿Qué andáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más

Página 40
Autobiografía de Jesucristo

hacedero, decir al paralítico: “Perdonados son tus pecados”, o decir:


“Levanta, toma a cuestas tu camilla, y anda?” Pues para que sepáis que
el Hijo del hombre tiene potestad de perdonar pecados sobre la
tierra….Yo te lo digo: levanta, toma a cuestas tu camilla y marcha a tu
casa.”23
Y al instante, habiéndose levantado a vista de ellos, tomando a cuestas su
camilla se marchó a su casa glorificando a Dios. De todos se apoderó el estupor y
glorificaban a Dios que había dado tan grande potestad a los hombres, y llenos de
temor decían:
“¡Hoy hemos visto cosas increíbles!”

3.10 La vocación de Mateo.

Tras esto salimos otra vez a la ribera del mar; y toda la muchedumbre venía a mí
y les enseñaba. Pasando vi a Leví el de Alfeo sentado en su despacho de aduanas y le
dije:
“Sígueme.”24
Y abandonándolo todo, levantóse y me seguía. Leví hizo un gran convite en su
casa y muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa conmigo y mis discípulos.
Murmuraban los fariseos y sus escribas al verme comer con pecadores y decían a mis
discípulos:
“¿Cómo es que coméis y bebéis con los pecadores y publicanos?”
Habiéndoles oído, les dije:
“No tienen necesidad de médico los sanos y robustos, sino los que se
hallan mal. Andad y aprended qué quiere decir: “Misericordia
quiero, que no sacrificio”. Que no he venido a llamar justos, sino
pecadores a penitencia.”25
Vinieron también los discípulos de Juan que estando con los fariseos ayunando
me dijeron:
“¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos frecuentemente y, en cambio, tus
discípulos no ayunan?”
Les dije:
“¿Acaso pueden ayunar y afligirse los hijos de la sala nupcial en
tanto que está con ellos el esposo? Cuanto tiempo tienen el esposo
consigo, no pueden ayunar. Vendrán días cuando les sea arrebatado el
esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie echa un remiendo de
paño tieso sobre un vestido viejo, porque quita su entereza al vestido y
23
El paralítico era un hombre con el alma manchada por un pasado que quizás le atormentara. “Buen
ánimo, hijo…”., estas son las consoladoras palabras que oye de Jesús y en virtud de la fe de unos
amigos y quizás también de su propia fe, se dispone a ser sanado en el alma y en el cuerpo. “¿Quién
puede perdonar pecados sino solo Dios?” Esta pregunta quedó contestada con la evidencia
incuestionable de un milagro que maravilló a los presentes. ¿Qué otros argumentos se necesitan
para creer en el Hijo de Dios?
24
Dios llama con el imperio de su Voluntad, y a quien llama, sea quien sea, lo predispone a obedecer,
con soberana libertad, en el acto.
25
Cristo no ha venido para los justos sino para los pecadores que quieran convertir su vida, volver a
empezar. Entre nosotros….¿Quién es justo?

Página 41
Autobiografía de Jesucristo

se hace un desgarrón peor. Ni nadie echa sobre un vestido viejo un


remiendo cortándolo de un vestido nuevo; de lo contrario, fuera de que
se rasga el nuevo, tampoco con el viejo cuadra el remiendo tomado del
nuevo. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de lo contrario,
romperá el vino nuevo los odres y se derramará y los odres se echarán
a perder; si no que el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. Y
nadie después de beber añejo le quiere nuevo; porque dice: “Bueno es el
añejo.”

Página 42
Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO IV SEGUNDO AÑO DE PREDICACION


PÚBLICA
4.01 El paralítico de la piscina.
Corría el año 781-782 de Roma y se celebraba la fiesta de los judíos y subí a
Jerusalén. Había en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque, por
sobrenombre en hebreo Bethesda, que tenía cinco pórticos. En éstos yacía gran
muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, impedidos, que aguardaban la agitación
del agua. Porque, de tiempo en tiempo, un ángel bajaba al estanque y removía el
agua. El primero, pues, que después de la agitación del agua entrase en ella, quedaba
sano de cualquier enfermedad que le aquejase.

Página 43
Autobiografía de Jesucristo
Estaba allí un hombre que llevaba treinta y ocho años en su enfermedad y como
le viese tendido en el suelo y conociese que llevaba ya mucho tiempo le dije:
“¿Quieres ponerte sano?”
Me contestó:
“Señor, no tengo un hombre que, cuando se remueva el agua, me eche en el
estanque, y en tiempo que yo llego, otro baja antes que yo.”
Le dije:
“Levántate, toma tu camilla y anda.”
Quedó sano al instante y tomando su camilla andaba. Era sábado aquel día y
encontrándose con unos fariseos le dijeron:
“Es sábado y no te es permitido llevar la camilla.”
Él les respondió:
“El que me sanó me dijo: “Toma tu camilla y anda.”
Le preguntaron:
26
“¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu camilla y anda?”
No pudo contestarles porque tras curarle me retiré sin ser notado, gracias a la
muchedumbre de gente que había en aquel sitio. Pero después lo hallé en el Templo y
le dije:
“Mira, has sido curado; no peques ya más, no sea que te suceda
algo peor.”
Se fue aquel hombre y manifestó a los fariseos que Yo le había sanado. Y esto fue
causa de que me persiguieran, ¡porque tales cosas hacía en sábado! Encontrándome
con ellos les dije:

4.02 Manifestación apologética de mi Persona.27

“Mi Padre sigue hasta el presente obrando, y Yo también obro.”


Por esto, pues, más aún pretendían matarme, porque no solo violaba el sábado,
sino porque les dije que Dios Padre, Padre mío era, haciéndome igual a El. Y continué
diciéndoles:
“En verdad, en verdad os digo, no puede el Hijo hacer nada de Sí
mismo si no lo viere hacer al Padre. Porque cuanto Aquel hace, esto
igualmente hace también el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo, y le
muestra todo cuanto El hace, y le mostrará mayores obras que estas,
para que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre resucita a los
muertos y los vivifica, así también el Hijo a los que quiere vivifica. A la
verdad, el Padre no juzga a nadie, sino que todo el juicio lo ha
entregado al Hijo, a fin de que todos honren al Hijo, lo mismo que
honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre, que le
26
Esta pregunta descubre el corazón de los fariseos de aquél tiempo. No es posible más mezquindad
en el alma de un hombre que pregunta por quien le autorizó a llevar la camilla en lugar de por quien
le sanó. La casuística de los judíos relevantes del pueblo de Israel es inmisericorde. ¿Quién puede
entender un corazón tan duro?
27
Si quieres, vuelve a leer este pasaje, amigo lector, ¿Qué te voy a explicar que tú no hayas
entendido? Es el mismo Hijo de Dios quien está interpelando a tu conciencia y razón. ¿Se entiende lo
que está escrito para ti?

Página 44
Autobiografía de Jesucristo

envió. En verdad, en verdad os digo, el que escucha mi palabra y cree al


que me envió, tiene vida eterna y no incurre en sentencia de
condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida. En verdad en
verdad os digo, que llega la hora, y es ésta, cuando los muertos oirán la
voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre
tiene vida en Sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en Sí mismo;
y le dio poder de ejercer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre. No os
maravilléis de esto, pues llega la hora en que todos los que están en los
sepulcros oirán su voz, y saldrán los que hubieren obrado el bien para
resurrección de vida; los que hubieren obrado el mal, para resurrección
de condenación. No puedo Yo hacer por mí mismo nada; según lo que
oigo doy sentencia, y mi sentencia es justa, porque no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió. Si soy Yo quien da
testimonio de mí, mi testimonio no es verídico; Otro es el que da
testimonio de mí, y sé que es verídico el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis una delegación a Juan, y él dio testimonio a favor
de la verdad; no que sea un hombre de quien Yo recibo testimonio, mas
digo esto para que vosotros seáis salvos. El era la antorcha que ardía y
brillaba, y vosotros quisisteis por un instante regocijaros en su luz. El
testimonio que Yo tengo, mayor es que el de Juan; porque las obras que
el Padre me dio llevar a cabo, estas mismas obras que hago, testifican
acerca de mí que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me envió, El
ha dado testimonio acerca de mí. Ni su voz habéis oído jamás ni visto su
aspecto, y su palabra no la tenéis permanente en vosotros, porque a
quien El envió, a Este vosotros no creéis. Escudriñad las Escrituras, ya
que creéis vosotros poseer en ellas la vida eterna; ahora, bien, ellas son
las que dan testimonio de mí. ¡Y no queréis venir a mí para tener vida!
Gloria de los hombres no la recibo; pero os conozco, y sé que no tenéis
en vosotros el amor de Dios. Yo he venido en Nombre de mi Padre, y no
me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a él recibiréis. ¿Cómo
podéis vosotros creer, recibiendo como recibís gloria los unos de los
otros, y no buscáis la gloria del Único Dios? No penséis que os voy a
acusar delante de mi Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien
vosotros tenéis puesta la confianza. Porque si creyerais a Moisés, me
creeríais a mí, ya que de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos,
¿cómo vais a creer en mis palabras?”
4.03 Segunda misión en Galilea.

Terminó la Pascua y volví a Galilea y cierto día de sábado paseaba con mis
discípulos por unos sembrados, y como tuvieran hambre comenzaron a arrancar
espigas y frotándolas con las manos las comían. Los fariseos me dijeron:
“Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido?”
Así mismo decían a mis discípulos:
“¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?”

Página 45
Autobiografía de Jesucristo
Dirigiéndome a ellos les dije:
“¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad y sintió
hambre y los que con él estaban, cómo entró en la Casa de Dios en
tiempo de Abiatar, sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición,
que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio además a los que
con él estaban? ¿O no leísteis en la Ley que en día de sábado los
sacerdotes en el Templo violan el sábado y son inculpables? Pues Yo os
digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Y si hubierais entendido
qué quiere decir: “Misericordia quiero que no sacrificio”,28 no
habríais condenado a esos hombres sin culpa. El sábado por el hombre
fue instituido, y no el hombre por el sábado. Así que Señor es el Hijo del
hombre también del sábado.”
4.04 Sano a un hombre que tenía una mano paralizada.

Otro sábado entré en una sinagoga para enseñar. Había un hombre allí que su
mano derecha estaba rígida. Observaban atentamente los escribas y fariseos si en
sábado curaría a ese hombre, para hallar de qué acusarme e incluso me preguntaron:
“¿Es lícito curar en sábado?”
Yo conocía sus pensamientos y dirigiéndome al hombre que tenía rígida la mano
le dije:
“Levántate y ponte de pie en medio.”
Levantóse el hombre y quedó de pie en medio y mirando a los fariseos les dije:
“Os pregunto si es permitido en sábado hacer bien o hacer mal,
salvar un alma o perderla.”
Ellos callaban y les dije:
“¿Qué hombre habrá entre vosotros que tenga una oveja, y si esta
en día de sábado cayere en una hoya, por ventura no la cogerá y la
levantará? Pues ¡qué diferencia no habrá entre un hombre y una oveja!
Así que es permitido en día de sábado hacer bien.”
En silencio les miré con indignación entristecido por el encallecimiento de su
corazón, y dije al hombre:
“Extiende tu mano.”
Y la extendió y quedó restablecida, sana como la otra. Los escribas y fariseos se
llenaron de insensatez y unos y otros deliberaban sobre qué iban a hacer conmigo.
Enterado de sus pretensiones me retiré de allí en compañía de mis discípulos hacia el
mar. Me seguía gran muchedumbre, gente de Galilea, de Judea, de Jerusalén, de
Indumea, de allende el Jordán, de los contornos de Tiro y Sidón porque oían decir
cuanto Yo hacía, extendiéndose mi Nombre por toda la Siria.

4.05 Junto al lago de Genesaret. Numerosas curaciones.

28
“Misericordia quiero que no sacrificio”. Esta frase solo se contempla, dos veces, en el Evangelio de
San Mateo. Dios bajó del cielo a reclamar a los hombres misericordia para con sus hermanos. Dios
no quiere sacrificios, quiere amor operando en el ordinario vivir de cada día, sin espectáculo,
calladamente, desde dentro.

Página 46
Autobiografía de Jesucristo
Llegando a la orilla dije a mis discípulos que estuviese preparada una barca
porque la gente me atropellaba para tocarme cuantos padecían enfermedad. A todos
los que se hallaban mal, aquejados de enfermedades y dolores, endemoniados,
lunáticos y paralíticos…, a todos curé. Y los espíritus inmundos en viéndome caían a
mis pies gritando:
29
“¡¡Tú eres el Hijo de Dios!!”
Yo les mandaba severamente que no me diesen a conocer. Se cumplía lo
anunciado por el profeta Isaías, cuando dice:
30
“He aquí mi Siervo, a quien escogí, mi Amado, en quien se agradó mi alma;
pondré mi Espíritu sobre El, y proclamará justicia a las naciones. No porfiará ni
dará voces, ni oirá alguno en la plaza su voz. La caña cascada no la quebrará, y la
mecha humeante no la apagará, hasta que haga triunfar la justicia; y en su
Nombre esperarán las naciones.”
4.06 Elección de los Doce Apóstoles.

Días después separándome de la muchedumbre, subí a la montaña para orar y


trasnochaba en oración a mi Padre. Y cuando se hizo de día, llamé a los discípulos
para que vinieran a solas conmigo. Escogí entre ellos a Doce a quienes di el nombre
de Apóstoles y los destiné para que anduviesen conmigo y para enviarles a predicar.
Les di potestad para lanzar espíritus inmundos y para curar toda enfermedad y
dolencia. Los nombres de los Doce Apóstoles son éstos:
Primero Simón, a quien impuse el nombre de Pedro, y Andrés su hermano,
Santiago el hijo de Zebedeo y Juan su hermano, a quienes impuse los nombres de
“Boanerges”, que quiere decir “Hijos del trueno”; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo
el recaudador; Santiago el hijo de Alfeo, Judas Tadeo el hermano de Santiago, Simón
31
apellidado Zelotes y Judas Iscariote, el que me traicionó.
4.07 El Sermón de la Montaña.
Bajé con ellos y me detuve en un paraje llano y allí una gran muchedumbre me
esperaba para oírme y ser curados de sus enfermedades. Me senté y rodeado de mis
discípulos les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino
de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la
tierra.
Bienaventurados los que están afligidos, porque ellos serán
consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque
ellos serán saciados.
29
Así vociferaban los que habiendo venido de otro mundo, de un mundo tenebroso, se volvían a él
con satánica rabia. Le conocían tanto como le odiaban, seres que todavía viven, que viven en eterna
desesperación. ¡Si el hombre quisiera creer y entender!
30
Jesús es el Amado en quien se agrada el alma de Dios, en quien se agrada el alma del hombre
que le conoce.
31
¿Por qué lo eligió si sabía que le iba a entregar? ¿Por qué eligió a quien cometería el mayor
pecado del hombre? Porque la libertad es el supremo atributo del ser humano en virtud del cual
somos semejantes al mismo Dios.

Página 47
Autobiografía de Jesucristo

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán


misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que hacen obra de paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por razón de la justicia, porque


de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando os ultrajaren y persiguieren y dijeren
todo mal contra vosotros por mi causa; gozad y alborozaos, pues
vuestra recompensa es grande en los cielos. Que así persiguieron a los
profetas que os precedieron.
Mas ¡ay de vosotros los ricos, porque ya tenéis vuestra consolación!
¡Ay de vosotros los que estáis hartos ahora, porque tendréis duelo y

Página 48
Autobiografía de Jesucristo

lloraréis!
¡Ay de vosotros cuando os den parabién los hombres, porque así
fue como sus padres hacían con los falsos profetas!
Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se volviere sosa, ¿con
qué se la salará? Para nada vale ya sino para ser tirada fuera y ser
hollada de los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede esconderse una ciudad
puesta sobre la cima de un monte. Ni encienden una lámpara y la
colocan debajo del celemín, sino encima del candelero, y alumbra a
todos los que están en la casa. Que alumbre así vuestra luz delante de
los hombres, de suerte que vean vuestras obras buenas y den gloria a
vuestro Padre, que está en los cielos.
No penséis que vine a destruir la Ley o los Profetas: no vine a
destruir, sino a dar cumplimiento. Porque en verdad os digo: antes
pasarán el cielo y la tierra que pase una sola letra o tilde de la Ley sin
que todo se verifique. Por tanto, quien quebrantare uno de éstos
mandamientos más pequeños y así enseñare a los hombres, será
considerado el más pequeño en el Reino de los cielos; mas quien obrare
y enseñare, éste será considerado grande en el Reino de los cielos.
Porque os certifico que si vuestra justicia no sobrepuja a la de los
escribas y fariseos, no esperéis entrar en el Reino de los cielos.
Oísteis que se dijo a los antiguos: “No matarás; y quien matare,
será sometido al juicio del tribunal”. Mas Yo os digo que todo el que se
encolerizare con su hermano, será reo delante del tribunal; y quien
dijere a su hermano “raca” 32, será reo delante del Sanhedrín; y quien le
dijere “insensato”, será reo de la gehena del fuego. Si, pues, estando tú
presentando tu ofrenda junto al altar, te acordares allí de que tu
hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y
vete primero a reconciliar con tu hermano, y vuelve luego a presentar
tu ofrenda. Sé condescendiente al concertarte con tu contrincante,
presto, mientras vas con él en el camino, no sea caso que el contrincante
te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te echen en la cárcel; en
verdad te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el
último céntimo.
Oísteis que se dijo: “No cometerás adulterio”. Mas Yo os digo que
todo el que mira a una mujer para codiciarla, ya en su corazón cometió
adulterio con ella. Que si tu ojo derecho te es ocasión de tropiezo,
arráncalo y échalo lejos de ti, porque más te conviene que perezca uno
solo de tus miembros, y que no sea echado todo tu cuerpo en la gehena.
Y si tu mano derecha te sirve de tropiezo, córtala y échala lejos de ti,
porque más te conviene que perezca uno solo de tus miembros, y que no

32
Palabra hebrea que expresa profundo desprecio por el semejante.

Página 49
Autobiografía de Jesucristo

se vaya todo tu cuerpo a la gehena.


Se dijo también: “El que despidiere a su mujer, déle líbelo de
repudio”. Mas Yo os digo que todo el que despidiere a su mujer, excepto
el caso de fornicación, la hace cometer adulterio; y quien se case con
una repudiada, comete adulterio.
Asimismo oísteis que se dijo a los antiguos: “No perjurarás, sino
que cumplirás al Señor tus juramentos. Mas Yo os digo que no juréis en
absoluto: ni por el cielo, pues es trono de Dios; ni por la tierra, pues es
escabel de sus pies; ni por Jerusalén, pues es ciudad del “Gran Rey”; ni
jures tampoco por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un
solo cabello. Sino sea vuestro lenguaje: “Sí” por sí, “No” por no; y lo que
de esto pasa proviene del Malvado.
Oísteis que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Mas Yo os digo
que no hagáis frente al Malvado; antes si uno te abofetea en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra; y al que quiere ponerte pleito y
quitarte la túnica, entrégale también el manto; y si uno te forzare a
caminar una milla, anda con él dos; y a quien te pidiere, da; y a quien
quisiere tomarte dinero prestado, no le esquives. Y a quien tome lo tuyo
no se lo reclames.
Oísteis que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu
enemigo”. Mas Yo os digo a vosotros los que me escucháis: amad a
vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los
que os maldicen y rogad por los que os persiguen y calumnian y
maltratan: para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos,
porque El hace salir su sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e
injustos. Y como queréis que hagan con vosotros los hombres,
también vosotros haced con ellos de igual manera.33 Porque si
amareis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿Acaso no hacen
eso mismo también los publicanos y pecadores? Y si saludareis a
vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen eso
mismo también los gentiles? Y si hiciereis bien a los que os hacen bien,
¿qué gracia hallareis? También los pecadores hacen eso mismo. Y si
diereis prestado a aquellos de quienes esperáis cobrar, ¿qué gracia
hallareis? También pecadores a pecadores dan prestado, con intención
de recobrarlo al igual. Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced
bien y dad prestado, sin esperar retorno; y será grande vuestra
recompensa, y seréis hijos del Altísimo, pues El es Bueno con los
ingratos y perversos. Sed misericordiosos, como vuestro Padre es
Misericordioso. Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre
Celestial es Perfecto.
33
Esto hay que volverlo a leer, necesitamos reflexionar, por lo menos querer querer entender a
Jesucristo que tanto pide a quien tan poco puede dar. ¿Amar a los enemigos? ¿Bendecir a los que
nos maldicen? Señor mío y Dios mío….. ¿cómo?

Página 50
Autobiografía de Jesucristo

Mirad no obréis vuestra justicia delante de los hombres, para ser


vistos por ellos; de lo contrario no tenéis derecho a la paga cerca de
vuestro Padre, que está en los cielos. Por eso, cuando hicieres limosna,
no mandes tocar la trompeta delante de ti, como lo hacen los hipócritas
en las sinagogas y por las calles, para ser honrados de los hombres: en
verdad os digo, firman el recibo de su paga. Mas cuando tú hagas
limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu
limosna quede en secreto, y tu Padre, que mira a lo secreto, te dará la
paga.

Y cuando oréis, no seréis como los hipócritas, porque son amigos de


hacer la oración puestos de plantón en las sinagogas y en los cantones
de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo,
firman el recibo de su paga. Mas tú cuando ores, entra en tu habitación
y, echada la llave a tu puerta, haz la oración a tu Padre, que está en lo
secreto; y tu Padre, que mira a lo secreto, te dará la paga. Y al orar no

Página 51
Autobiografía de Jesucristo

charléis neciamente como los gentiles, pues se imaginan que con su


mucha palabrería serán escuchados. No os hagáis, pues, semejantes a
ellos, que bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad
antes de que se lo pidáis.
Vosotros, pues, habéis de orar así:
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea el tu
Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, así en
la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle
hoy, y perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a quienes nos ofenden; y no nos dejes caer en la
tentación, mas líbranos del Malvado.
Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial: mas si no perdonareis a los
hombres sus ofensas tampoco vuestro Padre os perdonará las vuestras.
Y cuando ayunéis, no os pongáis ceñudos como los hipócritas, pues
desfiguran sus rostros para figurar ante los hombres como
ayunadores. En verdad os digo, firman el recibo de su paga. Mas tú,
cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara, para que no parezcas a
los hombres como quien ayuna, sino a tu Padre, que está en lo
escondido; y tu Padre que mira a lo escondido, te dará la paga .
No atesoréis tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el orín los
hacen desaparecer y donde los ladrones perforan las paredes y roban;
atesoraos más bien tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los
hacen desaparecer y donde los ladrones no perforan las paredes y
roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere bueno,
todo tu cuerpo estará iluminado; mas si tu ojo estuviere malo, todo tu
cuerpo estará entenebrecido. Si, pues, la luz que hay en ti es oscuridad,
¿la oscuridad cuanta será?
Nadie puede ser esclavo de dos señores, porque bien aborrecerá al
uno y tendrá amor al otro, o bien se adherirá al primero y despreciará
al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.34
Por esto os digo: no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o
qué beberéis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿Por ventura
la vida no vale más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Poned los ojos en las aves del cielo, que ni siembran, ni siegan, ni
recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Acaso
vosotros no valéis más que ellas? Y ¿quién de vosotros a fuerza de
afanes puede añadir un solo codo a la duración de su vida? Y por el
vestido, ¿a qué acongojaros? Considerad los lirios del campo cómo
crecen: no se fatigan ni hilan; y Yo os aseguro que ni Salomón, en toda
34
¿Se entiende bien, amigo lector?

Página 52
Autobiografía de Jesucristo

su gloria, se vistió como uno de ellos. Y si la hierba del campo, que hoy
parece y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿por ventura no
mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os acongojéis, pues,
diciendo: ¿qué comeremos?, o ¿qué beberemos?, o ¿con qué nos
vestiremos? Pues tras todas esas cosas andan solícitos los gentiles. Que
bien sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todas ellas.
Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y esas cosas todas se os
darán por añadidura. No os preocupéis, pues, por el día de mañana;
que el día de mañana se preocupará de sí mismo: bástele a cada día su
propia malicia.35
No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis
condenados: pues con el juicio con que juzgáis seréis juzgados.
Absolved, y seréis absueltos; dad y se os dará: medida buena, apretada,
remecida, desbordante será la que os den en vuestro seno; porque la
medida que empleareis con los demás, esa misma recíprocamente se
empleará para con vosotros. ¿Por ventura puede un ciego guiar a un
ciego? ¿No caerán acaso entrambos en la hoya? No hay discípulo sobre
el maestro, mas una vez cumplidamente formado, cualquiera será
como su maestro. ¿Y a qué miras la brizna que está en el ojo de tu
hermano, y no adviertes la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo
puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la brizna que
está en tu ojo”, no viendo tú mismo la viga que está en tu ojo? Farsante,
saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás claro para sacar
la brizna que está en el ojo de tu hermano.
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de
los puercos, no sea que las pateen con sus pies y revolviendo contra
vosotros os hagan trizas.
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá:
porque todo el que pide, recibe: y el que busca, halla; y al que llama se
le abrirá. O ¿quién habrá entre vosotros a quien su hijo pidiere pan…?
¿por ventura le dará una piedra?; o también le pidiere un pescado,
¿por ventura le dará una serpiente? O si le pide un huevo, ¿por ventura
le dará un escorpión? Si, pues, vosotros con ser malos, sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará bienes
a los que se lo pidieren …dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Así, pues, todo cuanto quisiereis que hagan los hombres
con vosotros hacedlo con ellos.36 Porque ésta es la Ley y los
Profetas.
35
El cumplimiento del deber de cada día, el abandono en las manos del Padre que me ha creado, de
un Padre Bueno que vela por mí. Este si que es camino de santidad, ejerciendo el ordinario vivir de
nuestra vida en Paz.
36
Esta es la llave que abre el Paraíso. Tengo que querer para todos lo que quiero para mí. Yo vendré
a ser amado según la medida de mi amor por los demás. Necesito comunicarme, no puedo ejercer la
vida y el amor en soledad.

Página 53
Autobiografía de Jesucristo

¡Entrad por la puerta angosta! ¡Cuán ancha es la puerta y


espaciosa la senda que lleva a la perdición! ¡Y son muchos los que
entran por ella! ¡Cuán angosta es la puerta y estrecha la senda que
lleva a la vida! ¡Y son tan pocos los que dan con ella!
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos
los reconoceréis. ¿Por ventura se cosechan uvas de los espinos o higos
de los abrojos? Es así que todo árbol bueno produce frutos buenos, mas
todo árbol ruín produce frutos malos. No puede el árbol bueno producir
frutos malos, ni el árbol ruín producir frutos buenos. Todo árbol que no
produce fruto bueno es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus
frutos los conoceréis. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón
saca lo bueno; y el malo, del malo saca lo malo; porque de la
plenitud rebosante del corazón habla la boca.37
¿A qué viene llamarme: “¡Señor, Señor!”, si no hacéis lo que Yo
digo? No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los
cielos; mas el que hace la Voluntad de mi Padre, que está en los cielos,
éste entrará en el Reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día:
“Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre, y en tu Nombre
lanzamos demonios, y en tu Nombre obramos muchos prodigios? Y
entonces les declararé: “Nunca os conocí; apartaos de mí los que obráis
la iniquidad.”
Así, pues, todo el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone
por obras, os voy a mostrar a quién es semejante. Es semejante a un
hombre que edifica una casa el cual cavó y ahondó y puso el
fundamento sobre la roca; y bajó la lluvia, y vinieron los ríos, y
soplaron los vientos y se echaron sobre aquella casa estrellándose en
ella, y no pudieron conmoverla por estar tan bien edificada y
cimentada sobre roca. Pero, todo el que escucha éstas mis palabras y no
las pone por obra, se asemejará a un hombre necio que edificó su casa
sobre arena o tierra sin fundamento: y bajó la lluvia, y vinieron los
ríos, y soplaron los vientos38, y rompieron contra aquella casa, y al
instante se desplomó y fue grande el derrumbamiento de aquella casa.
Terminados estos razonamientos, la muchedumbre se maravillaba de mi
enseñanza, porque mis palabras eran dichas como quien tiene autoridad y no como
sus escribas.

37
A poco que escuches a tu prójimo conocerás con quien tratas. ¡Qué poco tiempo se necesita para
conocer al hombre!
38
A todos y cada uno, en el transcurso de la vida, nos llegan tiempos de imprevisibles
consecuencias. Llegan para los que creen y para los que no creen. El que cree se consolará con la
Esperanza, el que no cree no hay Esperanza que le consuele. Con Fe, pase lo que pase, el último
destino se consuma en la otra vida. Sin Fe no hay más destino que ésta vida, la que se acaba en
unos pocos años.

Página 54
Autobiografía de Jesucristo

4.08 El siervo del centurión.

Bajamos del monte y seguidos de un gran gentío entramos en Cafarnaúm. Había


cierto centurión, cuyo siervo, enfermo, estaba para morir, el cual le era de mucha
estima. Como hubiese oído hablar de mí, envió a algunos ancianos de los judíos,
suplicándome que viniese a sacar de peligro a su siervo, diciendo:
“Señor, mi muchacho yace en casa paralítico, presa de atroces torturas.”

A su vez los ancianos me rogaban encarecidamente, diciendo:


“Es digno de que le otorgues esto, pues ama nuestra raza, y la sinagoga él nos
la edificó.”
Le dije:
“Allá voy, y le curaré.”
Acompañado de ellos y cuando estábamos cerca de la casa, el centurión envió
unos amigos diciendo:
“Señor, no te molestes, que no soy digno de que entres debajo de mi techo; por

Página 55
Autobiografía de Jesucristo
lo cual tampoco me consideré digno de ir a Ti; mas ordénalo con una sola palabra,
y quede sano mi muchacho. Que también yo, simple subordinado a las órdenes de la
autoridad, que tengo soldados a mi mando, digo a éste: “Ve” y va; y a otro; “Ven” y
39
viene; y a mi esclavo: “Haz esto”, y lo hace.”
40
Al oír esto, quedé maravillado y vuelto a la gente que me seguía, les dije:
“Os aseguro que ni siquiera en Israel hallé fe tan grande. Y os digo
que vendrán muchos del oriente y del occidente y se recostarán a la
mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; en cambio,
los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de allá fuera: allí será el
llanto y el rechinar de los dientes.”
Dirigiéndome a los enviados del centurión les dije:
“Id y decidle: como creíste, hágase contigo.”
Y el muchacho sanó en aquella hora.

4.09 La viuda de Naím.

Al día siguiente, acompañado de mis discípulos y de gran tropel de gente,


marché a una ciudad llamada Naím. Llegando cerca de la puerta de la ciudad, he aquí
que sacaban a enterrar a un difunto, hijo único de una madre viuda que venía
acompañada de mucha gente de la ciudad.
41
Viéndola sentí enternecérseme el Corazón, y le dije:
“No llores.”
Llegándome al féretro, lo toqué, y los que lo llevaban se detuvieron y exclamé:
“¡Muchacho, te lo digo, levántate!”
El muchacho se incorporó y comenzó a hablar y se lo entregué a su madre. Les
sobrecogió el temor a todos y me glorificaban, diciendo:
“¡Un gran Profeta se ha levantado en medio de nosotros. Dios visitó a su
pueblo!”
Y se difundió esta voz acerca de mí por toda la Judea y por todos los países
comarcanos.

4.10 Mensaje de Juan.

Juan, que estaba en la cárcel, tuvo noticias de todas éstas mis obras. Y llamando
a sí a dos de sus discípulos me los envió diciendo:
“¿Eres Tú el que ha de venir o aguardamos a otro?”
Presentáronse a mí los hombres diciendo:
“Juan el Bautista nos ha enviado a ti diciendo: “¿Eres Tú el que ha de venir o
aguardamos a otro?”
39
¿Qué te parece, amigo lector? Tú y yo, ¿tenemos esta Fe?
40
Se sorprende Jesucristo en varias ocasiones. Esta es la primera que se nos muestra en el
Evangelio de San Mateo y de San Lucas. Su sorpresa hace referencia a la Fe de un gentil, es decir,
de un hombre que no era judío.
41
Cristo sintió una profunda pena y sin que nadie se lo pida obra un milagro portentoso, devuelve la
vida a un cadáver. El, que es Autor de la vida, la da y la quita a quien quiere, cuando quiere, donde
quiere. ¿Quién puede ser este Hombre con poder sobre la muerte? Tú y yo, amigo lector ¿quién
creemos que puede ser?

Página 56
Autobiografía de Jesucristo

En aquella hora curé a muchos de sus enfermedades y espíritus malignos y a


muchos ciegos hice merced de ver. Y respondiendo les dije:
“Id e informad a Juan de lo visteis y oísteis: Los ciegos cobran
vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los
muertos son resucitados, los pobres evangelizados…Y bienaventurado
aquel que no se escandalizare de mí.”
Una vez marchados los mensajeros de Juan, me dirigí a la muchedumbre
diciéndoles:
“¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña cimbrada por el
viento? Pues, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de ropas
muelles? Mirad que los que andan con ropaje espléndido y entre
regalos, en los regios alcázares están. Pues, ¿qué salisteis a ver? ¿Un
profeta? Si, os digo, y más que profeta. Este es de quien se ha escrito:

Página 57
Autobiografía de Jesucristo

“Mira que envío un mensajero delante de tu Faz, el cual aparejará tu


camino delante de Ti.” En verdad os digo, no ha surgido entre los
nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; mas el menor en el
Reino de los cielos, mayor es que él. Todo el pueblo que le oyó y los
publicanos dieron a Dios la gloria de justo, siendo bautizados por el
bautismo de Juan; los fariseos, en cambio, y los legistas frustraron el
designio de Dios acerca de ellos, no haciéndose bautizar por él. Desde
los días de Juan Bautista hasta el presente, el Reino de los cielos padece
fuerza, y los hombres esforzados arrebatan de él. Porque todos los
Profetas y la Ley hasta Juan profetizaron. Y si queréis creerlo él es Elías
el que había de venir. Quien tenga oídos oiga.”
Me volví hacia unos fariseos que me escuchaban y les dije:
“¿A quién, pues, asemejaré los hombres de esta generación? ¿Y a
quién son semejantes? Semejantes son a los niños sentados en la plaza y
que dan voces los unos a los otros, diciendo: “Os tocamos la flauta, y no
danzasteis; entonamos lamentaciones y no llorasteis”. Porque ha
venido Juan el Bautista sin comer pan ni beber vino y decís: “Demonio
tiene”. Ha venido el Hijo del hombre comiendo y bebiendo, y decís: “Ahí
tenéis un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y
pecadores”…Quedó, pues, acreditada la Sabiduría por todos y propios
hijos suyos.”
4.11 Una mujer me unge los pies en casa de un fariseo.

Uno de éstos fariseos me rogaba que comiese con él, y aceptando entré en su
casa y me recosté a la mesa. Inesperadamente se presentó una mujer, que era
conocida en la ciudad como pecadora; la cual enterándose de que comía en casa del
fariseo, tomó consigo un botecillo de alabastro lleno de perfume, y puesta detrás
junto a mis pies, llorando, comenzó con sus lágrimas a bañarme los pies, y con los
cabellos de su cabeza los enjugaba, y los besaba fuertemente, y los ungió con
42
perfume. Viendo esto el fariseo que me había invitado, dijo para sí:
“Este, si fuera profeta, conociera quién y qué tal es la mujer que le toca, cómo
43
es una pecadora.”
Dirigiéndome a él le dije:
“Simón, tengo una cosa que decirte.”
“Maestro, di.”
“Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos
denarios, el otro cincuenta. No teniendo ellos con qué pagarle, les
perdonó a entrambos. ¿Quién, pues, de ellos le amará más?”
“Entiendo que aquel a quien más perdonó.”
“Rectamente juzgaste.”
Me volví a la mujer y dije a Simón:

42
¿Quién puede dar más? Para esta mujer ¿quién era Jesús?
43
¿Quién puede dar menos? Para este hombre ¿quién era Jesús?

Página 58
Autobiografía de Jesucristo

“¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no me diste agua a los pies;


mas ésta bañó mis pies con sus lágrimas y los enjugó con sus cabellos.
No me diste ósculo; mas ésta, desde que entré, no cesó de besarme
fuertemente mis pies. No ungiste con óleo mi cabeza; mas ésta ungió
mis pies con perfume. Por lo cual te digo: le son perdonados sus muchos
pecados, porque amó mucho. Mas a quien poco se perdona, poco
ama.”44
Y dije a la mujer:
“Quedan perdonados tus pecados.”
Los que estaban a la mesa Conmigo comenzaron a decir entre sí:
“¿Quién es Éste, que también perdona pecados?”
44
El amor es directamente proporcional a la gratitud. Un alma bien nacida, con sentido de la
correspondencia por el favor recibido, es un alma que tiende al amor tan noble y bello como bella y
noble sea ella misma ó quiera que así sea.

Página 59
Autobiografía de Jesucristo
45
Por último dije a la mujer:
“Tu fe te ha salvado; vete en paz.”
4.12 El anuncio de la Buena Nueva. La blasfemia contra el Espíritu.

Después de esto fui recorriendo las ciudades y aldeas predicando y anunciando


la Buena Nueva del Reino de Dios. Me acompañaban los Doce y algunas mujeres que
curé de espíritus malos y enfermedades: María la llamada Magdalena, de la cual
salieron siete demonios, Juana la mujer de Cusa, procurador de Herodes, Susana y
otras muchas, las cuales nos servían de sus haberes.
Volví a Cafarnaúm y de nuevo concurrió la muchedumbre, de tal suerte que ni
comer nuestro pan podíamos. Enterados de mi presencia en Cafarnaúm, mis
parientes vinieron para apoderarse de mí, pues decían:
“Está fuera de sí.”
Me presentaron un endemoniado ciego y mudo, y le curé, de suerte que el mudo
y ciego hablaba y veía. Y estaban asombradas las turbas diciendo:
“¿No es tal vez Este el hijo de David?”
Sin embargo, los fariseos y escribas, que habían bajado de Jerusalén, oyendo
esto decían:
“Este tiene a Belzebú, y no echa a los demonios sino en virtud de Belzebú,
príncipe de los demonios.”
Conociendo sus pensamientos, que decían: “tiene espíritu inmundo”, los llamé a
mí y le dije en parábola:
“¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Todo reino dividido
contra sí mismo, no puede mantenerse en pie; será asolado; y toda
ciudad o casa dividida contra sí misma, no podrá sostenerse. Y si
Satanás lanza a Satanás y se levanta contra sí mismo, está contra sí
mismo dividido: ¿cómo, pues, se mantendrá en pie su reino? No puede
sostenerse, sino que llegó su fin. Y si Yo lanzo los demonios en virtud de
Belzebú, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos? Por eso ellos
serán vuestros jueces. Y si en virtud del Espíritu de Dios Yo lanzo los
demonios, señal es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. O ¿cómo
puede uno entrar en la casa del fuerte y arrebatarle su ajuar, si
primero no atare al fuerte? Sólo entonces saqueará su casa. Quien no
está Conmigo, contra mí está;46 y quien no allega Conmigo,
desparrama. Por esto os digo: todo otro pecado y blasfemia se
perdonará a los hombres, mas la blasfemia contra el Espíritu no será
perdonada. Y quien dijere palabra contra el Hijo del hombre, se le
perdonará, mas quien la dijere contra el Espíritu Santo, no se le
perdonará ni en este mundo ni en el venidero sino que será reo de
pecado eterno.47 Una de dos: o haced bueno el árbol y bueno también

45
Es muy posible que estemos ante María Magdalena, que seguramente venga a ser la María de
Betania, la hermana de Lázaro, María Magdalena, conocida por tal nombre por su pasado más o
menos borrascoso.
46
¿Se entiende, amigo lector? ¿Está claro?

Página 60
Autobiografía de Jesucristo

su fruto, o haced malo el árbol y malo también su fruto, porque del


fruto se conoce el árbol. ¡Engendros de víboras!, ¿cómo podéis hablar
cosas buenas siendo vosotros malos? Porque de lo que rebosa el
corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas
buenas, y el hombre malo, del mal tesoro saca cosas malas. Os certifico
que de toda palabra ociosa que hablaren los hombres darán razón en el
día del juicio. Porque por tus palabras serás dado por justo y por tus
palabras serás condenado!”
4.13 Mi Madre y mis hermanos.

Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando vinieron mi Madre y mis


parientes, que deseaban hablarme; y no pudiendo por razón de la mucha gente llegar
hasta mí, se quedaron afuera, y me mandaron razón. Alrededor de mí se encontraba
la gente sentada y díjome uno:
“Mira que tu Madre y tus hermanos están afuera deseando verte.”
Yo, le contesté a quien me hablaba:
“¿Quién es mi Madre y quienes mis hermanos?”
Y extendí la mano sobre mis discípulos, que alrededor mío estaban sentados, y
echando en torno una mirada sobre ellos, dije:
“Ahí tenéis a mi Madre y a mis hermanos. Pues el que hiciere la
Voluntad de mi Padre que está en los cielos, el que escucha la palabra
de Dios y la pone en obra, éste es mi hermano, mi hermana y mi
Madre.”48 LAS PARÁBOLAS DEL REINO

4.14 Parábola del sembrador.

Otro día, saliendo de casa, llegué a la orilla del mar y otra vez comencé a
enseñar. Como concurriera muchísima gente, subí a una barca y sentado en ella, mar
adentro, les hablaba mientras ellos estaban en la orilla. Comencé a enseñarles en
parábolas, diciéndoles:
“Escuchad. He aquí que salió el sembrador a sembrar. Y sucedió
que, al sembrar, una parte cayó a la vera del camino y fue pisoteada, y
los pájaros del cielo se la comieron. Otra parte cayó en los pedregales,
donde no había mucha tierra, y al punto brotó por no tener
profundidad el terreno; y en saliendo el sol se quemó, y por no tener
raigambre ni humedad se secó. Y otra cayó en medio de espinas, y
brotando juntamente con las espinas, la ahogaron y no dio fruto. Y
47
La conciencia del alma conoce al Espíritu y se peca contra El por acción y por omisión. Hay quien
tuerce, deliberadamente, por hacer daño, el sentido de la acción y la palabra. Sus días están
numerados y contados y en poco tiempo consumidos. Después, en la otra vida, le espera la
eternidad, y allí no hay tiempo, ni a quien hacer daño, sino así mismo. Se conoce el mal y se pacta
con él para tratar de pervertir lo bueno o no defenderlo.
48
“Quien escucha mi palabra y la guarda, quien cumple la Voluntad de mi Padre, es para Mí todo lo
que más quiero”

Página 61
Autobiografía de Jesucristo

otras partes cayeron en tierra buena y daban fruto que subía y crecía, y
rendían una treinta, y una sesenta y una ciento. ¡Quien tenga oídos
para oír, escuche!”
Quedando a solas con mis discípulos, me preguntaban:
“¿Por qué les hablas en parábolas? ¿Y qué significa ésta parábola?”

Les dije:
“A vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los
cielos, mas a ellos, los de fuera, no les ha sido dado, todo se les presenta
en parábolas. Porque a quien tiene, se le dará, y andará sobrado; mas
a quien no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por esto les hablo en
parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden. Y se
cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: “Con el oído escucharéis
y no entenderéis; y mirando miraréis y no veréis. Porque se apelmazó
el corazón de este pueblo, y con sus oídos oyeron torpemente, y

Página 62
Autobiografía de Jesucristo

entornaron sus ojos; no sea caso que vean con los ojos, y oigan con los
oídos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, ¡cuando Yo los
sanaría!”. En cuanto a vosotros, ¡dichosos vuestros ojos, porque ven, y
vuestros oídos porque oyen! Porque en verdad os digo que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron y oír lo que oís,
y no lo oyeron.

¿No entendéis esta parábola? ¿Y cómo entenderéis todas las demás


parábolas? Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
La semilla es la palabra de Dios. Quienquiera que oye la palabra
del Reino y no la entiende, viene el diablo, Satanás, y roba lo sembrado
en su corazón, no sea que, creyendo, se salve: éste es el sembrado a la
vera del camino. El sembrado en los pedregales, éste es el que oye la

Página 63
Autobiografía de Jesucristo

palabra y luego la recibe con gozo; mas no tiene en sí mismo


raigambre, sino que es efímero y crece por algún tiempo, pero después,
en sobreviniendo tribulación o persecución por razón de la palabra, al
punto se escandaliza y retira. El sembrado entre espinas, este es el que
oye la palabra; y la preocupación por este mundo, y las solicitudes del
siglo, las ansiedades, la seducción de las riquezas, y las codicias, acerca
de las demás cosas, entrando, ahogan la palabra, y ésta se hace
infructuosa. Mas el sembrado en la tierra buena, éste es el que con
corazón bueno y excelente, oye la palabra y la recibe, la entiende y la
retiene, el cual ciertamente fructifica y lleva fruto con su constancia y
produce, cuál ciento, cuál sesenta, cuál treinta por uno.
4.15 No hay nada escondido, ni hay nada secreto.

Nadie hay que habiendo encendido una lámpara la cubra con una
vasija o la ponga debajo del lecho, sino que la pone sobre el candelero,
para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada escondido que
no se haga manifiesto, ni nada secreto que no sea conocido y venga a
ser manifiesto.
Mirad bien lo que oís. La medida que empleéis para con los demás,
esa misma se empleará para con vosotros, y con creces. Porque al que
tiene se le dará; y al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará.”
4.16 Parábola de la cizaña.

Volvimos a la gente y les propuse otras parábolas diciendo:


“Se asemeja el Reino de los cielos a un hombre que sembró buena
semilla en su campo. Y mientras dormían los hombres, vino su enemigo
y sembró encima cizaña en medio del trigo, y se fue. Y presentándose
los siervos al padre de familia, le dijeron: “Señor, ¿no era buena la
semilla que sembraste en tu campo? ¿De dónde, pues, que tenga
cizaña?”. El les dijo: “Un hombre enemigo hizo esto”. Dícenle los
siervos: “¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?”. El les dice:
“No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis juntamente con ella el
trigo. Dejadlos crecer juntamente uno y otro hasta la siega, y al tiempo
de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en
gavillas para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero.”
4.17 Parábola de la semilla que germina sin saber cómo.

“Así es el Reino de Dios, como cuando un hombre echa la semilla en


la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día; y la semilla germina
y va creciendo, sin que él sepa cómo. Por sí misma la tierra fructifica,
primero hierba, luego grano lleno en la espiga. Y cuando el fruto brinda

Página 64
Autobiografía de Jesucristo

consigo, luego echa la hoz, porque está a punto la mies.” 49


4.18 Parábola del grano de mostaza.

“¿Cómo compararemos el Reino de Dios? O ¿en qué parábola lo


encerraremos? Es semejante el Reino de los cielos a un granito de
mostaza, que tomándolo un hombre lo sembró en su campo; el cual es
la más pequeña de todas las semillas que hay sobre la tierra, mas
cuando se ha desarrollado, sube y se hace mayor que todas las
hortalizas y se hace un árbol y echa grandes ramas, de modo que
vienen las aves del cielo, y anidan en sus ramas y bajo su sombra se
cobijan.”
4.19 Parábola del fermento.

“Semejante es el Reino de los cielos a la levadura, que una mujer 50


toma y mete en tres medidas de harina, conque viene a fermentar toda
la masa.”
Todas estas cosas hablé en parábolas a la muchedumbre y con otras muchas
semejantes les dirigí la palabra, según que eran capaces de entender, y sin parábolas
nada les hablé, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta que dice:
“Abriré en parábolas mi boca, proclamaré lo que estaba escondido desde la
creación del mundo.”

4.20 Declaro a mis discípulos la parábola de la cizaña.

Dejamos a la gente y entramos en casa y mis discípulos me dijeron:


“Decláranos la parábola de la cizaña del campo.”
Les respondí diciendo:
“El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es
el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los
hijos del Malvado, y el enemigo que la siembra es el Diablo; la siega es
la consumación del mundo. Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, los
cuales recogerán de su Reino todos los escándalos y todos los que obran
la iniquidad, y los arrojarán al horno del fuego; y allí será el llanto y el
rechinar de los dientes. Entonces los justos brillarán como el sol
en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.”
4.21 Parábola del tesoro escondido y la perla.

49
Se puede sembrar y morir sin ver el fruto en esta vida, pero tus buenas obras te acompañarán allí
donde vayas. La renta del buen hacer es para siempre, una buena acción se prolonga más allá de lo
que entendemos como tiempo. En Dios todo es eternidad y la buena voluntad de un hombre en el
bien querer y hacer, transciende el tiempo y de esto, se benefician otras generaciones en este y en el
otro mundo.
50
La Virgen María opera en la Iglesia introduciendo la buena levadura, que son sus hijos predilectos,
en la masa del mundo para que este, si quiere, fermente en buenas obras que den gloria a Dios.

Página 65
Autobiografía de Jesucristo

“Mirad, el Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en


el campo, que hallándolo un hombre lo ocultó, y de gozo por el hallazgo,
va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. Asimismo es semejante
el Reino de los cielos a un mercader que anda en busca de perlas
preciosas, y habiendo dado con una perla de gran valor se fue a vender
todo cuanto tenía y la compró.”51
4.22 Parábola de la red.

“Es también semejante el Reino de los cielos a una gran red, que,
echada en el mar, recoge peces de todo género; la cual, una vez repleta,
la sacan a la orilla, y allí sentados recogen los peces buenos en banastas
y arrojan a fuera los malos. Así será en la consumación del mundo:
saldrán los ángeles y separarán los malos de en medio de los justos, y
los arrojarán en el horno del fuego; allí será el llanto y el rechinar de
los dientes.”52
4.23 Conclusión. El escriba instruido.

Por último les pregunté:


“¿Habéis entendido todas estas cosas?”
Me contestaron:
“Sí.”
Les dije:
“Por eso todo escriba adoctrinado en el Reino de los cielos es
semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y
viejas.”
4.24 La tempestad calmada.

Aquel mismo día, venido el atardecer, les dije a mis discípulos:


“Pasemos a la otra banda del lago.”
Dejamos a la muchedumbre y tal como estaba en la barca nos hicimos a la mar,
siguiéndonos también otras barcas.
Mientras navegábamos sobrevino una gran tempestad de viento que produjo
una gran agitación en el mar, las olas se echaban dentro de las barcas, de suerte que
las olas cubrían las naves hasta el punto de empezar a inundarse. Yo dormía
profundamente sobre el cabezal de la popa y llegándose mis discípulos, me
despertaron diciendo:
“¡Maestro, Maestro…¿no se te da nada que nos vayamos a pique?!”
Díjeles:
“¡¿Por qué estáis acobardados, hombres de poca fe?!”
51
Si buscas a Cristo, si lo encuentras, te cambia la vida para tu bien y el bien de los tuyos, porque
amarás a Cristo, amarás como Cristo y harás amar a Cristo. Jesucristo es el verdadero tesoro, la
perla preciosa que vale más que lo que más vale, vale más que la vida.
52
“..llanto y rechinar de dientes”. Esta frase la oiremos en boca de Jesucristo hasta siete veces en
los Evangelios. Seis veces en San Mateo y una vez en San Lucas. ¿Se entienden éstas palabras?

Página 66
Autobiografía de Jesucristo
Me levanté y hablando imperiosamente a los vientos y al mar dije:
“¡Calla! ¡Enmudece!”
Amainó el viento y sobrevino gran bonanza y entonces les dije:

“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”53


Quedaron sobrecogidos de gran temor y unos a otros se decían despavoridos y
maravillados:
“¿Quién, pues, será Este, que manda a los vientos y al mar, y los vientos y el
mar le obedecen?”

4.25 Los dos endemoniados gerasenos.

Abordamos a la otra banda del mar en la región de los Gerasenos, la cual está
frente a Galilea. Pisando tierra vinieron a mí dos endemoniados, que salían de los
53
Amigo lector, a ti y a mí ¿qué nos falta para creer? ¿Quién es este Hombre?

Página 67
Autobiografía de Jesucristo
sepulcros, bravíos por demás, hasta el punto de que nadie podía pasar por aquel
camino. Iban desnudos y habitaban en las cavernas sepulcrales. Ni con cadenas
pudieron ser sujetados, pues la forzaban y rompían los grillos. Eran empujados por
los demonios a los despoblados. Y continuamente, noche y día, se estaban en los
sepulcros y en los montes, dando gritos y cortándose con piedras. Como me vieran
desde lejos, corrieron y se postraron delante de mí, y a grandes gritos decían:
“¡¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús Hijo de Dios Altísimo?!” Te suplico, te
conjuro por Dios que no nos atormentes.”

Yo les decía:
“Salid, espíritus inmundos, de éstos hombres. ¿Cuál es vuestro
nombre?”
Me contestaban:

Página 68
Autobiografía de Jesucristo
54
“¡Legión es nuestro nombre, porque somos muchos!”
Y es que habían entrado muchos demonios en ellos. Suplicábanme con
insistencia que no los mandase fuera de aquella región, que no les mandase irse al
abismo. He aquí, que en la falda de un monte pacía una gran piara de cerdos. Y los
demonios me rogaban diciendo:
“¡Si nos echas, mándanos a la piara de cerdos para que entremos en ellos!”
Y consintiendo les dije:
“Id.”
Los espíritus inmundos salieron de los hombres y entraron en los cerdos y al
instante se lanzó toda la piara despeñadero abajo en el mar, como unos dos mil, y se
ahogaron. Los pastores que los apacentaban huyeron despavoridos y dieron la noticia
del hecho en la ciudad y por los campos y escuchada esta, los habitantes de esta
comarca vinieron al lugar de los hechos y llegándose a mí, hallaron sentados a los
hombres de quienes habían salido la legión de demonios, vestidos y en su sano juicio:
y les entró miedo, y me rogaban los gerasenos que me ausentase de sus confines. Subí
a la barca para volverme y uno de los endemoniados me pedía y suplicaba poder estar
Conmigo, mas Yo le dije:
“Vuelve a tu casa, a los tuyos, y entérales de cuanto el Señor ha
hecho contigo y cómo tuvo misericordia de ti.”
Se fue, y se puso a publicar por toda la ciudad y en la Decápolis cuanto Yo,
Jesús, había hecho con él, quedando todos maravillados.

4.26 La hemorroisa. Jairo

Habiendo hecho la travesía y llegando a la ribera opuesta, me acogió la


muchedumbre que seguía aguardándome. En esto vino un hombre por nombre Jairo,
que era uno de los jefes de la sinagoga; el cual, viéndome, cayó a mis pies y me rogó
instantemente que entrase en su casa, pues tenía una hija única como de doce años
que se estaba muriendo. Decía:
“¡Señor, mi hija está al cabo; ten a bien venir y poner las manos sobre ella,
para que se salve y viva!”
Levantándome le seguí, viniendo Conmigo mis discípulos. Mientras íbamos, nos
seguía un gran gentío que me estrujaba. Entre la gente una mujer que padecía flujo
de sangre hacía doce años, que había sufrido mucho de parte de muchos médicos y
gastado en ellos su hacienda sin mejora alguna, antes bien había empeorado, como
hubiese oído lo que decían de mí, viniendo entre la gente y acercándose por detrás
tocó la franja de mi manto. Porque decía para sí:
55
“Como yo toque siquiera sus vestidos, cobraré salud.”
Al instante se le paró el flujo y se secó la fuente de su sangre, y sintió en su
cuerpo que estaba curada de su mal. Al punto, dándome cuenta que una virtud o
54
Tenebroso misterio que estremece a la razón. Son muchos seres de otro mundo los que habitan en
el cuerpo y en el alma de este hombre. Son muchos y hablan con una sola voz. Por lo menos mil que
no ocupan lugar y sin embargo son, uno a uno, diferentes entre ellos, habitando en las entrañas de
un ser humano, de un endemoniado. Esto está escrito porque ha pasado, esto no es una pesadilla de
un mal sueño, esto es un hecho concreto consumado en el tiempo y en el espacio, un drama al que
se puede asistir en tiempo pasado.
55
La curó la virtud que salía del mismo Cristo, pero solo ella captó el poder de Aquel en el que creyó
sin ninguna duda. Su Fe consuma el milagro sin previa voluntad de Cristo. Esto da mucho que
pensar.

Página 69
Autobiografía de Jesucristo
corriente había salido de mí, volviéndome en medio del gentío, dije:
“¿Quién me ha tocado los vestidos?”
Como todos me lo negasen, díjome Pedro y los demás:
“Maestro, ves el gentío que te está oprimiendo y estrujando, y dices: ¿Quién me
tocó?”
Le contesté:
“Alguien me tocó pues de mí he sentido salir una energía.”

Miré en torno, cuando la mujer atemorizada y temblando, sabiendo lo que había


ocurrido con ella y que no había pasado inadvertida, postrándose ante mí, declaró
delante de todo el pueblo por qué motivo me había tocado y cómo instantáneamente
quedó sana. Mas Yo le dije:
“Buen ánimo hija; tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana de
tu enfermedad.”
Todavía estaba hablando con ella cuando viene uno de la casa del jefe de la
sinagoga diciendo:

Página 70
Autobiografía de Jesucristo
“Tu hija ha muerto; ¿para qué molestar ya al Maestro?”
Habiendo entreoído lo que se hablaba, dije al jefe de la sinagoga:
“No temas, cree no más, y será salva.”
No dejando que me siguiese nadie, sólo Pedro, Santiago y Juan, llegamos a la
casa de Jairo y entramos juntos con el padre y la madre de la niña. Todos lloraban y
plañían, y al ver el alboroto y los grandes gritos que daban, dije:
“¿Por qué os alborotáis y lloráis? No lloréis, que la niña no murió
sino duerme.”

Se burlaban de mí, ciertos de que había muerto. Les dije entonces:


“Retiraos.”
Echados todos y despejada la turba, acompañado del padre y la madre de la niña
y de los que Conmigo venían, entramos a donde la niña estaba. Tomé la mano de la
niña y alzando la voz dije:

Página 71
Autobiografía de Jesucristo

“¡Talitha kumi!” es decir: “¡Niña, te lo digo, levántate!”


56
Tornó a ella el espíritu, y se levantó al instante y se puso a andar. Sus padres
quedaron asombrados, fuera de sí. Yo les mandé encarecidamente que nadie supiese
lo acaecido. Y por último mandé se le diera de comer a la niña. Sin embargo se
extendió la fama del hecho por toda aquella tierra.

4.27 Curo a dos ciegos y un endemoniado mudo.

Al poco de partir de allí, me seguían dos ciegos, que a gritos decían:


“¡Compadécete de nosotros, hijo de David!”
Llegado a la casa, se me presentaron los ciegos y les dije:
“¿Creéis vosotros que puedo hacer eso?”
Me contestaron:
“Sí, Señor.”
Entonces, les toqué los ojos diciendo:
“Según vuestra fe, hágase así con vosotros.”57
Y se les abrieron los ojos; mas Yo les dije tajantemente:
“Mirad que nadie lo sepa.”
Mas ellos, en saliendo de allí, esparcieron la fama de mi Nombre por toda
aquella tierra. No bien habían salido los ciegos, cuando me presentaron un hombre
mudo endemoniado. Y habiendo sido lanzado el demonio, habló el mudo. Y se
maravillaban las gentes diciendo:
“¡Nunca jamás se vio tal en Israel!”
Pero los fariseos decían:
“Si lanza los demonios, es en virtud del Príncipe de los demonios.”

4.28 Enseñanza y rechazo en Nazaret, mi pueblo.

Al cabo de unos días salí de allí y me fui a Nazaret, mi patria, donde me había
criado, acompañándome mis discípulos. Venido el día de sábado, entré según mi
costumbre en la sinagoga y fui invitado a leer. Me fue entregado el libro del profeta
Isaías, y abriéndolo hallé el lugar en que está escrito:
“El Espíritu del Señor sobre mí: por lo cual me ungió, me envió para
evangelizar a los pobres, para sanar a los contritos de corazón, para anunciar a los
cautivos remisión y a los ciegos vista, para dar libertad a los oprimidos, para
proclamar un año de gracia del Señor y un día de justa recompensa.”
Y habiendo enrollado el volumen, lo entregué al ministro y me senté. Los ojos de
todos en la sinagoga estaban clavados en mí. Y comencé a decirles:
“Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.”
Todos daban testimonio a mi favor y se maravillaban de las palabras de gracia

56
El alma de la niña no estaba ya en su cuerpo. Esto es morir. Volvió a ella al imperativo mandato
de Cristo. El alma de la niña estaba en otro lugar que no puedo entender como un espacio diferente
al que ocupamos en este mundo. Volvió a la niña sin recorrer espacio y sin consumir tiempo. La niña
sin espíritu estaba muerta, era un cadáver para amortajar. ¿Quién es Cristo?
57
Para Dios todo es posible y para el que cree en El también todo es posible. El milagro se
consumará en función de la Fe con la que lo pidamos. Si mi Fe es contundente y firme tengo a mi
disposición la Omnipotencia divina. Dios a disposición de mi Fe y voluntad. ¿Se entiende esto?

Página 72
Autobiografía de Jesucristo
que salían de mis labios; y los más, al oírme, se asombraban, diciendo:

“¿De dónde a Este estas cosas? Y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada, y
tales milagros obrados por sus manos? ¿No es Este el carpintero, el hijo de José el
carpintero? ¿No se llama su Madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y
Judas? ¿No están todos entre nosotros? ¿De dónde, pues, a Este todas éstas cosas?”
Se escandalizaban de mí; mas Yo les dije:
“Indudablemente me aplicaréis este proverbio: “Médico cúrate a ti
mismo”. Cuantas cosas hemos oído hechas en Cafarnaúm, hazlas
también aquí en tu patria. En verdad os digo que ningún profeta es
aceptado en su patria, en su casa y entre sus parientes. En
verdad os digo, muchas viudas había por los días de Elías en Israel,
cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, con que vino grande
hambre sobre toda la tierra, y a ninguna de ellas fue enviado Elías sino
a Sarepta, ciudad de Sidonia, a una mujer viuda. Y muchos leprosos

Página 73
Autobiografía de Jesucristo

había en Israel al tiempo de Eliseo profeta, y ninguno de ellos fue


curado sino Naamán el sirio.”
Se llenaron de cólera todos en la sinagoga al oír estas cosas. Y levantándose me
llevaron fuera de la ciudad, hasta la cima del monte sobre el cual estaba edificada,
con intento de despeñarme; mas Yo, pasando por en medio de ellos me fui. No obré
muchos milagros a causa de su incredulidad, salvo algunos enfermos que curaron al
imponerles las manos. Quedé maravillado de su incredulidad.

4.29 Predicación de la Buena Nueva. Misión de mis Apóstoles.

Recorría las ciudades y aldeas todas, enseñando en sus sinagogas y predicando


el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Viendo a las turbas se
me enternecían las entrañas para con ellos, pues andaban deshechos y echados por
los suelos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dije a mis discípulos:
“La mies es mucha, mas los obreros, pocos; rogad, pues, al Señor
de la mies que despache obreros a su mies.”58
Llamando a mí a los Doce, les di poder y autoridad sobre todos los demonios
para lanzarlos y para curar toda enfermedad y dolencia, enviándolos de dos en dos a
predicar el Reino de Dios y sanar los enfermos, dándole las instrucciones siguientes:
“No vayáis camino de los gentiles ni entréis en ciudad de
samaritanos, id más bien a las ovejas descarriadas de la casa de Israel.
Y al ir, predicad diciendo: “Está cerca el Reino de los cielos”. Curad
enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, lanzad demonios; de
balde lo recibisteis, de balde dadlo. No os procuréis oro, ni plata, ni
calderilla en vuestras fajas, ni zurrón para el camino, ni dos túnicas, ni
dos zapatos, sino sandalias, y un bastón si queréis: porque digno es el
obrero de su mantenimiento. Y en la ciudad o aldea en la que entréis,
averiguad quién haya en ella digno, y quedaos allí hasta que partáis. Y
al entrar en la casa, saludadla; y si la casa fuere digna, venga vuestra
paz sobre ella, mas si no fuere digna, tórnese a vosotros vuestra paz. Y
si alguno no os recibiere ni escuchare vuestras palabras, saliéndoos
afuera de aquella casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. En
verdad os digo, se usará menos rigor con la tierra de Sodoma y
Gomorra el día del juicio que con aquella ciudad.”
Cuando acabé de dar éstas instrucciones a mis Doce, pasé de allí a otra parte
para enseñar y predicar por aquellas ciudades. Y mis Apóstoles, saliendo, recorrían
aldea por aldea, evangelizando y exhortando a que hicieran penitencia; y lanzaban
muchos demonios, y ungían con óleo a muchos enfermos y los curaban.

4.30 Llega hasta Herodes la fama de mi Nombre. Martirio de Juan


Bautista.

Llegó a los oídos de Herodes el tetrarca lo que se decía de mí porque mi Nombre


se hizo muy notorio y dijo a sus criados:
58
Hoy, más que nunca, se hace necesario pedir al Señor de la mies que mande buenos obreros a su
mies. Dios es el Dueño del hombre y no lo salvará sino con otro hombre. Dios se dará a conocer solo
por la palabra del hombre, por sus obras y gestos. Dios hace obreros de la misma mies para la mies.

Página 74
Autobiografía de Jesucristo
“Este es Juan el Bautista el que yo decapité; ha resucitado de entre los
muertos, y por eso las potencias actúan en él.”
Andaba Herodes desorientado, ya que algunos le decían que Juan había
resucitado de entre los muertos; otros que Elías había aparecido; otros que había
resucitado algún profeta de los antiguos. Pero Herodes decía:
“A Juan yo lo decapité; ¿Quién es Éste, de quien oigo decir tales cosas?”
Y buscaba manera de verme. En efecto, el mismo Herodes había enviado a
prender a Juan y le había puesto en cadenas en la prisión con motivo de Herodías, la
mujer de Filipo, su hermano, pues se había casado con ella. Porque Juan decía a
Herodes:
“No te es permitido tener la mujer de tu hermano.”
Herodías se la guardaba y quería matarle, y no podía; porque Herodes, aunque
quería matarle, tuvo miedo del pueblo, pues le tenía como profeta. Herodes miraba
con respeto a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, y con lo que
oía andaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
Llegó un día oportuno, cuando Herodes con ocasión de su cumpleaños dio un
banquete a sus magnates, a los tribunos y a los primates de Galilea. Entró la hija de la
misma Herodías y danzó y agradó a Herodes y a los comensales. Y el rey dijo a la
muchacha:
“Te lo juro, pídeme lo que quieras y te lo daré. Cualquier cosa que me pidieres
te la daré, hasta la mitad de mi reino.”
La muchacha salió y dijo a su madre:
“¿Qué debo pedir?”
Ella dijo:
“La cabeza de Juan el Bautista.”
Entrando apresuradamente hizo su petición al rey, diciendo:
“Quiero que ahora mismo me des sobre una bandeja la cabeza de Juan el
Bautista.”
Herodes quedó muy entristecido, pero en atención al juramento y a los
comensales, no quiso desairarla. Y al punto despachó a un satélite y mandó traer la
cabeza de Juan. Decapitó a Juan en la cárcel y trajo su cabeza sobre una bandeja y la
59
dio a la muchacha y ésta se la dio a su madre.
Enterados los discípulos de Juan, vinieron y se llevaron el cadáver de su maestro
y le dieron sepultura. Después vinieron a mí y me lo notificaron.

4.31 Mis Apóstoles vuelven de su predicación y me retiro con ellos al


desierto.

Recibiendo estas noticias comenzaron a llegar mis Apóstoles de predicar la


Buena Nueva y juntándose Conmigo me refirieron todo cuanto habían hecho y cuanto
habían enseñado. Y les dije:
“Venid vosotros solos aparte a un lugar solitario y tomad un poco
de reposo.”
Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera para comer teníamos
tiempo desocupado. Y nos fuimos en la barca a un lugar retirado, a solas, junto a una

59
¿Dónde habita tu alma Herodías? ¿Con quién estás? Y tu hija ¿está contigo? Me estremece tu
maldad y tu desgracia porque no me das pena. No te concibo arrepentida.

Página 75
Autobiografía de Jesucristo
ciudad llamada Betsaida, a la otra banda del mar de Galilea o de Tiberiades.
Viéndonos la muchedumbre y enterados a dónde íbamos nos siguieron a pie
desde todas las ciudades y llegaron antes que nosotros. La muchedumbre me seguía
porque veían los prodigios que obraba en los enfermos.
Al desembarcar vi el gentío y subí al monte acompañado por mis discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Alzando los ojos vi que se llegaban a mí
una gran muchedumbre, y me compadecí entrañablemente de ellos
enterneciéndoseme el Corazón porque andaban como ovejas que no tienen pastor.
Los acogí y les hablaba y enseñaba largamente sobre el Reino de Dios, y a los que
60
tenían necesidad de curación los curé.

4.32 Primera multiplicación de los panes.

El día empezó a declinar; venido el atardecer y siendo ya muy avanzada la hora,


llegáronse a mí los Doce y me dijeron:
“El lugar es solitario y la hora ya muy avanzada: despídelos, para que yendo a
los cortijos y aldeas del contorno puedan albergarse y comprarse algo de comer.”
Respondiéndoles les dije:
“No tienen necesidad de marcharse; dadle vosotros de comer.”
Me dijeron:
“¿Habremos de ir a comprar panes por doscientos denarios y les daremos de
comer?”
Dirigiéndome a Felipe, le pregunté para probarle, pues bien sabía Yo lo que iba a
hacer:
“¿De dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?”
Respondió Felipe:
“Con doscientos denarios no tienen suficientes panes para que cada uno tome
un bocado.”
Dije entonces a mis discípulos:
“¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo.”
Lo averiguaron y díjome Andrés, el hermano de Simón Pedro:
“Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos: pero
eso, ¿qué es para tantos? Si no vamos nosotros a comprar comida para todo este
gentío…”
Les dije:
“Traédmelos acá. Haced que los hombres se coloquen en el suelo.”
Así lo hicieron. Había mucha hierba en aquel lugar. Y se recostaron distribuidos
en cuadros por grupos de cincuenta y de ciento. Eran los hombres, sin contar las
61
mujeres y los niños, como unos cinco mil.
Tomé los cinco panes y los dos peces y alzando los ojos al cielo recité la
62
bendición y los bendije y partiéndolos los fui dando a mis discípulos que a su vez lo
servían a la gente que estaban recostados.
También los dos peces se dieron a cuantos querían. Y comieron todos y
60
Entrañable Corazón de Cristo ¡Cuánto mereces ser amado!
61
Posiblemente estamos ante una multitud que puede oscilar entre 15 y 20 mil personas
62
Debieron de multiplicarse los panes en las mismas manos de los discípulos.

Página 76
Autobiografía de Jesucristo
quedaron saciados. Cuando hubieron quedado satisfechos les dije a mis discípulos:

“Recoged los pedazos sobrantes para que nada se pierda.”


Recogiéronlos, pues, llenando doce canastas con los pedazos de los cinco panes
y dos peces que sobraron a los que habían comido.
63
Los hombres, pues, al ver el prodigio que obré, decían:
“¡Este es verdaderamente el Profeta que ha de venir al mundo!”
Conociendo sus intenciones de arrebatarme para hacerme Rey, obligué
64
inmediatamente y con apremio a mis discípulos para que se subieran a la barca y se
me adelantasen con rumbo a la ribera opuesta hacia Betsaida, en tanto que Yo

63
Contemplarían en las manos de los discípulos de Jesús los trozos de pan y pescado multiplicarse y
no agotarse.
64
A los discípulos les costó separarse de la multitud porque sus sentimientos eran terrenos, no
conocían a su Maestro.

Página 77
Autobiografía de Jesucristo
despedía a la gente. Calmada la muchedumbre y despedida, me retiré Yo solo al
65
monte para orar. Y entrada la noche seguía Yo solo allí, orando.

4.33 Camino sobre el mar y calmo la tempestad.

Mis discípulos, ya en el mar, dirigieron su barca hacia Cafarnaúm cuando


comenzó a soplar un gran viento y la mar se iba encrespando. La barca estaba ya en
medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario. Hacia la cuarta
vigilia de la noche, cuando hubieron avanzado como unos veinticinco o treinta
66
estadios los vi jadeando en bogar y vine hacia ellos caminando sobre el mar, y como
me vieran que me acercaba a la barca, se azoraron, y decían:

65
Ahora recuerdo la oferta del Tentador: “Si eres Hijo de Dios, di que éstas piedras se conviertan en
panes.”
66
Tú y yo, amigo lector, estamos perplejos, tanto como el corazón azorado de estos hombres que
han visto a un Hombre que multiplica en sus manos el pan y el pescado para una multitud y ahora lo
ven, atónitos, caminar sobre el mar. ¿Quién es Jesús?

Página 78
Autobiografía de Jesucristo
“¡Es un fantasma!”
Perdieron la serenidad y comenzaron a gritar de miedo. Mas Yo les hablé
enseguida:
“¡Tened buen ánimo; soy Yo; no tengáis miedo!”67
Respondiendo Pedro, dijo:
“¡Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas!”
Le dije:
“Ven.”
Bajó Pedro de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas para venir hacia mí.
Ya cerca, sintiendo el viento recio, le entró miedo y comenzó a zambullirse gritando:
68
“¡Señor, sálvame!”
Y al punto extendí la mano y asiendo de él le dije:
“Hombre de poca fe, ¿por qué titubeaste?”
Subimos a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se
69
postraron delante de mí diciendo:
“¡Verdaderamente, eres el Hijo de Dios!”
Quedaron desmesuradamente atónitos, mirándose unos a otros y con el corazón
entupido pues no se habían dado cuenta cabal de lo acaecido con los panes.
En breve se halló la barca junto a la tierra que íbamos, y apenas salidos de ella
algunos me reconocieron y dando aviso y recorriendo aquella comarca comenzaron a
trasladar en camillas a todos los que se hallaban mal allí donde Yo estaba. Y donde
quiera que entraba, en las aldeas o en las ciudades, o en los cortijos, ponían los
enfermos en las plazas y me rogaban les dejase siquiera tocar la franja de mi manto; y
cuantos me tocaron cobraron salud.

4.34 Yo soy el Pan de la vida.

La muchedumbre que estaba al otro lado del mar echó de ver que no había allí
otra lancha, sino una, y que Yo no había entrado en la barca junto con mis discípulos,
sino que ellos se habían marchado solos. Cuando vio, pues, la turba que ni Yo ni mis
discípulos estábamos allí subieron a las lanchas y se dirigieron a Cafarnaúm en mi
busca, y encontrándome me dijeron:
“Maestro, ¿cuándo has venido acá?”
Les respondí diciendo:
“En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque visteis
señales maravillosas, sino porque comisteis de los panes y os hartasteis.
Trabajad no por el manjar que perece, sino por el que dura hasta la
vida eterna, el que os da el Hijo del hombre; porque a Este, el Padre,
Dios mismo, acreditó con su sello.”
“¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?”
“Esta es la obra de Dios: que creáis en Aquel a quien El envió.” 70
“¿Qué señal, pues, haces tú para que lo veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu
67
Dos cosas me pide Cristo: “buen ánimo”, “no tengas miedo”. Caminar sin temor, pase lo que pase.
68
La reflexión de éstos hechos hace que también a mí me lleven a decir: ¡Señor, sálvame!
69
Con solo emplear la razón llego a la misma conclusión: “¡Verdaderamente, eres el Hijo de Dios!”

Página 79
Autobiografía de Jesucristo
obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según que está escrito:
“Pan venido del cielo les dio a comer.”
“En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio el pan
bajado del cielo, sino mi Padre es quien os da el Pan verdadero, que
viene del cielo; porque el Pan de Dios es el que desciende del cielo y da
vida al mundo.”
“Señor, danos siempre ese pan.”
“Yo soy el Pan de la vida; el que viene a mí no padecerá hambre y el
que cree en mí no padecerá sed jamás. Pero ya os dije que me habéis
visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que
viniere a mí no le echaré fuera; pues he bajado del cielo no para hacer
mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la
voluntad del que me envió: que de todo lo que me dio no pierda nada,
sino que lo resucite en el último día. Porque esta es la voluntad de mi
Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna y lo
resucite Yo en el último día.”
Murmuraban, pues, los judíos de mí, porque había dicho: “Yo soy el Pan bajado
del cielo”, y decían:
“¿No es Este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y cuya Madre nosotros
conocemos? ¿Cómo dice ahora: “He bajado del cielo”?”
Les respondí diciendo:
“No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si no le
trajere el Padre, que me envió; y Yo le resucitaré en el último día. Está
escrito en los Profetas: “Y serán todos enseñados por Dios”. Todo el que
oye al Padre y recibe sus enseñanzas, viene a mí. No que al Padre le
haya visto alguien; sólo el que viene de parte de Dios, Ése es el que a
visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida
eterna. Yo soy el Pan de la vida. Vuestros padres en el desierto
comieron el maná, y murieron; Este es el Pan que baja del cielo, para
quien comiere de El no muera. Yo soy el Pan viviente, el que del cielo ha
bajado;71 quien comiere de éste Pan vivirá eternamente, y el Pan que Yo
daré es mi carne por la vida del mundo.”
Disentían entre sí los judíos, diciendo:
72
“¿Cómo puede Éste darnos a comer su carne?”
Les dije:
70
Les está demandando, por lo que han visto, que crean en El y esto supone que acepten su
divinidad.
71
No lo entienden, pero tú y yo, amigo lector, si lo entendemos a dos mil años vista de estos hechos.
Y ¿qué hemos visto hasta ahora? Pues hemos contemplado a un Hombre que, entre otros actos
inexplicables, convierte el agua en vino, que cura a un leproso en el acto, a dos paralíticos, resucita a
un joven en Naím y a una niña de doce años, al imperio de su voz calma la tempestad, expulsa de
dos hombres una legión de demonios, con solo tocar su vestido una mujer recobra la salud, devuelve
la vista a dos ciegos con fe, en sus manos se multiplican los panes y los peces hasta saciar más de
quince mil personas, camina sobre el mar. Este Hombre dice haber bajado del cielo, que su Padre lo
ha enviado y que este Padre no es ni más ni menos que Dios. ¡Este Hombre es el Hijo de Dios!
72
Entendieron bien los que oían. Cristo está ofreciendo comer su carne.

Página 80
Autobiografía de Jesucristo

“En verdad, en verdad os digo: si no comiereis la carne del Hijo del


hombre y bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros. El que come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el
último día. Porque mi carne es verdadero manjar y mi sangre es
verdadera bebida.73 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece y Yo en él. Como es Fuente de Vida el Padre, que me envió, y
Yo vivo del Padre, así quien me come a mí, también él vivirá de mí.74
Este es el Pan que bajó del cielo: no como el que comieron vuestros
padres y murieron: el que come este Pan vivirá eternamente.”
Esto dije en Cafarnaúm, enseñando en la sinagoga. Muchos, pues, de mis
discípulos, que lo oyeron dijeron:
“Duro es éste lenguaje. ¿Quién sufre el oírlo?”
Conociendo por mí mismo que mis discípulos, murmuraban de esto les dije:
“¿Esto os escandaliza? ¿Qué, si viereis al Hijo del hombre subir a
donde estaba primero? El Espíritu es el que vivifica; la carne de nada
aprovecha. Las palabras que Yo os he hablado son Espíritu y son Vida.
Pero es que hay algunos de entre vosotros que no creen.”
Ya sabía Yo desde el principio quienes eran los que no creían y quién era el que
me había de entregar. Les dije:
“Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí, si no le fuere
concedido por mi Padre.”
Desde este momento, muchos de mis discípulos se volvieron atrás, y ya no
andaban en mi compañía. Dije, pues, a los Doce:
“¿También vosotros queréis marcharos?”
Mas, Simón Pedro respondió:
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos
creído y conocido que Tú eres el Santo de Dios.”
Les dije:
“¿Por ventura no os he elegido Yo a los Doce? Sin embargo, de
vosotros uno es diablo.”
Me refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste era quien me había de
entregar, con ser uno de los Doce.
CAPITULO V TERCER AÑO DE PREDICACION
PÚBLICA
73
Insiste Cristo en que hemos de comer su carne y beber su sangre para vivir la eternidad. Mi razón
no podría entender que Cristo se arrancara trozos de su carne y me los diera a comer. Así, más o
menos, lo concibieron en su inteligencia los que oyéndole no le creyeron. Pero Cristo no insulta a la
inteligencia del hombre y si El dice dar su carne para la vida del mundo así hay que entenderlo,
porque le avala su divinidad y nuestra Fe. Mas tarde veremos que estas palabras se harán realidad
en la Última Cena, se consumará el milagro del Amor en virtud del cual este Dios y Hombre hará
posible que, a su mandato, el Pan que consagra y da a comer a sus Apóstoles sea ni más ni menos
que El mismo, con su carne, con su sangre, con su alma y su divinidad.
74
Amigo lector, los acontecimientos se precipitan y ahora empezamos a entender que las palabras de
Cristo son Espíritu y Vida. Creo en este Hombre que es mi Dios y vivo de este Hombre que es mi
Dios.

Página 81
Autobiografía de Jesucristo

5.01 Discusión con los escribas y fariseos.

Tras esto anduve por Galilea, pues no quise estar por la Judea, ya que los judíos
me buscaban para matarme. Se acercaron a mí unos escribas y fariseos venidos de
Jerusalén y viendo a algunos de mis discípulos comer su pan con las manos no
lavadas- porque los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos a fuerza de
puños, no comen, aferrados a la tradición de los ancianos; y al volver de la plaza, si
primero no se bañan, no comen; y hay otras cosas cuya observancia recibieron por
tradición, lavatorio de copas, jarros, vajilla de cobre, lechos…- me preguntaron:
“¿Por qué no caminan tus discípulos conforme a la tradición de los ancianos,
sino que comen su pan con manos profanas?”
Yo, les dije:
“Muy bien profetizó Isaías de vosotros, farsantes, según está
escrito: “Este pueblo me honra con los labios, mas su corazón anda lejos
de mí; es vano el culto que me rinden, enseñando doctrinas, preceptos
de hombres”. Dejando a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a
la tradición de los hombres. Anuláis por las buenas el mandamiento de
Dios, para mantener vuestra tradición. Porque Moisés dijo: “Honra a
tu padre y a tu madre”, y “El que maldijere al padre o a la madre,
muera sin remisión”. Vosotros empero decís: “Si un hombre dijere al
padre o a la madre: Queda declarado KORBAN, que es decir: ofrenda,
todo lo mío que pudieras reclamar en tu provecho, no le dejáis ya hacer
nada por el padre o por la madre, rescindiendo la palabra de Dios con
vuestra tradición que os transmitisteis de unos a otros; y semejante a
éstas en éste género hacéis muchas cosas.”
Dirigiéndome a la muchedumbre les dije:
“Escuchadme todos y entended. No lo que entra en la boca ensucia
al hombre; mas lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al
hombre. Quien tenga oídos para oír escuche.”
Y dejando a la gente, entramos en casa, y llegándose mis discípulos, me dijeron:
“¿Sabes que los fariseos al oír tales palabras se escandalizaron?”
Les dije:
“Todo plantío que no plantó mi Padre celestial será arrancado de
raíz. Dejadlos: son ciegos, guías de ciegos; y si un ciego guía a un ciego,
ambos dos caerán a la hoya.”
Tomando Pedro la palabra, dijo:
“Maestro decláranos la parábola que dijiste a la gente.”
Le contesté:
“¿También vosotros tenéis tan poca inteligencia? ¿No comprendéis
que todo lo que de fuera entra en el hombre no es capaz de
contaminarle, pues que no entra en su corazón, sino en su vientre, y de
allí va a parar a la letrina? Todos los alimentos son puros. Mas las
cosas que salen de la boca, del corazón salen, y éstas son las que
contaminan al hombre. Porque de dentro del corazón de los hombres,

Página 82
Autobiografía de Jesucristo

salen los malos pensamientos: fornicaciones, hurtos, homicidios,


adulterios, codicias, maldades, dolo, libertinaje, mal ojo, maledicencia,
soberbia, privación del sentido moral; todas esas cosas malas de dentro
salen y contaminan y ensucian al hombre; que el comer con las manos
sin lavar no ensucia al hombre.”
5.02 La hija de la cananea.

Levantándonos, partimos de allí a los confines de Tiro y de Sidón. Y he aquí que


una mujer cananea, gentil, sirofenicia de raza, cuya pobre hija tenía un espíritu
inmundo, habiendo oído de mí, salida de aquellos confines, daba voces diciendo:
“¡Apiádate de mí, Señor, Hijo de David; mi hija está malamente
endemoniada!”
Yo no le respondí y llegándose mis discípulos, me rogaban diciendo:
“Despáchala, que viene gritando detrás de nosotros.”
Mas Yo les dije:
“No fui enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel.”
Entramos en una casa, no queriendo que nadie lo supiese, pero no logré pasar
inadvertido. La mujer llegándoseme, se postró a mis pies y me rogaba lanzase al
demonio de su hija. Decía:
75
“¡Señor, socórreme!”
Le dije:
“Deja que primero se sacien los hijos; que no es justo tomar el pan
de los hijos y echarlo a los perrillos."
Ella respondió:
“Sí, Señor, que también los perrillos debajo de la mesa de sus amos, comen de
las migajas que caen de la mesa y que tiran los niños.”
Y admirado, le dije:
“¡Oh mujer, grande es tu fe!; 76 por eso que has dicho, hágase
contigo como quieres; anda, ha salido de tu hija el demonio.”
Quedó sana su hija desde aquella hora. Y marchándose a su casa, halló a la niña
echada sobre la cama y salido el demonio.

75
En dos palabras se aprecia el inmenso dolor de una madre que pide socorro para ella, que sufre
en sí las consecuencias del mal espíritu de su hija.
76
Cristo vuelve a sorprenderse con la fe de una persona que no era judía. Vendrá a tener la misma
sensación que tuvo con la fe del centurión. Obrará, en ambos casos, el milagro a distancia, con solo
ejercer su Voluntad de Hombre y de Dios. La oración perseverante, la pertinaz demanda al Corazón
de Cristo culmina con la consecución de lo que con tanta ansia se pide.

Página 83
Autobiografía de Jesucristo

5.03 Curación de un sordomudo. Multitud de curaciones.

De nuevo saliendo de los confines de Tiro, me encaminé por Sidón hacia el mar
de Galilea, pasando por medio de los términos de la Decápolis. Me presentaron un
sordomudo rogándome que pusiera mi mano sobre él. Lo tomé aparte, lejos de la
turba, introduje mis dedos en sus orejas y con saliva toqué su lengua; y levanté los
ojos al cielo suspirando y dije:
“Effatá” (Ábrete).
Y al punto se abrieron sus oídos, y se soltó la atadura de su lengua y hablaba
correctamente. Les ordené que a nadie lo dijesen, mas cuanto más lo ordenaba, tanto
más y más ellos lo divulgaban. Y asombrados decían:
77
“Todo lo ha hecho bien, y hace oír a los sordos y hablar a los mudos.”

77
“Todo lo ha hecho bien…”. Así de sencillo, Cristo todo lo hace bien.

Página 84
Autobiografía de Jesucristo
Marchando de allí, llegamos a la ribera del mar de Galilea y subiendo a la
montaña me senté y vinieron a mí grandes muchedumbres llevando consigo, cojos,
ciegos, sordos, mancos y muchos otros que dejaron a mis pies. Yo les curé a todos de
suerte que la muchedumbre se maravillaba al ver oír a los sordos, sanos a los mancos,
78
caminar a los cojos, tener vista los ciegos; y glorificaban al Dios de Israel.

5.04 Segunda multiplicación de los panes y los peces.

Y como de nuevo no tuviesen que comer, llamé a mis discípulos diciéndoles:


“Siento compasión de esta muchedumbre, pues ya tres días
permanecen Conmigo y no tienen qué comer, y si los despidiere ayunos
a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de
lejos.”
Dijeron mis discípulos:
“¿De dónde podrá uno aquí, en la soledad, saciar a éstos de panes?”
Les pregunté:
“¿Cuántos panes tenéis?”
Me contestaron:
“Siete.”
Mandé a la gente se sentase en el suelo y tomando los siete panes, haciendo
gracias, los partí y los di a mis discípulos para que los sirviesen. Tenían también unos
pescadillos que bendije y mandé que los sirviesen. Y comieron todos y se saciaron, y
de los pedazos sobrantes retiraron siete espuertas llenas. Y los que comieron eran
cuatro mil hombres, sin contar niños y mujeres.

5.05 La señal del cielo y la levadura de los fariseos.

Una vez despedida la turba, subí a la barca con mis discípulos y vinimos a la
región de Dalmanuta y Magadán. Y saliendo los fariseos y saduceos comenzaron a
discutir Conmigo, demandándome alguna señal procedente del cielo, con ánimo de
tentarme. Les dije:
“Al caer la tarde decís: “Habrá buen tiempo, porque el cielo se
arrebola con aspecto sombrío”. El semblante del cielo sabéis discernir,
¿y las señales de los tiempos no podéis?”
Gimiendo en mi Espíritu, dije:
“¿Para qué esta generación demanda una señal? En verdad os
digo, una generación perversa y adúltera reclama una señal, y señal no
se le dará sino la señal de Jonás.”
Dejándoles, embarcando de nuevo, me fui a la ribera opuesta. Mis discípulos se
habían olvidado de tomar panes y solo tenían un pan en la barca. Yo les prevenía
diciendo:
78
Amigo lector, estamos ante un hecho fehacientemente histórico. Miles de hombres y mujeres, niños
y ancianos, sanos y enfermos se llegaron a Cristo que ejercía su Omnipotencia al servicio de su
Misericordia. Una multitud, tantos como tu razón, amigo lector, quiera entender, pero no menos que la
muchedumbre que comió de los panes que se multiplicaban en sus manos. Una multitud maravillada
de contemplar milagros inauditos, una multitud que glorificaba al Dios de Israel, a este Dios que no es
Otro que el mismo Padre de Cristo, este Padre tuyo y mío en el que no existe el tiempo, un Padre del
alma, último destino de tu existencia y la mía.

Página 85
Autobiografía de Jesucristo

“Tened ojo y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos y


de la levadura de Herodes.”
Ellos entre sí discurrían:
“Que no hemos tomado panes…”
Advirtiéndolo les dije:
“¿A qué viene el discurrir entre vosotros, menguados de fe, sobre
que no tenéis panes? ¿Todavía no reflexionáis ni entendéis? ¿Tenéis
encallecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos, no veis, y teniendo oídos,
no oís? ¿No recordáis, cuando partí los cinco panes entre los cinco mil,
cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis?”
Dijeron:
“Doce.”
“Y cuando los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas
de pedazos recogisteis?”
Dicen:
“Siete.”
“¿Cómo no caéis en la cuenta de que no os hablé de panes?
Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.”
Comprendieron entonces que habían de guardarse de la doctrina de los fariseos
79
y saduceos.

5.06 El ciego de Betsaida.

Llegamos a Betsaida y me traen un ciego rogándome que le tocara. Cogiendo la


mano del ciego lo saqué fuera de la aldea y habiendo escupido en sus ojos y puestas
mis manos sobre él le pregunté:
“¿Ves algo?”
El ciego alzando los ojos decía:
“Veo los hombres…me parecen árboles…los veo caminar.”
De nuevo puse mis manos sobre sus ojos y distinguió claramente todas las cosas
y le dije:
“No entres en el pueblo.”
5.07 La confesión y el primado de Pedro.

Al día siguiente salí con mis discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo.
Después de haber orado a solas, llegándome a mis discípulos les pregunté:
“¿Quién dicen las turbas ser el Hijo del hombre?”
Contestaron:
“Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros diferentes, que Jeremías,
79
¿A quién se escogió Jesús como ayudantes? ¡No lo entendían! Solo Dios no puede desmoralizarse
con semejantes discípulos. En cualquier caso, el Corazón de Cristo tenía motivos para entristecerse.
La ramplonería mental de la que hacemos gala los que nos contemplamos creyentes, cristianos, se
pone de manifiesto cada día, cada hora, cada minuto. Somos imprevisibles, capaces de lo mejor y de
lo peor. Dios espera toda una vida con tal de ganarse a un hijo en un minuto. Cristo redime al hombre
con su vida, su muerte y sus tristezas, éstas que propiciamos con nuestra mezquindad.

Página 86
Autobiografía de Jesucristo
otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado…”
“Y vosotros, ¿quién decís que Soy?”

Tomando Pedro la palabra dijo:


“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios viviente.”
Yo le respondí:
“Bienaventurado eres Simón Barjoná, pues que no es la carne y
sangre quien te lo reveló, sino mi Padre, que está en los cielos. Y Yo a mi
vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y
las puertas del infierno no podrán contra ella. Te daré las llaves del
Reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra, quedará atado en los
cielos; y cuanto desatares sobre la tierra, quedará desatado en los
cielos.”80
80
Amigo lector, Roma tiene este privilegio divino. Lo que Roma ate en la tierra, atado para siempre,
queda en el cielo, lo que desate en este mundo, para siempre, queda desatado en el otro. El que no
cree en el único Pedro no se qué cielo le espera. Mi esperanza se fundamenta con la Fe en la Iglesia
de Cristo, la única Iglesia que reconozco bajo la paternal autoridad de quien El mismo se escoge para

Página 87
Autobiografía de Jesucristo
Ordené terminantemente a mis discípulos que a nadie dijesen ser Yo el Mesías.

5.08 Les anuncio claramente mi muerte.

A partir de este momento comencé a manifestar a mis discípulos lo siguiente:


“El Hijo del hombre tiene que ir a Jerusalén y padecer muchas
cosas y ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y
ser entregado a la muerte y al tercer día resucitar.”81
Esto les declaraba abiertamente y tomándome consigo Pedro, comenzó a
reconvenirme, diciendo:
“¡No lo consienta Dios! Señor, de ningún modo te acaecerá tal cosa.”
Mas Yo, volviéndome hacia mis discípulos, increpé a Pedro, diciendo:
“¡Vete de aquí, quítateme de delante, Satanás, piedra de escándalo
eres para mí, pues tus miras no son las de Dios, sino las de los
hombres!”
Llamé a la gente que viniera a mí y junto con mis discípulos les dije:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome a
cuestas su cruz de cada día y sígame. 82 Porque quien quisiere poner a
salvo su vida, la perderá; mas quien perdiere su vida por mí y por el
Evangelio, éste la salvará. Pues, ¿qué provecho saca el hombre
ganando el mundo entero, pero perdiéndose o perjudicándose a sí
mismo? ¿Qué podrá dar un hombre a cambio de recuperar su alma? 83
Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras en esta
generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se
avergonzará de él cuando viniere en su gloria y en la de su Padre y de
los santos ángeles. Porque el Hijo del hombre ha de venir: y entonces
dará en pago a cada cual conforme a sus actos. En verdad os digo que
hay algunos de los que aquí están presentes que no gustarán la muerte
sin que antes vean el Reino de Dios venido en poderío y al Hijo del
hombre viniendo en su realeza.”

5.09 Transfiguración en el Tabor.

ser su Roca sobre la que se fundamenta la única verdad que salva, la Verdad de Pedro, la única, la
que es Verdad de Cristo.
81
Cristo revela palmariamente su destino. Ya lo conoce, lo conoce desde siempre como Dios y en el
misterio de su inteligencia humana desde Niño. Esta reflexión es su pensamiento dominante, un
supremo abandono en la Voluntad de su Padre que ordenará los acontecimientos para que se cumpla
lo que está escrito.
82
La cruz de cada día es inevitable. O la llevas con garbo detrás de El, negándote a ti mismo por
amor a su Persona, o esta misma cruz, sin Fe, te hunde en desesperanza.
83
Consumes una vida sin vivirla por conseguir las cosas de este mundo. Cuando ya las crees tener
no queda tiempo para disfrutarlas, además tu alma está embotada y en riesgo de perderse para
siempre. ¿Qué vale lo que has ganado? Los restos de cuatro seres queridos, al cabo de pocos años,
los he visto ocupar solamente una capacita en la esquina de una fosa del cementerio.

Página 88
Autobiografía de Jesucristo
De seis a ocho días después, tomé a Pedro a Santiago y a Juan y subí con ellos a
un monte elevado para orar. Y mientras estaba orando, me transfiguré en presencia
de ellos. Cambió mi rostro que relumbraba como el sol y mis vestiduras se pararon
blancas como la luz, centelleantes y relampagueantes, blancas en extremo, cuales
ningún batanero sobre la tierra es capaz de blanquearlas así. Dos varones
circundados de gloria me hablaban, eran Moisés y Elías, sobre el tránsito que Yo
realizaría en Jerusalén. Pedro, Juan y Santiago estaban cargados de sueño; mas
despertando vieron mi gloria y la de Moisés y Elías. Y cuando Moisés y Elías se
retiraron díjome Pedro:

“Señor, Maestro, que buena cosa es estarnos aquí; si quieres, haré aquí tres
tiendas: una para Ti, una para Moisés y una para Elías.”
Pedro no sabía lo que decía, pues estaba fuera de sí por el espanto. Y estando
todavía hablando, de pronto se formó una nube luminosa que los cubría y se llenaron
de miedo. Y he aquí una voz salida de la nube que decía:

Página 89
Autobiografía de Jesucristo

“Este es mi Hijo querido, el Elegido, en quien me agradé,


84
escuchadle.”
Mis discípulos cayeron sobre su rostro y se atemorizaron sobremanera. Mas Yo
acercándome a ellos los toqué y dije:
“Levantaos y no tengáis miedo.”
Súbitamente, alzando sus ojos y echando una mirada enrededor, a nadie ya
vieron sino solo a mí. Y mientras bajábamos del monte les ordené diciendo:
“A nadie digáis la visión hasta que el Hijo del hombre hubiere
resucitado de entre los muertos.”
Ellos se callaron, guardando lo visto para sí y a nadie por aquellos días contaron
nada de lo ocurrido.
Mis discípulos se preguntaban qué era aquello de resucitar de entre los muertos.
Y me interrogaron diciendo:
“¿Por qué, pues, los escribas dicen que Elías ha de venir primero?”
Yo les respondí:
“Elías ciertamente, viniendo primero, restaurará todas las cosas;
¿y cómo está escrito del Hijo del hombre que ha de padecer muchas
cosas y ser menospreciado? Pues bien, os digo que Elías ya vino y no le
reconocieron, antes hicieron de él cuanto quisieron, según está escrito
de él.”
Comprendieron entonces mis discípulos que les estaba hablando de Juan
Bautista.

5.10 Curación del muchacho endemoniado.

Ya al día siguiente, llegándonos al resto de los discípulos, vi gran gentío en torno


de ellos. Y al punto todo aquel gentío, al verme, quedaron estupefactos, y viniendo
hacia mí me saludaron. Les pregunté:
“¿Qué es lo que discutís con ellos?”
Uno de entre la gente me dijo:
“Maestro, traje a Ti mi hijo, que tiene un espíritu malo y dondequiera que se
apodera de él, le echa por tierra, y enseguida grita y le retuerce entre espumarajos
y da diente con diente, y se pone rígido; y el demonio a duras penas se va de él,
dejándole magullado. Y yo lo presenté a tus discípulos, rogándoles que lo echasen y
no pudieron.”
Se echó a mis pies y gritando decía:
“¡Señor compadécete de mi hijo, porque está lunático y padece de mala
manera. Maestro, te ruego que mires a este hijo mío, porque es el único que tengo!”
Le respondí diciendo:

84
Esta es la voz del Padre, del Padre del Verbo, de su Palabra. El Padre se agrada en su Hijo e invita
a escucharle, a escuchar su Palabra hecha Hombre como nosotros, menos en el pecado, pero un
Hombre que conoce al hombre porque tiene alma de hombre y carne de hombre. En el Bautismo, el
Padre presentará a su Hijo tal y como ahora lo hace, pero aquí, el Padre dirá que Este es su Elegido
y además pide como Padre y como Dios que le escuchemos y esto, precisamente, amigo lector, es lo
que estamos haciendo, escuchar, en sagrado silencio, la Palabra de Dios leída según el mismo Cristo
la viene susurrando a nuestro corazón.

Página 90
Autobiografía de Jesucristo

“¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con


vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? Traédmelo acá.”

Me lo trajeron y cuando le vi, al punto el espíritu le sacudió violentamente, y


cayendo en tierra se revolcaba espumajeando. Y pregunté a su padre:
“¿Cuánto tiempo hace que comenzó a estar así?”
Me contestó el padre:
“Desde la infancia; y muchas veces le echó ya en el fuego, ya en el agua, para
hacerle perecer. Pero si algo puedes, socórrenos, compadecido de nosotros.”
Le contesté:
“¿Qué si puedes? Todo es posible al que cree.”
Volvió a gritar diciendo:

Página 91
Autobiografía de Jesucristo
85
“¡¡Creo; socorre a mi fe, aunque sea poca!!”
Viendo que crecía el concurso de la gente, hablé con imperio al espíritu
inmundo:
“¡Espíritu mudo y sordo, Yo te lo mando: sal de él y no entres ya
más en él!”
Y dando gritos y sacudiéndole con extrema violencia, salió, y quedó el niño
como muerto, de suerte que los más decían:
“¡Ha muerto!”
Mas, acercándome a él lo tomé de la mano, lo levanté y él se puso de pie y lo
entregué a su padre. El muchacho quedó curado desde aquel instante. Y todos
quedaron atónitos ante la grandeza de Dios.
Ya en casa me preguntaron mis discípulos:
“¿Por qué nosotros no pudimos lanzarle?”
Les dije:
“Por vuestra poca fe. Porque en verdad os digo que si tuviereis fe
como un granito de mostaza, diréis a éste monte: “Trasládate de aquí
allá”, y se trasladará y nada os será imposible. Este linaje de demonios
con nada puede salir, si no es con oración y ayuno.”86
5.11 Subo a Jerusalén.

Se aproximaba la solemnidad de los judíos, la Escenopegia y dijeron mis


hermanos:
“Parte de aquí y dirígete a la Judea, para que también tus discípulos vean esas
obras que haces. Porque nadie hace las obras ocultamente si quiere adquirir
publicidad. Ya que estas cosas haces, manifiéstate al mundo.”
Ni siquiera mis familiares creían en mí. Les dije, pues:
“Mi tiempo todavía no ha llegado; vuestro tiempo siempre está a
punto. No puede el mundo aborreceros, pero a mí me aborrece, porque
doy testimonio de que sus obras son perversas. Vosotros subid a la
fiesta; Yo no subo a esta fiesta, porque mi tiempo todavía no se ha
cumplido."
Me quedé en Galilea, pero cuando hubieron subido todos a la fiesta, entonces
subí Yo también aunque de incógnito y así, pues, atravesé la Galilea sin que nadie lo
supiese.
Los judíos me buscaban durante la fiesta y decían:
“¿Dónde está Aquel?”
Y sobre mí había mucho murmureo en las turbas. Unos decían:
“Es bueno.”
Mas otros decían:
85
Patético grito de un padre que pide ayuda y ayuda para saber pedirla, que somete todas sus
facultades a la voluntad, en virtud de la cual supera la falta de fe necesaria para demandar de Cristo
el milagro aunque su razón dude.
86
El demonio existe aunque yo no lo crea. No veré al demonio, pero si puedo apreciar los efectos
que produce sobre un endemoniado. Despreciar la reflexión sobre la realidad del demonio no me
garantiza su inexistencia. Cuanto menos crea en él más cerca lo tengo.

Página 92
Autobiografía de Jesucristo
“No, sino que embauca a la multitud.”
Nadie, empero, hablaba de mí públicamente por miedo a los judíos. Cuando ya
la fiesta estaba a la mitad subí al Templo y enseñaba. Se maravillaban los judíos
diciendo:
“¿Cómo Éste sabe de letras, sin haberlas aprendido?”
Les respondí diciendo:
“Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me envió. Quien quisiere
cumplir su Voluntad, conocerá si mi doctrina es de Dios o si Yo hablo
por mi propia cuenta. El que habla por su cuenta, busca su propia
gloria: mas quien busca la gloria del que le envió; éste es veraz y no
hay en él injusticia. ¿Por ventura no tenéis la Ley que os dio Moisés? Y
nadie de vosotros cumple la Ley. ¿Por qué tratáis de matarme?”
Respondió la gente:
“Endemoniado estás; ¿quién trata de matarte?”
Les dije:
“Una obra hice, y todos os maravilláis. Por eso Moisés os dio la
circuncisión, no que provenga de Moisés, sino de los patriarcas, y en
sábado circuncidáis a un hombre. Si la circuncisión recibe un hombre
en sábado, para que no venga a menos la Ley de Moisés, ¿os
encolerizáis Conmigo porque en sábado sané a todo hombre? No
juzguéis por apariencias, sino juzgad juicio recto.”
Decían, pues, algunos de los de Jerusalén:
“¿No es Éste a quien tratan de matar? Pues ya veis si habla con libertad, y
nadie le dice nada. ¿Es que por fin habrán conocido de veras los jefes que Este es el
Mesías? Pero Éste sabemos de dónde es; mas el Mesías, cuando venga, nadie sabe
de dónde es.”
Clamé, en el Templo, diciendo:
“¡Conque me conocéis a mí y sabéis de dónde soy…! Pues no he
venido de mí mismo, sino que Otro es, real y verdadero, quien me envió,
a quien vosotros no conocéis. Yo le conozco, porque de El procede mi
existencia y El me envió.”
5.12 Intentan los judíos apoderarse de mí.

Buscaban como apresarme; mas nadie me echó mano, pues todavía no había
llegado mi hora. De la multitud, muchos creyeron en mí, y decían:
“El Mesías, cuando venga, ¿acaso obrará más señales de las que Éste obró?”
Oyeron los fariseos a la gente repetir por lo bajo esas cosas sobre mí, y
despacharon los sumos sacerdotes y los fariseos alguaciles para prenderme.
Les dije, pues:
“Un poco de tiempo todavía estoy con vosotros, y me voy al que me
envió. Me buscaréis y no me hallaréis, y a dónde Yo estoy vosotros no
podéis venir.”
Al oír esto se dijeron los judíos unos a otros:
“¿Adónde se va a ir Éste, que nosotros no lo hallaremos? ¿Por ventura se va a

Página 93
Autobiografía de Jesucristo
ir a la dispersión de los gentiles para enseñar a los gentiles? ¿Qué es esto que ha
dicho: “Me buscaréis y no me hallaréis, y donde Yo estoy, vosotros no podéis venir?”
El último día, el mayor de la fiesta, me dirigí a la gente a voces, diciendo:
“¡Quien tiene sed, venga a mí y beba. Quien cree en mí, como dijo la
Escritura, manarán de sus entrañas ríos de agua viva!” 87
Esto dije del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en mí. Porque
todavía no había Espíritu, por cuanto Yo no había sido aún glorificado.
Algunos, pues, de la turba oídas estas palabras, decían:
“Este es verdaderamente el Profeta.”
Otros decían:
“Este es el Mesías.”
Mas algunos decían:
“¿Pues acaso el Mesías viene de Galilea? ¿No dijo la Escritura que: “De la
descendencia de David, y de la aldea de Belén, donde estaba David, viene el
Mesías?”
Se originó, pues, escisión en el pueblo a causa de mí. Y alguno de entre ellos
querían prenderme, mas nadie echó mano sobre mí.
Vinieron, pues, los alguaciles a los sumos sacerdotes y fariseos, los cuales les
dijeron:
“¿Por qué no le habéis traído?”
Respondieron los alguaciles:
“Jamás hombre habló así, como Este hombre.”
Dijeron los fariseos:
“¿Qué? ¿También vosotros habéis sido embaucados? ¿Por ventura, alguno
creyó en El entre los jefes o entre los fariseos? Pero esa turba, que no conoce la Ley,
son unos malditos.”
Díceles Nicodemo, el que antes había venido a mí; que era uno de ellos:
“¿Por ventura, nuestra Ley condena al reo si primero no oye su declaración y
viene en conocimiento de lo que hizo?”
Respondieron y le dijeron:
“¿Acaso también tú eres de Galilea? Investiga, y verás que de Galilea, no surge
ningún profeta”
Y se marcharon cada uno a su casa.

5.13 La mujer adúltera.

Abandoné la ciudad y me fui al monte de los Olivos. Al amanecer me presenté


otra vez en el Templo y todo el pueblo vino a mí y Yo les enseñaba. Los escribas y
fariseos traen a una mujer sorprendida en adulterio y habiéndola puesta en medio,
me dicen:
“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. En
la Ley, Moisés nos mandó que a semejantes mujeres las apedreásemos; Tú, pues,

87
Quien tenga sed de justicia, de amor, de esperanza, quien busque saciarse de la belleza, de la
bondad, de la paz y la felicidad en el amar y ser amado, sin medida ni tiempo, venga a Cristo y
encontrará la Fuente de todo bien más allá de lo imaginable. Beber de Cristo su palabra que
convertirá la nuestra en ríos de agua viva para bienaventuranza de quien te escucha, para
bienaventuranza tuya y mía, amigo lector..

Página 94
Autobiografía de Jesucristo
88
¿qué dices?”

Esto decían tentándome, para tener de qué acusarme. Yo, inclinándome hacia el
suelo, escribía con el dedo en la tierra. Mas como ellos persistiesen preguntándome,
me erguí y les dije:
“Quien de vosotros esté sin pecado, sea el primero en apedrearla.”
E inclinándome de nuevo hacia el suelo volví a escribir en la tierra. Ellos, como
88
Mejor es ser juzgado por Dios que por los hombres. El Hijo de Dios vuelve a ser tentado por
Satanás que se valdrá de sus hijos para poner a prueba la Justicia y la Misericordia divinas. Si Jesús
optaba por salvar la vida de esta mujer se ponía de frente a la Ley de Moisés. Si por el contrario se
inclina hacia la aplicación de la Ley ¿dónde queda su bondad y misericordia con los pecadores?
“Aquel que se considere sin pecado comience la lapidación”. Ante la divina mirada del que conoce la
conciencia de cada persona, aquellos hombres sin misericordia se ven con toda la perversidad del
alma a la vista de los demás, se avergüenzan de su desnudez moral y comienzan a alejarse los más
viejos en años y maldad, después todos.

Página 95
Autobiografía de Jesucristo
esto oyeron, se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos; y
quedamos solos la mujer de pie en medio y Yo sentado. Alcé la cabeza y le dije:
“Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te condenó?”
Ella contestó:
“Nadie, Señor.”
Y le dije:
“Tampoco Yo te condeno: anda, y desde ahora no peques más.”89
5.14 Doy testimonio de mí mismo.

De nuevo les hablé a la gente diciendo:


“Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no tema caminar en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Contestaron los fariseos:
“Tú das testimonio de Ti mismo; tu testimonio no es verídico.”
Les dije:
“Aunque Yo de testimonio de mí mismo, mi testimonio es verídico,
porque sé de dónde vine y adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne;
Yo no juzgo a nadie. Y aun cuando Yo juzgue, mi juicio es conforme a
verdad; porque no soy Yo solo, sino Yo y el Padre, que me envió. 90 Y en
vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas hace fe. Yo
soy quien doy testimonio de mí mismo, y también da testimonio de mí el
Padre, que me envió.”
Dícenme, pues:
“¿Dónde está tu Padre?”
Les respondí:
“Ni me conocéis a mí ni tampoco a mi Padre; que si me conocierais
a mí también a mi Padre conoceríais”
Estas palabras hablé en el gazofilacio, mientras enseñaba en el Templo; y nadie
me prendió porque todavía no había llegado mi hora.

5.15 “Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.”

De nuevo les dije:


“Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adónde
Yo voy, vosotros no podéis venir.”
Y ellos se preguntaban:
“¿Por ventura se quitará la vida, pues dice: “Adónde Yo voy, vosotros no

89
Se marcharon todos y quedaron solas la Misericordia y la Miseria. Jesús absuelve como Dios y no
como los hombres, absuelve sin humillar porque respeta la dignidad del ser humano por muy grave
que sea su pecado.
90
Estas palabras no tienen matices. Tú y yo, amigo lector, entendemos el verdadero sentido del
texto. Cristo manifiesta que El, no es solo, que es El y el Padre que le ha enviado. Y si Yo soy Yo y el
Padre que me ha enviado, no puedo manifestar que mi Persona es la Persona del Padre, porque Yo
soy Yo y mi Padre es mi Padre, sin embargo, en clave de naturaleza o esencia divina, el Padre y Yo
somos lo mismo.

Página 96
Autobiografía de Jesucristo
podéis venir?”

Mas Yo les dije:


“Vosotros sois de aquí abajo. Yo soy de allá arriba; vosotros sois
de este mundo. Yo no soy de este mundo.91 Os dije, pues, que moriréis en
vuestros pecados; porque si no creyereis que Yo soy, moriréis en
vuestros pecados.”
Y me volvieron a preguntar:
“¿Tú quién eres?”
“Pues ni más ni menos, eso mismo que os vengo diciendo. Muchas
cosas tengo que hablar y juzgar acerca de vosotros; pero el que me
envió es veraz, y Yo, lo que oí de El, esto hablo al mundo.”
91
Estas palabras, tampoco tienen matices. Cristo es de un lugar que dice estar arriba, de donde ha
venido, no es de este mundo. ¿Qué otra interpretación se le puede dar al texto?

Página 97
Autobiografía de Jesucristo
No entendieron que les hablaba de mi Padre. Les dije, pues:
“Cuando levantareis en alto al Hijo del hombre, entonces
conoceréis que Yo soy y que de mí mismo nada hago, sino que, según
me enseñó el Padre, eso hablo. Y el que me envió está Conmigo, y no me
dejó solo, porque Yo hago siempre lo que le agrada.”
Muchos creyeron en mí, y a éstos que creyeron en mí les dije:
“Si vosotros perseverareis en mi enseñanza, sois verdaderamente
discípulos míos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” 92
5.16 Hijos del diablo.

Unos fariseos tomaron la palabra diciendo:


“Somos linaje de Abraham, y de nadie jamás hemos sido esclavos; ¿cómo dices
Tú: “Seréis libres”?”
“En verdad, en verdad os digo que todo el que obra el pecado,
esclavo es del pecado. El esclavo no queda en la casa para siempre; el
hijo queda para siempre. Si, pues, el Hijo os diere libertad, seréis
realmente libres. Bien sé que sois linaje de Abraham; pero tratáis de
matarme, porque mi palabra no prende en vosotros. Lo que Yo vi cabe
mi Padre, eso hablo; y vosotros, por vuestra parte, lo que oísteis de
vuestro padre, eso hacéis.”
“Nuestro padre es Abraham.”
“Si hijos fuerais de Abraham, haríais las obras de Abraham; mas
ahora pretendéis matarme, a mí que os he dicho la verdad, que oí de
Dios; eso Abraham no lo hizo. Vosotros hacéis las obras de vuestro
padre.”
“¡Nosotros no hemos nacido de fornicación; un solo Padre tenemos, Dios!”
“Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque Yo de Dios
salí y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que El me envió.
¿Por qué no reconocéis mi habla? Porque no estáis en disposición de oír
mis palabras. Vosotros tenéis por padre al diablo, y deseáis cumplir los
deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se
mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla la
mentira, habla de su cosecha, porque es mentiroso y padre de la
mentira. Mas a mí, por lo mismo que os digo la verdad, no me creéis.
¿Quién de vosotros me convence de pecado? Si digo verdad, ¿por qué
vosotros no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios;
por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios.”93
92
Ser discípulo de Cristo es conocer la única verdad, la única que hace verdaderamente libre al
hombre.
93
No ser de Dios no supone no ser de nadie, supone ser de Satanás. Si no se quiere ser hijo de Dios
será necesariamente, aunque no se quiera, hijo del diablo. El que no cree ya está condenado y no,
necesariamente, experimentará su condena más allá de la muerte, no, no hay que esperar tanto.
Aquí, en este vivir sin vivir gusta, porque lo quiere, de una agonía sin esperanza, de un ejercicio del
desamor cuyo resultado es padecer y hacer padecer, no compadecerse y no aceptar la compasión.

Página 98
Autobiografía de Jesucristo

5.17 “Antes de que Abraham naciese Yo existo.”

“¿No decimos nosotros que eres Tú samaritano y tienes demonio?”


“Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre; y vosotros me
deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. En
verdad os digo, si uno guardare mi palabra no verá la muerte
eternamente.”
“Ahora si hemos conocido que tienes demonio. Abraham murió, y también los
profetas. ¡Y Tú dices: “Si uno guardare mi palabra, no gustará la muerte jamás”!
¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Abraham que murió? Y los profetas
también murieron. ¿Quién presumes ser?”
“Si Yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada; mi Padre es
quien me glorifica, el que vosotros decís ser vuestro Dios; y no le habéis
conocido, mas Yo le conozco. Y si dijere que no le conozco, seré
mentiroso como vosotros; pero le conozco y guardo su palabra.
Abraham, vuestro padre, se regocijó con la esperanza de ver mi día; lo
vio y se alegró.”
“No tienes aún cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”
“En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham viniese a ser,
Yo soy.”94
Tomaron piedras para arrojarlas sobre mí mas me oculté y salí del Templo.

5.18 El ciego de nacimiento.

Al día siguiente, pasando vi a un hombre ciego de nacimiento. Y mis discípulos


me preguntaron:
“Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?”
Respondí:
“Ni pecó éste ni sus padres, sino que se habían de manifestar en él
las obras de Dios. Es preciso que obre Yo las obras del que me envió,

En cualquier caso, en segundos, con un “¡Dios mío, perdóname!” se gana el Corazón de un Padre
que ha esperado toda una vida frustrada.
94
¿Qué más se puede decir? Amigo lector, ¿es que no se entienden estas palabras? Cristo, un
Hombre como tú y como yo, menos en el pecado, dice lo que estás leyendo, que es antes de que
Abraham viniese a ser. ¿Qué te parece? Un Hombre que acredita sus palabras con hechos como
jamás se habían visto desde la creación del mundo, dice existir más allá del tiempo. ¿Quién es este
Hombre de carne y hueso, Hijo de una Mujer, María, Varón que salió de las purísimas entrañas de
una Virgen? ¿Qué Hombre habló, habla o hablará con autoridad divina? ¿Qué más hay que leer, ver
u oír para creer? ¿Cómo es posible que la razón humana ante esta maravillosa luz se mantenga
voluntariamente en tinieblas? Amigo lector, en el ejercicio de mi profesión, en la práctica de la técnica,
la lógica es el instrumento a utilizar como consecuencia de un sentido común que todo hombre tiene
desde sus primeros años de existencia. La Fe no es producto de un sentimiento o de una enfermiza
imaginación. La Fe es un don de Dios que se merece con la buena voluntad en la reflexión de lo que
hasta ahora hemos leído, amigo lector. Hasta aquí, hay argumentos más que suficientes para tener
profunda conciencia, inteligencia plena, de que estamos, para nuestra estupefacción, ante un relato
de hechos humanos y divinos contados por el mismo Dios, el Dios en el que existo y me muevo, el
Creador de lo que se ve y no se ve. Este Dios, como verás a continuación, amigo lector, también es
un Dios Redentor y se llama Jesucristo.

Página 99
Autobiografía de Jesucristo

mientras es de día; viene la noche, en que nadie puede trabajar.


Mientras estoy en el mundo, Luz soy del mundo.”
Dicho esto, escupí en tierra, hice lodo con la saliva y le ungí con el lodo los ojos
al ciego diciéndole:
“Anda, lávate en la piscina de Siloé.”
Fue, pues, y se lavó, y volvió con vista. Con esto los vecinos y los que antes le
veían mendigar decían:
“¿No es éste acaso el que estaba sentado y mendigaba?”
Unos decían:
“Es él.”
Otros decían:
“No, sino que es uno que se le parece.”
Él decía:
“Soy yo.”
Decíanle, pues:
“¿Cómo, pues, te fueron abiertos los ojos?”
Él respondió:
“Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, y me ungió los ojos, y me dijo: “Ve
95
a Siloé y lávate”; conque fui, y habiéndome lavado, recobré la vista.”
Y le dijeron:
“¿Dónde está El?”
Dice:
“No lo sé.”
Llevan a los fariseos al que había estado ciego. Era sábado el día que hice lodo y
le abrí los ojos. De nuevo, pues, le preguntaron también los fariseos cómo había
recobrado la vista. El les dijo:
“Me puso barro sobre los ojos y me lavé, y veo.”
Decían, pues, algunos de entre los fariseos:
96
“Este hombre no viene de Dios, pues no guarda el sábado.”
Mas otros decían:
“¿Cómo puede un hombre pecador obrar semejantes señales?”
Y había escisión entre ellos. Dicen, pues, al ciego otra vez:
“¿Tú que dices de El en cuanto que te abrió los ojos?”
Él dijo:
“Que es Profeta.”
No creyeron, pues, los judíos acerca de él que era ciego y recobró la vista hasta
que llamaron a los padres del mismo que había recobrado la vista, y les preguntaron
diciendo:
“¿Es éste vuestro hijo, que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve

95
Nació ciego y vivió ciego hasta encontrarse con Jesús. Dios puso su saliva en la tierra, hizo un
poquito de lodo, untó los ojos del ciego de nacimiento, se lavó en la piscina de Siloé y comenzó a ver
la luz por primera vez. Para Dios todo es posible.
96
Siento vergüenza ajena por el hecho de que puedan existir seres de mi raza, hombres, capaces de
razonar con tan perversa ignorancia, una ignorancia voluntariamente querida. Un corazón enfermo
por la maldad que entenebrece la razón.

Página 100
Autobiografía de Jesucristo
ahora?”
Respondieron sus padres y dijeron:
“Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; cómo ve ahora, no lo
sabemos, o quién abrió sus ojos, nosotros no lo sabemos; preguntadle a él, edad
tiene; él dirá de sí.”
Esto dijeron sus padres, porque temían a los judíos; pues ya se habían
concertado los judíos en que, si alguno me reconociera por Mesías, fuese expulsado
de la sinagoga. Por esto dijeron sus padres: “Edad tiene; preguntadle a él”. Llamaron,
pues, por segunda vez al hombre que había estado ciego, y le dijeron:
“Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que Este hombre es pecador.”
A esto respondió él:
“Si es pecador no lo sé; una cosa sé: que yo estaba ciego y ahora veo.”
Dijéronle, pues:
“¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?”
Les respondió:
“Os lo dije ya, y no me escuchasteis; ¿a qué lo queréis oír de nuevo? ¿Acaso
también vosotros queréis haceros discípulos suyos?”
Le cargaron de denuestos y le dijeron:
“¡Tú discípulo Suyo eres; nosotros, de Moisés somos discípulos! Nosotros
sabemos que a Moisés le ha hablado Dios; mas Este no sabemos de dónde es.”
Respondió el hombre y les dijo:
“En esto precisamente está lo extraño: que vosotros no sabéis de dónde es, y,
no obstante, me abrió los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino
que, si uno honra a Dios y cumple su voluntad, a éste escucha. Nunca jamás se oyó
decir que uno abriera los ojos de un ciego de nacimiento. Si Este no viniera de Dios,
no pudiera hacer nada.”
Respondieron y le dijeron:
“Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y tú nos das lecciones a nosotros?”
Y le echaron fuera. Llegó a mis oídos que le habían echado afuera y
encontrándome con él le dije:
“¿Tú crees en el Hijo de Dios?”
“¿Y quién es, Señor, para que crea en El?”
“Le has visto, y el que habla contigo, El es.”97
“Creo, Señor.”
Postrándose, me adoró. Y dije a mis discípulos:
“Para un juicio vine Yo a este mundo: para que los que no ven,
vean; y los que ven, se vuelvan ciegos.”
5.20 Yo soy la Puerta. Yo soy el Buen Pastor.

Y oyendo estas palabras algunos fariseos me dijeron:


“¿Es que también nosotros estamos ciegos?”

97
Cristo como Dios, se dará a conocer, de forma directa, a su interlocutor, en dos ocasiones. a este
joven y a la samaritana. A este, le dirá Jesús: “Le has visto…”, a la samaritana le dirá: “Soy Yo, el que
habla contigo…”

Página 101
Autobiografía de Jesucristo

Les dije:
“Si fuerais ciegos, no tuvierais pecado, mas ahora decís: “Vemos”:
vuestro pecado subsiste. En verdad, en verdad os digo, el que no entra
por la puerta en el redil de las ovejas, sino que salta por la otra parte,
ese ladrón es y salteador; mas el que entra por la puerta es pastor de
las ovejas. A éste el portero le abre, y las ovejas oyen su voz, y llama a
sus ovejas cada una por su nombre, y las saca afuera. Cuando ha
sacado afuera todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le
siguen, porque conocen su voz; mas al extraño no le seguirán, antes
huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.”
No entendieron ésta alegoría y les dije de nuevo:
“En verdad, en verdad os digo que Yo soy la puerta de las ovejas.
Todos cuantos vinieron antes de mí, ladrones son y salteadores; mas no

Página 102
Autobiografía de Jesucristo

les escucharon las ovejas. Yo soy la puerta; quien entrare por mí será
salvo, y entrará y saldrá, y hallará pasto. El ladrón no viene sino para
robar, y matar, y destruir; Yo vine para que tengan vida y anden
sobrados. Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor expone su vida por las
ovejas; el que es asalariado y no pastor, de quien no son propias las
ovejas, ve venir al lobo y abandona las ovejas y huye, y el lobo las
arrebata y dispersa, porque es asalariado y no le importa de las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, y conozco las mías, y las mías me conocen, como
me conoce mi Padre y Yo conozco a mi Padre; y doy mi vida por las
ovejas. Y otras ovejas tengo que no son de este aprisco; éstas también
tengo Yo que recoger, y oirán mi voz y vendrá a ser un solo rebaño, un
solo Pastor. Por esto me ama mi Padre, porque Yo doy mi vida, para
volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo por mí mismo la doy.
Poder tengo para darla y poder tengo para tomarla otra vez. Esta
orden recibí de mi Padre.”98
Otra vez se originó escisión entre los judíos con motivo de éstas palabras. Y
decían muchos de ellos:
“Demonio tiene y disparata. ¿Para qué le escucháis?”
Otros decían:
“Esas palabras no son de endemoniado. ¿Es que un endemoniado puede abrir
los ojos a los ciegos?”

5.21 Predicción de mi Pasión y Resurrección.

Mientras andábamos por Galilea, maravillándose todos por las cosas que hacía,
instruía a mis discípulos diciéndoles:
“Clavad vosotros en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del
hombre ha de ser entregado en manos de los hombres, y le darán la
muerte; y después de muerto, al tercer día resucitará.”
Mas ellos no entendían estas palabras, estaban cubiertas como un velo para
ellos, de suerte que no alcanzaban su sentido; y tenían miedo de preguntarme sobre
ellas quedando entristecidos sobremanera.

5.22 La moneda en la boca del pez.

Llegando a Cafarnaúm, se presentaron a Pedro los que cobraban los didracmas y


dijeron:
“¿Vuestro Maestro no paga los didracmas?”
Dice:

98
Amigo lector, estas palabras están dichas por un Hombre que sabe que tiene que dar la vida por
sus ovejas, que nadie se la quita, que la da El por Sí mismo. Dice tener poder para darla y poder para
recobrarla. ¿Quién es este Hombre? Dice que por esto el Padre le ama. Este Padre es el Dios que
creó el mundo. No habla de un padre terreno. Este Hombre, con antelación, conoce su destino, Sabe
que va a morir en ignominiosa muerte de Cruz, como sabe que resucitará antes de que pasen tres
días. ¿Quién, pues, es este Hombre que dice ser Hijo de Dios? Amigo lector ¿será posible lo que tú y
yo estamos entendiendo? ¿Será posible, Dios mío, que Tú mismo te hayas hecho Hombre sin dejar
de ser Dios y hayas descendido a este mundo?

Página 103
Autobiografía de Jesucristo
“Sí.”
Y cuando entró en la casa, me adelanté a él diciendo:
“¿Qué te parece Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran
impuestos o tributos? ¿De sus propios hijos o de los extraños?”
“De los extraños.”
“Luego exentos están los hijos. Mas para que no los
escandalicemos, vete al mar y echa el anzuelo, y al primer pez que
saques, tómalo, y abriéndole la boca, hallarás un estater; tómalo y
entrégalo a ellos por mí y por ti.”99
5.23 El mayor en el Reino de los cielos.

99
¿Qué te parece? ¿Qué mente humana puede conocer que en un pez hay una moneda antes de
pescarlo? Si a mi me dicen que vaya al mar, eche un anzuelo y al primer pez que saque le abra la
boca y allí encontraré una moneda, no le hubiera hecho caso. La Persona que me hiciera semejante
petición ha de tener crédito divino, no puedo imaginarme en un hombre tal conocimiento.

Página 104
Autobiografía de Jesucristo
En aquella sazón, estando en casa, se llegan a mí los discípulos y me preguntan:
“¿Quién, pues, es mayor en el Reino de los cielos?”
Y es que entró en ellos un pensamiento sobre quien de ellos sería el mayor.
Conociendo el pensamiento de su corazón les pregunté:
“¿Sobre qué altercabais en el camino?”
Ellos callaban. Es que en el camino habían altercado unos con otros sobre quién
era el mayor. Mas Yo les dije:
“Si alguno quiere ser el primero, ha de ser el último de todos y
criado de todos. Porque el que es más pequeño entre vosotros, éste es
grande.”
Llamé a mí a un niño, lo tomé de la mano y lo coloqué en medio de ellos y
después de abrazarle, les dije:
“En verdad, en verdad os digo, si no os tornareis e hiciereis como
los niños, no entrareis en le Reino de los cielos. Así, pues, el que se
hiciere pequeño como éste niño, éste es mayor en el Reino de los cielos.
Y quien recibiere a uno de tales niños en mi Nombre, a mí me recibe. Y
quien me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió.” 100
5.24 Quien no está contra nosotros con nosotros está. El escándalo.

Tomando Juan la palabra, dijo:


“Maestro, vimos a uno lanzando demonios en tu Nombre y se lo estorbamos,
pues no anda con nosotros.”
Mas Yo le dije:
“No se lo estorbéis, pues no habrá nadie que obre un milagro en mi
Nombre, y pueda enseguida hablar mal de mí. Pues quien no está
contra nosotros, con nosotros está. Y quien os diere de beber un vaso de
agua a título de ser vosotros de Cristo, en verdad os digo que no
perderá su galardón. Y quien escandalizare a uno de éstos pequeñuelos
que creen en mí, más vale que le cuelguen al cuello una muela de
tahona y lo echen al mar. ¡Ay del mundo a causa de los escándalos!
Porque fuerza es que vengan los escándalos; mas ¡ay del hombre por
quien viene el escándalo! Y si te escandalizare tu mano, córtala y échala
lejos de ti: más te vale entrar manco en la vida que no con las dos
manos irte a la gehena, al fuego inextinguible, donde “su gusano no
muere y su fuego no se extingue”. Y si tu pie te escandalizare, córtalo y
échalo lejos de ti: más te vale entrar cojo en la vida, que no con los dos
pies ser arrojado en la gehena, donde “su gusano no muere y su fuego
no se extingue”. Y si tu ojo te escandalizare, sácalo y échalo lejos de ti:
más te vale con un ojo entrar en Reino de Dios que no con los dos ojos
ser arrojado a la gehena, donde “su gusano no muere y su fuego no se
extingue”. Porque todos serán salados con el fuego, y toda víctima con
100
Estas palabras tienen el sentido que tienen. Recuperar la inocencia no está al alcance del hombre
de mundo, hay que pedirla. Nos hacemos niños para entender el Reino de Dios o no lo entenderemos
nunca.

Página 105
Autobiografía de Jesucristo

sal será salada. Buena es la sal; mas si la sal se desalare, ¿con qué la
sazonaréis? Tened en vosotros sal, y estad en paz unos con otros.
Guardaos, no menospreciéis a uno de esos pequeñuelos, porque os digo
que sus ángeles101 en los cielos sin cesar contemplan el rostro de mi
Padre, que está en los cielos. Porque el Hijo del hombre vino a salvar lo
que había perecido.”
5.25 La oveja descarriada. La corrección fraterna. La oración eficaz.

101
Este es el Ángel de la Guarda que Dios pone junto a cada hombre o mujer que viene a ser en este
mundo. Los ángeles son incontables. A cada hombre se le destina un ángel que ejercerá su oficio
solamente con el hijo de Dios designado. Es un buen amigo, el mejor amigo, que me conoce bien,
que me alumbra, me rige, me guarda y gobierna si yo lo quiero. Hay tantos ángeles, con este destino,
como hombres y mujeres vengan a ser en la historia de la humanidad, y estos solo serán una
pequeñita parte del número incontable de los que ven el rostro divino de nuestro divino Padre. Son
espíritus puros y como tales ahora no los podemos ver con estos ojos, pero están, existen y nos
esperan. Vimos anteriormente que en un solo hombre podían habitar más de mil espíritus impuros,
más de mil demonios que son seres individuales distintos entre sí, con voluntad y entendimiento
propios, que con Lucifer escogieron, libremente, renegar del Dios que los creó ángeles buenos desde
el principio. No aceptaron a Cristo desde su superior conocimiento de los designios del Padre. El que
fue el más bello de los ángeles, “Lucifer” se reveló contra su Creador y arrastró consigo a un tercio de
los ángeles que están para siempre en el Averno. Mientras dure esta vida buscarán la perdición de lo
más querido por Dios, el hombre. Si hay más ángeles buenos que malos, si en un hombre caben más
de mil ángeles malos ¿cuántos serán éstos y aquellos?

Página 106
Autobiografía de Jesucristo

“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría


una de ellas, ¿por ventura no dejará las noventa y nueve en los montes
y se irá a buscar la descarriada? Si le aconteciere hallarla, en verdad os
digo que goza por ella más que por las noventa y nueve no
descarriadas. Así no es voluntad en el acatamiento de vuestro Padre,
que está en los cielos, de que perezca uno de esos pequeñuelos. Si pecare
contra ti tu hermano, ve y corrígele entre ti y él sólo. Si te escuchare,
ganaste a tu hermano; mas si no te escuchare, toma todavía contigo a
uno o dos, para que “sobre el dicho de dos o tres testigos se falle todo
pleito”; y si no les diere oídos, dilo a la Iglesia; y si tampoco a la Iglesia
diere oídos, míralo como gentil y publicano. En verdad os digo, cuanto
atareis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis sobre la
tierra será desatado en el cielo. En verdad también os digo que si dos de
entre vosotros se concertaren sobre la tierra acerca de cualquier cosa
que pidan, les será otorgado por mi Padre, que está en los cielos. Pues
dondequiera que estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy Yo
en medio de ellos.”
5.26 “Hasta setenta veces siete”. El siervo cruel.

Entonces, dijo Pedro:


“Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y le perdonaré? ¿Hasta
siete veces?”
Contesté:
“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 102 Por
eso se asemejó el Reino de los cielos a un rey que quiso ajustar cuentas
con sus siervos. Y como comenzó a tomarlas, le fue presentado un
deudor de diez mil talentos. No teniendo él con qué pagar, mandó su
señor se le vendiese a él, a su mujer, a sus hijos y a todo cuanto tenía, y
con eso se le pagase. Postrándose, pues, el siervo aquel, le suplicaba
rendidamente, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y todo te lo pagaré”.
Compadecido el señor de aquel siervo, le dejó ir libre y le perdonó la
cantidad prestada. Pero así que salió aquel siervo se encontró con uno
de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él le
ahogaba, diciendo: “Paga todo lo que debes”. Postrándose, pues, su
consiervo, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te pagaré”.
Mas él no quería, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo
que debía. Viendo, pues, sus consiervos lo que pasaba, se disgustaron

102
El cristiano no guarda rencor a nadie, pase lo que pase. De no ser así no es cristiano. No existe un
límite en el perdón. Un ser humano, mientras viva en este mundo, tiene derecho al perdón, si lo pide,
por perversas que hayan sido sus obras. Téngase por seguro que un hombre es hijo de Dios de
siempre y para siempre y su Padre demandará perdón para su hijo, si pide clemencia. Si el hombre
no perdona al hombre que suplica perdón, el Padre de ambos saldrá al encuentro de los dos. Al que
no perdonó no le perdonará y al que pidió perdón y no fue perdonado lo recibirá en sus eternas
entrañas a poco que sienta y pronuncie un: “Padre mío perdóname”.

Página 107
Autobiografía de Jesucristo

sobremanera y se fueron a enterar a su señor de todo lo ocurrido.


Entonces, llamándole su señor, le dice: “Siervo ruin, toda aquella deuda
te perdoné porque me lo suplicaste. ¿No era justo que también tú te
compadecieses de tu consiervo, lo mismo que yo me compadecí de ti? Y
encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos hasta que le pagase
todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si
no perdonareis cada uno a vuestro hermano con todo vuestro corazón.”
5.27 En Samaria no me reciben.

Aconteció que, cuando se cumplieron los días de mi partida de este mundo,


serio el rostro, tomé la firme resolución de encaminarme a Jerusalén. Envié
mensajeros delante de mí y puestos en camino entramos en una aldea de samaritanos
para disponer de alojamiento. No me acogieron, pues mi aspecto era de quien iba a
Jerusalén. Viéndolo mis discípulos Santiago y Juan, dijeron:
“Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?”
Vuelto a ellos les respondí diciendo:
“No sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del hombre no vino a
perder las almas de los hombres sino a salvarlas.”
Y nos marchamos a otra aldea.

5.28 Tres vocaciones. Condiciones para el apostolado.

Mientras íbamos de camino, llegándose un escriba, me dijo:


“Maestro, te seguiré a donde quieras que partas.”
Y le dije:
“Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”
Le dije a otro:
“Sígueme.”
Mas él dijo:
“Señor permíteme que primero vaya a enterrar a mi padre.”
Y Yo le insistí:
“Deja los muertos enterrar sus muertos; pero tú marcha a anunciar
el Reino de Dios.”
Llegándose otro dijo:
“Te seguiré, Señor, mas primero permíteme ir a despedir de los de mi casa.”
Yo le dije:
“Nadie que puso su mano en el arado y mira hacia atrás es a
propósito para el Reino de Dios.”
5.29 En la Perea. Misión de setenta y dos de mis discípulos.

Y tras esto designé también a otros setenta y dos y los envié de dos en dos
delante de mí a toda ciudad y lugar adónde Yo había de ir. Y les decía:
“La mies es mucha, y los obreros, pocos; rogad, pues al Señor de la

Página 108
Autobiografía de Jesucristo

mies que mande obreros a su mies.103 Id; mirad, que os envío como
corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos, y a
nadie saludéis por el camino. Y en la casa que entrareis, primero decid:
“Paz en esta casa”. Y si allí hubiere un hijo de paz, reposará sobre él
vuestra paz; si no, retornará sobre vosotros. Y en esa misma casa
quedaos, comiendo y bebiendo de lo que allí hubiere, porque digno es el
obrero de su salario. No os paséis de una casa a otra. Y en cualquiera
ciudad que entrareis y os recibieren, comed lo que os presenten, curad a
los enfermos que hubieren en ella, y decidles: “Está ya cerca de vosotros
el Reino de Dios”. Y en la ciudad en que entrareis y no os recibieren,
saliendo a sus plazas decid: “Hasta el polvo que se nos ha pegado de
vuestra ciudad a nuestros pies lo sacudimos sobre vosotros; sabed,
empero que está cerca el Reino de Dios”. Os aseguro que en aquel día se
usará menor rigor con Sodoma que con aquella ciudad.”
5.30 Maldición sobre Corazaín y sobre Betsaida. “Quien a vosotros oye a
mí me oye”

Por aquel entonces comencé a reprochar a las ciudades en que se habían obrado
la mayor parte de mis prodigios, porque no habían hecho penitencia:
“¡Ay de ti, Corazaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón
hubieran sido hechos los prodigios obrados en vosotras, tiempo habría
que en cilicio y ceniza, sentados en el suelo, hicieran penitencia. Pues
bien, os digo que con Tiro y Sidón se usará menos rigor en el día del
juicio que con vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿por ventura serás exaltada
hasta el cielo? ¡Hasta el infierno serás hundida! Que si en Sodoma se
hubieran hecho los prodigios obrados en ti, subsistiría aún hasta el día
de hoy. Pues bien, os digo que con la tierra de Sodoma se usará menos
rigor el día del juicio que contigo. El que a vosotros oye, a mí me oye; y
el que a vosotros desecha, a mí me desecha; mas el que a mí me
desecha, desecha al que me envió.”104
5.31 Vuelta de los discípulos y júbilo en mi Corazón.

Volvieron los setenta y dos muy contentos, diciendo:


“¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre!”
Les dije:
103
La mies siempre será mucha y los obreros serán enviados según sepamos pedírselo al Señor de
la mies y los obreros. La mies es el mundo, el Señor es Cristo y sus operarios son todos los cristianos
que están obligados, por amor, a dar a conocer a su Señor, que los envía como ovejas en medio de
lobos, así como suena, amigo lector.
104
¿Verdad que esto también se entiende, amigo lector? Cristo no ha bajado del cielo para llegarse a
ti o a mí en primera persona, de manera física, sin embargo mandará a su siervo para decirte por él lo
que debemos escuchar. No atender al enviado de Cristo es exactamente lo mismo que no atenderle a
El, lo mismo que no atender a su Padre que nos requiere enviando a hombres como nosotros, con
nuestros mismos defectos pero, en esto, con la gracia de Dios, que debemos estimar como una
oportunidad que no se volverá a repetir en nuestras vidas.

Página 109
Autobiografía de Jesucristo

“Contemplaba Yo a Satanás caer del cielo como un rayo. Ved que os


he dado potestad de caminar sobre serpientes y escorpiones y contra
toda la potencia del enemigo, y nada podrá dañaros; mas no os gocéis
en eso, que los espíritus se os someten; sino gozaos de que vuestros
nombres están escritos en los cielos.”
En aquella misma hora me estremecí de gozo en el Espíritu Santo y dije:
“¡Bendígote, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubriste
esas cosas a los sabios y prudentes y las descubriste a los pequeñuelos.
Bien, Padre, que así pareció bien en tu acatamiento!105
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre, y ninguno
conoce cabalmente al Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce alguno
cabalmente sino el Hijo, y aquel a quien quisiere el Hijo revelarlo. 106
Venid a mí todos cuantos andáis fatigados y agobiados, y Yo os
aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, pues soy
manso y humilde de Corazón, y hallaréis reposo para vuestras almas.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”107
Y vuelto a mis discípulos, en particular les dije:
“Dichosos los ojos que ven lo que veis. Porque os digo que muchos
profetas y reyes quisieron ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís,
y no lo oyeron.”
5.32 La Parábola del Buen Samaritano.

Y he aquí que un legista se levantó, y con ánimo de tentarme dijo:


“Maestro, ¿qué haré para entrar en posesión de la vida eterna?”
Le contesté:
“En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?”
Él, respondiendo, dijo:
“Amarás al Señor Dios tuyo de todo corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente, y a tu

105
La Verdad se muestra meridiana a la luz de una razón sencilla. Esta misma Verdad se oculta al
sabio que como tal se reconoce por los méritos de sí mismo.
106
Conocer al Padre viene dado por Cristo. Sin Cristo nunca podré conocer cabalmente al Padre, ni
en este ni en el otro mundo. Cristo inspira al corazón de quien El se escoge un "Padre mío" que al
pronunciarlo en la intimidad del alma supone gustar ya en este mundo la bienaventuranza de nuestro
destino último, un destino de divinidad que nos hará semejantes al Dios que nos creó para El,
contemplándole cara a cara como se contempla el rostro del Padre a quien se adora en amor.
107
Volvamos a leer este pasaje, amigo lector. El Amor y la Paz al alcance de la mano, al alcance del
corazón sencillo y bueno que trata de buscar a Cristo, de encontrar a Cristo, de amar a Cristo. Y aquí
lo tenemos fácil, pues, Él mismo te está demandando el alma con esta lectura que lleva en cada frase
su Espíritu, su Verdad y su Vida. Este es el Camino por el que tú y yo, amigo lector, caminamos hacia
el Padre, descanso de tu alma y de la mía, último, único y feliz destino de nuestra existencia haya
sido como haya sido.

Página 110
Autobiografía de Jesucristo

prójimo como a ti mismo.”108


Yo le dije:
“Muy bien respondiste: haz esto y vivirás.”
Él, queriendo justificarse me dijo:
“Y ¿quién es mi prójimo?”
Tomando la palabra le dije:
“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de
salteadores, los cuales le despojaron, y después de cargarle de golpes se
marcharon, dejándole medio muerto. Por casualidad, un sacerdote
bajaba por el mismo camino, y habiéndole visto, dio un rodeo y pasó de
largo. De la misma manera también un levita, habiendo venido por
aquel lugar y viéndole, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un
samaritano que iba de viaje llegó cerca de él, y así que lo vio se le
enterneció el corazón, y llegándose, le vendó las heridas después de
echar en ellas aceite y vino; y colocándole encima de su propio jumento,
le llevó a la hospedería y le cuidó. Y al día siguiente, sacando dos
denarios, los dio al hospedero, y le dijo: “Cuídale, y lo que gastares
demás, a mi vuelta yo te lo abonaré”. ¿Quién de éstos tres te parece
haber sido prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”
Contestó:
“El que usó la misericordia con él.”
Le dije:
“Anda y haz tú de la misma manera.”
5.33 En Betania: Marta y María.

Mientras íbamos de camino entré en cierta aldea, y una mujer, por nombre
Marta, me dio hospedaje en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, la cual,
sentada a mis pies, escuchaba todas mis palabras. Pero Marta andaba muy afanada
con los muchos quehaceres del servicio. Y llegándoseme dijo:
“Señor, ¿nada te importa que mi hermana me haya dejado sola con todo el
servicio? Dile, pues, que venga a ayudarme.”
Mas Yo le respondí:
“Marta, Marta, te inquietas y te azoras atendiendo a tantas cosas,
cuando una sola es necesaria; con razón María escogió para sí la mejor
108
Para amar de este modo hay que conocer muy bien a la Persona amada, porque el amor es
directamente proporcional al conocimiento que se tiene del Objeto de tu amor. Amar a Dios con todo
el corazón, con toda el alma, con toda la fuerza, con toda la mente supone un conocimiento de su
Persona tan grande como la medida del inmenso amor que se ha definido. ¿Quién conoce a Dios
para amarlo de esta forma? En el Evangelio de San Mateo (11, 25-30), oiremos a Cristo que nos dice:
“Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al
Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo”. A Dios Padre solo lo conoce Dios Hijo y
también aquél a quien el Hijo lo revele. Amaremos tanto más cuanto mayor sea nuestra disposición
para captar lo que el Hijo revela de su Padre. ¿Cómo puedo saber si amo a Dios? Es fácil, amigo
lector, tú y yo no podemos asegurar que amamos a Dios, que no vemos, si no amamos, tanto como a
nosotros mismos, al prójimo que si vemos. El amor al hermano es, sin duda, la medida de mi amor a
Dios.

Página 111
Autobiografía de Jesucristo

parte, la cual no le será quitada.”

5.34 Cómo orar. Eficacia de la oración.

Aconteció que estando en cierto lugar orando, cuando hube acabado, me dijo
uno de mis discípulos:
“Señor, enséñanos a orar, lo mismo que Juan enseñó a sus discípulos.”
Les dije:
“Cuando os pongáis a orar decid: Padre, santificado sea tu
Nombre; venga tu Reino; el pan de nuestra subsistencia dánoslo cada
día; y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos debe; y no nos metas en tentación.”
Les dije también:

Página 112
Autobiografía de Jesucristo

“¿Quién habrá de vosotros que tenga un amigo, y le viene éste a


medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo
mío llegó de viaje a mi casa y no tengo qué presentarle”; y él desde
dentro respondiendo, dice: “No me des fastidio; ya la puerta se ha
cerrado, y mis muchachos, lo mismo que yo, están en cama; no puedo
levantarme para dártelos…”. Os digo que si no se levanta y se los da por
ser su amigo, a lo menos por su descaro se levantará y le dará cuanto
necesite. Y Yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad a
golpes, y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca
halla, y al que llama a golpes, se le abre. Y ¿a quién de vosotros, que sea
padre, le pedirá su hijo un pan…, por ventura le dará una piedra? O
también un pescado…¿por ventura en vez de pescado le dará una
serpiente? O si le pide un huevo, ¿por ventura le dará un escorpión? Si,
pues, vosotros, malos como sois, sabéis dar buenos regalos a vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará desde los cielos el
Espíritu Santo a los que se lo pidieren?”109
5.35 “El Padre y Yo somos una misma cosa.”

Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación.


Era invierno y me paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón. Me rodearon
los judíos y me preguntaron:
“¿Hasta cuándo tienes suspenso nuestro espíritu? Si tú eres el Mesías, dínoslo
abiertamente.”
Les respondí:
“Os lo dije, y no me creéis. Las obras que Yo hago en el Nombre de
mi Padre, éstas dan testimonio de mí. Sin embargo, vosotros no creéis
porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco,
y me siguen. Y Yo les doy la vida eterna, y no perecerán eternamente, y
no las arrebatará nadie de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado,
mayor es que todo, y nadie puede arrebatarlas de mano de mi Padre.
El Padre y Yo somos una misma cosa.”110
Cogieron de nuevo piedras los judíos para apedrearme. Les respondí:
109
Jesús nos sorprende. Sus discípulos le ruegan que les enseñe a orar y el Hijo de Dios manifiesta a
sus hermanos, los hombres, que glorifiquen a su Padre Dios, a nuestro Padre Dios, con el ejercicio
del ordinario vivir. Que pidan el pan de cada día, que entre los hombres no haya rencor sino mutuo y
permanente perdón. Pedir no caer en la tentación que saldrá a nuestro encuentro en las horas
esperadas e inesperadas. Por último, Cristo, nos aconsejará pedir al Gran Desconocido de este
mundo, al Espíritu Santo, el Dios Persona en la que nos movemos y existimos y sin embargo no le
captamos como Alguien a quien se le ama por Sí mismo, una Persona que me conoce y me demanda
el tributo del amor que le debo, porque me pensó, me amó, desde antes de que el mundo viniera a
ser, una Persona de la que llevo algo Suyo, el alma que me define como quien soy como soy, un alma
tan real como yo mismo que no veo y que no puedo dudar de su existencia, porque dudaría de mi yo,
Alguien a quien no reconozco con mis sentidos y sin embargo me es tan real como la verdad de mí
mismo. Yo no veo mi alma y sin embargo no existo sin ella. Creo en esta Persona aunque no la vea y
lamento no amarla tanto como me requiere y si se me permite la expresión, procuro ejercer mi más
noble amor sobre este Ser que “siente y padece” la falta de amor de los hombres porque no le
conocemos.

Página 113
Autobiografía de Jesucristo

“Muchas obras buenas hice a favor vuestro de parte de mi Padre:


¿por cuál de estas obras me apedreáis?”
Respondieron los judíos:
“No te apedreamos por obra alguna buena, sino por blasfemia y porque Tú,
siendo hombre te haces Dios.”
Les respondí:
“¿No está acaso escrito en vuestra Ley: “Yo dije: sois dioses”? Si
llamó dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios -y no
puede fallar la Escritura-, ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo
decís vosotros: “Blasfemas”, porque dije: soy Hijo de Dios? Si no hago
las obras de mi Padre no me creáis; mas si las hago, ya que a mí no me
creéis, creed a las obras, para que sepáis y entendáis que mi Padre está
en mí y Yo en mi Padre.”
Buscaban, pues, de nuevo cómo apoderarse de mí y me escapé de sus manos. Y
marché otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado primero
bautizando, y allí habité. Venían muchos a mí, diciendo:
“Juan no obró ningún milagro, y todo cuanto dijo Juan de Éste era verdad.”
Y muchos creyeron allí en mí.

5.36 Lanzo un demonio mudo y me calumnian.

Lancé un demonio mudo y sucedió que salido el demonio, habló el mudo; y se


maravillaron las turbas. Mas algunos de entre ellos dijeron:
“En virtud de Belzebú, príncipe de los demonios, lanza los demonios.”
Yo, entendiéndoles los pensamientos, les dije:
“Todo reino dividido contra sí mismo es devastado, y cae casa
sobre casa. Y si también Satanás se dividió contra sí mismo, ¿cómo se
sostendrá su reino? Pues que decís que en virtud de Belzebú lanzo Yo los
demonios. Y si Yo en virtud de Belzebú lanzo los demonios, ¿vuestros
hijos en virtud de quién los lanzan? Por esto ellos serán vuestros jueces.
Mas si con el dedo de Dios lanzo los demonios, luego llegó a vosotros el
Reino de Dios. Si el hombre valiente, bien armado, defiende el atrio de
su casa, seguro queda cuanto posee; mas cuando uno más fuerte que él
110
Amigo lector, a esta altura de la narración tenemos afirmaciones de Jesús que le comprometen y
nos comprometen. El Dios de la Biblia, el Dios que el pueblo hebreo considera como solo suyo, el
Dios de Abraham, de Jacob, de Moisés, el Ser Omnipotente y Creador, Principio y Fin de toda
criatura, este Dios que tiene Nombre de “Padre”, este Dios que es Padre de todos y cada uno de los
hombres, de todos los espíritus que le reconocen como tal, este Padre de Jesucristo, es una misma
cosa con su Hijo. Decir que: “El Padre y Yo somos una misma cosa”, es decir que “el Padre y Yo
somos dos Personas distintas con una sola esencia ó naturaleza”. Y esto lo manifiesta un Hombre
como tú y como yo excepto en el pecado, pero un Hombre que se ve, que se oye, que se palpa. Si le
doy crédito a sus palabras, si en virtud de los hechos que hasta ahora hemos contemplado y que a su
vez nos han llenado de estupor, si reflexiono sobre su sentido, no puedo entender otra cosa que lo
mismo que manifiesta Jesucristo, es decir, que Dios Padre y El son una misma cosa. Luego si asumo
esta Verdad estoy reconociendo que este Hombre al que veo, oigo y palpo es el Dios Autor de la vida,
es un Ser, Persona distinta del Padre, en el que se aprecia fehacientemente una naturaleza humana
y una evidente naturaleza divina que se capta sin forzar la razón ni la lógica. Más adelante le oiremos
a Tomás decir: “Señor mío y Dios mío”, también se entenderán las siguientes palabras: ¡Cuánto te
amo, mi Dios Crucificado!

Página 114
Autobiografía de Jesucristo

sobreviene y le vence, le quita toda su armadura en que confiaba y


reparte sus despojos. Quien no está Conmigo, contra mí está; y quien
no allega Conmigo desparrama.111 Cuando el espíritu inmundo ha
salido del hombre, anda vagando por lugares áridos, buscando reposo
y no lo halla. Entonces dice: “Me volveré a mi casa, de donde salí”. Y
llegando la halla desocupada, barrida y aderezada. Vase entonces y
toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando se
establecen allí, y resultan las postrimerías de aquel hombre peores que
los principios. Así acaecerá también a esta generación perversa.”
5.37 ¡Bienaventurada mi Madre!

Y aconteció que, diciendo Yo estas cosas, alzando la voz una mujer de entre la
turba, me dijo:
112
“¡Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que mamaste!”
Y Yo le dije:
“Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y
la guardan.”
5.38 La señal de Jonás profeta. La lámpara del cuerpo.

Entonces con ánimo de tentarme, tomaron la palabra algunos de los escribas y


fariseos, diciendo:
“Maestro, queremos ver de Ti una señal procedente del cielo.”
Respondiendo les dije:
“Esta generación es generación perversa y adúltera; busca una
señal, y otra señal no se le dará sino la señal de Jonás el profeta.
Porque como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será también el
Hijo del hombre para esta generación. Porque como estuvo Jonás en el
vientre de la bestia marina tres días y tres noches, así estará el Hijo del
hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas
se alzarán en el juicio contra ésta generación y la condenarán, porque
hicieron penitencia a la predicación de Jonás; y mirad que hay algo
más que Jonás aquí. La reina del Mediodía se alzará en el juicio contra
los hombres de esta generación, y los condenará, porque vino de los
últimos confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad
que hay algo más que Salomón aquí. Nadie que enciende la lámpara la

111
Las palabras de Cristo tienen plenitud de sentido, así, pues, el ser humano y sobre todo el que se
dice cristiano está involucrado en esta encrucijada, o se está con Cristo, o se está contra El. Gastar
con indiferencia la vida en este mundo y de manera consciente declararse agnóstico, querer pasar
inadvertido ante Dios y los hombres, con espíritu tibio, ni frío ni caliente, es predisponerse a ser
vomitado de las entrañas de Dios. Nos juzgarán, sobre todo, por los pecados de omisión y este es el
gran pecado del mundo, porque una pasota humanidad no le interesa la asignatura del Amor y es de
esto, precisamente, de lo que le van a examinar al final de sus aburguesados días.
112
Jesús de mi alma, bienaventurada sea tu Madre en todo caso, a pesar de mi mezquindad, de mi
miseria.

Página 115
Autobiografía de Jesucristo

pone en sitio oculto o debajo de la medida, sino sobre el candelero, para


que los que entran vean la luz. La lámpara del cuerpo es tu ojo. Cuando
tu ojo fuere bueno, también todo tu cuerpo quedará iluminado; mas
cuando fuere malo, también tu cuerpo quedará en tinieblas. Mira, pues,
no sea que la luz que hay en ti sea oscuridad. Si, pues, todo tu cuerpo
está iluminado, sin tener parte oscura alguna, estará enteramente
iluminado, como cuando la lámpara te ilumina con su fulgor.”
5.39 Soy invitado a comer en casa de un fariseo. Reprendo a los fariseos y
escribas.

Estaba todavía hablando, cuando un fariseo me invitó a comer en su casa.


Habiendo entrado me puse a la mesa. Mas el fariseo, viéndolo, se extrañó de que
antes de la comida hubiese omitido las abluciones.
Le dije:
“Ahora, vosotros, fariseos, limpiáis lo exterior de la copa y del
plato; mas vuestro interior está lleno de rapiña y perversidad.
Insensatos, quien hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Pero
sí, de lo que hay dad limosna, y sin más, todo queda limpio para
vosotros. Mas ¡ay de vosotros, fariseos que dais el diezmo de la
hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, y pasáis por alto
la justicia y el amor de Dios! Esto es lo que convenía hacer, y aquello no
omitirlo. ¡Ay de vosotros, fariseos, que ambicionáis el primer puesto en
las sinagogas y las salutaciones en las plazas! ¡Ay de vosotros, porque
sois como los sepulcros disimulados, y los hombres pasan por encima
sin saberlo!”
Y uno de los legistas que allí estaba, me dijo:
“Maestro, diciendo eso también a nosotros nos ultrajas.”
Le dije:
“¡Ay también de vosotros los legistas!, que abrumáis a los hombres
con cargas insoportables, y vosotros ni con uno de vuestros dedos
tocáis las cargas! ¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los
profetas, y fueron vuestros padres los que los mataron. Conque testigos
sois y aprobáis las obras de vuestros padres, porque ellos los mataron,
y vosotros levantáis los edificios. Por eso mismo dijo la Sabiduría de
Dios: “Enviaré a ellos profetas y apóstoles, y de ellos matarán y
perseguirán, para que la sangre de todos los profetas derramada desde
la creación del mundo sea demandada a esta generación: desde la
sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar
de los holocaustos y el santuario”. Sí, os lo digo, será demandada a ésta
generación. ¡Ay de vosotros los legistas, porque os alzasteis con la llave
de la ciencia!; vosotros no entrasteis, y a los que entraban se lo
estorbasteis.”
Desde entonces, como Yo hubiera salido, comenzaron los escribas y fariseos a
urgirme implacablemente y tirarme de la lengua sobre muchos puntos, tendiéndome

Página 116
Autobiografía de Jesucristo
lazos para coger algo de mis labios.

5.40 La levadura de los fariseos hipócritas.

En esto, como se hubiesen aglomerado millares y más millares de gente, hasta el


punto de pisotearse unos a otros, comencé a decir:
“Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
Nada hay encubierto que no se descubra ni nada oculto que no se
conozca. Por lo cual, cuanto dijisteis en la oscuridad será oído en la luz,
y lo que hablasteis al oído en las recámaras, se pregonará desde lo alto
de los terrados. Y a vosotros, mis amigos, os digo: no tengáis miedo a
los que matan el cuerpo y tras eso no tienen poder para más. Os voy a
mostrar a quién tenéis que temer: temer a Aquel que después de matar
tiene poder para lanzar a los infiernos. Sí, os digo, temed a Este. 113 ¿Por
ventura no se venden cinco gorriones por dos cuartos? Y ni uno solo de
ellos está olvidado en el acatamiento de Dios. Pero también los cabellos
de vuestra cabeza están todos contados. No temáis: valéis más que
muchos gorriones. Os digo además: todo aquel que se declare por mí
delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él
delante de los ángeles de Dios. 114 Y todo el que hablare contra el Hijo del
hombre, se le perdonará: más el que blasfemare contra el Espíritu
Santo, no se le perdonará. Cuando os conduzcan a las sinagogas y ante
los magistrados y autoridades, no os preocupéis cómo o con qué
razones os defenderéis o qué diréis; porque el Espíritu Santo os
enseñará en aquella hora lo que hay que decir.”
5.41 Guardarse de la avaricia. Parábola del rico necio.

Díjome uno de la turba:


“Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia.”
Le contesté:

113
Jesucristo alerta de un “Este” al que hay que temer. "Este" es un Sujeto que vive en el Infierno y
que tiene poder para perder a un hombre para siempre. Amigo lector, el Infierno no es una
imaginación de la mente humana. El Infierno es una realidad tenebrosa que alberga eternamente a
“Este”, que no es otro que Satanás, y a sus hijos. Si el hombre se pone, voluntariamente, al alcance
de Lucifer corre un riesgo estremecedor de perder su alma. El Infierno, para un ser racional creado,
es sobre todo un estado de infinita y eterna desesperanza experimentada en un lugar que no ocupa
espacio, en un lugar sin distancia porque el Infierno está dentro del mismo condenado. Es un misterio
de la libertad del hombre que es capaz de, voluntariamente, con plenitud de conciencia, rebelarse
contra el mismo Dios que le ha creado, es la “cuerda locura” que odia y quiere odiar para siempre a
todo aquello que se asemeje a Dios. No puede haber Misericordia divina para aquel que no sólo la
rechaza para sí mismo y para los demás, sino que con perversa radicalidad la odia con toda su alma.
114
El hombre nunca será dañado por el Demonio si el hombre lo respeta guardando la mayor
distancia posible de su radio de acción. Este instinto de conservación nace con el hombre y es como
la voz de su conciencia que le alertará en el transcurso de su vida terrena tantas veces como Satanás
lo intente. El abandono supremo en las manos de nuestro Padre Dios nos hace impenetrables a las
acciones del Demonio. Cada hombre, por sí mismo, ha costado toda la sangre de Cristo y esto es de
incalculable valor para el Padre que tiene contados hasta nuestros cabellos. ¿Qué puede hacer
Satanás y su Averno contra un hijo de Dios?

Página 117
Autobiografía de Jesucristo

“Hombre, ¿quién me ha constituido juez o partidor sobre vosotros?”


Y dije a todos:
“Atended y guardaos de toda codicia; porque aun cuando uno ande
sobrado, no pende su vida de los bienes que posee.”
Y les propuse una parábola diciendo:
“Había un hombre rico, cuyos campos rindieron abundantes frutos.
Y razonaba consigo mismo, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde
recoger mis frutos?” Y dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y los
edificaré mayores, y recogeré allí mis cosechas y mis bienes; y diré a mi
alma: alma mía, tienes muchos bienes repuestos para muchos años;
huelga, come, bebe, date a la buena vida”. Pero díjole Dios: “Insensato,
esta misma noche te exigen tu alma; y lo que allegaste, ¿de quién
será?”. Así es el que atesora para sí y no es rico para con Dios.”
5.42 Desprendimiento de los bienes temporales.

Luego, aparte, a mis discípulos les dije:


“Por esto os digo: no os acongojéis por la vida, pensando qué
comeréis, ni por el cuerpo, con qué os vestiréis. Porque la vida más es
que el alimento, y el cuerpo, más que el vestido. Considerad los cuervos,
que ni siembran ni siegan, que no tienen despensa ni granero, y Dios los
sustenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves! ¿Y quién de vosotros
con acongojarse puede añadir un codo a la duración de su vida? Pues si
ni siquiera podéis lo mínimo, ¿a qué apuraros por los demás?
Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; y os digo que
ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si la hierba
que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste,
¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Tampoco andéis vosotros
buscando qué comeréis o qué beberéis, ni estéis con el alma colgada de
un hilo. Porque todas esas cosas son tras las cuales andan las gentes del
mundo, y vuestro Padre sabe que necesitáis de ellas. Sino buscad el
Reino de Dios, y esas cosas se os darán por añadidura. No temas
rebañito pequeño, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino. Vended
vuestras haciendas y dad limosna; haced bolsas que no envejezcan,
tesoro que no fenezca en los cielos, donde no llega el ladrón ni estraga
la polilla: porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón.”115

5.43 Preparados para el más allá.


115
Amigo lector, volvamos a leer estas preciosas palabras de Cristo. De lo que está lleno el corazón
habla la boca y estas palabras son palabras de inmensa paz, las palabras del Príncipe de la Paz.
Dios es mi Padre y si así lo creo y así lo vivo ¿qué me falta? Todo lo que tengo me ha sido dado y
todo lo que me falta se me dá justamente cuando lo necesito, cuando mi Padre lo dispone y no
cuando lo quiero yo.

Página 118
Autobiografía de Jesucristo

“Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas, y


vosotros semejantes a hombres que aguardan a su señor, cuando
vuelva de las bodas, para que en cuanto llegue y llame, le abran al
punto. Bienaventurados aquellos siervos a quienes en viniendo hallare
el señor velando, en verdad os digo que se ceñirá y los hará poner a la
mesa, y pasando de uno a otro les servirá. Y aunque viniere en la
segunda vigilia, y aunque en la tercera, si los hallare así,
bienaventurados son ellos. Y entended que si supiese el amo de casa a
qué hora viene el ladrón, vigilaría y no dejaría que se perforase su casa.
Vosotros también estad apercibidos, pues a la hora que no pensáis,
viene el Hijo del hombre.”
Dijo Pedro:
“Señor, ¿esa parábola nos la diriges a nosotros o también a los demás?”
Contesté:
“¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente, a quien dará el
Señor cargo sobre su servidumbre, para que a su tiempo distribuya la
ración de trigo? Bienaventurado aquel siervo a quien su amo, al venir,
hallare obrando así, en verdad os digo que le dará cargo sobre todos
sus bienes. Mas si aquel siervo dijere en su corazón: “Mi amo tarda en
venir”, y comenzare a golpear a los muchachos y a las muchachas, y a
comer y beber y embriagarse, vendrá el amo de aquel criado en el día
que no aguarda y a la hora que no sabe, y le partirá por medio, y le
deparará la misma suerte que a los infieles. Aquel siervo que conociere
la voluntad de su amo y no se dispusiere u obrase conforme a su
voluntad, recibirá muchos azotes; mas el que no la conociere, si hiciere
algo digno de azotes, recibirá pocos. A todo aquel a quien mucho se dio,
mucho se le exigirá; y a quien mucho entregaron en depósito, más le
pedirán.
Fuego vine a meter en la tierra; ¡y cuánto deseo que ya prendiese!
Con bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustias las mías hasta
que se cumpla! ¿Pensáis que vine a traer paz a la tierra? No, os lo
aseguro, sino más bien división. Porque desde ahora serán cinco en una
casa, divididos: tres contra dos y dos contra tres. Se dividirán el padre
contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija
contra la madre; la suegra contra la nuera, y la nuera contra la
suegra.”
5.44 Las señales de los tiempos.

Y dirigiéndome a las turbas les decía:


“Cuando veis levantarse una nube por el poniente, al punto decís:
“Viene aguacero”, y así sucede; y cuando sopla el viento del sur, decís:
“Habrá bochorno”, y se cumple. Hipócritas, sabéis reconocer el

Página 119
Autobiografía de Jesucristo

semblante de la tierra y del cielo, y al tiempo en que estamos, ¿cómo no


lo reconocéis? ¿Y cómo de vosotros mismos no discernís lo que es justo?
Porque mientras vas con tu contrincante al magistrado, procura por el
camino librarte de él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te
entregará al alguacil, y el alguacil te echará en la cárcel. Te lo aseguro,
no saldrás de allí hasta que hallas pagado el último céntimo.”
5.45 Necesidad de la penitencia. La higuera estéril.

Estando en la Perea se presentaron a mí algunos que me refirieron el caso de los


galileos, cuya sangre había mezclado Pilatos con la de sus víctimas. Y respondiendo
les dije:
“¿Creéis que éstos galileos, por haber padecido esta desgracia,
fueron más pecadores que todos los demás galileos? No, os lo aseguro;
antes si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis. O aquellos
dieciocho sobre quienes se desplomó la torre de Siloé y los mató,
¿pensáis que eran más culpables que todos los otros habitantes de
Jerusalén? No, os lo aseguro, antes si no hiciereis penitencia, todos
igualmente pereceréis.”
Y les propuse ésta parábola
“Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Vino a buscar
fruto en ella y no lo halló. Y dijo al viñador: “Ya van tres años desde que
vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo. Córtala: ¿para qué,
además, ha de esterilizar la tierra?” El respondiendo, le dice: “Señor,
déjala este año todavía, y entre tanto cavaré en torno de ella y echaré
abono; y si diere fruto en adelante…, que si no la cortarás.”
5.46 La mujer encorvada.

Cierto día de sábado, enseñando en la sinagoga, vi a una mujer que tenía un


espíritu de enfermedad hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía
absolutamente levantar la cabeza. Llamándola le dije:
“Mujer estás libre de tu enfermedad.”
Puse mis manos sobre ella y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.
Interviniendo el arquisinagogo, enojado de que Yo hubiera curado en sábado y dijo a
la turba:
“¡Hay seis días para trabajar: en éstos, pues, venid y haceos curar, pero no en
día de sábado!”
Dirigiéndome a él le dije:
“Hipócritas, cualquiera de vosotros en sábado, ¿no desata a su
buey o su asno del pesebre y lo lleva a abrevar? Y a ésta que es hija de
Abraham, a quien ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no era razón
desatarla de esta cadena en día de sábado?”
Mis adversarios se avergonzaban con estas cosas y la muchedumbre sin
embargo se gozaba de todos los hechos gloriosos obrados por mí.

Página 120
Autobiografía de Jesucristo

5.47 Parábola de la mostaza y la levadura. El número de los elegidos.

Les decía:
“¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿Y a qué lo compararé? Es
semejante a un granito de mostaza, que tomándolo un hombre lo echó
en su huerta, y creció y se hizo árbol grande, y las aves del cielo se
cobijaron en sus ramas.
¿Con qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura
que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, conque toda la
masa fermentó.”
Y caminando hacia Jerusalén pasamos por todas las ciudades y aldeas
enseñando. Me dijo uno:
“Señor, ¿son pocos los que se salvan?”
Le contesté:

Página 121
Autobiografía de Jesucristo

“Procurad con empeño entrar por la puerta estrecha, porque


muchos, os lo aseguro, tratarán de entrar, y no lo lograrán. Una vez
que el amo de casa se levante y cierre la puerta, si os quedáis afuera,
por más que os pongáis a golpear la puerta, diciendo: “¡Señor,
ábrenos!”, él os responderá diciendo: “No sé de dónde sois vosotros”.
Entonces comenzaréis a decir: “Comimos y bebimos en tu presencia, y
enseñaste en nuestras plazas”. Y os dirá: “No sé de dónde sois; apartaos
de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y rechinar de
dientes, cuando viereis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas
en el Reino de Dios, y a vosotros echados afuera. Y vendrán del oriente
y del poniente, del septentrión y del mediodía, y serán admitidos al
banquete en el Reino de Dios. Y mirad que hay últimos que serán
primeros, y hay primeros que serán últimos.”
5.48 Amenazas de Herodes. “¡Jerusalén, Jerusalén!”

En aquel mismo punto se me acercaron algunos fariseos diciéndome:


“Retírate y marcha de aquí, porque Herodes te quiere matar.”
Les dije:
“Id y decid a ese zorro: “Mira, lanzo demonios y llevo a cabo
curaciones hoy y mañana y al tercer día se acaba Conmigo. Es
menester, con todo, que hoy y mañana y el día siguiente siga Yo mi
camino, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén”.
¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata profetas y apedrea a los que le han
sido enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la clueca a
su pollada debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que vuestra casa se
os deja. Y os certifico que no me veréis ya hasta que venga el día en que
digáis: “Bendito el que viene en el Nombre del Señor.”
5.49 El hombre hidrópico. Recomendaciones de humildad y caridad.

Y aconteció que habiendo sido invitado a comer en día de sábado por uno de los
jefes de los fariseos, siendo observado por ellos, se presentó un hombre hidrópico que
se puso delante de mí. Tomando la palabra, les dije a los legistas y fariseos:
“¿Es permitido en sábado curar o no?”
Ellos se callaron. Entonces tomé de la mano al hombre y le sané. Y les dije a
ellos:
“¿A quién de vosotros se le cae en un pozo el asno o el buey y no lo
saca inmediatamente en el día de sábado?”
No sabían qué replicar a esto. Habiendo reparado cómo los convidados se
escogían los primeros asientos, les propuse una parábola diciéndoles:
“Cuando fueres por alguno invitado a bodas, no te recuestes en el
primer asiento, no sea caso que haya sido invitado por él uno de más
consideración que tú, y venga el que a ti y a él convidó y te diga: “Cede
el lugar a éste”, y comiences entonces con gran confusión a ir bajando

Página 122
Autobiografía de Jesucristo

hasta ocupar el último lugar. Si no que, cuando fueres invitado, ve y


recuéstate en el último lugar, para que, cuando venga el que te convidó,
te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces te verás honrado a los ojos
de todos los comensales. Porque todo el que se ensalza será humillado, y
el que se humilla será ensalzado.”
Dije también al que me había convidado:
“Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a
tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos también a su vez te
inviten y con esto quedes pagado. Si no que, cuando hagas un convite,
llama a los pobres, mancos, cojos, ciegos, y será dichoso, porque no
tienen con qué recompensarte, pues se te dará la recompensa en la
resurrección de los justos.”
5.50 La Gran Cena.

Como hubiese oído esto uno de los comensales, me dijo:


“Dichoso el que participará del convite en el Reino de Dios.”
Yo le dije:
“Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. A la hora de
la cena mandó su criado que dijese a los convidados: “Venid, que ya
está todo a punto”. Y comenzaron todos por igual a excusarse. El
primero le dijo: “He comprado un campo y necesito ir a verlo: te ruego
me tengas por excusado”. Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de
bueyes y voy a probarlas; te ruego me des por excusado”. Y otro dijo:
“He tomado mujer, y por esto no puedo ir”. Venido el criado, enteró de
esto a su señor. Entonces, enojado el amo de casa, dijo a su criado: “Sal
presto a las plazas y calles de la ciudad, y a los pobres y mancos y
ciegos y cojos hazlos entrar acá”. Dijo el criado: “Señor, se ha hecho lo
que ordenaste, y todavía queda sitio”. Dijo el amo al criado: “Sal a los
caminos y vallados y obliga a la gente a entrar, para que se llene mi
casa. Porque os digo que ninguno de aquellos que habían sido
convidados ha de probar mi cena.”
5.51 La abnegación. La torre y el rey. La sal.

Caminaban Conmigo grandes muchedumbres, y, vuelto a ellas, les dije:


“Si uno viene a mí y no aborrece a su padre y a su madre, a su
mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta su propia vida,
no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo
edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos y mira si
tiene para acabarla? No sea caso que, habiendo puesto los fundamentos
y no pudiendo terminar, comiencen todos los que lo ven a hacer burla
de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar”. ¿O qué
rey, si marcha para entrar en guerra con otro rey, no se sienta primero
a deliberar si tiene fuerzas para hacer frente con diez mil al que viene

Página 123
Autobiografía de Jesucristo

sobre él con veinte mil? De lo contrario, mientras él está lejos todavía,


despacha una embajada para negociar la paz. Así, pues, todo aquel de
entre vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi
discípulo. Buena es, pues, la sal; pero si la misma sal se vuelve sosa,
¿con qué se aderezará? Ni para la tierra ni para el estercolero es a
propósito; afuera la echan. Quien tiene oídos para oír, oiga.” 116
5.52 La oveja descarriada. La dracma perdida.

Se acercaban a mí todos los publicanos y pecadores para oírme, y viendo esto


murmuraban los fariseos y los escribas diciendo:
“Este acoge a los pecadores y come con ellos.”
Mas Yo les propuse ésta parábola:
“¿Qué hombre de vosotros que tenga cien ovejas, si pierde una de
ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y se va a buscar la
perdida, hasta que la halla? Y en hallándola, pónesela sobre los
hombros, y llegando a su casa convoca a los amigos y a los vecinos y les
dice: “Dadme el parabién, porque hallé mi oveja perdida”. Os digo que
de igual manera habrá en el cielo mayor gozo por un solo pecador
penitente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de
penitencia.117 ¿O qué mujer que tenga diez dracmas, si pierde una
dracma, no enciende la lámpara y barre la casa y la busca
cuidadosamente hasta que la halla? Y en habiéndola hallado, convoca a
las amigas y vecinas y les dice: “Dadme el parabién, porque hallé la
dracma que había perdido”. Así, os digo, es motivo de gozo para los
ángeles de Dios un solo pecador que haga penitencia.”
5.53 El hijo pródigo

“Un hombre tenía dos hijos. Y dijo el menor de ellos a su padre:


“Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde”. El les
repartió la hacienda. De allí a no muchos días, el hijo menor,
habiéndolo recogido todo, se partió a tierras lejanas, y allí dilapidó su
hacienda viviendo licenciosamente. Mas cuando lo hubo gastado todo,
sobrevino en aquella tierra grande hambre, y él comenzó a sentir

116
El amor al Dios que se dejó crucificar por mí, es mi sagrado amor, el más bello y noble concepto
que tengo de la ternura, el cariño y el amor en su más profundo sentido, sin que por ello no ame a los
míos con el mismo corazón.
117
El cielo y la tierra están comunicados y lo que ocurre en este mundo no pasa desapercibido en el
otro mundo. Hay que entender, amigo lector, que un solo hombre es capaz de mantener en vilo a toda
la Creación. Si se me permite, creo entender que la acción de un solo hombre es capaz de elevar al
mundo o de rebajarlo. El Cielo que no veo, todo un universo de belleza, amor, paz y gozo está
pendiente de la libertad de acción de un solo hombre en la tierra, y esto lo creo porque he asumido
que un hombre, sea cual sea su condición, raza o estado es hijo de Dios y a Dios le vale un solo
hombre tanto como le vale el Sacrificio, la muerte de su Hijo Jesucristo, le vale toda la Creación.

Página 124
Autobiografía de Jesucristo

necesidad. Conque fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella


región, el cual le envió a sus campos a apacentar puercos. Y ansiaba
llenar su vientre de las algarrobas que comían los puercos, y nadie se
las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi
padre andan sobrados de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me
levantaré y me iré a mi padre y le diré: “Padre, pequé contra el cielo y
contra ti: no soy digno de llamarme hijo tuyo; tómame como uno de tus
jornaleros”. Y levantándose fuese a su padre. Estando él muy lejos
todavía, vióle su padre, y se le enterneció el corazón, y corriendo hacia
él echósele al cuello y se lo comía a besos. Díjole el hijo: “Padre, pequé
contra el cielo y ante ti; no soy ya digno de llamarme hijo tuyo…” Dijo
el
padre a sus criados: “Presto, sacad el mejor vestido y vestídselo, y
ponedle una sortija en la mano y calzado en los pies; y traed el novillo
cebado y matadle, y comamos y hagamos fiesta; porque mi hijo estaba

Página 125
Autobiografía de Jesucristo

muerto y revivió, estaba perdido y fue hallado”. Y dieron principio al

festín. Su hijo mayor estaba en el campo; y como al volver llegó cerca


de la casa, oyó la sinfonía y la danza; y llamando a sí a uno de los
muchachos, le preguntó que era aquello. El le dijo: “Ha vuelto tu
hermano, y tu padre mató el novillo cebado, porque le recobró sano”.
Enojóse y no quería entrar; mas su padre, saliendo, le instaba. El,
respondiendo, dijo a su padre: “Tantos años como te sirvo, sin haber
jamás traspasado tus mandatos, y jamás me diste un cabrito para
holgarme con mis amigos; mas así que vino ese tu hijo que ha
consumido tu hacienda con malas mujeres, mataste para él el novillo
cebado”. Mas él le dijo: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis
cosas son tuyas; mas razón era holgarse y regocijarse, porque este, el
hermano tuyo, estaba muerto y revivió, estaba perdido y fue

Página 126
Autobiografía de Jesucristo

hallado.”118
5.54 El mayordomo infiel.

Dije también a mis discípulos:


“Era un hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue acusado
ante él de que malbarataba su hacienda. Y habiéndole llamado, le dijo:
“¿Qué es eso que me cuentan de ti? Ríndeme cuentas de tu
administración, porque no podrás en adelante seguir de mayordomo”.
Dijo para sí el mayordomo: “¿Qué voy a hacer, ya que mi amo me quita
la mayordomía? ¿Cavar? No puedo. ¿Mendigar? Me da vergüenza. Ya
sé qué haré para que, cuando sea removido de la mayordomía, me
reciban en sus casas”. Y llamando uno por uno a los deudores de su
amo, decía al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. El dijo: “Cien batos
de aceite”. El le dijo: “Toma tu factura, y siéntate al punto y escribe:
Cincuenta”. Luego dijo a otro: ¿Y tú cuánto debes?”. El dijo: “Cien coros
de trigo”. Dícele: “Toma tu factura, escribe: Ochenta”. Y alabó el amo al
mayordomo infiel, porque había obrado sagazmente; porque los hijos
de este siglo son más sagaces que los hijos de la luz en el trato con sus
semejantes. Yo también os digo: granjeaos amigos con esa riqueza de
iniquidad, para que, cuando os venga a faltar, os reciban en las
moradas eternas. Quien es fiel en lo mínimo, también en lo mucho es
fiel; y quien en lo mínimo es infiel, también en lo mucho es infiel. Si,
pues, en las riquezas de iniquidad no fuisteis fieles, ¿quién os confiará
los verdaderos bienes? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿lo vuestro
quién os lo entregará? Ningún criado puede servir a dos amos; porque
o bien a uno aborrecerá y al otro amará, o bien se entregará al primero
y tendrá en poco al segundo. No podéis servir a Dios y al
dinero.”119

5.55 La avaricia de los fariseos. El rico Epulón y el pobre Lázaro.

Oían todas éstas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y hacían mofa de
mí. Y les dije:
“Vosotros sois los que blasonáis de justos delante de los hombres;
mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo encumbrado a juicio de
118
Este Padre y estos hijos están de permanente actualidad en un mundo como el que vivimos.
Dichoso el hombre que queriendo dejar de ser pecador se somete al juicio de Dios y no al juicio de
los hombres, sus hermanos. Dios es Padre de buenos y malos, pero ¿quién es bueno y quién es
malo? Es bueno quien ejerce la misericordia, la compasión y el perdón y es malo quien no las ejerce.
Es mejor recuperar a un hombre aunque haya sido malo que perderlo para siempre. El espíritu
farisaico, la falta de clemencia denigra el corazón humano que está hecho para amar. No se puede
dejar de amar a tu semejante, haya hecho lo que haya hecho, porque el mejor de los hombres es
capaz de la mayor vileza. Hay que querer para los demás lo que quieres para ti.
119
Si el hombre elige como último fin de su existencia al Dinero elige a un Señor que le esclavizará
tantos años como dure su vida. El Dinero es la antítesis de Dios y si el hombre elige al Dinero
desprecia voluntariamente a Dios. En pocos años, el Dinero habrá envilecido su corazón y se pudrirá
sin él donde se pudren los muertos.

Página 127
Autobiografía de Jesucristo

los hombres es abominación a los ojos de Dios. La Ley y los Profetas


terminan en Juan; desde entonces es anunciada la Buena Nueva del
Reino de Dios, y todos forcejean por entrar en él. Pero más fácil es que
pasen el cielo y la tierra que no que caiga una sola tilde de la Ley. Todo
el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y quien
se casa con la que ha sido repudiada por su marido, comete adulterio.”
Les dije ésta parábola:
“Era un hombre rico, que vestía púrpura y lino fino y banqueteaba
cada día espléndidamente. Por el contrario, un pobre, por nombre
Lázaro, estaba tendido junto a su puerta, cubierto de úlceras y
deseando hartarse de lo que caía de la mesa del rico; pero hasta los
perros venían y lamían sus úlceras. Sucedió que murió el pobre y fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue
sepultado. Y estando en el infierno, en medio de tormentos, levanta los
ojos y ve a Abraham a lo lejos y a Lázaro en su seno. Y levantando la
voz, dijo: “¡Padre Abraham, compadécete de mí y manda a Lázaro para
que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque me
abraso en estas llamas!”. Dijo Abraham: “Hijo, recuerda que recibiste
tus bienes en tu vida, y Lázaro asimismo los males; ahora, en cambio,
él aquí es consolado y tú atormentado. Y a todo eso, entre nosotros y
vosotros se interpone una sima infranqueable, de suerte que los que
quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, ni tampoco de ahí pasan a
nosotros" Y dijo: "Te ruego, pues, padre, que le envíes a casa de mi
padre- pues tengo cinco hermanos -, para que les dé testimonio de estas
cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tortura”. Dice
Abraham: “Tienen ya a Moisés y a los Profetas; escúchenlos”. El dijo:
“No, padre Abraham, sino que, si fuere a ellos alguno de los muertos,
harán penitencia”. Díjole: “Si a Moisés y a los Profetas no escuchan,
tampoco se rendirán si alguno resucitare de entre los muertos.” 120
5.56 Lázaro enferma y muere.

Había un enfermo, Lázaro de Betania, la aldea de María y Marta, su hermana. Era


María la que me había ungido con su perfume y enjugado los pies con sus propios
cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo. Me enviaron, pues, las hermanas de
Lázaro un recado, diciendo:
“Señor, el que amas está enfermo.”
Oído esto dije:

120
El hombre rico miraba al pobre Lázaro, que estaba sentado a su puerta, como el que mira un
objeto, no sintió ninguna compasión porque lo miraba como una cosa sin interés. El hombre, Lázaro,
no le decía nada al hombre Epulón. Esto es de permanente actualidad, pero el resultado de esta
actitud, de los malos ricos con los buenos pobres, está a la vista. En breve tiempo, estos dos
hombres están en otro lugar. Léase de nuevo la parábola. Cristo expone con claridad el destino final
de ambos hombres. Dios ha puesto nombre a dos almas que representan infinidad de ellas en el
mismo estado que se nos describe en la parábola. Dios no se inventa este drama, permanentemente
vivo al otro lado de esta vida, vida efímera para el rico y para el pobre.

Página 128
Autobiografía de Jesucristo

“Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, a fin


de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios.”121
Yo estimaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro. Y oído este recado quedé
aún dos días en el lugar donde estábamos; luego tras eso dije a mis discípulos:
“Vamos a la Judea otra vez.”

Dícenme mis discípulos:


“Maestro, ahora trataban de apedrearte los judíos, ¿y otra vez vas allá?”
Les respondí:
“¿No son doce las horas del día? Si uno camina de día, no tropieza,
121
La palabra “glorificado” solo la emplea el evangelista San Juan. Hará referencia de ella hasta 12
veces de las cuales 8 serán en boca del mismo Cristo. Esta es una prueba contundente de la
divinidad de Jesús, que es conocedor de los hechos antes de que vengan a suceder. Jesús
manifiesta que la primera causa de la enfermedad, que llevará a la muerte a su amigo Lázaro, no es
puramente fisiológica, tiene su razón de ser en virtud de la glorificación que supondrá para Cristo
llevar a cabo la resurrección de un cadáver en descomposición.

Página 129
Autobiografía de Jesucristo

porque ve la luz de este mundo; mas si uno camina de noche, tropieza,


porque le falta la luz.”
Tras esto les dije:
“Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarle.”
Dijéronme, pues, mis discípulos:
“Señor, si duerme sanará.”
Yo les había hablado de su muerte, mas ellos pensaron que hablaba del sueño
natural. Entonces les dije abiertamente:
“Lázaro murió, y me alegro por vosotros de no haber estado allí,
para que creáis. Pero vamos a él.”122
Dijo, pues, Tomás, el llamado Dídimo, a los discípulos:
“Vamos también nosotros para morir con El.”
Llegado, pues, le hallé que llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Estaba Betania
cerca de Jerusalén, como a unos quince estadios. Muchos de los judíos habían venido
a Marta y a María para darles el pésame de su hermano. Marta, pues, así como oyera
que Yo llegaba, me fue a encontrar; María, en tanto, quedaba en casa. Díjome, pues,
Marta:
“Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto mi hermano; no obstante,
ahora sé que cuanto pidieres a Dios, Dios te lo otorgará.”
Le dije:
“Resucitará tu hermano.”
Me contestó ella:
“Sé que resucitará cuando la resurrección universal del último día.”
Le respondí:
“Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí aun cuando
muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre.

122
Esta frase no puede entenderse, como no la entenderían sus discípulos, si no se conoce el final
del drama al que a continuación asistimos. A los ruegos de Marta y María, Cristo no se podía negar y
hubiera curado a su amigo antes de que la muerte lo apartase de los vivos en este mundo. Se alegra
porque sabe lo que va a ocurrir y en su escala de valoración divina nos hace comprender que este es
su mayor milagro (aparte de su propia resurrección), el único milagro del que dice, El mismo, que se
ejecuta para gloria Suya. Este es, prácticamente, el broche del Taumaturgo divino con el que
pretende consolidar la fe de sus discípulos, porque ahora va a pronunciar palabras inauditas,
palabras jamás oídas a ningún otro hombre posible, palabras que acredita con un portentoso milagro.

Página 130
Autobiografía de Jesucristo

¿Crees esto?”123
“Sí, Señor; yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que viene al mundo.”
Habiendo dicho esto, se fue y llamó secretamente a María, su hermana, diciendo:
“El Maestro está aquí y te llama.”
Ella, como lo oyó, se levantó al instante y vino hacia mí. Todavía no había Yo
llegado a la aldea, sino que estaba aún en el sitio donde Marta me había encontrado.
Los judíos, pues, que se hallaban con ella en la casa y la consolaban, viendo que
María se levantó de presto y salió, siguieron tras ella, pensando que iba al sepulcro
para llorar allí. María, pues, como vino a donde Yo estaba, en viéndome se me echó a
los pies, diciéndome:
“Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto el hermano.”
Así que la vi llorar, como también lloraban los judíos que con ella habían venido,
me estremecí en mi Espíritu y conturbado dije:
“¿Dónde le habéis puesto?”
Me dijeron:
“Señor, ven y lo verás.”
Lloré…y decían los judíos:
“Mira como le quería. ¿No podía Este, que abrió los ojos del ciego, hacer que
también éste no muriese?”
Me estremecí otra vez en mi interior y me dirigí al sepulcro. Era éste una cueva,
sobre la cual había una losa puesta. Dije:
“Quitad la piedra.”
Díjome Marta:
“Señor, ya huele mal, que es muerto de cuatro días.”
La miré diciéndole:
“¿No te dije que, si creyeres, verás la gloria de Dios?”
Quitaron, pues, la piedra. Alcé los ojos al cielo diciendo:
“Padre…, gracias te doy porque me oíste. Yo ya sabía que siempre
me oyes; mas lo dije por la muchedumbre que me rodea, a fin de que
crean que Tú me enviaste.”
Y dicho esto con voz poderosa clamé:
“¡¡Lázaro ven afuera!!”
123
Amigo lector, ¿qué hombre puede atribuirse veracidad en éstas palabras y en virtud de qué? Con
el bagaje que Cristo trae de los prodigios que hemos contemplado hasta ahora, estas palabras son
para creer en virtud de la autoridad de quien las pronuncia, pero para terminar de creerlas hay que
esperar unos minutos, los que siguen. Mis oídos han llevado a mi inteligencia unas palabras de
sobrehumano poder, mi ojos están fijos en la figura del Hombre que las pronuncia y un poquito más
adelante, a este Hombre le veo llorar la muerte de su amigo, pero la atención que presto a este Jesús
Hombre me lleva a un estado de máxima tensión cuando le oigo ordenar que retiren la piedra del
sepulcro. ¿Qué se propone hacer? Me sitúo entre la muchedumbre atónita que no pierde detalle en
un riguroso silencio. Se oyen las palabras de un Hijo, que veo, dirigiéndose a un Padre, que no veo.
De pronto se oye un grito que nos estremece el alma: ¡¡Lázaro sal afuera!! Nuestros ojos se dirigen
con estupor hacia la fosa donde sabemos que yace un cadáver en estado putrefacto y contemplan a
un hombre, que habíamos visto difunto, que echa a andar cuando le quitan los vendajes. (He leído y
he entendido, estoy ante el Hombre a quien reconozco como el “Señor mío y Dios mío”. A partir de
ahora procedo a leer el Evangelio, esta Autobiografía, con supremo abandono de las potencias de
quien me definen como quien soy como soy en las benditas manos de mi Dios, de un Dios al que
veré Crucificado y Resucitado. Un Dios al que puedo decirle: “Amado mío”.)

Página 131
Autobiografía de Jesucristo
Y salió el difunto atado de pies y manos con vendas, y su rostro estaba envuelto
en un sudario. Les dije:
“Desatadle y dejadle andar.”
Muchos, pues, de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que
hice, creyeron en mí. Mas algunos de entre ellos se fueron a los fariseos y les contaron
lo que Yo había hecho.

5.57 Determinan darme muerte. Me retiro a Efrén.

Convocaron, pues, los sumos sacerdotes y los fariseos el Sanhedrín, y decían:


“¿Qué haremos?, pues ese hombre obra muchas maravillas. Si lo dejamos así,
todos creerán en El, y vendrán los romanos y arruinarán nuestro Templo y nuestra
nación.”
Uno de ellos, Caifás, que era aquel año sumo sacerdote, les dijo:
“Vosotros no sabéis nada, ni reflexionáis que nos interesa que muera un solo
hombre por el pueblo y que no perezca toda la nación.”
Esto dijo no por su propio impulso, sino que, como era sumo sacerdote aquel año,
profetizó que Yo había de morir por la nación, y no por la nación solamente, sino para
que los hijos de Dios que estaban dispersos los juntase en uno. A partir, pues, de
aquel día, resolvieron hacerme morir.
Así, pues, ya no me presentaba en público entre los judíos, sino que me retiré de
allí a la región vecina al desierto, a la ciudad llamada Efrén, y allí moraba con mis
discípulos.
Se aproximaba ya la Pascua de los judíos, y subieron muchos del país a Jerusalén
antes de la Pascua con el fin de purificarse. Me buscaban y se decían unos a otros
estando en el Templo:
“¿Qué os parece? ¿Qué no vendrá a la fiesta?”
Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si
alguno supiese dónde Yo estaba, me denunciase, a fin de apoderarse de mí.

5.58 El escándalo. Perdonar las ofensas. Eficacia de la fe.

Dije a mis discípulos:


“Es imposible que los escándalos no vengan; mas ¡ay de aquel por
quien vienen! Más le valiera que le colgaran al cuello una rueda de
molino y le precipitasen en el mar, antes de escandalizar a uno de éstos
pequeñuelos. Si pecare tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere,
perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti y siete veces se
volviere a ti, diciendo: “Me arrepiento”, le perdonarás.”
Mis Apóstoles me pedían:
124
“Auméntanos la fe.”
Les dije:
“Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a ese moral:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar” y os obedecería. Si uno de
124
Para practicar los mandatos de este Hombre, que es Dios, se precisa de más fe de la que
tenemos. Jesús de mi alma, para entenderte necesito mucha más fe de la que tengo. “Auméntanos la
fe”.

Página 132
Autobiografía de Jesucristo

vosotros tiene un esclavo ocupado en la labranza o en el pastoreo,


cuando llega a casa a su vuelta del campo, ¿acaso le dirá: “Presto, ven
acá, ponte a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame de cenar y
ciñéndote sírveme, hasta que yo coma y beba, y después comerás y
beberás tú?” ¿Por ventura queda reconocido el esclavo por cumplir lo
ordenado? Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que se
os ordenó, decid: “Siervos somos sin provecho; lo que debíamos hacer,
eso hemos hecho.”125
5.59 Los diez leprosos.

Aconteció que, al dirigirme a Jerusalén, pasaba por entre los confines de Samaria
y Galilea. Y al entrar en cierta aldea, me salieron al encuentro diez hombres leprosos,
los cuales, manteniéndose a distancia, levantaron la voz diciendo:
“¡Jesús, Maestro, compadécete de nosotros!”

125
Amigo lector, estoy cierto de que si en el ejercicio de la vida, alguien se ha beneficiado, para bien
de su alma, de mis palabras o de mis actos, ha sido como consecuencia del obrar de Aquel que todo
lo ha puesto para que esto fuese así. Por mí mismo no he generado bondad en los hechos que me
han acompañado, todo me ha sido dado. Sin embargo de mis miserias respondo por mí mismo
porque estas si las he generado desde la mezquindad de mi pobre corazón. Entender esta reflexión
cuando me queda por vivir mucho menos que he vivido deja un poso de paz en el alma que con plena
libertad se abandona, con suprema confianza, en las benditas manos de su Señor.

Página 133
Autobiografía de Jesucristo

Luego que los vi, les dije:


“Id y mostraos a los sacerdotes.”
Y sucedió que mientras iban quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que había
sido curado, volvió atrás, glorificando a Dios a grandes voces y cayendo sobre su
rostro a mis pies, me dio gracias. Era un samaritano. Tomando la palabra, dije:
“¿No quedaron limpios los diez? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No se
hallaron quienes volviesen a dar gloria a Dios, sino éste extranjero?” 126
Mirándole a él, le dije:
“Levántate y vete; tu fe te ha salvado.”
5.60 Avenimiento del Reino de mi Padre.
126
El Hijo de Dios, el Hijo de María siente y padece la ingratitud de los hombres. Ni es un Dios
impasible, ni es un Hombre impasible. Espera el agradecimiento como cualquiera de nosotros lo
esperaríamos y se entristece del que no es bien nacido, porque de bien nacido es ser agradecido.

Página 134
Autobiografía de Jesucristo

En el camino me preguntaron unos fariseos:


“¿Cuándo viene el Reino de Dios?”
Les respondí diciendo:
“No viene el Reino de Dios con aparato, ni dirán: “Aquí está, o allí”;
mirad que el Reino de Dios está dentro de vosotros.”
Y dirigiéndome a mis discípulos les dije:
“Vendrán días en que deseéis ver uno de los días del Hijo del hombre
y no lo veréis. Y os dirán: “Aquí está”, “Allí está”; no vayáis ni andéis
tras ellos. Porque como el relámpago, al relampaguear, recorre con su
brillo todo el cielo de un extremo al otro, así será el Hijo del hombre en
su día. Pero antes es menester que El padezca mucho127 y sea reprobado
por esta generación. Y como aconteció en los días de Noé, así será
también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían; se casaban
ellos, se casaban ellas, hasta el día que Noé entró en el Arca y vino el
Diluvio, que acabó con todos. Asimismo, como aconteció en los días de
Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas
el día que salió Lot de Sodoma llovió fuego y azufre del cielo, que acabó
con todos. Eso mismo pasará el día en que el Hijo del hombre aparezca.
En aquel día, si uno se halla en el terrado y tiene sus cosas dentro de
casa, no baje a tomarlas; y asimismo quien esté en el campo no vuelva
atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien buscare poner en cobro su
vida, la perderá; y quien la perdiere la salvará. Os aseguro que en esa
noche estarán dos en una cama; el uno será tomado y el otro será
dejado. Estarán dos moliendo juntas: la una será tomada y la otra será
dejada.”
Y tomando la palabra mis discípulos me dijeron:
“¿Dónde Señor?”
Les dije:
“Donde estuviere el cuerpo, allí también se juntarán las águilas.”

5.61 El juez inicuo.

Les propuse una parábola en orden a que es menester siempre orar y no


desfallecer, diciendo:
“Había un juez en cierta ciudad que ni temía a Dios ni respetaba a
los hombres. Había también en aquella ciudad una viuda, que venía a él
y le decía: “Hazme justicia de mi contrario”. Y por algún tiempo no
quería. Pero luego diciendo para sí: “Verdad es que ni temo a Dios ni
respeto a hombre; con todo, porque esa viuda me importuna, le haré
justicia, no sea que por remate me abofetee.”
127
Qué bien se entienden estas palabras cuando se conoce la Pasión de Cristo, la horrorosa agonía
de mi Señor.

Página 135
Autobiografía de Jesucristo

Oíd lo que dice el juez inicuo. ¿Y Dios no hará justicia a sus


escogidos, que claman a El día y noche, y se mostrará remiso en su
causa? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero el Hijo del hombre
al venir, ¿por ventura hallará tal fe sobre la tierra?” 128
5.62 El fariseo y el publicano

Les propuse también esta parábola para algunos que presumían de sí como
hombres justos y menospreciaban a los demás:
“Dos hombres subieron al Templo: el uno fariseo y el otro publicano.
El fariseo, de pie, oraba para sí de esta manera: “¡Oh, Dios!, gracias te
doy porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos,
adúlteros o también como ese publicano; ayuno dos veces por semana,
pago el diezmo de todo cuanto poseo”. Mas el publicano, manteniéndose
a distancia, no osaba siquiera alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba
su pecho diciendo: “¡Oh, Dios, ten piedad de este pecador!”. 129 Os digo
que éste bajó a su casa justificado más bien que aquel; porque todo el
que se exalta será humillado, y el que se humilla será exaltado.”
5.63 El matrimonio es indisoluble.

Concluidos estos razonamientos vine a los confines de la Judea allende el Jordán.


Y de nuevo vinieron a mí grandes muchedumbres que me seguían. Y como siempre
les enseñaba y curaba a sus enfermos.
Se acercaron unos fariseos que tentándome me dijeron:
“¿Es lícito al marido repudiar a su mujer por cualquier motivo?”
Respondiendo les dije:
“¿Qué os mandó Moisés?”
Ellos dijeron:
“Moisés permitió escribir líbelo de divorcio y repudiar.”
Mas Yo les dije:
“¿No leísteis tal vez que el que los creó desde el principio los hizo
varón y hembra? Y dijo: “Por esto dejará el hombre al padre y a la
madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne”. Así que ya
no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, juntó, el hombre no
lo separe.”130
128
Dios siempre hace justicia, pero si esta se le demanda con pertinaz premura, si se pide con
imperiosa Fe, esta justicia se consuma con brevedad divina, justo en el tiempo de oportuna
providencia, cuando más eficaz resulta para el hombre que la reclama.
129
¿Qué hombre está exento de emplear estas palabras cuando se examina a sí mismo? ¿Quién de
nosotros, los hombres de hoy, no suscribimos esta plegaria delante de Cristo?
130
Dios no acepta el adulterio por ningún concepto. El hombre y mujer casados, casados son y están
para siempre, les une un vínculo sobrenatural, un sacramento grande, que emana del propio querer
divino desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer. El adúltero vive su adulterio para siempre y
en tal caso su destino no está en el cielo. Al morir se encontrará con el rostro de un Dios Padre que
pedirá cuenta de la felicidad de su hija ó de su hijo, de la felicidad de los hijos de sus hijos. El
adulterio lleva consigo la voluntaria ocultación de la conciencia que se ve sometida a una tenebrosa

Página 136
Autobiografía de Jesucristo
Dícenme:
“¿Por qué, pues, Moisés prescribió dar líbelo de divorcio y repudiar?”
Contesté:
“Porque Moisés, en razón de vuestra dureza de corazón, os consintió
repudiar vuestras mujeres; mas desde un principio no ha sido así. Y os
digo que quien repudiare a su mujer, no interviniendo fornicación, y se
casare con otra, adultera, y quien se casare con la repudiada,
adultera.”
Y llegando a casa de nuevo, mis discípulos me interrogaron acerca de esto. Y les
dije:
“Quien repudiare a su mujer y se casare con otra, comete adulterio
contra la primera; y si la mujer repudiare a su marido y se casare con
otro, comete adulterio.”
Y mis discípulos me dijeron:
“Si tal es la situación del hombre respecto a la mujer, no vale la pena casarse.”
Mas yo les dije:
“No todos son capaces de comprender esta palabra, sino aquellos a
quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que así nacieron desde el
seno de su madre, y hay eunucos que lo son por obra de los hombres, y
hay eunucos que así mismo se hicieron tales por razón del Reino de los
cielos. Quien sea capaz de comprender, comprenda.”
5.64 Bendigo a los niños.

Me presentaban también a mis queridos niños, para que pusiese las manos sobre
ellos y recitase una oración. Mas mis discípulos al verlo, reñían a los niños y a los que
los traían. Advirtiendo esto, me enojé y llamando a mí a los pequeñuelos, les dije a
mis discípulos:
“Dejad en paz a los niños y no les impidáis que vengan a mí, porque de
los tales es el Reino de Dios. En verdad, os digo, quien no reciba el
Reino de Dios como niño, no entrará en él.”131
Y después de abrazarlos y bendecirlos, habiendo puesto mis manos sobre ellos,
partí de allí.

vejación irreversible, que dura tanto como dura la vida de un adúltero. También hay que hacer
referencia a otro tipo de desorden por el cual la persona se adultera a sí misma. La vasectomía en el
hombre y la ligadura de trompas en la mujer suponen dos actos intrínsecamente malos que afectan
no sólo a las personas que, voluntariamente, lo han querido sino también a los facultativos que han
intervenido para secar las fuentes de la vida. A la hora de la verdad, te presentas en la otra vida con
un cuerpo tullido, se pone en juego la eternidad porque se sabe que respondemos de nuestros actos
y este es un acto desordenado, irreversible y de imprevisibles consecuencias.
131
¿Está claro, amigo lector? Tener el corazón de niño y ciencia y conciencia de adulto es lo que pide
el Señor.

Página 137
Autobiografía de Jesucristo

5.65 El joven rico. El peligro de las riquezas. Galardón de la pobreza.

Cuando salía para proseguir mi camino, he aquí que cierta persona principal
corriendo hacia mí y arrodillándose, me preguntaba:
“Maestro Bueno, ¿qué he de hacer de bueno para obtener la vida eterna?”
Le dije:
“¿A qué preguntas sobre lo que es bueno? ¿A qué me llamas bueno?
Nadie es bueno sino sólo Dios. Mas si quieres entrar en la Vida, guarda
los mandamientos.”

Página 138
Autobiografía de Jesucristo

Díceme:
“Cuales.”
Contesté:
“Conoces los mandamientos: “No matarás, no adulterarás, no
robarás, no dirás falso testimonio, no defraudarás, honra al padre y a
la madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
Y respondiendo, díjome el joven:
“Maestro, todas estas cosas las guardé desde mi juventud. ¿Qué más necesito?”
132
Fijando en él la mirada, le amé, y le dije:
132
El Corazón de Cristo se enamoró de este joven. Dios le hace una declaración pública de amor a
un hombre. Le pide a este muchacho que le siga de manera tan directa como no lo hemos visto en el
resto del Evangelio. La perfección en el hombre, la santidad suprema consiste fundamentalmente en
el abandono de todo amor terreno, de todo amor a las cosas para guardar el corazón solo para Dios
que pide que se le siga cargando con la cruz, con la cruz de cada día. Entiendo que he de seguirlo

Página 139
Autobiografía de Jesucristo

“Una cosa te falta: si quieres ser perfecto, ve, vende todo cuanto posees
y dalo a los pobres, y poseerás un tesoro en el cielo; y vuelto acá,
sígueme, cargando con la cruz.”
Como el joven oyera éstas mis palabras, se puso muy triste y frunciendo el ceño
se marchó malhumorado, porque era enormemente rico y poseía muchos bienes.
Viéndole marchar, echando en torno una mirada dije a mis discípulos:
“En verdad os digo, ¡cuán difícilmente los que poseen riquezas entran
en el Reino de Dios!”
Ellos se asombraban al oír mis palabras. Pero de nuevo tomando la palabra les
dije:
“Hijos, de nuevo os digo: ¡cuán difícil es que los que tienen puesta su
confianza en las riquezas entren en el Reino de Dios!”
Ellos más y más se pasmaban, diciéndose entre sí:
“¿Quién, pues, podrá ser salvo?”
Fijando en ellos la mirada les dije:
“Para los hombres, imposible, mas no para Dios; que para Dios todo
es posible.”133
Entonces tomando Pedro la palabra, me dijo:
“Mira, nosotros lo dejamos todo y te seguimos; ¿qué habrá, pues, para
nosotros?”
Le contesté:
“En verdad os digo que vosotros, que me seguisteis, al tiempo de la
regeneración, cuando se sentare el Hijo del hombre en el trono de su
gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para juzgar las
doce tribus de Israel. Y todo aquel que dejó casas, o hermanos o
hermanas, o padre o madre, o hijos o campos, por causa de mí, de mi
Nombre, por el Reino de Dios y por el Evangelio, recibirá el
ciendoblado ahora en este tiempo, en casas, hermanos, hermanas,
madres, hijos y campos, junto con persecuciones y en el siglo venidero
poseerá en herencia la vida eterna. Y muchos primeros serán postreros,
y muchos postreros serán primeros.”

5.66 Los obreros de la viña.

Y les dije:
“Porque es semejante el Reino de los cielos a un hombre amo de
casa, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Y
con la cruz mía y la Cruz de Dios que son una sola Cruz.
133
Para Dios todo es posible y esto es una luz de esperanza para el que no la tiene. A donde el
hombre no puede llegar llega Dios. Dios puede llegar hasta el corazón más despreciable según el
juicio de los hombres. Bendito sea el Dios de la Misericordia que no da a nadie por perdido porque
todo es posible para El.

Página 140
Autobiografía de Jesucristo

habiéndose concertado con los obreros en un denario al día, los envió a


su viña. Y habiendo salido hacia la hora tercia, vio a otros que estaban
en la plaza parados, y les dijo: “Id también vosotros a la viña, y os daré
lo que fuere justo”. Ellos fueron. Habiendo salido otra vez hacia la hora
sexta y nona, hizo lo mismo. Cerca de la hora undécima, habiendo
salido, halló a otros por allí, y les dice: “¿Por qué os estáis ahí todo el
día holgando?” Dícenle: “Porque nadie nos ha contratado” Díceles: “Id
también vosotros a la viña”. Viniendo el atardecer, dijo el amo de la
viña a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales el jornal,
comenzando por los últimos hasta llegar a los primeros”. Y venidos los
de la hora undécima, cobraron cada uno su denario. Viniendo luego los
primeros, pensaron que cobrarían más, y cobraron también ellos su
correspondiente denario. Mas habiéndolo recibido, murmuraban
contra el amo de casa, diciendo: “Estos últimos trabajaron una sola
hora y los igualaste a nosotros, los que hemos soportado el peso del día
y del calor”. El, respondiendo a uno de ellos dijo: “Amigo, no te hago
agravio. ¿No te concertaste conmigo por un denario? Toma lo tuyo y
vete. Y si quiero a éste último darle lo mismo que a ti, ¿no me es
permitido de lo mío lo que quiero? ¿O ha de ser malo tu ojo porque yo
soy bueno?” Así serán los últimos primeros, y los primeros últimos.
Porque muchos son llamados, mas pocos elegidos.”
5.67 Tercer anuncio de mi Pasión.

Marchaba Yo delante de mis discípulos subiendo camino de Jerusalén y me


seguían asombrados porque tenían miedo. Tomé Conmigo a los Doce aparte y
comencé a decirles lo que me iba a suceder:
“Mirad, subimos a Jerusalén, y se cumplirán para el Hijo del
hombre todas las cosas escritas por los profetas; porque será entregado
a los sumos sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le
entregarán a los gentiles para que se mofen de El, y le escarnecerán y le
escupirán y le azotarán; y después de azotarle le matarán; y al tercer
día resucitará.”134
Pero ellos, nada de esto entendieron, era este lenguaje encubierto para ellos
porque no sabían lo que les decía.

5.68 Ambición de los hijos de Zebedeo.

Fue entonces cuando se llegó a mí la madre de los hijos de Zebedeo junto con sus
134
Estaba escrito, estaba profetizado por hombres que más allá de su tiempo contemplaron la Pasión
de Cristo, la Pasión de un Hombre que a su vez era el mismo Dios que inspiraba a los profetas. Cristo
ya ve de cerca la consumación de su tarea en este mundo, conoce con detalle el padecer que le
espera y con esta preconciencia de su patética muerte pone en conocimiento de sus Doce la velada
amargura que le embarga el alma. Amigo lector, ¡qué misterio! El Hombre a quien reconozco Dios ya
empieza a pedir ayuda y no la encontrará porque no lo entienden. A tiempo pasado, nosotros, ya lo
entendemos y esto nos sobresalta el alma que con instinto reflejo huye del inmenso dolor que supone
acompañar a un Dios sufriente.

Página 141
Autobiografía de Jesucristo
dos hijos, Santiago y Juan, y postrándose y en ademán de pedirme algo, hablaron
Santiago y Juan, diciendo:
“Maestro, queremos que hagas con nosotros lo que te pidiéremos.”
Les dije:
“¿Qué queréis que haga Yo con vosotros?”
Me contestaron:
“Otórganos que, uno a tu diestra y otro a tu izquierda, nos sentemos en tu
gloria.”
Lo mismo decía la madre:
“Di que se sienten éstos dos hijos míos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en
tu Reino.”
Mas Yo les dije:
“No sabéis que cosa pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo bebo o ser
bautizados con el bautismo que Yo soy bautizado?”
Me dijeron:
“Podemos.”
Les dije:
“El cáliz que Yo bebo, beberéis, y con el bautismo que Yo soy
bautizado seréis bautizados; mas el sentarse a mi diestra o a mi
izquierda no es incumbencia mía otorgarlo, sino que es para quienes
está reservado por mi Padre.”
Al oír esto los otros Diez, se enojaron con los dos hermanos, Santiago y Juan.
Intervine y llamándolos a mí les dije:
“Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las tratan
despóticamente y los grandes abusan con ellas de su autoridad. No ha
de ser así entre vosotros; antes el que quisiere hacerse grande entre
vosotros, será vuestro servidor; y el que quisiere entre vosotros ser el
primero, será esclavo de todos, puesto que el Hijo del hombre no vino a
ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.” 135

5.69 En casa de Zaqueo.

Al acercarnos a Jericó, un ciego, Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado a la


vera del camino, mendigando. Y oyendo a la turba que por allí pasaba, preguntaba
qué era aquello. Y le enteraron de que pasaba Jesús el de Nazaret.

135
Dios baja del cielo para servir al hombre. ¿Quién da más? Cristo no ha bajado del cielo para servir
solo a los hombres de su tiempo en este mundo como Hombre que pasó haciendo el bien. Cristo ha
de servir a todo hombre que viene a este mundo y esto es así porque el Dios que se hace Hombre
permanece hasta la consumación de los siglos como el Servidor de todo ser humano. Cristo sirve al
hombre como Dios, por tanto dará como Dios si el hombre como tal le reconoce. ¿Mi Creador a mi
servicio?...Así es, y si tuviera Fe, lo que se me ocurre pedirle a mi Servidor es servirle yo en supremo
abandono de quien soy como soy. Que haga posible amarlo con infinita pasión. Para esto le demando
a mi Servidor su servicio. Que ponga lo que le falta a quien divinamente sirve para consumar, por su
Misericordia, un amor de adoración, una adoración en amor a su Persona, una Persona que da su
vida por mí.

Página 142
Autobiografía de Jesucristo

Llegamos a Jericó y atravesamos la ciudad. Y he aquí que un hombre llamado por


nombre Zaqueo, que era jefe de los publicanos y estaba rico, buscaba cómo ver quién
era Yo, y no lo lograba a causa del gentío, por ser pequeño de estatura. Y echando a
correr hasta ponerse delante, se subió a un sicómoro para verme, pues Yo tenía que
pasar por allí. Llegando a aquel sitio, alcé la vista y le dije:
“Zaqueo, date prisa en bajar, porque hoy he de parar en tu casa.”
Bajó a toda prisa y me recibió gozoso. Viendo esto, murmuraban todos, diciendo:
“Entró a hospedarse en casa de un hombre pecador.”
De pie Zaqueo, me dijo:
“Mira, Señor; la mitad de mis bienes doy a los pobres, y si algo defraudé a
alguno, le restituyo el cuádruplo.”
Le dije:
“Hoy vino la salud a esta casa, por cuanto también él es hijo de
Abraham; porque vino el Hijo del hombre a buscar y salvar lo que

Página 143
Autobiografía de Jesucristo

había perecido.”
5.70 La parábola de las minas.

Ya pues, cerca de Jerusalén y creyendo mis discípulos que enseguida se había de


manifestar el Reino de Dios, les propuse una parábola:
“Cierto hombre de noble linaje se partió para un país lejano con el
fin de asegurarse la posesión de un reino y volver luego. Y habiendo
llamado a diez siervos suyos, les entregó diez minas, y les dijo:
“Negociad en tanto que vuelvo”. Pero sus ciudadanos le
aborrecían y enviaron una embajada tras él, diciendo: “No queremos
que éste reine sobre nosotros”. Y acaeció al volver él después de recibido
el reino, que ordenó fuesen llamados a su presencia aquellos siervos a
quienes había entregado el dinero, para saber cuánto habían granjeado
cada uno. Se presentó el primero diciendo: “Señor, tu mina ha
producido diez minas”. Díjole: “Bien siervo bueno; puesto que en cosa
muy pequeña has sido fiel, te doy autoridad sobre diez ciudades”. Vino
el segundo diciendo: “Tu mina, Señor, ha rendido cinco minas”. Díjole:
“Bien siervo bueno; puesto que en cosa muy pequeña ha sido fiel,
también tú gobierna cinco ciudades”. Y el otro vino diciendo: “Señor,
ahí tienes tu mina, que tenía guardada en un sudario porque tenía
miedo de ti, pues eres hombre exigente; tomas lo que no depositaste y
siegas lo que no sembraste”. Dícele: “De tu propia boca te juzgo, siervo
perverso. ¿Sabías que yo soy hombre exigente, que tomo lo que no
deposité y siego lo que no sembré? Y ¿por qué no pusiste mi dinero en el
banco, y yo, al venir, le hubiera cobrado con los intereses?”. Y dijo a los
presentes: “Quitad a ese la mina y dadla la que tiene diez minas”. Le
dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. Contestó: “Os digo que a todo el
que tiene, se le dará, y al que no tiene aun eso que tiene le será quitado.
Y en cuanto aquellos enemigos míos que no quisieron que yo reinase
sobre ellos, traédmelos acá y degolladlos en mi presencia.”
5.71 El ciego Bartimeo.

Y dicho esto, caminando delante de todos, salí de Jericó, subiendo hacia


Jerusalén. Me seguía un gran gentío y he aquí que dos ciegos, Bartimeo y otro,
sentados junto al camino, mendigando, en oyendo decir que Jesús el de Nazaret
pasaba por allí, se pusieron a gritar diciendo:
136
“¡Señor, Jesús, Hijo de David, ten compasión de nosotros!”

136
Amigo lector, con estas palabras se hace una poderosa oración: “Señor, Jesús, Hijo de María, ten
compasión de mí.” Este grito llega al Corazón de Cristo, se para, se vuelve y mirándome fijamente
verá a un hombre ciego que le oye pero no le ve. Y mis oídos oyen: “¿Qué quieres que haga yo
contigo?”…..”Maestro mío, Señor, ¡que vea!”. Siento su mano sobre mis ojos y oigo: “Recobra la
vista, tu Fe te ha salvado”. Se me ha dado ver y veo, para gloria mía, el bellísimo rostro del más bello
de los hombres, del Hijo de María y esta es mi oración y con ella iré tras de Cristo, le seguiré de
cerca, sin perderle de vista.

Página 144
Autobiografía de Jesucristo
Muchos de los que marchaban delante le increpaban para que callasen; mas ellos
gritaban mucho más diciendo:
“¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David!”
Me detuve y dije:
“Llamadlos.”
Y llaman a los ciegos diciéndoles:
“Buen ánimo, levantaos, os llama.”
Bartimeo, tirando de sí la capa, levantándose de un salto se vino a mí. Y cuando
se hubieron acercado, les pregunté:
“¿Qué queréis haga Yo con vosotros?”
Me dicen:
“Rabbuni, Señor, que se abran nuestros ojos y recobremos la vista.”
Me compadecí, y tocando sus ojos, les dije:
“Recobrad la vista; id, vuestra fe os ha salvado.”
Y al instante recobraron la vista, y me seguían glorificando a Dios. Y todo el
pueblo, al verlo, dio alabanza a Dios.

5.72 En memoria de María, que me ungió.

Llegamos a Betania seis días antes de la Pascua, y allí se hallaba Lázaro a quien
Yo había resucitado de entre los muertos. Dispusieron, pues, en mi obsequio, una
cena allí, en casa de Simón el leproso; y Marta servía, y Lázaro era uno de los que
estaban a la mesa Conmigo. María tomó una libra de perfume de nardo legítimo, de
subido precio; y con su frasco de alabastro, vino y me ungió los pies y los enjugó con
137
sus propios cabellos ; quebrando el alabastro, derramó el perfume sobre mi cabeza
y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Dice, pues, Judas Iscariote, uno de mis
discípulos, el que me iba a entregar:
“¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios y se dio a los
pobres?”
Dijo esto no porque le importase de los pobres sino porque era ladrón, y como
guardaba la bolsa, hurtaba lo que en ella se echaba. Había allí también algunos de
mis discípulos que, llevándolo pesadamente, decían entre sí:
“¿A qué viene este despilfarro de perfume?”
Y trinaban contra ella. Mas dije Yo:
“Dejadla en paz. ¿Por qué la molestáis? Buena obra es la que ha
hecho Conmigo. Pues a los pobres siempre los tenéis con vosotros, y
siempre que quisiereis les podéis hacer bien, mas a mí no siempre me
tenéis. Lo que tuvo en su mano, hizo. Que al echar ella este perfume
sobre mi cuerpo, se adelantó a embalsamarlo para la sepultura, para lo
137
Por favor, presta atención a este pasaje, amigo lector. Si nos fijamos en San Lucas, Lc. 7,36-50,
veremos a una mujer conocida como pecadora que hace exactamente igual que lo que ha hecho
María, la hermana de Lázaro. En los versículos siguientes, también de San Lucas, Lc. 8.1-3 veremos
por primera vez el nombre de María Magdalena. Estamos en el principio del 2º año de predicación
pública. A María Magdalena la volvemos a ver en la Pasión de Cristo. Betania estaba muy cerca de
Jerusalén. ¿Es posible que esta María de Magdala sea la misma María, hermana de Marta? Pudiera
ser que la mujer que esta Autobiografía nos presenta en la página 62, la María Magdalena, que
también se menciona en la página 61 y la María de Betania que acabamos de contemplar de rodillas
ungiendo los pies de Cristo y secándolos con sus cabellos, sean la misma persona..

Página 145
Autobiografía de Jesucristo

cual lo tenía reservado. En verdad os digo, dondequiera que fuere


predicado el Evangelio por todo el mundo, se hablará también de lo que
ésta hizo, para memoria suya.”
Enterada la turba de que Yo estaba allí, vinieron no solamente por verme a mí,
sino también por ver a Lázaro, a quien resucité de entre los muertos. Los sumos
sacerdotes, por este motivo, resolvieron matar también a Lázaro, pues muchos de los
judíos, a causa de Lázaro, se les iban y creían en mí.

CAPITULO VI SEMANA DE PASIÓN


Día primero de la semana, 10 de Nisán.

6.01 Entrada triunfal en Jerusalén.

Ya era el día primero de la semana, 10 de Nisán. Llegamos cerca de Jerusalén,


en Betfage, en el monte de los olivos y entonces envié a dos de mis discípulos,
diciéndoles:
“Id a la aldea que está frente a vosotros, y luego que entréis en ella
hallaréis un asna atada y un pollino con ella atado, sobre el cual
ningún hombre jamás se sentó: desatadlos y traédmelos acá; y si
alguno os preguntare: “¿Por qué hacéis eso? ¿Por qué los desatáis?”, le
diréis así: “Porque el Señor tiene necesidad de ellos, mas luego los hace
traer de nuevo acá.”
Fueron los discípulos enviados y hallaron, como Yo les había dicho, un pollino
atado junto a la puerta, fuera en el camino que daba la vuelta. Y mientras ellos
desataban el pollino, les dijeron sus amos:
“¿Por qué desatáis el pollino?”
Ellos dijeron:
“Porque el Señor tiene necesidad de él.”
Y les dejaron hacer. Y me trajeron el asna y el pollino. Y, echando sus mantos
encima del pollino, me hicieron montar en él y me senté. Esto se ha hecho para que
se cumpliese lo anunciado por el profeta Zacarías, que dice:
“Decid a la hija de Sión: Mira que tu Rey viene a ti manso y montado sobre un
asna y sobre un pollino hijo de animal uncido al yugo.”
Estas cosas no las conocieron mis discípulos desde un principio; mas cuando fui
glorificado, entonces recordaron que tales cosas estaban escritas sobre mí, y estas
fueron las que Conmigo hicieron.
Y según que Yo iba avanzando, la gran muchedumbre, tendía sus mantos en el
camino; otros cortaban ramas de los árboles del campo y con ellas tapizaban el
camino. Y cuando ya me acercaba al descenso del monte de los Olivos, toda la
muchedumbre de mis discípulos comenzaron gozosos a alabar a Dios con grandes
voces por todos los prodigios que habían visto, diciendo:
“¡Hosanna al Hijo de David!”

Página 146
Autobiografía de Jesucristo

“¡Bendito el que viene, el Rey, en el Nombre del Señor!”


“¡Bendito el Reino, que viene, de nuestro padre David!”
“¡Paz en el cielo, Hosanna y gloria en las supremas alturas!”
La gran muchedumbre que había venido a la Fiesta, al oír que venía Yo a
Jerusalén, tomaron palmas, y salieron a mi encuentro y clamaban:
“¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor, y el Rey de Israel!”
Daba, pues, testimonio la turba que Conmigo estaba cuando llamé a Lázaro del
sepulcro y le resucité de entre los muertos. Por esto también me salió al encuentro
la muchedumbre, por haber oído que Yo había obrado este portento. Los fariseos,
pues, se dijeron unos a otros:
“Veis que nada logramos; he aquí que el mundo se fue tras El.”
Y algunos de los fariseos de entre la turba me dijeron:
“Maestro, increpa a tus discípulos.”
Les respondí;
“Os digo que si éstos callasen, las piedras clamarán.”

Página 147
Autobiografía de Jesucristo

6.02 Llanto sobre Jerusalén.


138
Y cuando ya estuve cerca, viendo la ciudad, lloré sobre ella, diciendo:
“¡Si conocieras también tú en este día lo que lleva a la paz! Mas
ahora se ocultó a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que
levantarán una valla tus enemigos contra ti, y te cercarán y te
estrecharán por todas partes, y te arrasarán y estrellarán a tus hijos
en ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, en razón de no haber
conocido el tiempo de tu visitación.”
6.03 Entro en la ciudad y en el Templo.
138
Lágrimas de Cristo, lágrimas de Dios en el rostro de un Hombre. ¡¿Qué hemos hecho los
hombres?!

Página 148
Autobiografía de Jesucristo

Y como entrase en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad, diciendo:


“¿Quién es Éste?”
Y las turbas decían:
“Éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.”
Y entré en el Templo de mi Padre. Y se llegaron a mí los ciegos y los cojos en el
Templo, y los curé. Pero viendo los sumos sacerdotes y los escribas las maravillas que
obré y a los niños que gritaban en el Templo y decían: “¡Hosanna al Hijo de David!”,
lo llevaron a mal, y me dijeron:
“¿Oyes qué cosas dicen éstos?”
Mas Yo les dije:
“Sí, ¿es que nunca leísteis que de la boca de los pequeñuelos y de los
que maman, te aparejaste alabanza?”
Y los dejé echando en torno una mirada sobre todo, y como fuese ya tardía la
hora, salí fuera de la ciudad en dirección a Betania con los Doce, y pernocté allí.

Día segundo de la semana, 11 de Nisán

6.04 La higuera maldecida.

Al día siguiente, segundo de la semana, 11 de Nisán, al amanecer, salimos de


Betania y volvimos a Jerusalén. En el camino sentí hambre y viendo de lejos una
higuera que tenía hojas, fui allí por si acaso hallaba en ella alguna cosa: y llegando a
ella, nada hallé sino hojas, porque no era el tiempo de higos. Y tomando la palabra le
dije:
“¡Para siempre coma nadie fruto de ti! ¡No brote ya fruto de ti por
siempre jamás!”
Me oían mis discípulos, cuando de repente se secó la higuera.

6.05 Echo del Templo a los que vendían y compraban.

Y llegamos a Jerusalén y habiendo entrado en el Templo de mi Padre, comencé


a echar de allí a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y volqué las
mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían las palomas, y no consentí que
nadie trasladase objeto alguno pasando por el Templo. Y enseñándoles les decía:
“¿Es que no está escrito que: “Mi casa será llamada casa de oración
para todas las gentes”? Mas vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones.”
Y lo oyeron los sumos sacerdotes y los escribas, y junto con los primates del
pueblo, buscaban manera de acabar Conmigo, porque me tenían miedo; y no
atinaban en lo que habían de hacer, pues el pueblo todo, oyéndome, estaba
pendiente de mis labios y asombrado de mi enseñanza.
De día enseñaba en el Templo y cuando se hacía tarde me salía fuera de la
ciudad.

6.06 Unos gentiles desean verme.

Página 149
Autobiografía de Jesucristo

Había unos griegos de los que subían a honrar a mi Padre en la solemnidad.


Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea y le rogaban diciendo:
“Señor, deseamos ver a Jesús.”
Viene Felipe y se lo dice a Andrés; vienen Andrés y Felipe y me lo dicen a mí. Y
Yo les respondí diciendo:
“Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En
verdad, en verdad os digo, si el grano de trigo no cae en tierra y
muere, queda él solo; mas si muere, lleva mucho fruto. Quien ama su
vida, la pierde; y quien aborrece su vida en este mundo, la guardará
para la vida eterna. Quien me sirve, sígame; y donde Yo estoy, allí
estará también mi servidor. A quien me sirviere, mi Padre le
honrará.139 Ahora mi alma se ha turbado; y ¿qué diré? ¡Padre,
sálvame de ésta hora! Mas para esto vine a esta hora. Padre, glorifica
tu Nombre.”140
Vino, pues, una voz del cielo:
“Le glorifiqué, y de nuevo le glorificaré.”
La turba, pues, que allí estaba y le oyó, decía que había sido un trueno. Otros
decían:
“Un ángel le ha hablado.”
Les respondí diciendo:
“No por mí ha venido esta voz, sino por vosotros. Ahora es el juicio
de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera. Y
Yo, cuando fuere levantado de la tierra, a todos arrastraré hacia mí.” 141
Esto dije significando con cual muerte había de morir. Me respondió la turba:
“Nosotros hemos oído de la Ley que el Mesías permanece eternamente, y
¿cómo dices Tú que “tiene que ser exaltado el Hijo del hombre”? ¿Quién es ese Hijo
del hombre?”
Les dije, pues:
“Todavía breve tiempo está la luz con vosotros. Caminad, mientras
tenéis la luz, para que las tinieblas no os sorprendan. Y quien camina

139
Estas palabras de Cristo están en permanente presente para ser escuchadas por todas las
generaciones, hasta el último día de este mundo. ¿Qué pudieron entender los que las escuchaban en
esa hora? Estas palabras son un susurro divino que se oye en el silencio de nuestra intimidad más
reservada, allí donde solo está el hombre y su Creador, allí donde Cristo y yo estamos solos.
140
La bendita alma del Cristo Hombre se ha turbado. Mi Dios se me manifiesta turbado. ¿Qué le
ocurre a Cristo? En mi Señor se da un no querer y querer que a dos mil años pasados puedo
entender. Cristo es una sola Persona con dos naturalezas, la humana y la divina. Cristo tiene
sentimientos como un hombre que le afloran cuando contempla lo porvenir con el conocimiento del
Dios que es. Siendo humano no deja de ser divino. Ser el mismísimo Dios Creador del Universo no le
exonera del sufrimiento como Hombre que ha de padecer una horrorosa muerte, una muerte de Cruz
que ya contempla su alma de Hombre que se resiste a tan atroz padecimiento. Pide a su Padre
librarse de esta hora y a su vez se determina a aceptarla con supremo abandono de su voluntad de
Hombre en la Voluntad de su Padre Dios. En tal estado anímico suplica a su Padre que glorifique su
Nombre y su Padre le responderá con voz oída por oído humano.
141
Cristo se contempla muerto en Cruz, elevado sobre la tierra, para esto ha venido al mundo, para
entregar su vida como rescate de todo hombre que será arrastrado hacia este mi Dios Crucificado.

Página 150
Autobiografía de Jesucristo

en las tinieblas no sabe dónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz,
para que seáis hijos de la luz.”
Esto hablé, y retirándome, me escondí de ellos.

Día tercero de la semana, 12 de Nisán

6.07 La higuera seca: eficacia de la fe y la oración.

Al día tercero de la semana, 12 de Nisán, al pasar de madrugada por el sitio


donde estaba la higuera, vieron mis discípulos que la higuera se había secado desde
las raíces y se maravillaron diciendo:
“¡Qué de repente se secó la higuera!”
Y acordándose Pedro, me dijo:
“Rabí, mira; la higuera que maldijiste se ha secado.”
Y respondiendo les dije:
“Tened fe de Dios. En verdad os digo que si tuviereis fe y no
titubearais en vuestro corazón, no sólo haréis eso de la higuera, sino
que aun si dijereis a ese monte: “Quítate de ahí y échate en el mar”, se
hará. Y quien tuviere fe de que lo que dice se hace, lo alcanzará. Por esto
os digo: todo cuanto rogáis y pedís, creed que lo recibisteis y lo
alcanzaréis.142 Y cuando estáis en pie orando; perdonad, si algo tenéis
contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos,
os perdone vuestros pecados. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco
vuestro Padre, que está en los cielos, perdonará vuestros pecados.” 143
6.08 “¿Con qué autoridad haces eso?”

Llegamos de nuevo a Jerusalén y venido al Templo me paseaba y enseñaba al


pueblo anunciándoles la Buena Nueva. En esto se me presentaron de pronto los
sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos, diciendo:
“Dinos: ¿con qué potestad haces esas cosas? ¿O quién te dio esa potestad de
hacerlas?”
Les respondí:

142
Cuando Cristo nos pide que tengamos Fe de Dios es porque es posible al hombre tener esta Fe.
Cristo no propondría cosas imposibles al hombre. Con esta Fe el poder del hombre es ilimitado. La
Omnipotencia al servicio de la Fe del hombre. La Fe solo se genera en el corazón bueno, en el
corazón de niño que pide como un niño a su Padre y su Padre le da como Padre, da como Dios a
quien solo puede recibir como hombre. Las palabras de Cristo son tan reales como lo que significan,
no están dichas para la mente metafísica, están expresadas para que las entienda toda inteligencia
humana y está muy claro, porque así Él mismo lo asegura, que cuanto más niño sea el hombre que
las escucha más las entenderá. De las siguientes palabras en boca de Cristo: “quien tuviera fe de
que lo que dice se hace, lo alcanzará. Por esto os digo: todo cuanto rogáis y pedís, creed que lo
recibisteis y lo alcanzaréis”, ¿qué puedo entender?.....pues, justamente lo que dicen, y si así lo creo
¿qué me falta en este mundo?
143
Amigo lector me considero siempre necesitado del perdón de mi Padre Dios, pues he
experimentado la necesidad de recomenzar cada día, porque justamente cada día caigo más de siete
veces y no puedo implorar misericordia si a su vez yo no la ejerzo con el que me la reclama, con este
hermano al que no me está autorizado juzgar sino solo perdonar si quiero parecerme al que tanto me
perdona.

Página 151
Autobiografía de Jesucristo

“Os preguntaré también Yo una cosa, la cual si me dijereis, también


Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas: el bautismo de Juan, ¿de
dónde era? ¿del cielo o de los hombres? Respondedme.”
Ellos discurrían consigo, diciendo:
“¿Qué vamos a decir? Si dijéremos: “del cielo” dirá: “¿Por qué, pues, no lo
creísteis?” Si, en cambio, dijéremos: “de los hombres”, hemos de temer a la turba y
el pueblo entero nos apedreará, porque está en la persuasión de que Juan era
profeta.”
Todos tenían a Juan como que realmente era profeta. Y respondiendo me
dijeron:
“No sabemos de dónde era.”
Díjeles también Yo:
“Tampoco Yo os digo con qué potestad hago esas cosas.”
6.09 Los dos hijos enviados a la viña

Y les dije:
“¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Y acercándose al
primero, dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. El respondiendo,
dijo: “No quiero”; mas luego arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le
habló de la misma manera. Mas él, respondiendo, dijo: “Voy señor”; y
no fue. ¿Quién de los dos hizo la voluntad de su padre?”
Dicen:
“El primero.”
Contesté:
“En verdad os digo que los publicanos y mujeres de mala vida se os
adelantan en el Reino de los cielos. Porque vino Juan a vosotros
enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; al paso que los
publicanos y mujeres de mala vida le creyeron; y vosotros, viéndolo
tampoco os arrepentisteis después, de modo que le creyeseis.”
6.10 Parábola de la viña.

Y comencé a decir al pueblo ésta parábola:


“Escuchad otra parábola. Un hombre había, amo de casa, que
plantó una viña, y la cercó con un vallado, y cavó en ella un lagar y
edificó una torre y la arrendó a unos labradores y se ausentó de aquel
país para mucho tiempo. Cuando se acercó el tiempo de los frutos envió
a los labradores un siervo, para que le diesen del fruto de la viña. Mas
los labradores le cogieron y, después de maltratarle a golpes, le
despidieron con las manos vacías. Y tornó a enviar otro siervo; más
ellos también a éste, después de maltratarle a golpes, descalabrarlo y
ultrajarlo, le despidieron con las manos vacías. Y tornó a enviar otro
tercero; mas ellos también a éste, después de herirle, le echaron y le
mataron. De nuevo envió otros siervos, más numerosos que los

Página 152
Autobiografía de Jesucristo

anteriores. Y asiendo los labradores a sus siervos, a cuál golpearon, a


cuál mataron, a cuál apedrearon. Todavía uno tenía el amo de la viña:
su hijo querido; envióle el último a ellos, diciendo: “¿Qué voy a hacer?
Enviaré a mi hijo querido, tal vez a éste respetarán”. Mas aquellos
labradores, en viendo al hijo, se dijeron entre sí y razonaban unos con
otros diciendo: “Este es el heredero; venid matémosle, para que venga a
nuestras manos la herencia”. Y asiendo de él echándole fuera de la viña,
le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña ¿qué hará con
aquellos labradores?”
Dijéronme algunos:
“A los malos los hará perecer malamente, y arrendará la viña a otros
labradores, que le pagarán los frutos a su tiempo.”
Otros, oído esto dijeron:
“¡No quiera Dios!”
Mas Yo mirándoles fijamente, dije:
“¿Qué significa, pues, esto que está en las Escrituras?: “La piedra
que reprobaron los constructores, ésta vino a ser la piedra angular. Por
obra del Señor se hizo esto, ¿y es maravillosa a vuestros ojos?” Por esto
os digo os será quitado el Reino de Dios y se dará a gente que produzca
sus frutos. Y todo el que cayere sobre esta piedra, se hará trizas; y
sobre quien cayere le triturará.”
Y cuando oyeron los sumos sacerdotes y los escribas y los fariseos éstas mis
palabras, comprendieron que las decía por ellos. Y buscaban manera de apoderarse
de mí en aquella misma hora, pero temieron al pueblo que me tenía por Profeta. Y
dejándome se fueron.

6.11 Parábola de las Bodas Reales.

Tomé de nuevo la palabra y les hablé en parábolas diciendo:


“Se ha asemejado el Reino de los cielos a un rey que dispuso unas
bodas para su hijo. Y despachó sus esclavos para llamar a los que
habían sido convidados a las bodas. Y no quisieron venir. De nuevo
despachó otros esclavos diciendo: “Decid a los convidados: he aquí que
tengo preparado mi convite; mis toros y animales cebados han sido
sacrificados, y todo está a punto; venid a las bodas”. Mas ellos, no
haciendo caso, se marcharon, quien a su granja, quien a su comercio;
los demás, echando mano de sus esclavos, los ultrajaron y los mataron.
El rey se encolerizó, y enviando sus ejércitos, hizo perecer a aquellos
homicidas e incendió su ciudad. Entonces dice a sus esclavos: “Las
bodas están a punto, pero los convidados no eran dignos; id, pues, a las
encrucijadas de los caminos, y a cuantos hallareis, llamadlos a las
bodas”. Y habiendo salido aquellos esclavos a los caminos, reunieron a
cuantos hallaron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala de
bodas. Y entrando el rey a ver a los que estaban a la mesa, vio allí un
hombre no vestido con traje de boda, y le dice: “Compañero, ¿cómo

Página 153
Autobiografía de Jesucristo

entraste acá, no teniendo traje de boda?” El no desplegó los labios.


Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos y arrojadle
a las tinieblas de allá afuera; allí será el llanto y el rechinar de los
dientes”. Porque muchos son los llamados, mas pocos los elegidos.”
6.12 “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Los fariseos que se retiraron, tomaron consejo cómo me armarían lazos para
cogerme en palabras, a fin de poderme entregar al poder y jurisdicción del
gobernador. Y habiendo estado en acecho, enviaron unos espías, discípulos suyos,
que representasen el papel de hombres justos. Y junto con los herodianos, se
presentaron a mí y me interrogaron, diciendo:
“Maestro, sabemos que eres veraz y que hablas con rectitud y enseñas el
camino de Dios en verdad y no tienes respetos humanos, porque no eres aceptador
de personas; dinos, pues, ¿qué te parece? ¿Nos es lícito dar tributo al César o no?
¿Lo damos o no lo damos?”
Conociendo su bellaquería les dije:
“¿Por qué me tentáis, farsantes? Traedme y mostradme la moneda
del tributo.”
Ellos me presentaron un denario. Y les dije:
“¿De quién es esa imagen e inscripción?”
Dícenme:
“Del César.”
Les dije entonces:
“Así, pues, restituid al César lo que es del César, y a Dios lo que es de
Dios.”
Y no lograron cogerme en palabra delante del pueblo, y, maravillados de mi
respuesta, se callaron y, dejándome, se fueron.

6.13 Los saduceos. Cuestión sobre la resurrección.

En aquel mismo día se me acercaron unos saduceos, que dicen no haber


resurrección, y me interrogaron diciendo:
“Maestro, Moisés nos dejó escrito que: “Si el hermano de uno muriere y dejare
mujer sin dejar hijo, tome su hermano la mujer y suscite prole a su hermano”.
Había, pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero, habiendo tomado mujer,
murió sin hijos; y dejó su mujer a su hermano. Asimismo el segundo la tomó, y
murió sin dejar descendencia. También el tercero la tomó y asimismo también
hasta el séptimo; y los siete no dejando hijos murieron. Posteriormente a todos
también la mujer murió. La mujer, pues, en la resurrección, ¿de cuál de ellos viene
a ser mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.”
Les dije:
“Errados andáis por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios.
Los hijos de este siglo toman mujer y toman marido; mas los que
fueren hallados dignos de tener parte en aquel siglo y en la
resurrección de entre los muertos, ni toman mujer ni toman marido;
pues ni morir ya pueden, como que son iguales a los ángeles, y son

Página 154
Autobiografía de Jesucristo

hijos de Dios por ser hijos de la resurrección. Y en cuanto a que


resucitan los muertos, también Moisés lo indicó en el pasaje de “la
zarza”, en que llama “al Señor el Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y
Dios de Jacob”; y no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos
viven para El. Muy errados andáis.”144
Y oyendo esto las turbas, se pasmaban de mi enseñanza. Y respondiendo
algunos de los escribas, dijeron:
“Maestro, dijiste muy bien.”
Y fue así que ya no se atrevían más a preguntarme nada.

6.14 El Gran Mandamiento.

Los fariseos, habiendo oído que había hecho tascar el freno de los saduceos, se
juntaron en grupo. Y llegándose uno de ellos, escriba, que nos había oído discutir,
viendo que Yo les había contestado muy bien, me preguntó con ánimo de tentarme:
“Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento y primero de todos en la Ley?”
Le respondí:
“El primero es: “Escucha Israel; el Señor, nuestro Dios, es un solo
Señor, y amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón y con toda tu
alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza”. Este es el gran
mandamiento y el primero. El segundo, semejante, es éste: “Amarás a
tu prójimo como a ti mismo”. Mayor que éstos, otro mandamiento no
le hay. De éstos dos mandamientos penden la Ley entera y los
Profetas.”145
144
Los muertos resucitan, los muertos resucitarán. El destino del hombre no acaba con esta vida,
pero además, para Dios, un hombre no deja de existir cuando expira. Vemos un cadáver, cuando la
muerte asume en la decrepitud la carne que rápidamente se corrompe, pero se sabe que ya no está
en ese cuerpo la persona que conocimos. ¿Dónde está? ¿Cómo está? Jesucristo habla de personas
muertas ya hace muchos años y sin embargo les conoce vivos porque para Dios, que no es Dios de
muertos, todos vivimos. Jesucristo, próximo a morir le dirá a un crucificado junto a El: “…hoy estarás
Conmigo en el Paraíso”. Al otro lado, amigo lector, seguiremos siendo tú y yo. No nos verán, no nos
oirán y sin embargo nosotros si veremos y oiremos tal cual nos ven y oyen los que hemos conocido e
invocado durante nuestro caminar por este mundo. Al morir saldré de este mundo como quien soy y
sin nada de lo que tengo. Aquí dejo mis pertenencias, dejo mi cuerpo y todo lo que se corrompe. Allí
me llevo el fruto de mi amor, de mi fe, de mis obras. El yo que no veo, pero que en definitiva es mi
propio yo, al morir, deja este mundo sin dejar de ser yo. Mi cuerpo, mi carne, aquí se queda hasta el
final de los tiempos, pero esto no es el yo con el que amo, no es mi alma con la que veré, justamente
al separarse de mi cadáver, cara a cara a mi Redentor, Jesucristo, el Amado mío.
145
Estas palabras las pronuncia el Único Hijo, del Único Dios Padre, Jesucristo. Ni los israelitas de
aquel tiempo ni los hombres que somos en este tiempo hemos visto a Dios. Sabemos que existe y
con esta Fe también conocemos que este Dios demanda al hombre un amor supremo por encima de
todo otro amor posible. Dios es mi único Dios, pero lo concibo en mi razón como tres Personas que
son una sola naturaleza divina. Del solo Padre, del solo Hijo y del solo Espíritu Santo, de tres
Personas, que no confundo, recibo en lo más reservado e íntimo de mi alma un requerimiento que me
suena así: “Amado mío, soy tu Señor y tu Dios y me has de amar con todo tu corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente, con toda tu fuerza”. Esta es la suprema y divina demanda con la que estoy
comprometido porque me va en ello la vida eterna, porque me va en ello el verdadero amor que solo
es posible manifestarlo cuando uno quiere al prójimo como así mismo, porque no se puede amar al
Dios que no vemos si no amamos al hermano que vemos. Nadie pude amar a nadie si no lo conoce
previamente. Nadie puede amar a Dios si no lo conoce, y desde luego el hombre por sí mismo no
puede conocer en su plenitud al Dios que tanto le pide. Si lo que he leído hasta ahora lo asumo tal y

Página 155
Autobiografía de Jesucristo
Y dijo el escriba:
“Muy bien, Maestro, con verdad dijiste que “Uno es, y no hay otro fuera de El”,
y el “amarle con todo el corazón y con toda la inteligencia y con toda la fuerza” y
el “amar al prójimo como así mismo”, vale más que todos los holocaustos y
sacrificios.”
Viendo que había respondido sensatamente, le dije:
“No andas lejos del Reino de Dios.”
Y nadie ya osaba interrogarme.
6.15 Soy Hijo y Señor de David.
Viendo reunidos a los fariseos, dirigiéndome a ellos, les pregunté:
“¿Qué os parece del Mesías? ¿De quién es Hijo?”
Dícenme:
“De David.”
Les dije:
“¿Cómo, pues, el mismo David, movido del Espíritu Santo, en el
libro de los Salmos le llama Señor cuando dice: “Dijo el Señor a mi
Señor: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos como
escabel de tus pies”? Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser
Hijo suyo?”
Y nadie podía responderme palabra, ni osó nadie desde aquel día interrogarme
ya más. Y la turba, que era numerosa, me escuchaba con gusto.

6.16 Guardarse de los escribas y fariseos.

Entonces hablé a las turbas y a mis discípulos, diciéndoles:


“Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y fariseos. Así,
pues, todas cuantas cosas os dijeren, hacedlas y guardadlas; mas no
hagáis conforme a sus obras porque dicen y no hacen. Lían cargas
pesadas e insoportables y las cargan sobre las espaldas de los hombres,
mas ellos ni con el dedo las quieren mover. Todas sus obras hacen para
hacerse ver de los hombres, porque ensanchan sus filacterias y
agrandan las franjas de sus mantos; son amigos del primer puesto en
las cenas y de los primeros asientos en las sinagogas, y de ser
saludados en las plazas, y de ser apellidados por los hombres “rabí”.
Mas vosotros no os hagáis llamar “rabí”, porque uno es vuestro
Maestro, mas todos vosotros sois hermanos, y entre vosotros a nadie
llaméis padre sobre la tierra, porque uno es vuestro Padre, el celestial.
Ni hagáis que os llamen preceptores, porque vuestro preceptor es uno,
el Cristo. El mayor de vosotros será vuestro servidor. El que se exaltare,
será humillado, y el que se humillare, será exaltado.

como la lógica me lo ha hecho interpretar, tengo ante mis ojos al mismo Dios Hijo que me ha hecho
conocer al mismo Dios Padre en virtud de la plenitud, con la que ha llenado mi ciencia y mi
conciencia, la plenitud del Espíritu Santo Dios que procede del Padre y del Hijo, este gran
Desconocido que habita en mi alma y al cual trato de amarlo por Sí mismo.

Página 156
Autobiografía de Jesucristo

Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos farsantes!, porque cerráis


el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni entráis vosotros ni
a los que entran dejáis entrar.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos farsantes!, porque rodeáis el
mar y la tierra en razón de hacer un prosélito, y cuando ya lo es, lo
hacéis hijo de la gehena, doble más que vosotros.
¡Ay de vosotros guías ciegos!, los que decís: “Si uno jurare por el
santuario, eso es nada; pero si uno jurare por el oro del santuario,
queda obligado”. ¡Necios y ciegos! Pues ¿cuál es mayor? ¿El oro o el
santuario que santificó el oro? Y “Si uno jurare por el altar, eso es
nada; pero si uno jurare por la ofrenda que está sobre él, queda
obligado”. ¡Ciegos! Pues ¿qué es mayor? ¿La ofrenda o el altar que
santifica la ofrenda? Así, pues, quien juró por el altar, jura por él y por
todo lo que hay sobre él; y quien juró por el santuario, jura por él y por
el que en él puso su morada; y quien juró por el cielo, jura por el trono
de Dios y por el que está sentado sobre él.
¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque pagáis el
diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y dejasteis a un lado las
cosas más graves de la Ley: el justo juicio, la misericordia y la buena
fe; éstas había que practicar, y aquellas no descuidarlas! ¡Guías ciegos,
que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque limpiáis lo
exterior de la copa y del plato, y dentro están rebosando de rapiña y de
incontinencia. Fariseo ciego, limpia primero lo interior de la copa para
que también su exterior quede limpio.
¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque os semejáis a
sepulcros encalados, que de fuera parecen vistosos, mas de dentro están
repletos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también
vosotros por defuera parecéis justos a los hombres, mas de dentro
estáis repletos de hipocresía e iniquidad.
¡Ay de vosotros escribas y fariseos farsantes!, porque edificáis los
sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos y
decís: “Si viviéramos en los días de nuestros padres, no fuéramos
cómplices de ellos en la sangre de los profetas”. De modo que os dais
testimonio a vosotros mismos de que sois hijos de los que mataron a los
profetas. Así que vosotros colmad la medida de vuestros padres.
¡Serpientes, engendros de víboras! ¿Cómo esperáis escapar de la
condenación de la gehena? Por eso, mirad, Yo envío a vosotros profetas
y sabios y letrados; de ellos mataréis y crucificaréis, y de ellos azotaréis
en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad, para que
recaiga sobre vosotros toda la sangre justa derramada sobre la tierra
desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de
Baraquías, a quien matasteis entre el santuario y el altar. En verdad os

Página 157
Autobiografía de Jesucristo

digo, vendrán todas estas cosas sobre esta generación.”


6.17 La ruina de Jerusalén.

“¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata los profetas y apedrea a los que


han sido enviados, cuantas veces quise recoger a tus hijos de la manera
que la gallina recoge a sus pollitos debajo de sus alas, y no quisisteis!
Mirad, déjase para vosotros vuestra casa, desierta. Porque os digo: no
esperéis verme a partir de ahora, hasta que digáis: “Bendito el que
viene en el Nombre del Señor.”

6.18 Los dos cornalillos de la viuda.

Me senté frente al gazofilacio y miraba atentamente cómo la gente iba echando


monedas de cobre en el gazofilacio; y muchos ricos echaban mucho; y llegando una
viuda pobre, echó dos ochavos, que hacen un cuarto. Y llamando a mis discípulos, les
dije:
“En verdad os digo que esa viuda pobre echó más que todos los que
echan en el gazofilacio; porque todos los demás echaron en las ofrendas

Página 158
Autobiografía de Jesucristo

de Dios de lo que les sobraba; ella, empero, de su indigencia echó


cuanto tenía, todo el sustento de su vida.”
6.19 Conclusión de mi público ministerio. Incredulidad de los judíos.

Obré grandes maravillas en presencia de ellos y sin embargo no creyeron en mí,


para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, cuando dijo:
“Señor, ¿quién dio fe a nuestro mensaje? ¿Y a quién ha sido revelado el brazo
del Señor?”
Por esto eran incapaces de creer, porque también dijo Isaías:
“Cegó sus ojos y enmudeció su corazón, para que no vean con los ojos, ni
entiendan con el corazón, y se vuelvan a mí y Yo los sane.”
Esto dijo Isaías cuando vio mi gloria y habló de mí. Con todo, aun de los jefes
muchos creyeron en mí, mas por miedo a los fariseos no se declaraban, para no ser
expulsados de las sinagogas, porque amaron la gloria de los hombres mas que la
gloria de Dios. Y levantando la voz dije:
“¡Quien cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me envió. Y
quien me ve, ve al que me envió! Yo vine como Luz al mundo, para que
todo el que cree en mí no quede en las tinieblas. Y quien oyere mis
palabras y no las guardare, Yo no le juzgo, porque no vine para juzgar
al mundo, sino para salvar al mundo. Quien me desecha y no recibe mis
palabras, ya tiene quien le juzga. La palabra que hablé, esa le juzgará
en el último día. Que Yo no hablé por mi iniciativa, sino el Padre, que
me envió. El me dio la orden de qué había de decir y qué había de
hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Lo que Yo hablo, pues,
así lo hablo, conforme me lo ha encargado el Padre.”146
6.20 La destrucción del Templo.

Terminado el día, cuando salíamos del Templo, como algunos hablando de él,
dijesen que estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas motivas, díjome
uno de mis discípulos:
“Maestro, mira qué tales piedras y qué tales construcciones.”
Le respondí diciendo:
“¿Ves esas grandes construcciones? En verdad os digo, días
vendrán en que no quedará ahí piedra sobre piedra que no sea

146
Ver a Cristo es ver a su Padre que lo ha enviado. Cuando más adelante, leamos que Felipe, uno
de sus discípulos, en la última Cena le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”, Jesucristo le
afirmará que quien le ve a El ha visto al Padre y le reclamará esa Fe en virtud de la cual debería
haber comprendido que el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre y en cualquier caso debería
haber creído tal afirmación por la evidencia incuestionable con la que pudo contemplar las obras
maravillosas que su Señor había hecho. El Verbo hecho carne, este Cristo que nos habla, habla
según el mandato de su Padre. El Padre no tiene otra palabra que esta palabra que oímos en boca
de Cristo, porque a su vez el mismo Cristo es la misma Palabra con la que Dios Padre se expresa
eternamente. Este mandato del Padre, que hace hablar a su Hijo, un Hijo que no es ni más ni menos
que su propia Palabra hecha carne en este mundo, es un mandato que lleva en sí engendrado la vida
eterna a la que está destinado todo aquel que cree en esa palabra que expresa la Palabra de Dios, el
Hijo eterno del Padre, el Hijo de María, una Mujer de nuestra raza.

Página 159
Autobiografía de Jesucristo

demolida.”
Llegando al monte de los Olivos, me senté frente al Templo y en particular
Pedro, Santiago, Juan y Andrés me preguntaron:
“Maestro, dinos ¿cuándo será eso, y cuál la señal cuando todas esas cosas
estén para cumplirse? ¿Y cuál la señal de tu advenimiento y del fin del mundo?”

6.21 Las señales precursoras.

Respondiéndoles, comencé a decirles:


“Mirad que nadie os seduzca y extravíe. Porque muchos vendrán en
mi Nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”; “El tiempo ha llegado”, y a
muchos seducirán. No vayáis tras ellos. Y cuando oyereis guerras y
noticias de batallas y revoluciones, no os alarméis, porque así tienen
que suceder estas cosas; mas no es todavía el fin. Se levantará raza
contra raza y reino contra reino, y habrán grandes terremotos por
diferentes lugares, y hambres y pestilencias, y fenómenos espantables
aparecerán con grandes señales en el cielo. Preludio de los grandes
dolores serán estas cosas. ¡Ojo con vosotros mismos! Mas antes de todo
esto echarán las manos sobre vosotros y os perseguirán y os
entregarán a los sanhedrines, sinagogas y prisiones y os azotarán, y
compareceréis ante los gobernadores y reyes por causa de mí para dar
testimonio ante ellos. Y cuando os condujeren para entregaros,
asentad, pues, en vuestros corazones que no os preocupéis ni ensayéis
de antemano qué habréis de hablar; sino lo que os fuere dado en
aquella hora, eso hablad: pues Yo os daré lengua y sabiduría, a la cual
no podrán resistir o contradecir todos vuestros adversarios. Que no
sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Seréis entregados
por los padres y hermanos y parientes y amigos y matarán a algunos
de entre vosotros y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de
mi Nombre. Pero no perecerá un solo cabello de vuestra cabeza. Y
entonces se escandalizarán muchos, y unos a otros se entregarán, y se
aborrecerán unos a otros. Y entregará a la muerte el hermano al
hermano y el padre al hijo, y se alzarán hijos contra padres y les darán
la muerte. Y surgirán muchos falsos profetas y extraviarán a muchos.
Y por haberse multiplicado la iniquidad, se enfriará la caridad de las
multitudes. Mas el que fuere constante hasta el fin, éste se salvará. Con
vuestra constancia adquiriréis la salud de vuestras almas. Y será
predicado este Evangelio del Reino en todo el orbe, para que sirva de
testimonio a todas las gentes. Y entonces vendrá el fin.”
6.22 Destrucción del Templo y de la ciudad.

“Y cuando viereis cercada de ejércitos a Jerusalén, entonces


conoced que es llegado su asolamiento. Y cuando viereis la
abominación del asolamiento, anunciada por el profeta Daniel, en el

Página 160
Autobiografía de Jesucristo

lugar santo, estar donde no debía -el que lee entienda- entonces los que
estén en la Judea huyan a los montes, y los que estén en medio de
Jerusalén aléjense de ella, los que estén en la azotea, no bajen ni entren
para tomar algo de sus casas, y el que esté en el campo, no torne atrás
para tomar su manto. Porque días de venganza son éstos, para que se
cumpla todo lo que está escrito. ¡Ay de las mujeres que estén encintas y
de las que críen en aquellos días de tal tribulación cual no la ha habido
semejante desde el principio de la creación, que Dios creó, hasta ahora,
ni la habrá! Porque vendrá gran necesidad sobre el país y cólera contra
éste pueblo; y caerán al filo de la espada, y serán llevados cautivos a
todas las naciones. Y si no acortara el Señor esos días, no se salvaría
hombre viviente; mas en atención a los elegidos, que se eligió, acortó
esos días el Señor. Y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta
que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.”
6.23 Señales de mi vuelta al mundo.

“Entonces si alguno os dijere: “Mira, aquí está el Mesías”, o “Allí


está”, no lo creáis, porque se levantarán falsos Mesías y falsos profetas
y obrarán y exhibirán grandes señales y portentos, hasta el punto de
ser seducidos, si posible fuera, aun los elegidos. Vosotros estad alerta:
mirad que de antemano os lo he dicho todo. Si os dijesen, pues: “Mirad,
está en el desierto”, no salgáis; “Mirad está en las recámaras”, no lo
creáis. Pues como el relámpago parte del oriente y brilla hasta el
occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre. Donde quiera
esté el cadáver, allá se juntarán las águilas. Y luego, después de la
tribulación de aquellos días, habrá señales en el sol, y la luna y las
estrellas caerán del cielo. Y habrá angustias en las gentes, desatinadas
por el mugido del mar y del oleaje, perdiendo los hombres el sentido por
el terror y la ansiedad de lo que va a sobrevenir al mundo, porque el
ejército de los cielos se tambaleará. Entonces aparecerá la Señal del
Hijo del hombre en el cielo, y se herirán los pechos todas las tribus de la
tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con
grande poderío y majestad. Y enviará a sus ángeles con sonora
trompeta, y congregarán sus elegidos de los cuatro vientos desde un
extremo del cielo hasta el otro extremo.”
6.24 Tiempo de la ruina de Jerusalén.

“Cuando éstas cosas comenzaren a suceder, erguíos y alzad


vuestras cabezas, pues se llega vuestra liberación."
Y les dije ésta parábola:
“Ved la higuera y todos los árboles. Cuando ya sus ramas se ponen
tiernas y las hojas brotan, conocéis que está cerca el verano. Así
también, vosotros, cuando viereis realizarse estas cosas, conoced que

Página 161
Autobiografía de Jesucristo

está cerca, a las puertas, el Reino de Dios. En verdad os digo que no


pasará esta generación sin que todas estas cosas se hayan realizado. El
cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.” 147
6.25 Tiempo de mi segunda venida.

“Lo que toca a aquel día y hora nadie lo sabe, ni los ángeles de los
cielos, ni el Hijo, sino el Padre solo. Porque como en los días de Noé, así
será el advenimiento del Hijo del hombre. Porque como en los días que
precedieron al Diluvio seguían comiendo y bebiendo, casándose ellos y
casando a ellas, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron
cuenta hasta que vino el Diluvio y llevóselos a todos, así será también el
advenimiento del Hijo del hombre.148 Entonces serán dos en el campo:
uno es tomado y uno abandonado; dos que molerán con la muela: una
es tomada y una abandonada.”
6.26 ¡Velad! Parábola del lazo y el ladrón.

“Guardaos, no sea que se apesguen vuestros corazones con la


glotonería y la borrachera y las preocupaciones de la vida, y os saltee
repentino aquel día como lazo; porque sobrevendrá a todos los que
moran por la haz de la tierra. Estad alerta, velad, pues, porque no
sabéis en qué día viene vuestro Señor. Esto sabed, que si el amo de la
casa supiera a qué hora de la noche viene el ladrón, velaría y no dejaría
abrir un boquete en su casa. Por esto también estad prestos, porque a la
hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Velad en todo tiempo
orando, para que logréis escapar de todas estas cosas que van a
suceder, y manteneros en pie en presencia del Hijo del hombre.”
6.27 Los siervos que velan

“Es como un hombre que, emprendiendo un viaje, dejó su casa y lo


puso todo en manos de sus siervos, señalando a cada cual su labor, y al
portero ordenó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo va a
venir el dueño de la casa, si a primeras horas de la noche, o a la media
noche, o al canto del gallo, o a la madrugada, no sea que, llegando de
improviso, os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos digo:
¡Velad! ¿Quién es pues, el siervo fiel y prudente, a quien puso el señor al
147
Esta frase está escrita por San Mateo, San Marcos y San Lucas empleando literalmente las
mismas palabras. Esta frase que es como una sentencia del que las pronuncia, está diciendo en
clave divina que las palabras del Jesús Hombre que oímos se quedan fijas en la eternidad porque
habla con la autoridad de Dios. Todo va a ocurrir como El lo ha dicho y porque El lo ha dicho y esto no
se puede dar en ningún otro ser humano, tenga el poder que tenga. Esto se da solamente en el que
es el Dios de los siglos. Nada es más verdad que la palabra del que es la Palabra de Dios, Dios
mismo hecho Hombre, que habla palabras divinas.
148
Amigo lector, Jesús vendrá otra vez al final del tiempo y lo veremos venir tal cual El lo dice. Seguro
que viene, seguro que lo veremos venir, estemos donde estemos.

Página 162
Autobiografía de Jesucristo

frente de su servidumbre, para que le diese el mantenimiento a su


tiempo? Dichoso el siervo aquel a quien su señor, a su vuelta, hallare
obrando así, en verdad os digo que lo pondrá al frente de toda su
hacienda. Mas si dijere aquel mal siervo en su corazón: “Se tarda mi
señor”, y comenzare a golpear a sus consiervos, y comiere y bebiere con
los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en el día que no aguarda
y a la hora que no conoce, y le partirá por la mitad y le deparará la
misma suerte que los hipócritas: allí será el llanto y el rechinar de
dientes.”
6.28 Las diez vírgenes.

“Entonces se asemejará el Reino de los cielos a diez vírgenes, las


cuales, tomadas sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco
de ellas eran necias y cinco prudentes. Porque las necias, tomadas sus
lámparas, no tomaron aceite consigo; mas las prudentes tomaron
aceite en las alcuzas junto con sus lámparas. Y como se tardase el
esposo, se adormecieron todas y se durmieron. A la media noche
levantóse un clamor: “¡He aquí el esposo, salid al encuentro!”, Entonces
despertáronse todas ellas y aderezaron sus lámparas. Las necias
dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, pues nuestras
lámparas se apagan”. Respondieron las prudentes, diciendo: “No sea
caso que no baste para nosotras y para vosotras; id más bien a los que
vendan y comprad para vosotras”. Mas mientras ellas iban a comprar,
llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas, y
cerrose la puerta. Más tarde vienen también las demás vírgenes,
diciendo: “Señor, Señor, ábrenos”. Mas él, respondiendo, dijo: “En
verdad os digo, no os conozco”. Velad, pues, porque no sabéis el día ni
la hora.”
6.29 Los talentos.

“Porque es así como un hombre que, estando para emprender un


viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes, y a uno le dio cinco
talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su propia capacidad,
y emprendió su viaje. Enseguida se fue el que había recibido los cinco
talentos, negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo, también el que
había recibido los dos ganó otros dos. Mas el que recibió uno se fue,
cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho
tiempo llega el señor de aquellos siervos y ajusta cuenta con ellos. Y
llegándose el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco
talentos, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; mira otros
cinco talentos gané”. Díjole su señor: “Bien, siervo bueno y fiel; en cosas
pocas fuiste fiel, sobre muchas te pondré: entra en el gozo de tu señor”.
Y llegándose también el que había recibido los dos talentos, dijo:

Página 163
Autobiografía de Jesucristo

“Señor, dos talentos me entregaste; mira, otros dos talentos gané”.


Díjole su señor: “Bien, siervo bueno y fiel; en cosas pocas fuiste fiel,
sobre muchas te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Y llegándose
también el que había recibido un talento, dijo: “Señor, conocí que eres
hombre duro, que cosechas donde no sembraste y allegas de donde no
esparciste; y, receloso, me fui y escondí tu talento en la tierra; ahí
tienes lo tuyo”. Y respondiendo su señor, le dijo: “Siervo malo y
haragán, ¿sabías que cosecho donde no siembro y allego donde no
esparcí? Razón, pues, era que tú consignaras mis dineros a los
banqueros, y yo en llegando hubiera recobrado lo mío con intereses.
Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene los diez talentos. Porque a
todo el que tiene se le dará y andará sobrado, mas el que no tiene, aun
lo que tiene le será quitado. Y al siervo desaprovechado arrojadle a las
tinieblas de allá fuera: allí será el llanto y el rechinamiento de los
dientes.”
6.30 El Juicio Final.

“Y cuando viniere en mi gloria y todos mis ángeles Conmigo, me


sentaré en mi trono y serán congregadas en mi presencia todas las
gentes, y las separaré unas de otras, como el pastor separa las ovejas
de los cabritos, y colocaré las ovejas a mi derecha y los cabritos a mi
izquierda. Entonces diré a los de mi derecha: Venid, vosotros los
benditos de mi Padre, entrad en posesión del Reino que os está
preparado desde la creación del mundo; porque tuve hambre y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregrino era, y me
hospedasteis; desnudo, y me vestisteis, enfermé, y me visitasteis; en
prisión estaba, y vinisteis a mí. Entonces me responderán los justos,
diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o
sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos peregrino y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo o en
prisión y fuimos a Ti?” Y Yo les diré: En verdad os digo, cuanto hicisteis
con uno de éstos mis hermanos más pequeñuelos, Conmigo lo hicisteis.
Entonces diré también a los de mi izquierda: Apartaos de mí, vosotros
los malditos, al fuego eterno, que preparó mi Padre para el diablo y sus
ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no
me disteis de beber; peregrino era, y no me hospedasteis; desnudo, y no
me vestisteis; enfermo y en prisión y no me visitasteis. Entonces
responderán también ellos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o
sediento, o peregrino o desnudo, o enfermo o en prisión, y no te
asistimos?” Entonces les responderé diciendo: En verdad os digo:
cuanto dejasteis de hacer con uno de éstos más pequeñuelos, también
Conmigo lo dejasteis de hacer. E irán éstos al tormento eterno; mas los

Página 164
Autobiografía de Jesucristo

justos, a la vida eterna.”149


Dormíamos en el monte de los Olivos y de madrugada la gente del pueblo venía
al Templo para escucharme.

Día cuarto de la semana, 13 de Nisán

6.31 Reunión del Sanhedrín y traición de Judas.

Se celebraba de allí a dos días la fiesta de los ázimos, llamada Pascua. Y dando
por terminado todos éstos razonamientos les dije a mis discípulos:
“Sabéis que de aquí a dos días será la Pascua, y el Hijo del hombre
será entregado para ser crucificado.”
Entonces se congregaron los príncipes de los sacerdotes y los escribas y los
ancianos del pueblo en el atrio del príncipe de los sacerdotes que se llamaba Caifás, y
acordaron apoderarse de mí con astucia y matarme. Mas decían: “No en la Fiesta”;
porque temían se produjese un tumulto en el pueblo. Y en éste mismo día entró
Satanás en Judas, apellidado Iscariote, uno de mis Doce Apóstoles; y se fue a hablar
con los príncipes de los sacerdotes y con los jefes de la policía, sobre cómo me
entregaría; y les dijo:
“¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?”
Oído esto, se alegraron, y se concertaron en que le darían treinta siclos. Y se
comprometió. Y desde entonces buscaba ocasión propicia de entregarme sin tumulto.

CAPITULO VII ÚLTIMA CENA


Día quinto de la semana, 14 de Nisán

7.01 Preparación de la Cena Pascual y comienzo de la misma.

Y el día primero de los ázimos, cuando sacrificaban la Pascua, se llegaron mis


discípulos, diciendo:
“¿Dónde quieres te preparemos lo necesario para cenar la Pascua?”
Y envié a dos de mis discípulos, Pedro y Juan, diciéndoles:
“Id a la ciudad y cuando entréis en ella os saldrá al encuentro un
149
El Juicio Final es un acto en el que creo sin lugar a dudas. Amigo lector, se consumará en el
tiempo o más allá del tiempo tal y como lo conocemos, pero es absolutamente cierto que se cuenta
con nuestra participación. No seremos espectadores, formamos parte de este drama que se va a
ejecutar al final del tiempo del hombre. Y ¿de qué se nos va a juzgar?, pues está claro, se nos
juzgará de amor, de todos nuestros pensamientos, palabras y obras con los que ejercimos el amor al
prójimo. Nos examinamos de amor, amigo mío, y precisamente saldrán a nuestro encuentro todos
aquellos con los que lo ejercimos dándonos cuenta y sin darnos cuenta. También saldrán a nuestro
encuentro aquellos a los que los hombres no perdonaron y esto puede ser más que patético para el
que no perdonó y el no perdonado. El sacrificio ordinario del ordinario vivir cumpliendo con el
ordinario deber según el estado de cada uno, es una fortuna acumulada día a día de toda una
existencia. Al marido se le juzgará como marido, a la esposa como esposa, al padre como padre, a la
madre como madre, al hijo como hijo…….Seremos juzgados por nuestro trabajo, por nuestro
descanso, por nuestros actos buenos y por nuestros actos malos. En último término un incontable
número de almas nos beneficiaremos, como así Dios quiere, de la eterna Misericordia de un Padre
que nos ha esperado a la hora oportuna, a nuestra mejor hora para llevarnos con El.

Página 165
Autobiografía de Jesucristo

hombre, llevando un cántaro de agua; id tras él hasta la casa en que


entre, y decid al amo de la casa: “El Maestro dice: Mi tiempo está
cerca: ¿Dónde está la estancia donde coma la Pascua con mis
discípulos?” Y él os mostrará una sala superior, grande, provista de
mesas y divanes; allí preparad lo necesario.”
Y salieron Pedro y Juan y lo hallaron todo como Yo les había dicho; e hicieron lo
que les ordené y prepararon la Pascua. Llegado el atardecer, vine con los Doce, y
cuando fue la hora, me puse a la mesa junto con ellos. Y les dije:
“Con gran deseo deseé comer esta Pascua con vosotros antes de
padecer. Porque os digo que no la comeré ya más hasta que tenga su
cumplimiento en el Reino de Dios.”
Tomé un cáliz y habiendo dado gracias, dije:
“Tomadle y distribuidle entre vosotros. Porque os digo que a partir
de ahora no beberé del fruto de la vid hasta que venga el Reino de
Dios.”
7.02 Contienda entre mis Apóstoles.

Y se suscitó entre mis discípulos una rivalidad sobre quién de ellos era
considerado como el mayor. Mas Yo les dije:
“Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que
ejercen el mando sobre ellas son apellidados bienhechores. Mas
vosotros no así; antes bien, el mayor entre vosotros hágase como el
menor; y el que manda como el que sirve. Pues ¿quién es mayor: el que
está sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es verdad que el que está
sentado a la mesa? Mas Yo en medio de vosotros estoy como el que
sirve; y vosotros sois los que habéis perseverado Conmigo en mis
pruebas; y Yo dispongo a favor vuestro, como dispuso a mi favor mi
Padre, un Reino, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino, y os
sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” 150
7.03 Lavo los pies a mis discípulos.

…Mañana ya sería la fiesta grande de los judíos, la Pascua. Y sabiendo que ya era
llegada mi hora de pasar de este mundo al Padre, como hubiese amado a los míos que
151
estaban en el mundo, los amé hasta el extremo. Y durante la Cena como ya el
diablo hubiese puesto en el corazón a Judas, hijo de Simón Iscariote, que me
entregase, sabiendo que todas las cosas las entregó el Padre en mis manos y que de
Dios salí y a Dios volvía, me levanté de la mesa y dejando los vestidos, tomé un lienzo
y me lo ceñí. Luego eché agua en un barreño y comencé a lavar los pies a mis

150
Quien perseverare durante toda una vida, con sus gozos y penas, al servicio del Rey de reyes tiene
asegurado la posesión de un trono para ser coronado como rey. Este es el último destino del
cristiano, ser rey con el Rey del Universo.
151
San Juan no encontrará otra palabra que defina mejor el amor de Cristo por los suyos. Decir que
“los amó hasta el extremo”, es decir que “los amó con locura”.

Página 166
Autobiografía de Jesucristo
152
discípulos y enjugarlos con el lienzo con que estaba ceñido. Llego, pues, a Simón
Pedro y díjome éste:
“Señor, ¿Tú a mí me lavas los pies?”

Le respondí:
“Lo que Yo hago tú no lo sabes ahora, mas lo entenderás después.”
Díjome Pedro:

152
¿Quién me dará mayor ejemplo de humildad?, de esta virtud que tanto necesito. ¿Qué me pedirás,
Jesús de mi alma, que me resista a darte?

Página 167
Autobiografía de Jesucristo
“No lavarás mis pies nunca jamás.”
Respondí:
“Si no te lavo no tienes parte Conmigo.”
Contestó:
“Señor, no mis pies solamente, sino también las manos y la cabeza."
Mas Yo le dije:
“El que se ha bañado no necesita lavarse sino los pies; antes bien
está limpio todo. Y vosotros limpios estáis, aunque no todos.”
Esto dije porque conocía al que me entregaba; por esto dije: “No todos estáis
limpios”. Habiendo, pues, terminado de lavarle los pies, tomé mis vestiduras y,
puesto de nuevo a la mesa, les dije
“¿Entendéis qué es lo que he hecho con vosotros? Vosotros me
llamáis “El Maestro” y “El Señor”, decís bien, pues lo soy. Si, pues, os
lavé los pies, Yo, el Señor y el Maestro, también vosotros debéis unos a
otros lavaros los pies. Porque ejemplo os di, para que como Yo hice con
vosotros, así vosotros lo hagáis. En verdad, en verdad os digo: no es el
siervo mayor que su señor, ni el enviado mayor que el que lo envió. Si
esto sabéis, bienaventurados sois si lo hiciereis.”153
7.04 Judas es descubierto.

No de todos vosotros lo digo: Yo sé a quienes me escogí; mas se


había de cumplir la Escritura: “El que come mi pan, levantó contra mí
su calcañar”. Desde ahora os lo digo, antes de que suceda, para que
cuando sucediere, creáis que Yo soy. En verdad, en verdad os digo:
quien recibe a quien Yo envío, a mí me recibe; y quien a mí me recibe,
recibe al que me envió.”
154
En diciendo esto sentí conturbarme en mi Espíritu y declaré:
“En verdad, en verdad os digo, que uno de vosotros, el que come
Conmigo, me entregará: la mano del que me entrega está Conmigo
sobre la mesa.”
Mis discípulos se entristecieron sobremanera y comenzaron a decir uno por
uno:
“¿Por ventura soy yo, Señor?”
Les respondí:
“Uno de los Doce, el que metió Conmigo la mano en el plato, éste me
entregará. El Hijo del hombre se va, según lo que está decretado y
153
Bienaventurado, que es lo mismo que decir elegido de Dios, si entendemos que cualquier hombre
es hijo del mismo Dios a quien yo llamo “Padre mío”. Bienaventurado quien quiere para los demás lo
que quiere para sí.
154
Cristo se conturba, se emociona y se esfuerza para no llorar porque uno de sus más queridos
amigos le va a entregar. Ambos los saben. En el Corazón de Uno habita la pena, en el del otro la
malicia suprema.

Página 168
Autobiografía de Jesucristo

escrito de El: mas ¡ay de aquel hombre por cuyas manos el Hijo del
hombre es entregado! Mejor le fuera a aquel hombre si no hubiera
nacido.”155
Se miraban unos a otros perplejos por no saber de quien lo decía, y comenzaron
a discutir unos con otros sobre quién era de ellos el que me entregara. Recostado
estaba en mi seno Juan, el discípulo a quien Yo tanto amaba, y hácele señas Simón
Pedro para que me preguntase de quién se trataba. Juan dejándose caer
confiadamente sobre mi pecho, me dijo:
“Señor, ¿quién es?”
Le dije:
“Aquel a quien daré el bocado que voy a mojar.”
Mojando, pues, el bocado lo di a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y tras el bocado,
en el mismo instante entró en él Satanás. Respondiendo Judas, dijo:
“¿Soy yo tal vez, Rabí?”
Le contesté:
“Tú lo has dicho. Lo que vas a hacer, date prisa en hacerlo.”
Los que estaban en la mesa no entendieron por qué se lo dije; pues pensaban
algunos que como Judas guardaba la bolsa, le decía Yo:
“Compra las cosas que tenemos necesidad para la fiesta”, o que diera algo a los
pobres. En habiendo, pues, tomado el bocado, se salió él inmediatamente. Era ya de
noche.
7.05 La Eucaristía.

Esta era la noche en que iba a ser entregado. Comiendo con mis discípulos,
tomé un pan y habiendo pronunciado la bendición y dando gracias, lo partí y se lo di
a mis discípulos, diciendo:
“Tomad, comed: éste es mi cuerpo, que por vosotros es
entregado; haced esto en memoria de mí.”
Y asimismo habiendo tomado el cáliz, después de haber cenado, habiendo dado
gracias, se lo di diciendo:
“Bebed de él todos, porque ésta es mi sangre del Nuevo
Testamento, que por vosotros y por muchos es derramada,
para remisión de los pecados. Haced esto, cuantas veces

155
Amigo lector, sobre esta afirmación de Cristo hago la reflexión de lo que supone no tener la
oportunidad de nacer. Dios concede la vida como un don supremo, un don sagrado a no disfrutar si
por vivirla se llega al mayor pecado posible en un hombre, el pecado de Judas. Fuera de esto, la vida
se la merece hasta el más perverso de los hombres, porque por grande que sea la miseria humana
mayor es la Misericordia divina. ¿Qué demandará Dios a la mujer que, voluntariamente, suspende la
vida del ser humano que lleva en sus entrañas? ¿Qué demandará Dios al facultativo que interviene
en este nefando crimen? ¿Qué demandará Dios al estadista que promueve leyes para privar a un
incipiente hijo de Dios de la plenitud de su ser? ¿Qué demandará Dios a una sociedad empapada de
la sangre de mártires no nacidos? Oirán, con eterna desesperación, los gritos que estos seres
humanos profieren al ser succionados del vientre de la madre que no les quiere, oirán,
permanentemente, los lamentos del dolor de su muerte y abandono en un contenedor de basura.
Para mí no hay otro pecado mayor, porque se tortura hasta la muerte a un ser indefenso, empleando
la premeditación y alevosía de que es capaz una inteligencia humana manifiestamente perversa. No

Página 169
Autobiografía de Jesucristo

bebiereis, en memoria de mí.”156


Y bebieron de él todos.

7.06 El Nuevo Mandamiento.

Cuando ya Judas había salido, emocionado, les dije a mis discípulos:

es merecedor de la vida eterna quien, interrumpiendo con conocimiento de causa, el desarrollo


integral de un ser humano, le impide consumar la felicidad a la que estaba destinado.
156
Veo y gusto el pan y el vino, y a su vez oigo las palabras de quien dice que eso que veo y gusto, el
pan y el vino, es su Cuerpo y su Sangre. Miro al rostro de quien ha pronunciado estas palabras y me
encuentro con el rostro de mi Dios. Jesús manifiesta con solemnidad divina que debo comerlo y
beberlo en la forma y verdad que puedo hacerlo, cuando El, que es Dios, hace posible que este pan y
este vino sean verdadera, real y sustancialmente, su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Toda
la Fe que necesito para creer me ha sido dada con abundancia, colmadamente. En mi mano está
tener la voluntad y disposición para ejercerla con el supremo amor con el que Cristo me lo demanda..

Página 170
Autobiografía de Jesucristo

“Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido


glorificado en El. Si Dios ha sido glorificado en El, Dios, a su vez, le
glorificará en Sí, y presto le glorificará. Hijuelos, ya poco tiempo estoy
con vosotros. Me buscaréis, y como dije a los judíos que “a donde Yo
voy, vosotros no podéis venir”, también a vosotros os lo digo ahora. Un
nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros; como Yo os he
amado, que también vosotros os améis mutuamente. 157 En eso
conocerán todos que sois discípulos míos, si os tuviereis amor unos a
otros.”
7.07 Predicción de las negaciones de Pedro.

Díjome Simón Pedro:


“Señor, ¿adónde vas?”
Le respondí:
“A donde Yo voy no puedes ahora seguirme, pero me seguirás más
tarde.”
Dijo Pedro:
“Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Mi vida daré por Ti.”
Respondí:
“¿Tu vida por mí darás? En verdad, en verdad te digo, todos
vosotros os escandalizaréis en mí esta noche; porque escrito está:
“Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño”. Mas después
que hubiere resucitado, iré antes que vosotros a Galilea.”
Volvió a tomar la palabra Pedro, diciendo:
“Aun cuando todos se escandalicen en Ti, yo nunca jamás me escandalizaré.”
Le dije:
“En verdad te digo, Pedro, que tú, hoy, en esta noche, antes de
cantar el gallo dos veces, tres veces me negarás. 158 Simón, Simón, mira,
Satanás os reclamó para zarandearos como el trigo; pero Yo rogué por
ti, que no desfallezca tu fe, y tú un día, vuelto sobre ti, conforta a tus
hermanos.”
Mas él, con sobrada porfía, decía:
“Señor, Contigo pronto estoy a ir aun a la cárcel y a la muerte. Aunque me
viere en trance de morir Contigo, no seré yo quien te niegue.”

157
El amor es el bello distintivo con el que se reconoce a un cristiano. Amar como El ha amado
debería ser el noble anhelo de un corazón que se sabe esclavo de Cristo, nuestro modelo. En el
ejercicio de la vida tendremos ocasión de experimentar lo poco que se cumple este mandato divino.
¿Quién puede amar como ama Cristo? Y sin embargo se nos requiere para que así sea en este pasar
por el mundo haciendo todo el bien posible. Al menos hemos de querer querer cumplir este
mandamiento del Amor a pesar de nuestras miserias.
158
Su más apasionado amigo, el que es reconocido como cabeza de la incipiente Iglesia, le va a
negar. El que está dispuesto a dar la vida por su Maestro afirmará con “contundente debilidad” que
no le conoce. Nadie puede juzgar al bendito Pedro porque nadie está libre de cobardías aún
mayores. Sorprende con qué exactitud conoce Cristo los hechos que van a ocurrir antes de que
ocurran. ¿Quién es Jesús?

Página 171
Autobiografía de Jesucristo
Y otro tanto decían también todos mis discípulos. Mas Yo les dije:
“Cuando os envié sin bolsa, alforja y sandalias, ¿acaso os faltó
algo?”
Ellos dijeron:
“Nada.”
Y les dije:
“Mas ahora quien tenga bolsa tómela; asimismo también alforja; y
quien no tenga espada, venda su manto y cómprese una. Porque os digo
que tiene que cumplirse en mí esto que está escrito: “Y fue contado entre
los delincuentes”. Pues lo que a mí se refiere, toca a su fin."
Ellos dijeron:
“Señor, mira, hay aquí dos espadas.”
Les dije:
“¡Basta ya!”
7.08 ¡Volveré! Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

“No se conturbe vuestro corazón. ¿Creéis en Dios? También en mí


creed. En la casa de mi Padre hay muchas moradas: de no ser así, os lo
hubiere dicho; pues voy a prepararos lugar. Y si me fuere y os
preparare lugar, otra vez vuelvo y os tomaré Conmigo, para que donde
Yo estoy estéis también vosotros. Y adónde Yo voy, ya sabéis el
camino.”
Díceme Tomás:
“Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”
Le contesté:
“Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino
por mí. Si me habéis conocido, también a mi Padre conoceréis; y ya
desde ahora le conocéis y le habéis visto.”159
Díceme Felipe:
“Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.”
Le dije:
“Tanto tiempo estoy con vosotros, ¿y no me has conocido, Felipe?
Quien me ha visto, ha visto al Padre: ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al
159
Conocer a Cristo es conocer al Padre, ver a Cristo es ver al Padre. Llegar hasta el Padre solo es
posible a través de Cristo. Cristo es el único Camino, la única Verdad, la única Vida. Todas las
palabras de Cristo son palabras de Dios, están avaladas por sus obras. Ya, a la altura en la que
estamos de la lectura de esta Autobiografía, no se pude poner a prueba la razón, porque la evidencia
de que estamos ante un Ser singular no es cuestionable. Ahora, el siguiente paso, es reflexionar
sobre un misterio que transciende a la mente humana. Estamos contemplando y oyendo palabras
pronunciadas por boca humana que dicen verdades divinas, palabras en la boca de Cristo que
expresan con meridiana claridad una verdad palmaria, su Padre es Dios y Él, que contemplamos
Hombre, manifiesta que Ambos son dos Personas distintas pero tienen una sola Naturaleza. Con el
Espíritu son un solo Dios. Cristo se me muestra como Hombre, mis sentidos lo reconocen con
naturaleza humana, pero mi Fe, sin dejar de contemplar a un Hombre como yo, contempla a su vez
un Ser divino, mi único Dios, el Autor de la vida que me concede vivir, mi último destino, la razón que
justifica mi existencia en su existir.

Página 172
Autobiografía de Jesucristo

Padre”? ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí? Las
palabras que Yo os hablo, de mí mismo no las hablo, mas el Padre que
en mí mora, El hace sus obras. Creedme, que Yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí; y si no, por las obras mismas creedlo.”
7.09 Frutos de la Fe. Otro Consolador. No os dejaré huérfanos.

“En verdad, en verdad os digo: Quien cree en mí, las obras que Yo
hago, también él las hará, y mayores que éstas hará, porque Yo voy al
Padre. Y cualquier cosa que pidiereis en mi Nombre, eso haré, para que
sea glorificado el Padre en el Hijo. Si algo pidiereis en mi Nombre, Yo lo
haré. Si me amareis, guardaréis mis mandamientos; y Yo rogaré al
Padre, y os dará otro Valedor que esté con vosotros perpetuamente: el
Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni
conoce; vosotros le conocéis, pues a vuestro lado permanece y en
vosotros está. No os dejaré huérfanos; vuelvo a vosotros. Todavía un
poco, y el mundo ya más no me ve; pero vosotros me veréis, porque Yo
vivo y vosotros viviréis. En aquel día conoceréis vosotros que Yo estoy
en mi Padre, y vosotros en mí y Yo en vosotros. Quien tiene mis
mandamientos y los guarda, éste es el que me ama; y quien me ama,
será amado de mi Padre, y Yo también le amaré y me manifestaré a
él.”160
Díjome Judas, no el Iscariote:
“Señor, ¿y qué ha pasado, que vas a manifestarte a nosotros y no al mundo?”
Le respondí:
“Si alguno me amare, guardará mi palabra, y mi Padre le amará,
y a él vendremos y en él haremos mansión. 161 Quien no me ama no
guarda mis palabras. Y la palabra que oís no es mía, sino del Padre,
que me ha enviado.”
7.10 Vuelvo a prometerles el Consolador.

“Estas cosas os he hablado estando con vosotros; mas el Paráclito,


el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi Nombre, El os enseñará
todas las cosas que os dije Yo. La Paz os dejo, la Paz mía os doy. 162 No
160
Amigo lector, el mundo no puede entender estas palabras, sin embargo en ellas está la suprema
felicidad a la que aspira el hombre de todos los tiempos. Creer en Cristo es estar en disposición de
hacer las mismas obras que El hace, es asegurar que, en su Nombre, todo lo bueno que pidamos al
Padre nos será dado. Creer en Jesucristo es ser destinatario del Espíritu que vive en cada cristiano
para hacerle feliz con la íntima revelación de una verdad singular y bienaventurada, la hermosa
verdad de que Cristo está en el Padre, que nosotros estamos en Cristo y Cristo en nosotros. En el
amor contemplaremos a Jesús ya en esta vida.
161
Guardar la palabra de Cristo y vivir en consecuencia de este amor que decimos profesar, supone
ser habitáculo de la divinidad. El Dios que no cabe en el universo se digna habitar, con toda su
plenitud, en el alma y en el cuerpo de una criatura que ama a su Creador, a su Redentor.
162
El Espíritu del Padre y del Hijo, que habita en nuestra alma, si así lo queremos, nos enseñará la
ciencia de Cristo, este conocer al Autor de la Vida que es también el Autor de la Paz, de la verdadera

Página 173
Autobiografía de Jesucristo

se conturbe vuestro corazón, ni se acobarde. Oísteis que Yo os dije: “Me


voy y volveré a vosotros”. Si me amaseis, os holgaríais de que voy al
Padre, pues el Padre es mayor que Yo. Y ahora os lo he dicho antes de
que suceda, para que, cuando sucediere, creáis. Ya no hablaré muchas
cosas con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo; mas en mí
no tiene nada; pero menester es conozca el mundo que amo al Padre, y
que, como me lo mandó el Padre, así lo hago. Levantaos, vamos de
aquí.”
Y cantando los himnos, salimos al monte de los Olivos.

7.11 La Vid y los sarmientos.

En el camino dije a mis discípulos:


“Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo
sarmiento que en mí no lleva fruto, lo arranca; y todo el que lleva fruto,
lo poda, para que lleve fruto más copioso. Ya vosotros estáis limpios, en
virtud de la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y Yo
vosotros. Como el sarmiento no puede llevar fruto en sí mismo si no
permaneciere en la cepa, así tampoco vosotros, si no permaneciereis en
mí. Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en mí y Yo
en él, éste lleva fruto abundante, porque fuera de mí nada podéis hacer.
Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera como el sarmiento y se
seca; y los recogen y arrojan al fuego, y arden. Si permaneciereis en
mí, y mis palabras permanecieren en vosotros, cuanto quisiereis
pedidlo, y lo obtendréis. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis
fruto abundante; con eso seréis discípulos míos. Como me amó el Padre,
también Yo os amé; permaneced en mi amor. Si mis mandamientos
guardareis, permaneceréis en mi amor; como Yo he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os
he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea
cumplido.”163
7.12 El Mandamiento del amor fraterno.

“Este es el mandamiento mío: Que os améis unos a otros, así como


os amé. Mayor amor que éste nadie le tiene: que dar uno la vida por sus
amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciereis lo que Yo os mando. Ya
no os llamo siervos, pues el siervo no sabe lo que hace su señor; mas a
vosotros os he llamado amigos, pues todas las cosas que de mi Padre oí
os las di a conocer. No me escogisteis vosotros a mí, antes Yo os escogí a

Paz.
163
¿Quién no entiende éstas palabras? Conocer a Cristo, amarle, es vivir de El, en El, con Él y para
Él. ¿Quién puede meditar estas palabras y no rendirle el corazón a Jesucristo? ¿Por qué la Luz, la
Verdad y la Vida que son estas mismas palabras no son aceptadas por el mundo? ¡Qué misterio de
ingratitud se da en el hombre!

Página 174
Autobiografía de Jesucristo

vosotros,164 y os destiné para que vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto


permanezca, para que cuanto pidáis al Padre en Nombre mío, os lo de.
Esto os mando: Que os améis los unos a los otros.”165
7.13 Odio del mundo contra mí y mis discípulos.

“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido


primero que a vosotros. Si del mundo fuerais, el mundo amaría lo que
es suyo; mas pues no sois del mundo, sino que Yo os entresaqué del
mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra que os
dije: “No es el siervo mayor que su señor”. Si a mí me persiguieron,
también a vosotros os perseguirán; si mi palabra guardaron, también
la vuestra guardarán. Mas todas esas cosas harán con vosotros a causa
de mi Nombre, porque no conocen al que me envió. Si Yo no viniera y
les hablara, no tuvieran pecado; mas ahora no tienen excusa de su
pecado. Quien a mí me aborrece, también aborrece a mi Padre. Si no
hubiera Yo hecho entre ellos obras cuales ningún otro hizo, no tuvieran
pecado; mas ahora las han visto, y han aborrecido así a mí como a mi
Padre. Mas había de cumplirse la palabra escrita en su Ley: “Me
aborrecieron sin motivo”. Mas cuando viniere el Paráclito, que Yo os
enviaré de cabe el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del
Padre, El dará testimonio de mí. Y vosotros también sois testigos, ya
que desde el principio estáis Conmigo. Estas cosas os he hablado por
que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas; más aún, llega
hora en que todo aquel que os matare piense rendir culto a Dios. Y esto
harán, porque no conocieron al Padre ni a mí. Pero estas cosas os he
hablado para que, cuando llegare su hora, os acordéis de ellas que Yo
os las dije. Y no os las dije desde un principio, dado que estaba con
vosotros.”
7.14 Acción del Espíritu Santo.

“Mas ahora voy al que me envió, y ya ninguno de vosotros me


pregunta: ¿Adónde vas? Antes, por haberos Yo dicho estas cosas, la
tristeza ha llenado vuestros corazones. Pero Yo os digo la verdad: os
cumple que Yo me vaya: porque si no me fuere, el Paráclito no vendrá
a vosotros, mas si me fuere, os lo enviaré. Y El, cuando viniere,
convencerá al mundo cuanto al pecado, cuanto a la justicia y cuanto al
juicio. Cuanto al pecado, por razón de que no creen en mí; cuanto a la
justicia, porque me voy al Padre y ya no me veis; y cuanto a juicio,
164
Dios lleva la iniciativa. Dios se escoge al hombre al que le va a demandar amor sobre todo amor
posible. El hombre no escoge a Dios, pero el hombre sí puede despreciar este privilegio inaudito.
Dios mendiga el amor del hombre, y el hombre se lo puede negar. ¿Hay mayor misterio que éste?
165
Dios es Amor y este es su mandamiento supremo: amar, amar con toda el alma al Creador y a lo
creado, amar a los hijos de mi Padre como a mí mismo me amo.

Página 175
Autobiografía de Jesucristo

porque el príncipe de éste mundo ha sido juzgado. Todavía muchas


cosas tengo que deciros, mas no las podéis sobrellevar ahora; mas
cuando viniere El, el Espíritu de la Verdad, os guiará en el camino de la
verdad integral. Pues no hablará de Sí mismo, sino lo que oyere, eso
hablará, y os dará a conocer lo porvenir. El me glorificará, porque
recibirá de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre,
166
mío es; por eso dije que recibe de lo mío y os lo dará a conocer.”
7.15 “Otra vez me veréis.”

“Un poquito y ya no me veis; y otro poquito, y me veréis.”


Dijeron, pues, entre sí algunos de mis discípulos:
“¿Qué será eso que nos dice: “Un poquito, y no me veis; y otro poquito, y me
veréis, y “Me voy al Padre”? No entendemos lo que dice.”
Conocí que tenían ganas de preguntarme y les dije:
“Andáis averiguando unos con otros sobre esto que os dije: “Un
poquito, y no me veis; y otro poquito y me veréis”. En verdad, en
verdad os digo que vosotros lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se
regocijará; vosotros os acongojaréis, pero vuestra congoja se tornará
en gozo. La mujer cuando está de parto, tiene congoja, pues llegó su
hora; mas cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto,
por el gozo de que nació un hombre al mundo. Pues así también
vosotros, ahora cierto tenéis congoja; mas otra vez os veré, y se gozará
vuestro corazón, y vuestro gozo nadie os lo quita. Y en aquel día no me
preguntaréis cosa alguna. En verdad en verdad os digo: si alguna
cosa pidiereis al Padre, os lo concederá en Nombre mío. Hasta
ahora no habéis pedido cosa alguna en Nombre mío. Pedid y recibiréis,
porque vuestro gozo sea cumplido.”167
7.16 Conclusión.

“Estas cosas os he hablado en parábolas; llega la hora en que ya no


os hablaré en parábolas, sino que declaradamente os daré nuevas
acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi Nombre, y no os digo que
Yo rogaré al Padre por vosotros, puesto que el Padre, El mismo, os
166
Cristo se va y además dice que conviene que El se marche para que pueda venir Otro al que llama
Paráclito, Espíritu de la Verdad. ¿A dónde va Cristo y de dónde viene esta Persona? Cristo va al
Padre y este “Desconocido” viene del Padre y guiará a los que tengan Fe, susurrando al oído del
alma las palabras de Cristo, estas mismas palabras que hemos leído en esta Autobiografía. Cristo no
se va a un lugar, tampoco esta Persona, que será enviada por El, viene de un lugar, esta ubicación de
Personas no ha de entenderse en clave de espacio y tiempo porque en Dios no hay dimensiones.
167
Lo que se pidiere en nombre de Jesucristo no será negado por el Padre. Para pedir en el nombre
del Hijo de Dios hay que disponer el alma y suplicar, precisamente al Espíritu que la vive y la inspira,
saber qué pedir, cómo pedirlo y cuando pedirlo, porque de seguro que siendo así, lo pedido será
realidad en la medida de la Fe con que se pida. Amigo lector, creamos esta sagrada verdad con la
que Cristo nos provoca la Fe porque su palabra ni se engaña ni nos engaña, es tan verdad como la
Verdad que El mismo dice ser.

Página 176
Autobiografía de Jesucristo

ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que Yo de Dios


salí. Salí del Padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y me
voy al Padre.”168
Dijéronme mis discípulos:
“Ahora sí que hablas abiertamente y no dices ninguna parábola. Ahora
conocemos que lo sabes todo y no tienes necesidad de que nadie te pregunte: en esto
creemos que saliste de Dios.”
Les dije:
“¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora -y ya ha llegado- en que os
dispersaréis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Mas no estoy
solo, pues el Padre está Conmigo. Estas cosas os he hablado para que en
mí tengáis Paz. En el mundo tendréis apretura; mas tened buen ánimo,
Yo he vencido al mundo.”
ORACION SACERDOTAL
7.17 Ruego por mí.

Estas cosas hablé, y alzando los ojos al cielo, dije:


“Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te
glorifique a Ti; según que le diste el señorío sobre toda carne, para que
a todos los que les has dado, a éstos de vida eterna. Y esta es la vida
eterna: que te conozcan a Ti, el solo Dios verdadero, y a quien enviaste,
Jesucristo. Yo te glorifiqué sobre la tierra, consumando la obra que Tú
me has encomendado hacer; y ahora glorifícame Tú, Padre, cabe Ti
mismo con la gloria que cabe Ti Yo tenía antes que el mundo fuese.”

7.18 Ruego por mis discípulos.

“Manifesté tu Nombre a los hombres que me diste del mundo,


Tuyos eran, y Tú me los diste; y tu palabra han guardado. Ahora han
conocido que todo cuanto me has dado, de Ti viene: pues las palabras
que me confiaste, Yo las he comunicado a ellos, y ellos las recibieron, y
conocieron verdaderamente que de Ti salí, y creyeron que Tú me
enviaste. Por ellos Yo ruego: no por el mundo ruego, sino por aquellos
que me has encomendado,169 pues tuyos son, y mis cosas todas tuyas
168
Cristo, como venimos diciendo, no viene de un lugar, viene del Padre y el Padre es una Persona.
Viene a este mundo y como Hombre le hemos visto, le hemos tocado, le hemos oído. Dejará el
mundo, que sí es un lugar, y volverá a su Padre. En el Padre estaba como Dios antes de hacerse
Hombre y cuando se hizo Hombre no dejó de ser Dios. Ahora está en el Padre, que no es un lugar,
como Dios y como Hombre. Amigo lector, tú y yo ¿iremos al Padre como Cristo se ha ido?
169
Cristo ruega por los hombres que su Padre le ha dado. No ruega por todos los hombres que
vengan a ser en este mundo, por lo menos de manera expresa. Para estos hombres escogidos, el
Hijo de Dios demanda a su Padre la protección, para que todos estos elegidos sean uno así como El
y su Padre son Uno. Todas y cada una de las palabras de Cristo son las palabras que el Padre le
mandó comunicar a los hombres y entiendo, amigo lector, que no es ningún atrevimiento confirmarte

Página 177
Autobiografía de Jesucristo

son, y las tuyas mías; y he sido glorificado en ellos. Y desde ahora no


estoy en el mundo, y éstos quedan en el mundo, y Yo voy a Ti. Padre
Santo, guárdalos en tu Nombre éstos que Tú me has dado, para que
sean uno como Nosotros. Cuando estaba con ellos, Yo los guardaba en
tu Nombre; a los que me has dado los custodié; y ninguno de ellos
pereció, sino el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpla.
Mas ahora voy a Ti y digo estas cosas estando en el mundo para que
tengan mi gozo cumplido dentro de sí. Yo les he comunicado tu palabra,
y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como ni Yo soy del
mundo. No pido que los saques del mundo, sino que los preserves del
Malo. No son del mundo, como ni Yo soy del mundo. Conságralos en la
verdad: Tu palabra es verdad. Como Tú me enviaste al mundo, Yo
también los envié al mundo. Y por ellos me consagro a mí mismo, para
que ellos también sean consagrados en la verdad.”
7.19 Ruego por mi Iglesia futura.

“No ruego por éstos solamente sino también por los que crean en
mí por medio de su palabra; que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí
y Yo en Ti, que también ellos en Nosotros sean uno, para que el mundo
crea que Tú me enviaste. Y Yo les he comunicado la gloria que Tú me
has dado, para que sean uno como Nosotros somos Uno. Yo en ellos y
Tú en mí, para que sean consumados en la unidad: para que conozca el
mundo que Tú me enviaste y les amaste a ellos como me amaste a mí.
Padre, los que me has dado, quiero que, donde estoy Yo, también ellos
estén Conmigo, para que contemplen mi gloria que me has dado,
porque me amaste antes de la creación del mundo. Padre Justo; y el
mundo no te conoció. Mas Yo te conocí; y éstos también conocieron que
Tú me enviaste. Y Yo les manifesté tu Nombre, y se lo manifestaré.
Para que el amor con que me amaste sea en ellos, ¡y Yo en ellos!”170

CONSUMACION DE LA VOLUNTAD DE MI PADRE


CAPITULO VIII

8.01 En el huerto de Getsemaní.

Y llegamos a la otra parte del torrente Cedrón, en el monte de los Olivos, a una
granja llamada Getsemaní, donde había un huerto en el cual entramos mis discípulos
y Yo. También Judas, el que me entregaba, sabía aquel lugar, puesto que muchas
veces nos reuníamos allí. Y les dije a mis discípulos.
“Sentaos aquí mientras voy allá para orar. Orad, para que no
que estas palabras son las mismas que vienes leyendo en esta Autobiografía.
170
Esto está escrito para nosotros, para los hombres y mujeres de mi tiempo, para todas las
generaciones posibles.

Página 178
Autobiografía de Jesucristo

entréis en tentación.”
Vinieron Conmigo Pedro y los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. Me invadió la
tristeza y comencé a sentir espanto y abatimiento. Entonces les dije:
“Triste sobremanera está mi alma hasta la muerte: quedad aquí y
velad Conmigo.”
Arrancándome de ellos, me aparté a la distancia como de un tiro de piedra, y
puestas las rodillas, caí con mi rostro sobre tierra, y oraba diciendo:

“Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; Padre mío, si es


posible, si quieres, pase de mí este cáliz; mas no se haga como Yo
quiero, sino como quieres Tú, no se haga mi voluntad sino la Tuya.” 171
171
En virtud de su divinidad, el conocimiento pretérito de los infames hechos que se le vienen encima
a Cristo, pone a prueba la naturaleza humana de un Hombre que tiene sentimientos como tú y como
yo, amigo lector. De cara al final de su vida en este mundo, el que se nos ha mostrado como Dios se
manifiesta con patética evidencia que es Hombre y Hombre que no quiere sufrir. Bien conoce como

Página 179
Autobiografía de Jesucristo
Vine a mis discípulos y los hallé durmiendo y le dije a Pedro:
“¡Simón! ¿Duermes? ¿Así no pudiste velar una hora Conmigo?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu, si, está
animoso, mas la carne es flaca.”
Y de nuevo me retiré y me puse a orar otra vez, repitiendo las mismas palabras:
“Padre mío, si no es posible que pase este cáliz sin que Yo lo beba,
hágase tu voluntad.”
Y viniendo otra vez, los hallé durmiendo, porque estaban sus ojos cargados, no
sabían qué responderme. Y habiéndoles dejado, me retiré de nuevo y oré por tercera
vez, repitiendo de nuevo las mismas palabras. Venido del cielo se llegó a mí un ángel
que me confortaba. Vine en agonía, orando más intensamente y un sudor como
grumos de sangre caía de mí al suelo. Me levanté de la oración y vine por tercera vez a
mis discípulos y los hallé durmiendo por efecto de la tristeza. Y les dije:
“Ya por mí, dormid y descansad…¿Cómo, dormís? ¡Ea! Ya está:
llegó la hora; he aquí que es entregado el Hijo del hombre en manos de
pecadores. Levantaos, vamos: mirad que está aquí cerca el que me
entrega.”
8.02 Se consuma la traición. El prendimiento.

Hablando todavía, llegó Judas y con él la cohorte y gendarmes proporcionados


por los sumos sacerdotes y fariseos, una turba numerosa con linternas, antorchas,
espadas y bastones, que venían enviados por los príncipes de los sacerdotes, los
escribas y los ancianos del pueblo. Judas iba delante de ellos, el cual había dado una
contraseña diciendo:
“A quien yo besare, El es: sujetadle y llevadle bien asegurado.”
Y así que llegó, al punto, acercándose a mí, dijo:
“Salud, Maestro.”
Y me dio un fuerte beso. Le dije:
“¡Amigo, a lo qué has venido!…¡Judas! ¿Con un beso entregas al
Hijo del hombre?”
Sabiendo, pues, todo lo que me iba a sobrevenir, salí a ellos y les dije:
“¿A quién buscáis?”
Respondieron:
“A Jesús de Nazaret.”
Les dije:

Dios e incluso como Hombre que es necesario padecer la Pasión que le espera, pero lo que nosotros
apreciamos es un Hombre en suprema depresión, tanta como para hacerle sudar sangre, con un
miedo pavoroso e indescriptible. La infinita amargura con la que se muestra la humanidad de Jesús
nos secuestra la razón para interpretar el por qué de este misterio y en un acto de compasión de
quien adora a su Señor solo le cabe acompañarlo como el perro acompaña a su Amo hasta la
muerte. No comprendo nada, solo dispongo mi alma para unirme a este Jesús de quien recibo la
existencia, no entro en las causas que motivan tanto horror en un Hombre, aunque intuyo que mi
miserable vida algo tiene que ver con tanta pena. Amigo lector, ahora toca reflexionar sobre la Pasión
de nuestro Dios. Dispongámonos a contemplar cómo los hombres matamos al Autor de la Vida,
porque esto que leemos se ha consumado en el tiempo, en el espacio, en nuestra historia.

Página 180
Autobiografía de Jesucristo

“Yo soy.”
Ya Judas estaba con la turba y al decirles “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a
tierra. De nuevo, pues, les pregunté:
“¿A quién buscáis?”
Y ellos respondieron:
“A Jesús de Nazaret.”
Les dije.
“Os dije que Yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejad marchar a
éstos.”
Para que se cumpliera la palabra que dije: “De cuantos me diste no he perdido a
nadie”. Entonces, acercándose, echaron manos sobre mí y me sujetaron. Mis
discípulos viendo lo que iba a pasar, dijeron:
“Señor, ¿herimos con la espada?”

Página 181
Autobiografía de Jesucristo
Y Simón Pedro, alargando la mano, desenvainó su espada, e hiriendo al siervo
del sumo sacerdote, le cortó la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco.
Intervine y dije:
“Dejadle, no haya más.”
Y tocando la oreja de Malco le sané. Y dije a Pedro:
“Vuelve la espada a su lugar, porque todos los que empuñan
espada, por espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a mi
Padre, y pondrá ahora mismo, a mi disposición, más de doce legiones
de ángeles? El cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de beber? ¿Cómo
pues, se cumplirán las Escrituras, que dicen ha de suceder así?”
Y dirigiéndome entonces a los que habían venido contra mí, sumos sacerdotes y
jefes de la policía del Templo y ancianos les dije:
“¡Como contra un salteador habéis salido con espadas y bastones a
prenderme! Cada día estaba y me sentaba con vosotros en el Templo
enseñando, y no extendisteis las manos sobre mí para prenderme. Mas
todo esto ha pasado para que se cumplan las Escrituras de los Profetas.
Pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.”
La cohorte, pues, el tribuno y los satélites me prendieron y me ataron. Entonces
mis discípulos todos, abandonándome, huyeron.
Un cierto joven me seguía, envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo y le
detienen; mas él, soltando la sábana, desnudo, se escapó.

8.03 Ante Anás.

Me llevaron primeramente ante Anás, pues era suegro de Caifás, que era
pontífice aquel año. Era Caifás quien había dado a los judíos aquel consejo:
“Conviene
que muera un hombre solo por el pueblo”. Ya ante Anás, me interrogó acerca de mis
discípulos y de mi doctrina. Le respondí:
“Yo he hablado públicamente al mundo; Yo siempre enseñé en la
sinagoga y en el Templo, a donde concurren todos los judíos, y a
escondidas no hablé nada. ¿Por qué me interrogáis a mí? Interroga a
los que han oído lo que le hablé; mira, esos saben lo que dije Yo.”
Y en habiendo dicho esto, uno de los satélites allí presentes me dio un bastonazo
en la cara, diciendo:
“¿Así respondes al pontífice?”
Yo le dije:
“Si hablé mal, da testimonio de lo malo. Mas si bien, ¿por qué me
hieres?”
8.04 Ante Caifás. Ultrajes.

Anás, pues, me envió atado a Caifás, el pontífice. Me llevaron a casa de Caifás, el


sumo sacerdote, y allí se habían congregado todos los sacerdotes, los ancianos y los
escribas. Los sumos sacerdotes y el Sanhedrín entero buscaban algún falso
testimonio contra mí con el objeto de darme la muerte, y no lo hallaban: porque

Página 182
Autobiografía de Jesucristo
aunque muchos testificaban en falso contra mí, los testimonios no eran acordes.
Posteriormente, comparecieron dos, diciendo:
“Este dijo: Puedo derribar el Santuario de Dios y en tres días reedificarlo.”
“Nosotros le oímos decir: “Yo derribaré este Santuario, hecho por mano de
hombre, y en tres días edificaré otro no hecho por manos humanas.”

Y ni aun así era acorde su testimonio. Y levantándose el sumo sacerdote y


adelantándose al medio, me interrogó, diciendo:
“¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos testifican contra Ti?”
Mas Yo, manteniéndome callado, no respondí nada. De nuevo el sumo
sacerdote me interrogó diciendo:
“¡Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
Bendito!”
Le contesté:

Página 183
Autobiografía de Jesucristo

“Tú lo dijiste: Yo soy; empero, os digo que a partir de ahora veréis


al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las
nubes del cielo.”
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
“¡Blasfemó!; ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? Oísteis la blasfemia. ¿Qué
os parece?”
Todos ellos me condenaron, diciendo:
“¡Reo es de muerte!”
Entonces comenzaron algunos a escupirme en el rostro, a darme puñadas y
bofetadas. Y los hombres que me tenían aprisionado me escarnecían hiriéndome. Y
habiéndome envuelto el rostro con un velo, me golpeaban con los puños y me
preguntaban diciendo:
“Profetízanos, Mesías, ¿quién es el que te dio?”
Y otras muchas cosas insultantes decían contra mí.

8.05 La negación de Pedro.

Pedro desde lejos iba siguiéndome, y con él iba Juan. Juan era conocido del
sumo sacerdote y entró junto Conmigo en el atrio de Caifás; mas Pedro se quedó
fuera a la puerta. Saliendo Juan, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. Y en esto,
dijo a Pedro la muchacha portera:
“¿Por ventura también tú eres de los discípulos de ese hombre?”
Dijo él:
“No lo soy.”
Estaban allí los siervos y los gendarmes, que habían hecho fuego en medio del
atrio, porque hacía frío y justos alrededor del fuego se calentaban; estábase también
Pedro entre ellos calentándose. Habiéndose
sentado Pedro, se le acercó una de las muchachas del sumo sacerdote, y como vio a
Pedro calentándose, mirándole fijamente, le dice:
“También tú andabas con el Nazareno, ese Jesús.”
Y vuelta a los demás decía:
“También este andaba con él.”
Pedro lo negó delante de todos, diciendo:
“No le conozco, mujer, ni sé ni entiendo qué es lo que tú dices.”
Salió fuera del vestíbulo, y un gallo cantó. Como hubiere salido al portal, le vio
otra muchacha y dijo a los que allí habían:
“Este andaba con Jesús el Nazareno.”
La muchacha portera comenzó de nuevo a decir a los presentes:
“Este es de ellos.”
Pedro otra vez negaba y saliendo al atrio, de pie, de nuevo se calentaba. Dícenle,
pues:
“¿Qué? ¿También tú eres de sus discípulos?”
Y me negó con juramento diciendo:
“No lo soy. No conozco tal hombre.”
Otro, viéndole, dijo:
“También tú eres de ellos.”

Página 184
Autobiografía de Jesucristo
Mas Pedro dijo:
“¡Hombre!, no lo soy.”
Habiendo pasado cosa de una hora se acercaron los presentes a Pedro que le
volvieron a decir:
“Verdaderamente, también tú eres de ellos. Pues tu modo de hablar te delata,
porque eres galileo.”

Entonces, Pedro, comenzó a proferir imprecaciones y a jurar:


“¡No conozco a ese hombre que decís!”
Por último, uno de los siervos del sumo sacerdote, hermano de aquel a quien
Pedro había cortado la oreja, le dice:
“¿Pues no te vi yo en el huerto con él?”
Pedro también lo negó. Al instante, estando él hablando todavía, cantó un gallo
por segunda vez, al tiempo que Yo maniatado y escarnecido pasé junto a Pedro

Página 185
Autobiografía de Jesucristo
fijando mis ojos en los suyos. Recordó Pedro aquellas mis palabras: “Antes que el
gallo cante dos veces, hoy me negarás tres veces”. Y rompiendo en llanto no cesaba
de llorar, y saliendo afuera, lloró amargamente.

8.06 Al amanecer, ante el Sanhedrín.

Llegado el amanecer, se reunió en junta el senado del pueblo y sumos


sacerdotes y escribas, tomando consejo contra mí al efecto de darme muerte. Me
llevaron a su Sanhedrín y dijeron:
“Si Tú eres el Mesías, dínoslo.”
Contesté:
“Si os lo dijere, no me creeréis; y si, por otra parte, os interrogare,
no me responderéis. No obstante, a partir de ahora estará el Hijo del
hombre sentado a la derecha del Poder de Dios.”
Dijeron todos:
“¿Conque Tú eres el Hijo de Dios?”
Les dije:
“Vosotros lo decís; Yo soy.”
Ellos dijeron:
“¿A qué necesitamos ya de testimonios? Pues nosotros mismos lo oímos de su
propia boca.”
Y levantándose toda la muchedumbre de ellos, me ataron y me entregaron a
Poncio Pilatos, el gobernador.

8.07 Desesperación de Judas.

Fue entonces cuando Judas, el que me entregó, viendo que Yo había sido
sentenciado a muerte, arrepentido, devolvió a los sumos sacerdotes y a los ancianos
los treinta siclos, diciendo:
“Pequé entregando sangre inocente.”
Pero ellos le dijeron:
“¿A nosotros qué? Allá tú.”
Y arrojando en el santuario los siclos, se retiró, y, marchándose de allí, se
ahorcó, y habiendo caído de cabeza, reventó por medio y se le salieron todas las
entrañas. Los sumos sacerdotes, tomando los siclos, dijeron:
“No es lícito echarlos en el arca de las ofrendas, pues es precio de sangre.”
Y habiendo consejo, compraron con ellos el campo del alfarero para sepultura
de los forasteros. Judas, pues, adquirió un campo con el salario de su iniquidad. Y se
hizo notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de suerte que aquel campo fue
llamado en su propia lengua “Hakeldamakh”, esto es, “Campo de sangre”. Entonces
se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías, que dice:
“Y tomaron los treinta siclos, tasa del que fue puesto a precio, del que pusieron
a precio los hijos de Israel. Y los destinaron para el campo del alfarero, según que
me ordenó el Señor.”

8.08 Presentación ante Pilatos.

Fui llevado, pues, desde Caifás al pretorio. Era el amanecer. Ellos no entraron

Página 186
Autobiografía de Jesucristo
en el pretorio, para no contraer contaminación que les impidiese comer la Pascua.
Salió, pues, Pilatos afuera a ellos, y dice:
“¿Qué acusación traéis contra éste hombre?”

Respondieron y le dijeron:
“Si éste no fuera malhechor, no te lo hubiéramos entregado.”
Díceles, pues, Pilatos:
“Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley.”
Dijéronle, pues, los judíos:
“A nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie.”
Se cumpliría la palabra que Yo dije, significando de qué muerte había de morir.
Comenzaron a acusarme, diciendo:
“A Éste hemos hallado amotinando nuestra gente, y prohibiendo dar tributo al
César y diciendo que es el Mesías Rey.”

Página 187
Autobiografía de Jesucristo
Entró, pues, Pilatos otra vez en el pretorio y me llamó. Comparecí delante de él
y me interrogó diciendo:
“¿Tú eres el Rey de los judíos?”
Respondí:
“¿De ti mismo dices tú esto, o bien otros te lo dijeron de mí?”
Contestó Pilatos:
“¿Por ventura soy yo judío? Tu nación y los pontífices te entregaron a mí; ¿qué
hiciste?”

Le dije:
“Mi Reino no es de éste mundo. Si de éste mundo fuera mi Reino,
mis ministros lucharían para que Yo no fuera entregado a los judíos.
Mas ahora mi Reino no es de aquí.”
Díjome, pues, Pilatos:

Página 188
Autobiografía de Jesucristo
“¿Luego Rey eres Tú?”
Respondí:
“Tú lo dices: Yo soy Rey, Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo: para dar testimonio a favor de la verdad. Todo el que
es de la verdad oye mi voz.”
Dice Pilatos:
“¿Qué es verdad?”
Dicho esto, de nuevo salió a los judíos, y dijo a los sumos sacerdotes y a las
turbas:
“Yo no hallo en Este hombre delito alguno.”

8.09 Nuevas acusaciones.


Mas los sumos sacerdotes siguieron acusándome de muchas cosas y Yo nada
respondía. Pilatos de nuevo me interrogaba diciendo:
“¿No respondes nada? ¿No oyes cuántas cosas testifican contra Ti?”

Página 189
Autobiografía de Jesucristo
Pero Yo no respondí ya nada más, ni una sola palabra, hasta el punto de
maravillarse Pilatos en extremo. Ellos insistían con fuerza, diciendo:
“Amotina al pueblo, enseñando por toda la Judea y habiendo comenzado por
Galilea ha llegado hasta acá.”
Pilatos, como lo oyese, preguntó si Yo era galileo. Y entendiendo que era de la
jurisdicción de Herodes, me remitió a Herodes, que estaba también en Jerusalén por
aquellos días.

8.10 Ante Herodes.

Herodes, cuando me vio, se regocijó en extremo; porque desde hacía mucho


tiempo estaba deseoso de verme, pues había oído decir muchas cosas de mí, y
esperaba verme hacer algún prodigio. Y me preguntaba con mucha palabrería. Mas
Yo no respondí nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándome
con ahínco. Herodes menospreció mi Persona, juntamente con su cuerpo de guardia,
y haciendo burla de mí, me vistió un ropaje luciente y me remitió a Pilatos.
Hiciéronse amigos uno de otro, Herodes y Pilatos, aquel día, pues antes eran
enemigos entre sí.

8.11 De nuevo comparezco ante Pilatos.

Pilatos, habiendo convocado a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, les
dijo:
“Me presentasteis a éste hombre como amotinador del pueblo, y he aquí que
yo, habiéndole interrogado delante de vosotros, no hallé en Este hombre ninguno de
los delitos de que le acusáis. Pero ni Herodes tampoco, pues lo remitió a nosotros; y
he aquí que nada digno de muerte se le ha probado. Le castigaré, pues, y le soltaré.”
Al oír éstas palabras los sumos sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo,
crispados, pedían mi muerte con ahínco. Pilatos recordó que cada año, por la Fiesta,
tenía necesidad de soltarles en gracia del pueblo un preso, el que ellos demandasen.
Tenían entonces un preso notable, un salteador llamado Barrabás, el cual estaba
en prisión junto con los amotinados, que en el motín habían perpetrado un
homicidio. Y les dijo Pilatos:
“Es costumbre vuestra que yo suelte un preso por la Pascua; ¿queréis, pues,
que os suelte al Rey de los judíos?”
Pilatos conocía que por envidia me habían entregado los sumos sacerdotes, por
ello se dirigió a la turba proponiéndome a mí por Barrabás.
En esto, Pilatos que estaba sentado en el tribunal, recibió un recado de su mujer
que decía:
“No te metas con ese Justo, porque he sufrido mucho hoy en sueños con motivo
de El.”
En este inciso, los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron e incitaron a
las turbas para que demandasen a Barrabás y a mí me hiciesen perecer. Volviendo a
tomar la palabra el gobernador, les dijo:
“¿A quién de los dos queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, el llamado
Mesías?”
Levantaron el grito, toda la muchedumbre a una, diciendo:
“¡Quita de en medio a Éste y suéltanos a Barrabás!”
De nuevo les habló Pilatos, porque deseaba soltarme:

Página 190
Autobiografía de Jesucristo
“¿Qué haré, pues, de Jesús, el llamado Mesías, que llamáis Rey de los judíos?”
Ellos, todos, de nuevo gritaron:
“¡Crucifícale, crucifícale!”
Por tercera vez les dijo Pilatos:
“Pues ¿qué mal ha hecho Éste? Ningún delito digno de muerte hallé en El. Así
que, después de haberle castigado, le soltaré.”
Pero ellos instaban y más gritaban:
“¡¡Crucifícale!!”

8.12 Me flagelaron y coronaron de espinas.

Sus voces se hacían más violentas. Pilatos, pues, queriendo dar satisfacción a la
turba, dio orden de que se efectuase su demanda. Soltó al que demandaban, al que
por motín y homicidio había sido echado en la cárcel. Después, Pilatos ordenó que
me azotasen.

Página 191
Autobiografía de Jesucristo

Cuando terminó la flagelación de los soldados del gobernador, me condujeron


dentro del palacio o pretorio y se reunieron en torno de mí toda la cohorte. Me
quitaron los vestidos que Yo llevaba y me envolvieron en una clámide de grana,
trenzaron una corona de espinas y me la ciñeron sobre la cabeza, poniendo en mi
mano derecha una caña. Y así, venían a mí y me hacían acatamiento y se mofaban,
diciendo:
“¡Salud Rey de los judíos!”
Y dándome bofetadas y escupiendo sobre mí, tomaron la caña y me golpeaban
la cabeza con ella.

Página 192
Autobiografía de Jesucristo

8.13 “ECCE HOMO.”

Salió otra vez Pilatos afuera, y les dice:


“Ved, os lo traigo afuera para que conozcáis que no hallo en El delito alguno.”
Me sacaron, pues, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y les
dice Pilatos:
“Ved aquí el Hombre.”

Pero cuando me vieron los pontífices y los satélites, gritaron diciendo:


“¡¡Crucifícale, crucifícale!!”
Díceles Pilatos:
“Tomadlo vosotros y crucificadle, pues yo no hallo delito en El.”

Página 193
Autobiografía de Jesucristo
Respondieron los judíos:
“Nosotros Ley tenemos, y según la Ley debe morir, pues se hizo Hijo de Dios.”
8.14 Hijo de Dios.

Cuando Pilatos oyó estas palabras temió más. Y entró de nuevo en el pretorio y
mandó que me hicieran entrar. Me preguntó:
“¿De dónde eres Tú?”
Mas yo no le di respuesta. Díjome, pues, Pilatos:
“¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para soltarte y tengo
potestad para crucificarte?”
Le respondí:
“No tuvieras potestad alguna contra mí si no te hubiere sido dada
de arriba. Por eso quien me entregó a ti, mayor pecado tiene.”
Oídas éstas palabras y a consecuencia de ellas, Pilatos pretendía librarme. Pero
los judíos gritaban diciendo:
“¡Si sueltas a éste, no eres amigo del César, pues todo el que se hace Rey se
declara contra el César!”
Pilatos, pues, oídas éstas razones, me sacó afuera, se sentó en el tribunal, en el
lugar llamado Litóstroto (o “Embaldosado”), y en arameo Gabbatha (o “Altura”). Era
la Paresceve (o “Preparación”) de la Pascua, la hora cerca de la sexta, y dice a los
judíos:
“Ved ahí vuestro Rey.”
Gritaron, pues, ellos:
“¡Quita, quita; crucifícale!”
Díceles Pilatos:
“¿A vuestro Rey he de crucificar?”
Respondieron los pontífices:
“No tenemos Rey, sino César.”
Viendo Pilatos que nada aprovechaba, antes bien se promovía alboroto,
tomando agua, se lavó las manos en presencia de la muchedumbre, diciendo:
“Soy inocente de la sangre de Este Justo; vosotros lo veréis.”
Y respondiendo todo el pueblo dijo:
172
“¡Sea su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
Entonces Pilatos, dando satisfacción a la turba, dio orden de que se efectuase su
demanda. Y me entregó a la voluntad de los judíos para que fuera crucificado.

8.15 Mi crucifixión. Mi agonía. Mi muerte.

Me despojaron de la clámide y me vistieron con mis propios vestidos y me


llevaron de allí a crucificar. Llevando a cuestas mi Cruz, salí hacia el lugar de
crucifixión. Y en el camino se encontraron a un hombre de Cirene, que por allí
pasaba, cierto Simón que venía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo. A éste
echando mano de él le requirieron y le pusieron en hombros la Cruz para que la
llevase detrás de mí. Seguíanme gran muchedumbre de pueblo y de mujeres las
cuales me plañían y lamentaban. Volviéndome a ellas, les dije:

172
Desde este patético grito hasta hoy ¿Qué más puede sufrir el pueblo judío?

Página 194
Autobiografía de Jesucristo

“Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí, sino llorad más bien sobre
vosotras mismas y sobre vuestros hijos. Porque, mirad, vendrán días en
que dirán: “Dichosas las estériles, y los vientres que no engendraron, y
los pechos que no criaron”. Entonces comenzarán a decir a los montes:
“Caed sobre nosotros”, y a los collados: “Sepultadnos”. Porque si en el
leño verde esto hacen, ¿en el seco que se hará?”

Eran también llevados otros dos, malhechores, para ser ajusticiados Conmigo.
Llegamos al lugar llamado “Cráneo”, que en hebreo se dice Gólgota. Me dieron vino
mirrado, vino mezclado con hiel; mas habiéndolo gustado, no quise beberle. Y allí
me crucificaron y también a los dos ladrones, uno a mi derecha y otro a mi
izquierda. Era la hora tercia y fue cumplida la Escritura que dice: “Y fue contado
entre los inicuos”. Yo decía:
“¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!”

Página 195
Autobiografía de Jesucristo

Pilatos escribió un título, la inscripción de mi causa, y la puso sobre la Cruz por


encima de mi cabeza. Y estaba escrito:

“Este es Jesús el Nazareno el Rey de los Judíos”

Este título, pues, leyéronlo muchos de los judíos, pues estaba cerca de la ciudad
el lugar donde fui crucificado, y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego.
Decían, pues, a Pilatos los sumos sacerdotes de los judíos:
“No escribas: “El Rey de los judíos”, sino que “Él dijo: Rey soy de los judíos.”
Respondió Pilatos:
“Lo que he escrito, escrito está.”

Página 196
Autobiografía de Jesucristo

Los soldados, pues, como ya me hubieran crucificado, tomaron mis vestidos, e


hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado, y la túnica. Era la túnica sin
costura, tejida desde arriba toda ella. Dijeron, pues, entre sí:
“No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será.”
Para que se cumpliese la Escritura que dice: “Repartieron mis vestiduras y
sobre mi vestido echaron suerte”. Los soldados, pues, esto hicieron. Y sentados me
guardaban. Y estaba allí el pueblo mirando. Y los que por allí pasaban me ultrajaban
moviendo sus cabezas, y diciendo:
“¡Ea! Tú, el que destruye el santuario y en tres días le reedifica, sálvate a Ti
mismo, si es que eres Hijo de Dios, y baja de la Cruz.”
De semejante manera también los sacerdotes, a una con los escribas y ancianos,
en son de burla decían entre sí:
“A otros salvó, a Sí mismo no puede salvarse; el Mesías, el Rey de Israel, el
Elegido, baje ahora de la Cruz, para que lo veamos y creamos. Baje ahora de la
Cruz y nos comprometemos a creer en El. Ha puesto en Dios su confianza: líbrele
ahora, si de verdad le quiere, como dijo: “De Dios soy Hijo.”

Página 197
Autobiografía de Jesucristo
Burlábanse de mí también los soldados, que acercándose me ofrecieron vinagre,
diciendo:
“Si Tú eres el Rey de los judíos, sálvate a Ti mismo.”
También los que habían sido crucificados Conmigo me ultrajaban. Uno de ellos
que estaba colgado me insultaba diciendo:
“¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros”
Mas el otro, respondiendo, le reconvenía, diciendo:
“¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros, a la
verdad, lo estamos justamente, pues recibimos el justo pago de lo que hicimos; mas
Éste nada inconveniente ha hecho.”
Y me decía:
“¡Jesús, acuérdate de mí cuando vinieres en la gloria de tu
173
realeza!”
Yo le dije:
“En verdad te digo que hoy estarás Conmigo en el Paraíso.”174
Estaban junto a mí, crucificado, mi Madre y la hermana de mi Madre, María de
Cleofás, y María Magdalena. Viendo a mi Madre, y junto a ella al discípulo a quien Yo
tanto amaba, Juan, le dije:
“Mujer, he ahí a tu hijo.”175
Luego dije a Juan:
“He ahí a tu Madre.”176
Y desde aquella hora Juan la tomó en su compañía.
Llegó la hora sexta y se produjeron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora
nona, habiendo faltado el sol. Y hacia la hora nona clamé con gran voz:
“¡Eloí, Eloí, ¿Lamá sabaktaní?!” “¡Dios mío, Dios mío,
¿Por qué me desamparaste?!”
Algunos de los que allí estaban al oírme decían:
“Mira, a Elías llama.”
Después de esto, ya sabiendo que todas las cosas estaban cumplidas, para que se
cumpliera la Escritura dije:
“Tengo sed.”
Había allí una vasija llena de vinagre; al punto, tomando, pues, uno una esponja
empapada en el vinagre y clavándola en una caña de
hisopo, me la acercaron a la boca para darme de beber. Mas los demás decían:
“Deja, veamos si viene Elías a salvarle.”
Cuando, pues, hube tomado el vinagre, dije:
“Consumado está.”
Y clamando con voz poderosa dije:
“¡Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu!”177
Y dicho esto, incliné la cabeza y entregué el Espíritu a mi Padre.
173
Un pecador, ¿qué más puede pedir?
174
¿Qué más se puede dar?
175
Madre, también nosotros somos hijos tuyos.
176
Dios mío, no pido más.

Página 198
Autobiografía de Jesucristo

8.16 Mis amigos a distancia. El costado abierto.

Y he aquí que el velo del Santuario se rasgó en dos de arriba abajo, y la tierra
tembló, y las rocas se hendieron, y los monumentos se abrieron, y muchos cuerpos de
los santos que descansaban resucitaron, y saliendo de los monumentos, después de
mi resurrección, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos.

Y viendo el centurión, que allí estaba de pie frente a mí, y los que con él estaban
guardándome, el temblor y las cosas que pasaban y la manera con que Yo expiré se
amedrentaron terriblemente y glorificando a Dios decían:
“¡Realmente este hombre era justo, verdaderamente Hijo de Dios
era Este!”
177
Expira el Autor de la vida sin consuelo y abandonado por su Padre Dios. Tanto amó Dios a los
hombres que entrega al Hijo de sus divinas entrañas en manos de estos mismos hombres que le dan
tan espeluznante muerte. ¿Qué locura es ésta? ¿Quién pude comprenderte, Padre mío? Nos has
hecho deudores de tu amor infinito. La eternidad amándote, con toda el alma, no paga la suprema
gratitud con la que debo adorarte en amor.

Página 199
Autobiografía de Jesucristo
Y todas las turbas allí reunidas para este espectáculo, considerando las cosas
que habían acaecido, se volvían golpeando los pechos.
Estaban allí mirando a bastante distancia todos mis conocidos y las mujeres que
me habían seguido desde Galilea sirviéndome; entre las cuales estaba María
Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, Salomé y María la
madre de los hijos del Zebedeo, y otras muchas, que habían subido Conmigo a
Jerusalén.
Los judíos, pues, como era Paresceve, a fin de que no quedasen los cuerpos el
sábado en la Cruz, pues era grande el día de aquel sábado, rogaron a Pilatos que se
nos quebrantasen las piernas y fuéramos quitados.
Vinieron, pues, los soldados, y al primero quebrantaron las piernas y luego al
otro que había sido crucificado Conmigo conjuntamente. Mas a mí, cuando vinieron,
como me vieron ya muerto, no me quebrantaron las piernas, sino que uno de los
soldados con una lanza me traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. Juan,
mi discípulo amado, que lo vio lo ha testificado, y su testimonio es verídico, y Juan
sabe que dice verdad, para que también tú creas. Pues acontecieron estas cosas para
que se cumpliese la Escritura: “No le será quebrantado hueso alguno”. Y también
otra Escritura: “Verán al que traspasaron”.

8.17 La mortaja y sepultura de mi cadáver

Después de esto, habiendo atardecido, puesto que era Paresceve, que es


antesábado, vinieron José de Arimatea, ciudad de los judíos, hombre rico, ilustre
sanhedrita, varón justo y bueno, el cual esperaba el Reino de Dios; discípulo mío, si

Página 200
Autobiografía de Jesucristo
bien oculto por miedo a los judíos a cuyo consejo y acto no había dado su
consentimiento. Cobrando osadía, entró a la presencia de Pilatos y le demandó mi
cuerpo. Pilatos se maravilló de que Yo hubiera muerto; y habiendo hecho llamar al
centurión, otorgó mi cadáver a José.
Vino también Nicodemo, el que la primera vez había venido a mí de noche,
trayendo una mixtura de mirra y de áloe, como cien libras. Me descolgaron de la
Cruz, me pusieron en los brazos de mi bendita Madre y me envolvieron en una
Sábana limpia que José había comprado y me ataron con lienzos junto con
perfumes, según era costumbre entre los judíos sepultar.

Había un huerto en el lugar donde fui crucificado, y en el huerto un monumento


nuevo que José había excavado en una roca, en el cual nadie todavía había sido
puesto. Allí, pues, a causa de la Paresceve de los judíos, puesto que el monumento
estaba cerca, pusieron mi cuerpo; y habiendo hecho rodar una gran losa hasta la
entrada del monumento, se retiraron. Rayaba el sábado.
Las mujeres que habían venido Conmigo desde Galilea, habiendo seguido de
cerca, inspeccionaron el monumento y cómo había sido colocado mi cuerpo. Entre

Página 201
Autobiografía de Jesucristo
ellas estaba María Magdalena y María la de José sentadas frente al sepulcro. Y
habiéndose vuelto, prepararon aromas y perfumes; y durante el sábado guardaron
reposo conforme al precepto de la Ley.
Al día siguiente, que es después de la Paresceve, reunidos los sumos sacerdotes
y los fariseos, se presentaron a Pilatos, diciendo:
“Señor, hemos recordado que aquel embaucador, viviendo aún, dijo: “Después
de tres días resucito”. Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el día
tercero, no suceda que viniendo sus discípulos lo hurten y digan al pueblo:
“Resucitó de entre los muertos”, y sea el último engaño peor que el primero.”
Pilatos les dijo:
“Ahí tenéis guardia: id y aseguradle como sabéis.”
Ellos fueron y aseguraron bien el sepulcro, tras de sellar la losa, poniendo
guardia.
CAPITULO IX RESURRECCION, GLORIFICACION
Y VUELTA A MI PADRE
9.01 El sepulcro vacío.

Y pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé


compraron perfumes con el fin de ir a ungirme. Cuando alboreaba el primer día de la
semana, muy de madrugada, estando oscuro todavía, vinieron al monumento
llevando consigo los aromas que habían preparado. Y se decían unas a otras:
“¿Quién nos correrá la losa de la entrada del monumento?”

Página 202
Autobiografía de Jesucristo

De pronto se produjo un gran temblor de tierra, pues un ángel, bajando del cielo
y acercándose, hizo rodar de su sitio la losa, y se sentó sobre ella. Era su aspecto
como de relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. Del miedo de él se pusieron
a temblar los guardias y quedaron como muertos.

Página 203
Autobiografía de Jesucristo

Apenas rayó el alba, las mujeres llegaron al sepulcro y mirando atentamente,


observan que la losa había sido corrida a un lado; porque era enormemente grande.
María Magdalena, viendo la losa quitada del monumento, corre, pues, y va a Simón
Pedro y a Juan y les dice:
“¡Se llevaron al Señor del monumento y no sabemos dónde lo pusieron!”
Las mujeres, entrando en el monumento no hallaron mi cuerpo. Y aconteció,
estando ellas desorientadas sobre esto, de pronto se le presentaron dos varones
vestidos de un largo ropaje blanco y refulgente; y quedaron espantadas. Quedando
ellas amedrentadas e inclinando sus rostros a la tierra, tomó la palabra el ángel que
estaba sentado a la derecha, diciendo:
“No os espantéis vosotras, que ya sé que buscáis a Jesús, el Nazareno, el
Crucificado. ¿A qué buscáis al vivo entre los muertos? No está aquí: Resucitó, como
dijo. Recordad cómo os habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que “el Hijo
del hombre había de ser entregado en manos de los hombres pecadores y ser
crucificado y al tercer día resucitar.”
Y ellas se acordaron de mis palabras. Siguió el ángel:
“Venid, ved el lugar donde pusieron al Señor. Pero id marchando a toda prisa
y decid a sus discípulos, y a Pedro, que resucitó de entre los muertos, y he aquí que

Página 204
Autobiografía de Jesucristo
se os adelanta en ir a Galilea; allí le veréis, conforme os dijo. Conque os lo tengo
dicho.”
Y saliendo, huyeron del monumento a toda prisa, pues se había apoderado de
ellas, temblor y estupor, y a nadie dijeron nada, porque tenían miedo. Mas, luego,
repuestas del sobresalto, con grande gozo corrieron a dar la nueva a los discípulos.

9.02 Pedro y Juan van al sepulcro.

Salieron, pues, Pedro y Juan dirigiéndose al sepulcro. Corrían los dos a una, mas
Juan como corría más aprisa que Pedro, le pasó delante, y llegó primero al sepulcro;
y
habiéndose agachado, vio los lienzos por el suelo, con todo no entró. Llega, pues,
también Simón Pedro en pos de él y entró en el sepulcro, y contempló los lienzos por
el suelo, y además el sudario, que había estado sobre mi cabeza, no por el suelo con
los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces, pues, entró también Juan, vio
y creyó; pues todavía no conocían la Escritura, “que debía resucitar de entre los
muertos”. Volviéronse, pues, Pedro y Juan a donde posaban, admirándose de lo

Página 205
Autobiografía de Jesucristo
acaecido.

9.03 A María Magdalena.

Resucité al amanecer del primer día de la semana y me aparecí primeramente a


María Magdalena, de la que lancé siete demonios.
María estaba de pie junto al sepulcro, fuera, llorando. Y así llorando, inclinose
para mirar dentro del sepulcro y vio dos ángeles con vestiduras blancas, sentados uno
a la cabeza y otro a los pies del sitio donde había sido puesto mi cadáver. Y dícenle
ellos:

“Mujer, ¿por qué lloras?”


Ella contesta:
“Porque se llevaron a mi Señor, y no sé dónde le pusieron.”
Como hubo dicho esto, volvióse atrás y me vio de pie pero no me reconoció. Le

Página 206
Autobiografía de Jesucristo
dije:
“Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”
Ella, imaginando que Yo era el hortelano, me dijo:
“Señor, si Tú te lo llevaste, dime dónde le pusiste, y yo lo tomaré.”
Le dije:
“¡María!”178
Ella, volviéndose a mí, dijo:
“¡Rabbuní, Maestro mío!”
Le dije:
“Suéltame -que todavía no he subido al Padre- mas ve a mis
hermanos y diles: “Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y
vuestro Dios.”
Fue María Magdalena a dar la nueva a los discípulos que estaban afligidos y
lloraban:
“¡He visto al Señor y me ha dicho esto y esto!”
Pero ellos, oyendo decir que Yo vivía y que había sido visto por ella, no lo
creyeron.

9.04 A las mujeres que tanto me querían.

María y Juana y María la de Santiago y las demás que iban con ellas, volvían del
sepulcro. De pronto les salí al encuentro, diciéndoles:
“¡Dios os guarde!”
Ellas, llegándose, se abrazaron a mis pies y me adoraron. Entonces les dije:
“No temáis: id, anunciad a mis hermanos que se vayan a Galilea, y
allí me verán.”
Ellas, a toda prisa fueron a anunciar todas estas cosas a los Once y a todos los
demás. Y parecieron a sus ojos como delirio estas palabras, y no las creyeron.

9.05 La guardia del sepulcro sobornada. Testigos dormidos.

Mientras las mujeres iban, he aquí que algunos de la guardia, viniendo a la


ciudad, dieron aviso a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con
los ancianos, y habido consejo, dieron una buena suma de dinero a los soldados,
diciéndoles:
“Decid que: “vinieron sus discípulos de noche y lo hurtaron, mientras
179
dormíamos” . Y si eso llegara a oídos del procurador, nosotros nos le ganaremos,
y haremos que nadie os inquiete.”
Ellos, tomando el dinero, obraron conforme a las instrucciones recibidas. Y se
esparció semejante rumor entre los judíos hasta el día de hoy.
178
María reconoce a su Señor por el tono de voz con el que pronuncia su nombre. Mirándole no le
reconoció, oyéndole se encontró de lleno con el Maestro de su alma. Amigo lector, Cristo está cerca
de ti y de mí. No se dejará ver pero, seguro, que si le buscamos le oiremos aunque sea en el bullicio
de la calle, en el ordinario vivir de nuestra vida, sin espectáculo, con la sencillez del corazón de un
niño que oye lo que no oyen los adultos.
179
¡Testigos dormidos! Esta es la “brillante” coartada de un espíritu perverso que todavía subsiste en
el corazón de los hombres que no te quieren, Cristo mío Jesús de mi alma.

Página 207
Autobiografía de Jesucristo

9.06 Camino de Emaús.

Tras esto, aquel mismo día, dos de mis discípulos iban de camino a una aldea
llamada Emaús, distante de Jerusalén ciento sesenta estadios. Iban conversando
entre sí sobre todos éstos acontecimientos. Y sucedió que mientras ellos conversaban
y discutían, Yo mismo me aparecí en diferente figura y acercándome caminaba con
ellos. Pero sus ojos, inhibidos, no estaban en disposición de reconocerme. Les dije:

“¿Qué pláticas son esas que cambiáis entre vosotros mientras vais
caminando? Parece que andáis tristes.”
Y tomando la palabra uno de ellos, llamado Cleopás, me dijo:
“¿Eres Tú el único forastero en Jerusalén que no te enteraste de las cosas que
éstos días ocurrieron en la ciudad?”
Yo les dije:

Página 208
Autobiografía de Jesucristo

“¿Cuáles?”
Ellos me dijeron:
“Las de Jesús de Nazaret, que fue un Profeta poderoso en obra y en palabra
delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron nuestros sumos
sacerdotes y magistrados para que fuese condenado a muerte, y le crucificaron.
Nosotros esperábamos que El era el que había de liberar a Israel. Pero, con todo
esto, éste es ya el tercer día desde que estas cosas ocurrieron. Verdad es que
algunas mujeres de las que están con nosotros nos sobresaltaron; las cuales
estuvieron muy de mañana en el monumento, y no habiendo hallado el cuerpo de
Jesús, volvieron diciendo que hasta visión de ángeles habían visto, los cuales
aseguran que El vive. Y fueron algunos de los nuestros al monumento, y hallaron
las cosas como las mujeres habían dicho. Mas a El no le vieron.”
Yo les dije:
“¡Oh insensatos y lerdos de corazón para creer en todo lo que dijeron
los profetas! ¿Por ventura no era necesario que estas cosas padeciese el
Mesías y así entrase en su gloria?”
Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les fui
interpretando en todas las Escrituras lo que a mí se refería. Y llegados cerca de la
aldea a donde se dirigían, hice ademán de seguir adelante. Mas ellos me hicieron
fuerza, diciéndome:
“Quédate con nosotros, pues atardece y el día ya reclinó.”
Y entré a quedarme con ellos. Y acaeció que, puesto a la mesa con ellos,
tomando el pan lo bendije, y después de partirlo se lo di. A ellos se le abrieron los ojos
y me reconocieron; mas Yo me hice insensible a sus ojos.
Dijéronse entonces el uno al otro:
“¿¡Por ventura nuestro corazón no estaba que ardía dentro de nosotros cuando
El nos hablaba en el camino, cuando nos habría el sentido de las Escrituras!?”
Y levantándose, a la misma hora se volvieron a Jerusalén, y hallaron reunidos a
los Once y a sus compañeros que decían:
“¡Realmente resucitó el Señor y se apareció a Simón!”
Y ellos a su vez referían lo acaecido en el camino y como le reconocieron en la
fracción del pan. Y ni a ellos creyeron.

9.06 A mis Apóstoles y discípulos reunidos.

Estando ellos diciendo estas cosas, siendo, pues, tarde aquel día, primero de la
semana, estando a la mesa sentados los Once con otros discípulos, y estando
cerradas, por miedo a los judíos, las puertas de la casa, vine y me presenté en medio
de ellos diciéndoles:
“Paz sea con vosotros.”
Sobresaltados y despavoridos, creían ver un espíritu. Y les dije:
“¿Por qué estáis conturbados?, y ¿por qué se levanta ese vaivén de
pensamientos en vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies, que Yo
mismo soy, palpadme, y ved que un espíritu no tiene carne y huesos,
como veis que Yo tengo.”180
180
Con estupefacto asombro ven a Cristo creyendo ver un fantasma. Lo palparán, lo oirán y lo verán
tal y como lo vieron antes de morir. Su ojos mirarán, primero el bellísimo rostro de su Maestro,

Página 209
Autobiografía de Jesucristo

Y esto diciendo, les mostré las manos y los pies y el costado; y les eché en cara su
incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que me habían visto
resucitado de entre los muertos. Como todavía no acabasen de creer de puro gozo ni
saliesen de su asombro, les dije:
“¿Tenéis aquí algo de comer?”
Ellos me presentaron parte de un pez asado y un panal de miel, y tomándolos,
en presencia de ellos los comí, y tomando las sobras se las repartí. Gozáronse, pues,
mis discípulos de verme y les dije:
“Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que
tenían que cumplirse todas las cosas escritas en la Ley de Moisés y en
los Profetas y Salmos acerca de mí.”
Entonces les abrí la inteligencia para que entendiesen las Escrituras. Les dije,
pues, otra vez:

después fijarán su mirada sobre las huellas que en la carne dejó su Pasión y un estremecimiento
indefinido les embargará hasta la última fibra de su ser. Amigo lector ¿cómo nos veremos
resucitados? ¿cuál estado del alma y del cuerpo será el resucitado? Yo creo que aquel en el que más
perfección hayamos tenido.

Página 210
Autobiografía de Jesucristo

“Paz sea con vosotros. Como me ha enviado el Padre, también Yo os


envío a vosotros.”
Esto dicho, soplé sobre ellos, y les dije:
“Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonareis los pecados,
perdonados les son, a quienes lo retuviereis retenidos quedan.”
9.07 Tomás incrédulo. “Señor mío y Dios mío.”
Tomás, uno de los Doce, el llamado Dídimo (Mellizo), no estaba con ellos
cuando vine y los otros discípulos le decían:

“¡Hemos visto al Señor!”


Mas él les dijo:
“Si no viere en sus manos la marca de los clavos, y no metiere mi dedo en el
lugar de los clavos, y no metiere mi mano en su costado, no lo creo.”
Y ocho días después estaban allí dentro otra vez mis discípulos, y Tomás entre
ellos. Vine cerradas las puertas, y puesto en medio de ellos, les dije:

Página 211
Autobiografía de Jesucristo

“Paz con vosotros.”


Luego dije a Tomás:
“Trae acá tu dedo, mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi
costado, y no seas incrédulo, sino creyente.”
Respondió Tomás y me dijo:
181
“¡Señor mío y Dios mío!”
Le dije:
“¡Porque me has visto has creído! Bienaventurados los que no vieron
y creyeron.”182
9.08 En Galilea a la ribera del Tiberíades

Tras esto me manifesté otra vez a mis discípulos a orillas del mar de Tiberíades.
Estaban juntos Simón Pedro y Tomás, el llamado Dídimo, y Natanael de Caná de
Galilea, y los hijos de Zebedeo y otros dos de mis discípulos. Y díceles Simón Pedro:
“Voy a pescar.”
Dícenle:
“Vamos nosotros también contigo.”
Salieron y subieron a la barca. Y en toda la noche no pescaron nada. Y siendo ya
de mañanita, me presenté en la ribera; mis discípulos,
empero, no me reconocieron. Les dije pues:
“¡Muchachos, ¿tenéis algo de vianda?!”
Me respondieron:
“No.”
Les dije:
“Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis.”
Echáronla, pues, y ya no podían arrastrarla por la gran cantidad de peces. Dice,
pues, Juan a Pedro:
“¡Es el Señor!”Simón Pedro, pues, así que oyó estas palabras, ciñose la ropa
exterior, pues ropa no llevaba, y echóse al mar. Los otros discípulos vinieron en la
barca pues no estaban lejos de tierra -sino que distaban unos doscientos codos-,
arrastrando la red de los peces. Cuando saltaron a tierra, vieron brasas puestas y un
pescado sobre ellas, y pan. Les dije:

181
Tomás escucha las palabras de su Maestro viendo lo que jamás hubiera creído ver. El tono de las
palabras de Cristo, la fija mirada de su Señor, el expectante silencio de los demás, a los cuales no
creyó, dejan a Tomás en un estado de profundo anonadamiento, sobre todo se siente con inmensa
indignidad y con tal concepto de sí mismo reafirma su Fe con cinco palabras que se repetirán hasta la
eternidad en cada hombre de los que Dios se ha elegido…..”Señor mío y Dios mío”.
182
Amigo lector, bienaventurados, tú y yo y todo aquel que sin verlo le amamos porque creemos,
porque le conocemos. Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la Paz, que nos da a
conocer la Persona de Cristo. Nadie puede amar lo que no conoce. Cuanto bien se puede hacer,
amigo mío, si hacemos que esta Autobiografía se haga llegar a todos los hombres y mujeres posibles,
a todos los que el padre Dios se escoge como verdaderos amantes del Hijo de sus entrañas. Esta
sagrada oportunidad no se le puede negar a ningún hombre, sea cual sea su raza, estado y
condición.

Página 212
Autobiografía de Jesucristo

“Traed acá de los pescados que acabáis de coger.”


Subió Simón Pedro y arrastró hasta la playa la red llena de peces grandes, que
eran ciento cincuenta y tres. Y con ser tantos no se rompió la red. Les dije:
“Venid, almorzad.”
Y nadie de mis discípulos osaba interrogarme: “¿Tú quién eres?”, sabiendo que
Yo era. Tomé el pan y se los repartí y asimismo el pescado. Esta fue la tercera vez que
me manifesté a mis discípulos después de resucitar de entre los muertos.

9.09 Confiero el Primado de mi Iglesia a Pedro.

Cuando, pues, hubimos almorzado, le dije a Simón Pedro:


“Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”
Me contestó:

Página 213
Autobiografía de Jesucristo
“Sí, Señor; Tú sabes que te quiero.”
“Apacienta mis corderos.”
Le dije por segunda vez:
“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”
Me contestó:
“Sí, Señor; Tú sabes que te quiero.”
“Pastorea mis ovejas.”
Le dije por tercera vez:
“Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”183
Entristeciose Pedro, porque le dije por tercera vez: “¿Me quieres?”, y me dijo:
“Señor, Tú lo sabes todo. Tú bien sabes que te quiero.”
Le dije:
“Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras
más joven, tú mismo te ceñías y andabas donde querías; mas cuando
hayas envejecido, extenderás tus manos, y otro te ceñirá y te llevará a
donde tú no quieras."
Esto le dije significando con qué muerte había de glorificarme. Le dije:
“Sígueme.”
Vuelto Pedro, ve que le seguía Juan, el discípulo al que Yo tanto amaba, el
mismo que en la Cena se recostó en mi pecho y me dijo: “Señor, ¿quién es el que te
entrega?”. Y Pedro viéndolo, me dice:
“Señor, ¿y éste qué?”
Le contesté:
“Si quisiere Yo que éste quede hasta que Yo vuelva, ¿a ti qué? Tú
sígueme.”
Divulgóse, pues, entre mis discípulos esta voz: “Juan no muere”. Pero Yo no
dije: “No muere”, sino “si quisiere Yo que éste quede hasta que Yo vuelva, ¿a ti qué?”.

9.10 En un monte de Galilea.

Mis Once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Yo les había ordenado.
Y en viéndome me adoraron: ellos que antes habían dudado. Y acercándome a ellos
les dije:
“Dióseme toda potestad en el cielo y sobre la tierra. Id, pues, al
mundo entero y predicad el Evangelio a toda la Creación; amaestrad a
todas las gentes, bautizándoles en el Nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles a guardar cuantas cosas os ordené. El que
creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, será
condenado. Y a los que hubieren creído les acompañarán éstas señales:
en mi Nombre lanzarán demonios, hablarán lenguas nuevas, en sus
manos tomarán serpientes, y si le dieren ponzoña mortífera, no les
183
Dios requiere el cariño del hombre porque como Hombre tiene sentimientos de hombre. Quiere ser
amado, busca, con vehemencia, el amor de cada hombre porque cada hombre tiene un corazón
singular, una original e irrepetible forma de amar y Dios las demanda todas, espera con anhelo
divino y paciencia infinita la libre, personal y suprema entrega del alma de sus elegidos.

Página 214
Autobiografía de Jesucristo

dañará; pondrán sus manos sobre los enfermos y se hallarán bien. Y


sabed que estoy con vosotros todos los días hasta la
consumación de los siglos.”184
Durante cuarenta días después de mi resurrección, además de ser visto por
Pedro y Santiago, por todos mis Apóstoles, me presenté palpablemente a más de
quinientos de mis discípulos. A todos les hablé de las cosas referentes al Reino de
Dios. Y por último también me presenté a mi Apóstol Pablo, que habría de darme a
conocer a los gentiles.

9.11 Ultimas recomendaciones.

Y llegó la hora de partir de este mundo. Estando con ellos a la mesa, les ordené
que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del Padre, la cual
oyeron de mí, porque como Juan bautizó en agua, ellos y tú seríais bautizados en
Espíritu Santo.
Los que se habían reunido me preguntaron diciendo:
“Señor, ¿en esta sazón vas a restablecer el Reino de Israel?”
Les dije:
“No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos oportunos
que el Padre fijó con su propia potestad; mas recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos así en
Jerusalén como en toda la Judea y Samaria y hasta el último confín de
la tierra. Porque así está escrito y convenía: que el Mesías había de
padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que se había de
predicar en su Nombre penitencia y remisión de los pecados a todas las
naciones, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas
cosas.”
9.12 La Ascensión al cielo.

Como esto les hubiera dicho, los saqué afuera hasta llegar a Betania, y alzando
las manos los bendije. Y aconteció que, mientras los bendecía, me desprendí de ellos,
y era llevado en alto al cielo. Y una nube que me tomó sobre sí me ocultó a los ojos de
mis amados discípulos. Fui elevado al cielo y me senté a la diestra de Dios, mi Padre.
Mientras estaban con los ojos clavados en el cielo mirando cómo me iba, de
pronto se les presentaron dos varones con vestiduras blancas, que les dijeron:
“Varones galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando fijamente al cielo? Este
mismo Jesús, que ha sido quitado de entre vosotros para ser elevado al cielo, así
vendrá, de la manera que le habéis contemplado irse al cielo.”
Entonces ellos, habiéndome adorado, se tornaron a Jerusalén, con grande gozo,
184
Estas palabras se entienden como están dichas. Jesucristo está con los suyos todos los días
hasta el final de los siglos. Cristo ni se engaña ni nos engaña y si El manifiesta que está conmigo,
conmigo está aunque yo no le vea con estos ojos, ni le oiga con estos oídos, ni le toque con estas
manos. Está, seguro, donde yo estoy, donde está su Iglesia, porque donde dos o tres se reúnen en su
nombre allí está El en medio. Cuando a Cristo se le invoca no viene desde un lugar lejano. El está
donde yo estoy y no ocupa más espacio que el que yo ocupo. Está dentro de mí, en mis alegrías y en
mis penas, en mi trabajo y en mi descanso, despierto y dormido. Cristo habita en mí mientras así lo
quiera yo, y esto un día tras otro consuma una verdad que me trasciende, esta sublime verdad es que
“ya no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí”.

Página 215
Autobiografía de Jesucristo
desde el monte llamado Olivar, que está cerca de Jerusalén,
distante el camino de sábado. Y estaban continuamente en el Templo, alabando y
bendiciendo a Dios.
Partiendo de allí, predicaron por todas partes, cooperando Conmigo y
confirmando la palabra con las señales que le acompañaban.
Obré además en presencia de mis discípulos otros muchos milagros, que no han
sido descritos. Los que aquí están reseñados se han escrito para que creas que Yo soy
el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengas vida en Nombre mío.

Página 216
Autobiografía de Jesucristo

Página 217
Autobiografía de Jesucristo

Madre mía, pon tú lo que a mí me


falta
INDICE
CAPITULO I.-MI INFANCIA
1.01 Anuncio del nacimiento de Juan Bautista.
1.02 Anuncio de Gabriel a mi Madre.
1.03 Visitación de mi Madre a su prima Isabel.
1.04 Zozobras en el corazón de mi padre, José.
1.05 Nacimiento en Belén.
1.06 Genealogía.
1.07 Anuncio de los ángeles a los pastores.
1.08 Circuncisión y purificación.
1.09 Epifanía y huida a Egipto.
1.10 Matanza de inocentes.
1.11 Vuelta a Nazaret. Pérdida en Jerusalén.
CAPITULO II.-PERIODO DE PREPARACION
2.01 Juan Bautista en el Jordán. Bautismo.
2.02 Tentaciones en el desierto.
2.03 Testimonio de Juan Bautista.
2.04 Primeros discípulos.
2.05 Bodas de Caná.
CAPITULO III.-PRIMER AÑO DE PREDICACION
3.01 Expulsión del Templo de compradores y vendedores.
3.02 Entrevista con Nicodemo.
3.03 Ultimo testimonio de Juan.
3.04 La Samaritana.
3.05 Comienzo la predicación en Galilea.
3.06 Vocación de mis primeros discípulos.
3.07 Predicación y milagros en la Galilea.
3.08 El leproso.
3.09 El paralítico de Cafarnaúm
3.10 La vocación de Mateo.
CAPITULO IV.-SEGUNDO AÑO DE PREDICACION
4.01 El paralítico de la piscina.
4.02 Manifestación apologética de mi Persona.
4.03 Segunda misión en Galilea.
4.04 Sano a un hombre que tenía una mano paralizada.
4.05 Junto al lago de Genesaret. Numerosas curaciones.
4.06 Elección de los Doce Apóstoles.

Página 218
Autobiografía de Jesucristo
4.07 El Sermón de la Montaña.
4.08 El siervo del centurión.
4.09 La viuda de Naím.
4.10 Mensaje de Juan.
4.11 Una mujer me unge los pies en casa de un fariseo.
4.12 Anuncio de la Buena Nueva. La blasfemia contra el Espíritu.
4.13 Mi Madre y mis hermanos.
PARABOLAS DEL REINO
4.14 Parábola del sembrador.
4.15 No hay nada escondido, ni hay nada secreto.
4.16 Parábola de la cizaña.
4.17 Parábola de la semilla que germina sin saber cómo.
4.18 Parábola del grano de mostaza.
4.19 Parábola del fermento.
4.20 Declaro a mis discípulos la parábola de la cizaña.
4.21 Parábola del tesoro escondido y la perla.
4.22 Parábola de la red.
4.23 Conclusión. El escriba instruido.
4.24 La tempestad calmada.
4.25 Los dos endemoniados gerasenos.
4.26 La hemorroisa y Jairo.
4.27 Curo a dos ciegos y un endemoniado mudo.
4.28 Enseñanza y rechazo en Nazaret, mi pueblo.
4.29 Predicación de la Buena Nueva. Misión de mis Apóstoles.
4.30 Llega a Herodes mi fama. Martirio de Juan Bautista.
4.31 Mis Apóstoles vuelven de su predicación, retiro al desierto.
4.32 Primera multiplicación de los panes.
4.33 Camino sobre el mar.
4.34 Yo soy el Pan de la vida.
CAPITULO V.-TERCER AÑO DE PREDICACION
5.01 Discusión con los escribas y fariseos.
5.02 La hija de la cananea.
5.03 Curación de un sordomudo. Multitud de curaciones.
5.04 Segunda multiplicación de los panes y los peces.
5.05 La señal del cielo y la levadura de los fariseos.
5.06 El ciego de Betsaida.
5.07 La confesión y el primado de Pedro.
5.08 Les anuncio claramente mi muerte.
5.09 Transfiguración en el Tabor.
5.10 Curación del muchacho endemoniado.
5.11 Subo a Jerusalén.
5.12 Intentan los judíos apoderarse de Mí.
5.13 La mujer adúltera.
5.14 Doy testimonio de Mí mismo.
5.15 “Adónde Yo voy, vosotros no podéis venir.”
5.16 Hijos del diablo.
5.17 “Antes de que Abraham naciese Yo existo.”
5.18 El ciego de nacimiento.
5.20 Yo soy la Puerta. Yo soy el Buen Pastor.
5.21 Predicción de mi Pasión y Resurrección.

Página 219
Autobiografía de Jesucristo
5.22 La moneda en la boca del pez.
5.23 El mayor en el Reino de los cielos.
5.24 Quien no está contra nosotros con nosotros está.
5.25 La oveja descarriada. La corrección. La oración eficaz.
5.26 “Hasta setenta veces siete”. El siervo cruel.
5.27 En Samaria no me reciben.
5.28 Tres vocaciones. Condiciones para el apostolado.
5.29 En la Perea. Misión de setenta y dos de mis discípulos.
5.30 Maldición sobre Corazaín y sobre Betsaida.
5.31 Vuelta de los discípulos y júbilo en mi Corazón.
5.32 La Parábola del Buen Samaritano.
5.33 En Betania: Marta y María.
5.34 Cómo orar. Eficacia de la oración.
5.35 “El Padre y Yo somos una misma cosa.”
5.36 Lanzo un demonio mudo y me calumnian.
5.37 ¡Bienaventurada mi Madre!
5.38 La señal de Jonás profeta. La lámpara del cuerpo.
5.39 Soy invitado a comer en casa de un fariseo.
5.40 La levadura de los fariseos hipócritas.
5.41 Guardarse de la avaricia. Parábola del rico necio.
5.42 Desprendimiento de los bienes temporales.
5.43 Preparados para el más allá.
5.44 Las señales de los tiempos.
5.45 Necesidad de la penitencia. La higuera estéril.
5.46 La mujer encorvada.
5.47 Parábola de la mostaza y la levadura. Número de elegidos.
5.48 Amenazas de Herodes. “¡Jerusalén, Jerusalén!”
5.49 El hombre hidrópico. Recomendación de humildad y caridad.
5.50 La Gran Cena.
5.51 La abnegación. La torre y el rey. La sal.
5.52 La oveja descarriada. La dracma perdida.
5.53 El hijo pródigo.
5.54 El mayordomo infiel.
5.55 La avaricia de los fariseos. El rico Epulón y el pobre Lázaro.
5.56 Lázaro enferma y muere.
5.57 Determinan darme muerte. Me retiro a Efrén.
5.58 El escándalo. Perdonar las ofensas. Eficacia de la fe.
5.59 Los diez leprosos.
5.60 Avenimiento del Reino de mi Padre.
5.61 El juez inicuo.
5.62 El fariseo y el publicano
5.63 El matrimonio es indisoluble.
5.64 Bendigo a los niños.
5.65 El joven rico. El peligro de riquezas. Galardón de la pobreza.
5.66 Los obreros de la viña.
5.67 Tercer anuncio de mi Pasión.
5.68 Ambición de los hijos de Zebedeo.
5.69 En casa de Zaqueo.
5.70 La parábola de las minas.
5.71 El ciego Bartimeo.
5.72 En memoria de María, que me ungió.

Página 220
Autobiografía de Jesucristo

CAPITULO VI.-SEMANA DE PASION


6.01 Entrada triunfal en Jerusalén.
6.02 Llanto sobre Jerusalén.
6.03 Entro en la ciudad y en el Templo.
6.04 La higuera maldecida.
6.05 Echo del Templo a los que vendían y compraban.
6.06 Unos gentiles desean verme.
6.07 La higuera seca: eficacia de la fe y la oración.
6.08 “¿Con qué autoridad haces eso?”
6.09 Los dos hijos enviados a la viña
6.10 Parábola de la viña.
6.11 Parábola de las Bodas Reales.
6.12 “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
6.13 Los saduceos. Cuestión sobre la resurrección.
6.14 El Gran Mandamiento.
6.15 Soy Hijo y Señor de David.
6.16 Guardarse de los escribas y fariseos.
6.17 La ruina de Jerusalén.
6.18 Los dos cornalillos de la viuda.
6.19 Concluye mi ministerio. Incredulidad de los judíos.
6.20 La destrucción del Templo.
6.21 Las señales precursoras.
6.22 Destrucción del Templo y de la ciudad.
6.23 Señales de mi vuelta al mundo.
6.24 Tiempo de la ruina de Jerusalén.
6.25 Tiempo de mi segunda venida.
6.26 ¡Velad! Parábola del lazo y el ladrón.
6.27 Los siervos que velan
6.28 Las diez vírgenes.
6.29 Los talentos.
6.30 El Juicio Final.
6.31 Reunión del Sanhedrín y traición de Judas.
CAPITULO VII.-LA ÚLTIMA CENA
7.01 Preparación de la Cena Pascual y comienzo de la misma.
7.02 Contienda entre mis Apóstoles.
7.03 Lavo los pies a mis discípulos.
7.04 Judas es descubierto.
7.05 La Eucaristía.
7.06 El Nuevo Mandamiento.
7.07 Predicción de las negaciones de Pedro.
7.08 ¡Volveré! Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
7.09 Frutos de la Fe. Otro Consolador. No os dejaré huérfanos.
7.10 Vuelvo a prometerles el Consolador.
7.11 La Vid y los sarmientos.
7.12 El Mandamiento del amor fraterno.
7.13 Odio del mundo contra Mí y mis discípulos.
7.14 Acción del Espíritu Santo.
7.15 “Otra vez me veréis.”
7.16 Conclusión.
ORACION SACERDOTAL

Página 221
Autobiografía de Jesucristo
7.17 Ruego por Mí.
7.18 Ruego por mis discípulos.
7.19 Ruego por mi Iglesia futura.
CAPITULO VIII.-PASION Y MUERTE
8.01 En el huerto de Getsemaní.
8.02 Se consuma la traición. El prendimiento.
8.03 Ante Anás.
8.04 Ante Caifás. Ultrajes.
8.05 La negación de Pedro.
8.06 Al amanecer, ante el Sanhedrín.
8.07 Desesperación de Judas.
8.08 Presentación ante Pilatos.
8.09 Nuevas acusaciones.
8.10 Ante Herodes.
8.11 De nuevo comparezco ante Pilatos.
8.12 Me flagelaron y coronaron de espinas.
8.13 “ECCE HOMO.”
8.14 Hijo de Dios.
8.15 Mi crucifixión, mi agonía y mi muerte.
8.16 Mis amigos a distancia. El costado abierto.
8.17 La mortaja y sepultura de mi cadáver.
CAPITULO IX RESURRECCION Y VUELTA AL PADRE
9.01 El sepulcro vacío.
9.02 Pedro y Juan van al sepulcro.
9.03 A María Magdalena.
9.04 A las mujeres que tanto me querían.
9.05 La guardia del sepulcro sobornada. Testigos dormidos.
9.06 Camino de Emaús.
9.06 A mis Apóstoles y discípulos reunidos.
9.07 Tomás incrédulo. “Señor mío y Dios mío”.
9.08 En Galilea a la ribera del Tiberiades
9.09 Confiero el Primado de mi Iglesia a Pedro.
9.10 En un monte de Galilea.
9.11 Ultimas recomendaciones.
9.12 La Ascensión al cielo.

Página 222
Autobiografía de Jesucristo

I. ¿Aborrecer al padre, a la madre, a la mujer, a los hijos…?


II. El Amor interminable
III. Dios a la Vista
IV. Morir y resucitar dos veces
V. El divorcio y la soledad
VI. El parto de una Mujer singular
VII. El silencio del mejor marido
VIII. Extrema humillación de una mujer
IX. ¡He perdido a mi Hijo!
X. La mujer encorvada
XI. La omnipotencia de una madre que sufre
XII. La viuda de Naím
XIII. Las lágrimas del amor
XIV. Una mujer con seis maridos
XV. Mujer heróica, mujer perversa
XVI. Nacer de nuevo
XVII. Pedro, la Roca, era un hombre casado
XVIII. Vinculación razonada de dos de los milagros más
importantes de Jesucristo
XIX. Padre mío
XX. Lo que he costado
XXI. La Compasión
XXII. La Resurrección del Hijo del hombre
XXIII. La tarea acabada
XXIV. Al Dios desconocido

Página 223
Autobiografía de Jesucristo

¿Aborrecer al
padre, a la
madre, a la
mujer, a los
hijos…?

Lc.14,25-33 La abnegación (APARTADO 5.51 DEL LIBRO)


Caminaban con El grandes muchedumbres, y, vuelto a ellas, les dijo: “Si uno
viene a Mí y no aborrece a su padre y a su madre, a su mujer y a sus
hijos, a sus hermanos y hermanas y hasta su propia vida, no puede ser
mi discípulo. Quien no carga con su cruz y se viene en pos de Mí, no
puede ser mi discípulo”.

Cuando uno se llega a Cristo montado en el caballo de su imaginación y de


sus sentimientos, se encuentra de frente con un Crucificado que le clava sus
divinos ojos en el alma, y entonces el que, en virtud de estas “positivas
vibraciones sentimentales”, vino al encuentro del Maestro, se volvió despavorido,
horrorizado, y a galope tendido desanduvo el camino andado. Estos difícilmente
volverán a encontrarse con Jesús.
Con el Hijo de Dios caminaban multitud de personas, grandes muchedumbres,
dice nuestro amigo San Lucas. Dios hace un alto en este su caminar terreno, se
vuelve a esta multitud de hombres y mujeres y reclamando su atención les
manifiesta con rotundidad divina las inauditas condiciones que exige para ser
discípulo Suyo, para seguirle. Pone el listón altísimo, tanto que para superarlo se
ha de llegar hasta la suprema determinación de elegirle a El antes que a los
seres más queridos si en esta encrucijada nos pusiera su Providencia. ¿Esto es
posible?, ¿se puede asumir?, ¿qué debo entender?, ¿acaso se puede aborrecer a
un padre, a una madre, a una mujer, a unos hijos? Esto debo entenderlo con una
buena dosis de sentido común porque Jesús no es un tirano que demande a su
discípulo cosas imposibles. Cristo es el que lleva la iniciativa cuando requiere el
amor del corazón de un hombre o de una mujer. Cuando llama a la puerta del
alma no repara en tu estado pero tampoco te saca de él. Si respondes, no
cambias de vida pero sí de filosofía, todos tus actos comienzan a tener
trascendencia divina, tu norte se desplaza fuera de este mundo.

“Si alguno me amare, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y


a él vendremos y en él haremos mansión”. Así como suena, amar a Cristo
supone ser amado a su vez por el Padre, que con el Hijo se digna habitar en la
persona que responde, con toda su alma, a la súplica de un Amado que no
merezco y sin embargo lo tengo, permanentemente, a la puerta de mi espíritu
esperando, con paciencia divina, ser aceptado como el más sublime amor que se
puede soñar, un amor que no tiene medida ni referencia.

Página 224
Autobiografía de Jesucristo
Aceptar a Jesucristo, que se llega, apasionado, para recibir lo que desde la
eternidad te ha demandado y tú, a su vez, en supremo abandono, le entregas,
supone un fulminante cambio de vida que trastoca la escala de valores con la
cual consumabas tus actos al dictado de tu voluntad inspirada por un
entendimiento que ahora discierne a lo divino, porque Personas divinas que en ti
permanecen, con absoluto respeto a tu libertad soberana, te predisponen hacia
una nueva actitud de perfección que te transciende, un cambio que tú mismo
percibes y así mismo lo perciben los demás.
Jesús se ha dado a Sí mismo, en toda su plenitud humana y divina a todos
y cada uno de los hombres y de las mujeres que vengan a ser en este mundo,
sin embargo se escoge a poquísimos amantes con los que tiene una predilección
singular. Amiga lectora, amigo lector, el Dios hecho Hombre se te puede hacer
presente en un dulce sobresalto que de manera inesperada se hace realidad en
tu pequeño vivir sea cual sea tu condición y estado. El Corazón de Cristo, un
Corazón de Hombre, puede venir a tu encuentro donde menos y cuando menos
lo esperabas. Te puede ofrecer el amor más grande que puedas soñar en tu
juventud, en tu madurez o en tu ancianidad, puedes percibir en lo más íntimo de
tu yo el susurro de Alguien que te habita el alma y que a su vez te demanda un
afecto inmenso, un amor que no tiene precio.
Amiga lectora, amigo lector, a la hora de la verdad, cuando te dispones a
cruzar a la otra orilla, en esta se quedan todos tus amores. Te seguirán amando,
pero el tiempo hará de tu memoria un plácido recuerdo que terminará
extinguiéndose con los años. Nadie de los que tanto has amado en este mundo
te acompañará. Ya has puesto el pie en la barca y de pronto te sorprendes al
comprobar que no vas solo. Fijas la atención sobre Alguien que no es ajeno a tu
espíritu, Alguien que está a tu lado, que conoces porque le amaste sin verlo y
cuando ya fijas tu atención se hace meridiana su figura, es ese “Amado mío”
con el que tantas veces le has respondido a sus infinitas demandas de amor, es
el Cristo que tanto te exigió porque tanto te dió.
Las inauditas palabras de Cristo no están lejos de la realidad, pues no es
difícil constatar cómo responden algunos padres a la incipiente vocación de una
joven o de un joven a la vida religiosa, a la vida sacerdotal que supone el
trastoque de un futuro predeterminado por unos padres, por supuesto muy
respetables, pero que hacen padecer a una hija, a un hijo en situación de asumir
las inauditas palabras de Cristo. Esto es la inexplicable contradicción de los
buenos, porque casi todos los padres son buenos.
Con referencia al padre o a la madre que tiene que dar rotundo testimonio de su
Fe, ahora, en esta sociedad occidental, la que se dice cristiana, son de evidente
actualidad las exigentes palabras de Cristo, palabras que un padre cristiano tiene
que asumir a la hora de suplicarle a su hija o a su hijo que no se case en un
ayuntamiento, en un juzgado, que no se case con un divorciado, con un
separado..etc… Qué difícil resulta para un padre no acompañar a su hija o a su
hijo en un acto de este tipo, un acto en el que Dios no está. Esto es lo que le
pide Cristo. ¿Quién comprenderá a este padre, a esta madre?
No hay hombre o mujer que pase por este mundo sin una cruz, cruz que
es solamente suya, la que Dios le ha designado. Es una cruz que cada cual
llevamos por un caminito personal e irrepetible, un camino por el cual nadie ha

Página 225
Autobiografía de Jesucristo
caminado, ni nadie, después de mi, caminará. La cruz tiene una dimensión
determinada con independencia de nuestras creencias, pero sin Fe la cruz pesa
más y además no se rentabiliza. Con ella a cuestas llego a las puertas del
Paraíso o a las puertas del Infierno, depende de mi actitud ante este inevitable
peso. Si con mi cruz no voy tras de Cristo no puedo ser su discípulo. Sin Amor,
sin Fe y sin Esperanza el abrazo con la cruz es desesperación. Si cuando la cruz
pesa más, si cuando más siento la profunda depresión del sufrimiento insufrible,
soy capaz del alzar la vista hacia mi Dios Crucificado para pedir compasión de
Quien a su vez compasión me pide, comprobaré que mi cruz y la de Jesús son la
misma Cruz y desde esa Cruz mis sentimientos serán los de Cristo y sus palabras
las mías: “Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Página 226
Autobiografía de Jesucristo

El amor
interminabl
e

Lc.10,38-42 En Betania: Marta y María (APARTADO 5.33 DEL LIBRO)

Solo por San Lucas, el evangelista de la mujer, conocemos la personalidad


de dos hermanas, Marta y María, dos mujeres que buscan el aprecio de Cristo
según su peculiar forma de ser. Marta es la dueña de la hospedería donde
habitualmente se llegaba el Maestro con sus más íntimos discípulos. Marta es la
mujer activa que ocupa todas sus horas, y le faltan, en el ejercicio de su tarea.
Mantiene una amistad de tal confianza con Jesucristo que solo ella, con la
Virgen María, es capaz de insinuarle al Hijo de Dios qué es lo que debe hacer. Es
una mujer respetuosamente autoritaria, pero con un corazón inefable que
pretende servir a su Señor con todos los medios a su alcance. La Iglesia
necesita, sin duda, mujeres con este espíritu de servicio.
Todos los hechos relatados en el Evangelio son hechos consumados en el
tiempo y en lugares que todavía existen. Si me introdujera en la vena del tiempo
y pudiera desandarlo para encontrarme físicamente con las mujeres y los
hombres que intervienen en este Sagrado Drama, quizás me sorprendería con la
evidencia de que, la Pecadora que unge los pies de Jesús en casa de Simón el
fariseo, (la mujer que porque amó mucho se le perdonó mucho) la María
Magdalena que se abraza a los pies del Crucificado y del Resucitado y esta María
de Betania que ahora está a los pies de su Señor sin perderse palabra, son la
misma persona. Si esto es así, estamos contemplando a una singular mujer
que amó a Jesucristo hasta la adoración. En dos mil años de historia cristiana,
posiblemente, no encontremos un corazón de mujer más rendido y enamorado
de Cristo que este sublime corazón de la María de Betania, posiblemente, la
Magdalena.
De Marta, hasta me puedo suponer que fuera, antes o después, mujer
casada, pero de María de Betania solo puedo entender que es mujer reservada
para solo un único amor, el amor de Cristo que es el amor de Dios. Esta mujer,
que me ve y me oye, rindió su alma hasta la inmolación espiritual de sí misma
por infinito amor al Hijo de Dios, al Hijo del hombre. Más adelante, cuando se
acerca ya la Pasión de Cristo, María nos dejará una impresionante muestra de su
amor. Derramará un frasco de perfume, de elevadísimo precio, sobre la cabeza y
los pies de Jesús como expresión del más bello amor de mujer que jamás haya
amado a Jesucristo. Un acto que por designio divino quedó inmortalizado en el
tiempo.

Página 227
Autobiografía de Jesucristo
Un hombre, por muy noble que sea su alma, no genera en el corazón de
una mujer el supremo amor con el que María adoraba a su divino Amado.
Cuando de sus manos se vertía el perfume sobre los cabellos y los pies de su
Señor, de sus labios y en silencio salían dos palabras que solo por Dios eran
oídas: ”Amado mío”. Así es, amiga lectora, amigo lector, un “Amado mío” que
al pronunciarlo, sin que oído humano lo oiga, se exhala el alma para convertirse
en solo estas dos palabras con la que el yo de quien las expresa se vacía de si
mismo para llenarse de Quien adoras en un acto de supremo abandono. Tal
amor a Jesucristo es un Don, que viene de lo alto, para unos pocos escogidos,
hijas e hijos de Dios, un Don que no distingue entre mujer y varón.

Página 228
Autobiografía de Jesucristo

Dios a la
vista

Mt.9,18-19;Mc.5,21-24;Lc.8,40-42 Jairo suplica a Jesús que salve a su


hija moribunda (APARTADO 4.26 DEL LIBRO)
Una niña judía, de doce años, en estado de agonía, hija única de un tal
Jairo, uno de los jefes de la sinagoga de un pueblo costero, nos reclama la
atención. No sabemos su nombre, ni tampoco El Evangelio nos dice nada de su
madre, solo, en este primer acto del drama, que ahora vamos a contemplar, se
nos muestra un padre roto por la pena que inca sus rodillas a los pies de Jesús
para implorarle que tenga a bien acompañarle a su casa y ponga sus manos
sobre su hija moribunda porque si así lo hiciere su hija no moriría.
Esta es la fe de un judío, de un judío relevante, habitante de un lugar de
cuyo nombre no se nos dice nada. Cree en el Taumaturgo con algunas
limitaciones. Jesús podrá curar a su hija, pero sólo si pone sus manos sobre ella
y por eso le urge pues su hija está para morir y si muere ya no se podrá hacer
nada. Jesús ha captado, mejor que nosotros, la vacilante fe de quien le demanda
el milagro. En su mente, como en la nuestra, se representa otra escena similar
con otro personaje de otro lugar, quizás, cercano a este, también ribereño, el
centurión de Cafarnaúm, un gentil, un no judío, que le sorprendería y nos
sorprendería a todas las generaciones que habrán de venir con un acto de fe
impresionante: ”Señor, no soy digno de que entres en mi casa, mas dí una
sola palabra y mi muchacho quedará sano”. Estos dos hombres invocan a la
Voluntad del Taumaturgo, el judío ya tiene preconcebido como se hará el
milagro, dentro de unos límites que él ya ha marcado. El gentil, el no judío,
invoca al Corazón de su Oyente, invoca a su querer y no a su poder, porque de
este no le cabe duda, no delibera hasta donde puede llegar, cree con absoluta
certeza que Jesús, si quiere, hará el milagro con solo quererlo, esté donde esté
físicamente.

Mt.9,20-22;Mc.5,24-34;Lc.8,42-48 La hemorroisa es curada de su flujo


de sangre (APARTADO 4.26 DEL LIBRO)
Jesús se acomoda a la fe del padre de la niña. Dios concede según la fe
con que se le pide, aunque siempre da más de lo que se le pide. Este hombre
pidió dos al que le podía dar doscientos mil si así lo hubiera pedido.
Pero ahora contemplemos otra dramática escena con otra mujer de
protagonista, una mujer de notable posición que ha gastado su fortuna para

Página 229
Autobiografía de Jesucristo
curarse de sus permanentes hemorragias menstruales sin conseguirlo. La fe de
esta mujer es inmensamente más grande que la de Jairo. Atención, amiga
lectora, amigo lector, porque esta hija de Dios va a ser causa de que se consume
un milagro de Cristo sin previo asentimiento de su Corazón humano. En el
Evangelio no se verá otro milagro semejante. Estrujado por la multitud, percibió
que alguien le tocó de diferente forma. Experimentó salir de El una virtud de la
cual alguna persona se benefició. Jesús se detiene y pregunta, para sorpresa de
sus discípulos, quien le había tocado. Como Hombre, escruta con su mirada para
descubrir la persona que le ha robado un milagro. Otra vez, asistimos a una
situación comprometida de una mujer en público. En el Evangelio, las mayores
muestras de humildad se dan en la mujer. Ésta, postrándose a los pies de Cristo,
declara su vergonzosa, para aquella sociedad, enfermedad, y así mismo, expone
entre sollozos cómo ha sido curada.
Mi querida lectora, mi querido lector, la meditada lectura del Evangelio nos
remueve a cada página leída, en permanente estupor reflexiono los hechos que
se describen y no agoto la capacidad de sorprenderme. La curiosidad de Cristo
como Hombre queda satisfecha, ya tiene a sus pies la mujer que solo le ha
tocado la orla de su vestido. Como Hombre, le pasa igual que a mí, se sorprende
de la Fe de esta hija de Dios, pero al seguir leyendo escucho, como escucharon
todos, sus consoladoras palabras: ”Buen ánimo, hija; tu Fe te ha salvado…”
y aquí me vuelvo a sorprender porque no volveré a encontrar en todo el
Evangelio la palabra ”hija” en boca de Cristo dirigida directamente a su
interlocutora. ¿Por qué Cristo llama ”hija” a una mujer, supuestamente, de más
edad que El? ¿Estamos ante una frase hecha o tiene todo su sentido? Se acaba
de producir un milagro, un hecho que suspende las leyes de la naturaleza, se ha
consumado, de manera fulminante, la curación de una enfermedad padecida
durante largos años en virtud de una Fe inmensa que pone al descubierto la
Misericordia divina. En este misterioso acto parece como si hubiera actuado la
Voluntad divina más que la voluntad humana de Jesucristo y a renglón seguido
de escuchar sus palabras: “¿Quién me ha tocado los vestidos?”, como Hombre,
se escucha las palabras de Cristo como Dios: “Buen ánimo, hija; tu Fe te ha
salvado”, con lo cual, esta expresión: “hija”, hay que entenderla con plenitud de
significado, la ha pronunciado el Creador del Universo, el Autor de la vida que,
desde ya, contempla la salvación eterna de esta hija, una mujer que algo de su
divinidad le ha reconocido.

Mt.9,23-26;Mc.5,35-43;Lc.8,49-56 Resurrección de la hija de Jairo


(APARTADO 4.26 DEL LIBRO)
Dice el Evangelio que todavía estaba hablando Jesús cuando se llega a
Jairo alguno de sus subordinados que le dice: ”Tu hija ha muerto; ¿para que
molestar ya al Maestro?”. Con este “prodigio” de mano izquierda, este amigo
de Jairo, le termina de partir el corazón. Para los dos ya no hay nada que hacer,
la niña ha muerto, Jesús ya no podrá hacer nada más. Estas palabras llegan a
los oídos de Dios, a los oídos del Hombre que acaba de consumar un acto divino
y vuelto a Jairo le dice: ”No temas, cree no más, y será salva”. Jairo tiene el
alma aturdida, su corazón de padre salta de la desolación a la esperanza sin
tiempo para asimilar y reflexionar sobre las palabras que casi simultáneamente

Página 230
Autobiografía de Jesucristo
escucha de su amigo y de Jesús. Solo tiene que creer más de lo que hasta ahora
ha creído y desconcertado, sigue al Maestro hasta donde está la niña. Allí los
esperan la madre, desconsolada, y un alboroto de llantos y grandes alaridos
porque la niña ha muerto.
La emoción de Jairo es indescriptible, abrazado a su mujer y sin poder
sostener las lágrimas escucha decir al Maestro: ”…No lloréis, que la niña no
murió sino duerme”. Se burlaban de El. Jesús manda despejar el lugar y
queda solo con los padres de la niña y con sus discípulos preferidos: Pedro,
Santiago y Juan. Entran todos a la sala donde está el cadáver de la niña y Jesús
cogiéndola de la mano pronuncia: ”Talitha Kumi” que traducido significa:
“Niña, te lo digo, levántate”. Nos han quedado estas palabras en arameo, la
lengua con la que Cristo se expresaba humanamente, unas palabras que en su
boca y al mandato de su Voluntad hicieron posible que el espíritu de la niña
tornara a su cuerpo. La hija de Jairo se levantó, para estupor de los presentes,
para estupor tuyo y mío, amiga lectora, amigo lector. ¿Quién es este Hombre?

Página 231
Autobiografía de Jesucristo

Morir y
resucitar
dos veces

Jn 11,1-16 Lázaro enferma y muere (APARTADO 5.56 DEL LIBRO)


Amiga lectora, amigo lector, si te reconoces creyente pero a su vez no
practicas tu Fe, no eres consecuente con lo que crees, no sigas leyendo,
porque conocer lo que ahora relato va a comprometer tu alma para siempre.
Decir que se ama y no practicar el amor es una mentira o por lo menos una
actitud tibia en virtud de la cual uno puede ser vomitado de la boca de Dios.
Caminamos hacia el final del Año 3º y San Juan nos mete de lleno en un
drama al que asistimos con toda la atención del que ya conoce a los personajes y
por los cuales siente un particular afecto. En la casa de Marta, de María y de
Lázaro, amigos íntimos de Jesús, se vive con inmensa preocupación la grave
enfermedad de Lázaro. Dos grandes mujeres de carácter diferente tienen sin
embargo un sentimiento común, un común amor a un entrañable hermano que
les tenía ganado el corazón. Lázaro se está muriendo. El facultativo emite el
diagnóstico más preocupante y la evidencia de esta penosa enfermedad hacen
que las hermanas se decidan a poner en conocimiento del Amigo la angustia de
esta familia. Lo hacen con un discreto recado, con un respeto inmenso a la
Persona de Jesucristo:
“Señor, mira, el que amas está enfermo”.
Los hechos tal y como los describe San Juan, son rotundamente históricos,
es decir, si pudiera retrasar el tiempo, si me llego al sitio donde se consumaron,
los tendré a la vista tal y como podría percibir cualquier otro acontecimiento en
mi presente. No estamos ante un relato parabólico, una leyenda, un cuento, etc.,
estamos ante una realidad consumada y contemplada por muchas personas que
pudieron testificar lo que vieron sus ojos y oyeron sus oídos. Un hecho
comprobado, cierto, que ha sucedido realmente.
Jesús se da por enterado, recibe el mensaje captando la inmensa angustia
de sus amigas. Contesta al mensajero con unas palabras que ni comprenderá el
enviado, ni las hermanas, ni los discípulos que le estaban oyendo. A dos milenios
pasados, los que ahora leemos este pasaje del Evangelio si lo entendemos y en
consecuencia asumimos que el Hombre que las ha pronunciado es el Hijo de
Dios. Jesús conoce perfectamente que de aquí a dos días su amigo morirá y sin
embargo no manifiesta prisa por ayudar a esta familia. Conoce, con anticipación,
de que los trágicos hechos se consumen, el resultado final de este drama:
“Esta enfermedad no es para muerte, sino para gloria de Dios, a fin de
que por ella sea glorificado el Hijo de Dios”.
Es decir, la razón determinante por la que Lázaro muere no es la
consecuencia de una penosa enfermedad, sino que será el medio providencial
con el cual Dios se valdrá para glorificar a su Hijo a los ojos del mundo. Y ¿Quién
es este Hijo de Dios por cuya glorificación un hombre enferma y muere? Pues es

Página 232
Autobiografía de Jesucristo
este mismo Hombre que hace semejante afirmación, es el Destinatario del
recado enviado por las hermanas de Lázaro, es este Jesús que permanece dos
días más en el lugar donde estaba, hasta que su amigo fallece y de lo cual tiene
conocimiento sin que nadie le informe:
“Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarlo”.
Para Jesucristo Lázaro se ha dormido, para nosotros, que hemos vuelto a
Betania, lo que apreciamos es un cadáver que quizás, en función de la grave
patología que se deja entrever (cáncer), en breve comenzó a corromperse y
manifiestamente se dejaba sentir con un hedor insoportable. Lázaro ha muerto y
su muerte se certifica porque:
Cesó la función respiratoria
Cesó la función circulatoria
Se produjo un enfriamiento cadavérico
Se produjo una lividez cadavérica
Se produjo una rigidez cadavérica
Se produjo pérdida de contractilidad muscular
Cesó, irreversiblemente, la función encefálica
Por último, como signo inequívoco, comenzó la putrefacción cadavérica.
Esto es morir y en tal estado, nuestro amigo Lázaro es amortajado y
sepultado en el sepulcro familiar, a las afueras de Betania. Sus hermanas, Marta
y María le lloran desconsoladamente porque bien saben ellas que el que se
muere, el que se va ya no vuelve jamás. No oirán su voz, no verán su figura, su
sonrisa, no sentirán las caricias y los besos de su querido Lázaro. El hermano se
ha ido para siempre.
Ahora nos volvemos al lugar donde está Cristo que determina volver a la
Judea a pesar de estar amenazado de muerte y ante las objeciones que le hacen
sus discípulos dirá:
“Lázaro murió, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para
que creáis. Pero vamos a él”.
Para el Señor, Lázaro dormía, pero para que lo entendamos dirá que
Lázaro ha muerto tal y como lo hemos demostrado anteriormente. Dirá también
que se alegra de no haber estado allí porque de haber estado no hubiera muerto
el amigo, sin embargo su ausencia le va a permitir consumar un estremecedor
milagro al que vamos a asistir, amiga lectora, amigo lector, con el estupor del
que lo vió en “vivo y en directo”, un milagro portentoso que ha de despertar la
Fe, y obrar en consecuencia, del que esté leyendo lo que estoy escribiendo, pero
que cegará para siempre los ojos de la Fe del que no quiere tenerla aunque
esté contemplando un hecho tan trascendental al que le niega, voluntariamente,
su incuestionable verdad y esto si que es un misterio de iniquidad en virtud del
cual el que no responde a esta oportunidad se hace merecedor de su propia
condenación.
“No envió Dios a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que
el mundo sea salvo por El. Quien cree en El, no es condenado; quien no
cree, ya está condenado”. Jn 3,17-18

Página 233
Autobiografía de Jesucristo
El Hijo de Dios se encamina hacia Betania. Ya han pasado cuatro días
desde que Lázaro murió. Marta, cuando oyó que Jesús llegaba salió a su
encuentro y entre sollozos se atreve a hacer un cordial reproche al que reconocía
como capaz de haber impedido la muerte de su hermano si físicamente hubiera
estado allí:
“Señor, si estuvieras aquí, no se hubiera muerto mi hermano; no
obstante, ahora sé que cuanto pidieres a Dios, Dios te lo otorgará”.
Con estas palabras, Marta deja entrever que cree posible que Jesús puede
resucitar a su hermano ahora, ahora mismo, solo tiene que pedirlo a Dios, a su
Padre, y su Padre Dios se lo otorgará. Jesús le responde:
“Resucitará tu hermano”
Ella entiende que esta resurrección será lejana, al final de los tiempos,
pero lo que en verdad le está sugiriendo es una resurrección inmediata de su
hermano. Le dirá:
“Sé que resucitará cuando la resurrección universal el último día”.
Pero Jesús, con pausado tono de voz y gesto sereno le afirmará:
“Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí aun cuando muera,
vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá para siempre. ¿Crees
esto?”
Marta, con una emoción incontenida, con el corazón saliéndosele por la
boca, casi gritando, le dirá:
“Sí, Señor; yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que viene al
mundo”.
Jesús ya no sigue hablando con Marta. Le ruega que avise a su hermana
María para que venga a verle. “Dile que la espero”. Marta, deprisa, fue en busca
de su hermana, María. Le dice: “El Maestro está aquí y te llama”, ella con
cierto nerviosismo acelera su paso para llegar a las afueras de Betania, allí
donde Jesús la esperaba, cerca del sepulcro donde estaba el cadáver corrompido
de su hermano, ya muerto de cuatro días. Le siguen los amigos de la familia que
suponen que esta mujer vuelve a la tumba de Lázaro para seguir llorándole.
María, viendo a Jesús le embargó una inmensa emoción, no pudo contenerse, se
echa a los pies de Cristo y en un río de lágrimas se lamenta:
“Señor, si hubieras estado aquí, no se hubiera muerto el hermano”.
El llanto desconsolador, el llanto de los que la acompañaban llegan a los
oídos del Hijo de Dios, del Hijo del hombre, a los de este Hombre que se
estremece en lo más profundo de su Espíritu, se conturba y se ahoga
esforzándose por sostener las lágrimas que casi le afloran a sus ojos divinos y
humanos. Dios se estremece con el dolor humano, le conmueve hasta su médula
divina el padecimiento del hombre. Esto es un misterio inexplicable. Cristo siente
como Hombre, siente un temblor en todo su cuerpo embargado por una emoción
que no puede contener. Con la voz quebrada, con un nudo en la garganta
pregunta:
“¿Dónde le habéis puesto?”.
“Ven y lo verás”, le dirán los amigos de Lázaro, y de camino hacia la
cueva donde se encuentra el cadáver, no puede contener su emoción y entre
breves sollozos entrecortados, Jesús llora la muerte de Lázaro, su amigo.

Página 234
Autobiografía de Jesucristo
Amiga lectora, amigo lector, ahora quizás toca hacer un alto en la lectura,
echarse para atrás en el sillón del despacho, de la mesa de trabajo, en el sillón
de la sala de estar de la casa y reflexionar sobre estas divinas lágrimas.
Me viene a la mente lo que a mí mismo me ha ocurrido con una situación
similar. Conocí al alcalde de un pequeño pueblo de mi tierra, Murcia-España, un
pueblo que se llama Sangonera la Verde. Yo era el Ingeniero de las obras que en
el pueblo se hacían, obras de tuberías y depósitos de agua potable. Mi buen
amigo Lucas tenía un cáncer de huesos en muy avanzado estado y yo le visitaba
con alguna frecuencia con el corazón enjuto por la compasión. Me daba una gran
pena. El, con una mente meridiana y lúcida, sabía que se moría y pronto. Yo
también lo sabía, pero hablábamos de otras cosas, del trabajo, de las obras, de
la política. Sus pies y sus manos parecían botas, sus extremidades estaban
hinchadas como globos que le obligaban a permanecer en una silla de inválido.
Yo le encendía un pitillo, un pitillo para él y otro para mí y hablábamos.
–¿Lucas eres creyente?
-Sí, Rafael, soy creyente, pero no me llevo bien con el cura de este pueblo
-¿Qué me dices, Lucas? ¿Qué ha pasado?
-Este joven ha puesto al pueblo en contra mía, es un hombre que está haciendo
mucho daño. No te lo puedo asegurar, amigo Rafael, pero mucho me temo que
este cura no es un buen cura, no puedo decirte más.
-Lucas, entonces ¿no te asiste nadie espiritualmente?
-Si, todas las semanas me visita un amigo que es sacerdote, párroco de otro
pueblo, que me confiesa y me da la comunión.
-Muy bien, Lucas. Mañana te regalaré un libro que trata de la Sábana Santa y
un Rosario. Te conviene rezar el Rosario todos los días que puedas. Adiós, Lucas,
hasta mañana.
Al día siguiente le llevé lo prometido, otro cigarro, una buena conversación
y hasta la vista. Cierto día, muy poco antes de morir Lucas, tuve que hacer
varias gestiones en otras obras, en otros lugares de Murcia. Se me hizo tarde y
montado en mi “citroen dos caballos” me dirigía a mi casa con una gran fatiga.
Ya anochecía, pero conforme iba llegando me remordía la conciencia por dejar
ese día de ver a mi amigo enfermo. Estaba agotado pero no pude parar el coche
en la puerta de mi casa, me encaminé hacia Sangonera la Verde casi
maquinalmente y ya de noche me llegué a la casa de mi amigo.
-Hola Lucas, tú no sabes lo que me ha costado llegar hoy hasta aquí.
El, con la voz grave y una serena sonrisa, me sorprendió con estas palabras:
-Rafael, aunque ya se ha hecho de noche yo sabía que tú, hoy, vendrías a
verme, estaba seguro que vendrías.
Se hizo el silencio, puso sus ojos sobre mí con una mirada que no olvidaré
jamás. En silencio saqué el tabaco de mi cazadora, le encendí un cigarro, me
encendí otro y dando una profunda calada, puse mi mano sobre la suya hinchada
como una bota y le dije:
-Amigo mío, ¿cómo te encuentras?
Lucas no me contestó, su rostro me pareció triste pero con una inmensa
paz y serenidad, parecía que se estaba despidiendo de mí. De buena gana me

Página 235
Autobiografía de Jesucristo
hubiera puesto a llorar, sin embargo “haciendo de tripas corazón”, me puse a
hacerle preguntas sobre su ejercicio como alcalde, sobre la limpieza del sufragio
universal, sobre la verdad y la mentira de la política. Me dijo que yo era un
inocente ciudadano lejos de entender los entresijos de esta actividad que se
mueve en un mundo de ambición, de cinismo y de mentira. Lo abracé y le dije:
-Lucas, mañana no puedo venir. Volveré dentro de tres días, el día de tu Santo.
Adiós.
Cansado pero con enorme satisfacción me volví a casa. Dormí de un tirón.
Al día siguiente a trabajar. No me acordé de mi amigo Lucas. Al otro día, otra
vez a trabajar. Por la mañana, de casualidad, cae el periódico local en mi mano.
Estoy tomando café y pasando distraídamente las hojas de la prensa y de pronto
se me subió la sangre al cuello. En las páginas interiores aparece una pequeña
noticia. “El alcalde de Sangonera ha fallecido, después de una larga y penosa
enfermedad, esta madrugada. El entierro será a tal hora”. Mi amigo, se murió el
17 de Octubre de hace ya más de 30 años, un día antes de su Santo. Con prisa
cogí el coche y con prisa llegué hasta el pueblo donde estaba el cadáver de mi
amigo. Entré en su casa llena de gente. Llegué entero, con dominio de mí
mismo, pero al verme la hija de Lucas prorrumpió en un llanto sin consuelo que
me partió el alma, pues a gritos decía:
-¡Pobre padre mío, aquí está el ingeniero cuyo nombre, Rafael,
pronunciaste antes de morir!
Sentí un estremecimiento por todo mi cuerpo, apreté los dientes, quise
sujetarme pero cuando vi a mi amigo amortajado comencé a llorar como jamás
he llorado. Me salían las lágrimas como ríos incontenibles y con voz quebrada me
lamenté diciendo:
-No me has esperado, amigo Lucas, te has ido sin que yo me despidiera
de ti. ¡Cuanto lo siento, amigo mío!
Lloré por la impresión que me produjo el lamento de la hija de Lucas a la
vez que contemplaba la imagen del cadáver de mi amigo. No pude evitar
conmoverme porque además sentí que algo de mí se había muerto. La muerte
me hizo llorar, se me anticipó la visión de mi último destino en este mundo.
Asumí, quizás, por primera vez en mi vida que así me verían mis seres queridos,
cuando Dios disponga llevarme con Él para siempre. Conocí a mi amigo Lucas
sólo unos meses, no más de seis o siete, pero su amistad es un tesoro que
guardo con todo el cariño del mundo. Al poco fui trasladado a otros lugares de
España para seguir ejerciendo mi profesión en la ejecución de obras. Me llegaron
noticias de Sangonera la Verde. El cura se casó con la maestra del pueblo.
Quizás, mi amigo, desde el cielo, intercedió por sus paisanos y quiso Dios que
otro pastor, un buen sacerdote, se hiciera cargo de los habitantes de este pueblo
cuyo alcalde me ganó el corazón para siempre.
Amiga lectora, amigo lector, ahora me vuelvo al relato evangélico y
comprendo mejor las lágrimas de Jesús, las lágrimas de este Hombre con
sentimientos como los míos por la muerte de un amigo y la certeza de que esa
muerte también se consumará en El y en mí. El Evangelio, anteriormente, ya nos
ha mostrado que el Señor con solo quererlo y a pesar de estar a distancia, en
otro lugar, pudo curar a Lázaro, justo, si hubiese querido, en el momento de
recibir el mensaje de sus hermanas. Esta no era la voluntad de su Padre, esta no
era su Voluntad. Dios dejó a la naturaleza que siguiera su curso en la penosa
enfermedad de Lázaro y como consecuencia muere y es enterrado. Dios tenía

Página 236
Autobiografía de Jesucristo
otros planes que no eran los de Marta y María. Hemos contemplado, con suma
tristeza, las lágrimas de un Hombre y nos hemos identificado con Él.
Continuamos y nos disponemos a ser testigos de un acontecimiento inaudito.
Jesús llega hasta la cueva funeraria cuya entrada estaba tapada con una losa,
está estremecido, a su alrededor hay mucha gente, a su lado Marta y María y
de pronto dice:
“Quitad la piedra”.
El corazón de Marta se acelera en grado sumo, no puede reprimirse, “¿qué
va a hacer este Hombre?”, está aturdida y le salen estas palabras:
“Señor, ya huele mal, que es muerto de cuatro días”.
Mientras se oye el sonido ronco y lento del roce de la piedra con la roca,
Jesús se dirige a Marta:
“¿No te dije que, si creyeres, verás la gloria de Dios?”
La cueva está expedita, la piedra corrida, de dentro se desprende un olor
húmedo y nauseabundo. La gente está petrificada, no se pierde detalle. ¿En qué
va a quedar esto? En un silencio sepulcral se oyen las palabras de Cristo mirando
al cielo y con los brazos alzados:
“Padre, gracias te doy porque me oíste. Yo ya sabía que siempre
me oyes; mas lo dije por la muchedumbre que me rodea, a fin de que
crean que Tú me enviaste”.
Cristo invoca a Dios como Padre Suyo que siempre lo escucha. Afirma tal
verdad para que a su vez lo oiga la muchedumbre que lo rodea. Se dispone a
ejecutar un acto divino que consumará con el pronunciamiento de unas palabras
humanas oídas y entendidas por oídos humanos, de los hombres y mujeres
testigos presenciales de este inaudito acto cuya verdad histórica se ha
transmitido y se transmitirá de generación en generación hasta el final de los
siglos, una verdad objetiva e irrefutable en virtud de la cual Jesucristo reclama la
Fe de cualquier hombre que se de por enterado de este acontecimiento
comprobado y cierto y por tanto reclamar la Fe en que el Dios, en el que nos
movemos y existimos, ha enviado a su Hijo al mundo para que todo el que crea
en El alcance la vida eterna. Ahora, Cristo, se vuelve hacia la entrada de la cueva
funeraria y a voz en grito que sonó como un trueno en el oído de los presentes
dijo:
“¡Lázaro, ven afuera!”
El difunto salió a la vista de todos, atado de pies y manos con vendas, con
un sudario que le envolvía el rostro. Un escalofrío indescriptible recorrió la espina
dorsal de todos, se oyó una admiración como si fuera una sola voz que parece
oírse todavía en el espíritu de los que estamos leyendo este pasaje del
Evangelio. Un supremo estupor invadió el alma de aquellos privilegiados testigos
de semejante milagro. ¿Quién es este Hombre? Se preguntaban en lo más
íntimo de su razón y conciencia. Y nosotros, a dos mil años vista, nos hacemos
esta misma pregunta, pero… ¿quién es este Hombre?
Amiga lectora, amigo lector, estos son los hechos históricos, reales y
verdaderos que ponen a prueba la Fe en Jesucristo. ¿Qué más pudo hacer para
que creamos en su palabra? Esta pregunta se la hago a la lectora o al lector que
se considera no creyente o que se considera creyente y no practicante. Si ha
leído con atención, ahora es el momento de tomar una decisión que le va a

Página 237
Autobiografía de Jesucristo
poner en situación de elegir un comportamiento de cara al final de su existir en
este mundo. Amiga mía, amigo mío, tú puedes decirte a ti mismo: “Comprendo
que hasta hoy no he sido consecuente con la Fe que manifiesto profesar y acepto
el mensaje divino con el que Dios me interpela el alma, ordenando los
acontecimientos para que yo haya leído y entendido este portentoso milagro de
su Hijo y en virtud de lo cual me sale del corazón un “Padre mío, perdóname”
con el que vuelvo a comenzar tratando de practicar el amor con el
agradecimiento a quien me ha estado esperando toda la vida, gratitud a este
“Padre mío” que me ha hecho, por fin, reconocer al Hijo de sus entrañas que
tanto ha dado por mí”.
Pero también te puedes decir: “He leído, he entendido, no tengo duda
alguna, considero con toda mi razón e inteligencia que este hecho ejecutado en
determinado tiempo y en determinado lugar, es un hecho verídico incuestionable
y del cual solo se puede sacar la consecuencia de que este Hombre, Jesucristo,
consumó una resurrección de un muerto ya podrido, una facultad que considero
absolutamente imposible que se pueda dar en otro hombre. Sé a ciencia cierta
que no ha habido, ni hay, ni habrá hombre alguno que en virtud de su propia
facultad y por sí mismo sea capaz de hacer volver a la vida el cadáver
corrompido de otro hombre. Por tanto asumo la divinidad de Jesucristo, acepto
con absoluta libertad y con plenitud de conciencia, de facultades psíquicas y
morales, que Jesucristo es el Eterno Hijo de Dios. Sin embargo con la misma
voluntad soberana, con el mismo libre albedrío, escojo mi estado de tibieza o de
consumada beligerancia contra Dios, contra su Hijo, contra su Iglesia, me niego
a creer en lo que está meridiano como la luz del sol y por tanto acepto desde ya
mi posible condenación porque es lo que quiero”.
¿Se puede dar en cualquier persona actitud semejante? Pues sí, se puede
dar y de hecho se da en una medida desconcertante, en un misterio de iniquidad
inexplicable, en una medida incomprensible para la razón de un bien nacido.
La vida de una mujer, de un hombre con relación, por ejemplo, al tiempo
que los científicos especulan sobre la edad del ser humano es un instante. En la
era Antropozoica, apareció realmente el hombre (el Homo neanderthalensis y el
Homo sapiens) y de este comienzo nos separan 3 millones de años. De la
formación del planeta tierra, en el periodo Precámbrico, nos separan 4.600
millones de años. En el marco teórico del Big Bang, al Universo se le atribuye
una edad de entre 14.000 y 20.000 millones de años. Supongamos 100 añitos
de vida en este mundo. ¿Qué supone esta edad con las cifras anteriores? Es
evidente y no te descubro nada amiga lectora, amigo lector, que cualquier ser
humano asume, en lo más profundo de su ciencia y conciencia, que estas cifras
son menos que nada comparadas con la eternidad, así como suena, la
eternidad, la misma en la que fijas tu alma, a la hora de la muerte, en
sus buenas o malas disposiciones.
Amiga mía, amigo mío, la vida es solo un suspiro, lo que dura el tiempo de
decir: “Te odio con toda mi alma, Padre mío”, o decir: “Te amo con toda
mi alma, Padre mío”. Cada cual elige, con plena libertad, su destino eterno y
con esto he terminado. Si este artículo no te ha gustado, no te convence, no te
interesa entenderlo, ya es tarde. Te avisé al principio. Ahora Dios está a la
espera de tu respuesta, quizás no tengas otra oportunidad.
PD. Amigo Lázaro, al final del tiempo, en ti se dará una verdad con la que Dios Padre
glorificó a Dios Hijo. Has tenido que morir dos veces y dos veces serás resucitado.
Tengo muchas preguntas que hacerte, pero esto lo dejamos para otra ocasión.

Página 238
Autobiografía de Jesucristo

El Divorcio
y la
Soledad

Mt.5,31-32. El divorcio (APARTADO 4.07 DEL LIBRO)


Los hombres podemos engañar a otros hombres, e incluso a nosotros
mismos, pero a Dios no lo podemos engañar. Ante el mundo se podrá justificar
un amancebamiento con el “brillante término” de parejas de hecho. Un varón y
una mujer unidos en virtud de su mutuo asentimiento ratificado por solo la
palabra y un “haber que pasa”. Al poco tiempo, lo que desordenadamente se
unió, desordenadamente se separa, siendo, por lo general, la mujer la que carga
con la peor parte. Se edifica una casa sobre arena y a la menor contrariedad
comienzan las desavenencias, esta pareja de hecho se agrieta y en breve se
arruina para desgracia de ellos mismos y de sus hijos.
Cristo no se refiere a estas uniones que solo son reconocidas por
sociedades divorcistas y así les va. Cristo hace mención del legítimo matrimonio
y avisa que cuando el varón, por su ineptitud, por su infidelidad o por su malicia,
rompe el sagrado vínculo que le une a la madre de sus hijos, comete adulterio y
predispone a la mujer a cometer el mismo pecado. El hombre que así actúa
viene a ser responsable inicial de un adulterio que afecta a tres personas, a él, a
su mujer y al hombre que se une a su mujer.
Dios ha puesto en aviso a todas las generaciones de lo que este pecado
puede suponer para una sociedad, porque con este acto se da lugar a un
encadenamiento de posibles desordenes que trascienden a la persona que lo
inicia. Un divorcio puede generar un indefinido desmembramiento familiar de
imprevisibles consecuencias. Al cabo del tiempo, no mucho, cuando el hombre
que ha generado un divorcio recapitula su vida, se encuentra con una cosecha de
amargos frutos que no le harán muy placentero el tramo último de su existencia.
La soledad no es buena compañera para iniciar el viaje a la otra vida, pero desde
luego, si lo que te acompaña son las consecuencias de tu divorcio en otras
muchas personas, que ni siquiera has conocido, es más que probable afrontar la
muerte sin esperanza.

Página 239
Autobiografía de Jesucristo

El parto de
una Mujer
singular

Mt.1,18-25 Nacimiento de Jesucristo (APARTADO 1.05 DEL LIBRO)

Un edicto del César, que obliga a empadronarse en la ciudad donde se ha


nacido, parece ser la causa de un viaje de María y José hacia Belén, un pueblo de
la Judea distante a unos 120 Km. de Nazaret, sin embargo, yo creo, que la razón
de este viaje es contribuir, con conciencia de lo que se hace, al cumplimiento de
una profecía: que el Mesías nacería de la ciudad de David que se llama Belén.
María conoce esta afirmación de la Escritura, sabe muy bien que lleva en sus
entrañas al Mesías, al Hijo de Dios, esperado y soñado por el pueblo judío.
También sabe que ha de nacer en Belén de Judá y sin duda, toma la iniciativa,
compartida con su marido, del viaje y de su oportuno comienzo, justo cuando
interpreta que, aproximadamente, al terminarlo, se le cumplirían los días del
parto en la ciudad de Belén. Para este viaje, María, analiza su situación, en
función de su estado de gestación y su modesta economía, para estar en esta
ciudad hospedada el menor tiempo posible y de paso dar cumplimiento al edicto
del César. Pero el Divino Niño que llevaba en su bendito seno dispuso venir a
este mundo un poquito antes de lo que su Madre esperaba.
Se puede pensar que, seguramente, algún familiar tendría María en Belén,
sin embargo, de principio, su voluntad es la de hospedarse en alguna posada y
esperar el divino alumbramiento de su Hijo, pero, por lo que el Evangelio
expresa, no encontró alojamiento ni el ambiente que se acomodara a sus
pretensiones. Entre tanto, su naturaleza de Mujer respondía con las
contracciones previas a un parto que de momento daba la cara. La noche ya
estaba entrada, la situación se hace insostenible y no queda más remedio que
llamar a la puerta del pariente más cercano y por lo que está a la vista hay que
actuar de inmediato, la hora es inoportuna, no da tiempo a desalojar el aposento
más adecuado para este acontecimiento. El Niño está a punto de llegar y la
Madre ya no resiste más. Azarosamente se prepara lugar junto a la casa hasta
donde se ha podido llegar, ¡es un pesebre!, ¿pero qué se puede hacer..?, ya no
hay tiempo. Sobre un lecho de paja tienden a la joven esposa que finalmente, en
una última contracción, da a luz al Autor de la vida, a un Niño que viene a nacer
en las recias y benditas manos de José, el marido bueno que, trasmudado, toma
al Niño y lo entrega a su Madre que, según el Evangelio, lo envuelve Ella misma
en pañales después de lavarlo y ser atendida debidamente por otras mujeres de
las que solo Dios conoce su nombre.
El Evangelio no matiza, paso a paso, como fue el parto, pero yo me
pregunto: ¿de qué otra forma pudo suceder? Sin esta precipitación, así he visto

Página 240
Autobiografía de Jesucristo
nacer a mis cinco hijos y a mis seis nietos, de una manera natural. Otras muy
buenas especulaciones, son producto de nobles y piadosas imaginaciones que no
se ajustan a la realidad.
María conoce su destino y el lugar donde debe nacer su Hijo, el Hijo de
Dios. María consuma la voluntad de Dios y ejerciendo libremente, al dictado de
su razón, escoge el momento oportuno para viajar a Belén sin saber, quizás, que
su Niño nacería en un pesebre en virtud de una situación que Ella no esperaba.
Así, pues, pudiera confirmarse que la causa por la que Jesús nace en Belén se
debe a su Madre y por la que nace en un pesebre al edicto de César Augusto que
propició no haber lugar en la posada.

Página 241
Autobiografía de Jesucristo

El silencio
del mejor
marido

Mt.1,18-25 Zozobras de San José (APARTADO 1.04 DEL LIBRO)

A continuación, en el Evangelio Concordado, aparece en escena un hombre


justo y bueno, José, el esposo de María. Así como suena, el marido de María. Un
hombre casado en situación de zozobra porque no sabe qué hacer. Si nos
ajustamos a la interpretación literal del texto, puede pensarse que José está
sorprendido del embarazo de su mujer, un embarazo en el que él no había
intervenido. Al margen de una interpretación pueril de cual era el estado anímico
de José, se puede tratar de emplear la lógica, en base a los datos que el propio
relato evangélico aporta y aceptar el singular ejercicio de dos voluntades, la de
María y la de José, que por no ser, en general, la normal voluntad de dos
jóvenes casados, dejan por ello de estar fuera de lo posible y entender los
hechos tal y como fueron. Estos esposos, este marido y mujer, probablemente,
todavía no vivían como tal bajo el mismo techo de un hogar. Está demostrado
que en la familia judía de aquellos tiempos un hombre y una mujer podían estar
casados, con todos sus derechos y obligaciones, y sin embargo permanecían,
durante indefinido tiempo, en el hogar paterno, cada cual en la casa de sus
padres.
De la respuesta de la Virgen, ya desposada con José, a Gabriel: “¿Cómo será
eso, pues no conozco varón?”, puede interpretarse que esta Mujer, aun
estando casada, no tenía voluntad de dejar de ser Virgen. Por lo que se deduce
de esta pregunta, posiblemente, hubo un entendimiento previo y mutuo entre
María y José que se consumó en la intimidad de un pacto entre dos personas
singulares que obran al dictado de su soberana libertad, en virtud de la cual se
abstienen de un derecho conyugal incuestionable. En este razonamiento no
podemos pasar por alto que estamos ante la Inmaculada Concepción y un
hombre elegido desde la eternidad para ser digno marido de la Madre de Dios. La
Virgen es una joven judía profundamente enamorada de José, un joven judío al
que Dios dotó de una pureza con la que no hay términos para definirla en
lenguaje humano, una pureza proporcionada a la de la Mujer que tenía por
esposa.
Esta joven judía, María, sí da crédito a las palabras de Gabriel que hacen
referencia al embarazo de su tía, Isabel, una mujer anciana que ya está de seis
meses de gestación. Con esta Fe decide visitar a su parienta y dentro de un
razonamiento elemental, el lector puede comprender que esta joven esposa
fuera acompañada de su marido a un lugar distante 100 Km. El Evangelio no lo
expresa, pero ¿quién puede dudar de que un buen marido acompañe a su esposa
en un largo viaje, no exento de posibles peligros y dificultades? No concibo a
María realizando el viaje sola, la contemplo junto a José camino de Ain Karim y si

Página 242
Autobiografía de Jesucristo
esto fue así, doy por hecho que no ocultaría a José el motivo del viaje, y si no le
ocultó el embarazo de su anciana prima ¿por qué le iba a ocultar la realidad del
suyo?, ¿por qué le iba a ocultar, al hombre de su alma, a su marido, que
había concebido sin concurso de varón?
José, escuchó, vió y reflexionó. Escuchó a la Mujer de su alma y la creyó.
Después pudo contemplar con sus propios ojos la evidencia sorprendente del
nacimiento de un niño del vientre anciano de una mujer anciana. Escuchó las
palabras de Isabel, que se dirigía a María como la Madre de su Señor. Reflexionó
de la manera que un hombre justo y bueno puede reflexionar. No pone en duda
la integridad virginal de su esposa María, sabe que en el bendito vientre de su
Mujer hay engendrado un Niño por obra del Espíritu Santo que es el Hijo de su
Dios y el Hijo de su Mujer, ¿qué hace él en este portentoso acontecimiento?
Este es, a mi juicio, el fundamento de las zozobras de José, pues no entendería
otros pensamientos en la mente de un marido bueno al que Dios le concede la
mayor dignidad posible en un hombre. Otra cosa será que otros no lo entiendan,
pero esto es materia opinable y cada cual puede quedarse con la interpretación
que más se acomode a su leal saber y entender, siempre y cuando no esté en
contradicción con el Magisterio de la Iglesia Católica.

Página 243
Autobiografía de Jesucristo

Extrema
humillación
de una
mujer
Jn1-11 La mujer adúltera (APARTADO 5.13 DEL LIBRO)

Al contemplar, como ser humano, este patético drama, comprendo con profunda
pena lo terrible que es para la mujer de siempre verse sometida al juicio del
varón de siempre. El adulterio es un pecado muy grave que trasciende a la
persona que lo origina. Se hace daño a sí misma y a otras que, quizás, incluso se
hundan en mayor decrepitud moral. Al final se responde de tus actos y de sus
consecuencias en otras personas que se ven afectadas. La cultura judía de
aquellos tiempos era “inmesiricorde” con la mujer convicta de adulterio, que
pagaba con la muerte por lapidación, a manos de hombres, que sin embargo
indultaban al varón solo por el hecho de ser varón. La cultura de hoy, incluso en
el mundo civilizado, no anda lejos de esta arbitrariedad y así, como si con
nosotros naciera, se le atribuye a la mujer una facultad muy superior a la del
hombre para soportar la tentación de una pasión y esto es una deplorable
injusticia.

La jerarquía religiosa de aquel pueblo, los escribas y fariseos, al cabo ya de casi


tres años de perseguir a Jesús, estaban desconcertados de sus obras y
enseñanzas. Como nos lo hará saber Pilatos, el corazón de estos hombres estaba
podrido de envidia y con ciego rencor buscaban cualquier ocasión para
desprestigiar al Maestro que se había ganado el afecto del pueblo sencillo, que
con inmenso agrado le escuchaba.

Para estos maestros de Israel se presenta la ocasión, quizás premeditada, y por


decirlo así, “cazan” a una pobre mujer en flagrante delito de adulterio (así lo
describe El Evangelio de San Juan). Con solo la palabra “flagrante” se entiende la
cruda escena de la que somos testigos. En ningún otro texto del Evangelio se
presenta situación más humillante para una mujer. Posiblemente, la inteligencia
del varón sea incapaz de ponderar la suprema humillación que puede sufrir una
mujer de cualquier tiempo expuesta, con toda su desnudez, a la inesperada
malicia presencial de unos hombres sin escrúpulos que consumarán en ella la
vejación más infame que se puede dar en un alma femenina.

Sin humanidad, sin compasión, a empujones, a toda prisa presentan a la


adúltera en público, a medio vestir, con ilimitada vergüenza y anegada en
suspiros entrecortados de la que intuye su inminente muerte. La arrastran hasta
la altura de los ojos de Cristo, que estaba sentado sobre algún peldaño de los

Página 244
Autobiografía de Jesucristo
atrios del Templo de Jerusalén, estos mismos ojos que al contemplar el
lamentable estado de esta pobre mujer se clavarán en el suelo con pudor divino.

Seguros de que su infame batalla está ganada, con sanguinaria impertinencia le


insisten:

”Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de


adulterio. En la ley, Moisés nos mandó que a semejantes mujeres las
apedreásemos; tú, pues, ¿qué dices?”

Jesús no responde, sigue sentado y con sus ojos fijos en el suelo. El silencio
eleva la expectación de la multitud. ¿Cómo saldrá de esta encrucijada? Si asiente
con la Ley de Moisés, esta mujer será lapidada y entonces ¿en qué quedaría su
fama de misericordioso y perdonador de pecadores? Por el contrario, ¿en qué
quedaría su prestigio de Maestro y Taumaturgo si, como judío que es, asiente
con el incumplimiento de la ley mosaica? Solo se oye el sollozo de la pobre
mujer, todas las miradas están fijas en Jesucristo que incorporándose se encara
con sus adversarios a los cuales dice:

”Quien de vosotros esté sin pecado, sea el primero en apedrearla”

Todos y cada uno de estos hombres, decididos a lapidar a esta mujer, perciben
que sus impurezas quedan al descubierto, se avergonzaron de si mismos porque
sus conciencias dejaron al desnudo la decrepitud moral de sus corazones
emponzoñados. Solo se oye el sonido de las piedras que caen de sus manos al
suelo y se marchan. Para Dios nadie está perdido, la Misericordia divina siempre
está dispuesta a dar otra oportunidad.

Para el hombre, el juez más severo y sin piedad que le puede juzgar es el propio
hombre.

Página 245
Autobiografía de Jesucristo

¡He
perdido a
mi Hijo!

Lc.2,40-52 El Niño perdido. Vida oculta (APARTADO 1.11 DEL LIBRO)

San Lucas toma nota, al dictado, de la única persona que podía conocer
este acontecimiento. Le informa, directamente, la Mujer que lo ha vivido y lo ha
sufrido. Con todo detalle y en pocas palabras, la Virgen María relata al
evangelista aquello que, desde años, guardaba en su precioso Corazón.
Amiga lectora, ¿Has perdido alguna vez a una hija o a un hijo pequeño?
¿Podrías explicar lo que sintió tu corazón de madre? ¿Te imaginas lo que padeció
esta Madre durante tres días?
Con la boca seca, el rostro con el color de la cera y la sangre helada en las
venas, esta Madre busca a su Hijo con angustia en el alma y con preguntas a los
demás y a sí misma sin respuesta. ¿Dónde está mi Hijo? Un día es largo para
buscar al Hijo perdido, pero una noche, a solas con tu imaginación, es una
eternidad insufrible. ¿Por qué, Padre mío, tuvo que pasar esto a la Madre mía?
Por fin, el nudo se suelta y quien medita este pasaje se complace en el
encuentro de esta hermosa Madre con este hermoso Hijo. Yo que soy marido y
padre, ahora, que el Niño y la Madre se abrazan, pongo la mirada en la figura de
José y contemplo los brazos de un hombre noble que estrecha sobre sí, en un
solo abrazo, al Amor y a su Madre.
”Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo,
angustiados, andábamos buscándote”.
Observe, quien lea, que la iniciativa es de la Madre, pero con la
inteligencia singular, de una Mujer singular, deja constancia al Niño del
sufrimiento común de una Madre por antonomasia y de un padre no progenitor
pero no por ello menos padre sufriente que el mejor padre natural que pueda
existir. María y José, conocen la Paternidad de este Niño y ahora él mismo se lo
va a ratificar:
"¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había Yo de estar en casa
de mi Padre?"
Si su Madre le estaba haciendo referencia de José como su padre ¿a qué
Padre suyo se refiere el Niño? No cabe duda, amiga lectora o lector, que tú ya
has entendido de que estamos contemplando al Hijo de Dios interpelando a
nuestra inteligencia, a nuestra razón, a nuestra Fe. El Dios en quien me muevo y
existo ya comienza a mostrárseme meridiano como la luz del sol que me da vida,
empieza a mostrárseme ¡como un Niño!

Página 246
Autobiografía de Jesucristo

La mujer
encorvada

Lc.13,10-17 La mujer encorvada (APARTADO 5.46 DEL LIBRO)


Solo de la mano de San Lucas, llegamos en nuestro estudio, sobre “La
mujer en el Evangelio”, al encuentro de una mujer dieciocho años enferma, con
un mal en su columna vertebral que le obligaba, necesariamente, a ir encorvada,
sin posibilidad de alzar la cabeza. Era una de las asistentes a la sinagoga en la
que, un día de sábado, enseñaba Jesús, y al verla la llamó. Ella, sin poder alzar
los ojos, se llegó hasta Jesús, no sin percibir que su corazón latía al galope.
Sintió en su espalda el calor divino de la mano del Hombre al que solo podía oír y
a malas penas ver a distancia. Como siempre que el Señor se dispone a hacer un
milagro en público, se genera una expectación que deja mudos a los presentes.
El más afectado es el arquisinagogo, el responsable de la sinagoga que no pierde
detalle. La mujer, confusa, oye las palabras de Cristo: “Mujer, estás libre de
tu enfermedad”, y sin ninguna dificultad se incorpora para encontrarse de lleno
con la sonrisa y los bellísimos ojos del Hombre que la había curado. El estupor se
apoderó de todos y con una superlativa insensatez, el que era la autoridad de la
sinagoga, protesta porque a una mujer enferma se le había sanado en sábado.
La casuística con la que este individuo justifica su contrariedad es espeluznante y
muestra como este “brillante” fariseo miraba a esta hija de Dios que,
seguramente, era asidua de la sinagoga. La miraba como se mira a una cosa, no
le inspiraba el más mínimo sentimiento de compasión.
Amiga lectora, amigo lector, ¡ojo! con el fanatismo religioso que todavía es
frecuente en nuestro mundo de hoy. La religión está hecha para el hombre y no
el hombre para la religión. El fondo es más importante que la forma. El hombre
es lo más sagrado a respetar, porque en él habita el mismo Dios. Cristo ha dado
su vida por ti, por mí e incluso por este fariseo que le odia, por este religioso que
antepone el cumplimiento de una formalidad sin espíritu a la salud y la vida de
un ser humano.
¡Ojo! también con el que desnaturaliza la forma en virtud de un
fondo que es cosecha exclusiva y excluyente de su corazón
indisciplinado, que carece de la virtud de la obediencia, que en definitiva
se sale de “madre” por una soberbia incontenida que disfraza con gestos
y palabras fundamentadas en el arte de la media verdad y de la mentira,
de la demagogia premeditada. Dios nos libre de hombres consagrados
interpretando la liturgia al libre albedrío de su imaginación.

Página 247
Autobiografía de Jesucristo

La
omnipoten
cia de una
madre que
sufre
Mt.15,21-28;Mc.7,24-30 “Sana Jesús a la hija de la cananea”
(APARTADO 5.02 DEL LIBRO)

Al comenzar el tercer año de su vida pública, Jesús decidió marchar a las tierras
de Fenicia. Una mujer de aquellas tierras tenía noticias del poder de este Judío al
que se le conocía por el Hijo de David. Era madre de una hija y de un inmenso
dolor, pues su pobre niña padecía de una endemoniada enfermedad. Esta mujer
sabe que Jesús está en la Decápolis y decide llegarse hasta el Taumaturgo de la
Judea para suplicarle la curación de su hija, con una Fe tan grande como su
angustia.

El corazón de esta madre es un ejemplo irrepetible de compasión, pues sufre en


sí misma el padecer de su hija, de entereza, de perseverancia, de Fe y de
humildad. Sin respetos humanos gritaba con todas sus fuerzas tratando de
abrirse paso entre la multitud que acompañaba a Jesús. Fue recriminada por el
escándalo de sus gritos pero este, quizás, trato vejatorio no le disuadió de su
empeño, gritaba y gritaba con el propósito de llegar a la cabeza de la multitud y
encontrarse con Aquel que ella buscaba con pertinacia sobrehumana. Jesús era
su única esperanza.

”¡Hijo de David, Señor, apiádate de mi!”.

Estas son las palabras que se repetían como lamentos a gritos por una mujer no
judía cuya Fe solo es comparable con la de otro personaje también gentil y no
judío, el centurión de Cafarnaúm. Ambos dejarán estupefacto al Hijo de Dios,
que se sorprenderá de la seguridad con la que sus interlocutores le demandan un
milagro que será consumado a distancia, sin presencia de los afectados, con el
simple asentimiento de su voluntad humana y divina. Con desmedida
perseverancia, esta mujer, alcanza al Señor que buscaba, ya dentro de la casa a
donde iba y precisamente no la recibe con los brazos abiertos. Con todo el peso
de su amargura, esta madre, sin ningún respeto humano y quizás, sin ninguna
lágrima porque ya las había agotado todas, se echa a los pies de Jesús diciendo:

“¡Señor, socórreme!”

Cristo le hará comprender a esta mujer lo que nosotros nunca hemos


comprendido, que su Persona, su palabra, su misión estaba, en un principio,
reservada a los hijos de la Promesa, le hará comprender que esta es la Voluntad

Página 248
Autobiografía de Jesucristo
de su Padre Dios, con unas palabras tan duras como grande fue la necesaria
impertinencia de esta madre, sin más esperanza para la curación de su hija que
el arrancar de este Hombre el favor que por lo demás no parecía estar
determinado a concederle. Sin perder el ánimo, esta mujer parece conocer, más
o menos de antemano, que su Interlocutor estaba reticente a concederle
semejante demanda. Ella, que no era judía, podía esperar las lacerantes
palabras de Cristo a las cuales contesta con otras que evidencian un prodigio de
humildad, unas palabras pronunciadas con la sencilla espontaneidad de una
madre sirofenicia y quizás algo de ellas lo traía ya preconcebido desde lo más
profundo de su alma. La respuesta que oye Jesús de boca de esta cananea le
maravilla. No veremos a Cristo en otra circunstancia que manifiestamente le
sorprenda más que le sorprenden la Fe y las palabras de esta mujer:

“¡Oh mujer, grande es tu fe!; por eso que has dicho, hágase contigo
como quieres; anda, ha salido de tu hija el demonio”

La mujer se marchó a su casa y encontró a su hija echada sobre la cama y el


demonio salido de ella. Solo en un corazón de madre se puede dar la virtud de la
esperanza, de la Fe, de la perseverancia y de la humildad en un grado de
perfección tan alto como para arrancar de la Misericordia divina el milagro no
previsto por la Justicia divina. Solo a un corazón de mujer se le puede ocurrir
semejante oración:

”Señor, si conviene, concédeme lo que te pido y si no conviene haz que


convenga”

Página 249
Autobiografía de Jesucristo

La viuda
de Naím

Lc. 7,11-17 La viuda de Naím (APARTADO 4.09 DEL LIBRO)


Dice San Lucas que al día siguiente de cuando Jesús, estando en
Cafarnaúm, cura a distancia al siervo del centurión, partió hacia la ciudad de
Naím. En ese tiempo, Naím no era una aldea, un pueblo, era una ciudad con
importante población, pues así se deduce del texto evangélico que expone como
una viuda llevaba a enterrar a su hijo único, acompañada de mucha gente.
Jesús, a distancia, divisa la figura de una madre que acompaña el féretro
de su hijo único, un joven difunto que van a enterrar. Nadie le ha informado, El
sabe lo que ha ocurrido y decide llegarse hasta el cortejo fúnebre y cuando ya
está cerca oye el lamento infinito de una madre sin consuelo, una madre que ha
perdido a su único hijo.
San Lucas es el único que nos da referencia de este acontecimiento y así
mismo será quien nos manifieste los sentimientos de ternura y compasión de
este Hijo del hombre, de este Hombre al cual se le enternece el Corazón, un
sentimiento humano que nos lo hace cercano, tanto como para enamorarnos
profundamente de Él, de este Hijo de Mujer que pasó por el mundo haciendo el
bien.
Amiga lectora, amigo lector, antes de seguir con el relato que nos ocupa,
creo que sería bueno reflexionar sobre la causa de la amargura de esta madre
viuda, sobre la muerte de su marido y de su hijo. Dios quiso para esta mujer que
esto de morir lo conociera de cerca. Vió expirar a su marido, al padre de su hijo
único y vió expirar al hijo de ambos, a este joven en cuyo rostro se dibujaban las
facciones del hombre de su vida, del esposo con el que compartió vida, alma,
cuerpo y corazón.
Como haciendo un paréntesis, expongo a continuación, párrafos de un
articulo sobre la definición de muerte que he encontrado en la red.

¿Qué es morir?
La muerte es lo contrario a la vida, es la concreta evidencia del
contraste entre el movimiento y la quietud permanente, entre la actividad vital
de un ser humano y la desagradable presencia de un cadáver cuya temperatura
se enfría progresivamente y del que ya no podemos obtener respuestas,
sensaciones o impulsos fisiológicos. En resumen se ha perdido la comunicación

Página 250
Autobiografía de Jesucristo
por completo, es decir, se asume, desde que el hombre es hombre, que esta
persona se ha ido para no volver jamás, porque la experiencia nos asegura que
lo que estamos viendo es “algo” y no “alguien”, “algo” que se corrompe por
momentos y termina siendo nada o a lo sumo polvo en el polvo.
Desde el punto de vista médico, ético y legal solamente se aplica el
principio de muerte como estado contrario a la vida, esto es, pérdida de la
fuerza sustancial que incluye la desaparición de la actividad interna de
crecimiento y desarrollo, así como la ausencia de la actividad externa que
permite interrelacionarse con el medio externo. Todo con los consecuentes
efectos de pérdida de independencia, de capacidad de adaptación, de
reproducción, finalizando así su lapso de existencia de autonomía y
autopreservación temporoespacial.
La muerte viene precedida por la agonía, que es como un sinónimo de
combate, de lucha, aunque no implique necesariamente la posibilidad de victoria.
Es simplemente la última etapa antes de morir. Puede ser larga, corta o
fulminante en función de su medida en el tiempo, pero en la escala subjetiva del
sufrimiento puede ser asumida con la serenidad de quien se dispone a cruzar el
umbral de una invisible puerta que se abre a la otra vida, en la que siempre ha
creído y para la cual se ha preparado durante toda su existencia. Hasta que su
razón no le abandona tiene conciencia de que se marcha de este mundo con sus
obras y con su Fe, esta Fe que le asegura que va al encuentro de un Padre, de
un Dios que es Dios de vivos y no de muertos. Por el contrario, el inevitable
sufrimiento de la agonía se presenta como última etapa de la desesperanza de
aquel que no cree. Para esta persona, sin Fe, todo se ha acabado, se dispone a
entrar en la infinitud de la nada, se va solo a lo desconocido y digo que cruza en
solitario el umbral de la invisible puerta, anteriormente mencionada, porque no
quiere que le acompañen sus obras, esas mismas que le asaltan a la conciencia
que ahora la vive más despierta que nunca.
Dios es imprevisible e inescrutable pero sus designios son de infinita
misericordia. Se lleva al alma de toda mujer y todo hombre, justo en la hora
oportuna, ni antes ni después de cuando más gracia le asiste en el desenlace
final de su vida.
La muerte de un marido o de una esposa es perder el apoyo básico, del
compañero o compañera de la vida, en las fatigas y en las ilusiones del vivir
común de la existencia. Sin esa carne de tu carne, el sufrimiento merma la
facultad de superar los posibles desequilibrios físicos y psíquicos que en
definitiva acortan la vida del que queda. Sin embargo cuando hay hijos que
todavía dependen de ti, aunque el dolor y el recuerdo te anuden el corazón, no
tienes más remedio que gastar la parte de vida que te resta en la asistencia y
cuidado de este patrimonio común del que se fue y de la que se quedó.
Amiga lectora, ahora es a ti a quien le demando atención. Damos por
hecho que esta mujer de Naím, viuda, conoció este doloroso trance, padeció la
muerte de su marido. A la vista está, también, la muerte de su único hijo. Ahora,
para tratar de llegar al fondo de su inmensa pena debemos saber que:

Página 251
Autobiografía de Jesucristo
La muerte de un hijo o una hija, de un amor infinito, es una de las
experiencias más duras, difíciles y dolorosas que puede sufrir un ser
humano.
Nada más elocuente para entender a esta viuda del Evangelio que poner
los ojos en la honda reflexión que hace una madre de hoy ante la muerte de un
hijo de cinco añitos, una madre de ayer, de mañana, de siempre:
”Empezar estas líneas ha tocado fibras profundas dentro de mí... cada instante
que me disponía a escribir, veía como mi pecho palpitaba aceleradamente y mi
respiración se acortaba. Finalmente, sentada frente a mi ventana, observando la
profundidad del mar y la oscuridad de la madrugada, tomé la pluma y me
dispuse a escribir... palabras inspiradas por el espíritu, transparentes y
humildes.
Sumergida en la tristeza en donde puedo ver, sentir y oler el dolor de no tener a
mi hijo a mi lado, me mueve el deseo de comunicar mis sentimientos,
reacciones, reflexiones y creencias, inspirada por el valor de irradiar esperanza a
aquellas familias que en este momento están padeciendo la desgarradora
experiencia de perder un hijo. Ojalá este rayito de luz ilumine a aquellos hogares
que tienen la fortuna de no sentir este vacío, tomando conciencia de nuestra
vulnerabilidad como seres humanos para así poder enfrentar el sufrimiento o la
muerte de los demás.
¡Cuántas veces hemos deseado fervorosamente una vida feliz, sin dificultades,
sin sufrimientos! Sin embargo, esa existencia es meramente utópica e
inhumana. Lamentablemente, nuestro existir está condicionado por la dificultad
y por alguna forma de sufrimiento. Se necesita valor para enfrentar el dolor que
causa la muerte de un hijo, se necesita el apoyo, hasta del que no nos
conoce, con su oración. Se necesita coraje para arrancar el miedo, un miedo
que invade, que paraliza, una tristeza que nos envuelve e inestabiliza, unas
culpas que se entierran como agujas por todo el cuerpo noche y día, añorando
cada amanecer de un nuevo día tener a ese hijo adorado con nosotros.
Mi hijito murió cuando tenía solo 5 años y medio... Esa noche llena de nubes
oscuras, con llovizna, mil preguntas llegaban a mi mente... ¿Sufrió antes de
morir? ¿Se asustó? ¿Cómo enfrentar la vida sin él? ¿Por qué a mi hijo le tocó
esto? ¿Qué mal he hecho yo para merecer esta desgracia? ¿Qué voy a hacer sin
mi hijito? Estas fueron, una y otra vez, las preguntas e imágenes que me
torturaban, rodeada de muchos seres queridos que deseaban aliviar mi dolor.
Doy gracias a esos abrazos, rezos, llamadas de preocupación y largas horas
escuchándome, que me permitieron sobrevivir esa primera etapa.
Enterrar mi hijo... despedirme, preguntarle a Dios dónde estaba mi pequeño:
"¿Esa vida eterna realmente existe?" "Si eres tan bueno: ¿Por qué te lo
llevaste?..." "Permítele a la Virgen tenerlo en sus brazos". Mi corazón se
me desgarraba, no podía llorar, sentía que el dolor encarnado en mis entrañas
no iba a salir. Sentía que no iba a poder vivir. Quise estar a su lado, sentí que
había fracasado como madre, cuestioné la existencia misma de la vida, se
desmoronaban mis cimientos, mis valores, mis creencias. Mi familia, sin mi hijo,

Página 252
Autobiografía de Jesucristo

no era familia. Hablar de él constantemente y ver algunas de sus fotos me


confortaba.
El camino del duelo está lleno de miedos, culpas, resentimientos, impotencia,
pasividad y vacío. Son sentimientos que aterrorizan, que juzgamos en nosotros
mismos, dolorosos de enfrentar y, a veces, irreales, provocados por nuestras
fantasías. ¡Si tan sólo pudiésemos entender, desde niños, nuestra propia
vulnerabilidad, nuestras limitantes, nuestros errores, pudiésemos acariciarnos
con mucha más benevolencia, misericordia y paciencia! Con frecuencia los
sentimientos de culpa que nos agobian son reales, en cuyo caso es saludable
enfrentarlos, razonarlos y perdonarnos. Este acto de humildad nos permitirá
enseñar a nuestros hijos a enfrentar la adversidad y situaciones dolorosas.
Independientemente de cuál sea nuestro credo religioso, todos tenemos una
dimensión espiritual que no podemos soslayar y que nos viene de un Ser
Supremo, de un Padre que no te abandona. Cuando perdemos un ser querido,
algunos nos aferramos más a Dios que otros. Sentada largas horas donde está el
Santísimo, cuestionando del por qué... Muchas noches, cuando me disponía a
cerrar mis ventanas, miraba al cielo, un cielo estrellado y preguntaba: "Dios
mío, ¿cuál de esas estrellitas representa mi hijo...?”
A través de mis oraciones, he encontrado la paz, amor y esperanza, y me siento
unida, a través del dolor, con aquellas familias que sufren por la perdida de un
ser querido. Esta es la manifestación de Dios en mi vida”.
Ahora, amiga mía, toca volver a la ciudad de Naím. Jesucristo,
enternecido, se llega a la mujer y le dice: “No llores”. Por la mente de Cristo,
quizás, se dibuja la figura de su Madre, otra viuda con un único Hijo, que beberá
la amargura y el horror de una muerte cruenta e infame, la muerte en Cruz de
su Jesús. Se detiene el cortejo, el gentío enmudece a la vista de un Hombre
joven, de impresionante figura, que pone su mano sobre el féretro, se detiene la
comitiva y en un súbito silencio se oyen las palabras de Cristo:
“¡Muchacho, te lo digo, levántate!”
El muchacho se incorporó y comenzó a hablar y Cristo, cogiendo la mano
del hijo y de la madre, se fundió en un abrazo con ellos y aunque el Evangelio no
lo diga yo supongo que la emoción en el Corazón de Jesús sería incontenible y
quizás alguna preciosa lágrima se escapó de sus divinos ojos. La gente quedó
atemorizada y confundida, una frase quedó inmortalizada, una frase cuyo eco se
oye en todo el universo que se ve y el que no se ve, que se oirá hasta el final de
los tiempos: ¡Dios ha visitado a su pueblo!

Página 253
Autobiografía de Jesucristo

Las
lágrimas
del amor

Lc.7,36-50 Una mujer unge los pies a Jesús (APARTADO 4.11 DEL
LIBRO)

Con cierto sobresalto nos metemos de lleno en un acto dramático que solo relata
San Lucas. Un fariseo rogaba a Jesús que viniera a su casa a comer con él. El
Evangelio nos indica que el nombre del fariseo es Simón, sin embargo no dice el
nombre del lugar donde suceden estos hechos, ni tampoco nos da el nombre de
la mujer, solo nos informa de que tal mujer era conocida en la ciudad por su
conducta pecadora.

De la lectura de este pasaje no se puede deducir la dimensión del pecado de esta


mujer, pero si se puede reflexionar sobre la impresionante grandeza de su
corazón. La decisión de llegarse a la casa de este tal Simón para ungir a su
Invitado, evidencia un conocimiento previo de Jesucristo. Antes lo había
escuchado, lo vio de lejos o de cerca, en su pobre corazón tenía grabada la
figura impresionante del Taumaturgo, del Maestro. Cristo pasaba por su ciudad,
era una oportunidad que no podía dejar escapar, y esta mujer se decide a dar el
paso más importante de su vida. Toma un botecillo de alabastro con preciado
perfume y fulminando los respetos humanos se presenta en la sala donde están
solo hombres recostados sobre el diván que rodea el centro de la mesa. Se hace
el silencio, se tensa la situación y esta mujer se llega hasta el lugar que ocupa el
Invitado, con una entereza que para sí quisieran los fariseos que la escrutan,
pero al cruzar su mirada con la bellísima mirada de Cristo, siente como sus
piernas le flaquean y postrándose a los pies de su Señor, vierte sobre ellos ríos
de lágrimas de noble mujer, de mujer arrepentida de un pasado cercano. Sin
pronunciar una sola palabra demanda perdón al Corazón del Hombre Dios y para
ello, sin levantar cabeza, esta hija de Dios, emplea sus labios, sus cabellos, sus
manos y sus lágrimas para consumar un acto de amor supremo e irrepetible.

En el Evangelio, con tal dramatismo, ya no se verá una muestra de amor a Cristo


tan grande. Veremos a la María de Betania, la hermana de Lázaro, hacer lo
mismo que esta mujer pero, en este caso, sin derramamiento de lágrimas.

No hay en el Evangelio un acto tan expresivo, no hay manifestación tan


contundente de tan sublime amor, un amor que solo se da en corazón de mujer.
No comprendería que esta mujer desapareciera de la vida de Cristo solo porque
no conozco su nombre. En el próximo apartado, también solo San Lucas, me
mostrará el nombre de una mujer de la que salieron siete demonios, expresión
ésta muy de la época para indicar la vida más o menos atrevida de una joven. El
nombre es María Magdalena. Esta María Magdalena, como así mismo la María

Página 254
Autobiografía de Jesucristo
de Betania, de cara al final de los días de Jesucristo en este mundo, me harán
recordar la actitud de la mujer que nos acaba de ganar el alma. Amiga lectora,
amigo lector, no puedo evitar manifestarte que estoy profundamente convencido
de que actos de amor de esta naturaleza solo se pueden dar en el corazón de
una mujer, y digo de una mujer porque difícilmente se puede dar en un hombre,
y digo de una mujer, expresándome en singular, porque me es imposible
entender que esta mujer, María de Betania y María Magdalena no sean la misma
persona.

Una mujer
con seis
maridos
Página 255
Autobiografía de Jesucristo

Jn.4-26 Jesús y la Samaritana (APARTADO 3.04 DEL LIBRO)


Solo Juan nos presenta a esta mujer de Samaria. Una mujer experta en el
trato con los hombres, una mujer que ha convivido, en intimidad, con seis
diferentes maridos. Jesús, agotado del camino, se sienta en el brocal del pozo y
a distancia clava sus ojos divinos en una mujer que ya conoce desde siempre. La
mujer se llega, recelosa, hasta la polea del pozo en la que enganchará su pozal.
Con el rabillo del ojo observa la figura de un Hombre cansado pero con un porte
impresionante, un judío bien vestido que de momento la sobresalta con estas
palabras: “Dame de beber”.
Posiblemente ya no se encuentre en el Evangelio otra ocasión en la que
Cristo pida algo de manera directa como ahora vemos que lo hace con esta
Samaritana. Dios mismo viene a sincerarse con esta mujer a la cual habla de
“agua viva”, de “vida eterna”, de “la salud que viene de los judíos”, de “espíritu y
verdad”, de “Espíritu es Dios”, de “adorar en espíritu y verdad”.
El Señor, no ha hecho distinción de personas. A Nicodemo, un ilustre
fariseo del Sanhedrín, le ha hablado con semejantes palabras. A esta mujer, no
le baja el rango de su discurso y además le confirma algo que no oyó Nicodemo.
“Yo soy el Mesías, el mismo que habla contigo, mujer”.
No cabe duda que los juicios de valor que hacemos los hombres no se
corresponden con los de Dios y por tanto nos equivocamos, pero sobre todo,
cuando los juicios los hacemos los varones sobre las mujeres, entonces, la
arbitrariedad es tan manifiesta, que pisamos en el terreno de la infamia. Si Dios
interpela a esta inteligencia femenina con una conversación de altos vuelos, tal y
como lo hemos observado con Nicodemo, es que esta mujer dispone de una
capacidad de comprensión, posiblemente, igual o superior a la de Nicodemo y
además tiene menos prejuicios para aceptar una singular afirmación: “El Mesías
soy Yo, el mismo que habla contigo”.
La Samaritana, lo entendió y lo creyó y así lo hizo creer a sus
conciudadanos, pues muchos creyeron por su testimonio, tanto como para que
en Samaria se oyeran estas palabras: “…Sabemos que Este es verdaderamente
el Salvador del mundo”. Salvador del mundo, así será reconocido únicamente
por aquellos que no son judíos, una expresión que ya no se volverá a repetir en
Los Evangelios. No obstante si busco en El Programa Concordante la palabra
“Salvador”, la encontraré tres veces. Una en el Magnificat de la Virgen María,
otra en el anuncio del ángel a los pastores de Belén y por último esta de los
samaritanos.

Página 256
Autobiografía de Jesucristo

Mujer
heróica,
mujer
perversa
Mt.14,3-12; Mc.6,17-29 Martirio de Juan Bautista (APARTADO 4.30 DEL
LIBRO)

En una mujer se puede dar el acto heróico más grande que pueda concebirse en
la raza humana. Su valor supera con mucho la actitud del varón ante
acontecimientos que pongan en riesgo la vida. La mujer durante el embarazo y
sobre todo en el parto, pone todos sus órganos vitales al límite de sus
posibilidades funcionales, un fallo en cualquiera de ellos supone la muerte
fulminante, se juega la vida, así como suena, se juega la vida o por lo menos la
salud, su integridad física y algunas veces psíquica. ¿Qué hombre estaría
dispuesto a pasar por este episodio? La Historia Sagrada nos muestra mujeres
que con su valor salvaron pueblos enteros. A la hora de la verdad, El Evangelio
nos presenta a tres mujeres con el mismo nombre, María, la de Nazaret, la de
Magdala, la de Cleofás, al pie de un madero en forma de Cruz donde se ha
ajusticiado a un Hombre con el que le dan patética muerte. Con ellas se
encuentra un joven varón, Juan. ¿Dónde están los hombres maduros en quienes,
supuestamente, se dan las virtudes heroicas?

Un ser con semejante inteligencia a la del sujeto humano, que observara desde
otro mundo el comportamiento de la mujer y del hombre, quedaría admirado
ante el amor inconmensurable que una madre es capaz de ejercer sobre la hija o
el hijo de sus entrañas al que transmite su propia vida poniendo en juego todas
sus facultades, poniendo en juego la vida misma con la que ella existe. Pero
también, este ser de otro mundo quedará estupefacto de la suprema maldad que
puede generarse en un corazón femenino. Con perplejidad indefinida constataría
que precisamente en la mujer se da el más alto grado de perversidad que pueda
darse en el ser humano. La voluntad de una mujer al servicio de Satanás lleva a
cabo actos de tal magnitud diabólica que se escapan a la interpretación con la
inteligencia de varón. La mujer está sometida a la tentación del demonio desde
el principio de su existir en este mundo y a través de ella y por ella el hombre
también se ha visto en trance de cometer insospechadas barbaridades de las que
nadie está exento de consumar. A un hombre, Satanás le puede tentar de
manera directa, pero en algunos casos, el Averno se vale de la mujer, que ya
tiene dominada, para conseguir, si puede, la perdición de un hijo de Dios.

Herodías es el prototipo de mujer en la que se manifiesta meridianamente la


decrepitud de un corazón femenino emponzoñado, de un espíritu maléfico al
servicio eficaz del padre de la mentira, al servicio del mismo Lucifer que la
domina y la inspira en la ejecución de sus perversos actos.

Página 257
Autobiografía de Jesucristo
Con premeditación y alevosía va rumiando la oportunidad de acabar con la vida
“del profeta más grande nacido de mujer”. El día ha llegado, es el cumpleaños de
Herodes, el hombre con el que convive en adulterio, denunciado públicamente
por su despreciado delator, Juan Bautista. Conociendo el depravado corazón de
Herodes, adorna a su hija para presentarla con estudiada sensualidad a los ojos
podridos del rey y sus invitados. La maquinación satánica de esta madre sin
escrúpulos da el resultado esperado y por fin se consuma su venganza ilimitada,
el más grande nacido de mujer es decapitado por la maldita voluntad de otra
mujer.

Página 258
Autobiografía de Jesucristo

Nacer de
nuevo

Dios crea al primer hombre, a la primera mujer, por pura iniciativa suya, los
crea a su imagen y semejanza. Cuando el hombre despierta de su primer sueño,
contempla lleno de admiración a la mujer que Dios generó de una costilla suya y
lleno de gozo exclamó:
“Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gén
2,23)
Esta afirmación del primer hombre ya no volverá a tener sentido en ningún
otro hombre, porque el siguiente varón será consecuencia de la unión de un
padre y una madre. A partir de aquí todo ser humano es consecuencia de un
acto procreador entre un hombre y una mujer y por lo tanto la frase: “Este si
que es carne de mi carne, sangre de mi sangre y huesos de mis huesos”,
solo se le puede atribuir, con propiedad, a una madre con respecto a la hija o al
hijo de sus entrañas.
A partir de que Dios decide disponer de la mujer como medio,
soberanamente libre, para multiplicar la raza humana, el hombre nace cuando
Dios quiere y cuando la mujer quiere. Dios dota al cuerpo de la mujer de unas
cualidades de reproducción perfectas. La mujer da a luz un ser humano que es lo
más perfecto de la creación. Pero a la mujer también se le dota de un alma en
virtud de la cual, como el hombre, se hace semejante al Creador que la crea, es
decir, semejante a Dios. En el ejercicio de las potencias de esta alma, de su
entendimiento y de su voluntad, la mujer se hace fértil para la vida y con la
imprescindible colaboración del varón engendra, ni más ni menos, que un ser
humano, una hija o un hijo de Dios, que es lo más noble y lo más grande y
perfecto que puede generar su naturaleza de mujer.
Hay un dicho popular que dice: “El hombre propone y Dios dispone”. En la
mujer, la secuencia se invierte cuando se trata de engendrar una nueva vida:
“Dios propone y la mujer dispone”. Si Dios quiere pero la mujer no quiere, de
esta posible madre no nacerá el hijo que Dios pretendía.
Dios, en su infinita sabiduría, ha querido asociar a Sí la libre voluntad de la
mujer y del hombre para que un ser humano sea una realidad tangible en la
creación, pero si la mujer no quiere no engendrará y en el más nefando de los
casos, si queda embarazada y no quiere al ser que lleva en sus entrañas lo
expulsa y no le da opción a la vida, frustrará la voluntad divina con el libre
ejercicio de su voluntad humana y ni ella, ni el hombre verán al hijo pensado por
el Amor divino antes de que el mundo viniera a ser.

Página 259
Autobiografía de Jesucristo
Se podría elucubrar con que este poder tan grande en la mujer, en este
caso, de generar una vida humana, la hace superior al varón y esto no es
verdad y así lo manifiesto sin más para no alargar esta reflexión. En la dinámica
con la que un hombre y una mujer generan un ser humano, en el mejor de los
casos, la mutua y leal entrega de ambos lo precede, en el peor de los casos,
el amor, casi siempre, lo pone ella y el egoísmo lo pone él. A partir de aquí, el
varón, en primera instancia, queda a la espera de las consecuencias de un acto
cuya razón de ser, quizás, no fue el mutuo consentimiento procreador. A partir
de aquí, a la mujer se le atribuye una responsabilidad inmensa si, porque así
Dios lo ha querido, engendró una vida con un alma ya desde el mismo instante
de su fecundación, un ser humano que en breve será hombre o mujer siempre
que ella lo acepte. Esta mujer, si solo ha sido objeto de deseo del varón, se
queda sola con su verdad y esta, su íntima verdad, es que ha de compartir su
salud, su vida, con el ser que lleva en sus entrañas. Sus facultades físicas e
incluso psíquicas se ponen en juego. Con mayor o menor apoyo moral, el camino
de su embarazo lo recorre ella sola y al final en un supremo acto de valor
humano pone en riesgo sus órganos vitales, se juega la vida, abriendo
inusitadamente sus entrañas para traer al mundo un hijo de Dios que también
es hijo suyo. Con este acto de ilimitada donación de sí misma, la mujer hace que
el rango del varón desaprensivo se eleve a su misma altura, es decir, el hombre
pasa de ser solo marido a ser marido y padre que es la fortuna más grande a
disfrutar en este y en el otro mundo. Pero además a la mujer le embarga una
emoción indescriptible. Ya no siente el dolor, ni el sudor frío, ni sus temblores, ni
sus temores, coge a la niña o al niño recién nacido lo pone sobre su pecho y de
su corazón de madre le llegan a sus labios estas palabras:
“Tú, hija mía, hijo mío, si que eres carne de mi carne y huesos de
mis huesos”
Se confirma un axioma universal que en clave sobrenatural se define con
esta afirmación: “La madre es al cuerpo del hijo como Dios es al alma del
hijo”. La madre llevará a su fin la realidad corporal del hijo, que engendra con el
concurso imprescindible del hombre de sus amores, genera el cuerpo y el Padre
Dios genera el alma. La mujer colabora con Dios, arriesga su vida, pero como
consecuencia de su generosidad propicia la consumación del acto más
importante del ser humano, traer al mundo otro ser humano que, en virtud de la
Fe en Jesucristo, tendrá la oportunidad de ser hijo de Dios, un hijo que no nace
por la voluntad del hombre sino por la Voluntad de Dios.
A partir de la creación de la primera mujer, Dios pide, valga la expresión,
como permiso a sus hijas para consolidar la raza humana. Dios pedirá permiso a
la mujer para traer un hijo o una hija al mundo, después, si así lo dispone, se lo
llevará sin contar con la voluntad de la madre Así caminó y camina la
generación del hombre con el simultáneo concurso del varón y la mujer, hasta
que, cuando se llegó a la plenitud de los tiempos, Dios determina hacer bajar del
cielo a su Hijo. Se escoge una Preciosa Jovencita judía a la que previamente
había preservado del pecado original. Esta Mujer se engendró en el vientre de su
madre ya Inmaculada, esta Mujer es requerida por el Padre Dios que pone a su
consideración la encarnación de su Hijo si Ella lo quiere. Dios espera la
contestación de una Mujer, ésta le confirma que acepta y el Dios Espíritu, el
Espíritu Persona que procede del Padre y del Hijo, también baja del cielo, la
cubre con su sombra, la fecunda y ¡atención! se queda dentro de Ella, y
diríamos, si para Dios hubiera espacio, que no se vuelve al cielo sino que se
queda allí, dentro de esta Mujer para siempre. Esta Mujer queda embarazada sin

Página 260
Autobiografía de Jesucristo
concurso de varón, así pues, el Cuerpo de Cristo será consecuencia de la
actividad celular del inmaculado cuerpo de María y de la acción invisible de un
Espíritu Santo, el Dios desconocido, que complementará la perfecta e integral
naturaleza humana de Jesucristo. A esta Madre más que a ninguna otra madre
posible se le puede atribuir la plenitud del significado literal de las siguientes
palabras:
“Hijo mío, Tú si que eres carne de mi carne, sangre de mi sangre y
hueso de mis huesos”
Cuando Jesucristo exclama en la sinagoga de Cafarnaúm: “El que come mi
carne y bebe mi sangre tiene vida eterna…” implícitamente está asegurando
que el que come su carne y bebe su sangre, (en la forma que un ser humano
puede hacerlo, es decir, en la forma de pan y vino consagrados que por efecto
de la Transubstanciación se transforman en la Persona de Cristo con su cuerpo,
con su sangre, con su alma y su divinidad) tiene vida eterna desde ya mismo.
Desde la Fe algo muy importante hemos de asumir, que al gustar la carne y la
sangre del mismo Cristo, estamos gustando la Persona de Dios con sabor a la
bendita carne y la bendita sangre de su Preciosa Madre, pues, como ya hemos
afirmado, en Ella, más que en ninguna otra mujer tiene plenitud de sentido la
frase: “Hijo mío, Tú si que eres carne de mi carne y sangre de mi
sangre”.
Como ya hemos expuesto anteriormente, el Espíritu del Padre y del Hijo,
este Espíritu Persona genera, sin concurso de varón, el embarazo de una Virgen
que al cumplir los ordinarios nueve meses de gestación, como todas las mujeres,
dará a luz al Autor de la vida, al Hijo eterno del Padre. Este Espíritu fecundador
de su Madre ya no la abandona, manteniéndola como en un estado latente para
manifestar otra universal Maternidad que se nos va a consumar en el Calvario.
La Virgen María, al aceptar ser la Madre de Dios se hace depositaria de la
Gran Promesa del Padre, ganada por la posterior muerte y resurrección de su
Hijo, de este Hombre que ha engendrado del Espíritu Santo. Este Espíritu, desde
Ella, tomará posesión del alma de la mujer o del hombre destinado para la vida
eterna, es decir destinados a ser hijo o hija de Dios y herederos de su gloria. Por
la muerte y resurrección de Jesucristo, la bienaventuranza del hombre o la mujer
es posible, nos ha hecho hijos de su mismo Padre y esta gracia sublime la
recibimos a través de su Madre, la Virgen María, la Medianera universal de todas
las gracias y tiene su comienzo en una filiación mariana, es decir, desde María y
solo desde María se llegará el Espíritu a aquel que fue escogido para gozar del
“cara a cara” de la visión beatífica que se nos promete a los creyentes.
Cuando el fariseo Nicodemo, de incógnito, por la noche, se llega a Jesús
para solicitarle información sobre su Persona y su doctrina, oye las siguientes
palabras:
”En verdad, en verdad te digo: si uno no fuere engendrado de nuevo
no puede ver el Reino de Dios”.
El Señor, en principio, le habla de un engendramiento que no es lo mismo
que un nacimiento. Por ideas comparativas con respecto a la procreación
humana, Cristo nos sitúa en el comienzo de una vida humana, en el mismo
instante de la fecundación de la mujer. Para que esto, en el terreno humano, sea
posible, se precisa del ejercicio de las respectivas naturalezas de la mujer y del
varón, consecuentes progenitores de un nuevo ser. Pero si uno ya ha nacido
¿cómo puede ser engendrado de nuevo?

Página 261
Autobiografía de Jesucristo
Nicodemo no capta el sentido de las palabras de Cristo. Obvia, por
imposible, el concepto de engendramiento, se sitúa en el siguiente paso,
nacimiento, y además lo pone más difícil porque le atribuye al supuesto ya
nacido la edad de un viejo:
“¿Cómo puede un hombre nacer si ya es viejo? ¿Acaso puede entrar
por segunda vez en el seno de su madre y nacer?”
Da por hecho de que para nacer primero hay que tener una madre, pero
también da por hecho que una vez nacido no hay más madre que la madre
biológica. Aquí la entrevista se pudo acabar, pero Jesús le seguirá interpelando,
haciendo uso de una paciencia divina, con unas palabras que Nicodemo puede oír
y no entender pero que sin embargo a dos mil años vista son palabras de vida
para nosotros. Le dirá:
“En verdad, en verdad te digo, quien no naciere de agua y Espíritu
no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es, y
lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te haya
dicho: “Es necesario que nazcáis de nuevo”. El aire sopla donde quiere, y
oyes su voz, y no sabes de dónde viene ni adónde va: así es todo el que
ha nacido del Espíritu.”
Los esquemas reflexivos de Nicodemo se circunscriben solamente a una
deducción racionalista, por tanto no sobrepasan la consecuente interpretación
materialista de las palabras de Jesús, no llega más lejos a pesar de ser maestro
de Israel. Jesús le razona desde una perspectiva espiritual que no hace uso de
los sentidos para tratar de hacerse entender. Cristo asegura la posibilidad de
nacer de nuevo a una vida nueva que ha de entenderse en clave de espíritu pero
tan real como el físico nacer biológico. Para el nacimiento biológico es condición
necesaria tener una madre que primero te engendre y después de sí misma te
aporte la materia con la que conformará tu cuerpo. Para este nuevo nacimiento
del Espíritu no se necesita una madre biológica. Por ideas comparativas pudiera
razonarse que para ejercer una nueva vida en el Espíritu, primero hay que ser
engendrado en este mismo Espíritu y posteriormente nacer de este mismo
Espíritu. Pero el Espíritu, por Sí mismo, no es una Madre en cuyas entrañas se
engendra un nuevo ser que en este caso es espiritual. El Espíritu es la Potencia
generadora que me transmite su esencia en virtud de un acto de Fe con el cual
no solo lo descubro como el Principio de mi nueva vida sino que además,
también por un acto de Fe, descubro que esta vida me viene dada desde dentro
de un seno materno en el cual este Espíritu está aposentado desde que la
persona que lo lleva, la Mujer, la Virgen María dijo si al Dios que la escogió de
entre todas las mujeres. Tengo que engendrarme de nuevo en el seno de esta
Madre y recibir la plenitud del Espíritu de la que Ella está llena y volver a nacer a
otra vida que el mundo no sabrá de donde me ha venido ni en donde acaba. El
hijo biológico deseado, antes de su uso de razón, sin voluntad, es producto del
ejercicio de dos voluntades, la de la madre y la del padre. También debo creer
que, como ser con otra nueva vida, de esta que me confirma Jesucristo, soy
consecuencia del acto de mi soberana voluntad y del acto de otras dos
voluntades, una es la del Dios Trinitario, Padre, Hijo y Espíritu Santo y la otra es
la voluntad de una Madre. ¿De qué Madre se trata?
Cristo dice que su Padre es Dios, dice a la Samaritana que su Padre es
Espíritu y los que le adoran en espíritu y verdad le deben adorar. Más tarde
cuando asegura que es el Pan que ha bajado del cielo dirá a los que se
escandalizan: “El Espíritu es el que vivifica; la carne de nada aprovecha.

Página 262
Autobiografía de Jesucristo
Las palabras que Yo os he hablado son Espíritu y son Vida”. Ya a poco de
expirar en la Cruz, mirando a su Madre, lleno de compasión hacia Ella, con la
pena sobreañadida de verla, gustando tan de cerca, la amargura suprema de
verle morir con extremado sufrimiento colgado y clavado a un madero, le dirá:
“Mujer, he ahí a tu hijo” y así mismo dirá a Juan: “He ahí a tu Madre”.
Amigo mío, amiga mía, esto es nacer de nuevo. Al llegar hasta aquí en la
lectura de esta Autobiografía de Jesucristo, del Evangelio Concordado, sutilmente
captamos que algo ha cambiado en lo más íntimo de nuestra alma, hemos sido
engendrados durante un indeterminado tiempo, el consumido mientras
meditábamos las palabras de Cristo que tantas veces nos han interpelado a la
razón, a la Fe, a la voluntad. Ahora en la más patética de las escenas del
Evangelio captamos que a una Mujer, en el límite de su padecer y amargura sin
fondo, le atribuyen la maternidad de un hijo que no es de su carne, ni de su
sangre y sin embargo sabiendo que en boca de Dios las palabras tienen el
sentido que expresan y no pueden considerarse metafóricas, creo que esta Mujer
captó, en su bendito Corazón de Madre, que todo su ser asumía al joven, que
tenía a su vera, como hijo de sus entrañas. A la luz meridiana de la razón y de la
Fe, el cristiano acepta con plenitud de conciencia que esta Mujer es, en sentido
literal, la Madre de Juan, que igualmente ha oído las palabras del Hijo de Dios
agonizante. Ambos perciben en lo más hondo de sus almas que son,
efectivamente, una Madre y un hijo, un hijo que ha nacido de nuevo de una
Mujer y un Espíritu Santo que permanece en Ella desde el mismo día que la
fecundó. Juan viene a ser el modelo de nuestra filiación divina y mariana
consumada en un nuevo nacimiento por el agua de nuestro bautismo y el
Espíritu, un Espíritu Santo que nos viene dado desde las mismas entrañas de una
Mujer, de una Madre de Dios que también es Madre mía. Esta Preciosa Madre
es María.

Página 263
Autobiografía de Jesucristo

Pedro, la
Roca, era
un hombre
casado
Mt.8,14-15; Mc.1,29-31; Lc.4,38-39 Sana Jesús a la suegra de Pedro
(APARTADO 3.07 DEL LIBRO)

Está acabando el año 1º de predicación pública y de otra mujer nos hace


referencia el Evangelio, la suegra de Pedro. ¿La suegra de Pedro?, pues sí,
resulta que la Roca donde se fundamenta la Iglesia era un hombre casado.
Cuantos libros escritos sobre Los Evangelios en dos mil años de historia y qué
poquito se ha escrito sobre esta verdad incuestionable: Pedro era un hombre
casado.
Amiga lectora, amigo lector, de la mano del sentido común me dispongo a
razonar sobre este asunto que hasta ahora no he visto tratado en profundidad,
se ha pasado por él como de “puntillas” dejando una laguna importante que no
se merece el creyente. El Evangelio es la Palabra de Dios y Dios nos ha dejado
este detalle para que se entienda y se asuma con toda naturalidad.
De la suegra de Pedro escriben los Sinópticos manifestando que estaba o
vivía en la casa de un matrimonio, en la casa de su hija y de su yerno. Esto se
entiende ¿verdad? Ahora bien, los Evangelistas no mencionan a la hija de esta
mujer, la esposa de Pedro, y uno se puede preguntar: ¿Acaso Pedro era viudo? Y
si es así ¿qué hace su suegra viviendo con él? Resolver esta duda con una
afirmación de su viudez en aras de no “complicarnos la vida” es, a mi juicio,
salirse por la tangente, forzando desmesuradamente la objetiva interpretación
del texto evangélico.
Siendo a todas luces improbable, que en caso de viudez, una suegra viva
bajo el mismo techo que su yerno, posiblemente sin hijos, debo entender en
consecuencia y con toda sencillez, que Pedro tenía una familia en Cafarnaúm y
que seguro, en este tiempo evangélico, era hombre casado, que habitaba con su
mujer y su suegra bajo un mismo techo, e interpretando desde la lógica de lo
que convenía, puede ser que Pedro no tuviera hijos.
Ahora toca reflexionar, y en este intento me vuelve a interpelar la figura
de otro hombre casado, de José de Nazaret, un marido que el Espíritu del Padre
y del Hijo se escoge desde la eternidad para ejercer como tal sobre la que sería
la Inmaculada Concepción, la Virgen María. Este hombre, casado con esta
Preciosa Mujer, es escogido por el Padre del Hijo para ser el “padre” del Hijo y en
virtud de ser, primero, digno marido de una singular Mujer. La Virgen no concibió
primero y después se casó, sino al contrario, se casó y concibió del Espíritu
Santo después. Concibió sin concurso de varón y sin embargo tenía marido. A la
vista de sus conciudadanos Jesús era el Hijo de José, pero nosotros ya sabemos
que Jesús era el Hijo de Dios, el Hijo de José en tanto y cuanto José era el
marido de María. Para esta singular tarea, la de ser “padre” de una Familia, Dios
Padre se escoge a un hombre casado.

Página 264
Autobiografía de Jesucristo

El Espíritu del Padre y del Hijo vuelve a actuar para consumar otra elección
trascendental, se escoge a otro hombre casado, un tal Simón, hijo de Juan,
pescador de Galilea al que Jesús, el Hijo de Dios, lo constituye como la Piedra, la
Roca donde se fundamentará la Iglesia. Pedro, conocedor de su oficio de
pescador, al poco de tratar a Jesús, es requerido por Este para lanzar de nuevo
las redes justo en la hora que de seguro, según su experiencia, no cogerá ni un
solo pez. En la noche, en periodo oportuno, se bregó y bregó y no se cogió un
solo pescado. Ahora de día ¿qué se va a pescar? La Persona de Jesús, el porte de
este Hombre subyuga el corazón de un experto pescador, recio y noble como es
Pedro. Cristo le atrae pero mantiene un distante respeto hacia su Persona en
virtud del conocimiento que tiene de sí mismo, de su condición de hombre de
este mundo, como cualquier otro hombre casado que ejerce su profesión en
medio de una sociedad materialista. Por este respetuoso afecto atiende a la
petición de este distinguido Joven que le sugiere echar las redes para pescar
cuando no hay peces que pescar. Las redes penetran en el agua y al poco se
llenan hasta rebosar de abundantes peces, tantos que las barcas se hundían.
Pedro, pegado a este Hombre, se contempla sumamente indigno de su cercanía.
Este noble pescador, percibe, hasta donde su capacidad espiritual le permite,
algo de la divinidad de Jesús. Por la cabeza de Pedro, Dios sabe lo que pasaría,
pero con lo que se queda, este hombre casado, es con la sensación de indignidad
que tiene de sí mismo para merecer la amistad de semejante Persona. Confuso,
desconcertado, lo que le sale de primeras es postrarse a los pies de Jesús y
ponerle en conocimiento de su miseria:
“Señor, apártate de mí que soy un hombre pecador”
Yo, que también soy hombre casado, que ejerzo mi oficio en las tareas de
la técnica, vivo como Pedro según la gestión de mi autónomo trabajo. Si trabajo
más, gano más, si trabajo menos, gano menos y si no tengo clientes a los que
servir paso dificultades. ¿Por qué? porque soy un hombre casado, con las
obligaciones del hombre que ha de mantener la casa, la familia. Entiendo,
perfectamente a Pedro y me identifico con él, ambos somos casados. El está en
el cielo y su mujer, también. Aquí en la tierra los dos fueron una sola carne, en
el cielo son dos espíritus a la espera de unirse cada cual con su cuerpo
resucitado al final del tiempo y con la gloria proporcionada a la correspondencia
de la gracia que recibieron en vida.
Dios, el Hijo de Dios, se hizo Hombre y al comenzar su vida pública se
escoge a un hombre normal, a un hombre casado para ser, ni más ni menos, que
el fundamento de la Iglesia. Pudo elegir a un fornido gladiador romano y no lo
eligió, a un gran filósofo e intelectual de la época y no lo eligió, pudo elegir a
Juan el Bautista, “el profeta más grande nacido de mujer” y no lo eligió, pudo
elegir al joven, sin compromiso conyugal, Juan, hijo de Zebedeo, al que tanto
amó y no lo eligió. Sorprendentemente eligió, simple y llanamente, a un
pescador de la Galilea, ciudad de gentiles, ciudad de gentes, diríamos, no muy
creyentes, un hombre normal, del mundo normal que vivimos los hombres
normales, un hombre casado, así como suena, uno más de los maridos que
ejercemos como tales en curso de nuestro pasar por este mundo.
Jesucristo, como Dios, amó a Juan y a Pedro con infinito amor, sin medida,
un amor que cae fuera del alcance de nuestra razón humana. Como Hombre,
amó a Juan y a Pedro con inmensa pasión pero de diferente manera. El amor de
Cristo hacia Juan culmina con las palabras testamentarias que pronuncia antes
de expirar con muerte de Cruz: “He ahí a tu Madre”. Así entrega Cristo a su
Madre al cuidado del discípulo que más amó, un hombre no casado que desde

Página 265
Autobiografía de Jesucristo
entonces solo vivió, con alma vida y corazón, al servicio y cuidado de tan
Preciosa Madre, de esta Madre tuya y mía, amiga lectora, amigo lector. Juan
ejerció el divino mandato, de manera exclusiva y excluyente, entregando su
alma y su cuerpo, todas su facultades a tan sagrada y sublime causa de ser hijo
que cuidara de esta bendita y divina Madre, de su Madre y Madre mía, la Virgen
María.
El amor de Cristo a Pedro es el de un amigo inefable con el que
compartes la ilusión de tu vida, el amigo con el que no hay secretos, el amigo al
que buscas y encuentras cuando lo necesitas, el amigo al que le pides que te
conforte en las horas amargas de la vida, el amigo que te comprende y aunque
no te comprenda te sigue ciegamente allí donde tú vayas, el amigo que va y que
viene allí donde le mandas, en definitiva, la persona con la que se complace tu
alma, ese hombre, que con independencia de su estado, le haces esta pregunta:
“Pedro, ¿me quieres?; ¿me quieres?, ¿me quieres?.....”
Solo Dios sabe por qué eligió a un hombre casado para ser la Roca, el
cimiento de la Iglesia. Un hombre casado está sometido a las presiones del
mundo tal y como lo están los no casados, sin embargo, al casado hay que
añadirle las angustias de sus responsabilidades como cabeza de familia que
tiene, por regla general, el ineludible deber de mantener a sus hijos y a la madre
de sus hijos. En este estado, en el de casado, el hombre está más expuesto al
sufrimiento, tiene que ejercer todas la virtudes humanas y aquí es donde pone a
prueba sus hechuras de hombre y precisamente, por esto, por ser hombre
casado, se evidencian, palmariamente, sus carencias, su debilidad y de esto
somos conscientes los hombres de mundo, los mismos que como Pedro, cuando
Dios nos requiere para alguna tarea apostólica determinada, nos sale del alma
suscribir las mismas palabras de Pedro:
“Señor, apártate de mí que soy un pecador”.
Hasta aquí he llegado con toda la verdad que interpreto de la lectura del
Evangelio. He contemplado a mi buen amigo Pedro con naturalidad, tal y como
se tratan dos buenos amigos. Entrar ahora en la polémica de que si los hombres
escogidos por Dios y por su Iglesia pueden o deben se casados en virtud de que
el príncipe de los Apósteles, muy probablemente, ejerció el mandato imperativo
de Cristo teniendo mujer, no es materia de esta reflexión, pero para que quede
meridianamente claro lo que piensa el autor de este artículo, al respecto
puntualizo:

1. Hoy, Dios escoge a sus hijos y les demanda alma, vida y corazón
indiviso sólo para El. Dios quiere Cristos, privilegiados varones y no mujeres, que
le sirvan a El y a todos sus hijos con el ejercicio de una santa vida sacerdotal
que no se puede compartir con una mujer ni con unos hijos.
2. La Iglesia Católica cumple con inmenso amor este mandato divino,
queriendo solo lo que quiere Dios. Camina hacia el encuentro de su Divino
Amado, Jesucristo, dirigida por su Magisterio que ni se equivoca ni se puede
equivocar, porque Dios la ha hecho Infalible en sus benditas enseñanzas.
3. Por último, el católico que suscribe, hijo de la Iglesia en la que vive y ha
de morir, solo quiere lo que quiere su Iglesia y lo que quiere su Dios.

Página 266
Autobiografía de Jesucristo

Vinculación
razonada
de dos
milagros
de
Mt.14,13-23;Mc.6,33-46;Lc.9,11-17;Jn.6,2-15 Primera
multiplicación de los panes
Al buscar la palabra “mujer”, el Programa Concordante me encaminó hacia
este milagro que es el único, en todo el Evangelio, en cuyo relato intervienen
los cuatro Evangelistas y cada cual lo hace según su personal interpretación de
un mismo hecho sobrenatural.
Al hilo de este trabajo sobre “La mujer en el Evangelio”, me he fijado en
algunos detalles que revelan datos con los que enjuiciar el supuesto trato de la
sociedad de aquel tiempo con la mujer de aquel tiempo. Veamos los versículos
de este pasaje donde de manera explícita e implícita se hace mención de ella:
Mt 14,21 Y los que habían comido eran como cinco mil hombres, sin
contar mujeres y niños.
Mateo es un discípulo que ha visto con sus propios ojos el milagro que
relata. Su Evangelio va dirigido fundamentalmente al lector judío, en general, al
posible converso judío a quien trata de demostrar que Jesucristo es el Mesías. El
destinatario principal de su mensaje es un hombre de raza judía, educado en una
sociedad no propicia a entender que una hija de Dios es tan dueña del Corazón
de su Padre como lo pueda ser el hombre más hombre por ser hombre.
Mi querido Mateo, ¿qué pretendes que se interprete cuando no tienes en
cuenta el nº de mujeres que comieron, como los varones, de este pan, que
milagrosamente se multiplicaba en las benditas manos de Cristo? Solo tú, en dos
ocasiones, nos informas del nº de varones, 5.000 en un caso y 4.000 en otro,
que se hartaron de comer el pan y el pescado, haciendo la observación de que
no se tuvo en consideración el nº de mujeres. ¿Eran más o menos que los
hombres? Pues yo creo, mi buen amigo Mateo, que esta puntualización hay que
entenderla en función de la forma de ser de tus incipientes lectores más que en
relación a la forma de ser de tu persona, porque de tu integridad y bien hacer
nos has dejado como muestra tu Evangelio, una Joya que brilla para siempre
como una Luz que lleva Vida en Sí misma. Solo un hombre de Dios, un hombre
noble puede ser el autor de semejante Escrito.
Lc 9,14 Porque eran como unos cinco mil hombres. Y dijo a sus
discípulos: Hacedlos recostar por ranchos como de cincuenta cada uno.
Lucas, el evangelista de la mujer, no hará de ella expresa referencia en este
pasaje. En su descripción, obvia elegantemente, el muy respetable nº de
mujeres que también se beneficiarían del milagro de Cristo. Este gentil médico

Página 267
Autobiografía de Jesucristo
no fue discípulo que conviviera con Cristo, no le conoció personalmente, sin
embargo redactó su Evangelio recibiendo información de primera mano de
aquellas mujeres que fueron testigos oculares de la vida de Cristo. La primera
Mujer de la que Lucas recibió información fue de la Virgen María. Mi buen amigo
Lucas es un hombre de notable cultura y amable trato, que empleó la cortesía y
el respeto a la mujer, como no se podía esperar menos de un caballero que
escribió el Evangelio de la Misericordia.
Mc 6,44 Y eran los que habían comido los panes cinco mil hombres.
Sabemos que Marcos escribe su Evangelio al dictado de Pedro. La
idiosincrasia de Pedro se manifiesta por la manera contundente con el que relata
lo que vieron sus ojos, lo que sus oídos oyeron y lo que tocaron sus manos.
Amiga lectora, amigo lector, observa como los anteriores evangelistas dan como
aproximado el nº de cinco mil los hombres que presenciaron el milagro de
Jesucristo. Observa así mismo como Pedro no da opción a la aproximación,
fueron cinco mil hombres, ni uno más, ni uno menos. “Dime como escribes y te
diré como eres”, esto bien se puede aplicar al Evangelio de Marcos y si damos
por hecho que el espíritu de Pedro está patente en esta sintetizada Escritura,
comprenderemos que jamás se ha descrito, con tanta realidad imperativa,
hechos de semejante trascendencia divina y con menos palabras. Mi buen amigo
Pedro, con respecto a la referencia de la mujer en este pasaje evangélico, está
en la misma línea de mi buen amigo Mateo. Escribe para una sociedad de su
tiempo no propicia a hacer intervenir a la mujer en los asuntos públicos que
supusiesen debate en la interpretación de las ideas con las que se pretendía
ganar la mente y el corazón de tus interlocutores. En Roma habían senadores y
no senadoras, en Israel habían doctores de la Ley y no doctoras de la Ley,
habían fariseos y no fariseas.
Jn 6,10 Dijo Jesús: Haced que los hombres se coloquen en el suelo.
Había mucha hierba en aquel lugar. Se colocaron, pues, los varones, en
número como unos cinco mil.
Amiga lectora, amigo lector, a la vista de este versículo de San Juan y
puesto que estamos contemplando el mismo suceso redactado por otros tres
evangelistas, no podemos evitar el hacer concatenación de datos que nos llevan
a las siguientes conclusiones:
a. San Juan tampoco hace mención al importante nº de mujeres y niños
que allí estaban.
b. Jesús manda que los varones se coloquen en el suelo en grupos
separados de 50.
c. Con 50 varones por grupo tendríamos 100 grupos.
d. Por lo que se aprecia en San Marcos también se formaron grupos de
100 que, probablemente, serían de mujeres y niños exclusivamente.
e. Los varones estaban en una zona y separadas, en otra zona, las
mujeres y niños.

Página 268
Autobiografía de Jesucristo
f. Posiblemente, contando con las mujeres y los niños, los grupos de 50
y de 100 personas que se formaron separados entre si, para poder
circular entre ellos, ocuparían una superficie superior a los 200.000
M2, es decir la superficie de 20 campos de fútbol.
g. En la distribución de estos panes y peces es posible que intervinieran
más de 150 discípulos de Cristo.
Ante estas deducciones, amiga lectora, amigo lector, nos surgen las
siguientes preguntas:
1) ¿Por qué el Señor quiso los grupos con solo varones separados
de los grupos con solo mujeres y niños?
2) Dice el Evangelio que el día comenzó a declinar, estamos hacia
la mitad de la tarde. Antes de que la noche se cerrara y viniera la
oscuridad consecuente, ¿cómo pudo distribuirse, en tan corto tiempo,
comida para tantas personas?
3) Un experto en acústica se preguntaría como fue posible que la
voz de Cristo llegara a los oídos de un gentío, probablemente,
cercano a las diez mil personas contando con las mujeres y los niños.
¿Cómo puede oírse la voz de un Hombre, sin megafonía, que habla,
sin gritar, a una multitud semejante, esparcida por una superficie de
20 hectáreas?
A la primera pregunta se puede responder con la sencillez del que sabe que
Dios conoce el corazón del hombre y el corazón de la mujer. El Señor interviene
con prudencia divina, con la prudencia de un Padre que conoce perfectamente a
sus hijos y a sus hijas.
A la segunda pregunta se contesta con el sentido común y a la vista de lo
que se lee entre líneas puede confirmarse que en las manos de Cristo se
multiplicaban los panes y los peces, pero también se multiplicaban en las manos
de sus discípulos que los repartían, sin agotarse, por los grupos de varones, de
mujeres y niños.
A la tercera pregunta se contesta con la Fe. Solo a Dios se le puede atribuir
semejante poder para hacer posible que su palabra llegue al oído humano nítida
y perfectamente entendible sin necesidad ni de la técnica, ni de la ciencia. Cristo
habló a sus oyentes con palabras de Hombre y Omnipotencia divina. En este
acontecimiento histórico, realmente sucedido en nuestro tiempo y en nuestro
espacio, se han dado un conjunto de hechos inexplicables para la razón humana.
Poner en duda la divinidad de este Hombre, Jesucristo, después de haber
asistido a tan sorprendente relato, es como encender una cerilla para alumbrar
al sol en la hora cenital. Jn 1,11 Vino a lo que era suyo, y los suyos no le
recibieron.
Jn.6,34-47 “Yo soy el Pan de la vida”
Siguiendo cronológicamente los acontecimientos evangélicos y parándonos
solo donde se hace mención de la mujer, nos volvemos a encontrar con la
referencia que en este pasaje se hace de la Madre de Jesús. Ya hemos llegado al

Página 269
Autobiografía de Jesucristo
final del 2º año de la vida pública. Estamos, todavía, bajo el influjo de unos
hechos sobre los cuales nunca habíamos reflexionado. El Programa Concordante
nos ha mostrado los matices diferentes con los que se ha redactado un inaudito
milagro por cuatro hombres distintos y con personalidades distintas.
Solo San Juan nos mantendrá la atención sobre lo que estupefactos hemos
contemplado con nuestros ojos. Ahora el Águila de Patmos nos lleva a la
sinagoga de Cafarnaúm para oír palabras inauditas en boca de un Hombre, el
mismo Hombre que acaba de consumar un portentoso milagro. ¿Qué le oiremos
decir? Pues le oiremos decir cosas como estas: “…he bajado del cielo…”; “…el
que cree en Mí tiene vida eterna…”; “…lo resucitaré en el último día…”. De estas
afirmaciones los oyentes se escandalizan con: “…he bajado del cielo…” y
murmurando manifiestan conocerle a El, a su padre José y a su Madre Maria.
¿Cómo podemos creer que viene de otro mundo, que ha bajado del cielo, si ha
crecido con nosotros en nuestro mismo pueblo? Sin pestañear, sin perder
detalle, fijamos la mirada en Jesús que todavía eleva más el tono de su discurso
y entre otras cosas viene a decir: “…nadie ha visto al Padre…”; “…solo Yo, que
vengo de parte de El, soy el Único que ha visto al Padre…”.
Amiga lectora, amigo lector, aquí podría terminar la exposición del trabajo
que me ocupa sobre la mujer en el Evangelio en este 2º año de predicación
pública, sin embargo, al no poder dejar de asombrarme con las manifestaciones
que oigo de este Hombre, prolongo mi atención y la tuya oyendo cosas como
estas: “…Yo soy el Pan de la vida que baja del cielo…”; “…el que coma de este
Pan vivirá para siempre…”; “...este Pan es mi Carne…”;
No puedo entender de diferente manera a como entendieron los que
escucharon en la sinagoga. Este Hombre está ofreciendo su Carne para que yo la
coma, aún más, me ofrece su sangre para que, también yo la beba. Si esto
hago, Jesucristo permanecerá en mí y yo en El, viviré de El, me promete la vida
eterna y la resurrección en el último día. Por último como colofón a su discurso,
Jesús me asegura que las palabras que me ha hablado son Espíritu y vida.
La misma multitud que pretendía hacerlo Rey en virtud del maravilloso
milagro que acababan de contemplar, al oír estas palabras, lo abandona. Jesús
solo se queda con los Doce y en este momento también se queda solo contigo y
conmigo, amiga lectora, amigo lector. A dos mil años vista de estas palabras, yo
ya entiendo cuando como el Pan y bebo el Vino del Sacrificio Eucarístico que
estoy comiendo y bebiendo la Carne y la Sangre de mi Señor. Las palabras del
Amado tienen sentido real y literal. Jesús me da a comer su verdadera Carne y a
beber su verdadera Sangre, lo hace de la forma en la que yo puedo gustarlo, con
sabor a pan y sabor a vino, pero con la seguridad incuestionable de que gusto su
Carne de Hombre y su Sangre de Hombre y esto es así porque toda la Persona
de mi Señor está viva, como vivo yo, en el Pan y el Vino que se consagra en la
Misa. El Jesús, que hace dos mil años, ofrecía su Carne y su Sangre para que
fuera comida y bebida por aquellos que le escuchaban, es el mismo, así como
suena, el mismo que se deja caer en mi boca cuando el sacerdote pone en mi
lengua o en mi mano la hostia consagrada. Aquellos hombres contemplándole
con sus ojos y oyéndole con sus oídos no le creyeron y le abandonaron. Tu y yo
amiga lectora, amigo lector, no le vemos ni le oímos y sin embargo lo

Página 270
Autobiografía de Jesucristo
reconocemos tal y como es en ese trocito de Pan que, cuando podemos, cada día
procuramos gustar y asimilar en lo más noble e íntimo de nuestro espíritu.
Ahora que me he quedado a solas con Cristo, no puedo evitar repasar lo
que he visto y lo que he oído. He visto las manos de un Hombre en las que se
multiplicaban los panes y los peces por miles. He visto comer hasta saciarse a
cinco mil hombres y a un número indeterminado de mujeres y niños, en conjunto
una multitud, supuestamente, cercana a las diez mil personas esparcidas en
grupos sobre una superficie de quizás 200.000 M2. He contemplado como la
comida llegaba a las manos de miles de comensales en brevísimo tiempo. He
deducido que de manera inexplicable la voz de este Hombre era escuchada por
todos, con independencia de la distancia del oyente. He oído a este Hombre decir
que viene del cielo, que solo El ha visto al Padre Dios, que es el Pan de la vida,
que el que cree en El no conocerá la muerte eternamente, será resucitado en el
último día. A este mismo Hombre le escucho, atónito, ofrecer su Carne y su
Sangre para que sea comida y bebida del que crea en Él, porque el que así lo
hiciere vivirá de Él y para siempre. He visto como a pesar del gran milagro vivido
por la multitud, ésta no da crédito a las palabras de este Hombre y lo abandona.
En este momento, en el que se mezclan en mi alma la Fe, del que cree y
quiere creer, con el pragmatismo de una razón acostumbrada al razonamiento
técnico como ejercicio de la profesión de ingeniero, trato de justificar a la
inteligencia la viabilidad complementaria entre dos acontecimientos
históricamente incuestionables, la multiplicación por miles de cinco panes y dos
peces y unas afirmaciones realizadas por el mismo Hombre, que asumidas en su
sentido literal me caen fuera de la lógica. Con solo el simple uso de la razón me
ocurre como a sus oyentes: no lo comprendo. Sin embargo, en virtud del
inmenso atractivo que este Joven genera en mi alma, mi voluntad apela a la Fe
con la que me llego a este Hombre, que por la multitud ha sido abandonado,
para decirle: “Te he visto y te he oído, dime cómo y cuándo me das a
comer y beber la Carne y la Sangre que me ofreces, dime de qué modo
te he de comer y beber porque estoy determinado a comerte y beberte
aunque no conciba de qué forma lo he de hacer”.
La respuesta no se ha hecho esperar, he buscado en el Programa
Concordante la frase: “mi cuerpo” y la he encontrado 5 veces, 3 de ellas recogen
la frase en el momento solemne de la institución de la Eucaristía. Mateo, Marcos
y Lucas vienen a manifestar lo mismo cuando Cristo toma un trozo de pan y lo
ofrece a sus discípulos diciendo: “Tomad, comed: éste es mi cuerpo”.
Con la misma atención con la que escuché sus palabras en la sinagoga de
Cafarnaúm, he escuchado estas palabras de Jesús en el Cenáculo. En ambas
ocasiones, la solemnidad y contundencia con las que fueron dichas no me deja
opción a interpretarlas en sentido metafórico. Con la voz grave y el gesto serio,
Cristo pronuncia estas palabras para que el oyente las interprete en su sentido
estrictamente literal y al asumirlas tal y como suenan, ante mis ojos tengo un
trozo de Pan que me viene ofrecido de la mano de un Hombre que me asegura
que este Pan es su Carne y que este Vino es su Sangre. Pero para que este
Hombre, ni se engañe ni me engañe, ha debido ocurrir algo extraordinario que
no he detectado con mis sentidos. Se ha producido un hecho misterioso que se

Página 271
Autobiografía de Jesucristo
define como Transubstanciación, en virtud del cual el pan y el vino, que como
tales reconozco con mis sentidos, se han transformado, de manera irreversible,
en la real y verdadera Persona de Cristo, es decir, veo, palpo y gusto al Hijo de
Dios oculto bajo las especies de pan y vino. Tiene que ser verdad que este
Hombre es el Pan que me ofrece, la Sangre que me ofrece, solo así puedo
entender lo que hasta ahora no había entendido: que yo me lo pueda comer y
beber en el modo y forma con la que se hace posible según mi naturaleza
humana.
”…dime de qué modo te he de comer y beber porque estoy
determinado a comerte y beberte aunque no conciba de qué forma lo he
de hacer”. A este requerimiento del que pretende consumar el acto de comer a
su Interlocutor, sin saber como será posible, manteniendo la compostura
intelectual en virtud del ilimitado crédito que me da la Persona de quien me está
ofreciendo comer su Carne y su Sangre, quedo a la espera, sin más
elucubraciones, de que mi Autobiografiado, el mismo Cristo, dé el siguiente paso.
Todas mis facultades están al limite de sus posibilidades y con suprema atención
observo al Hombre, que en tantas ocasiones ha suspendido las leyes de la
naturaleza, que fija sus bellísimos ojos en los míos, que toma un trozo de pan,
que alarga su mano y me lo ofrece pronunciando estas palabras: ”…toma y
come, porque este es mi Cuerpo”.
Evidentemente, yo no esperaba que este Hombre se desprendiera a jirones
de su carne humana para dármela a comer o se abriera las venas para darme a
beber su sangre. He tomado el trozo de Pan que el Señor me ha dado, miro al
Pan y lo miro a El que me está confirmando que le tengo en mis manos. Mis
sentidos no me han detectado nada extraordinario y sin embargo se ha
consumado un hecho sobrenatural sin precedentes, en virtud del cual la Persona
que me da el Pan y el Pan mismo son la misma cosa. Y esto es así porque así me
lo asegura el Hombre en quien es imposible que haya engaño y que me engañe,
el Hombre a quien las potencias de mi alma le dan más crédito que a la
meridiana evidencia de mis sentidos, porque para mí este Hombre es mi único
Dios, el Ser Fontal por el que he venido ser en este mundo en el que vivo, me
muevo y existo. Esta es mi Fe, la Fe de la Iglesia Católica.

Página 272
Autobiografía de Jesucristo

Padre
mío
Al activar el Programa Concordante con la palabra “Padre”, he podido apreciar
que en los cuatro Evangelios, Jesucristo la pone en sus labios 174 veces. 44 en
San Mateo, 4 en San Marcos, 17 en San Lucas y 109 en San Juan. La primera
vez que Jesús pronuncia esta palabra es en:
Lc.2,49 ¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había yo de estar
en casa de mi Padre?
Así contesta el Niño Jesús a su Madre cuando ésta se lamenta de haberle perdido
durante tres días. La última vez que Jesús pronuncia esta palabra es en:
Lc.24,49 Y he aquí que yo envío la Promesa de mi Padre sobre vosotros;
y vosotros permaneced quietos en la ciudad, hasta que seáis revestidos
de fortaleza desde lo alto.
Y dicho esto, se le elevó hacia el cielo y desapareció de la vista de sus discípulos.
Cualquier lector o lectora de esta Autobiografía de Jesucristo puede observar que
el Protagonista hace mención de su Padre muchas veces. Este Padre, que no
vemos, sí le oímos en tres ocasiones: en el Bautizo de su Hijo a orillas del
Jordán, en el monte Tabor y cuando Cristo termina su ministerio público, es
decir, en vísperas de su Pasión y muerte.
En el Prólogo de San Juan acomodado al estilo autobiográfico nos sale al
encuentro el nombre del Padre porque el Protagonista, Jesucristo, se define a Sí
mismo como la Palabra de su Padre Dios. Este Hombre manifiesta que es Hijo del
Dios invisible, que en Dios era Dios desde el principio, es decir, este Hombre
afirma que su Padre es Dios, que Él mismo es Dios y que existía ya antes del
principio. Esto lo leo según están escritas las palabras de un Hombre que a su
vez manifiesta ser Dios.
En este mismo Prólogo nos pone en antecedentes que su Padre Dios envió a un
hombre de nombre Juan para dar testimonio de la Luz y esta Luz es Él mismo, es
decir, Jesucristo. El que escribe su propia vida manifiesta ser la Luz Verdadera la
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, un mundo hecho por Él y
que sin embargo el mundo no le conoció.
Un poquito más adelante, el que escribe de Sí mismo, se reitera en ser la Palabra
del Padre, una Palabra que se hará carne en el seno purísimo de una Mujer judía,
una Mujer preservada desde la eternidad de cualquier mancha de pecado, una
Virgen que le concebirá sin concurso de varón, una Mujer que le dará a luz entre
los hombres, los mismos que contemplaron su gloria la gloria del Unigénito del
Padre, un Hijo lleno de gracia y de verdad.

Página 273
Autobiografía de Jesucristo
El Prólogo acaba con una rotunda afirmación: A Dios nadie le ha visto jamás,
solo el que se define como Unigénito Hijo del Padre, el que está en su
regazo mirándole cara a cara es quien nos lo da a conocer.
Esta sorprendente introducción, a primera vista, la entendemos subscrita por un
Hombre singular que escribe la historia de Sí mismo, pero reitero que de
primeras solo veo un Hombre que se atribuye la divinidad de un Hijo Único de un
Padre que es Dios, un Hijo que se me presenta como Dios en su Padre Dios, un
Hombre con una historia humana en el tiempo del hombre que asegura existir
antes de que el mundo viniera a ser y al que le oigo, también, asegurar que el
mundo fue hecho por El.
Amiga lectora, amigo lector, esto nos requiere la atención desde el núcleo mismo
de nuestra inteligencia que tratará de entender los argumentos esgrimidos en
clave divina por el que es el Autor de la vida, de la vuestra y de la mía, que
pretende darse a conocer de otra manera en esta Autobiografía y para ello de la
mano del mencionado Programa Concordante buscaremos la palabra Padre
solamente pronunciada por su Hijo, Jesucristo y nos mostrará el contexto donde
se ubica para invitarnos a la consecuente reflexión con la que se puede descubrir
el Camino, la Verdad y la Vida.
Metidos ya dentro del relato autobiográfico, la primera vez que oímos la palabra
Padre en boca de Jesús es cuando Este, con doce años, es encontrado por sus
padres después de tres angustiosos días de búsqueda. El Niño responderá a su
Madre:
Lc.2,49 ¿Pues por qué me buscabais? ¿No sabíais que había yo de estar
en casa de mi Padre?
El Niño responde a la pregunta de su Madre con otra pregunta. ¿En qué otro sitio
podría Yo estar que no fuera la casa de mi Padre? Esta casa de su Padre es el
Templo de Jerusalén, el único lugar en el mundo en donde se daba verdadero
culto al verdadero y Único Dios, al Padre de este Niño judío, un Niño que
contemplamos de carne y hueso como nosotros al que oímos decir que ese Dios
invisible es su Padre que habita en ese Templo y en el cual ha permanecido tres
días. Este Dios es el Único Dios de los judíos, es decir, es el Dios de Abrahán, de
Isaac, de Jacob, de Moisés, de David, de Salomón….etc. Este Dios es el Padre de
este Niño que ya empieza a recabar nuestra atención.
Han pasado unos veinte años y volvemos a ver a Jesús, otra vez, ya hecho un
Hombre, en el Templo de Jerusalén. Vemos al Hijo de Dios expulsando de la casa
de su Padre a los cambistas, a los vendedores y demás comerciantes que habían
convertido la Casa de Dios en casa de tráfico, en un vulgar mercado que
desnaturalizaba la razón de ser de este Templo.
Jn.2,16 “¡Quitad eso de ahí, no hagáis la Casa de mi Padre casa de
tráfico!”
Los responsables del Templo ante esta autoritaria y enérgica actuación de
Jesucristo, más que por el sentido de sus palabras le preguntan por el sentido de
sus hechos y le piden una señal… ¿Qué señal nos muestras que acredite tu modo
de obrar? Esta será la primera polémica del Hijo de Dios con los judíos, estos
fariseos que ya manifiestan una incipiente y ánima aversión hacia este Hombre
que proclama su amante celo por la Casa de su Padre.
Seguimos en el primer año de su predicación pública y solo San Juan nos hace
referencia de una conversación entre Jesús y una mujer samaritana, una mujer

Página 274
Autobiografía de Jesucristo
con profundo conocimiento de la verdad y la mentira de los hombres de su
tiempo, una mujer experimentada en la vida conyugal, ni más ni menos que, con
seis hombres. A esta mujer, que de siempre conoce, el Hijo de Dios le pide agua
y comienza una conversación de no menos transcendencia que la mantenida con
Nicodemo, un maestro de Israel. La mujer esquivará como puede entrar en
materia personal, desviará la conversación hacia la contradicción entre judíos y
samaritanos sobre el sitio donde se debe adorar a Dios. Le dirá: “….Nuestros
padres adoraron a Dios en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el
lugar donde hay que adorarle”. Jesús le contestará:
Jn.4,21-23 “Créeme, mujer, que viene la hora en que ni a ese monte ni a
Jerusalén estará vinculada la adoración al Padre. Vosotros adoráis lo
que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salud
viene de los judíos. Pero llega la hora, y es ésta, en que los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre
tales quiere que sean los que le adoren. Espíritu es Dios; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad le deben adorar.”
La mujer habla de adorar a un Dios que, por lo que manifiesta Jesús, no le
conoce. Los judíos sí le conocen y, además, de ellos viene la salud, sin embargo
la hora ya había llegado, en esa hora, la de Cristo, los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y verdad y esta adoración no se subordina a un
sitio, a un lugar físico. Dios es Espíritu y los que le adoren, en espíritu y verdad
le deben adorar, desde dentro de sí mismos, con solo invocarlo en la oración de
un hijo que reclama la atención de su Dios a quien reconoce como Padre. Tres
veces le mencionará Jesucristo a la samaritana la palabra Padre y así le hará
entender que ese Dios, desconocido para ella, es un Padre al que no se ve
porque es espíritu, pero que sin embargo se le puede intuir, incluso percibir, en
virtud de la Fe en su Único Hijo, Jesucristo, este Hombre que lo conoce y lo da a
conocer, porque Él es la Verdad, la única Verdad en la que se puede adorar al
Padre. Jesucristo le asegura a esta mujer y a nosotros que el Dios que ella adora
no es Dios, que el Dios que adoran los judíos si es Dios pero que este Dios es su
Padre, es el Padre de este Hombre que ha conversado con esta mujer de mundo
y con cada uno de nosotros que estamos leyendo lo que Él mismo nos relata en
su Autobiografía.
Al comienzo del 2º año, Jesús vuelve a Jerusalén. Ya es conocido por mucha
gente, pero sobre todo por los que ostentaban el poder religioso en Israel, por
los doctores de la Ley, los jefes de los fariseos y de los saduceos, en definitiva,
era conocido por sus enemigos que no le reconocían la autoridad divina con la
que Cristo consumaba sus milagros que certificaban su palabra, la palabra del
Hijo de Dios que lo había enviado al mundo.
En el apartado 4.02 del Libro se contempla cómo Jesús expone sus credenciales
divinas a aquellos que pretendían matarle porque no solo violaba el Sábado sino
porque además manifestaba que Dios era su Padre y que Él era tan Dios como su
Padre, era el Hijo de sus divinas entrañas. Este discurso apologético de su propia
Persona venía precedido por un milagro que solo San Juan nos relata, el milagro
del paralítico de la piscina. Un hombre, tendido en el suelo, paralítico durante
treinta y ocho años es curado de su enfermedad tan solo al oír las palabras:
“Levántate, toma tu camilla y anda”
Cristo, con autoridad divina y al imperio de su palabra obra un milagro en virtud
del cual un hombre sana de una enfermedad que lo inmovilizaba, un hombre

Página 275
Autobiografía de Jesucristo
enfermo treinta y ocho años, prácticamente, toda la vida. Era Sábado, el hombre
obedece y cuando va con su camilla a cuestas se encuentra con unos fariseos
que le recriminan porque en Sábado no estaba permitido ni siquiera hacer un
mínimo esfuerzo. El hombre, todavía bajo el influjo gozoso de haber sido sanado,
manifestará que el Joven que lo había curado le mandó marchar a casa con su
camilla de paralítico a cuestas. Los fariseos le preguntaron por el nombre de este
Joven y con un inmenso desprecio hacia el que escuchaban no se congratulan
con el enfermo curado sino que le demandan el nombre de quien le ordenó hacer
en Sábado lo que estaba prohibido, nada les importó su salud recuperada,
querían que se les confirmase lo que ya sospechaban, que detrás de esto estaba
Jesús.
Cristo se verá de nuevo con este hombre, le dirá que Jesús es su nombre, este
Jesús que se llegará hasta estos fariseos y se encontrará con ellos, nuevamente
en el templo. Son días de fiesta de los judíos, es la Pascua que todos los años se
celebraba. Alguna pregunta debieron de hacerle porque este discurso apologético
lo empieza con estas palabras:
“Mi Padre sigue hasta el presente obrando, y Yo también obro”
San Juan (Jn.5-17-45) ha dejado escrito las contundentes palabras de un
Hombre que manifiesta rotundamente que es el Hijo de Dios, pero además
asegura que como el Padre tiene vida en Sí mismo, Él también tiene vida en Sí
mismo.
En el Evangelio, no habrá ya otra ocasión en el que Jesucristo nombre a su
Padre, en un solo discurso, hasta trece veces. Los fariseos debieron de
escucharle estupefactos y llenos de rabia se sintieron humillados por el quien les
hablaba con autoridad divina, una divinidad que ellos rechazaban con diabólica
insensatez. Tenían la Luz delante de sus ojos y voluntariamente los cerraban
para no verla, para no creerla. Misterio de iniquidad.
Delante de ellos Jesucristo hizo las obras de su Padre Dios, les habló como el
Hijo de Dios, les razonó para que entendieran, pero ellos, voluntariamente
reconociendo que la Verdad se les mostraba tan evidente como la luz de sol, la
negaron, secuestrando la razón y el sentido común que es patrimonio de
cualquier ser humano.
Amiga lectora, amigo lector, te aseguro que este odio al Hijo de Dios es de plena
actualidad. La civilización cristiano-occidental se encuentra en situación de
inestabilidad, los pueblos son engañados por sus gobernantes, hombres y
mujeres que llegan al poder sin escrúpulos adiestrados por el Padre de la
mentira, este Enemigo de Dios y del hombre que tiene hijos en este mundo que
le ayudan a implantar su reino de tinieblas y de muerte.
Cristo vuelve a mencionar a su Padre en la oración del “Padre nuestro”

Continuará…………….

Página 276
Autobiografía de Jesucristo

Lo que he
costado

Página 277
Autobiografía de Jesucristo

Página 278
Autobiografía de Jesucristo

La
Compasión

El ejercicio de la conmiseración sobre el ser humano que sufre, es patrimonio


del alma con independencia de la religión que se practique. En este DVD
presento a una Mujer, a una Madre que agota el sentimiento de compasión de
quien la quiera escuchar. En 12 minutos se conmueve el espíritu de cualquier
nacido de mujer, se conmueve el Espíritu de Dios. En 12 minutos se llega a las
puertas de la eternidad con solo tener un corazón humano.
Mt.27,57-59;Mc.15,42-46;Lc.23,50-53;Jn.19,28-40 Descendimiento de la
Cruz (APARTADO 8.17 DEL LIBRO)

En este apartado del Libro se lee:


“Habiéndolo descolgado, tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo
envolvieron en una sábana limpia…”
Para llegar a este párrafo hemos tenido que leer la descripción estremecedora de
una muerte espeluznante, la horrorosa muerte, de un Hombre clavado en un
palo, consumada previa agonía sufrida con exaltación extrema de los
sentimientos, es decir, con supremo paroxismo en el dolor que comparten un
Hijo que está muriendo muerte de Cruz y una Madre con el alma traspasada en
ilimitada desolación y que no pierde detalle en el mirar y en el oír a la Persona
de su Hijo que se retuerce colgado en un madero, con quejidos y silencios
sobrecogedores de un Hombre próximo a expirar.
En aquellos tiempos, en todos los tiempos, ésta ha sido la muerte más infamante
con la que se ejecutaba al reo. La muerte en cruz desacreditaba a todo el que
fuera amigo o familiar del ajusticiado, su reputación quedaba marcada para
siempre. La Madre de este Crucificado, quizás, pasó desapercibida a los ojos de
los verdugos y posiblemente a los ojos de aquellos que, por odio, llevaron al
patíbulo al Hijo de sus entrañas, pero esta Mujer, sin perder la compostura, se
mantuvo tan cerca de su Hijo como para oír, no solo los chasquidos del martillo
que hundía el clavo de hierro en su carne, destrozando el nervio y el tendón de
las muñecas y de los pies, sino también oyó cómo su Hijo aseguraba al ladrón
crucificado la bienaventuranza eterna en ese mismo día: “En verdad te digo
que hoy estarás Conmigo en el Paraíso”. Esta Mujer, de pie y junto a un
joven, de nombre Juan, también oyó: “Mujer, he ahí a tu hijo”, unas palabras
acompañadas de la última mirada del Autor de la vida a nuestra Madre. Los ojos
de Jesucristo se posan por última vez en los ojos de la Virgen María. Después se
fijarán en el discípulo amado y con el mismo gesto del que se dispone a morir le
dirá: “He ahí a tu Madre”. Estos benditos oídos de la Madre también oyeron las
palabras del Hijo de Dios, en supremo abatimiento, dirigidas a su Padre: “¡Eloí,
Eloí, ¿Lamá sabaktaní?! “¡Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me
desamparaste?!”. Y por último oyó a su Hijo las siguientes palabras: “Tengo

Página 279
Autobiografía de Jesucristo
sed”, “Consumado está” y en estentóreo grito: “¡Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu!”.
El Hijo ha muerto y a la luz de la lógica de estos hechos, consumados en espacio
y tiempo determinados, a la luz de las misteriosas señales de su mortaja, la
Sábana donde fue envuelto su cadáver, entendemos que este Hombre ha
fallecido, de sufrimiento y dolor inusitados, como consecuencia de factores
traumáticos (flagelación, golpes, coronación de espinas, lesiones en las
articulaciones y abundante pérdida de líquido sufrida ya en la agonía de
Getsemaní), combinados con factores gravitatorios (elevamiento y fijación en el
patíbulo clavado por los pulsos y suspensión prolongada en la Cruz) que
desencadenaron una perturbación del aparato cardiocirculatorio (reducción de
sangre en cabeza y tórax, aumento de la frecuencia cardiaca, reducción de la
presión arterial, perturbación de los centros bulbares cardioreguladores) y una
hiperpotasemia que desequilibró el ritmo cardíaco y como desenlace final el
ARRESTO CARDÍACO EN DIÁSTOLE, es decir, la irreversible parada cardiaca.
Desde este funesto acontecimiento hasta que el cadáver de este Hijo es
descolgado del madero, pasarán más de dos horas, dos horas en las que todavía
queda mucho que ver y oír por parte de esta Mujer que mantiene su patética
figura al pie del Crucificado con una mirada, de ilimitada pena de Madre, fija en
el cuerpo tetanizado de su Hijo cosido a un palo con clavos de hierro
ensangrentados y cuya figura se dibuja en el horizonte de un cielo ennegrecido
para dar cumplimiento a la profecía de su muerte, una muerte de Cruz. Esta
Madre oirá el alarido desgarrador que le sigue al chasquido que produce el
contundente golpe con el que quiebran las piernas de los dos ladrones
crucificados junto a su Jesús y así precipitar la asfixia y consecuente óbito de
estos dos hombres. Observará, con angustia sobreañadida, como el soldado
ejecutor de semejante acción se dirige hacia su Hijo y oirá cómo alguien
convence al verdugo de que desista de su intención porque el Reo ya está
muerto. Verá cómo el soldado, asiendo una lanza la clavará en el costado del
Crucificado, una lanzada que llegará hasta el Corazón del Hijo y de la Madre a la
misma vez.
Estas dos horas se han hecho eternas, hasta que por fin llega José de Arimatea y
Nicodemo, presentan la autorización, conseguida de Pilatos, al centurión y
proceden a descolgar el cuerpo de Jesús que evidenciaba la rigidez cadavérica de
quien ha muerto una muerte infame y terrible. El Evangelio no lo relata porque
no hace falta. ¿Quién lo duda? María, esta Madre, digna de su último consuelo,
recibe en sus brazos el rígido y frío cadáver de su Hijo, un cuerpo empapado de
líquido pleural, de sangre, de sudor purulento, de vinagre con mirra y de saliva.
Se hace el silencio en el Calvario, el cielo y la tierra, con estremecedor asombro,
oye el susurro de una voz de Mujer que tiene su mejilla pegada a la mejilla
helada de su Hijo muerto, una voz de Madre que agota la amargura en un
Corazón al que ya no le queda más que padecer …”Hijo de mi alma…Hijo de
mi alma….Hijo de mi alma”.
Ya atardece y arrancan de los brazos de María el cuerpo del Hijo que van a
embalsamar y enterrar. A dos mil años de esta desconsoladora escena lo que se
presenta a nuestra vista, seas creyente o no, es una Mujer viuda, de unos
cincuenta y pocos años que sostiene entre sus rodillas y sus brazos el cadáver de
su Hijo, un Hombre de unos treinta y tres años que acaba de expirar, en una
desolación extrema, clavado en un palo en forma de Cruz, una Cruz erguida
sobre la cabeza de esta Madre, un Leño sobre el cual apoya la espalda esta

Página 280
Autobiografía de Jesucristo
Mujer, un Madero que lleva adheridos en sus astillas jirones de la piel, del cabello
y de la carne de Cristo, un Madero empapado de la Sangre de Dios.
Querida lectora, querido lector, he pretendido separar los sentimientos de la
razón con la que he reflexionado sobre el dolor sordo y sobrecogedor de esta
Madre. Esto ha pasado tal y como lo hemos interpretado, así lo creo y así
pretendo que lo creas tú. Me he esforzado por sujetar el sentimiento pero debo
confesar que me ha sido imposible y por una profunda congoja, sobre la mesa de
mi despacho han caído dos gruesas lágrimas que me han recorrido las mejillas,
las lágrimas de este amigo que está interpelando a tu conciencia.
Si has llegado hasta aquí, amiga mía, amigo mío, de seguro que se habrá
generado en tu alma la compasión hacia esta Madre, con un deseo inmarcesible
de hacerle llegar el calor de tu silenciosa compañía porque no te salen las
palabras. En clave sobrenatural, ahora, es el mismo Dios quien va a intervenir y
como todo le es posible, hará realidad lo que es un deseo de tu alma, percibirás
como tu afecto, tu cariño y tu ternura se hacen operativos más allá del tiempo,
se consumará una verdad cierta y evidente en el ayer de esta Mujer a la que tú
pretendes acompañar desandando los dos mil años que te separan de su
contacto físico.
Está oscureciendo, es víspera del reposo sabático y María, la Madre, lleva su
mano entrelazada con la mano de Juan, del amado de su Hijo, un joven que ha
tomado posesión de la herencia del Crucificado, que ha tomado posesión de su
Madre, que ya es la Madre de su alma. Ambos caminan despacio, callados, solo
se oye el sonido de sus pisadas sobre el empedrado de las calles de Jerusalén.
Juan va absorto en sus pensamientos, “….la Madre del Hijo de Dios es mi
Madre…”, “…la Madre del Maestro es la Madre mía…”. Todo se ha cumplido,
piensa la Virgen María, “así tenía que suceder porque así estaba escrito”. Por
poquito tiempo le han separado del Amor pero le quedan la Fe y la Esperanza
que le traen a la memoria aquellas palabras de su Jesús: “Madre mía, al tercer
día resucito”.
La noche se ha cerrado, la temperatura ha descendido, Juan pone su brazo en el
hombro de su Madre, es 14 de Nisán, entre nubes grises y negras asoma la luna
llena que dibuja las figuras de Juan y de la Virgen María sobre la calzada. Me he
frotado los ojos para ver mejor y me sorprendo porque veo tres sombras que se
mueven al paso de la Madre y del hijo, ¿quién va con María y Juan?...¡eres tú,
querida amiga!, ¡eres tú, querido amigo!, ¡soy yo! que al terminar de leer este
relato nos hemos convertido en solo COMPASIÓN.

Página 281
Autobiografía de Jesucristo

La
Resurrección
del Hijo del
hombre

Amiga mía, amigo mío, ha resucitado nuestro Redentor, así como suena,
nuestro Valedor ante Dios Padre que ha aceptado la Vida de su Hijo como eterno
e infinito tributo con el que se cancela la deuda de toda la humanidad. Jesucristo
ha vencido al mundo y a la muerte. Las puertas del cielo se han abierto, la
eterna Casa del Padre se dispone a acoger, para siempre, a todo hombre y mujer
de buena voluntad, a toda generación posible hasta el fin de los tiempos.
Jesucristo nos ha merecido otra vida infinitamente más bienaventurada que la
vida del primer hombre y primera mujer en estado de gracia, más dichosa
existencia que la que vivieron Adán y Eva en el Paraíso terrenal. Nos disponemos
a experimentar la filiación divina, es decir, a tener ciencia y conciencia de que
cuando somos llamados hijos de Dios, lo somos con plenitud de significado.
Querida hermana, querido hermano, desde ya somos hijos de Dios, y
todavía no se mostró qué seremos; se sabe que, cuando se muestre,
seremos semejantes a Él, porque le veremos, cara a cara, tal y como es.
Amiga mía, amigo mío, la Resurrección de Jesucristo es nuestra Fe y
nuestra Esperanza que nos asegura que nuestro último destino es participar de
la misma Naturaleza divina (2Pe, 1,4) de quien nos amó hasta la locura,
Jesucristo, mi Señor, mi Dios, el Amado mío en el que justifico toda mi
existencia, toda mi felicidad.
“Resucitar” es volver a la vida, así lo define el diccionario, volver a vivir la
vida terrena que por alguna causa se perdió. Este “resucitar” lo hemos captado
en tres ocasiones en la lectura del Evangelio Concordado. El hijo de la viuda de
Naím, la hija de Jairo y el amigo Lázaro, son tres personas resucitadas, que
volvieron de la muerte a esta vida terrena por mandato imperativo de Cristo,
según el significado de la palabra “resucitar”. Mateo nos indicará que, cuando los
judíos le quitaron la vida al Autor de la vida, muchos cuerpos de santos
resucitaron cuando el Señor resucitó. Hay otras resurrecciones que no están
especificadas en El Evangelio, resurrecciones de las que hace mención el propio
Cristo cuando contesta a los enviados de Juan que preguntaban si Él era el
Mesías esperado. Este “resucitar” no es definitivo, como ya sabemos, estas
personas volverán a morir de tal suerte que en ellas se cumple aquello que
justificó el título de un artículo que escribí sobre la muerte y resurrección de
Lázaro: “Morir y resucitar dos veces”.
El Programa Concordante nos muestra que, en boca de Cristo lo que hace
referencia a la palabra resurrección, resucitar, resucitado…etc… se emplea 31
veces, 8 en San Mateo, 9 en San Lucas, 9 en San Juan y 5 en San Marcos. Así

Página 282
Autobiografía de Jesucristo
mismo, en el contexto general de los Cuatro Evangelios este dato se muestra con
los siguientes resultados: Se emplea 68 veces, 18 en San Mateo, 17 en San
Lucas, 17 en San Juan y 16 en San Marcos.
Cuando unos saduceos interpelan al Hijo de Dios sobre la resurrección de
los muertos, en la cual no creían, recibirán una respuesta que les dejará
sorprendidos de igual forma que nos deja sorprendidos a nosotros. Con palabras
humanas, entendibles a la mente humana, el Verbo de Dios razona a lo divino
para que el que quiera creer le crea y en esta Fe tenga vida en el Hijo y para
que, a pesar de la luz de eternidad que irradian sus palabras, el que no quiera
creer no crea y voluntariamente quede fuera de Él y no tenga ninguna vida,
porque fuera del Dios y Hombre verdadero no hay vida posible. Marcos y
Lucas nos dejarán constancia de las palabras de Jesucristo:
Mc 12,26-27 Y acerca de los muertos, de que resucitan, ¿no leísteis en el
libro de Moisés, en la zarza, cómo le habló Dios diciendo: Yo el Dios de
Abrahán, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? (Ex.3,6). No es Dios de
muertos, sino de vivos. Muy errados andáis.
Lc 20,37-38 Y en cuanto a que resucitan los muertos, también Moisés lo
indicó en el pasaje de la zarza, en que llama al Señor el Dios de
Abrahán, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob (Ex. 3,6); y no es Dios de
muertos, sino de vivos, pues todos viven para Él.
Exsulta de gozo, querida hermana, querido hermano, porque el Padre, en
su Hijo y mi Dios, te ha esperado toda una vida, la tuya, la mía…Toma posesión
del Reino que fue preparado para ti, para mí, desde antes de que el mundo
viniera a ser. Entusiásmate hermana mía, hermano mío porque tu Padre Dios, mi
Padre Dios, es un Padre de hijos vivos y no de hijos muertos.

Página 283
Autobiografía de Jesucristo

La tarea
acabada
Me queda por vivir mucho menos que he vivido. No me he dado
cuenta, todo se me ha pasado en un “minuto”; me resta, pues,
menos de otro “minuto”. ¿Cuál es mi patrimonio? ¿Qué me llevo?
Solo la satisfacción del deber cumplido como marido, como padre,
como abuelo en un ordinario vivir una vida pequeña. Gracias
Madre mía...

COMIENZO DE LA VIDA PÚBLICA DE JESUCRISTO

Ya han pasado sobre unos dieciocho años y en este tiempo el Niño se


nos ha hecho un Hombre en cuyo rostro se perfilan los bellísimos rasgos
de la más bella de las mujeres, las facciones de su Madre que lo
engendró en virtud de la acción del Espíritu Persona que procede de la
Persona del Padre y de esta Persona Hijo engendrado por el Padre, antes
de los siglos, como Dios y engendrado por una Mujer, en el tiempo, como
Hombre, Jesucristo, en el que se da la naturaleza divina de Quien es y a
la vez la naturaleza humana de quien le engendró en carne, una carne
como la nuestra, que recibe de una Mujer de nuestra raza. El Señor tiene
los ojos, la boca, la nariz, la sonrisa de su Madre, María, y además tiene
los ademanes varoniles de quien le sirvió de ejemplo de hombre en el
mundo, su padre, José. El Evangelio nos oculta la vida en Nazaret de
esta Familia. El lector puede suponer y supone bien que, a estas alturas,
el hombre de la casa, el marido bueno y fiel, el hombre de mayor
dignidad que se pueda imaginar, José, pasó de los brazos de su Hijo y su
Mujer a los brazos del Padre con la tarea acabada. Colmó,
remecidamente, de cariño, de ternura y de amor el Corazón de Jesús y el
Corazón de María, pasó por este mundo haciendo el bien y se ganó para
siempre al AMOR y a la Madre del AMOR. No concibo santidad mayor que
la santidad de este hombre casado, no hay mayor gloria en el cielo, con
la que Dios haya bienaventurado el espíritu, el alma y el cuerpo de un
hombre creado, como la gloria de este marido que tuvo como Mujer a la
Madre de Dios.

Página 284
Autobiografía de Jesucristo

Al Dios
descono

La gravedad es la más importante fuerza universal por cuya virtud un


cuerpo de mayor masa atrae a otro cuerpo de masa menor, siendo su valor
directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional
al cuadrado de la distancia que las separa. Es la acción invisible que mantiene
cohesionado el cosmos, el firmamento.
Poder cuantificar la magnitud de este fenómeno de la naturaleza, con una
fórmula matemática, nos demuestra que esta naturaleza se rige por un orden
preestablecido. Un orden que no genera ella misma, sino que le viene impuesto
por Alguien y no por algo, que determina el principio y el fin de las causas
originarias del tal manifestación física. Deduzco que por el rigor matemático en
el que se fundamenta no puede tener su origen en el azar de arbitrarios
fenómenos naturales, creo, razonadamente, que ese Alguien del que he hecho
mención anteriormente es el Autor de semejante y constatable maravilla física
que mantiene en ordenado movimiento el universo creado. Para mí este
Alguien es Dios.
No puedo ver la gravedad pero yo se que existe por las consecuencias de
su invisible concurso en el mundo donde nos movemos y existimos. El aire
tampoco se ve, no se de donde viene y ni adonde va y sin embargo, percibo su
existencia por sus efectos en las cosas que sí veo, por ejemplo, el mar
embravecido, el huracán devastador o el susurro que me llega al oído de unas
hojas de árbol que veo moverse.
A la altura de la civilización en la que estamos inmersos, negar la existencia
de tales fenómenos físicos porque no los veo es una ignorancia inconsciente o
una incoherencia producto de algún desequilibrio mental.
Negar la existencia del alma, del espíritu del hombre, porque no se me hace
visible, pues, es todavía más incomprensible en una mente cuerda. Yo estoy
seguro que cualquier persona se sabe compuesta por alma y cuerpo, por un
cuerpo sensible y un alma oculta a sus sentidos, tan real como el cuerpo que
anima.
A primera vista, por su aspecto físico, no distingues entre una persona
muerta y esta misma persona dormida. La diferencia es notable, evidentemente,
el que duerme es alguien con alma y cuerpo, el muerto es algo con solo
cuerpo. El que duerme, en breve, despierta para seguir ejerciendo la vida, el
amor, la compasión, la misericordia, el perdón etc.. El cadáver no es persona, en
breve se corrompe, se pudre, se hace polvo, desaparece, con el tiempo ni es
nadie ni es nada. ¿Verdad que se entiende esto? Claro que sí, entiendo que yo
soy por lo que no me veo más que por este rostro, por estos brazos, por estas

Página 285
Autobiografía de Jesucristo
piernas…por este cuerpo que si veo. Además entiendo que amo y sufro con el
yo que no veo. ¿Puedo negarme a mí mismo porque no veo mi espíritu, porque
no veo mi alma?
El amor es un acto de la voluntad, no es por definición un sentimiento, es
una acción voluntaria que se emprende y se aprende, no es una pasión que se
impone contra nuestra voluntad. El amor es, decisión y elección aunque,
normalmente, se manifiesta acompañado del sentimiento. Si el amor es un acto
de la voluntad y el entendimiento, el amor es patrimonio exclusivo y excluyente
del alma. Así pues, si enlazo este razonamiento con la reflexión del párrafo
anterior, puedo asumir que el ejercicio del amor se corresponde, exclusivamente,
con el yo que no veo, es decir, no es potestad de mi cuerpo sino de mi espíritu
y este es inmortal, porque el alma, al contrario de la carne, no puede morir y
además tiende hacia la eternidad.
El cuerpo sano es instrumento del alma, por tanto, todos nuestros actos son
ejecutados al libre dictado del espíritu y las consecuencias de sus órdenes, al
instrumento cuerpo, que son sus actos, transcienden a la muerte del cuerpo y
acompañan al alma en su eterna inmortalidad. El amor no muere nunca,
permanece más allá del tiempo y del espacio en el que me muevo y existo. El
amor no se ve y sin embargo nada es más real y evidente para nuestra
inteligencia que cuando se hace presente en nuestro ordinario vivir.
En el apartado 2.01 Bautismo de Jesús, del libro “Autobiografía de
Jesucristo” se lee:
Juan me bautizó, y al salir del agua, estando en oración, rasgáronse los cielos
y el Espíritu Santo en forma de paloma descendió sobre mí y se oyó la voz de mi
Padre que dijo:
“Este es mi Hijo amado, en quien me agradé”
En este pasaje se nos presenta la Divinidad Trinitaria y de primeras me
sorprendo con la voz de un Padre que manifiesta su amor, complacencia y
agrado en el Hijo de sus entrañas. Lo hace mediante una voz divina y celestial
audible para el oído humano. Por lo que se oye descubrimos un Padre que se
deleita en el Amor de su Hijo, es pues, un Padre con “sentimientos”, un Padre
que es Dios pero que en definitiva no es insensible al pensamiento, la palabra
y la obra de todo ser humano que haga referencia a la vida y a la Persona de su
Hijo amado, Jesucristo.
Amiga lectora, amigo lector, ahora toca fijarse en este Espíritu Santo que
da nombre al encabezado de este artículo: El Dios desconocido. Como hemos
visto, el amor humano es un acto de la persona pero no es la persona misma.
¿Qué se entiende por persona? La persona es un ser dotado de voluntad,
memoria e inteligencia, capacitado para razonar, recordar, actuar y amar según
su libre albedrío, un ser a quien se le ama por sí mismo, como se ama al padre,
a la madre, a la mujer, a los hijos, a los abuelos, al amigo a quien se le puede
confiar tus deseos y tus miedos, tu alegría y tu padecer y de quien esperas
consuelo en tu pena; en definitiva, un ser como tú y como yo, amiga mía, amigo
mío, libre, consciente y responsable de sus actos, un ser único e irrepetible tal y
como tú y yo somos únicos distintos e irrepetibles.
El Espíritu Santo es una Persona en el sentido que acabamos de exponer en
el párrafo anterior, una Persona que procede del Padre y del Hijo al mismo
tiempo y que sin embargo se distingue del Uno y del Otro. Es el Amor

Página 286
Autobiografía de Jesucristo
Personificado, una Persona que no es indiferente a las manifestaciones del
afecto que le debo por los bienaventurados dones con los que me asiste en cada
instante de mi ordinario vivir en este mundo, un Dios que sin embargo, hasta
hoy, no he captado en toda su Verdad, un Dios desconocido.
A Tomás se le concedió el privilegio de ver con sus propios ojos y tocar con
sus propias manos lo que demandaba para creer y cuando esto se consumó,
desde lo más profundo de su alma le salieron estas palabras: “Señor mío y
Dios mío” que se quedaron fijas en el tiempo, unas palabras cuyo eco
permanece hasta el final de los siglos. Estas palabras no las generó Tomás por sí
mismo, este “Señor mío y Dios mío” viene a ser una sublime realidad de Fe
porque el Dios Amor, el mismo Espíritu Santo se puso en el corazón y en la boca
de este hombre para hacerle, bajo su inspiración, afirmar la divinidad de Cristo.
Tomás amaba a Jesús, según su capacidad de amar, con un inmenso amor
que le vino dado y tú y yo amiga mía, amigo mío, podremos amar a Jesucristo
según nuestra disposición y actitud para el amor. Si lo pido, ahora que ya
conozco al Espíritu, El se va a llegar a mí para llenarme según el espacio del
alma que ponga a su disposición. De este Espíritu estaré lleno con la capacidad
de una botella o de un océano, esto depende de mí y de El.
El amor entre los hombres solo es un acto que se manifiesta a través de los
sentimientos, pero el Amor con el que el Padre y el Hijo me aman es una
Persona que no tiene rostro y sin embargo es un Ser a quien se le puede
amar por Sí mismo. Este Ser solo es Espíritu, no le podré decir: “Ven, Amigo
del alma, déjate ver a mis ojos de carne, siéntate a mi vera y
platiquemos de amor”, sin embargo esta Persona no me cae fuera de la razón,
tampoco es producto de un delirio de la imaginación, constato en lo más sagrado
de mi conciencia que puedo comunicarme con Alguien que no me es ajeno y que
percibo en la realidad de mi propio yo cuando ejerzo el amor sobre Dios y sobre
el hombre según la acción de este invisible Yo, que lleva la iniciativa, que está
dentro de mí y yo dentro de Él. En definitiva, yo amo en Él, con Él y por Él. Este
Ser vivo, al que amo según Él mismo me concede amar, es el Espíritu Santo.
Mi alma es la de un pecador, por mí mismo no puedo generar un acto de
amor. Busco, con vehemencia, amar a Cristo y amar lo que El ama, con pasión,
que es el hombre y esto solo puede consumarse en la medida que el Espíritu me
conceda llenarme de Sí mismo y poder comunicarme con mi Padre Dios con las
mismas palabras de Cristo: “Abba…Padre mío”.

Página 287

También podría gustarte