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Un Marco Analítico para el Poder Aéreo en las Guerras Pequeñas

Un Paso Atrás, Dos Pasos al Frente


Un Marco Analítico para el Poder Aéreo en las Guerras Pequeñas

Mayor Ronald F. Stuewe Jr., USAF

EL PLAN DE Vuelos de Transformación de la Fuerza Aérea (AFTFP), publicado por pri-


mera vez por la División de Futuros Conceptos y Transformación de la Fuerza Aérea en
noviembre de 2003 y actualizado a finales de 2004, documenta los esfuerzos de transfor-
mación en curso del servicio, un proceso “por el que las fuerzas armadas logran y mantie-
nen una ventaja asimétrica me-
diante cambios en los concep-
tos de operación, estructura or-
ganizativa y tecnologías que
mejoran de forma significativa
las capacidades de combate o
la facultad de satisfacer las de-
mandas de un entorno de se-
guridad variable”.1 Según esta
definición, la Fuerza Aérea ha
participado en el proceso de
transformación durante
décadas, y sus actividades ac-
tuales son meramente una con-
tinuación de esta transforma-
ción.

La confianza continuada en la
ventaja tecnológica asimétrica de la Fuerza Aérea tiene también un efecto pernicioso. El
peligro se manifiesta en los adversarios competentes que se dan cuenta de que “no pue-
den sobrevivir en el entorno que han creado nuestras capacidades técnicas. Es irónico
que la interacción de nuestras capacidades militares superiores con el reconocimiento de
este hecho por parte de nuestros adversarios asegurará que el carácter de las futuras
guerras será tal que nuestras ventajas tecnológicas ‘asimétricas’ disminuirán sustancial-
mente”.

Este peligro, junto con el deseo estrecho de miras de la Fuerza Aérea de reclamar los de-
rechos hegemónicos como servicio de tecnología, está disminuyendo rápidamente su efi-
cacia para llevar a cabo operaciones con éxito en lo que probablemente se convertirá en
la forma dominante de conflictos en un futuro inmediato: las guerras pequeñas.

El término guerras pequeñas no refleja los intentos recientes de clasificar la guerra por ca-
tegorías, sino que se originó en el siglo XIX para describir “cualquier conflicto contra fuer-
zas no regulares como guerrillas, bandidos, tribus rebeldes o insurgentes de varias cla-
ses”.4 El término no se refiere al tamaño o al alcance de la guerra sino al contexto político
y diplomático en que se libró la guerra. Como las guerras pequeñas comprenden entida-
des no estatales y fuerzas no regulares, hay que distinguir entre esos conflictos y gue-
rras, sea cual sea su magnitud, librados contra las fuerzas armadas regulares de un es-
tado.5 El peligro futuro para la Fuerza Aérea radica en el hecho de que el desarrollo de
una fuerza centrada en la tecnología diseñada para luchar en grandes conflictos interes-
tatales, por definición, crea una fuerza inferior a la que se consideraría óptima para librar
guerras pequeñas.

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Esto no significa ciertamente que la Fuerza Aérea no pueda luchar con éxito en las gue-
rras pequeñas. Este artículo trata de probar que la clave para aumentar la efectividad de
la Fuerza Aérea en esta modalidad se basa en entender la naturaleza real de las guerras
pequeñas. Empieza dando un paso
atrás para analizar el contexto de la
guerra pequeña a través de la lente
del modelo clásico de insurgencias de
Nathan Leites y Charles Wolf.

La segunda sección aplica este mode-


lo al famoso esfuerzo de contrainsur-
gencia emprendido por Gran Bretaña
durante la Emergencia Malaya con-
centrándose específicamente en los
éxitos y fracasos del poder aéreo en lo
que se relacionan con ese modelo.
Por último, organiza y revisa en térmi-
nos generales las capacidades distinti-
vas actuales de la Fuerza Aérea den-
tro de este marco para proporcionar al
servicio los medios para dar dos pasos
al frente, al haber entendido las nece-
sidades de operación para combatir
con éxito tanto en las guerras peque-
ñas como en las grandes.

Modelo del sistema de Leites y Wolf


En 1970, los investigadores Leites y Wolf de RAND Corporation publicaron Rebellion and
Authority: An Analytic Essay on Insurgent Conficts (Rebelión y autoridad: ensayo analítico
sobre conflictos con la insurgencia) que trataba de generalizar y teorizar sobre el concep-
to de insurgencia y contrainsurgencia. La más esclarecedora de estas teorías fue el desa-
rrollo de un modelo para describir un movimiento insurgente como un sistema . Aunque
trata específicamente de las insurgencias, este modelo de sistema se identifica apropia-
damente con las guerras pequeñas según se han definido anteriormente. De hecho, la
naturaleza sociopolítico-militar prolija y combinada de las insurgencias representa la ver-
sión de las guerras pequeñas más irritante para el poder aéreo.6 Este modelo también
proporciona una estrategia para derrotar a las insurgencias basándose en sus vulnerabili-
dades implícitas. Leites y Wolf derivan cuatro métodos principales de contrainsurgencia.
Sin embargo, antes de analizarlos debemos entender el modelo del sistema mismo.

Para alcanzar una efectividad general, los movimientos insurgentes “requieren que ciertas
entradas—obtenidos de fuentes internas y externas—se conviertan en ciertos resultados,
o actividades”. Estas entradas proceden a menudo del entorno interno (endógeno), por
ejemplo reclutas nuevos de la población y alimentos. Los datos de entrada externos (exó-
genos) pueden variar desde la financiación a la publicidad pasando por las armas. Los in-
surgentes obtienen estas entradas usando una combinación de medidas persuasivas y
coactivas. Las entradas sin procesar pasan a continuación en un mecanismo de conver-
sión que conlleva funciones de producción como adiestramiento, equipamiento y abaste-
cimiento de la insurgencia. La efectividad del sistema depende con frecuencia del grado
de organización a este nivel. Los sistemas desarrollados, resaltados en el debate sobre
Malasia, pueden tener ramas individuales dedicadas a “asuntos de personal, financieros
y logísticos, así como a inteligencia, comunicaciones y operaciones”. Al final, el mecanis-

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mo de conversión produce los resultados del sistema. Los resultados de las fuerzas no re-
gulares pueden ser tan familiares como sabotaje, actividades terroristas, manifestaciones
públicas y ataques militares a pequeña escala. Entre otros resultados menos evidentes se
incluyen funciones de jurisdicción administrativas y gubernamentales como proyectos de
ayuda a pueblos, educación, adiestramiento y formación de otros programas organizati-
vos. Y lo que es más importante, el marco de Leites y Wolf revela cuatro métodos para
contrarrestar el avance del sistema insurgente. Es posible influir en cada uno de estos
métodos, hasta cierto grado, mediante el uso del poder aéreo.

El primer método reduce los recursos disponibles controlando el número de entradas exó-
genas y endógenas y su costo de adquisición. El control de este aspecto logístico debe
residir ostensiblemente en la policía y las fuerzas terrestres, pero se puede demostrar
que la capacidad de detención del poder aéreo es apropiada para la negación de entra-
das. El segundo reduce la eficiencia de los procesos de producción. Los campos de
adiestramiento no regulares—objetivos estáticos tradicionales—representan evidente-
mente un objetivo potencial para el poder aéreo. No obstante, muchos otros objetivos de
las guerras pequeñas no son adecuados para “atacar” con armas y r tículos convenciona-
les. Entre otros ejemplos no letales de negación de la producción se incluyen la desfolia-
ción, la negación o destrucción de alimentos y los incendios de acoso.

La función tradicional de la contrafuerza de la acción militar, el tercer método de Leites y


Wolf para contrarrestar el sistema, pone en el objetivo a las “fuerzas opuestas . . . direc-
tamente. Ésta es la tarea militar tradicional; es la que mejor se entiende, la que resulta
más familiar y normalmente la preferida por la mayor parte de las fuerzas armadas”. Co-
mo tal, es el método más idóneo para el poder aéreo. Sin embargo, tampoco requiere ne-
cesariamente el uso de tritonal o uranio empobrecido. En vez de eso, los medios indirec-
tos de reducir las fuerzas no regulares adquirirán probablemente mayor importancia en
las guerras pequeñas que en las grandes.11 En esta categoría se incluyen medios indi-
rectos de la contrafuerza como las operaciones psicológicas (PSYOP), la vigilancia y la
inteligencia.

Por último, el cuarto método comprende el aumento de la capacidad de absorber las ac-
ciones de las fuerzas no regulares. Esto incluye medidas pasivas como evacuación y reu-
bicación de la población así como medidas de defensa activas. Quizás incluso más que
en la función directa de la contrafuerza, el poder aéreo puede demostrar su aspecto más
beneficioso en la función de defensa activa. Leites y Wolf explican que esta función de-
fensiva activa puede mejorarse más mediante patrullas aéreas que mantengan una vigi-
lancia continua y puedan aplicar una concentración intensa de potencia de fuego lista en
el caso del ataque de una guerrilla. Los aviones pequeños con tiempos de vuelo largos y
suficientes armas para contrarrestar de modo efectivo un ataque ligero o moderadamente
intenso de la guerrilla pueden ser un componente importante en este tipo de sistema de
defensa activa. La finalidad principal de tal policía aérea sería proporcionar el símbolo y la
realidad de presencia y protección [de la autoridad].12

El modelo de insurgencia de Leites y Wolf proporciona un marco general para entender la


naturaleza de las guerras pequeñas. El sistema presentado aquí forma el “motor” que im-
pulsa la producción de los resultados de la organización. Aunque Leites y Wolf proporcio-
nan varias aplicaciones posibles del poder aéreo para afectar este motor, se puede anali-
zar de modo lucrativo el marco dentro del contexto de un ejemplo histórico de una guerra
pequeña en que el poder aéreo desempeñó una función importante, aunque auxiliar, en el
éxito general de la campaña.

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La Emergencia Malaya
Gran Bretaña combatió en la Emergencia Malaya de 1948 a 1960 como respuesta a un
levantamiento del Partido Comunista Malayo (PCM). Después de unos reveses iniciales,
los británicos implementaron una gran cantidad de programas civiles y militares unidos a
un plan estratégico general, parte del cual incluía el Plan Briggs—un empeño masivo pa-
ra separar al PCM de la población, resaltado por el reasentamiento de 400.000–500.000
ocupantes ilegales chinos en “nuevas poblaciones”.13 A pesar de lograr avances impor-
tantes al principio de la emergencia, el PCM vio cómo el momento, después de estar a su
favor, se puso en su contra bajo la presión del Plan Briggs hasta julio de 1960, cuando
oficialmente concluyó la emergencia.

La experiencia británica en Malasia representa un ejemplo moderno de un esfuerzo de


contrainsurgencia que tuvo éxito en una guerra pequeña. Como tal, se ha analizado am-
pliamente para determinar cómo otra potencia occidental solucionó de modo efectivo el
reto de una potente insurgencia. Se entiende que la experiencia de los británicos se ha
hecho más relevante siguiendo después de nuestra propia experiencia en Vietnam.14

Esto no quiere decir ciertamente que la solución británica represente una respuesta de li-
bro de texto a las contrainsurgencias en las guerras pequeñas; tampoco representa el úni-
co ejemplo del poder aéreo en las guerras pequeñas.15 De hecho la Emergencia Malaya
fue una insurgencia exclusiva por varias razones. En primer lugar, estaba “con?nada a los
residentes chinos de Malasia, una minoría de la población que se podía diferenciar fácil-
mente de los malayos étnicos que constituían la mayoría”.16 En segundo lugar, los britá-
nicos disfrutaban de una estructura político-administrativa que permitía la combinación de
unidades militares y civiles dentro de la misma organización. Por último, y quizás lo que
es más significativo, los insurgentes chinos carecían de ayuda exterior. No obstante, den-
tro del contexto de este artículo, la Emergencia Malaya da detalles de los posibles usos
imaginativos de un componente aéreo pequeño pero flexible para respaldar el mayor es-
fuerzo político-militar en una guerra pequeña.17 Más específicamente, los esfuerzos del
poder aéreo en Malasia están comprendidos en los cuatro métodos para contrarrestar
una insurgencia descritos en el modelo del sistema de Leites y Wolf.

La Península Malaya tenía una superficie de 129.500 kilómetros cuadrados (50.000 millas
cuadradas)—aproximadamente el tamaño del estado de Florida—dos tercios de ésta es-
taban cubiertos por una jungla de bóveda triple casi impenetrable. La Real Fuerza Aérea
(RAF) operaba desde seis bases principales, y solamente una de ellas era capaz de apo-
yar de acoger a bombarderos de tamaño intermedio. La aviación de la RAF era una mezc-
la de aviones de hélice de la Segunda Guerra Mundial como Spit?res y bombarderos Lin-
coln, aviones a reacción modernos como los De Havilland Vampires y bombarderos a
reacción Canberra, helicópteros y aviones de transporte ligeros y medios. A pesar de la
gran variedad de tipos de aeronaves, nunca hubo más de 15 escuadrones de la RAF en
Malasia.18

Muchos factores referentes a la Emergencia Malaya redujeron la capacidad de la RAF a


llevar a cabo operaciones de negación de entradas—el primer método de Leites y Wolf
para limitar el avance de los insurgentes. La climatología y los terrenos adversos, y el
denso follaje de la Península Malaya limitaban la efectividad del poder aéreo en la clásica
función de detención. No obstante, el factor más limitador para la detención, era la capaci-
dad de evasión de las guerrillas del PC—si es que se les podía encontrar. Seamos testi-
gos, por ejemplo, de los intentos infructuosos por parte de los británicos de detener el
Tens Fook Loong y el Pelotón Independiente Número 3. A pesar de poseer una inteligen-
cia exacta sobre la ubicación del enemigo, de más de 319 toneladas métricas (709.000 li-

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bras) de explosivos lanzados por los aviones de la RAF durante el transcurso de múlti-
ples misiones en 1956 produjeron solamente cuatro bajas enemigas.19

El ataque del proceso de producción del sistema de Leites y Wolf demostró ser más efec-
tivo que la detención, principalmente debido a la contribución del poder aéreo a la desfo-
liación durante la campaña masiva de negación de alimentos del Plan Briggs. Incluso sin
el rociado aéreo, el poder aéreo contribuyó a estos esfuerzos observando claros en la
jungla que sirvieron como indicios de los lugares de cultivo de las guerrillas. Los incendios
de acoso también interrumpieron el proceso de producción pero a expensas del método
de contrafuerza tradicional del poder aéreo—el tercer componente de Leites y Wolf. La
evidencia sugiere que los “ataques aéreos eran responsables de menos del 10
por ciento de los muertos del enemigo. . . . No obstante los ataques aéreos mantuvieron
el enemigo en movimiento y sin asentarse y aumentó el número de contactos con éxito
con las fuerzas terrestres”. Según el Teniente General Sir Harold Briggs, “La ofensiva del
apoyo aéreo juega [jugó] un papel vital en el objetivo pricipal de las Fuerzas de Seguri-
dad, a saber la destrucción de la moral de los bandidos y el aumento de la moral de la po-
blación civil”.20

Los medios directos de las operaciones de contrafuerza tuvieron un éxito limitado para el
poder aéreo en Malasia, pero los métodos indirectos fueron vitales. Los británicos lleva-
ron a cabo operaciones psicológicas empleando volantes así como grabaciones de voz
retransmitidas desde los aviones. Hasta un 70 por ciento de las guerrillas del PCM que se
rindieron afirmaron que estos “vuelos con grabaciones de voces” influyeron en parte en su
decisión.21 El reconocimiento aéreo también demostró su eficacia: “Descubrió 155 cam-
pos de guerrillas confirmados y 77 posibles así como 313 campos de cultivo, 31 vueltos a
cultivar, 194 claros de probable origen terrorista, y 21 granjas [amigas] bajo control ene-
migo en un período de seis meses en 1955”.22

El cuarto y último método final para contrarrestar el sistema comprendía el uso del poder
aéreo para llevar a cabo una defensa activa. La idea de Leites y Wolf de “extender la pre-
sencia y la protección” de la policía aérea constituyó quizás la oferta más instrumental del
poder aéreo en Malasia. El Dr. James S. Corum y el Coronel Wray R. Johnson, Fuerza
Aérea de EE.UU., retirado, explican: “Así pues, al extender la presencia y la protección
del gobierno a áreas remotas, las fuerzas armadas convirtieron pronto el campo malayo
en un lugar inhóspito para el [enemigo]. Fue el apoyo a este esfuerzo, en vez una acción
ofensiva directa, la que demostró que la RAF era de gran valor”.23 La fuerza de policía
aérea en Malasia se manifestó no sólo en la visión de Leites y Wolf de un pequeño avión
de ataque, sino también en la ubicuidad de aviones de carga tácticos ligeros e interme-
dios de las unidades de transporte aéreo. Gracias a las funciones de apoyo de transpor-
te, abastecimiento aéreo, evacuaciones médicas e incluso mando y control, el aprovisio-
namiento aéreo se hizo indispensable.24

Así pues, el poder aéreo desempeñó una función auxiliar pero vital en el éxito total de los
británicos en la Emergencia Malaya. La clave de este éxito fue la aplicación de operacio-
nes y tácticas imaginativas, y con frecuencia poco ortodoxas, del poder aéreo para apo-
yar los objetivos políticos y militares de la estrategia general. Aunque se pueden explicar
estas operaciones dentro del modelo del sistema de Leites y Wolf, también se puede ha-
cer en términos de las funciones contemporáneas del poder aéreo. Así pues, “se acordó
generalmente que el orden de importancia total de las operaciones de la RAF fue aprovi-
sionamiento y transporte aéreos, reconocimiento fotográfico, apoyo aéreo cercano, ata-
ques de largo alcance contra objetivos fuera del radio de las unidades terrestres y c muni-
caciones”.25 Si observamos el poder aéreo en términos de estas funciones históricas,

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basadas en el modelo del sistema analítico, nos permite ahora avanzar dos pasos para
desarrollar la Fuera Aérea del futuro. No podemos confiar simplemente en tecnologías in-
dividuales sino que debemos reevaluar las capacidades de transformación indicadas en el
AFTFP de 2004 bajo las seis capacidades distintivas definidas en la visión de la Fuerza
Aérea.

Las capacidades distintivas de la Fuerza Aérea


Las seis capacidades distintivas de la Fuerza Aérea—superioridad en el aire y en el espa-
cio, movilidad rápida global, superioridad de información, combate de precisión, ataque
global y apoyo de combate ágil—no representan necesariamente una doctrina per se, si-
no que se comportan como facilitadoras de la doctrina. Son las áreas básicas de conoci-
mientos que la Fuerza Aérea lleva a cualquier actividad en todo el espectro de las opera-
ciones militares, ya sea actuando como servicio individual o junto con otros servicios en
operaciones conjuntas.26 El AFTFP de 2004 utiliza estas capacidades distintivas para or-
ganizar 16 capacidades de transformación que la Fuerza Aérea no puede alcanzar hoy o
debe mejorar considerablemente en el futuro.

El AFTFP cuantifica además estas capacidades de transformación dentro de la aptitud


fundamental contemporánea de la Fuerza Aérea de “tecnología a conductor de la gue-
rra”, definida como la “visión traducida en capacidades de operación para prevalecer en
el conflicto y evitar la sorpresa tecnológica”.27 El AFTFP trata de estructurar este flujo co-
rrectamente desde la visión hasta la estrategia y los efectos, y después hasta el concepto
y las capacidades, pero la Fuerza Aérea puede tener una tendencia institucional a invertir
este flujo, basándose en los avances tecnológicos. Como advirtió una vez el historiador
Richard P. Hallion, “Como la Fuerza Aérea como servicio está casada . . . con la tecnolo-
gía, existe siempre el peligro de que la tecnología haga caer en desuso la doctrinapropia
[y] que reemplace la doctrina como determinante del futuro curso de la Fuerza Aérea”.28

La parte restante de esta sección se aplica a estas seis capacidades distintivas como un
marco general, usando el sistema de Leites y Wolf en tándem con la participación exitosa
de los británicos en Malasia. Este análisis sigue mostrando en una amplia escala de nivel
la forma en que el nivel de operaciones del poder aéreo en general, y la Fuerza Aérea en
particular, puede apoyar la estrategia general dentro del contexto político, diplomático y
militar de las guerras pequeñas. Las capacidades aparecen en un orden aproximado de
importancia en lo que se refiere a las guerras pequeñas.

Considerada con gran frecuencia como libertad para atacar, la superioridad en el aire y en
el espacio—definida como la capacidad de controlar lo que se desplaza por el aire y el es-
pacio para asegurar la libertad de acción—incluye también la libertad frente a los ata-
ques. Esta capacidad distintiva es un principio de unión que permite la realización con éxi-
to de las cinco capacidades restantes. La mayoría de los avances tecnológicos dentro de
la superioridad aérea se aplican predominantemente a las guerras grandes. No obstante,
la amenaza más significativa para la superioridad aérea en las guerras pequeñas proce-
de de las amenazas terrestres ubicuas de armas pequeñas relativamente económicas y
de misiles disparados sobre el hombro. La anulación, o al menos la disminución, de la ca-
pacidad de penetración de estas armas sigue siendo de importancia suprema para el po-
der aéreo. Sin alguna medida relativa de la superioridad aérea de estas armas, las cinco
restantes capacidades distintivas de la Fuerza Aérea en las guerras pequeñas disminuyen
considerablemente.

La doctrina de la Fuerza Aérea define la movilidad global rápida como “el movimiento, la
colocación y el apoyo oportunos de las fuerzas y capacidades militares por el aire y el es-

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pacio, en toda la gama de las operaciones militares”.29 Aunque la definición sigue siendo
exacta, en el teatro de las guerras pequeñas, la función de movilidad parecerá a menudo
menos global y cada vez más regional. En lo que se refiere al apoyo de la Fuerza Aérea
en las guerras pequeñas, según se pudo ver en Malasia, el aspecto de la movilidad regio-
nal de abastecer, reabastecer y apoyar las fuerzas desplegadas—ya sean militares o po-
líticas—puede convertirse en el factor determinante en la estrategia total de la campaña.

La superioridad de información se refiere a la capacidad de reunir, controlar, explotar y


defender la información mientras se niega a un adversario la capacidad de hacer lo mis-
mo.30 En otras palabras, las guerras pequeñas son—ante todo—guerras de informa-
ción.31 Similar a la superioridad aérea, la superioridad de información trata de ganar con-
trol de su campo específico y explotar por completo sus capacidad de información para
adquirir una ventaja máxima. Como tal, la superioridad de información trata específica-
mente de la aplicación indirecta de la función de contrafuerza tradicional de las fuerzas ar-
madas en el sistema de Leites y Wolf. Las vejas de las operaciones psicológicas, vigilan-
cia e inteligencia están comprendidas aquí y servirán esencialmente como el aspecto do-
minante de la aplicación de contrafuerza del poder aéreo. El mantenimiento de las venta-
jas informativas incluso sobrepasará la aplicación directa de la potencia de fuego tradicio-
nal.

Sin embargo, cuando se hace necesaria la potencia de fuego, la Fuerza Aérea debe utili-
zar completamente un combate de precisión. Asociado más a menudo con las precisas
armas cinéticas, el combate de precisión debe encarnar no obstante múltiples aspectos
del contexto político y diplomático de las guerras pequeñas. En el sentido tradicional, el
combate de precisión utiliza el sistema de armas tecnológicamente más avanzado en la
aplicación de la fuerza militar. No obstante, en las guerras pequeñas, esta capacidad
puede causar el análisis detallado de las iniciativas políticas o militares o incluso de un
puente aéreo tradicional. Para usar un ejemplo malayo, los británicos a menudo hacían
lanzamientos aéreos tácticos de precisión de baja tecnología por espacios que sólo me-
dían hasta 9 m (10 yardas) de diámetro en una jungla de triple bóveda que consistía en
árboles de más de 60 m (200 pies) de altura.32 Quizás más que en cualquier otra capaci-
dad distintiva de la Fuerza Aérea, el combate de precisión es un ejemplo de la necesidad
de desconectar la capacidad de la tecnología.

Hasta esta coyuntura, las capacidades distintivas de la Fuerza Aérea se adaptan general-
mente al marco de las guerras pequeñas. No obstante, la capacidad de un ataque global,
incorpora la línea de desviación de la Fuerza Aérea de transformación, dedicada a la
guerra de alta intensidad, a las necesidades de la guerra pequeña. El Documento de
Doctrina de la Fuerza Aérea (AFDD) 1, Air Force Basic Doctrine (Doctrina Básica de la
Fuerza Aérea), explica esta desviación describiendo las operaciones de ataque globales:
“La Fuerza Aérea, con sus crecientes fuerzas espaciales, sus misiles balísticos interconti-
nentales y su flota de bombarderos multifuncionales y aviones de ataque apoyados por
una gran flota de aviones cisterna, está adaptada idealmente a dichas operaciones. Nues-
tro servicio es capaz de proyectar rápidamente el poder a distancias globales y mantener
una ‘presencia’ prácticamente indefinida sobre un adversario”.33 Dicha capacidad es pro-
bablemente vital para conducir guerras grandes, pero los artículos de alto presupuesto
como los misiles balísticos, los bombarderos transcontinentales y las flotas de aviones cis-
terna de apoyo representan, como mucho, una razón adversa de costo a beneficio, dada
la naturaleza prolija y políticamente sensible de las guerras pequeñas.

El concepto de transformación de un ataque global, de forma muy semejante al concepto


de movilidad global, necesita regionalizarse en el contexto de las guerras pequeñas. El

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término global es algo engañoso, ya que aumenta la distancia recorrida por el accesorio
del poder aéreo. Sin embargo, en las guerras pequeñas, la distancia imperativa que se
debe considerar con respecto a los ataques es la del objetivo deseado con relación a la si-
tuación política y militar en el terreno. Dado el contexto diplomático y asimétrico de las
guerras pequeñas, cualquier efecto negativo de una misión de ataque llevada a cabo por
el poder aéreo puede tener un impacto a nivel estr tégico. En palabras más sencillas,
“Hay que pagar un precio político cuando se usa el poder aéreo en forma de ataques aé-
reos”.34 Así pues, se deben ponderar las misiones de ataque, ya sean las llevadas a ca-
bo por la plataforma de poder aéreo tecnológicamente más avanzada o la más anticua-
da, en términos de los efectos estratégicos negativos potenciales que puede provocar.

La capacidad distintiva final, apoyo de combate ágil, trata tradicionalmente de los elemen-
tos de apoyo avanzado, infraestructura y movilidad para los despliegues. Sea cual sea la
escala del conflicto, el apoyo con éxito de las fuerzas desplegadas sigue siendo una ne-
cesidad facilitadora crítica. Sin embargo, en términos del apoyo de la Fuerza Aérea en
las guerras pequeñas, la frase apoyo de combate ágil es la que mejor ilustra la función de
apoyo que desempeña el poder aéreo. Aunque muchas personas de la Fuerza Aérea
creen verdaderamente que el poder aéreo por sí solo puede derrotar o paralizar las fuer-
zas terrestres enemigas, en el contexto político y diplomáticode las guerras pequeñas, el
empleo exclusivo del poder aéreo no es efectivo como mucho y—como descubrieron los
británicos en su doctrina de control aéreo durante los años entre guerras antes del con-
flicto Malasia—puede ser muy perjudicial.35

Conclusión

Ciertamente no hay razón para huir de los avances tecnológicos. El establecimiento de la


Fuerza Aérea como rama independiente de las fuerzas militares da testimonio de la im-
portancia básica de la tecnología al servicio. Los cambios revolucionarios de tecnología
que comprenden motores a reacción, radar y tecnología especial han mantenido a la
Fuerza Aérea en un estado de transformación casi perpetuo. Sin embargo, el peligro resi-
de en el deseo voraz de adoptar la tecnología—una adopción que no debe extender la
capacidad ni suplantar la doctrina. De modo similar, los avances tecnológicos no necesi-
tan por sí mismos ser compatibles con toda clase de guerras.

Las guerras pequeñas son conflictos en los que el contexto político y diplomático—no la
disposición militar de los combatientes—actúa como el factor determinante. Desde un
punto de vista tecnológico, la paradoja de las guerras pequeñas es que cuanto más asi-
métrica se conviertan nuestras capacidades militares, menos ventajas pueden otorgarnos
contra un adversario dispuesto a usar sus puntos fuertes asimétricos. Ésa es la cuestión
intrincada a la que se enfrenta la Fuerza Aérea de transformación contemporánea: ¿sig-
nifica la adopción de los avances tecnológicos específicamente optimizados para una
guerra a gran escala que se limita necesariamente la efectividad del poder aéreo en el
apoyo de las guerras pequeñas? Lo más probable es que la respuesta sea sí—pero hasta
cierto grado. Sin embargo, la solución no es inhibir los avances tecnológicos para enten-
der cómo dichas capacidades se adaptan y no se adaptan dentro de la estructura analíti-
ca así como el medio político y diplomático de las guerras pequeñas. Solamente al dar
un paso atrás para entender completamente la base del contexto de esta forma de con-
flicto puede la Fuerza Aérea del futuro dar dos pasos al frente para convertirse en la fuer-
za de combate más eficaz posible, sea cual sea la naturaleza del conflicto.

Notas:
1. Departamento de EE.UU. de la Fuerza Aérea, The U.S. Air Force Transformation Flight

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Plan 2004 (Plan de Vuelos de Transformación de la Fuerza Aérea de EE.UU.) (Washing-


ton, DC: Jefe Suplente de Estado Mayor para Planes y Programas, Fuerza Aérea de
EE.UU., 2004), ii, http://www.oft.osd.mil/library/library_?les/ docu-
ment_385_2004_USAF_Transformation_Flight_ Plan.pdf.
2. Christopher Bolkcom, Air Force Transformation I (Transformación de la Fuerza Aérea),
Informe CRS para el Congreso (Washington, DC: Servicio de Investigación del Congreso,
25 de enero de 2005), 2, http://www.fas.org/ sgp/crs/natsec/RS20859.pdf.
3. Cuerpo de Infantería de Marina de EE.UU., “Small Wars” (Guerras pequeñas) borrador
(Washington, DC: Departamento de la Armada, n.d.), 10.
4.?James S. Corum and Wray R. Johnson, Airpower in Small Wars: Fighting Insurgents
and Terrorists (El poder aéreo en las guerras pequeñas: lucha contra insurgentes y terro-
ristas) (Lawrence: University Press of Kansas, 2003), 6.
5. Ibid., 7.
6. El poder aéreo ha apoyado a ambos bandos de la insurgencia. Entre otros ejemplos de
apoyo a la insurgencia se incluyen la inserción y el reabastecimiento de equipos Jedburg
de la Oficina de Servicios Estratégicos de la Segunda Guerra Mundial en la Francia ocu-
pada; las misiones secretas del Grupo de Observación, Adiestramiento y Evaluación
1045 en Tibet para la inserción y el reabastecimiento de guerrillas adiestradas por la
Agencia de Inteligencia Central; y el apoyo dado por la Operación 32, Rama de Estudios
Aéreos para el Mando de Auxiliar Militar, Grupo de Estudios y Observaciones de Vietnam
a la infiltración a largo plazo de agentes y operaciones de propaganda durante la Guerra
de Vietnam. Larry E. Cable relata de forma exacta la necesidad de un apoyo externo, co-
mo el apoyo aéreo: “La guerrilla de EE.UU. se parecía demasiado al astronauta, que, ya
sea en su cápsula o caminando por el espacio en un traje espacial, dependía completa-
mente de un complicado sistema de soporte vital para su viabilidad”. Con?ict of Myths:
The Development of American Counterinsurgency Doctrine and the Vietnam War (Conflic-
to de mitos: desarrollo de la doctrina de contrainsurgencia de EE.UU. y la Guerra de Viet-
nam) (New York: New York University Press, 1986), 147.
7. Nathan Leites and Charles Wolf Jr., Rebellion and Authority: An Analytic Essay on In-
surgent Con?icts (Rebelión y autoridad: ensayo analítico sobre conflictos con la insurgen-
cia) (Santa Mónica, CA: RAND, 1970), 32.
8.?David Willard Parsons, “Towards the Proper Application of Air Power in Low-Intensity
Con?ict” (Hacia la aplicación apropiada del poder aéreo en conflictos de baja intensidad)
(tesis de máster, Escuela Naval para Posgraduados, 1993), 63.
9. Leites y Wolf, Rebellion and Authority (Rebelión y autoridad), 34.
10. Ibid., 81.
11. Ibid., 82.
12. Ibid., 83.
13. R. W. Komer, The Malayan Emergency in Retrospect: Organization of a Successful
Counterinsurgency Effort (La Emergencia Malaya en retrospección: organización de un
esfuerzo efectivo de la contrainsurgencia) (Santa Mónica, CA: RAND, 1972), 19.
14. Ibid., iii.
15. El Centro de Excelencia de Guerras Pequeñas del Cuerpo de Infantería de Marina cita
actualmente 407 guerras pequeñas actuales y pasadas. Vea el sitio web del Centro en
http://www.smallwars. quantico.usmc.mil/sw_today.asp (accessed 23 May 2005).
16. Cable, Con?ict of Myths (Conflicto de mitos), 71.
17. Komer, Malayan Emergency in Retrospect (La Emergencia Malaya en retrospección,
52.
18. Corum and Johnson, Airpower in Small Wars (El poder aéreo en las guerras peque-
ñas), 193.
19. Jay Gordon Simpson, “Not by Bombs Alone: Lessons from Malaya” (No sólo mediante
bombas: lecciones de Malasia) (Joint Forces Quarterly, Verano de 1999, 95.

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Un Marco Analítico para el Poder Aéreo en las Guerras Pequeñas

20. Ibid.
21. Komer, Malayan Emergency in Retrospect (La Emergencia Malaya en retrospección),
75.
22.Simpson, “Not by Bombs Alone” (No sólo mediante bombas) 97.
23. Corum and Johnson, Airpower in Small Wars (El poder aéreo en las guerras peque-
ñas), 191.
24. Komer, Malayan Emergency in Retrospect (La Emergencia Malaya en retrospección),
52
25. Corum and Johnson, Airpower in Small Wars (El poder aéreo en las guerras peque-
ñas), 195.
26. AFDD 1, Air Force Basic Doctrine (Doctrina Básica de la Fuerza Aérea), 17 noviembre
de 2003, 76,
https://www.doctrine.af.mil.
27. Departamento de EE.UU. de la Fuerza Aérea, U.S. Air Force Transformation Flight
Plan 2004 (Plan de Vuelos de Transformación de la Fuerza Aérea de EE.UU.), 49.
28. Richard P. Hallion, “Doctrine, Technology, and Air Warfare: A Late Twentieth-Century
Perspective” (Doctrina, tecnología y guerra aérea: perspectiva de fines del siglo XX), Air-
power Journal 1, N° 2 (Otoño de 1987): 16–17, http: //www.airpower.maxwell.af.mil/airchro-
nicles/apj/apj87/hallion.html.
29. AFDD 1, Air Force Basic Doctrine (Doctrina Básica de la Fuerza Aérea), 80.
30. Ibid., 78.
31. Cuerpo de Infantería de Marina de EE.UU., “Small Wars” (Guerras pequeñas), 53.
32. Simpson, “Not by Bombs Alone” (No sólo mediante bombas), 96.
33. AFDD 1, Air Force Basic Doctrine (Doctrina Básica de la Fuerza Aérea), 79.
34. Corum y Johnson, Airpower in Small Wars I (El poder aéreo en las guerras peque-
ñas), 430.
35. Vea ibid., especialmente el cap. 2, “Colonial Air Control” (Control aéreo colonial) 51–
86. Los autores demuestran
que la idea de controlar un país por medio del poder aéreo es atractiva para los aviadores
y para aquellos que son reacios a las bajas, sin embargo la historia del control aéreo dice
poco a favor de la idea de operaciones policiales o de paz por medio del poder aéreo so-
lamente. Los pocos casos en que demostró ser eficaz fue “en conflictos muy menores de
operaciones de policía tribal” (85). Aparte de esos casos, fue necesario utilizar ciertos
contingentes de tropas terrestres para las operaciones de paz. Vea también Capitán Da-
vid W. Parsons, “British Air Control: A Model for the Application of Air Power in Low-Inten-
sity Con?ict?” (Control aéreo británico: modelo de aplicación del poder aéreo en un con-
flicto de baja intensidad), Aerospace Power Journal 8, N° 2 (Verano de 1994): 28–39 .

Colaborador
El Mayor Ronald F. Stuewe, hijo, USAF (Licenciatura, Air For-
ce Academy) es estudiante de Capacitación para el desarro-
llo intermedio en el programa de Análisis de Defensa, Opera-
ciones Especiales/Conflictos de Baja Intensidad en la Es-
cuela de Posgrado de la Armada en Monterey, California.
Anteriormente, se de-sempeñó como jefe de seguridad de
vuelo en la 57ava Ala como instructor en la Escuela de Ar-
mamento de la USAF en la Base Aérea Nellis, Nevada. Ade-
más completó asignaciones operacionales con el 25avo Es-
cuadrón de Combate, Base Aérea Osan, República de Co-
rea; en el 74avo Escuadrón de Combate, Base Aérea Pope,
North Carolina y en el 55avo Escuadrón de Combate, Base
Aérea Shaw, South Carolina. El Mayor Stuewe, un piloto de

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Un Marco Analítico para el Poder Aéreo en las Guerras Pequeñas

primera clase con 2.000 horas de vuelo en el avión A/OA-10, es egresado distinguido de
la Escuela para Oficiales de Escuadrón y egresado de la Escuela de Armamento de la
USAF y de la Escuela Superior de Comando y Estado Mayor, Base Aérea Maxwell, Ala-
bama.

Declaración de responsabilidad:
Las ideas y opiniones expresadas en este artículo reflejan la opinión exclusiva del autor
elaboradas y basadas en el ambiente académico de libertad de expresión de la Universi-
dad del Aire. Por ningún motivo reflejan la posición oficial del Gobierno de los Estados
Unidos de América o sus dependencias, el Departamento de Defensa, la Fuerza Aérea de
los Estados Unidos o la Universidad del Aire. El contenido de este artículo ha sido revisa-
do en cuanto a su seguridad y directriz y ha sido aprobado para la difusión pública según
lo estipulado en la directiva AFI 35-101 de la Fuerza Aérea.

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