Está en la página 1de 1

ES PECADO PENSAR

Por mi culpa, por mi culpa y por mi gran culpa… he pecado de pensamiento y palabra, que la obra y la omisión
las dejo para otro día en que las cosas vayan mejor.
Y es que pensar, y peor aún palabrear oralmente pero sobre todo por escrito, es el más vil de los pecados; no
olvidemos que pensar con la palabra a flor de boca o a flor de hoja, es sembrar el ramillete de la duda en el
intelecto humano, en la sociedad que a bien debe tener por norte las buenas costumbres y la fe en el único
creador, cuyos designios se concretan por obra y gracia del espíritu santo que desciende sobre vosotros los
fieles, en el poder de su majestad… Amén. Es decir, y para no alargar el tema ni el intelecto del que escucha o
lee, aquí “el que piensa: pierde”.

Fue esta idea la que desató en época llamada de las luces, un desazón en contra de las monarquías absolutistas,
que muy bien sabían cómo mantener el poder a través del estatismo y la sumisión; así que nacieron aquellos
que pensaron en pensar y, con el acólito invento del apellidado Gensfleisch de la casa zum Gutenberg,
decidieron escribir lo que pensaban y malpensaban, que daba igual. No vivió suficiente el inventor para
arrepentirse luego con semejante despropósito revolucionario, cuando sabemos que su primera obra
tipográfica fue precisamente el “Misal de Constanza” y una “Biblia de 42 líneas”; cuando aquí en las Américas,
servía la imprenta para vivir en el pecado de pensar y pecar pensando en vivir.

Precisamente en este contexto de las monarquías católicas, apostólicas y romanas, con el papa a la cabeza, fue
que los ánimos de animosos personajes, y no por ello menos letrados que los del otro lado del charco, se
hicieron parte de una lucha con la ilustrada letra de tipos a la cabeza, aunque con ello muchos perdieron… la
cabeza.
Y entre cabezas de todo tipo, las bien puestas en los hombros, las coronadas, e incluso las que mordieron y
enlutaron la tierra del cirujano francés Guillotin, hubieron tipos y linotipos que a golpes de cabeza hicieron del
pensamiento un sello indeleble en nuestra historia. Manuel del Socorro Rodríguez, Pedro Fermín de Vargas,
Francisco Antonio Zea y Antonio Amador José Nariño, entre otros, fueron las cabezas de una iniciativa (entre
otras tantas) que cambió nuestro país desde las letras; bien decían las líneas en el primer ejemplar del Papel
Periódico de Santafé de Bogotá: a pocas reflexiones que haga el hombre sobre sí mismo, conocerá que este
predicado de “racional”, le obliga a vivir según la razón… es la utilidad común… servir al público… el motivo
principal y originario de los papeles periódicos… Dado el 9 de Febrero de 1791.

Y es por esto que nos encontramos aquí 222 años después, también un 9 de febrero pero del año 2013,
precisamente en la Casa del Libro Total, la casa de las letras, para volver a pensar y celebrar pensando sin
perder la cabeza; para que en esta labor del periodismo y sus papeles de cualquier tipo se siga pensando, y
creyendo que siempre es posible hacerlo más allá del pecado, del estatismo, de la sumisión que nos propone la
modernidad todopoderosa; nada mejor para reflexionar que una celebración, así que señores: desde esta Casa
les deseamos más letras, más páginas pensantes y muchos, pero muchos pecados libertarios.

Un 9 de Febrero de 2013 sobre el papel periódico…. O un 4 de agosto sobre los Derechos del Hombre, como a
bien lo deseen, si a Don Rodríguez o a Don Nariño, según sea el caso, se quiera hacer el honor.

Alejandro Navas Corona


Gerente - Fundación El Libro Total

También podría gustarte