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A por, ¿una expresión censurable?

Jairo Javier García Sánchez


UNIVERSIDAD DE ALCALÁ

EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS venimos constatando en la lengua común la presencia


creciente de la agrupación prepositiva a por, oficialmente criticada y aún bajo sospecha.
Aunque su rechazo ha disminuido y muchos autores se han manifestado en su defensa,
no obstante, todavía se concibe en determinados ámbitos como una construcción
impropia de la conversación culta, que es preferible evitar.
Partiendo de tal estado de cosas, nuestra exposición va a tratar de esclarecer la génesis
de esta agrupación preposicional, la cual quizás pueda contribuir a ver en ella una
expresión legítima.

Empleo y críticas de a por


La combinación de las preposiciones a y por está ampliamente extendida en el
español peninsular, donde la vemos aparecer con frecuencia acompañando a verbos de
movimiento (ir, venir ... ) para introducir el objeto o la finalidad de la acción verbal.
Expresiones del tipo «vengo a por el pan», «vamos a por la victoria» se han convertido
en cotidianas y son pocos los hablantes que reniegan de ellas.
Su empleo ha experimentado un notable desarrollo a lo largo del siglo XX, y ha ido
conquistando los distintos estadios de la lengua, pese al freno que desde el principio
supuso la oposición frontal de no pocos gramáticos y de la Academia. Conforme se ha
ido extendiendo el uso y la aceptación general, los revisiones académicas han suavizado
sus críticas.
La Real Academia Española, ya desde la edición de 1874 de la Gramática,
censuraba el giro por solecismo, pues representaba usar dos partículas incongruentes o
mal colocadas en una misma y sola oración, como «voy a por mi sombrero», que debía
ser «voy por mi sombrero» 1 . En la edición de 1931 se mantiene la misma crítica, pero
ya en el Diccionario Histórico, aunque se remite a la idea del solecismo, se le otorga un
cierto valor como «loe. prep. que precede a la designación de lo que se busca o persigue,
con sentido equivalente al de en busca de, apoderarse de, conseguir» 2 .
En el Esbozo de la Gramática de 1973, se establece un juicio más matizado al

1 Cf Emilio Martínez Amador, Diccionario gramatical y de dudas del idioma, Barcelona:


Sopena, 1974,p.22.
2 Cf Diccionario Histórico de la Lengua Española, Madrid: Real Academia Española, 1960,
fascículo I, p. 2, § a2 1b.

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considerar a por una «preposición compuesta» y al observar que «la conversación culta
de España suele sentir (la locución) como vulgar y procura evitarla» 3 , y Alarcos, en la
última edición de la Gramática de la Lengua Española de la Academia, se limita a
comentar que «aunque es muy frecuente en la lengua oral, se evita a veces en la
expresión culta» 4 •
Otros gramáticos contemporáneos también se han hecho eco del empleo y de las
críticas de la agrupación prepositiva.
De Bruyne hace mención del sintagma <verbo de movimiento + a por>, en el que
según varios gramáticos-indica este autor-sobra la primera preposición5 •
Marcos Marín et alii señalan que las preposiciones pueden aparecer, en algunos
casos, agrupadas, conservando cada una de ellas el valor que le es propio («El perro se
metió por entre la maleza», «Desde por la mañana está contento»), pero en ocasiones
se realizan agrupaciones en el lenguaje coloquial que la lengua culta considera vulgares,
como a por en casos como «María fue a por agua» 6 •
Según el diccionario de María Moliner, la realidad es que el oído acepta en unos casos
y rechaza en otros la yuxtaposición de preposiciones, pues aunque la proscripción de a
por viene siendo un tópico escolar, igual que, por ejemplo, la de me se, y su uso puede
constituir una originalidad entre los escritores, las personas instruidas lo evitan aun sin
tener conciencia del veto académico 7•
Seco, en la 1Oª edición de su Diccionario de dudas, pese a defender el uso de a por,
menciona también las reticencias y reservas de muchos escritores y hablantes: «Galdós
subrayaba el a por para marcar su distanciamiento respecto al uso coloquial de sus
personajes: «Fabiana Jaime hacía también su escapadita <a por> un abrigo de última
novedad» (España trágica, 966); Torrente refleja irónicamente la opinión de los
«celosos del lenguaje»: «j Y esos dos <a por>, de esa manera reiterados, como si uno solo
no bastase! Los castrofortinos, tan celosos de su lenguaje, uno de los pocos lugares
donde se habla bien el castellano, no sabían entonces qué les ofendía más: si la calumnia
a la familia Aguiar ... o el solecismo repetido e insolente» (Saga, 254)» 8 .
García Yebra considera, al hilo de unas palabras anteriores de Seco9, que «ni es
motivo para rechazar a por el que no lo usaran los clásicos, ni razón para aceptarlo el

3 Cf Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española, Madrid: Real Academia


Española, Espasa-Calpe, 1973, p. 436, § 3. l l.2f.
4 Cf Emilio Alarcos Llorach, Gramática de la Lengua Española, Madrid: Real Academia
Española, Espasa-Calpe, 1994, p. 222.
5 Cf Jacques De Bruyne, «Las preposiciones», Gramática descriptiva de la Lengua
Española, I. Bosque y V. Demonte (dirs.), Madrid: Espasa-Calpe, 1999, pp. 689-690.
6 Cf Francisco Marcos Marín, F. Javier Satorre Grau y Mª Luisa Viejo Sánchez, Gramática
española, Madrid: Síntesis, 1998, p. 277.
7 Cf María Moliner, Diccionario de uso del español, Madrid: Gredos, 1987, lª edición,
tomo 11, p. 805, s.v.por, y 1998, 2ª edición, tomo JI, p. 736, s.v.por.
8 Cf Manuel Seco, Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Madrid:
Espasa-Calpe, 1998, 1Oª edición revisada y puesta al día, pp. 6-7.
9 Vid. Manuel Seco, Diccionario de dudas de la lengua española, Madrid: Aguilar, 1982,
8ª edición, p. 41.

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hecho de que la literatura actual y sobre todo el periodismo lo empleen ya con cierta
frecuencia». Recomienda a los traductores, como medida cautelar, evitar su uso, y cree
discutible que el simple por no pueda expresar la complejidad significativa de a por10 .

Ausencia de a por en el español de América


Un aspecto que no se nos puede pasar por alto es el de que a por está prácticamente
ausente del español de América. Este hecho se sitúa en justa consonancia con la
modernidad del fenómeno, pues la combinación de a y por debió de surgir y empezar
a extenderse en el habla popular de la Península en el siglo XIX' 1•
El español americano tiende a preferir construcciones sin por, y así dice «ir a traer
agua», «ir a buscar agua» para lo que el español peninsular diría más fácilmente «ir a
por agua». Quizás debamos tener en cuenta aquí que las lenguas germánicas tienen
verbos específicos para significar lo que el español indica con ir a por: ingl. to fetch, al.
holen. Ya decía Casares que «este a por, que significa no sólo ir a buscar al médico, sino
traerlo consigo, hay que expresarlo en francés con los dos verbos aller chercher, y en
inglés y alemán, con los verbos to fetch y holen, respectivamente» 12 •

Justificaciones de a por
Ante el empuje de su uso y frente a las críticas académicas, han ido surgiendo entre
los estudiosos distintos argumentos y justificaciones en favor del empleo de la

10 Cf Vicente García Yebra, Claudicación en el uso de preposiciones, Madrid: Gredos,


1988, p. 96.
11 El Esbozo de la Gramática de la Academia, indica que «desde la segunda mitad del siglo
XIX comenzó a extenderse en el habla popular de España la locución a por con verbos de
movimiento; por ej.: ir a por agua, vengo a por ti, vuelvo a por el pan. El empleo de esta locución
ha progresado especialmente en el habla usual de las provincias del centro peninsular, y aun
podrían citarse algunos ejemplos literarios, si bien es desconocida en América. Sin er,1bargo, la
conversación culta de España suele sentirla como vulgar y procura evitarla». Cf Esbozo, op. cit.,
p. 436, § 3.11.2f. El Diccionario Histórico de la Lengua Española ya señala que en 1874 aparece
en la Gramática de la Real Academia: «A por, aunque tan repetido entre el vulgo, es
solecismo».-No es exacto, por tanto, el dato aportado por Timo Riiho, quien apuntaba que,
según el DHLE, el primer ejemplo documentado de a por data de 1874. Cf Timo Riiho, Por y
para. Estudio sobre los orígenes y la evolución de una oposición prepositiva iberorrománica,
Helsinki: Comentationes Humanarum Litterarum 62, Societas Scientiarum Fennica, 1979, p.
251-. El DHLE menciona, además, varias primeras citas de autores: 1900, Blasco Ibáñez, Entre
naranjos (1919) 178: «Entraba en casa del especiero a por los macarrones». 1912 Azorín,
Castilla (1943) 77: «Aquella casilla medio derrumbada en que vivía una vieja que todas las
mañanas salía a por vino con unjarrico». 1914, Unamuno, Rebeca (Imparcial 2 marzo): «Ir a por
agua». 1921, Valle Inclán, Esperpento D. Friolera (1930) 245: ¡No me hables más! ¡Madre
atormentada, ve a por tu hija!. 1936, Cartel de propaganda electoral: ¡A por los trescientos
(puestos de diputado)!. 1956, Castillo Puche: El vengador 163-164: «Yo sólo había sido resistente
luchando,[ ... ] gritando a mis soldados: A por ellos, muchachos, duro, adelante, como sea.». Cf
Diccionario Histórico de la Lengua Española, op. cit., p. 2, § a2 lb.
12 Cf Julio Casares, Divertimientos filológicos, Madrid: Espasa-Calpe, 1947, 2ª edición, p.
58.

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agrupación prepositiva. Es el momento de comprobar cuáles han sido esas explicaciones


y observar, al tiempo, las posibles aportaciones expresivas de a por.
Ciertamente no ha sido una sola razón la que se ha esgrimido en favor de la
combinación de las dos preposiciones. Quizás la más recurrente es la que se basa en que
a por permite deshacer ambigüedades 13 • De esta manera, «voy a por mi hijo» sólo puede
significar <voy a buscar a mi hijo> frente a «voy por mi hijo», que resultaría ambiguo
(<voy a buscar a mi hijo>, <Voy en lugar de mi hijo>, <voy porque mi hijo me lo ha
pedido>, etc.) 14 • Hart explicaba la anfibología con la traducción al inglés de «Yo vine por
ti» = <I carne because of you /to pick you up /in your stead> 15 • Vemos así que la
preposición por posee el significado de <(ir) a buscan entre otros muchos, mientras que
a por sólo tiene ése 16 •
El uso de a por con ese valor propio que lo diferencia de todos los demás de por se
ha atribuido en ocasiones a que ciertas preposiciones tradicionales excesivamente
cargadas de funciones pueden ser relevadas por nuevas formaciones que evitan
ambigüedades y prestan más riqueza y expresividad al idioma 17 • Ésa podría haber sido
la causa o una de las causas de la expresión, una razón funcional.
Se ha señalado en ese sentido que con la agrupación de a y por se pretende subrayar
la idea de movimiento y dirección que exigen los verbos de movimiento con que
ordinariamente se construye la primera preposición 18 •

13 Ya Julio Casares defendía la expresión a por señalando la función que desempeña para
evitar anfibologías. El ejemplo que pone es el siguiente: «Para que la criada baje del piso
principal una escalera de mano, le digo: Sube por la escalera. Sonríe y aguarda. La sonrisa quiere
decir: ¡No, que iba a subir por el balcón! La espera tiene por objeto averiguar para qué ha de
subir: Sube a por la escalera no admite anfibología. Y podrían multiplicarse los ejemplos (ir por
agua = ir a buscarla, o ir embarcado; ir por tierra, etc.), aun sin traer a colación muchos
retruécanos sobradamente familiares, que me retozan en la pluma, y sin hacer valer la
conveniencia de distinguir el por, que sustituye a buscar, del que, en las frases ir por gusto, venir
por necesidad, ir por su pie, etc., forma parte integrante de estos modos adverbiales.». Casares
concluye: «Creo, pues, que ese a por ha venido a llenar un vacío, como dice la gente fina, y aquí
me estoy, no apercibido a la defensa, como puede hacerlo Unamuno, sino resignado a escuchar
los improperios de los hablistas pacatos y de los escritores relamidos.» Cf Julio Casares, op. cit.
pp. 56-61.
14 Cf Leonardo Gómez Torrego, Gramática didáctica del español, Madrid: Ediciones SM,
1998, 4ª edición, p. 225.
15 Cf Peggy D. Hart, «The use ofthe preposition <por> when it means <to fetch»>, Hispania
LVI, 1973, p. 646.
16 Cf Francisco Marsá, Diccionario normativo y guía práctica de la lengua española,
Barcelona: Ariel, 1990, 1ªreimpresión, p. 169. Marsá señala que la preposición por precedida de
verbos de movimiento significa <en busca de>. Curiosamente, pone los ejemplos de «Baja por
vino a la bodega» y «Ve a por tabaco», pero no dice nada acerca del uso de a por. Seco et alii
recogen la expresión a por con el significado de <en busca de> y citan un texto de Matute: «Borja
se levantó de un salto y fue a por más vino». Cf Manuel Seco, O limpia Andrés y Gabino Ramos,
Diccionario del español actual, Madrid: Aguilar, 1999, tomo 1, p. l.
17 Cf Emilio Lorenzo, El español de hoy, lengua en ebullición, Madrid: Gredos, 1971, 2ª
edición, pp. 50-51 y 151.
18 C/ Juan Alcina Franch y José Manuel Blecua, Gramática española, Barcelona: Ariel,

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Timo Riiho establecía la comparación con el proceso que había dado lugar a la
preposición para (por a) en español y resaltaba el interés de la nueva creación como
disminución de la carga semántica de por, pero dejaba claro que la formación de a por
no podía atribuirse únicamente al simple deseo de evitar confusiones 19 • Riiho, como
recientemente Náñez Femández20 , ve un motivo complejo o la suma de varios factores
en la aparición de a por, sin excluir en grado alguno su posible carácter fortuito 21 •
Otros argumentos, asimismo defensores de la combinación a por, se fundamentan
en la autoridad de algunos gramáticos y escritores-Azorín, Unamuno, Valle
Inclán ... -que no encontraban justificada la condenación de a por y la empleaban sin
tapujos, y en la expresividad que reporta el uso de la agrupación prepositiva.
Seco defendía a por, entre otros motivos, precisamente por su ventaja expresiva22 •
No hay duda de que esa expresividad ha posibilitado que a por se haya abierto camino

1998, 10ª edición, p. 838, § 6.2.6.


19 El diccionario de María Moliner también lo considera así: «Esta última razón-aducir
que su uso es necesario para evitar anfibologías-no tiene mucha consistencia, pues, entonces,
habría que decir con mucho más motivo le mandé a casa a con el enfermo en vez de con el
enfermo». Cf María Moliner, op. cit., 1987, tomo 11, p. 805 y 1998, 2ª edición, tomo 11, p. 736,
s. v. por.
20 Cf Emilio Náñez Fernández, Diccionario de construcciones sintácticas del español.
Preposiciones, Madrid: Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1995, p. 519.
21 «Es interesantísimo notar que el español moderno ha creado una nueva combinación de
por y a, a por, sin duda para disminuir la carga semántica de por. La aparente heterogeneidad
funcional constituye uno de los rasgos más característicos del campo semántico de por, por lo
cual la formación de a por no puede atribuirse únicamente al simple deseo de evitar confusiones.
Es verdad que, en un contexto dado, la interpretación de la función particular de por, dependiente
de los términos principales de la rección, puede dar lugar a titubeos y confusiones. La situación
puede hacerse crítica en los casos en que los dos términos principales, el regente y el regido, son
elementos muy generales (potencialmente ambiguos), y en que el resto del contexto tampoco
basta para actualizar ningún rasgo determinado del semantismo del relator. En teoría, dichos
casos podrían abundar a causa de la variedad de los usos de por, pero en la práctica son
sorprendentemente raros, o mejor dicho, el sistema del lenguaje los tolera durante siglos, como
hemos visto al seguir de cerca la evolución de por y para. Desde este punto de vista, es dudoso
que el nacimiento de a por pueda deberse, por ejemplo, a la posibilidad muy teórica de la
confusión de una acepción espacial (ir por el patio, ir por la escalera) y otra nocional (ir por
vino, ir por agua). Los factores determinantes de esta confusión posible han sido los mismos
durante siglos, sin que ocurriese ninguna innovación parecida. En realidad, la variedad de las
acepciones finales y causales de por era mayor en la lengua medieval, ofreciendo más
posibilidades de confusión que el uso actual. Contando con la necesidad fundamental de
distinción y la disminución histórica de la finalidad de por como factores básicos, podemos ver
la formación de a por como una suma de varias influencias, entre las cuales el carácter
fundamentalmente fortuito de la innovación no es la menor». Cf Timo Riiho, op. cit., pp. 251-
252.
22 «Es cierto que el uso de a por es propio de la lengua popular, y relativamente moderno
(el viejo modismo dice ir por lana y volver trasquilado), pero su capacidad expresiva hubiera
conquistado hace tiempo a todos los escritores de no haberse interpuesto el veto de la Academia.»
Cf Manuel Seco, op. cit., 1982, p. 41.

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en el lenguaje periodístico23 y en la literatura, aunque siga estando «mal vista» entre


determinadas personas cultas por el peso de la tradición normativa academicista. No ha
faltado quien ha considerado que la Academia ha actuado en esta cuestión con un
carácter eminentemente antipopular24 .
Volviendo a aspectos más puramente lingüísticos, hay que hacer notar algo
consabido que ya hemos adelantado, y es que, como muchos lingüistas han reiterado 25
y la propia Academia reconoce, el español admite el uso conjunto de dos preposiciones
cuando hay una suma lógica de sus significados («por detrás», «por entre las nubes»,
«de entre los árboles» )26 e, incluso, aunque no la haya («por ante mÍ» ); además, la
construcción de por, llamada por algunos complementaria de a por 7 , ha pasado sin
condenación expresa de la Academia («vengo de por agua») 28 . Se nos antoja evidente
que si es lícita la expresión vengo de por tabaco, no habría motivo por el que no habría
de serlo también voy a por tabaco.

Nuestra hipótesis
Nadie ha reparado, que nosotros sepamos, en que «ir a por (algo o alguien)» es en
realidad una estructura elíptica en la que se ha eliminado el complemento circunstancial
de lugar que rige la preposición a y que iría justo delante de la otra preposición, por. Y a
hablaba Casares de la elipsis como una economía preciosa que nos permite ordenar sin
verbos: «tú, a la botica», «tú, a por el médico» 29 , pero no llegaba a percibir que ese
mismo fenómeno se podía encontrar en la raíz de la expresión a por.
El propio Casares, en sus elucubraciones sobre la propiedad de la combinación
prepositiva llegaba a decir: «quizá en un principio ir por el vino a alguna parte 30

23 En la prensa, por ejemplo, son frecuentes titulares de notable expresividad como: «El
Madrid, a por la copa», «a por la victoria», «a por todas». Resulta curioso comprobar cómo
mientras el Libro de estilo de EL PAÍS indica que «la combinación a por, aunque censurada por
la Real Academia, puede emplearse», el Libro de Estilo de ABC, por su parte, señala que «la
construcción a por, condenada por la RAE, sólo se utilizará para deshacer ambigüedades». Cf
Libro de estilo. EL PAÍS, Madrid: Ediciones El País, 1990, p. 121, § 12.11, y Libro de estilo de
ABC, Madrid: Ariel, 1993, p. 85, s.v. a.
24 Martínez Amador no se arredra en denunciar que «parece, pues, que la regla académica
se ha dictado con el único objeto de proscribir esa locución a por, cuya sola culpa es su cuño
popular». Cf Martínez Amador, op. cit., p. 23.
25 Cf, por ejemplo, Leonardo Gómez Tórrego, Manual de español correcto, Madrid:
Arco/Libros, tomo II, p. 189.
26 De acuerdo con la interpretación académica, la segunda preposición y su término forman
un todo. Osuna García precisa que «cualquier signo o construcción precedidos de una o dos
preposiciones forman un todo lógico y fonético porque constituyen una unidad referencial
marcada semánticamente». Cf Francisco Osuna García, Función semántica y función sintáctica
de las preposiciones, Málaga: Ágora, 1991, pp. 96-97.
27 Vid. Náñez Femández, op. cit. p. 519.
28 Cf María Moliner, op. cit., 1987, tomo II, p. 805 y 1998, 2ª edición, tomo 11, p. 736, s.v.
por.
29 Cf Julio Casares, op. cit., p. 58.
30 La cursiva es nuestra.

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denotase no tanto ir a buscarlo o con encargo de traerlo cuanto ir por causa o con
ocasión del vino» 31 • Él mismo habría dado con la solución si hubiera invertido el orden
de los elementos: ir a (alguna parte) p01:i 2•
Gili y Gaya, pese a no considerar legítima la expresión, entendía que la preposición
a, característica de los verbos de movimiento a los cuales acompaña con frecuencia, se
hubiera interpuesto en las expresiones ir por, venir por (voy a por agua, iremos a por
ti), a causa de un cruce con frases del tipo voy a casa, vengo a buscarte33 • Pues bien, no
se trataría de un cruce, como creía Gili y Gaya, sino de una elipsis.
La construcción a por es dependiente de ir, como señala Náñez Femández34 • Queda
claro que la preposición a denota movimiento, dirección, destino 35 • Casares ya lo
señalaba, y añadía que, por ello, era «séquito ordinario de los verbos ir, correr, subir,
bajar y otros, cuando expresan movimiento de algo que se aleja del lugar en que
estamos» 36 . Casares no veía tan transparente la función de la preposición por, pero no
hay duda de que indica la finalidad, la finalidad del movimiento-aquello que se va a
buscar.
El hecho de que determinados verbos se construyan generalmente con una
preposición predispone la introducción de ésta. Así, la predeterminación del régimen
semántico de ciertos verbos como ir, venir, mandar, etc. (ir a, venir a, mandar a)
favorece el uso de la preposición a 37 • Pese a las dudas que manifiestan sobre la rección
de las preposiciones Lázaro Mora38 y Hemández Alonso 39 , parece claro que en español,

31 Cf Julio Casares, op. cit., pp. 59-60.


32 Una vez redactado este artículo, hemos encontrado en un estudio comparativo de las
preposiciones por - para y par - pour del español y francés que el enunciado ir por lana se
glosaba como aller (a .. .) pour de la laine, lo que de alguna manera también nos sirve para
confirmar e ilustrar el origen de la expresión española. Cf Jean B. Vanriest, «Frarn¡:ais - Espagnol:
Les prépositions par,pour (por, para)», Lenguaje y Ciencias 26, 1967, pp. 29.
33 Gili y Gaya concluía: «Esto no quiere decir que recomendemos el a por, que es, en
efecto, de empleo muy poco frecuente en la lengua literaria y entre personas cultas.» Cf Samuel
Gili y Gaya, Curso Superior de sintaxis española, Barcelona: Vox, 1964, 9ª edición, pp. 246-24 7,
§ 186.
34 Cf Náñez Fernández, op. cit. p. 518.
35 De acuerdo con María Luisa López, la preposición a representa un movimiento hacia un
límite, y puede expresar el término del movimiento (o la coincidencia con el límite). Cf María
Luisa López, Problemas y métodos en el análisis de preposiciones, Madrid: Gredos, 1970, p. 134.
36 Cf Julio Casares, op. cit., p. 59.
37 De acuerdo con Morera Pérez, el verbo ir-<moverse de un lugar hacia otrm-requiere,
por su valor <dinamicidad con superación de límite>, una preposición de <sentido>-a, hasta,
desde, por, etc.-y excluye, por el contrario, la preposición en, por ejemplo,-«Voy en
Barcelona»-que implica límites absolutos. Cf Marcial Morera Pérez, Estructura semántica del
sistema preposicional del español moderno y sus campos de usos, Puerto del Rosario
(Fuerteventura): Cabildo insular de Fuerteventura, 1988, p. 66.
38 Cf Fernando A. Lázaro Mora, «Algunas notas sobre la preposición>>, Philologica
hispaniensia in honorem Manuel Alvar, Madrid: Gredos, 1985, tomo JI, pp. 378-379.
39 Cf César Hernández Alonso, Gramática funcional del español, Madrid: Gredos, 1986,
2ª edición, pp. 509-510.

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a diferencia, por ejemplo, del francés (aller a Paris, aller en France) 4º, el uso de la
preposición en este contexto, es decir, con estos verbos de movimiento, depende del
lexema verbal 41 •
Se trataría, por tanto, de una expresión legítima, validada por su origen elíptico, que
luego ha podido llegar a lexicalizarse.
Se produce la elipsis por economía lingüística, pues la información que interesa
resaltar es el término de la preposición por, y no tanto el lugar indicado por a. La
primera preposición se mantiene, no obstante, porque aporta mayor expresividad y evita
con ello posibles confusiones. Surge casi como un fenómeno fortuito, como apuntaba
Riiho, se extiende y acaba triunfando.
El Esboza de la Gramática de la Academia, como ya hemos reflejado, relataba que
«desde la segunda mitad del siglo XIX comenzó a extenderse en el habla popular de
España la locución a por con verbos de movimiento 42 • Es muy lógico que esto sea
así---esto es, que tenga su origen en empleos con verbos de movimiento-, pues
apuntaría directamente a la idea aquí expuesta de que estamos ante una estructura
elíptica.
«A por la victoria», «a por todas» y otras expresiones similares se corresponden
claramente con la forma elíptica de «vamos a ir por la victoria», «vamos a ir por todas».
Estaríamos, por tanto, ante una expresión de ánimo similar a la tan habitual «¡Vamos!»,
pues no en vano, «vamos»-como estamos viendo-formaría parte, aunque elidido, de
esa misma expresión.
Enunciados como «El Mallorca viaja a Madrid a por la victoria», es decir, «ir a
alguna parte a por algo» (a - a por), se pueden analizar perfectamente desde nuestra
hipótesis como casos saturados, posteriores a las primeras formaciones de a por debidas
a elipsis. A por se ha convertido ya en una estructura unitaria, no desglosable.
Venir de por refleja exactamente el mismo uso elíptico: Venir de (algún sitio) por
(algo). Sin embargo, venir de por es un uso que la Academia no crítica porque el
contraste con venir por está mucho más claramente establecido y no puede considerar
aquél un uso viciado de éste.

Conclusión: a por, estructura elíptica


Nuestro trabajo nos invita a hacer una consideración final sobre la elipsis tan traída
y llevada para bien o para mal. En muchas ocasiones se ha recurrido a la elipsis para
explicar ciertos usos lingüísticos. No obstante, no pocas veces se ha abusado de ella, lo
que no ha pasado desapercibido y ha sido fuertemente criticado43 • Ese abuso de la elipsis

40 Cf Jack Schmidely, «A = EN ? DE =A + EN ?», Les Langues Néo-Latines 62, 1968, p.


111: «en espagnol intervient ( ... ) l' importance determinante du terme régissant, c' est-a-dire du
terme dont dépend la préposition; en frarn;ais, au contraire, c'est plutót le terme introduit qui
détermine le choix de l'élément de relatiom>.
41 Es conveniente distinguir tres tipos de rección: una rección gramatical, una rección
semántica y una rección histórica; normalmente sólo se ha tenido en consideración la primera de
ellas. Cf Morera Pérez, op. cit., pp. 62 y ss.
42 Cf Esbozo, op. cit., p. 436, § 3.1 l.2f.
43 Vid. Lázaro Mora, op. cit., pp. 377-378, quien recoge las severas críticas de Bello

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. I). Jairo Javier GARCÍA SÁNCHEZ. A Por, ¿una expresión censurable?

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A POR, ¿UNA EXPRESIÓN CENSURABLE? 249

se ha producido generalmente al aplicar una lógica formal en el plano sincrónico,


práctica dominante en la gramática tradicional y recientemente dentro de la gramática
generativa44 •
Eso no quiere decir en absoluto que todas las explicaciones basadas en estructuras
elípticas constituyan un abuso, puesto que no podemos menos que recurrir a la elipsis
en momentos en los que tal fenómeno en efecto ha tenido lugar y por sí solo aclara lo
acontecido, en especial cuando se aborda la cuestión desde una perspectiva diacrónica
y no sincrónica.
Apunta Vigara Tauste que «la tendencia que hoy se está generalizando, es la de
intentar acotar científicamente el campo de la elipsis, de manera que no se emplee como
un fenómeno que opera indiscriminadamente cada vez que algo puede ser restituido a
la oración para explicitar su estructura semántica completa (catálisis45 )» 46 •
Pues bien, nos manifestamos conformes con esa idea, y como lo hacemos, podemos
mantener con no menos convencimiento que seguridad que ir a por agua tuvo su origen
en una elipsis del tipo ir a (la fuente) por agua47 •

(«Acepto las prácticas como la lengua las presenta: sin imaginarias elipsis») y Vossler («Siempre
que en sintaxis se comprende como elipsis una construcción y, en una secuencia, se la completa,
lo que se hace es violentarla y deformarla en otra cosa distinta, en lugar de explicarla tal y como
es»).
44 Lázaro Mora, con bastante buen criterio, aclara que no se niega el carácter elíptico del
lenguaje, sino que sólo se trata de rechazar las absurdas construcciones que, bajo la influencia de
una lógica formal estrecha, ha hecho la gramática tradicional y está llevando a cabo la gramática
generativa. Véase, si no, la teoría generativista que defiende que en la estructura profunda todo
sintagma preposicional va precedido de un de implícito, que desaparece en ciertas ocasiones y
subsiste en otras porque se repite (La ciudad de Madrid = La ciudad que se llama de + de
Madrid). Cf Lázaro Mora, op. cit., pp. 378 y ss.
45 La catálisis-explica Vigara-es el término con el que Hjelmslev designó el
procedimiento gramatical de los enunciados elípticos. La catálisis no debe alterar la estructura
del enunciado catalizado, su resultante debe ser posible en la lengua de que se trate, no opera con
entidades abstractas (sujeto, verbo ... ) y no precisa, en rigor, de las informaciones de tipo
semántico que situación o contexto pudieran proporcionar. Cf Ana Mª Vigara Tauste,
Morfosintaxis del español coloquial, Madrid: Gredos, 1992, p. 203.
46 Cf Vigara Tauste, op. cit., p. 203, quien tiene en cuenta las palabras de Hernández Terres,
La elipsis en la teoría gramatical, Murcia: Universidad de Murcia, 1984, pp. 274-275, al
proponer «Una precisa delimitación del concepto y de la operatividad de la elipsis en la teoría
sintáctica»: «( ... )Separado lo no lingüístico, lo situacional, hemos propuesto limitar el concepto
de elipsis a los casos de ausencia de algún constituyente oracional inmediatamente recuperable,
y, por lo tanto, interpretable, en relación con el contexto lingüístico presente».
4 7 La elipsis nos parece tan clara como lo era para el Brocense la supresión del sustantivo
aedem entre la preposición y el genitivo: «Ventum erat ad Vestae, scilicet aedem» [ad Vestae =
<al (templo) de Vesta>]. Cf Francisco Sánchez de las Brozas, Minerva o De Causis Linguae
Latinae. Libri 1, 11, 111, IV, Cáceres: Institución Cultural El Brocense, Universidad de
Extremadura, 1995, p. 458.

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