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La Justicia Según Rawls

Daniel Botero Arenas 11.II


Realizar un ensayo en donde evalúe los principios de justicia rawlsianos y presente una propuesta sobre qué se
debería entender por justicia política. El ensayo debe tener entre 800-1000 palabras y debe contener una
pregunta de investigación y una tesis claras.

Tesis: La teoría de la justicia de Rawls está fundamentada en la desinformación, y es por lo tanto iliberal y
antidemocrática.

Pregunta de Investigación: ¿Puede existir democracia sin libre acceso a la información? ¿Puede un individuo
ignorante tomar decisiones significativas/correctas?

Aunque la justicia es uno de los conceptos más longevos en la historia de la filosofía, su definición exacta
no ha sido esclarecida (lo cual no ha evitado que ahorquemos gente en su nombre). No obstante, la
historia está colmada de teoristas que dicen haber resuelto esta incertidumbre; el caso más celebre siendo
Platón, cuyo entendimiento -dialécticamente adquirido- de la justicia fue aceptado hasta el advenimiento
de la teología cristiana. Es sorprendente, entonces, que un pedagogo Norteamericano del siglo previo,
cuya biografía ‘no es especialmente atractiva’1, haya podido resolver este milenario enigma con la
publicación de Teoría de la justicia (1971). Para algunos, la impresión de este libro es un hito en la
filosofía política del siglo XX; Para Fernando Aguilar, entre el utilitarismo de JS Mill y la obra de Rawls
“el problema de la justicia prácticamente desaparece de los debates filosóficos centrales “(evidencia, si
la afirmación es cierta, de la intención de los filósofos durante el periodo de los juicios de Núremberg, las
convenciones de Ginebra y los tribunales internacionales). Para el ganador del premio Nobel de economía
(1998) Amartya Sen, el “análisis [Rawlsiano] de la equidad, la justicia, las instituciones y el
comportamiento ha iluminado profundamente nuestro entendimiento de la justicia y ha ocupado –y sigue
ocupando- un papel enormemente constructivo en el desarrollo de la teoría de la justicia.”2Incluso
Robert Nozick, el crítico más acérrimo de Rawls, reconoció públicamente la importancia de su teoría en
1994.3
Habiéndonos familiarizado con la reputación aprobatoria que posee la obra de Rawls, es menester
conocer los conceptos que componen su teoría de la justicia. Un buen punto de partida, es la relación
entre Rawls y la tradición liberal demócrata (en un sentido ideológico). Otras conexiones históricas
existentes en la obra de Rawls incluyen una crítica al utilitarismo y una reanimación del contractualismo.4
5
Junto con estos antecedentes, vale la pena mencionar que la justicia teorizada en el corpus Rawlsiano es
distributiva; hace referencia a la distribución de ventajas/desventajas económicas en una sociedad.6
La justicia de Rawls se diferencia de sus antecesoras en la historia de la filosofía debido, en parte, a su
procedencia. En el pasado, las teorizaciones de la justicia han sido reducibles a apelaciones a la revelación
divina, al absolutismo moral, la ética deontológica o –recientemente- la reciprocidad evolutiva. Es
evidente que estas derivaciones son falaces (la primera es un argumento de autoridad; la ultima una
falacia naturalista). La teoría Ralwsiana se presenta como una alternativa procedimental y decisionista a

1
1. (Botero)
2
(Sen, 2010)
3
(Botero)
4
(Espasa Calpe, S.A., 2005)
5
(Arango)
6
(Stanford University, 1996)
estos sofismos materiales7, puesto que esta obtiene su definición de la justicia a partir de un experimento
epistémico –el célebre velo de ignorancia, que recae sobre personas en una posición original. Esta es sin
lugar a dudas la contribución más célebre de la teoría de Rawls, y su ethos se mantiene fiel a sus raíces
liberales y neocontractualistas (el ‘velo de ignorancia’ nos recuerda la ‘mano invisible’ de Adam Smith;
la ‘posición original’ nos recuerda al ‘buen salvaje’ comúnmente asociado con Rousseau8). Para Rawls, si
los seres humanos se encuentran desprovistos de sus sesgos y prejuicios –incluyendo su clase social-
decidirán invariablemente distribuir los bienes sociales de manera equitativa. Por consiguiente, se
entiende la concepción Rawlsiana como equidad (justice as fairness) democráticamente elegida (bajo
ciertas restricciones epistemológicas).9 Dentro de este marco referencial, la desigualdad distributiva –al
igual que la coerción- solo es aceptable si sus fines son caritativos (principio de diferencia). Para
Fernando Aguilar, la justicia Rawlsiana obedece una estrategia ‘MaxiMin’, en la cual los individuos se
contentan con el resultado menos desfavorable (en esencia, una mediocridad modelada matemáticamente
–razón por la cual los exhortadores de la competitividad y el libre mercado –i.e. Robert Nozick- han
repudiado el liberalismo igualitario).
Si bien los principios mencionados arriba conforman poco más que una síntesis de la teoría de Rawls,
estos pueden abastecer una evaluación preliminar de su entendimiento de la justicia política. Rawls ha
sido criticado por prescindir de una ‘situación imaginaria’ (el velo de ignorancia), por creer en una
especie de tabula rasa/yo desvinculado (posición original), por infringir la libertad económica (con su
principio de diferencia), y por obviar la racionalidad de la agencia humana (como el liberalismo
clásico).10En mi opinión, la falta más grave dentro de la teoría Rawlsiana es su uso de la desinformación
con fines morales –personificada por el acertadamente nombrado ‘velo de ignorancia’. Si la justicia (que
es inherentemente buena) es la suma total de las decisiones tomadas por individuos ignorantes, esto
significa que la ignorancia es buena por extensión, conclusión que transgrede el espíritu de la educación,
la ilustración y la filosofía misma (el amor de la sapiencia; o, en palabras de Sócrates ‘solo hay un bien,
que es la sabiduría, y solo un mal, que es la ignorancia”).11Adicionalmente, la falta de información hace
que las decisiones sean estadísticamente significativas (para Rawls, esto limita la influencia del azar
social) pero éticamente insignificantes (se disminuye la agencia y se desprecia el libre albedrio), razón por
la cual el ‘decisionismo’ atribuido a Rawls es ilusorio. En un juego de suma cero, dentro del cual la
estrategia MiniMax abogada por Rawls es óptima, la información acerca de los demás individuos es
incompleta.12 En la teoría Rawlsiana, la información acerca del individuo mismo (su identidad) es
desconocida también (gracias al ‘velo de ignorancia’). Esto significa que el individuo que se encuentra en
la posición original es incapaz de representar sus propios intereses, perdiendo así su capacidad jurídica.
Debido a esto, el consenso (que, en Rawls, define y legitima la justicia) es involuntario y artificial; todos
los individuos son uniformemente ‘racionales’.
Si aceptamos que la justicia Rawlsiana está basada en la restricción de la información, nos daremos
cuenta que la teoría no corresponde al liberalismo democrático (o a la democracia) en absoluto. Esto
convierte a Rawls en un liberal clásico de la vieja escuela doctrinaria, con una apreciación limitada de la
libertad –cuyo sueño es convertir al estado en un conveniente “vigilante nocturno”, y cuya pesadilla es la
democracia directa. Peor aún, el alto grado de ingeniería social que requeriría la implementación de un

7
(Arango)
8
(Ridley, 1996)
9
(Aguilar)
10
(Precorino, 2002)
11
(Laercio, 2004)
12
(Gibbons, 1992)
‘velo de ignorancia’ podría desligar a Rawls de la tradición liberal por completo, puesto que este proceso
crearía una enorme asimetría informativa que daría al estado poder sin pesos, contrapesos o supervisión
alguna (Aunque esto –al igual que el ‘velo’- es más ciencia ficción que filosofía política). Nos vemos
obligados a concluir, entonces, que el procedimiento utilizado por Rawls para definir la justicia social es –
debido a su desinterés por la democracia y los derechos- injusto en sí mismo.

Bibliografía
Aguilar, F. Teorias Modernas de la Justicia.
Arango, R. Filosofía política contemporánea después de Rawls.
Botero, J. J. La teoria de la justicia de John Rawls.
Espasa Calpe, S.A. (2005). Gran Enciclopedia Espasa. Colombia: Espasa Calpe, S.A.
Laercio, D. (2004). Vidas de los Filosofos mas Ilustres. Mexico, D.F.: Grupo Editorial Tomo.
Precorino, S. O. (2002). Queensborough Community College. Retrieved from
http://www.qcc.cuny.edu/SocialSciences/ppecorino/ETHICS_TEXT/Chapter_9_Rawls_Theory/P
roblems_with_Rawls.htm
Ridley, M. (1996). The Origins of Virtue. New York: Penguin Books.
Sen, A. (2010). La Idea de la Justicia. Madrid: Santillana Ediciones Generales.
Stanford University. (1996, Sept 22). Stanford Encyclopedia of Philosophy. Retrieved from
http://plato.stanford.edu/entries/justice-distributive/
Gibbons, R. (1992). Un Primer Curso de Teoria de Juegos. Barcelona: Antoni Bosch.

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