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1. GENERALIDADES
En este capítulo estudiaremos la responsabilidad de
los distintos profesionales que intervienen en todo proceso
constructivo de inmuebles especialmente los
constructores, contratistas, arquitectos, calculistas,
subcontratistas, revisores independientes, inspectores
técnicos de obra, etc. Al igual que la responsabilidad que,
conforme a nuestro ordenamiento jurídico chileno, asiste al
propietario primer vendedor y, por último, al propietario del
inmueble, si la construcción no es transferida.
Mediante la responsabilidad civil se busca atribuir a
una persona determinada la obligación de reparar el daño
causado a otra; la reparación puede ser en especial
(restableciendo la calidad originaria del elemento dañado)
o en equivalencia (pagando una suma de dinero que
persigue representar el valor del perjuicio sufrido).
Existen dos formas básicas de responder civilmente
que dependen de de la relación que exista previamente
entre el autor del daño y la victima. Si el perjuicio deriva del
incumplimiento de un contrato que existe entre ambos,
hablamos de responsabilidad civil contractual. En cambio,
si el perjuicio deriva simplemente de la transgresión de un
deber general de no causar daño injusto a otros, estamos
frente a la responsabilidad extracontractual o aquiliana.
Antes de entrar al examen del tema que nos ocupa,
es menester consignar las diferencias principales entre
ambos tipos de responsabilidades, a saber:
2. EL CONTRATO DE CONSTRUCCION
El contrato de obra, cuando tiene por objeto realizar la
construcción de u inmueble, recibe el nombre de contrato
de construcción, el que se encuentra regulado en los
artículos 1996 y siguientes del Código Civil, como una
clase de arrendamiento de servicios, siguiendo en ello la
tradición romanista. Tratándose de la construcción de un
edificio, sólo dos artículos del Código Civil se refieren a
ello, esto es, las normativas establecidas en los artículos
2003 y 2004 que analizaremos posteriormente. Esta
regulación resulta del todo insuficiente con lo que hoy en
día es el contrato de construcción, como asimismo con las
costumbres y prácticas modernas.
El contrato de construcción ha sido definido como
“aquel en que una de las partes, denominada comitente o
dueño de la obra, encarga a otra, denominada contratista
o constructor, la construcción de una obra determinada
con relación a un plano o proyecto, obligándose a pagar
por ello un precio cierto”. (284)
En la actualidad, la tendencia moderna es emancipar
el contrato de construcción del contrato de arrendamiento
de obra, adoptándose la denominación de “contrato de
empresas”, en el cual “una persona asume con
organización de medios, capital, mano de obra e
instalaciones necesarias y con gestión a su propio riesgo
una posición contractual que lo obliga a producir algo no
preexistente.” (285)
En el ordenamiento jurídico chileno debemos
distinguir el contrato privado de construcción, que se rige
principalmente por las estipulaciones de las partes y en los
preceptos que supletoriamente establece el Código Civil,
del contrato de obra pública que se regula por las normas
del Derecho Administrativo, entendiendo por este último a
aquel “inmueble construido por el Estado, directamente o
en virtud de un contrato cuya finalidad es propender al
bien público”.
En esta obra nos concentraremos en particular en el
contrato privado de ejecución de obra, dejando para otra
ocasión la regulación del contrato de obras públicas donde
participa el Estado, que está sujeto a un estatuto especial.
El contrato de construcción privado se caracteriza por
ser bilateral, conmutativo y de tracto sucesivo, en el que
una parte se obliga a ejecutar una obra, prestación de
hacer o más concretamente de resultado, y entregársela a
la otra, que deberá pagar a cambio un precio cierto.
Con todo, habrá que estarse a los términos del
contrato de construcción en particular para apreciar si lo
configurado por la parte es una relación laboral, un
arrendamiento de servicios o de obra, un mandato o quizás
una figura mixta, pues la calificación de una obligación
como de actividad (medio) o de resultados conlleva
diferentes consecuencias jurídicas en materia de
responsabilidad y riesgos, tal como analizaremos más
adelante.
4.4.Prescripción.