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Redefinición Del Mundo
Redefinición Del Mundo
DESDE ABAJO
La transformación
de las identidades sociales
Maristella Svampa
(editora)
Javier Auyero
Alejandro Isla
Gabriel Kessler
Daniel Lvovich
Denis Merklen
Pablo Semán
Maristella Svampa
Editorial Biblos
© Universidad Nacional de General Sarmiento, 2000 Roca 850, 1663 San Miguel, Provincia
de Buenos Aires © Editorial Biblos, 2000 Pasaje José M. Giuffra 318, C 1064ADD Buenos
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EN TIEMPOS DE CAMBIO
Gabriel Kessler
EL DILEMA
En el Barrio Necochea de José León Suárez (Provincia de Buenos Aires) dos vecinas,
Ana Latezza y Eva Simmons, se enfrentan al mismo dilema. Despojadas de la obra social
cuando sus maridos pierden la condición de asalariados, deben tomar una decisión
respecto de la cobertura médica familiar. Ambas comparten tanto una limitación
creciente de los ingresos familiares como innumerables dudas sobre un tema complejo
como la salud. Ana y Eva barajan las mismas opciones: adoptar el hospital público o
asociarse a una de las coberturas privadas de bajo costo de las que se ofrecen en la
zona. Se hallan enfrentadas a un problema inédito: hasta entonces, para bien o para
mal, la obra social había sido la forma de cobertura de la salud familiar. La pérdida del
derecho ligado a la condición de asalariado genera no sólo una nueva carencia sino
también incertidumbre. Ana y Eva toman finalmente decisiones opuestas: la primera
elige un servicio privado, la segunda decide confiar en el hospital público. Abrumadas por
información de planes, programas, servicios médicos y demás, no basan finalmente sus
decisiones en criterios técnicos sino en consideraciones generales sobre la naturaleza de
lo público y lo privado en la Argentina de hoy. Ana me explica:
Este testimonio trasluce una visión del mundo. Ana -y otros nuevos pobres como
ella, que algunas páginas más adelante llamaremos Luchadores- realiza una
equivalencia total entre sociedad y mercado. El "como pagás" muestra que sólo el
lazo mercantil autoriza a esperar una contrapartida en forma legítima, razón par la cual
es imposible confiar en un servicio público. Eva, a la que veremos entre los solidarios,
no piensa de este modo.
El dilema de las vecinas es uno de los muchos ejemplos en los que la definición del
mundo cobra un lugar capital en un período de cambio. La grilla de legibilidad de lo
social de Ana y Eva las conduce a implementar prácticas estratégicas distintas. Frente a
la dificultad de establecer juicios en un dominio tan complejo como el de la salud, ellas
realizan una inferencia, trasladando ideas generales sobre lo social hacia un dominio
específico de actividad. Impulsadas a tomar una decisión, nociones generales
sobre el mundo se transforman en un esquema interpretativo y motivacional
para la acción.
Es probable que esto no sea exclusivo de un proceso de pauperización, pero cobra allí
una importancia central. P. Berger y T. Luckmann (1982) señalan que en
situaciones normales la definición del mundo pertenece a las zonas
normalizadas de la vida social, por lo que no es problemática ni interesa
particularmente a cada actor. Pero la pauperización no es una situación normal. Los
individuos la experimentan simultáneamente como una dislocación personal y
como una desorganización del mundo social que los rodea. Esta doble percepción
lleva a que no pueda producirse una "adaptación" en un sentido clásico del término: el
acomodamiento a un contexto nuevo definido o definible. Los nuevos pobres no dudan de
que todo ha cambiado, pero ignoran dónde están y cuál es la naturaleza de ese nuevo
mundo al que han llegado sin saber muy bien cómo ni por qué.
El empobrecimiento afecta intensamente la vida cotidiana, trastornando el universo de
sentido de los individuos. Todas y cada una de las prácticas habituales, directa o
indirectamente relacionadas con lo económico, son evaluadas, modificadas y a veces
suprimidas. Tal alteración de prácticas rutinarias arrastra consigo tramos de sentido
sedimentados -es decir, ideas, creencias, expectativas, categorías de percepción, etc.-,
hasta entonces considerados evidentes, que no resisten la dislocación de la cotidianidad.
Partes sedimentadas del mundo cotidiano se desnaturalizan sin que la cultura les
ofrezca un nuevo marco de legibilidad. Los nuevos pobres deben dotar de
significación a una situación para la que no encuentran respuestas ni en las
"reservas de experiencias comunes" de la sociedad[1] ni en la propia historia
familiar. Esto es, a nuestro entender, lo que le otorga a la pauperización su
carácter excepcional en la historia argentina moderna. El empobrecimiento de una
parte importante de la clase media marcó un corte abrupto con el modelo generacional y
el modelo histórico-cultural hasta entonces vigente. Ni la socialización familiar ni la
cultura, ni las estrategias más cotidianas y ni siquiera sus peores pesadillas los
preparaban para el empobrecimiento definitivo, sin retorno. Por ende, tampoco en
la reserva de experiencias comunes de la sociedad argentina había disponibles
estrategias adecuadas para hacer frente a tal situación, como sí las había para el tipo de
crisis habitual; la inflación.[2]
En un período de desorganización personal y social para implementar
cualquier arreglo o práctica estratégica, es precisa una redefinición del mundo
exterior- a fin de poder establecer una nueva manera de relacionarse con él. Al
redefinirlo, se lo normaliza, se restablece alguna certidumbre y, por ende, una
posibilidad de control sobre él. Se restablecen sus límites: aquello que -se puede y de
aquello que no se puede hacer, prever ni intentar; y aun un mundo tipificado como
peligroso es preferible a la indefinición. Las urgencias prácticas los impulsan a la
redefinición. Los nuevos pobres implementan recursos adaptativos a partir del
capital cultural y social acumulado en el pasado (Kessler 1998a, 1998b). Según
Bourdieu (1966, 1980b), en las trayectorias sociales se acumula un capital social que
responde a una "estrategia de inversión social" tendiente a establecer relaciones
"utilizables" a corto o a largo plazo (utilizables con relación a una estrategia de ascenso
social o, al menos, de conservación de la posición). Pero acá estamos frente a una
situación totalmente distinta. Al empobrecerse, el escenario cambia
completamente; la situación exige una modificación radical de toda estrategia
social, permutando la búsqueda de la movilidad ascendente por la
amortiguación de los efectos de la caída. Y, al cambiar la estrategia, el valor del
capita! social y el capital cultura! acumulado también será puesto en cuestión.
Veamos primero lo que sucede con el capital social. Imaginemos un profesional en
búsqueda de progreso laboral. Un capital interesante en tal situación incluiría un
importante número de colegas. Si el profesional en cuestión se empobrece y busca
adoptar una estrategia de amortiguación, ese capital acumulado no tendrá el mismo
valor. Cuando se trata de cubrir necesidades insatisfechas, es más útil una diversidad de
perfiles profesionales, sinónimo de una amplia gama de eventuales prestaciones.
Además, a partir de ahora los favores a demandar serán de naturaleza muy diferente
(por ejemplo, pasar de un pedido de recomendación a uno de dinero). No se puede
prever si quien accedía a brindar los servicios de otrora, aceptará satisfacer la nueva
demanda o si e1 "necesitado" -considerando que tal demanda es ilegítima renunciará por
propia voluntad a realizar el pedido. EL capital social acumulado para una.
determinada estrategia no puede ser fácilmente reconvertido para una
estrategia distinta, de lo que era consciente una abogada entrevistada que afirmaba en
un tono mordaz: "Si hubiera sabido todas las cosas que me iban a hacer falta, en lugar
de hacerme amiga de tantos abogados, me habría hecho un grupo con un plomero, un
gasista, el dueño de una boutique y el de una peluquería".
LA CONSTRUCCIÓN DE LA TIPOLOGÍA
El quiebre de una sociedad meritocrática es una de las claves de lectura más difundida
de la crisis de la clase media. Hay un grupo de empobrecidos en el que tal ruptura
adquiere una importancia capital. El núcleo de la experiencia es el fracaso de una
estrategia de ascenso social a la que habían dedicado todos sus esfuerzos. Viven en el
abismo creado por los sacrificios realizados -noción central en este tipo- y lo escaso que
han obtenido a cambio. Son profesionales, obreros especializados o pequeños
comerciantes o industriales, de cualquiera de los dos sexos y más de cuarenta y cinco
años. Sus orígenes son obreros o medios-bajos, accedieron a la educación superior en los
años 60 o realizaron una carrera en una empresa y fueron paulatinamente mejorando su
posición hasta que comenzaron a caer. El caso paradigmático son los profesionales, en
los que la distancia entre esfuerzo y logro alcanza su máxima expresión.
Pueden ser considerados como la encarnación del fracaso del ideal de la clase media
argentina, que prometía un progreso individual conjunto. Ellos no dudaban de que el
medio para progresar era, indiscutiblemente, el estudio y el trabajo duro. Sin carecer
de fallas e injusticias, la Argentina era un país meritocrático. Pero una vez que ya
habían realizado sus opciones y el camino estaba trazado, se dan cuenta de que las
reglas del juego cambiaron: de una meritocracia imperfecta se pasó a la
entronización del favoritismo, el oportunismo y la corrupción. Cuando una
sociedad deja de ser meritocrática ya no cuenta ni la intensidad de los
sacrificios ni el camino elegido; todo está condenado al fracaso. Sólo triunfan
los que usan los medios acordes a las nuevas reglas de juego (corrupción,
"palanca", acomodo, etc.). Los “meritocráticos” confían en que no se han equivocado
ni tampoco les queda hoy otra opción, pues cambiar sería ganar el otro campo; su
orgullo es el de no haberse apartado nunca del camino correcto
Yo considero que a mí la vida me tendría que haber asegurado un mejor porvenir. Porque
yo respeté todo en función de que me tendría que haber asegurado un mejor porvenir. Yo
trabajé, yo hice todo a la perfección. En treinta y cinco años que tengo en esta empresa no
he faltado ni un solo día. No me he tomado todas las vacaciones que me pertenecen. Soy
donador de sangre desde el año 1958, he dado sangre desde ese año y nunca he dejado de
trabajar el día que di sangre, aunque ese día me pertenece. Por el contrario, el día que doy
sangre, pierdo el tiempo ese porque yo soy pagado por hora. Fíjese como soy y lo que
pretendo de la vida.
Sin embargo, tanto han adherido a una visión individualista del ascenso
social que, cuando éste fracasa, inevitablemente se interrogan sobre la parte de
responsabilidad personal.
Se debe haber equivocado otro, yo no. O me hicieron equivocar, no sé... Yo hice las cosas
como tenía que hacerlas. ¿No le parece a usted? O sea, se equivocó otro y yo sufrí las
consecuencias.
Mi hija tiene diploma de modelo de pasarela. El otro día fue por un trabajo de vendedora al
Shopping Uspallata... y bueno, el tipo le dijo que si era modelo, que, bueno... tenía que
adaptarse a todo... porque en un estudio de televisión también iba a tener que desnudarse.
¡Es una chica de familia! ¡Es tímida, va a cumplir veinte años! No sé qué es lo que buscan.
Ponen un aviso en el diario, es el Shopping Uspallata, ¡un lugar conocido! Yo le digo que
trate de trabajar o hacer algo en casa. Algo para lo cual no tenga que salir de acá.
Todo es inseguridad. La segunda vez que me robaron estuve cinco horas en la comisaría...
¡cinco horas! ¿(,quién es el delincuente, ellos o yo? ¿Y para qué? ¡Para nada! ¿Sabe cómo
terminamos? Compré un revólver. Llego a encontrar una persona que está abriendo la
puerta o que se mete en el patio y le pego un tiro. Estoy en mi casa. Tengo derecho. Ésa es
la inseguridad que tiene el pueblo. No podés salir a la calle... Hemos escuchado y ha salido
en los diarios que más de una vez han encontrado a un policía robando... Contra todo eso no
se hace nada, se libera a un montón de gente que mató y torturó. ¿Que confianza podemos
tener? Ni radical, ni peronista, ni menemista. Yo no soy nada en este momento. Yo quiero
vivir bien con mi familia. Vivir tranquilo y tener una vida decente.
Yo sigo comprando el mismo tipo de ropa que antes. El problema es que ya casi no compro
más. Yo siempre usé ropa de calidad, aunque tenga que pagar un poco más. Yo soy alguien
que sólo compra ropa de calidad. Por ejemplo, yo sólo me compro los trajes en González.
El problema es que ahora no me los puedo comprar más.
¿Ve ese hombre que va ahí? Es mi jefe. Viene acá a las 7 de la mañana y a las 8 de la noche
todavía está acá. Trabaja, labura y labura y por mil pesos y sin pedir nada, porque jamás
pidió ni una coima, un negociado ni nada por el estilo. Sin embargo, lo primero que se dijo
fue que acá se recibían coimas. Que éramos corruptos. No conocen el esfuerzo de toda esta
gente que está acá. Acá nadie es. político. Acá venimos a trabajar nada más. No hacemos
política. Venimos a cumplir con la gente que es la que paga los impuestos. Sin embargo,
todo lo que se recibe son palos y palos. Nos quieren reventar, como si fuéramos los
culpables de la deuda externa, de la cual no se le preguntó a nadie nada. Pero los palos son
siempre para los de abajo.
En este grupo que tenemos hay mucha solidaridad, tratamos de cuidarnos, de que no nos
perjudiquen los funcionarios de turno que no conocen el trabajo y no conocen el trato con la
gente. Tratamos de ayudarnos unos a otros. Yo, a pesar de ser jefe de dirección, no hago
ningún tipo de diferencia, soy un obrero más. Nuestros directores también. Más arriba ya
cambia. Hace un rato, antes que usted viniera, salimos un ratito a jugar al fútbol... bueno,
ésa es nuestra gente.
El futuro les preocupa mucho. Un mundo sin regulación estatal no será un mercado
equilibrado sino una "selva donde el gato se come al ratón y el león al gato". De todos
modos, ellos "van a aguantar", "ya están jugados", se inquietan por sus hijos, en
especial por su formación.
Con la desmoralización, con la falta de interés y de ideas claras que veo en cuanto a las
pautas políticas, morales, económicas; con el problema de la droga, las enfermedades del
tipo del sida... veo que se pierden generaciones, como se perdieron generaciones con la
represión militar. Nosotros tenemos un bache tremendo de jóvenes que han sido eliminados
totalmente, y nos ha quedado un salto. Temo que se produzca otro bache más, no por
represión, pero sí por enfermedades, por drogas, por corrupción. Éste es el gran problema,
quizá sea más devastador que la guerra.
Nos ayudamos en la comida, por ejemplo, ponemos un poco cada uno y compramos una
hamburguesa, un asado a veces. Cuando hay mucho trabajo, uno ayuda al otro. Nos
contamos problemas personales. Fundamentalmente hablamos mucho del problema
económico, el sueldo que no alcanza, y de problemas de salud y familiares; de los hijos
también hablamos. Algunos muchachos se tratan de asociar, de hacer sociedades de
amistad, pequeños emprendimientos, cómo para tratar de tener un ingreso un poquito más
amplio.
El rasgo más evidente del mundo en el que viven es que cada uno debe
arreglárselas como puede, sin contar con la ayuda de nadie. Más allá del núcleo
familiar, no hay ninguna instancia a la que recurrir. Para sobrevivir, se lucha
-noción central en este tipo- completamente solo. El empobrecimiento es para este tipo
una situación que se debe sobrellevar de forma individual, sin contar con el apoyo de
nadie, pero al mismo tiempo sin ninguna restricción a la acción individual impuesta por
reglas externas.
El caso paradigmático son los cuentapropistas (por ejemplo, taxistas, comerciantes).
Algunos lo han sido desde siempre, otros son ex asalariados que se han vuelto
cuentapropistas en las últimas décadas. Hay, también asalariados pero que, a diferencia
del tipo anterior, no tienen un grupo laboral de pertenencia (por ejemplo, viajantes de
comercio, empleados en pequeños comercios). La visión del empobrecimiento está
centrada en lo económico: antes había más dinero, ahora hay menos, por lo cual
su situación ha empeorado.
Antes había más plata. La plata la tenías en el bolsillo. Ahora no. Cuando la tenés, la tenés
ya ubicada. Ahí está la diferencia. Ahora no hay mucho dinero. No hay poder adquisitivo.
Yo veo que estamos en una pobreza.
Se necesita mucha plata para todo... ¿El futuro de mis chicos?... depende de ellos... espero
que se defiendan solos... Si fuera pesimista, estaría muerto.
El desinterés por el otro alcanza a todos los roles sociales. Observan que el
médico no se preocupa por sus pacientes, los maestros por sus alumnos, el obrero por su
trabajo. No es la imagen de una guerra abierta de todos contra todos, sino más bien de
una sociedad donde los lazos sociales se han relajado al máximo, atomizándose al
extremo la gestión de lo cotidiano. Los conflictos se generan no porque el prójimo intente
deliberadamente perjudicarte sino que, al no existir reglas, puede simplemente arrollarte
en el camino hacia sus fines. Si la agregación de tales conductas produce un mundo
hostil, no queda otra opción que salir a "luchar".
Como es de imaginar, la crítica hacia lo político en general y los políticos en particular
es importante, aunque un poco atenuada por la referencia a la culpabilización colectiva.
A mí me da miedo que, por ejemplo, los chicos que se drogan dejen las jeringas tiradas por
ahí, ése es el problema. A veces hasta hay preservativos. Es un desastre. Antes de que jue-
gue tengo que ir a mirar el terreno. Si el nene quiere agarrar el pasto y justo agarra eso con
sangre... está la jeringa y en la aguja hay sangre...
-No nos gusta salir, por la parte económica... y por los chicos.
-¿Qué les da miedo por los chicos?
-Y... que se enteren, que nos vean salir, o que pase algo... no sé, yo sé que en este barrio
hay gente capaz de cualquier cosa.
Los chicos se enojan porque yo no los dejo salir. Me encantaría que ellos salieran, porque
yo lo hice y me encantaba. Pero me da miedo porque todo es terrible. Se les vende alcohol a
los chicos cuando van a bailar. Hay boliches donde parece que van a bailar homosexuales y
todas esas cosas...
La educación de los chicos me lleva mucho tiempo. Me ocupo mucho. Consulto con mamás
que envían a los chicos a otros colegios. Porque cada colegio es distinto, tiene su tipo de
enseñanza. A mí lo que me interesa mucho es la parte disciplinaria.
Siempre tratamos de buscar lo mejor... Tratar de darles dentro de mis posibilidades todo lo
que se pueda a los hijos. Sobre todo a nivel estudio... que sigan una carrera. Que tengan una
base firme. Y si en este país no encuentran su camino, tal vez que puedan buscarlo afuera.
Fatalismo, peligro y encierro se retroalimentan: cuanto menos ese mundo es controlable,
más se vuelve temible; más peligroso es, más recomendable es el encapsulamiento que,
a su vez, acrecienta el distanciamiento y el desconocimiento del mundo exterior.
Encerrados en la casa, la visión de lo público es muy negativa, sin juicios claros, sólo
imágenes generales. Se declaran totalmente desinteresados y ajenos a la política que, en
una visión espacializada de la realidad, se ubica en las antípodas del hogar. No obstante,
hay quienes pueden tener juicios positivos sobre el gobierno, a veces por una tradición
peronista que perdura, por ser beneficiarios de ciertas políticas públicas asistenciales en
el Gran Buenos Aires o, tan sólo, porque el nivel de expectativas sobre la acción estatal
es muy bajo.
-No salgo, me siento cómoda en mi casa. Es que veo mucha droga acá, es terrible, me da
miedo. Si te asomás por la ventana del living, verás a los chicos drogándose... huelen
cocaína. Dicen que la venden acá mismo. -fintes salía más? -Sí, pero ahora estoy tan metida
acá que me cuesta salir. Además, veo a todo tan mal, que prefiero quedarme en mi casa.
-¿Qué ves mal? -La sociedad, todo...
-Hace diez años, me parece que las cosas estaban más accesibles económicamente... por
ejemplo, las salidas. Salías más, no había tanto miedo de salir y que te pase algo.
El peligro regula la relación con el mundo exterior. No se debe dejar la casa o a los
chicos solos, ni relajar el control sobre ellos. Por ende, se trata de evitar las salidas no
imprescindibles y el trabajo fuera del hogar. Nuevos pobres de orígenes sociales más
modestos, poseen un escaso capital cultural y no se consideran aptos para usarlo ni para
entablar ningún tipo de negociaciones. Tienen poco capital social de base y una baja
integración barrial, máxime que, al restringir sus movimientos, ni siquiera pueden
transformar en capital alguna de sus escasas relaciones. La autonomía personal es muy
baja, pues las coacciones exteriores están muy presentes, más que en otros tipos. Muy
limitados en la búsqueda de nuevos recursos, el único camino que les queda es la
disminución de necesidades.
Contando con escasos recursos y poca posibilidad de maniobra, restringiendo al
máximo sus necesidades, intentan manejar la situación mediante la reducción espacial,
encapsulándose en los límites del hogar, único espacio que queda bajo su control.
Se trata de nuevos pobres que vivieron caídas muy traumáticas. Esto los
condujo a un "cambio de valores", noción central en este grupo. Habrían dejado
de valorar lo material para priorizar la unidad familiar, el bienestar afectivo y el
progreso espiritual. No adoptan un antimaterialismo militante, más aún, a veces
añoran el bienestar material; la transformación ha sido el resultado de un
trabajo consciente para atenuar los perjuicios de la crisis. El cambio de valores
muestra la importancia que tuvieron los objetivos materiales: para soportar su pérdida,
deben rechazar de plano toda esa escala de valores. Se han "convertido" gracias a la
terapia psicológica -los de orígenes más elevados- y gracias a la religión -los más
humildes-. Si los otros tipos realizan una redefinición del mundo que, luego, se
les impone como real, los convertidos consideran que ellos han elaborado una
nueva grilla a través de la cual ven y actúan de manera distinta en ese mundo.
Es interesante que el tipo que pone más acento en los valores sea aquel que
define explícitamente su comportamiento como una "estrategia" para manejar
la situación.
-La decisión más fea fue cuando tuvimos que vender la casa, para mí fue lo peor. Era una
casa linda, no muy grande porque somos tres solos; lo que yo quena era que se pudiera
hacer un asado, para que pudiera venir mi familia o la de mi esposo. Yo lloré mucho, pero
después me puse a pensar... iba a enfermar al nene. Me iba a enfermar yo e iba a enfermar a
mi hijo. Empecé con una psicóloga muy buena que me hizo entender otras cosas y salí a
flote.
-¿Qué le hizo entender la psicóloga?
-Que el dinero no es todo. Es más importante la salud y la unión de la familia.
-Dejar el colegio privado fue traumático para todos. Me acuerdo que un día viene una
señora y me dice "qué feo es bajar un escalón". Eso me dolió muchísimo. Charlando con
una amiga llegué a la conclusión de que si me dolió era porque lo pensaba. Pero ahora
pienso que fue al revés: que en realidad ascendí un escalón. Porque ahora mi escala de
valores es diferente, y la de mis hijos también.
Hay una mayor aceptación de la situación que en los otros tipos. Son los únicos que
pueden reinscribir las limitaciones materiales en opciones acordes a los nuevos valores.
No dudan de que el sentido de la trayectoria social ha cambiado para siempre. Más aún,
creen que sus hijos posiblemente conocerán una situación económica peor que la de
ellos, pero que podrán afrontarla gracias a los valores inculcados. Éstos moldean también
su relación con ,e1 mundo exterior. No se trata de un lugar peligroso, tan sólo se debe
ser precavido. Se puede frecuentar los lugares públicos, orientados por conocidos o, si
no, tratando de encontrar "gente buena". La visión de la política está mediada por tal
tamiz: la crítica es menos virulenta que en otros grupos; como si hubieran sido
engañados también, pero pudieron perdonar .
...me gustaría que se arreglen muchas cosas, en el sentido de mejorar la vida. No me gusta
ese papel que hacen los jubilados, es gente que realmente trabajó, me da mucha pena...
Tenemos muchos desengaños. Se dan feos ejemplos... Hoy un ministro, mañana otro... Uno
los ve en los programas de televisión y eso no me gusta...
Antes de conocer a Jesucristo, cuando había algún problema de plata y no se podía comprar
esto o aquello, había una discusión. Una vez, una persona me preguntó si mi situación había
mejorado al conocer a Jesús. Yo dije que económicamente estaba igual que antes, que tenía
las mismas faltas económicas que antes, pero que ahora lo veía de otra manera. Que antes
era como de agarrarme los pelos y ponerme a llorar, y que ahora no. No es que uno no se
preocupe, pero mis valores están en otro lado. Nosotros sabemos que el hecho de poder
estar juntos, aunque en lugar de tener un pollo tomemos una taza de té para compartir, es
importante. En otra época le dábamos mucho valor a poder o no tener un televisor. En
cambio ahora nos damos cuenta de que estar juntos, tener salud, levantarnos cada día y
poder ir a trabajar, que los chicos estén contentos, son las cosas que nos interesan.
Las cosas fueron cambiando de a poquito para mis padres y, bueno, cada vez tuvieron
menos acceso... Por ejemplo, yo veo cómo se vestía antes mi mamá y cómo se viste ahora y
no tiene nada que ver.
Me casé a los 24. Yo me empecé a dar cuenta que la cosa se iba deteriorando en los 80... y
ahora la veo muy difícil... Gente de mi generación, que ha tomado por diversos caminos, a
la que le es imposible tener tranquilidad, hacer lo que le gusta... yo tampoco veo una
posibilidad de hacer algo relacionado con el cine, quizá el diseño gráfico sea una válvula de
escape .
...yo nunca tuve un solo trabajo. [...1 trabajaba medio día en un lado y medio día en otro.
Yo voy buscando opciones para no pasar por el mismo momento que pasé cuando nació mi
hija, en plena hiperinflación. Trato de buscar alternativas, para no depender del sueldo de la
universidad. Con él cubrís un mínimo porcentaje, y lo demás lo vas cubriendo con otras
cosas.
...los viajes está muy baratos, pero no para nosotros... pero seguimos pensando, en una de
esas. A mucha gente le pasa lo mismo, si no está caro un viaje a Europa, pero cuándo lo
junto. Antes decías, un viaje a Europa, ni siquiera preguntabas cómo era, ahora decís,
bueno... a lo mejor.
El pragmatismo los ha llevado a desarrollar recursos. Son los que más provecho
obtienen de un capital social potencial. Sus redes les permiten una mejor gestión de lo
cotidiano. No se trata de un grupo de pertenencia o de referencia, son sólo recursos a
partir de relaciones de distinto tipo. El capital cultural está en consonancia. No les
impone límites con relación a parámetros de calidad o de otro género. Sus valores y
creencias se refieren a la solidaridad, dar una mano, etc., por lo cual los "favores" poseen
toda legitimidad. Sin embargo, no enarbolan tampoco un discurso militante de la
solidaridad, ni se sienten obligados a justificar sus acciones. Posiblemente se deba a que
la situación está bastante naturalizada, con relación a otros tipos. Como es de esperar, el
grado de autonomía para el despliegue de todo tipo de acciones estratégicas es muy alto
.
...vos no me decís nada, yo no te digo nada, pero el primero que da el pasito, una vez que da
el pasito, hay muchas cosas para hacer. Creo que crecimos, no quedarnos solamente en las
quejas, como que la gente está elaborando, como que podemos cambiar, que podemos hacer
cosas. No paraliza más la imposibilidad. No por ahí desde lo pensado, sino desde el acto.
Vas y, bueno, le decís a alguien, che fulana, vos sabés que necesito tal cosa...
La situación se mantiene bajo control mediante una actitud pragmática que permite
actuar constantemente sobre recursos y necesidades, intentar distintas oportunidades,
sin prescripciones normativas y con una valoración positiva de tales acciones
CONCLUSIONES
La presencia del pasado en esa suerte de falsa anticipación del futuro que opera el habitus
no se ve jamás tan bien, paradójicamente, como cuando el sentido del futuro probable se
encuentra desmentido y las disposiciones mal ajustadas a las chances objetivas en razón de
un efecto de histeresis (es el ejemplo de Don quijote, caro a Marx) reciben sanciones
negativas porque el ambiente al que ellas se enfrentan realmente está demasiado alejado del
que ellas están objetivamente ajustadas. (Bourdieu, 1980b: 105)