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Inclusión social

El concepto de exclusión social y sus múltiples dimensiones nos permiten definir la


inclusión social como los esfuerzos políticos del Estado o los procesos sociales que buscan
colaborar para que sectores sociales específicos, frecuentemente excluidos sean
reconocidos en su igualdad de derechos y en sus mismas oportunidades de integración
social, económica y cultural respecto a otros sectores. Es decir, la inclusión social hace
referencia a los mecanismos institucionales y sociales que buscan superar las causas y
consecuencias de la exclusión social
En términos muy simples, la importancia de la exclusión social radica en que nos permite
reconocer que existen procesos institucionales en los que, de facto, algunos sectores no
son partícipes, lo que implica, de por sí una injusta situación de vulnerabilidad”14, la
inclusión social permite pensar una matriz de políticas tendientes a intervenir en las causas
de esa exclusión, tomando en cuenta la capacidad transformadora de los sujetos sociales
excluidos para desarrollar acciones que les permitan recobrar o acceder a los derechos
que los definen como ciudadanos. Debe tomarse en cuenta que:
 Históricamente, los procesos de inclusión han sido impulsados por un activo lide-
razgo social y político. La historia demuestra que los impulsos para la inclusión se
han logrado gracias a la interacción entre una sociedad civil activa y sus
organizaciones, y un liderazgo político bien dispuesto. La inclusión no ocurre
“naturalmente” como consecuencia del crecimiento económico o la modernización
institucional, sino que requiere un liderazgo social y político decidido”.
 La inclusión no sólo implica cambiar los resultados, sino fundamentalmente los
procesos que producen y reproducen resultados que fomentan la exclusión. Las
políticas que favorecen la inclusión representan una transformación significativa
con respecto a la manera en que se asignan los recursos, se gobiernan las
instituciones políticas o se accede a las oportunidades. La inclusión tiene por
objeto lograr la igualdad de acceso y de oportunidades para los excluidos
incorporándolos en las estructuras sociales, políticas e institucionales donde se
toman las decisiones sobre el acceso y las oportunidades. Por lo tanto, estas
políticas no implican simplemente la creación de nuevos ministerios ni el diseño de
nuevos programas; se requieren cambios en los modos de tomar decisiones
sociales, económicas y políticas.
 Las políticas públicas que fomenten la inclusión implican ir más allá de los
cambios en la protección de los derechos de los grupos excluidos. Es preciso que
se realicen transformaciones a nivel normativo para proteger y promover los
derechos de los grupos excluidos. El marco institucional debe superar el entorno
discriminatorio y la estigmatización de dichos grupos, fenómenos que tienen su
origen y continúan existiendo como resultado de las prácticas pasadas de estas
instituciones. Para que los cambios normativos sean efectivos, las instituciones
deben modificar la manera en que funcionan, contratan empleados, y hacen cum-
plir las leyes y los reglamentos. Esto, a su vez, se materializa en cambios en la
implementación de programas y políticas, con la esperanza de producir una mayor
inclusión que retroalimente el proceso, fortaleciendo la posición de los grupos
excluidos para inducir transformaciones a nivel normativo, institucional y de las
políticas que se adoptan.
Conclusiones
• Durante los últimos años, la inclusión social se ha transformado en la idea rectora de las
políticas públicas. Éstas, tienden a incluir a sectores vulnerables y tradicionalmente
excluidos, en los beneficios de la redistribución social de la riqueza y las oportunidades.
• El Estado elabora políticas públicas generales. Sin embargo, la consideración especial de
sectores excluidos es una garantía que las políticas públicas tienen un carácter integrador
y a favor de los ciudadanos de una comunidad política.
• La inclusión en las políticas públicas nace como consecuencia de la consideración por
parte del Estado, de la fragmentación de nuestra sociedad y el impacto diferenciado de la
actividad estatal en los ciudadanos y sus derechos.
• La exclusión social tiene una dimensión múltiple. Reconoce exclusiones económicas,
políticas e institucionales así como socioculturales.
• La inclusión social se concibe a partir de su relación con la noción de exclusión social
(concepto que identifica el contexto de pobreza, marginación y desigualdad de diversos
grupos de personas con características comunes).
• La inclusión social permite pensar una matriz de políticas tendientes a intervenir en las
causas de la exclusión identificada en el país, tomando en cuenta la capacidad
transformadora de los sujetos sociales excluidos para desarrollar acciones que les
permitan recobrar o acceder a los derechos que los definen como ciudadanos.

Política, partidos políticos e inclusión social


Inclusión en la política

En capítulos anteriores hemos afirmado que existe una dimensión política de la exclusión, expresada
en las limitaciones que tienen las personas para el ejercicio de sus derechos y para participar en las
decisiones públicas. Siendo la inclusión uno de los principios orientadores de la democracia, es
conveniente precisar sus alcances en cuanto al ejercicio de la ciudadanía.
Al respecto, hemos dicho también que la ciudadanía tiene distintas dimensiones. En este capítulo nos
referiremos exclusivamente a aquella que tiene que ver con la capacidad de las personas para
intervenir en los asuntos públicos. Dentro de ello, la democracia permite que todas las personas
participen en política, ya sea como candidatos o como simples electores; y desde alguna organización
política local, regional, partido político u otra forma de asociación.
Si una democracia no permite que sus ciudadanos participen mediante los mecanismos institucionales
existentes, se estaría afectando el principio de inclusión, pues la exclusión social no sólo se expresa en
términos de pobreza sino también con el ejercicio de una ciudadanía disminuida. Al respecto, la
CEPAL señala que “ser pobre no es solo una condición socioeconómica, sino una privación de
ciudadanía, por cuanto remite a la falta de titularidad de derechos sociales y de participación en el
desarrollo”42 El PNUD coincide con esta mirada y nos dice que la pobreza y la desigualdad “no
permiten que los individuos se expresen como ciudadanos con plenos derechos”43.
Inclusión social e inclusión política son, pues, dos caras de una misma moneda. Para que una
democracia se fortalezca, requiere de ambas. Así, por ejemplo, los ciudadanos en un sistema
democrático podrían exigir, entre otras cosas, mejores condiciones de bienestar social e igualdad para
salir de la exclusión y la pobreza. El ejercicio de las libertades políticas permite a las personas sentirse
en la capacidad de expresar sus desconfianzas respecto al Estado y el sistema político; cuestión que no
suele ocurrir en regímenes políticos autoritarios.
La desconfianza (o rechazo) de los ciudadanos a las políticas implementadas por el Estado puede
expresarse, en algunos casos, a través de los mecanismos electorales (el voto a favor de los que
representan mis intereses) y, en otros, mostrando su insatisfacción mediante acciones de protesta.
Al respecto, según datos proporcionados por el Latinobarómetro44, se encuentra que en
algunos países en América Latina –dentro de los cuáles se encuentra el nuestro- existe
poca confianza en las elecciones como un “mecanismo para cambiar las cosas”. A la vez, se
considera que participar en movimientos de protesta puede tener una alta incidencia en la
toma de decisiones.

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