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Resumen
Este artículo es resultado de una investigación que se desarrolló con sobrevivientes en el
departamento de Sucre entre 2012 y 2014, con el propósito de comprender sus recursos
personales y familiares para afrontar la adversidad. Se resalta la metodología mixta empleada
en la investigación, con una etapa cuantitativa que recogió información sobre la resiliencia
parental e infantil y luego se avanzó hacia el análisis del sistema familiar como un todo, a
partir de los lineamientos de la teoría fundamentada en los datos. Los resultados dan cuenta
de elementos conceptuales de un modelo de resiliencia familiar y de lineamientos para su
aplicación en un programa de atención psicosocial dirigido a sobrevivientes del conflicto
armado colombiano. Este trabajo académico se constituye en un aporte a las políticas y
programas de reparación y reintegración social en tiempos de esperanza por una paz
permanente.
Palabras clave: desplazamiento forzado, resiliencia, reparación , violencia política,
sobrevivientes
1. Introducción
Este artículo es un resultado de una de las etapas de la investigación con familias que han
sobrevivido a una situación como el desplazamiento forzado; el estudio surgió de analizar la
crisis humanitaria que vivió el departamento de Sucre ubicado en la costa norte de Colombia.
En este territorio fueron 30.536 familias que entre 2005 y 2013 se desplazaron de manera
forzada, debido a amenazas, masacres y desapariciones como consecuencia de la lucha
armada entre las fuerzas del estado y grupos al margen de la ley (Unidad de Victimas, 2013).
Los efectos nefastos de esta situación han sido suficientemente ilustrados en un sinnúmero
de estudios como el de Jimeno (2001), el de Bello (2005), desde donde se reconoce
claramente la condición de víctimas de esta familias al estar en medio del conflicto y haber
sufrido menoscabo en sus derechos fundamentales. Ante esta situación, el estado debió
establecer un conjunto de medidas que muestran avances en materia de protección de
derechos, se resalta la aprobación de la ley 387 del 97, la declaración de la sentencia 025 de
2004 y la última ley 1448 de víctimas y restitución de tierras de 2011.
*Doctora en Ciencias Sociales , Niñez y Juventud ; magister en Psicología Clínica y de la Familia; Psicóloga. edominguez@utb.edu.co
Sin embargo. la magnitud de la problemática ha rebasado la capacidad institucional para la
aplicación de las medidas y se cuestiona la atención de tipo asistencialista predominante, lo
cual ha puesto en cuestión las capacidades de los sistemas humanos para afrontar sus retos,
sin que por esto se exonere al estado y a la sociedad de su compromiso con las familias
víctimas de la violencia política.
En una situación de victimización es posible que los seres humanos puedan sacar a flote
habilidades diversas y bajo esta premisa, se decidió avanzar en la investigación, reorientando
el fenómeno desde el enfoque de las capacidades, el cual enfatiza en el aprovechamiento de
las facultades humanas para lograr un mayor estado de bienestar (Sen, 2010). Esta manera
de concebir el desarrollo humano, se encuentra conceptualmente con el enfoque de la
resiliencia, desde el cual se considera que frente a la adversidad es preferible potenciar las
fortalezas para mitigar los efectos nefastos de una situación crítica.
La evolución del concepto de resiliencia surge a partir de los esfuerzos por entender las
causas de la Psicopatología. El primer paso fue asumir que niños y niñas se adaptaban
positivamente debido a que eran “invulnerables”. El segundo paso fue proponer el concepto
de resiliencia en vez de “invulnerabilidad”.
Las definiciones sobre resiliencia se clasifican en tres categorías : Aquellas que relacionan el
fenómeno con el componente de adaptabilidad; las que incluyen el concepto de capacidad o
habilidad y las que enfatizan en la conjunción de factores internos y externos.
Para la primera clasificación se resaltan conceptos como los de Werner (1992 ); Luthar y
Cushing, (1999); Masten (2001), quienes la definen como una historia de adaptaciones
exitosas en el individuo que se ha visto expuesto a factores biológicos de riesgo. Para Milgran
y Palti (1993), los infantes resilientes son aquellos que se enfrentan bien a los estresores
ambientales a los que se ven sometidos en los años formativos de su vida.
Para la segunda categoría de conceptos se escogen aquellos que señalan que la resiliencia es
la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas o
incluso ser transformado por ellas (Grotberg, 1999). De manera similar,Vanistendael (1995),
la define como aquella capacidad para construir un conductismo vital positivo pese a
circunstancias difíciles, más allá de la resistencia.
La tercera generación de estudiosos del concepto amplia la mirada hacia los factores externos
que interactúan con la persona para considerar el fenómeno de naturaleza relacional e implica
reconocer la importancia del ambiente en la construcción de los mecanismos de resistencia y
superación de la vivencia dolorosa. Desde esta perspectiva, Rutter (1991), argumenta que la
resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que
posibilitan tener una vida sana, viviendo en un medio insano. Suárez (1995), plantea una
combinación de factores que permiten a un ser humano afrontar y superar los problemas de
la vida.
Los investigadores de la segunda generación desplazan el foco de interés hacia los factores
externos a la persona o los ambientes cercanos y lejanos con los cuales interactúa. Estos
estudiosos podrían adscribirse al modelo triádico de resiliencia que hace alusión a la
combinación de factores individuales, familiares y los ambientes en los que los individuos
están inmersos. Además, entienden la resiliencia como un proceso dinámico donde las
influencias del ambiente y del individuo interactúan en una relación recíproca que le permite
a la persona adaptarse a pesar de la adversidad (Luthar y Cushing, 2002; Masten, 2003;
Kaplan ,1999 y Bernard, 2005).
Dentro del modelo triádico, la familia como sistema posee recursos comunicacionales,
organizativos y funcionales que le permiten hacer movimientos para ajustarse a las dinámicas
del entorno (Walsh, 2004) . Este sistema puede poner en marcha recursos colectivos que le
permiten mantener una vida organizada y al mismo tiempo realizar cambios que posibilita la
nueva situación. De esta manera, la resiliencia familiar corresponde a un proceso dinámico,
no es un estado estable, es siempre susceptible de sufrir recaídas a causa de ciertas
circunstancias procedentes del medio exterior o de la organización interna. A pesar de las
adversidades a las que se puede enfrentar es capaz de movilizar recursos y competencias con
los que consigue conservar un funcionamiento eficaz. Se considera que en toda familia, hasta
en las más vulnerables, existen posibilidades de resiliar.
Ahora bien, comparando los dos tipos de resiliencia, sin importar si es individual o familiar,
la resiliencia es siempre contextual e histórica y debe ser analizada en función de las
particularidades o de las vivencias propias de cada caso, por ser un proceso dinámico y no
un estado que puede permanecer igual a largo del tiempo
Los anteriores insumos conceptuales visualizan las potencialidades de los seres humanos que
se van construyendo y desarrollando en las interacciones sociales, en el devenir permanente
de lo cotidiano .Por lo tanto, un proceso de atención psicosocial relacionado con estos
planteamientos, está más comprometido con el modelo de la promoción que le apuesta a
diseñar mecanismos integrales para que las personas identifiquen, valoren y reorienten sus
pensamientos y acciones hacia aquellos recursos personales, familiares y sociales que
contribuyen al crecimiento, reinventado formas de solucionar sus problemas para sobrepasar
la prueba vivida y convertirla en prueba superada.
3. Método:
El método para la recogida de los datos tuvo dos etapas continuas: primero, una de corte
cuantitativo, donde se correlacionaron tres variables: competencias parentales, apoyo
comunitario y resiliencia infantil en una muestra de 230 familias, 284 infantes ,302 figuras
parentales entre madres, padres, padrastros, abuelas y abuelos; dando cuenta de la diversidad
de la parentalidad en estos contextos vulnerables en términos sociales. Para la segunda etapa,
de corte cualitativo, se tomaron cinco casos que obtuvieron puntajes bajos, medios y altos en
las escalas aplicadas en la primera etapa de la investigación. Se usaron las narrativas para
comprender, a partir de la realidad contada, como se va construyendo la resiliencia en medio
de la fragilidad del desplazamiento. Se usaron los lineamientos de la teoría fundamentada en
datos para la construcción de un modelo téorico y aplicado de la resiliencia familiar
4. Resultados
En este apartado se presentan los resultados de la etapa cualitativa que emergieron luego del
microanalisis de los relatos , de la codificación abierta, axial y selectiva
A continuación se presentan los distintos niveles del modelo teórico que organizaron luego
de la agrupación de las principales categoría teóricas y emergentes que quedaron
seleccionadas luego del método de comparación constante y de saturación de los datos
El análisis de las narrativas fue dando cuerpo a otra categoría que se denominó el síndrome
de la venganza que lo consideran una de las razones por las cuales la violencia existe no
acaba y se reproduce
Frente a estas narraciones de vulnerabilidad van emergiendo atisbos de recursos para resistir
al dolor, uno de ellos es el denominado la lucha por la identidad, por conservar lo que son y
lo que les pertenece después de vivir la adversidad.
En este nivel se traslapan seis planos que recogen, desde los códigos en vivo y a su vez la
emergencia de categorías teóricas y supracategorias que reagrupa las dimensiones de la
resiliencia familiar. Aquí se retoman evidencias cuantitativas de la primera etapa de la
investigación sobre competencias parentales y resiliencia infantil.
Preguntas: ¿Cómo te describes? ¿Cuáles son tus gustos? ¿Cuáles son tus planes ¿Cuáles son
tus intereses? ¿Para que eres hábil?
4.2.2.2 Fortalecimiento de la identidad familiar: la familia puede ser tanto un factor de riesgo
como de protección. Las evidencias empíricas muestran que pueden ser un soporte en
momentos difíciles.
Preguntas: ¿Cómo describes a tu familia? ¿Quién es tu principal apoyo? ¿Qué representa tu
familia? ¿Qué te gusta de su familia? ¿Que los mantiene unidos? ¿Qué le dirías a otras
personas que han afrontado la misma situación?
Se trabaja con narrativas a nivel individual y narrativas compartidas en grupos familiares
En este momento se sugiere la reflexión de la persona como sujeto político con su capacidad
de agencia para participar activamente a nivel comunitario, tomar decisiones para emprender
acciones que garanticen la restitución, la justicia restaurativa, la reconciliación ,el perdón y
la reintegración social
También se orientan las acciones hacia la consolidación de redes comunitarias que pueden
estar emergiendo al interior de la comunidad y se hicieron evidentes en algunos de los relatos
contados por las y los participantes del estudio, entre los que se destacan: “…Hablar con la
gente….” , “… Hemos sido muy unidos…”; “… Hay que compartir lo poco que se tiene…”
En cuanto al proceso de perdonar que incluye dar perdón y pedir perdón como dos procesos
articulados, se pueden retomar algunos modelos planteados como el de ( Root y McCullough
(2007, citado por Lopez, Durán y Pineda, )
que contiene varios pasos:
Apoyar procesos psicosociales con base comunitaria, que contribuyan a mitigar el malestar
social y romper los ciclos de violencia
5.Conclusiones:
El modelo deja como resultado una serie de elementos conceptuales fundantes para la puesta
en acción de un modelo de atención psicosocial a familias en riesgo.
Para ir cerrando, vale la pena señalar que sería ingenuo pensar que nuestras comunidades que
han vivido situaciones límites como las del Desplazamiento Forzado, están caracterizadas
solo por aspectos “positivos” cuando está demostrado que los sistemas sociales y humanos,
siempre se expresan en medio de polaridades, de contradicciones y también en las
comunidades aparecen los riesgos que alteran o impiden el curso adecuada de la vida en
comunidad.
Referencias
Bello, M. (2005). Bojayá, Memoria y Río. Violencia política, daño y reparación”. Bogotá:
Unibiblos.
Garmezy, N. & Masten, A. (1994). Chronic adversities. In M. Rutter, E. Taylor & L. Herson
(Eds.), Child and adolescent psychiatry. (pp. 261-276). Oxford, UK: Blackwell
Scientific.
Jimeno, M. (2004).Violencia en familia. Relatos de pasión y muerte. Este Artículo hace parte
de la investigación El conflicto armado y el desplazamiento forzado en Caldas: crisis
de la institucionalidad familiar. Centro de Estudios y Desarrollo Alternativo sobre
Territorios de Conflicto, Violencia y Convivencia Social Cedat. Universidad de
Caldas. Manizales, 2003.
Kaplan, H. (1999).Toward an understanding of resilience: A critical review of definitions
and models, en Glantz, M. y Johnson, J. (eds), Resilience and development: positive life
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Luthar, S. & Cushing, G. (1999). Measurement issues in the empirical study of resilience:
An overview. In: MD. Glantz & J. Johnson (Eds.), Resilience and development: Positive life
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Masten, A. (2001). Resilience Come of Age: Reflections on the Past and Outlooks for the
Next Generation of Researchers. In M. Glantz & J. Johnson (Ed.), Resilience and
Development: Positive Life Adaptations (281-296). NY: Kluwer Academic/Plenum
Publishers.
Werner, E. (1992). Protective factors and individual resilience. In S. Meisels & J. Shonkoff
(Eds.), Handbook of early childhood intervention, (pp. 115-133). New York :
Cambridge University Press.