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ADORACIÓN EUCARÍSTICA

Ministro: Bendito y Alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Todos: Sea por siempre bendito y alabado.

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Ant. Jesús, Pastor Bueno, dirige nuestras vidas hacia ti.
Señor, Buen Pastor, Hijo del Padre, fuente de luz, que vienes a sacudir nuestra
dormida esperanza, que nos envías a Tu Madre para enamorar nuestros fríos
corazones, que luchas con amor para conquistar los espíritus inquietos por las
angustias del mundo, acompaña nuestro camino vocacional.
Ant. Jesús, Pastor Bueno, dirige nuestras vidas hacia ti.
Escucha a tus hermanos aquí reunidos, juntos queremos seguirte, donde Tú quieras
que nuestros pasos se dirijan. Nuestros corazones y nuestras almas sedientas de luz
quieren pertenecerte, por siempre. Haznos fuertes, en la entrega a Ti, nuestro Dios.
Ant. Jesús, Pastor Bueno, dirige nuestras vidas hacia ti.
Haznos pequeños y dóciles para que dejemos actuar a Tu Santo Espíritu en nosotros,
para que Tú te hagas cargo de nuestra vida. Enséñanos a ser confiados corderos de
Tu rebaño y danos el abrazo de Tu Voluntad. Que seas Tu quien nos guíe. Perdona
nuestros errores y pecados, y nuestra falta de fe.
Ant. Jesús, Pastor Bueno, dirige nuestras vidas hacia ti.

CANTO VOCACIONAL
Silencio: 5 minutos.

MEDITACIÓN
Bastan unos rasgos del Amor de Dios que se encarna, y su generosidad nos toca el alma,
nos enciende, nos empuja con suavidad a un dolor contrito por nuestro comportamiento,
mezquino y egoísta en tantas ocasiones. Jesucristo no tiene inconveniente en rebajarse,
para elevarnos de la miseria a la dignidad de hijos de Dios, de hermanos suyos. Tú y yo,
por el contrario, con frecuencia nos enorgullecemos neciamente de los dones y talentos
recibidos, hasta convertirlos en pedestal para imponernos a los demás, como si el mérito
de unas acciones, acabadas con una perfección relativa, dependiera exclusivamente de
nosotros.

CANTO VOCACIONAL
Silencio: 5 minutos.
CANTO DEL ALELUYA
LECTURAL DEL EVANGELIO: Lucas 15, 1-10.

Silencio: 5 minutos.
CANTO VOCACIONAL

Continuación de la Meditación:
Al considerar la entrega de Dios y su anonadamiento, la vanagloria, la presunción del
soberbio se revela como un pecado horrendo, precisamente porque coloca a la persona en
el extremo opuesto al modelo que Jesucristo nos ha señalado con su conducta. Piénsenlo
despacio: Él se humilló, siendo Dios. El hombre, engreído por su propio yo, pretende
enaltecerse a toda costa, sin reconocer que está hecho de mal barro de botijo. ¿qué posees
tú que no hayas alcanzado de Dios? Y si lo que tienes, lo has recibido, ¿de qué te glorías
como si no lo hubieses recibido?

Silencio: 5 minutos.
CANTO VOCACIONAL

Himno Tantum Ergo

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