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Enfoque Humanista

El enfoque humanista es un acercamiento, en psicoterapia, que tiene como


objetivo llevar al paciente a tomar sus propias decisiones de manera
independiente. Cree que cada ser humano es bueno y que se puede servir de esta
base para tomar decisiones coherentes con sus valores y evitar
así comportamientos violentos. Utiliza técnicas de desarrollo personal, terapias de
grupo y la comunicación sensorial.
La Psicología Humanista no surge como teoría a partir de unos postulados
específicos, sino que emerge como un movimiento que se desarrolla
paulatinamente a partir del conjunto de ideales y tendencias científicas
mencionadas anteriormente, que toman fuerza en Estados Unidos. Estas nuevas
ideas comienzan a agrupar a psicólogos y científicos en torno a unas
concepciones comunes sobre la naturaleza de la psicología y del ser humano.
podemos afirmar que la Psicología Humanista no es una corriente unificada, sino
que por el contrario es una escuela psicológica ecléctica y diversa tanto en su
campo de estudio como en las técnicas que utiliza, ya que está integrada por
distintas tendencias.
Yo auténtico, el que se puede llegar a ser
En esta caracterización como proceso y no como fin, la psicología humanista se
desliga de considerar el aprendizaje como una adquisición o acumulación de
conocimientos producto de acciones externas, siendo ésta una de las críticas más
fuertes a los enfoques positivistas, se propone que todo aprendizaje se genere a
partir de la integración de experiencias.
Es por ello que los enfoques cualitativos son los más idóneos dentro de esta
perspectiva, ya que permiten la comprensión del ser humano (el alumno) como
totalidad y como expresión de su propia realidad y dimensión, sin limitar sus
experiencias a condiciones externas que pretenden objetivarlo.
Carl Rogers propone que la experiencia del aprendizaje no debe ser impuesta por
el docente, sino auto dirigida, basándose en las iniciativas del estudiante. En tal
sentido, el educador es un facilitador que propiciará en el estudiante el
“descubrimiento” en sí mismo del sentido y significado de los contenidos,
rompiendo así con el paradigma tradicional de un educador que incorpora o
introduce conocimientos pre-existentes y de un alumno pasivo que está a la
espera de recibir la información para memorizarla.

Conclusión:
El aprendizaje es experiencial, no una actividad acumulativa. Todo aprendizaje
emerge de la experiencia significativa, esto es, de la posibilidad de extraer
conocimiento de las vivencias cotidianas. Para ello es necesario que el trabajo en
el aula incorpore actividades con sentido para el alumno.
El aprendizaje es un proceso, no un fin en sí mismo. El aprendizaje no constituye
una meta, no pretende alcanzar el ideal de un conocimiento aprendido. En su
lugar debe ser considerado como un desarrollo progresivo.

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