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Actas XIV Congreso AIH (Vol. I). Jairo Javier GARCÍA SÁNCHEZ. A Por, ¿una expresión censurable?
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considerar a por una «preposición compuesta» y al observar que «la conversación culta
de España suele sentir (la locución) como vulgar y procura evitarla» 3 , y Alarcos, en la
última edición de la Gramática de la Lengua Española de la Academia, se limita a
comentar que «aunque es muy frecuente en la lengua oral, se evita a veces en la
expresión culta» 4 •
Otros gramáticos contemporáneos también se han hecho eco del empleo y de las
críticas de la agrupación prepositiva.
De Bruyne hace mención del sintagma <verbo de movimiento + a por>, en el que
según varios gramáticos-indica este autor-sobra la primera preposición5 •
Marcos Marín et alii señalan que las preposiciones pueden aparecer, en algunos
casos, agrupadas, conservando cada una de ellas el valor que le es propio («El perro se
metió por entre la maleza», «Desde por la mañana está contento»), pero en ocasiones
se realizan agrupaciones en el lenguaje coloquial que la lengua culta considera vulgares,
como a por en casos como «María fue a por agua» 6 •
Según el diccionario de María Moliner, la realidad es que el oído acepta en unos casos
y rechaza en otros la yuxtaposición de preposiciones, pues aunque la proscripción de a
por viene siendo un tópico escolar, igual que, por ejemplo, la de me se, y su uso puede
constituir una originalidad entre los escritores, las personas instruidas lo evitan aun sin
tener conciencia del veto académico 7•
Seco, en la 1Oª edición de su Diccionario de dudas, pese a defender el uso de a por,
menciona también las reticencias y reservas de muchos escritores y hablantes: «Galdós
subrayaba el a por para marcar su distanciamiento respecto al uso coloquial de sus
personajes: «Fabiana Jaime hacía también su escapadita <a por> un abrigo de última
novedad» (España trágica, 966); Torrente refleja irónicamente la opinión de los
«celosos del lenguaje»: «j Y esos dos <a por>, de esa manera reiterados, como si uno solo
no bastase! Los castrofortinos, tan celosos de su lenguaje, uno de los pocos lugares
donde se habla bien el castellano, no sabían entonces qué les ofendía más: si la calumnia
a la familia Aguiar ... o el solecismo repetido e insolente» (Saga, 254)» 8 .
García Yebra considera, al hilo de unas palabras anteriores de Seco9, que «ni es
motivo para rechazar a por el que no lo usaran los clásicos, ni razón para aceptarlo el
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hecho de que la literatura actual y sobre todo el periodismo lo empleen ya con cierta
frecuencia». Recomienda a los traductores, como medida cautelar, evitar su uso, y cree
discutible que el simple por no pueda expresar la complejidad significativa de a por10 .
Justificaciones de a por
Ante el empuje de su uso y frente a las críticas académicas, han ido surgiendo entre
los estudiosos distintos argumentos y justificaciones en favor del empleo de la
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13 Ya Julio Casares defendía la expresión a por señalando la función que desempeña para
evitar anfibologías. El ejemplo que pone es el siguiente: «Para que la criada baje del piso
principal una escalera de mano, le digo: Sube por la escalera. Sonríe y aguarda. La sonrisa quiere
decir: ¡No, que iba a subir por el balcón! La espera tiene por objeto averiguar para qué ha de
subir: Sube a por la escalera no admite anfibología. Y podrían multiplicarse los ejemplos (ir por
agua = ir a buscarla, o ir embarcado; ir por tierra, etc.), aun sin traer a colación muchos
retruécanos sobradamente familiares, que me retozan en la pluma, y sin hacer valer la
conveniencia de distinguir el por, que sustituye a buscar, del que, en las frases ir por gusto, venir
por necesidad, ir por su pie, etc., forma parte integrante de estos modos adverbiales.». Casares
concluye: «Creo, pues, que ese a por ha venido a llenar un vacío, como dice la gente fina, y aquí
me estoy, no apercibido a la defensa, como puede hacerlo Unamuno, sino resignado a escuchar
los improperios de los hablistas pacatos y de los escritores relamidos.» Cf Julio Casares, op. cit.
pp. 56-61.
14 Cf Leonardo Gómez Torrego, Gramática didáctica del español, Madrid: Ediciones SM,
1998, 4ª edición, p. 225.
15 Cf Peggy D. Hart, «The use ofthe preposition <por> when it means <to fetch»>, Hispania
LVI, 1973, p. 646.
16 Cf Francisco Marsá, Diccionario normativo y guía práctica de la lengua española,
Barcelona: Ariel, 1990, 1ªreimpresión, p. 169. Marsá señala que la preposición por precedida de
verbos de movimiento significa <en busca de>. Curiosamente, pone los ejemplos de «Baja por
vino a la bodega» y «Ve a por tabaco», pero no dice nada acerca del uso de a por. Seco et alii
recogen la expresión a por con el significado de <en busca de> y citan un texto de Matute: «Borja
se levantó de un salto y fue a por más vino». Cf Manuel Seco, O limpia Andrés y Gabino Ramos,
Diccionario del español actual, Madrid: Aguilar, 1999, tomo 1, p. l.
17 Cf Emilio Lorenzo, El español de hoy, lengua en ebullición, Madrid: Gredos, 1971, 2ª
edición, pp. 50-51 y 151.
18 C/ Juan Alcina Franch y José Manuel Blecua, Gramática española, Barcelona: Ariel,
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Timo Riiho establecía la comparación con el proceso que había dado lugar a la
preposición para (por a) en español y resaltaba el interés de la nueva creación como
disminución de la carga semántica de por, pero dejaba claro que la formación de a por
no podía atribuirse únicamente al simple deseo de evitar confusiones 19 • Riiho, como
recientemente Náñez Femández20 , ve un motivo complejo o la suma de varios factores
en la aparición de a por, sin excluir en grado alguno su posible carácter fortuito 21 •
Otros argumentos, asimismo defensores de la combinación a por, se fundamentan
en la autoridad de algunos gramáticos y escritores-Azorín, Unamuno, Valle
Inclán ... -que no encontraban justificada la condenación de a por y la empleaban sin
tapujos, y en la expresividad que reporta el uso de la agrupación prepositiva.
Seco defendía a por, entre otros motivos, precisamente por su ventaja expresiva22 •
No hay duda de que esa expresividad ha posibilitado que a por se haya abierto camino
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Nuestra hipótesis
Nadie ha reparado, que nosotros sepamos, en que «ir a por (algo o alguien)» es en
realidad una estructura elíptica en la que se ha eliminado el complemento circunstancial
de lugar que rige la preposición a y que iría justo delante de la otra preposición, por. Y a
hablaba Casares de la elipsis como una economía preciosa que nos permite ordenar sin
verbos: «tú, a la botica», «tú, a por el médico» 29 , pero no llegaba a percibir que ese
mismo fenómeno se podía encontrar en la raíz de la expresión a por.
El propio Casares, en sus elucubraciones sobre la propiedad de la combinación
prepositiva llegaba a decir: «quizá en un principio ir por el vino a alguna parte 30
23 En la prensa, por ejemplo, son frecuentes titulares de notable expresividad como: «El
Madrid, a por la copa», «a por la victoria», «a por todas». Resulta curioso comprobar cómo
mientras el Libro de estilo de EL PAÍS indica que «la combinación a por, aunque censurada por
la Real Academia, puede emplearse», el Libro de Estilo de ABC, por su parte, señala que «la
construcción a por, condenada por la RAE, sólo se utilizará para deshacer ambigüedades». Cf
Libro de estilo. EL PAÍS, Madrid: Ediciones El País, 1990, p. 121, § 12.11, y Libro de estilo de
ABC, Madrid: Ariel, 1993, p. 85, s.v. a.
24 Martínez Amador no se arredra en denunciar que «parece, pues, que la regla académica
se ha dictado con el único objeto de proscribir esa locución a por, cuya sola culpa es su cuño
popular». Cf Martínez Amador, op. cit., p. 23.
25 Cf, por ejemplo, Leonardo Gómez Tórrego, Manual de español correcto, Madrid:
Arco/Libros, tomo II, p. 189.
26 De acuerdo con la interpretación académica, la segunda preposición y su término forman
un todo. Osuna García precisa que «cualquier signo o construcción precedidos de una o dos
preposiciones forman un todo lógico y fonético porque constituyen una unidad referencial
marcada semánticamente». Cf Francisco Osuna García, Función semántica y función sintáctica
de las preposiciones, Málaga: Ágora, 1991, pp. 96-97.
27 Vid. Náñez Femández, op. cit. p. 519.
28 Cf María Moliner, op. cit., 1987, tomo II, p. 805 y 1998, 2ª edición, tomo 11, p. 736, s.v.
por.
29 Cf Julio Casares, op. cit., p. 58.
30 La cursiva es nuestra.
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denotase no tanto ir a buscarlo o con encargo de traerlo cuanto ir por causa o con
ocasión del vino» 31 • Él mismo habría dado con la solución si hubiera invertido el orden
de los elementos: ir a (alguna parte) p01:i 2•
Gili y Gaya, pese a no considerar legítima la expresión, entendía que la preposición
a, característica de los verbos de movimiento a los cuales acompaña con frecuencia, se
hubiera interpuesto en las expresiones ir por, venir por (voy a por agua, iremos a por
ti), a causa de un cruce con frases del tipo voy a casa, vengo a buscarte33 • Pues bien, no
se trataría de un cruce, como creía Gili y Gaya, sino de una elipsis.
La construcción a por es dependiente de ir, como señala Náñez Femández34 • Queda
claro que la preposición a denota movimiento, dirección, destino 35 • Casares ya lo
señalaba, y añadía que, por ello, era «séquito ordinario de los verbos ir, correr, subir,
bajar y otros, cuando expresan movimiento de algo que se aleja del lugar en que
estamos» 36 . Casares no veía tan transparente la función de la preposición por, pero no
hay duda de que indica la finalidad, la finalidad del movimiento-aquello que se va a
buscar.
El hecho de que determinados verbos se construyan generalmente con una
preposición predispone la introducción de ésta. Así, la predeterminación del régimen
semántico de ciertos verbos como ir, venir, mandar, etc. (ir a, venir a, mandar a)
favorece el uso de la preposición a 37 • Pese a las dudas que manifiestan sobre la rección
de las preposiciones Lázaro Mora38 y Hemández Alonso 39 , parece claro que en español,
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a diferencia, por ejemplo, del francés (aller a Paris, aller en France) 4º, el uso de la
preposición en este contexto, es decir, con estos verbos de movimiento, depende del
lexema verbal 41 •
Se trataría, por tanto, de una expresión legítima, validada por su origen elíptico, que
luego ha podido llegar a lexicalizarse.
Se produce la elipsis por economía lingüística, pues la información que interesa
resaltar es el término de la preposición por, y no tanto el lugar indicado por a. La
primera preposición se mantiene, no obstante, porque aporta mayor expresividad y evita
con ello posibles confusiones. Surge casi como un fenómeno fortuito, como apuntaba
Riiho, se extiende y acaba triunfando.
El Esboza de la Gramática de la Academia, como ya hemos reflejado, relataba que
«desde la segunda mitad del siglo XIX comenzó a extenderse en el habla popular de
España la locución a por con verbos de movimiento 42 • Es muy lógico que esto sea
así---esto es, que tenga su origen en empleos con verbos de movimiento-, pues
apuntaría directamente a la idea aquí expuesta de que estamos ante una estructura
elíptica.
«A por la victoria», «a por todas» y otras expresiones similares se corresponden
claramente con la forma elíptica de «vamos a ir por la victoria», «vamos a ir por todas».
Estaríamos, por tanto, ante una expresión de ánimo similar a la tan habitual «¡Vamos!»,
pues no en vano, «vamos»-como estamos viendo-formaría parte, aunque elidido, de
esa misma expresión.
Enunciados como «El Mallorca viaja a Madrid a por la victoria», es decir, «ir a
alguna parte a por algo» (a - a por), se pueden analizar perfectamente desde nuestra
hipótesis como casos saturados, posteriores a las primeras formaciones de a por debidas
a elipsis. A por se ha convertido ya en una estructura unitaria, no desglosable.
Venir de por refleja exactamente el mismo uso elíptico: Venir de (algún sitio) por
(algo). Sin embargo, venir de por es un uso que la Academia no crítica porque el
contraste con venir por está mucho más claramente establecido y no puede considerar
aquél un uso viciado de éste.
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Actas XIV Congreso AIH (Vol. I). Jairo Javier GARCÍA SÁNCHEZ. A Por, ¿una expresión censurable?
(«Acepto las prácticas como la lengua las presenta: sin imaginarias elipsis») y Vossler («Siempre
que en sintaxis se comprende como elipsis una construcción y, en una secuencia, se la completa,
lo que se hace es violentarla y deformarla en otra cosa distinta, en lugar de explicarla tal y como
es»).
44 Lázaro Mora, con bastante buen criterio, aclara que no se niega el carácter elíptico del
lenguaje, sino que sólo se trata de rechazar las absurdas construcciones que, bajo la influencia de
una lógica formal estrecha, ha hecho la gramática tradicional y está llevando a cabo la gramática
generativa. Véase, si no, la teoría generativista que defiende que en la estructura profunda todo
sintagma preposicional va precedido de un de implícito, que desaparece en ciertas ocasiones y
subsiste en otras porque se repite (La ciudad de Madrid = La ciudad que se llama de + de
Madrid). Cf Lázaro Mora, op. cit., pp. 378 y ss.
45 La catálisis-explica Vigara-es el término con el que Hjelmslev designó el
procedimiento gramatical de los enunciados elípticos. La catálisis no debe alterar la estructura
del enunciado catalizado, su resultante debe ser posible en la lengua de que se trate, no opera con
entidades abstractas (sujeto, verbo ... ) y no precisa, en rigor, de las informaciones de tipo
semántico que situación o contexto pudieran proporcionar. Cf Ana Mª Vigara Tauste,
Morfosintaxis del español coloquial, Madrid: Gredos, 1992, p. 203.
46 Cf Vigara Tauste, op. cit., p. 203, quien tiene en cuenta las palabras de Hernández Terres,
La elipsis en la teoría gramatical, Murcia: Universidad de Murcia, 1984, pp. 274-275, al
proponer «Una precisa delimitación del concepto y de la operatividad de la elipsis en la teoría
sintáctica»: «( ... )Separado lo no lingüístico, lo situacional, hemos propuesto limitar el concepto
de elipsis a los casos de ausencia de algún constituyente oracional inmediatamente recuperable,
y, por lo tanto, interpretable, en relación con el contexto lingüístico presente».
4 7 La elipsis nos parece tan clara como lo era para el Brocense la supresión del sustantivo
aedem entre la preposición y el genitivo: «Ventum erat ad Vestae, scilicet aedem» [ad Vestae =
<al (templo) de Vesta>]. Cf Francisco Sánchez de las Brozas, Minerva o De Causis Linguae
Latinae. Libri 1, 11, 111, IV, Cáceres: Institución Cultural El Brocense, Universidad de
Extremadura, 1995, p. 458.
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