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Lee y responde:
“Pomponia Graecina, una mujer de alto rango (la esposa de Aulus Plautius, a quien, como he
mencionado, se le ofreció una ovación por su campaña en Bretaña), fue acusada de una superstición
foránea, y fue pasada a su esposo para que la juzgara. Él siguió el procedimiento antiguo de escuchar
su caso, que tenía que ver con la situación legal de su esposa y su honor, en presencia de miembros
de la familia, y la declaró inocente. La larga vida de Pomponia se tornó en una tristeza
inquebrantable, porque después de la muerte de Julia, la hija de Drusus, vivió cuarenta años con
ropas de luto con sólo dolor en su corazón. Esto hizo que pudiera escapar al castigo durante el reino
de Claudio, y de allí en más contribuyó a su gloria.”
Tácito (c. 60–c. 120) en Los anales (13:32), sobre el juicio de Pomponia Graecina (57).
- Explica con tus palabras cuál puede haber sido la “superstición foránea” de la que era acusada
Pomponia Graecina.
“La grandeza de la tribulación en esta región, y la furia de los paganos contra los santos, y los
sufrimientos de los benditos testigos, no podemos narrarlos con precisión, ni siquiera pueden ellos
ser realmente registrados. Porque con todo su poder el adversario cayó sobre nosotros, dándonos
un anticipo de su actividad desenfrenada en su futura venida. Se esforzó en toda manera en
entrenar y ejercitar a sus siervos contra los siervos de Dios, no sólo expulsándonos de casas y baños
y mercados, sino prohibiendo a cualquiera de nosotros ser visto en cualquier lugar que sea.… Pero
aquellos que eran dignos fueron apresados día por día, completando su número, de modo que todas
las personas celosas, y aquellos a través de quienes especialmente nuestros asuntos se habían
establecido, fueron reunidas de las dos iglesias. Y algunos de nuestros siervos paganos también
fueron apresados, ya que el gobernador había ordenado que todos nosotros debíamos ser
examinados públicamente. Éstos, siendo engañados por Satanás, y temiendo para ellos las torturas
que habían visto a los santos soportar, y siendo también urgidos por los soldados, nos acusaron
falsamente … de acciones de las que no sólo no nos está permitido hablar o pensar, sino que no
podemos creer que hayan sido hechas jamás por los hombres. Cuando se informaron estas
acusaciones, todo el pueblo rugió como bestias salvajes en contra nuestra, de modo que incluso si
alguien antes había sido moderado en base a amistad, ahora estaban sumamente furiosos y
rechinaban sus dientes contra nosotros. Entonces finalmente los santos testigos soportaron
sufrimientos más allá de toda descripción.”
- Según el relato de los sobrevivientes de las persecuciones contra las congregaciones de Viena y
Lión ¿qué lugar jugó Satanás en tratar de silenciar el testimonio cristiano en aquella región de Galia?
- A la luz de este testimonio histórico, ¿cuál es el arma preferida del diablo para silenciar a la Iglesia?
Los autores de historia del cristianismo no coinciden en sus opiniones acerca de si Constantino era
auténticamente cristiano o no.
Baker, Compendio de historia cristiana, 27–28, 59; González, Historia del cristianismo, 1:136–139;
Latourette, Historia del cristianismo, 1:131–133; Muirhead, Historia del cristianismo, 1:137–142;
Walker, Historia de la iglesia cristiana, 110–114, 119.
DISCUSIÓN GRUPAL
1. Leer Latourette, Historia del cristianismo, 1:31–37, y discutir las diferentes interpretaciones que
se han hecho sobre la ubicación del cristianismo en la historia. Discutir los dos últimos párrafos de
la p. 37, extrayendo conclusiones para compartir en un plenario de la clase.
2. Responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué razones el idioma griego fue útil para la
comunicación del evangelio cristiano? ¿Qué idioma moderno es el más útil para comunicar el
evangelio hoy en todo el mundo? Dar razones. ¿Es el castellano un idioma adecuado para la
comunicación del evangelio?
LECTURAS RECOMENDADAS
Latourette, Historia del cristianismo, 1:1 1–60; 101–116; 118–133; 146–150; 155–164;
245–273.
UNIDAD 2
INTRODUCCIÓN
Hacia fines del segundo siglo el cristianismo se había difundido por casi todo el mundo
mediterráneo. Se encontraba bien establecido en el norte de África, en Galia y en España. Es
probable que para esta época haya alcanzado las Islas Británicas. Hacia el sudoeste, se estaba
esparciendo a lo largo de las márgenes africana y árabe del mar Rojo. Hacia el este del Imperio había
conquistado la pequeña ciudad-estado de Edesa, y desde allí se estaba extendiendo hacia el norte
llegando a Armenia, y hacia el este iba penetrando en Persia, y aun más allá dirigiéndose hacia el
Asia Central. En este tiempo, Tertuliano de Cartago, decía: “Somos apenas de ayer, y hemos llenado
todo lugar entre vosotros—ciudades, islas, fortalezas, pueblos, mercados, y los mismos
campamentos, tribus, compañías, palacio, Senado, Foro—no os hemos dejado nada sino los templos
de vuestros dioses.” Para fines del siglo tercero, el cristianismo se había establecido fuertemente en
muchas partes del Imperio Romano a pesar de la persecución y seguía avanzando firmemente fuera
del mismo, especialmente en Mesopotamia. Para comienzos del siglo IV, estaba ganando a Etiopía,
donde desde el rey hasta el último vasallo confesaban la fe de Cristo.
Hacia el año 350, la expansión del cristianismo resultaba notable. Primero, el cristianismo era
todavía una religión predominantemente “oriental,” ya que su fuerza más grande en este tiempo
estaba en Armenia (fuera del Imperio Romano), en Asia Menor, y en el extremo oriental de Europa
en la nueva capital del Imperio: Constantinopla. Generalmente, se concibe al cristianismo como una
religión europea y casi exclusivamente occidental. La historia no apoya este concepto. Por supuesto,
el cristianismo era muy fuerte en el mundo mediterráneo y allí habría de avanzar a pasos
agigantados, especialmente a partir del momento en que comenzó a contar con el favor imperial.
Pero no debemos pasar por alto el hecho del floreciente desarrollo del cristianismo en la frontera
oriental del Imperio y más allá de ella.
Segundo, en África, además de los puntos fuertes del litoral norteño, en Numidia, Cirenaica y el
delta y valle del río Nilo, el cristianismo iba penetrando paulatinamente por las riberas del mar Rojo
hasta entrar y conquistar Abisinia en este período. El desarrollo del cristianismo en el norte de África
fue muy significativo, ya que de allí salieron algunos de los teólogos cristianos más destacados de
este período (Tertuliano de Cartago, Cipriano de Cartago, Agustín de Hipona).
Tercero, el progreso del cristianismo a través de Asia continuó sin pausa. En Persia, donde hacia
mediados del siglo IV comenzó a sufrir una severa persecución; a lo largo de las márgenes árabe y
persa del golfo Pérsico; y desde aquí por mar hasta la India (alrededor del 295). Una embajada
romana enviada por el emperador Constancio en 354 se encontró con una comunidad cristiana en
el sudoeste de la India. La tradición oral, en la Iglesia Siríaca Antigua, que todavía hoy sobrevive en
esta región, habla de la llegada de cristianos allá por el año 345 provenientes de Persia
(presumiblemente huyendo de la persecución). Es probable que el cristianismo haya llegado hasta
la India o por lo menos a su frontera noroeste por vía terrestre. En el Concilio de Nicea en 325, un
obispo se autotituló como “Juan de la Gran India y Persia.” Más tarde, el cristianismo penetró más
profundamente en Asia Central, llegando a convertir y civilizar a los pueblos nómadas del
Turquestán alrededor del año 500.
_ La conversión de Edesa
El libro de los Hechos nos dice que el día de Pentecostés la predicación de Pedro y los demás
apóstoles fue oída por “partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia” (Hch. 2:9), es decir,
habitantes de la región al este de Palestina. La ruta que llevaba a estos territorios pasaba por la
ciudad siria de Antioquía. Esta ciudad fue, desde muy temprano (Hch. 11:19–21) un centro muy
importante de cristianismo helenista. De hecho, fue allí que “a los discípulos se les llamó ‘cristianos’
por primera vez” (Hch. 11:26). Por ser una metrópolis comercial con una ubicación tan estratégica,
no es extraño que desde allí el movimiento cristiano se haya expandido en varias direcciones. Desde
Antioquía, donde comenzó Pablo su misión hacia Occidente, comenzó también la expansión hacia
Oriente. Desde fines del siglo I, cristianos de lengua aramea de Palestina predicaron a las
comunidades judías de una región denominada Osroene. Esta corriente misionera se conoce como
la misión palestinense. Fue el judío Tobías quien recibió a Addai, el primer misionero judeo-cristiano
en esa región.
La primera ciudad en ser alcanzada fue Edesa (200 kilómetros al este de Antioquía), capital de
un pequeño reino independiente (Osroene), estratégicamente ubicada sobre las rutas principales
de comunicación entre Oriente y Occidente. Aquí había también una importante comunidad judía,
que proveía de una buena base para el inicio del testimonio cristiano. Fue esta ciudad la primera en
ver a su rey convertido y al cristianismo constituido en religión oficial, cerca del año 200. De este
modo, Edesa se transformó en el centro más importante para la difusión del movimiento cristiano
de habla siríaca, lengua muy cercana al arameo.
El testimonio de Eusebio, quien visitó la ciudad en 320, agrega una información curiosa. Dice
Eusebio que en Edesa encontró un documento conocido como Crónica de Addai, que según él
contenía la correspondencia mantenida entre el rey de la ciudad, Abgar, con nadie menos que Jesús.
Según estos documentos, el rey invitó a Jesús a ir a Edesa, para que lo curara de una enfermedad
que padecía. Jesús le respondió que no podía ir, pero que enviaría a uno de sus discípulos.
Eusebio dice que después de la ascensión de Jesús, el apóstol Tomás “envió a Tadeo (Addai en
siríaco), uno de los setenta,” a Edesa. Tadeo curó a Abgar y a “muchos otros en la ciudad, hizo obras
maravillosas y predicó la palabra de Dios.” La pregunta que surge es si lo que relata Eusebio es
históricamente verificable y cierto. Eusebio así lo creía, pero quizás estaba equivocado. La
arqueología ha encontrado una moneda con la esfinge del rey Abgar de Edesa, con una cruz en su
corona. Pero no es el Abgar de tiempos de Jesús, sino Abgar VIII ó IX (179–216), y la moneda fue
acuñada entre 180–192. Como ocurría con frecuencia en la antigüedad, los compiladores de la
historia tomaron un hecho real y lo remontaron a los días de Jesús para darle lustre.
Es muy probable que el primer rey cristiano de Edesa haya sido Abgar IX. Su nombre aparece en
la Crónica de Edesa, pero allí no dice que haya sido cristiano. Julio Africano, quien vivió en la corte
de Abgar antes del 216, dice que este rey era un “hombre consagrado” (¿cristiano?). El Libro de las
leyes de las tierras, escrito antes del 250 por un discípulo de Bardaisanes, dice explícitamente que
el rey Abgar se hizo cristiano.
De todos modos, parece razonable pensar que para fines del primer siglo algunos cristianos
arameos ya habían llegado de Palestina a Osroene y que predicaron a las comunidades judías en la
región. Una indicación de esto es el hecho de que fue un judío, Tobías, quien recibió a Addai. Otro
elemento a tomar en cuenta es que los cristianos de Osroene celebraban la Pascua como lo hacían
los cristianos palestinenses y no como los de Asia.
_ La contribución de Edesa
El reino de Edesa (Osroene) fue “primero” también en varias cosas más. Por un lado, tuvo el
primer templo cristiano que recuerde la historia. Gracias al favor real, los cristianos de esta ciudad
pudieron tener su templo junto al palacio, cuando no había templos en el Imperio Romano. En el
año 201 hubo una inundación, y los registros indican que “Abgar, el rey, se paró sobre la torre,
llamada la Torre Persa, y observó las aguas con la luz de las antorchas. Las aguas rompían contra la
muralla occidental de la ciudad, entraban a la ciudad, y derribaban el grande y hermoso palacio del
rey.… Y las aguas destrozaron el templo de la iglesia de los cristianos.” De este modo, Osroene fue
probablemente el primer reino en el que se levantaron edificios destinados específicamente al culto
cristiano.
Además, en esta ciudad se hizo la primera traducción de los Evangelios del griego al siríaco, el
idioma que se hablaba por aquel entonces en Mesopotamia. A partir del segundo siglo se hicieron
traducciones del griego al siríaco, siendo posiblemente el Nuevo Testamento la primera de estas
traducciones, bastante antes del año 200. El siríaco es importante porque se transformó en el
idioma eclesiástico del avance cristiano oriental, y fue llevado, en las Escrituras y la liturgia, a través
de Asia hasta el mar de la China.
Edesa fue también un centro de expansión del testimonio cristiano y de producción de literatura
cristiana en lengua siríaca. En Edesa se formó lo que se conoce como el “ciclo de Tomás” (así como
en Frigia oriental se desarrolló el ciclo de Felipe o en Asia Menor el ciclo de Juan), que significa la
producción de una serie de tradiciones históricas y literarias ligadas al apóstol Tomás y su ministerio.
Allí surgen varias obras asociadas a Tomás, como Hechos de Tomás (siglo III), Salmos de Tomás
(composiciones judeo-cristianas del siglo II, que más tarde fueron adoptadas por los maniqueos),
Evangelio de Tomás (hallado en Nag Hammadi, pero relacionado con el medio judeo-cristiano de
Edesa, a mediados del siglo II). Otra obra importante del cristianismo primitivo oriental es Odas de
Salomón, un escrito de carácter judeo-cristiano, de orientación esenia, probablemente de fines del
siglo I. También se destacan el Evangelio de la verdad (una homilía litúrgica) y el Canto de la perla,
preservada en los Hechos de Tomás.
Edesa también produjo algunos personajes cristianos de renombre. Uno de ellos fue Taciano (c.
170), quien nació en Mesopotamia, de lengua siríaca, tuvo una buena educación, y quien fue al
Oeste buscando una religión que le diera satisfacción. Probó muchas de las religiones que se
practicaban en el Imperio Romano, hasta el año 150 cuando se convirtió a la fe cristiana en Roma.
Fue discípulo de Justino Mártir y autor de obras importantes. Su Discurso a los griegos es una
reacción contra la civilización greco-romana. En ella Taciano expresa su gratitud personal por su
liberación de los dioses del politeísmo pagano. También es el autor de una obra perdida titulada
Diatessaron (“a través de cuatro”), que fue probablemente la primera armonía de los Evangelios en
ser escrita y que tuvo una gran influencia en el cristianismo siríaco. Su testimonio personal de
conversión exalta el poder de las Escrituras y su valor por sobre los escritos griegos, que antes habían
concentrado su devoción.
Taciano: “Y, mientras estaba prestando mi más sincera atención al asunto, di con ciertos
escritos bárbaros, demasiado viejos para ser comparados con las opiniones de los griegos,
y demasiado divinos para ser comparados con sus errores; y fui guiado a depositar fe en
éstos por la sencillez sincera del lenguaje, el carácter no artificial de los escritores, el pre-
conocimiento manifiesto de eventos futuros, la calidad excelente de los preceptos, y la
declaración del gobierno del universo como centrado en un solo Ser. Y, al ser mi alma
enseñada por Dios, llegué a entender que la clase anterior de escritos llevaba a la
condenación, pero que éstos pondían fin a la esclavitud que está en el mundo, y nos
rescatan de la multiplicidad de potestades y de diez mil tiranos, mientras que nos dan, no
realmente lo que antes no habíamos recibido, sino lo que habíamos recibido pero por el
error no podíamos retener.”
Bardaisanes (154–222) fue otro nativo destacado de Edesa. Perteneció a una familia noble de
esa ciudad y estuvo ligado a la corte. Julio Africano nos informa que fue un arquero diestro, y que
escribía muy bien en griego y siríaco. Se convirtió en 179 y fue conocido como un hombre de
pensamiento independiente, poeta y primer himnólogo en lengua siríaca. Según Efraín, Bardaisanes
compuso muchos himnos (madrase), que eran una especie de lecciones líricas con un refrán. Estas
composiciones se cantaban de manera antifonal. Así, pues, Bardaisanes merece un lugar importante
como pionero en la historia de la música litúrgica.
Bardaisanes se destacó también en la literatura. En este sentido, es muy elogiado por Eusebio.
Un discípulo suyo registró su enseñanza en una obra titulada En cuanto al destino, escrita en forma
de preguntas y respuestas. También se atribuye a Bardaisanes el poema El himno del alma conocido
también como El canto de la perla. En El libro de las leyes de diversos países, algunos de sus
discípulos registraron sus enseñanzas, en las que se pone en evidencia el amplio conocimiento de
Bardaisanes. Lamentablemente, de sus numerosos escritos sólo se conservan unos pocos
fragmentos. Sus observaciones nos ofrecen un cuadro de la situación del cristianismo en todo el
mundo conocido de sus días.
Bardaisanes: “¿Y qué diremos de la nueva raza de nosotros los cristianos, a quienes Cristo
en su venida plantó en cada país y en toda región? Porque, he aquí, dondequiera que
estamos, todos somos llamados por el único nombre de Cristo: cristianos. En cierto día, el
primero de la semana, nos congregamos juntos, y en los días de las lecturas [?] nos
abstenemos de tomar alimento. Los hermanos que están en Galia no toman a varones por
esposas, ni los que están en Partia dos esposas; tampoco se circuncidan aquellos que están
en Judea; ni nuestras hermanas que están entre los Geli se unen a extraños; como tampoco
aquellos hermanos que están en Persia toman a sus hijas por esposas; ni los que están en
Media abandonan a sus muertos, o los entierran vivos, o los entregan como comida a los
perros; ni los que están en Edesa matan a sus esposas o a sus hermanas cuando cometen
impureza, sino que se alejan de ellas, y las entregan al juicio de Dios; ni los que están en
Hatra apedrean a los ladrones a muerte; sino que, dondequiera que están, y en cualquier
lugar en que se encuentren, las leyes de los diversos países no les impiden obedecer la ley
de su Soberano, Cristo; ni siquiera el Destino de los Gobernadores celestiales los mueva a
hacer uso de cosas que ellos consideran como impuras.”
Es difícil precisar la posición doctrinal de Bardaisanes. Por un lado, luchó contra la herejía.
Eusebio dice que escribió contra Marción. Pero por otro lado, se lo acusó de ser discípulo de
Valentino (gnóstico) y de practicar la astrología. Parece evidente que Bardaisanes profesaba una
especie de judeo-cristianismo gnóstico, pero no está tan claro si su gnosticismo era dualista o
meramente una manera de pensar algo anticuada. Lo segundo parece ser más probable.
_ La conversión de Armenia
Armenia estaba al este del Imperio Romano, pero más al norte que Edesa. El historiador griego
Sozómenos, en su Historia eclesiástica, escrita allá por el año 450, dice: “Los armenios, tengo
entendido, fueron los primeros en aceptar la fe cristiana como nación.” Según Eusebio, Armenia se
hizo cristiana hacia el 311, cuando el emperador Maximiano les declaró la guerra por esa razón. Dice
Eusebio: “Además de esto, el tirano (Maximiano) tuvo que hacer frente a una guerra contra los
armenios, gente que desde una fecha muy temprana habían sido amigos y aliados de los romanos.
Como ellos eran también cristianos y celosos en su piedad hacia la Deidad, el enemigo de Dios
(Maximiano) había intentado forzarlos a sacrificar a los ídolos y a los demonios, haciendo con esto
que de amigos se tornaran en contrincantes y de aliados en enemigos.”
Sabemos que hubo persecuciones contra los cristianos en Armenia desde comienzos del siglo II,
pero fue recién hacia el año 301 (según la tradición armenia), que el cristianismo se convirtió en
religión dominante en Armenia. Este país fue así el primer Estado del mundo en proclamar al
cristianismo como religión oficial. Armenia se encontraba entre el Imperio Persa hacia el Este y el
Imperio Romano hacia el Oeste. Debido a esta situación y su necesidad de protección frente a los
avances de uno y otro imperio, su política fue pendular. No obstante, los armenios mostraron más
acercamiento hacia los romanos que hacia los persas.
_ El apóstol de Armenia
El promotor de la conversión de Armenia fue el hijo de un noble armenio, que fue educado
como cristiano en Capadocia (Asia Menor), donde los cristianos eran mayoría hacia el siglo III. Este
varón recibió el nombre latino de Gregorio y llegó a ser conocido como Gregorio el Iluminador (240–
332), el apóstol de Armenia.
Muchos refugiados volvieron a su patria, entre ellos Gregorio, quien debido a su muy buena
educación llegó a ser oficial de confianza de Tiridates. No obstante, con el tiempo Gregorio tuvo
problemas con el rey en razón de que rechazaba su paganismo, porque él era cristiano. El rey
finalmente lo arrestó, lo encarceló, torturó y lo tuvo por quince años en una mazmorra. Más tarde
lo condenó a muerte, cuando se enteró que Gregorio era hijo del hombre que quiso asesinar a su
padre. Pero Tiridates cayó enfermo de licantropía. Una esclava cristiana y la hermana del rey
exhortaron a Tiridates a buscar la ayuda de Dios, y le dijeron: “Sólo Gregorio tiene la medicina para
todos los males del país.” Gregorio fue llevado ante el rey, oró por su sanidad, Tiridates se sanó y
proclamó al cristianismo como religión oficial del Estado. El cronista armenio del siglo V, conocido
como Agathangelos, recuerda estos episodios, en estos términos:
Agathangelos (c. 450): “Ahora, cuando todos ellos se habían reunido en el lugar de
adoración de la casa de Dios, el bendito Gregorio comenzó a hablar, diciendo: ‘Doblen las
rodillas, todos, para que el Señor pueda efectuar la sanidad de sus tormentos.’ Todos ellos
doblaron las rodillas a Dios, y el bendito Gregorio con oraciones y súplicas fervientes imploró
con lágrimas por la sanidad del rey. Y el rey, mientras estaba de pie entre el pueblo con la
apariencia de un cerdo, de pronto tembló y echó de su cuerpo la piel como de cerdo con
sus dientes como colmillos y rostro como con hocico, y se quitó la piel con su pelo como de
cerdo. Su rostro volvió a su propia forma y su cuerpo se tornó suave y joven como el de un
niño recién nacido; fue completamente sanado en todos sus miembros.
De manera similar, todas las personas que se habían reunido en grandes números fueron
curadas de la aflicción de cada uno: algunos habían sido leprosos, otros paralíticos, tullidos,
hidrópicos, poseídos, quienes sufrían de gusanos o gota. De esta manera Cristo en su misericordia
abrió su gracia sanadora todopoderosa, y sanó a todos a través de Gregorio; aquellos afligidos
fueron curados de toda enfermedad. Así también se abrió la fuente del conocimiento de Cristo y
ésta llenó los oídos de todos con la verdadera enseñanza de Dios.”
_ El cristianismo en Armenia
Pronto surgió un movimiento de pueblos, que resultó en la conversión masiva de casi todo el
reino. En pocos meses, el culto pagano casi desapareció y el cristianismo se estableció en todas
partes. Por toda Armenia se destruyeron los ídolos, los templos fueron limpiados y consagrados
como iglesias cristianas, y muchos sacerdotes y sus hijos se incorporaron al clero cristiano. Esto
último hizo que en Armenia el sacerdocio cristiano se hiciera hereditario, como lo había sido el
pagano. Gregorio, que hasta entonces no estaba ordenado al ministerio cristiano, fue consagrado
primer obispo de Armenia en el año 302 por Leoncio, arzobispo de Cesarea de Capadocia, y llegó a
ser conocido como el “Iluminador”. El propio rey armenio, Tiridates, se convirtió y fue bautizado en
enero del año 303. Gregorio gobernó la Iglesia Armenia durante un cuarto de siglo, haciendo todo
lo posible por darle una organización sólida y completa.
_ La Iglesia en Armenia
Hacia mediados del siglo V, los persas sasánidas tomaron nuevamente el control de Armenia y
por un edicto de 449 impusieron su religión, el mazdeísmo (zoroastrismo), que se caracterizaba por
el culto al sol y al fuego. Los cristianos armenios padecieron una fuerte persecución, mientras
solicitaban ayuda a sus aliados cristianos del Imperio Romano Oriental. Esta ayuda no llegó y
Armenia quedó sometida al dominio persa. Hubo muchos mártires cristianos como consecuencia de
esta persecución. Justo L. González narra estos tristes acontecimientos, de la siguiente manera:
Como reacción, los cristianos armenios rompieron sus relaciones con el cristianismo occidental,
rechazaron las decisiones del Concilio de Calcedonia (451), y mantuvieron un desarrollo teológico y
eclesiástico independiente. Su teología fue monofisita, es decir, contraria a los cánones establecidos
por el Concilio de Calcedonia, que definían la doctrina de la doble naturaleza de Cristo como
totalmente humano y totalmente divino. El monofisismo afirmaba que la naturaleza de Cristo
permanecía totalmente divina y no humana, aun cuando él había asumido un cuerpo terrenal y
humano con su ciclo de nacimiento, vida y muerte.
Bajo el dominio persa, los armenios continuaron su resistencia basados en su fe cristiana, hasta
que el monarca persa decidió concederles algo de libertad religiosa y cierto grado de autonomía.
Con este propósito, se nombró como gobernador de Armenia al patriota Vaján (485), uno de los
líderes de la resistencia nacional. A partir de entonces, y hasta las conquistas de los turcos
selyúcidas, la iglesia de Armenia gozó de relativa paz. El patriarca Hovanes transfirió su sede a la
nueva capital, Dvin, bajo la protección del gobierno y allí pudo consagrarse a la reforma interior de
la iglesia y del pueblo. De este modo, su nombre permanece como el más honrado, después del
patriarca Sajak.
A principios del siglo VI, el episcopado armenio se fue tornando crecientemente hostil al
nestorianismo y a todo lo que se le pareciera. Esto ocurrió parcialmente debido a la influencia del
movimiento anti-calcedónico que por entonces estaba triunfando en Constantinopla, y
fundamentalmente debido a la influencia de los monofisitas de Mesopotamia y más tarde de Siria.
Para mediados del siglo VI, el Concilio de Calcedonia fue condenado de manera explícita, junto con
el Tomo del Papa León I. Desde ese momento en adelante, el monofisismo se hizo una parte integral
del patrimonio de la iglesia nacional armenia.
Esto se puso en evidencia cuando el emperador bizantino Mauricio, que había conquistado la
parte occidental de Armenia de manos de Cosroes II (582), trató de someter a esa región
nuevamente a la ortodoxia calcedónica. Apenas logró la adhesión de unos veinte obispos bajo su
autoridad, pero provocó un cisma profundo, el primero en la historia de la Iglesia Armenia (591–
610). Los demás obispos rechazaron su intento y se agruparon en torno al catholicós de Dvin,
distanciándose así de Constantinopla. La iglesia armenia entró en una ola de disturbios causados
por las dificultades exteriores, que la absorbieron totalmente, pero logró sobrevivir el paso de los
siglos. La fe cristiana ha sido desde entonces el fundamento de la identidad nacional armenia.
Rufino de Aquilea (345–410): “El rey mandó llamar a la cautiva, y le ordenó que le enseñara
de qué manera debía adorar a Cristo. Cuando ella le hubo dado tanta instrucción como era
correcto para que una mujer dijera e hiciera, él reunió a sus súbditos y les declaró
sencillamente las misericordias divinas que habían sido concedidas a él y a su esposa, y si
bien no estaba iniciado, declaró a su pueblo las doctrinas de Cristo. Toda la nación fue
persuadida de abrazar el cristianismo, los hombres siendo convencidos por los comentarios
del rey, y las mujeres por los de la reina y la cautiva. Y rápidamente con el consentimiento
general de toda la nación, se prepararon con mucho entusiasmo para construir una iglesia.
Cuando las paredes externas fueron completadas, se trajeron las máquinas para levantar
las columnas y fijarlas sobre sus pedestales. Se cuenta que cuando la primera y la segunda
columnas se levantaron por estos medios, hubo gran dificultad para fijar la tercera columna,
ya que ni el ingenio ni la fuerza física sirvieron para nada, si bien muchos de los presentes
asistieron en empujar. Cuando llegó el atardecer, la mujer cautiva se quedó sola en el lugar,
y continuó allí a lo largo de la noche, intercediendo a Dios para que la erección de las
columnas pudiese ser completada fácilmente, especialmente porque todo el mundo se
había ido frustrado ante el fracaso; porque la columna sólo estaba levantada por la mitad,
y permanecía de pie, y una punta de ella estaba tan metida en su fundamento que era
imposible bajarla.… Temprano en la mañana, cuando se presentaron en la iglesia,
contemplaron un espectáculo maravilloso, que les pareció un sueño. La columna, que en el
día anterior parecía inamovible, ahora aparecía erguida, y elevada por un pequeño espacio
sobre su propia base. Todos los presentes fueron sacudidos con admiración, y confesaron,
con pleno acuerdo, que sólo Cristo es el Dios verdadero. Mientras todos estaban mirando,
la columna se deslizó lenta y espontáneamente y se ajustó como por una máquina a su base.
Las otras columnas fueron erigidas con facilidad, y los íberos completaron la estructura con
gran presteza.”
_ El lugar
Al este de Edesa y Armenia se encontraba el Imperio Parto, que se extendía desde el mar Caspio
hasta el río Indo y hacia Occidente llegaba al río Éufrates. Desde 240 a. C. hasta 225 d. C., los partos
(originarios del sudeste del mar Caspio) dominaron este territorio y levantaron un imperio militar.
Se trataba de una federación de pueblos con poco control central. Los partos eran más bien señores
militares que cobraban tributos y mantenían el orden y la seguridad. El siríaco era el idioma más
generalizado, si bien también se leía y hablaba griego. Había comunidades judías y otras religiones
más primitivas, pero el zoroastrismo era la religión más importante.
CUADRO 11 - ZOROASTRISMO
DEFINICIÓN: Religión de la Persia antigua, posiblemente relacionada con la religión védica (Vedas)
de la India.
DIVINIDAD: Ahura Mazda/Ohrmazd (“Señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de
Varuna, el dios del cielo de los Vedas. Demanda pureza ética y ritual, y juzga a las almas de los
seres humanos después de la muerte. Su símbolo es el fuego sagrado.
CIRCUNSTANCIA: A los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo.
MUERTE: Según la tradición, murió llevando a cabo un sacrificio de fuego, que era la ceremonia
central de la nueva fe.
CREENCIAS: Zoroastro enseñó que Ahura Mazda juzgará a cada alma individual después de la
muerte. Más tarde se desarrolló un complejo sistema doctrinal especulando acerca de la
naturaleza interior del universo.
El zoroastrismo es una religión de la antigua Persia, fundada por Zoroastro o Zaratustra (¿660–
583? a. C.), quien a los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo. Consiguió la conversión del rey de Irán Oriental, Vishtaspa, y sus seguidores
recibieron la protección de Darío el Grande. Según la tradición, Zoroastro murió llevando a cabo un
sacrificio de fuego, que era la ceremonia central de la nueva fe. Las ideas y prácticas del zoroastrismo
guardan cierta relación con la religión de las escrituras Vedas de la India. Su divinidad era Ahura
Mazda/Ohrmazd (“señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de Varuna, el dios del cielo de
los Vedas. El zoroastrismo demandaba pureza ética y ritual. Su símbolo era el fuego sagrado. Se
caracterizaba por su monoteísmo y rigor ético. Zoroastro enseñaba que Ahura Mazda (o Ormuz)
juzgaría a cada alma individual después de la muerte.
Más tarde, se desarrolló un complejo sistema doctrinal que especulaba sobre la naturaleza
interna del universo. Su teología era dualista, ya que Ahura Mazda, el creador supremo, se oponía
a Angra Manyú o Ahrimán, el dios malo. Esta confrontación se describe en los escritos sagrados o
Zend-Avesta, donde la victoria final le pertenece a Ormuz. Con el tiempo, el zoroastrismo recibió
influencias del politeísmo y ciertos atributos divinos empezaron a considerarse deidades separadas.
Entre las nuevas deidades estuvo Mitra, el dios del Sol invencible. Tanto el mitraísmo como el
maniqueísmo pueden haberse fundado sobre ideas extraídas del zoroastrismo.
El zoroastrismo fue la religión oficial en Persia durante gran parte del gobierno de la dinastía
Aqueménida y más tarde con los Sasánidas, a partir del siglo III. Con la llegada del critianismo, el
zoroastrismo tuvo que hacer frente a un serio competidor religioso, y con el surgimiento del Islam,
el zoroastrismo perdió su dominio sobre Persia, a partir del siglo VII.
Esta expansión temprana del cristianismo en Adiabene se dio mientras se iba cumpliendo
también una importante misión judía en la región. El rey de Adiabene, Izates y su madre se
convirtieron al judaísmo. Fue en este contexto que la misión judeo-cristiana prosperó. Es
interesante que los nombres de los obispos cristianos de Adiabene en el siglo II son todos judíos:
Sansón, Isaac, Abraham, Moisés, Abel. El obispo de Arbela, Noé, recibió visitantes de Jerusalén, y
fue de esta región que provino Taciano, a fines del segundo siglo. De modo que el cristianismo de
Adiabene fue fuertemente influido por las tendencias judeo-cristianas.
_ La oposición al cristianismo
La oposición del zoroastrismo se transformó en persecución del Imperio Parto en los años 160
y 179, con una gran matanza de cristianos. En 160, refiere la Crónica, “los sacerdotes zoroastristas
se levantaron contra los cristianos, despojándolos de sus bienes y torturándolos.” De la crisis de
179, dice: “Nuestros hermanos sufrieron mucho. Muchos que eran jóvenes y débiles en su fe,
retrocedieron, puesto que vieron sus casas saqueadas, sus hijos e hijas arrestados o secuestrados.
Y ellos mismos fueron golpeados.” Pero el desarrollo del cristianismo continuó a pesar de las
dificultades. Antes de terminar el período parto (224), según la Crónica de Arbela, había alrededor
de veinte episcopados en la región que bordeaba al Tigris. Estas sedes estaban dentro del Imperio
Parto, casi todas dentro de Mesopotamia, pero había una al sur del mar Caspio y otra en la margen
sur del golfo Pérsico. Para el año 225 la Iglesia se había extendido bastante lejos. El Libro de las leyes
de las tierras dice que había cristianos en Partia, Media y Bactria.
El personaje religioso más destacado en Persia durante este período fue Manes (216–277), el
fundador del maniqueísmo. Nació en el norte de Babilonia. Su familia parece haber estado
relacionada con los Arsácidas (partos). Su religión era típica del sincretismo que caracterizó al
período parto. Como resultado de una visión, su padre, Palek, se convirtió al ideal ascético y se unió
a una secta seudo-cristiana caracterizada por sus bautismos de purificación. Manes se asoció a este
grupo, pero en su juventud en Babilonia (Seleucia-Ctesifonte) también absorbió de otras religiones
(mazdeísmo, budismo, brahmanismo, judaísmo y cristianismo siríaco).
En 240, Manes recibió una revelación, según la cual tenía una misión que cumplir en
continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús. Su primera misión lo llevó a la India (Beluchistán),
donde convirtió al rey. De regreso pasó por la capital de los reyes Sasánidas, donde fue recibido por
Sapor I, quien lo autorizó a predicar su mensaje. Incluso, Manes acompañó a Sapor en una campaña
contra los romanos (242–244). Pero pronto enfrentó la oposición de los sacerdotes zoroastristas y
fue condenado a muerte bajo el reinado de Bihram I, el segundo sucesor de Sapor I.
CUADRO 12 - MANIQUEÍSMO
DEFINICIÓN: religión dualista de Oriente, fundada por Manes o Manetos (s. III). Combinaba
elementos del cristianismo, religiones babilónicas y mitraísmo.
CIRCUNSTANCIAS: Manes decía haber recibido una revelación, según la cual tenía una misión que
cumplir en continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús.
MUERTE: debido a la oposición de los sacerdotes zoroastristas (magos), fue condenado a muerte
en 277 bajo el rey Bihram I.
PRÁCTICAS: las iglesias maniqueas se dividían entre los que eran perfectos, los ascetas (miembros
verdaderos), y los que no eran perfectos, los oyentes o catecúmenos. Practicaban el encratismo
moral, que prohibía el matrimonio y el uso de ciertas comidas (carne, vino). El monasticismo
maniqueo se desarrolló de manera paralela al monasticismo cristiano.
DESARROLLO: se esparcieron ampliamente llegando hasta China y África del norte. Continuaron
hasta bien entrada la Edad Media.
Manes: “Sabiduría y acciones han sido siempre traídas de tiempo en tiempo a a humanidad
por los mensajeros de Dios. Así, en un tiempo han sido traídas a la India por el mensajero
llamado Buda, en otro tiempo a Persia por Zaratustra, y en otro al Oeste por Jesús. Por
consiguiente, esta revelación, esta profecía en este último tiempo, ha descendido a través
de mí, Manes, mensajero del Dios de la verdad a Babilonia.”
Para mediados del siglo III, en ocasión de la victoria de Sapor contra el emperador romano
Valeriano, cristianos de Siria fueron deportados a Elam, y ayudaron a esparcir el evangelio hacia el
Este, hasta el corazón mismo del Imperio Persa. Pero debido a las dificultades mencionadas, estas
comunidades cristianas siríacas estuvieron mayormente concentradas en torno a la sede episcopal
de Seleucia-Ctesifón (entre Babilonia y Bagdad), y demasiado inclinadas a seguir a las iglesias de
Occidente en materia doctrinal y espiritual.
Esto fue sólo el comienzo. Tres obispos sucesivos de Seleucia-Ctesifonte sufrieron martirio, y
como resultado la sede episcopal permaneció vacante por casi los cuarenta años que duró la
persecución (348–388). Sozómenos dice que los mártires conocidos llegaron a 16.000, pero que
hubo una multitud incontable cuyos nombres no se conocen. Es posible que esta persecución haya
sobrepasado los sufrimientos de la Iglesia en el Imperio Romano, durante el siglo anterior. La peor
persecución en el Imperio Romano fue la de Diocleciano, que no produjo más de 3.000 víctimas
fatales. Pero en Persia no hubo un Constantino que cambiara la situación.
Sozómenos: “Por mi parte, pienso que he dicho lo suficiente de él [el obispo Milles] y de los
demás mártires que sufrieron en Persia durante el reinado de Sapor; porque sería difícil
relatar en detalle cada circunstancia respecto a ellos, tales como sus nombres, su país, el
modo de completar su martirio, y los tipos de tortura a los cuales fueron sometidos; porque
son innumerables, dado que tales métodos son celosamente llevados a cabo por los persas,
incluso al extremo de la crueldad. Brevemente diré que el número de hombres y mujeres
cuyos nombres han sido registrados, y que fueron martirizados en este período, ha sido
computado en dieciséis mil; mientras que la multitud fuera de estos está más allá de todo
cálculo.”
Más hacia Occidente, en tanto, había tres “Grandes Obispos” en competencia por ver quién era
el primero y el de mayor influencia: (1) el obispo de Alejandría, que tenía autoridad sobre las iglesias
en Egipto, Libia y Cirenaica; (2) el obispo de Roma, que no tenía un área de autoridad declarada,
pero que era el único Gran Obispo desde Italia hacia Occidente; (3) el obispo de Antioquía, que
tampoco tenía un área de autoridad establecida, pero que tenía influencia sobre los territorios del
Mediterráneo oriental.
La escuela en Nisibis tuvo una gran influencia entre los cristianos persas y contribuyó al triunfo
en la región de la cristología nestoriana, que finalmente fue aceptada por un sínodo general de las
iglesias del Imperio Persa, celebrado en Seleucia en 486. Estas iglesias tuvieron que padecer muchas
persecuciones a lo largo del siglo V (420, 422, 445–447), debido a la oposición del mazdeísmo. Sólo
gozaron de cierta tolerancia durante los cortos períodos en los que la evolución de la política
exterior obligó al rey persa a reconciliarse con el Imperio Romano Oriental. Pero cuando estas
relaciones se deterioraban, como en tiempos de Cosroes I y Justiniano (540–545), o de Cosroes II y
Heraclio (602 en adelante), el número de mártires se multiplicaba.
La Iglesia Persa o del Este sufrió también debido a los problemas internos, en razón de
problemas sucesorios en el liderazgo, cismas y anarquía. Afortunadamente, gozó de un período de
vigor bajo el liderazgo de un gran Catholikós reformador, Mar Aba (540–552), quien venció las
dificultades y logró restituir el orden y la disciplina. A pesar de los muchos obstáculos, el cristianismo
tuvo éxito no sólo en mantener su fortaleza sino en hacer progresos dentro de la sociedad sasánida,
al punto de lograr algunos convertidos en la clase gobernante, e incluso en la familia real y el
sacerdocio mazdeísta.
La labor misionera nestoriana avanzó significativamente en las montañas del Kurdistán, donde
todavía hoy se encuentran comunidades nestorianas (los cristianos asirios). Los nestorianos también
se extendieron en dirección a Asia Central y la India (la Iglesia Siríaca en la costa Malabar). No
obstante, con el correr del tiempo, la Iglesia Nestoriana se fue aislando del resto de la cristiandad y
se desarrolló a su propio ritmo. Tuvieron que enfrentar la competencia del proselitismo de los
monofisitas, desde Filomeno de Mabbug a Jacobo Baradeo en territorio persa, y que terminaron por
organizarse como una Iglesia separada con su propia red de obispos y monasterios. No obstante, le
cupo a esta Iglesia ser la protagonista de la primera expansión del cristianismo hacia el Lejano
Oriente, cruzando toda el Asia Central hasta llegar a China (635).
TRABAJOS PRÁCTICOS
Tácito (c. 60–c. 120) en Los anales (13:32), sobre el juicio de Pomponia Graecina (57).
- Explica con tus palabras cuál puede haber sido la “superstición foránea” de la que era acusada
Pomponia Graecina.
“La grandeza de la tribulación en esta región, y la furia de los paganos contra los santos, y los
sufrimientos de los benditos testigos, no podemos narrarlos con precisión, ni siquiera pueden ellos
ser realmente registrados. Porque con todo su poder el adversario cayó sobre nosotros, dándonos
un anticipo de su actividad desenfrenada en su futura venida. Se esforzó en toda manera en
entrenar y ejercitar a sus siervos contra los siervos de Dios, no sólo expulsándonos de casas y baños
y mercados, sino prohibiendo a cualquiera de nosotros ser visto en cualquier lugar que sea.… Pero
aquellos que eran dignos fueron apresados día por día, completando su número, de modo que todas
las personas celosas, y aquellos a través de quienes especialmente nuestros asuntos se habían
establecido, fueron reunidas de las dos iglesias. Y algunos de nuestros siervos paganos también
fueron apresados, ya que el gobernador había ordenado que todos nosotros debíamos ser
examinados públicamente. Éstos, siendo engañados por Satanás, y temiendo para ellos las torturas
que habían visto a los santos soportar, y siendo también urgidos por los soldados, nos acusaron
falsamente … de acciones de las que no sólo no nos está permitido hablar o pensar, sino que no
podemos creer que hayan sido hechas jamás por los hombres. Cuando se informaron estas
acusaciones, todo el pueblo rugió como bestias salvajes en contra nuestra, de modo que incluso si
alguien antes había sido moderado en base a amistad, ahora estaban sumamente furiosos y
rechinaban sus dientes contra nosotros. Entonces finalmente los santos testigos soportaron
sufrimientos más allá de toda descripción.”
- Según el relato de los sobrevivientes de las persecuciones contra las congregaciones de Viena y
Lión ¿qué lugar jugó Satanás en tratar de silenciar el testimonio cristiano en aquella región de Galia?
- A la luz de este testimonio histórico, ¿cuál es el arma preferida del diablo para silenciar a la Iglesia?
Los autores de historia del cristianismo no coinciden en sus opiniones acerca de si Constantino era
auténticamente cristiano o no.
Baker, Compendio de historia cristiana, 27–28, 59; González, Historia del cristianismo, 1:136–139;
Latourette, Historia del cristianismo, 1:131–133; Muirhead, Historia del cristianismo, 1:137–142;
Walker, Historia de la iglesia cristiana, 110–114, 119.
DISCUSIÓN GRUPAL
1. Leer Latourette, Historia del cristianismo, 1:31–37, y discutir las diferentes interpretaciones que
se han hecho sobre la ubicación del cristianismo en la historia. Discutir los dos últimos párrafos de
la p. 37, extrayendo conclusiones para compartir en un plenario de la clase.
2. Responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué razones el idioma griego fue útil para la
comunicación del evangelio cristiano? ¿Qué idioma moderno es el más útil para comunicar el
evangelio hoy en todo el mundo? Dar razones. ¿Es el castellano un idioma adecuado para la
comunicación del evangelio?
LECTURAS RECOMENDADAS
245–273.
UNIDAD 2
INTRODUCCIÓN
Hacia fines del segundo siglo el cristianismo se había difundido por casi todo el mundo
mediterráneo. Se encontraba bien establecido en el norte de África, en Galia y en España. Es
probable que para esta época haya alcanzado las Islas Británicas. Hacia el sudoeste, se estaba
esparciendo a lo largo de las márgenes africana y árabe del mar Rojo. Hacia el este del Imperio había
conquistado la pequeña ciudad-estado de Edesa, y desde allí se estaba extendiendo hacia el norte
llegando a Armenia, y hacia el este iba penetrando en Persia, y aun más allá dirigiéndose hacia el
Asia Central. En este tiempo, Tertuliano de Cartago, decía: “Somos apenas de ayer, y hemos llenado
todo lugar entre vosotros—ciudades, islas, fortalezas, pueblos, mercados, y los mismos
campamentos, tribus, compañías, palacio, Senado, Foro—no os hemos dejado nada sino los templos
de vuestros dioses.” Para fines del siglo tercero, el cristianismo se había establecido fuertemente en
muchas partes del Imperio Romano a pesar de la persecución y seguía avanzando firmemente fuera
del mismo, especialmente en Mesopotamia. Para comienzos del siglo IV, estaba ganando a Etiopía,
donde desde el rey hasta el último vasallo confesaban la fe de Cristo.
Hacia el año 350, la expansión del cristianismo resultaba notable. Primero, el cristianismo era
todavía una religión predominantemente “oriental,” ya que su fuerza más grande en este tiempo
estaba en Armenia (fuera del Imperio Romano), en Asia Menor, y en el extremo oriental de Europa
en la nueva capital del Imperio: Constantinopla. Generalmente, se concibe al cristianismo como una
religión europea y casi exclusivamente occidental. La historia no apoya este concepto. Por supuesto,
el cristianismo era muy fuerte en el mundo mediterráneo y allí habría de avanzar a pasos
agigantados, especialmente a partir del momento en que comenzó a contar con el favor imperial.
Pero no debemos pasar por alto el hecho del floreciente desarrollo del cristianismo en la frontera
oriental del Imperio y más allá de ella.
Segundo, en África, además de los puntos fuertes del litoral norteño, en Numidia, Cirenaica y el
delta y valle del río Nilo, el cristianismo iba penetrando paulatinamente por las riberas del mar Rojo
hasta entrar y conquistar Abisinia en este período. El desarrollo del cristianismo en el norte de África
fue muy significativo, ya que de allí salieron algunos de los teólogos cristianos más destacados de
este período (Tertuliano de Cartago, Cipriano de Cartago, Agustín de Hipona).
Tercero, el progreso del cristianismo a través de Asia continuó sin pausa. En Persia, donde hacia
mediados del siglo IV comenzó a sufrir una severa persecución; a lo largo de las márgenes árabe y
persa del golfo Pérsico; y desde aquí por mar hasta la India (alrededor del 295). Una embajada
romana enviada por el emperador Constancio en 354 se encontró con una comunidad cristiana en
el sudoeste de la India. La tradición oral, en la Iglesia Siríaca Antigua, que todavía hoy sobrevive en
esta región, habla de la llegada de cristianos allá por el año 345 provenientes de Persia
(presumiblemente huyendo de la persecución). Es probable que el cristianismo haya llegado hasta
la India o por lo menos a su frontera noroeste por vía terrestre. En el Concilio de Nicea en 325, un
obispo se autotituló como “Juan de la Gran India y Persia.” Más tarde, el cristianismo penetró más
profundamente en Asia Central, llegando a convertir y civilizar a los pueblos nómadas del
Turquestán alrededor del año 500.
_ La conversión de Edesa
El libro de los Hechos nos dice que el día de Pentecostés la predicación de Pedro y los demás
apóstoles fue oída por “partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia” (Hch. 2:9), es decir,
habitantes de la región al este de Palestina. La ruta que llevaba a estos territorios pasaba por la
ciudad siria de Antioquía. Esta ciudad fue, desde muy temprano (Hch. 11:19–21) un centro muy
importante de cristianismo helenista. De hecho, fue allí que “a los discípulos se les llamó ‘cristianos’
por primera vez” (Hch. 11:26). Por ser una metrópolis comercial con una ubicación tan estratégica,
no es extraño que desde allí el movimiento cristiano se haya expandido en varias direcciones. Desde
Antioquía, donde comenzó Pablo su misión hacia Occidente, comenzó también la expansión hacia
Oriente. Desde fines del siglo I, cristianos de lengua aramea de Palestina predicaron a las
comunidades judías de una región denominada Osroene. Esta corriente misionera se conoce como
la misión palestinense. Fue el judío Tobías quien recibió a Addai, el primer misionero judeo-cristiano
en esa región.
La primera ciudad en ser alcanzada fue Edesa (200 kilómetros al este de Antioquía), capital de
un pequeño reino independiente (Osroene), estratégicamente ubicada sobre las rutas principales
de comunicación entre Oriente y Occidente. Aquí había también una importante comunidad judía,
que proveía de una buena base para el inicio del testimonio cristiano. Fue esta ciudad la primera en
ver a su rey convertido y al cristianismo constituido en religión oficial, cerca del año 200. De este
modo, Edesa se transformó en el centro más importante para la difusión del movimiento cristiano
de habla siríaca, lengua muy cercana al arameo.
El testimonio de Eusebio, quien visitó la ciudad en 320, agrega una información curiosa. Dice
Eusebio que en Edesa encontró un documento conocido como Crónica de Addai, que según él
contenía la correspondencia mantenida entre el rey de la ciudad, Abgar, con nadie menos que Jesús.
Según estos documentos, el rey invitó a Jesús a ir a Edesa, para que lo curara de una enfermedad
que padecía. Jesús le respondió que no podía ir, pero que enviaría a uno de sus discípulos.
Eusebio dice que después de la ascensión de Jesús, el apóstol Tomás “envió a Tadeo (Addai en
siríaco), uno de los setenta,” a Edesa. Tadeo curó a Abgar y a “muchos otros en la ciudad, hizo obras
maravillosas y predicó la palabra de Dios.” La pregunta que surge es si lo que relata Eusebio es
históricamente verificable y cierto. Eusebio así lo creía, pero quizás estaba equivocado. La
arqueología ha encontrado una moneda con la esfinge del rey Abgar de Edesa, con una cruz en su
corona. Pero no es el Abgar de tiempos de Jesús, sino Abgar VIII ó IX (179–216), y la moneda fue
acuñada entre 180–192. Como ocurría con frecuencia en la antigüedad, los compiladores de la
historia tomaron un hecho real y lo remontaron a los días de Jesús para darle lustre.
Es muy probable que el primer rey cristiano de Edesa haya sido Abgar IX. Su nombre aparece en
la Crónica de Edesa, pero allí no dice que haya sido cristiano. Julio Africano, quien vivió en la corte
de Abgar antes del 216, dice que este rey era un “hombre consagrado” (¿cristiano?). El Libro de las
leyes de las tierras, escrito antes del 250 por un discípulo de Bardaisanes, dice explícitamente que
el rey Abgar se hizo cristiano.
De todos modos, parece razonable pensar que para fines del primer siglo algunos cristianos
arameos ya habían llegado de Palestina a Osroene y que predicaron a las comunidades judías en la
región. Una indicación de esto es el hecho de que fue un judío, Tobías, quien recibió a Addai. Otro
elemento a tomar en cuenta es que los cristianos de Osroene celebraban la Pascua como lo hacían
los cristianos palestinenses y no como los de Asia.
_ La contribución de Edesa
El reino de Edesa (Osroene) fue “primero” también en varias cosas más. Por un lado, tuvo el
primer templo cristiano que recuerde la historia. Gracias al favor real, los cristianos de esta ciudad
pudieron tener su templo junto al palacio, cuando no había templos en el Imperio Romano. En el
año 201 hubo una inundación, y los registros indican que “Abgar, el rey, se paró sobre la torre,
llamada la Torre Persa, y observó las aguas con la luz de las antorchas. Las aguas rompían contra la
muralla occidental de la ciudad, entraban a la ciudad, y derribaban el grande y hermoso palacio del
rey.… Y las aguas destrozaron el templo de la iglesia de los cristianos.” De este modo, Osroene fue
probablemente el primer reino en el que se levantaron edificios destinados específicamente al culto
cristiano.
Además, en esta ciudad se hizo la primera traducción de los Evangelios del griego al siríaco, el
idioma que se hablaba por aquel entonces en Mesopotamia. A partir del segundo siglo se hicieron
traducciones del griego al siríaco, siendo posiblemente el Nuevo Testamento la primera de estas
traducciones, bastante antes del año 200. El siríaco es importante porque se transformó en el
idioma eclesiástico del avance cristiano oriental, y fue llevado, en las Escrituras y la liturgia, a través
de Asia hasta el mar de la China.
Edesa fue también un centro de expansión del testimonio cristiano y de producción de literatura
cristiana en lengua siríaca. En Edesa se formó lo que se conoce como el “ciclo de Tomás” (así como
en Frigia oriental se desarrolló el ciclo de Felipe o en Asia Menor el ciclo de Juan), que significa la
producción de una serie de tradiciones históricas y literarias ligadas al apóstol Tomás y su ministerio.
Allí surgen varias obras asociadas a Tomás, como Hechos de Tomás (siglo III), Salmos de Tomás
(composiciones judeo-cristianas del siglo II, que más tarde fueron adoptadas por los maniqueos),
Evangelio de Tomás (hallado en Nag Hammadi, pero relacionado con el medio judeo-cristiano de
Edesa, a mediados del siglo II). Otra obra importante del cristianismo primitivo oriental es Odas de
Salomón, un escrito de carácter judeo-cristiano, de orientación esenia, probablemente de fines del
siglo I. También se destacan el Evangelio de la verdad (una homilía litúrgica) y el Canto de la perla,
preservada en los Hechos de Tomás.
Edesa también produjo algunos personajes cristianos de renombre. Uno de ellos fue Taciano (c.
170), quien nació en Mesopotamia, de lengua siríaca, tuvo una buena educación, y quien fue al
Oeste buscando una religión que le diera satisfacción. Probó muchas de las religiones que se
practicaban en el Imperio Romano, hasta el año 150 cuando se convirtió a la fe cristiana en Roma.
Fue discípulo de Justino Mártir y autor de obras importantes. Su Discurso a los griegos es una
reacción contra la civilización greco-romana. En ella Taciano expresa su gratitud personal por su
liberación de los dioses del politeísmo pagano. También es el autor de una obra perdida titulada
Diatessaron (“a través de cuatro”), que fue probablemente la primera armonía de los Evangelios en
ser escrita y que tuvo una gran influencia en el cristianismo siríaco. Su testimonio personal de
conversión exalta el poder de las Escrituras y su valor por sobre los escritos griegos, que antes habían
concentrado su devoción.
Taciano: “Y, mientras estaba prestando mi más sincera atención al asunto, di con ciertos
escritos bárbaros, demasiado viejos para ser comparados con las opiniones de los griegos,
y demasiado divinos para ser comparados con sus errores; y fui guiado a depositar fe en
éstos por la sencillez sincera del lenguaje, el carácter no artificial de los escritores, el pre-
conocimiento manifiesto de eventos futuros, la calidad excelente de los preceptos, y la
declaración del gobierno del universo como centrado en un solo Ser. Y, al ser mi alma
enseñada por Dios, llegué a entender que la clase anterior de escritos llevaba a la
condenación, pero que éstos pondían fin a la esclavitud que está en el mundo, y nos
rescatan de la multiplicidad de potestades y de diez mil tiranos, mientras que nos dan, no
realmente lo que antes no habíamos recibido, sino lo que habíamos recibido pero por el
error no podíamos retener.”
Bardaisanes (154–222) fue otro nativo destacado de Edesa. Perteneció a una familia noble de
esa ciudad y estuvo ligado a la corte. Julio Africano nos informa que fue un arquero diestro, y que
escribía muy bien en griego y siríaco. Se convirtió en 179 y fue conocido como un hombre de
pensamiento independiente, poeta y primer himnólogo en lengua siríaca. Según Efraín, Bardaisanes
compuso muchos himnos (madrase), que eran una especie de lecciones líricas con un refrán. Estas
composiciones se cantaban de manera antifonal. Así, pues, Bardaisanes merece un lugar importante
como pionero en la historia de la música litúrgica.
Bardaisanes se destacó también en la literatura. En este sentido, es muy elogiado por Eusebio.
Un discípulo suyo registró su enseñanza en una obra titulada En cuanto al destino, escrita en forma
de preguntas y respuestas. También se atribuye a Bardaisanes el poema El himno del alma conocido
también como El canto de la perla. En El libro de las leyes de diversos países, algunos de sus
discípulos registraron sus enseñanzas, en las que se pone en evidencia el amplio conocimiento de
Bardaisanes. Lamentablemente, de sus numerosos escritos sólo se conservan unos pocos
fragmentos. Sus observaciones nos ofrecen un cuadro de la situación del cristianismo en todo el
mundo conocido de sus días.
Bardaisanes: “¿Y qué diremos de la nueva raza de nosotros los cristianos, a quienes Cristo
en su venida plantó en cada país y en toda región? Porque, he aquí, dondequiera que
estamos, todos somos llamados por el único nombre de Cristo: cristianos. En cierto día, el
primero de la semana, nos congregamos juntos, y en los días de las lecturas [?] nos
abstenemos de tomar alimento. Los hermanos que están en Galia no toman a varones por
esposas, ni los que están en Partia dos esposas; tampoco se circuncidan aquellos que están
en Judea; ni nuestras hermanas que están entre los Geli se unen a extraños; como tampoco
aquellos hermanos que están en Persia toman a sus hijas por esposas; ni los que están en
Media abandonan a sus muertos, o los entierran vivos, o los entregan como comida a los
perros; ni los que están en Edesa matan a sus esposas o a sus hermanas cuando cometen
impureza, sino que se alejan de ellas, y las entregan al juicio de Dios; ni los que están en
Hatra apedrean a los ladrones a muerte; sino que, dondequiera que están, y en cualquier
lugar en que se encuentren, las leyes de los diversos países no les impiden obedecer la ley
de su Soberano, Cristo; ni siquiera el Destino de los Gobernadores celestiales los mueva a
hacer uso de cosas que ellos consideran como impuras.”
Es difícil precisar la posición doctrinal de Bardaisanes. Por un lado, luchó contra la herejía.
Eusebio dice que escribió contra Marción. Pero por otro lado, se lo acusó de ser discípulo de
Valentino (gnóstico) y de practicar la astrología. Parece evidente que Bardaisanes profesaba una
especie de judeo-cristianismo gnóstico, pero no está tan claro si su gnosticismo era dualista o
meramente una manera de pensar algo anticuada. Lo segundo parece ser más probable.
_ La conversión de Armenia
Armenia estaba al este del Imperio Romano, pero más al norte que Edesa. El historiador griego
Sozómenos, en su Historia eclesiástica, escrita allá por el año 450, dice: “Los armenios, tengo
entendido, fueron los primeros en aceptar la fe cristiana como nación.” Según Eusebio, Armenia se
hizo cristiana hacia el 311, cuando el emperador Maximiano les declaró la guerra por esa razón. Dice
Eusebio: “Además de esto, el tirano (Maximiano) tuvo que hacer frente a una guerra contra los
armenios, gente que desde una fecha muy temprana habían sido amigos y aliados de los romanos.
Como ellos eran también cristianos y celosos en su piedad hacia la Deidad, el enemigo de Dios
(Maximiano) había intentado forzarlos a sacrificar a los ídolos y a los demonios, haciendo con esto
que de amigos se tornaran en contrincantes y de aliados en enemigos.”
Sabemos que hubo persecuciones contra los cristianos en Armenia desde comienzos del siglo II,
pero fue recién hacia el año 301 (según la tradición armenia), que el cristianismo se convirtió en
religión dominante en Armenia. Este país fue así el primer Estado del mundo en proclamar al
cristianismo como religión oficial. Armenia se encontraba entre el Imperio Persa hacia el Este y el
Imperio Romano hacia el Oeste. Debido a esta situación y su necesidad de protección frente a los
avances de uno y otro imperio, su política fue pendular. No obstante, los armenios mostraron más
acercamiento hacia los romanos que hacia los persas.
_ El apóstol de Armenia
El promotor de la conversión de Armenia fue el hijo de un noble armenio, que fue educado
como cristiano en Capadocia (Asia Menor), donde los cristianos eran mayoría hacia el siglo III. Este
varón recibió el nombre latino de Gregorio y llegó a ser conocido como Gregorio el Iluminador (240–
332), el apóstol de Armenia.
Muchos refugiados volvieron a su patria, entre ellos Gregorio, quien debido a su muy buena
educación llegó a ser oficial de confianza de Tiridates. No obstante, con el tiempo Gregorio tuvo
problemas con el rey en razón de que rechazaba su paganismo, porque él era cristiano. El rey
finalmente lo arrestó, lo encarceló, torturó y lo tuvo por quince años en una mazmorra. Más tarde
lo condenó a muerte, cuando se enteró que Gregorio era hijo del hombre que quiso asesinar a su
padre. Pero Tiridates cayó enfermo de licantropía. Una esclava cristiana y la hermana del rey
exhortaron a Tiridates a buscar la ayuda de Dios, y le dijeron: “Sólo Gregorio tiene la medicina para
todos los males del país.” Gregorio fue llevado ante el rey, oró por su sanidad, Tiridates se sanó y
proclamó al cristianismo como religión oficial del Estado. El cronista armenio del siglo V, conocido
como Agathangelos, recuerda estos episodios, en estos términos:
Agathangelos (c. 450): “Ahora, cuando todos ellos se habían reunido en el lugar de
adoración de la casa de Dios, el bendito Gregorio comenzó a hablar, diciendo: ‘Doblen las
rodillas, todos, para que el Señor pueda efectuar la sanidad de sus tormentos.’ Todos ellos
doblaron las rodillas a Dios, y el bendito Gregorio con oraciones y súplicas fervientes imploró
con lágrimas por la sanidad del rey. Y el rey, mientras estaba de pie entre el pueblo con la
apariencia de un cerdo, de pronto tembló y echó de su cuerpo la piel como de cerdo con
sus dientes como colmillos y rostro como con hocico, y se quitó la piel con su pelo como de
cerdo. Su rostro volvió a su propia forma y su cuerpo se tornó suave y joven como el de un
niño recién nacido; fue completamente sanado en todos sus miembros.
De manera similar, todas las personas que se habían reunido en grandes números fueron
curadas de la aflicción de cada uno: algunos habían sido leprosos, otros paralíticos, tullidos,
hidrópicos, poseídos, quienes sufrían de gusanos o gota. De esta manera Cristo en su misericordia
abrió su gracia sanadora todopoderosa, y sanó a todos a través de Gregorio; aquellos afligidos
fueron curados de toda enfermedad. Así también se abrió la fuente del conocimiento de Cristo y
ésta llenó los oídos de todos con la verdadera enseñanza de Dios.”
_ El cristianismo en Armenia
Pronto surgió un movimiento de pueblos, que resultó en la conversión masiva de casi todo el
reino. En pocos meses, el culto pagano casi desapareció y el cristianismo se estableció en todas
partes. Por toda Armenia se destruyeron los ídolos, los templos fueron limpiados y consagrados
como iglesias cristianas, y muchos sacerdotes y sus hijos se incorporaron al clero cristiano. Esto
último hizo que en Armenia el sacerdocio cristiano se hiciera hereditario, como lo había sido el
pagano. Gregorio, que hasta entonces no estaba ordenado al ministerio cristiano, fue consagrado
primer obispo de Armenia en el año 302 por Leoncio, arzobispo de Cesarea de Capadocia, y llegó a
ser conocido como el “Iluminador”. El propio rey armenio, Tiridates, se convirtió y fue bautizado en
enero del año 303. Gregorio gobernó la Iglesia Armenia durante un cuarto de siglo, haciendo todo
lo posible por darle una organización sólida y completa.
Por entonces comenzó a sentirse la necesidad de tener la Biblia y otros escritos sagrados, así
como la liturgia, en la lengua vernácula. El problema era que el armenio carecía de un alfabeto
propio. Bajo el obispo Sajak, un ex-secretario del rey, Mesrop, desarrolló un nuevo alfabeto para el
idioma armenio (404), que contaba con treinta y seis caracteres capaces de expresar todos los
sonidos de la lengua. Una vez creado el alfabeto, Mesrop, Sajak y otros ayudantes se dispusieron a
traducir la Biblia. Hacia el año 433 apareció un Antiguo Testamento en ese idioma, traducido de la
Septuaginta, pero con muchas variantes en conformidad con la versión siríaca. De este modo, la
cultura armenia se fue gestando en torno a la fe cristiana gracias al idioma escrito. Comentarios
patrísticos y otros tratados, la liturgia y otra literatura sagrada fueron publicados en armenio, la
lengua nacional. De este modo, la nación armenia y su Iglesia estuvieron entrelazadas tan
estrechamente que han logrado sobrevivir el paso del tiempo.
_ La Iglesia en Armenia
Hacia mediados del siglo V, los persas sasánidas tomaron nuevamente el control de Armenia y
por un edicto de 449 impusieron su religión, el mazdeísmo (zoroastrismo), que se caracterizaba por
el culto al sol y al fuego. Los cristianos armenios padecieron una fuerte persecución, mientras
solicitaban ayuda a sus aliados cristianos del Imperio Romano Oriental. Esta ayuda no llegó y
Armenia quedó sometida al dominio persa. Hubo muchos mártires cristianos como consecuencia de
esta persecución. Justo L. González narra estos tristes acontecimientos, de la siguiente manera:
Como reacción, los cristianos armenios rompieron sus relaciones con el cristianismo occidental,
rechazaron las decisiones del Concilio de Calcedonia (451), y mantuvieron un desarrollo teológico y
eclesiástico independiente. Su teología fue monofisita, es decir, contraria a los cánones establecidos
por el Concilio de Calcedonia, que definían la doctrina de la doble naturaleza de Cristo como
totalmente humano y totalmente divino. El monofisismo afirmaba que la naturaleza de Cristo
permanecía totalmente divina y no humana, aun cuando él había asumido un cuerpo terrenal y
humano con su ciclo de nacimiento, vida y muerte.
Bajo el dominio persa, los armenios continuaron su resistencia basados en su fe cristiana, hasta
que el monarca persa decidió concederles algo de libertad religiosa y cierto grado de autonomía.
Con este propósito, se nombró como gobernador de Armenia al patriota Vaján (485), uno de los
líderes de la resistencia nacional. A partir de entonces, y hasta las conquistas de los turcos
selyúcidas, la iglesia de Armenia gozó de relativa paz. El patriarca Hovanes transfirió su sede a la
nueva capital, Dvin, bajo la protección del gobierno y allí pudo consagrarse a la reforma interior de
la iglesia y del pueblo. De este modo, su nombre permanece como el más honrado, después del
patriarca Sajak.
A principios del siglo VI, el episcopado armenio se fue tornando crecientemente hostil al
nestorianismo y a todo lo que se le pareciera. Esto ocurrió parcialmente debido a la influencia del
movimiento anti-calcedónico que por entonces estaba triunfando en Constantinopla, y
fundamentalmente debido a la influencia de los monofisitas de Mesopotamia y más tarde de Siria.
Para mediados del siglo VI, el Concilio de Calcedonia fue condenado de manera explícita, junto con
el Tomo del Papa León I. Desde ese momento en adelante, el monofisismo se hizo una parte integral
del patrimonio de la iglesia nacional armenia.
Esto se puso en evidencia cuando el emperador bizantino Mauricio, que había conquistado la
parte occidental de Armenia de manos de Cosroes II (582), trató de someter a esa región
nuevamente a la ortodoxia calcedónica. Apenas logró la adhesión de unos veinte obispos bajo su
autoridad, pero provocó un cisma profundo, el primero en la historia de la Iglesia Armenia (591–
610). Los demás obispos rechazaron su intento y se agruparon en torno al catholicós de Dvin,
distanciándose así de Constantinopla. La iglesia armenia entró en una ola de disturbios causados
por las dificultades exteriores, que la absorbieron totalmente, pero logró sobrevivir el paso de los
siglos. La fe cristiana ha sido desde entonces el fundamento de la identidad nacional armenia.
Rufino de Aquilea (345–410): “El rey mandó llamar a la cautiva, y le ordenó que le enseñara
de qué manera debía adorar a Cristo. Cuando ella le hubo dado tanta instrucción como era
correcto para que una mujer dijera e hiciera, él reunió a sus súbditos y les declaró
sencillamente las misericordias divinas que habían sido concedidas a él y a su esposa, y si
bien no estaba iniciado, declaró a su pueblo las doctrinas de Cristo. Toda la nación fue
persuadida de abrazar el cristianismo, los hombres siendo convencidos por los comentarios
del rey, y las mujeres por los de la reina y la cautiva. Y rápidamente con el consentimiento
general de toda la nación, se prepararon con mucho entusiasmo para construir una iglesia.
Cuando las paredes externas fueron completadas, se trajeron las máquinas para levantar
las columnas y fijarlas sobre sus pedestales. Se cuenta que cuando la primera y la segunda
columnas se levantaron por estos medios, hubo gran dificultad para fijar la tercera columna,
ya que ni el ingenio ni la fuerza física sirvieron para nada, si bien muchos de los presentes
asistieron en empujar. Cuando llegó el atardecer, la mujer cautiva se quedó sola en el lugar,
y continuó allí a lo largo de la noche, intercediendo a Dios para que la erección de las
columnas pudiese ser completada fácilmente, especialmente porque todo el mundo se
había ido frustrado ante el fracaso; porque la columna sólo estaba levantada por la mitad,
y permanecía de pie, y una punta de ella estaba tan metida en su fundamento que era
imposible bajarla.… Temprano en la mañana, cuando se presentaron en la iglesia,
contemplaron un espectáculo maravilloso, que les pareció un sueño. La columna, que en el
día anterior parecía inamovible, ahora aparecía erguida, y elevada por un pequeño espacio
sobre su propia base. Todos los presentes fueron sacudidos con admiración, y confesaron,
con pleno acuerdo, que sólo Cristo es el Dios verdadero. Mientras todos estaban mirando,
la columna se deslizó lenta y espontáneamente y se ajustó como por una máquina a su base.
Las otras columnas fueron erigidas con facilidad, y los íberos completaron la estructura con
gran presteza.”
_ El lugar
Al este de Edesa y Armenia se encontraba el Imperio Parto, que se extendía desde el mar Caspio
hasta el río Indo y hacia Occidente llegaba al río Éufrates. Desde 240 a. C. hasta 225 d. C., los partos
(originarios del sudeste del mar Caspio) dominaron este territorio y levantaron un imperio militar.
Se trataba de una federación de pueblos con poco control central. Los partos eran más bien señores
militares que cobraban tributos y mantenían el orden y la seguridad. El siríaco era el idioma más
generalizado, si bien también se leía y hablaba griego. Había comunidades judías y otras religiones
más primitivas, pero el zoroastrismo era la religión más importante.
CUADRO 11 - ZOROASTRISMO
DEFINICIÓN: Religión de la Persia antigua, posiblemente relacionada con la religión védica (Vedas)
de la India.
DIVINIDAD: Ahura Mazda/Ohrmazd (“Señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de
Varuna, el dios del cielo de los Vedas. Demanda pureza ética y ritual, y juzga a las almas de los
seres humanos después de la muerte. Su símbolo es el fuego sagrado.
CIRCUNSTANCIA: A los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo.
MUERTE: Según la tradición, murió llevando a cabo un sacrificio de fuego, que era la ceremonia
central de la nueva fe.
CREENCIAS: Zoroastro enseñó que Ahura Mazda juzgará a cada alma individual después de la
muerte. Más tarde se desarrolló un complejo sistema doctrinal especulando acerca de la
naturaleza interior del universo.
El zoroastrismo es una religión de la antigua Persia, fundada por Zoroastro o Zaratustra (¿660–
583? a. C.), quien a los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo. Consiguió la conversión del rey de Irán Oriental, Vishtaspa, y sus seguidores
recibieron la protección de Darío el Grande. Según la tradición, Zoroastro murió llevando a cabo un
sacrificio de fuego, que era la ceremonia central de la nueva fe. Las ideas y prácticas del zoroastrismo
guardan cierta relación con la religión de las escrituras Vedas de la India. Su divinidad era Ahura
Mazda/Ohrmazd (“señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de Varuna, el dios del cielo de
los Vedas. El zoroastrismo demandaba pureza ética y ritual. Su símbolo era el fuego sagrado. Se
caracterizaba por su monoteísmo y rigor ético. Zoroastro enseñaba que Ahura Mazda (o Ormuz)
juzgaría a cada alma individual después de la muerte.
Más tarde, se desarrolló un complejo sistema doctrinal que especulaba sobre la naturaleza
interna del universo. Su teología era dualista, ya que Ahura Mazda, el creador supremo, se oponía
a Angra Manyú o Ahrimán, el dios malo. Esta confrontación se describe en los escritos sagrados o
Zend-Avesta, donde la victoria final le pertenece a Ormuz. Con el tiempo, el zoroastrismo recibió
influencias del politeísmo y ciertos atributos divinos empezaron a considerarse deidades separadas.
Entre las nuevas deidades estuvo Mitra, el dios del Sol invencible. Tanto el mitraísmo como el
maniqueísmo pueden haberse fundado sobre ideas extraídas del zoroastrismo.
El zoroastrismo fue la religión oficial en Persia durante gran parte del gobierno de la dinastía
Aqueménida y más tarde con los Sasánidas, a partir del siglo III. Con la llegada del critianismo, el
zoroastrismo tuvo que hacer frente a un serio competidor religioso, y con el surgimiento del Islam,
el zoroastrismo perdió su dominio sobre Persia, a partir del siglo VII.
No obstante, es probable que la dinastía reinante en Partia al momento de la llegada del
testimonio cristiano—los Arsácidas—hayan sido tolerantes hacia el cristianismo en los primeros
siglos del movimiento. Los casos de martirios parecen haber sido más el resultado de hostilidades
locales que una política del Estado. Esto permitió que el cristianismo se difundiera ampliamente por
la región, de modo que hacia el final del período parto (225 d. C.) había más de veinte sedes
episcopales en Mesopotamia y sobre la frontera con Persia.
No obstante, a pesar de la oposición, algunos altos oficiales del gobierno se convirtieron, como
Raqbakht (140), gobernante de Adiabene. Raqbakht ayudó a la fe cristiana a esparcirse, hasta que
los sacerdotes zoroastristas lo advirtieron y se complotaron para matarlo, pero él se salvó
milagrosamente. La Crónica de Arbela lo llama “hombre de Dios, el Constantino de su tiempo.”
Esta expansión temprana del cristianismo en Adiabene se dio mientras se iba cumpliendo
también una importante misión judía en la región. El rey de Adiabene, Izates y su madre se
convirtieron al judaísmo. Fue en este contexto que la misión judeo-cristiana prosperó. Es
interesante que los nombres de los obispos cristianos de Adiabene en el siglo II son todos judíos:
Sansón, Isaac, Abraham, Moisés, Abel. El obispo de Arbela, Noé, recibió visitantes de Jerusalén, y
fue de esta región que provino Taciano, a fines del segundo siglo. De modo que el cristianismo de
Adiabene fue fuertemente influido por las tendencias judeo-cristianas.
_ La oposición al cristianismo
La oposición del zoroastrismo se transformó en persecución del Imperio Parto en los años 160
y 179, con una gran matanza de cristianos. En 160, refiere la Crónica, “los sacerdotes zoroastristas
se levantaron contra los cristianos, despojándolos de sus bienes y torturándolos.” De la crisis de
179, dice: “Nuestros hermanos sufrieron mucho. Muchos que eran jóvenes y débiles en su fe,
retrocedieron, puesto que vieron sus casas saqueadas, sus hijos e hijas arrestados o secuestrados.
Y ellos mismos fueron golpeados.” Pero el desarrollo del cristianismo continuó a pesar de las
dificultades. Antes de terminar el período parto (224), según la Crónica de Arbela, había alrededor
de veinte episcopados en la región que bordeaba al Tigris. Estas sedes estaban dentro del Imperio
Parto, casi todas dentro de Mesopotamia, pero había una al sur del mar Caspio y otra en la margen
sur del golfo Pérsico. Para el año 225 la Iglesia se había extendido bastante lejos. El Libro de las leyes
de las tierras dice que había cristianos en Partia, Media y Bactria.
El personaje religioso más destacado en Persia durante este período fue Manes (216–277), el
fundador del maniqueísmo. Nació en el norte de Babilonia. Su familia parece haber estado
relacionada con los Arsácidas (partos). Su religión era típica del sincretismo que caracterizó al
período parto. Como resultado de una visión, su padre, Palek, se convirtió al ideal ascético y se unió
a una secta seudo-cristiana caracterizada por sus bautismos de purificación. Manes se asoció a este
grupo, pero en su juventud en Babilonia (Seleucia-Ctesifonte) también absorbió de otras religiones
(mazdeísmo, budismo, brahmanismo, judaísmo y cristianismo siríaco).
En 240, Manes recibió una revelación, según la cual tenía una misión que cumplir en
continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús. Su primera misión lo llevó a la India (Beluchistán),
donde convirtió al rey. De regreso pasó por la capital de los reyes Sasánidas, donde fue recibido por
Sapor I, quien lo autorizó a predicar su mensaje. Incluso, Manes acompañó a Sapor en una campaña
contra los romanos (242–244). Pero pronto enfrentó la oposición de los sacerdotes zoroastristas y
fue condenado a muerte bajo el reinado de Bihram I, el segundo sucesor de Sapor I.
CUADRO 12 - MANIQUEÍSMO
DEFINICIÓN: religión dualista de Oriente, fundada por Manes o Manetos (s. III). Combinaba
elementos del cristianismo, religiones babilónicas y mitraísmo.
CIRCUNSTANCIAS: Manes decía haber recibido una revelación, según la cual tenía una misión que
cumplir en continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús.
MUERTE: debido a la oposición de los sacerdotes zoroastristas (magos), fue condenado a muerte
en 277 bajo el rey Bihram I.
PRÁCTICAS: las iglesias maniqueas se dividían entre los que eran perfectos, los ascetas (miembros
verdaderos), y los que no eran perfectos, los oyentes o catecúmenos. Practicaban el encratismo
moral, que prohibía el matrimonio y el uso de ciertas comidas (carne, vino). El monasticismo
maniqueo se desarrolló de manera paralela al monasticismo cristiano.
DESARROLLO: se esparcieron ampliamente llegando hasta China y África del norte. Continuaron
hasta bien entrada la Edad Media.
Manes: “Sabiduría y acciones han sido siempre traídas de tiempo en tiempo a a humanidad
por los mensajeros de Dios. Así, en un tiempo han sido traídas a la India por el mensajero
llamado Buda, en otro tiempo a Persia por Zaratustra, y en otro al Oeste por Jesús. Por
consiguiente, esta revelación, esta profecía en este último tiempo, ha descendido a través
de mí, Manes, mensajero del Dios de la verdad a Babilonia.”
Para mediados del siglo III, en ocasión de la victoria de Sapor contra el emperador romano
Valeriano, cristianos de Siria fueron deportados a Elam, y ayudaron a esparcir el evangelio hacia el
Este, hasta el corazón mismo del Imperio Persa. Pero debido a las dificultades mencionadas, estas
comunidades cristianas siríacas estuvieron mayormente concentradas en torno a la sede episcopal
de Seleucia-Ctesifón (entre Babilonia y Bagdad), y demasiado inclinadas a seguir a las iglesias de
Occidente en materia doctrinal y espiritual.
Esto fue sólo el comienzo. Tres obispos sucesivos de Seleucia-Ctesifonte sufrieron martirio, y
como resultado la sede episcopal permaneció vacante por casi los cuarenta años que duró la
persecución (348–388). Sozómenos dice que los mártires conocidos llegaron a 16.000, pero que
hubo una multitud incontable cuyos nombres no se conocen. Es posible que esta persecución haya
sobrepasado los sufrimientos de la Iglesia en el Imperio Romano, durante el siglo anterior. La peor
persecución en el Imperio Romano fue la de Diocleciano, que no produjo más de 3.000 víctimas
fatales. Pero en Persia no hubo un Constantino que cambiara la situación.
Sozómenos: “Por mi parte, pienso que he dicho lo suficiente de él [el obispo Milles] y de los
demás mártires que sufrieron en Persia durante el reinado de Sapor; porque sería difícil
relatar en detalle cada circunstancia respecto a ellos, tales como sus nombres, su país, el
modo de completar su martirio, y los tipos de tortura a los cuales fueron sometidos; porque
son innumerables, dado que tales métodos son celosamente llevados a cabo por los persas,
incluso al extremo de la crueldad. Brevemente diré que el número de hombres y mujeres
cuyos nombres han sido registrados, y que fueron martirizados en este período, ha sido
computado en dieciséis mil; mientras que la multitud fuera de estos está más allá de todo
cálculo.”
La escuela en Nisibis tuvo una gran influencia entre los cristianos persas y contribuyó al triunfo
en la región de la cristología nestoriana, que finalmente fue aceptada por un sínodo general de las
iglesias del Imperio Persa, celebrado en Seleucia en 486. Estas iglesias tuvieron que padecer muchas
persecuciones a lo largo del siglo V (420, 422, 445–447), debido a la oposición del mazdeísmo. Sólo
gozaron de cierta tolerancia durante los cortos períodos en los que la evolución de la política
exterior obligó al rey persa a reconciliarse con el Imperio Romano Oriental. Pero cuando estas
relaciones se deterioraban, como en tiempos de Cosroes I y Justiniano (540–545), o de Cosroes II y
Heraclio (602 en adelante), el número de mártires se multiplicaba.
La Iglesia Persa o del Este sufrió también debido a los problemas internos, en razón de
problemas sucesorios en el liderazgo, cismas y anarquía. Afortunadamente, gozó de un período de
vigor bajo el liderazgo de un gran Catholikós reformador, Mar Aba (540–552), quien venció las
dificultades y logró restituir el orden y la disciplina. A pesar de los muchos obstáculos, el cristianismo
tuvo éxito no sólo en mantener su fortaleza sino en hacer progresos dentro de la sociedad sasánida,
al punto de lograr algunos convertidos en la clase gobernante, e incluso en la familia real y el
sacerdocio mazdeísta.
La labor misionera nestoriana avanzó significativamente en las montañas del Kurdistán, donde
todavía hoy se encuentran comunidades nestorianas (los cristianos asirios). Los nestorianos también
se extendieron en dirección a Asia Central y la India (la Iglesia Siríaca en la costa Malabar). No
obstante, con el correr del tiempo, la Iglesia Nestoriana se fue aislando del resto de la cristiandad y
se desarrolló a su propio ritmo. Tuvieron que enfrentar la competencia del proselitismo de los
monofisitas, desde Filomeno de Mabbug a Jacobo Baradeo en territorio persa, y que terminaron por
organizarse como una Iglesia separada con su propia red de obispos y monasterios. No obstante, le
cupo a esta Iglesia ser la protagonista de la primera expansión del cristianismo hacia el Lejano
Oriente, cruzando toda el Asia Central hasta llegar a China (635).
EL CRISTIANISMO EN ETIOPÍA
El relato nos dice que los dos hermanos aprovecharon su posición de poder e influencia para
esparcir la fe cristiana. Entre otras cosas, encontraron cristianos entre los mercaderes romanos que
visitaban el país y los ayudaron a construir lugares de adoración. Cuando el príncipe creció, Edesio
decidió regresar a su familia en Tiro, pero Frumencio fue a Alejandría y le informó al obispo Atanasio
“lo que el Señor había hecho, y le pidió que consagrara un obispo para los muchos cristianos
congregados y las iglesias construidas en esta tierra extranjera. Y Atanasio, después de una reflexión
cuidadosa, dijo, ‘¿Y quién más adecuado que tú mismo?’ ” Finalmente, Frumencio fue consagrado
obispo por Atanasio de Alejandría (296–372), alrededor del año 330. Aquí también el rey se convirtió
y el cristianismo encontró terreno propicio para su difusión. Como obispo, Frumencio estableció en
Etiopía un cristianismo sólidamente niceno. Más tarde, el emperador Constancio trató en vano de
imponer el arrianismo, tal como lo estaba haciendo con éxito en el Imperio Romano.
Es interesante notar que aquí también el cristianismo contribuyó al desarrollo de una cultura
nacional mediante la creación de una lengua escrita. En la primera mitad del siglo IV, la lengua
nacional, el geez, adoptó una forma de escritura derivada de un alfabeto del sur de Arabia. No
obstante, fue después de varias generaciones que se fueron produciendo obras de traducción y
edición, que hicieron que la Iglesia Etíope pudiera contar con su propia versión de las Escrituras
(segunda mitad del siglo V) y de la liturgia y literatura, como también ricas expresiones de arte
cristiano. El cristianismo en Etiopía alcanzó su período más glorioso durante los siglos V y VI, cuando
la civilización etíope echó raíces, se expandió y floreció con un marcado tinte cristiano.
_ El cristianismo en Arabia
El cristianismo llegó temprano a Arabia, introduciéndose desde el norte por la frontera con el
Imperio Persa y el Imperio Romano; y desde el sur por el golfo Pérsico y el mar Rojo. Arabia era un
país sin un gobierno central. Las tribus eran nómadas e independientes. El cristianismo se desarrolló
de igual manera, ya que no hubo un movimiento de escala nacional. Hacia el año 370 encontramos
los primeros registros de conversiones cerca de la frontera romana entre los nómadas del desierto.
Pero es evidente que ya había cristianos en Arabia desde algún tiempo antes. La reputación de
algunos monjes del desierto llevó a la conversión de una que otra tribu en territorio árabe. Los
sarracenos, por ejemplo, se convirtieron por los esfuerzos de la reina María y su obispo, el monje
Moisés, para quien se creó una sede en la península de Sinaí, en 374. No obstante, estas
conversiones eran pocas y no dan cuenta del surgimiento de verdaderas iglesias nacionales.
La difusión del cristianismo en territorio propiamente árabe fue todavía más esporádica. Es
posible que mercaderes cristianos de origen romano en sus visitas a puertos árabes sobre el mar
Rojo hayan logrado algunos convertidos. Hacia el 350, el emperador Constancio envió una embajada
a la corte del rey de los Himyaritas en lo que ahora es Yemén, para pedirle al rey que permitiera las
misiones cristianas. Pero parece que no hubo resultados muy positivos.
Conocemos el nombre de algunos obispos cristianos árabes o que sirvieron en territorio árabe.
En el Sínodo de Antioquía, en 364, en la lista de los obispos presentes, encontramos el nombre de
“Teotino, obispo de los árabes”. Otro obispo árabe fue Teófilo de la India, quien fue el obispo que
se presentó como embajador del emperador Constancio al rey del Yemén y lo instó a aceptar la fe
cristiana, alrededor de 356. Este Teófilo es un personaje curioso. Nació en alguna isla distante en el
mar Rojo o el océano Índico. A edad temprana había sido enviado como rehén a la corte de
Constancio, fue educado en el Imperio Romano, se convirtió al cristianismo, fue ordenado como
diácono por Eusebio de Nicomedia y más tarde como obispo por miembros de su partido. Abrazó la
forma más virulenta de arrianismo, y esta secta lo honró admirándolo como un gran obrador de
milagros. En ocasión de su misión al sur de Arabia, probablemente visitó la isla en la que había nacido
y otras regiones alrededor del océano Índico, donde encontró a cristianos que practicaban su
religión más o menos de manera estricta.
En Yemén, la comunidad judía se opuso firmemente a los intentos proselitistas de Teófilo, pero
éste prevaleció y el rey puso de manifiesto la sinceridad de su conversión al mandar construir tres
templos. Los cristianos del Yemen, no obstante, sufrieron más tarde (comienzos del siglo VI) una
severa persecución inspirada por los judíos. Muchos hombres, mujeres y niños padecieron martirio
en 523 bajo Masruq, rey de Yemén, hijo de una mujer judía y judío él mismo. La persecución duró
hasta el año 525, cuando el rey judío fue vencido por ejércitos cristianos provenientes de Etiopía,
que establecieron un protectorado etíope. No obstante, las vicisitudes de los cristianos continuaron,
hasta que finalmente el Yemén fue conquistado por los persas en 570.
Finalmente, gracias al protectorado etíope, el testimonio cristiano creció hasta que contó con
una importante minoría en la población, especialmente en la región de Najrán. Con el surgimiento
del Islam, el cristianismo monofisita del sur de Arabia virtualmente desapareció, o por lo menos
perdió fuerzas. Este tipo de cristianismo es el que probablemente se ve reflejado en el Corán, las
escrituras sagradas de los musulmanes.
_ El cristianismo en India
¿Cuándo llegó el cristianismo a la India? No hay documentación suficiente para dar una
respuesta definitiva, y los datos que se poseen son fragmentarios. Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa
Siria, que todavía sobrevive, es testimonio de la presencia del cristianismo desde tiempos remotos
en la India. El libro Los hechos de Tomás, escrito probablemente en Edesa alrededor del año 200,
cuenta que los doce apóstoles echaron suertes para decidir a qué país iría cada uno, y que a Tomás
le tocó la India. Viajó por mar y llegó a la corte de un rey llamado Gundaforo, a quien bautizó.
Finalmente, murió alanceado en otro lugar de la India, y enterrado en Mylapore, al sudoeste de
Madrás. La historia, si bien está llena de fantasía, puede tener elementos de verdad, y es muy
probable que el primer cristiano en llegar a la India haya sido el apóstol Tomás. Al menos, la Iglesia
Ortodoxa Siria lo considera su fundador. La tradición menciona también a Bartolomé en relación
con la evangelización de la India, si bien es probable que este apóstol haya ido a Arabia y fue desde
allí que el testimonio cristiano se extendió a la India.
Otro misionero a la India fue Panteno de Alejandría (c. 180). Según Eusebio, Panteno se hizo
cargo de una misión en la India, donde encontró un Evangelio de Mateo escrito en caracteres
hebreos (arameo). Eusebio describe a Panteno como filósofo y misionero. Nacido en Sicilia y
convertido del paganismo, Panteno finalmente se estableció en Alejandría, donde enseñó y llegó a
ser el líder de la escuela catequética en aquella ciudad de Egipto.
Hacia el año 547, un ex-mercader alejandrino que se hizo monje escribió un libro titulado La
topografía cristiana. Su propósito era demostrar que la tierra era plana y no esférica, como algunos
sostenían. Había viajado por todo el mundo (especialmente el océano Índico entre 520–525) y
estaba convencido de lo que creía. Si bien su propósito principal estaba errado, su obra es un
importante documento para la historia del cristianismo. Refiriéndose a Mateo 24:14, escribe: “El
evangelio ha sido predicado en todo el mundo. Declaro esto como un hecho, en base a lo que he
visto y oído en muchos lugares.” Luego menciona los lugares en los que se podía encontrar a
cristianos, a lo largo de las rutas comerciales de África y Asia: “En Ceylán (hoy Sri Lanka) hay una
iglesia, con clero, y una congregación de creyentes, pero no sé si más allá también hay.… Tal es el
caso también de la tierra llamada Male (Malabar o Kerala, en el sur de la India), donde crece la
pimienta, y de Kalliana (Kalyan, cerca de Mumbai), con un obispo elegido desde Persia.” Luego sigue
mencionando a Socotra, una isla en el mar de Arabia, donde “hay clero persa y una multitud de
cristianos;” toda la tierra de Persia, con “innumerables iglesias, grandes comunidades, y también
sus propios mártires; Etiopía y Axum; el Yemén y Arabia.” De esta manera, Cosmas Indicopleustes
en su descripción ofrece detalles sobre la situación del cristianismo en la India, pero presenta
también un interesante resumen del progreso del cristianismo en todo el Este, fuera del Imperio
Romano. Su testimonio es el más antiguo que se tiene de la presencia de cristianos en el
subcontinente de la India en sus días.
A pesar del desierto de Gobi y la Gran Muralla, algunas tribus invadieron China e India. En el año
200 terminaron con la dinastía Han de la China y dieron comienzo a 400 años de una suerte de edad
media china. En 480 cruzaron los Himalayas y destruyeron el Imperio Gupta, que desde el 320 había
formado una gran civilización en el norte y centro de la India. Otros grupos se dirigieron hacia el
oeste presionando sobre las tribus bárbaras del norte de Europa, que comenzaron a entrar al
Imperio Romano atraídas por su clima más cálido, mejores condiciones de vida y, sobre todo, la
seguridad que ofrecían sus fronteras.
Los godos estaban establecidos en las llanuras alrededor del mar Negro, entre el Danubio y el
Dnieper. En algún momento, durante el siglo III, el testimonio cristiano comenzó a esparcirse entre
ellos posiblemente desde Crimea. En el siglo IV, los hunos presionaron sobre las tribus al norte del
Danubio (en Rumania y Hungría), especialmente a los godos, y los forzaron a ingresar masivamente
al Imperio Romano. En 376, los godos pidieron permiso para ingresar al Imperio. Se instalaron en
los Balcanes, cerca de Constantinopla. En 378, hubo un levantamiento de los refugiados godos, que
terminó en la derrota del ejército imperial del emperador Valente, en la batalla de Andrinópolis. El
sucesor, Teodosio el Grande, logró someterlos y los hizo sus aliados a cambio de un tributo anual.
Los visigodos permanecieron algunos años custodiando las fronteras del Imperio, pero a la
muerte de Teodosio (395) se alzaron en armas y luego de asolar a Grecia y Macedonia, se dirigieron
hacia Italia. En el año 408, el emperador Honorio mandó asesinar a Estilicón, el responsable por la
defensa de Roma. Entonces el general visigodo Alarico (376–410), un general godo al servicio del
Imperio y que se hallaba en Iliria, reanudó sus ataques contra el Imperio. Finalmente, en 410, Alarico
puso sitio a Roma y la saqueó.
Para muchos cristianos, la caída de Roma significó el fin del mundo. Jerónimo (342–420), el
autor de la Versión Vulgata de la Biblia (versión latina), desde su lugar de retiro en un monasterio
en Belén, refiere los acontecimientos y su desarrollo con gran dramatismo. En una carta a Heliodoro,
escrita en 396, Jerónimo expresa su espanto frente a la situación en todo el mundo.
Jerónimo: “Durante veinte años y más, la sangre de los romanos ha sido derramada
diariamente entre Constantinopla y los Alpes Julianos.… ¡Cuántas matronas y vírgenes de
Dios, damas virtuosas y nobles, han sido sometidas para entretenimiento de estos brutos!
Obispos han sido tomados cautivos, sacerdotes y aquellos en las órdenes menores han sido
asesinados. Las iglesias han sido demolidas, los caballos han sido guardados junto a los
altares de Cristo, las reliquias de los mártires han sido desenterradas. El llanto y el temor
abundan por todas partes y la muerte aparece en innumerables formas y maneras. El mundo
romano está cayendo: no obstante, mantenemos en alto nuestras cabezas en lugar de
inclinarlas.… El Este, es verdad, parecía estar protegido de todos estos males.… Pero, he
aquí, en el año que acaba de pasar los lobos (ya no de Arabia sino de todo el norte) se han
soltado sobre nosotros desde lo más intrincado del Cáucaso y en corto tiempo han
derrotado a estas grandes provincias.… ¡Qué enorme cantidad de monasterios han
capturado! ¡Cuántos ríos han hecho correr rojos en sangre!… Son nuestros pecados los que
hacen fuertes a los bárbaros, son nuestros vicios los que vencen a los soldaros de Roma.…
¡Oh, si tan solo pudiésemos subirnos a una torre de vigía lo suficientemente alta que de ella
pudiésemos contemplar toda la tierra esparcida a nuestros pies, entonces les mostraría a
un mundo en ruinas.”
Poco más tarde, la situación se había agravado y Jerónimo, como si estuviese actuando de
reportero en el frente de guerra, informa detalladamente de la situación. En una carta escrita a
Ageruchia, una viuda noble de Galia, alrededor de 409, dice: “Sí, el Anticristo está cerca.… Ahora
hablaré unas pocas palabras de nuestras miserias presentes.… Tribus salvajes en números
incontables han invadido todas las partes de Galia. Todo el país entre los Alpes y los Pirineos, entre
el Rin y el Océano [Atlántico], ha quedado devastado por las hordas de [los bárbaros].… Y los que la
espada perdona por fuera, el hambre los devora por dentro. No puedo hablar sin lágrimas …”
Apenas un poco tiempo después, Jerónimo parece estar redactando los titulares de un diario,
cuando en una carta a Principia (412), comenta: “Un rumor terrible del Oeste. Roma ha sido sitiada
y sus ciudadanos se han visto forzados a comprar sus vidas con oro. Luego, así despojados, ellos han
sido sitiados nuevamente de modo que perdieron no solamente su sustento sino sus vidas. Mi voz
se pega en mi garganta; y, al dictar [esta carta], el llanto ahoga mi palabra. La ciudad que había
tomado a todo el mundo ahora estaba cautiva.”
La caída de Roma fue el presagio de la inminente caída del Imperio Romano occidental. Antes
de terminar el siglo V, los visigodos se iban a establecer en España, los vándalos cruzaron al norte
de África, los burgundios ocuparon la región de Francia a la que dieron su nombre, mientras que las
regiones al norte del Imperio fueron dominadas por los francos y los anglo-sajones, tribus éstas que
todavía no habían tenido contacto con el cristianismo. La Edad Oscura se estaba cerniendo sobre
Occidente y muchos se habrán sentido tan apesadumbrados como Jerónimo.
La caída de Roma fue una tragedia, que despertó varios interrogantes: (1) ¿qué hizo la Iglesia
en el Imperio Romano respecto a los bárbaros que estaban por destruir ese Imperio? (2) ¿qué hizo
la Iglesia del Este respecto de los más salvajes de todos los pueblos bárbaros, los hunos? (3) ¿qué
enseñó la Iglesia acerca de la caída de Roma y sobre cualquier crisis similar que pudiera ser
considerada como “el fin del mundo”?
Antes del año 400, el cristianismo había alcanzado a los pueblos germanos que vivían al norte
del río Danubio, gracias a la predicación y el ministerio de Ulfilas. Este singular misionero, hijo de
una mujer goda, pero con educación griega y latina, conocía muy bien las costumbres de los pueblos
bárbaros. Había llegado a cumplir funciones eclesiásticas como lector y estaba bien comprometido
con el ministerio, cuando una embajada enviada al Imperio Romano le dio la oportunidad de hacer
contacto con las autoridades de la Iglesia en el Este. La embajada llegó siendo emperador Constancio
(341), cuando la reacción anti-nicena triunfaba en el Este. Ulfilas, entonces, fue ordenado obispo
por Eusebio de Nicomedia y como era de esperar adoptó una teología arriana.
El obispo de Constantinopla lo designó como misionero a los godos, donde llevó a cabo una
labor misionera extraordinaria. Ulfilas era un hombre práctico. Lejos de enredarse en las
especulaciones teológicas y filosóficas de la época, se adhirió a la doctrina arriana porque resultaba
más fácil de comprender y comunicar, especialmente a los paganos. A Ulfilas no le interesaba tanto
la especulación teológica de sus días, como expresar en la forma más simple posible un credo que
fuera fácilmente aceptado. Por eso, en su prédica enseñaba que Cristo no era Dios sino un ser
inferior, es decir, su cristianismo era arriano.
Ulfilas fue más hábil como predicador que como pensador; fue un pésimo teólogo, pero un
misionero extraordinario. Su obra más importante fue la traducción de la Biblia al idioma gótico.
Para aquel entonces, la Biblia ya estaba traducida al siríaco, el copto (es decir, “egipcio”) y el latín.
El problema era que los godos no tenían escritura, salvo por algunos pocos caracteres rúnicos que
eran utilizados más en la magia que en la comunicación. Ulfilas entonces inventó un alfabeto gótico
usando letras griegas para representar los sonidos góticos. Así, la Biblia Gótica llegó a ser el primer
libro en la familia de idiomas germanos, a los que pertenecen idiomas modernos tan importantes
como el inglés y el alemán. Ulfilas conocía griego y sabía lo que tenía que hacer; pero también
conocía a los godos y sabía lo que no tenía que hacer. Por eso adaptó su versión de la Biblia a la
cultura y cosmovisión gótica.
Filostorgio: “Ulfilas tuvo un muy gran cuidado de los godos de muchas maneras. Por
ejemplo, redujo su lengua por escrito y tradujo todos los libros de la Biblia en su habla
cotidiana, excepto los libros de Reyes. Los dejó fuera porque son meramente el relato de
hazañas militares, y las tribus góticas eran particularmente afectas a la guerra. Ellas tenían
más necesidad de controles sobre sus naturalezas guerreras que de estímulos que los
urgiera a acciones de guerra.”
Ulfilas terminó su carrera en la anterior provincia romana de Mesia, al sur del Danubio. Se retiró
allí para escapar a una de las persecuciones dirigidas a interrumpir el avance del testimonio cristiano
entre los godos, o bien para acompañar la instalación de un grupo de godos en territorio romano.
Las iglesias fundadas por Ulfilas continuaron siendo arrianas en su teología. Varios sucesores de
Ulfilas sirvieron como obispos arrianos y escribieron obras y participaron en disputas teológicas
importantes. El arrianismo se transformó, de este modo, casi en la religión nacional de los pueblos
germanos.
Por supuesto, no todos los godos que se llamaban cristianos eran convertidos auténticos.
Muchos de los que entraban al Imperio aceptaban el bautismo, así como aceptaban las costumbres
romanas. Otros se hacían pasar por cristianos para poder entrar al Imperio, especialmente durante
el siglo IV. De todos modos, la Iglesia latina se vio beneficiada ya que recibió el ingreso masivo de
nuevos miembros, admiradores asombrados de las ceremonias cristianas y de la belleza de sus
templos. Los bárbaros analfabetos aceptaban todo sin demasiadas preguntas, y si bien tenían la
hegemonía política y militar, fueron sometidos al romanismo. En definitiva, la victoria cultural de
Roma sobre estas tribus fue un paso decisivo para el avance de las pretensiones de su obispo sobre
las de sus competidores del este.
El documento que testimonia de la presencia del cristianismo entre los hunos es la Crónica de
Sa’art. Este documento fue escrito entre los años 800–1300, pero está basado en registros
anteriores. Cuenta de una revuelta en Persia antes del año 500, que sacó al emperador persa Qbad
de su trono y país. Qbad huyó hacia el nordeste, a una región que se conoce como Bactria, sobre el
río Oxus, ocupada en aquel tiempo por los hunos blancos (turcos). El rey huno lo ayudó a recuperar
su trono, y al regresar a Persia, Qbad se mostró favorable a los cristianos, porque los cristianos entre
los hunos lo habían ayudado. Algunos persas miembros de su corte y que lo acompañaron a Bactria
se quedaron allí, se casaron y formaron sus familias entre los hunos. Años más tarde, algunos
regresaron a Persia y trajeron noticias de la presencia de cristianos entre los hunos. El redactor de
la Crónica de Sa’art copia los nombres de estos testigos y fecha su testimonio en el año 555. Los
episodios que describe pueden haber ocurrido entre 525–550.
Crónica de Sa’art: “Los hunos han aprendido a escribir su propia lengua. Así es como
ocurrió: Luchando contra los romanos, los hunos habían tomado prisioneros. Treinta y
cuatro años más tarde, un ángel apareció a Qaradushat, obispo de Arán, en Armenia
Oriental, diciendo: ‘En respuesta a las oraciones de los cautivos, Dios me ha dicho que te
pida que vayas, bautices a sus niños, les proveas de sacerdotes, les des los sacramentos, y
he aquí, yo estoy contigo y encontrarás todo lo que necesites.’
Siete de ellos partieron atravesando territorio salvaje, no haciendo rodeos por los pasos,
sino derecho, cruzando las montañas, y cada noche eran provistos de siete panes y de una
botella de agua. Predicaron a los cautivos, convirtieron a algunos de los hunos, y tradujeron
las Escrituras a su idioma.
Después de catorce años, Qaradushat murió. Su nombre significa ‘llamado por Dios.’
Otro obispo armenio, Makarios, fue llamado a ir, y fue de buen grado con algunos de sus
sacerdotes. Construyeron una iglesia de ladrillos, plantaron los campos, sembraron
vegetales, realizaron señales, y bautizaron a muchos. Los caudillos de los hunos los
honraron, invitándolos como maestros, cada uno a su propia tribu, y he aquí, están allí hasta
hoy.… Éste es el tiempo del cual habló el apóstol, cuando ‘ha entrado la plenitud de los
gentiles’ (Ro. 11:25).”
El documento describe lo que hoy podríamos denominar como misión rural. No se dice mucho
sobre la escritura y traducción de la Biblia, como en el caso de Ulfilas. Sin embargo, es muy probable
que la situación entre los hunos haya sido similar a la de los godos. El problema de la falta de un
abecedario o una forma escrita de la lengua era el mismo y debe haberse solucionado de la misma
manera. En este caso, se usaron letras siríacas para los sonidos hunos, y se creó un nuevo lenguaje
escrito, del que derivan lenguas como el mongol y el manchú.
Básicamente, Volusiano levanta dos preguntas. Por un lado, la pregunta pacifista, es decir, ¿está
bien que un cristiano ponga la otra mejilla, cuando es responsable de la seguridad de toda una
provincia, como era el caso de él? Por otro lado, la pregunta de la providencia, es decir, ¿por qué
Dios permite que ocurran estas cosas?
Desde su sede episcopal en Hipona, al norte de África, Agustín procuró responder a éste y a
otros interrogantes especialmente a través de su libro La ciudad de Dios (escrito entre 413 y 426),
que es la primera filosofía cristiana de la historia y la obra maestra de Agustín. Este libro es la defensa
más grande del cristianismo que jamás se haya escrito. Agustín salió al paso de la objeción de que
si bien el Imperio Romano había adoptado la religión cristiana, el cristianismo no había podido salvar
al Imperio de los bárbaros. Agustín escribió sabiendo que se encontraba en el fin de una edad, pero
miraba el futuro con esperanza.
La enseñanza de Agustín. Respecto de la crisis del año 410, Agustín admite que la religión
cristiana no salvó a Roma, pero afirma que sí salvó a muchos que estaban en peligro y necesidad.
Los horrores de la guerra no eran nuevos, pero muchos bárbaros eran arrianos y cuidaron de las
mujeres y los niños que se refugiaron en los templos cristianos.
Agustín de Hipona: “Todo el saqueo, pues, al que Roma se vio expuesta en la calamidad
reciente—toda la matanza, despojo, incendio y miseria—fue el resultado de la costumbre
de la guerra. Pero lo que fue novedoso, fue que los bárbaros salvajes se mostraron de
manera tan amable, que las iglesias más grandes fueron escogidas y apartadas con el
propósito de ser llenadas de gente a quienes se les dio refugio, y que en ellas nadie fue
asesinado, nadie fue acuchillado por la fuerza; que muchos fueron conducidos a ellas por
sus concesivos enemigos para ser puestos en libertad, y que de ellas nadie fue puesto en
esclavitud por enemigos inmisericordes. Quien no ve que esto debe ser atribuido al nombre
de Cristo, y al carácter cristiano, está ciego; quien lo ve y no lo alaba, es un desagradecido;
y quien impide a otros a alabarlo, está loco.”
En cuanto al problema del sufrimiento humano, señala Agustín que la religión cristiana no
pretende que el cristiano pueda evitar el sufrimiento. “Por lo tanto, si bien personas buenas y malas
sufren por igual, no debemos suponer que no haya diferencia entre las personas mismas, porque
no hay diferencia en lo que ellos sufren. Porque incluso en la semejanza de los sufrimientos, se da
una desemejanza en los que sufren; y si bien están expuestos a la misma angustia, virtud y vicio no
son la misma cosa.… Y así ocurre que en la misma aflicción los malvados detestan a Dios y blasfeman,
mientras que los buenos oran y alaban. De modo que la diferencia no está en cuáles son los males
que se sufren, sino en qué tipo de persona los sufre.”
Agustín de Hipona: “Y Dios no era ignorante de que el ser humano pecaría, y que, estando
ahora sujeto a la muerte, se propagaría en otros hombres condenados a muerte, y que estos
mortales correrían a tales enormidades en su pecado, que incluso las bestias carentes de
voluntad racional, y que fueron creadas de manera numerosa de las aguas y de la tierra,
vivirían más segura y pacíficamente con los de su propia especie que con el hombre, quien
se había propagado de un individuo con el propósito cierto de promover la concordia.
Porque ni siguiera los leones o los dragones han luchado entre sí guerras tales como las que
los hombres han luchado unos con otros. Pero Dios también previó que por su gracia un
pueblo sería llamado a la adopción, y que ellos, siendo justificados por la remisión de sus
pecados, serían unidos por el Espíritu Santo a los santos ángeles en paz eterna, siendo
destruido el último enemigo, la muerte.”
Finalmente, Agustín desarrolla el tema de las dos ciudades, que es el que le da el título a su libro.
En el corazón del mismo está el contraste entre la “ciudad terrenal,” que no será eterna, y la “Ciudad
Celestial” en la que está expresado el sentido de la historia. La idea central de Agustín es que toda
la historia humana es una lucha entre dos reinos, el de Dios y el del mundo, entre la civitas Dei y la
civitas terrena. Para él, la Iglesia es la colonia sobre la tierra de la Jerusalén celestial, establecida
para el testimonio acerca de Dios cualesquiera sean las circunstancias que se den en las naciones
del mundo. La Iglesia, peregrina a través de la historia, es la que da sentido a la historia y el fin de
este peregrinaje está más allá de la historia, en la Iglesia Triunfante.
_ El testimonio en Bretaña
Uno de los primeros nombres asociados con el cristianismo en Bretaña es el de Albano, el primer
mártir cristiano en Inglaterra. Albano era un romano de Verulamium (la moderna St. Albans), de
quien se cuenta que amparó a un sacerdote cristiano durante la persecución bajo Diocleciano, en
304, a pesar de que todavía él no era cristiano. Cuando fue arrestado, confesó su fe cristiana
valientemente y después de ser torturado, fue ejecutado. Si bien hay ciertas dudas en cuanto a los
detalles de esta historia, hay dos cosas que parecen ser seguras. Primero, que el cristianismo para
este tiempo ya estaba firmemente establecido en Bretaña. Había obispos en Londres, York y Lincoln,
que concurrieron al Sínodo de Arlés pocos años más tarde, en 314. Segundo, el santuario de Albano,
cerca de Londres, se transformó en un lugar de peregrinación (hasta el día de hoy), y llegó a ser tan
famoso, que su nombre eclipsó el nombre romano que anteriormente tenía el lugar.
_ El testimonio en Escocia
En Escocia, el nombre que surge al investigar sobre los orígenes del cristianismo en esta región
(Galloway) es el de Niniano (c. 360–432), un bretón hijo de un caudillo cristiano. Siendo joven fue a
Roma a estudiar, y de allí al monasterio de San Martín de Tours, en Francia. Niniano regresó a
Escocia hacia el año 400, y durante algún tiempo vivió en una cueva. Cerca de allí construyó una
iglesia dedicada a Martín de Tours y un monasterio que seguía sus métodos misioneros. Los monjes
de este monasterio salieron a muchos lugares del país, evangelizando a los bretones en el sur, a los
pictos en el norte, a los escoceses en la costa occidental y en Irlanda del Norte.
_ El testimonio en Irlanda
El apóstol de Irlanda es Patricio (c. 389–c. 461), si bien el cristianismo ya había sido predicado
en la isla para cuando él llegó. Era un bretón, hijo de un diácono que vivía en la costa occidental de
Bretaña. Cuando tenía dieciséis años fue capturado por piratas irlandeses. Después de seis años
como esclavo en tierra pagana, logró escapar y regresar a su hogar. Pero no tenía paz, pues soñaba
con los irlandeses, en quienes su fe cristiana había comenzado a influir. Así, aceptó esto como un
llamado de Dios, y después de una larga preparación regresó a Irlanda, a la tierra de sus captores,
como misionero. Desembarcó en Ulster y viajó por todo el país desafiando valientemente al
paganismo, ganando a los caudillos y a sus seguidores. Su muerte ocurrió en el 461.
Algunos registros del siglo III en cuanto al movimiento cristiano en España presentan un
cristianismo poco ortodoxo y maduro. Se menciona a un obispo que apostató de la fe durante la
persecución de Decio (250), pero que luego de pasar el peligro retornó a su oficio. Otros obispos
dejaron sus responsabilidades para involucrarse en el comercio. Algunas cartas de Cipriano de
Cartago (195–258) expresan que en España hubo una suerte de apostasía masiva, encabezada por
los obispos. Muchos cristianos acudían a los magistrados romanos para retractarse de su fe. Hubo
un derrumbe general de la moral, y no fueron pocos los creyentes que se sometieron a los sacrificios
oficiales, mientras continuaban profesando su fe cristiana. Incluso hubo quienes se desempeñaron
como sacerdotes cívicos. Los registros del concilio de Elvira, llevado a cabo alrededor del 309 revelan
que la Iglesia tuvo problemas con la idolatría, el homicidio y el adulterio e intentó corregir estos
errores. Este mismo concilio muestra que el movimiento cristiano se había extendido tan al norte
como Asturias y tan al este como Zaragoza, aunque su fuerza mayor parece haber estado en lo que
hoy es Andalucía.
Debe tenerse presente que, más tarde (379), el emperador Teodosio, que declaró al cristianismo
religión oficial del Imperio Romano, era natural de España, donde probablemente acogió su fe
cristiana. Teodosio fue el primer emperador romano de una fe cristiana ortodoxa. De todos modos,
el paganismo no desapareció rápidamente de España. En la última década del siglo IV los ritos
paganos todavía resultaban atractivos para muchos cristianos que habían renunciado a ellos. Incluso
un siglo más tarde, según las actas del concilio de Toledo, la idolatría seguía consiguiendo adeptos.
Si bien muchas de estas prácticas paganas pueden haber sido importadas por las tribus germanas
que invadieron la Península en el siglo V (vándalos, visigodos, suevos), es probable que hayan sido
supervivencias de tiempos anteriores a la llegada de los romanos o de los días del Imperio. No
obstante, con los visigodos, muchos de los cuales sostenían una fe arriana, el cristianismo logró un
establecimiento definitivo en la Península Ibérica con posterioridad al siglo V.
Prisciliano fue juzgado en Burdeos de acuerdo con la ley imperial que se aplicaba a la brujería,
y se lo obligó a comparecer ante el tribunal imperial de Tréveris. Sometidos a tortura, él y sus
compañeros (algunos de ellos eran obispos, como Instancio), confesaron las acusaciones que se les
hacían, especialmente de inmoralidad sexual. Pese a las protestas de Martín de Tours (m. 397), un
importante obispo galo, y de Ambrosio de Milán (340–397), los condenados fueron ejecutados por
decapitación, “convirtiéndose en el primer caso que conocemos de la masacre de ‘herejes’ y de la
caza de brujas bajo los auspicios cristianos.” El cuerpo de Prisciliano y de los otros seis ejecutados
fue trasladado a España, y se les dio sepultura como si fuesen mártires. El priscilianismo fue
condenado por el Concilio de Toledo (400).
Irvin y Sunquist: “El caso de Prisciliano refleja algunas de las ansiedades de su época, incluso
las cuestiones concernientes a nuevo papel público de la Iglesia y sus obispos, el ejercicio
del poder en el Imperio Romano, y las relaciones entre mujeres y hombres en la Iglesia.
Prisciliano se rehusó a reconocer tales distinciones agudamente definidas entre los géneros,
al menos entre aquellos que se habían comprometido con una vida ascética en Cristo. El uso
de la pena capital para controlar la enseñanza de la Iglesia fue también un paso mayor hacia
abajo en el largo camino de los juicios por herejía y el uso de la violencia en el nombre de la
fe cristiana ortodoxa. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con esta dirección. Martín
de Tours, por su lado, vio las ejecuciones como una profunda distorsión de la fe cristiana.”
_ Un fanatismo riguroso
Hubo otras reacciones de indignación contra estos abusos, pero la persecución religiosa en
España continuó. Pablo Orosio (385–450), historiador y presbítero, llegó a destacarse como un
cazador español de herejes. En 414, en razón de la invasión de la Península por los vándalos, se
trasladó al norte de África, donde se colocó bajo la supervisión de Agustín de Hipona, quien le pidió
escribir una historia del mundo destinada a mostrar que la historia pre-cristiana fue peor que los
sufrimientos ocurridos en el Imperio bajo gobernadores cristianos. Los ataques bárbaros, según él,
eran expresión del justo juicio de Dios sobre los paganos que todavía no se habían convertido a la
fe cristiana.
Otro obispo español de renombre fue Dámaso (304–384), quien llegó a ser obispo de Roma
desde 366, después de haber derrotado con violencia a su oponente Ursino. De él, comenta
Johnson:
Paul Johnson: “Su meta parece haber sido bastante clara: presentar al cristianismo como la
verdadera y antigua religión del Imperio y a Roma como su ciudadela. Dámaso instituyó una
gran ceremonia anual en honor a Pedro y Pablo para destacar la idea de que el cristianismo
ya era muy antiguo y había mantenido su asociación con Roma y los triunfos del Imperio
durante más de tres siglos. Según lo que él alegaba, los dos santos no sólo habían asegurado
la primacía de Roma sobre Oriente, porque ella era su ciudad adoptiva, sino que también
habían demostrado que eran protectores de la ciudad más poderosos que los antiguos
dioses. El cristianismo era ahora una religión que tenía un pasado glorioso y un futuro
ilimitado. Dámaso vivía bien y agasajaba suntuosamente a sus visitantes. En 378 celebró un
sínodo ‘en la sublime y sagrada Sede Apostólica’—fue la primera vez que se usó la frase—
que exigió la intervención oficial para asegurar que los obispos occidentales se sometieran
a Roma. El Estado también dictaminó que el obispo de Roma no estaría obligado a
comparecer ante el tribunal: ‘Nuestro hermano Dámaso no debe ser puesto en una posición
inferior a la de aquellos con quienes tiene oficialmente una situación de igualdad, pero a
quienes supera por la prerrogativa de la Sede Apostólica.’ Según parece, Dámaso fue un
hombre desprovisto por completo de espiritualidad.”
_ Un extenso peregrinaje
Afortunadamente, no todos los testigos españoles fueron de un carácter cristiano tan dudoso
como el de Dámaso. Hacia fines del siglo IV (384), una mujer aristocrática de nombre Egeria,
probablemente una monja del noroeste de España, salió en peregrinaje hacia el Sinaí, Egipto,
Palestina y Mesopotamia. Es interesante que, en un tiempo en que casi no había mapas, ella utilizó
la Biblia para su orientación y la ayuda de ascetas locales que fue encontrando a lo largo del camino.
Su diario de viaje, escrito en un latín coloquial exquisito, es no sólo un testimonio extraordinario de
un periplo lleno de aventuras por parte de una mujer, sino una fuente de información extraordinaria
en cuanto a la liturgia, la arquitectura y la vida monástica de casi todo el mundo cristiano. El relato
testifica también de la noción, ya establecida para aquel tiempo, de una Tierra Santa cristiana y de
la importancia que la peregrinación a los sitios sagrados comenzó a tener. Además, Egeria, con el
relato de su viaje piadoso, ofrece una síntesis notable de la mayor parte de los lugares que hemos
mencionado en esta unidad, desde España hasta Mesopotamia.
En esta unidad hemos realizado un extenso viaje misionero. Comenzamos con los primeros
territorios visitados por el movimiento cristiano palestino, iniciando nuestro viaje en Antioquía de
Siria, para movernos a la primera ciudad-estado en convertirse al cristianismo, Edesa. De allí nos
movimos a la primera nación cristiana, Armenia. Pasamos por Partia, Persia, Etiopía, Arabia e India.
Desde el punto más extremo de la expansión oriental del testimonio cristiano, nos movimos al punto
más extremo de la expansión occidental, y así, pasando por el norte de Europa, llegamos finalmente
a las Islas Británicas y a la Península Ibérica.
En este viaje hemos podido constatar la manera dinámica en que el incipiente movimiento
cristiano encontró oportunidades para su expansión, la fundación de iglesias, la contextualización y
el testimonio. De igual modo, hemos podido evaluar hasta qué punto la oposición y persecución,
como también el impacto de la cultura local y sus manifestaciones, afectaron la configuración del
pensamiento y la acción cristianos. Todo esto resultó no sólo en un movimiento de aspiraciones
universales, sino verdaderamente mundial. Su dilatado alcance geográfico es parangonado con su
riquísima diversidad. Nuestra mayor cercanía con la cristiandad latina o mediterránea no debe
limitar nuestra visión del movimiento cristiano como auténticamente ecuménico y múltiple. Sin
embargo, de todos los variados factores que lo configuraron, ninguno parece ser más llamativo que
el cristianismo de los primeros siglos fue un movimiento típicamente urbano. Las iglesias que se
plantaron, tanto dentro como fuera del Imperio Romano, fueron comunidades urbanas, con todas
las características propias de tal condición socio-cultural. Para el año 500, la mayoría de las grandes
urbes del mundo conocido de entonces, habían sido alcanzadas con el testimonio del evangelio de
Jesucristo.
TRABAJOS PRÁCTICOS
Lee y responde:
“Pomponia Graecina, una mujer de alto rango (la esposa de Aulus Plautius, a quien, como he
mencionado, se le ofreció una ovación por su campaña en Bretaña), fue acusada de una superstición
foránea, y fue pasada a su esposo para que la juzgara. Él siguió el procedimiento antiguo de escuchar
su caso, que tenía que ver con la situación legal de su esposa y su honor, en presencia de miembros
de la familia, y la declaró inocente. La larga vida de Pomponia se tornó en una tristeza
inquebrantable, porque después de la muerte de Julia, la hija de Drusus, vivió cuarenta años con
ropas de luto con sólo dolor en su corazón. Esto hizo que pudiera escapar al castigo durante el reino
de Claudio, y de allí en más contribuyó a su gloria.”
Tácito (c. 60–c. 120) en Los anales (13:32), sobre el juicio de Pomponia Graecina (57).
- Explica con tus palabras cuál puede haber sido la “superstición foránea” de la que era acusada
Pomponia Graecina.
TAREA 2: La persecución en Viena y Lión en Galia (177).
“La grandeza de la tribulación en esta región, y la furia de los paganos contra los santos, y los
sufrimientos de los benditos testigos, no podemos narrarlos con precisión, ni siquiera pueden ellos
ser realmente registrados. Porque con todo su poder el adversario cayó sobre nosotros, dándonos
un anticipo de su actividad desenfrenada en su futura venida. Se esforzó en toda manera en
entrenar y ejercitar a sus siervos contra los siervos de Dios, no sólo expulsándonos de casas y baños
y mercados, sino prohibiendo a cualquiera de nosotros ser visto en cualquier lugar que sea.… Pero
aquellos que eran dignos fueron apresados día por día, completando su número, de modo que todas
las personas celosas, y aquellos a través de quienes especialmente nuestros asuntos se habían
establecido, fueron reunidas de las dos iglesias. Y algunos de nuestros siervos paganos también
fueron apresados, ya que el gobernador había ordenado que todos nosotros debíamos ser
examinados públicamente. Éstos, siendo engañados por Satanás, y temiendo para ellos las torturas
que habían visto a los santos soportar, y siendo también urgidos por los soldados, nos acusaron
falsamente … de acciones de las que no sólo no nos está permitido hablar o pensar, sino que no
podemos creer que hayan sido hechas jamás por los hombres. Cuando se informaron estas
acusaciones, todo el pueblo rugió como bestias salvajes en contra nuestra, de modo que incluso si
alguien antes había sido moderado en base a amistad, ahora estaban sumamente furiosos y
rechinaban sus dientes contra nosotros. Entonces finalmente los santos testigos soportaron
sufrimientos más allá de toda descripción.”
- Según el relato de los sobrevivientes de las persecuciones contra las congregaciones de Viena y
Lión ¿qué lugar jugó Satanás en tratar de silenciar el testimonio cristiano en aquella región de Galia?
- A la luz de este testimonio histórico, ¿cuál es el arma preferida del diablo para silenciar a la Iglesia?
Los autores de historia del cristianismo no coinciden en sus opiniones acerca de si Constantino era
auténticamente cristiano o no.
DISCUSIÓN GRUPAL
1. Leer Latourette, Historia del cristianismo, 1:31–37, y discutir las diferentes interpretaciones que
se han hecho sobre la ubicación del cristianismo en la historia. Discutir los dos últimos párrafos de
la p. 37, extrayendo conclusiones para compartir en un plenario de la clase.
2. Responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué razones el idioma griego fue útil para la
comunicación del evangelio cristiano? ¿Qué idioma moderno es el más útil para comunicar el
evangelio hoy en todo el mundo? Dar razones. ¿Es el castellano un idioma adecuado para la
comunicación del evangelio?
LECTURAS RECOMENDADAS
Latourette, Historia del cristianismo, 1:1 1–60; 101–116; 118–133; 146–150; 155–164;
245–273.
UNIDAD 2
Hacia el año 350, la expansión del cristianismo resultaba notable. Primero, el cristianismo era
todavía una religión predominantemente “oriental,” ya que su fuerza más grande en este tiempo
estaba en Armenia (fuera del Imperio Romano), en Asia Menor, y en el extremo oriental de Europa
en la nueva capital del Imperio: Constantinopla. Generalmente, se concibe al cristianismo como una
religión europea y casi exclusivamente occidental. La historia no apoya este concepto. Por supuesto,
el cristianismo era muy fuerte en el mundo mediterráneo y allí habría de avanzar a pasos
agigantados, especialmente a partir del momento en que comenzó a contar con el favor imperial.
Pero no debemos pasar por alto el hecho del floreciente desarrollo del cristianismo en la frontera
oriental del Imperio y más allá de ella.
Segundo, en África, además de los puntos fuertes del litoral norteño, en Numidia, Cirenaica y el
delta y valle del río Nilo, el cristianismo iba penetrando paulatinamente por las riberas del mar Rojo
hasta entrar y conquistar Abisinia en este período. El desarrollo del cristianismo en el norte de África
fue muy significativo, ya que de allí salieron algunos de los teólogos cristianos más destacados de
este período (Tertuliano de Cartago, Cipriano de Cartago, Agustín de Hipona).
_ La conversión de Edesa
El libro de los Hechos nos dice que el día de Pentecostés la predicación de Pedro y los demás
apóstoles fue oída por “partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia” (Hch. 2:9), es decir,
habitantes de la región al este de Palestina. La ruta que llevaba a estos territorios pasaba por la
ciudad siria de Antioquía. Esta ciudad fue, desde muy temprano (Hch. 11:19–21) un centro muy
importante de cristianismo helenista. De hecho, fue allí que “a los discípulos se les llamó ‘cristianos’
por primera vez” (Hch. 11:26). Por ser una metrópolis comercial con una ubicación tan estratégica,
no es extraño que desde allí el movimiento cristiano se haya expandido en varias direcciones. Desde
Antioquía, donde comenzó Pablo su misión hacia Occidente, comenzó también la expansión hacia
Oriente. Desde fines del siglo I, cristianos de lengua aramea de Palestina predicaron a las
comunidades judías de una región denominada Osroene. Esta corriente misionera se conoce como
la misión palestinense. Fue el judío Tobías quien recibió a Addai, el primer misionero judeo-cristiano
en esa región.
La primera ciudad en ser alcanzada fue Edesa (200 kilómetros al este de Antioquía), capital de
un pequeño reino independiente (Osroene), estratégicamente ubicada sobre las rutas principales
de comunicación entre Oriente y Occidente. Aquí había también una importante comunidad judía,
que proveía de una buena base para el inicio del testimonio cristiano. Fue esta ciudad la primera en
ver a su rey convertido y al cristianismo constituido en religión oficial, cerca del año 200. De este
modo, Edesa se transformó en el centro más importante para la difusión del movimiento cristiano
de habla siríaca, lengua muy cercana al arameo.
El testimonio de Eusebio, quien visitó la ciudad en 320, agrega una información curiosa. Dice
Eusebio que en Edesa encontró un documento conocido como Crónica de Addai, que según él
contenía la correspondencia mantenida entre el rey de la ciudad, Abgar, con nadie menos que Jesús.
Según estos documentos, el rey invitó a Jesús a ir a Edesa, para que lo curara de una enfermedad
que padecía. Jesús le respondió que no podía ir, pero que enviaría a uno de sus discípulos.
Eusebio dice que después de la ascensión de Jesús, el apóstol Tomás “envió a Tadeo (Addai en
siríaco), uno de los setenta,” a Edesa. Tadeo curó a Abgar y a “muchos otros en la ciudad, hizo obras
maravillosas y predicó la palabra de Dios.” La pregunta que surge es si lo que relata Eusebio es
históricamente verificable y cierto. Eusebio así lo creía, pero quizás estaba equivocado. La
arqueología ha encontrado una moneda con la esfinge del rey Abgar de Edesa, con una cruz en su
corona. Pero no es el Abgar de tiempos de Jesús, sino Abgar VIII ó IX (179–216), y la moneda fue
acuñada entre 180–192. Como ocurría con frecuencia en la antigüedad, los compiladores de la
historia tomaron un hecho real y lo remontaron a los días de Jesús para darle lustre.
Es muy probable que el primer rey cristiano de Edesa haya sido Abgar IX. Su nombre aparece en
la Crónica de Edesa, pero allí no dice que haya sido cristiano. Julio Africano, quien vivió en la corte
de Abgar antes del 216, dice que este rey era un “hombre consagrado” (¿cristiano?). El Libro de las
leyes de las tierras, escrito antes del 250 por un discípulo de Bardaisanes, dice explícitamente que
el rey Abgar se hizo cristiano.
De todos modos, parece razonable pensar que para fines del primer siglo algunos cristianos
arameos ya habían llegado de Palestina a Osroene y que predicaron a las comunidades judías en la
región. Una indicación de esto es el hecho de que fue un judío, Tobías, quien recibió a Addai. Otro
elemento a tomar en cuenta es que los cristianos de Osroene celebraban la Pascua como lo hacían
los cristianos palestinenses y no como los de Asia.
_ La contribución de Edesa
El reino de Edesa (Osroene) fue “primero” también en varias cosas más. Por un lado, tuvo el
primer templo cristiano que recuerde la historia. Gracias al favor real, los cristianos de esta ciudad
pudieron tener su templo junto al palacio, cuando no había templos en el Imperio Romano. En el
año 201 hubo una inundación, y los registros indican que “Abgar, el rey, se paró sobre la torre,
llamada la Torre Persa, y observó las aguas con la luz de las antorchas. Las aguas rompían contra la
muralla occidental de la ciudad, entraban a la ciudad, y derribaban el grande y hermoso palacio del
rey.… Y las aguas destrozaron el templo de la iglesia de los cristianos.” De este modo, Osroene fue
probablemente el primer reino en el que se levantaron edificios destinados específicamente al culto
cristiano.
Además, en esta ciudad se hizo la primera traducción de los Evangelios del griego al siríaco, el
idioma que se hablaba por aquel entonces en Mesopotamia. A partir del segundo siglo se hicieron
traducciones del griego al siríaco, siendo posiblemente el Nuevo Testamento la primera de estas
traducciones, bastante antes del año 200. El siríaco es importante porque se transformó en el
idioma eclesiástico del avance cristiano oriental, y fue llevado, en las Escrituras y la liturgia, a través
de Asia hasta el mar de la China.
Edesa fue también un centro de expansión del testimonio cristiano y de producción de literatura
cristiana en lengua siríaca. En Edesa se formó lo que se conoce como el “ciclo de Tomás” (así como
en Frigia oriental se desarrolló el ciclo de Felipe o en Asia Menor el ciclo de Juan), que significa la
producción de una serie de tradiciones históricas y literarias ligadas al apóstol Tomás y su ministerio.
Allí surgen varias obras asociadas a Tomás, como Hechos de Tomás (siglo III), Salmos de Tomás
(composiciones judeo-cristianas del siglo II, que más tarde fueron adoptadas por los maniqueos),
Evangelio de Tomás (hallado en Nag Hammadi, pero relacionado con el medio judeo-cristiano de
Edesa, a mediados del siglo II). Otra obra importante del cristianismo primitivo oriental es Odas de
Salomón, un escrito de carácter judeo-cristiano, de orientación esenia, probablemente de fines del
siglo I. También se destacan el Evangelio de la verdad (una homilía litúrgica) y el Canto de la perla,
preservada en los Hechos de Tomás.
Edesa también produjo algunos personajes cristianos de renombre. Uno de ellos fue Taciano (c.
170), quien nació en Mesopotamia, de lengua siríaca, tuvo una buena educación, y quien fue al
Oeste buscando una religión que le diera satisfacción. Probó muchas de las religiones que se
practicaban en el Imperio Romano, hasta el año 150 cuando se convirtió a la fe cristiana en Roma.
Fue discípulo de Justino Mártir y autor de obras importantes. Su Discurso a los griegos es una
reacción contra la civilización greco-romana. En ella Taciano expresa su gratitud personal por su
liberación de los dioses del politeísmo pagano. También es el autor de una obra perdida titulada
Diatessaron (“a través de cuatro”), que fue probablemente la primera armonía de los Evangelios en
ser escrita y que tuvo una gran influencia en el cristianismo siríaco. Su testimonio personal de
conversión exalta el poder de las Escrituras y su valor por sobre los escritos griegos, que antes habían
concentrado su devoción.
Taciano: “Y, mientras estaba prestando mi más sincera atención al asunto, di con ciertos
escritos bárbaros, demasiado viejos para ser comparados con las opiniones de los griegos,
y demasiado divinos para ser comparados con sus errores; y fui guiado a depositar fe en
éstos por la sencillez sincera del lenguaje, el carácter no artificial de los escritores, el pre-
conocimiento manifiesto de eventos futuros, la calidad excelente de los preceptos, y la
declaración del gobierno del universo como centrado en un solo Ser. Y, al ser mi alma
enseñada por Dios, llegué a entender que la clase anterior de escritos llevaba a la
condenación, pero que éstos pondían fin a la esclavitud que está en el mundo, y nos
rescatan de la multiplicidad de potestades y de diez mil tiranos, mientras que nos dan, no
realmente lo que antes no habíamos recibido, sino lo que habíamos recibido pero por el
error no podíamos retener.”
Bardaisanes (154–222) fue otro nativo destacado de Edesa. Perteneció a una familia noble de
esa ciudad y estuvo ligado a la corte. Julio Africano nos informa que fue un arquero diestro, y que
escribía muy bien en griego y siríaco. Se convirtió en 179 y fue conocido como un hombre de
pensamiento independiente, poeta y primer himnólogo en lengua siríaca. Según Efraín, Bardaisanes
compuso muchos himnos (madrase), que eran una especie de lecciones líricas con un refrán. Estas
composiciones se cantaban de manera antifonal. Así, pues, Bardaisanes merece un lugar importante
como pionero en la historia de la música litúrgica.
Bardaisanes se destacó también en la literatura. En este sentido, es muy elogiado por Eusebio.
Un discípulo suyo registró su enseñanza en una obra titulada En cuanto al destino, escrita en forma
de preguntas y respuestas. También se atribuye a Bardaisanes el poema El himno del alma conocido
también como El canto de la perla. En El libro de las leyes de diversos países, algunos de sus
discípulos registraron sus enseñanzas, en las que se pone en evidencia el amplio conocimiento de
Bardaisanes. Lamentablemente, de sus numerosos escritos sólo se conservan unos pocos
fragmentos. Sus observaciones nos ofrecen un cuadro de la situación del cristianismo en todo el
mundo conocido de sus días.
Bardaisanes: “¿Y qué diremos de la nueva raza de nosotros los cristianos, a quienes Cristo
en su venida plantó en cada país y en toda región? Porque, he aquí, dondequiera que
estamos, todos somos llamados por el único nombre de Cristo: cristianos. En cierto día, el
primero de la semana, nos congregamos juntos, y en los días de las lecturas [?] nos
abstenemos de tomar alimento. Los hermanos que están en Galia no toman a varones por
esposas, ni los que están en Partia dos esposas; tampoco se circuncidan aquellos que están
en Judea; ni nuestras hermanas que están entre los Geli se unen a extraños; como tampoco
aquellos hermanos que están en Persia toman a sus hijas por esposas; ni los que están en
Media abandonan a sus muertos, o los entierran vivos, o los entregan como comida a los
perros; ni los que están en Edesa matan a sus esposas o a sus hermanas cuando cometen
impureza, sino que se alejan de ellas, y las entregan al juicio de Dios; ni los que están en
Hatra apedrean a los ladrones a muerte; sino que, dondequiera que están, y en cualquier
lugar en que se encuentren, las leyes de los diversos países no les impiden obedecer la ley
de su Soberano, Cristo; ni siquiera el Destino de los Gobernadores celestiales los mueva a
hacer uso de cosas que ellos consideran como impuras.”
Es difícil precisar la posición doctrinal de Bardaisanes. Por un lado, luchó contra la herejía.
Eusebio dice que escribió contra Marción. Pero por otro lado, se lo acusó de ser discípulo de
Valentino (gnóstico) y de practicar la astrología. Parece evidente que Bardaisanes profesaba una
especie de judeo-cristianismo gnóstico, pero no está tan claro si su gnosticismo era dualista o
meramente una manera de pensar algo anticuada. Lo segundo parece ser más probable.
_ La conversión de Armenia
Armenia estaba al este del Imperio Romano, pero más al norte que Edesa. El historiador griego
Sozómenos, en su Historia eclesiástica, escrita allá por el año 450, dice: “Los armenios, tengo
entendido, fueron los primeros en aceptar la fe cristiana como nación.” Según Eusebio, Armenia se
hizo cristiana hacia el 311, cuando el emperador Maximiano les declaró la guerra por esa razón. Dice
Eusebio: “Además de esto, el tirano (Maximiano) tuvo que hacer frente a una guerra contra los
armenios, gente que desde una fecha muy temprana habían sido amigos y aliados de los romanos.
Como ellos eran también cristianos y celosos en su piedad hacia la Deidad, el enemigo de Dios
(Maximiano) había intentado forzarlos a sacrificar a los ídolos y a los demonios, haciendo con esto
que de amigos se tornaran en contrincantes y de aliados en enemigos.”
Sabemos que hubo persecuciones contra los cristianos en Armenia desde comienzos del siglo II,
pero fue recién hacia el año 301 (según la tradición armenia), que el cristianismo se convirtió en
religión dominante en Armenia. Este país fue así el primer Estado del mundo en proclamar al
cristianismo como religión oficial. Armenia se encontraba entre el Imperio Persa hacia el Este y el
Imperio Romano hacia el Oeste. Debido a esta situación y su necesidad de protección frente a los
avances de uno y otro imperio, su política fue pendular. No obstante, los armenios mostraron más
acercamiento hacia los romanos que hacia los persas.
_ El apóstol de Armenia
El promotor de la conversión de Armenia fue el hijo de un noble armenio, que fue educado
como cristiano en Capadocia (Asia Menor), donde los cristianos eran mayoría hacia el siglo III. Este
varón recibió el nombre latino de Gregorio y llegó a ser conocido como Gregorio el Iluminador (240–
332), el apóstol de Armenia.
En 224, los persas sasánidas se apoderaron de Partia y comenzaron a amenazar a Armenia.
Cuando el rey armenio Cosroes (de la dinastía de los arsácidas de origen parto) procuró aliarse con
Roma, los persas mandaron a un noble armenio y pariente suyo, Anak, a matar al rey. El complot
fue descubierto y Anak fue ejecutado con toda su familia, excepto un niño, que fue llevado a
territorio romano en Asia Menor (Cesarea de Capadocia). Este niño era Gregorio. Más tarde, los
persas sasánidas invadieron Armenia y apresaron a la familia real, excepto a un hijo de Cosroes,
Tirdat (o Tiridates), que logró escapar al Imperio Romano. El emperador Valeriano atacó a los persas
en defensa de los armenios, pero los persas lo derrotaron e hicieron prisionero, sometiendo a
Armenia a su dominio. En territorio romano, Tiridates llegó a ser un soldado distinguido en el
ejército de Diocleciano. En 287, con la ayuda de Diocleciano, Tiridates recuperó el trono de su padre
y reestableció la independencia armenia.
Muchos refugiados volvieron a su patria, entre ellos Gregorio, quien debido a su muy buena
educación llegó a ser oficial de confianza de Tiridates. No obstante, con el tiempo Gregorio tuvo
problemas con el rey en razón de que rechazaba su paganismo, porque él era cristiano. El rey
finalmente lo arrestó, lo encarceló, torturó y lo tuvo por quince años en una mazmorra. Más tarde
lo condenó a muerte, cuando se enteró que Gregorio era hijo del hombre que quiso asesinar a su
padre. Pero Tiridates cayó enfermo de licantropía. Una esclava cristiana y la hermana del rey
exhortaron a Tiridates a buscar la ayuda de Dios, y le dijeron: “Sólo Gregorio tiene la medicina para
todos los males del país.” Gregorio fue llevado ante el rey, oró por su sanidad, Tiridates se sanó y
proclamó al cristianismo como religión oficial del Estado. El cronista armenio del siglo V, conocido
como Agathangelos, recuerda estos episodios, en estos términos:
Agathangelos (c. 450): “Ahora, cuando todos ellos se habían reunido en el lugar de
adoración de la casa de Dios, el bendito Gregorio comenzó a hablar, diciendo: ‘Doblen las
rodillas, todos, para que el Señor pueda efectuar la sanidad de sus tormentos.’ Todos ellos
doblaron las rodillas a Dios, y el bendito Gregorio con oraciones y súplicas fervientes imploró
con lágrimas por la sanidad del rey. Y el rey, mientras estaba de pie entre el pueblo con la
apariencia de un cerdo, de pronto tembló y echó de su cuerpo la piel como de cerdo con
sus dientes como colmillos y rostro como con hocico, y se quitó la piel con su pelo como de
cerdo. Su rostro volvió a su propia forma y su cuerpo se tornó suave y joven como el de un
niño recién nacido; fue completamente sanado en todos sus miembros.
De manera similar, todas las personas que se habían reunido en grandes números fueron
curadas de la aflicción de cada uno: algunos habían sido leprosos, otros paralíticos, tullidos,
hidrópicos, poseídos, quienes sufrían de gusanos o gota. De esta manera Cristo en su misericordia
abrió su gracia sanadora todopoderosa, y sanó a todos a través de Gregorio; aquellos afligidos
fueron curados de toda enfermedad. Así también se abrió la fuente del conocimiento de Cristo y
ésta llenó los oídos de todos con la verdadera enseñanza de Dios.”
_ El cristianismo en Armenia
Pronto surgió un movimiento de pueblos, que resultó en la conversión masiva de casi todo el
reino. En pocos meses, el culto pagano casi desapareció y el cristianismo se estableció en todas
partes. Por toda Armenia se destruyeron los ídolos, los templos fueron limpiados y consagrados
como iglesias cristianas, y muchos sacerdotes y sus hijos se incorporaron al clero cristiano. Esto
último hizo que en Armenia el sacerdocio cristiano se hiciera hereditario, como lo había sido el
pagano. Gregorio, que hasta entonces no estaba ordenado al ministerio cristiano, fue consagrado
primer obispo de Armenia en el año 302 por Leoncio, arzobispo de Cesarea de Capadocia, y llegó a
ser conocido como el “Iluminador”. El propio rey armenio, Tiridates, se convirtió y fue bautizado en
enero del año 303. Gregorio gobernó la Iglesia Armenia durante un cuarto de siglo, haciendo todo
lo posible por darle una organización sólida y completa.
Por entonces comenzó a sentirse la necesidad de tener la Biblia y otros escritos sagrados, así
como la liturgia, en la lengua vernácula. El problema era que el armenio carecía de un alfabeto
propio. Bajo el obispo Sajak, un ex-secretario del rey, Mesrop, desarrolló un nuevo alfabeto para el
idioma armenio (404), que contaba con treinta y seis caracteres capaces de expresar todos los
sonidos de la lengua. Una vez creado el alfabeto, Mesrop, Sajak y otros ayudantes se dispusieron a
traducir la Biblia. Hacia el año 433 apareció un Antiguo Testamento en ese idioma, traducido de la
Septuaginta, pero con muchas variantes en conformidad con la versión siríaca. De este modo, la
cultura armenia se fue gestando en torno a la fe cristiana gracias al idioma escrito. Comentarios
patrísticos y otros tratados, la liturgia y otra literatura sagrada fueron publicados en armenio, la
lengua nacional. De este modo, la nación armenia y su Iglesia estuvieron entrelazadas tan
estrechamente que han logrado sobrevivir el paso del tiempo.
_ La Iglesia en Armenia
Hacia mediados del siglo V, los persas sasánidas tomaron nuevamente el control de Armenia y
por un edicto de 449 impusieron su religión, el mazdeísmo (zoroastrismo), que se caracterizaba por
el culto al sol y al fuego. Los cristianos armenios padecieron una fuerte persecución, mientras
solicitaban ayuda a sus aliados cristianos del Imperio Romano Oriental. Esta ayuda no llegó y
Armenia quedó sometida al dominio persa. Hubo muchos mártires cristianos como consecuencia de
esta persecución. Justo L. González narra estos tristes acontecimientos, de la siguiente manera:
Como reacción, los cristianos armenios rompieron sus relaciones con el cristianismo occidental,
rechazaron las decisiones del Concilio de Calcedonia (451), y mantuvieron un desarrollo teológico y
eclesiástico independiente. Su teología fue monofisita, es decir, contraria a los cánones establecidos
por el Concilio de Calcedonia, que definían la doctrina de la doble naturaleza de Cristo como
totalmente humano y totalmente divino. El monofisismo afirmaba que la naturaleza de Cristo
permanecía totalmente divina y no humana, aun cuando él había asumido un cuerpo terrenal y
humano con su ciclo de nacimiento, vida y muerte.
Bajo el dominio persa, los armenios continuaron su resistencia basados en su fe cristiana, hasta
que el monarca persa decidió concederles algo de libertad religiosa y cierto grado de autonomía.
Con este propósito, se nombró como gobernador de Armenia al patriota Vaján (485), uno de los
líderes de la resistencia nacional. A partir de entonces, y hasta las conquistas de los turcos
selyúcidas, la iglesia de Armenia gozó de relativa paz. El patriarca Hovanes transfirió su sede a la
nueva capital, Dvin, bajo la protección del gobierno y allí pudo consagrarse a la reforma interior de
la iglesia y del pueblo. De este modo, su nombre permanece como el más honrado, después del
patriarca Sajak.
A principios del siglo VI, el episcopado armenio se fue tornando crecientemente hostil al
nestorianismo y a todo lo que se le pareciera. Esto ocurrió parcialmente debido a la influencia del
movimiento anti-calcedónico que por entonces estaba triunfando en Constantinopla, y
fundamentalmente debido a la influencia de los monofisitas de Mesopotamia y más tarde de Siria.
Para mediados del siglo VI, el Concilio de Calcedonia fue condenado de manera explícita, junto con
el Tomo del Papa León I. Desde ese momento en adelante, el monofisismo se hizo una parte integral
del patrimonio de la iglesia nacional armenia.
Esto se puso en evidencia cuando el emperador bizantino Mauricio, que había conquistado la
parte occidental de Armenia de manos de Cosroes II (582), trató de someter a esa región
nuevamente a la ortodoxia calcedónica. Apenas logró la adhesión de unos veinte obispos bajo su
autoridad, pero provocó un cisma profundo, el primero en la historia de la Iglesia Armenia (591–
610). Los demás obispos rechazaron su intento y se agruparon en torno al catholicós de Dvin,
distanciándose así de Constantinopla. La iglesia armenia entró en una ola de disturbios causados
por las dificultades exteriores, que la absorbieron totalmente, pero logró sobrevivir el paso de los
siglos. La fe cristiana ha sido desde entonces el fundamento de la identidad nacional armenia.
Rufino de Aquilea (345–410): “El rey mandó llamar a la cautiva, y le ordenó que le enseñara
de qué manera debía adorar a Cristo. Cuando ella le hubo dado tanta instrucción como era
correcto para que una mujer dijera e hiciera, él reunió a sus súbditos y les declaró
sencillamente las misericordias divinas que habían sido concedidas a él y a su esposa, y si
bien no estaba iniciado, declaró a su pueblo las doctrinas de Cristo. Toda la nación fue
persuadida de abrazar el cristianismo, los hombres siendo convencidos por los comentarios
del rey, y las mujeres por los de la reina y la cautiva. Y rápidamente con el consentimiento
general de toda la nación, se prepararon con mucho entusiasmo para construir una iglesia.
Cuando las paredes externas fueron completadas, se trajeron las máquinas para levantar
las columnas y fijarlas sobre sus pedestales. Se cuenta que cuando la primera y la segunda
columnas se levantaron por estos medios, hubo gran dificultad para fijar la tercera columna,
ya que ni el ingenio ni la fuerza física sirvieron para nada, si bien muchos de los presentes
asistieron en empujar. Cuando llegó el atardecer, la mujer cautiva se quedó sola en el lugar,
y continuó allí a lo largo de la noche, intercediendo a Dios para que la erección de las
columnas pudiese ser completada fácilmente, especialmente porque todo el mundo se
había ido frustrado ante el fracaso; porque la columna sólo estaba levantada por la mitad,
y permanecía de pie, y una punta de ella estaba tan metida en su fundamento que era
imposible bajarla.… Temprano en la mañana, cuando se presentaron en la iglesia,
contemplaron un espectáculo maravilloso, que les pareció un sueño. La columna, que en el
día anterior parecía inamovible, ahora aparecía erguida, y elevada por un pequeño espacio
sobre su propia base. Todos los presentes fueron sacudidos con admiración, y confesaron,
con pleno acuerdo, que sólo Cristo es el Dios verdadero. Mientras todos estaban mirando,
la columna se deslizó lenta y espontáneamente y se ajustó como por una máquina a su base.
Las otras columnas fueron erigidas con facilidad, y los íberos completaron la estructura con
gran presteza.”
_ El lugar
Al este de Edesa y Armenia se encontraba el Imperio Parto, que se extendía desde el mar Caspio
hasta el río Indo y hacia Occidente llegaba al río Éufrates. Desde 240 a. C. hasta 225 d. C., los partos
(originarios del sudeste del mar Caspio) dominaron este territorio y levantaron un imperio militar.
Se trataba de una federación de pueblos con poco control central. Los partos eran más bien señores
militares que cobraban tributos y mantenían el orden y la seguridad. El siríaco era el idioma más
generalizado, si bien también se leía y hablaba griego. Había comunidades judías y otras religiones
más primitivas, pero el zoroastrismo era la religión más importante.
CUADRO 11 - ZOROASTRISMO
DEFINICIÓN: Religión de la Persia antigua, posiblemente relacionada con la religión védica (Vedas)
de la India.
DIVINIDAD: Ahura Mazda/Ohrmazd (“Señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de
Varuna, el dios del cielo de los Vedas. Demanda pureza ética y ritual, y juzga a las almas de los
seres humanos después de la muerte. Su símbolo es el fuego sagrado.
CIRCUNSTANCIA: A los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo.
MUERTE: Según la tradición, murió llevando a cabo un sacrificio de fuego, que era la ceremonia
central de la nueva fe.
CREENCIAS: Zoroastro enseñó que Ahura Mazda juzgará a cada alma individual después de la
muerte. Más tarde se desarrolló un complejo sistema doctrinal especulando acerca de la
naturaleza interior del universo.
El zoroastrismo es una religión de la antigua Persia, fundada por Zoroastro o Zaratustra (¿660–
583? a. C.), quien a los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo. Consiguió la conversión del rey de Irán Oriental, Vishtaspa, y sus seguidores
recibieron la protección de Darío el Grande. Según la tradición, Zoroastro murió llevando a cabo un
sacrificio de fuego, que era la ceremonia central de la nueva fe. Las ideas y prácticas del zoroastrismo
guardan cierta relación con la religión de las escrituras Vedas de la India. Su divinidad era Ahura
Mazda/Ohrmazd (“señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de Varuna, el dios del cielo de
los Vedas. El zoroastrismo demandaba pureza ética y ritual. Su símbolo era el fuego sagrado. Se
caracterizaba por su monoteísmo y rigor ético. Zoroastro enseñaba que Ahura Mazda (o Ormuz)
juzgaría a cada alma individual después de la muerte.
Más tarde, se desarrolló un complejo sistema doctrinal que especulaba sobre la naturaleza
interna del universo. Su teología era dualista, ya que Ahura Mazda, el creador supremo, se oponía
a Angra Manyú o Ahrimán, el dios malo. Esta confrontación se describe en los escritos sagrados o
Zend-Avesta, donde la victoria final le pertenece a Ormuz. Con el tiempo, el zoroastrismo recibió
influencias del politeísmo y ciertos atributos divinos empezaron a considerarse deidades separadas.
Entre las nuevas deidades estuvo Mitra, el dios del Sol invencible. Tanto el mitraísmo como el
maniqueísmo pueden haberse fundado sobre ideas extraídas del zoroastrismo.
El zoroastrismo fue la religión oficial en Persia durante gran parte del gobierno de la dinastía
Aqueménida y más tarde con los Sasánidas, a partir del siglo III. Con la llegada del critianismo, el
zoroastrismo tuvo que hacer frente a un serio competidor religioso, y con el surgimiento del Islam,
el zoroastrismo perdió su dominio sobre Persia, a partir del siglo VII.
No obstante, a pesar de la oposición, algunos altos oficiales del gobierno se convirtieron, como
Raqbakht (140), gobernante de Adiabene. Raqbakht ayudó a la fe cristiana a esparcirse, hasta que
los sacerdotes zoroastristas lo advirtieron y se complotaron para matarlo, pero él se salvó
milagrosamente. La Crónica de Arbela lo llama “hombre de Dios, el Constantino de su tiempo.”
Esta expansión temprana del cristianismo en Adiabene se dio mientras se iba cumpliendo
también una importante misión judía en la región. El rey de Adiabene, Izates y su madre se
convirtieron al judaísmo. Fue en este contexto que la misión judeo-cristiana prosperó. Es
interesante que los nombres de los obispos cristianos de Adiabene en el siglo II son todos judíos:
Sansón, Isaac, Abraham, Moisés, Abel. El obispo de Arbela, Noé, recibió visitantes de Jerusalén, y
fue de esta región que provino Taciano, a fines del segundo siglo. De modo que el cristianismo de
Adiabene fue fuertemente influido por las tendencias judeo-cristianas.
_ La oposición al cristianismo
La oposición del zoroastrismo se transformó en persecución del Imperio Parto en los años 160
y 179, con una gran matanza de cristianos. En 160, refiere la Crónica, “los sacerdotes zoroastristas
se levantaron contra los cristianos, despojándolos de sus bienes y torturándolos.” De la crisis de
179, dice: “Nuestros hermanos sufrieron mucho. Muchos que eran jóvenes y débiles en su fe,
retrocedieron, puesto que vieron sus casas saqueadas, sus hijos e hijas arrestados o secuestrados.
Y ellos mismos fueron golpeados.” Pero el desarrollo del cristianismo continuó a pesar de las
dificultades. Antes de terminar el período parto (224), según la Crónica de Arbela, había alrededor
de veinte episcopados en la región que bordeaba al Tigris. Estas sedes estaban dentro del Imperio
Parto, casi todas dentro de Mesopotamia, pero había una al sur del mar Caspio y otra en la margen
sur del golfo Pérsico. Para el año 225 la Iglesia se había extendido bastante lejos. El Libro de las leyes
de las tierras dice que había cristianos en Partia, Media y Bactria.
El personaje religioso más destacado en Persia durante este período fue Manes (216–277), el
fundador del maniqueísmo. Nació en el norte de Babilonia. Su familia parece haber estado
relacionada con los Arsácidas (partos). Su religión era típica del sincretismo que caracterizó al
período parto. Como resultado de una visión, su padre, Palek, se convirtió al ideal ascético y se unió
a una secta seudo-cristiana caracterizada por sus bautismos de purificación. Manes se asoció a este
grupo, pero en su juventud en Babilonia (Seleucia-Ctesifonte) también absorbió de otras religiones
(mazdeísmo, budismo, brahmanismo, judaísmo y cristianismo siríaco).
En 240, Manes recibió una revelación, según la cual tenía una misión que cumplir en
continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús. Su primera misión lo llevó a la India (Beluchistán),
donde convirtió al rey. De regreso pasó por la capital de los reyes Sasánidas, donde fue recibido por
Sapor I, quien lo autorizó a predicar su mensaje. Incluso, Manes acompañó a Sapor en una campaña
contra los romanos (242–244). Pero pronto enfrentó la oposición de los sacerdotes zoroastristas y
fue condenado a muerte bajo el reinado de Bihram I, el segundo sucesor de Sapor I.
CUADRO 12 - MANIQUEÍSMO
DEFINICIÓN: religión dualista de Oriente, fundada por Manes o Manetos (s. III). Combinaba
elementos del cristianismo, religiones babilónicas y mitraísmo.
CIRCUNSTANCIAS: Manes decía haber recibido una revelación, según la cual tenía una misión que
cumplir en continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús.
MUERTE: debido a la oposición de los sacerdotes zoroastristas (magos), fue condenado a muerte
en 277 bajo el rey Bihram I.
PRÁCTICAS: las iglesias maniqueas se dividían entre los que eran perfectos, los ascetas (miembros
verdaderos), y los que no eran perfectos, los oyentes o catecúmenos. Practicaban el encratismo
moral, que prohibía el matrimonio y el uso de ciertas comidas (carne, vino). El monasticismo
maniqueo se desarrolló de manera paralela al monasticismo cristiano.
DESARROLLO: se esparcieron ampliamente llegando hasta China y África del norte. Continuaron
hasta bien entrada la Edad Media.
Manes: “Sabiduría y acciones han sido siempre traídas de tiempo en tiempo a a humanidad
por los mensajeros de Dios. Así, en un tiempo han sido traídas a la India por el mensajero
llamado Buda, en otro tiempo a Persia por Zaratustra, y en otro al Oeste por Jesús. Por
consiguiente, esta revelación, esta profecía en este último tiempo, ha descendido a través
de mí, Manes, mensajero del Dios de la verdad a Babilonia.”
Para mediados del siglo III, en ocasión de la victoria de Sapor contra el emperador romano
Valeriano, cristianos de Siria fueron deportados a Elam, y ayudaron a esparcir el evangelio hacia el
Este, hasta el corazón mismo del Imperio Persa. Pero debido a las dificultades mencionadas, estas
comunidades cristianas siríacas estuvieron mayormente concentradas en torno a la sede episcopal
de Seleucia-Ctesifón (entre Babilonia y Bagdad), y demasiado inclinadas a seguir a las iglesias de
Occidente en materia doctrinal y espiritual.
Esto fue sólo el comienzo. Tres obispos sucesivos de Seleucia-Ctesifonte sufrieron martirio, y
como resultado la sede episcopal permaneció vacante por casi los cuarenta años que duró la
persecución (348–388). Sozómenos dice que los mártires conocidos llegaron a 16.000, pero que
hubo una multitud incontable cuyos nombres no se conocen. Es posible que esta persecución haya
sobrepasado los sufrimientos de la Iglesia en el Imperio Romano, durante el siglo anterior. La peor
persecución en el Imperio Romano fue la de Diocleciano, que no produjo más de 3.000 víctimas
fatales. Pero en Persia no hubo un Constantino que cambiara la situación.
Sozómenos: “Por mi parte, pienso que he dicho lo suficiente de él [el obispo Milles] y de los
demás mártires que sufrieron en Persia durante el reinado de Sapor; porque sería difícil
relatar en detalle cada circunstancia respecto a ellos, tales como sus nombres, su país, el
modo de completar su martirio, y los tipos de tortura a los cuales fueron sometidos; porque
son innumerables, dado que tales métodos son celosamente llevados a cabo por los persas,
incluso al extremo de la crueldad. Brevemente diré que el número de hombres y mujeres
cuyos nombres han sido registrados, y que fueron martirizados en este período, ha sido
computado en dieciséis mil; mientras que la multitud fuera de estos está más allá de todo
cálculo.”
Más hacia Occidente, en tanto, había tres “Grandes Obispos” en competencia por ver quién era
el primero y el de mayor influencia: (1) el obispo de Alejandría, que tenía autoridad sobre las iglesias
en Egipto, Libia y Cirenaica; (2) el obispo de Roma, que no tenía un área de autoridad declarada,
pero que era el único Gran Obispo desde Italia hacia Occidente; (3) el obispo de Antioquía, que
tampoco tenía un área de autoridad establecida, pero que tenía influencia sobre los territorios del
Mediterráneo oriental.
La escuela en Nisibis tuvo una gran influencia entre los cristianos persas y contribuyó al triunfo
en la región de la cristología nestoriana, que finalmente fue aceptada por un sínodo general de las
iglesias del Imperio Persa, celebrado en Seleucia en 486. Estas iglesias tuvieron que padecer muchas
persecuciones a lo largo del siglo V (420, 422, 445–447), debido a la oposición del mazdeísmo. Sólo
gozaron de cierta tolerancia durante los cortos períodos en los que la evolución de la política
exterior obligó al rey persa a reconciliarse con el Imperio Romano Oriental. Pero cuando estas
relaciones se deterioraban, como en tiempos de Cosroes I y Justiniano (540–545), o de Cosroes II y
Heraclio (602 en adelante), el número de mártires se multiplicaba.
La Iglesia Persa o del Este sufrió también debido a los problemas internos, en razón de
problemas sucesorios en el liderazgo, cismas y anarquía. Afortunadamente, gozó de un período de
vigor bajo el liderazgo de un gran Catholikós reformador, Mar Aba (540–552), quien venció las
dificultades y logró restituir el orden y la disciplina. A pesar de los muchos obstáculos, el cristianismo
tuvo éxito no sólo en mantener su fortaleza sino en hacer progresos dentro de la sociedad sasánida,
al punto de lograr algunos convertidos en la clase gobernante, e incluso en la familia real y el
sacerdocio mazdeísta.
La labor misionera nestoriana avanzó significativamente en las montañas del Kurdistán, donde
todavía hoy se encuentran comunidades nestorianas (los cristianos asirios). Los nestorianos también
se extendieron en dirección a Asia Central y la India (la Iglesia Siríaca en la costa Malabar). No
obstante, con el correr del tiempo, la Iglesia Nestoriana se fue aislando del resto de la cristiandad y
se desarrolló a su propio ritmo. Tuvieron que enfrentar la competencia del proselitismo de los
monofisitas, desde Filomeno de Mabbug a Jacobo Baradeo en territorio persa, y que terminaron por
organizarse como una Iglesia separada con su propia red de obispos y monasterios. No obstante, le
cupo a esta Iglesia ser la protagonista de la primera expansión del cristianismo hacia el Lejano
Oriente, cruzando toda el Asia Central hasta llegar a China (635).
EL CRISTIANISMO EN ETIOPÍA
El relato nos dice que los dos hermanos aprovecharon su posición de poder e influencia para
esparcir la fe cristiana. Entre otras cosas, encontraron cristianos entre los mercaderes romanos que
visitaban el país y los ayudaron a construir lugares de adoración. Cuando el príncipe creció, Edesio
decidió regresar a su familia en Tiro, pero Frumencio fue a Alejandría y le informó al obispo Atanasio
“lo que el Señor había hecho, y le pidió que consagrara un obispo para los muchos cristianos
congregados y las iglesias construidas en esta tierra extranjera. Y Atanasio, después de una reflexión
cuidadosa, dijo, ‘¿Y quién más adecuado que tú mismo?’ ” Finalmente, Frumencio fue consagrado
obispo por Atanasio de Alejandría (296–372), alrededor del año 330. Aquí también el rey se convirtió
y el cristianismo encontró terreno propicio para su difusión. Como obispo, Frumencio estableció en
Etiopía un cristianismo sólidamente niceno. Más tarde, el emperador Constancio trató en vano de
imponer el arrianismo, tal como lo estaba haciendo con éxito en el Imperio Romano.
Es interesante notar que aquí también el cristianismo contribuyó al desarrollo de una cultura
nacional mediante la creación de una lengua escrita. En la primera mitad del siglo IV, la lengua
nacional, el geez, adoptó una forma de escritura derivada de un alfabeto del sur de Arabia. No
obstante, fue después de varias generaciones que se fueron produciendo obras de traducción y
edición, que hicieron que la Iglesia Etíope pudiera contar con su propia versión de las Escrituras
(segunda mitad del siglo V) y de la liturgia y literatura, como también ricas expresiones de arte
cristiano. El cristianismo en Etiopía alcanzó su período más glorioso durante los siglos V y VI, cuando
la civilización etíope echó raíces, se expandió y floreció con un marcado tinte cristiano.
_ El cristianismo en Arabia
El cristianismo llegó temprano a Arabia, introduciéndose desde el norte por la frontera con el
Imperio Persa y el Imperio Romano; y desde el sur por el golfo Pérsico y el mar Rojo. Arabia era un
país sin un gobierno central. Las tribus eran nómadas e independientes. El cristianismo se desarrolló
de igual manera, ya que no hubo un movimiento de escala nacional. Hacia el año 370 encontramos
los primeros registros de conversiones cerca de la frontera romana entre los nómadas del desierto.
Pero es evidente que ya había cristianos en Arabia desde algún tiempo antes. La reputación de
algunos monjes del desierto llevó a la conversión de una que otra tribu en territorio árabe. Los
sarracenos, por ejemplo, se convirtieron por los esfuerzos de la reina María y su obispo, el monje
Moisés, para quien se creó una sede en la península de Sinaí, en 374. No obstante, estas
conversiones eran pocas y no dan cuenta del surgimiento de verdaderas iglesias nacionales.
La difusión del cristianismo en territorio propiamente árabe fue todavía más esporádica. Es
posible que mercaderes cristianos de origen romano en sus visitas a puertos árabes sobre el mar
Rojo hayan logrado algunos convertidos. Hacia el 350, el emperador Constancio envió una embajada
a la corte del rey de los Himyaritas en lo que ahora es Yemén, para pedirle al rey que permitiera las
misiones cristianas. Pero parece que no hubo resultados muy positivos.
Conocemos el nombre de algunos obispos cristianos árabes o que sirvieron en territorio árabe.
En el Sínodo de Antioquía, en 364, en la lista de los obispos presentes, encontramos el nombre de
“Teotino, obispo de los árabes”. Otro obispo árabe fue Teófilo de la India, quien fue el obispo que
se presentó como embajador del emperador Constancio al rey del Yemén y lo instó a aceptar la fe
cristiana, alrededor de 356. Este Teófilo es un personaje curioso. Nació en alguna isla distante en el
mar Rojo o el océano Índico. A edad temprana había sido enviado como rehén a la corte de
Constancio, fue educado en el Imperio Romano, se convirtió al cristianismo, fue ordenado como
diácono por Eusebio de Nicomedia y más tarde como obispo por miembros de su partido. Abrazó la
forma más virulenta de arrianismo, y esta secta lo honró admirándolo como un gran obrador de
milagros. En ocasión de su misión al sur de Arabia, probablemente visitó la isla en la que había nacido
y otras regiones alrededor del océano Índico, donde encontró a cristianos que practicaban su
religión más o menos de manera estricta.
En Yemén, la comunidad judía se opuso firmemente a los intentos proselitistas de Teófilo, pero
éste prevaleció y el rey puso de manifiesto la sinceridad de su conversión al mandar construir tres
templos. Los cristianos del Yemen, no obstante, sufrieron más tarde (comienzos del siglo VI) una
severa persecución inspirada por los judíos. Muchos hombres, mujeres y niños padecieron martirio
en 523 bajo Masruq, rey de Yemén, hijo de una mujer judía y judío él mismo. La persecución duró
hasta el año 525, cuando el rey judío fue vencido por ejércitos cristianos provenientes de Etiopía,
que establecieron un protectorado etíope. No obstante, las vicisitudes de los cristianos continuaron,
hasta que finalmente el Yemén fue conquistado por los persas en 570.
Finalmente, gracias al protectorado etíope, el testimonio cristiano creció hasta que contó con
una importante minoría en la población, especialmente en la región de Najrán. Con el surgimiento
del Islam, el cristianismo monofisita del sur de Arabia virtualmente desapareció, o por lo menos
perdió fuerzas. Este tipo de cristianismo es el que probablemente se ve reflejado en el Corán, las
escrituras sagradas de los musulmanes.
_ El cristianismo en India
¿Cuándo llegó el cristianismo a la India? No hay documentación suficiente para dar una
respuesta definitiva, y los datos que se poseen son fragmentarios. Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa
Siria, que todavía sobrevive, es testimonio de la presencia del cristianismo desde tiempos remotos
en la India. El libro Los hechos de Tomás, escrito probablemente en Edesa alrededor del año 200,
cuenta que los doce apóstoles echaron suertes para decidir a qué país iría cada uno, y que a Tomás
le tocó la India. Viajó por mar y llegó a la corte de un rey llamado Gundaforo, a quien bautizó.
Finalmente, murió alanceado en otro lugar de la India, y enterrado en Mylapore, al sudoeste de
Madrás. La historia, si bien está llena de fantasía, puede tener elementos de verdad, y es muy
probable que el primer cristiano en llegar a la India haya sido el apóstol Tomás. Al menos, la Iglesia
Ortodoxa Siria lo considera su fundador. La tradición menciona también a Bartolomé en relación
con la evangelización de la India, si bien es probable que este apóstol haya ido a Arabia y fue desde
allí que el testimonio cristiano se extendió a la India.
Otro misionero a la India fue Panteno de Alejandría (c. 180). Según Eusebio, Panteno se hizo
cargo de una misión en la India, donde encontró un Evangelio de Mateo escrito en caracteres
hebreos (arameo). Eusebio describe a Panteno como filósofo y misionero. Nacido en Sicilia y
convertido del paganismo, Panteno finalmente se estableció en Alejandría, donde enseñó y llegó a
ser el líder de la escuela catequética en aquella ciudad de Egipto.
Hacia el año 547, un ex-mercader alejandrino que se hizo monje escribió un libro titulado La
topografía cristiana. Su propósito era demostrar que la tierra era plana y no esférica, como algunos
sostenían. Había viajado por todo el mundo (especialmente el océano Índico entre 520–525) y
estaba convencido de lo que creía. Si bien su propósito principal estaba errado, su obra es un
importante documento para la historia del cristianismo. Refiriéndose a Mateo 24:14, escribe: “El
evangelio ha sido predicado en todo el mundo. Declaro esto como un hecho, en base a lo que he
visto y oído en muchos lugares.” Luego menciona los lugares en los que se podía encontrar a
cristianos, a lo largo de las rutas comerciales de África y Asia: “En Ceylán (hoy Sri Lanka) hay una
iglesia, con clero, y una congregación de creyentes, pero no sé si más allá también hay.… Tal es el
caso también de la tierra llamada Male (Malabar o Kerala, en el sur de la India), donde crece la
pimienta, y de Kalliana (Kalyan, cerca de Mumbai), con un obispo elegido desde Persia.” Luego sigue
mencionando a Socotra, una isla en el mar de Arabia, donde “hay clero persa y una multitud de
cristianos;” toda la tierra de Persia, con “innumerables iglesias, grandes comunidades, y también
sus propios mártires; Etiopía y Axum; el Yemén y Arabia.” De esta manera, Cosmas Indicopleustes
en su descripción ofrece detalles sobre la situación del cristianismo en la India, pero presenta
también un interesante resumen del progreso del cristianismo en todo el Este, fuera del Imperio
Romano. Su testimonio es el más antiguo que se tiene de la presencia de cristianos en el
subcontinente de la India en sus días.
A pesar del desierto de Gobi y la Gran Muralla, algunas tribus invadieron China e India. En el año
200 terminaron con la dinastía Han de la China y dieron comienzo a 400 años de una suerte de edad
media china. En 480 cruzaron los Himalayas y destruyeron el Imperio Gupta, que desde el 320 había
formado una gran civilización en el norte y centro de la India. Otros grupos se dirigieron hacia el
oeste presionando sobre las tribus bárbaras del norte de Europa, que comenzaron a entrar al
Imperio Romano atraídas por su clima más cálido, mejores condiciones de vida y, sobre todo, la
seguridad que ofrecían sus fronteras.
Los godos estaban establecidos en las llanuras alrededor del mar Negro, entre el Danubio y el
Dnieper. En algún momento, durante el siglo III, el testimonio cristiano comenzó a esparcirse entre
ellos posiblemente desde Crimea. En el siglo IV, los hunos presionaron sobre las tribus al norte del
Danubio (en Rumania y Hungría), especialmente a los godos, y los forzaron a ingresar masivamente
al Imperio Romano. En 376, los godos pidieron permiso para ingresar al Imperio. Se instalaron en
los Balcanes, cerca de Constantinopla. En 378, hubo un levantamiento de los refugiados godos, que
terminó en la derrota del ejército imperial del emperador Valente, en la batalla de Andrinópolis. El
sucesor, Teodosio el Grande, logró someterlos y los hizo sus aliados a cambio de un tributo anual.
Los visigodos permanecieron algunos años custodiando las fronteras del Imperio, pero a la
muerte de Teodosio (395) se alzaron en armas y luego de asolar a Grecia y Macedonia, se dirigieron
hacia Italia. En el año 408, el emperador Honorio mandó asesinar a Estilicón, el responsable por la
defensa de Roma. Entonces el general visigodo Alarico (376–410), un general godo al servicio del
Imperio y que se hallaba en Iliria, reanudó sus ataques contra el Imperio. Finalmente, en 410, Alarico
puso sitio a Roma y la saqueó.
Para muchos cristianos, la caída de Roma significó el fin del mundo. Jerónimo (342–420), el
autor de la Versión Vulgata de la Biblia (versión latina), desde su lugar de retiro en un monasterio
en Belén, refiere los acontecimientos y su desarrollo con gran dramatismo. En una carta a Heliodoro,
escrita en 396, Jerónimo expresa su espanto frente a la situación en todo el mundo.
Jerónimo: “Durante veinte años y más, la sangre de los romanos ha sido derramada
diariamente entre Constantinopla y los Alpes Julianos.… ¡Cuántas matronas y vírgenes de
Dios, damas virtuosas y nobles, han sido sometidas para entretenimiento de estos brutos!
Obispos han sido tomados cautivos, sacerdotes y aquellos en las órdenes menores han sido
asesinados. Las iglesias han sido demolidas, los caballos han sido guardados junto a los
altares de Cristo, las reliquias de los mártires han sido desenterradas. El llanto y el temor
abundan por todas partes y la muerte aparece en innumerables formas y maneras. El mundo
romano está cayendo: no obstante, mantenemos en alto nuestras cabezas en lugar de
inclinarlas.… El Este, es verdad, parecía estar protegido de todos estos males.… Pero, he
aquí, en el año que acaba de pasar los lobos (ya no de Arabia sino de todo el norte) se han
soltado sobre nosotros desde lo más intrincado del Cáucaso y en corto tiempo han
derrotado a estas grandes provincias.… ¡Qué enorme cantidad de monasterios han
capturado! ¡Cuántos ríos han hecho correr rojos en sangre!… Son nuestros pecados los que
hacen fuertes a los bárbaros, son nuestros vicios los que vencen a los soldaros de Roma.…
¡Oh, si tan solo pudiésemos subirnos a una torre de vigía lo suficientemente alta que de ella
pudiésemos contemplar toda la tierra esparcida a nuestros pies, entonces les mostraría a
un mundo en ruinas.”
Poco más tarde, la situación se había agravado y Jerónimo, como si estuviese actuando de
reportero en el frente de guerra, informa detalladamente de la situación. En una carta escrita a
Ageruchia, una viuda noble de Galia, alrededor de 409, dice: “Sí, el Anticristo está cerca.… Ahora
hablaré unas pocas palabras de nuestras miserias presentes.… Tribus salvajes en números
incontables han invadido todas las partes de Galia. Todo el país entre los Alpes y los Pirineos, entre
el Rin y el Océano [Atlántico], ha quedado devastado por las hordas de [los bárbaros].… Y los que la
espada perdona por fuera, el hambre los devora por dentro. No puedo hablar sin lágrimas …”
Apenas un poco tiempo después, Jerónimo parece estar redactando los titulares de un diario,
cuando en una carta a Principia (412), comenta: “Un rumor terrible del Oeste. Roma ha sido sitiada
y sus ciudadanos se han visto forzados a comprar sus vidas con oro. Luego, así despojados, ellos han
sido sitiados nuevamente de modo que perdieron no solamente su sustento sino sus vidas. Mi voz
se pega en mi garganta; y, al dictar [esta carta], el llanto ahoga mi palabra. La ciudad que había
tomado a todo el mundo ahora estaba cautiva.”
La caída de Roma fue el presagio de la inminente caída del Imperio Romano occidental. Antes
de terminar el siglo V, los visigodos se iban a establecer en España, los vándalos cruzaron al norte
de África, los burgundios ocuparon la región de Francia a la que dieron su nombre, mientras que las
regiones al norte del Imperio fueron dominadas por los francos y los anglo-sajones, tribus éstas que
todavía no habían tenido contacto con el cristianismo. La Edad Oscura se estaba cerniendo sobre
Occidente y muchos se habrán sentido tan apesadumbrados como Jerónimo.
La caída de Roma fue una tragedia, que despertó varios interrogantes: (1) ¿qué hizo la Iglesia
en el Imperio Romano respecto a los bárbaros que estaban por destruir ese Imperio? (2) ¿qué hizo
la Iglesia del Este respecto de los más salvajes de todos los pueblos bárbaros, los hunos? (3) ¿qué
enseñó la Iglesia acerca de la caída de Roma y sobre cualquier crisis similar que pudiera ser
considerada como “el fin del mundo”?
Antes del año 400, el cristianismo había alcanzado a los pueblos germanos que vivían al norte
del río Danubio, gracias a la predicación y el ministerio de Ulfilas. Este singular misionero, hijo de
una mujer goda, pero con educación griega y latina, conocía muy bien las costumbres de los pueblos
bárbaros. Había llegado a cumplir funciones eclesiásticas como lector y estaba bien comprometido
con el ministerio, cuando una embajada enviada al Imperio Romano le dio la oportunidad de hacer
contacto con las autoridades de la Iglesia en el Este. La embajada llegó siendo emperador Constancio
(341), cuando la reacción anti-nicena triunfaba en el Este. Ulfilas, entonces, fue ordenado obispo
por Eusebio de Nicomedia y como era de esperar adoptó una teología arriana.
El obispo de Constantinopla lo designó como misionero a los godos, donde llevó a cabo una
labor misionera extraordinaria. Ulfilas era un hombre práctico. Lejos de enredarse en las
especulaciones teológicas y filosóficas de la época, se adhirió a la doctrina arriana porque resultaba
más fácil de comprender y comunicar, especialmente a los paganos. A Ulfilas no le interesaba tanto
la especulación teológica de sus días, como expresar en la forma más simple posible un credo que
fuera fácilmente aceptado. Por eso, en su prédica enseñaba que Cristo no era Dios sino un ser
inferior, es decir, su cristianismo era arriano.
Ulfilas fue más hábil como predicador que como pensador; fue un pésimo teólogo, pero un
misionero extraordinario. Su obra más importante fue la traducción de la Biblia al idioma gótico.
Para aquel entonces, la Biblia ya estaba traducida al siríaco, el copto (es decir, “egipcio”) y el latín.
El problema era que los godos no tenían escritura, salvo por algunos pocos caracteres rúnicos que
eran utilizados más en la magia que en la comunicación. Ulfilas entonces inventó un alfabeto gótico
usando letras griegas para representar los sonidos góticos. Así, la Biblia Gótica llegó a ser el primer
libro en la familia de idiomas germanos, a los que pertenecen idiomas modernos tan importantes
como el inglés y el alemán. Ulfilas conocía griego y sabía lo que tenía que hacer; pero también
conocía a los godos y sabía lo que no tenía que hacer. Por eso adaptó su versión de la Biblia a la
cultura y cosmovisión gótica.
Filostorgio: “Ulfilas tuvo un muy gran cuidado de los godos de muchas maneras. Por
ejemplo, redujo su lengua por escrito y tradujo todos los libros de la Biblia en su habla
cotidiana, excepto los libros de Reyes. Los dejó fuera porque son meramente el relato de
hazañas militares, y las tribus góticas eran particularmente afectas a la guerra. Ellas tenían
más necesidad de controles sobre sus naturalezas guerreras que de estímulos que los
urgiera a acciones de guerra.”
Ulfilas terminó su carrera en la anterior provincia romana de Mesia, al sur del Danubio. Se retiró
allí para escapar a una de las persecuciones dirigidas a interrumpir el avance del testimonio cristiano
entre los godos, o bien para acompañar la instalación de un grupo de godos en territorio romano.
Las iglesias fundadas por Ulfilas continuaron siendo arrianas en su teología. Varios sucesores de
Ulfilas sirvieron como obispos arrianos y escribieron obras y participaron en disputas teológicas
importantes. El arrianismo se transformó, de este modo, casi en la religión nacional de los pueblos
germanos.
Por supuesto, no todos los godos que se llamaban cristianos eran convertidos auténticos.
Muchos de los que entraban al Imperio aceptaban el bautismo, así como aceptaban las costumbres
romanas. Otros se hacían pasar por cristianos para poder entrar al Imperio, especialmente durante
el siglo IV. De todos modos, la Iglesia latina se vio beneficiada ya que recibió el ingreso masivo de
nuevos miembros, admiradores asombrados de las ceremonias cristianas y de la belleza de sus
templos. Los bárbaros analfabetos aceptaban todo sin demasiadas preguntas, y si bien tenían la
hegemonía política y militar, fueron sometidos al romanismo. En definitiva, la victoria cultural de
Roma sobre estas tribus fue un paso decisivo para el avance de las pretensiones de su obispo sobre
las de sus competidores del este.
El documento que testimonia de la presencia del cristianismo entre los hunos es la Crónica de
Sa’art. Este documento fue escrito entre los años 800–1300, pero está basado en registros
anteriores. Cuenta de una revuelta en Persia antes del año 500, que sacó al emperador persa Qbad
de su trono y país. Qbad huyó hacia el nordeste, a una región que se conoce como Bactria, sobre el
río Oxus, ocupada en aquel tiempo por los hunos blancos (turcos). El rey huno lo ayudó a recuperar
su trono, y al regresar a Persia, Qbad se mostró favorable a los cristianos, porque los cristianos entre
los hunos lo habían ayudado. Algunos persas miembros de su corte y que lo acompañaron a Bactria
se quedaron allí, se casaron y formaron sus familias entre los hunos. Años más tarde, algunos
regresaron a Persia y trajeron noticias de la presencia de cristianos entre los hunos. El redactor de
la Crónica de Sa’art copia los nombres de estos testigos y fecha su testimonio en el año 555. Los
episodios que describe pueden haber ocurrido entre 525–550.
Crónica de Sa’art: “Los hunos han aprendido a escribir su propia lengua. Así es como
ocurrió: Luchando contra los romanos, los hunos habían tomado prisioneros. Treinta y
cuatro años más tarde, un ángel apareció a Qaradushat, obispo de Arán, en Armenia
Oriental, diciendo: ‘En respuesta a las oraciones de los cautivos, Dios me ha dicho que te
pida que vayas, bautices a sus niños, les proveas de sacerdotes, les des los sacramentos, y
he aquí, yo estoy contigo y encontrarás todo lo que necesites.’
Siete de ellos partieron atravesando territorio salvaje, no haciendo rodeos por los pasos,
sino derecho, cruzando las montañas, y cada noche eran provistos de siete panes y de una
botella de agua. Predicaron a los cautivos, convirtieron a algunos de los hunos, y tradujeron
las Escrituras a su idioma.
Después de catorce años, Qaradushat murió. Su nombre significa ‘llamado por Dios.’
Otro obispo armenio, Makarios, fue llamado a ir, y fue de buen grado con algunos de sus
sacerdotes. Construyeron una iglesia de ladrillos, plantaron los campos, sembraron
vegetales, realizaron señales, y bautizaron a muchos. Los caudillos de los hunos los
honraron, invitándolos como maestros, cada uno a su propia tribu, y he aquí, están allí hasta
hoy.… Éste es el tiempo del cual habló el apóstol, cuando ‘ha entrado la plenitud de los
gentiles’ (Ro. 11:25).”
El documento describe lo que hoy podríamos denominar como misión rural. No se dice mucho
sobre la escritura y traducción de la Biblia, como en el caso de Ulfilas. Sin embargo, es muy probable
que la situación entre los hunos haya sido similar a la de los godos. El problema de la falta de un
abecedario o una forma escrita de la lengua era el mismo y debe haberse solucionado de la misma
manera. En este caso, se usaron letras siríacas para los sonidos hunos, y se creó un nuevo lenguaje
escrito, del que derivan lenguas como el mongol y el manchú.
Básicamente, Volusiano levanta dos preguntas. Por un lado, la pregunta pacifista, es decir, ¿está
bien que un cristiano ponga la otra mejilla, cuando es responsable de la seguridad de toda una
provincia, como era el caso de él? Por otro lado, la pregunta de la providencia, es decir, ¿por qué
Dios permite que ocurran estas cosas?
Desde su sede episcopal en Hipona, al norte de África, Agustín procuró responder a éste y a
otros interrogantes especialmente a través de su libro La ciudad de Dios (escrito entre 413 y 426),
que es la primera filosofía cristiana de la historia y la obra maestra de Agustín. Este libro es la defensa
más grande del cristianismo que jamás se haya escrito. Agustín salió al paso de la objeción de que
si bien el Imperio Romano había adoptado la religión cristiana, el cristianismo no había podido salvar
al Imperio de los bárbaros. Agustín escribió sabiendo que se encontraba en el fin de una edad, pero
miraba el futuro con esperanza.
La enseñanza de Agustín. Respecto de la crisis del año 410, Agustín admite que la religión
cristiana no salvó a Roma, pero afirma que sí salvó a muchos que estaban en peligro y necesidad.
Los horrores de la guerra no eran nuevos, pero muchos bárbaros eran arrianos y cuidaron de las
mujeres y los niños que se refugiaron en los templos cristianos.
Agustín de Hipona: “Todo el saqueo, pues, al que Roma se vio expuesta en la calamidad
reciente—toda la matanza, despojo, incendio y miseria—fue el resultado de la costumbre
de la guerra. Pero lo que fue novedoso, fue que los bárbaros salvajes se mostraron de
manera tan amable, que las iglesias más grandes fueron escogidas y apartadas con el
propósito de ser llenadas de gente a quienes se les dio refugio, y que en ellas nadie fue
asesinado, nadie fue acuchillado por la fuerza; que muchos fueron conducidos a ellas por
sus concesivos enemigos para ser puestos en libertad, y que de ellas nadie fue puesto en
esclavitud por enemigos inmisericordes. Quien no ve que esto debe ser atribuido al nombre
de Cristo, y al carácter cristiano, está ciego; quien lo ve y no lo alaba, es un desagradecido;
y quien impide a otros a alabarlo, está loco.”
En cuanto al problema del sufrimiento humano, señala Agustín que la religión cristiana no
pretende que el cristiano pueda evitar el sufrimiento. “Por lo tanto, si bien personas buenas y malas
sufren por igual, no debemos suponer que no haya diferencia entre las personas mismas, porque
no hay diferencia en lo que ellos sufren. Porque incluso en la semejanza de los sufrimientos, se da
una desemejanza en los que sufren; y si bien están expuestos a la misma angustia, virtud y vicio no
son la misma cosa.… Y así ocurre que en la misma aflicción los malvados detestan a Dios y blasfeman,
mientras que los buenos oran y alaban. De modo que la diferencia no está en cuáles son los males
que se sufren, sino en qué tipo de persona los sufre.”
Agustín de Hipona: “Y Dios no era ignorante de que el ser humano pecaría, y que, estando
ahora sujeto a la muerte, se propagaría en otros hombres condenados a muerte, y que estos
mortales correrían a tales enormidades en su pecado, que incluso las bestias carentes de
voluntad racional, y que fueron creadas de manera numerosa de las aguas y de la tierra,
vivirían más segura y pacíficamente con los de su propia especie que con el hombre, quien
se había propagado de un individuo con el propósito cierto de promover la concordia.
Porque ni siguiera los leones o los dragones han luchado entre sí guerras tales como las que
los hombres han luchado unos con otros. Pero Dios también previó que por su gracia un
pueblo sería llamado a la adopción, y que ellos, siendo justificados por la remisión de sus
pecados, serían unidos por el Espíritu Santo a los santos ángeles en paz eterna, siendo
destruido el último enemigo, la muerte.”
Finalmente, Agustín desarrolla el tema de las dos ciudades, que es el que le da el título a su libro.
En el corazón del mismo está el contraste entre la “ciudad terrenal,” que no será eterna, y la “Ciudad
Celestial” en la que está expresado el sentido de la historia. La idea central de Agustín es que toda
la historia humana es una lucha entre dos reinos, el de Dios y el del mundo, entre la civitas Dei y la
civitas terrena. Para él, la Iglesia es la colonia sobre la tierra de la Jerusalén celestial, establecida
para el testimonio acerca de Dios cualesquiera sean las circunstancias que se den en las naciones
del mundo. La Iglesia, peregrina a través de la historia, es la que da sentido a la historia y el fin de
este peregrinaje está más allá de la historia, en la Iglesia Triunfante.
_ El testimonio en Bretaña
Uno de los primeros nombres asociados con el cristianismo en Bretaña es el de Albano, el primer
mártir cristiano en Inglaterra. Albano era un romano de Verulamium (la moderna St. Albans), de
quien se cuenta que amparó a un sacerdote cristiano durante la persecución bajo Diocleciano, en
304, a pesar de que todavía él no era cristiano. Cuando fue arrestado, confesó su fe cristiana
valientemente y después de ser torturado, fue ejecutado. Si bien hay ciertas dudas en cuanto a los
detalles de esta historia, hay dos cosas que parecen ser seguras. Primero, que el cristianismo para
este tiempo ya estaba firmemente establecido en Bretaña. Había obispos en Londres, York y Lincoln,
que concurrieron al Sínodo de Arlés pocos años más tarde, en 314. Segundo, el santuario de Albano,
cerca de Londres, se transformó en un lugar de peregrinación (hasta el día de hoy), y llegó a ser tan
famoso, que su nombre eclipsó el nombre romano que anteriormente tenía el lugar.
_ El testimonio en Escocia
En Escocia, el nombre que surge al investigar sobre los orígenes del cristianismo en esta región
(Galloway) es el de Niniano (c. 360–432), un bretón hijo de un caudillo cristiano. Siendo joven fue a
Roma a estudiar, y de allí al monasterio de San Martín de Tours, en Francia. Niniano regresó a
Escocia hacia el año 400, y durante algún tiempo vivió en una cueva. Cerca de allí construyó una
iglesia dedicada a Martín de Tours y un monasterio que seguía sus métodos misioneros. Los monjes
de este monasterio salieron a muchos lugares del país, evangelizando a los bretones en el sur, a los
pictos en el norte, a los escoceses en la costa occidental y en Irlanda del Norte.
_ El testimonio en Irlanda
El apóstol de Irlanda es Patricio (c. 389–c. 461), si bien el cristianismo ya había sido predicado
en la isla para cuando él llegó. Era un bretón, hijo de un diácono que vivía en la costa occidental de
Bretaña. Cuando tenía dieciséis años fue capturado por piratas irlandeses. Después de seis años
como esclavo en tierra pagana, logró escapar y regresar a su hogar. Pero no tenía paz, pues soñaba
con los irlandeses, en quienes su fe cristiana había comenzado a influir. Así, aceptó esto como un
llamado de Dios, y después de una larga preparación regresó a Irlanda, a la tierra de sus captores,
como misionero. Desembarcó en Ulster y viajó por todo el país desafiando valientemente al
paganismo, ganando a los caudillos y a sus seguidores. Su muerte ocurrió en el 461.
Algunos registros del siglo III en cuanto al movimiento cristiano en España presentan un
cristianismo poco ortodoxo y maduro. Se menciona a un obispo que apostató de la fe durante la
persecución de Decio (250), pero que luego de pasar el peligro retornó a su oficio. Otros obispos
dejaron sus responsabilidades para involucrarse en el comercio. Algunas cartas de Cipriano de
Cartago (195–258) expresan que en España hubo una suerte de apostasía masiva, encabezada por
los obispos. Muchos cristianos acudían a los magistrados romanos para retractarse de su fe. Hubo
un derrumbe general de la moral, y no fueron pocos los creyentes que se sometieron a los sacrificios
oficiales, mientras continuaban profesando su fe cristiana. Incluso hubo quienes se desempeñaron
como sacerdotes cívicos. Los registros del concilio de Elvira, llevado a cabo alrededor del 309 revelan
que la Iglesia tuvo problemas con la idolatría, el homicidio y el adulterio e intentó corregir estos
errores. Este mismo concilio muestra que el movimiento cristiano se había extendido tan al norte
como Asturias y tan al este como Zaragoza, aunque su fuerza mayor parece haber estado en lo que
hoy es Andalucía.
Debe tenerse presente que, más tarde (379), el emperador Teodosio, que declaró al cristianismo
religión oficial del Imperio Romano, era natural de España, donde probablemente acogió su fe
cristiana. Teodosio fue el primer emperador romano de una fe cristiana ortodoxa. De todos modos,
el paganismo no desapareció rápidamente de España. En la última década del siglo IV los ritos
paganos todavía resultaban atractivos para muchos cristianos que habían renunciado a ellos. Incluso
un siglo más tarde, según las actas del concilio de Toledo, la idolatría seguía consiguiendo adeptos.
Si bien muchas de estas prácticas paganas pueden haber sido importadas por las tribus germanas
que invadieron la Península en el siglo V (vándalos, visigodos, suevos), es probable que hayan sido
supervivencias de tiempos anteriores a la llegada de los romanos o de los días del Imperio. No
obstante, con los visigodos, muchos de los cuales sostenían una fe arriana, el cristianismo logró un
establecimiento definitivo en la Península Ibérica con posterioridad al siglo V.
Prisciliano fue juzgado en Burdeos de acuerdo con la ley imperial que se aplicaba a la brujería,
y se lo obligó a comparecer ante el tribunal imperial de Tréveris. Sometidos a tortura, él y sus
compañeros (algunos de ellos eran obispos, como Instancio), confesaron las acusaciones que se les
hacían, especialmente de inmoralidad sexual. Pese a las protestas de Martín de Tours (m. 397), un
importante obispo galo, y de Ambrosio de Milán (340–397), los condenados fueron ejecutados por
decapitación, “convirtiéndose en el primer caso que conocemos de la masacre de ‘herejes’ y de la
caza de brujas bajo los auspicios cristianos.” El cuerpo de Prisciliano y de los otros seis ejecutados
fue trasladado a España, y se les dio sepultura como si fuesen mártires. El priscilianismo fue
condenado por el Concilio de Toledo (400).
Irvin y Sunquist: “El caso de Prisciliano refleja algunas de las ansiedades de su época, incluso
las cuestiones concernientes a nuevo papel público de la Iglesia y sus obispos, el ejercicio
del poder en el Imperio Romano, y las relaciones entre mujeres y hombres en la Iglesia.
Prisciliano se rehusó a reconocer tales distinciones agudamente definidas entre los géneros,
al menos entre aquellos que se habían comprometido con una vida ascética en Cristo. El uso
de la pena capital para controlar la enseñanza de la Iglesia fue también un paso mayor hacia
abajo en el largo camino de los juicios por herejía y el uso de la violencia en el nombre de la
fe cristiana ortodoxa. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con esta dirección. Martín
de Tours, por su lado, vio las ejecuciones como una profunda distorsión de la fe cristiana.”
_ Un fanatismo riguroso
Hubo otras reacciones de indignación contra estos abusos, pero la persecución religiosa en
España continuó. Pablo Orosio (385–450), historiador y presbítero, llegó a destacarse como un
cazador español de herejes. En 414, en razón de la invasión de la Península por los vándalos, se
trasladó al norte de África, donde se colocó bajo la supervisión de Agustín de Hipona, quien le pidió
escribir una historia del mundo destinada a mostrar que la historia pre-cristiana fue peor que los
sufrimientos ocurridos en el Imperio bajo gobernadores cristianos. Los ataques bárbaros, según él,
eran expresión del justo juicio de Dios sobre los paganos que todavía no se habían convertido a la
fe cristiana.
Otro obispo español de renombre fue Dámaso (304–384), quien llegó a ser obispo de Roma
desde 366, después de haber derrotado con violencia a su oponente Ursino. De él, comenta
Johnson:
Paul Johnson: “Su meta parece haber sido bastante clara: presentar al cristianismo como la
verdadera y antigua religión del Imperio y a Roma como su ciudadela. Dámaso instituyó una
gran ceremonia anual en honor a Pedro y Pablo para destacar la idea de que el cristianismo
ya era muy antiguo y había mantenido su asociación con Roma y los triunfos del Imperio
durante más de tres siglos. Según lo que él alegaba, los dos santos no sólo habían asegurado
la primacía de Roma sobre Oriente, porque ella era su ciudad adoptiva, sino que también
habían demostrado que eran protectores de la ciudad más poderosos que los antiguos
dioses. El cristianismo era ahora una religión que tenía un pasado glorioso y un futuro
ilimitado. Dámaso vivía bien y agasajaba suntuosamente a sus visitantes. En 378 celebró un
sínodo ‘en la sublime y sagrada Sede Apostólica’—fue la primera vez que se usó la frase—
que exigió la intervención oficial para asegurar que los obispos occidentales se sometieran
a Roma. El Estado también dictaminó que el obispo de Roma no estaría obligado a
comparecer ante el tribunal: ‘Nuestro hermano Dámaso no debe ser puesto en una posición
inferior a la de aquellos con quienes tiene oficialmente una situación de igualdad, pero a
quienes supera por la prerrogativa de la Sede Apostólica.’ Según parece, Dámaso fue un
hombre desprovisto por completo de espiritualidad.”
_ Un extenso peregrinaje
Afortunadamente, no todos los testigos españoles fueron de un carácter cristiano tan dudoso
como el de Dámaso. Hacia fines del siglo IV (384), una mujer aristocrática de nombre Egeria,
probablemente una monja del noroeste de España, salió en peregrinaje hacia el Sinaí, Egipto,
Palestina y Mesopotamia. Es interesante que, en un tiempo en que casi no había mapas, ella utilizó
la Biblia para su orientación y la ayuda de ascetas locales que fue encontrando a lo largo del camino.
Su diario de viaje, escrito en un latín coloquial exquisito, es no sólo un testimonio extraordinario de
un periplo lleno de aventuras por parte de una mujer, sino una fuente de información extraordinaria
en cuanto a la liturgia, la arquitectura y la vida monástica de casi todo el mundo cristiano. El relato
testifica también de la noción, ya establecida para aquel tiempo, de una Tierra Santa cristiana y de
la importancia que la peregrinación a los sitios sagrados comenzó a tener. Además, Egeria, con el
relato de su viaje piadoso, ofrece una síntesis notable de la mayor parte de los lugares que hemos
mencionado en esta unidad, desde España hasta Mesopotamia.
En esta unidad hemos realizado un extenso viaje misionero. Comenzamos con los primeros
territorios visitados por el movimiento cristiano palestino, iniciando nuestro viaje en Antioquía de
Siria, para movernos a la primera ciudad-estado en convertirse al cristianismo, Edesa. De allí nos
movimos a la primera nación cristiana, Armenia. Pasamos por Partia, Persia, Etiopía, Arabia e India.
Desde el punto más extremo de la expansión oriental del testimonio cristiano, nos movimos al punto
más extremo de la expansión occidental, y así, pasando por el norte de Europa, llegamos finalmente
a las Islas Británicas y a la Península Ibérica.
En este viaje hemos podido constatar la manera dinámica en que el incipiente movimiento
cristiano encontró oportunidades para su expansión, la fundación de iglesias, la contextualización y
el testimonio. De igual modo, hemos podido evaluar hasta qué punto la oposición y persecución,
como también el impacto de la cultura local y sus manifestaciones, afectaron la configuración del
pensamiento y la acción cristianos. Todo esto resultó no sólo en un movimiento de aspiraciones
universales, sino verdaderamente mundial. Su dilatado alcance geográfico es parangonado con su
riquísima diversidad. Nuestra mayor cercanía con la cristiandad latina o mediterránea no debe
limitar nuestra visión del movimiento cristiano como auténticamente ecuménico y múltiple. Sin
embargo, de todos los variados factores que lo configuraron, ninguno parece ser más llamativo que
el cristianismo de los primeros siglos fue un movimiento típicamente urbano. Las iglesias que se
plantaron, tanto dentro como fuera del Imperio Romano, fueron comunidades urbanas, con todas
las características propias de tal condición socio-cultural. Para el año 500, la mayoría de las grandes
urbes del mundo conocido de entonces, habían sido alcanzadas con el testimonio del evangelio de
Jesucristo.
GLOSARIO
Adiabene: región cercana a la corriente superior del Tigris, con su capital en Arbela, una antigua
ciudad sagrada de los asirios, que fue alcanzada tempranamente (c. año 100) por el testimonio
judeo-cristiano palestinense. No obstante, los grupos cristianos fueron pequeños y padecieron una
resistencia activa por parte de sacerdotes de otras religiones (especialmente zoroastristas).
Ctesifonte: ciudad de Asiria (hoy Irak), a orillas del Tigris, no lejos de Seleucia, residencia de invierno
de los reyes partos, arsácidas y sasánidas.
decuria: cada una de las diez porciones en que se dividía la antigua curia romana. En la antigua
milicia romana, era la escuadra de diez soldados gobernada por un cabo.
godos: antiguo pueblo germánico, que invadió el Imperio Romano en los primeros siglos de la era
cristiana y ocupó España e Italia, donde fundó reinos germánicos.
Iglesia del Este: Iglesia cristiana que remonta su origen al cristianismo que se desarrolló en el
Imperio Romano Oriental (bizantino), pero que se expandió de manera independiente hacia el este
(Mesopotamia) y desde allí más tarde hasta China, sosteniendo una teología nestoriana, y con una
liturgia y literatura religiosa en lengua siríaca.
licantropía: manía en la que el enfermo se imagina a sí mismo y se comporta como si fuese un lobo.
liturgia: del gr. leitourgia (adoración) es el orden y forma (rito o conjunto de ritos) que se sigue para
celebrar el culto religioso público.
maniqueo: seguidor de las doctrinas de Manes (216–277), que admitía dos principios creadores,
uno para el bien y otro para el mal.
monofisismo: herejía de los monofisitas, que enseñaban que en Cristo había una sola naturaleza
(divina) y no dos, como enseñaba el credo de Calcedonia (451), aun cuando él había asumido un
cuerpo terrenal y humano con su ciclo de nacimiento, vida y muerte.
nómada: familia o pueblo que anda vagando sin residencia fija de lugar en lugar de manera
estacional o dentro de un territorio bien definido a fin de asegurarse la provisión de alimentos, y
que generalmente está dedicado a tareas de pastoreo.
Osroene: región del NO de Mesopotamia, con capital en Edesa, donde se fundó un pequeño estado
gobernado por sus caudillos con el título de reyes. El cristianismo llegó a la región con el apóstol
Judas, hermano de Jacobo. En 190 y 201 ya había iglesias cristianas en Edesa. El rey Abgar IX (179–
214) se convirtió y abolió los cultos paganos.
siríaco: lengua hablada y escrita de los antiguos habitantes de Siria, basada en un dialecto arameo
oriental y utilizada como la lengua literaria y litúrgica por varias iglesias cristianas orientales.
Vedas: en sánscrito significa conocimiento. Se trata de cuatro libros sagrados de la India, escritos en
lengua sánscrita, atribuidos a la revelación de Brahma. Son colecciones de oraciones, de himnos, de
fórmulas de consagración, y de expiación, que constituyen los escritos sagrados hindúes más
antiguos. Los Puranas, los Sutras, etc., son comentarios de dichos libros.
zoroastrismo: religión de origen persa, fundada en el s. VI a.C. por el profeta Zoroastro a partir del
mazdeísmo, y que sostiene la creencia en Ahura Mazda como la divinidad suprema. Esta doctrina
está promulgada en el Avesta (el libro de los escritos sagrados del zoroastrismo), y se caracteriza
por su rigor ético, ya que requiere de las buenas acciones humanas para ayudar a Ahura Mazda en
su lucha cósmica contra Ahriman, el espíritu del mal.
TRABAJOS PRÁCTICOS
Lee y responde:
“Pomponia Graecina, una mujer de alto rango (la esposa de Aulus Plautius, a quien, como he
mencionado, se le ofreció una ovación por su campaña en Bretaña), fue acusada de una superstición
foránea, y fue pasada a su esposo para que la juzgara. Él siguió el procedimiento antiguo de escuchar
su caso, que tenía que ver con la situación legal de su esposa y su honor, en presencia de miembros
de la familia, y la declaró inocente. La larga vida de Pomponia se tornó en una tristeza
inquebrantable, porque después de la muerte de Julia, la hija de Drusus, vivió cuarenta años con
ropas de luto con sólo dolor en su corazón. Esto hizo que pudiera escapar al castigo durante el reino
de Claudio, y de allí en más contribuyó a su gloria.”
Tácito (c. 60–c. 120) en Los anales (13:32), sobre el juicio de Pomponia Graecina (57).
- Explica con tus palabras cuál puede haber sido la “superstición foránea” de la que era acusada
Pomponia Graecina.
“La grandeza de la tribulación en esta región, y la furia de los paganos contra los santos, y los
sufrimientos de los benditos testigos, no podemos narrarlos con precisión, ni siquiera pueden ellos
ser realmente registrados. Porque con todo su poder el adversario cayó sobre nosotros, dándonos
un anticipo de su actividad desenfrenada en su futura venida. Se esforzó en toda manera en
entrenar y ejercitar a sus siervos contra los siervos de Dios, no sólo expulsándonos de casas y baños
y mercados, sino prohibiendo a cualquiera de nosotros ser visto en cualquier lugar que sea.… Pero
aquellos que eran dignos fueron apresados día por día, completando su número, de modo que todas
las personas celosas, y aquellos a través de quienes especialmente nuestros asuntos se habían
establecido, fueron reunidas de las dos iglesias. Y algunos de nuestros siervos paganos también
fueron apresados, ya que el gobernador había ordenado que todos nosotros debíamos ser
examinados públicamente. Éstos, siendo engañados por Satanás, y temiendo para ellos las torturas
que habían visto a los santos soportar, y siendo también urgidos por los soldados, nos acusaron
falsamente … de acciones de las que no sólo no nos está permitido hablar o pensar, sino que no
podemos creer que hayan sido hechas jamás por los hombres. Cuando se informaron estas
acusaciones, todo el pueblo rugió como bestias salvajes en contra nuestra, de modo que incluso si
alguien antes había sido moderado en base a amistad, ahora estaban sumamente furiosos y
rechinaban sus dientes contra nosotros. Entonces finalmente los santos testigos soportaron
sufrimientos más allá de toda descripción.”
- Según el relato de los sobrevivientes de las persecuciones contra las congregaciones de Viena y
Lión ¿qué lugar jugó Satanás en tratar de silenciar el testimonio cristiano en aquella región de Galia?
- A la luz de este testimonio histórico, ¿cuál es el arma preferida del diablo para silenciar a la Iglesia?
- ¿Cuál es tu propia evaluación de la obra demoníaca hoy en tu contexto en términos de detener el
avance del testimonio cristiano?
Los autores de historia del cristianismo no coinciden en sus opiniones acerca de si Constantino era
auténticamente cristiano o no.
Baker, Compendio de historia cristiana, 27–28, 59; González, Historia del cristianismo, 1:136–139;
Latourette, Historia del cristianismo, 1:131–133; Muirhead, Historia del cristianismo, 1:137–142;
Walker, Historia de la iglesia cristiana, 110–114, 119.
DISCUSIÓN GRUPAL
1. Leer Latourette, Historia del cristianismo, 1:31–37, y discutir las diferentes interpretaciones que
se han hecho sobre la ubicación del cristianismo en la historia. Discutir los dos últimos párrafos de
la p. 37, extrayendo conclusiones para compartir en un plenario de la clase.
2. Responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué razones el idioma griego fue útil para la
comunicación del evangelio cristiano? ¿Qué idioma moderno es el más útil para comunicar el
evangelio hoy en todo el mundo? Dar razones. ¿Es el castellano un idioma adecuado para la
comunicación del evangelio?
LECTURAS RECOMENDADAS
Latourette, Historia del cristianismo, 1:1 1–60; 101–116; 118–133; 146–150; 155–164;
245–273.
UNIDAD 2
INTRODUCCIÓN
Hacia fines del segundo siglo el cristianismo se había difundido por casi todo el mundo
mediterráneo. Se encontraba bien establecido en el norte de África, en Galia y en España. Es
probable que para esta época haya alcanzado las Islas Británicas. Hacia el sudoeste, se estaba
esparciendo a lo largo de las márgenes africana y árabe del mar Rojo. Hacia el este del Imperio había
conquistado la pequeña ciudad-estado de Edesa, y desde allí se estaba extendiendo hacia el norte
llegando a Armenia, y hacia el este iba penetrando en Persia, y aun más allá dirigiéndose hacia el
Asia Central. En este tiempo, Tertuliano de Cartago, decía: “Somos apenas de ayer, y hemos llenado
todo lugar entre vosotros—ciudades, islas, fortalezas, pueblos, mercados, y los mismos
campamentos, tribus, compañías, palacio, Senado, Foro—no os hemos dejado nada sino los templos
de vuestros dioses.” Para fines del siglo tercero, el cristianismo se había establecido fuertemente en
muchas partes del Imperio Romano a pesar de la persecución y seguía avanzando firmemente fuera
del mismo, especialmente en Mesopotamia. Para comienzos del siglo IV, estaba ganando a Etiopía,
donde desde el rey hasta el último vasallo confesaban la fe de Cristo.
Hacia el año 350, la expansión del cristianismo resultaba notable. Primero, el cristianismo era
todavía una religión predominantemente “oriental,” ya que su fuerza más grande en este tiempo
estaba en Armenia (fuera del Imperio Romano), en Asia Menor, y en el extremo oriental de Europa
en la nueva capital del Imperio: Constantinopla. Generalmente, se concibe al cristianismo como una
religión europea y casi exclusivamente occidental. La historia no apoya este concepto. Por supuesto,
el cristianismo era muy fuerte en el mundo mediterráneo y allí habría de avanzar a pasos
agigantados, especialmente a partir del momento en que comenzó a contar con el favor imperial.
Pero no debemos pasar por alto el hecho del floreciente desarrollo del cristianismo en la frontera
oriental del Imperio y más allá de ella.
Segundo, en África, además de los puntos fuertes del litoral norteño, en Numidia, Cirenaica y el
delta y valle del río Nilo, el cristianismo iba penetrando paulatinamente por las riberas del mar Rojo
hasta entrar y conquistar Abisinia en este período. El desarrollo del cristianismo en el norte de África
fue muy significativo, ya que de allí salieron algunos de los teólogos cristianos más destacados de
este período (Tertuliano de Cartago, Cipriano de Cartago, Agustín de Hipona).
Tercero, el progreso del cristianismo a través de Asia continuó sin pausa. En Persia, donde hacia
mediados del siglo IV comenzó a sufrir una severa persecución; a lo largo de las márgenes árabe y
persa del golfo Pérsico; y desde aquí por mar hasta la India (alrededor del 295). Una embajada
romana enviada por el emperador Constancio en 354 se encontró con una comunidad cristiana en
el sudoeste de la India. La tradición oral, en la Iglesia Siríaca Antigua, que todavía hoy sobrevive en
esta región, habla de la llegada de cristianos allá por el año 345 provenientes de Persia
(presumiblemente huyendo de la persecución). Es probable que el cristianismo haya llegado hasta
la India o por lo menos a su frontera noroeste por vía terrestre. En el Concilio de Nicea en 325, un
obispo se autotituló como “Juan de la Gran India y Persia.” Más tarde, el cristianismo penetró más
profundamente en Asia Central, llegando a convertir y civilizar a los pueblos nómadas del
Turquestán alrededor del año 500.
_ La conversión de Edesa
El libro de los Hechos nos dice que el día de Pentecostés la predicación de Pedro y los demás
apóstoles fue oída por “partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia” (Hch. 2:9), es decir,
habitantes de la región al este de Palestina. La ruta que llevaba a estos territorios pasaba por la
ciudad siria de Antioquía. Esta ciudad fue, desde muy temprano (Hch. 11:19–21) un centro muy
importante de cristianismo helenista. De hecho, fue allí que “a los discípulos se les llamó ‘cristianos’
por primera vez” (Hch. 11:26). Por ser una metrópolis comercial con una ubicación tan estratégica,
no es extraño que desde allí el movimiento cristiano se haya expandido en varias direcciones. Desde
Antioquía, donde comenzó Pablo su misión hacia Occidente, comenzó también la expansión hacia
Oriente. Desde fines del siglo I, cristianos de lengua aramea de Palestina predicaron a las
comunidades judías de una región denominada Osroene. Esta corriente misionera se conoce como
la misión palestinense. Fue el judío Tobías quien recibió a Addai, el primer misionero judeo-cristiano
en esa región.
La primera ciudad en ser alcanzada fue Edesa (200 kilómetros al este de Antioquía), capital de
un pequeño reino independiente (Osroene), estratégicamente ubicada sobre las rutas principales
de comunicación entre Oriente y Occidente. Aquí había también una importante comunidad judía,
que proveía de una buena base para el inicio del testimonio cristiano. Fue esta ciudad la primera en
ver a su rey convertido y al cristianismo constituido en religión oficial, cerca del año 200. De este
modo, Edesa se transformó en el centro más importante para la difusión del movimiento cristiano
de habla siríaca, lengua muy cercana al arameo.
El testimonio de Eusebio, quien visitó la ciudad en 320, agrega una información curiosa. Dice
Eusebio que en Edesa encontró un documento conocido como Crónica de Addai, que según él
contenía la correspondencia mantenida entre el rey de la ciudad, Abgar, con nadie menos que Jesús.
Según estos documentos, el rey invitó a Jesús a ir a Edesa, para que lo curara de una enfermedad
que padecía. Jesús le respondió que no podía ir, pero que enviaría a uno de sus discípulos.
Eusebio dice que después de la ascensión de Jesús, el apóstol Tomás “envió a Tadeo (Addai en
siríaco), uno de los setenta,” a Edesa. Tadeo curó a Abgar y a “muchos otros en la ciudad, hizo obras
maravillosas y predicó la palabra de Dios.” La pregunta que surge es si lo que relata Eusebio es
históricamente verificable y cierto. Eusebio así lo creía, pero quizás estaba equivocado. La
arqueología ha encontrado una moneda con la esfinge del rey Abgar de Edesa, con una cruz en su
corona. Pero no es el Abgar de tiempos de Jesús, sino Abgar VIII ó IX (179–216), y la moneda fue
acuñada entre 180–192. Como ocurría con frecuencia en la antigüedad, los compiladores de la
historia tomaron un hecho real y lo remontaron a los días de Jesús para darle lustre.
Es muy probable que el primer rey cristiano de Edesa haya sido Abgar IX. Su nombre aparece en
la Crónica de Edesa, pero allí no dice que haya sido cristiano. Julio Africano, quien vivió en la corte
de Abgar antes del 216, dice que este rey era un “hombre consagrado” (¿cristiano?). El Libro de las
leyes de las tierras, escrito antes del 250 por un discípulo de Bardaisanes, dice explícitamente que
el rey Abgar se hizo cristiano.
De todos modos, parece razonable pensar que para fines del primer siglo algunos cristianos
arameos ya habían llegado de Palestina a Osroene y que predicaron a las comunidades judías en la
región. Una indicación de esto es el hecho de que fue un judío, Tobías, quien recibió a Addai. Otro
elemento a tomar en cuenta es que los cristianos de Osroene celebraban la Pascua como lo hacían
los cristianos palestinenses y no como los de Asia.
_ La contribución de Edesa
El reino de Edesa (Osroene) fue “primero” también en varias cosas más. Por un lado, tuvo el
primer templo cristiano que recuerde la historia. Gracias al favor real, los cristianos de esta ciudad
pudieron tener su templo junto al palacio, cuando no había templos en el Imperio Romano. En el
año 201 hubo una inundación, y los registros indican que “Abgar, el rey, se paró sobre la torre,
llamada la Torre Persa, y observó las aguas con la luz de las antorchas. Las aguas rompían contra la
muralla occidental de la ciudad, entraban a la ciudad, y derribaban el grande y hermoso palacio del
rey.… Y las aguas destrozaron el templo de la iglesia de los cristianos.” De este modo, Osroene fue
probablemente el primer reino en el que se levantaron edificios destinados específicamente al culto
cristiano.
Además, en esta ciudad se hizo la primera traducción de los Evangelios del griego al siríaco, el
idioma que se hablaba por aquel entonces en Mesopotamia. A partir del segundo siglo se hicieron
traducciones del griego al siríaco, siendo posiblemente el Nuevo Testamento la primera de estas
traducciones, bastante antes del año 200. El siríaco es importante porque se transformó en el
idioma eclesiástico del avance cristiano oriental, y fue llevado, en las Escrituras y la liturgia, a través
de Asia hasta el mar de la China.
Edesa fue también un centro de expansión del testimonio cristiano y de producción de literatura
cristiana en lengua siríaca. En Edesa se formó lo que se conoce como el “ciclo de Tomás” (así como
en Frigia oriental se desarrolló el ciclo de Felipe o en Asia Menor el ciclo de Juan), que significa la
producción de una serie de tradiciones históricas y literarias ligadas al apóstol Tomás y su ministerio.
Allí surgen varias obras asociadas a Tomás, como Hechos de Tomás (siglo III), Salmos de Tomás
(composiciones judeo-cristianas del siglo II, que más tarde fueron adoptadas por los maniqueos),
Evangelio de Tomás (hallado en Nag Hammadi, pero relacionado con el medio judeo-cristiano de
Edesa, a mediados del siglo II). Otra obra importante del cristianismo primitivo oriental es Odas de
Salomón, un escrito de carácter judeo-cristiano, de orientación esenia, probablemente de fines del
siglo I. También se destacan el Evangelio de la verdad (una homilía litúrgica) y el Canto de la perla,
preservada en los Hechos de Tomás.
Edesa también produjo algunos personajes cristianos de renombre. Uno de ellos fue Taciano (c.
170), quien nació en Mesopotamia, de lengua siríaca, tuvo una buena educación, y quien fue al
Oeste buscando una religión que le diera satisfacción. Probó muchas de las religiones que se
practicaban en el Imperio Romano, hasta el año 150 cuando se convirtió a la fe cristiana en Roma.
Fue discípulo de Justino Mártir y autor de obras importantes. Su Discurso a los griegos es una
reacción contra la civilización greco-romana. En ella Taciano expresa su gratitud personal por su
liberación de los dioses del politeísmo pagano. También es el autor de una obra perdida titulada
Diatessaron (“a través de cuatro”), que fue probablemente la primera armonía de los Evangelios en
ser escrita y que tuvo una gran influencia en el cristianismo siríaco. Su testimonio personal de
conversión exalta el poder de las Escrituras y su valor por sobre los escritos griegos, que antes habían
concentrado su devoción.
Taciano: “Y, mientras estaba prestando mi más sincera atención al asunto, di con ciertos
escritos bárbaros, demasiado viejos para ser comparados con las opiniones de los griegos,
y demasiado divinos para ser comparados con sus errores; y fui guiado a depositar fe en
éstos por la sencillez sincera del lenguaje, el carácter no artificial de los escritores, el pre-
conocimiento manifiesto de eventos futuros, la calidad excelente de los preceptos, y la
declaración del gobierno del universo como centrado en un solo Ser. Y, al ser mi alma
enseñada por Dios, llegué a entender que la clase anterior de escritos llevaba a la
condenación, pero que éstos pondían fin a la esclavitud que está en el mundo, y nos
rescatan de la multiplicidad de potestades y de diez mil tiranos, mientras que nos dan, no
realmente lo que antes no habíamos recibido, sino lo que habíamos recibido pero por el
error no podíamos retener.”
Bardaisanes (154–222) fue otro nativo destacado de Edesa. Perteneció a una familia noble de
esa ciudad y estuvo ligado a la corte. Julio Africano nos informa que fue un arquero diestro, y que
escribía muy bien en griego y siríaco. Se convirtió en 179 y fue conocido como un hombre de
pensamiento independiente, poeta y primer himnólogo en lengua siríaca. Según Efraín, Bardaisanes
compuso muchos himnos (madrase), que eran una especie de lecciones líricas con un refrán. Estas
composiciones se cantaban de manera antifonal. Así, pues, Bardaisanes merece un lugar importante
como pionero en la historia de la música litúrgica.
Bardaisanes se destacó también en la literatura. En este sentido, es muy elogiado por Eusebio.
Un discípulo suyo registró su enseñanza en una obra titulada En cuanto al destino, escrita en forma
de preguntas y respuestas. También se atribuye a Bardaisanes el poema El himno del alma conocido
también como El canto de la perla. En El libro de las leyes de diversos países, algunos de sus
discípulos registraron sus enseñanzas, en las que se pone en evidencia el amplio conocimiento de
Bardaisanes. Lamentablemente, de sus numerosos escritos sólo se conservan unos pocos
fragmentos. Sus observaciones nos ofrecen un cuadro de la situación del cristianismo en todo el
mundo conocido de sus días.
Bardaisanes: “¿Y qué diremos de la nueva raza de nosotros los cristianos, a quienes Cristo
en su venida plantó en cada país y en toda región? Porque, he aquí, dondequiera que
estamos, todos somos llamados por el único nombre de Cristo: cristianos. En cierto día, el
primero de la semana, nos congregamos juntos, y en los días de las lecturas [?] nos
abstenemos de tomar alimento. Los hermanos que están en Galia no toman a varones por
esposas, ni los que están en Partia dos esposas; tampoco se circuncidan aquellos que están
en Judea; ni nuestras hermanas que están entre los Geli se unen a extraños; como tampoco
aquellos hermanos que están en Persia toman a sus hijas por esposas; ni los que están en
Media abandonan a sus muertos, o los entierran vivos, o los entregan como comida a los
perros; ni los que están en Edesa matan a sus esposas o a sus hermanas cuando cometen
impureza, sino que se alejan de ellas, y las entregan al juicio de Dios; ni los que están en
Hatra apedrean a los ladrones a muerte; sino que, dondequiera que están, y en cualquier
lugar en que se encuentren, las leyes de los diversos países no les impiden obedecer la ley
de su Soberano, Cristo; ni siquiera el Destino de los Gobernadores celestiales los mueva a
hacer uso de cosas que ellos consideran como impuras.”
Es difícil precisar la posición doctrinal de Bardaisanes. Por un lado, luchó contra la herejía.
Eusebio dice que escribió contra Marción. Pero por otro lado, se lo acusó de ser discípulo de
Valentino (gnóstico) y de practicar la astrología. Parece evidente que Bardaisanes profesaba una
especie de judeo-cristianismo gnóstico, pero no está tan claro si su gnosticismo era dualista o
meramente una manera de pensar algo anticuada. Lo segundo parece ser más probable.
_ La conversión de Armenia
Armenia estaba al este del Imperio Romano, pero más al norte que Edesa. El historiador griego
Sozómenos, en su Historia eclesiástica, escrita allá por el año 450, dice: “Los armenios, tengo
entendido, fueron los primeros en aceptar la fe cristiana como nación.” Según Eusebio, Armenia se
hizo cristiana hacia el 311, cuando el emperador Maximiano les declaró la guerra por esa razón. Dice
Eusebio: “Además de esto, el tirano (Maximiano) tuvo que hacer frente a una guerra contra los
armenios, gente que desde una fecha muy temprana habían sido amigos y aliados de los romanos.
Como ellos eran también cristianos y celosos en su piedad hacia la Deidad, el enemigo de Dios
(Maximiano) había intentado forzarlos a sacrificar a los ídolos y a los demonios, haciendo con esto
que de amigos se tornaran en contrincantes y de aliados en enemigos.”
Sabemos que hubo persecuciones contra los cristianos en Armenia desde comienzos del siglo II,
pero fue recién hacia el año 301 (según la tradición armenia), que el cristianismo se convirtió en
religión dominante en Armenia. Este país fue así el primer Estado del mundo en proclamar al
cristianismo como religión oficial. Armenia se encontraba entre el Imperio Persa hacia el Este y el
Imperio Romano hacia el Oeste. Debido a esta situación y su necesidad de protección frente a los
avances de uno y otro imperio, su política fue pendular. No obstante, los armenios mostraron más
acercamiento hacia los romanos que hacia los persas.
_ El apóstol de Armenia
El promotor de la conversión de Armenia fue el hijo de un noble armenio, que fue educado
como cristiano en Capadocia (Asia Menor), donde los cristianos eran mayoría hacia el siglo III. Este
varón recibió el nombre latino de Gregorio y llegó a ser conocido como Gregorio el Iluminador (240–
332), el apóstol de Armenia.
Muchos refugiados volvieron a su patria, entre ellos Gregorio, quien debido a su muy buena
educación llegó a ser oficial de confianza de Tiridates. No obstante, con el tiempo Gregorio tuvo
problemas con el rey en razón de que rechazaba su paganismo, porque él era cristiano. El rey
finalmente lo arrestó, lo encarceló, torturó y lo tuvo por quince años en una mazmorra. Más tarde
lo condenó a muerte, cuando se enteró que Gregorio era hijo del hombre que quiso asesinar a su
padre. Pero Tiridates cayó enfermo de licantropía. Una esclava cristiana y la hermana del rey
exhortaron a Tiridates a buscar la ayuda de Dios, y le dijeron: “Sólo Gregorio tiene la medicina para
todos los males del país.” Gregorio fue llevado ante el rey, oró por su sanidad, Tiridates se sanó y
proclamó al cristianismo como religión oficial del Estado. El cronista armenio del siglo V, conocido
como Agathangelos, recuerda estos episodios, en estos términos:
Agathangelos (c. 450): “Ahora, cuando todos ellos se habían reunido en el lugar de
adoración de la casa de Dios, el bendito Gregorio comenzó a hablar, diciendo: ‘Doblen las
rodillas, todos, para que el Señor pueda efectuar la sanidad de sus tormentos.’ Todos ellos
doblaron las rodillas a Dios, y el bendito Gregorio con oraciones y súplicas fervientes imploró
con lágrimas por la sanidad del rey. Y el rey, mientras estaba de pie entre el pueblo con la
apariencia de un cerdo, de pronto tembló y echó de su cuerpo la piel como de cerdo con
sus dientes como colmillos y rostro como con hocico, y se quitó la piel con su pelo como de
cerdo. Su rostro volvió a su propia forma y su cuerpo se tornó suave y joven como el de un
niño recién nacido; fue completamente sanado en todos sus miembros.
De manera similar, todas las personas que se habían reunido en grandes números fueron
curadas de la aflicción de cada uno: algunos habían sido leprosos, otros paralíticos, tullidos,
hidrópicos, poseídos, quienes sufrían de gusanos o gota. De esta manera Cristo en su misericordia
abrió su gracia sanadora todopoderosa, y sanó a todos a través de Gregorio; aquellos afligidos
fueron curados de toda enfermedad. Así también se abrió la fuente del conocimiento de Cristo y
ésta llenó los oídos de todos con la verdadera enseñanza de Dios.”
_ El cristianismo en Armenia
Pronto surgió un movimiento de pueblos, que resultó en la conversión masiva de casi todo el
reino. En pocos meses, el culto pagano casi desapareció y el cristianismo se estableció en todas
partes. Por toda Armenia se destruyeron los ídolos, los templos fueron limpiados y consagrados
como iglesias cristianas, y muchos sacerdotes y sus hijos se incorporaron al clero cristiano. Esto
último hizo que en Armenia el sacerdocio cristiano se hiciera hereditario, como lo había sido el
pagano. Gregorio, que hasta entonces no estaba ordenado al ministerio cristiano, fue consagrado
primer obispo de Armenia en el año 302 por Leoncio, arzobispo de Cesarea de Capadocia, y llegó a
ser conocido como el “Iluminador”. El propio rey armenio, Tiridates, se convirtió y fue bautizado en
enero del año 303. Gregorio gobernó la Iglesia Armenia durante un cuarto de siglo, haciendo todo
lo posible por darle una organización sólida y completa.
Por entonces comenzó a sentirse la necesidad de tener la Biblia y otros escritos sagrados, así
como la liturgia, en la lengua vernácula. El problema era que el armenio carecía de un alfabeto
propio. Bajo el obispo Sajak, un ex-secretario del rey, Mesrop, desarrolló un nuevo alfabeto para el
idioma armenio (404), que contaba con treinta y seis caracteres capaces de expresar todos los
sonidos de la lengua. Una vez creado el alfabeto, Mesrop, Sajak y otros ayudantes se dispusieron a
traducir la Biblia. Hacia el año 433 apareció un Antiguo Testamento en ese idioma, traducido de la
Septuaginta, pero con muchas variantes en conformidad con la versión siríaca. De este modo, la
cultura armenia se fue gestando en torno a la fe cristiana gracias al idioma escrito. Comentarios
patrísticos y otros tratados, la liturgia y otra literatura sagrada fueron publicados en armenio, la
lengua nacional. De este modo, la nación armenia y su Iglesia estuvieron entrelazadas tan
estrechamente que han logrado sobrevivir el paso del tiempo.
_ La Iglesia en Armenia
Hacia mediados del siglo V, los persas sasánidas tomaron nuevamente el control de Armenia y
por un edicto de 449 impusieron su religión, el mazdeísmo (zoroastrismo), que se caracterizaba por
el culto al sol y al fuego. Los cristianos armenios padecieron una fuerte persecución, mientras
solicitaban ayuda a sus aliados cristianos del Imperio Romano Oriental. Esta ayuda no llegó y
Armenia quedó sometida al dominio persa. Hubo muchos mártires cristianos como consecuencia de
esta persecución. Justo L. González narra estos tristes acontecimientos, de la siguiente manera:
Como reacción, los cristianos armenios rompieron sus relaciones con el cristianismo occidental,
rechazaron las decisiones del Concilio de Calcedonia (451), y mantuvieron un desarrollo teológico y
eclesiástico independiente. Su teología fue monofisita, es decir, contraria a los cánones establecidos
por el Concilio de Calcedonia, que definían la doctrina de la doble naturaleza de Cristo como
totalmente humano y totalmente divino. El monofisismo afirmaba que la naturaleza de Cristo
permanecía totalmente divina y no humana, aun cuando él había asumido un cuerpo terrenal y
humano con su ciclo de nacimiento, vida y muerte.
Bajo el dominio persa, los armenios continuaron su resistencia basados en su fe cristiana, hasta
que el monarca persa decidió concederles algo de libertad religiosa y cierto grado de autonomía.
Con este propósito, se nombró como gobernador de Armenia al patriota Vaján (485), uno de los
líderes de la resistencia nacional. A partir de entonces, y hasta las conquistas de los turcos
selyúcidas, la iglesia de Armenia gozó de relativa paz. El patriarca Hovanes transfirió su sede a la
nueva capital, Dvin, bajo la protección del gobierno y allí pudo consagrarse a la reforma interior de
la iglesia y del pueblo. De este modo, su nombre permanece como el más honrado, después del
patriarca Sajak.
A principios del siglo VI, el episcopado armenio se fue tornando crecientemente hostil al
nestorianismo y a todo lo que se le pareciera. Esto ocurrió parcialmente debido a la influencia del
movimiento anti-calcedónico que por entonces estaba triunfando en Constantinopla, y
fundamentalmente debido a la influencia de los monofisitas de Mesopotamia y más tarde de Siria.
Para mediados del siglo VI, el Concilio de Calcedonia fue condenado de manera explícita, junto con
el Tomo del Papa León I. Desde ese momento en adelante, el monofisismo se hizo una parte integral
del patrimonio de la iglesia nacional armenia.
Esto se puso en evidencia cuando el emperador bizantino Mauricio, que había conquistado la
parte occidental de Armenia de manos de Cosroes II (582), trató de someter a esa región
nuevamente a la ortodoxia calcedónica. Apenas logró la adhesión de unos veinte obispos bajo su
autoridad, pero provocó un cisma profundo, el primero en la historia de la Iglesia Armenia (591–
610). Los demás obispos rechazaron su intento y se agruparon en torno al catholicós de Dvin,
distanciándose así de Constantinopla. La iglesia armenia entró en una ola de disturbios causados
por las dificultades exteriores, que la absorbieron totalmente, pero logró sobrevivir el paso de los
siglos. La fe cristiana ha sido desde entonces el fundamento de la identidad nacional armenia.
Rufino de Aquilea (345–410): “El rey mandó llamar a la cautiva, y le ordenó que le enseñara
de qué manera debía adorar a Cristo. Cuando ella le hubo dado tanta instrucción como era
correcto para que una mujer dijera e hiciera, él reunió a sus súbditos y les declaró
sencillamente las misericordias divinas que habían sido concedidas a él y a su esposa, y si
bien no estaba iniciado, declaró a su pueblo las doctrinas de Cristo. Toda la nación fue
persuadida de abrazar el cristianismo, los hombres siendo convencidos por los comentarios
del rey, y las mujeres por los de la reina y la cautiva. Y rápidamente con el consentimiento
general de toda la nación, se prepararon con mucho entusiasmo para construir una iglesia.
Cuando las paredes externas fueron completadas, se trajeron las máquinas para levantar
las columnas y fijarlas sobre sus pedestales. Se cuenta que cuando la primera y la segunda
columnas se levantaron por estos medios, hubo gran dificultad para fijar la tercera columna,
ya que ni el ingenio ni la fuerza física sirvieron para nada, si bien muchos de los presentes
asistieron en empujar. Cuando llegó el atardecer, la mujer cautiva se quedó sola en el lugar,
y continuó allí a lo largo de la noche, intercediendo a Dios para que la erección de las
columnas pudiese ser completada fácilmente, especialmente porque todo el mundo se
había ido frustrado ante el fracaso; porque la columna sólo estaba levantada por la mitad,
y permanecía de pie, y una punta de ella estaba tan metida en su fundamento que era
imposible bajarla.… Temprano en la mañana, cuando se presentaron en la iglesia,
contemplaron un espectáculo maravilloso, que les pareció un sueño. La columna, que en el
día anterior parecía inamovible, ahora aparecía erguida, y elevada por un pequeño espacio
sobre su propia base. Todos los presentes fueron sacudidos con admiración, y confesaron,
con pleno acuerdo, que sólo Cristo es el Dios verdadero. Mientras todos estaban mirando,
la columna se deslizó lenta y espontáneamente y se ajustó como por una máquina a su base.
Las otras columnas fueron erigidas con facilidad, y los íberos completaron la estructura con
gran presteza.”
_ El lugar
Al este de Edesa y Armenia se encontraba el Imperio Parto, que se extendía desde el mar Caspio
hasta el río Indo y hacia Occidente llegaba al río Éufrates. Desde 240 a. C. hasta 225 d. C., los partos
(originarios del sudeste del mar Caspio) dominaron este territorio y levantaron un imperio militar.
Se trataba de una federación de pueblos con poco control central. Los partos eran más bien señores
militares que cobraban tributos y mantenían el orden y la seguridad. El siríaco era el idioma más
generalizado, si bien también se leía y hablaba griego. Había comunidades judías y otras religiones
más primitivas, pero el zoroastrismo era la religión más importante.
CUADRO 11 - ZOROASTRISMO
DEFINICIÓN: Religión de la Persia antigua, posiblemente relacionada con la religión védica (Vedas)
de la India.
DIVINIDAD: Ahura Mazda/Ohrmazd (“Señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de
Varuna, el dios del cielo de los Vedas. Demanda pureza ética y ritual, y juzga a las almas de los
seres humanos después de la muerte. Su símbolo es el fuego sagrado.
CIRCUNSTANCIA: A los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo.
MUERTE: Según la tradición, murió llevando a cabo un sacrificio de fuego, que era la ceremonia
central de la nueva fe.
CREENCIAS: Zoroastro enseñó que Ahura Mazda juzgará a cada alma individual después de la
muerte. Más tarde se desarrolló un complejo sistema doctrinal especulando acerca de la
naturaleza interior del universo.
El zoroastrismo es una religión de la antigua Persia, fundada por Zoroastro o Zaratustra (¿660–
583? a. C.), quien a los treinta años tuvo una revelación de Ahura Mazda, que lo llevó a predicar
contra el politeísmo. Consiguió la conversión del rey de Irán Oriental, Vishtaspa, y sus seguidores
recibieron la protección de Darío el Grande. Según la tradición, Zoroastro murió llevando a cabo un
sacrificio de fuego, que era la ceremonia central de la nueva fe. Las ideas y prácticas del zoroastrismo
guardan cierta relación con la religión de las escrituras Vedas de la India. Su divinidad era Ahura
Mazda/Ohrmazd (“señor sabio”). Sus atributos son comparables a los de Varuna, el dios del cielo de
los Vedas. El zoroastrismo demandaba pureza ética y ritual. Su símbolo era el fuego sagrado. Se
caracterizaba por su monoteísmo y rigor ético. Zoroastro enseñaba que Ahura Mazda (o Ormuz)
juzgaría a cada alma individual después de la muerte.
Más tarde, se desarrolló un complejo sistema doctrinal que especulaba sobre la naturaleza
interna del universo. Su teología era dualista, ya que Ahura Mazda, el creador supremo, se oponía
a Angra Manyú o Ahrimán, el dios malo. Esta confrontación se describe en los escritos sagrados o
Zend-Avesta, donde la victoria final le pertenece a Ormuz. Con el tiempo, el zoroastrismo recibió
influencias del politeísmo y ciertos atributos divinos empezaron a considerarse deidades separadas.
Entre las nuevas deidades estuvo Mitra, el dios del Sol invencible. Tanto el mitraísmo como el
maniqueísmo pueden haberse fundado sobre ideas extraídas del zoroastrismo.
El zoroastrismo fue la religión oficial en Persia durante gran parte del gobierno de la dinastía
Aqueménida y más tarde con los Sasánidas, a partir del siglo III. Con la llegada del critianismo, el
zoroastrismo tuvo que hacer frente a un serio competidor religioso, y con el surgimiento del Islam,
el zoroastrismo perdió su dominio sobre Persia, a partir del siglo VII.
No obstante, a pesar de la oposición, algunos altos oficiales del gobierno se convirtieron, como
Raqbakht (140), gobernante de Adiabene. Raqbakht ayudó a la fe cristiana a esparcirse, hasta que
los sacerdotes zoroastristas lo advirtieron y se complotaron para matarlo, pero él se salvó
milagrosamente. La Crónica de Arbela lo llama “hombre de Dios, el Constantino de su tiempo.”
Esta expansión temprana del cristianismo en Adiabene se dio mientras se iba cumpliendo
también una importante misión judía en la región. El rey de Adiabene, Izates y su madre se
convirtieron al judaísmo. Fue en este contexto que la misión judeo-cristiana prosperó. Es
interesante que los nombres de los obispos cristianos de Adiabene en el siglo II son todos judíos:
Sansón, Isaac, Abraham, Moisés, Abel. El obispo de Arbela, Noé, recibió visitantes de Jerusalén, y
fue de esta región que provino Taciano, a fines del segundo siglo. De modo que el cristianismo de
Adiabene fue fuertemente influido por las tendencias judeo-cristianas.
_ La oposición al cristianismo
La oposición del zoroastrismo se transformó en persecución del Imperio Parto en los años 160
y 179, con una gran matanza de cristianos. En 160, refiere la Crónica, “los sacerdotes zoroastristas
se levantaron contra los cristianos, despojándolos de sus bienes y torturándolos.” De la crisis de
179, dice: “Nuestros hermanos sufrieron mucho. Muchos que eran jóvenes y débiles en su fe,
retrocedieron, puesto que vieron sus casas saqueadas, sus hijos e hijas arrestados o secuestrados.
Y ellos mismos fueron golpeados.” Pero el desarrollo del cristianismo continuó a pesar de las
dificultades. Antes de terminar el período parto (224), según la Crónica de Arbela, había alrededor
de veinte episcopados en la región que bordeaba al Tigris. Estas sedes estaban dentro del Imperio
Parto, casi todas dentro de Mesopotamia, pero había una al sur del mar Caspio y otra en la margen
sur del golfo Pérsico. Para el año 225 la Iglesia se había extendido bastante lejos. El Libro de las leyes
de las tierras dice que había cristianos en Partia, Media y Bactria.
El personaje religioso más destacado en Persia durante este período fue Manes (216–277), el
fundador del maniqueísmo. Nació en el norte de Babilonia. Su familia parece haber estado
relacionada con los Arsácidas (partos). Su religión era típica del sincretismo que caracterizó al
período parto. Como resultado de una visión, su padre, Palek, se convirtió al ideal ascético y se unió
a una secta seudo-cristiana caracterizada por sus bautismos de purificación. Manes se asoció a este
grupo, pero en su juventud en Babilonia (Seleucia-Ctesifonte) también absorbió de otras religiones
(mazdeísmo, budismo, brahmanismo, judaísmo y cristianismo siríaco).
En 240, Manes recibió una revelación, según la cual tenía una misión que cumplir en
continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús. Su primera misión lo llevó a la India (Beluchistán),
donde convirtió al rey. De regreso pasó por la capital de los reyes Sasánidas, donde fue recibido por
Sapor I, quien lo autorizó a predicar su mensaje. Incluso, Manes acompañó a Sapor en una campaña
contra los romanos (242–244). Pero pronto enfrentó la oposición de los sacerdotes zoroastristas y
fue condenado a muerte bajo el reinado de Bihram I, el segundo sucesor de Sapor I.
CUADRO 12 - MANIQUEÍSMO
DEFINICIÓN: religión dualista de Oriente, fundada por Manes o Manetos (s. III). Combinaba
elementos del cristianismo, religiones babilónicas y mitraísmo.
CIRCUNSTANCIAS: Manes decía haber recibido una revelación, según la cual tenía una misión que
cumplir en continuación de la de Zoroastro, Buda y Jesús.
MUERTE: debido a la oposición de los sacerdotes zoroastristas (magos), fue condenado a muerte
en 277 bajo el rey Bihram I.
PRÁCTICAS: las iglesias maniqueas se dividían entre los que eran perfectos, los ascetas (miembros
verdaderos), y los que no eran perfectos, los oyentes o catecúmenos. Practicaban el encratismo
moral, que prohibía el matrimonio y el uso de ciertas comidas (carne, vino). El monasticismo
maniqueo se desarrolló de manera paralela al monasticismo cristiano.
DESARROLLO: se esparcieron ampliamente llegando hasta China y África del norte. Continuaron
hasta bien entrada la Edad Media.
Manes: “Sabiduría y acciones han sido siempre traídas de tiempo en tiempo a a humanidad
por los mensajeros de Dios. Así, en un tiempo han sido traídas a la India por el mensajero
llamado Buda, en otro tiempo a Persia por Zaratustra, y en otro al Oeste por Jesús. Por
consiguiente, esta revelación, esta profecía en este último tiempo, ha descendido a través
de mí, Manes, mensajero del Dios de la verdad a Babilonia.”
Para mediados del siglo III, en ocasión de la victoria de Sapor contra el emperador romano
Valeriano, cristianos de Siria fueron deportados a Elam, y ayudaron a esparcir el evangelio hacia el
Este, hasta el corazón mismo del Imperio Persa. Pero debido a las dificultades mencionadas, estas
comunidades cristianas siríacas estuvieron mayormente concentradas en torno a la sede episcopal
de Seleucia-Ctesifón (entre Babilonia y Bagdad), y demasiado inclinadas a seguir a las iglesias de
Occidente en materia doctrinal y espiritual.
Esto fue sólo el comienzo. Tres obispos sucesivos de Seleucia-Ctesifonte sufrieron martirio, y
como resultado la sede episcopal permaneció vacante por casi los cuarenta años que duró la
persecución (348–388). Sozómenos dice que los mártires conocidos llegaron a 16.000, pero que
hubo una multitud incontable cuyos nombres no se conocen. Es posible que esta persecución haya
sobrepasado los sufrimientos de la Iglesia en el Imperio Romano, durante el siglo anterior. La peor
persecución en el Imperio Romano fue la de Diocleciano, que no produjo más de 3.000 víctimas
fatales. Pero en Persia no hubo un Constantino que cambiara la situación.
Sozómenos: “Por mi parte, pienso que he dicho lo suficiente de él [el obispo Milles] y de los
demás mártires que sufrieron en Persia durante el reinado de Sapor; porque sería difícil
relatar en detalle cada circunstancia respecto a ellos, tales como sus nombres, su país, el
modo de completar su martirio, y los tipos de tortura a los cuales fueron sometidos; porque
son innumerables, dado que tales métodos son celosamente llevados a cabo por los persas,
incluso al extremo de la crueldad. Brevemente diré que el número de hombres y mujeres
cuyos nombres han sido registrados, y que fueron martirizados en este período, ha sido
computado en dieciséis mil; mientras que la multitud fuera de estos está más allá de todo
cálculo.”
La escuela en Nisibis tuvo una gran influencia entre los cristianos persas y contribuyó al triunfo
en la región de la cristología nestoriana, que finalmente fue aceptada por un sínodo general de las
iglesias del Imperio Persa, celebrado en Seleucia en 486. Estas iglesias tuvieron que padecer muchas
persecuciones a lo largo del siglo V (420, 422, 445–447), debido a la oposición del mazdeísmo. Sólo
gozaron de cierta tolerancia durante los cortos períodos en los que la evolución de la política
exterior obligó al rey persa a reconciliarse con el Imperio Romano Oriental. Pero cuando estas
relaciones se deterioraban, como en tiempos de Cosroes I y Justiniano (540–545), o de Cosroes II y
Heraclio (602 en adelante), el número de mártires se multiplicaba.
La Iglesia Persa o del Este sufrió también debido a los problemas internos, en razón de
problemas sucesorios en el liderazgo, cismas y anarquía. Afortunadamente, gozó de un período de
vigor bajo el liderazgo de un gran Catholikós reformador, Mar Aba (540–552), quien venció las
dificultades y logró restituir el orden y la disciplina. A pesar de los muchos obstáculos, el cristianismo
tuvo éxito no sólo en mantener su fortaleza sino en hacer progresos dentro de la sociedad sasánida,
al punto de lograr algunos convertidos en la clase gobernante, e incluso en la familia real y el
sacerdocio mazdeísta.
La labor misionera nestoriana avanzó significativamente en las montañas del Kurdistán, donde
todavía hoy se encuentran comunidades nestorianas (los cristianos asirios). Los nestorianos también
se extendieron en dirección a Asia Central y la India (la Iglesia Siríaca en la costa Malabar). No
obstante, con el correr del tiempo, la Iglesia Nestoriana se fue aislando del resto de la cristiandad y
se desarrolló a su propio ritmo. Tuvieron que enfrentar la competencia del proselitismo de los
monofisitas, desde Filomeno de Mabbug a Jacobo Baradeo en territorio persa, y que terminaron por
organizarse como una Iglesia separada con su propia red de obispos y monasterios. No obstante, le
cupo a esta Iglesia ser la protagonista de la primera expansión del cristianismo hacia el Lejano
Oriente, cruzando toda el Asia Central hasta llegar a China (635).
EL CRISTIANISMO EN ETIOPÍA
El relato nos dice que los dos hermanos aprovecharon su posición de poder e influencia para
esparcir la fe cristiana. Entre otras cosas, encontraron cristianos entre los mercaderes romanos que
visitaban el país y los ayudaron a construir lugares de adoración. Cuando el príncipe creció, Edesio
decidió regresar a su familia en Tiro, pero Frumencio fue a Alejandría y le informó al obispo Atanasio
“lo que el Señor había hecho, y le pidió que consagrara un obispo para los muchos cristianos
congregados y las iglesias construidas en esta tierra extranjera. Y Atanasio, después de una reflexión
cuidadosa, dijo, ‘¿Y quién más adecuado que tú mismo?’ ” Finalmente, Frumencio fue consagrado
obispo por Atanasio de Alejandría (296–372), alrededor del año 330. Aquí también el rey se convirtió
y el cristianismo encontró terreno propicio para su difusión. Como obispo, Frumencio estableció en
Etiopía un cristianismo sólidamente niceno. Más tarde, el emperador Constancio trató en vano de
imponer el arrianismo, tal como lo estaba haciendo con éxito en el Imperio Romano.
Es interesante notar que aquí también el cristianismo contribuyó al desarrollo de una cultura
nacional mediante la creación de una lengua escrita. En la primera mitad del siglo IV, la lengua
nacional, el geez, adoptó una forma de escritura derivada de un alfabeto del sur de Arabia. No
obstante, fue después de varias generaciones que se fueron produciendo obras de traducción y
edición, que hicieron que la Iglesia Etíope pudiera contar con su propia versión de las Escrituras
(segunda mitad del siglo V) y de la liturgia y literatura, como también ricas expresiones de arte
cristiano. El cristianismo en Etiopía alcanzó su período más glorioso durante los siglos V y VI, cuando
la civilización etíope echó raíces, se expandió y floreció con un marcado tinte cristiano.
_ El cristianismo en Arabia
El cristianismo llegó temprano a Arabia, introduciéndose desde el norte por la frontera con el
Imperio Persa y el Imperio Romano; y desde el sur por el golfo Pérsico y el mar Rojo. Arabia era un
país sin un gobierno central. Las tribus eran nómadas e independientes. El cristianismo se desarrolló
de igual manera, ya que no hubo un movimiento de escala nacional. Hacia el año 370 encontramos
los primeros registros de conversiones cerca de la frontera romana entre los nómadas del desierto.
Pero es evidente que ya había cristianos en Arabia desde algún tiempo antes. La reputación de
algunos monjes del desierto llevó a la conversión de una que otra tribu en territorio árabe. Los
sarracenos, por ejemplo, se convirtieron por los esfuerzos de la reina María y su obispo, el monje
Moisés, para quien se creó una sede en la península de Sinaí, en 374. No obstante, estas
conversiones eran pocas y no dan cuenta del surgimiento de verdaderas iglesias nacionales.
La difusión del cristianismo en territorio propiamente árabe fue todavía más esporádica. Es
posible que mercaderes cristianos de origen romano en sus visitas a puertos árabes sobre el mar
Rojo hayan logrado algunos convertidos. Hacia el 350, el emperador Constancio envió una embajada
a la corte del rey de los Himyaritas en lo que ahora es Yemén, para pedirle al rey que permitiera las
misiones cristianas. Pero parece que no hubo resultados muy positivos.
Conocemos el nombre de algunos obispos cristianos árabes o que sirvieron en territorio árabe.
En el Sínodo de Antioquía, en 364, en la lista de los obispos presentes, encontramos el nombre de
“Teotino, obispo de los árabes”. Otro obispo árabe fue Teófilo de la India, quien fue el obispo que
se presentó como embajador del emperador Constancio al rey del Yemén y lo instó a aceptar la fe
cristiana, alrededor de 356. Este Teófilo es un personaje curioso. Nació en alguna isla distante en el
mar Rojo o el océano Índico. A edad temprana había sido enviado como rehén a la corte de
Constancio, fue educado en el Imperio Romano, se convirtió al cristianismo, fue ordenado como
diácono por Eusebio de Nicomedia y más tarde como obispo por miembros de su partido. Abrazó la
forma más virulenta de arrianismo, y esta secta lo honró admirándolo como un gran obrador de
milagros. En ocasión de su misión al sur de Arabia, probablemente visitó la isla en la que había nacido
y otras regiones alrededor del océano Índico, donde encontró a cristianos que practicaban su
religión más o menos de manera estricta.
En Yemén, la comunidad judía se opuso firmemente a los intentos proselitistas de Teófilo, pero
éste prevaleció y el rey puso de manifiesto la sinceridad de su conversión al mandar construir tres
templos. Los cristianos del Yemen, no obstante, sufrieron más tarde (comienzos del siglo VI) una
severa persecución inspirada por los judíos. Muchos hombres, mujeres y niños padecieron martirio
en 523 bajo Masruq, rey de Yemén, hijo de una mujer judía y judío él mismo. La persecución duró
hasta el año 525, cuando el rey judío fue vencido por ejércitos cristianos provenientes de Etiopía,
que establecieron un protectorado etíope. No obstante, las vicisitudes de los cristianos continuaron,
hasta que finalmente el Yemén fue conquistado por los persas en 570.
Finalmente, gracias al protectorado etíope, el testimonio cristiano creció hasta que contó con
una importante minoría en la población, especialmente en la región de Najrán. Con el surgimiento
del Islam, el cristianismo monofisita del sur de Arabia virtualmente desapareció, o por lo menos
perdió fuerzas. Este tipo de cristianismo es el que probablemente se ve reflejado en el Corán, las
escrituras sagradas de los musulmanes.
_ El cristianismo en India
¿Cuándo llegó el cristianismo a la India? No hay documentación suficiente para dar una
respuesta definitiva, y los datos que se poseen son fragmentarios. Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa
Siria, que todavía sobrevive, es testimonio de la presencia del cristianismo desde tiempos remotos
en la India. El libro Los hechos de Tomás, escrito probablemente en Edesa alrededor del año 200,
cuenta que los doce apóstoles echaron suertes para decidir a qué país iría cada uno, y que a Tomás
le tocó la India. Viajó por mar y llegó a la corte de un rey llamado Gundaforo, a quien bautizó.
Finalmente, murió alanceado en otro lugar de la India, y enterrado en Mylapore, al sudoeste de
Madrás. La historia, si bien está llena de fantasía, puede tener elementos de verdad, y es muy
probable que el primer cristiano en llegar a la India haya sido el apóstol Tomás. Al menos, la Iglesia
Ortodoxa Siria lo considera su fundador. La tradición menciona también a Bartolomé en relación
con la evangelización de la India, si bien es probable que este apóstol haya ido a Arabia y fue desde
allí que el testimonio cristiano se extendió a la India.
Otro misionero a la India fue Panteno de Alejandría (c. 180). Según Eusebio, Panteno se hizo
cargo de una misión en la India, donde encontró un Evangelio de Mateo escrito en caracteres
hebreos (arameo). Eusebio describe a Panteno como filósofo y misionero. Nacido en Sicilia y
convertido del paganismo, Panteno finalmente se estableció en Alejandría, donde enseñó y llegó a
ser el líder de la escuela catequética en aquella ciudad de Egipto.
Hacia el año 547, un ex-mercader alejandrino que se hizo monje escribió un libro titulado La
topografía cristiana. Su propósito era demostrar que la tierra era plana y no esférica, como algunos
sostenían. Había viajado por todo el mundo (especialmente el océano Índico entre 520–525) y
estaba convencido de lo que creía. Si bien su propósito principal estaba errado, su obra es un
importante documento para la historia del cristianismo. Refiriéndose a Mateo 24:14, escribe: “El
evangelio ha sido predicado en todo el mundo. Declaro esto como un hecho, en base a lo que he
visto y oído en muchos lugares.” Luego menciona los lugares en los que se podía encontrar a
cristianos, a lo largo de las rutas comerciales de África y Asia: “En Ceylán (hoy Sri Lanka) hay una
iglesia, con clero, y una congregación de creyentes, pero no sé si más allá también hay.… Tal es el
caso también de la tierra llamada Male (Malabar o Kerala, en el sur de la India), donde crece la
pimienta, y de Kalliana (Kalyan, cerca de Mumbai), con un obispo elegido desde Persia.” Luego sigue
mencionando a Socotra, una isla en el mar de Arabia, donde “hay clero persa y una multitud de
cristianos;” toda la tierra de Persia, con “innumerables iglesias, grandes comunidades, y también
sus propios mártires; Etiopía y Axum; el Yemén y Arabia.” De esta manera, Cosmas Indicopleustes
en su descripción ofrece detalles sobre la situación del cristianismo en la India, pero presenta
también un interesante resumen del progreso del cristianismo en todo el Este, fuera del Imperio
Romano. Su testimonio es el más antiguo que se tiene de la presencia de cristianos en el
subcontinente de la India en sus días.
A pesar del desierto de Gobi y la Gran Muralla, algunas tribus invadieron China e India. En el año
200 terminaron con la dinastía Han de la China y dieron comienzo a 400 años de una suerte de edad
media china. En 480 cruzaron los Himalayas y destruyeron el Imperio Gupta, que desde el 320 había
formado una gran civilización en el norte y centro de la India. Otros grupos se dirigieron hacia el
oeste presionando sobre las tribus bárbaras del norte de Europa, que comenzaron a entrar al
Imperio Romano atraídas por su clima más cálido, mejores condiciones de vida y, sobre todo, la
seguridad que ofrecían sus fronteras.
Los godos estaban establecidos en las llanuras alrededor del mar Negro, entre el Danubio y el
Dnieper. En algún momento, durante el siglo III, el testimonio cristiano comenzó a esparcirse entre
ellos posiblemente desde Crimea. En el siglo IV, los hunos presionaron sobre las tribus al norte del
Danubio (en Rumania y Hungría), especialmente a los godos, y los forzaron a ingresar masivamente
al Imperio Romano. En 376, los godos pidieron permiso para ingresar al Imperio. Se instalaron en
los Balcanes, cerca de Constantinopla. En 378, hubo un levantamiento de los refugiados godos, que
terminó en la derrota del ejército imperial del emperador Valente, en la batalla de Andrinópolis. El
sucesor, Teodosio el Grande, logró someterlos y los hizo sus aliados a cambio de un tributo anual.
Los visigodos permanecieron algunos años custodiando las fronteras del Imperio, pero a la
muerte de Teodosio (395) se alzaron en armas y luego de asolar a Grecia y Macedonia, se dirigieron
hacia Italia. En el año 408, el emperador Honorio mandó asesinar a Estilicón, el responsable por la
defensa de Roma. Entonces el general visigodo Alarico (376–410), un general godo al servicio del
Imperio y que se hallaba en Iliria, reanudó sus ataques contra el Imperio. Finalmente, en 410, Alarico
puso sitio a Roma y la saqueó.
Para muchos cristianos, la caída de Roma significó el fin del mundo. Jerónimo (342–420), el
autor de la Versión Vulgata de la Biblia (versión latina), desde su lugar de retiro en un monasterio
en Belén, refiere los acontecimientos y su desarrollo con gran dramatismo. En una carta a Heliodoro,
escrita en 396, Jerónimo expresa su espanto frente a la situación en todo el mundo.
Jerónimo: “Durante veinte años y más, la sangre de los romanos ha sido derramada
diariamente entre Constantinopla y los Alpes Julianos.… ¡Cuántas matronas y vírgenes de
Dios, damas virtuosas y nobles, han sido sometidas para entretenimiento de estos brutos!
Obispos han sido tomados cautivos, sacerdotes y aquellos en las órdenes menores han sido
asesinados. Las iglesias han sido demolidas, los caballos han sido guardados junto a los
altares de Cristo, las reliquias de los mártires han sido desenterradas. El llanto y el temor
abundan por todas partes y la muerte aparece en innumerables formas y maneras. El mundo
romano está cayendo: no obstante, mantenemos en alto nuestras cabezas en lugar de
inclinarlas.… El Este, es verdad, parecía estar protegido de todos estos males.… Pero, he
aquí, en el año que acaba de pasar los lobos (ya no de Arabia sino de todo el norte) se han
soltado sobre nosotros desde lo más intrincado del Cáucaso y en corto tiempo han
derrotado a estas grandes provincias.… ¡Qué enorme cantidad de monasterios han
capturado! ¡Cuántos ríos han hecho correr rojos en sangre!… Son nuestros pecados los que
hacen fuertes a los bárbaros, son nuestros vicios los que vencen a los soldaros de Roma.…
¡Oh, si tan solo pudiésemos subirnos a una torre de vigía lo suficientemente alta que de ella
pudiésemos contemplar toda la tierra esparcida a nuestros pies, entonces les mostraría a
un mundo en ruinas.”
Poco más tarde, la situación se había agravado y Jerónimo, como si estuviese actuando de
reportero en el frente de guerra, informa detalladamente de la situación. En una carta escrita a
Ageruchia, una viuda noble de Galia, alrededor de 409, dice: “Sí, el Anticristo está cerca.… Ahora
hablaré unas pocas palabras de nuestras miserias presentes.… Tribus salvajes en números
incontables han invadido todas las partes de Galia. Todo el país entre los Alpes y los Pirineos, entre
el Rin y el Océano [Atlántico], ha quedado devastado por las hordas de [los bárbaros].… Y los que la
espada perdona por fuera, el hambre los devora por dentro. No puedo hablar sin lágrimas …”
Apenas un poco tiempo después, Jerónimo parece estar redactando los titulares de un diario,
cuando en una carta a Principia (412), comenta: “Un rumor terrible del Oeste. Roma ha sido sitiada
y sus ciudadanos se han visto forzados a comprar sus vidas con oro. Luego, así despojados, ellos han
sido sitiados nuevamente de modo que perdieron no solamente su sustento sino sus vidas. Mi voz
se pega en mi garganta; y, al dictar [esta carta], el llanto ahoga mi palabra. La ciudad que había
tomado a todo el mundo ahora estaba cautiva.”
La caída de Roma fue el presagio de la inminente caída del Imperio Romano occidental. Antes
de terminar el siglo V, los visigodos se iban a establecer en España, los vándalos cruzaron al norte
de África, los burgundios ocuparon la región de Francia a la que dieron su nombre, mientras que las
regiones al norte del Imperio fueron dominadas por los francos y los anglo-sajones, tribus éstas que
todavía no habían tenido contacto con el cristianismo. La Edad Oscura se estaba cerniendo sobre
Occidente y muchos se habrán sentido tan apesadumbrados como Jerónimo.
La caída de Roma fue una tragedia, que despertó varios interrogantes: (1) ¿qué hizo la Iglesia
en el Imperio Romano respecto a los bárbaros que estaban por destruir ese Imperio? (2) ¿qué hizo
la Iglesia del Este respecto de los más salvajes de todos los pueblos bárbaros, los hunos? (3) ¿qué
enseñó la Iglesia acerca de la caída de Roma y sobre cualquier crisis similar que pudiera ser
considerada como “el fin del mundo”?
Antes del año 400, el cristianismo había alcanzado a los pueblos germanos que vivían al norte
del río Danubio, gracias a la predicación y el ministerio de Ulfilas. Este singular misionero, hijo de
una mujer goda, pero con educación griega y latina, conocía muy bien las costumbres de los pueblos
bárbaros. Había llegado a cumplir funciones eclesiásticas como lector y estaba bien comprometido
con el ministerio, cuando una embajada enviada al Imperio Romano le dio la oportunidad de hacer
contacto con las autoridades de la Iglesia en el Este. La embajada llegó siendo emperador Constancio
(341), cuando la reacción anti-nicena triunfaba en el Este. Ulfilas, entonces, fue ordenado obispo
por Eusebio de Nicomedia y como era de esperar adoptó una teología arriana.
El obispo de Constantinopla lo designó como misionero a los godos, donde llevó a cabo una
labor misionera extraordinaria. Ulfilas era un hombre práctico. Lejos de enredarse en las
especulaciones teológicas y filosóficas de la época, se adhirió a la doctrina arriana porque resultaba
más fácil de comprender y comunicar, especialmente a los paganos. A Ulfilas no le interesaba tanto
la especulación teológica de sus días, como expresar en la forma más simple posible un credo que
fuera fácilmente aceptado. Por eso, en su prédica enseñaba que Cristo no era Dios sino un ser
inferior, es decir, su cristianismo era arriano.
Ulfilas fue más hábil como predicador que como pensador; fue un pésimo teólogo, pero un
misionero extraordinario. Su obra más importante fue la traducción de la Biblia al idioma gótico.
Para aquel entonces, la Biblia ya estaba traducida al siríaco, el copto (es decir, “egipcio”) y el latín.
El problema era que los godos no tenían escritura, salvo por algunos pocos caracteres rúnicos que
eran utilizados más en la magia que en la comunicación. Ulfilas entonces inventó un alfabeto gótico
usando letras griegas para representar los sonidos góticos. Así, la Biblia Gótica llegó a ser el primer
libro en la familia de idiomas germanos, a los que pertenecen idiomas modernos tan importantes
como el inglés y el alemán. Ulfilas conocía griego y sabía lo que tenía que hacer; pero también
conocía a los godos y sabía lo que no tenía que hacer. Por eso adaptó su versión de la Biblia a la
cultura y cosmovisión gótica.
Filostorgio: “Ulfilas tuvo un muy gran cuidado de los godos de muchas maneras. Por
ejemplo, redujo su lengua por escrito y tradujo todos los libros de la Biblia en su habla
cotidiana, excepto los libros de Reyes. Los dejó fuera porque son meramente el relato de
hazañas militares, y las tribus góticas eran particularmente afectas a la guerra. Ellas tenían
más necesidad de controles sobre sus naturalezas guerreras que de estímulos que los
urgiera a acciones de guerra.”
Ulfilas terminó su carrera en la anterior provincia romana de Mesia, al sur del Danubio. Se retiró
allí para escapar a una de las persecuciones dirigidas a interrumpir el avance del testimonio cristiano
entre los godos, o bien para acompañar la instalación de un grupo de godos en territorio romano.
Las iglesias fundadas por Ulfilas continuaron siendo arrianas en su teología. Varios sucesores de
Ulfilas sirvieron como obispos arrianos y escribieron obras y participaron en disputas teológicas
importantes. El arrianismo se transformó, de este modo, casi en la religión nacional de los pueblos
germanos.
Por supuesto, no todos los godos que se llamaban cristianos eran convertidos auténticos.
Muchos de los que entraban al Imperio aceptaban el bautismo, así como aceptaban las costumbres
romanas. Otros se hacían pasar por cristianos para poder entrar al Imperio, especialmente durante
el siglo IV. De todos modos, la Iglesia latina se vio beneficiada ya que recibió el ingreso masivo de
nuevos miembros, admiradores asombrados de las ceremonias cristianas y de la belleza de sus
templos. Los bárbaros analfabetos aceptaban todo sin demasiadas preguntas, y si bien tenían la
hegemonía política y militar, fueron sometidos al romanismo. En definitiva, la victoria cultural de
Roma sobre estas tribus fue un paso decisivo para el avance de las pretensiones de su obispo sobre
las de sus competidores del este.
El documento que testimonia de la presencia del cristianismo entre los hunos es la Crónica de
Sa’art. Este documento fue escrito entre los años 800–1300, pero está basado en registros
anteriores. Cuenta de una revuelta en Persia antes del año 500, que sacó al emperador persa Qbad
de su trono y país. Qbad huyó hacia el nordeste, a una región que se conoce como Bactria, sobre el
río Oxus, ocupada en aquel tiempo por los hunos blancos (turcos). El rey huno lo ayudó a recuperar
su trono, y al regresar a Persia, Qbad se mostró favorable a los cristianos, porque los cristianos entre
los hunos lo habían ayudado. Algunos persas miembros de su corte y que lo acompañaron a Bactria
se quedaron allí, se casaron y formaron sus familias entre los hunos. Años más tarde, algunos
regresaron a Persia y trajeron noticias de la presencia de cristianos entre los hunos. El redactor de
la Crónica de Sa’art copia los nombres de estos testigos y fecha su testimonio en el año 555. Los
episodios que describe pueden haber ocurrido entre 525–550.
Crónica de Sa’art: “Los hunos han aprendido a escribir su propia lengua. Así es como
ocurrió: Luchando contra los romanos, los hunos habían tomado prisioneros. Treinta y
cuatro años más tarde, un ángel apareció a Qaradushat, obispo de Arán, en Armenia
Oriental, diciendo: ‘En respuesta a las oraciones de los cautivos, Dios me ha dicho que te
pida que vayas, bautices a sus niños, les proveas de sacerdotes, les des los sacramentos, y
he aquí, yo estoy contigo y encontrarás todo lo que necesites.’
Siete de ellos partieron atravesando territorio salvaje, no haciendo rodeos por los pasos,
sino derecho, cruzando las montañas, y cada noche eran provistos de siete panes y de una
botella de agua. Predicaron a los cautivos, convirtieron a algunos de los hunos, y tradujeron
las Escrituras a su idioma.
Después de catorce años, Qaradushat murió. Su nombre significa ‘llamado por Dios.’
Otro obispo armenio, Makarios, fue llamado a ir, y fue de buen grado con algunos de sus
sacerdotes. Construyeron una iglesia de ladrillos, plantaron los campos, sembraron
vegetales, realizaron señales, y bautizaron a muchos. Los caudillos de los hunos los
honraron, invitándolos como maestros, cada uno a su propia tribu, y he aquí, están allí hasta
hoy.… Éste es el tiempo del cual habló el apóstol, cuando ‘ha entrado la plenitud de los
gentiles’ (Ro. 11:25).”
El documento describe lo que hoy podríamos denominar como misión rural. No se dice mucho
sobre la escritura y traducción de la Biblia, como en el caso de Ulfilas. Sin embargo, es muy probable
que la situación entre los hunos haya sido similar a la de los godos. El problema de la falta de un
abecedario o una forma escrita de la lengua era el mismo y debe haberse solucionado de la misma
manera. En este caso, se usaron letras siríacas para los sonidos hunos, y se creó un nuevo lenguaje
escrito, del que derivan lenguas como el mongol y el manchú.
Básicamente, Volusiano levanta dos preguntas. Por un lado, la pregunta pacifista, es decir, ¿está
bien que un cristiano ponga la otra mejilla, cuando es responsable de la seguridad de toda una
provincia, como era el caso de él? Por otro lado, la pregunta de la providencia, es decir, ¿por qué
Dios permite que ocurran estas cosas?
Desde su sede episcopal en Hipona, al norte de África, Agustín procuró responder a éste y a
otros interrogantes especialmente a través de su libro La ciudad de Dios (escrito entre 413 y 426),
que es la primera filosofía cristiana de la historia y la obra maestra de Agustín. Este libro es la defensa
más grande del cristianismo que jamás se haya escrito. Agustín salió al paso de la objeción de que
si bien el Imperio Romano había adoptado la religión cristiana, el cristianismo no había podido salvar
al Imperio de los bárbaros. Agustín escribió sabiendo que se encontraba en el fin de una edad, pero
miraba el futuro con esperanza.
La enseñanza de Agustín. Respecto de la crisis del año 410, Agustín admite que la religión
cristiana no salvó a Roma, pero afirma que sí salvó a muchos que estaban en peligro y necesidad.
Los horrores de la guerra no eran nuevos, pero muchos bárbaros eran arrianos y cuidaron de las
mujeres y los niños que se refugiaron en los templos cristianos.
Agustín de Hipona: “Todo el saqueo, pues, al que Roma se vio expuesta en la calamidad
reciente—toda la matanza, despojo, incendio y miseria—fue el resultado de la costumbre
de la guerra. Pero lo que fue novedoso, fue que los bárbaros salvajes se mostraron de
manera tan amable, que las iglesias más grandes fueron escogidas y apartadas con el
propósito de ser llenadas de gente a quienes se les dio refugio, y que en ellas nadie fue
asesinado, nadie fue acuchillado por la fuerza; que muchos fueron conducidos a ellas por
sus concesivos enemigos para ser puestos en libertad, y que de ellas nadie fue puesto en
esclavitud por enemigos inmisericordes. Quien no ve que esto debe ser atribuido al nombre
de Cristo, y al carácter cristiano, está ciego; quien lo ve y no lo alaba, es un desagradecido;
y quien impide a otros a alabarlo, está loco.”
En cuanto al problema del sufrimiento humano, señala Agustín que la religión cristiana no
pretende que el cristiano pueda evitar el sufrimiento. “Por lo tanto, si bien personas buenas y malas
sufren por igual, no debemos suponer que no haya diferencia entre las personas mismas, porque
no hay diferencia en lo que ellos sufren. Porque incluso en la semejanza de los sufrimientos, se da
una desemejanza en los que sufren; y si bien están expuestos a la misma angustia, virtud y vicio no
son la misma cosa.… Y así ocurre que en la misma aflicción los malvados detestan a Dios y blasfeman,
mientras que los buenos oran y alaban. De modo que la diferencia no está en cuáles son los males
que se sufren, sino en qué tipo de persona los sufre.”
Agustín de Hipona: “Y Dios no era ignorante de que el ser humano pecaría, y que, estando
ahora sujeto a la muerte, se propagaría en otros hombres condenados a muerte, y que estos
mortales correrían a tales enormidades en su pecado, que incluso las bestias carentes de
voluntad racional, y que fueron creadas de manera numerosa de las aguas y de la tierra,
vivirían más segura y pacíficamente con los de su propia especie que con el hombre, quien
se había propagado de un individuo con el propósito cierto de promover la concordia.
Porque ni siguiera los leones o los dragones han luchado entre sí guerras tales como las que
los hombres han luchado unos con otros. Pero Dios también previó que por su gracia un
pueblo sería llamado a la adopción, y que ellos, siendo justificados por la remisión de sus
pecados, serían unidos por el Espíritu Santo a los santos ángeles en paz eterna, siendo
destruido el último enemigo, la muerte.”
Finalmente, Agustín desarrolla el tema de las dos ciudades, que es el que le da el título a su libro.
En el corazón del mismo está el contraste entre la “ciudad terrenal,” que no será eterna, y la “Ciudad
Celestial” en la que está expresado el sentido de la historia. La idea central de Agustín es que toda
la historia humana es una lucha entre dos reinos, el de Dios y el del mundo, entre la civitas Dei y la
civitas terrena. Para él, la Iglesia es la colonia sobre la tierra de la Jerusalén celestial, establecida
para el testimonio acerca de Dios cualesquiera sean las circunstancias que se den en las naciones
del mundo. La Iglesia, peregrina a través de la historia, es la que da sentido a la historia y el fin de
este peregrinaje está más allá de la historia, en la Iglesia Triunfante.
_ El testimonio en Bretaña
Uno de los primeros nombres asociados con el cristianismo en Bretaña es el de Albano, el primer
mártir cristiano en Inglaterra. Albano era un romano de Verulamium (la moderna St. Albans), de
quien se cuenta que amparó a un sacerdote cristiano durante la persecución bajo Diocleciano, en
304, a pesar de que todavía él no era cristiano. Cuando fue arrestado, confesó su fe cristiana
valientemente y después de ser torturado, fue ejecutado. Si bien hay ciertas dudas en cuanto a los
detalles de esta historia, hay dos cosas que parecen ser seguras. Primero, que el cristianismo para
este tiempo ya estaba firmemente establecido en Bretaña. Había obispos en Londres, York y Lincoln,
que concurrieron al Sínodo de Arlés pocos años más tarde, en 314. Segundo, el santuario de Albano,
cerca de Londres, se transformó en un lugar de peregrinación (hasta el día de hoy), y llegó a ser tan
famoso, que su nombre eclipsó el nombre romano que anteriormente tenía el lugar.
_ El testimonio en Escocia
En Escocia, el nombre que surge al investigar sobre los orígenes del cristianismo en esta región
(Galloway) es el de Niniano (c. 360–432), un bretón hijo de un caudillo cristiano. Siendo joven fue a
Roma a estudiar, y de allí al monasterio de San Martín de Tours, en Francia. Niniano regresó a
Escocia hacia el año 400, y durante algún tiempo vivió en una cueva. Cerca de allí construyó una
iglesia dedicada a Martín de Tours y un monasterio que seguía sus métodos misioneros. Los monjes
de este monasterio salieron a muchos lugares del país, evangelizando a los bretones en el sur, a los
pictos en el norte, a los escoceses en la costa occidental y en Irlanda del Norte.
_ El testimonio en Irlanda
El apóstol de Irlanda es Patricio (c. 389–c. 461), si bien el cristianismo ya había sido predicado
en la isla para cuando él llegó. Era un bretón, hijo de un diácono que vivía en la costa occidental de
Bretaña. Cuando tenía dieciséis años fue capturado por piratas irlandeses. Después de seis años
como esclavo en tierra pagana, logró escapar y regresar a su hogar. Pero no tenía paz, pues soñaba
con los irlandeses, en quienes su fe cristiana había comenzado a influir. Así, aceptó esto como un
llamado de Dios, y después de una larga preparación regresó a Irlanda, a la tierra de sus captores,
como misionero. Desembarcó en Ulster y viajó por todo el país desafiando valientemente al
paganismo, ganando a los caudillos y a sus seguidores. Su muerte ocurrió en el 461.
Algunos registros del siglo III en cuanto al movimiento cristiano en España presentan un
cristianismo poco ortodoxo y maduro. Se menciona a un obispo que apostató de la fe durante la
persecución de Decio (250), pero que luego de pasar el peligro retornó a su oficio. Otros obispos
dejaron sus responsabilidades para involucrarse en el comercio. Algunas cartas de Cipriano de
Cartago (195–258) expresan que en España hubo una suerte de apostasía masiva, encabezada por
los obispos. Muchos cristianos acudían a los magistrados romanos para retractarse de su fe. Hubo
un derrumbe general de la moral, y no fueron pocos los creyentes que se sometieron a los sacrificios
oficiales, mientras continuaban profesando su fe cristiana. Incluso hubo quienes se desempeñaron
como sacerdotes cívicos. Los registros del concilio de Elvira, llevado a cabo alrededor del 309 revelan
que la Iglesia tuvo problemas con la idolatría, el homicidio y el adulterio e intentó corregir estos
errores. Este mismo concilio muestra que el movimiento cristiano se había extendido tan al norte
como Asturias y tan al este como Zaragoza, aunque su fuerza mayor parece haber estado en lo que
hoy es Andalucía.
Debe tenerse presente que, más tarde (379), el emperador Teodosio, que declaró al cristianismo
religión oficial del Imperio Romano, era natural de España, donde probablemente acogió su fe
cristiana. Teodosio fue el primer emperador romano de una fe cristiana ortodoxa. De todos modos,
el paganismo no desapareció rápidamente de España. En la última década del siglo IV los ritos
paganos todavía resultaban atractivos para muchos cristianos que habían renunciado a ellos. Incluso
un siglo más tarde, según las actas del concilio de Toledo, la idolatría seguía consiguiendo adeptos.
Si bien muchas de estas prácticas paganas pueden haber sido importadas por las tribus germanas
que invadieron la Península en el siglo V (vándalos, visigodos, suevos), es probable que hayan sido
supervivencias de tiempos anteriores a la llegada de los romanos o de los días del Imperio. No
obstante, con los visigodos, muchos de los cuales sostenían una fe arriana, el cristianismo logró un
establecimiento definitivo en la Península Ibérica con posterioridad al siglo V.
Prisciliano fue juzgado en Burdeos de acuerdo con la ley imperial que se aplicaba a la brujería,
y se lo obligó a comparecer ante el tribunal imperial de Tréveris. Sometidos a tortura, él y sus
compañeros (algunos de ellos eran obispos, como Instancio), confesaron las acusaciones que se les
hacían, especialmente de inmoralidad sexual. Pese a las protestas de Martín de Tours (m. 397), un
importante obispo galo, y de Ambrosio de Milán (340–397), los condenados fueron ejecutados por
decapitación, “convirtiéndose en el primer caso que conocemos de la masacre de ‘herejes’ y de la
caza de brujas bajo los auspicios cristianos.” El cuerpo de Prisciliano y de los otros seis ejecutados
fue trasladado a España, y se les dio sepultura como si fuesen mártires. El priscilianismo fue
condenado por el Concilio de Toledo (400).
Irvin y Sunquist: “El caso de Prisciliano refleja algunas de las ansiedades de su época, incluso
las cuestiones concernientes a nuevo papel público de la Iglesia y sus obispos, el ejercicio
del poder en el Imperio Romano, y las relaciones entre mujeres y hombres en la Iglesia.
Prisciliano se rehusó a reconocer tales distinciones agudamente definidas entre los géneros,
al menos entre aquellos que se habían comprometido con una vida ascética en Cristo. El uso
de la pena capital para controlar la enseñanza de la Iglesia fue también un paso mayor hacia
abajo en el largo camino de los juicios por herejía y el uso de la violencia en el nombre de la
fe cristiana ortodoxa. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con esta dirección. Martín
de Tours, por su lado, vio las ejecuciones como una profunda distorsión de la fe cristiana.”
_ Un fanatismo riguroso
Hubo otras reacciones de indignación contra estos abusos, pero la persecución religiosa en
España continuó. Pablo Orosio (385–450), historiador y presbítero, llegó a destacarse como un
cazador español de herejes. En 414, en razón de la invasión de la Península por los vándalos, se
trasladó al norte de África, donde se colocó bajo la supervisión de Agustín de Hipona, quien le pidió
escribir una historia del mundo destinada a mostrar que la historia pre-cristiana fue peor que los
sufrimientos ocurridos en el Imperio bajo gobernadores cristianos. Los ataques bárbaros, según él,
eran expresión del justo juicio de Dios sobre los paganos que todavía no se habían convertido a la
fe cristiana.
Otro obispo español de renombre fue Dámaso (304–384), quien llegó a ser obispo de Roma
desde 366, después de haber derrotado con violencia a su oponente Ursino. De él, comenta
Johnson:
Paul Johnson: “Su meta parece haber sido bastante clara: presentar al cristianismo como la
verdadera y antigua religión del Imperio y a Roma como su ciudadela. Dámaso instituyó una
gran ceremonia anual en honor a Pedro y Pablo para destacar la idea de que el cristianismo
ya era muy antiguo y había mantenido su asociación con Roma y los triunfos del Imperio
durante más de tres siglos. Según lo que él alegaba, los dos santos no sólo habían asegurado
la primacía de Roma sobre Oriente, porque ella era su ciudad adoptiva, sino que también
habían demostrado que eran protectores de la ciudad más poderosos que los antiguos
dioses. El cristianismo era ahora una religión que tenía un pasado glorioso y un futuro
ilimitado. Dámaso vivía bien y agasajaba suntuosamente a sus visitantes. En 378 celebró un
sínodo ‘en la sublime y sagrada Sede Apostólica’—fue la primera vez que se usó la frase—
que exigió la intervención oficial para asegurar que los obispos occidentales se sometieran
a Roma. El Estado también dictaminó que el obispo de Roma no estaría obligado a
comparecer ante el tribunal: ‘Nuestro hermano Dámaso no debe ser puesto en una posición
inferior a la de aquellos con quienes tiene oficialmente una situación de igualdad, pero a
quienes supera por la prerrogativa de la Sede Apostólica.’ Según parece, Dámaso fue un
hombre desprovisto por completo de espiritualidad.”
_ Un extenso peregrinaje
Afortunadamente, no todos los testigos españoles fueron de un carácter cristiano tan dudoso
como el de Dámaso. Hacia fines del siglo IV (384), una mujer aristocrática de nombre Egeria,
probablemente una monja del noroeste de España, salió en peregrinaje hacia el Sinaí, Egipto,
Palestina y Mesopotamia. Es interesante que, en un tiempo en que casi no había mapas, ella utilizó
la Biblia para su orientación y la ayuda de ascetas locales que fue encontrando a lo largo del camino.
Su diario de viaje, escrito en un latín coloquial exquisito, es no sólo un testimonio extraordinario de
un periplo lleno de aventuras por parte de una mujer, sino una fuente de información extraordinaria
en cuanto a la liturgia, la arquitectura y la vida monástica de casi todo el mundo cristiano. El relato
testifica también de la noción, ya establecida para aquel tiempo, de una Tierra Santa cristiana y de
la importancia que la peregrinación a los sitios sagrados comenzó a tener. Además, Egeria, con el
relato de su viaje piadoso, ofrece una síntesis notable de la mayor parte de los lugares que hemos
mencionado en esta unidad, desde España hasta Mesopotamia.
En esta unidad hemos realizado un extenso viaje misionero. Comenzamos con los primeros
territorios visitados por el movimiento cristiano palestino, iniciando nuestro viaje en Antioquía de
Siria, para movernos a la primera ciudad-estado en convertirse al cristianismo, Edesa. De allí nos
movimos a la primera nación cristiana, Armenia. Pasamos por Partia, Persia, Etiopía, Arabia e India.
Desde el punto más extremo de la expansión oriental del testimonio cristiano, nos movimos al punto
más extremo de la expansión occidental, y así, pasando por el norte de Europa, llegamos finalmente
a las Islas Británicas y a la Península Ibérica.
En este viaje hemos podido constatar la manera dinámica en que el incipiente movimiento
cristiano encontró oportunidades para su expansión, la fundación de iglesias, la contextualización y
el testimonio. De igual modo, hemos podido evaluar hasta qué punto la oposición y persecución,
como también el impacto de la cultura local y sus manifestaciones, afectaron la configuración del
pensamiento y la acción cristianos. Todo esto resultó no sólo en un movimiento de aspiraciones
universales, sino verdaderamente mundial. Su dilatado alcance geográfico es parangonado con su
riquísima diversidad. Nuestra mayor cercanía con la cristiandad latina o mediterránea no debe
limitar nuestra visión del movimiento cristiano como auténticamente ecuménico y múltiple. Sin
embargo, de todos los variados factores que lo configuraron, ninguno parece ser más llamativo que
el cristianismo de los primeros siglos fue un movimiento típicamente urbano. Las iglesias que se
plantaron, tanto dentro como fuera del Imperio Romano, fueron comunidades urbanas, con todas
las características propias de tal condición socio-cultural. Para el año 500, la mayoría de las grandes
urbes del mundo conocido de entonces, habían sido alcanzadas con el testimonio del evangelio de
Jesucristo.
GLOSARIO
Adiabene: región cercana a la corriente superior del Tigris, con su capital en Arbela, una antigua
ciudad sagrada de los asirios, que fue alcanzada tempranamente (c. año 100) por el testimonio
judeo-cristiano palestinense. No obstante, los grupos cristianos fueron pequeños y padecieron una
resistencia activa por parte de sacerdotes de otras religiones (especialmente zoroastristas).
Ctesifonte: ciudad de Asiria (hoy Irak), a orillas del Tigris, no lejos de Seleucia, residencia de invierno
de los reyes partos, arsácidas y sasánidas.
decuria: cada una de las diez porciones en que se dividía la antigua curia romana. En la antigua
milicia romana, era la escuadra de diez soldados gobernada por un cabo.
godos: antiguo pueblo germánico, que invadió el Imperio Romano en los primeros siglos de la era
cristiana y ocupó España e Italia, donde fundó reinos germánicos.
Iglesia del Este: Iglesia cristiana que remonta su origen al cristianismo que se desarrolló en el
Imperio Romano Oriental (bizantino), pero que se expandió de manera independiente hacia el este
(Mesopotamia) y desde allí más tarde hasta China, sosteniendo una teología nestoriana, y con una
liturgia y literatura religiosa en lengua siríaca.
licantropía: manía en la que el enfermo se imagina a sí mismo y se comporta como si fuese un lobo.
liturgia: del gr. leitourgia (adoración) es el orden y forma (rito o conjunto de ritos) que se sigue para
celebrar el culto religioso público.
maniqueo: seguidor de las doctrinas de Manes (216–277), que admitía dos principios creadores,
uno para el bien y otro para el mal.
monofisismo: herejía de los monofisitas, que enseñaban que en Cristo había una sola naturaleza
(divina) y no dos, como enseñaba el credo de Calcedonia (451), aun cuando él había asumido un
cuerpo terrenal y humano con su ciclo de nacimiento, vida y muerte.
nómada: familia o pueblo que anda vagando sin residencia fija de lugar en lugar de manera
estacional o dentro de un territorio bien definido a fin de asegurarse la provisión de alimentos, y
que generalmente está dedicado a tareas de pastoreo.
Osroene: región del NO de Mesopotamia, con capital en Edesa, donde se fundó un pequeño estado
gobernado por sus caudillos con el título de reyes. El cristianismo llegó a la región con el apóstol
Judas, hermano de Jacobo. En 190 y 201 ya había iglesias cristianas en Edesa. El rey Abgar IX (179–
214) se convirtió y abolió los cultos paganos.
siríaco: lengua hablada y escrita de los antiguos habitantes de Siria, basada en un dialecto arameo
oriental y utilizada como la lengua literaria y litúrgica por varias iglesias cristianas orientales.
Vedas: en sánscrito significa conocimiento. Se trata de cuatro libros sagrados de la India, escritos en
lengua sánscrita, atribuidos a la revelación de Brahma. Son colecciones de oraciones, de himnos, de
fórmulas de consagración, y de expiación, que constituyen los escritos sagrados hindúes más
antiguos. Los Puranas, los Sutras, etc., son comentarios de dichos libros.
zoroastrismo: religión de origen persa, fundada en el s. VI a.C. por el profeta Zoroastro a partir del
mazdeísmo, y que sostiene la creencia en Ahura Mazda como la divinidad suprema. Esta doctrina
está promulgada en el Avesta (el libro de los escritos sagrados del zoroastrismo), y se caracteriza
por su rigor ético, ya que requiere de las buenas acciones humanas para ayudar a Ahura Mazda en
su lucha cósmica contra Ahriman, el espíritu del mal.
SINOPSIS CRONOLÓGICA
342–420 Jerónimo
CUESTIONARIOS DE REPASO
6. ¿Cuándo fue traducido por primera vez el Nuevo Testamento al idioma armenio?
8. ¿Por qué razón la situación de los cristianos en Persia cambió a partir del año 312, con la entrada
de Constantino a Roma?
9. En el año 339 comenzó una gran persecución en el Imperio Persa, ¿de qué tres maneras se
manifestó?
10. Menciona un hecho de Constantino que llevó a la persecución de los cristianos en Persia.
11. ¿Cuándo pudo la minoría cristiana en el Imperio Persa establecer un acuerdo efectivo con las
autoridades?
12. El Concilio de Nicea (325) decretó que la Iglesia debía reconocer tres “Grandes Obispos,” quienes
tenían una autoridad mayor que la de los demás. ¿En qué ciudades tenían sus sedes, y cuáles eran
las áreas de su autoridad?
13. Narra con tus propias palabras cómo llegó Etiopía a ser un país cristiano.
14. ¿Desde dónde penetró la influencia cristiana en Arabia?
15. ¿En qué aspectos la organización política de Arabia era diferente de la de otros países antes del
advenimiento del Islam, y qué relación tiene esto con el cristianismo?
17. ¿Cuál era el título del libro de Cosmas y qué datos interesantes para la historia del cristianismo
en India consigna?
19. Menciona tres razones por las que los godos entraron al Imperio Romano.
22. Menciona tres cosas que hizo Ulfilas, que muestran que fue un buen misionero.
27. ¿Qué indican las tradiciones más antiguas sobre el origen del cristianismo en España?
1. Dibuja un mapa en el que estén indicados los siguientes datos geográficos: mar Mediterráneo,
África, mar Rojo, Asia Menor, Constantinopla, río Nilo, Egipto, Persia, golfo Pérsico, India,
Mesopotamia, Antioquía, Edesa, Capadocia, Armenia, mar Caspio, Partia, río Indo, río Tigris, río
Éufrates, Libia, Cirenaica, Roma, Etiopía, Arabia, Alejandría, Tiro, Yemén, Basora, Costa Malabar y
Ceylán (Sri Lanka).
2. La religión oficial de Persia en tiempos de los Sasánidas era el zoroastrismo. ¿Quién fue su
fundador y qué cree esta religión? Utilizar un diccionario enciclopédico para la respuesta.
3. ¿Qué nombre se le da en la historia universal al período que siguió a la entrada de los hunos en
China y de los godos en el Imperio Romano.
4. Dibuja un mapa que muestre: (1) dónde vivían los hunos y qué regiones invadieron; (2) dónde
vivían los godos y qué regiones invadieron.
5. ¿Qué tipo de cristianismo predicó Ulfilas entre los godos? Hacer una descripción del mismo.
6. ¿De qué dos cosas podemos estar seguros en cuanto a los orígenes del cristianismo en las Islas
Británicas?
7. Menciona dos características del cristianismo en las Islas Británicas durante este período.
8. ¿Cómo evalúa el historiador Paul Johnson la persona y ministerio de Dámaso, el obispo de Roma?
2. Explica con tus propias palabras qué quiere decir San Agustín cuando afirma en La ciudad de Dios:
“La Iglesia, peregrina a través de la historia, es la que da sentido a la historia y el fin de este
peregrinaje está más allá de la historia, en la Iglesia Triunfante.”
3. Leer Walker, La historia de la iglesia cristiana, 129–134, y confeccionar una ficha de resumen.
5. El cristianismo se expandió fuera del Imperio Romano durante este período. ¿Cuál es tu
evaluación general de esta expansión?
TRABAJOS PRÁCTICOS
Abgar, rey de Edesa, a Jesús el Salvador, que se ha manifestado en Jerusalén. He oído hablar de las
curaciones que has hecho, sin usar hierbas, ni otros remedios ordinarios. Y sé que devuelves la vista
a los ciegos, y que haces andar a los cojos, y que limpias de lepra, y que arrojas los demonios
inmundos, y que curas las enfermedades más crónicas, y que resucitas a los muertos. Y, oyendo
tales cosas, me he persuadido de que tú eres Dios, o Hijo de Dios, y que estás en la tierra con el fin
de realizar esas maravillas. Y por eso te escribo, para suplicarte que vengas a mí, y que me cures de
la enfermedad que me atormenta. Y he oído decir que los judíos murmuran de ti y que te preparan
celadas. Y yo poseo una ciudad que es pequeña, pero honesta, y que bastará para los dos.”
“Bienaventurado seas, tú, Abgar, que crees en mí, sin haberme conocido. Porque de mí está escrito:
Los que lo vean no creerán en él, a fin de que los que no lo vean puedan creer, y ser bienaventurados.
Cuanto al ruego que me haces de ir cerca de ti, es preciso que yo cumpla aquí todas las cosas para
las cuales he sido enviado, y que, después de haberlas cumplido, vuelva a Aquel que me envió. Y,
cuando haya vuelto a Él, te mandaré a uno de mis discípulos, para que te cure de tu dolencia, y para
que comunique a ti y a los tuyos el camino de la bienaventuranza.”
Jorge Luis Borges, ed., Evangelios apócrifos, vol. 2 (Buenos Aires: Hyspamérica, 1985), 433–434.
- Hacer un comentario crítico de esta correspondencia, que fue aceptada como auténtica por
Eusebio de Cesarea (Historia eclesiástica, 1.13).
Lee y responde:
DISCUSIÓN GRUPAL
2. ¿Cómo explicarían ustedes la caída de un imperio (como el Imperio Romano), que llevaba el
nombre de cristiano? ¿El hecho de que una nación sea cristiana, la libra de la guerra o la
autodestrucción? Fundamenten sus respuestas.
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