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El Epicureísmo
El Epicureísmo
Según Adolfo Sánchez Vázquez, “el epicúreo alcanza el bien, retirado de la vida
social, sin caer en el temor a lo sobrenatural, encontrando en sí mismo, o rodeado
de un pequeño círculo de amigos, la tranquilidad de ánimo y la autosuficiencia”
EPICURO Y LA POLITICA:
Epicuro (341-270 a. De C.) se destacó tanto por haber desarrollado el sistema que
lleva su nombre, como por haber liderado el curioso experimento político que fue su
escuela: pues el famoso "jardín" de Epicuro era más una secta político-filosófica, y
no una institución educativa como la academia o el liceo. Esto acerca a Epicuro con
Pitágoras, aunque Epicuro no practicaba la comunidad de bienes, "pues esto es de
personas poco fieles, y entre estas no puede haber amistad".
Cicerón lo reputa indocto y envidioso, pero los fragmentos conservados evidencian
un profundo conocimiento de Anaxágoras, Empédocles, Demócrito y los sofistas.
Se dice que llevaba una vida totalmente desordenada. murió a los 72 años,
aparentemente de cálculos renales. Epicuro fue, en buena medida, un continuador
de los cínicos, pues su máxima: "El deleite es el fin", no significa otra cosa que "el
fin soy yo". Epicuro fue, por tanto, un gran autarca.
Cuando los greco-romanos reconocían que una institución se caía a pedazos,
nombraban un único individuo con poder totalitario para sostenerla. con el mismo
criterio inventaron a los "tiranos" antiguos ("reyes", en roma), la "dictatura" en
tiempos de crisis; el "imperio", cuando se desdibujaban las cadenas de mando
militares; el monoteísmo, cuando ya nadie creía en los dioses: un solo dios,
clarividente, y al que le caía muy mal que no creyeran en él ; el "imperio", en su
sentido posterior, cuando la república se volvió obsoleta ( que no es otra cosa que
la tiranía entre estados). cuando las polis griegas se derrumbaron, los griegos
inventaron la gran tiranía panhelénica (no otra cosa fueron Filipo y Alejandro). en
esta época vivió Epicuro.
Los distintos tipos de deseo tienen diferente grado de urgencia para su satisfacción.
dado que toda transacción comercial consiste en una interacción entre dos deseos,
podemos decir que, para Epicuro, la ley de oferta y demanda está fuertemente
condicionada por la naturaleza de los deseos. Aunque, desde luego, Epicuro no
pensó en esto con la precisión que le atribuye esta terminología moderna.
La asociación entre los seres humanos seria, entonces, fácil, deseable y necesaria.
La ley se basa en la justicia; pero Epicuro considera que la justicia no es nada en sí
misma, sino que se origina en unas convenciones tacitas de no dañar y no recibir
daño, que son siempre convenientes entre los hombres y entre los pueblos, lo cual
les da vigencia universal; y otras convenciones que solo son útiles ( y, por tanto,
justas) aquí y ahora, por lo que deben ser permanentemente revisadas y
rectificadas.