Parenting A Teen ESP

Harvey, Pat & Rathbone, Britt (2015) | CA: New Harbinger Publications [Amazon Kindle]
Cómo ser padres de un adolescente que experimenta emociones intensas | Habilidades de

Terapia Conductual Dialéctica para ayudar a su hijo adolescente a hacer frente a los desafíos
emocionales y conductuales
Contenidos
Introducción
PARTE 1: ENTENDIENDO A LOS ADOLESCENTES Y ESTRATEGIAS PARENTALES EFECTIVAS
Capítulo 1: Adolescentes, emociones y conductas

Capítulo 2: Paternidad efectiva
Capítulo 3: Estrategias parentales
Capítulo 4: Paternidad equilibrada
PARTE 2: RESPONDIENDO A LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA
Capítulo 5: Conductas suicidas y autolesivas

Capítulo 6: Conductas problemáticas, riesgosas y de consumo de drogas
Capítulo 7: Cuando la angustia interfiere con la vida, el colegio y la independencia
Capítulo 8: Trastornos de la conducta alimentaria
PARTE 3: AUTOCUIDADO Y CUIDADO DE LA FAMILIA
Capítulo 9: Autocuidado para padres

Capítulo 10: Hermanos y miembros de la familia extendida
Paternidad equilibrada y efectiva: guía rápida
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INTRODUCCION
Al tomar este libro, ¿está pensando en su hijo adolescente y en la agitación emocional que existe
en su hogar? ¿Se está preguntando si su hijo adolescente experimenta emociones intensas y si es
esa la razón por la que usted siente tan alterada la relación con él y la vida hogareña? ¿Se siente
superado por las emociones de su hijo adolescente y por sus propias reacciones? ¿Desea poder
encontrar alguna orientación acerca de cómo manejar las emociones y conductas de su hijo
adolescente – y las propias – de modo de no sentirse agotado, culpable o desesperado?
Hemos escrito este libro a fin de responder a sus preguntas y orientarle con estrategias concretas,
efectivas y probadas que ayudan a los padres a ser más efectivos y a poner algo de orden en el
caos de su vida. Como terapeutas especializadas en el trabajo con padres (Pat) y con adolescentes
(Britt), queríamos escribir este libro para darles una guía, apoyo y comprensión de los desafíos
que enfrentan como padres, y también para comprender a su hijo adolescente y, en
consecuencia, ser padres más efectivos. Lo hemos escrito para hacerles saber que sus
sentimientos – y los de su hijo adolescente – tienen sentido a la luz de las circunstancias de su
vida, y para brindarles la esperanza de que tanto su vida como la de su hijo adolescente pueden
ser mejores.
Si usted es padre de un adolescente o adulto joven que experimenta emociones intensas, es

posible que sienta desesperación, desesperanza, impotencia, miedo, preocupación, frustración,
culpabilidad, rabia y una miríada de otras emociones. Si bien puede sentir que nadie entiende lo
que usted está viviendo o sintiendo, usted no está solo. Muchos otros padres comparten su
experiencia, incluso si lo hacen de maneras diferentes. A partir de nuestro trabajo con padres y
adolescentes que viven en hogares emocionalmente intensos, hemos visto que muchos de ellos
comparten sus mismas preocupaciones, inquietudes y dudas – padres que también han sido
capaces de utilizar las habilidades y estrategias que analizaremos más adelante en el libro, para
ser más efectivos y optimistas.
A fin de poner en práctica estas habilidades y estrategias, primero es importante entender la

experiencia de su hijo adolescente en esta etapa de su vida. Si usted vive con un adolescente –
un niño cuya edad cronológica está entre la preadolescencia (10-12) o en los años de la
adolescencia (13-19) y de la adultez joven (20-25) - ya conoce bien los numerosos cambios que
ocurren en la vida de su hijo, así como los efectos que tienen estos cambios sobre usted. (Nota:
2
Si bien nuestro foco en este libro está puesto principalmente en los adolescentes, mucha de la
información que entregamos también aplica a los preadolescentes y adultos jóvenes). Los cuerpos
y cerebros de los adolescentes cambian de forma dramática y alteran la existencia, lo que lleva a
un nivel de intensidad emocional que puede resultar completamente nuevo para usted o
experimentarse como una exageración de las emociones previamente observadas. En tanto que
los adolescentes luchan con estos cambios, las emociones pueden intensificarse. Como padre,
usted también lucha con estos cambios. Puede no reconocer a esta nueva persona que vive en su
casa y preguntarse cómo puede ejercer su rol en medio de tanto cambio y tanta emoción.
Puede ayudar el entender que, a medida que los adolescentes avanzan hacia la adultez, su tarea
consiste en desarrollar su propia identidad, lo que significa que necesitan separarse de sus padres
– de ustedes – desafiándolos o incluso rebelándose. Las emociones se intensifican dado que el
adolescente que solía responder a sus límites, exigencias y valores morales ahora desafía – e
incluso rechaza – mucho de lo que usted ha venido enseñando. Puede no estar preparado para
dejar ir su rol o autoridad como padre y encontrar difícil aceptar su rol nuevo y de más bajo perfil.
Tiene plena consciencia de los trastornos emocionales de su hijo adolescente y de cómo estos
afectan a toda la familia.
Si los niños han sido siempre muy sensibles a las experiencias emocionales y fueron desafiados
emocional y conductualmente durante la niñez, esta intensidad emocional puede dar paso a
conductas más disruptivas, e incluso peligrosas, cuando entren a la adolescencia. O tal vez, por
ejemplo, su hijo siempre ha sido capaz de manejar sus emociones, y ahora, en la adolescencia, la
tristeza se convierte en depresión, la rabia en furia y el miedo se torna ansiedad desmesurada.
En tanto el adolescente trata de manejar emociones que le generan un malestar abrumador,
puede llevar a cabo conductas que afecten significativamente tanto su propia vida como la suya:
autolesiones, agresión, abuso de sustancias, desórdenes alimenticios, no querer ir al colegio, o
conductas sociales riesgosas.
Entonces, ¿cómo abordar las experiencias y emociones de su hijo adolescente – y las propias
suyas? La Terapia Conductual Dialéctica entrega algunas pautas y orientaciones que son de ayuda.
La psicóloga Marsha Linehan (1993) desarrolló la Terapia Conductual Dialéctica (TCD) para
ayudar, a personas cuya intensidad emocional las llevaba a conductas autodestructivas y suicidas,
a aprender a vivir la vida que querían tener. Los conceptos, habilidades y estrategias de la Terapia
Conductual Dialéctica descansan en un concepto central: las personas necesitan ser aceptadas
3
para poder cambiar, y se requiere tanto de la aceptación como del cambio. En la Terapia
Conductual Dialéctica, se reconoce que las personas están haciendo lo mejor que pueden en el
momento presente, dadas las circunstancias y dificultades de sus vidas, y que tienen que realizar
cambios para poder vivir una vida satisfactoria para ellas. La Terapia Conductual Dialéctica
enseña habilidades y estrategias para ayudar a que la persona reemplace las conductas riesgosas
y perjudiciales por otras más sanas y adaptativas, reconociendo siempre lo difícil que resulta el
cambio.
Por más de una década hemos enseñado estos conceptos básicos, habilidades y estrategias de la
Terapia Conductual Dialéctica que se explican en este libro, tanto a padres como a adolescentes.
Ellos pueden servir de apoyo y orientación, ya sea que su hijo adolescente esté en Terapia
Conductual Dialéctica o en algún otro tratamiento estructurado; pueden ayudarle a reconocer y
aceptar sus propios sentimientos, entender y aceptar a su hijo adolescente y sus experiencias, y
realizar cambios de modo de ejercer la paternidad de formas más equilibradas y efectivas. Los
padres que han aprendido y utilizado estas habilidades reportan cambios positivos en sí mismos,
en su ejercicio de la paternidad y en las relaciones con sus adolescentes y adultos jóvenes.
Hemos escrito este libro con una actitud de aceptación; no trata acerca de errores y
culpabilidades. Está basado en el entendimiento de que usted – a pesar de que sienta lo contrario
– ha hecho lo mejor que ha podido para ejercer su rol con su hijo adolescente, bajo circunstancias
difíciles y dolorosas. Continúa – en la medida en que lee este libro y utiliza otros recursos - en
búsqueda de mejores formas para actuar como padre. Nuestra experiencia indica que estos
conceptos y estrategias proveen un sentido para el cambio y la esperanza, de que tanto su vida
como la de su hijo adolescente o adulto joven, pueden ser diferentes y menos afectada por
comportamientos emocionales. Reconocemos el coraje y fortaleza que implica la lectura de este
libro, para descubrir nuevas formas de ayudar a su hijo adolescente y disponerse a aprender y a
cambiar; confiamos en que el mismo le permita apreciarse a sí mismo y sus esfuerzos, en tanto le
proporciona una orientación concreta para hacer que estos cambios ocurran.
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QUE LE OFRECE ESTE LIBRO
Este libro está dividido en tres partes, cada una de las cuales le proporciona explicaciones,
ejemplos y ejercicios para ayudarle a practicar lo que está aprendiendo. La Parte 1 (capítulos 1-
4) – Entendiendo a los adolescentes y estrategias parentales efectivas – desarrolla los conceptos
básicos, estrategias y habilidades que le ayudarán a (1) entender y aceptar a su hijo adolescente
y las reacciones emocionales del mismo; (2) ejercer su rol de padre con más sabiduría o más
juiciosamente, al comprender, aceptar y manejar sus propias reacciones emocionales hacia el
adolescente; y (3) ejercer su rol de padre más efectivamente, sopesando las consecuencias de sus
respuestas al adolescente, estableciendo prioridades para sus decisiones y alternativas, y
respondiendo estratégicamente a fin de incrementar el uso, por parte de su hijo adolescente, de
conductas más sanas y seguras, que reemplacen conductas menos adaptativas. La Parte 2
(capítulos 5-8) – Respondiendo a los problemas de conducta – proporciona información acerca
de problemas de conducta específicos, producto de las emociones intensas del adolescente, junto
con orientaciones concretas acerca de cómo responder del modo más seguro y efectivo a dichas
conductas, utilizando las habilidades presentadas en la parte 1. Al inicio de cada capítulo,
encontrará una lista de las conductas que se incluyen en el mismo, de modo de poder encontrar
rápidamente el capítulo más relevante para los problemas conductuales que usted está viviendo.
La Parte 3 (capítulos 9-10) – Autocuidado y cuidado de la familia – da cuenta de las formas en que
las conductas de su hijo adolescente afectan a usted y al resto de la familia y le ayuda a encontrar
modos de cuidarse a sí mismo, de responder a las necesidades de sus otros hijos y de explicar los
problemas del adolescente a otros miembros de la familia. El objetivo del libro es brindarle apoyo
y aceptación, junto con alternativas para generar el cambio.
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COMO UTILIZAR ESTE LIBRO
Le recomendamos que comience leyendo la parte 1, de modo que comprenda los conceptos y
habilidades que analizaremos en la parte 2. Si se está sintiendo sobrepasado por sus propias
emociones o por el efecto que el adolescente está teniendo sobre usted o el resto de la familia,
puede leer la parte 3 en cualquier momento. Le entregará el apoyo y las habilidades que necesita
para calmar sus propias emociones, sentirse mejor acerca de usted mismo y con mayor control
de su vida, de modo de poder implementar efectivamente las habilidades que se ofrecen en el
libro. Luego puede elegir los capítulos de la parte 2 que sean más relevantes para los problemas
que está vivenciando con su hijo adolescente.
Si usted ya conoce las habilidades de Terapia Conductual Dialéctica en otro contexto, este libro le
servirá de complemento a su experiencia de aprendizaje, una síntesis sucinta de los conceptos y
habilidades – y formas de implementarlos – que potenciarán lo que está aprendiendo. Si la
terapia dialéctica conductual es nueva para usted, este libro le proporcionará explicaciones claras
y prácticas que le permitirán implementar las habilidades de forma casi inmediata. Nuestra
experiencia es que los padres pueden aprender y utilizar estas habilidades independientemente
de si su hijo adolescente está asistiendo a Terapia Conductual Dialéctica, otros tratamientos o no
realiza ningún tratamiento.
Usted y su hijo adolescente pueden cambiar – y la vida puede mejorar. La maravilla de la Terapia
Conductual Dialéctica radica en que puede transformar la vida de cualquier persona que la
aprende. Esa ha sido nuestra experiencia, y esperamos que también sea la suya.
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PARTE 1
ENTENDIENDO A LOS ADOLESCENTES

Y ESTRATEGIAS PARENTALES EFECTIVAS
CAPITULO 1
Adolescentes, Emociones y Conductas
La adolescencia es una época de grandes transiciones para los adolescentes y sus padres. El niño
que estaba tan conectado a ustedes ahora parece muy lejano. De pronto, el grupo de pares cobra
la mayor importancia y usted se siente dejado de lado. En ocasiones, puede que no reconozca “al
extraño en medio de nosotros”. El niño que conocían ha desaparecido en un cuerpo nuevo con
nuevas necesidades, exigencias, metas, conductas y, sí, emociones intensificadas. Para algunos
padres, su hijo adolescente es una exacerbación del niño que conocían: un niño tranquilo ahora
aparece más hosco y aislado; un niño más extrovertido puede pasar a ser más asertivo,
independiente y menos dispuesto a aceptar límites. Para otros padres, los cambios pueden ser
más dramáticos; el niño antes cooperador y aparentemente feliz se vuelve menos obediente y
más depresivo, o un niño más introvertido puede tener más amigos y salir más. Y ustedes, los
padres, pueden verse a sí mismos intentando entender a esta nueva persona y, al mismo tiempo,
extrañar al niño de antes. Tal como su hijo atravesará transiciones y cambios, también deberán
hacerlo ustedes y su rol como padres.
La adolescencia también es una etapa de grandes cambios para los adolescentes. Cambios a nivel
cerebral les permiten ver y entender de nuevas formas. Su emergente capacidad para pensar
más abstractamente genera una mayor comprensión de las diferencias y elecciones. Ellos (1) a
menudo rechazan a sus padres a fin de encontrarse a sí mismos, (2) pueden verse confundidos y
envalentonados a la vez por los cambios de su cuerpo y sus capacidades cognitivas en evolución,
(3) buscar a otros que sientan lo mismo y tratar de llegar a ser como ellos, de modo de tener un
ancla en medio de una existencia que si no sería inestable y (4) dar a sus padres pocas pistas, o a
veces señales contradictorias, acerca de lo que necesitan o quieren. La confusión de ellos se
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vuelve la confusión de los padres. Su hijo adolescente puede rechazar toda relación con ustedes
en un momento (“Por favor, mamá, déjame una cuadra antes de llegar al colegio”) y buscar su
total atención al momento siguiente, cuando pueda ser menos conveniente para ustedes (“Sé
que es tarde, papá; tengo que hablar contigo ahora”). Puede que ustedes inviertan considerable
cantidad de tiempo preguntándose cómo responder, cómo ser de ayuda y cómo mantener su
propia cordura y su vida personal en medio de estas constantes y cambiantes demandas y
exigencias.
Es posible que algunos niños siempre hayan sido emocionalmente intensos o sensibles,
reaccionando de forma inmediata y enérgica ante situaciones que otros niños parecen ignorar.
¿Cómo afecta la adolescencia a su hijo si ya ha experimentado dificultades emocionales como
depresión, ansiedad o explosiones de rabia? ¿Y cómo manejan ustedes sus propias emociones y
respuestas emocionales a su hijo?
Sea que su hijo experimente emociones intensas o los típicos conflictos emocionales y cambios
de ánimo del adolescente, sus emociones son bastante reales y no pueden ni deben ser
desestimadas ni tampoco trivializadas. Si bien estas emociones a menudo exasperan a los padres
(y también a los adolescentes), impactan en sus conductas y decisiones. Dichas emociones
pueden constituir también la fuerza impulsora de las conductas que le generan problemas a
ustedes y/o al adolescente. Entender las emociones, de dónde vienen, y cómo se desarrollan
ayudará al adolescente y al adulto joven a manejarse prudente y efectivamente. Personalmente,
ustedes también se beneficiarán al comprender las emociones; la conciencia de sus propias
emociones les ayudará a responder más efectivamente al adolescente o adulto joven. Este
capítulo contribuirá a entender la adolescencia, las emociones y la conexión entre emociones y
conducta, de modo que puedan aplicar este conocimiento a las habilidades que analizaremos a
lo largo del libro.
ADOLESCENCIA: TIEMPO DE DESAFIOS, CAMBIO E IMPREDICTIBILIDAD
El mundo del adolescente es complicado y lleno de desafíos, cambio e impredecibilidad.

Contribuye a la confusión el hecho de que la adolescencia tiene tiempos de inicio y término
diferentes para cada uno. El inicio de la pubertad – señal típica del comienzo de la adolescencia –
se da, para la mayoría de los jóvenes, entre 5° año de enseñanza básica y 2° año de enseñanza
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media. Visite cualquier colegio de enseñanza media y esta variación se mostrará plenamente. El
efecto de los cambios hormonales sobre la emocionalidad está claro, y exacerba la expresión de
los sentimientos para quienes puedan estar predispuestos a la intensidad emocional. En el otro
extremo del desarrollo, no existe indicador claro ni evidente del término de la adolescencia. Si
consideramos que la adolescencia es el puente entre la niñez y la adultez, y si definimos adultez
como independencia, financiera y demás, entonces la adolescencia se extiende hasta entrada la
tercera década de vida de muchos jóvenes, y los padres siguen siento parte significativa de las
vidas de adolescentes, ya sean preadolescentes, adolescentes o adultos jóvenes.
Temperamento
Cada niño nace con una personalidad única, basada biológicamente, o temperamento, que se
hace evidente en una variedad de situaciones y es bastante consistente en el tiempo. Puede
observar que el temperamento de uno de sus hijos es muy diferente del de otro hijo, y
preguntarse cómo puede ser esto. Es probable que haya notado estos rasgos en la temprana
infancia, y que sean los mismos rasgos característicos los que está enfrentando durante la
adolescencia. A continuación analizaremos diversos modos en los que se relaciona el
temperamento con la forma en que se viven las emociones. A medida que lea estos diferentes
rasgos, consideren cómo interactúa su propio temperamento con el de su hijo.
Emociones intensas y potentes
Un aspecto del temperamento es cuán intensamente las personas experimentan sus emociones.
Algunos niños tienen vivencias emocionales muy intensas, y otros parecen experimentarlas más
suavemente. Los adolescentes con emociones menos fuertes e intensas por lo general son menos
difíciles para los padres. Por otro lado, los adultos jóvenes que viven los sentimientos muy
profunda e intensamente muestran una pasión que puede tener un efecto significativo sobre
otros. Al mismo tiempo, sus bajones pueden ser realmente duros y tener mayor efecto sobre su
conducta. Los padres pueden desgastarse con esta intensidad fluctuante y no reaccionar
satisfactoriamente cuando su hijo llega a la adolescencia. Pueden volverse inmunes a estas
reacciones emocionales intensas de sus adolescentes. Otros padres adoptarán la misma
intensidad de ánimo de su hijo(a), lo que por lo general terminará en crecientes gritos y conflictos.
Los rasgos del temperamento son hasta cierto punto heredados y a menudo los padres tienen
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una intensidad similar, lo que por una parte permite una mayor empatía y, por la otra y
simultáneamente, puede llevar a un escalamiento en la expresión de las emociones.
Reacción inicial a las situaciones nuevas
Algunos niños tienden a incorporarse inmediatamente a situaciones nuevas, en tanto que otros
son más lentos para involucrarse y observarán desde afuera antes de hacer algo nuevo. Algunos
niños hacen amigos más fácilmente, mientras que otros son más ansiosos en situaciones sociales.
Ambos estilos plantean desafíos a los padres. Si su hijo adolescente está ansioso por probar
nuevas situaciones sin mucha información, podría estar en riesgo de actuar impulsivamente, y en
riesgo de una serie de comportamientos que podrían preocupar a ustedes (consumo de drogas,
conducción imprudente, conducta sexual riesgosa, entre otros). Si su hijo adolescente es más
cauto, ustedes tal vez se preocupen de que parezca muy aislado y no inicie ni participe en
actividades nuevas. Podrían preocuparse menos de consecuencias peligrosas y más acerca de la
vida limitada que su hijo adolescente está llevando.
Sensibilidad a las sensaciones
Algunos adultos jóvenes se observan a sí mismos reaccionando sensiblemente a su ambiente.

Esto puede darse particularmente acerca de su vestimenta, evitando ciertas telas ásperas o que
pican, o pueden irritarles las etiquetas en su ropa. O les pueden molestar las luces brillantes o
parpadeantes, los ruidos fuertes o los olores. Pueden tener dificultades para entender a su hijo
adolescente si reacciona con esta sensibilidad al ambiente, especialmente si ustedes no están al
tanto del origen biológico de estas respuestas. Si ustedes tienen rasgos similares, por lo general
encontrarán más fácil empatizar con ellos y consolar a su hijo adolescente.
Adaptación al cambio
Puede ser difícil adaptarse al cambio, incluso si el cambio es positivo. Consideren la energía
invertida en acostumbrarse a un trabajo nuevo o a una nueva relación. Y consideren la cantidad
de cambio que experimentan continuamente los jóvenes durante su adolescencia, incluyendo
colegios nuevos, cambios corporales y problemas sociales. A algunos adolescentes les resulta
muy sencillo adaptarse a estos cambios, lo que a su vez lo hace más fácil para los padres. Los
adolescentes que se ajustan más lentamente a los cambios y transiciones vitales a menudo
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encuentran que la adolescencia es más difícil y por lo general son más desafiantes con sus padres,
quienes se esfuerzan por proporcionar el apoyo y tranquilidad necesarios.
Desarrollo del cerebro
Añadiendo complejidad al rol de padres de un adolescente, tenemos el impacto del desarrollo

cerebral. La década que va de los diez a los veinte años, tal vez más larga que eso, es una época
de desarrollo explosivo del cerebro. En síntesis, las áreas cerebrales responsables de las
respuestas lógicas y estratégicas están “en construcción”, en tanto que los centros emocionales
del cerebro están activos y aparentemente desenfrenados. Esto resulta familiar para los padres
que permanentemente son testigos de cómo su hijo adolescente reacciona con estallidos
emocionales y respuestas que parecen irracionales o ilógicas. Si bien este proceso biológico de
desarrollo del cerebro no está bajo el control del adolescente, hace que vivir con ellos,
especialmente aquellos con emociones intensas, sea increíblemente difícil para sus padres.
Naturaleza y Crianza
El temperamento de su hijo interacciona con de sus padres desde los primeros días. Puede
sonreírles y gorgojearles tempranamente, o llorar independiente de cuánto procuren ustedes
confortarlo. Los padres a menudo notan que la forma en que crían a uno hijo no funciona con
otro. Como padre uno se siente competente cuando el niño responde bien a sus caricias y voz, y
puede sentirse inadecuado o frustrado si su hijo no le sonríe o llora independientemente de lo
que usted haga. Por medio de sus conductas, su hijo les enseña lo que funciona y lo que no.
También influye en la forma en que ustedes se sienten como padres. De modo que ustedes son
tan producto de las interacciones de su hijo hacia ustedes como su hijo lo es de sus interacciones
con sus padres. Este es un modelo transaccional; ustedes y su hijo se influyen y cambian
mutuamente, en base a sus propios temperamentos y a la forma en que se responden uno al otro.
Teoría Biosocial
Algunos adolescentes experimentan continuamente emociones intensas y, en ocasiones,

emociones abrumadoras que pueden ser dolorosas y muy difíciles de manejar. Pueden
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desarrollar una dificultad generalizada para regular las emociones, lo que lleva a una creciente
dificultad en el manejo de situaciones emocionales. Esta desregulación emocional está a la base
de muchas conductas problemáticas que analizaremos en la segunda parte de este libro. La teoría
biosocial de la desregulación emocional (Linehan, 1993) explica cómo se desarrolla la
desregulación emocional generalizada; es un modelo transaccional y no culpa a los padres ni al
adolescente por los problemas que ocurren.
Desregulación emocional
Algunos niños nacen con un cerebro que es emocionalmente más sensible que el de otros niños.
El niño reacciona inmediata e intensamente ante situaciones que los otros no notarían o a las que
no responderían. Puede parecerles que su hijo pasa de 0 a 100 en la escala emocional en cosa de
segundos y, cuando alcanza ese nivel de emoción, tiene un retorno lento a su nivel emocional
más típico. Este niño no es capaz de manejar estas emociones y por lo tanto aprende, mediante
la experiencia, formas de evitarlas o de escapar de ellas.
Ambiente invalidante
La mayoría de los padres, al ver esta intensa reacción emocional frente a un tema aparentemente
menor (para ellos), se sentirán confundidos y molestos. Cuando se ven confrontados por las
emociones difíciles de su hijo, intentarán hallar formas de ayudarle a sentirse mejor, en ocasiones
trivializando inadvertidamente o no considerando sus emociones. Cuando no están al tanto de
la sensibilidad emocional de su hijo, pueden (1) intentar ayudarlo a superar sus sentimientos
diciendo cosas como “No es nada” o “Olvídalo”; (2) procurar tranquilizarlo o reconfortarlo con
frases como “Está bien”, “No te preocupes por eso” o “Mañana será un día mejor”; o (3) tratar de
arreglar la situación o dar consejos, diciendo algo como “¿Hablaste de ese problema con el
profesor?” o “¿Por qué no lo haces así la próxima vez?”. A muchos niños, estas frases pueden
ayudarlos a sentirse mejor y seguir adelante. Para su hijo con intensidad emocional, estas frases
pueden de hecho servir para “invalidar” la forma en que se siente, haciéndole parecer como si
sus sentimientos no importaron o no tuvieran ningún sentido.
El impacto del ambiente invalidante. Un niño que siente sus emociones de forma intensa se
confundirá bastante cuando el ambiente que lo rodea (padres, profesores, amigos, etc.)
desestima, trivializa o cuestiona lo que está sintiendo. Esta respuesta invalida la experiencia del
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niño. Comenzará a preguntarse por qué se siente tan mal cuando los demás dicen que no es tan
importante o qué anda mal con él que siente cosas que los demás le dicen que no debe sentir.
Este niño puede comenzar a cuestionarse sus propias experiencias emocionales reales. Luego
podría expresar sus emociones aún más fuertes para que los demás sepan lo mal que se siente, o
bien podría comenzar a esconder sus emociones frente a los demás, negándolas, incluso para sí
mismo, hasta eventualmente explotar de un modo que podría tomar a todos por sorpresa.
Algunos adolescentes alternan entre la expresión dramática de sus emociones y el tratar de
ocultarlas; como sea, generan problemas constantemente para ellos mismos y para sus padres.
Los adolescentes cuyas emociones son desestimadas, aún de forma inconsciente, no logran
aprender habilidades efectivas para manejarlas. Los adolescentes que han sido invalidados no
aprenden que son capaces de tolerar y vivir con emociones molestas, y entonces procuran
encontrar formas de disminuir el malestar que sienten, a menudo utilizando medios riesgosos o
inseguros.
El impacto de la teoría biosocial sobre padres y adolescentes
Cuando se explica esta teoría a padres y adolescentes (ya sea de forma individual o en conjunto),
todos sienten alivio. El adolescente comienza a darse cuenta de que la forma en que se siente no
es resultado de un problema de personalidad. Entiende que su cerebro funciona de manera
diferente al de los otros miembros de su familia y que no se trata de un defecto o problema
interno o externo. Ustedes, como padres, también pueden descubrir que ahora tienen una
explicación para lo que ha parecido inexplicable e inquietante durante tantos años. Nadie los
culpa; pueden sentirse reconfortados con un nuevo conocimiento, que hace sentido. Esta teoría
de naturaleza y crianza provee entonces las bases para muchas de las habilidades que se analizan
en este libro, que les ayudarán a responder de una manera más validante, menos despectiva y
más efectiva.
La Historia de la Emoción
¿Cómo se desarrollan las emociones? ¿De dónde vienen? ¿Cómo podemos entender por qué a
veces el adolescente pasa de estar molesto a gritar, golpear una pared o hacerse daño a sí mismo,
en tanto que otras veces se va tranquilamente a su habitación? ¿Por qué somos capaces, a veces,
de mostrar comprensión y apoyo a nuestro hijo adolescente y aceptar sus conductas cuando, en
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otras ocasiones, la misma conducta podría hacernos enojar y gritar? Las experiencias
emocionales no son algo que simplemente ocurren. Se desarrollan a través de una serie de pasos
que a la larga tienen que ver con pensamientos, sentimientos y conductas. Entender cómo
afectan los pensamientos sobre los sentimientos, los que a su vez influyen en las conductas, les
proporcionará formas de cambiar sus emociones y las conductas que son resultado de ellas. La
historia de las emociones explica cómo se gestan los sentimientos y cómo actuamos como
resultado a ellos. Analizaremos estos pasos más detalladamente a continuación.
Factores de vulnerabilidad para padres y adolescentes
Factores de vulnerabilidad son aquellas situaciones o sentimientos que contribuyen a la forma en

que respondemos a los hechos o situaciones a medida que van surgiendo. Cuando la persona es
vulnerable, tiende a reaccionar más intensa y negativamente a las situaciones. Algunos factores
de vulnerabilidad son la fatiga, el hambre, la enfermedad, la falta de ejercicio, el salirse de la
rutina habitual, visitar lugares o personas que nos han causado estrés en el pasado, o no hacer
en la vida las suficientes cosas que nos aporten placer o sentimientos de ser competentes.
También podemos estar vulnerables cuando situaciones o hechos interrumpen la rutina, aún si
esos eventos son felices, como un matrimonio o una reunión familiar. Cualquiera de estas
situaciones puede hacer más difícil manejar las reacciones emocionales ante los eventos que van
surgiendo.
Los adolescentes tienen los mismos factores de vulnerabilidad que los adultos. Además, pueden
agregarse factores de vulnerabilidad relacionados con los temas de la adolescencia: el impacto
de las hormonas, problemas reales o imaginarios con los pares, sentimiento de soledad,
preocupaciones acerca del colegio y el desempeño académico, incertidumbre acerca de la propia
identidad, sus propias desilusiones o el temor a desilusionar a sus padres (a pesar de lo que digan
los padres en el sentido contrario). Algunos adolescentes son capaces de responder fácilmente a
los cambios de programación o al no poder lograr sus expectativas. Para otros adolescentes,
cualquier transición o cambio en la rutina es difícil de manejar.
Los eventos gatillantes
Los eventos gatillantes son situaciones, hechos, pensamientos o sentimientos que activan la
cadena que lleva a la experiencia emocional. Probablemente ustedes tienen conciencia de las
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situaciones que tienden a alterar a su hijo adolescente, como que se le diga que no, que se le
imponga un límite, que lo moleste un hermano, que se enoje un amigo o que un profesor le pida
más de lo que el adolescente piensa que puede lograr. Probablemente también estén conscientes
de cosas que dice o hace su hijo adolescente, cosas que los alteran a ustedes. Es imposible para
ustedes y para su hijo adolescente evitar todos los eventos gatillantes y, de hecho, ambas partes
necesitan aprender a manejar estas situaciones. Cuando se dan cuenta de que su hijo ha
reaccionado emocionalmente a un evento gatillante, pueden mostrarse sensibles, apoyadores y
colaboradores, mientras ayudan a su hijo adolescente a navegar en medio de sus emociones y de
la situación. Y cuando ustedes reacciona emocionalmente a un evento gatillante, deben ayudarse
a sí mismo del mismo modo.
Pensamientos
Los pensamientos son afirmaciones que nos decimos a nosotros mismos y que expresan lo que
creemos o la forma en que interpretamos el evento gatillante. Estos pensamientos tienden a
incluir juicios acerca de lo que ha ocurrido o podría ocurrir y por lo general son tan automáticos
que no nos damos cuenta de ellos. Por ejemplo, podemos reaccionar con rabia al tono de voz del
adolescente, sin darnos cuenta de haber tenido el pensamiento No debiera hablarme de manera
insolente. Los pensamientos pueden reflejar los sistemas de creencias con los que hemos sido
criados, las expectativas que tenemos de los demás y de nosotros mismos, o nuestra orientación
moral. A mayor nivel de consciencia que tengamos acerca de lo que estamos pensando, mayor
será la posibilidad de cambiar esos pensamientos y, en última instancia, cambiar la forma en que
nos sentimos.
El adolescente tiene un conjunto de creencias y autoafirmaciones que generan un efecto en cómo

le harán sentir los eventos gatillantes. Pueden estar llenos de dudas acerca de sí mismos (a pesar
de que su conducta parezca indicar lo contrario), y pensamientos como Soy tan estúpido o Soy un
perdedor - ¿Por qué no puedo hacer lo que los otros sí pueden? son posibles respuestas internas
ante cualquier crítica (real o percibida), sin importar lo leve que pueda parecerles a los padres. El
mundo social del adolescente puede ser duro y crítico, y ellos pueden adoptar una evaluación
muy crítica hacia ellos mismos en situaciones sociales. Los adolescentes también tienen fuertes
sentimientos y expectativas; sus respuestas a un evento gatillante podría estar basada en lo que
ellos piensan que “debería” o “se supone” que debe ocurrir en ciertas situaciones. Por ejemplo,
los adolescentes podrían enojarse con padres que les recuerdan que deben cumplir con sus tareas
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porque están pensando, sin tomar conciencia de ello, ¿Por qué siguen molestándome? Yo debiera
hacerme cargo de mí mismo y de lo que hago. A veces el pensamiento rígido del adolescente
puede dificultar su aceptación de las situaciones que no puede cambiar, lo que conduce a
frustración o desesperanza.
A menudo los padres no están exentos de las mismas luchas internas de los adolescentes y adultos
jóvenes, lo que puede hacerlos sentir impotentes y confundidos. En los próximos dos capítulos,
les mostraremos formas de responder al adolescente, aún si ustedes no están del todo seguros
acerca de lo que su hijo está pensando o sintiendo.
Sensaciones corporales
Las sensaciones corporales son la forma en que el cuerpo experimenta cuando estamos teniendo
pensamientos que generan sentimientos. Podemos sentir mariposas en el estómago, dolor de
cabeza, tensión en la zona frontal, tensión en los hombros y en la espalda, manos húmedas, o
dificultad para respirar, o sentir que el corazón late de prisa. Todas estas sensaciones corporales
son señales de una reacción emocional. Debemos tener en cuenta de que nuestro cuerpo nos
está advirtiendo de modo que podamos responder a estas sensaciones y reducir o disminuir la
intensidad de nuestras emociones. (Analizaremos esto con mayor detalle en el capítulo 3).
El cuerpo de los adolescentes está realmente en un estado de cambio, y pueden sentirse

confundidos por el abanico de sensaciones corporales que están sintiendo. Esto hace incluso más
difícil para ellos el identificar las respuestas fisiológicas que dan cuenta de una emoción. Tal vez
necesiten aprender cómo se sienten corporalmente las emociones, de modo de poder identificar
estas señales emocionales.
Dar un nombre a la emoción que se está viviendo
Resulta de utilidad dar un nombre a la emoción que estamos viviendo, de modo de poder
comunicarlo a uno mismo y a los demás. Esas mariposas en el estómago pueden estar señalando
que estamos ansiosos; la sensación de estar cansado puede ser señal de depresión o tristeza.
Algunas personas (a menudo los adolescentes entre ellas) pueden identificar solamente unas
pocas emociones; pueden saber solamente que se sienten alterados o rabiosos. Es posible que
no reconozcan o no acepten emociones tales como los celos, la decepción, el orgullo, la
16
frustración, o incluso la alegría, la satisfacción y la euforia. Sin embargo, todos tenemos una
variedad de emociones, todas importantes, y que sirven a una función y constituyen una señal de
que hay algo a lo que necesitamos responder. Cuando identificamos nuestras emociones y le
damos un nombre, es más fácil comunicar lo que estamos sintiendo a uno mismo y a los demás.
Conductas
Algunas personas piensan que el problema termina con la emoción. No obstante, no es la

emoción la que ocasiona problemas o dificultades; es la acción o forma en que la emoción se
expresa la que por lo general constituye el problema. Un adolescente puede permanecer en su
habitación sintiéndose muy enojado, y si bien esto puede resultarle una situación difícil, no
genera problemas a menos que comience a comportarse de modo riesgoso o inseguro. En tanto
las emociones a menudo llevan a actuar impulsivamente de alguna forma, tanto los padres como
los adolescentes pueden tomar decisiones efectivas acerca de qué conducta o acción utilizar para
expresar una emoción. Estas acciones pueden llevar a sentirse bien al final del problema o llevar
a más dificultades.
La historia emocional de un adolescente
Karen tiene 16 años y es alumna de 2° año de enseñanza secundaria. Tiene un trastorno

de aprendizaje que le ha dificultado el aprendizaje y el rendimiento escolar, aun cuando se
esfuerza mucho por seguir el ritmo de sus clases. El ramo de inglés ha sido especialmente
difícil y ha tenido problemas para hacer las tareas de esta asignatura. Se ha estado
quedando hasta tarde por las noches tratando de terminar sus tareas y sigue frustrada
porque es incapaz de terminarlas. Sus padres, para quienes el rendimiento escolar es muy
importante, se frustran y enojan cuando descubren que algunas de las tareas no se han
hecho. Intentan hablar de esto con Karen mientras ella está haciendo sus tareas, y ella
explota de rabia y los culpa por todos los problemas que está teniendo. Les dice que ellos
simplemente no entienden, exige que la dejan en paz y se niega a hablarles por el resto del
día. Sus padres siguen enojados con ella. Karen está tan distraída y alterada por la
situación que no termina sus tareas.
El argumento de la emoción de Karen podría ser similar a esto:
17
Factores de Vulnerabilidad
Karen se siente realmente estresada por lo difícil que le resulta

aprender en general. Es posible que se sienta agobiada y frustrada
por no poder terminar sus tareas en clases. También está cansada de
quedarse tarde por las noches.
Evento Gatillante
Los padres de Karen están frustrados porque ella no termina sus

tareas e intentan hablar acerca de esto con ella. Hablarle mientras
ella está trabajando constituye el evento gatillante para Karen.
Nombres de la Emoción
Karen está enojada y frustrada.
Acciones / Expresiones de la Emoción
Karen comienza a gritar a sus padres, los culpa y luego se niega a

hablar con ellos. No termina sus tareas, lo que hace que se sienta peor
que lo que estaba.
18
Efectos Posteriores
Es posible que Karen sienta culpa y vergüenza por su conducta, y

frustración por su incapacidad de terminar sus tareas. En tanto que
sus sentimientos internos pueden quedar ocultos a la vista de los
demás, pueden seguir afectando sobre la forma en que se siente y
cómo continúe comportándose después de que sus padres den por
terminada esta situación. Podría incluso ser el factor de
vulnerabilidad o el efecto gatillante de otro episodio emocional.
Cambiado el resultado de la historia
¿Cómo podría esta historia haber tenido un resultado diferente? La historia de la emoción nos
brinda tanto un modelo del desarrollo de las emociones como una orientación acerca de cómo
cambiar el resultado de la historia y la forma en que ustedes, o su hijo adolescente, podrían
sentirse después de que la emoción se expresa conductualmente. También muestra la relación
transaccional de la historia de los padres con la del adolescente (donde cada fase de la historia
afecta mutuamente a las partes), existiendo continuamente oportunidades para responder de
forma diferente. Como padres, les ayuda a tomar consciencia de su propia historia – sus
vulnerabilidades personales, eventos gatillantes, pensamientos e interpretaciones, sensaciones
corporales y acciones – así como de las de su hijo adolescente. Sus acciones pueden constituir el
evento gatillante para el adolescente y viceversa. Los factores de vulnerabilidad de su hijo
adolescente pueden gatillar los factores de vulnerabilidad de los padres o pueden ser los eventos
gatillantes para los padres y viceversa. Cambiar una historia a menudo cambiará la otra.
Factores de vulnerabilidad
Si ustedes están conscientes de que su hijo adolescente es vulnerable, tomen en consideración el

efecto de sus propias conductas; sean más sensibles a monitorear sus propias conductas,
reacciones o expectativas del adolescente en esos momentos. Puede contribuir a evitar
19
confrontaciones o crecientes demandas. Darse cuenta de las vulnerabilidades – propias y del

adolescente – nos permite escoger el tiempo más adecuado para conversar las situaciones con
él. Tener consciencia de los factores de vulnerabilidad puede ayudarles a minimizar la rabia y la
frustración al interior de la familia.
Cuando los padres de Karen se dan cuenta de que ella está cansada y realmente estresada,
podrían decidir dejarla que continúe con sus tareas y procurar encontrar un tiempo en el
que ella esté más relajada para conversar con ella. O, cuando ellos reconocen sus propias
frustraciones y vulnerabilidades, pueden decidir que Karen sí ha intentado hacer lo mejor
que puede y tal vez ni siquiera tocar el tema. Cuando Karen está consciente de sus
vulnerabilidades, podría ser capaz de decir a sus padres que esa discusión le hará perder
su concentración y que no está preparada para hablar del tema en ese momento. Cuando
tanto los padres como los hijos están conscientes de sus vulnerabilidades, el resto de la
historia podría ser completamente diferente.
Pensamientos y sentimientos acerca del evento
La forma en que pensamos afecta el modo en que nos sentimos. Los pensamientos son
modificables. Eso significa que los pensamientos pueden ser cambiados, lo que también cambiará
los sentimientos.
La historia de Karen podría ser diferente si ella fuera capaz de pensar, ‘Mis padres están
tratando de ayudarme a pesar de que me estén molestando e irritando. Tal vez si les digo
que estoy haciendo la tarea, se irán y yo podré concentrarme en mi trabajo’. Sería más
fácil para los padres de Karen manejar sus propias emociones si tuvieran en mente que las
conductas de Karen pueden ser resultado de sus dificultades de aprendizaje y no de falta
de motivación o voluntad.
Sensaciones corporales
Cuando uno está consciente de cómo se está sintiendo corporalmente, aun cuando no sepa el
por qué, puede encontrar formas de tranquilizarse y calmarse a sí mismo, disminuyendo las
sensaciones corporales. Analizaremos formas en las que pueden manejar sus sensaciones
corporales en el capítulo 3. El adolescente también puede desarrollar el darse cuenta de sus
20
sensaciones corporales y encontrar formas para calmarlas. Los padres de Karen o un profesional
podrían ayudarla a aprender que tomarse un momento para relajar su cuerpo podría cambiar
definitivamente la forma en que se siente.
Cuando Karen se da cuenta de que siente tensión en su cuello, podría levantarse y estirarse
o incluso preguntar a sus padres si puede salir a caminar o a jugar con su perro. Cuando
toma consciencia de que sus puños están cerrados, puede abrirlos y estirar sus dedos o
ponerse crema en sus manos. Cualquiera de estas acciones la ayudará a calmarse y a
reducir la intensidad de sus emociones.
Conducta
Podría parecer que nuestras acciones o conductas están fuera de nuestro control. Eso no es así.
Si bien cada emoción hace que las personas quieran actuar de una cierta forma (lo que se llama
impulso a la acción), a menudo ustedes y su hijo adolescente pueden elegir cómo expresar la
emoción y utilizar otra conducta en lugar del impulso inicial a actuar de una forma que no
resultaría productiva.
Karen podría haber recordado que, al margen de la rabia con sus padres, por lo general ha
funcionado mejor para ella si les pide con calma que salgan de su habitación y la dejen
hacer su trabajo, en lugar de gritarles, lo que por lo general empeora las cosas y le dificulta
concentrarse. Entonces ella no se habría sentido tan mal acerca de si misma (o de sus
padres) y podría haber sido capaz de concentrarse en su tarea. Al mismo tiempo, sus
padres podrían haberse dado cuenta de que necesitaban dejar que hiciera su tarea sin
interrumpirla, y guardado sus comentarios para otro momento.
Emociones Primarias y Secundarias
Los eventos gatillantes conducen a pensamientos y emociones, que se influyen una a otra. Esta
emoción inicial a una situación es la emoción primaria. Las emociones primarias son reacciones
inmediatas a las situaciones (por ejemplo, te pones feliz cuando triunfas, sientes miedo cuando
eres atacado). También hay oportunidades en que la emoción primaria misma, y cómo pensemos
21
acerca de ella, pasa a constituir un evento gatillante para otra emoción, la emoción secundaria, o
sentimientos acerca de los sentimientos.
La forma en que uno reacciona a los propios sentimientos está influida por nuestros sistemas de
creencias acerca de las emociones, por cómo fuimos educados a pensar acerca de las emociones
y por nuestras propias expectativas respecto de nosotros mismos. Si uno cree que ‘los padres no
se deben enojar con sus hijos’, entonces podríamos sentirnos culpables cuando nos enojamos. Si
la expectativa de uno es ‘Debo ser muy comprensivo respecto de los temas que está enfrentando
mi hijo adolescente’, entonces podríamos sentirnos frustrados cuando nos enojamos o
frustramos con nuestro adolescente. Estas son emociones secundarias.
En el caso de Karen, sus padres podrían comenzar a pensar, Deberíamos ser más comprensivos y
frustrarnos menos. Sabemos que es difícil para ella y que se está esforzando. O Karen podría
pensar, No debiera haberme enojado tanto con mis padres. Estos pensamientos, de Karen o se
sus padres, podrían llevar a otra emoción, como la culpa.
Nosotros creamos nuestras emociones secundarias. En tanto que nuestra emoción primaria
puede durar solo segundos, la emoción secundaria puede durar mucho más y constituir un
“estado de ánimo” cuando continuamos pensando en el tema y juzgándonos a nosotros mismos.
Tener consciencia de nuestras emociones secundarias es otra forma más de ganar control sobre
nuestras conductas. Las emociones secundarias también pueden generar sus propias conductas;
si nos sentimos culpables acerca de cómo hemos tratado a nuestro hijo adolescente, podríamos
intentar “compensarlo” haciendo cosas por él cuya conducta no lo justifica, y eso a largo plazo no
ayuda. O una emoción secundaria del adolescente podría llevar a una escalada de su rabia y a
más conductas problemáticas.
En la historia de Karen, sus padres desconocen la vergüenza y culpa que ella siente después de
explotar con ellos. No saben que la creencia que tiene acerca de que debería ser capaz de
manejar mejor sus emociones la hace sentir avergonzada de sí misma. Los adolescentes a
menudo sienten vergüenza por su conducta; no obstante, ya que la vergüenza es una emoción
tan difícil de experimentar, intentan culpar a otros y desviar sus propios sentimientos. Los padres
podrían asumir, a menudo erróneamente, que su hijo adolescente “no se preocupa” por la forma
en que se comporta; esto rara vez es así. Si ustedes entienden y aceptan que el adolescente
puede experimentar importantes emociones secundarias, podrían sentirse menos enojados y
frustrados y más comprensivos, incluso si no les gusta la conducta.
22
Entendiendo la Función de las Conductas
La historia de la emoción ilustra cómo las emociones llevan a conductas. Podemos preguntarnos
por qué el adolescente elige responder a las emociones difíciles con conductas peligrosas,
inseguras o agresivas. Pese a que podemos no tenerlo claro, las conductas del adolescente sirven
a un propósito – es decir, las conductas le ayudan de cierta forma a regular las emociones y
reducir el malestar. Para entender más esto, analizaremos la historia de Rocío y luego
evaluaremos los pros y contras de la conducta que ella escoge para ayudarse a manejar sus
emociones.
Rocío es una alumna de 18 años que ha tenido dificultades para hacer amistades durante
la enseñanza secundaria. Siempre ha sentido ansiedad y preocupaciones acerca de lo que
sus pares piensan de ella. Esto la ha llevado a aislarse y a permanecer retraída y silenciosa
cuando está con otros. A menudo se siente deprimida y sola y le gustaría mucho que su
vida fuera diferente. Se queja con sus padres de que lo único que quiere es sentirse mejor
y poder tener amigos, sin toda la ansiedad que siente cada vez que está con su grupo de
pares.
En los últimos seis meses, sin que lo sepan sus padres, Rocío ha ido al mueble donde se
guardan los tragos y ha tomado de su vino y vodka. Se siente más tranquila y menos
preocupada cuando toma. También ha descubierto que cuando sale con amigos y toma
antes de salir, está menos inhibida en su conducta y se siente mejor. Sus pares aprueban
su conducta porque es muy divertido estar con ella y le piden continuamente que se una a
ellos, lo que la ayuda a estar menos deprimida. Continúa tomando alcohol porque es grato
y ella se siente mejor.
Pasa el tiempo y sus notas empiezan a bajar dado que no puede concentrarse ni mantener
la atención como antes. También está mucho más cansada y a veces le es imposible
levantarse para ir al colegio. Sus padres comienzan a sentirse frustrados a causa de su
inasistencia a clases y desempeño escolar y comienzan a limitarle sus salidas. También
empiezan a prestarle más atención, lo que finalmente los lleva a descubrir lo del trago.
Deciden quitarle el auto y otros privilegios como castigo por su conducta.
23
A fin de entender por qué un adolescente se comporta de la forma en que lo hace y para
comprender la función de sus elecciones de conducta, nos ayuda mirar los pros y contras de la
conducta del adolescente, así como los pros y contras de conductas más sanas y seguras (Linehan,
1993). Esto nos ayuda a comprender por qué un adolescente sigue actuando en una forma que
tiene consecuencias negativas. Utilizando la situación de Rocío como ejemplo, podemos observar
cómo percibiría ella las consecuencias positivas y negativas de seguir tomando así como los pros
y contras de estar sobria.
Consumiendo alcohol
Consecuencias positivas
 Sentirse mejor, calmarse de forma inmediata

 Sentirse más relajada
 Capaz de estar con amigos
 Sentirse menos soledad, menos angustia
 Salir con amigos sin tanta preocupación
Consecuencias negativas
 Disminución de la asistencia al colegio

 Notas más bajas
 Incapacidad de concentrarse al trabajar
 Padres enojados
 Pérdida de privilegios
 Cansada más a menudo
Sin consumir alcohol / Estar Sobria
 Capaz de concentrarse
 Mayor asistencia al colegio
 Mejores notas
24
 Llevarse bien con sus padres

 Tener más libertad y más privilegios
 Seguir experimentando ansiedad y depresión

 No poder sentirse cómoda con sus pares
 Más aislada
 No sentirse tranquila o relajada
Queda claro que el consumo de alcohol le permite a Rocío un alivio inmediato de su malestar (que
es la meta de la conducta), en tanto que las consecuencias, como las notas inferiores o las
dificultades con sus padres, son cuestiones futuras que pueden no ser importantes para ella. En
tanto que los adultos también parecen buscar alivio inmediato, los adolescentes (cuyo cerebro
aún no está totalmente desarrollado) a menudo no son capaces de pensar en las consecuencias
a largo plazo cuando lo que quieren es una forma inmediata de manejar los sentimientos de
malestar. También podemos darnos cuenta de lo que no siempre queda claro a otros – que la
sobriedad también tiene sus propias consecuencias negativas; Rocío tiene que experimentar los
desagradables sentimientos de los que está buscando escapar.
Observando las consecuencias positivas y negativas de las conductas de sus hijos adolescentes,
los padres pueden aprender varias cosas:
 Una conducta riesgosa o insegura puede cumplir una función y servir a un propósito. Esas
conductas reducen el malestar emocional del adolescente.
 Existen razones por las que un adolescente se involucra en conductas que parecen
inexplicables a los adultos que lo rodean.
 Las conductas saludables pueden presentar desventajas en cuanto a que el adolescente
podría tener que experimentar el malestar o dolor que está buscando evitar.
 Los pros de una conducta riesgosa son inmediatos, en tanto que los contras son de largo
plazo.
 Los pros de una conducta segura son de largo plazo, en tanto que los contras son
inmediatos.
25
Síntesis
En este capítulo, les hemos proporcionado información acerca de la adolescencia, de cómo el

temperamento afecta en las formas en que los adolescentes perciben y responden a su mundo,
y del modo en que un adolescente puede desarrollar emociones intensas. También analizamos
las emociones y cómo ellas pueden llevar a conductas específicas.
Puntos clave:
 La adolescencia es una época en la que el cerebro del niño se

desarrolla y cambia, mientras que él intenta separarse de los
padres y desarrollar su propia identidad.
 La desregulación emocional – esto es, el malestar generalizado y
las conductas que resultan de ello – se desarrolla cuando, a un
cerebro que tiene el potencial de reaccionar intensamente, se
suma un ambiente que puede no considerar o trivializar la
reacción, incluso sin tener consciencia de ello.
 La emoción está influida por la forma en que una persona piensa
acerca de una situación.
 Las personas pueden escoger las conductas que comunicarán su
emoción.
 Las conductas que pueden resultar problemáticas a largo plazo
frecuentemente ayudan al adolescente a disminuir su malestar
emocional en el corto plazo.
26
Capítulo 2
Paternidad Efectiva
Al igual que otros padres, es posible que ustedes a menudo se pregunten respecto de su rol en la
crianza de su hijo adolescente: ¿A qué debo prestar atención? ¿Qué es importante y qué no lo
es? Pueden confundirse cuando responden un día colaborando y otro día con rabia. Pueden
procurar encontrar formas de conexión, en tanto que su hijo adolescente quiere distancia. La
confusión del adolescente confunde también a los padres. Ustedes y su hijo difieren en lo que
piensan y sienten y, a menudo, pasan momentos difíciles aceptándose y entendiéndose unos a
otros.
Si su hijo experimenta emociones intensas, difíciles de manejar con habilidad por él (ver capítulo
1), los problemas se intensifican y es posible descubrir que las estrategias que funcionaron con
otros hijos no resultan efectivas con este hijo. La confusión que los padres experimentan se ve
exacerbada por su temor frente a las formas peligrosas o inseguras en que actúa el hijo
adolescente. Tal vez aprendieron a través de la experiencia previa a no establecer límites o no
tener exigencias y a responder tal como desea el adolescente a fin de evitar peligros potenciales
y reacciones amenazantes. Ustedes, al igual que otros padres en situaciones similares, pueden
experimentar cansancio, malestar desaliento mientras procuran criar a un hijo responsable junto
con mantenerlo, y mantener el hogar, tranquilos y seguros.
Paternidad efectiva significa hacer lo que funciona para lograr sus metas, tanto de corto como de
largo plazo. No necesariamente lo que sería justo ni lo que uno cree que “funcionará”, en base a
sus experiencias pasadas o sus creencias. Significa observar una situación, analizar sus prioridades
y determinar qué respuestas le ayudarán a lograr sus metas en este momento y en estas
circunstancias. La paternidad efectiva requiere que ustedes (1) conserven la calma en medio de
los arrebatos emocionales del adolescente, (2) comprendan y reconozcan al adolescente en el
contexto de su vida y sus experiencias, y (3) implementen estrategias que les permitan desescalar
situaciones, priorizar aquello a lo que responderán y responder al adolescente o adulto joven con
visión y comprensión. Todos están interrelacionados; tendrán tiempos difíciles implementando
estas nuevas estrategias si no conservan la calma. Analizaremos cómo hacerlo y cómo responder
con nuevas perspectivas en este capítulo. Revisaremos estrategias específicas en el capítulo 3.
27
Estados de la mente
Reconocer los estados de la mente, en la que las emociones pueden dominar en un momento y
la lógica y el pensamiento racional en otros, ayuda a responder al adolescente con mayor
equilibrio. La paternidad efectiva utiliza esta diferencia para sintetizar la experiencia emocional
y el pensamiento racional; esta síntesis nos posibilita tomar decisiones sabias (Linehan, 1993).
Por un lado del continuo, algunas personas responden al mundo y toman decisiones y alternativas
en base a su “intuición” – a la forma en que sienten que le influye lo que piensan. Por otro lado
del continuo, algunos responden de una forma muy racional, medida, pensando acerca de lo que
es lógico y secuencial, sin considerar para nada las emociones. Pensar sabiamente incluye
considerar tanto la emoción como la razón y lleva a decisiones que tienden a ser más intuitivas y
efectivas.
Reaccionando en un estado de mente emocional
Probablemente ustedes saben bien cuándo su hijo adolescente está en estado de mente
emocional. Gritos, portazos, acusaciones y lenguaje ofensivo o amenazas son señales confiables
de ello. O el adolescente puede encerrarse en sí mismo. Cuando su hijo adolescente reacciona
emocionalmente es incapaz - a pesar de la consternación y frustración que esto les ocasione a
ustedes – de escuchar lo que ustedes consideran comentarios o explicaciones razonables. Esto
se debe a que la intensidad emocional a menudo interfiere con el pensamiento lógico.
Es probable que también estén al tanto de esos momentos – cuando ustedes sienten que están
con “la mecha corta” o que tienen ganas de gritar o llorar – en los que ustedes reaccionan en un
estado de mente emocional. Independiente de que lo quieran o no, pueden reaccionar
emocionalmente a las emociones intensas de su hijo adolescente, quedando atrapados en el
vórtice emocional adolescente. Sus emociones, también, interfieren con su capacidad de pensar
con claridad, planificar o resolver problemas. Cuando ustedes tienen consciencia de estar
reaccionando emocionalmente, pueden dar algunos pasos hacia una forma de respuesta más
calmada, sabia y efectiva.
28
Explicando desde un estado de mente racional
Un adolescente o un padre que actúa planifica o toma decisiones desde un esquema mental
puramente racional está pensando acerca de lo lógico y los hechos, sin tomar en consideración el
efecto de las emociones sobre las situaciones y decisiones. Si ustedes funcionan de forma
básicamente lógica, es posible que no entiendan por qué otra persona reacciona
emocionalmente. Simplemente no les hace sentido.
La adolescencia es una etapa de emocionalidad elevada, y los padres rara vez ven a un
adolescente que hace planes sin experimentar el impacto de sus emociones. Tal vez ustedes
frecuentemente traten de razonar con su hijo adolescente, que está reaccionando
emocionalmente. Cuando sermonean al adolescente o le muestran un artículo de un diario o
revista para probar su punto, es probable que ustedes se encuentren en mente racional. A
medida que hablan, es probable que el adolescente los ignore o se enoje con ustedes, sin que
suceda nada productivo.
Respondiendo en un estado de mente sabia
Paternidad efectiva significa encontrar las respuestas más sabias a las situaciones – esto es,
aquellas respuestas que integran tanto la emoción como la razón y que consideran las metas de
largo plazo. Una decisión tomada en estado de mente sabia es intuitiva, toma en cuenta la
situación completa y se experimenta, a nivel profundo, como lo más efectivo que hay que hacer.
Un adolescente que decide que necesita ir a terapia o tomar clases de estudio después del horario
escolar, a pesar de su deseo de salir con los amigos, está tomando una decisión en un estado de
mente sabia. Un adolescente sabe que tiene que ir a una celebración familiar aunque sus amigos
piensen que es una forma “estúpida” de pasar la tarde, también se encuentra en estado de mente
sabia.
Probablemente ustedes se encuentren en un estado de mente sabia cuando (1) reconocen que
el adolescente está reaccionando emocionalmente, (2) dan un paso atrás y no sermonean, (3)
escuchan lo que está diciendo el adolescente, sin hacer juicios, (4) permanecen tranquilos y
reconocen el punto de vista de su hijo y (5) responden de una forma que les ayudará a lograr sus
metas. Los padres que reconocen la confusión emocional o las conductas de riesgo de sus hijos
adolescentes y buscan ayuda profesional, pueden sentir ambivalencia y dificultad emocional y a
29
la vez saber qué es “lo correcto” de hacer. Probablemente se encuentren en estado de mente
sabia cuando toman decisiones que pueden ser difíciles y dolorosas y, al mismo tiempo, ustedes
saben que son necesarias.
Desarrollando Respuestas Sabias por Medio de la Atención
¿Cómo hace un padre para encontrar respuestas sabias, especialmente cuando las interacciones
con los adolescentes (tengan o no emociones intensas) están a menudo tan cargadas
emocionalmente? Los padres con frecuencia reaccionan emocionalmente a los adolescentes
debido a hechos pasados, preocupaciones acerca del futuro, y/o su propia experiencia interna
(estar cansado, con hambre, no sentirse bien, etc.), situaciones que pueden no guardar relación
con el adolescente. El desarrollo de respuestas sabias requiere “mindfulness”, lo que implica
focalizarse en el momento presente, sin emitir juicios, y nos permite responder deliberadamente
de modos que integran emoción y razón y resultan efectivos en el momento (Linehan, 1993).
Hay una cantidad de cosas que uno puede hacer para contribuir a minimizar la propia
emocionalidad. Responder sabiamente no implica apartar o dejar de lado nuestras emociones;
significa que uno da pasos concretos para darse cuenta de ellas y aceptar los propios
pensamientos y emociones de modo de poder manejarlos efectivamente. Luego podemos
evaluar la situación con más claridad e implementar la respuesta más sabia y efectiva.
Cálmese
La primera cosa, y de mayor ayuda, que uno puede hacer para reducir la reactividad emocional
es calmarse. Hay una variedad de formas para lograr esto:
 Respirar profundamente para despejar su pensamiento.

 Recordar tomar las decisiones en conjunto (padre y madre) y no precipitarse a
responderle, aún si está exigiendo una respuesta inmediata.
 Recordar que su hijo adolescente está haciendo lo mejor que puede en ese momento,
 Tomar un momento a solas o incluso encerrarse en el baño para tener tiempo adicional,
de modo de pensar clara y efectivamente.
30
Los padres nos comentan que cuando se calman, pueden pensar con mayor claridad y
comprender el punto de vista del adolescente. Entonces son capaces de seguir delante de una u
otra forma, lo que eventualmente los llevará a un estado de mente sabia y podrán responder
efectivamente a su hijo.
Práctica para padres: Calmándose
Ponga una alarma de 2 minutos de duración y haga lo siguiente:
Concéntrese en escribir su nombre muy lentamente en un pedazo de papel. Observe que tendrá
que pensar más que lo usual acerca de lo que está haciendo. Note cómo se siente escribir de un
modo diferente a como lo hace generalmente y en forma automática. Tome consciencia de las
sensaciones en sus manos a medida que escribe. Observe cómo su nombre se ve diferente
cuando lo escribe lentamente.
Calmándonos y prestando atención a las sensaciones asociadas a algo tan automático como escribir su nombre,
reconocemos que podemos tranquilizarnos y realizar cambios en muchas otras conductas.
Tome consciencia de su situación y de lo que lo rodea
Notar o tomar consciencia significa desarrollar una percepción experiencial de su situación y de

lo que lo rodea sin utilizar palabras. Hacerlo puede resultar muy difícil. Para entenderlo más,
piense en un niño chico que todavía no habla. Si miramos al niño, podemos verlo explorando su
mundo, sin tener las palabras para describirlo. El niño aprende a través de la exploración física y
ustedes también pueden hacerlo.
Cuando uno toma consciencia, se da cuenta de cosas a las que nunca había prestado atención.
¿Cuán a menudo caminan por la calle sin notar lo que ocurre a su alrededor? No ven, por ejemplo,
un macetero nuevo hasta que se esfuerzan activamente por percibir lo que los rodea. Es lo mismo
que ocurre en las familias; podemos no percibir patrones que existen al interior de esta, a menos
que nos tomemos el tiempo para calmarnos y observarlos. Y solo cuando uno percibe o nota
algo, es cuando puede dar pasos concretos para cambiarlo.
31
Práctica para padres: Percibiendo
Tome algo que le resulte familiar, como sus llaves o su billetera. Note cómo se siente al tocarla. Vuélvala del otro
lado, mírela desde diferentes ángulos. Solo sienta; no utilice palabras. ¿Se dio cuenta de algo nuevo?
Concéntrese en el momento actual con plena atención
Llevar toda nuestra atención a lo que estamos haciendo en el momento es una poderosa
habilidad, que ayuda a los padres a responder sabiamente. Pensamientos distractores acerca del
pasado o del futuro hacen mucho más difícil responder de forma efectiva en el presente. Puede
resultar un desafío permanecer plenamente atento en una cosa en el momento presente cuando
permanentemente hacemos frente a tantas demandas. Si bien podemos sentir que necesitamos
funcionar en modo multitareas, resulta que terminamos siendo menos efectivos en todas las
tareas. Estar plenamente presente y focalizado en uno sola cosa lleva a conductas efectivas.
Práctica para padres: Atención Plena al Momento
Busque una conducta rutinaria (como cargar el lavavajilla, comer, conducir) que realice de forma automática.
Focalícese en la tarea, con toda su atención, sin realizar otras tareas al mismo tiempo y, cuando su mente divague,
lleve su atención nuevamente a la conducta que estaba realizando.
Describa sin emitir juicios
Cuando notan algo, es posible que quieran utilizar palabras para describirlo. Es más efectivo
describirlo de manera que reproduzca lo que uno está sintiendo en el momento, como si otra
persona pudiera “ver” lo que uno está describiendo tal cual como es o está siendo, sin
interpretaciones. Las palabras que utilizamos, por una parte reflejan y por otra influyen, en la
forma en que pensamos y, a la larga, en la forma en que actuamos. Una forma de aprender a
reaccionar menos emocionalmente y de responder más sabiamente consiste en hablar y pensar
en términos no enjuiciadores, utilizando palabras que no impliquen juicios. Piensen acerca de
cómo se sienten cuando describen a su hijo adolescente, aún para ustedes mismo, como
“manipulador” o “llamador de atención”. Pueden llegar a enojarse, frustrarse o decepcionarse.
Ahora piensen en cómo se sienten cuando piensan que su hijo adolescente hace lo que sea
necesario para satisfacer sus necesidades y que es ingenioso para conseguir la atención de otros.
Tal vez sientan menor enojo e incluso orgullo respecto de su hijo.
32
A veces los padres piensan equivocadamente que utilizar un lenguaje no enjuiciador significa
hacer uso de un lenguaje más positivo. En realidad, utilizar un lenguaje no enjuiciador tiene que
ver con describir y no usar juicios, etiquetas o evaluaciones de ningún tipo. La retroalimentación
no enjuiciadora, sin embargo, puede incluir preferencias y opiniones. Por ejemplo, uno podría
decir, “Todos parecían estar pasándolo tan bien cuando contabas historias mientras estábamos
comiendo esta noche. Realmente disfruto de tu compañía cuando estás con nosotros como lo
hiciste esta noche.” Esto entrega información acerca de nuestras exigencias. No obstante, si
ustedes dicen que el adolescente “se ha portado bien”, aun cuando el lenguaje es positivo, le
están comunicando poco y podrían hacerle sentir como si ustedes lo estuviesen juzgando. La
retroalimentación no enjuiciadora entrega información libre de todo tipo de juicios.
Cuando ustedes piensan y hablan de un modo libre de juicios, no asumen la intención o la razón
de una conducta. Pueden creer que ustedes saben lo que el adolescente quiere o no quiere, en
circunstancias de que solo están suponiendo cosas o interpretando su conducta. Si dicen, “A mi
hijo no le gusta hacer sus tareas” o “Mi hijo no se preocupa por el colegio”, parece que estas
suposiciones fueran hechos y podrían generar sentimientos negativos en ustedes. Y sin embargo
ustedes en realidad no conocen los pensamientos, sentimientos, intenciones, motivaciones o
deseos de su hijo adolescente. Lo que ustedes saben – que es lo que ustedes observan y luego
pueden describir – es que está jugando en el computador y que no está haciendo sus tareas. Lo
que uno no sabe, y no siempre lo sabremos con precisión, es la razón. Como tampoco podemos
asumir la intención de una conducta a partir de sus consecuencias. Aunque un comportamiento
puede resultar en que ustedes se enojen, eso no significa que la intención de su hijo es hacerlos
enoja. Las suposiciones, tomadas como si fueran hechos, pueden llevar a conclusiones y
respuestas impulsadas emocionalmente, fuera de control, inútiles e inefectivas. Generalmente
hay más en la historia que lo que parece evidente. Ayuda a responder más sabia y efectivamente
el hecho de que, al describir las conductas que vemos, no hagamos suposiciones respecto de lo
que no podemos ver.
Es difícil comenzar a pensar de forma no enjuiciadora. Todos aprendemos a utilizar términos para
etiquetar a las personas, las conductas y comunicarnos. El problema es que estas palabras a
menudo evocan emociones, e incrementan la reactividad emocional propia. A medida que
empiece a pensar sin enjuiciar se dará cuenta de que sentirá diferente hacia su hijo y que
responderá menos emocionalmente.
33
En la columna izquierda de la tabla que sigue hay un listado de términos generalmente utilizados
para “etiquetar” o enjuiciar. En la columna de la derecha, hay descripciones de las mismas
conductas, que no evalúan ni enjuician.
Descripciones enjuiciadoras/Etiquetas Descripciones No enjuiciadoras
 Siempre llama la atención.  Actúa de modo que hace que otros le

presten atención.
 Es flojo.  No se levanta para hacer las cosas que le
pedimos.
 No tiene motivación.  No termina sus tareas.
 Es manipulador.  Hace lo que sea necesario para lograr lo
que quiere. Si no obtiene la respuesta que
quiere, le pregunta a otra persona.
 Está fuera de control.  Llora y chilla y tira las cosas cuando no
logra lo que quiere.
 No quiere ser mejor.  No está usando las habilidades que
aprendió.
Práctica para padres: Describir sin Enjuiciar
Piense en alguna oportunidad en la que se haya sentido enojado, decepcionado o frustrado con su hijo adolescente.
Note cualquier pensamiento, suposición o palabras como “debería”, “no debería”, “debe” o “apropiado”. A
continuación, intente describir las conductas que realmente observó, sin hacer suposiciones o poner etiquetas o
rótulos. Escriba en una hoja o cuaderno la descripción no enjuiciadora de las conductas de su hijo.
Hagan lo que funciona
A fin de cuentas, las personas quieren actuar y responder de modos que les ayuden a lograr sus
metas. Pese a ello, continúan repitiendo conductas que no les han funcionado en el pasado.
Hacen esto porque estas conductas les resultan familiares y cómodas, aunque inefectivas, y
porque cambiar es muy difícil. Recuerden que el cambio es tan difícil para ustedes como para su
hijo. Pregúntense a sí mismo si lo que están haciendo los acerca a su objetivo. Si la respuesta es
34
no, tal vez quieran cambiar la conducta. Cuando nos calmamos, prestamos atención y pensamos
de forma no enjuiciadora, es más fácil encontrar un plan que funcionará y es más probable que
nos lleve allí adonde queremos estar. Estas conductas son las claves de la paternidad efectiva.
Práctica para padres: Hacer lo que Funciona
Imagine una situación en la que su hijo adolescente se negó a hacer algo que usted le pidió o exigió algo que usted
no quería darle. ¿Cómo reacciona usted habitualmente en estas situaciones? Escriba su reacción conductual inicial
al adolescente en esta situación. Ahora, piense en sus objetivos, en lo que desea lograr – por ejemplo, mantener la
calma en la casa, que su hijo haga lo que se le pide. A continuación escriba una respuesta que podría ser más efectiva.
Premisas Acerca de su Hijo Adolescente… y Usted
La Terapia Conductual Dialéctica plantea una serie de premisas que crean una visión aceptadora
y comprensiva de las personas que tienen emociones intensas. Los padres también pueden
utilizar estas premisas para volverse menos reactivos emocionalmente, menos enjuiciadores y
más efectivos y comprensivos de sus hijos adolescentes (Miller, Rathus y Linehan, 2007).
Su hijo está haciendo lo mejor que puede en este momento, al igual que
ustedes
A veces resulta muy difícil creer que el adolescente está haciendo lo mejor que puede. Puede
que haga sus tareas escolares a veces y que otras no las haga. Puede parecerles que a veces es
comunicativo y comparte lo que está sucediendo en su vida, y que en otras se encierra en su
habitación y no habla. Es posible que su hijo se autolesione, consuma drogas o se comporte de
otras formas malsanas. Podrían ustedes preguntarse cómo suponer que está haciendo lo mejor
que puede.
Todos tenemos días buenos y días no tan buenos. Podemos ir a trabajar un día en que estamos
cansados o no nos sentimos bien y hacer lo mejor que podamos, sabiendo que no es el mismo “lo
mejor” que hacemos en otras oportunidades. Las circunstancias, y cómo no sentimos, pueden
afectar la que sería nuestra mejor respuesta en un momento dado. Del mismo modo, las
capacidades del adolescente variarán según cómo se sienta física y emocionalmente. Sus
conductas son “dependientes del estado de ánimo”, al igual que la mayoría de las personas, y la
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forma en que actúa está muy relacionado a su estado emocional del momento y a las dificultades
que enfrenta en su vida.
Igualmente, ustedes también están haciendo lo mejor que pueden bajo circunstancias difíciles.
Si ustedes son padres de un adolescente o de un adulto joven que experimenta emociones
intensas, cada día podría estar lleno de caos, malestar, temor o incertidumbre. Pueden
cuestionarse a sí mismos cada día, así como repasar todas las decisiones y todo lo que han hecho
hasta ahora. Ustedes han hecho lo mejor que les ha sido posible para criar a su hijo con los
conocimientos que tienen, sus propias historias como hijo y su experiencia de vida. El hecho de
que puedan haber cometido errores no quita que hayan hecho lo mejor que ha podido.
Puede ser difícil aceptar esta premisa, que es lo que les ocurre a muchos padres. Podemos ver
que el adolescente es complicado por momentos y se comporta más efectivamente en otros. Es
posible que ustedes no quieran creer que está haciendo lo más que puede. Puede ayudarles si
piensan que es lo mejor que el adolescente puede hacer en este momento y que todavía hay
esperanzas de cambio a futuro. Puede servirles decirse esta frase a sí mismos durante los
momentos difíciles: Está haciendo lo mejor que puede en este momento. Sirve tanto de
recordatorio como de manera de calmarse a uno mismo para poder responder más
efectivamente.
Si su hijo adolescente está siendo conflictivo, se autolesiona o involucra en conductas peligrosas,

consideren que es lo mejor que puede hacer en este momento. También él tiene que cambiar
para poder tener la vida que anhela, lo que nos lleva a una segunda premisa.
El adolescente necesita cambiar para poder tener la vida que anhela…

al igual que ustedes
La paternidad efectiva combina aceptación y cambio. Pueden aceptar que su hijo adolescente
está haciendo lo mejor que puede en este momento y también mantener su expectativa de que
haga cambios en sus conductas y en su vida. La premisa previa ayuda a disminuir su reactividad,
y esta premisa valida su creencia de que el cambio es necesario. Su hijo aprende que necesita
cambiar la forma en que reacciona y se comporta, a fin de poder tener la vida que anhela. Y
ustedes están leyendo este libro porque reconocen que tienen que hacer algunos cambios en sus
36
respuestas y decisiones para ser más efectivos como padres y aumentar la probabilidad de que
su hijo haga los cambios que requiere hacer.
Estas dos premisas juntas abarcan la dialéctica de la aceptación y el cambio (Linehan, 1993); pese
a que parezcan ser ideas contradictorias, ambas son válidas y necesarias. Tanto ustedes como su
hijo están dando su mejor respuesta y ambas partes necesitan realizar cambios para que su vida
sea lo más parecida a lo que les gustaría que fuera. Hablaremos más acerca del concepto de
dialéctica en el capítulo 4.
El adolescente quiere hacer mejoras en su vida; su vida actual, tal como

está, le resulta insatisfactoria
Algunos padres creen que su hijo está bastante feliz con su vida, a pesar de que pueda irle mal en
el colegio o no tener amigos. Los padres pueden percibir a un adolescente aislado con su
computador en su habitación y creer que está contento. Incluso puede que el adolescente lo
confirme. Y en realidad la mayoría de los adolescentes quiere más que esto. ¿Qué adolescente
quiere que le vaya mal en el colegio? Ayuda aceptar que su hijo no está satisfecho con su vida,
pese a la evidencia de lo contrario, y que su hijo quiere tener una vida mejor a pesar de todas las
dificultades que está teniendo. Puede no estar claro lo que se interpone en su camino, si bien lo
que probablemente más desee sea tener una vida mejor. Recordar esto hará que ustedes sientan
menos enojo, decepción y frustración.
A menudo es más fácil para los padres enojarse y frustrarse que apenarse en relación con la vida
de su hijo. Reconocer que el adolescente no está feliz con su vida ayuda a los padres a sentir el
malestar del adolescente, en tanto que también les puede generar pena que sufra. Esta es una
respuesta natural a estas premisas. Cuando la rabia da paso a la pena y a la compasión, permite
que seamos más comprensivos y más apoyadores del adolescente y que seamos menos reactivos
y más efectivos.
Es posible que el adolescente no haya causado sus problemas y que solo

quiera cambiarlos
Los adolescentes a menudo culpan a sus padres o a otros por sus problemas y piensan que son
los demás los únicos que deberían hacer cambios. Los padres podrían pensar que es
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responsabilidad suya corregir a su hijo y tal vez se vean frustrados en sus intentos por ayudarlo
sin que se aproveche de ello. La verdad es que, a pesar de la causa de los problemas, el
adolescente es el único que puede cambiarse a sí mismo. Los padres (o terapeutas, si es el caso)
pueden brindar oportunidades para el cambio y aún así no lograr cambios en el adolescente, por
más que lo intenten, si el adolescente no hace el trabajo necesario para cambiar.
Puede resultarle difícil esta premisa, creyendo que su hijo es su responsabilidad y que le
corresponde ayudarlo (o corregirlo). Con todo lo difícil que es, muchos padres se sienten aliviados
cuando adoptan esta premisa, pudiendo sentirse libres en alguna medida de la expectativa
inconcebible, y en último término imposible, de que pueden cambiar a otra persona, incluso si
esa persona es su hijo. Esta premisa puede ayudarles, aún si la realidad los frustra, a aceptar que
ustedes pueden brindar a su hijo el acceso a los mejores servicios, realizar los cambios para ser
padres más efectivos, hacer todos los cambios necesarios en el ambiente y aún así el único que
puede hacer los cambios necesarios para tener la vida que anhela, es el adolescente.
A la larga, los adolescentes aprenden que culpar a otros no cambia la realidad de sus vidas ni el
hecho de que son ellos los que tienen que esforzarse por hacer los cambios de conducta, si
quieren que su vida sea como anhelan. A menudo los adolescentes no están preparados para
hacer esta tarea al tiempo en que los padres consideran que debe hacerse. Tendrán que aceptar
que el cambio depende de su hijo y que, mientras ustedes están haciendo lo mejor que pueden,
no es posible ayudar a alguien que no está preparado para aceptar y utilizar la ayuda que se le
está ofreciendo.
Su hijo adolescente necesita aprender conductas en todas las áreas de

su vida
La mayoría de los padres ha tenido la experiencia de observar a su hijo adolescente, que se

comporta hosco y enojado en la casa, ser muy sociable y cooperador con sus amigos. Los padres
van al colegio y no reconocen al adolescente poco cooperador que describe su profesor. Las
conductas de los adolescentes dependen de su estado de ánimo, de modo que no es inusual que
se comporten de modo diferente en distintos ambientes. Las diferencias de conducta no
significan que el adolescente esté “decidiendo” portarse más tranquilo, tener conductas más
seguras o más efectivas en algunos ambientes y no en otros; lo que ocurre es que el adolescente
se siente distinto y se comporta distinto. Tendrá que aprender cómo tener conductas más
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tranquilas y seguras en todos los ambientes en que se encuentre, independiente de cómo se

sienta en cada uno de ellos, de forma que su conducta sea más consistente y que su vida en
general sea mejor.
Existe validez en puntos de vista diferentes
Padres e hijos a menudo perciben las situaciones de modo algo diferente. La tendencia natural
de los padres es discutir con el adolescente cuando reclama que ustedes “nunca me dejan hacer
nada”, detallando todos los ejemplos que lo hacen estar equivocado mientras que el adolescente
hace lo mismo para probar su punto. Cada una de las partes está procurando probar que su
verdad es “la” verdad. Y es difícil “estar de acuerdo en estar en desacuerdo” o apartarse del tema
cuando los padres sienten que su hijo está muy lejos de lo que ellos consideran la realidad. A
veces las personas invierten mucho tiempo tratando, sin éxito, de convencer a otros de “yo estoy
en lo correcto y tú estás equivocado”.
Muy rápido se torna aparente que discutir acerca de quién tiene la razón solo llevará a más
frustración y rabia. Si su meta es reducir la emocionalidad y el enfrentamiento verbal,
involucrarse en esta lucha de poder no resulta efectivo. ¿Qué pueden hacer para ser efectivos en
esta situación? Reconocer que uno no puede cambiar la mente de otra persona, incluso si esa
persona es su propio hijo. Aceptar que no se trata de tener la razón o estar equivocado, solo de
lo que será efectivo para lograr su objetivo – y continuar estableciendo límites. El adolescente no
tiene que estar de acuerdo, y usted no tiene que probar que está en lo correcto. Plantee sus
exigencias y no se pierda en la discusión de quién tiene la razón y quién está equivocado.
Permanezca focalizado en el asunto de que se trata y acepte que puede haber puntos de vista
diferentes.
Práctica para padres: Usar las premisas para ser padres efectivos
Escriba sus respuestas a estas preguntas en una hoja o cuaderno:
 ¿Cuál de todas las premisas le será de más ayuda? ¿Por qué?

 ¿Cuál es la premisa que más le cuesta aceptar? ¿Por qué? ¿Cómo puede trabajar para aceptarla?
 Piense en una situación en la que haya tenido una reacción emocional hacia su hijo. ¿Qué premisa podría haberle
ayudado a responder más sabiamente?
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Validación: Comunicando Comprensión y Aceptación
Validación es la forma en que ustedes comunican al adolescente que “captaron”, que entienden
lo que está diciendo o sintiendo a la luz de sus experiencias y del contexto de su vida (Linehan,
1993). No quiere decir que ustedes están de acuerdo con él, lo aprueban o les agrada lo que está
diciendo. La validación hace saber a su hijo que ustedes lo están tomando seriamente, que
reconocen lo que él está diciendo sin enjuiciarlo y le comunica que ustedes están intentando
entender desde su perspectiva. En las interacciones padres-hijos, la validación es una de las
habilidades más importantes y de ayuda que puede aprenderse y practicarse. La validación
promueve familias más sanas, permite una mayor apertura personal y calma las situaciones
emocionales (Fruzzetti, 2005). Al desarrollar un ambiente validante, estamos reduciendo el
impacto de la vulnerabilidad emocional con base biológica del adolescente. Los padres reportan
una diferencia en las interacciones con sus hijos, una disminución de la emocionalidad y la
capacidad de comunicarse mejor casi en forma inmediata cuando ellos comienzan a validar.
Para cada interacción en la que su hijo haya dicho, “Ustedes no me entienden” o “Ustedes no
tienen idea”, el antídoto es la validación. La invalidación genera rabia y frustración; la validación
tiene el potencial de llevar a interacciones comprensivas y tranquilas. Los adolescentes quieren
que sus padres entiendan lo que el punto al que van, cómo se sienten y por qué están haciendo
lo que hacen. Este es el desafío para los padres. A continuación algunos ejemplos de frases que
podrían decir su hijo adolescente y los sentimientos que subyacen a ellas:
 Cuando el adolescente dice, “Mis problemas son culpa de ustedes”, podría estar pensando,
Estoy tan avergonzado y me siento tan mal por la forma en que actúo a veces.
 Cuando el adolescente dice “Ustedes son los peores padres de todos”, podría estar pensando,
Estoy realmente enojado y frustrado por la forma en que me tratan.
 Cuando el adolescente dice, “Nunca me dejan hacer lo que yo quiero”, podría estar pensando,
Me siento dejado de lado cuando no puedo hacer las mismas cosas que mis amigos.
 Cuando el adolescente dice, “Déjenme solo. Los odio”, podría estar pensando, Quisiera que
me entendieran y supieran lo difíciles que son las cosas para mí.
Cuando reconocen, aceptan y admiten los pensamientos y sentimientos detrás de las palabras,
pueden validar más efectivamente. Si bien esta es una habilidad que se necesita practicar una y
otra vez, descubrirán – como lo han hecho muchos otros padres – que lleva a más interacciones
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positivas, más momentos para compartir con su hijo y menor cantidad de incidentes de
escalamiento emocional.
Cómo validar
A menudo los padres quieren corregir o solucionar los problemas de sus hijos o calmar sus
sentimientos, en un esfuerzo por ayudarlos a que se sientan mejor. Respuestas como “No te
preocupes por eso”, “Te vas a sentir mejor mañana” o “Cálmate” pueden ofrecerse sinceramente
como formas de disminuir las emociones del adolescente, y aún así lograr el efecto opuesto. El
adolescente podría sentirse más enojado porque no se siente escuchado. De la misma manera,
el intento por disminuir los juicios o pensamientos del adolescente hacia sí mismo (“Mi amor, no
eres un perdedor”), incluso si uno está intentando que se sienta mejor consigo mismo, pueden
experimentarse como invalidantes. Si el adolescente se siente muy mal respecto de sí mismo,
refiéranse a ese sentimiento (“Debes estar sintiéndote bastante mal”), no a los detalles de sus
palabras.
La emocionalidad se atraviesa en el camino de la validación (Fruzzetti, 2005). Tenemos que estar

tranquilos a fin de validar efectivamente a nuestro hijo. Esto es especialmente difícil cuando la
rabia o frustración del adolescente se dirige hacia nosotros. Los padres a menudo preguntan
cómo validar a un adolescente que les está gritando y diciendo cosas muy ofensivas. Podemos
comenzar por reconocer genuinamente que está enojado con nosotros, aún si uno no está de
acuerdo con lo que está diciendo. Ayuda aceptar que lo que él quiere que ustedes comprendan,
lo que él está sintiendo, incluso si no formula con claridad cuáles son esos sentimientos. Cuando
ustedes estén más calmados, podrán ver que hay detrás de las palabras mismas, y luego validar
efectivamente.
Para ser efectiva, la validación debe ser genuina. Los adolescentes, especialmente aquellos que
son emocionalmente sensibles, reconocen cuando uno no está siendo honesto y en ocasiones no
aceptarán sus palabras. No digan algo que ustedes no creen; busquen aquello que ustedes
aceptan como válido, como los sentimientos de su hijo, cómo lo está afectando una situación o
cómo podría estar presentándose la vida para él. Recuerden que validación no significa estar de
acuerdo; solo comunica que comprenden que, la forma en que se siente y se comporta su hijo,
tiene sentido si consideramos todas las complejidades de su temperamento, experiencias y la
situación actual.
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La validación es un asunto personal, idiosincrático Lo que funciona para cada adolescente variará,
y los ensayos-error darán luces de qué es lo que calma a su hijo y le ayuda a sentirse escuchado y
comprendido. Háganle saber que están tratando de captar lo que dice, aún si ustedes hayan
fallado en el intento. Si su hijo desestima o rechaza su intento de validación, intenten otra vez.
La validación está en el oído del receptor, de modo que pregunten a su hijo qué es lo que le sería
de ayuda. El esfuerzo no pasará inadvertido, aún si él no lo reconoce. A continuación entregamos
algunos lineamientos y ejemplos de frases de validación.
Validación: Lineamientos y ejemplos
Pautas para la validación
 Paren, miren y escuchen: bajen la velocidad de su respuesta,

dense cuenta de sus emociones o juicios y respondan sabiamente,
no emocionalmente.
 Hagan preguntas.
 Intenten entender la conducta en términos del contexto de la vida
de su hijo.
 Presten atención a lo que su hijo puede estar sintiendo o viviendo.
 Respondan a los sentimientos, no a las palabras: reflejen de vuelta
la emoción sin emitir juicios (“Realmente estás enojado /alterado/
frustrado en este momento”.)
 Experimenten con diferentes formas de validación y vean cómo
funcionan: (1) Escuchen con atención plena (sin necesariamente
decir algo), establezcan contacto visual y permanezcan
focalizados en el momento. (2) Repitan, reformulando con sus
propias palabras, el punto esencial de lo que está diciendo su hijo.
(3) Reconozcan que comprenden su conducta, considerando sus
experiencias anteriores y/o la sensación de lo que otros podrían
sentir en una situación similar.
 Presten total atención a sus señales no verbales, tonos o lenguaje
corporal, que podrían estar validando o invalidando, sin que
ustedes se den cuenta de ello.
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 Procuren no ofrecer consejos ni solucionar el problema, a menos

que se lo soliciten previamente.
Ejemplos de validación
 “Cuéntame más, por favor.”
 “Wow, suena como una situación realmente difícil”.
 “Veo por qué te sientes de esa manera. ¿Hay alguna forma en
la que pudiere ayudarte mejor?”
 “Veo que estás enojado/triste/frustrado/ decepcionado.”
 “Probablemente otros chicos se sentirían así si les hubiera
ocurrido a ellos.”
 “Yo también me sentiría igual, si me hubiera pasado a mí.”
Busquen lo que es validación
Jaime tiene 14 años y es alumno de primer año de enseñanza secundaria. Últimamente ha

estado experimentando crecientes dificultades con su rabia y frustración hacia sus padres.
Jaime también se siente infeliz si sus amigos no hacen lo que él quiere que hagan, y no colabora
con ellos cuando se lo piden. Sus padres lo han escuchado gritando groserías a sus amigos y
están comenzando a observar que ellos vienen cada vez menos y que Jaime pasa más en la
casa. Un día Jaime se queja a sus padres acerca de que sus amigos no lo invitaron a una fiesta.
Está muy molesto. Parece triste.
Los padres que se enfrentan a situaciones como esta pueden tener varias respuestas diferentes,
cada uno tratando de ayudar a su hijo de alguna forma. ¿Le suenan familiares estas frases?
 “Esta fiesta no es tan importante. Estamos seguros de que te invitarán a muchas otras fiestas
más adelante” (minimizando sus sentimientos).
 “Vamos a hacer algo divertido juntos, para que no pienses en la fiesta” (no considerar sus
sentimientos y tratar de hacerle sentir mejor distrayéndolo).
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 “Hemos visto cómo has estado tratando a tus amigos y entendemos por qué no te quieren en
la fiesta. Si quieres que te inviten más adelante, deberías tratar de ser más amable y no
gritarles” (culparlo y razonar con él cuando está en mente emocional).
Después de cualquiera de las respuestas anteriores, Jaime podría sentir que sus padres no
entienden lo injusto que esto es para él y lo molesto que está, aun considerando que intentaban
ayudarlo. Puede sentir que no lo consideran, lo que acrecentaría – en lugar de disminuir – su
rabia y tristeza. Si sus padres minimizan sus sentimientos de malestar y procuran distraerlo con
otras actividades, podría aprender que las emociones difíciles pueden ser olvidadas y no
aprendería de la experiencia. O podría enojarse porque sus padres están sugiriendo que la
situación fue culpa suya, cuando él lo ve diferente. Con estas respuestas, Jaime no se sentirá
entendido y no aceptará la necesidad de conductas más efectivas.
La validación es necesaria en esta situación. Los padres de Jaime serían efectivos si reconocieran
la pena o tristeza y la rabia que probablemente esté sintiendo y lo reflejaran genuinamente a su
hijo. Podrían decir, “Yo también estaría molesto si no fuera invitado a una fiesta” o “Cualquier
persona se sentiría enojada en una situación como esta.” Solamente después de la validación, y
de la disminución de su intensidad emocional, Jaime será capaz de escuchar a sus padres acerca
de cómo sus conductas podrían estar contribuyen a esta situación. Este es el poder del equilibrio
efectivo de aceptación y cambio.
Para comprender mejor cómo pueden validar efectivamente los padres de Jaime, consideren
cómo uno de los padres podría haber vivido la situación, pensado en ella y respondido.
Descripción de la situación:
Mi hijo me contó que está molesto porque sus amigos tienen una fiesta y no lo invitaron.
Últimamente lo he visto gritando a sus amigos. Mi hijo dice que está enojado con esta situación
y se ve apenado.
Mis pensamientos y sentimientos acerca de la situación son:
Pienso que mi hijo tiene que asumir alguna responsabilidad por sus conductas y reconocer que
de alguna forma ha creado esta situación. Tal vez si aprende a tratar mejor a sus amigos,
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también me tratará mejor a mí, lo que sería agradable. Sé cómo se sienten sus amigos y a
pesar de ello me da pena por él y no quiero verlo triste.
Lo que puedo entender de la experiencia de mi hijo es:
Él está muy enojado, y posiblemente avergonzado, por no haber sido invitado a la fiesta.
Tal vez en realidad no sabe o no es capaz de enfrentar su rol en la pérdida de sus amigos.
Puede estar preocupado acerca de cómo lo verán los demás si no va a la fiesta que
organizaron sus amigos.
Puedo reconocer que estoy escuchando y entendiendo a mi hijo en el contexto de esta situación,
diciendo:
Siento que no hayas sido invitado a la fiesta. Entiendo que debes estar molesto y
decepcionado. Yo también me sentiría mal si no fuera invitado a una fiesta a la que van a
ir mis amigos.
Pasos siguientes:
Mi hijo escuchó lo que yo dije y su enojo no creció más. Más tarde podremos hablar con calma
acerca de algunas de sus recientes conductas y de cómo se está sintiendo estos días, y descubrir
cómo podría él manejar las cosas de manera diferente para poder reanudar la relación con sus
amigos.
Práctica para padres: Validar al adolescente
Puede practicar la validación a su hijo adolescente completando las oraciones de abajo, en una hoja o cuaderno:
 ¿Esta es una descripción no enjuiciadora de una situación que estoy viviendo con mi hijo …
 Mis pensamientos y sentimientos acerca de esta situación son…
 Cuando pienso acerca de la situación sin emitir juicios, me doy cuenta de que lo que está experimentando mi
hijo es…
 Esta es la forma en la que haré saber a mi hijo que lo estoy escuchando y comprendiendo…
 Los siguientes pasos son…
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Aceptación: Qué Es
La adolescencia, definida como un tiempo en el que los niños están aislados de sus padres,
generalmente significa que el joven y sus padres entran a menudo en desacuerdos. Los padres
que intentan cambiar la actitud o las conductas de su hijo adolescente a menudo se ven envueltos
en conflictos o luchas de poder. Cuando un adolescente tiene emociones intensas, el conflicto
puede escalar a autolesiones, agresividad u otras conductas malsanas o peligrosas. Puede
resultar más efectivo (y seguro) aceptar que uno no tiene demasiado control sobre las conductas
o actitudes del adolescente como antes, cuando era más chico. Al mismo tiempo, ustedes sienten
que es su responsabilidad ayudarlo a crecer y llegar a ser un adulto que tome decisiones
prudentes y se comporte conforme a la moral y de formas sanas. Sienten como si se estuvieran
dando por vencidos y/o siendo irresponsables si aceptan conductas, decisiones o actitudes con
las que ustedes no están de acuerdo.
Aceptación radical significa aceptar total y completamente que “es lo que hay” y que a menudo
las cosas escapan de nuestro control (Linehan, 1993). Piense en un partido de béisbol al que han
querido ir con toda la familia. Planificarlo no ha sido fácil y ustedes está esperando que llegue el
día. Luego llueve y se pospone el partido. Pueden dar vueltas alrededor enojados y
decepcionados, y focalizar toda su atención en lo injusto que es no poder ir al partido. O pueden
aceptar que no existe alternativa en esta situación; y una vez que aceptan esta realidad, pueden
hacer planes para pasar el tiempo con la familia de otra forma. No aceptar conduce a más
sufrimiento y a quedarse “pegado”; la aceptación le permite avanzar.
Si su hijo tuvo dificultades emocionales cuando chico, puede que les haya tomado algún tiempo
aceptar que él tenía necesidades especiales. Pueden haber intentado negarlo inicialmente,
decirse a sí mismos que sería una fase y que solo necesitaba madurar. O pueden haberse enojado
con otros que hayan sugerido que necesitaba ayuda adicional. Antes de aceptar que su hijo tiene
dificultades emocionales, no habían buscado el apoyo externo que él (y ustedes) necesitaban. Sin
embargo, una vez que aceptan la realidad de la situación, se vuelven capaces de buscar ayuda y
avanzar de forma constructiva y efectiva.
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Aceptación continua
Cuando un niño tiene dificultades emocionales o emociones intensas, la aceptación es un proceso

continuo. Podrán tener que aceptar que su hijo necesita apoyo, tratamiento o asistir a un colegio
especial. La aceptación de que el niño tiene dificultades emocionales es como el duelo y luto ante
cualquier pérdida, excepto que continúa ocurriendo una y otra vez. Su hijo puede estar mejor y
luego peor. Se puede tener la esperanza de que todo está bien y luego enfrentarse a un retroceso
significativo en la capacidad del niño para manejar sus emociones de forma segura. Tan difícil
como puede ser esto, ustedes deben aceptar que el niño que tienen no es el niño que esperaban
y con el que soñaban. Su vida y la vida de su hijo puede ser más difícil de lo que habían previsto.
El dolor y el duelo de dejar ir al niño de sus sueños y esperanzas, llevará a la aceptación de su
adolescente o joven adulto. También llevará al proceso continuo de encontrar los apoyos más
efectivos y ayudar al adolescente a tener la vida más productiva que pueda tener. Aceptar no
significa abandonar la esperanza. Nos permite esperar que el futuro será en efecto diferente al
presente.
Aceptar es un proceso activo
La aceptación no es algo que simplemente ocurre; es un proceso activo que requiere cambiar la
mentalidad hacia la voluntad o disposición mediante (1) estar atento a cómo se siente nuestro
cuerpo, (2) estar atento a nuestros pensamientos y (3) relajar nuestro cuerpo para permitir que
entre información nueva y percepciones nuevas a la consciencia. Significa reconocer con todo el
cuerpo y espíritu que no tenemos alternativa, que la realidad es como es, y luego avanzar hacia
la solución de problemas acerca de cómo sacar el máximo partido a la dificultad o dolorosa
realidad (Linehan, 1993).
Algunas de las formas en que uno puede comenzar a aceptar incluyen hablar o escribir acerca de
la realidad con la que estamos teniendo problemas, mirando a las consecuencias de aceptar esta
realidad (tanto negativas como positivas) y permitirse a uno mismo el duelo por la realidad que
uno había esperado (Linehan, 1993). Si se están sintiendo atascados, intenten evaluar qué es lo
que podrían no estar aceptando. Permítanse pensar acerca de una realidad diferente. Vivan su
decepción y su rabia. Luego permítanse continuar avanzando hacia la nueva realidad. Se sentirán
mejor y serán unos padres más efectivos.
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Síntesis
Este capítulo se focalizó en cómo podemos ejercer una paternidad efectiva, a través del
aprendizaje de habilidades que contribuyen a permanecer en calma en tanto también se
comprende y reconoce el punto de vista y los sentimientos del hijo adolescente.
Puntos clave:
 Desarrollen su percepción o darse cuenta a través de calmarse,

pensar sabiamente e incorporar tanto la emoción como la razón
en sus respuestas.
 Hagan uso de la validación para reconocer los sentimientos del
adolescente y para hacerle saber que ustedes toman con seriedad
lo que él está diciendo.
 Acepten a su hijo adolescente tal como es en este momento, aún
si ustedes tienen esperanzas de que cambie a futuro.
 Acéptense a sí mismos y reconozcan sus esfuerzos por ser los
padres más efectivos que pueden ser.
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Capítulo 3
Estrategias Parentales
Si ustedes son padres de un adolescente que tiene emociones intensas, probablemente estén
buscando orientación acerca de cómo responder efectivamente a la agitación que están viviendo.
En la introducción, analizamos cómo las habilidades y estrategias que se enseñan en la Terapia
Conductual Dialéctica (TCD) ayudan a las personas a manejar emociones difíciles de modos sanos
y seguros (Linehan, 1993). Estas mismas habilidades pueden ayudarles a ser padres más efectivos
cuando su hijo adolescente está superado por emociones difíciles y puede mostrar conductas
peligrosas o inseguras. Las estrategias que analizamos en este capítulo incluyen habilidades que
les ayudarán a (1) escoger respuestas efectivas, (2) desescalar situaciones peligrosas, (3)
establecer prioridades aun cuando se sientan sobrepasados, y (4) ayudar al adolescente cuando
se vea abrumado por su propio malestar y dolor.
Estrategia: Considerar pros y contras
En el capítulo 1, analizamos por qué podría un adolescente escoger actuar de una manera en
particular, considerando tanto las consecuencias positivas como las negativas de la conducta
adolescente insana versus sana. Pueden utilizar la misma estrategia al momento de decidir cómo
responder a su hijo. Podemos explorar los pros y contras de las decisiones de los padres a través
de esta ilustración.
Sara es una adolescente de 18 años, recién graduada de la enseñanza secundaria, que

estuvo hospitalizada varias veces durante la secundaria por expresar su deseo de morir y
amenazar con quitarse la vida. Tiene una historia de infligirse daño a sí misma y de
consumo de drogas frente a emociones que le generan malestar. Ha sido tratada por un
terapeuta y recibido medicación, la que dejó de tomar cuando cumplió los 18. Ahora no
quiere asistir a terapia, argumentando que sus problemas ya quedaron atrás y que todo lo
que quiere es ser “normal”. Su objetivo es quedarse en casa por un año, tal vez tomar
cursos online o en la ciudad en que vive, y luego ir a la universidad. Sus padres le han
pedido que tome un trabajo part-time o que realice algún trabajo de voluntariado. Sara
pasa la mayor parte de su tiempo en su habitación, hablando con sus amigos a través de
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redes sociales y comunicándose con otros jóvenes que tienen historias similares a la suya.
Espera que sus padres le den dinero para sus actividades sociales y un auto para
desplazarse a ellas. Los padres están enojados y frustrados por sus continuas demandas,
considerando que ella no satisface ninguna de sus exigencias. También temen qué hará si
no le dan lo que ella quiere. Cuando les pide que le compren entradas para un recital que
se realizará en otra región, inicialmente dicen no. Cuando Sara dice que no quiere vivir si
no puede ir al recital, los padres se ponen ansiosos e inseguros acerca de qué hacer. Las
consecuencias positivas y negativas de sus decisiones serían algo así:
Darle lo que ella quiere
 No se hará daño a sí misma.

 No se enojará con ellos.
 Ellos podrán darle algo de placer y disfrute.
 Ellos podrán sentir que son “buenos” padres
 Sara continuará exigiendo cosas a sus padres, sin cumplir con ninguna expectativa.
 La situación no va a cambiar, y Sara no aprenderá nada que la incentive a cambiar sus
conductas.
 Los padres seguirán enojados y frustrados.
 Sara aprenderá que puede lograr lo que quiere cuando los amenaza.
Decirle que no a lo que pide
 Sara tiene la oportunidad de aprender a actuar más responsablemente y cumplir con

algunas de las exigencias de sus padres, de manera de obtener el dinero que quiere.
 Existe la posibilidad de que cambie sus conductas al estar en casa.
 Podría aprender que no va a lograr lo que quiere a través de amenazas de suicidio.
50
 Sara se enojará con sus padres.

 Podría ser que se comporte mal con ellos, tal vez con conductas peligrosas, porque está
decepcionada.
 Los padres pueden sentirse apenados y preocupados por no permitirle que haga algo que
le reporta placer, considerando que tiene poca diversión en su vida.
 Los padres estarán ansiosos de que su hija haga algo peligroso para ella misma como
accidentalmente, o intencionalmente, quitarse la vida.
Cuando los padres de Sara utilizaron esta lista de consecuencia positivas y negativas para
ayudarse en la toma de decisiones, se dieron cuenta de tres cosas importantes: (1) la situación
no iba a cambiar y su hija no iba a realizar ningún cambio en su conducta si ellos seguían con el
mismo patrón de respuestas hacia ella, (2) ellos estaban ansiosos y temerosos de que Sara pudiera
resultar peligrosa para sí misma si le daban un no por respuesta y (3) estaban tomando decisiones
que funcionaban en el corto plazo (disminuyendo las amenazas en el momento) y que tenían
efectos negativos de largo plazo, ya que reforzaban la creencia de Sara de poder lograr lo que
quería, aún si no hacía nada de lo que se esperaba de ella. Ustedes pueden llegar a conclusiones
similares al hacer una lista de las consecuencias positivas y negativas de sus decisiones.
Si su hijo adolescente tiene una historia de tendencia al suicidio o cualquier otra conducta de
riesgo, podrían temer tanto por su seguridad que eligieran continuar dándole todo lo que exige.
Se encuentran en la misma situación una y otra vez, en la medida en que refuerzan
inadvertidamente las amenazas y la conducta malsana, al darle lo que quiere. Sara no tiene
incentivo para cambiar sus conductas. Entretanto, continúan sus frustraciones a medida que ella
obtiene privilegios sin cumplir con ninguna expectativa ni realizar cambios saludables en su vida.
El dilema es muy real, angustiante y doloroso. Si bien es comprensible, repetir las mismas
conductas no resulta efectivo para lograr cambios en la familia.
Enfrentando los riesgos y realizando cambios
Cuando los padres miran las consecuencias positivas y negativas de sus respuestas, reconocen
que si se quiere lograr un cambio de largo plazo, necesitan responder de forma diferente a Sara
y aceptar que puede haber un riesgo involucrado. Si quieren que su hija acepte alguna
51
responsabilidad, tendrán que estar preparados para negar privilegios hasta que Sara cumpla con
ciertas exigencias básicas.
Cuando su hijo adolescente tiene emociones intensas, necesitarán tomar estas decisiones
potencialmente riesgosas después de pensarlo cuidadosamente. El adolescente puede, de hecho,
reaccionar peligrosamente y los padres deberán sentirse tranquilos de estar actuando de la
manera más sabia, más efectiva, para ayudarlo a desplazarse hacia un estilo de vida más sano y
seguro. Necesitarán sopesar cuidadosa y permanentemente los beneficios de corto y largo plazo
de sus decisiones, los riesgos y las posibilidades. No se sientan presionados a comportarse de
algún modo que les represente un resultado potencialmente peligroso. A la larga, tienen que ser
capaces de convivir con su decisión. Préstense atención y cuidado a ustedes mismo al momento
de tomar estas decisiones para el futuro de su familia.
Estrategia: Entendiendo las emociones
Las emociones de los padres, al igual que las de sus hijos adolescentes, se desarrollan a través de
una serie de pasos que llamamos la “historia de la emoción” (ver capítulo 1). La historia de una
emoción incluye factores de vulnerabilidad, eventos gatillantes, pensamientos acerca del evento,
sensaciones corporales, dar nombre a la emoción y, finalmente, la respuesta conductual a la
emoción. A menudo las historias de los adolescentes y de sus padres se intersectan; la respuesta
conductual del adolescente puede constituir el evento gatillante que dispara una respuesta
emocional en los padres y viceversa. Es importante que ustedes entiendan su propia historia de
la emoción, de modo de poder manejar con habilidad sus propias emociones y responder de
modo más efectivo al adolescente. Para ver cómo podría funcionar esto, miraremos la historia
de emociones de los padres de Sara, para ver cómo pueden realizar cambios en sus emociones y
respuestas. Su historia puede ayudarnos a comprender cómo realizar cambios similares en
nuestras emociones y respuestas.
Factores de vulnerabilidad
Los padres de Sara están permanentemente ansiosos y con los nervios de punta porque nunca
saben cuándo Sara se enojará o sentirá tendencias suicidas, o cuándo irá a autolesionarse.
Están molestos porque ella no está haciendo lo que ellos le han pedido. También les preocupa
52
la calidad de vida de Sara a futuro. Esto los lleva a sentirse vulnerables a las emociones
negativas y a ser más reactivos cuando Sara les exige algo. Es más difícil para ellos pensar
juiciosamente.
Reduciendo la vulnerabilidad a las emociones negativas
Podemos reducir la vulnerabilidad a las emociones negativas de varias maneras (Linehan, 1993).
Pueden serle de ayuda estas aproximaciones:
1. Aumenten las experiencias positivas asegurándose de que sean actividades placenteras en su

vida – y en la vida de su hijo adolescente.
2. Disfruten y aprecien los momentos en que están pasándolo bien con su hijo adolescente o
cuando el adolescente tiene conductas sanas. En estas oportunidades, no se focalicen en
“cuándo va a caer el otro zapato”1. Manténganse presentes en el momento actual,
reconózcanlo, aprécienlo y disfrútenlo.
3. Asegúrense de que ustedes – y su hijo adolescente – están haciendo cosas en su vida que los
hacen sentirse competentes y realizados. Intenten no exigirse más en otras áreas de su vida,
que incrementarán su ansiedad. Del mismo modo, procuren incentivar a su hijo a hacer cosas
que le hagan sentir competente sin pedir más de lo que él es capaz de hacer. Experimentar
logros reduce las vulnerabilidades tanto de los padres como de los adolescentes.
4. Planifiquen con anticipación en el caso de situaciones que podrían causarle ansiedad, incluso
si estas situaciones son eventos felices. Las personas jóvenes que tienen emociones intensas,
y sus padres, a menudo son emotivas en circunstancias nuevas o diferentes, como eventos
familiares importantes o fiestas u otras situaciones que podrían no parecer estresantes para
otros. A medida que se preparan para estos eventos, hablen con su hijo y prepárense para
cómo responder a la creciente ansiedad. Reconociendo la posibilidad de que sus emociones
o las de su hijo adolescente pueden escalar es posible para ustedes minimizarlas o manejarlas
hábilmente cuando surgen.
5. Cuiden su salud física y bienestar y motiven a que su hijo adolescente haga lo mismo. Dormir
lo suficiente, ejercitarse y comer bien contribuye a la sensación de bienestar y reduce la
vulnerabilidad a otras situaciones estresantes o emocionales.
1
[N.d.T.: El cuento alude a cuando escuchamos que en el piso de arriba cae un zapato, nos quedamos a la espera
de que caiga el otro... de sentir algo parecido a un segundo zapatazo. Obtenido de
http://gonzalosaavedra.blogspot.com/2005/08/el-otro-zapato.html]
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Eventos gatillantes
Los padres de Sara fueron “provocados” cuando (1) la vieron que permanecía en su habitación y
no buscaba un trabajo, (2) no iba a su terapia ni tomaba sus medicamentos y (3) ella los
amenazaba con hacerse daño a sí misma si no le daban lo que quería. El evento gatillante no es
algo que uno pueda controlar o cambiar; solo podemos cambiar nuestra respuesta al evento a
través del darse cuenta y del cambio conductual.
Pensamientos acerca del evento gatillante
Todos tenemos diálogos internos de los cuales podemos no estar conscientes. Por ejemplo,
tendremos pensamientos acerca de los eventos gatillantes que afectarán la forma de sentirnos
acerca de ellos. Probablemente los padres de Sara piensan algo como Aquí vamos de nuevo. No
hace nada de lo que le pedimos. Es tan manipuladora y siempre tiene que lograr que las cosas
sean a su manera. ¿Y qué pasa si esta vez lo dice en serio? ¿Qué haremos si le decimos que no y
se causa daño a sí misma? No seremos capaces de estar en paz con nosotros si hace algo.
Cambiando los pensamientos
Cambiar la forma en que pensamos acerca de una situación puede tener un gran impacto sobre
nuestra experiencia global. En lugar de pensar que la conducta de Sara es manipuladora, sus
padres podrían pensar que está haciendo lo mejor que puede en este momento, lo que los
ayudaría a no tomar una postura de enjuiciamiento, pensando Está frustrada y trata de lograr lo
que quiere. Esto no significa que tengamos que darle privilegios a menos que se los gane. Pueden
reconocer para sí mismos que los intimida poner límites a una adolescente que está amenazando
con hacerse daño y también recordarse ellos mismos que darle todo lo que quiere significa que
probablemente se mantendrá su conducta. Al mismo tiempo, los padres quieren entregar tanta
seguridad como sea posible, vigilándola de cerca mientras Sara se tranquiliza.
Reconociendo y respondiendo a las sensaciones corporales
Los padres de Sara pueden sentir esa sensación familiar de tensión en el cuello y la cara, un
aceleramiento del ritmo cardiaco y mariposas en sus estómagos. Las conductas de efecto
calmante, como tomarse un tiempo para sí mismos, contar hasta diez, beber un té rico, dar una
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caminata o respirar profundamente, pueden ayudarlos a tranquilizarse, sentirse más calmados y

salir de la reactividad emocional, y así responder más efectivamente.
Dar nombre a la emoción
Los padres de Sara reconocen sus emociones primarias como temor y ansiedad, además de rabia
y frustración. También se sienten avergonzados y complicados de que como padres no han
logrado que su hija atraviese las etapas del desarrollo como ellos habrían esperado. También se
dan cuenta de sus emociones secundarias de rabia consigo mismos y decepción de sí mismos por
estar enojados y frustrados con Sara, a pesar de que saben que ella tiene problemas.
Utilizando habilidades con la historia de la emoción
La historia de la emoción nos brinda oportunidades para utilizar las estrategias que
presentaremos en el resto de este capítulo. Cada parte de la historia de una emoción ofrece una
oportunidad para aplicar diferentes habilidades – planificar por anticipado, pensar diferente, auto
calmarse – de modo que pueda responder de forma que puedan lograrse resultados más
efectivos en el corto y largo plazo. Con el tiempo, la historia de la emoción le resultará más
familiar y será capaz de utilizarla para saber qué estrategias serán de mayor ayuda, a fin de poder
responder a su hijo adolescente del modo más calmado y efectivo.
Práctica para padres: Desarrolle su propia historia de la emoción
Piense acerca de una experiencia emocional en la que haya sentido que se manejó de forma no efectiva. Utilice la
siguiente pauta para escribir su historia, en una hoja de papel o en un cuaderno.
 Factores de vulnerabilidad: ¿Cómo me sentía antes de la situación?

 Evento gatillante: ¿Qué situación o evento generó los sentimientos?
 Pensamientos acerca del evento: ¿Qué pensé acerca de la situación?
 Sensaciones corporales: ¿Qué sentí en mi cuerpo?
 Dar nombre a la emoción: ¿Qué palabras describen la forma en que me sentí?
 Acción: ¿Cómo actué en esta situación?
 Efectos posteriores: ¿Cuáles fueron las consecuencias de mi acción?
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Recuerde que cada paso en esta historia puede tener varias respuestas. Cada cambio puede tener un resultado
diferente.
Estrategia: Cambiando las respuestas
La última parte de la historia de la emoción describe la forma en que respondemos a nuestro hijo
adolescente. Cada emoción genera un impulso a actuar de una forma particular (por ejemplo,
cuando uno está triste, puede comenzar a llorar). Sin embargo, uno puede elegir actuar de otra
forma. Los padres de Sara podrían querer retar o gritar a su hija o continuar planteándole
exigencias, lo que podría hacerles sentir mejor en el momento y peor en el largo plazo. Podrían
querer escapar de la intensa ansiedad y temores que sienten dándole a Sara lo que quiere a fin
de disipar la amenaza de hacerse daño a sí misma, lo que tampoco resultaría efectivo.
Hacer lo contrario
Hacer lo contrario de lo que queremos hacer cuando estamos molestos (o hacer lo opuesto) es
una forma de cambiar nuestra respuesta al adolescente. Cuando estamos ansiosos y queremos
evitar una conversación con nuestro hijo adolescente porque tememos un arrebato o explosión,
la acción opuesta sería acercarnos a nuestro hijo y comenzar a hablar, en lugar de alejarnos.
Hacer lo contrario, con el tiempo, de hecho reduce la intensidad de la emoción y nos permite
responder más efectivamente. Si bien puede que no resulte fácil, cuando hablamos
amablemente, nuestra rabia disminuye; cuando nos mantenemos activos y ocupados, nos
sentimos menos tristes y deprimidos (Linehan, 1993).
Una de las emociones que experimentan muchos padres es la culpa. Uno se puede sentir
responsable en cierto modo por el malestar del adolescente y creer que podría o debería haber
hecho algo diferente para evitarlo. Una forma de responder a esta culpa, sin que siquiera nos
demos cuenta, es darle al adolescente lo que quiere. Contribuye aceptar que uno no ha hecho
daño deliberadamente y, en consecuencia, no existe razón para sentirse culpable. A fin de ser
efectivos como padres, haga lo contrario al impulso que siente y no le dé al adolescente lo que
sea que quiera.
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Los padres de Sara pueden sentir el impulso de gritarle o de ceder a su presión. Para ser más
efectivos como padres, actúan del modo contrario – es decir, le hablan calmadamente y validan
sus sentimientos, sin darle lo que ella está pidiendo. Pueden recordarle, tranquila y
amablemente, que estarán más dispuestos a darle lo que pide cuando ella cumpla con algunas de
sus responsabilidades.
Estrategia: Estableciendo prioridades
Los padres cuyos adolescentes tienen emociones intensas a menudo se ven enfrentados a un
cúmulo de dilemas y opciones acerca de a qué conductas responder y cuáles dejar pasar. Pueden
preguntarse cómo priorizar sus exigencias y límites cuando son tantas las conductas que parecen
demandar su atención. ¿Cómo responder cuando el adolescente (1) no cumple con las exigencias
o responsabilidades y aún así quiere participar en actividades sociales, (2) puede autolesionarse
o actuar de forma peligrosa y a pesar de ello requiere libertades sin supervisión, (3) no participa
en el colegio o en el trabajo y quiere que le paguen por las cosas que hace, (4) actúa agresiva o
abusivamente hacia ustedes y pese a ello quiere que ustedes hagan cosas para él o ella y (5) no
va a asistir al tratamiento a pesar de sus conductas malsanas o peligrosas? Puede ser difícil
intentar descubrir qué temas priorizar, qué ignorar y cómo tomar las decisiones más efectivas y
seguras.
Priorizando sus respuestas cuando el adolescente está en peligro
Si su hijo está en riesgo en cualquier sentido, la principal prioridad es evitar que ponga en peligro
su vida, aún si sus decisiones lo hacen enojar o sentirse infeliz. Las conductas de riesgo pueden
incluir el autolesionarse deliberadamente, actuar de forma peligrosa (manejar en estado de
ebriedad), o impulsiva, conductas riesgosas que el adolescente puede considerar que no son
inseguras (consumo de drogas cuando en una fiesta con extraños, conectando o encontrándose
con personas a las que conocieron a través de Internet). Responder a estas conductas toma
precedencia sobre el manejo de otras, incluido el colegio, el trabajo o las relaciones familiares.
Mantener seguro al adolescente puede requerir revisar si hay drogas en su habitación, píldoras u
hojas de afeitar, aún si esto implica violar su privacidad. También puede significar negar permisos,
privilegios o actividades si sus decisiones y capacidad de juicio lo exponen a riesgo en esas
situaciones. Incluso cuando el adolescente se enoja o les suplica que le dejen hacer lo que “lo
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hace feliz”, necesitarán permanecer focalizados en no permitir que se involucra en conductas que
podrían poner en peligro su vida.
Si el adolescente se comporta de modo peligroso o inseguro, sería conveniente ayudarlo a

someterse a tratamiento, de modo que pueda aprender formas más seguras de manejar las
emociones intensas y que le generan malestar. Su hijo puede no estar de acuerdo en que necesita
ayuda y responder que está “bien” y “no está loco”. A veces ayuda reafirmarle que no está “loco”
y que hay métodos de tratamiento que lo ayudarán a tener conductas que le permitirán más
libertad, privacidad, así como los privilegios que quiere tener. El objetivo consistiría en ayudarle
a obtener las cosas que desea para su vida. Procuren recordarle las formas en que la terapia
podría ayudarle cuando parece estar sufriendo tanto o lamentándose acerca de cómo es su vida.
Mantengan el foco en buscar oportunidades para fortalecer la importancia de participar en el
tratamiento.
Si su hijo está en tratamiento, es posible que necesite dar prioridad a que participe activamente,
asegurándose de que llegue a las citas e incluso, si es necesario, dándole incentivos
(recompensas) por asistir. Las citas al terapeuta tienen prioridad por sobre cualquier otra
actividad (incluyendo actividades extracurriculares o deportivas) que esté realizando. Necesitan
ser firmes cuando su hijo quiera faltar a una cita para hacer otra cosa, a pesar de que se enoje o
les grite que ustedes están “arruinándole su vida”. Una vez que el adolescente aprenda, durante
el tratamiento, a comportarse de manera sana y segura, tendrá toda una vida por delante para
realizar actividades.
Priorizando sus respuestas cuando el adolescente está seguro
Si su hijo está seguro, a salvo, pueden poner más énfasis en responder al resto de los temas que
afectan su vida. Dentro de estos asuntos pueden estar incluidos problemas en el colegio o en el
trabajo; dificultades con los padres, amigos o compañeros; consumo de drogas, conductas
sexuales, falta de amigos, aislamiento social, excesivo uso del computador; o problemas que
surgen en sus otras actividades.
A menudo constituye un desafío decidir cómo priorizar estos asuntos. Se preguntarán, como
muchos padres lo hacen, si deberían permitirle actividades sociales que podrían aligerar el estado
de ánimo del adolescente, pese a que no haya cumplido con sus tareas u otras exigencias.
Necesitarán determinar sus propias prioridades y luego tomar sus decisiones en base a lo que
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ustedes definan que es lo más importante para su hijo. Por ejemplo, si quieren priorizar la
responsabilidad e importancia de cumplir con las exigencias, pueden decidir que las actividades
sociales irán de la mano del completar una tarea o quehacer en el hogar. Si están preocupados
por la depresión o el aislamiento social de su hijo, podrían permitirle pasar más tiempo con sus
amigos cuando quiera en lugar de lo que hubieran permitido en otra situación. En tanto toman
sus decisiones respecto de qué esperar y qué permitir, necesitarán pensar en los valores que
quieren enseñar. Estas decisiones tan personales están dirigidas por sus propios valores y solo
pueden ser tomadas cuando ustedes estén pensando sabiamente, no emocionalmente.
Es importante que sean claros acerca de sus prioridades, para poder ser consistente en los
mensajes que transmitan a su hijo. Estas prioridades también sirven a modo de guía diaria (o tan
a menudo como sea necesario) en tanto que toman sus decisiones, ayudándoles a pensar
sabiamente acerca de lo que va en el mejor interés para la salud física y emocional de largo plazo
de su hijo adolescente.
Estrategia: Utilizando efectivamente las consecuencias
Toda conducta puede ser entendida dentro del contexto en el que ella ocurre y todas las
conductas tienen consecuencias. Las consecuencias pueden ser positivas (incrementan la
probabilidad de que la conducta ocurra nuevamente) o negativas (decrecen la probabilidad de
que vuelva a ocurrir la conducta), internas (tales como sentir culpa o alegría) o externas (como
perder privilegios o recibir elogios). Ser padres efectivos significa estar consciente de que las
respuestas que uno da afectan las conductas de su hijo adolescente; para luego utilizar sus
respuestas con la finalidad de incrementar conductas adaptativas y saludables (respondiendo
estratégicamente y prestándole atención) y disminuir conductas malsanas (dejando
estratégicamente de responderle).
Reforzamiento y Castigo
Las respuestas que tienen probabilidad de incrementar la posibilidad de que una conducta se
presente nuevamente se llaman refuerzos; las respuestas que disminuyen la probabilidad de que
la conducta se presente nuevamente, se llaman castigos. El impacto de cualquier respuesta es
idiosincrático, por lo que la misma consecuencia puede incrementar la conducta en una persona
y disminuirla en otra. Entonces, si su hijo se siente bien cuando recibe un elogio, el elogio podrá
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incrementar la probabilidad de que una conducta ocurra nuevamente. Sin embargo, si se siente
incómodo cuando lo elogian, sus conductas podrán disminuir luego de recibir un elogio. A fin de
evaluar si su respuesta es reforzante o castigadora, es necesario tomar consciencia de cómo
cambia la conducta en reacción a sus respuestas.
Los refuerzos son más efectivos que los castigos
Castigar, quitar algo que el adolescente tiene (como tiempo de uso del computador) u obligarle a
realizar algo que no quiere (como algún quehacer hogareño), a menudo no resulta efectivo para
disminuir la conducta y puede ocasionar que el adolescente continúe con su conducta,
asegurándose de que no lo atrapen. El castigo no le enseña qué se espera de él ni cómo queremos
que se comporte. Generalmente es más efectivo reforzar al adolescente por involucrarse en
conductas sanas y seguras al momento en que está cumpliendo con lo esperado (con privilegios
o beneficios adicionales, sonrisas o un tono suave por ejemplo), que castigarlo (con la pérdida de
privilegios, palabras fuertes, etc.) cuando no se comporta de acuerdo con las exigencias.
A menudo los padres creen que es necesario castigar las conductas no deseadas; piensan que es
la forma más efectiva de modificar las conductas, y siguen utilizando las consecuencias negativas
incluso cuando se dan cuenta de que no están funcionando. Décadas de investigación psicológica
prueban que el castigo no es la forma más efectiva de modificar la conducta. Así y todo, muchos
padres no lo saben, o no lo aceptan. Incluso si los padres están conscientes de que el castigo no
funciona, pueden seguir utilizándolo como respuesta a su propia frustración. Lo que sí funciona
es darse cuenta de, y reforzar, conductas saludables y deseables; esta es la forma más efectiva de
cambiar la conducta y da también como resultado una creciente cooperación y buena voluntad
al interior de las familias. Al mismo tiempo, puede resultar difícil de implementar.
Si resulta complejo encontrar refuerzos efectivos para su hijo adolescente – ya sea porque no hay
nada que le guste o porque ya tenga todo lo que necesita – presten atención a los privilegios o
beneficios que ustedes le proporcionan (como equipos electrónicos o actividades), beneficios que
su hijo da por garantizados, y hagan que se los gane cumpliendo con responsabilidades y
exigencias. Si bien esta puede ser una lección difícil para un adolescente que está acostumbrado
a tener todo lo que quiere, es un aprendizaje de vida importante acerca de que los privilegios se
ganan, no solo se reciben.
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La atención de los padres también puede constituir un refuerzo para los adolescentes, aún si éste
niega que sea así. Los adolescentes a menudo parecen poco interesados en las reacciones de sus
padres, y estos pueden pensar que no les importa que les presten atención. Sin embargo, la
atención prestada – de cualquier tipo – puede constituir un refuerzo valioso y poderoso y resultar
en un incremento de la conducta, aún si este no fuera el resultado deseado. Si, por ejemplo,
ustedes no responden cuando el adolescente les está diciendo que quiere hablar, porque están
muy ocupados en ese momento entonces, al responder con una reprimenda cuando su hijo
insiste y empieza a gritar, ustedes podrían estar aumentando inadvertidamente la probabilidad
de que su hijo le exija y grite la próxima vez que requiera su atención. Esto significa que es
importante ser conscientes de lo que se responde (incluso si es de forma no apoyadora) y
focalizarse en prestar atención a su hijo más a menudo cuando se está comportando de modo
sano y efectivo. Si se refieren o prestan atención a conductas negativas o inseguras (incluso al
autolesionarse, a menos que requiera de atención médica), podrían estar reforzando
inadvertidamente conductas que, a largo plazo, sería más efectivo ignorar. Ustedes pueden ser
un refuerzo muy poderoso para su hijo y, por lo tanto, determinante para moldear y cambiar
conductas a través de elegir a qué responder y qué ignorar.
Consecuencias naturales
Consecuencias naturales son aquellas respuestas que ocurren en el mundo real, que no son
implementadas por uno. Si al adolescente le va mal en una prueba para la cual no estudió o si
tiene problemas con la autoridad por robar en una tienda, está experimentando las
consecuencias naturales de sus conductas. La exposición continua a las consecuencias naturales
ayuda a los adolescentes a aprender qué sucede cuando toman decisiones inseguras y/o tienen
mal juicio. Aunque el impulso sería proteger al hijo de estas consecuencias, es necesario permitir
que ocurran para que aprenda a partir de la experiencia (recuerden que ustedes continuarán
interviniendo si se trata de un asunto relativo a la seguridad de su hijo). Si intervienen
minimizando o de algún otro modo eliminando las consecuencias naturales, el adolescente
aprende que puede comportarse como quiera, que no debe asumir responsabilidad por sus
conductas y que las reglas que aplican para otros no aplican en su caso. Así como difícil les
resultará ser testigos de su hijo experimentando las consecuencias naturales, la lección aprendida
será de enorme valor y podrá servirle para conducirlo a un futuro más sano.
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Reforzamiento intermitente
Reforzamiento intermitente es cuando después de la conducta, se refuerza en algunas ocasiones

y en otras no. Un ejemplo es la forma en que funcionan las máquinas tragamonedas, que pagan
ocasionalmente y al azar, y aún así mantiene al jugador tirando de la palanca. Este tipo de
reforzamiento es poderoso y genera conductas muy persistentes. Cuando, aún en contra de su
mejor criterio, los padres ceden intermitentemente a las demandas del adolescente, este
continuará repitiendo la conducta con la esperanza de que la próxima vez sea la que resulte en el
logro de lo que quiere. Por ejemplo, si le dicen que no al adolescente una y otra vez, y luego
cambian de idea cuando persiste en su requerimiento – tal vez volviéndose más abusivo y
amenazante – el hijo aprende que si es lo suficientemente perseverante o abusivo, finalmente
ustedes terminarán dándole lo que quiere.
El reforzamiento intermitente da como resultado lo que uno podría experimentar como

conductas incansables, debido que su hijo nunca estará seguro del momento en que su conducta
podría llevarle a conseguir lo que busca, tal como un jugador nunca sabe si al apretar la palanca
del tragamonedas logrará ganar. Si ustedes se sienten inseguros acerca de los límites o de la
factibilidad de poder mantenerlos, tómense un tiempo para pensar acerca de cómo quieren
responder, hasta estar seguros y dispuestos a ser consistentes, de modo de no reforzar a final de
cuentas la persistencia o las amenazas diciendo sí en alguna ocasión en la que inicialmente hayan
dicho no. Por ejemplo, si su hijo pide permiso para ir a algún lado y ustedes no quieren que vaya,
a pesar de que si va no ocasionará grandes problemas, ustedes podrían sentirse tentados a decir
inicialmente que no y, luego de repetidas demandas, darse por vencidos y decir que sí. Esta
respuesta inconsistente (“no, no, no, sí”) refuerza la conducta demandante y perseverante y logra
que su hijo piense que eventualmente ustedes se darán por vencidos Tengan claridad acerca de
los límites con los que pueden cumplir (situaciones en las que mantendrán su posición
independientemente de lo que su hijo continúe demandando) y acerca de sus prioridades
(aquellos asuntos que son muy importantes, como los temas de seguridad, que si resultan en una
batalla con el adolescente, ustedes así y todo deberán mantener su postura), de modo de no
ceder cuando los agota, lo que podría llevar a que se volviera todavía más persistente a futuro.
Las claves de la efectividad paterna radican en límites consistentes y en seguimiento de su
cumplimiento.
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Los cambios son graduales
Consideren qué ocurre cuando la habitación del adolescente está tan sucia – con platos sucios,
potes de comida y la ropa esparcida por el suelo – que resulta insalubre. Si le dicen a su hijo que
“la limpie” puede sentirse abrumado y no saber por dónde empezar. Algunas conductas pueden
ser complejas o incluir varios pasos, y es posible que el adolescente no sea capaz de concluirlas o
que se frustre tanto en el intento que se dé por vencido. Si ustedes están reforzando una
conducta nueva, querrán que el adolescente experimente éxito y reforzarlo para que la conducta
se mantenga. Por ejemplo, si su hijo está frustrado por no poder terminar un proyecto escolar
grande y se ha dado por vencido y se niega a hacer algo más, pueden tranquilizarlo validando su
frustración y luego ayudarle a dividir el trabajo en partes más manejables, reforzándolo y
elogiándolo por cada pequeño paso que da hacia lograr completar el trabajo. Del mismo modo,
ayúdenle a dar pequeños pasos para limpiar su habitación. No necesita completar todo el trabajo
para experimentar éxito y ser reforzado. Esto se traduce en una mejor disposición para abordar
proyectos futuros.
Las conductas de los padres están influenciadas por sus adolescentes
Los padres son igualmente susceptibles a los principios conductuales, y sus conductas pueden
verse incrementadas o disminuidas en base a las formas en que el adolescente responde a ellos.
Si el adolescente responde violentamente cada vez que se le dice algo, los padres pueden sentirse
tan castigados con esto que duden en poner límites aunque lo deseen. Si un adolescente que por
lo general es irritable se torna más amable cuando logra lo que quiere, los padres pueden
responder positivamente a requerimientos que de otro modo habrían negado. Cuando los padres
reconocen que pueden sentirse castigados o reforzados por el adolescente y no permiten que sus
respuestas influyan en ellos, son más capaces de actuar de un modo más consistente y efectivo.
Puede empeorar antes de que mejore
A medida que los padres efectúan cambios en sus conductas, el adolescente – en un esfuerzo por
lograr que los padres respondan del modo que le es más familiar y le resulta más cómodo – podrá
responder con un aumento de las conductas que los padres intentan disminuir o en conductas
violentas hacia ellos. Las conductas del adolescente harán muy difícil que los padres mantengan
sus nuevas conductas. Este incremento en la frecuencia e intensidad de la conducta es esperable.
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Cuando los padres mantienen consistente su conducta, el adolescente disminuirá con el tiempo
las conductas problemáticas. Si bien se entiende que los padres quieran darse por vencidos, si
persisten durante esta etapa predecible de “empeoramiento” y demuestran al adolescente que
sus conductas negativas no van a lograr su objetivo, estarán sentando las bases de la posibilidad
de que ocurra un cambio significativo al interior de la familia.
Utilizando el reforzamiento y castigo para modificar conductas
Volviendo al caso anterior, observemos cómo los padres de Sara pueden responder a sus
conductas. El primer paso es identificar la(s) conducta(s) que ellos quieren modificar. Los padres
de Sara darán prioridad a las siguientes conductas:
 Asistir a terapia al menos una vez a la semana

 Tomar los medicamentos prescritos
 Disminuir sus conductas amenazantes
El segundo paso consiste en identificar qué consecuencias siguen normalmente a la conducta. Al

momento actual, no existe refuerzo para Sara si es que asiste a la terapia o toma sus
medicamentos, ni existen consecuencias negativas si no lo hace. A veces, los padres de Sara –
inadvertidamente – refuerzan su conducta amenazante cuando ceden a sus demandas.
El tercer paso es considerar qué refuerzos o castigos pueden ser utilizados para aumentar o
disminuir las conductas que deben ser modificadas. Los padres de Sara harán varias cosas:
 Dejar de darle dinero a Sara cada vez que lo pide

 Darle dinero para actividades a las que quiere asistir exclusivamente cuando cumpla con
sus responsabilidades, asista a terapia o tome sus medicamentos
 No ceder más a sus demandas cuando amenaza
 Ignorar las amenazas de hacerse daño a si misma
 Llevarla a un servicio de urgencia o a una clínica de salud mental para que la evalúen si
continúa con las amenazas de suicidio
 Acordar darle la misma suma de dinero que ella obtenga por trabajar o realizar una labor
de voluntariado, depositando el dinero en una cuenta de gastos a la que puede tener
acceso solo si está asistiendo a tratamiento
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A veces resulta difícil utilizar estratégicamente el refuerzo y el castigo, especialmente cuando el

adolescente amenaza o maltrata física o verbalmente. No obstante, cuando los padres refuerzan
estas conductas prestándoles atención o cediendo ante ellas, pueden estar seguros de que
continuarán, lo que es lo opuesto a su objetivo. Los padres efectivos utilizan las estrategias que
hemos estado analizando, incluyendo estos componentes:
 Identificar las conductas específicas que se quieren modificar

 Buscar una forma de reforzar conductas más saludables
 No reforzar intermitentemente las amenazas ni las conductas negativas
 Permanecer focalizados en los beneficios de largo plazo y mantenerse consistentes
reforzando conductas sanas y seguras
 Ser consistente durante un largo periodo de tiempo
 Entender y aceptar que existe inicialmente el riesgo de que las conductas se
incrementen o vuelvan más peligrosas, y que las conductas del adolescente pueden
empeorar antes de exhibir una mejora
Práctica para padres: Modificando conductas
Si desea modificar una o más conductas, siga las instrucciones de abajo y escriba sus respuestas en una hoja de papel
o en un cuaderno.
 ¿Qué conducta quiere cambiar? Descríbala en forma específica.

 ¿Cuáles son las consecuencias que habitualmente siguen a esa conducta? ¿Cómo responde usted generalmente?
 ¿Quiere aumentar o disminuir la conducta? ¿Utilizará refuerzo o castigo? ¿Puede reforzar una conducta positiva
que reemplace a una menos adaptativa?
 ¿Qué consecuencia(s) específica utilizará, qué pueda aplicar de forma consistente? Enumere los refuerzos o
castigos que utilizará.
 Una vez que haya implementado durante un tiempo las nuevas consecuencias, escriba las consecuencias de
largo plazo.
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Estrategia: Ayudando a los padres y al adolescente a manejar el estrés
Para poder ser padres efectivamente, uno debe buscar el tiempo y las formas de cuidarse a sí
mismo. Si se preguntan cómo reservar tiempo para hacer cosas para ustedes mismos
considerando que los adolescentes presionan con tantas necesidades, piensen en el asistente de
vuelo que recuerda a los pasajeros que deben ponerse su propia mascarilla de oxígeno antes de
preocuparse de los demás. No se puede ser padres efectivos cuando se carece de los recursos
emocionales o físicos para hacerlo.
Se puede enseñar a los adolescentes a manejar su desajuste emocional utilizando habilidades que
lo ayuden a hacer frente a la situación sin empeorarla (Linehan, 1993; Miller, Rathus &Linehan,
2007). Los padres también pueden aprender a utilizar estas habilidades para calmarse o
distraerse en momentos difíciles, de modo de que puedan reducir la intensidad de sus propias
emociones y desempeñen más efectivamente su rol de padres.
Distrayéndose y auto calmándose
La sabiduría popular indica que si algo nos molesta, ayuda hablar acerca de ello. Esto resulta
cierto a veces; en otras ocasiones, hablar acerca de algo molesto o difícil mantiene o exacerba los
sentimientos y no produce alivio. Lo que uno puede necesitar, en lugar de ello, es algún tiempo
al margen o fuera de la situación para disminuir la intensidad de la emoción y así poder retomarla
más tarde y ser más efectivo con la solución del problema.
Cuando utilizamos las habilidades de enfrentar (las cuales analizaremos con más detalle en el
capítulo 9) y tomamos tiempo para calmarnos, distraernos o cuidarnos a nosotros mismos, nos
volvemos más capaces de responder efectivamente al adolescente una vez que volvemos a la
situación. También estaremos modelando frente al adolescente formas más sanas de manejar
los sentimientos.
Ayudando al adolescente a distraerse y calmarse a sí mismo
Su hijo adolescente o adulto joven puede encontrar que autolesionarse, consumir drogas, gritar
o tirar cosas le provee un alivio inmediato. Sin embargo, a menudo estas conductas empeoran el
problema debido a que las consecuencias imprevistas (hospitalización, pérdida de privilegios y de
66
confianza, problemas con la ley, entre otros) pueden ser perjudiciales, y el adolescente podría
experimentar posteriormente vergüenza o culpa. Los adolescentes pueden aprender a utilizar
estas habilidades para reducir su intensidad emocional de modo de responder más
efectivamente.
¿Cómo guiar al adolescente para utilizar estas estrategias que lo ayuden a calmarse cuando está
reaccionando emocionalmente? Cuando las emociones son fuertes, los adolescentes no siempre
responden bien a las sugerencias de sus padres – las que en ocasiones pueden agrandar las
situaciones. En lugar de los padres, puede ser el terapeuta del adolescente (si lo tiene) o alguien
en quien confíe el adolescente quien lo puede orientar cuando está muy intenso
emocionalmente. Lo que los padres pueden hacer es compartir las estrategias que les han
resultado útiles y ver si las pueden poner en práctica juntos. Acepten su respuesta si dice no y
practiquen juntos si el adolescente quiere hacerlo. Otra estrategia podría ser conversar con él,
cuando esté calmado y preguntarle si hay formas en que ustedes lo puedan ayudar cuando se
altera. Y procuren validar sus sentimientos (vea Capítulo 2, “Validación”), incluso si hace como
que no está escuchando.
No se sorprendan si su hijo les dice que quiere estar solo cuando se altera. A menudo los
adolescentes huyen de la presencia de la familia a fin de tranquilizarse. ¡Salir de la situación de
hecho puede ser una estrategia! Dejen que su hijo elija lo que mejor le funciona, y que utilice las
estrategias del modo que le resulta más efectivo. Háganle saber que ustedes estarán disponibles
cuando necesite hablar. Estén disponibles, dispuestos a escuchar y a validar cuando el
adolescente esté listo y dispuesto a hablar, y sólo hagan sugerencias si pregunta o las acepta de
buena gana.
Habilidades para distraerse y auto calmarse en momentos de

estrés
Elija una habilidad o habilidades que sean de ayuda para usted.

Diferentes habilidades pueden servir para distintas ocasiones,
dependiendo del nivel de estrés o de la necesidad inmediata.
 Hacer deporte o ejercicio.
67
 Hablar con un amigo

 Escuchar música.
 Escribir en un diario.
 Leer un libro.
 Hacer un puzle o jugar a algo no violento en el computador.
 Imaginar que uno está en un lugar especial, muy tranquilo
recordar un hecho o situación de las vacaciones que haya
disfrutado.
 Tomar un té caliente.
 Darse un baño o una tina caliente.
 Ver un espectáculo divertido o una película en televisión (no una
deprimente ni triste).
 Ponerse una loción que huela bien.
 Regalonear a una mascota.
 Escuchar sonidos de la naturaleza.
 Comer una comida especial que le guste (y que no le haga sentir
culpable después).
Estrategia: Comunicándose efectivamente
A veces los padres se preguntan cómo pueden comunicarse e interactuar con sus hijos
adolescentes de modo de incrementar la probabilidad de que los escuchen y entiendan lo que se
les está diciendo o pidiendo. A menudo a los adolescentes y sus padres, cada parte concentrada
en objetivos diferentes y respondiendo a distintas necesidades y prioridades, les resulta difícil
permanecer en mente sabia y no distraerse con las emociones y las diferencias. Esta sección se
focaliza en cómo puede utilizar las estrategias para lograr satisfacer sus necesidades, aumentar
la probabilidad de que puede pedir algo de modo efectivo, o decir no a una petición en tanto
conserva la relación y el respeto hacia sí mismo (Linehan, 1993). Estas habilidades serán de
mucho valor en la comunicación con el adolescente.
68
Estableciendo las prioridades de su interacción
Las personas no siempre están conscientes de lo que están intentando lograr cuando comienzan
una interacción con otros. Cuando los padres se están comunicando con su hijo adolescente o
adulto joven, su meta(s) es (1) pedir algo o expresar sus propias necesidades, (2) denegar una
petición, (3) mantener o reparar la relación misma, (4) simplemente disfrutar con su hijo y/o (5)
comportarse o responder de un modo que respete sus propios valores e incremente el respeto
hacia sí mismo (Linehan, 1993). Si no tenemos claro lo que queremos lograr, podemos terminar
decepcionados sin saber por qué. Cuando tenemos claros nuestros objetivos, podemos priorizar
los que son más importantes – aquellos a los que atenderemos y en los que nos focalizaremos
primero. Cuando tenemos varios objetivos, el saber – antes de la interacción - cuál de ellos
atenderemos en primer lugar (es decir, cuál de los objetivos es nuestra prioridad) ayuda a
permanecer concentrado y a no distraerse con otras necesidades. De esta manera seremos más
efectivos en el logro de nuestras metas u objetivos.
A fin de establecer nuestras prioridades, primero tenemos que lograr el estado de atención plena
al momento, calmándonos y tomando consciencia de lo que está ocurriendo. Luego, evaluar la
situación y determinar qué deseamos lograr en el largo plazo. Utilizando esta toma de
consciencia, podemos establecer nuestras prioridades. Por ejemplo, si el adolescente está en
alguna situación de riesgo, no corresponde priorizar que termine con sus tareas escolares; en
tanto que si se encuentra libre de riesgos, las tareas escolares sí pueden ser la prioridad.
En la situación planteada al inicio de este capítulo, los padres de Sara querían que ella supiera
que no obtendría un privilegio (las entradas para el recital) si no cumplía con sus exigencias. Esto
iba en contra de lo que Sara quería y esperaba de ellos. En esta situación, los padres de Sara
tienen un objetivo específico – lograr que Sara cumpla con sus exigencias – que es lo que
constituye su prioridad. Mantener la relación puede ser una prioridad secundaria y menos
importante, y sus padres tendrán que aceptar que Sara se sienta infeliz y enojada con la respuesta
de ellos.
Práctica para padres: Planeando una interacción
Formúlese las siguientes preguntas. Escriba sus respuestas en una hoja de papel o en un cuaderno.
 ¿Qué es lo que quiero lograr?
69
 ¿Quiero pedir algo que quiero o deseo?

 ¿Quiero decirle a mi hijo lo que espero de él?
 ¿Quiero decir que no a una petición?
 ¿Quiero simplemente disfrutar un momento con mi hijo?
 Si hay muchas cosas en juego, ¿cuál es mi más alta prioridad?
Uniendo todo
Si bien pueden encontrar difícil de creer, podemos pedir lo que queremos, mantener una fuerte
relación con nuestro hijo y, después de todo, sentirnos bien con nosotros mismos. A continuación
la forma más efectiva de pedir lo que uno quiere o de expresar nuestras necesidades y
expectativas (Linehan, 1993):
 Describa la situación para proveer un contexto y explicar por qué quiere lo que está pidiendo.
(“Tus notas han ido bajando, y estoy preocupado de que no estés estudiando lo suficiente.”)
 Plantee lo que quiere o diga no claramente. (“Lo que quiero es que estudies esta noche” o
“No te daré permiso para ir a la fiesta porque necesitas estudiar.”)
 Manténgase focalizado en su prioridad uno y no mencione otros asuntos que podrían nublar
el foco o distraerlo.
 Reconozca el aprecio que siente por su hijo y provea un incentivo o refuerzo concreto si
satisface lo que usted solicita.
 Manténgase firme en su requerimiento, con asertividad y confianza.
 Decida, por adelantado, si está dispuesto a negociar y cuáles son sus límites.
Al mismo tiempo, a fin de mantener la relación, haga lo siguiente:
 Escuche, con genuino interés, lo que le está diciendo su hijo.

 Valide los sentimientos de su hijo.
 Procure estar lo más relajado posible.
70
Y a fin de mantener los sentimientos positivos acerca de ustedes mismos y de cómo manejan la
situación, a continuación les entregamos algunos lineamientos para que reflexionen en ellos:
 Mantengan su moral y valores personales durante toda la interacción. No digan ni hagan

cosas de las que se arrepentirán una vez terminada la interacción.
 No se disculpen por lo que están diciendo o haciendo.
 Manténganse veraces y honestos. Mentir en lugar de expresar honestamente la forma en que
se sienten o lo que ustedes quieren no contribuirá a generar confianza y podría hacerles sentir
decepcionados consigo mismos.
Siguiendo estos lineamientos para comunicarnos efectivamente, la situación de Sara y sus padres
puede brindarnos una toma de consciencia e ideas que nos resulten de ayuda. Cuando Sara pide
a sus padres que le compren las entradas para el recital, sus padres podrían responder, calmada
y amablemente, explicándole su respuesta y validándola como medio de mantener la relación:
“Sabemos lo mucho que quieres ir al recital y lo decepcionada que te sentirás si no vas. Hasta
este momento no has ganado el suficiente dinero porque no has cumplido con lo que te pedimos
que hicieras. Estaremos felices de darte el dinero y otros privilegios cuando cumplas con algunas
de tus responsabilidades. ¿Hay alguna forma en que podamos ayudarte a cumplir con algo de lo
que te hemos pedido para que puedas hacer las cosas que quieres?” Los padres de Sara serán
más efectivos si se mantienen firmas y no le dan dinero, si no se disculpan por su decisión y no se
distraen con sus emociones o amenazas.
Cuando las estrategias no funcionan
Utilizar estas estrategias puede incrementar la posibilidad de lograr lo que uno quiere, si bien no
garantiza que lo logre. La otra persona puede rechazar su petición, aun cuando esté planteada
efectivamente, o decidir que hay otras cosas que considerar primero. Su hijo puede negarse a
sus peticiones, rechazar cumplir con sus exigencias y continuar faltándoles el respeto
independiente de cuántas veces utilicen estas estrategias. O puede no querer pasar tiempo con
ustedes a pesar de que lo están validando y apoyando. Tanto ustedes como su hijo pueden
sentirse decepcionados de utilizar estrategias que no llevan a los resultados deseados. Es posible
que se requieran otras estrategias para manejar esta decepción.
71
Recuerden que la respuesta inmediata de su hijo puede no ser la respuesta definitiva. Es posible
que se vaya enojado o despectivo, y que al día siguiente aparezca con una nueva y más
cooperadora actitud. Ser efectivo no significa lograr siempre lo que uno quiere en el momento;
significa que plantamos una semilla y nos expresamos de formas que aumentan la probabilidad
de que el adolescente nos escuche y piensa en lo que se le dijo o se le pidió. Podremos no tener
éxito en todas las interacciones pero expresar nuestras necesidades al adolescente, establecer
exigencias y límites y encontrar formas de mantener la relación son todos asuntos importantes
para el rol de padres durante el largo camino hacia la edad adulta.
¿Cómo quiere sentirse?
No siempre es posible controlar la forma en que reaccionará el adolescente, sin importar lo

hábiles que seamos para intentar interactuar. Solo podemos controlar nuestras propias
conductas de modo que podamos sentirnos bien con nosotros mismos una vez terminada la
interacción. Nos sentiremos mejor si nos concentramos en no enjuiciar, en actuar con sabiduría
y en no quedarnos atrapados en la emocionalidad del adolescente.
Podamos llegar a darnos cuenta de que una interacción ya no sirve más y tiene escaso potencial
de ser efectiva. Si su hijo necesita alejarse, déjenlo ir. Si ustedes necesitan alejarse, pueden
descubrir que tomarse tiempos de pausa resulta también muy efectivo. No exijan que continúe
la comunicación cuando ya no resulta efectivo. En lugar de sentir que su hijo “está ganando” y
ustedes “cediendo”, ciertamente se sentirán mejor si se apartan un poco de la situación, al menos
por un momento. Habrá otras oportunidades para volver a conversar cuando las emociones sean
menos intensas. Y la interacción será más efectiva entonces.
Práctica para padres: Utilizando estrategias para interactuar efectivamente
Escriba sus respuestas a estas preguntas en una hoja de papel o en un cuaderno.
Imagine una situación en la que quiere pedirle algo a su hijo.
 Describa qué quiere, por qué lo quiere y por qué es importante.

 ¿Qué está dispuesto a negociar o transar? ¿Cuáles son sus límites?
 ¿Cómo va a expresar y demostrar a su hijo su agradecimiento si cumple con lo que le ha pedido?
72
Imagine una situación en la que quiere comunicarle sus valores a su hijo.
 ¿Qué valor quiere enfatizar en su interacción?

 ¿Qué dirá honestamente, sin disculparse por su postura?
Síntesis
En este capítulo hemos descrito estrategias que les ayudarán a entender y luego modificar las
respuestas que dan a su hijo, a fin de cumplir más efectivamente el rol de padres.
Puntos clave:
 Midan las consecuencias positivas y negativas de las decisiones,

tomando en consideración tanto los objetivos de corto como de
largo plazo.
 Utilicen la historia de la emoción para reducir la emocionalidad y
responder de modo más efectivo.
 Utilicen estratégicamente los principios del reforzamiento y
castigo para incrementar conductas saludables y disminuir
conductas malsanas.
 Consideren qué es lo que más quieren lograr al interactuar con su
hijo y manténganse focalizados en esas prioridades.
73
Capítulo 4
Paternidad Equilibrada
Como padres de un joven en general, y de un joven que tiene emociones intensas en particular,
y al igual que otros padres, a menudo pueden verse envueltos en luchas de poder que involucran
el pensamiento todo-o-nada. Tanto ustedes como su hijo pueden incurrir en un pensamiento
rígido, en el que vean las cosas en términos esto-o-esto, bueno-malo, correcto-incorrecto, justo-
injusto. Cuando el adolescente tiene emociones intensas, puede idealizar a algunas personas y
demonizar a otras, sentirse totalmente competente en un minuto y que no vale nada al siguiente,
querer independencia total a veces y ser totalmente dependiente en otras oportunidades,
dejarlos de lado un momento y luego demandar incesantemente su atención. También ustedes
pueden verse atrapados en este pensamiento del tipo “al modo mío”. Pueden volverse reactivos
emocionalmente hacia el modo de pensar de su hijo y fluctuar entre respuestas extremas.
En este capítulo, veremos formas de disminuir estas luchas de poder y de ayudarlos tanto a
ustedes como a los demás miembros de la familia a encontrar la forma de avanzar cuando se
sienten atascados. Analizaremos una aproximación equilibrada a la paternidad, que les ayudará
a aceptar la validez de posiciones y perspectivas contradictorias. Esta aproximación les permitirá
encontrar una síntesis o “camino del medio” y ejercer más efectivamente su rol de padres (Miller,
Rathus & Linehan, 2007).
Encontrando el camino del medio: Pensamiento dialéctico
Pensamiento dialéctico significa reconocer que existe validez en perspectivas diferentes; es una
forma de sintetizar las inevitables contradicciones que existen en el mundo real, y entre las
personas, de forma que se pueda dar forma a un nuevo camino – un camino del medio. También
significa disminuir el pensamiento extremo, absoluto y/o rígido, de modo de poder aceptar y
considerar múltiples puntos de vista. Ustedes y su hijo ven las cosas de forma diferente y tienen
a menudo objetivos contradictorios, lo que frecuentemente lleva a luchas de poder en tanto
procuran convencer al otro de que “uno está en lo correcto”. A menudo pueden sentirse
atascados e incapaces de avanzar. Descubrir el camino medio a través del pensamiento dialéctico
ayuda a minimizar estas luchas de poder, en la medida en que tanto los padres como el
74
adolescente abandonan sus posiciones rígidas y buscan una solución o entendimiento que
funcione para ambas partes. Las ideas que siguen les ayudarán a encontrar ese camino del medio
a través de la aplicación del pensamiento dialéctico.
 Existe más de un solo punto de vista válido al percibir las situaciones, circunstancias,
personas e incluso la historia.
 Es útil evitar ver las cosas como “todo-bien” o “todo-mal”.
 El cambio es posible y probable.
 El sentido o significado y la verdad cambian con el tiempo.
 La forma en que son hoy las cosas puede cambiar mañana.
Dinámicas familiares y perspectivas múltiples
Ustedes, al igual que otros padres, pueden sentirse confundidos a menudo por lo que observan
en su hijo adolescente. Dado que el cerebro y el cuerpo del adolescente se están desarrollando,
se encuentra en un estado de cambio permanente. Cuando se acepta esta noción de cambio
constante, es más fácil que los padres desarrollen formas de responder que (1) sean consistentes
y flexibles, (2) promuevan la independencia, aunque los padres estén siempre disponibles cuando
sea necesario y (3) provean estructura y límites aceptando a la vez que el adolescente probará y
tomará una serie de alternativas diferentes.
A menudo se descubren peleando entre ustedes o con su hijo, tratando de probar que lo que
cada uno cree o quiere hacer es lo correcto y que son mejores que el otro. Gastan energía
debatiendo que su verdad es la verdad. Al mismo tiempo, otros integrantes de la familia tratan
de convencerlos de que la verdad de ellos es la verdad. Estas peleas solo generan más peleas.
Cuando se percibe el mundo de un modo extremo correcto-incorrecto o esto-o-esto, la única
alternativa a tener la razón es estar equivocado. Las personas pelean muchísimo por tener la
razón y asegurar que los demás estén de acuerdo con ellos o validen su postura. Esto queda más
claro incluso en las familias; los adolescentes a menudo quieren que sus padres estén de acuerdo
con ellos porque el desacuerdo significa que están equivocados, lo que les parece intolerable. A
menudo ocurren conflictos entre los padres, ya que cada uno quiere convencer al otro de que
sabe educar mejor a su hijo. Lo que ayuda a minimizar estas luchas es aceptar que pueden existir
múltiples puntos de vista y buscar lo que hay de válido en cada punto de vista – siendo breves,
aceptando que uno no siempre tiene que tener la razón para no estar equivocado.
75
Escogiendo el camino del medio: Cómo pensar dialécticamente
Herramientas muy específicas y prácticas pueden ayudar a cambiar la forma en que hablamos y
nos comunicamos y, en consecuencia, pensar más dialécticamente. Utilizándolas, seremos más
capaces de encontrar el camino del medio que nos lleve a una paternidad más equilibrada. Una
de las formas más fáciles para moverse desde el pensamiento rígido al pensamiento dialéctico es
practicar el no usar la palabra “pero” y reemplazarla por la palabra “y” en todas las ocasiones y
situaciones. Piensen acerca de los diferentes significados de estas frases.
Estoy feliz de que te haya ido bien en el examen, pero todavía tienes que estudiar más.
Estoy feliz de que te haya ido bien en el examen, y quiero que sigas estudiando más.
O estas:
Me siento orgulloso de ti la mayor parte del tiempo, pero me decepciona la forma en que
te portaste.
Me siento orgulloso de ti la mayor parte del tiempo, y estoy decepcionado por la forma
en que te portaste.
En las frases que utilizan el “pero”, la primera parte queda en segundo plano respecto de la
segunda parte. El adolescente se va recordando solamente lo que tiene que hacer o que ustedes
están decepcionados de él. Utilizar “y” valida ambas partes. Practiquen el pensamiento dialéctico
utilizando este pequeño, y con todo muy significativo, cambio en la forma en que ustedes se
expresan. Cuando los padres comienzan a incorporar este poderoso cambio - "utilizado "y" en
lugar de "pero” – remarcan que su punto de vista del mundo, su capacidad de aceptar
contradicciones y la forma de pensar acerca del adolescente y de comunicarse con él es muy
diferente. Considere estas formas adicionales de pensar más dialécticamente (Miller, Rathus &
Linehan, 2007):
 Utilicen el pensamiento “ambos-y” en lugar de uno-u-otro (esto-o esto). Por ejemplo,

consideren que su hijo puede ser tanto amable y centrado en sí mismo, en lugar de o
amable o centrado en sí mismo.
76
 Reduzcan el uso de términos absolutos como “siempre”, “nunca”, “todos”, “nadie” o

variaciones de estas palabras.
 Muestren disposición a considerar alternativas y acepten las opiniones de otros como
válidas, aún si son diferentes de las suyas o si no están de acuerdo con ellas.
 Eviten frases como “Así son las cosas” y sustitúyanlas por “Yo pienso [o Yo siento]___.”
En la tabla que sigue presentamos algunos ejemplos de afirmaciones dialécticas y no dialécticas.

Observe cómo (1) las frases no dialécticas reflejan el pensamiento blanco-o-negro que a menudo
se observa en los adolescentes con emociones intensas, y (2) las frases dialécticas que no
contienen palabras absolutas y que aceptan perspectivas alternativas o más equilibradas.
Afirmaciones no dialécticas Afirmaciones dialécticas
Confío en todos. Confío en algunas personas y me cuesta

O confiar en otras.
No confío en nadie.
Nunca hago nada bien. Algunas cosas me resultan fáciles y otros son
O un desafío para mí.
Siempre me resultan las cosas.
No puedo levantarme si me hieres. Me enojo cuando me hieres y aún te sigo

queriendo.
O
No es tan grave si me hieres.
Los desafíos del pensamiento polarizado para padres y adolescentes
Como la mayoría de los padres y adolescentes, ustedes y su hijo se polarizarán a veces en su

pensamiento y en las formas que se responden unos a otros, creando dilemas dialécticos –
decisiones entre posiciones similares en cuanto a su extremidad y dificultad de sostener. Cuando
77
el adolescente tiene emociones intensas, los patrones pueden volverse más rígidos y las luchas
más poderosas, a medida que cada uno insiste en su propio punto de vista. Las respuestas rígidas
o extremas rara vez son efectivas en el largo plazo y pueden resultar disruptivas para las
interacciones familiares. Es posible que usted se radicalice en una posición y el otro padre en la
otra, procurando compensar las dos partes. Por lo general esto genera más conflicto y confusión.
A medida que cambian las circunstancias y emociones, o que ustedes o el adolescente sienten
que no están logrando lo que quieren, pueden observar que pasan de uno a otro extremo. Tanto
los padres como el adolescente alternan entre posiciones extremas en los temas que siguen
(Miller, Rathus & Linehan, 2007):
 Responder a conductas típicas de la adolescencia como si se tratara de problemas, o

responder a conductas problemáticas como si fueran normales
 Ser excesivamente indulgentes, tener bajas exigencias y escasos límites, o ejercer
demasiado control o ser demasiado estricto
 Dar demasiada autonomía y libertad o restringir y no otorgar la suficiente independencia
y tal vez incentivar la dependencia
Si se encuentran a sí mismos reaccionando de modo extremo o rígido, u oscilando entre extremos,

serán padres más efectivos cuando (1) estén más equilibrados, menos extremos y encuentren
alternativas de compromiso; (2) respondan juiciosa más que emocionalmente a las conductas; (3)
encuentren formas de evaluar las conductas en el momento, sin temores respecto del pasado o
del futuro; y (4) sepan lo que es propio de la adolescencia (y lo que no), teniendo en mente que
la adolescencia es un tiempo de experimentación, rebelión y focalización en el grupo de pares.
Decisiones difíciles: respondiendo a las conductas adolescentes
Minimizar conductas Ser demasiado reactivo y

problemáticas y no responder preocupado respecto de
efectivamente a ellas conductas propias de la
adolescencia
78
Pueden descubrirse sobre reaccionando a conductas que son bastante comunes entre los jóvenes
(por ejemplo, poner los ojos en blanco, ser contestatario, lenguaje poco respetuoso, entre otros)
y, al mismo tiempo o en otros momentos, darse cuenta de que están ignorando o no tomando en
cuenta conductas que son más bien problemáticas (consumo de drogas, sexo riesgoso, infligirse
daño a sí mismo y otros). La forma en que ustedes perciben y responden a las conductas suele
estar influida por su educación, las conductas anteriores de su hijo y/o por el historial de salud
mental de su familia. Si su hijo tiene un historial de agresión, es posible que ustedes se preocupen
más que otro padre cuando tira las puertas. Si existen antecedentes de problemas mentales en
la familia, los padres podrían sobre reaccionar a las conductas, o no darles importancia, como
forma de manejar sus temores. También pueden dejarse pasar conductas problemáticas o vigilar
excesivamente conductas propias de la adolescencia, cuando un hermano tiene dificultades
emocionales o conductas de riesgo. Cuando se reacciona a una conducta, o se omite una
conducta, sobre la base de la historia o emociones personales, la paternidad será menos efectiva
y habrá más roces y fricción en la familia.
Cuando el adolescente tiene emociones intensas, los padres desarrollan un umbral elevado para
los problemas conductuales, ya que pueden llevar largo tiempo inmersos el tema. O pueden
focalizar su atención en los asuntos escolares, que parecieran ser más manejables, en tanto que
el consumo de drogas o las autoagresiones pueden ser más problemáticas. Es posible excusar las
conductas problemáticas, “a fin de cuentas solo es un adolescente”, como forma de normalizarlas
o no considerarlas por no sentirse capaz de modificarlas. En el otro polo del espectro, los padres
pueden sentirse tan superados por la peligrosidad de las conductas de su hijo adolescente que
les resulte más fácil focalizarse en, o preocuparse por, problemas más mundanos o de la vida
diaria. Es fácil ver cómo la percepción personal de lo que es típico de la adolescencia o de lo que
es problemático puede estar sesgada cuando existe una intensa emocionalidad. Y para poder
ejercer una paternidad efectiva, es importante tener claridad acerca de las conductas que
constituirán las prioridades, como la seguridad, y tomar las emociones juiciosamente en lugar de
emocionalmente.
Las respuestas extremas acarrean sus propios problemas a los padres. Si se omiten las conductas
problemáticas, los padres podrían no darle a su hijo la ayuda que necesita e, inadvertidamente,
permitir que el adolescente continúe involucrado en la actividad riesgosa. Por otro lado, si los
padres se preocupan excesivamente por conductas típicas de la adolescencia, pueden frenar el
desarrollo del adolescente, generar más ansiedad en sí mismos y producir fricciones en
circunstancias en las que la aceptación podría resultar más efectiva.
79
Respuestas equilibradas
Para decidir si una conducta constituye un problema, consideren la conducta en sí misma, la

intensidad con que se presenta, su potencial de riesgo y las formas en que la conducta domina o
interfiere con la vida de su hijo en general. Adicionalmente, consideren por qué ocurre la
conducta; pregúntense si una determinada conducta podría ser parte de la experimentación
normal de un adolescente, como consumir alcohol en una fiesta, o si la conducta es una forma de
manejar emociones difíciles, como consumir alcohol a solas y en secreto. Si bien ambas conductas
son motivo de preocupación, la forma en que los padres respondan será diferente. Busquen
ayuda de un profesional de la salud mental si están preocupados por la naturaleza riesgosa de la
conducta de su hijo adolescente.
La tabla que sigue muestra ejemplos de conductas típicas y conductas problemáticas.
Conductas típicas del adolescente Conductas problemáticas del adolescente
Volver del colegio y encerrarse en su Dormir siempre que no está en el colegio.

habitación hasta la hora de la cena.
Experimentar sexualmente con pares del Tener sexo secretamente con parejas
colegio. encontradas en Internet.
Pelear con sus padres. Romper cosas o actuar agresivamente

cuando se le ponen límites.
Sentir ansiedad ante la toma de decisiones. Paralizarse por la incapacidad de decidir.
Experimentar estrés en el colegio, sentirse Negarse a ir al colegio.

abrumado o agobiado.
A fin de disminuir las luchas de poder, tensiones y dificultades que resultan de preocuparse en
exceso por conductas típicas de la adolescencia – o de lo contrario, desestimar o ignorar
conductas problemáticas – busquen las formas en que pueden avanzar hacia un enfoque menos
extremo y más equilibrado.
80
Si tienden a sobre reaccionar a las conductas típicas del adolescente, necesitarán aprender a
reconocer lo que es una conducta típica de la adolescencia y dejar de verlas como problemáticas.
Pueden lograr esto de diversas maneras:
 Hablen con otros padres, asistan a talleres para padres o utilicen la información de la tabla
anterior para ver qué es lo típico y lo problemático en la conducta del adolescente.
 Consideren la función que cumple la conducta y respondan con menos preocupación si la
conducta no es peligrosa ni disruptiva.
 Piensen juiciosamente acerca de si la conducta se presenta en situaciones sociales y está
relacionada con la experimentación del adolescente o con el desarrollo de su identidad.
Cuando comprendan y acepten cuáles conductas son propias de la adolescencia – aun cuando
esto le parezca desafiante o frustrante – y cuáles escapan de la norma, podrán responder de
modo más equilibrado y menos extremo, acorde al tipo de conducta. Encontrar el punto de
equilibrio puede constituir un desafío y dependerá de las variables particulares de cada situación;
y, al mismo tiempo, les proporcionará una estructura y orientación útiles para responder
efectivamente.
¿Qué siente su hijo adolescente?
Invalidarse a sí mismos,
Racionalizar o excusar pensar que están totalmente
conductas problemáticas confundidos o cuestionarse
todas sus conductas
Los adolescentes, también, se debaten alrededor de si sus conductas son normales o no. Los
padres pueden estar muy confundidos por la inconsistencia que ven en la conducta de su hijo.
81
Ayuda cuando entendemos las formas en las que él puede fluctuar entre aceptar sus conductas
como “bien” o verse a sí mismo “confundido o hecho un desastre”.
A fin de sentirse normal y de no sentirse diferente, algunos jóvenes, a veces, justifican,
racionalizan o no dan importancia a conductas problemáticas, diciendo que son las mismas
conductas de sus amigos. (“¿Y qué si me desmayé después de la fiesta? – Les pasa a todos mis
amigos.”) Es difícil para cualquier adolescente aceptar que puede tener un problema y ser
diferente a sus pares, de modo que puede negar que tiene problemas. Otros adolescentes
pueden irse al otro extremo y percibirse a sí mismos como “un desastre total” que jamás se
comporta como un adolescente normal y que tendrá problemas toda la vida, sintiendo
desesperanza como resultado. (“No puedo hacer nada bien. Todos los demás saben cómo hacer
este trabajo pero es imposible para mí. Jamás podré hacerlo.”) Invalidan sus sentimientos y
experiencias del mismo modo en que pueden haberse sentido invalidados por los demás. Los
padres pueden sentirse aún más confundidos cuando su hijo fluctúa entre estas respuestas
extremas, lo mismo que les sucede a ellos.
Ayuda comprender las dinámicas que generan estas distintas respuestas extremas en el
adolescente. Le permitirá dar respuestas más sabias que ayudarán a su hijo a encontrar alguna
medida de equilibrio para él.
Respuestas extremas: indulgencia y rigurosidad
Pedir muy poco o tener muy Ejercer mucho control,

bajas exigencias o pocos ser muy estricto, tener
límites, siendo sobre muchos límites o ser
indulgente demasiado castigador
82
Pueden tener un estilo de paternidad que tienda a ser más laxo, minimice las reglas, exigencias y
exigencias, permitiendo más libertades al adolescente y confiando en sus propias decisiones. O
pueden tener un estilo de paternidad que sea más estricto, con menor grado de confianza, más
exigente y más castigador. Pueden querer tener más control sobre la conducta de su hijo. Si el
adolescente tiene emociones intensas que resultan en problemas de conducta, los padres pueden
reaccionar en modos que constituyen una exageración de sus estilos de paternidad naturales, o
desarrollar un estilo de paternidad completamente diferente.
Si, por ejemplo, el adolescente o adulto joven se torna muy intenso emocionalmente, se daña a
sí mismo, amenaza u ofende cada vez que se le fija un límite o se le niega algo, los padres pueden
llegar a sentirse tan cansados y tan temerosos de la posibilidad de una exabrupto agresivo o
violento, que eviten por completo el establecimiento de límites. Si bien podemos reconocer que
esto no resulta efectivo – porque libera de frenos al adolescente, dejándolo sin los límites
necesarios para guiarlo y – además – transmitiéndole el mensaje de que atemorizando a otros
logra lo que quiere – es comprensible que quieran evitarse estas reacciones actuando de forma
más permisiva de lo que quisieran ser.
Por el otro lado, los padres pueden volverse más controladores del adolescente, ser más estrictos
en sus exigencias y aumentar los límites cuando sienten temor de que las conductas impulsivas,
riesgosas o peligrosas del adolescente puedan llevarlo a consecuencias serias. Bajo estas
circunstancias, también resulta fácil ver cómo los padres quieren ejercer más control sobre las
decisiones conductuales del adolescente, para mantenerlo seguro, sorprendiéndose hasta ellos
mismos cuando le niegan permisos que otros padres darían sin siquiera dudarlo. Batallan entre
mantener seguro a su hijo y a la vez procurar de tener algo de calma dentro del hogar.
Los padres pueden fluctuar entre estos dos extremos de conducta. El cansancio, las continuas
peleas con el adolescente y los estallidos emocionales descontrolados pueden llevar a que se den
por vencidos, cedan y dejen que su hijo haga lo que quiera. Cuando ven que la conducta de su
hijo se vuelve más insegura en ausencia de límites y controles, pueden irse al otro extremo y
responder de un modo más controlador. Moverse de una respuesta extrema a otra no es efectivo
y de hecho lleva a más conductas malsanas en el adolescente.
83
Su objetivo es equilibrar un grado de estructura y orientación con la voluntad de asumir algunos

riesgos, permitiendo al adolescente tomar algunas decisiones propias. El adolescente necesita
tanto límites como libertades a fin de avanzar en las etapas del desarrollo adolescente.
Si piensan que están actuando muy indulgentemente y que eso deja espacio para que su hijo haga
todo lo que quiera, incluso si va contra los valores de ustedes (por ejemplo, el caso de padres que
no reaccionan cuando su hijo consume drogas en el hogar) o pone en riesgo a otros miembros de
la familia (por ejemplo, permitir al adolescente que traiga a personas extrañas a su casa), tendrán
que moverse hacia una forma de respuesta más autoritaria. Pueden hacerlo a través de estas
acciones:
 Conversen calmadamente y en forma clara sus reglas, límites, exigencias y potenciales

consecuencias.
 No den permiso para actividades con las que no están de acuerdo o que piensan que
podrían ser riesgosas para su hijo u otros miembros de la familia.
 Hagan seguimiento a lo que han dicho y a lo que esperan, sin ceder si la conducta de su
hijo se vuelve más desafiante o agresiva.
 Traten a su hijo con respeto y amor mientras le dicen lo que esperan de él.
Es posible que tengan que soportar algunas conductas desagradables en tanto que su hijo procura
que ustedes le den lo que él quiere. Al principio, será difícil realizar estos cambios, especialmente
cuando el adolescente responde con intensidad emocional. Para expresarlo dialécticamente: a
fin de ejercer una paternidad efectiva – si bien resulta duro – es necesario realizar estos cambios.
Si se han vuelto más controladores en la forma de reaccionar a las elecciones y decisiones

potencialmente más riesgosas de su hijo, necesitarán bajar el grado de control y aumentar la
autodeterminación del adolescente, así como su capacidad para tomar sus propias decisiones
asumiendo algunos riesgos. Pueden hacerlo realizando estas acciones:
 Establezcan y observen los límites juiciosamente, de modo que estén focalizado en

aquellos que son los más importantes.
84
 Analicen con su hijo cómo puede él tomar decisiones seguras y efectivas, en tanto que le
permiten que asuma un mayor grado de control.
 Hagan saber a su hijo que tendrá más libertades y privilegios a medida que demuestre
responsabilidad en la toma de decisiones seguras; y estén preparados para otorgar estos
privilegios.
 Asuman el riesgo de permitir que su hijo tome algunas decisiones por sí mismo y
continúen permitiendo más libertades a medida que él se gana su confianza.
Ejemplos de respuestas equilibradas
Situación A: Su hijo adolescente es hallado en una fiesta a la que no tenía permiso

para ir y en la que estaba consumiendo alcohol y drogas. Es posible que en este
momento ustedes sientan que ya no pueden volver a confiar en él y, como
resultado, limitan las actividades no supervisadas con sus amigos. El tiempo pasa y
su hijo comienza a demandar más libertad. Como padres podrían ceder
gradualmente en el control y aumentar sus privilegios en la medida en que él
responda a progresivos niveles de confianza:
1. Vayan a dejarlo y buscarlo a una hora específica y en un lugar público,

después de un tiempo delimitado.
2. Aumenten el tiempo que le permiten pasar con sus amigos.
3. Permitan que vaya a una fiesta en casa de un amigo, en la que habrá
supervisión adulta, luego de confirmarlo con los padres del amigo.
4. Permitan más independencia en la elección de actividades.
5. Otorguen más libertad en su ir y venir de las actividades escogidas.
Situación B: Descubren a su hijo posteando imágenes sexuales en un sitio web. Su

respuesta es quitarle el acceso a Internet. Transcurrido un tiempo, su hijo solicita
tener acceso nuevamente a Internet. Ustedes todavía no confían en él y quieren
instituir algunas pautas:
1. Permitan acceso limitado y supervisado a Internet después de que su

hijo esté de acuerdo en que les permita revisar su historial de
navegación y posteos.
85
2. Vayan aumentando el tiempo de conexión a Internet permitido.

3. Permitan que use Internet en privado y sin supervisión, siempre
revisando el historial de navegación y los posteos.
4. Permitan el acceso a Internet con menos supervisión, estableciendo un
límite, confiando en que accederá solo a sitios aprobados.
5. Aumenten el tiempo de uso de Internet sin supervisión y sin revisión.
En estos dos ejemplos, el adolescente puede ir recuperando gradualmente los

privilegios, la libertad y la confianza paterna de que disfrutaba anteriormente.
Quitar parte del control y permitir mayor libertad a su hijo generará ansiedad en los padres,
especialmente al inicio. También existirá ansiedad y temores si comienzan a establecer límites a
los que su hijo reacciona enfurecido. En el capítulo 9, entregaremos ciertas pautas para manejar
la ansiedad en estas situaciones, de modo que no interfiera con la paternidad equilibrada y
efectiva.
Las respuestas equilibradas finalmente reflejarán que hay oportunidades en las que los padres
querrán ser más indulgentes y otras ocasiones en las que necesitarán ejercitar más control
paterno. Harán lo que funcione en una situación dada, sopesando todas las variables y actuando
juiciosamente. Establecerán límites y permitirán al adolescente realizar decisiones
independientes, moviéndose estratégicamente de uno a otro punto conforme sea necesario.
No demostrar autodisciplina, Tener como expectativa la

no preocuparse acerca de las perfección, ser
consecuencias extremadamente
autocastigador
86
Su hijo está desarrollando la habilidad de responder efectivamente a los desafíos, y puede sentir
que está luchando por cumplir consistente y equilibradamente con las exigencias (tanto las de
sus padres como las propias). Puede, en ocasiones, ser demasiado duro consigo mismo o tener
expectativas irreales y perfeccionistas para sí mismo. En otros casos, puede no tomarse las cosas
seriamente y ser demasiado indisciplinado para completar sus responsabilidades. Ambos
extremos sin inefectivos y lo hacen sentir infeliz y decepcionado con el resultado.
Los padres pueden sorprenderse de la aparente falta de preocupación respecto a su

comportamiento en un momento y luego verlo afligido por su conducta. Esto resulta perturbador
tanto para los padres como para el adolescente, y la fluctuación de uno a otro extremo contribuye
a la tensión y conflicto en el hogar. La validación de las preocupaciones del adolescente de parte
de sus padres y el deseo que estos tienen de que cumpla con sus exigencias, lo ayudarán a
desarrollar una aproximación más equilibrada.
Respuestas extremas: fomentando la dependencia o incentivando

demasiada independencia
No permitir que el adolescente Permitir independencia

tenga libertad respecto de sus más allá del nivel de
padres madurez del adolescente
Los adolescentes necesitan asumir riesgos, aprender cómo tomar sus propias decisiones y tener
oportunidades en las que puedan desarrollar su sentido de identidad a medida que avanza hacia
la adultez. Aprender a funcionar de forma independiente es una tarea evolutiva de la
adolescencia y requiere práctica, experimentación y oportunidades para aprender. A muchos
padres les provoca ansiedad dejar que sus hijos prueben nuevas conductas; cuando el
adolescente tiene emociones intensas y conductas que pueden terminar (o que ya han
87
terminado) en problemas, el miedo y la ansiedad pueden llegar a ser casi paralizantes. Si bien los
padres pueden reconocer que están trabando el desarrollo de su hijo o su deseo natural de
volverse más independiente al no permitirle libertad alguna, al mismo tiempo pueden sentirse
muy temerosos de las posibles consecuencias de permitir que sigan su curso las conductas propias
o naturales de esta etapa evolutiva.
O también los padres pueden sentirse abrumados de ejercer su rol con un adolescente que
demanda libertad e independencia rechazando su aporte, estructura u orientación. Como
resultado, pueden permitir la independencia casi total del adolescente, sin brindar el apoyo y
orientación necesarios. Pueden abstenerse de su rol paterno antes de que el adolescente sea
realmente capaz de funcionar de forma independiente. A veces, esto se experimenta como más
fácil y puede resultar en un hogar más tranquilo, al menos temporalmente. También significa que
su hijo no va a contar con oportunidades de apoyo para desarrollar y valorar sus conductas
independientes. Ni aprenderá cómo pedir ayuda cuando esta sea necesaria o de ayuda. Si los
padres permiten esta libertad, con el tiempo tendrán temor de que el mal juicio y proceso de
toma de decisiones de su hijo creará situaciones peligrosas para él; podrán entonces girarse hacia
el otro extremo, aferrándose con mucha fuerza a su hijo. La ocurrencia de estas conductas
extremas es comprensible, como también está claro que ellas no permiten un proceso de
maduración saludable y seguro en el adolescente.
Ningún extremo – dar demasiada independencia o ningún grado de independencia – funcionará

a largo plazo. Aun así, los padres podrían saltar de uno a otro, o de manera no efectiva y
emocional, fluctuar entre las dos aproximaciones. El problema es cómo permitir las libertadas
apropiadas a la edad, en tanto se continúa orientando, ayudando y enseñando al hijo adolescente
a tomar decisiones seguras de forma independiente.
El objetivo de los padres es complementar la orientación y apoyo en la toma de decisiones con la

ayuda para que el adolescente se vuelva más independiente. Para ser padres de un modo
equilibrado y efectivo, se requiere proveer una red de protección: estar disponibles para cuando
el adolescente necesita ayuda, orientar cuando esté aprendiendo conductas nuevas y también
darle la oportunidad de aprender de sus errores.
88
Si bien es más difícil permitir la independencia del adolescente cuando sus decisiones no siempre
son seguras, es importante que se le dé espacio para tomar algunas decisiones propias, de modo
que pueda aprender a manejar la independencia y libertad. Si los padres fortalecen la
dependencia tomando las decisiones por su hijo y dejándole un margen mínimo de libertad,
pueden encontrar una aproximación más equilibrada siguiendo estos pasos:
 Piensen juiciosamente acerca de qué es una conducta típica de la adolescencia y permitan

al adolescente la libertad para experimentar con nuevas conductas de modo gradual y
efectivo.
 Enseñen a su hijo cómo solucionar problemas, a través de ejemplos de su propia vida.
 Entreguen lineamientos para que su hijo tome sus propias decisiones, hablando con él,
sopesando los pros y contras de sus decisiones y reconociendo las posibles consecuencias
de diferentes decisiones.
 Estén disponibles para orientar a su hijo cuando sea necesario, aun cuando pueda no
reconocer que lo necesita.
 Intervengan, junto a su hijo, si él necesita ayuda para atravesar situaciones que puedan
surgir en el colegio, trabajo, con amigos o en otras circunstancias.
Tengan claridad acerca de qué mantendrá la seguridad de su hijo en el corto plazo, junto con
permitirle aprender, crecer y desarrollarse de forma sana en el largo plazo. Esta es una tarea muy
difícil; requiere que los padres permitan al adolescente dar pequeños pasos al principio y tener
mayor libertad y capacidad de toma de decisiones a medida que demuestre que es capaz de
manejarse de forma responsable.
Si como padres han permitido a su hijo adolescente libertad e independencia sin límite alguno, al
punto de que no haya podido madurar lo suficiente como para manejarse efectiva y seguramente,
podrán encontrar un equilibrio siguiendo estas acciones:
 Negocien con su hijo qué libertades podría tener y cuáles deberían limitarse, manejándose
juiciosamente al guiar esta conversación.
 Sean consistentes en limitar algunas libertades, sin darse por vencidos ni ceder cuando su
hijo muestre conductas agresivas o amenazantes.
 Analicen con su hijo la importancia de ser capaz de pedir ayuda, y modelen esta conducta
cada vez que sea posible.
 Estén disponibles para ayudar cuando sea necesario y brinden la orientación necesaria.
89
Ejemplos de respuestas equilibradas
Consideren una situación en la que su hijo adolescente, que es alumno de segundo

año de enseñanza secundaria, quiere ir a una fiesta a la que irán algunos niños
mayores. Ustedes no quieren que vaya porque les preocupa que él no sea capaz de
manejar la presión de sus pares o los riesgos que pueda enfrentar. Quieren
responder no. Luego también piensan cómo puede ayudar a su hijo a aprender a
manejar estas situaciones.
1. Tendrá su teléfono encendido todo el tiempo.

2. Mientras esté en la fiesta, le mandará cada cierto tiempo un mensaje
diciendo que está bien.
3. Si tiene cualquier problema durante la fiesta, lo puede llamar a cualquier
hora y usted lo irá a buscar – sin hacer preguntas.
4. Deberá estar listo para que usted lo pase a buscar a la hora acordada.
De esta forma, ustedes pueden permitirle cierto grado de libertad, enseñarle a

resolver problemas y también a chequear sus conductas. Si es capaz de seguir estos
lineamientos, podrán disminuir las exigencias la próxima vez que pida permiso para
ir a una fiesta.
Encontrarán una aproximación equilibrada cuando respondan a las conductas de su hijo

entendiendo que el adolescente necesita libertad e independencia para poder crecer y aprender,
y al mismo tiempo, necesita límites y una estructura que lo guíe a través de esta reciente libertad.
Dar con el punto de equilibrio es la meta de la paternidad efectiva.
90
Necesitar constantemente Querer, y creer que

ayuda o atención de los padres puede, hacerse cargo de
o de otros, sentirse desvalido todo por sí solos, dejando
de lado a los otros
Una tarea evolutiva de la adolescencia es separarse de los padres a través de un proceso de

rebelión, experimentación y toma de decisiones independiente. Sin embargo, tal como el niño
pequeño da pasos mientras mira sobre el hombro para asegurarse que usted está cerca, su hijo
adolescente se siente reafirmado cuando los padres están disponibles al momento en que
necesita ayuda, orientación o apoyo. El adolescente con emociones intensas tendrá una
respuesta aún más extrema a su deseo interno de ser independiente, mientras que igual sigue
queriendo estar seguro de que sus padres estarán disponibles cuando y si es que los necesita.
Puede alejarlos agresivamente o exigir más independencia de la que está preparado para asumir.
O puede sentirse abrumado por la vida, las decisiones que tiene que hacer y demandar constante
atención de sus padres, pareciendo incapaz de tomar incluso decisiones simples. Es fácil entender
que ambos extremos constituyen un problema para los padres y para el adolescente. Si se siente
temeroso con demasiada independencia o se pone agresivo ante demasiada dependencia, puede
fluctuar y responder desde el otro extremo.
Los padres pueden sentirse confundidos acerca de cómo responder cuando el adolescente por
momentos los aleja y en otras ocasiones les exige una atención inmediata y constante, pareciendo
incapaz de hacer nada por sí solo. Este es un proceso natural que se agudiza con la intensidad
emocional. El adolescente tiene la necesidad natural de experimentar con la independencia y, a
la vez, saber que sus padres siguen disponibles para ayudarlo cuando lo necesite. Si bien es duro
sentirse dejado de lado, no tome esta conducta como algo personal; es una señal de que su hijo
está aprendiendo a ser independiente. Al mismo tiempo, estén disponibles, aun cuando esto
pueda representar un inconveniente, cuando su hijo lo necesite. El adolescente se beneficiará
91
cuando ustedes lo ayuden a encontrar un equilibrio entre la práctica de conductas adultas y

obtenga el apoyo y la ayuda que él, como todos, aún necesita. Este equilibrio puede ayudar al
adolescente a convertirse en un adulto joven sano y con confianza en sí mismo.
Encontrando un estilo de paternidad equilibrado en su conjunto
Las respuestas extremas o las fluctuaciones entre respuestas extremas no llevan a tener paz en
el hogar ni tampoco a que el adolescente llegue a ser un adulto sano. Pese a que no siempre
resulta obvio cómo encontrar el camino del medio, los padres se beneficiarán de dar un paso
atrás ante las situaciones y pensar cómo responder de un modo juicioso y equilibrado.
Encontrarán equilibrio siguiendo estos pasos:
 Proporcionen independencia a su hijo y apoyo y orientación cuando sea necesario o lo

solicite.
 Propongan alternativas, privilegios y límites a su hijo.
 Permitan que su hijo “gane” en algunos temas, cediendo y escogiendo las prioridades que
no son negociables.
 Trátenlo con firmeza y amabilidad.
 Brinden un sentido de pertenencia y la seguridad que estarán disponibles cuando sea
necesario y las alas para explorar y aprender por sí mismo acerca de la vida.
 Acéptenlo por ser quien es y entréguenle lecciones y expectativas de vida, que lo guíen
hacia ser un adulto sano.
Tal vez lo más importante sea que los padres se beneficiarán al equilibrar la aceptación de su hijo
tal cual es en este momento con la esperanza de que el cambio es posible y que hará que la vida
del adolescente sea mejor. Se sentirán mejor aceptando que, si bien su futuro podrá no ser el
que ustedes habían deseado para él, sí podrá lograr una vida satisfactoria para él.
Práctica para padres: Desarrolle su propia historia de la emoción
Piense en los temas analizados en este capítulo y pregúntese a sí mismo qué cambios necesita realizar – qué
conductas puede incrementar y cuáles va a disminuir – para encontrar a aproximación más equilibrada. Escriba sus
respuestas en una hoja de papel o en un cuaderno.
92
Síntesis
En este capítulo, hemos analizado cómo desarrollar una aproximación paterna más equilibrada,
pese a las dificultades inherentes al rol de padres de un adolescente que tiene emociones
intensas. Revisamos los temores y preocupaciones que a menudo son la causa de que los padres
rigidicen sus respuestas o de que fluctúen entre posiciones extremas. Luego analizamos los
conflictos a que pueden verse enfrentados los padres y formas de resolverlos que fomentarán
que el adolescente, pese a su intensidad emocional, navegue sano y seguro a través de las tareas
normales de la adolescencia.
Puntos clave:
 Pensar y actuar de una forma equilibrada, menos extrema, ayuda

a los padres a manejar impulsos y puntos de vista aparentemente
contradictorios. Les ayuda a ejercer su rol de forma más
equilibrada, al aceptar que existe validez en otros miembros de la
familia, aún si se está en desacuerdo con ellos.
 A veces los padres pueden reaccionar de forma extrema, cuando
están asustados, preocupados o cansados. Estas respuestas
extremas por lo general no son efectivas.
 Los padres pueden equilibrar la tendencia a adoptar posiciones
extremas al comprender las tareas evolutivas propias de la
adolescencia, establecer límites, proveer una estructura
manteniendo una cierta flexibilidad y brindando oportunidades
para que el adolescente cuente tanto con libertad como con
apoyo y orientación.
93
PARTE 2
RESPONDIENDO A LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA
CAPITULO 5
Conductas suicidas y autoagresivas
Este capítulo será relevante para ustedes si su hijo adolescente, o adulto joven, ha tenido
cualquiera de las siguientes conductas: amenazas de suicidio, intentos de suicidio, autolesiones
(cortes, quemaduras, sobredosis, golpearse la cabeza y similares).
Una de las experiencias más difíciles, angustiantes y duras que puede enfrentar un padre es tener
un hijo adolescente que expresa el deseo de no querer vivir, tiene intentos de suicidio o realiza
cualquier tipo de conductas de daño a sí mismo. Si ustedes se encuentran en esta situación
estarán, lo que es comprensible, confundidos y atemorizados con estas conductas, sorprendidos
de que su hijo pueda sentirse o comportarse de este modo, cuestionándose si estas conductas
pueden ser una forma de “llamar la atención”, y con temor a que en realidad ponga término a su
vida. Si su hijo habla acerca de querer morir o dañarse a sí mismo, es posible que los padres
cambien el modo de ejercer su rol, a menudo tomando decisiones y alternativas basadas en el
miedo de que si se “equivocan”, serán la causa de que su hijo se haga daño a sí mismo.
En este capítulo, analizaremos formas de paternidad efectiva en el caso de un adolescente, o de

un adulto joven, cuyo deseo de dañarse a sí mismo resulte ser tan inexplicable como intimidante.
Nos referiremos a formas para que los padres manejen la necesidad de responder a conductas
suicidas o autolesivas sin reforzar la conducta y ayudando a mantener a salvo al adolescente.
94
Entendiendo la conducta suicida y autodestructiva
Se hace una distinción clínica entre conducta suicida e intento suicida y las conductas no suicidas
de autoagresión, como quemaduras, cortes, sobredosis y otras conductas en las que existe un
daño al cuerpo pero no está presente la intención de morir. Sin embargo, toda autoagresión,
exista o no la intención de morir, es seria y peligrosa, y es la prioridad fundamental para la
intervención clínica y la respuesta de parte de los padres. Los adolescentes que se autolesionan
están expuestos a un mayor riesgo de suicidio (Hawton & Harris, 2007). Los adolescentes que no
intentan matarse pueden hacerlo no intencionalmente, o accidental o impulsivamente causar
más daño del que pretendían.
Es importante distinguir entre la intención de una conducta y sus consecuencias. Por lo general,
los adolescentes comienzan a ocasionarse daño físico a sí mismos o a expresar impulsos suicidas
a fin de reducir el malestar emocional, entre otras razones – no para llamar la atención. No
obstante, pese a que la intención original de la conducta pueda haber sido enfrentar emociones
difíciles, el adolescente inevitablemente recibirá atención por su conducta: los padres estarán
más vigilantes y procurando mantenerlo a salvo. Con el tiempo, el adolescente puede aprender
que su conducta amenazante de hecho sirve para conseguir lo que quiere; y comenzar a utilizar
esta conducta para conseguir lo que quiere, pese a que esa no era originalmente su intención. Si
bien se entiende que los padres puedan enojarse cuando creen que su hijo está utilizando su
conducta para lograr lo que quiere, les ayudará responder de modo menos emocional y más
efectivo si tienen en mente que la intención original de la conducta fue manejar el malestar.
Entendiendo los pensamientos y conductas suicidas
Los adolescentes pueden llegar a sentirse desesperanzados o deprimidos ante la ocurrencia de

un evento negativo en sus vidas o experimentar estos sentimientos sin relación alguna con un
evento gatillante. Algunos lo experimentan como si una nube negra siempre hubiera estado
sobre ellos, disminuyendo cualquier placer en su vida; para otros, esta puede ser una sensación
nueva. Los adolescentes que se sienten impotentes para cambiar la forma en que se sienten y
sin esperanza de que sus vidas puedan mejorar, pueden considerar a la muerte como una vía de
escape a su sufrimiento. Los adolescentes buscan desesperadamente terminar con el malestar
que sienten es incesante y sentir que el suicidio es la única respuesta.
95
Entendiendo las conductas autodestructivas
Autoagresión es cualquier conducta deliberada, impulsada emocionalmente que resulta en un

daño físico externo o interno. A continuación algunas de las razones por las que un adolescente
puede auto agredirse:
 Para regular sus emociones; un intento de manejar el sufrimiento que está sintiendo en
el momento.
 Para sentir algo más que intranquilidad.
 Para reducir el aislamiento e identificarse más con un grupo de pares.
Algunas conductas de autoagresión (como los cortes) producen liberación de endorfinas, lo que
genera placer como un antídoto al sufrimiento que está sintiendo el adolescente. Estas conductas
continúan en el tiempo porque alivian de forma inmediata el malestar emocional. Se entiende
por qué esta conducta puede ser utilizada una y otra vez por un adolescente cuyo malestar
emocional es agobiante.
Muchos adolescentes se causan lesiones en lugares que no son visibles para los demás, como en
su estómago, muslos, nalgas u otras zonas no visibles. Si los padres consideran que el adolescente
lo hace para llamar la atención, el secretismo de la conducta puede ayudarles a aceptar que la
intención puede ser distinta a la que originalmente pensaron.
El alivio que siente el adolescente después de causarse daño puede ser inmediato. Después de
que ha realizado la conducta y reducido la intensidad de su malestar, puede sentir vergüenza o
decepción de sí mismo. Algunos adolescentes comienzan a preocuparse por las cicatrices o por
molestar o decepcionar a las personas a las que quieren y a las que cuidan de ellos.
Uno de los objetivos del tratamiento es ayudar al adolescente a tomar consciencia de las
consecuencias negativas de su conducta antes de que se involucren en ella, de modo que pueda
escoger no causarse daño y de ese modo sentir menos vergüenza y decepción de sí mismos. Si
su hijo adolescente está en tratamiento, puede aprender otras conductas que aliviarán su
malestar, pese a que no siempre tengan la misma eficacia o eficiencia. Puede aprender que al
recurrir a conductas alternativas, más sanas, reducirá en el corto y largo plazo las consecuencias
negativas y lo ayudará a sentirse mejor respecto de sí mismo.
96
Respuestas de los padres a las conductas suicidas o autodestructivas
Al igual que otros padres de adolescentes o de adultos jóvenes con conductas suicidas o
autodestructivas, ustedes podrían preguntarse qué debieran hacer para mantener a su hijo a
salvo, cómo responder cuando descubren que se ha hecho daño a sí mismo y cómo validar los
sentimientos de su hijo en estas situaciones. Podrían hacerse preguntas como: “Cuando vemos
una evidencia de autolesiones, ¿deberíamos (1) hablar con él acerca de por qué lo hace, (2) llamar
a su terapeuta, (3) revisar su habitación y guardar todos los cuchillos que hay en la casa, (4)
preguntarle cómo se siente por lo que hizo, (5) quitarle todos sus panoramas y privilegios, o (6)
llevarlo a la clínica?”. No hay respuestas fáciles, tampoco soluciones fáciles. Las respuestas
efectivas involucran pensar y actuar prudentemente y permanecer focalizados tanto en los
objetivos de corto como de largo plazo. En esta sección analizaremos algunas respuestas posibles
utilizando el caso que sigue:
Ana, de 15 años, ha venido teniendo crecientes dificultades para mantenerse al día con sus
tareas escolares. Además, su novio – con el que llevaba tres meses – rompió con ella y eso la
deprimió mucho. Sus padres no querían producirle más problemas, de modo que bajaron su
nivel de exigencias y dejaron que pasara sola en su habitación la mayor parte del tiempo. Poco
después del quiebre con su novio, sus padres recibieron un llamado del orientador del colegio,
quien les dijo que algunos alumnos reportaron estar preocupados porque Ana había dicho que
quería morir, luego se rio y dijo que estaba bromeando. Ana no entendía por qué tanto
escándalo de parte de sus amigas y por qué lo habían comentado. Su respuesta a las preguntas
acerca de rasguños fue que se había arañado algunas veces los brazos con un clip y que no lo
haría nuevamente. Programaron una cita con su pediatra, quien descubrió que desde hacía
algún tiempo venía haciéndose cortes en sus muslos y estómago, con cicatrices importantes.
Sus padres quedaron muy confundidos con esta conducta y se sintieron culpables por no
haberse dado cuenta de lo que Ana estaba haciendo. Empezaron a cuestionarse y a
preguntarse qué clase de padres eran como para no saber acerca de una conducta tan grave o
acerca del sufrimiento de su hija, que ahora se había puesto de manifiesto. Al mismo tiempo,
Ana comenzó a contarles acerca de lo mal que se sentía desde la ruptura con su novio y lo
desesperanzada que se sentía acerca de la vida.
97
Respuesta de los padres a las amenazas o conductas suicidas
Independiente de que se trate de una depresión crónica o de una depresión situacional, cualquier
comentario acerca de querer morir, en especial si existe un plan (“Siento como si fuera a saltar
por la ventana”; “Sé dónde obtener un montón de las pastillas que tomo”), debe ser considerado
seriamente. Los padres no pueden evaluar si el adolescente “lo dice en serio”, y necesitarán
encontrar formas de mantenerlo a salvo y hacer que lo evalúe un profesional de la salud mental.
Esto significa llevarlo a un terapeuta, llamar a un servicio de urgencia móvil (si es que existe en el
lugar en que viven), o llevarlo a un servicio de urgencia para ser evaluado.
También es importante, si existe preocupación por la seguridad de una persona joven, asegurarse
de que no tengo acceso inmediato a cosas que pudiera utilizar para quitarse la vida (incluyendo
cuchillos o armas) y que los medicamentos que podrían ser usado para una sobredosis (prescritos
o disponibles en algún mueble) estén bajo llave. Si el adolescente tiene impulsos o intentos
suicidas, su deseo por la privacidad no debe interponerse en el camino por garantizar que esté a
salvo. Los padres pueden, y deben, revisar su habitación, su mochila u otros lugares en los que
pudiera estar escondiendo los medios para quitarse la vida. Si están preocupados de que el
adolescente esté siendo más honesto acerca de sus sentimientos con sus amigos en redes sociales
que lo que lo está siendo con ustedes, que podría ser el caso, pueden seguir sus redes sociales si
esta información fuera de ayuda para mantenerla con vida.
Proporcionando orientación cuando el adolescente está siendo evaluado
Los adolescentes pueden saber cómo controlar el resultado de una evaluación y evitar el
tratamiento o la hospitalización, diciendo al profesional de la salud mental “No lo dije en serio” o
“Ahora estoy a salvo”. Si ustedes, los padres, tienen retroalimentación que entregar al
profesional acerca de la historia o de conductas anteriores de su hijo, conductas poco seguras
recientes y/o lo que su hijo está diciendo acerca de querer morir, deben entregar esta
información, en forma clara, con palabras descriptivas y con la mayor tranquilidad posible, de
modo que el especialista logre una mayor comprensión sobre la que basar decisiones de
tratamiento.
98
Una advertencia acerca de los contratos de seguridad. Es posible que haya escuchado de algún
profesional de la salud mental que esté evaluando a su hijo adolescente, que él ha firmado un
“contrato de seguridad”, en el cual se compromete a estar seguro y a contactar a alguien en caso
de cualquier pensamiento acerca de quitarse la vida. Esta clase de contrato solo tiene sentido si
es entre el adolescente y alguien a quien él respete. Los adolescentes pueden firmar contratos
de prevención del suicidio a fin de no ser hospitalizados o de poder hacer lo que quieren. Esto no
significa que ya han dejado de pensar en el suicidio o que no vayan a actuar en base al impulso.
Solo confíe en estos contratos si son realizados entre su hijo y alguien importante para él, a quien
no quisiera decepcionar. Y, dialécticamente, usted necesita aceptar que este contrato no siempre
funciona. Si un adolescente está abrumado por la sensación de sufrimiento y malestar, ningún
contrato podrá detener una conducta que él cree que pondrá término a su sufrimiento.
Respuesta de los padres a las autolesiones
Si su hijo adolescente se provoca lesiones a sí mismo, el rol más importante de los padres es
brindar la mayor seguridad posible. Esto puede implicar, si es necesario, revisar su habitación y
quitar el acceso a cuchillos, medicamentos y otros medios para causarse daño. La conducta
autodestructiva puede accidentalmente llegar a ser letal; los padres necesitan asegurar que no
hay nada rápidamente disponible que un adolescente deprimido, impulsivo, pudiera usar y que
de forma no intencional pudiera resultar en un daño importante o en la muerte.
A veces resulta difícil crear un ambiente seguro. Puede resultar inconveniente para ustedes u
otros miembros de la familia que todos los cuchillos de cocina estén guardados en alguna parte o
que los medicamentos estén bajo llave. Pueden estar ambivalentes acerca de crear un ambiente
que no sienten natural o deseable. Recuerden que ustedes quieren hacer todo lo que esté a su
alcance para proteger a su hijo hasta que sea capaz de mantener su propia seguridad.
Los límites de la seguridad
Los padres pueden tener clara la dialéctica de que incluso haciendo todo lo que está a su alcance
por crear un ambiente seguro, el adolescente podría encontrar la forma de dañarse a sí mismo si
así lo quiere. Los padres de Ana podrían haber retirado todos los cuchillos de la casa, y a pesar
de ello podría seguir arañándose con un clip, un corchete o sus propias uñas. Los padres tienen
que hacer lo más que puedan por la seguridad de su hijo y aceptar que hay límites para las
99
medidas que se toman; en último término, será el adolescente el único que decida cambiar su
conducta y cuidar de su seguridad.
Seguridad y privacidad
Pueden estar preguntándose por el aparente conflicto entre mantener la seguridad, respetar el
derecho del adolescente a su privacidad y no querer traicionarlo o delatarlo. Dado que la
seguridad es la prioridad fundamental, los padres podrían necesitar revisar la habitación del
adolescente sin su permiso. Si les preocupa que el adolescente se enoje o ponga agresivo
mientras que ustedes revisan, pueden hacerlo cuando su hijo no esté en la casa. Esta no es una
oportunidad para espiar, solo para sacar cualquier cosa que el adolescente pudiera usar para
hacerse daño. Es tanto un intento por mantener la seguridad como un mensaje hacia su hijo de
que ustedes se preocupan por él y por mantenerlo a salvo. Si su hijo se enoja ante lo que percibe
como una traición, validen sus sentimientos y háganle saber que la prioridad es la seguridad, no
la privacidad.
Si los padres consideran que la mejor forma de saber acerca de la seguridad de su hijo es leer lo
que escribe o revisar sus publicaciones online, háganlo solo en la medida en que esa información
se utilice únicamente para mantener su seguridad, no para culparlo o acusarlo. Si los padres no
van a utilizar la información con la finalidad de mantener a salvo a su hijo, porque no quieren que
sepa que lo están siguiendo, monitorizar esa información solo servirá para generar a los padres
ansiedad y para engañar a su hijo. Piensen en sus razones para hacerlo y evalúen los pros y los
contras. Si les ayuda a mantener a salvo a su hijo, continúen haciéndolo; si solo les produce más
ansiedad, no lo hagan y hagan todo lo que esté a su alcance para vigilar y monitorear las conductas
de su hijo sin invadir su privacidad.
Validación
Si el adolescente es suicida o autodestructivo, sus padres pueden sentir frustración y rabia frente
al secretismo de sus conductas, confusión respecto de la razón por la que lo está haciendo y temor
de que pueda dañarse seriamente o quitarse la vida. Es incluso más difícil y confuso cuando el
adolescente o adulto joven oculta su dolor y encubre la forma en que se siente, o cuando no
existe claridad de qué podría estarle causando su sufrimiento. Las emociones de los padres hacen
100
más difícil recordar que estas conductas han sido ocasionadas por el malestar de su hijo y, por lo
mismo, validar a su hijo.
Reconozca sus propios sentimientos
Los padres como los de Ana, que descubren que su hijo está teniendo pensamientos suicidas o
conductas autodestructivas, sienten una cantidad de emociones a medida que entran en este
terreno desconocido. Cobra sentido que los padres se sientan atemorizados de que su hijo se
dañe seriamente o se quite la vida. El miedo y la ansiedad pasan a ser las emociones que definen
a los padres en esta situación. También se entienden otros sentimientos:
 Miedo y preocupación acerca de lo que podría ocurrir.

 Desesperación, y en ocasiones desamparo, respecto de poner término a la conducta de su
hijo y hacerle sentir mejor.
 Angustia porque su hijo se está comportando de una forma tan peligrosa.
 Confusión acerca de la razón por la cual su hijo se siente tan desesperado y se comporta
como lo hace.
 Bochorno y vergüenza de que su hijo tenga problemas, e incluso más vergüenza de la que
se esté dispuesto a reconocer.
 Aislamiento y miedo de que los amigos y la familia no entenderán la situación.
 Culpa de haber podido hacer algo para ocasionar la situación.
 Tristeza por el sufrimiento de su hijo.
Los padres tienen que recordar que, también, están haciendo lo mejor que pueden. Es de suma
importancia para los padres compartir sus sentimientos con la pareja o con el otro padre y con
otros padres para poder manejar efectivamente sus propias emociones. Puede serles de ayuda
conversar con el terapeuta u orientador para padres, a fin de recibir apoyo y validación de sus
sentimientos. Lamentablemente, los padres pueden sentirse tan abochornados y avergonzados
por el deseo de morir o hacerse daño a si mismo de su hijo, que se aíslen de actividades de ayuda
y apoyo cuando más lo necesitan. Acercarse a las personas en quienes se confía puede ayudarlos
a manejar más efectivamente sus propias emociones.
101
Reconozcan lo que siente su hijo adolescente
A menudo los padres esperan que las situaciones que enfrentan los adolescentes sean problemas
pasajeros que se solucionarán solos con el tiempo - y bien podría ser este el caso con muchos
adolescentes. Sin embargo, los adolescentes que tienen emociones intensas a menudo piensan
que sus situaciones difíciles no van a terminar jamás; sienten su sufrimiento más agudamente
que sus amigos, padres o cualquier otra persona que tiene emociones más típicas; y, a veces, no
ven salida a sus situaciones. Contemplan el suicidio o el dañarse a sí mismos como una vía de
escape para sentir mejor de forma inmediata, y esta conducta es efectiva para mitigar el malestar
en el momento.
Es posible que los padres de Ana no se hubieran dado cuenta del grado en que sentía que su
malestar era imposible de manejar. Si sus padres intentaban apoyarla y alentarla con
comentarios como “Tal vez es para mejor que te dejara tu novio” o “Vas a tener otros novios” o
“Estamos seguros de que ya se van a ir estos sentimientos”, probablemente ella hubiera
experimentado estos comentarios como invalidantes y prueba adicional de que nadie podía
entender su sufrimiento.
La validación de los adolescentes que tienen ideas suicidas o se lesionan a sí mismos se focaliza
en el malestar, desilusión, desesperanza y sufrimiento que está sintiendo el adolescente. Es
importante reconocer la desesperación del adolescente por liberarse de su sufrimiento. Al mismo
tiempo, no resulta efectivo validar o aceptar conductas que son malsanas e inseguras. La
validación siempre se refiere a aceptar emociones, no a aprobar conductas. Los padres de Ana
pueden reconocer de forma genuina (1) lo triste que se ha estado sintiendo y lo sola que se debe
haber sentido al no compartir esa tristeza, (2) lo doloroso que debe haber sido para ella cuando
pensó que nadie la entendería, (3) que ella podría estar enojada con sus amigos por haber ido a
hablar de ella con el orientador y (4) cuán desesperanzada debería haberse sentido para pensar
que no quería vivir. Los padres pueden validar los sentimientos de malestar, sufrimiento,
decepción o rabia de su hijo y, a la vez, dejar muy claro que continuarán haciendo todo lo que
esté a su alcance para ayudarle a mantener conductas seguras.
102
Valide las emociones difíciles
Los padres de Ana necesitarán encontrar una forma de validar la tristeza de Ana, de un modo que
resulte genuino para ella. Inicialmente podría rechazar sus intentos de validación si le dijeran que
“entienden” o “captan” y Ana no tiene ninguna evidencia de que entiendan o capten. A
continuación algunas formas en que los padres de Ana podrían validar su sufrimiento antes de, y
con la esperanza de minimizar, cualquier intento suicida o conducta destructiva a futuro:
 Podrían escucharla con plena atención cuando ella se refiere a su tristeza, sin intentar
sacarla de ese estado.
 Podrían reconocer su sufrimiento diciendo, “No podemos imaginar cuán horrible debe
hacerte sentir esto.”
 Podrían decir, “Ahora entendemos lo mal que te sentiste cuando terminaste con tu
novio”.
 Podrían decirle a Ana, “Estamos aquí para ti cuando sea que necesites que estemos.
¿Cómo podemos ayudar?”
Utilizando estratégicamente los refuerzos
Es posible que cuando los padres de Ana descubrieron que estaba pensando en el suicidio o
lesionándose a sí misma, quisieran darle mucha atención, hablar con ella respecto de sus
pensamientos o conducta malsanas, o dejarla hacer lo que ella quisiera para que pudiera sentirse
mejor. Resulta fácil ver cómo las conductas autodestructivas pueden ser reforzadas
inadvertidamente con la atención y la preocupación de parte de los padres, cuando ellos quieren
hacer lo que más puedan para estar vigilando la seguridad de su hijo, ayudándole a minimizar su
malestar y entregándole apoyo. Y es fácil que, estando tan focalizados en las conductas inseguras,
ni siquiera se den cuenta cuando el adolescente está comentando su día con ellos, hablando por
teléfono con sus amigos, haciendo sus tareas, pasando tiempo con la familia o haciendo cualquier
otra actividad diaria o saludable. Estas conductas sanas pueden darse por sentadas y pasar
desatendidas o desapercibidas. Pese a ello, es muy importante y beneficioso que cuando los
padres se den cuenta de ellas, las reconozcan y refuercen; el adolescente se dará cuenta de que
recibirá atención y retroalimentación positiva por sus conductas saludables, lo que a su vez hará
que estas aumenten.
103
Manejando el deseo de atender las autoagresiones
Cuando los padres de Ana descubrieron que se estaba ocasionando lesiones, quisieron ver todas
las cicatrices y le preguntaban continuamente si se sentía segura. Toda esta atención hacia las
autolesiones puede llegar a reforzar dichas conductas. De allí que se incentive a los padres cuyos
hijos se encuentran en tratamiento a no preguntar ni prestar atención a esta conducta. Si bien
después de la evaluación los padres quieren estar seguros de que su hijo no necesita atención
médica, es más efectivo no prestar ninguna atención adicional a las lesiones que se ha
ocasionado, a pesar de lo difícil que les resulte. Si el adolescente tiene un terapeuta – y es vital
que cuente con ayuda profesional en estas situaciones – haga saber al profesional que usted se
ha dado cuenta de las lesiones. Los padres serán más efectivos cuando presten atención a las
conductas saludables y dejen a los especialistas en salud mental atender el tema de las conductas
de autoagresión.
Solo el adolescente puede aliviar su malestar
Cuando los padres de Ana toman consciencia de lo mal que se siente su hija, quieren darle
cualquier privilegio o beneficio que ella quiera, incluso dejarla participar en actividades a las que
antes no podía, en el intento de ayudarla a que se sienta mejor y tenga algún agrado en su vida.
Ana podría descubrir, por ejemplo, que ahora puede salir incluso si no ha hecho sus tareas
escolares. Es comprensible que sus padres, por querer ayudarla a estar mejor, estén dispuestos
a cambiar su conducta cuando ven que su hija no es feliz.
Este cambio en el estilo de crianza de los padres puede reforzar inadvertidamente el sufrimiento
de Ana, en tanto ella ve que a veces puede obtener más privilegios cuando está triste que cuando
no lo está. Los padres necesitan pensar juiciosamente acerca de cómo responder cuando su hijo
adolescente tiene intenciones suicidas o se causa lesiones a sí mismo. Los privilegios y libertades
todavía necesitan ser ganados con conductas saludables. Pese a que puede resultar difícil negarse
a lo que pide un adolescente que se siente tan mal, los padres pueden validar su decepción y
recordarse a sí mismos que los adolescentes necesitan estructuras y límites a fin de llegar a
convertirse en adultos sanos.
En el largo plazo, su hijo no estará más feliz si usted le da todo lo que él quiere. Puede darle
muestras de su amor, apoyo y cuidarlo en tanto continúa brindando una estructura, reforzando
104
sus decisiones sanas y apoyando sus esfuerzos en pro del cambio. Los padres serán más efectivos
cuando reconozcan y acepten que ellos no pueden hacer feliz a su hijo; solo puede hacerlo el hijo
por sí mismo. El sufrimiento de su hijo no va a terminar porque él pueda hacer todo lo que piense
que le hará feliz. Puede ayudarse a sí mismo a salir de ese estado de malestar únicamente a
través de un duro esfuerzo para aprender cómo pensar de manera diferente acerca de sus
circunstancias y de su vida y cómo realizar cambios en su conducta cuando siente malestar
emocional o está sufriendo.
Respondiendo a las amenazas
Los adolescentes cuyas conductas autodestructivas, o incluso su sufrimiento o ideas acerca de

terminar con su vida, han sido reforzadas inadvertidamente por sus padres pueden comenzar a
amenazar a sus padres a fin de lograr lo que quieren. Los padres cuentan de adolescentes que
dicen, “Si no me dejan ir a la fiesta, me voy a cortar las venas” o “Si no puedo salir esta noche con
mis amigos, puede que no me encuentren por la mañana”. Y los padres, que saben que es posible
que se cumplan estas amenazas, ceden para evitar que sus hijos se hagan daño, reforzando con
ello las conductas amenazantes. Con todo lo difícil que puede llegar a ser, los padres no deben
dar a un adolescente lo que él quiere después de que ha amenazado con suicidio o
autoagresiones. Deben validar sus sentimientos y luego continuar manteniendo el límite que se
ha establecido, sin importar que aumenten las amenazas. Aun cuando es posible que la conducta
aumente inicialmente, esta es la única forma de disminuir o eventualmente terminar con las
amenazas.
Al mismo tiempo, las conductas amenazantes no pueden ser ignoradas. Los padres necesitarán
mantener la vigilancia sin prestar una atención directa, de forma de asegurarse de que su hijo
esté lo más seguro posible. Si están preocupados por la posibilidad de que el adolescente se
ocasione un daño severo, hagan que lo evalúe un profesional de salud mental.
Llevar a un hijo a ser evaluado es una consecuencia natural cuando un adolescente o adulto joven
está amenazando con ocasionarse daño. Si el adolescente se está causando daños severos, puede
ser hospitalizado hasta que pueda mantenerse a salvo. Si está haciendo uso de la amenaza para
lograr lo que quiere, aprenderá que las amenazas no logran el resultado que busca. Esta
respuesta ayuda a que los padres se sientan más tranquilos de estar manteniendo a salvo a su
hijo sin reforzar sus amenazas. Si a los padres les preocupa que esto podría llevar a que su hijo
se comporte más reservado, les servirá saber que esto no suele ocurrir. De hecho brinda la
105
oportunidad para que el adolescente aprenda a utilizar formas más sanas para expresarse y
obtener lo que necesita.
Una advertencia para los padres es que, para algunos adolescentes, constituye un refuerzo lograr
la atención de los profesionales de la salud mental. Es posible que, a causa de ello, se resistan a
llevarlos al especialista si como resultado tienen la atención que desean. No obstante, si existe
alguna duda en torno a la seguridad del hijo, al margen de que incentive o desincentive futuras
amenazas, será necesario hacer que lo evalúe un especialista.
Respondiendo a la conducta depresiva, exista o no conducta

autoagresiva
Los padres pueden preocuparse, ponerse muy nerviosos o temerosos cuando el adolescente se
retrae, ha dejado de realizar actividades que antes disfrutaba, deja de ver a sus amigos o tiene
pocos amigos y no está cumpliendo con sus obligaciones básicas del diario vivir (como ducharse,
hacer sus tareas o los quehaceres asignados en el hogar). Pueden sentirse confundidos respecto
a qué hacer, cuánto exigirle, cuánto dejar pasar y cuánto deben incentivar o presionar a su hijo
para que realice sus actividades habituales. Saber que se está causando daño a sí mismo o que
tiene ideas suicidas genera incluso más temor que la presencia de conductas problemáticas,
menos riesgosas.
Priorice sus preocupaciones
Cuando un adolescente está deprimido o en situación de riesgo, los padres querrán focalizarse en
ayudarlo a permanecer a salvo y hacer lo que sea necesario para que esté menos deprimido. Esto
puede implicar en el corto plazo ceder respecto de otras exigencias. Si bien puede parecer que
el adolescente no está haciendo nada, no puede minimizarse el esfuerzo y energía que él está
poniendo en permanecer a salvo, a pesar del sufrimiento emocional que siente, lo que le deja
escasas o nulas energías para cualquier otra cosa. La prioridad para los padres en este momento
es darle el apoyo y tratamiento que requiere para aprender a manejar su malestar emocional.
Si el adolescente está luchando genuinamente y parece desmotivado incluso por vivir, es difícil
que pueda concentrarse en otra cosa. Es posible que los padres deban reajustar sus exigencias
para acomodarlas a la problemática emocional de su hijo. Esto no significa que deben tratar a su
106
hijo como si fuese frágil. Pueden continuar teniendo ciertas exigencias de conducta, seguir
pidiéndole que haga lo más que pueda y estar preparados para aceptar que su hijo puede estar
haciendo su mejor esfuerzo aún si parece estar haciendo muy poco. A medida que se vaya
recuperando, aumente sus exigencias de acuerdo con lo posible.
Creen un ambiente calmado, grato
Los adolescentes que tienen emociones de tristeza intensas pueden ser más reactivos en
ambientes en los que existe agresión y tensión. Pueden reaccionar a sus temores,
preocupaciones y ansiedades tanto como los padres reaccionan ante las de su hijo. Los
adolescentes captan las claves no verbales y saben cuándo sus padres se sienten angustiados o
abrumados. En el caso de Ana, sus padres tendrán que manejar su reactividad emocional frente
a las conductas de su hija, cuidándose a sí mismos y atendiendo sus propias necesidades. Esto
les permitirá estar tranquilos cuando interactúen con ella.
En la medida en que sea posible, generen un ambiente que le permita al adolescente participar
en actividades que le podrían gustar. Los padres de Ana le han estado dando espacio y tiempo
para estar a solas y comienzan a darse cuenta de que eso puede no haber sido de ayuda. Pueden
observar que su hijo se comunica mientras está viendo una de sus series favoritas en la televisión
o que se ríe cuando se une a la familia para ver todos juntos una película, actividades que lo
conectan con su familia y lo mantienen a salvo. Salir a tomar un helado o un café es otro modo
de involucrar a su hijo en lo que le gusta. Promuevan estas conductas saludables. Si bien es
posible que su hijo sienta ansiedad de estar en grupos grandes (incluso en reuniones familiares),
podría mostrarse dispuesto a compartir actividades con uno de sus padres, un pariente o un
amigo cercano.
Tanto como puedan, creen un ambiente hogareño tranquilo, calmado y grato, que pueda ayudar
a su hijo a reconectarse con la vida.
Aceptación
Los padres que tienen hijos adolescentes suicidas o con conductas autodestructivas necesitan
vivir el duelo por el hijo que esperaban tener a fin de aceptar al hijo que tienen. Todos los padres
quieren que sus hijos tengan una vida sana, en la que disfruten a sus amigos y actividades, vayan
107
al colegio, vayan asumiendo desafíos cada vez mayores y maximicen su potencial de éxito en la
vida. Resulta difícil reconocer que estas exigencias podrían no cumplirse, al menos en el corto
plazo. El camino de su hijo podría ser muy distinto al que ustedes imaginaron o esperaron para
él. Con el tiempo, y lentamente, podrán llegar a aceptar que la vida de su hijo podría ser siempre
algo difícil y dolorosa, en unos momentos más que en otros. Mientras más acepten este hecho,
más capaces serán como padres de ayudar a su hijo y conducirlo hacia la vida que le sea funcional
a él. Podrán ser distintos el camino y el destino final, pero el adolescente que se mantiene con
vida a través de estos turbulentos años aún será capaz de forjar la vida que lo haga feliz.
Los padres de Ana comenzarán a darse cuenta de que su hija necesita ayuda para aprender cómo
manejar sus emociones de formas sanas. Como familia, es posible que deban trabajar
aprendiendo cómo expresar sus emociones de forma más saludable y cómo escucharse unos a
otros. Todos necesitarán cambiar algunas pautas en base a las que han estado interactuando
hasta ahora, así como las expectativas que tienen respecto de los demás miembros de la familia.
Los padres de Ana podrán tener que aceptar que, a fin de ayudarla a avanzar, tendrán que estar
preparados algunos desvíos del camino trazado.
Síntesis
En este capítulo, hemos analizado formas de entender por qué algunos adolescentes o adultos
jóvenes se ocasionan daño a sí mismos o tienen conductas suicidas. Reconocimos los
sentimientos que experimentan los padres cuando pasan por estas situaciones no esperadas.
Entregamos estrategias específicas que pueden utilizar los padres para responder a las conductas
no seguras. Analizamos la importancia de priorizar las exigencias y de aceptar que la vida de un
adolescente con conductas autodestructivas puede ser diferente a los que sus padres esperaban.
108
Puntos clave:
 La seguridad tiene que ser una prioridad cuando un adolescente

tiene conductas suicidas o de autolesionarse.
 La conducta de autolesionarse es seria y puede resultar en la
muerte.
 El autolesionarse puede verse reforzado por el alivio del dolor que
permite, la conexión social que puede resultar y la forma en que
los padres respondan a estas conductas.
 Los padres pueden validar el sufrimiento y malestar que subyace
a las conductas autodestructivas sin validar la conducta misma.
 Para los padres resulta más efectivo focalizar su atención e
interacciones en las conductas que son más saludables.
 El tratamiento es una prioridad para adolescentes suicidas o con
conductas de autoagresión.
 Los padres necesitan hacer todo lo que esté a su alcance para
crear un ambiente seguro y, a la vez, aceptar que solo el
adolescente es quien puede decidir dejar de causarse daño o dejar
las conductas suicidas y focalizarse en crear la vida que quiere
para él.
109
CAPITULO 6
Conductas problemáticas, riesgosas y consumo de drogas
Este capítulo será relevante para padres de adolescentes o adultos jóvenes que presentan alguna
de las siguientes conductas: consumo de drogas, agresividad, violencia verbal y física,
promiscuidad sexual, conductas ilegales, mentira y robo, asumir riesgos en persona o a través de
internet.
Algunos adolescentes demuestran su malestar emocional a través de conductas como agredir,

mentir, robar o negarse a responder a los límites o exigencias. Otros, pueden asumir riesgos
peligrosos o involucrarse en situaciones de las que puedan salir dañados (consumir alcohol y
drogas con personas no conocidas, enganchar y salir con personas que nunca han visto cara a
cara, etc.). Otros adolescentes pueden usar drogas en el intento de sentirse mejor o de estar más
cómodos en situaciones sociales. Algunos adolescentes se vuelven violentos verbalmente con los
miembros de la familia o incluso les roban. Si su hijo adolescente o adulto joven presenta alguna
de estas conductas, ustedes, al igual que otros padres en situaciones similares, probablemente
experimenten una enorme confusión, frustración, decepción, rabia y temor. Saben que han
intentado educar a su hijo para que se comporte responsablemente y sienten miedo del daño
que podría causarse a sí mismo o a otras personas. Adicionalmente, pueden sentirse afligidos y
avergonzados cuando su hijo se mete en problemas o es arrestado por la policía o tiene que acudir
a la justicia por conductas peligrosas o ilegales.
En este capítulo, les ayudaremos a comprender estas conductas. También les enseñaremos
formas de responder más efectivamente a ellas, cuando su hijo con emociones intensas incurra
en conductas problemáticas, riesgosas o en consumo de drogas.
110
Entendiendo las conductas problemáticas, riesgosas y de consumo de

drogas
¿Cómo empiezan los padres a entender por qué sus hijos les mienten o les roban, o por qué
genera tanto miedo dentro del hogar con sus conductas agresivas y violentas? ¿Qué pueden hacer
los padres cuando su hijo se involucra en situaciones riesgosas o peligrosas? Los padres reportan
increíbles niveles de desconcierto, consternación y decepción cuando tienen que poner llave a la
puerta de su dormitorio o esconder el dinero debido a que no pueden confiar en que su hijo no
vaya a sacar cosas que no le pertenecen. Al igual que otros padres, se sienten conmocionados e
impactados por la violencia verbal o física de su hijo. O, si los padres siempre han sido ciudadanos
respetuosos de la ley, pueden verse precipitados dentro de un sistema legal para ayudar al
adolescente cuyas conductas no tienen explicación para ustedes.
Si bien es posible que como padres nunca lleguen a entender cómo es que su hijo puede
comportarse de este modo, cuando miren estas conductas a través del prisma de la comprensión
de que el cerebro del adolescente es sumamente sensible a las situaciones emocionales – en lugar
de creer que su hijo tiene una conducta antisocial -, se reducirá el malestar y podrán entender
que el cambio de conducta es posible, en lugar de predecir una vida llena de conductas ilegales o
peligrosas. Por cierto que experimentar estas conductas siempre será difícil y doloroso, pero la
comprensión de las mismas puede ayudarles a aceptar a su hijo adolescente, lo que finalmente
les habilitará para descubrir formas más efectivas de ayudarlo.
Conductas agresivas y peligrosas
Las conductas agresivas y peligrosas se entienden básicamente en el contexto del sufrimiento,

aburrimiento e impulsividad. Estas conductas son dirigidas por una compleja mezcla de factores:
 Exteriorización de la expresión del malestar emocional. Para algunos adolescentes, sentir

sus emociones tan intensamente conduce a conductas que parecen estar fuera de control;
expresan su malestar emocional hacia el exterior, hacia otros, actuando agresiva e incluso
violentamente.
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 Metas no logradas o sentirse “atascado”. Algunos adolescentes se alteran fácilmente

cuando se atraviesa un impedimento en el camino a lograr su meta pueden responder
impulsivamente con agresión. Dado que las conductas agresivas a menudo consiguen lo
que quieren, estas tienden a continuar en el tiempo. Otros adolescentes se frustran
cuando se sienten atrapados o atascados y no ven alternativas de modos de entender y
responder a las situaciones. Esta frustración puede conducir a estallidos de rabia, que
alivian su malestar. Algunos adolescentes sienten vergüenza de su propia conducta, lo que
puede generar un mayor malestar emocional, que a su vez lleva a conductas problemáticas
adicionales. La satisfacción asociada a la expresión de la rabia ayuda momentáneamente
a los jóvenes a sentirse mejor y, como resultado, aumenta la probabilidad de los estallidos
de rabia la próxima vez que se sientan provocados emocionalmente.
 Necesidad de estimulación y excitación. Otros adolescentes consideran que no les basta

con las experiencias típicas de la vida adolescente; pueden ser intolerantes al aburrimiento
y tener un fuerte deseo de sentir mayores niveles de excitación, lo que lleva a conductas
de riesgo. Las conductas de riesgo y peligrosas hace que el adolescente se sienta más vivo
o con más energía. Los sentimientos positivos que resultan de ello y el hecho de que la
conducta pueda ser valorada por el grupo de pares, conduce a que se involucren en
conductas aún más riesgosas. Con el tiempo, el adolescente puede necesitar subir más el
nivel de riesgo para sentirse mejor, y las conductas entonces se vuelven aún más riesgosas.
 Impulsividad e incapacidad de manejar efectivamente las emociones. Para la mayoría de

los adolescentes que actúan de forma agresiva y peligrosa, la impulsividad es también un
factor significativo. Por lo general, estos adolescentes no son hábiles en el manejo efectivo
de sus emociones. Cuando se sienten alterados, reaccionan impulsivamente con
conductas que preocupan a sus padres, pero que eventualmente puede llevarlos, más que
pocas veces, a obtener lo que quieren.
Después de las conductas agresivas o peligrosas, puede presentarse un periodo de calma en el

que el adolescente sienta remordimiento por sus conductas y se sienta mal por los problemas
ocasionados con la familia. Puede, al mismo tiempo, disculparse genuinamente por sus conductas
y decir que no lo hará más. Aun así, el patrón se repetirá por sí mismo. Los padres se sienten
atrapados entre querer creer la disculpa y esperar que su hijo cambie o perder las esperanzas,
sentir temor, frustración y rabia cuando sigue comportándose del mismo modo.
112
Si su hijo se disculpa, es posible que los padres se cuestionen la sinceridad de su disculpa cuando
la conducta se mantiene en el tiempo. Sin embargo, es posible que, al mismo tiempo que el
adolescente se disculpa, sienta genuino remordimiento. Por lo general no lo hace para causar
sufrimiento emocional a sus padres y tampoco quiere involucrarse en procedimientos legales que
podrían resultar a consecuencia de su conducta. Recuerden que el malestar emocional que siente
su hijo es difícil de manejar para él y que, hasta que no aprenda conductas más efectivas,
continuará respondiendo con las herramientas que le proporcionan alivio inmediato, aunque sea
por un tiempo breve. El ciclo continúa porque en el momento del malestar emocional, está
menos consciente de las consecuencias a largo plazo y, en el corto plazo, puede lograr (1)
satisfacer sus necesidades, (2) obtener la aprobación de sus pares y/o (3) hallar alivio para su
malestar.
Conductas de consumo de droga
Los jóvenes que sienten malestar emocional, ansiedad, depresión o sufrimiento pueden acudir a
las drogas para adormecer el dolor, aliviar el malestar, reducir las inhibiciones y poder
involucrarse más cómodamente en actividades sociales, sintiéndose a la vez más aceptados por
sus pares. Pueden sentir que las drogas los ayudan a sentirse mejor. O encontrar que su vida es
tan poco excitante que buscan las experiencias extremas e inusuales asociadas con la intoxicación
que producen el alcohol y las drogas. El resultado del consumo de drogas se ve inmediatamente
reforzado (reduciendo el estrés y malestar y ayudando a que el adolescente se sienta mejor), y
de este modo continúa anulando cualquier preocupación acerca de las posibles consecuencias.
Generalmente es más aceptable, en el grupo de amigos del adolescente, el uso de drogas que
dejar en evidencia que se tiene problemas emocionales. También resulta más aceptable para él
mismo consumir drogas que tomar medicamentos psiquiátricos para manejar su ansiedad u otras
dificultades emocionales.
Muchos adolescentes, incluso aquellos que se encuentran en tratamiento, quieren seguir con el
consumo de drogas; no quieren dejar lo que, en el corto plazo, les funciona tan bien.
Es posible que reconozcan las consecuencias – que tienen menos libertades, que sus padres por
lo general están enojados con ellos o que podrán no ser capaces de cumplir con sus tareas
escolares u otras responsabilidades – y, aún así, crean que el modo en que se sienten con las
drogas es muy superior no consumirlas. Para el adolescente, las consecuencias positivas
compensan las consecuencias negativas.
113
El deseo del adolescente por mantener una conducta que sus padres ven como problemática para
su vida es desquiciante. A la larga, es importante que su hijo reconozca – con la ayuda de sus
padres y de los especialistas – que puede tener una vida satisfactoria y plena incluso, y de hecho
específicamente, si no consume drogas.
Mentiras y robos
Los padres pueden sentirse desconcertados y confundidos si su hijo les miente o roba, a ellos o a
otras personas. Es muy problemático y difícil vivir en una familia en la que existe poca confianza
en uno de sus integrantes. Pese a lo inverosímil que resulte a los padres que su hijo niegue algo
que solo él pudo haber hecho, puede ayudarlos el hecho de entender que algunas personas que
reaccionan emocionalmente frente al mundo pueden distorsionar los hechos de una situación
para que se ajusten a sus emociones (Linehan, 1993). El foco principal de su hijo estará en lograr
lo que él quiere, y hará o dirá todo lo que sea necesario para satisfacer sus necesidades en el
momento, sin pensar en las potenciales consecuencias. Finalmente, mentir y robar a menudo
brinda más un reforzamiento positivo consistente a los jóvenes, en lugar de consecuencias
negativas ocasionales. Para su hijo, los beneficios de robar y tener las cosas que quiere o el dinero
para gastar en lo que sea que desee, a menudo compensará cualquier consecuencia que los
padres le impongan, ocasionalmente, en las raras oportunidades en que lo atrapen haciéndolo.
Los adolescentes a veces pueden sentir remordimiento y un deseo auténtico de actuar de una
forma más confiable, cuando tienen mayor control de sus emociones y conductas. Si bien su hijo
puede darse cuenta de que obtendría más privilegios y libertades si sus padres confiaran en él, la
conducta misma se ve tan inmediatamente reforzada que es difícil que él la deje. Cuando sus
emociones están fuera de control, puede actuar impulsivamente para obtener lo que quiere, sin
tomar en cuenta las consecuencias para sí mismo o para otros.
El adolescente también puede comenzar a adoptar la identidad de un rebelde, justificando sus

conductas como una respuesta necesaria ante un mundo injusto. Y puede sentirse apoyado por
sus amigos. La respuesta de la sociedad – intervención de la policía y del sistema de justicia –
puede marginar aún más al adolescente, que puede atrincherarse más en un patrón de conductas
que le lleven a más y más problemas. Para modificar este patrón de conductas, necesitará
aprender que las conductas que generan confianza tienen sus propias recompensas asociadas y
que le permitirán tener la vida que quiere tener.
114
Relaciones riesgosas
Los adolescentes o adultos jóvenes que experimentan emociones intensas y abrumadoras

pueden sentir vacío, soledad o aislamiento. A veces sus reacciones emocionales y conductas
problemáticas o agresivas los han distanciado de su grupo de pares. Sin contar con las habilidades
para manejar efectivamente sus estados de ánimo o interacciones sociales y, a fin de satisfacer
su necesidad humana básica de conectarse con otros, pueden a buscar a personas similares a
ellos o a extraños (sea virtualmente, a través de redes sociales o encuentros personales), que
podrán satisfacer sus necesidades en el momento. Pueden no tener en cuenta los peligros o
preocupaciones potenciales relacionados con las consecuencias negativas hasta que estas ya
hayan sucedido. Pueden asumir grandes riesgos a causa de su deseo de contacto y, en el
momento, para reducir su sentimiento de vacío prevalece sobre sus inhibiciones o
preocupaciones por la seguridad.
El adolescente puede haber descubierto que la necesidad de conexión puede ser satisfecha a
través de la promiscuidad sexual y de constantes encuentros sexuales con personas que conocen
online o en cualquier lugar. La percepción de intimidad y cercanía refuerza inmediatamente al
adolescente que está buscando una conexión y descubriendo a la vez que la sexualidad es
valorada por otros. Algunos adolescentes creen que esta es una conducta socialmente aceptable,
lo que contribuye a reforzarla más aún en quienes tienen emociones intensas. Incluso los
adolescentes que hayan sido perjudicados por estas situaciones pueden volver a ellas una y otra
vez. Pueden negar el riesgo potencial, dejar que sus emociones primen por sobre su razón o
sentir que lo que experimentan vale la pena el riesgo.
Algunos adolescentes sienten culpa, vergüenza y remordimientos después de haberse

involucrado en interacciones sexuales riesgosas o promiscuas, y esos sentimientos pueden ser
abrumadores, conduciéndolos incluso a conductas más riesgosas, en un intento por manejar
estos desagradables sentimientos. A veces, puede que reconozcan las consecuencias potenciales,
así como lo prejudicial que resulta esta conducta para el respeto a sí mismos y su autoestima. A
la larga, pueden reconocer que la conducta es problemática y puede de hecho traer más
consecuencias negativas que las que originalmente pensó.
Pese a la vergüenza y culpa que eventualmente podría sentir el adolescente, y aún a que se
encontrara en tratamiento, podría encontrar que la conducta en sí misma es tan reforzante que
resulta muy difícil dejarla. Puede que su hijo se siente más “vivo” y “normal” cuando está
115
involucrado en conductas riesgosas o potencialmente peligrosas. Independiente de que su hijo

pueda actuar de forma inconsistente con los valores de sus padres, la intensidad y sobrecarga
emocional lo siguen llevando a formas peligrosas de responder ante el malestar emocional.
Cuando su hijo descubra formas más sanas de satisfacer sus necesidades de estar en contacto
con otros y de sentirse entusiasmado, irá desarrollando una vida con mayor autoestima y menos
vergüenza.
Respuestas de los padres frente a conductas problemáticas, riesgosas y

de consumo de drogas
Si el adolescente o adulto joven se comporta de formas que producen problemas en la familia,

consume drogas o actúa ilegalmente o lo que sus padres consideran vergonzoso e inmoral,
ustedes, al igual que otros padres, pueden fluctuar desde la rabia por estas conductas hasta el
miedo por su hijo adolescente. Pueden también sentirse confundidos acerca de cómo responder,
temerosos respecto de las posibles reacciones agresivas de su hijo y desamparados porque
pareciera haber muy poco que hacer para que ustedes pueden modificar estas conductas.
A continuación algunas de las preguntas que plantean los padres que se ven enfrentados a estas
situaciones.
 “¿Cómo seguir viviendo con nuestro hijo, cuando tenemos que dejar bajo llave todo lo que
es de valor?”
 “¿Debemos seguir dejándolo que viva en nuestra casa y adónde iría si lo echamos?”
 “¿Cómo establecer límites si su reacción puede ser tan violenta?”
 “¿Cómo nos aseguramos de que nuestros otros hijos se sientan seguros y no afectados o
atemorizados por estas conductas?”
 “¿Existen algunas consecuencias que realmente importen?”
 “¿Debemos invadir su privacidad, registrando su habitación o leyendo lo que escribe en
sus redes sociales?”
 “¿Debemos llamar a la policía o ir a entregarlo [a la policía]? Qué sucedería con él, si lo
hiciéramos?”
 “¿Lo ayudamos si se mete en problemas legales?”
116
 “¿Abordamos las conductas a través de un programa de rehabilitación de drogas o de una

terapia para sus dificultades emocionales?”
 “¿Cómo ayudamos a nuestros hijos a tomar decisiones seguras acerca de su conducta
sexual?”
Se trata de preguntas muy difíciles, y las respuestas no siempre son claras ni ciertamente fáciles
de encontrar. De hecho puede haber diferentes respuestas en diferentes momentos y en
diferentes circunstancias. Daremos algunas respuestas a ellas a través del análisis del caso que
sigue:
Los padres de Enrique han estado esforzándose por responder efectivamente a su conducta.
Hace un año atrás fue arrestado por posesión de marihuana y cumplió con el programa de
servicios juveniles al que fue asignado. Ha vuelto a consumir marihuana, sin responder a los
límites que sus padres han establecido. A menudo sale de la casa de noche a dar caminatas,
pese a que le han pedido que no lo haga. Cuando regresa huele a marihuana, pero niega que
esté consumiendo. También les ha sacado dinero y sus padres han optado por hacer la vista
gorda para no crear más conflicto en la familia. Esta difícil “tregua” se hizo añicos cuando
supieron que Enrique había hecho uso de una tarjeta de crédito obtenida fraudulentamente
para pedir un despacho de drogas a la casa de los vecinos, cuando estos se encontraban de
vacaciones. Nuevamente ha llegado la policía y los padres de Enrique no saben qué hacer.
Cada vez que tratan de hablar del tema con él, se pone furioso, es violento verbalmente, agrede
y se niega a hablar acerca del asunto. Sienten temor por ellos y temor por su hijo.
Validación
Podrán preguntarse cómo validar a un adolescente que se comporta agresivamente, les roba o
se involucra en conductas riesgosas que ustedes no pueden tolerar. Es importante que recuerden
que no están validando la conducta y que la misma no tiene que gustarles, ni tienen que apoyarla
ni estar de acuerdo con ella. La tarea es comprender y validar los componentes emocionales
subyacentes que accionan la conducta, componentes similares a los que analizamos en la sección
previa. Cuando uno valida, reconoce genuinamente el malestar e incomodidad que siente su
adolescente.
117
Reconozcan sus propias emociones
Es importante que los padres manejen sus propias emociones, muy comprensibles e incómodas,
de modo que puedan validar y tratar a su hijo del modo más efectivo posible. Cuando el
adolescente resulta tan problemático para todos los integrantes de la familia, los padres pueden
sentir una rabia enorme. Se esfuerzan por aceptar o entender a su hijo cuando su conducta es
contradictoria con sus valores morales. También hay a menudo otros sentimientos que van y
vienen. Como podemos ver en el caso de Enrique, sus padres experimentan una variedad de
emociones, complejas y a veces contradictorias:
 Rabia y frustración con su hijo, que no cumple con sus expectativas y en ocasiones se
comporta violento verbalmente, agresivo o incurre en conductas ilegales.
 Vergüenza de que su hijo tenga problemas con la ley.
 Desconcierto ante el hecho de que el hijo que educaron pueda comportarse de manera tan
contradictorio con los valores de ellos.
 Desesperanza por no haber nada que pueda cambiar la situación o ayudar a su hijo.
 Desánimo y desilusión de no poder confiar en su propio hijo.
 Ansiedad por lo que pudiera ocurrirle.
 Confusión respecto de equilibrar su deseo de protegerlo de las consecuencias de su
conducta y, al mismo tiempo, querer que aprenda a partir de las consecuencias naturales
que estas tienen.
Los padres podrán tomar consciencia de que el sentimiento que más destaca en ellos es el miedo;
También pueden sentir tanto temor de las respuestas peligrosas, agresivas o inseguras de su hijo
que opten por no preguntarle nada y por no poner límite alguno. O pueden sentir tanto miedo de
las consecuencias que prefieran mirar hacia otro lado. En tanto que estas reacciones son
comprensibles, no es posible ejercer efectivamente el rol de padres cuando se siente temor. Para
ser efectivo como padres, es necesario reconocer los propios miedos y encontrar formas de
manejarlos y, simultáneamente, mantener la seguridad dentro del hogar.
Es imposible negar los sentimientos ni esperar que desaparezcan. Tomar decisiones juiciosas
implicará que los padres entiendan sus emociones al mismo tiempo que procuran entender los
sentimientos de su hijo. Los padres de Enrique pueden sentirse muy abochornados para
conversar estos asuntos con otras personas y, en consecuencia, es muy posible que se sientan
118
solos. No obstante, ayudará hablar con otros padres, especialmente con aquellos que puedan
validar lo que sienten. Pueden encontrar a otros padres que hayan enfrentado situaciones
similares en el pasado, y que puedan brindarles tanto orientación como validación. Si ustedes
están pasando por una situación similar a la de los padres de Enrique, mantener el tema en
secreto hará que se sientan abrumados y superados por sus propias emociones, sin poder ejercer
efectivamente su rol de padres.
Reconozcan lo que le sucede al adolescente
Es posible lograr aceptar por qué el hijo adolescente está consumiendo drogas, sobre la base de
comprender que lo que está haciendo es procurar manejar sus emociones intensas, y las drogas
lo ayudan a lograrlo. Lo que es más difícil de aceptar o comprender es cómo su hijo, que fue
educado con ciertos valores, pueda mentir y robar a sus padres y a otras personas, o involucrarse
en actividades ilegales, inmorales o sexualmente riesgosas. Es comprensible que como padres no
tengan idea de qué podrían validar al respecto.
Busquemos, sin emitir juicios, aquello que es válido para el adolescente y procuremos indagar
qué le está sucediendo. En el caso de Enrique, sus padres podrían darse cuenta de que (1) su hijo
realmente siente que necesita la marihuana a fin de manejar sus emociones, (2) no cuenta con
habilidades efectivas para manejar sus emociones, (3) sus conductas son impulsadas por
necesidades emocionales y sociales, lo que le dificulta pensar más allá de su deseo inmediato del
placer que obtiene con la marihuana, (4) sus emociones y el uso de la marihuana interfiere con el
aprendizaje de cómo enfrentar y aplicar este aprendizaje a nuevas situaciones, (5) es incapaz de
pensar en las consecuencias de largo plazo cuando está focalizado en su necesidad inmediata, y
(6) es posible que siente culpa y vergüenza cuando es confrontado por sus conductas, emociones
que también le resultan difíciles de tolerar y que le pueden provocar rabia y llevar a más
conductas problemáticas.
A continuación, algunos de los comentarios que podrían realizar los padres de Enrique – amable
y calmadamente, sin emitir juicios:
 “Sabemos que te gusta la marihuana y que te frustras cuando no puedes consumirla y

cuando no permitimos que lo hagas.”
 “Sabemos que estás enojado con nosotros.”
119
 “Nos damos cuenta de que no quieres hablar acerca de esta situación.”

 “Es difícil para ti – y para nosotros – que no haya confianza entre nosotros.”
Entender por qué su hijo se comporta de este modo no significa que uno justifique su conducta,
ni que la acepte. Solo ayuda a los padres a responder más juiciosamente y a calmar la intensidad
emocional tanto de ellos como la de su hijo, de modo que pueda abordarse la solución del
problema. Expresar la rabia hacia el adolescente cuando sus emociones intensas están haciendo
que sus conductas escalen peligrosamente, probablemente llevará a una mayor tensión y
conflicto, y a posibilitar la agresión al interior del hogar. La validación ayuda a disminuir la
intensidad en estas situaciones.
Exigencias y límites
La estructura y las reglas son importantes para los adolescentes, tanto para el presente como
para su futuro; siempre vivirán en un mundo que les pedirá algún grado de ajuste a las reglas.
Desarrollen una estructura para su hijo que incluya reglas, exigencias o expectativas y límites, aún
si su hijo no las sigue inicialmente. Las personas jóvenes necesitan conocer los límites, incluso si
están quebrantándolos. Se entiende que siempre habrá conductas que escaparán del control de
los padres, y aun así es importante hacer saber al adolescente de forma clara y sin
cuestionamientos, las conductas que se esperan de él, lo que está permitido y lo que no está
permitido en el hogar. Los padres también pueden expresar claramente sus preocupaciones
acerca de las conductas de riesgo y sus consecuencias.
Esta es la dialéctica: los padres saben que el adolescente podría ignorar las reglas y, a la vez,
reconocen que necesita saber cuáles son los límites y expectativas. Es posible que los padres
tengan que aceptar cosas o comprometerse con cosas con las que no se sientan tan cómodos.
Por ejemplo, podrían tener que aceptar que su hijo consuma marihuana fuera del hogar; y, al
mismo tiempo, no tienen que darle permiso, ni gustarles esa conducta ni tampoco permitir que
consuma al interior o en los alrededores del hogar. Con todo lo difícil que esto resulta, descubrirán
que su rol de padres será más efectivo cuando no luchen con su hijo respecto de lo que escapa al
control de ustedes y, al mismo tiempo, podrán definir con firmeza su punto de vista y reforzarlo
a través de consecuencias y recompensas cuando sea posible.
120
Priorizando las exigencias y los límites
Si el adolescente se comporta problemáticamente o se involucra en conductas riesgosas, los

padres deben escoger cuidadosamente cuándo establecer y hacer respetar límites y qué
expectativas tener. Por sobre todo, como padres, será importante crear una seguridad física y
emocional en el hogar – para ustedes mismos, sus otros hijos y el adolescente. Es posible que
tengan que aceptar, con gran dificultad, que un adolescente problemático, agresivo, que se
involucra en conductas riesgosas o consume drogas, no pueda o no esté dispuesto a participar en
la familia de la forma en que usted quisiera. Las luchas de poder que se generan al exigir
conductas a las que el adolescente se niega a menudo llevarán a mayor agresividad.
Prioricen lo que es más importante y aquello que creará el ambiente más seguro para todos en el
hogar. Pueden dar prioridad a que el adolescente se abstenga de (1) agresiones físicas dentro del
hogar, (2) traer a personas extrañas a la casa, (3) hablar acerca de conductas sexuales riesgosas
en el hogar o con sus hermanos menores, (4) tener o consumir drogas o alcohol en la casa, o (5)
ejercer violencia emocional o física hacia los miembros de la familia. Establezcan sus prioridades
teniendo en mente el asunto principal: la seguridad emocional y física de todos los miembros de
la familia. Cuando se piensa juiciosamente, es posible ver que estos temas son más importantes
que el hecho de que el adolescente pase mucho tiempo frente al computador o no se una a las
actividades familiares.
Enrique no presenta conductas que amenacen su vida, de modo que sus padres van a priorizar
los temas en el siguiente orden: (1) la agresividad de Enrique en el hogar, por ser un tema de
seguridad, (2) que Enrique asista a terapia, (3) responder efectivamente a su continuo consumo
de marihuana y (4) responder efectivamente a sus asuntos legales. Su violencia verbal puede
tener una menor prioridad, pese a que resulta muy disruptiva para todos los integrantes de la
familia. Otros padres podrían priorizar los temas legales por sobre el consumo de marihuana.
Estas decisiones, si bien se basan en la comprensión de la importancia de la seguridad y del
tratamiento, también dependerán de los valores de los padres y de las formas en que las
conductas afecten a la familia en el momento.
Adicionalmente, deberán ponerse límites respecto al uso del teléfono y del computador,
independiente de que el adolescente los esté utilizando de manera segura. Visitar sitios que
gatillan o promueven ocasionarse daño, utilizar el teléfono para concertar la compra de droga o
encuentros sexuales con extraños, o realizar compras utilizando tarjetas de crédito robadas,
121
podrían requerir quitar al adolescente el teléfono y el computador o limitar muy estrictamente

su uso. La prioridad de los padres es mantener la mayor seguridad posible tanto para el
adolescente como para el resto de la familia, independiente de que el adolescente desee hacer
lo que quiera y de que los padres reconozcan que su capacidad actual para controlar a su hijo es
muy limitada.
Respondiendo al robo en el hogar
Puede resultar difícil para los padres imaginar o aceptar, tal como lo fue para los padres de
Enrique, que su hijo pueda estar robándoles. Es comprensible tanto su desconcierto como su
rabia por tener que convivir con un nivel de falta de confianza que le exige poner llave a la puerta
de su habitación a esconder los bienes de valor. Y algunas veces esta es la única forma en que
pueden prevenir más robos, hasta que su hijo comience a entender las consecuencias y esté
dispuesto, y sea capaz, de modificar sus conductas. La paradoja aquí es que los padres vivirán en
un ambiente de encierro, que podría resultarles no grato, con la finalidad de proveer un ambiente
seguro para su hijo, lo que les proporcionará cierta tranquilidad.
Los padres de Enrique (1) cierran con llave las puertas de sus espacios privados y mantienen bajo
llave sus bienes de valor y el dinero, (2) no permiten que Enrique utilice sus tarjetas de crédito,
(3) revisan si hay drogas o alcohol en la habitación de su hijo, y retiran todo lo que encuentran, y
(4) revisan su computador para asegurarse de que no lo esté utilizando para realizar compras
ilegales.
Temas de privacidad
A los adolescentes no les gusta que sus padres se metan en su espacio privado (su habitación, su
computador) en busca de drogas o de alcohol o asegurándose de que esté haciendo uso seguro
de Internet. El registro de su habitación puede ocasionar mayor descontrol emocional y
conductual. Y, a pesar de ello, podrá ser (y probablemente así debería ser) que los padres deban
revisar los espacios privados de su hijo si piensan que hay sustancias no legales en su casa (lo que
incluye el alcohol, ya que el adolescente está bajo la edad legal de consumo de alcohol) y confiscar
lo que encuentren. Por otra parte, el acceso a internet deberá limitarse o ser vigilado de cerca si
está siendo utilizado de modo no seguro.
122
Si los padres están preocupados de que su hijo se torne agresivo cuando los vea revisando su
habitación, será más seguro hacerlo cuando no se encuentre en la casa. De ese modo no se
pondrá agresivo con ustedes durante la revisión. Pueden hacerle saber a su hijo que siempre
existe la opción de que ustedes puedan revisar su habitación o leer sus mensajes y publicaciones,
y que en todo momento lo más importante para ustedes será que esté seguro. Mantenerlo a
salvo (aún si él no está de acuerdo en que lo que está haciendo puede ser peligroso) es más
importante que la privacidad y confidencialidad. Pueden tomar sus decisiones teniendo esto en
mente.
Utilizando estratégicamente consecuencias de recompensas y

castigadoras/negativas
Si el adolescente no sigue las reglas y/o quebranta la ley, sus padres a menudo se sentirán
frustrados por no poder tener control alguno sobre sus conductas. Las recompensas típicas no
funcionan, porque el adolescente logra todo lo que quiere sin que le importen las consecuencias.
El castigo parece no ser efectivo cuando el adolescente se niega a obedecer cualquier límite que
se establezca ni a respetar ninguna de las consecuencias negativas que se implementan. Los
padres pueden preguntarse por qué su hijo no aprende de la experiencia y por qué sigue con
estas conductas, a pesar de las consecuencias negativas que conllevan.
Recompensas
La recompensa es un motivador poderoso, y es la respuesta más efectiva que tienen los padres
para modificar la conducta. Puede resultar difícil encontrar recompensas para el hijo
adolescente, de modo que los padres pueden recurrir a su cercanía y calidez, algo que puedan
comprarle, dinero, o privilegios que pueda darle a modo de recompensa. Recompense todo
cambio pequeño o progresivo. Observen y reconozcan consistentemente las conductas positivas,
aunque sea en medio de tiempos caóticos. Si el adolescente regresa a la hora convenida por la
noche, pueden extender el horario de llegada. Si maneja su rabia abandonando el lugar para
calmarse, ofrézcanle llevarlo a hacer algo que a él le guste. En el caso de Enrique, sus padres
podrían comenzar a depositarle dinero en una cuenta cuando respete alguna regla o cumple con
lo esperado sin enojarse. Si bien resulta un desafío descubrir y recompensar las conductas
123
positivas cuando tantas otras cosas van mal, esta aproximación logra resultados y conducta a
cambios hacia una conducta positiva.
Confianza
Cuando el adolescente se ha comportado de modos que han quebrado la confianza de sus padres
hacia él, podría considerar que sus conductas no debieran afectar sus actuales privilegios.
Probablemente sus padres deban señalarle que sus conductas tienen consecuencias, entre ellas
(1) no creerle cuando les dice algo, lo que lleva a que no le den permiso para ciertas actividades,
(2) no prestarle su tarjeta de crédito para comprar algo que quiere, ni siquiera si asegura que la
va a devolver, (3) no darle efectivo por temor a que lo gaste en drogas, y (4) no dar espacio a la
privacidad que él exige.
Una vez rota la confianza, debe ser ganada nuevamente. Los padres pueden indicarle a su hijo lo
que necesita hacer para restaurar la confianza, por ejemplo, (1) seguir las reglas y cumplir con lo
que se espera de él, (2) regresar a la hora convenida, (3) no consumir drogas dentro de la casa,
(4) estar en el lugar en el que se supone que está y (5) demostrar que está usando tanto el celular
como el computador de modo seguro. A medida que comienza a cumplir con estas expectativas,
los padres pueden ir aumentando sus privilegios, de modo que pueda salir con amigos, usar más
su computador y, tal vez, tener acceso a su tarjeta de crédito cuando sea necesario. La confianza
genera confianza. La confianza no debe ser devuelta a menos que se gane.
Como mencionábamos anteriormente, es posible que los padres a menudo tengan la sensación
de que hay poco que puedan hacer que logre tener un efecto en las conductas del adolescente.
No obstante, es probable que no se den cuenta que el adolescente asume como garantizado
mucho de lo que sus padres hacen por él; y dejar de hacer algo de eso, de hecho, puede ser una
consecuencia efectiva. Pueden pensar cuánto es lo que hacen por él – cuán a menudo lo van a
dejar a sus actividades o a casas de sus amigos o se preocupan de que haya comida u otros
productos especiales en la casa, comprados exclusivamente para él. Notar cuán a menudo gastan
en cosas que él quiere (como películas o recitales) o ropa que dice necesitar. Si su hijo ya tiene
edad para conducir, ¿le prestan el auto de ustedes? Si dispone de un auto exclusivamente para
124
él, ¿quién lo paga? ¿Quién paga la bencina para el auto? ¿Quién paga el seguro del auto? ¿Cuándo
se le permite usarlo?
En realidad los padres hacen por sus hijos mucho más de lo que creen hacer. Tal vez consideran
que algunas de ellas las llevan a cabo porque es su responsabilidad hacerlas; otras las hacen en el
intento de ayudar a que su hijo se sienta mejor. Ustedes, tal como muchos otros padres, quieren
cuidar de su hijo independientemente de cómo se porte - pese a que ya cumplen con sus
responsabilidades básicas, sin que necesiten hacer nada extra o especial para él. Por ejemplo,
pueden dejar de hacer cosas por él, dejar de llevarlo a algún lado, o dejar de darle dinero o acceso
a un auto. A medida que comience a comportarse de modo más confiable, respetuoso y menos
agresivo, pueden hacer más por él y darle más acceso a los privilegios que él desea.
Las consecuencias negativas son difíciles de implementar, incluso cuando se trata de no hacer por
el hijo lo que los padres hacían antes. A menudo los padres sienten: (1) cuán difícil es negar algo
a un adolescente que puede ponerse violento, (2) el deseo de pagar la bencina del auto para que
su hijo pueda ir a cualquier lugar que se le ocurra, (3) querer seguir ayudando a su hijo a hacer las
actividades que le gustan o (4) darle algo de dinero para que no tenga que robar o pedir prestado
a otras personas. Piensen juiciosamente en lo que es más efectivo para su hijo en el largo plazo
y tomen las decisiones difíciles acerca de cuánto más seguir haciendo por un adolescente
problemático o que se involucra en actividades ilegales.
Puede servir de ayuda encontrar el camino del medio, como darle una mesada o dinero para
bencina en el formato de gift card de una tienda o estación de servicio, de modo que no pueda
ser utilizado para drogas (aunque las gift cards a menudo se venden para tener dinero en
efectivo). Puede monitorear sus actividades en el auto a través de GPS, de modo que pueda
utilizar el auto solo para ciertas actividades previamente acordadas. En estas situaciones, podría
ir ganando más confianza cuando respete los límites y reglas establecidos por sus padres. Al
mismo tiempo, habrá que mantener una relación con el hijo que no siempre esté focalizada en
las decepciones que le produce su conducta. Invítelo a participar en actividades familiares y en
cosas en las que puedan disfrutar juntos; usted sigue queriendo a su hijo, a pesar de la rabia que
sienta, y siempre está la posibilidad de pasar el tiempo juntos en algo positivo.
125
Consecuencias naturales, de la vida real
Las consecuencias más efectivas, aquellas que tienen la más alta probabilidad de constituir una
lección o aprendizaje, son las que ocurren naturalmente, en el mundo real. No son impuestas
por los padres. En el caso de actividades ilegales, los padres pueden verse tentados a contratar
un abogado que represente a su hijo para rebajar o eliminar los cargos en su contra. Esto puede
parecer de ayuda – ningún padre quiere que su hijo tenga “antecedentes”; no obstante, también
le enseña al adolescente que puede “quedar libre” cuando otros intentan retenerlo para que haga
responsable de sus actos. Aquellos padres que tratan de proteger a sus hijos de las consecuencias
naturales de sus conductas, a menudo se topan con el aumento de dichas conductas.
Si bien ningún padre quiere que su hijo esté en prisión, puede ser más efectivo no rescatarlo y
dejarlo que experimente algunas de las consecuencias que tiene su conducta en la vida real. El
camino del medio es ayudar a su hijo a hacer frente al sistema legal y procurar que los jueces
cambien la prisión por algún servicio comunitario o tratamiento. En ese caso, habrá una
consecuencia negativa y la esperanza de que el adolescente aprenderá lo suficiente como para
cambiar algunas de sus conductas.
Si han intentado todo lo que está en sus manos por ayudar a que su hijo disminuya su agresividad
y violencia en el hogar, el siguiente paso podría ser involucrar a las autoridades, especialmente si
está rechazando o no está respondiendo al tratamiento. Si bien esto puede resultar muy doloroso
para los padres, pueden levantar cargos por agresión si ha sido violento hacia ustedes o algún
miembro de la familia. A veces la mejor oportunidad que tienen los padres para dar a su hijo la
ayuda que necesita es que sea el sistema judicial el que determine que el adolescente asista a un
tratamiento o permanezca en un centro de tratamiento.
Las consecuencias naturales de la conducta ilegal, peligrosa o agresiva pueden ser tanto el sistema
judicial como la pérdida de confianza de los padres en el hijo. En ambos casos, la forma en que
pueda vivir su vida se verá afectada hasta que sea capaz de implementar los cambios que necesita
realizar.
126
No amenacen a menos que pueda realizar seguimiento
Los padres pueden preguntarse, especialmente durante los tiempos difíciles, si deberían decirle
al adolescente o adulto joven (con más de 18 años) que no puede seguir viviendo en su casa si no
se ajusta a las reglas o se comporta violentamente. Pueden considerar que esta acción resultará
en cierto grado de alivio de las constantes luchas, o que le servirá de lección. A veces también es
la única consecuencia que los padres tienen a su disposición cuando un adolescente o adulto
joven no responde a los límites establecidos. No obstante, no es efectivo amenazar con esto a
menos que los padres sean capaces y estén dispuestos a cumplirlo si no hay un cambio de
conducta. Si no están preparados para cumplirlo porque les resulta muy difícil hacerlo, no
amenacen con ello; solo sirve para enseñarle al hijo que sus padres no lo dicen en serio, lo que
hará más difícil establecer límites a futuro.
Evalúe las consecuencias positivas y negativas de sus decisiones
Probablemente los padres solo consideren la opción de que su hijo adolescente, que ya es mayor,
viva en otra parte cuando se sienten muy frustrados y ya han intentado con otras opciones, sin
ningún éxito. Esta decisión no puede ser tomada a la ligera ni emocionalmente. Es importante
evaluar las consecuencias positivas y negativas antes de amenazar al adolescente o joven adulto
con conductas que los padres no van a llevar a cabo. Existen consecuencias negativas o riesgosas
potenciales que los padres necesitan tomar en cuenta. Abajo encontrarán algunas de las
consecuencias positivas y negativas de dos opciones, permitir que su hijo siga viviendo en su casa
a pesar de sus conductas problemáticas o ilegales, o comunicarle a su hijo que debe irse de su
casa.
Permitir que el adolescente siga viviendo en el hogar
 Tendrá un “refugio seguro” en el hogar y podrá estar más a salvo de peligros externos.
 Sus padres tendrán forma de monitorear sus actividades.
 Sus padres podrán mantener algún tipo de relación con él, especialmente en aquellos
momentos en que se encuentre más estable emocionalmente.
127
 Continuará siendo problemático en la casa, tal vez sin consecuencia alguna, lo que
aumentará la rabia y frustración de sus padres.
 Si hay otros hijos, podrán verse afectados emocionalmente o incluso verse en peligro por
las conductas de su hermano o por las consecuencias de dichas conductas (como el hecho
de que la policía venga a su casa).
 El adolescente podría no tener incentivo alguno para modificar sus conductas.
 Los padres podrían verse expuestos a problemas legales, si las actividades ilegales siguen
ocurriendo al interior del hogar.
 Los padres tendrían que continuar viviendo en su propio hogar de un modo que los hace
sentir incómodos y desconcertados.
Decirle al adolescente que no puede seguir viviendo en el hogar
 Habrá más calma en su casa.

 Podrá quitar la llave a sus puertas y no preocuparse por sus bienes de valor.
 El adolescente podrá aprender que las conductas tienen consecuencias reales.
 El adolescente podrá tener un incentivo para cambiar sus conductas.
 Sus otros hijos se sentirán más seguros.
 Los padres podrán perder toda relación con su hijo y toda posibilidad de ayudarlo.
 No existen muchos servicios para este tipo de adolescentes y puede que tenga que
arreglarse por sí solo, sin ninguna ayuda o supervisión.
 El adolescente puede pasar a una situación de calle o involucrarse en situaciones más
peligrosas.
 Los padres podrían sentir preocupación y angustia por su hijo y sentirse culpables de su
decisión.
 El adolescente puede ser herido, agredido o incluso resultar muerto.
128
Algunos padres consideran que deben pedirle a su hijo que se vaya de la casa porque esta dejó
de ser segura para ellos o para los otros hijos. A veces, este hecho lleva al adolescente a obtener
la ayuda necesaria o a realizar cambios significativos en su vida. Otros padres, que evalúan las
consecuencias positivas y negativas, consideran que no pueden pedirle al hijo que se vaya. Siguen
siendo lo más efectivos que pueden en ayudarlo a obtener lo que necesita, estableciendo límites
de la mejor manera que pueden y haciendo lo que sea necesario para generar seguridad en el
hogar, para todos los miembros de la familia.
Solamente el adolescente puede modificar sus conductas
A final de cuentas, el adolescente sólo cambiará cuando esté dispuesto a hacer el duro trabajo de
aprendizaje e implementación de conductas más saludables. Los padres pueden (1) brindar un
ambiente que refuerce la seguridad y las conductas legales, (2) hablar acerca de las consecuencias
de las conductas de riesgo e ilegales, (3) proveer oportunidades para que el adolescente obtenga
ayuda, (4) recompensar conductas más efectivas, legales, morales y seguras, y (5) dejar que
ocurren las consecuencias naturales. Aún con todo eso, solo el adolescente podrá cambiarse a sí
mismo y podrá – o no – tener el incentivo, la capacidad o voluntad de cambiar en este momento.
Mientras los padres hacen todo lo que pueden para mantener la seguridad del adolescente y de
la familia, pueden seguir esperando que el adolescente haga solamente los cambios que sea capaz
de realizar.
Aceptación
¿Cómo poder aceptar las actividades disruptivas, de abuso de sustancias, ilegales y/o riesgosas,
del hijo adolescente? Es sumamente difícil e increíblemente doloroso ver a un hijo que
aparentemente olvida los valores que sus padres le han inculcado o que se comporta de formas
que nunca habrían imaginado. Es vergonzoso y desolador que la policía llegue al hogar o tener
que presentarse a los procedimientos de tribunales.
Aceptar no significa que nos guste lo que está sucediendo o que nos damos por vencidos con
nuestro hijo. No significa que permitirá que sean violentos verbalmente con usted. Significa que
usted sabe lo que está ocurriendo, reconoce y admite el nivel de dificultades que tiene su hijo
adolescente y que alivia su propio sufrimiento disponiéndose a mirar la realidad de su vida. La
aceptación nos libera nuestra energía emocional para intentar solucionar los problemas de modo
129
de ayudar al adolescente del modo más efectivo posible. Y también permite disfrutar y apreciar
cualquier momento de paz y placer que se pueda compartir con el adolescente.
Es posible que los padres no puedan cambiar las conductas de su hijo adolescente, y que él no
pueda realizar cambios significativos en su vida hasta bien entrada la edad adulta, si lo logra.
Puede llegar a ser cada vez más difícil mantener cualquier tipo de relación y que los padres vean
que su hijo se aleja más y más de la vida que ellos esperaban para él. Y aun así, lo aman, y estarán
disponibles para cuando esté listo para realizar los cambios que necesita hacer. Pese a todas las
dificultades que pueda experimentar el adolescente y pese a cuán doloroso resulte para sus
padres, ustedes tienen que vivir su propia vida del modo más pleno posible, en tanto continúan
a la espera de un mejor futuro para su hijo.
Síntesis
Los padres pueden ser más efectivos cuando entienden y aceptan las dificultades emocionales
que conducen a conductas problemáticas o riesgosas. También pueden ayudar a su hijo
adolescente realizando cambios en la forma en que responden a esas conductas.
Puntos clave:
 Existen razones emocionales subyacentes para que un

adolescente se comporte agresivamente, se involucre en
conductas riesgosas o ilegales, o en el consumo de drogas.
 Es importante mantener límites y exigencias, aún si el adolescente
no los sigue o comienza a amenazar o a realizar conductas
peligrosas cuando usted se refiere a este tema.
 Las consecuencias naturales pueden resultar efectivas para
ayudar a que el adolescente aprenda y modifique sus conductas,
y los padres deben permitir que esas consecuencias tengan lugar.
 La recompensa es un poderoso agente de cambio.
130
 Los padres pueden beneficiarse si aceptan que no pueden

cambiar al adolescente y, a la vez, continuar haciendo todo lo que
puedan por brindar un ambiente de apoyo en el que el cambio sea
posible.
131
CAPITULO 7
Cuando la ansiedad interfiere con la vida, el colegio y la independencia
Encontrarán que este capítulo será de su interés si su hijo adolescente o adulto joven presenta
cualquiera de las siguientes conductas: evitar ir al colegio, miedos debilitantes, no poder
separarse de sus padres, aislamiento de los amigos o retraimiento de las actividades, conductas
obsesivas a compulsivas, rigidez, perfeccionismo, problemas médicos relacionados con ansiedad,
crisis de pánico.
La ansiedad es una respuesta emocional habitual que todos sentimos cuando experimentamos
algo como amenazante o peligroso. Constituye una alarma temprana que nos motiva a evitar,
escapar o solucionar los problemas. La ansiedad puede afectarlo todo, pensamientos,
sentimientos y conductas. En adolescentes que experimentan emociones intensas la ansiedad
puede, de hecho, repercutir de diversos modos en sus vidas.
Los adolescentes que sienten una ansiedad intensa a veces mantienen escondidos sus
sentimientos, dificultando que los demás sepan lo abrumados que puedan estar. Es posible que
haya notado que su hijo se siente “estresado” a menudo, o puede vacilar ante la toma de riesgos
a al intentar cosas nuevas. Estas conductas resultan a menudo en la evitación de ciertas
actividades y restringiendo sus experiencias de vida. Los temores acerca de enfrentar los desafíos
y la incertidumbre, lo que es parte inevitable del crecimiento, limita la capacidad de avanzar hacia
la adultez. La ansiedad puede ser paralizante e incapacitante. Si las conductas y actividades del
adolescente están limitadas por la ansiedad, sus padres podrían preocuparse por lo retraído que
está y porque no disfruta de las actividades como lo hacen sus amigos. Los adolescentes ansiosos
tienden a tener, o a generar, padres preocupados, exasperados y a menudo tristes, que no saben
cómo ayudarlo.
Cuando la ansiedad es repentina e intensa, puede experimentarse como una crisis de pánico, que
produce respuestas fisiológicas específicas. El adolescente puede tener dificultades para respirar,
sentir que se va a desmayar, sentir que su corazón late muy rápido y pensar que las causas son
médicas. En respuesta, los padres se preocupan por su bienestar físico y lo llevan al médico para
descartar problemas clínicos que podrían producir síntomas fisiológicos similares.
Eventualmente, queda claro que ansiedad es la causa de sus síntomas físicos, que se
132
experimentan como una crisis de pánico, y el adolescente necesitará aprender formas más
saludables de manejar sus sentimientos, a fin de disminuir las manifestaciones físicas de la
ansiedad.
Los síntomas de ansiedad pueden incluir irritabilidad, rigidez y arrebatos o desbordes. El

adolescente puede centrarse mucho en obtener el máximo control sobre el mundo que lo rodea,
a fin de manejar sus sentimientos de ansiedad. Los intentos que realiza por controlar su ambiente
(y a sus padres), junto a su dificultad para ser flexible en muchas situaciones, pueden llevar a los
padres a sentirse exasperados, frustrados y enojados. Tanto los padres como otras personas
pueden considerar que el adolescente “necesita hacer todo a su manera”. La irritabilidad,
inflexibilidad, la dificultad para comprometerse, e incluso el nivel de distracción y enojo que
perciben en el adolescente enmascara su extrema ansiedad. Estos síntomas, a su vez, afectan su
capacidad para vivir una vida plena, que a menudo requiere flexibilidad y compromiso.
En este capítulo, le ayudaremos a entender el impacto que tiene la ansiedad intensa en la vida de
su hijo y las diferentes formas en que el fuerte impulso a evitar o controlar las situaciones que le
provocan ansiedad, tiende a limitar sus actividades y alternativas de vida. También entregaremos
orientación práctica si se están preguntando en qué medida (1) presionar a su hijo más allá de su
zona cómoda, (2) protegerlo en situaciones que le provocan ansiedad y/o (3) aceptar que su
ansiedad pudiera no desaparecer del todo y la vida de su hijo, por lo tanto, podría ser diferente o
más difícil de lo que ustedes habían previsto.
Entendiendo las conductas impulsadas por la ansiedad
Todos experimentamos ansiedad a veces. Por lo general no representa un problema, y a menudo

es útil. Por ejemplo, a menudo prepararse para un examen, respetar la ley o ser responsable son
el resultado de preocupaciones y temores que tenemos frente a situaciones en las que nos
cuestionamos cuán bien lo haremos o cómo deberíamos comportarnos. Al mismo tiempo,
algunas de las conductas que utilizamos para reducir o evitar la ansiedad pueden crear problemas.
Para algunos adolescentes, la causa de su ansiedad queda clara para otras personas (como el
miedo a las alturas o situaciones sociales). Para otros, puede resultar difícil identificar una causa,
133
y parece que la ansiedad invade toda la existencia del adolescente. A continuación tenemos
algunas de las causas de la ansiedad más difíciles de identificar en adolescentes:
 La preocupación por fallar en el cumplimiento de sus, a veces perfeccionistas, propias

expectativas.
 La preocupación constante acerca de que ha olvidado algo o no ha terminado algo.
 Preocupaciones relativas a perder el control o a que algo podría suceder y escapar a su
control.
 Incertidumbre y/o enfrentar lo desconocido.
 Preocupaciones acerca de las consecuencias negativas de las acciones.
El denominador común en estas causas de la ansiedad es el malestar y el miedo – miedo a una

situación o a un resultado – y el deseo de evitar los sentimientos asociados con el miedo. La
ansiedad a menudo es el factor que subyacente en algunos problemas conductuales acerca de los
que pueden haber escuchado o visto, como las fobias, la timidez, las conductas obsesivo-
compulsivas, el pánico y las respuestas de estrés postraumático.
Los padres pueden sentirse confundidos de no siempre poder identificar qué ocasiona la ansiedad
de su hijo y, en consecuencia, no comprenden por qué sus conductas están tan limitadas.
No pueden ver que su hijo puede estar preocupado acerca de algo que podría suceder. Para
reducir la intensidad de sus sentimientos, el adolescente podría evitar situaciones que le
provocan temor o preocupación; su conducta de evitación es entonces reforzada por el alivio que
siente cuando se aleja de la fuente de su ansiedad. Podría obsesionarse o dar vueltas en su mente
diversos escenarios para manejar sus miedos que, si bien le proveen de cierto grado de control
en el momento, con el tiempo puede ocasionarle más ansiedad. En estas situaciones, la evitación
del adolescente implica que no aprenda a través de vivir y manejar las situaciones, y su
pensamiento obsesivo y rumiador se traduce en que gasta tiempo preparándose para
consecuencias que bien podrían no ocurrir. La evitación y el escape, o el modo obsesivo de
intentar dar con la forma para manejar una amenaza percibida, se convierten en las conductas
problemáticas que limitan la vida del adolescente.
He aquí un ejemplo: un joven pregunta algo en la sala de clases y la respuesta del profesor lo hace
sentir como “un estúpido”. Como resultado, se torna más reticente a preguntar, para no sentirse
estúpido nuevamente. Luego deja de preguntar cuando necesita hacerlo, no pregunta cuando
134
está confundido y pierde la oportunidad de obtener la ayuda que necesita. Esto genera más
ansiedad. ¡Su respuesta a su ansiedad de hecho está exacerbando su ansiedad! Sus padres
podrían incentivar a su hijo para que pida ayuda, y frustrarse cuando no lo hace. Ellos ven con
toda claridad que mientras su hijo más evita hacer una pregunta, más se esfuerza y menor es la
oportunidad de que aprenda que los demás pueden serle de apoyo y que no siempre se sentirá
“estúpido”. Para su consternación y frustración, en lugar de aprender cómo abordar estas
situaciones, y obtener la ayuda que necesita, continúa evitándolas, ya que la evitación reduce
inmediatamente su ansiedad, lo cual la refuerza.
Ansiedad generalizada y sus efectos en el desarrollo
En tanto que muchos miedos se aprenden a partir de la experiencia, los padres pueden observar
que su hijo siempre ha sido algo ansioso y que no existe una situación específica que lo haya
ocasionado. Esto recibe el nombre de ansiedad generalizada, la que impacta múltiples áreas de
la vida del adolescente. Cuando su hijo era más chico, es posible que los padres hayan notado
que su temperamento le dificultaba ajustarse a los cambios, transiciones situaciones nuevas.
Puede haber sido cauto al conocer a personas nuevas o lento para unirse con los demás niños en
situaciones sociales. Su malestar con las situaciones nuevas probablemente lo llevaba a evitar
estas situaciones siempre que era posible. Como resultado, tuvo menos oportunidades de
aprender habilidades para hacer frente al manejo de su malestar o adquirir las habilidades
necesarias para tener éxito en situaciones sociales. Puede haber buscado solamente lo que lo
hacía sentir cómodo, y sentirse tan ansioso frente a las experiencias nuevas que se enojara con
sus padres cuando lo incentivaban a participar en actividades o a probar cosas nuevas. Cuando
debía experimentar algo nuevo, su ansiedad aumentaba, ya que no había aprendido a manejar
efectivamente situaciones nuevas ni sus sentimientos. Continuaba encontrando modos de evitar
o escapar, a menudo mostrándose enojado y desafiante. Al igual que muchos padres, ustedes
pueden haberse sorprendido al saber que los estallidos de rabia y la irritabilidad de su hijo a
menudo está causada por ansiedad subyacente.
Conductas impulsadas por la ansiedad
A ustedes, tal a como otros padres, puede resultarles difícil reconocer conductas impulsadas por
la ansiedad. Su hijo puede sentirse incómodo por su ansiedad y hacer como si todo estuviera
135
bien, evitar analizar la conducta, intentar convencerles de que su comportamiento tiene sentido
o no contarles la verdad de las situaciones que ha evitado (a veces incluso podría no estar
consciente de ellas). Es comprensible que como padres se frustren y enojen con estas conductas.
Sin embargo, cuando entiendan y reconozcan que las conductas que ustedes ven como rechazo
a sus límites y expectativas y perciben como desafiantes, en realidad son respuestas a la ansiedad,
podrán ser más comprensivos y responder más efectivamente.
Asuntos relativos al colegio
Algunos adolescentes están tan abrumados y paralizados por su ansiedad acerca de asuntos
relacionados con el colegio que no quieren asistir a clases. Los colegios ofrecen muchas
oportunidades para el desarrollo de miedos y preocupaciones, y un adolescente que siente una
ansiedad abrumadora e intensa podría tener muchas razones para no asistir a clases. Los jóvenes
pueden evitar situaciones en las que se preocupan acerca de (1) ser aceptado o rechazado por
sus pares, (2) no poder desempeñarse de acuerdo con sus propias, y muy elevadas, expectativas,
(3) decepcionar a sus profesores, a sus padres o a ellos mismos y/o (4) ser separado, o
abandonado, por sus padres o amigos. Los alumnos pueden llegar a estar tan estresados por su
propio miedo al fracaso que no hagan sus tareas, pese a lo capaces que sean percibidos por los
demás. Este ciclo autoperpetuante y autocomplaciente puede resultarles familiar: su hijo se
siente abrumado por las tareas escolares o por expectativas sociales autoimpuestas y no hace lo
que tiene que hacer, lo que termina en que no es capaz de ir al colegio porque siente que está
muy retrasado. El alivio inicial que siente al evitar el colegio lleva, paradójicamente, a una mayor
ansiedad y a un desempeño escolar inferior.
Algunos adolescentes abordan los asuntos escolares de modo todo-o-nada, esperando de sí

mismos la perfección. Algunos de estos alumnos, finalmente, evitan la entrega de tareas que no
están a la altura de sus expectativas no realistas, terminando con malas notas, vergüenza y, en
algunos casos, hasta depresión. Otros invierten tanta energía para obtener la nota más alta, que
lloran, se desesperan y se funden, resultado de lo cual pierden valioso tiempo de trabajo y se
tornan aún más emocionales. Pese a su enorme costo emocional, estos alumnos pueden a final
de cuentas lograr niveles de desempeño muy altos, lo que refuerza su constante lucha por la
perfección.
136
Pese a que no estén de acuerdo, los jóvenes saben que el colegio es su lugar de pertenencia, y la
mayoría participa activamente en la vida escolar, con todo el estrés y problemas que eso pueda
conllevar. Un adolescente que está abrumado por la ansiedad y no quiere ir al colegio, puede
sentirse incómodo y avergonzado por su incapacidad de hacer lo que la mayoría de sus pares no
tienen problemas de hacer. Además de su vergüenza, puede desarrollar sentimientos de rabia y
desesperanza.
La ansiedad también puede causar síntomas físicos (como dolor estomacal, dolores de cabeza,
espalda y cuello) y, algunos adolescentes, no quieren ir al colegio porque se sienten mal
físicamente. Dado que el malestar físico permite una excusa para no asistir a clases, e incluso
puede generar simpatía y cuidado de parte de otros, puede verse reforzado y continuar. El dolor
y malestar físico es real, dificulta ir al colegio y puede estar relacionado, y exacerbado, por la
ansiedad.
Es comprensible que sea difícil reincorporarse al colegio después de una ausencia o luego de algo
que se percibe como un fracaso, y a mayor cantidad de tiempo que el alumno esté sin ir al colegio,
más difícil se hace regresar al mismo. Sus miedos y ansiedades siguen escalando, y no tiene
oportunidades para experimentar que puede irle bien y reducir sus temores. Si, por ejemplo,
pudiera ir al colegio, podría darse cuenta de que puede hacer sus tareas, hablar con sus pares y
manejar en general todo lo que tenga que hacer. Mientras más tiempo pase fuera del colegio,
tiene menos y menos oportunidades de aprender cómo manejar sus ansiedades de un modo
efectivo. Si bien puede sentirse cómodo quedándose en la casa, lo más probable es que esté
luchando por encontrar alternativas para manejar el malestar y sufrimiento que lo paraliza al
punto de no poder vivir la vida que desea.
Los adolescentes que abordan los asuntos escolares con una actitud perfeccionista a menudo
tienen la creencia de que el desempeño en los años de enseñanza superior predice el éxito en la
edad adulta. En la realidad, las notas altas en la enseñanza media no predicen el éxito en la edad
adulta. Estos alumnos trabajan muy duro y pueden lograr niveles muy altos de rendimiento
académico, en tanto que simultáneamente su ansiedad afecta negativamente otras áreas de su
desarrollo y de su vida a medida que se acercan a la etapa adulta.
No siempre los temas escolares se traducen en preocupaciones sociales. Los adolescentes que
presentan dificultades o están muy enfermos como para asistir a clases, siguen conectados con
sus amigos a través de las redes sociales durante el día y de actividades después de la jornada
137
escolar. Si bien estas relaciones pueden ser saludables para el adolescente, los padres sentirán
un conflicto con lo que perciben como una contradicción en su conducta. Analizaremos más
adelante en este capítulo cómo resolver este tema, cuando tratemos acerca de la exposición y el
uso estratégico de refuerzos y consecuencias negativas.
Rigidez y conductas obsesivo-compulsivas
Algunos adolescentes responden a su ansiedad ante la incertidumbre intentando controlar al

máximo su ambiente. Es posible que noten que su hijo insiste en hacer las cosas de cierta manera,
puede enojarse e incluso volverse agresivo si algo no es de la forma en que él piensa que las cosas
deben ser, o demorarse mucho tiempo en terminar con ciertas actividades (como las tareas del
colegio, la higiene personal e incluso salir de la casa). Estas conductas siguen restringiendo la vida
del adolescente y conducen a más preocupaciones para los padres, quienes pueden a menudo
apoyar, sin darse cuenta, las conductas de su hijo que son impulsadas por la ansiedad (revisando
las cosas por él o ayudándole a terminar con sus tareas) a fin de “avanzar” o evitar que el
adolescente se sienta superado. Esta respuesta refuerza las conductas de su hijo y no le permite
oportunidades para que aprenda formas más sanas de manejar su ansiedad.
Los adolescentes que tienen rituales o presentan conductas rígidas o compulsivas (lavarse las
manos, hacer listas, contar, revisar una y otra vez para asegurarse de que las cosas están
perfectas) normalmente se dan cuenta de que se están comportando de forma diferente. Pueden
sentirse incómodos o avergonzados por estas conductas y no confiar suficientemente en los
demás (ni siquiera en los especialistas que los atienden ni en sus mejores amigos) como para
hablarles de sus miedos, pensamientos o rituales. Los adolescentes que manejan su ansiedad de
esta manera pueden actuar de modo de ocultar sus conductas, realizándolas secretamente.
Pueden responder con enojo o frustración, agresivamente a veces, si son “descubiertos” o se les
impide realizar la conducta que ellos creen que es necesario hacer, y sin la cual se sienten
totalmente fuera de control y con una abrumadora sensación de ansiedad.
La validación y aceptación son necesarias para preparar el terreno para que el adolescente realice
el esfuerzo que requiere exponerse a un mundo incierto sin las comodidades que le generan las
conductas de las que ha estado dependiendo. Tal como el niño que deja su mantita regalona, el
adolescente eventualmente necesitará abandonar las conductas que considera que lo mantienen
a salvo y desarrollar nuevas habilidades para vivir una vida satisfactoria.
138
Incapacidad para avanzar hacia la adultez
Algunos adolescentes y adultos jóvenes que sienten ansiedad pueden presentar dificultades para
dar pasos de independencia hacia la edad adulta. Los adolescentes mayores, que han podido
hasta ahora ocultar sus miedos a lo desconocido en los ambientes estructurados del hogar y del
colegio, a menudo experimentan una tremenda ansiedad. Sus miedos pueden salir a la superficie,
o exacerbarse, cuando los siguientes pasos que enfrentan en su vida son más inciertos y pueden
darse en ambientes que no le son familiares.
Si su hijo siente que no puede, o se pone demasiado ansioso para, manejar actividades nuevas o
que requieren de su independencia – como un proyecto académico o un trabajo – y se preocupa
por un posible fracaso o algo que lo vaya a hacer sentir incómodo, puede quedarse paralizado sin
salir de su casa. O el adolescente de más edad podría finalmente irse de la casa y enfrentarse a
que su ansiedad y falta de habilidades se atraviesan en su camino y lo inhabilitan para manejar su
independencia de forma segura y efectiva. Podría entonces regresar a la casa y no poder, o no
estar dispuesto, a seguir avanzando.
Este adolescente, ya mayor, podría parecer desmotivado o carecer de voluntad para hacer
cualquier cosa productiva, como seguir una carrera universitaria, tomar un curso técnico o
encontrar algún trabajo, y sus padres sentirse afligidos por lo que perciben como falta de acción
o desorientación. Puede parecerles que es un flojo y que “le gusta” que se hagan cargo de él. Si
se mantiene activo socialmente y sin asumir ninguna de sus responsabilidades adultas,
probablemente los padres comiencen a reprocharlo y criticarlo. Una vez que comprenden que su
hijo en realidad está haciendo lo más que puede en este momento y que, de hecho, puede estar
limitado por su ansiedad y miedos, los padres serán menos reactivos emocionalmente y más
validadores, si bien se mantendrán incentivando conductas más propias de un adulto.
Cuando los adolescentes no pueden realizar las mismas actividades en las que sus pares ya se han
involucrado, o fracasan en su intento por mantenerse a la par que los demás, reconocen que
quieren vivir una vida más plena y que, a pesar de su deseo, no son capaces de hacer acopio de
habilidades para hacer frente a sus ansiedades respecto del incierto futuro. En tanto que pueden
ser percibidos como “desmotivados” o “flojos”, la realidad es que se sienten bastante ansiosos y
poco preparados para avanzar. Pueden oponerse al apoyo o presión bien intencionado de sus
padres para que mejoren su vida y realicen actividades significativas, o realizar numerosos
139
intentos y sentirse incapaces de terminar o tener éxito en ninguno de ellos. En ambos escenarios,
comienza a temer cualquier nuevo intento y los evita a fin de minimizar la ansiedad que siente.
El adolescente puede negar sus ansiedades, esconderlas tras la rabia y la irritabilidad, o minimizar
las interacciones que le provocan ansiedad, pasando la mayor parte del tiempo retraído y
haciendo prácticamente nada más que dormir o estar frente a su computador. Los padres son
testigos de cómo se ha ido alejando de las actividades con sus amigos, quienes siguen adelante
con sus vidas, y pueden sentirse desesperados de que nunca salga adelante. El adolescente, por
su parte, puede sentirse bastante incómodo respecto de su vida y hasta deprimirse. Mientras
más tiempo se mantenga esta conducta, más difícil le resultará darse cuenta de que puede hacer
cambios importantes en su vida. Si bien este adolescente “paralizado” puede enrabiarse cuando
sus padres lo incentivan a intentar nuevas actividades, podría ciertamente necesitar ese empuje
– brindado de forma amable y validante – a fin de tener éxito y encontrar la forma de vivir una
vida que valga la pena y resulte significativa para él.
Respuestas de los padres a las conductas impulsadas por la ansiedad
Las conductas impulsadas por la ansiedad pueden preocupar y confundir a los padres, en especial
cuando la ansiedad de su hijo está encubierta o se expresa como desafío, enojo o enfermedad
física. Los padres pueden ser reticentes a “empujar” a su hijo cuando parece estar enfermo, y
pueden reforzar – sin darse cuenta – los síntomas, dándole mayor atención o privilegios; o,
podrían exigir que se cumpla con sus exigencias y expectativas, involucrándose en una lucha de
poder imposible de ganar cuando el hijo no cumple con ellas. Incluso cuando los padres
comprendan que la raíz del problema es la ansiedad, es posible que no sepan cómo responder. A
continuación hay algunas preguntas que padres como ustedes se plantean cuando su hijo
adolescente presenta conductas impulsadas por la ansiedad:
 “¿Hasta qué punto debo proteger a mi hijo de situaciones que le generan ansiedad y hasta
qué punto debo fomentar que las enfrente?”
 “¿En qué medida debo reducir mis expectativas respecto de mi hijo para hacerlo sentir
menos estresado?”
 “¿Debo dejar a mi hijo participar en actividades que le gustan los días en que no ha
cumplido con lo que espero de él?”
 “¿Cómo ayudo a mi hijo sin abrumarlo?”
140
 “¿Cómo respondo a la rigidez y falta de disposición ante el compromiso, sin enojarme?”
Responderemos a estas preguntas analizando el siguiente caso:
Magda, que está en segundo año de enseñanza media, siempre ha sido tímida, y a menudo le
ha sido difícil involucrarse en actividades nuevas a conocer a personas nuevas. Durante el año
escolar contrajo una infección y no asistió al colegio durante casi tres semanas consecutivas.
A medida que iba mejorando, comenzó a expresar ansiedad frente al regreso al colegio,
diciendo que estaba preocupada de que las personas le hicieran muchas preguntas
relacionadas con por qué había faltado a clases. El día que debía reincorporarse no quiso ir.
Pidió un día más para prepararse. El día se convirtió en varios días y esta vez faltó al colegio
dos semanas adicionales. Cuando sus padres la incentivaban a ir al colegio, se enojaba y los
amenazaba verbalmente. Evitaba comunicarse con sus amigos y pasaba la mayor parte del
día interactuando con amigos nuevos que había hecho en internet. Sus padres no sabían qué
hacer. Cada vez que tocaban el tema de volver al colegio, Magda se alteraba y decía que iría
al día siguiente, aunque el patrón de postergación se repetía. Además de eso, había
comenzado a llamar a sus padres cuando estaban trabajando, para asegurarse de que estaban
bien. Si bien ella siempre había requerido de mucha seguridad y reafirmación, esto abrumó a
sus padres y ellos no sabían cómo responder.
Validación
Cuando los padres se ven confrontados a las conductas impulsadas por la ansiedad de su hijo,
pueden responder de diversos modos. Algunos padres se ven tentados a hacer cosas como las
siguientes:
 Brindar apoyo en la forma de seguridades, lo que inadvertidamente invalida la experiencia

del adolescente, minimizándola (“Tú y yo sabemos que puedes hacerlo”).
 No considerar la ansiedad en absoluto, a fin de incentivar al adolescente a participar en
actividades que lo hacen sentir ansioso (“No hay nada de lo que preocuparse. ¡Vamos no
más!”)
 Proteger al adolescente de cualquier nivel de ansiedad, permitiéndole evitar las
situaciones en las que siente ansiedad (“Sé que no te sientes bien. No tienes que ir al
colegio hoy.”)
141
Los padres pueden sentirse confundidos acerca de cómo brindar apoyo y seguridad de un modo
que reconozca los sentimientos subyacentes y, a la vez, no justifique – o refuerce – la conducta.
Es posible que sin darse cuenta estén minimizando la ansiedad de su hijo cuando lo que quieren
es apoyarlo (“Todo va a estar bien…”). O, también sin darse cuenta, potenciar conductas que
quisieran ver en disminución. Cuando el adolescente siente ansiedad, es muy importante estar
atento a las respuestas que se dan, de modo de poder validar efectivamente las emociones y no
las conductas.
Reconocimiento de los propios sentimientos
Es comprensible que los padres se asusten y frustren si su hijo se aísla cada vez más y no quiere
ir al colegio o realizar otras actividades, se vuelve más rígido con sus rutinas o parece estar tan
abrumado que está como paralizado. Si realiza algunas actividades y no otras, también pueden
sentirse confundidos y molestos. Y cuando el hijo parece necesitar constante apoyo de sus
padres, la situación puede llegar a ser agobiante, como lo fue para los padres de Magda, en el
caso que vimos. Ellos también podrían haber tenido pensamientos y sentimientos como los que
siguen:
 Incomodidad porque su hija no está asistiendo al colegio.

 Sentimiento de incompetencia como padres, por no ser capaz de lograr algo “tan básico”
como que su hija vaya al colegio.
 Sentimiento (real o percibido) de ser culpados por otros por no ser capaces de lograr que
su hija vaya al colegio.
 Conflicto entre querer ayudar a que su hija se sienta mejor y a la vez lograr que vaya al
colegio.
 Confusión acerca de cómo apoyarla y hacerla sentir segura mientras siguen con el diario
vivir y sus propias responsabilidades.
 Rabia por el tiempo que les demanda y culpa acerca de la misma porque reconocen que
su hija tiene problemas.
Cuando el adolescente está ansioso, es fácil entender por qué sus padres también se sienten
ansiosos. Y viceversa. La ansiedad de los padres puede aumentar la ansiedad de su hijo. La
ansiedad, como la mayoría de las emociones, es contagiosa, y una persona ansiosa al interior de
una familia puede aumentar la ansiedad de otro miembro de la familia. Mientras que el
142
adolescente se preocupa por asuntos sociales y escolares, los padres se preocupan por el
adolescente, por cómo facilitarle su vida y cómo ayudarlo a enfrentarla. Puede preocuparles que
su incapacidad para manejar la ansiedad de un modo saludable afectará negativamente su futuro.
Cuando las conductas rígidas, controladoras o perfeccionistas y el manejo deficiente de tareas o

actividades del adolescente comienzan a afectar la vida familiar, la ansiedad personal de los
padres puede convertirse en rabia y frustración. Puede resultarles difícil no ceder a las demandas
de su hijo, porque les preocupa su reacción. Les será de ayuda encontrar un punto de equilibrio
entre sus propias necesidades, las necesidades de la familia como un todo y las necesidades del
adolescente, de forma que él no afecte negativamente a otros integrantes del grupo familiar.
Aprenderán cómo validar los sentimientos de su hijo y, a la vez, mantener sus expectativas en
cuanto a que cumpla con sus responsabilidades y se adapte, cuando sea necesario, a las
necesidades de la familia y del mundo exterior.
La ansiedad es real. Es posible que esté oculta y que racionalmente no haga sentido. Aún así, se
siente emocional y físicamente y puede ser paralizante. Piense en alguna oportunidad en la que
se haya sentido ansioso o incómodo, puede ser de la época en que era niño. Sus temores pueden
no haber sido racionales y pese a ello se sentían reales. Esto es lo que siente su hijo, un miedo
abrumador de algo. Puede sentirse incómodo y avergonzado de sus miedos y con ello sufrir más
aún. Los padres pueden ayudar al adolescente por medio del reconocimiento de la ansiedad y
aquello de lo que pueda sentir temor.
En el caso de Magda, sus padres podrían reconocer que ella (1) no se siente bien de haber faltado
tanto tiempo al colegio, (2) está preocupado por sus tareas y por cómo se comportarán con ella
sus compañeros o profesores cuando vuelva al colegio, (3) se sienta como si una extraña o
desconocida después de haber faltado tanto tiempo, (4) se siente más cómoda y menos ansiosa
en su casa de lo que se sentiría en el colegio y (5) todavía siente ansiedad, incluso al estar en su
casa.
El desafío que enfrentan ustedes y los padres como los de Magda en una situación como esta
radica en validar los sentimientos del adolescente, sin falsedades, sin estar de acuerdo con sus
conductas. A continuación algunas afirmaciones que podrían haber realizado los padres de
Magda.
143
 “Tiene sentido que podría resultarte difícil volver al colegio después de no haber ido en
tanto tiempo. Para cualquier persona es difícil regresar después de estar ausente.”
 “Por supuesto que es más cómodo quedarte en la casa y se siente raro regresar al colegio.”
 “Es comprensible que estés preocupada por tus tareas.”
 “Sabemos que estás preocupada por nosotros. ¿Hay alguna forma en la que podamos
ayudarte a sentirte mejor acerca de esto?”
Cuando los padres se sienten frustrados por la rigidez de su hijo e intentan controlar diversos
asuntos de la vida familiar, reconozcan que la conducta de su hijo está impulsada por ciertas
necesidades y temores, tal vez inexplicables para ustedes, pero absolutamente importantes para
él. Validen sus sentimientos destacando lo difícil que resulta enfrentar lo desconocido y la
incertidumbre y lo duro que debe ser sentirse a veces tan fuera de control. Cuando los padres
reconocen la ansiedad que siente el adolescente, pueden estar menos ansiosos, menos
enrabiados y menos reactivos emocionalmente; lo que les permitirá validar más sus sentimientos.
Si bien pueden continuar sintiendo frustración y confusión, la reducción de la intensidad de sus
emociones hace más fácil pensar juiciosamente, solucionar problemas y lograr una manera más
efectiva tanto de validar como de apoyar a su hijo para que se movilice.
Reduciendo la ansiedad: vivenciando lo que se teme
El impulso de los padres es proteger a su hijo que experimenta ansiedad, en aquellas situaciones
que le ocasionan mayor malestar. Puede necesitar ser aliviado de las presiones o de las
actividades que lo hacen sentir enfermo físicamente o estresado emocionalmente, y tiene sentido
que los padres quieran aliviarlo. No obstante, el adolescente no aprenderá a manejar, tolerar y
reducir su nivel de ansiedad, junto con lograr una vida más plena, si no tiene la oportunidad de
experimentar exitosamente la actividad que teme realizar. El rol de los padres, entonces, es
incentivar a su hijo a experimentar la situación que teme, junto con brindarle comodidad, apoyo
y actividades relajantes para ayudarlo a manejar su ansiedad durante la experiencia.
La forma en que las personas aprenden a manejar la ansiedad y a detener la conducta de escapar
de actividades que generan temor, es a través de experimentarlas en dosis manejables, de modo
que puedan desarrollar las habilidades y capacidades para hacer frente a sus temores. (En
ambientes clínicos, esto se denomina exposición). A menudo, los adolescentes que presentan
conductas impulsadas por la ansiedad trabajarán con un profesional de salud mental para
144
desarrollar e implementar un plan de conducta que les permita incrementar su capacidad de

manejo de las situaciones que usualmente les provocan ansiedad. Se les enseña a experimentar
lo que les genera ansiedad en tanto que también aprenden y son incentivados a utilizar técnicas
para calmarse a sí mismos y no se les permite evitar aquello que temen ni utilizar conductas que
los distraigan a ellos o a otros de lo que se espera. El adolescente aprende a manejar efectiva y
hábilmente esas situaciones, en lugar de evitarlas.
Con todo lo difícil que esto resulta, los padres serán más efectivos cuando se opongan a que el
adolescente escape o controle todas las actividades que le generan ansiedad y, amablemente,
con mucha comprensión y validación, le pidan a su hijo que enfrente aquello que teme. Es a
través de estos desafíos que aumentan y se desarrollan las habilidades de enfrentamiento y que
su hijo puede comenzar a vivir su vida al máximo.
Los padres de Magda validarán sus sentimientos en tanto la incentivan a vivir la experiencia de
estar en el colegio. Al comienzo, podría solamente ir al colegio y quedarse en el estacionamiento,
o encontrarse con el orientador o caminar hacia la puerta para exponerse al edificio en que
funciona el colegio. Sus padres le brindarán apoyo, validación y tranquilidad. No le brindarán un
escape de la situación llevándola de vuelta a su casa antes de que haya entrado al colegio. Esto,
como todo padre puede imaginar, puede tomar algún tiempo y resultar muy estresante tanto
para Magda como para sus padres. Luego de unos días entrando al edificio, puede pedirse a
Magda que asista a una o dos clases. Se le explicará por adelantado que no se espera que
participe ni responda preguntas a menos que se sienta cómoda haciéndolo. Después de que
Magda empieza a asistir a las clases, puede añadir otra asignatura, o tener que responder una
pregunta o hablar con una persona. De este modo, está siendo expuesta a asistir a clases y a
interactuar con personas en el colegio, dos de los asuntos que la habían mantenido apartada del
mismo. Magda aumentará gradualmente el tiempo de permanencia en el colegio, sabiendo que
puede hablar con el orientador si siente ansiedad y que no le estará permitido salir del colegio
antes del término de la jornada.
Si su hijo presenta conductas rituales o controladoras – como lavarse excesivamente las manos,
pedir constantemente ser reafirmado para sentirse seguro, o revisar innecesaria y
repetitivamente si hay algún peligro – los padres también deberán esforzarse para no apoyar
estas conductas de forma inadvertida. Si bien la vida puede parecer más pacífica y fácil cuando
los padres simplemente ceden ante su hijo, esto dará pie a que estas conductas continúen y el
adolescente no realizará los cambios necesarios y saludables. Aprenderá a ser más flexible
145
cuando se comporta amablemente y, con la validación, se incentivará a utilizar habilidades de

enfrentamiento más sanas, en lugar de sus conductas controladoras.
Exposición y uso estratégico de refuerzos/recompensas y castigos/consecuencias

negativas
Los padres de Magda están totalmente conscientes de su lucha por ir al colegio. Pueden verse
tentados a facilitarle la vida y a reducirle el estrés manteniéndolo todos sus privilegios durante el
tiempo que no va al colegio, o cuando no ha terminado las tareas asociadas a ponerse menos
ansiosa, haciendo lo que se espera de ella (enfrentar sus temores para poder superar su
ansiedad). Mantenerle sus privilegios no será efectivo porque no la incentiva a realizar el duro
trabajo de la exposición (encarar y experimentar sus temores) requerida para que se reincorpore
al colegio y mejore. Cuando Magda no cumple lo esperado acerca de ir al colegio, sus padres
serán más efectivos a largo plazo en fortalecer el cambio si le limitan el acceso a su computador
y otras actividades; pueden utilizar estas actividades como reforzadores (recompensas) cuando
ella completa sus tareas y/o va al colegio. Al igual que muchos padres, los de Magda pueden
sentir preocupación de que esto represente un castigo porque Magda no puede controlar su
ansiedad. Sin embargo, esta consecuencia no es punitiva; en lugar de ello, constituye una
motivación para que Magda modifique sus conductas, y debe ser aceptada como tal. Magda
puede continuar recibiendo validación por sus sentimientos, incluso cuando evolucionan las
expectativas acerca de su conducta.
Si el adolescente presenta conductas controladoras, rígidas o perfeccionistas, también es

importante permitirle que experimente su ansiedad cuando no puede controlar las situaciones.
Por ejemplo,
Paternidad equilibrada: cuándo presionar y cuándo proteger
La pregunta que más a menudo hacen los padres es cuándo presionar al adolescente a enfrentar
sus miedos y cuándo protegerlo de lo que le asusta. Quizás se preguntan cómo van a saber dónde
y cuándo trazar el límite. ¿Cómo saber si exigen muy poco o si sus expectativas son muy elevadas?
Tiene sentido que deseen proteger lo más que puedan a su hijo de las cosas que le provocan
estrés. Al mismo tiempo, cuando los padres exigen muy poco o protegen demasiado, el
adolescente puede no esforzarse por hacer más o ni siquiera salir de su zona cómoda.
146
Paradójicamente, el adolescente puede sentirse menos capaz y más frágil, reforzando su creencia
que no ser capaz de manejar su ansiedad. Los temores de sus padres pueden exacerbar los del
hijo. Los adolescentes se benefician más cuando saben que sus padres confían en sus habilidades,
pese a que ellos no confíen en sí mismos. Tomaran “prestada” la confianza, creencia y esperanza
de sus padres hasta ser capaces de generarla por sí mismos. Por lo tanto, es importante que
cuando validen a su hijo también expresen su confianza en que él podrá manejarse, pese a que él
no lo crea o incluso se sienta abrumado por lo que sus padres le exigen.
Al mismo tiempo, si los padres plantean exigencias muy altas, experimentarán incluso más
resistencia del adolescente, el que podría llegar a paralizarse por completo y creer que es
absolutamente incapaz. La solución radica en encontrar un punto de equilibrio entre presionarlo
a hacer un poco más que lo que el adolescente piensa que puede hacer (ir a las instalaciones del
colegio, hablar un minuto con un profesor o un compañero, acercarse al objeto que teme
simplemente mirándolo) y no exigir demasiado ni pedirle que avance a más velocidad de lo que
puede en el momento (ir al colegio y quedarse toda la jornada o tocar a un objeto que le asusta).
A continuación pueden revisar las consecuencias positivas y negativas de presionar o de proteger:
Presionar al adolescente
 Aprenderá que puede manejar ciertas situaciones.

 Sentirá la confianza que sus padres tienen en él.
 No se sentirá frágil.
 Se sentirá empoderado.
 Tanto el adolescente como sus padres estarán más ansiosos.

 El adolescente podría estar más irritable.
 El adolescente podría “atrincherarse” y negarse a hacer más cosas.
 El adolescente podría seguir sintiendo como si estuviera fallando o incomodando a los
demás.
147
Proteger al adolescente
 Tanto los padres como el adolescente se sentirán más tranquilos en el corto plazo.
 La relación padres-hijo será con menos rabia y frustración entre las partes.
 El adolescente podría sentirse muy agradecido porque sus padres lo entiendan; y
protegerlo de sus miedos podría mejorar la relación.
 El adolescente continuará sintiendo que no es capaz de manejar las situaciones.

 Se sentirá más frágil y menos capaz.
 Podría no aprender cómo manejar sus sentimientos, cómo hacer frente a la incertidumbre
o cómo vivir de forma independiente.
 Podría no sentirse capaz de asumir riesgos o de aprender conductas nuevas.
Los padres pueden ser efectivos cuando su hijo está ansioso, a través de (1) reconocer sus
fortalezas y sus limitaciones, y tomar ambas en consideración al momento de plantear exigencias,
(2) presionarlo un poco y simultáneamente protegerlo un poco, (3) aumentar progresivamente
las expectativas con las que se espera cumpla el adolescente, junto con (4) validar su ansiedad y
miedos. Serán más efectivos si buscan constantemente y comunican a su hijo un equilibrio entre
la aceptación (reconocer que la ansiedad que experimenta el adolescente es real y difícil de
enfrentar para él) y el cambio (incentivarlo a responder más efectivamente a la ansiedad).
Aceptación
Los adolescentes y adultos jóvenes que experimentan ansiedad a menudo se sienten aislados
emocionalmente y solos. Puede resultarle difícil manejar la vergüenza o incomodidad que sienta
a causa de las conductas que generan su ansiedad. El adolescente necesita saber que, aún cuando
sus emociones pueden ser más intensas que las de otras personas, la ansiedad es una parte de la
vida que puede, y debe, aprender a manejar para poder vivir la vida que quiere para sí mismo.
148
Mientras que aprende a manejar su ansiedad y sus temores, necesita la comprensión y aceptación
de quienes lo rodean.
Para los padres, puede resultar difícil aceptar que su hijo enfrenta dificultades en su vida diaria y
que esta es más difícil para él de lo que podría ser para otros. Pueden verse tentados a minimizar
o no considerar la ansiedad de su hijo. O preocuparse al aceptarla, resignándose a las continuas
dificultades de su hijo y dejando de lado la esperanza de que las cosas cambien. Aceptar no
implica darse por vencido; significa reconocer los sentimientos reales que está viviendo el
adolescente. Su hijo necesita aceptación para poder hacer frente a sus dificultades y a la difícil
tarea de cambiar su conducta. Si va a dejar de evitar y comenzar a experimentar, los padres
necesitarán animarlo, reconocer lo difícil que es probar cosas nuevas o enfrentar algunos miedos
y también confiar en su hijo y acompañarlo a superar los problemas. Juntos podrán sentirse mejor
al aceptar que este tránsito a la edad adulta puede realizarse de muchos modos diferentes. La
aceptación de los padres hará saber al hijo que puede asumir esta etapa a su manera, mientras
que a la vez da los pasos necesarios para conseguir sus metas y vivir la vida que quiere forjar.
Síntesis
Si su hijo adolescente tiene conductas impulsadas por la ansiedad, lo más probable que esto
signifique es que evitará o escapará de las situaciones a las que teme. Los padres pueden ayudarlo
equilibrando el conocimiento que tienen de su ansiedad con su exigencia porque haga aquello
que teme.
Puntos clave:
 La ansiedad es una respuesta fisiológica habitual que, cuando es

intensa, puede dar como resultado que el adolescente evite las
dificultades o las situaciones que le generan malestar o que
enfoque demasiado en ciertas situaciones.
 El adolescente aprende que puede manejar las situaciones que lo
estresan al ser expuesto a ellas.
149
 Cuando el adolescente presenta conductas controladoras o

rígidas, los padres serán más efectivos si no refuerzan (no apoyan)
inadvertidamente estas conductas.
 Los padres son más efectivos cuando encuentran un punto de
equilibrio entre presionar por más al adolescente y protegerlo un
poco para que no se sienta superado por la angustia.
 La sabiduría de la paternidad está en equilibrar la aceptación y el
cambio – validando la angustia y pidiendo al adolescente que se
esfuerce un poco más.
150
CAPITULO 8
Trastornos de la conducta alimentaria
IMPORTANTE
Si su hijo adolescente presenta síntomas compatibles con anorexia,

caracterizada por bajo peso y restricción de la ingesta de calorías, es
importante que busquen tratamiento especializado para esta
condición. La anorexia puede llevar a la muerte. El tratamiento es
crucial.
Este capítulo ayudará a aquellos padres cuyos adolescentes, o adultos jóvenes, presentan
trastornos de la conducta alimentaria caracterizados por una combinación de restricciones,
atracones y purgas. Los padres pueden observar que su hijo restringe severamente su dieta o
parece no estar comiendo nada o, en el otro extremo, comer todo lo que esté a su alcance y luego
desaparecer después de la comida para vomitarla. Si ustedes están enfrentando cualquier tema
relacionado con trastornos de la conducta alimentaria, les ayudaremos a encontrar respuesta a
sus preguntas relativas a si presionar a su hijo para que coma, o coma menos, o dejarlo por su
cuenta para no hacer que la comida “sea un tema”. También les ayudaremos a manejar su propia
ansiedad y responderemos a preguntas acerca de la salud del adolescente.
Comprendiendo los trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria constituyen otra forma en la que el adolescente puede
intentar manejar su malestar emocional, la sensación de vacío o la confusión interna que no se
percibe exteriormente, no se hace aparente para quienes lo rodean. Algunos adolescentes que
presentan trastornos de la conducta alimentaria pueden parecer bastante seguros de sí mismos,
ser exitosos académica o deportivamente, participar en actividades y/o tener muchos amigos. Si
este es el caso de su hijo, tal vez le resulte difícil darse cuenta o comprender los sentimientos que
151
éste tiene hacia sí mismo. Entre ellos pueden incluirse el sentirse (1) no lo suficientemente bueno,
(2) fuera de control a pesar de que aparenta lo contrario hacia afuera, (3) vacío o confundido
internamente, (4) feo o que no le gusta como luce y/o (5) infeliz o triste con su vida o consigo
mismo. Que su hijo parezca ser tan competente a menudo enmascara la fragilidad que está justo
bajo la superficie. Y resulta toda una sorpresa cuando el adolescente seguro de sí mismo que
ustedes conocían comienza a exteriorizar la amplia gama de sentimientos que está sintiendo
actualmente. En tanto que el adolescente puede parecer muy exitoso para los demás, en muchos
sentidos, éste en realidad no tiene aún las competencias para manejar sus emociones. A veces la
intensidad de las emociones y la incapacidad para manejarlas efectivamente lo lleva a comer de
formas que no resultan saludables a largo plazo.
Su hijo, al igual que muchos adolescentes y adultos jóvenes que presentan trastornos de la
conducta alimentaria, pueden percibirse a sí mismos y a sus cuerpos de maneras que otros, desde
su punto de vista, no comparten. El adolescente puede (1) verse o sentirse como gordo, en
circunstancias de que su médico señala que tiene el peso adecuado, (2) querer lucir como los
modelos de revistas o de la televisión, cuando ello no resulta realista de acuerdo a la forma y
tamaño de su cuerpo, y/o (3) forzarse a sí mismo a estar a la altura de los ideales, sin poder
reconocer las expectativas poco realistas o poco razonables que tiene y sin aceptar el impacto
negativo sobre su salud. La mala alimentación a menudo impacta sobre las capacidades
cognitivas, de modo que el adolescente se vuelve progresivamente incapaz de ver o aceptar la
realidad de su situación.
Restricción de alimentos y eliminación de calorías
A medida que el adolescente se siente sobrepasado por la intensidad de sus emociones, puede
comenzar a contar las calorías de lo que come, restringir la ingesta de alimentos y desarrollar
reglas rígidas acerca de su alimentación, que comienzan a invadir más y más su vida,
enmascarando el caos que experimenta internamente con un revestimiento de control. Se está
reafirmando a sí mismo que puede controlar su vida a través del control de lo que come. Y
mientras más abrumado se sienta por sus emociones, más restringirá lo que come, en un intento
por controlar sus emociones, lo que paradójicamente resulta en el desarrollo de conductas que
progresivamente escapan del control. El ciclo continúa en tanto que el adolescente busca más
formas de control, mientras que pierde la capacidad de reconocer el grado en que ha perdido en
control sobre su vida.
152
La conducta de evitación o restricción de alimentos a menudo comienza en secreto, ya que el

adolescente quiere controlar la situación y que los demás no opinen acerca de ella. Puede mentir
o engañar a sus padres como un medio de mantener el control, dado que siente que su vida está
girando fuera de control. Si los padres u otras personas realizan cualquier intento para
incentivarlo a comer de un modo saludable, el adolescente puede responder con irritabilidad o
ansiedad. Las luchas de poder acerca de la alimentación están presentes en todo momento y la
comida se convierte progresivamente en una fuente de conflicto al interior de la familia.
Si la meta de su hijo es limitar la ingesta de comida, puede crearse “juegos” en tanto se presiona
a sí mismo a comer menos y restringirse más. Puede querer descubrir el mínimo de calorías con
las que puede mantenerse. No considera o niega que se trata de un juego mortal. Cuando la
restricción se relaciona con distorsiones de la imagen corporal y el deseo de ser delgado, el
adolescente puede comenzar a realizar más y más ejercicio. Si bien en general el ejercicio es una
actividad saludable, a veces puede llegar a ser excesivo en el caso de adolescentes y adultos
jóvenes que desean ser más delgados, apoderándose de sus vidas y presionándolos más allá de
los límites de lo que resulta saludable.
Dado que la conducta de restricción severa puede llevar a problemas de salud significativas y
llegar a ser mortal, estos síntomas requieren del monitoreo continuo de parte de un profesional
de la salud, especializado en trastornos de la conducta alimentaria. Frecuentemente los
adolescentes ingieren mucho líquido u ocultan algo de peso en sus bolsillos o adulteran de una u
otra forma la precisión de las mediciones del peso, como forma de parecer más sanos de lo que
están y de interferir con la evaluación y cuidados médicos apropiados.
Atracones y purgas
Si el adolescente alterna entre atracones y purga, comiendo grandes cantidades de comida a

menudo no sana y luego vomitando, está intentando regular las emociones difíciles y
abrumadoras y a la vez llenar la sensación de vacío que siente. A diferencia del adolescente que
restringe y se siente cómodo de no comer, en este caso el adolescente se tranquiliza mediante el
placer de comer y procura encontrar formas de acceder a la comida. Mientras más se involucra
en esta conducta, más vergüenza y culpa siente. Luego lucha por manejar estas emociones que
lo invaden, lo que resulta en seguir comiendo, y el ciclo continúa.
153
El adolescente que se da atracones también puede preocuparse por su peso, y ya que no puede
abstenerse de comer grandes cantidades, buscará formas de deshacerse de la comida y de las
calorías, ya sea utilizando laxantes o a través del vómito inducido, bajo la creencia errada de que
así no aumentará de peso. El ciclo a menudo resulta en una ganancia de peso, que aumenta su
vergüenza y disgusto consigo mismo e incrementa su nivel de malestar.
Los atracones y purgas generalmente se realizan en secreto, y los adolescentes que sienten una
gran vergüenza acerca de esa conducta por lo general la negarán al ser confrontados. Es posible
que los padres se den cuenta de que la comida desaparece o encuentren comida escondida (o los
envases de ellas) en habitaciones, mochilas y otros lugares. Pueden notar que el adolescente se
dirige directo al baño después de las comidas. Mantener la comida a disposición de los demás
miembros de la familia puede convertirse en un problema y generar incluso más rabia y vergüenza
en el adolescente, que parece realmente incapaz de controlar su conducta alimenticia. Mientras
más emocional se sienta el adolescente, más atraído se sentirá por comer, ya que esta conducta
lo ayuda a regular sus emociones, las cuales crecientemente escapan a su control.
Si su hijo alterna entre atracones y purgas, podría también estar muy focalizado en la imagen
corporal, la forma de su cuerpo, o el peso y ejercitarse excesivamente como forma de manejar
sus emociones y peso. La comida y el ejercicio pueden convertirse en una doble obsesión, que
invade toda su vida. Como resultado, puede rehuir de sus amigos y de las actividades, a fin de
mantener en secreto sus conductas frente a los demás.
Inicialmente, el adolescente se siente bien con sus conductas y comienza a sentirse más en control
de su vida y emociones. Por lo general se resistirá a los intentos de calificar esta conducta como
problemática y explicará a los demás de “solo está cuidando de su peso” y “de su apariencia”. De
hecho pueden percibir que se trata de conductas saludables. Sin embargo, a medida que
continúan los atracones y purgas, y que comienzan a tomar el control sobre su vida, pasando a
ser el foco principal de sus pensamientos y de muchas de sus conductas, puede sentirse más
avergonzado y, finalmente, menos en control de su conducta.
En algún punto, el adolescente se dará cuenta de que sus conductas no tienen explicación ni
excusa, y que a pesar de ello no es capaz de realizar cambios. Su vergüenza se convierte en rabia
e incluso en beligerancia al ser confrontado o si se le pide que cambie o modifique sus conductas.
Se ve atrapado en el dilema entre sentirse bien y manejar su estado de ánimo a expensas de su
salud o mantener su salud a expensas de sentirse bien y manejar su estado de ánimo. El
154
adolescente está luchando y necesita ayuda para mejorar. Aún así, el trabajo de volverse más
saludable resulta arduo e innecesario para el adolescente. Tendrá que descubrir alguna razón
por la cual los beneficios de alimentarse saludablemente sean mayores que los beneficios que lo
ayuden a manejar sus sentimientos. La resolución de este dilema y la comprensión de que de
verdad puede llevar la vida que desea si se comporta de modo más saludable, contribuirá a su
voluntad y disposición a trabajar por sanarse.
Respuestas de los padres ante los trastornos de la conducta alimentaria
Los adolescentes que tienen trastornos de la conducta alimentaria – sea que estén
restringiéndola, desarrollando normas rígidas respecto de su comida, o alternando entre
atracones y purgas – generan gran tensión para sus padres y al interior de sus familias. Los padres
enfrentarán irritabilidad y rabia a medida que tratan de cumplir con lo que sienten es su
responsabilidad con la salud de su hijo, incentivándole a comer en el sentido nutricional. La vida
en el hogar puede convertirse en una continua lucha de poder en tanto que los padres estimulan
a que su hijo coma o, alternativamente, hacer desparecer la comida, con lo que los demás
integrantes de la familia no pueden comer lo que quieren. Los padres pueden alternar entre la
rabia y la frustración con su hijo, y los muy comprensibles temores acerca de su salud.
Al igual que otros padres, ustedes a menudo se preguntan acerca de su rol en el contexto de la
ayuda del adolescente que tiene un trastorno de la conducta alimentaria. Quieren saber hasta
qué punto deberían forzar a su hijo para que coma, si deberían o no dejar la comida bajo llave
por los atracones, hasta qué punto castigarlo y qué reforzar. Se preocupan por el grado de control
que tiene o no tiene su hijo, y por el impacto que como padres pueden tener sobre lo que parecen
ser conductas inabordables. Analizaremos estos temas a través de un caso:
Diana se involucró activamente con los deportes en los últimos años de enseñanza básica y,
durante la enseñanza media, comenzó a centrarse demasiado en el estado físico. Sus padres
estaban contentos con el grado de responsabilidad con que se tomaba el ejercicio físico y su
nutrición. En tercer año de enseñanza media, sufrió una fractura por sobrecarga en el pie al
correr y, a pesar de las advertencias del equipo médico para que se tomara un tiempo de
descanso antes de volver a correr y realizar ejercicios hasta recuperarse, ella continuó
practicando ejercicios. Sus padres se preocuparon de que esto pudiera eventualmente causarle
155
más daño a su pie. También comenzaron a darse cuenta de que había días en los que no comía,
seguidos por días en que ingería comida no saludable, sin cuidar de su salud o bienestar. Se
horrorizaron cuando descubrieron a través de uno de los amigos de Diana, que había estado
vomitando en el baño después de comer grandes cantidades de comida. Ahora, los padres de
Diana temían por su salud física y mental. Cuando intentaron hablar con ella acerca de su
preocupación, Diana negó su conducta, se puso violenta verbalmente y les dijo que tenía todo
bajo control y no había problema o razón por la que preocuparse.
Validación
Los padres pueden frustrarse mucho porque su hijo no se alimenta saludablemente y sentirse
ansiosos por su salud a largo plazo, que no sean capaces de tener en cuenta qué es lo que su hijo
pueda estar sintiendo o viviendo. Pueden ponerse muy firmes en asegurarse de que se alimente
bien y sentirse muy cansados (o enojados) por las peleas que no les quedan energías para
considerar sus propias emociones ni las de su hijo.
Si ustedes piden a su hijo que coma “solo” algo, estarán invalidando – sin darse cuenta – lo difícil
que es para el adolescente hacer lo que les resulta fácil a muchos otros. Los temores de los
padres, comprensible, puede llevarlos a intentar ejercer más control, aumentando las luchas de
poder, en tanto que el adolescente se siente cada vez menos comprendido en estas
circunstancias.
Las emociones de los padres hacen mucho más difícil el validar a su hijo – lo que será necesario
hacer cuando vaya a realizar cualquiera de los difíciles cambios que lo conducirán a conductas de
alimentación más saludables. Tengan en mente que cuando los padres validan sus sentimientos
no significa que sienten agrado con las conductas de su hijo, ni tampoco que dejarán de insistir
en el cambio de esas conductas.
Reconocimiento de los propios sentimientos
Cuando los padres son testigos de las luchas de su hijo con la comida, pueden ponerse bastante
ansiosos y preocupados respecto de su salud y bienestar. Es posible que hayan buscado la ayuda
de nutricionistas y médicos, y podrían sentirse algo frustrados cuando las prescripciones y
156
consejos dados al adolescente son ignorados o no tomados en cuenta por éste. Esta frustración
y ansiedad puede convertirse en rabia a medida que batallan padres e hijo:
Padre: “Tienes que comer algo; recuerda lo que dijo el doctor.”

Adolescente: “Déjame tranquilo; no puedes obligarme a comer y no me importa lo que diga el
doctor.”
Cada comida se convierte en una batalla. Si el adolescente se da un atracón de comida, los padres
pueden enojarse de que no quede nada para comer y los demás miembros de la familia no puedan
comer lo que quieran. Incluso más frustrante aún puede ser el hecho de tener bajo llave la comida
en la casa. El impacto de estas conductas afecta a la familia completa.
Dada una situación como esta con el hijo adolescente, ustedes – tal como la mayoría de los padres
– experimentarán una mezcla de emociones. En el caso de Diana es comprensible que sus padres
se sintieran:
 Frustrados y enojados de que ella no siguiera las prescripciones del médico y que pudiera
lesionarse nuevamente
 Desamparados e ineficientes por no poder lograr que su hija se comportara de una
manera más segura y sana
 Preocupados de que sus conductas alimenticias la llevaran a problemas médicos y
resintieran su salud en el largo plazo
 Avergonzados de que su hija esté vomitando y culpables de no haberse dado cuenta de
esta conducta
 Enojados de que ella niegue el problema que ellos pueden ver con toda claridad
 Vulnerables por no poder analizar estos temas con su hija sin que ocurra un estallido
emocional
 Asombrados y desconcertados acerca de lo ocurrido con la responsable adolescente que
creían estar educando
 Desesperados por encontrar la ayuda adecuada para su hija y desesperanzados respecto
a que ella siga las prescripciones indicadas por el médico
 Avergonzados de su estilo de crianza y preocupados de haber causado esta conducta de
algún modo
157
 Impotentes por no poder resolver el problema con las soluciones que tienen tan claras
 Ansiosos de que su hija pueda morir a consecuencia de su desordenada alimentación
Es importante reconocer las emociones sumamente comprensibles de los padres, de modo que
no nublen su capacidad para validar a su hijo. Al mismo tiempo, los padres necesitan aceptar que
no tienen la capacidad de controlar todas las conductas de su hijo, sino únicamente sus propias
respuestas ante dichas conductas.
Detrás del foco del adolescente en la comida, el ejercicio y la imagen corporal, no es fácilmente
visible el sentimiento interno de caos y vacío que lo abruma. Su sensación de estar
emocionalmente descontrolado y no saber cómo sentirse mejor está enmascarada por sus
problemas con la comida. El adolescente que parece tan capaz y seguro de sí mismo frente a los
demás, se siente incompetente frente a sí mismo, especialmente en la forma en que maneja sus
sentimientos. Bajo la fachada de ser capaz de manejar su vida puede haber un adolescente que
se siente atemorizado y vulnerable. Detrás de la fanfarronería puede haber culpa y vergüenza.
A los padres de Diana les ayudará comprender que los adolescentes tienen ciertas expectativas
respecto de sí mismos y de sus capacidades. Es difícil para ellos aceptar el hecho de no ser capaces
de hacer cosas que antes resultaban sencillas de hacer y los ayudaban a definir su identidad.
Adolescentes como Diana, que están focalizados en el momento, pueden no ser capaces de
postergar actividades que creen necesario realizar ahora ya, de forma de estar más sanos a futuro.
Les preocupa no ser capaces de volver a sus actividades normales. Dadas estas realidades, los
padres de Diana deberían ser capaces de reconocer que ella está sintiendo (1) ambivalencia
acerca de su apariencia corporal, (2) frustración por no poder realizar ejercicio como lo desea, (3)
temor y frustración por la forma en que está manejando el tema de su alimentación, (4)
emociones confusas y abrumadoras, (5) la necesidad de cierto grado de control sobre su vida, que
siente que cada vez se le escapa más de sus manos, (6) preocupación por su salud física y su peso
y (7) temor y ansiedad acerca de cuándo, si es que alguna vez, estará mejor y será capaz de volver
a sus patrones de alimentación saludable y al ejercicio y recuperar su identidad como una
deportista competente y exitosa.
158
Los padres pueden sentir el impulso de tranquilizar a su hijo minimizando o no tomando en

consideración sus temores y ansiedades, diciendo cosas tales como “Claro que pronto te vas a
sentir mejor. ‘Solo’ descansa tu pie como dijo el doctor y muy pronto estarás bien” o “No tienes
que hacer ejercicio hoy – te ves bien tal como estás” o “Te vas a sentir más sana si ‘solo’ dejas de
comer toda esa chatarra.” Cada vez que los padres utilizan la palabra “solo”, minimizan el esfuerzo
que significa para el adolescente aceptarse a sí mismo o aceptar su situación y cambiar sus
conductas.
Puede resultar difícil encontrar formas de validar los sentimientos del adolescente sin reforzar o
apoyar las conductas no saludables. Los padres de Diana, por ejemplo, podrían validar sus
sentimientos como sigue:
 “Sabemos que estás preocupada por subir de peso, en especial con la importancia que
nuestra cultura da a la delgadez.”
 “Debe ser realmente difícil para ti no poder hacer ejercicio de la forma en que quisieras.
Es frustrante para nosotros cuando no podemos hacer las cosas que queremos hacer.”
 “En realidad debes sentirte alterada con esta situación, y es difícil imaginarse cómo
manejar todos estos sentimientos.”
 “Debes sentirte como si no tuvieras control sobre lo que está sucediendo ahora en tu vida.
Eso debe ser muy difícil para ti.”
Los padres de Diana no pueden arreglar su pie y es posible que no sean capaces de cambiar sus
hábitos alimenticios. Validándola, reconocen qué es lo que le sucede, de modo que ella no se
sienta sola y se sienta más aceptada por los demás. Si bien como padres pueden sentirse
frustrados, enojados y preocupados con las conductas de su hija, pueden mantenerse al margen
de las luchas de poder cuando comprenden sus sentimientos y preocupaciones. De este modo,
pueden focalizarse en estrategias más efectivas para ayudar a que el adolescente cambie.
Entablar un diálogo con el hijo puede ayudar a que ambas partes avancen. También puede ayudar
a que el adolescente acepte su situación y busque formas más sanas de manejar sus emociones.
159
Requiere de un equipo
Si los padres están preocupados por los hábitos alimenticios y la salud de su hijo, es crítico que
ellos y su hijo obtengan apoyo profesional tanto para evaluar su situación médica como para
brindarle orientaciones, directamente a ella, acerca de lo que necesita hacer para mantenerse
sana. A menudo este apoyo incluye a un médico, un nutricionista y un profesional de la salud
mental. Si el adolescente logra desarrollar una relación positiva y de confianza con estos
profesionales, será más probable – aunque no necesariamente siempre esté bien dispuesto – a
seguir sus indicaciones y retroalimentación.
Un primer paso importante cuando los padres están preocupados por la alimentación y estado
de salud de su hijo es la evaluación médica. Un médico que está al tanto de las consecuencias de
los trastornos de la conducta alimentaria sabrá en qué fijarse y cómo aconsejarles qué hacer a
continuación. Si el médico considera que el adolescente está dentro de los límites normales de
peso y exámenes de laboratorio, los padres tendrán que trabajar en la reducción de su ansiedad
y de las peleas que han venido teniendo con ella. Cuando un médico comienza a expresar
preocupación, debe analizarlo directamente con el adolescente. Es más efectivo cuando la
retroalimentación proviene de otros y no de los padres, ya que el adolescente puede reprocharles
que se “preocupan excesivamente”.
Algunos adolescentes responden bien al trabajo y retroalimentación de los nutricionistas, que le

brindan orientación acerca de lo que necesitan comer y cómo desarrollar hábitos de alimentación
saludables. Los nutricionistas son efectivos al explicar a los adolescentes cómo el evitar la comida
o vomitarla o utilizar laxantes realmente crea problemas de salud y afecta la forma en que el
cuerpo metaboliza los alimentos, lo que lleva a que se acumulen más calorías en el cuerpo.
Desarrollar un plan de alimentación saludable es más efectivo para mantener un peso dado que
las dietas, ayunos o purgas. Al mismo tiempo, los adolescentes a menudo resienten que otra
persona les diga qué hacer y pueden rechazar todo consejo que reciban, para mayor frustración
de sus padres. En consecuencia, es importante que los padres encuentren en la vida diaria del
adolescente adultos en los que él confíe (como un orientador, un profesor o un familiar) que sea
capaz de ayudarle a cambiar sus conductas.
Si los trastornos alimenticios interfieren con la vida del adolescente, también puede ser
importante que lo atienda un profesional de la salud mental, de modo que pueda aprender
habilidades para manejar sus emociones de formas más sanas y seguras. No es necesario que el
160
adolescente profundice en las razones por las que se siente de esta manera; principalmente
necesita aprender nuevas estrategias para manejar con habilidad sus emociones. Cuando sea
capaz de manejar más efectivamente sus problemas internos, tendrá mayor capacidad de seguir
las indicaciones médicas y/o comer y comportarse de modo más saludable.
Los padres de Diana podrían (1) volver a la consulta del médico que la trató por la lesión en el pie,
de modo que éste pudiera reforzar que si continúa corriendo podría crear problemas a largo plazo
y (2) chequear con el pediatra de Diana si su peso y los exámenes de laboratorio están dentro de
los límites normales. El médico también puede evaluar el nivel del problema y ayudar a Diana y
a sus padres a decidir si también necesitara que ser atendida por un nutricionista o, tal vez, un
profesional de salud mental. Estos profesionales también pueden educar a Diana acerca del
impacto de la inadecuada nutrición sobre la salud, el desempeño cognitivo y la capacidad de
razonamiento. Un profesional de la salud mental podría ayudar a Diana a reconocer las
emociones que estén a la base de estos problemas y enseñarle a manejarlas de forma más sana.
Respuestas parentales equilibradas
Si ustedes son los padres de un adolescente que tiene un trastorno de la conducta alimentaria,
se enfrentarán a la aparente contradicción de querer guiar a su hijo a comer más saludablemente
y no entrar en peleas que pudieran llevarlo a controlar más aún sus conductas alimenticias. Se
preguntarán cómo equilibrar el mantener la salud de su hijo – que perciben como su rol de padres
- y abandonar las batallas acerca de la comida – lo que podrían percibir como darse por vencidos.
Observemos las consecuencias positivas y negativas de presionar al adolescente versus dejar de
intentar controlar el asunto de la alimentación:
Presionando al adolescente hacia una alimentación saludable
 Existe una oportunidad de que el adolescente pueda comer mejor y estar más saludable.
 En el momento, como padres ustedes sienten que están caminando activamente a fin de
mejorar la situación.
161
 Podría darse un incremento de la rabia, irritabilidad y luchas de poder.

 El adolescente podría ponerse más rígido y comer menos, dado que se siente controlado.
 Las relaciones familiares continuarían deteriorándose.
Despreocupándose de la alimentación del adolescente
 Ustedes y su hijo estarán menos enojados unos con otros.

 Habrá menos luchas de poder que impacten sobre toda la familia.
 La vida hogareña se percibiría menos tensa, desde el exterior.
 El adolescente podría sentirse más empoderado y en control de la situación, y podría
utilizar sus otras habilidades o la retroalimentación que le entreguen los profesionales.
 Eventualmente, podría comenzar con una alimentación más saludable.
 Los padres pueden seguir sintiéndose indefensos e impotentes.

 Pueden sentir que se han dado por vencidos y que no están cumpliendo con su
responsabilidad como padres.
 Sienten mayor ansiedad.
 Su hijo puede sentir que ustedes ya no se preocupan por él.
 Su hijo podría no realizar cambio alguno de sus conductas.
La respuesta más efectiva es una aproximación equilibrada, en la cual los padres proveen de una
estructura para una alimentación saludable en el hogar – que puede incluir cenar todos juntos en
familia, mantener disponibles alimentos saludables y minimizar el saltarse las comidas en la casa
– y reconocer que los padres no pueden controlar las elecciones o decisiones que tomen sus hijos
adolescentes. Cuando establezcan que una de las comidas diarias (o varias a la semana) será con
toda la familia, no implicará que el adolescente vaya a unirse a esa comida familiar. Significa que
podrá ser testigo de hábitos de alimentación saludable y, tal vez, escoja unirse a ustedes en alguna
oportunidad a futuro. Una aproximación equilibrada – una en la que los padres aceptan lo que
162
no pueden cambiar y, a la vez, brindan oportunidades para el cambio – será más efectiva y
reducirá la tensión que pueda haberse apoderado del hogar.
Si ustedes son padres de un hijo con anorexia, bien podría suceder que la comida se volviera el
foco de su atención por las prescripciones de los profesionales con los cuales están trabajando.
Es importante que sigan lo más consistentemente posible el plan de tratamiento. Los padres de
un adolescente con anorexia no deben centrar toda su atención en el tema de la comida y del
comer, sino equilibrar la ayuda del desarrollo de actitudes más saludables hacia la comida con el
dejar que su hijo tenga algún grado de control sobre su vida. Cuando la comida pasa a ser el foco
en una familia y los padres están constantemente prestando atención a los hábitos alimenticios
del adolescente, las emociones tienden a escalar, produciendo enojo, frustración y, en algunos
casos, agresión. Los padres necesitarán mantener un equilibrio emocional saludable respecto de
este tema.
Los padres de Diana podrían equilibrar sus respuestas de varias formas. Podrían ayudar a Diana
a encontrar algún ejercicio que se ajuste a sus necesidades sin ocasionar más daño a su pie, junto
con ayudarla a aceptar que el ejercicio puede efectuarse con moderación. Pueden hablarle acerca
de los alimentos saludables que mantendrán en la casa, que será de su agrado, y también
implementar una comida en familia varias veces durante la semana, con alimentos con los que
Diana esté de acuerdo en comer. Los padres de Diana también podrían responder más
efectivamente a su hija si no ponen toda su atención en sus ejercicios ni en su ingesta alimenticia.
Utilizando efectivamente las consecuencias
Se preguntarán cómo pueden utilizar el reforzamiento y las consecuencias negativas para

modificar las conductas del adolescente respecto de la comida. ¿Será más efectivo para ustedes
(1) reforzar la alimentación saludable o vincular la obtención de privilegios a ella, (2) poner llave
a los alimentos si el adolescente se está dando atracones de comida, (3) poner lleva a las puertas
de los baños después de cada comida si el adolescente está purgando, (4) sentarse junto al
adolescente mientras come y no permitirle levantarse de la mesa hasta que no haya comido, o
(5) revisar su habitación para comprobar si hay evidencia de comida y revisar el baño en busca de
evidencias de vómito? ¿Cómo lo hacen para minimizar las peleas y, a la vez, reforzar la
alimentación saludable?
163
Los adolescentes que tienen emociones intensas y abrumadoras a menudo reaccionan

intensamente cuando se sienten avergonzados de sus conductas, como por lo general es el caso
de los trastornos de la conducta alimentaria. En consecuencia, el foco constante en los alimentos
y comida, así como las amenazas con la pérdida de privilegios, frecuentemente terminan en
aumento de la tensión, malestar y peleas al interior de la familia. El discutir asuntos relacionados
con la comida a veces genera violentos estallidos emocionales. Si su hijo está bajo tratamiento
con especialistas, la esperanza es que seguirá las indicaciones de dichos profesionales. Al mismo
tiempo, los padres se beneficiarán si están atentos a las situaciones que gatillan los estallidos
emocionales en el adolescente (como comentarios acerca de la comida, incentivarlo a tener
mejores hábitos alimenticios, referirse a su apariencia), de modo de minimizarlas.
Como sucede con cualquier conducta autolesiva que resulta de emociones intensas, en este caso
también es difícil reforzar o castigar la conducta. Castigarla resulta particularmente ineficaz,
porque focaliza mucho la atención en una conducta negativa y por lo general no resulta en un
cambio. El objetivo es reemplazar la conducta por alternativas más sanas y reforzar estas
alternativas. Por ejemplo, el adolescente puede recibir algunos privilegios extras por cenar con
la familia y, si presenta conductas de purga, por pasar una hora junto a la familia una vez
terminada la cena. Comer colaciones saludables o seguir las indicaciones del nutricionista podría
significar que puede realizar una actividad que le gusta o a que está esperando con ansias. En
todas estas situaciones, es importante que los padres no le recuerden constantemente que coma
con la familia o que permanezca alejado del baño; la conducta esperada debe acordarse por
anticipado de modo que el adolescente sepa qué se espera de él y los privilegios están
garantizados si cumple con la conducta.
Al mismo tiempo, los padres deben estar particularmente sintonizados con las conductas del
adolescente si está purgando y estar conscientes del tiempo que pasa en el baño, en especial
después de las comidas. Si bien se trata de una conducta problemática, es mejor responder con
un reconocimiento no emocional de los hechos (“Sé que acabas de vomitar”) y una frase
alentadora a futuro (“Estamos trabajando en ayudarte a estar mejor para que puedas estar
saludable”). Si el adolescente está en tratamiento, será necesario compartir con el médico o
profesional de salud mental las instancias de purga, para que puedan ser atendidas.
Si su hijo se da atracones y toma la comida dispuesta para el resto de la familia, tal vez tengan
que recurrir a armarios con llave y restringir su acceso solamente a algunos alimentos. Esto puede
sentirse una medida muy extrema al interior de la familia, pese a que es una consecuencia natural;
164
cuando el adolescente es incapaz de controlar algunas conductas, se hacen necesarios controles

externos hasta que sea capaz de desarrollar controles internos para manejar su impulso a comer.
El foco principal debe estar puesto en reforzar cuidadosamente aquellas instancias en las que el
adolescente se comporta de formas seguras y saludables – cuando (1) come de forma sana en
lugar de restringirse, (2) come moderadamente en lugar de comer en exceso, (3) realiza ejercicio
con moderación y/o (4) permanece lejos del baño cuando las purgas son un tema. En estas
situaciones, los padres pueden recurrir al afecto y al elogio en la relación con el adolescente, para
reconocer los esfuerzos que está realizando por cambiar sus hábitos de ingesta y alimentación.
Adolescentes y registro de la conducta alimentaria
En algunos tratamientos, pueden solicitar a su hijo que lleve un registro de su alimentación como
parte de su tratamiento del trastorno de la conducta alimentaria. Es posible que quieran ver lo
que está escrito en el registro o recordarle que debe completarlo. Pero en realidad esto puede
llevar a que el adolescente sea menos cooperador e interferir – inadvertidamente – con el
tratamiento. Puede resistirse a ser honesto acerca de sus hábitos de alimentación si sabe que
ustedes estarán leyendo el registro. De modo que es mejor si dejan esto exclusivamente a su hijo
y al profesional que lo ha solicitado. Si, en alguna ocasión, el adolescente escoge compartir con
ustedes el registro, les estará dando la oportunidad de elogiar su trabajo.
Aceptación
Los padres pueden pasar tiempos realmente difíciles aceptando conductas que tienen tantos
efectos nocivos, a corto y largo plazo, sobre la salud de su hijo. Es importante recordar que no se
está aceptando la conducta – lo que se acepta es que su hijo está intentando manejar emociones
dolorosas y difíciles y necesita aprender formas saludables para lograrlo. Una vez desarrollados,
los trastornos de la conducta alimentaria son muy difíciles de manejar y modificar, y el
adolescente puede pasar varios años revirtiendo una conducta que le resulta familiar y cómoda.
Los adolescentes con trastornos de la conducta alimentaria luchan por encontrar formas de
controlar su caos interno y, a la vez, manejar la vergüenza y culpa que sienten por la conducta
misma.
165
Junto con recordar que el adolescente está haciendo lo mejor que puede y, a la vez, que tendrá
que esforzarse aún más por cambiar estas conductas, contribuirá que acepten a su hijo, no así sus
conductas. Necesita saber que sus padres confían en sus capacidades y comprenden su dolor.
Solo sabiendo que ustedes estarán junto a él, que continuarán dando la batalla por él, y que
siempre lo amarán, será capaz de involucrarse en el verdaderamente arduo camino para
modificar sus conductas.
Síntesis
Si el adolescente presenta conductas propias de un trastorno de la conducta alimentaria, sus

padres serán más efectivos cuando puedan manejar la ansiedad que sienten a consecuencia de
la salud de su hijo y evitar, lo más posible, involucrarse en luchas de poder acerca de la
alimentación. Les ayudará recordar que su hijo tiene que lidiar con emociones difíciles y que se
verá beneficiado con la validación parte de ustedes, al margen de que ustedes insistan
incentivando una alimentación más saludable en el hogar.
Puntos clave:
 El adolescente que presenta trastornos de la conducta alimentaria

está enfrentando un caos y sufrimiento interno, pese a que a
menudo, visto desde fuera, parezca competente y en control de sí
mismo.
 A los padres les ayudará contar con la orientación y
retroalimentación de un equipo médico, que evalúe
continuamente la salud de su hijo.
 Los padres serán más efectivos cuando equilibren, por una parte,
el brindar una estructura de alimentación saludable y, por otra, el
reconocimiento de que no pueden controlar la conducta de su
hijo.
166
 Los padres serán de más ayuda para su hijo si, junto con reforzar
las conductas de alimentación saludable, evitan continuas peleas
respecto del trastorno de la conducta alimentaria.
167
PARTE 3
AUTOCUIDADO Y CUIDADO DE LA FAMILIA
CAPITULO 9
Autocuidado para padres
Ser padres de adolescentes es difícil, dado que ellos están llevando a cabo la tarea de desarrollar
identidades separadas de sus padres, en tanto que los padres también luchan con controlarlos o
darles más independencia. El tira y afloja entre el deseo del adolescente de ser independiente
junto a la realidad de su dependencia y a la necesidad de estructura y apoyo, afecta, y se ve
afectado a la vez, por el deseo de los padres de brindar orientaciones y seguridad. Existe un fuerte
apoyo para aquellos padres cuyos adolescentes están pasando por las típicas dificultades padres-
adolescentes de esta etapa. Sin embargo, los padres de un adolescente con emociones intensas
pueden sentir que los demás no entienden la intensidad de la montaña rusa emocional que están
viviendo; que a los otros no les es posible comprender qué significa vivir todos los días con la
preocupación de que el adolescente pueda ponerse violento o que cada conversación pueda
terminar en un estallido de violencia verbal; que tal vez los demás no sepan lo que es vivir con el
temor de que su hijo se autolesione o ponga término a su vida. Es posible que se sientan aislados,
solos, confundidos y agotados. Cuando comienzan a compartir lo que les sucede, descubren que
hay muchos padres en la misma situación y con los mismos sentimientos. No están solos si
reconocen cualquiera de estas situaciones o emociones:
 Vivir en un constante y elevado estado de ansiedad, miedo, rabia y/o frustración.

 Sentirse culpados por los demás, incómodos, abochornados o molesto por las reacciones
de los demás hacia ustedes.
 Sentir tensión y desacuerdo con su pareja acerca de la forma de ejercer la paternidad.
 Sentir malestares o dolencias físicas relacionadas con el estrés.
 Sentir el efecto de los sacrificios económicos derivados de la necesidad del continuo
tratamiento especializado.
168
 Sentirse frustrado si el tratamiento no resuelve los problemas a medida que pasa el

tiempo.
 Sentirse culpable de poder haber causado o contribuido a los problemas del adolescente.
 Reaccionar a los comentarios negativos de su hijo acerca de ustedes, cuestionándolos
como personas y como padres.
 Vivir con la frustración de no poder solucionar los problemas que presenta su hijo.
 No poder disfrutar de la vida a consecuencia de los problemas y sufrimiento de su hijo.
 Vivir con miedos acerca del futuro de su hijo.
En este capítulo, analizaremos cómo pueden (y deben) los padres satisfacer sus propias
necesidades en tanto ejercen su rol paterno con un adolescente o adulto joven que tiene
emociones intensas. Revisaremos varias habilidades que pueden ser efectivas para ayudarles a
reducir su propia vulnerabilidad emocional, calmar sus emociones intensas y encontrar formas
de disfrutar de su vida. Recuerden que la única forma en que tendrán la energía y los recursos
para ayudar a su hijo es cuidar de ustedes mismos. También es importante recordar que ustedes
merecen placer en sus vidas.
Viviendo con un adolescente con emociones intensas
Si su hijo siempre ha estado lidiando con la vulnerabilidad emocional y una alta sensibilidad
emocional, es probable que cuando llegue a la adolescencia los padres ya estén agotados y
también se hayan vuelto vulnerables emocionalmente. Atravesar las tareas propias de la
adolescencia junto a su hijo, con el agregado de la complicación de su intensidad emocional,
representa un enorme desafío. Si los adolescentes normales son temperamentales y a veces se
distancian o enrabian con sus padres, los adolescentes con emociones intensas pueden sentirse
deprimidos, presentar conductas suicidas y autolesivas o experimentar ansiedad al punto de
sentirse paralizados. El adolescente puede responder a lo que en otras familias serían exigencias
o límites normales con un nivel de violencia verbal y física y de agresión que se necesiten personas
ajenas para resolver la situación.
Ser padres de un niño, y luego un adolescente, con emociones intensas puede ocasionar
conflictos dentro del matrimonio o entre las personas que ejercen el rol de padres. Es posible
que están a menudo en desacuerdo acerca del modo más efectivo de responder al adolescente,
169
que uno de ustedes quiera bajar el perfil a las dificultades como normales de la adolescencia, en
tanto que el otro reconozca rápidamente la presencia de un problema. O uno de ustedes podría
sentir que la manera de educarlo sea dejarle independencia para que el adolescente pueda
aprender de sus errores, en tanto que el otro considere más efectivo, y menos preocupante,
protegerlo y controlarlo a fin de reducir los riesgos. Pueden sentirse culpados e inadecuados.
Cuando el niño ha estado en distintos tipos de terapia, a veces durante años, los asuntos
financieros y de tiempo generan un importante estrés adicional.
Hay que recordar que diversas perspectivas pueden ser válidas y que no hay uno en lo correcto
ni uno en lo incorrecto puede reducir algunas tensiones al interior de la pareja, en la medida en
que busquen el camino del medio, que los ayudará a ejercer la paternidad en conjunto. Es muy
importante resistir cualquier intento de culparse a sí mismos o a otros por los problemas del
adolescente. Es mejor focalizarse en la sensibilidad y aceptación – y buscar la forma más efectiva
de continuar avanzando.
Algunos padres dejan su trabajo para dedicarse totalmente a cuidar y apoyar al adolescente. En
estos casos, renuncian a oportunidades para distraerse de la agitación del hogar y pierden
oportunidades para sentirse competentes y capaces. Otros padres intentan equilibrar sus vidas
profesionales con la necesidad de mantener la seguridad del adolescente, tal vez batallando para
que vaya al colegio o al trabajo o asistiendo a reuniones en el colegio cuando surgen problemas,
o llegan a casa después del trabajo directo a la intensidad emocional y necesidades del
adolescente. Encontrar un equilibrio entre la satisfacción de las necesidades propias y las del
adolescente puede sentirse como imposible. Pueden sentir constantemente que no están siendo
eficientes en el trabajo (en el que son interrumpidos por llamados urgentes del adolescente o del
colegio) o en la casa (donde pueden no saber cómo manejar el caos, pese a que manejan
adecuadamente las dificultades que se presentan en el trabajo).
Profesores bien intencionados, vecinos y amigos podrían ofrecer consejos sin medir el alcance del
efecto de las emociones intensas, o referirse a sus propias experiencias de éxito y estrategias con
niños muy diferentes. Las discusiones con otras personas que pueden no entender el tema
pueden dejar agotados a los padres, además de hacerlos sentir culpables e incluso más aislados.
Cuando escuchan las historias acerca de lo efectivos que pueden ser otros padres, continúan
lamentando que su hijo no sea el niño que hubieran querido tener, o se cuestionan si serán
inadecuados o incompetentes como padres.
170
Adicionalmente, en la medida en que abogan para que su hijo reciba el tratamiento más efectivo,
o procuran ayudar a los demás para que sean más comprensivos o validen la situación, pueden
entrar en conflicto o ser culpados por las instituciones de salud previsional, las instituciones y
profesionales de salud mental, colegios u hospitales. Y, como consecuencia, su hijo puede quedar
sin acceso a los servicios que tanto les ha costado encontrar para él – o su progreso con estos
servicios ser mucho más lento de lo que ustedes esperaban. Algunos días serán capaces de
recordar que su hijo está haciendo lo más que puede; otros días, se sentirán abrumados o
frustrados al punto de perder la paciencia y la comprensión. En diversas ocasiones podrían
sentirse tristes, decepcionados, enojados, confundidos y/o abrumadoramente frustrados.
Pueden sentir que el estrés está presente cada día de su vida, y que lo único que varía es cuánto
estrés sienten en un momento dado. La importancia de cuidar de ustedes mismos no puede ser
minimizada. Deben aprender a cuidar de sí mismos a pesar de lo increíblemente difícil que esto
parezca. Cuando cuidan de sí mismos, son más capaces de manejar juiciosa y efectivamente a su
hijo frente a sus emociones intensas.
Habilidades y estrategias para el bienestar de los padres
Verán que muchas de las estrategias y habilidades que previamente hemos definido como útiles
para sus hijos, también contribuyen a manejar las difíciles y dolorosas emociones de los padres.
Puede resultarles más fácil aplicar las estrategias con su hijo que con sus propias emociones y
necesidades, y es posible que “tapen sus sentimientos” – esto es, los nieguen o ignoren de algún
modo – mientras se preocupan de las necesidades del adolescente. Pero los sentimientos no
pueden ignorarse o ser dejados de lado: no resulta; aceptar sus sentimientos y responder a ellos
efectivamente ayudará no solo a los padres sino a toda la familia.
Respondiendo a los juicios
Puede haberles sucedido que cuando les cuentan a otras personas acerca de las necesidades de
su hijo, los otros los juzguen, culpen o invaliden. Esto puede resultar confuso e indignante. Es
muy importante recordar que ustedes están haciendo, y han hecho, lo mejor que pueden bajo
circunstancias que son difíciles. A fin de dejar de lado estos juicios negativos de otras personas,
pueden practicar frases como estas:
171
 “Los demás no saben cómo es mi vida, y tengo derecho a tener mis propios pensamientos
y sentimientos.”
 “No tengo que aceptar los juicios de otra persona, ni sentir culpa.”
 “No puedo cambiar a los demás, a pesar de mis esfuerzos por hacer que comprendan.”
 “Puedo elegir cómo responder a lo que dicen los demás y dejar de lado sus juicios.”
Obtengan el apoyo de las personas que entienden, que demuestran sensibilidad y empatía, y
manténganse a distancia de los demás. Tan importante como proteger a su hijo de quienes no
entienden es protegerse a ustedes mismos.
Mientras están aprendiendo a ser menos enjuiciadores de su hijo y dejar de lado los juicios de los
demás, también es muy importante aprender a ser menos enjuiciadores. Los juicios, incluso los
juicios acerca de uno mismo no solo hacen que se sientan peor sino que además hacen más difícil
el pensar juiciosa y efectivamente. Consideren estas sugerencias acerca de cómo ser más
aceptador y menos enjuiciador respecto de sí mismos:
 Evite evaluar negativamente sus propias conductas.

 Procure dejar ir lo que debería hacer y focalizarse en lo que resulta más efectivo hacer.
 Acepte sus propias emociones, aún aquellas que son incómodas.
 Permítase a sí mismo aceptar compasivamente sus propias imperfecciones o errores.
A medida que se vuelva más adepto a aplicar estos conceptos a su propia conducta, descubrirá
que se siente mejor. También resultará más fácil percibir las conductas de su hijo con una
perspectiva más amplia y responder más efectivamente.
Validándose a uno mismo
Han aprendido que aceptar que su hijo hace lo mejor que puede, dadas las circunstancias de su
vida. Ser padre acorde a lo anterior ayudará a reducir la intensidad de las emociones del
adolescente y lo hará tener una mejor disposición al cambio. Lo mismo vale para ustedes. Si bien
no es inusual enjuiciarnos e invalidarnos a nosotros mismos, incluso si logramos hacerlo menos
con el adolescente, recuerden que están viviendo una vida difícil, que no es culpa de ustedes y
que están haciendo lo mejor que pueden, incluso si se equivocan.
172
Práctica para padres: Validándose a uno mismo
 Reconozca que sus emociones tienen sentido, a la luz de las circunstancias de su vida.
 Tome conciencia de los juicios y déjelos ir, en tanto reconoce y admite que no son útiles.
 Sea amable consigo mismo y acepte sus emociones.
 Acéptese a sí mismo.
La práctica de mindfulness le ayuda a tomar conciencia de sus pensamientos y sentimientos y a

aceptarse más a sí mismo. Intente ahora este simple ejercicio de mindfulness:
Mindfulness para padres
Coloque un temporizador para 2 minutos. Encuentre un patrón de

respiración que le resulte cómodo. Cuando inhale, diga para sí
mismo, Respiro atentamente. Cuando exhale, diga para sí mismo,
Dejo ir todos los juicios o simplemente Suelto. Sienta la calma a
medida que suelta o deja ir los juicios acerca de sí mismo y respira en
estado de autoaceptación.
Equilibrando demandas y deseos
Desde el día en que el niño nace, los padres buscan permanentemente el equilibrio entre sus
responsabilidades y expectativas asociadas al cuidado del niño (sin importar su edad) y sus
propias necesidades y deseos. Estas preguntas pueden resultarles familiares:
 “¿Puedo dejar a mi hijo adolescente solo haciendo sus quehaceres o tareas para poder ir
al gimnasio o dar una caminata?”
 “¿Puedo juntarme con un amigo si mi hijo está alterado y existe la posibilidad de que
quiera hablar conmigo respecto a por qué se siente así?”
173
 “¿Puedo salir por el fin de semana, si estoy preocupado por la seguridad de mi hijo, aún si
tomo todas las precauciones y presto toda la supervisión que sea necesaria?”
 “¿Está bien que haga algunas actividades que me gustan cuando mi hijo lo está pasando
tan mal?”
¿Cómo equilibrar las exigencias (lo que los demás esperan o quieren de usted) y los deseos
(aquellas cosas que son importantes para usted)? ¿A qué darle más peso? Piense en lo que otras
personas le exigen y en lo que usted quiere. Es fácil darse cuenta de que mientras más satisface
las demandas de los demás, menos tiempo queda para usted y que, mientras más hace lo que
quiere menos tiempo queda para satisfacer las demandas de otras personas.
Solo usted puede decidir cómo equilibrar sus necesidades y las exigencias de un modo que le
resulte cómodo. Sabe que satisfacer todas sus necesidades, todo el tiempo, y no atender las
necesidades de los demás no resulta ni efectivo ni responsable; y si bien puede sonar maravilloso
pensar en cuidar exclusivamente de uno mismo, sabe que no se sentirá bien consigo mismo si lo
hace. También sabe que no satisfacer ninguna de sus necesidades, en tanto se satisfacen todas
las necesidades de los demás, lo dejará agotado, frustrado y resentido. Usted, al igual que todos
los padres que se encuentran en su situación, necesita encontrar un punto de equilibrio en el que
pueda satisfacer algunas de sus necesidades en tanto cumple con sus responsabilidades hacia
otros. La clave para descubrir este punto de equilibrio está en cómo se siente (no en cómo es
juzgado por otros); si se siente resentido y molesto, invierta más tiempo haciendo lo que le gusta,
aumentando las actividades placenteras en su vida. Si se siente como si no estuviera cumpliendo
con sus responsabilidades, asigne más peso a las necesidades de otras personas. Si se siente
cómodo con lo que hace, y siente que está satisfaciendo sus propias necesidades y sus
responsabilidades, entonces su vida está en equilibrio de una forma que es funcional para usted.
Cuidando de uno mismo
Cuando estamos cansados, con hambre, no nos sentimos bien físicamente o estamos enfrentando
un día particularmente estresante, nos volvemos más vulnerables a las reacciones emocionales
negativas o estas se desencadenan más fácilmente. También podemos ser más vulnerables
cuando estamos con baja energía emocional o no nos hemos dado tiempo de cuidar de nosotros
mismos. Cuando se es padre de un adolescente con emociones intensas, es especialmente
importante realizar ejercicio, dormir bien, alimentarse con comida saludable, etc. Es igualmente
174
importante realizar actividades de las que uno disfrute, en la medida de lo posible. Pase tiempo
con aquellas amistades que le apoyan y validan, o dedique tiempo a estar tranquilo y solo. Realice
aquellas actividades que lo ayuden a recargarse y despejarse; le darán la energía y fortaleza
necesarias para responder más efectivamente al adolescente.
Tolerando efectivamente el estrés
Aprenda a calmarse y distraerse o aliviarse a sí mismo en momentos difíciles o dolorosos, de modo

de reducir la intensidad de sus emociones y atravesar el momento sin empeorar las cosas
(Linehan, 1993). Al margen de su deseo instintivo a sacrificar sus propias actividades placenteras
para hacerse cargo y satisfacer las necesidades de su hijo, es absolutamente importante darse
tiempo para cuidar de uno mismo, porque usted es importante y para tener la energía para poder
ser más efectivo como padre. En un momento de crisis, algunas de estas habilidades podrán
ayudarle a conservar la calma, de modo de poder solucionar los problemas a pesar de la agitación
emocional que lo rodee.
Cuando el adolescente grita o expresa su enojo intensamente, habitualmente uno se siente mejor
en el momento gritarle de vuelta, ponerse a la defensiva o exigirle que sea respetuoso con usted.
Sin embargo, estas reacciones emocionales pueden empeorar el ánimo negativo (y las conductas)
del adolescente y lo más probable es que usted termine sintiéndose peor acerca de sí mismo.
Descubra actividades que le ayuden a responder con sabiduría en los momentos de descontrol o
agitación. Destine un minuto al estado de mindfulness (lleve el foco a su respiración, utilice la
práctica de mindfulness que analizamos antes en este mismo capítulo).
Práctica para padres: Desarrollando actividades placenteras y relajantes en mi

vida
 Tome una hoja y haga una lista de las actividades que le ayudan a calmarse (puede obtener algunas ideas
de la lista que sigue). Comparta su lista con su pareja o un amigo que pueda recordarle, en caso necesario,
cómo cuidar de sí mismo.
Para calmarse durante una crisis, usted podría:
 Ir a dar una caminata o salir a trotar.

 Aislarse un momento y alejarse de la situación.
175
 Tomar mentalmente un momento de vacaciones, en un lugar tranquilo y en paz.

 Llevar su atención al algo que esté cerca suyo, que le traiga calma (puede ser una foto o un cuadro).
 Colocarse una loción con un olor rico (disponible estratégicamente en su casa), frotándola suavemente en
sus manos.
 Lavar su cara con agua fría.
 Jugar con su mascota.
 Tomar o comer algo que lo relaje.
 Escuchar música tranquila.
 Hablar con un amigo que pueda escucharle y validar lo que siente.
Estas estrategias pueden ser de ayuda para reducir la intensidad emocional del momento. Considere agregar otras
actividades a su vida que le ayuden a generar resiliencia y a aumentar su tolerancia al estrés a largo plazo. Puede
agregar actividades como las que siguen:
 Leer
 Hacer puzles
 Masaje
 Jardinear
 Practicar regularmente ejercicio
 Rezar o realizar alguna otra actividad espiritual
 Practicar hobbies que le gusten
 Salir a cenar con amigos
 Ver películas o programas de televisión divertidos
Observar los propios límites
Una buena forma de asegurar que su vida está equilibrada es reconocer, aceptar, expresar y
observar sus propios límites. Todos tenemos límites y cuando nos presionamos o somos
presionados en exceso, nos sentimos agotados y drenados, sin energía para hacer nada, por no
hablar de criar eficazmente a los hijos. Es importante establecer un límite cuando alguien nos
pide hacer una tarea y estamos cansados y solo queremos un tiempo para nosotros mismos, o si
alguien llama o quiere hablarnos por la noche, cuando estamos listos para irnos a dormir. Podría
querer responder no cuando el adolescente le pide una comida especial y usted acaba de preparar
una rica cena para todos los demás. Este consciente de sus propias necesidades y establezca
sabiamente sus límites. Diga no cuando quiera decir no y diga sí solo cuando no lo estrese
excesivamente. Acepte que sus límites son únicos, personales; no se juzgue a sí mismo por sus
límites ni acepte los juicios emitidos por otros (incluido el adolescente). Cuando uno es capaz de
176
respetar sus propios límites y de expresarlos respetuosamente a otros, será capaz de comunicarse
mejor y de ser un padre más efectivo.
A menudo los adolescentes ponen a prueba los límites de sus padres y pueden tratar de estirarlos;
en estas situaciones, la comunicación que tenga lugar puede llevar a un estallido emocional suyo,
del adolescente o de ambos. Aunque su hijo le acuse de no preocuparse, no es necesario
defenderse. Si usted permite que el adolescente quebrante permanentemente sus límites, le
estará comunicando – a través de su conducta – que está bien que insista en hacerlo. Por lo
general el resultado de esto no es positivo. Depende de usted respetar sus propios límites,
mantenerlos y ser consistente. Clarifique sus límites calmadamente y por anticipado y
recuérdelos al adolescente en el momento, de modo que la comunicación e interacciones puedan
ser más efectivas y placenteras, tanto a corto como a largo plazo. A continuación un ejemplo de
cómo mantener los límites:
Usted sabe que alrededor de las 22:00 se siente agotado y no es capaz de pensar con
serenidad o sabiduría. Intentar hablar con su hijo después de esa hora por lo general no
será efectivo y podría terminar en una interacción negativa para ambos. Si su hijo sabe
que usted no le ayudará con sus tareas cuando ya sea tarde y de noche, usted se lo
recordará cuando llegue a pedirle ayuda a las 22:30. No se enrede en el momento ni se
entrampe tratando de hacer la tarea o explicarle cosas. Recordará lo que él no recordó –
que no servirá ayudarlo a esa hora. Si bien no es fácil decirle que no y perder la oportunidad
de ayudarlo con su tarea, especialmente cuando él no se contacta mucho con nadie, es
importante hacerlo. Al mismo tiempo, recuerde reconocer su decepción y dígale que será
bienvenida la oportunidad de ayudarlo por la mañana, aunque sea muy temprano, cuando
usted esté más despierto y alerta.
Aceptación
Ustedes saben que su vida es difícil y que su hijo los expone a problemas y dificultades que nunca
habían previsto. Ni ustedes ni el adolescente pueden cambiar este hecho. Si tratan de negarlo,
no tomarlo en cuenta o dejarlo de lado, permanecerán estancados en un estado deplorable.
Cuando acepten las realidades de su vida, descubrirán que lo que pueden cambiar es cómo
ustedes responden a sus circunstancias. Paradójicamente, la aceptación aporta una sensación de
177
calma. Y lo que pueden equilibrar es la aceptación de que la vida es más difícil y dolorosa de lo
que esperaban con la esperanza de que la vida será mejor a futuro. Aceptar no significa ceder ni
darse por vencido. No significa que uno se resigna a una vida de sufrimiento. Por el contrario,
significa que se reconoce el problema en cuestión y que ahora se puede resolver para tener un
mejor futuro.
Antes de reconocer que su hijo tenía emociones intensas, ustedes no podían obtener la ayuda
que él necesitaba. Estaban atrapados en una situación que no mejoraba. Una vez que fueron
capaces de aceptar que su hijo tenía problemas, pudieron comenzar el proceso de ayudarla de
modo más efectivo. La aceptación es necesaria para el cambio. Si bien aceptar que el hijo tiene
problemas no significa que uno podrá cambiarlo, sí implica que ustedes pueden comenzar a
modificar el ambiente de modo que tenga la oportunidad para cambiar. No se han dado por
vencidos; se han permitido a ustedes y a su hijo avanzar.
La aceptación es un proceso activo. Requiere (1) estar consciente del momento, (2) estar abierto
a nuevas perspectivas, (3) soltar el cuerpo, (4) estar dispuesto a reconocer realidades difíciles y
(5) volver la mente hacia ideas nuevas y nuevas interpretaciones (Linehan, 1993). Significa dejar
ir lo que uno creía y lo que uno quería y reconocer lo que se tiene. La realidad actual puede no
ser la que uno deseaba y es lo que hay. La aceptación nos da la posibilidad de crear un futuro
mejor.
Es posible que su hijo siempre tenga emociones intensas y que la vida continúe siendo difícil para
él y para ustedes. Pueden sentirse desconsolados de que la vida vaya a ser una constante batalla.
Con el tiempo, a medida que maduren, algunos adolescentes y adultos jóvenes serán capaces de
manejar sus emociones de forma más segura y hábil, a medida que su cerebro se desarrolla y que
aprenden a pensar en sus conductas poniendo el foco en los resultados en el largo plazo. Otros
adolescentes se beneficiarán de la ayuda de profesionales que les enseñen cómo vivir la vida que
desean para ellos por medio del uso de conductas más sanas y adaptativas. Otros continuarán
luchando contra las personas que les incentivan a tener conductas más saludables. En algunos
casos, las dificultades – y el estrés, desconcierto y frustración de los padres – continuarán en la
etapa adulta. Están recorriendo un camino, y es posible que no siempre sepan dónde terminará.
Es importante aceptar esta incertidumbre.
Puede ser muy duro de aceptar y a veces es necesario trabajar una y otra vez en la aceptación.
Las circunstancias pueden cambiar y habrá que trabajar aceptando las nuevas – y tal vez más
178
preocupantes – circunstancias. Es posible que no quieran aceptar y, al mismo tiempo, no tienen

alternativa. Es lo que hay - ¿y cómo van a ayudarse a sí mismos a vivir con una realidad que
preferirían no haber tenido? Respire profundamente, permítase abrir los ojos para ver lo que tal
vez no quiera ver; sienta el dolor que quisiera negar, hable acerca de ello y sepa que aceptarlo es
un paso adelante en un camino realmente duro. Aún si siempre hubiera o pudiera haber una cuota
de dolor ocasionada por las dificultades de su hijo adolescente o adulto joven, usted puede tener
una vida que le satisfaga, una vida rica y gratificante.
La aceptación es el camino al cambio, tanto para el adolescente como para sus padres. Recuerden
que su hijo está haciendo lo mejor que puede – al igual que ustedes.
Síntesis
En este capítulo hemos descrito los desafíos que enfrentan los padres que tienen hijos
adolescentes con emociones intensas. Analizamos lo difícil que resulta vivir en un estado
constante de estrés y agitación y las formas en que los padres pueden ayudarse a sí mismos en
estas situaciones.
Puntos clave:
 Es importante no juzgarse a uno mismo y no aceptar los juicios

que hagan otras personas.
 Usted puede encontrar formas de distraerse y calmarse y de
disfrutar de actividades placenteras.
 A fin de ser efectivos como padre, observe sus propios límites y
equilibre el cuidado que brinda a los demás con el cuidado
prestado a sí mismo.
 El camino al cambio es a través de la aceptación de la realidad de
la vida que uno tiene.
179
CAPITULO 10
Hermanos y miembros de la familia extendida
Como padres de un adolescente o adulto joven con emociones y conductas intensas, su vida
puede consumirse en el manejo de crisis y cuidado de su hijo. Es difícil pensar en los otros
integrantes de la familia cuyas vidas también se ven afectadas por la agitación y la intensa
emocionalidad que se vive en el hogar. También puede resultar difícil entender los sentimientos
de parientes de la familia extensa, que no viven con ustedes y sin embargo querer a su hijo
adolescente. Los padres pueden sentirse tan abrumados por las preguntas que les hacen y por
los desafíos que enfrentan, que no tienen fuerza para validar los sentimientos, o satisfacer las
necesidades, de los hermanos o de otros miembros de la familia.
Los otros niños de la familia serán testigos de y soportarán, a veces en silencio, las mismas
conductas que tienen superados, frustrados o atemorizados a los padres. La preocupación y el
estrés constante de los padres, puede darse también en cualquier persona que vive o ama a su
hijo. Los hermanos pueden experimentar algunos o todos estos pensamientos y emociones:
 Confusión respecto de conductas que no entienden

 Miedo, preocupación o ansiedad
 Urgencia por ayudar, sin saber si pueden hacerlo o cómo hacerlo
 Sentirse “invisibles” si sus necesidades o sentimientos no son reconocidos
 Un reconocimiento válido de que sus padres no pueden satisfacer sus necesidades, lo que
los lleva a ocultar sus preocupaciones y problemas para no agobiarlos
 El deseo de proteger a sus padres comportándose bien y actuando como si manejaran sus
vidas sin problema
 El sentimiento de que la única forma de lograr la satisfacción de sus necesidades, o de
obtener algo de atención, es comportarse de manera similar a su hermano
Otros familiares también pueden sentirse confundidos con la conducta del adolescente, y su falta
de comprensión y la forma en que les responden puede llevar a que ustedes se sientan culpados
o juzgados. Es posible que ustedes se sientan demasiado avergonzados como para compartir todo
lo que está sucediendo con ellos, lo que los aleja más aún. Pueden perder el apoyo que necesitan
urgentemente cuando los familiares les dicen qué hacer sin tener el conocimiento necesario para
180
ser una verdadera ayuda. Pueden sentir el deseo de aislarse de las personas que, en otras
circunstancias, podrían ayudarlos.
Cuando su hijo tiene dificultades emocionales, las otras personas de la familia extendida no saben
qué hacer e incluso pueden mantenerse a distancia, pensando (por lo general equivocadamente)
que ustedes desean privacidad. No llegan con “la olla de comida”, ni ayudan con los otros niños
ni prestan el apoyo que podrían si el adolescente tuviera una enfermedad física. El malestar
emocional de ustedes, al igual que el de los otros niños de la familia, puede verse exacerbado por
este aislamiento.
Complicando este panorama puede agregarse el deseo del adolescente de mantener su

privacidad y la disposición de los padres a mantener la confidencialidad que su hijo desea. Es
posible que el adolescente no quiera que nadie, ni siquiera sus hermanos, sepan del nivel de sus
problemas. Puede reaccionar emocionalmente si escucha a sus padres hablando de él, o de cómo
se siente, con sus hermanos o con otros miembros de la familia. Los padres pueden dudar acerca
de solicitar ayuda externa a fin de preservar la privacidad de su hijo.
Es comprensible que como padres se sientan demasiado agotados para atender los sentimientos
de los demás integrantes de la familia. Ustedes saben que sus otros hijos también los necesitan.
Están llevando adelante la tarea de crianza de los hijos y procurando manejar sus vidas en medio
de la agitación que reina en la casa. No se sientan más culpables al darse cuenta de las
necesidades y sentimientos de los hermanos o de otros familiares. Recuerden que han estado
haciendo, y continuarán haciendo, lo mejor que pueden bajo circunstancias muy difíciles y
dolorosas.
En este capítulo, analizaremos los sentimientos y necesidades de los hermanos, y cómo pueden
manejarlos, a pesar de todos los desafíos que están enfrentando. También analizaremos cómo
responder a otros familiares de forma que resulte beneficioso para ustedes y para ellos.
Hermanos
Las hermanas y hermanas del hijo con emociones intensas conviven con los mismos estallidos
emocionales, agitación, estrés, agresión o miedos que sus padres. En el hogar, pueden convivir
con la violencia verbal o física (dirigida a ellos o como testigos de cómo es dirigida hacia los
padres). Sienten temor emocional por la seguridad de su hermana o hermano (y a veces por la
181
de ellos y la de sus padres), se sienten confundidos por las conductas erráticas e inconsistentes
(“Hoy parece mi hermano de siempre; ayer, estaba fuera de control”), y pueden desesperarse por
la familia. No obstante, a menudo ellos no están involucrados directamente en la situación,
pueden no saber qué está sucediendo ni por qué, e incluso imposibilitados para ayudar de alguna
manera. Sin saberlo ustedes, su sufrimiento puede estar siendo compartido por ellos. A menudo
se preocupan por sus padres.
La experiencia, y sus respuestas, variará dependiendo de la edad de los hermanos y de su orden

de nacimiento. Los hermanos menores, quienes comprensiblemente se sientan asustados,
podrían necesitar la máxima protección posible; las explicaciones a ellos deberían ser muy simples
(como “Hoy tu hermano se siente muy enojado y alterado”). Los hermanos mayores pueden
sentir que deberían involucrarse más en ayudar a su hermano y a sus padres; tal vez deban limitar
su sentido de responsabilidad y explicarles con más detalle la situación (“Sé que estás preocupado
por las lesiones que se hizo tu hermano y no hay nada que puedas hacer para ayudarlo en este
momento”). Asimismo, las reacciones y respuestas de los padres y las de los hermanos pueden
variar dependiendo de si el hermano es mayor o menor que el hijo con emociones intensas. Al
margen de estas diferencias, la respuesta de los padres a todos los hermanos será oír, escuchar y
validar sus sentimientos y estar disponible para hablar o pasar tiempo con ellos cuando puedan
hacerlo. Los hermanos también necesitan de sus padres. Y necesitan ser motivados a seguir con
sus intereses, actividades y amigos. Los padres pueden ayudarlos a continuar viviendo sus propias
vidas del modo más pleno posible, junto con reconocer las dificultades que están enfrentando.
Validación
Los hermanos, al igual que sus padres, necesitan saber que lo que están pensando y sintiendo se
justifica o tiene sentido dadas las circunstancias que están viviendo. Imaginen lo difícil que debe
ser sentir celos por toda la atención que recibe el hermano cuando está hospitalizado. O estar
muy enrabiado con un hermano o hermana que ha sido descrito como “enfermo” y por el cual
debería sentir simpatía más que rabia. Escuchar que tienen derecho a sentir lo que sea que
sientan puede resultar sumamente reconfortante para los hermanos de cualquier edad, en
especial cuando no están seguros de qué “deberían” estar sintiendo o qué es lo que está bien o
mal. Incluso cuando reconocer las dificultades emocionales de los demás hijos resulte difícil y
doloroso para los padres, podrán entender por qué es tan necesario para la salud emocional de
los hermanos ser escuchados y validados tanto como el hijo con emociones intensas.
182
Entendiendo los sentimientos y necesidades de los hermanos mayores
Los hermanos que también están en la etapa de la adolescencia y son alumnos de enseñanza
media tienen la edad suficiente como para darse cuenta del caos que hay en la casa y de la forma
en que este afecta sus vidas. Pueden creer que su hermana o hermano está simulando para
obtener la atención de sus padres o utilizando medios destructivos para lograr lo que quiere.
Pueden sentirse enojados de que sus padres “hayan cedido”. Si su hermano es menor que ellos,
podrían darse cuenta de que la vida de su hermano es muy diferente de la suya y sentirse
culpables de cualquier placer que haya en sus propias vidas. Si su hermano es mayor que ellos,
podrían inquietarse por cómo irá a ser su propio futuro. Es posible que siempre hayan vivido con
temor o preocupación.
Los hermanos mayores pueden experimentar sentimientos como estos:
 Rabia de que su hermano esté afectando tan negativamente su vida y la de toda la familia
 Miedo de que su hermano pueda morir, dañarse a sí mismo o a alguna otra persona
 Vergüenza cuando se llama a la policía o cuando se hacen públicos los problemas
familiares
 Culpa si están disfrutando de sus vidas mientras su hermano lo está pasando tan mal, o
cuando necesita la atención de sus padres y sienten que su hermano la necesita más
 Amargura por su desempeño y logros sabiendo que es posible que su hermano no logre
lo mismo
 Confusión acerca de si será conveniente y cómo poder ayudar a su hermano con
emociones intensas
 Rabia o decepción cuando no pudo estar disponible para el hermano o no atendió sus
necesidades
 Aislamiento por la vergüenza y la no disposición a compartir con otros los problemas
familiares
 Rabia y miedo cuando la conducta violenta está dirigida hacia ellos
 Decepcionados de sí mismos si sus necesidades se hacen evidentes ante sus padres o si
sienten que no han cumplido sus propias expectativas de ser absolutamente responsables
de sí mismos
 Responsabilidad por hacer bien las cosas y decepción cuando no es capaz de hacerlo
 Tristeza de no tener el tipo de relación que había esperado tener con su hermano
183
 Rabia acerca de la injusticia de que su hermano no pueda ser como se esperaba que fuera
 Temor por tener que hacerse cargo de su hermano cuando sean mayores
Tal vez los padres quieran pedir la ayuda de un hermano mayor para cuidar o motivar a su
hermana o hermano con emociones intensas. O tener el impulso de obtener su ayuda
preguntándole si ha visto hojas de afeitar en el baño o escuchado algo acerca de autolesiones o
consumo de alcohol o drogas, o de pedirle que incorpore a su retraído hermano en sus
actividades. Al mismo tiempo, el hermano puede sentirse responsable de mantener a salvo a su
hermana o hermano o de mantener las confianzas. Puede querer ser el confidente de su hermano
y a la vez apoyar a sus padres. Lo que implica un dilema. Es importante no poner al hermano
sano en el medio de ustedes y su hijo ni tampoco pedirle, de ninguna forma, que cuide o se haga
responsable de su hermana o hermano. Esto sería una carga para él y una responsabilidad
abrumadora, incluso si no lo escucharan quejarse o si él pidiera involucrarse en el cuidado de su
hermano. El hijo sano necesita que sus padres le den permiso para tener su propia vida y
actividades y para disfrutarlas sin culpa. Su responsabilidad comienza y termina con notificar a
sus padres o a otro adulto si advierte alguna situación de potencial daño o peligro. Es
responsabilidad de los padres reconocer la gama de emociones confusas y dolorosas que siente
y ayudarle, al mismo tiempo, a vivir su vida.
Validando los sentimientos de un hermano mayor
Es posible que como padres se sientan frustrados de que un hermano mayor no entienda los
problemas de su hermana o hermano cuando exige cosas o expresa su rabia o frustración. Podría
parecer como si los padres no pudieran atender otra fuente más de negatividad, y se enojen con
él por ser insensible hacia ustedes y hacia su hermano. Cuando los padres están sobrepasados, es
difícil recordar lo que otros están viviendo. O pueden estar conscientes de lo que están viviendo
los demás hijos y preocuparse de que expresen tan pocas necesidades. Es importante que los
padres tengan consciencia de sus propios sentimientos, para poder resolverlos; también es
necesario tener la capacidad de pensar juiciosamente para validar las necesidades de un hermano
mayor.
Una de las formas en que se pueden reconocer los sentimientos y necesidades de los demás hijos
es pasando tiempo con ellos. Prestar atención plena a los hermanos sanos es una forma de
decirles que entienden todo lo que están pasando y que ustedes están ahí para ellos. Esto por sí
184
solo puede resultar sanador. A continuación otras formas de validar a un hermano mayor
reconociendo verbalmente lo que le está sucediendo:
 “Es difícil vivir en esta casa en este momento. Debe ser muy desagradable para ti.”
 “Por supuesto que da vergüenza cuando la policía llega a la casa de uno.”
 “Estoy seguro de que otras personas se sentirían tan enojadas como tú si su hermana o
hermano los tratará de esa forma.”
 “Sé que estás asustado de que pueda ocurrir algo malo. También tengo miedo de eso.”
 “Entiendo que quieres hacer algo para ayudar. Debe ser muy frustrante para ti cuando no
puedes hacerlo. A mí me pasa lo mismo.”
 “Debe ser muy difícil cuando no siempre tengo el tiempo para estar contigo como quisiera
tenerlo.”
 “Sé que te parece injusto cuando piensas que tratamos a tu hermano de manera
diferente.”
En medio de un incidente con el adolescente con emociones intensas, es posible que los padres
no puedan validar o comprender a su hermano. Una vez que se hayan calmado las cosas, es
importante ir con él, escuchar si es que quiere hablar y, si no quiere hacerlo, respetar su deseo
de no hablar. Recuerde reconocer sus sentimientos. Esto ayudará a que el hijo mayor sepa que
él también es importante para sus padres, que ustedes lo aceptan a él y aceptan sus sentimientos
y que lo comprenden. Esta respuesta de los padres también lo ayudará a entender que ellos están
haciendo lo mejor que pueden para satisfacer sus necesidades. Saber esto tiene un enorme valor
para su propio desarrollo saludable.
Los hermanos mayores también necesitan saber que tienen el permiso de sus padres para
disfrutar y atender sus propias necesidades, y que no tienen que sentirse responsables de su
hermana o hermano. Se les está permitiendo que busquen formas de distraerse o calmarse a sí
mismos en aquellos momentos de emocionalidad intensa en el hogar. Por ejemplo, pueden usar
audífonos para no tener que escuchar las voces enojadas ni los ataques verbales. Pueden darse
una ducha para calmarse y distraerse; o sacar a pasear a su mascota, si la tienen, o llevarla a su
habitación. Y pueden preocuparse de que participe en las actividades que le gustan y descubra
formas de obtener logros y sentirse competente.
185
Entendiendo los sentimientos y necesidades de los hermanos menores
Los hermanos menores – que pueden ser preadolescentes o más chicos incluso – pueden sentirse
temerosos y confundidos con lo que están viendo o viviendo en su casa. Es comprensible que los
estallidos emocionales, la violencia verbal y física o la agresión asusten a un niño más chico, que
puede sentir que su casa ya no es un lugar seguro y no entiende por qué sus padres están tan
enojados o tan tristes. Si es un poco más grande, podrá entender que su hermano está muy triste
o alterado, y querrá ayudarlo a que se sienta mejor. Estos pequeños, sanos, cuya hermano o
hermano se están autolesionando pueden de hecho ver la evidencia en el baño que comparten,
y podrían no saber cómo ayudar o detener la conducta autolesiva. Si su hermano es mayor,
pueden sentir la pérdida de una hermana o hermano con quien hablar. Si su hermano es menor,
pueden sentirse responsables al punto de representar una carga excesiva para alguien de su edad.
Podrían negar sus propias necesidades para no sobrecargar a sus padres. A continuación algunos
de los pensamientos y sentimientos que los hermanos menores podrían tener en común con los
hermanos mayores:
 Miedos acerca de su propia seguridad

 Rabia de que su casa se haya convertido en un caos
 Vergüenza de que los problemas familiares sean conocidos públicamente
 Preocupación por lo que podría sucederle a su hermano, a su familia y a él
 Malestar acerca de compartir lo que está viviendo con otra persona y la sensación de que
sus pares, e incluso otros adultos, no lo entiendan
 Rabia con su hermano con emociones intensas y con los padres, cuando no están
disponibles para él
 Confusión acerca de cómo puede ayudar
 Una sensación de que no es justo que su hermana o hermano tenga tanta atención y no
tenga la obligación de cumplir con los quehaceres que los demás tienen que hacer
Validando los sentimientos de los hermanos menores
En todo momento, sus hijos menores se verán beneficiados de recibir su tiempo y atención.
Pueden escucharlos y ayudarlos a entender que todos sus sentimientos están bien y son
comprensibles. También les ayudará contar con un adulto especial para ellos, en el que puedan
confiar, particularmente cuando el tiempo de los padres se ve consumido por el adolescente con
186
emociones intensas. En medio de los estallidos emocionales, si es posible, ayuda que uno de los
padres salga de la casa con los niños menores y los lleve a disfrutar de algo grato, como forma de
distraerlos y de calmarlos a la vez. Su tiempo, energía y disposición para escuchar lo que sea que
los hermanos tengan que decir los ayudará exponencialmente. Los hermanos necesitan saber
que son importantes para sus padres y que no necesitan enojarse o estar tristes para obtener la
atención de sus padres. Sus respuestas, tanto como sus palabras, pueden comunicar esto a los
hijos menores. A continuación algunas formas de validación verbal de los hermanos menores:
 “Sé que estás asustado. Cualquiera lo estaría. ¿Qué podemos hacer para ayudar a que te
sientas mejor?”
 “Entiendo que es difícil compartir todo este asunto con tus amigos porque piensas que no
te van a entender. Algunos de ellos sí te entenderán, y puedes compartirlo si quieres.”
 “Veo que estás preocupado por tu hermano. Entiendo por qué.”
 “Sé que no es justo que tu hermano no haga los quehaceres que tú haces.”
 “Tú y tus sentimientos – todos tus sentimientos – también son importantes para
nosotros.”
Si ha habido un incidente de agresión o de violencia verbal o física en su casa, a los niños menores
les será de ayuda que los acompañen una vez que haya terminado la situación. Tal vez los
encuentre escondidos bajo la cama, ocultos en el baño o escuchando música. Con todo lo
cansados que ustedes puedan estar en ese momento, es importante escuchar, aceptar y validar
a los niños menores después de un incidente, de modo que no carguen internamente con las
emociones y puedan continuar avanzando con su propia vida.
Explicando a los hermanos
La información y la comprensión también es útil al manejar la rabia, tristeza o temor de los hijos
y para reducir las conductas perturbadoras que puedan resultar de esas emociones. Pueden
encontrar formas para explicar a sus otros hijos por qué su hermano se comporta como lo hace,
de acuerdo con la edad y a la capacidad cognitiva de los niños. Procure explicar de modo
tranquilo, amable y sin juicios a medida que los escucha y sigue validando las emociones de estos
hermanos.
187
Los hermanos necesitan saber por qué su hermana o hermano con emociones intensas se
comporta como lo hace y por qué sus padres responden del modo en que lo hacen. En el caso de
niños mayores, explíqueles la teoría biosocial y los temas relacionados con ella:
 “El cerebro de tu hermana funciona diferente al tuyo y la intensidad de sus emociones

causa que se comporte de la manera en que lo hace.”
 “La enfermedad de tu hermana no es culpa suya, ni de nadie, y ella tiene que hacer
cambios para que la familia se lleve mejor y ella pueda tener una mejor vida.”
 “Está más limitada y superada por sus emociones intensas y tal vez no sea capaz de ser
responsable con sus quehaceres ni con sus tareas del colegio, como esperamos que tú lo
seas.”
 “Requiere mucha energía emocional aprender a manejar las emociones intensas de una
manera segura y cuando tu hermana parece “no estar haciendo nada” puede estar
trabajando en mejorarse.”
 “La seguridad es mi prioridad uno y, aunque pueda parecer que yo estuviera reforzando
conductas no sanas, tengo por necesidad que “escoger las batallas que voy a dar” según
las conductas que sean más inseguras o peligrosas en ese momento.”
 “Hay veces en que tu hermano necesita abandonar lo que está haciendo si se está
volviendo muy emocional, yo se lo permito y le incentivo a que lo haga para que pueda
manejar menos agresivamente y más constructivamente sus emociones.”
A continuación, algunas cosas que pueden decirse a un hermano menor:
 “Tu hermana no siempre se porta como nosotros queremos que lo haga. Sus sentimientos
se le atraviesan en el camino. Estamos tratando de ayudarla para que sus conductas no
nos asusten tanto a todos.”
 “Pareciera que a tu hermana le gusta portarse como lo hace. Probablemente eso no la
haga muy feliz y preferiría llevarse mejor con todos. En eso estamos trabajando.”
 “A veces tu hermano se pone muy enojado, mucho más de lo que otros se enojarían
nunca. No está enojado contigo; solo está enojado.”
 A veces los sentimientos de tu hermana son como un volcán y explota. Cuando pase eso,
anda a tu habitación y hablaremos después una vez que se hayan calmado las cosas.”
 A veces tengo que asegurarme de que tu hermano no se haga daño a sí mismo. Si alguna
vez lo ves haciéndose daño, por favor avísame.”
188
 “A tu hermano le gustaría poder jugar contigo y estar más cerca de la familia. Cuando no
puede todos nos ponemos tristes.”
Tanto los hermanos mayores como los menores necesitan ayuda para sentirse menos
responsables de lo que sucede. Pueden decirles que, por más que quieran, no pueden hacer que
su hermano se sienta mejor – que solo él puede hacerlo por sí mismo. Pueden recordarles que
les avisen a ustedes o a otro adulto si ven que su hermano está haciendo algo riesgoso, para que
no tengan que llevar solos esa carga. Por mucho que sea difícil que cada miembro de la familia
lo entienda y acepte, es el adolescente con emociones intensas quien debe hacer un compromiso
por la vida, en tanto que quienes lo quieren tienen la responsabilidad de vivir sus propias vidas lo
más plenamente posible.
Círculo familiar o familia extendida
Tal vez se encuentren frente a la necesidad de equilibrar las necesidades de su familia extendida
(como quiera que la definan) con las necesidades de su hijo adolescente o adulto joven. De
formas directas e indirectas, los miembros de la familia pueden verse afectados por los problemas
de su hijo. Pueden (1) ser testigos de sus dificultades ante sus conductas, (2) testigos de la
agresión o de la conducta autolesiva, (3) saber de las hospitalizaciones psiquiátricas o (4) tener
un sentimiento de pérdida cuando el adolescente elige no asistir a las celebraciones familiares.
Los familiares pueden no saber cómo responder o es posible que piensen que tienen las
respuestas para todo.
Los padres pueden sentirse tensos con los familiares, pese a que exista un apoyo y cuidado
especial de parte de ellos. Estos parientes también sienten tensión. Ustedes pueden ver el éxito
los hijos de sus hermanos o primos, y sentirse avergonzados o culpables cuando su hijo “no está
a la altura” o no puede satisfacer las expectativas, expresadas o imaginadas, de la familia. Los
abuelos esperan ciertas conductas, un cierto nivel de respeto o una forma especial de conservar
las tradiciones. Como padres se pueden sentir constantemente tironeados entre intentar
complacer a sus propios padres o a otros familiares y, al mismo tiempo, procurar ser comprensivo
y sensible a los forcejeos y necesidades del adolescente. Se encontrarán buscando un equilibrio
entre las necesidades de los parientes que les son queridos, la necesidad de ser parte de esa
189
familia y las necesidades del adolescente. Pese a que saben que sus familiares los quieren y
también quieren a su hijo, puede resultarles muy difícil sentir la tensión que los rodea.
Algunos parientes pueden ser apoyadores, comprensivos y validadores. Pueden escuchar sus
explicaciones y reconocer sus sentimientos. Cuando ustedes están cerca de ellos, pueden sentir
lo reconfortantes que son. Otros, parecerán más enjuiciadores al ver cómo se comporta su hijo
y la forma en que ustedes responden a su conducta. Sin entender que ustedes tienen la necesidad
de establecer prioridades, de validar y de aceptar los límites de su hijo, ofrecen consejos en el
intento de ser de ayuda. Algunos dirán que necesitan poner límites más firmes, aplicar más
consecuencias o no dejar que su hijo “salga con excusas”.
Otros pensarán que ustedes no están siendo lo suficientemente comprensivos y que necesitan
dejar que su hijo encuentre su propio camino. Lo que ustedes como padres pueden sentir es que,
si bien estos familiares pueden querer ayudar, sus consejos no sirven. Lo que ustedes quieren es
ser entendidos, no que les digan qué hacer. Lo que ustedes quieren es que alguien entienda lo
que es su vida y comprenda que lo están haciendo lo mejor que pueden.
El adolescente puede pedir que no les cuenten sus problemas a los familiares. Esto dificulta aún
más a los padres explicar por qué responden del modo en que lo hacen. Tal vez quieran respetar
la necesidad de privacidad de su hijo y, también, necesitan que los familiares entiendan para así
no sentirse aislados ni solos. Bajo estas circunstancias, tendrán que equilibrar su necesidad de
apoyo y comprensión con la necesidad de privacidad de su hijo. Pueden entender y validar los
sentimientos de su hijo junto con entregar la información suficiente, sin entrar en detalles, a
aquellos familiares que son de más apoyo y ayuda para ustedes.
También necesitan aceptar que algunos familiares, pese a lo mucho que se preocupen por
ustedes y por su hijo, no podrán comprender la situación y continuarán ofreciendo consejos no
deseados o que no ayudan. Si los beneficios de esta relación pesan lo suficiente como para
escuchar sus consejos, pueden escoger mantener la relación de modo que continúe siendo
significativa, sin discutir los problemas de su hijo y poniendo límite ante los consejos (“Sé qué
están tratando de ayudar. Este tema es complicado y preferiríamos no hablar de eso ahora”). Si
la relación no es importante, pueden limitar tanto los tiempos como la información que
compartan.
190
A fin de cuentas, la principal responsabilidad que tienen ustedes es hacia su hijo y hacia ustedes
mismos. Saben que su hijo necesita apoyo y validación. Si estar con los familiares se vuelve
demasiado difícil, pueden dejar que sea su propio hijo quien decida con quién relacionarse y si
asistir o no a los eventos familiares. Puede resultar difícil y doloroso para ustedes, en la medida
en que se sentirán diferentes del resto de la familia y posiblemente tendrán que celebrar eventos
familiares sin la presencia de su hijo. Reconozcan sus propios sentimientos y recuerden que tanto
su hijo como ustedes están haciendo lo mejor que pueden. Mantenga la esperanza en que las
relaciones podrán cambiar con el tiempo, a medida que el adolescente aprende a manejarse en
las interacciones con los demás.
Explicando a los familiares
Algunos familiares – aquellos en los que ustedes confían que será comprensivos apoyadores y no
enjuiciadores – podrían interesarse en saber más información acerca de las dificultades que
enfrenta su hijo. Puede ayudarles saber qué significa tener vulnerabilidad emocional, que lleva a
una desregulación emocional – esto es, nacer con un cerebro que es muy sensible a las situaciones
emocionales, lo que puede llevar a respuestas emocionales intensas. Pueden explicar cómo esto
afecta a toda la familia y por qué responden a su hijo del modo en que lo hacen. Ofrezca estas
explicaciones:
 La tendencia a experimentar intensamente las emociones, y por ende sentir que el mundo
es un lugar incómodo, difícil y desestabilizador tiene una base biológica y no es culpa de
nadie.
 Es importante validar los sentimientos del adolescente – no así sus conductas, como forma
de hacerle sentir escuchado y comprendido. Esta validación y aceptación es necesaria
para que ocurra el cambio, y también lleva a conductas más sanas al interior de la familia.
 Las conductas de su hijo (incluso aquellas que son problemáticas) son intentos de manejar
sus emociones, y necesita aprender a manejarlas de maneras sanas y seguras.
 Cuando su hijo no asiste a una actividad familiar, aun cuando pueda ser percibido como
grosero y poco respetuoso, la realidad es que en ese momento está procurando regular
sus emociones de manera sana y adaptativa.
191
Cuando sus familiares escuchen y aprendan a partir de sus explicaciones, y comprendan lo que
ustedes están viviendo, podrán ser una fuente de verdadero apoyo, validación y consuelo. Su
sensibilidad puede llegar a ser de enorme valor, y es importante que ustedes la acepten y
aprecien.
Síntesis
En este capítulo, hemos analizado el efecto que produce el adolescente con emociones intensas
sobre sus hermanos y demás miembros de la familia. También analizamos cómo los padres
pueden ayudar a los hermanos y a los otros miembros de la familia a comprender, sin emitir
juicios y validando, explicándoles acerca de la intensidad emocional del adolescente.
Puntos clave:
 Es importante identificar, reconocer y validar los sentimientos de

sus hijos más sanos, que a menudo se sienten invisibles y no
importantes.
 Es importante pasar tiempo con sus otros hijos y asegurarse que
estén cubiertas sus necesidades emocionales.
 Algunos miembros de la familia extensa pueden ser de ayuda y
apoyo, en tanto que otros pueden ofrecer consejos no deseados
o inútiles. Procure pasar tiempo con aquellos familiares que
pueden comprender y validar sus sentimientos y experiencias.
192
Paternidad equilibrada y efectiva: guía rápida
A continuación encontrará habilidades y conceptos del libro que lo ayudarán a recordar cómo
ejercer la paternidad de un modo equilibrado y efectivo.
Esté dispuesto (a cambiar).

La aceptación es necesaria para el cambio.
Aprenda nuevas habilidades y estrategias.
La aceptación lleva a menos sufrimiento.
Observe la validez de diferentes puntos de vista.
Cambiar las conductas es difícil y necesario.
Evalúe los pros y los contras.
Distráigase temporalmente de situaciones estresantes.
La regulación emocional lleva al control emocional.

Encuentre respuestas equilibradas.
Haga seguimiento a los límites y expectativas
Elimine los juicios por medio de la atención plena e intencional al momento presente.
Comprométase a cambiar las conductas que no sirven.

Piense sabia y dialécticamente.
Interactúe más efectivamente conociendo sus objetivos.
Valídese a sí mismo y a los demás.
Las respuestas efectivas se focalizan en las metas de largo plazo.
Participe con atención plena.

Aprecie el momento.
Reconozca y refuerce las conductas positivas.
Efectividad significa hacer lo que sirve o lo que funciona.
Negocie cuando sea necesario.
Piense de modo no enjuiciador.
“Es lo que es” | “Es lo que hay”.
Las consecuencias naturales ayudan al aprendizaje y al cambio.
Generalice las habilidades a todas las situaciones.
193

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Harvey, Pat & Rathbone, Britt (2015) | CA: New Harbinger Publications [Amazon Kindle]

Cómo ser padres de un adolescente que experimenta emociones intensas | Habilidades de

PARTE 1: ENTENDIENDO A LOS ADOLESCENTES Y ESTRATEGIAS PARENTALES EFECTIVAS

Capítulo 1: Adolescentes, emociones y conductas

PARTE 2: RESPONDIENDO A LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA

Capítulo 5: Conductas suicidas y autolesivas

PARTE 3: AUTOCUIDADO Y CUIDADO DE LA FAMILIA

Capítulo 9: Autocuidado para padres

Si usted es padre de un adolescente o adulto joven que experimenta emociones intensas, es

A fin de poner en práctica estas habilidades y estrategias, primero es importante entender la

QUE LE OFRECE ESTE LIBRO

COMO UTILIZAR ESTE LIBRO

ENTENDIENDO A LOS ADOLESCENTES

ADOLESCENCIA: TIEMPO DE DESAFIOS, CAMBIO E IMPREDICTIBILIDAD

El mundo del adolescente es complicado y lleno de desafíos, cambio e impredecibilidad.

Emociones intensas y potentes

Reacción inicial a las situaciones nuevas

Sensibilidad a las sensaciones

Algunos adultos jóvenes se observan a sí mismos reaccionando sensiblemente a su ambiente.

Desarrollo del cerebro

Añadiendo complejidad al rol de padres de un adolescente, tenemos el impacto del desarrollo

Algunos adolescentes experimentan continuamente emociones intensas y, en ocasiones,

El impacto de la teoría biosocial sobre padres y adolescentes

Factores de vulnerabilidad para padres y adolescentes

Factores de vulnerabilidad son aquellas situaciones o sentimientos que contribuyen a la forma en

Los eventos gatillantes

El adolescente tiene un conjunto de creencias y autoafirmaciones que generan un efecto en cómo

El cuerpo de los adolescentes está realmente en un estado de cambio, y pueden sentirse

Dar un nombre a la emoción que se está viviendo

Algunas personas piensan que el problema termina con la emoción. No obstante, no es la

La historia emocional de un adolescente

Karen tiene 16 años y es alumna de 2° año de enseñanza secundaria. Tiene un trastorno

El argumento de la emoción de Karen podría ser similar a esto:

Karen se siente realmente estresada por lo difícil que le resulta

Los padres de Karen están frustrados porque ella no termina sus

Karen está enojada y frustrada.

Acciones / Expresiones de la Emoción

Karen comienza a gritar a sus padres, los culpa y luego se niega a

Es posible que Karen sienta culpa y vergüenza por su conducta, y

Cambiado el resultado de la historia

Si ustedes están conscientes de que su hijo adolescente es vulnerable, tomen en consideración el

confrontaciones o crecientes demandas. Darse cuenta de las vulnerabilidades – propias y del

Pensamientos y sentimientos acerca del evento

Emociones Primarias y Secundarias

Entendiendo la Función de las Conductas

 Sentirse mejor, calmarse de forma inmediata

 Disminución de la asistencia al colegio

Sin consumir alcohol / Estar Sobria

 Llevarse bien con sus padres

 Seguir experimentando ansiedad y depresión

En este capítulo, les hemos proporcionado información acerca de la adolescencia, de cómo el

 La adolescencia es una época en la que el cerebro del niño se

Reaccionando en un estado de mente emocional

Explicando desde un estado de mente racional

Respondiendo en un estado de mente sabia

Desarrollando Respuestas Sabias por Medio de la Atención

 Respirar profundamente para despejar su pensamiento.

Práctica para padres: Calmándose

Ponga una alarma de 2 minutos de duración y haga lo siguiente:

Tome consciencia de su situación y de lo que lo rodea

Notar o tomar consciencia significa desarrollar una percepción experiencial de su situación y de

Práctica para padres: Percibiendo

Concéntrese en el momento actual con plena atención