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13 de Agosto - Mini - (Paz)
13 de Agosto - Mini - (Paz)
-Paz
13 de Agosto
Aquella mañana el sonido del teléfono la había despertado de un agradable sueño que
compartía con esa persona inalcanzable. Se levantó perezosa y contestó.
Cuando colgó pensó en ue aquello era perfecto. Ése sería el momento idóneo, ése
momento que había esperado durante semanas.
Aún le resonaban en los oídos losbuenos días que ella le había brindado. Aún no se le
había borrado la sonrisa de niña que abre los regalos de reyes de la cara. Ésa sonrisa ya
sólo le aparecía cuando la veía a ella.
Tenía claro que el momento del café sería perfecto. Sabía que libraba ese fin de
semana, igual que ella. Sabía que hacía meses que no salía de Madrid. Y lo mejor de
todo, sabía que no se negaría a acompañarla.
Aunque sólo fuese por educación, estaba segura de que Esther le diría que sí al viaje
que estaba a punto de proponerle, tenía claro que necesitaba un descanso y quería
aprovecharse de ello. La noche del 13 de agosto era perfecta y sólo quedaban 3 días
para descubrir si sería capaz de hacerlo.
La mañana era algo aburrida. Incluso le había dado tiempo a leer, cosa bastante
inusual en las urgencias. Desde que Begoña había venido su trabajo era algo más
descansado. Al menos eso le alegraba.
Aún así necesitaba vacaciones, hacía meses que no salía de Madrid y aquello
empezaba a agobiarle un poco.
Le estaba gustando aquel libro, "Los blues de Joss Moody", Maca se lo había regalado
por su cumpleaños. Recordaba que le había dicho en la fiesta que estaba segurade que
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A menudo le asustaba lo bien que parecía conocerla Maca, al fin y al cabo eran
compañeras desde hacía poco tiempo. Le gustaba estar con ella. A pesar de tener un
nivel diferente al suyo jamás hizo ningún alarde ni le hizo sentir mal. Todo lo contrario.
Miró el reloj. Era la hora de su café con Maca si las urgencias lo permitían.
Ése día nadie se pondría enfermo en ése preciso instante. Aquel café iba a depararle a
la enfermera la primera de las sorpresasque poco después le lloverían sin que ella
suierabien qué hacer para atajarlas todas...
Como decostumbre llegaba tarde. ¿Cómo era posible quealguien llegara tarde a tomar
un café diez metros más lejos de donde estaba? Era algo incapaz de entender.
Le gustaba aquella costumbre de tomar café por las mañanas si no había mucho jaleo.
El mes de agosto estaba resultando especialmente benevolente con los médicos y eso
sin lugar a dudas repercuiría en el siguiente mes, cuando Madrid se convirtiera de
nuevo en el hervidero de masa que solía ser...
De todas formas ahora no era momento para pensar en ello. Aora sólo quería pensar
en su fin de semana y en cómo iba a decírselo a Esther. Le daba vueltas a su reacción y
a lo que la enfermera pudiera contestarle pero tenía que ser valiente.
Vamos, se decía a sí misma. Ya había sido valiente otras veces, había plantado a su
novio de toda la vida a las puertas de la boda, había roto con lapersona dela cual había
sido totalmente dependiente... el problema es que se sentía incapaz de ser valiente en
aquel momento.
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Esther entró como una exhalación sabeedora de que llegaba tarde pero una vez más la
sonrisa omplaciente de la pediara le tranquilizó.
Una vez sentadas la una frente a la otra las cartas estaban echadas. Macala miróa ojos
y comenzó a hablar...
Ya estaba dicho. Le había costado meses pero por fín había conseguido invitarla
apasarun fin desemana juntas.
Maca: En fin,es verano ¿no?, tú tienes libre el puente y yo también. Al fin y al cabo
¿cuánto hace que no sales de Madrid?
Esther: No si...visto así. Pero es que...
Maca: Vamos Esther, es una fiesta divertida, de verdad. Además, tú misma te quejabas
hace días de que no podías descansar nada con el calor sofocante que hacía aquí...
Míralo como inversión de salud...
Esther se rió ante aquel comentario, sabía que Maca tenía razón... ¿por qué no?
¿Por qué no?
Eso era lo que se había repetido una y otra vez Esther desde que Maca le había
propuesto el viaje a Elche. No le contestó. No estaba segura de querer ir así que pensó
que sería mejor decir que se lo pensaría.
Aún así, aunque le apeteciera irse debería decírselo primero a Marcos, no estaba bien
que se fuera sin avisarle para unfin de semana que tenía de vacaciones. Sabía que le
molestaría, llevaba mucho inentando quedar a solas con ella. Esther aún seguía
pensando en la proposición de Marcos de salir juntos.
Cogió el teléfono y le llamó... al otro lado de la línea no contestó nadie así que dejó el
mensaje: Marcos, este fin de semana lo tengo pillado, lo siento. Te prometo una cena
especial a mi vuelta y hablaremos. Un beso.
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Maca estaba en su despacho. No tenía mucho jaleo, cosa que agradecía. Aquel día
estaba nerviosa. Esther aún no le había contestado a su proposición. A ratos pensaba
que la había espantado del todo.
Maca: ¿y?
Esther: Cuándo nos vamos? Espero pasármelo bien de verdad.
Maca: Prometo que te lo pasarás bien...
Era viernes por la mañana. Muy temprano. Esther se había levantado y había ultimado
los últimos detalles de su equipaje para ir a Elche con Maca.
Era su primer viaje en mucho tiempo, había perdido la costumbre de hacer maletas.
Estaba nerviosa y aún no sabía muy bien por qué. Tendría que volver a intentar hablar
con Marcos, al fin y al cabo él estaba poniendo mucho empeño en salir con ella y ya
casi se le había olvidado qué era eso de tener pareja.
Maca estaba a punto de llegar a casa de Esther. Parecía un flan. No entendía cómo
podía estar tan atacada; sólo era un viaje se decía… A pesar de ello, la pediatra sabía
que en aquellos días pasarían cosas que probablemente determinarían el resto de
verano…
Esther: Si?
Maca: Soy Maca… Bajas?
Esther: En seguida.
Maca: Esther, si quieres subo y te ayudo con las maletas…
Esther: (Algo avergonzada) Eh… no, no te preocupes… ya bajo.
Maca: Está bien, te espero en el coche.
Esther llegó al coche con dificultad y guardó su maleta. Una vez sentada dentro sacó
una bolsa amarilla de su mochila; Maca la miró con interés.
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Maca: ¿Y eso?
Esther: Bueno, un buen viaje siempre tiene chuches no?
Maca: (>Sonrió ) Sí… Va, ponte en cinturón… vamos rumbo a Elche…
Mientras salían del mundanal ruido de Madrid permanecieron mudas. Maca prefería ir
concentrada en la carretera y Esther… Esther estaba tatareando las canciones que
ponían en la emisora de turno. Maca la miraba de reojo y no podía evitar sonreír,
estaba tan guapa…
Esther: Esto… Maca que, bueno, que no te importa que cante no?jeje
Maca: Tranquila, mientras no nos llueva en la Nit… puedes hacerlo.
Esther: Aún no te he dado las gracias.
Maca: No tienes por qué darlas, la casa de mi amiga está vacía y no se me ocurrió nada
mejor que hacer.
Esther: Ya… aún así muchas gracias, hacía tiempo que no salía por ahí con nadie.
Maca: Deberías salir más. Estás casi todo el día metida en el hospital.
Esther: No, si lo sé… precisamente estos días me he planteado eso.
Maca: ¿Qué?
Esther: Pues eso, salir más a menudo…
Maca: Vaya… eso es una gran noticia.
Esther: ¿Sabes? Estoy pensando en… bueno en…
Maca: ¿Qué Esther?
Esther: Bah, déjalo… si es una chorrada.
Maca: En serio Esther…
Esther: Si no te va a interesar, es una idiotez…
Maca: Venga…no seas cría…
Esther: vale, vale… Pues que últimamente me ha dado la sensación de que, bueno, que
la gente se fija más en mí de lo que yo pensaba…
A Maca en ese momento le dio un vuelco el corazón; tal vez ya no podía disimular más
y la enfermera la había descubierto… “Pero… no puede ser joder. Haber qué me dice
ahora, miedo me da”
Maca: ¿Y?
Esther: Pues nada, que te voy a hacer caso.
Maca: En qué?
Esther: Siempre dices que soy poco impulsiva y eso no?
Maca: Un poco. Sí.
Esther: Cuando vuelva voy a quedar con Marcos.
Maca: Mar…Marcos?
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Esther se acurrucó sobre el asiento derecho del coche y Maca se quedó sola
conduciendo.
“Perfecto… esto era lo único que me faltaba. Muy bien Maquita, tú di que sí. Eres una
torpe tía. Tantos ovarios para unas cosas y a la hora de la verdad… tan vulgar como
todos los demás. Qué suerte tienes hija”
Al ver que Esther estaba profundamente dormida a su lado decidió cambiar un poco la
música. Cambió la radio y puso un CD. Al instante Coti sonaba en el coche… Aquel iba a
ser un viaje muy largo…
Las dos salieron del coche y fueron a la cafetería. A Maca le daba vergüenza admitir
ante Esther que en realidad no estaba cansada de conducir. Estaba agobiada por lo
que la enfermera le había dicho al salir de Madrid.
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Esther: Ya.
Maca: Esther, lo digo en serio. No te preocupes, estoy bien.
Esther: Siempre me dices eso, tú siempre estás bien.
Maca: Venga, no te mosquees… es solo que estoy algo depre…
Esther: Y eso?
Maca: Tonterías…
Esther: Te puedo hacer una pregunta?
Maca: Claro.
Esther: Cuándo vas a dejarme entrar de verdad en tu vida?...Cuándo me vas a dejar ser
tu amiga?...
Maca miró a los ojos a Esther. La enfermera quería una explicación y ella tenía ganas
de dársela pero era incapaz. Prefirió mentir. No podía decirle a Esther lo que sentía por
ella precisamente ahora que iba a empezar algo con Marcos.
Desde que había llegado al Central siempre había oído que Esther no tenía suerte con
sus parejas. Marcos al fin y al cabo parecía un buen tío.
Esther: Eh…
Maca: Lo siento. Mira Esther, reconozco que soy algo reservada pero te aseguro que
eres mi amiga y que te considero como tal. Sólo dame tiempo vale?
Esther: Como quieras. Pero acuérdate de que estoy aquí eh?
Maca: Lo haré…
El timbre sonaba y Maca aún estaba terminando de cambiarse, así que pidió a Esther
que abriera la puerta mientras ella salía. Cosa de la que un instante después se
arrepentiría durante aquel fin de semana.
Esther: Ya voy…
Esther abrió la puerta y tras ella encontró a un chico de unos 25 años, alto y bastante
guapo.
Esther: Hola.
Raúl: Hola, está Maca? Soy el hermano de Marta, la dueña de la casa.
Esther: Eh…sí claro, pasa…
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completamente estupefacta.
Al ver al Raúl allí comprendió que durante los siguientes días daría más explicaciones
de las que le apetecía y empezó a sospechar que el fin de semana no sería tan
relajante para Esther y ella como había planeado. Raúl volvía a su vida y estaba segura
de que una vez más lo haría para ponerla patas arriba como en ocasiones anteriores…
Esther no tuvo tiempo de reaccionar. Maca invitó a Raúl a que se marchara de casa
bajo su sorprendida mirada, no tenía idea de qué hablaba Raúl ni de por qué Maca se
había puesto así. Una vez se había ido Maca le rogó a Esther que no volviese a abrir la
puerta.
Esther: Pero…
Maca: Mira Esther, solo te pido eso vale? Yo sé por qué lo digo. No es de fiar.
Esther comprendió que algo le ocurría a Maca, se acercó a ella y le sostuvo el brazo en
señal de ánimos.
Maca se tumbó y no tardó en dormirse. Esther la observó desde la puerta con un vaso
de leche en la mano. Le daba vueltas a lo ocurrido con Raúl. Tal vez él tendría la clave
de lo que le ocurría a Maca desde hacía semanas.
A pesar de que la pediatra le dijo que no era de fiar, Esther intuía que no estaba de
más saber qué tendría que decir Raúl. Siguiendo el consejo de ser más impulsiva, le
hizo caso a sus instintos y buscó el teléfono del hermano de Marta.
Maca seguía durmiendo cuando llamaron al portero. Esther bajó a encontrarse con
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Raúl ya que no quería que Maca al despertar lo viera de nuevo allí. Aquella tarde
estaba dispuesta a saber algo más de su reservada amiga.
Maca se desperezó y se dio cuenta que había estado durmiendo al menos una hora. Se
levantó en seguida con la idea de disculparse con Esther. El espectáculo que había
dado delante de ella había sido deplorable.
“Vamos Maca. No vayas a dejar que Raúl te arruine algo otra vez. Mientras no se
acerque a Esther demasiado vamos bien. Tendrás que adelantarte y ser sincera con
ella antes de que él lo haga… Sí, sin duda lo hará…”
Mientras la pediatra estaba dentro de la casa algunos pisos bajo ella una enfermera
satisfacía su curiosidad…
Maca había estado pensando. Estaba dispuesta a confesarle a Esther todo lo que
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Maca: Diga?
Raúl: Ya te has declarado?
Maca: (Enfadada) Qué? Mira Raúl, vete a la mierda…
Raúl: Antes de que me cuelgues… creo que tu amiguita ya te ha descubierto…
Maca: Qué dices Raúl?
Esther miró a Maca y supo que aquella tarde no sería nada tranquila, ya había
empezado a arrepentirse de su curiosidad.
Pipipipi….
Al otro lado del teléfono la línea se había cortado. Maca colgó y miró a la enfermera…
y de repente comprendió que su secreto había sido desvelado…
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nada…
Maca: Espera… me lo estás echando en cara? Esto es muy fuerte.
Esther: No, no te lo hecho en cara…pero se supone que…
Maca: Se supone nada Esther. Eso forma parte de mi intimidad.
Esther vio el libro que Maca le había regalado, ya le quedaba poco para terminarlo… La
historia le estaba pareciendo preciosa. Un famoso trompetista muere y es entonces
cuando sale a la luz que no era un hombre sino una mujer. Su esposa y su hijo tienen
que hacer frente a todo el mundo cuando se revela el gran secreto…
El gran secreto se decía Esther… ahora el libro adquiría otro significado para ella. Pensó
que tenía que ser duro para Maca reconocer algo así, siempre expuesta a lo que
dijeran los demás y más teniendo en cuenta que era una Wilson…
Maca estaba leyendo en la cama. Estaba decepcionada y enfadada con Esther pero
también consigo misma. De nuevo Raúl le amargaba la existencia. La pediatra se
preguntaba cuál fue el momento en el que pasaron de ser amigos a esto… intentaba
relajarse y pensar en otra cosa pero era imposible. El hecho de que Esther supiera la
verdad la llenaba de incertidumbre. Sería imposible decir la verdad ahora…
Abrió el libro y comenzó a leer. Y, de repente, como si el destino le quisiese jugar otra
mala pasada allí estaba el poema menos indicado para el momento, un poema de
Buesa…
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Maca no podía contener la emoción. Por qué se había tenido que enamorar otra vez?
Por qué otro amor imposible?...
Por primera vez asistía a cómo la dura y fría pediatra se desmoronaba. Era aquello lo
que le ocurría; ahora que creía saber su gran secreto ya no le importaba lo más
mínimo. Le había hecho daño y se sentía fatal. Peor de lo que nunca pensó sentirse. Al
ver que la situación la dominaba intentó buscar alguna ocurrencia para acabar con
aquel mal trago…
Esther: Sabes? Una vez tuve una profesora que me dijo que solo los inteligentes tienen
la capacidad de emocionarse…
Maca: (Secándose las lágrimas enseguida) Vaya… debo ser superdotada.
Esther: Oye que… Bueno, siento mucho todo lo que he hecho y dicho.
Maca: Creo que yo también me he pasado.
Esther: No, yo… yo entiendo que pienses que no ha sido buena idea venir aquí
conmigo. He pensado en llamar a marcos y… bueno, que venga a buscarme.
Maca: No Esther, en serio, no sentía nada de lo que he dicho. Es cierto que no debiste
hablar con Raúl, pero no habría pasado nada si yo hubiera sido sincera contigo antes.
Eres la persona que mejor se ha portado conmigo desde que llegué a Madrid y así te lo
pago… Lo siento, siempre soy muy reservada, es por todo ese rollo de los mecanismos
de defensa… Pensé en decírtelo muchas veces y luego… Luego recordaba todas las
malas caras y las falsedades de la gente cuando se enteraron. Es duro pensar que te
pueden rechazar tan solo por querer algo diferente a lo que quieren los demás. No lo
entiendo… al fin y al cabo no se hace daño a nadie.
Tenía miedo de perderte como amiga si lo sabías…
Esther: Perderme? Maca, eres tonta o qué? Eres lo mejor que me ha pasado desde
hace mucho tiempo.
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Al oír eso maca se sonrojó aunque intentó que Esther se percatara de ello. Qué habría
querido decir?
“No pasa nada Maca, lo habrá dicho por decir… Intenta ser racional por Dios”
Esther: Si?
Marcos: Niña, soy marcos… Qué tal?
Esther: Eh… buenas. Ya pensé que no hablaría contigo en todo el fin de semana.
Marcos: Pero qué dices? Estaba esperando el momento para llamar, como siempre.
Esther: (Sonriendo) Me puedes decir por qué siempre me haces sonreír?
Marcos: Fácil… te conozco demasiado.
Esther: Déjalo ya anda…
Marcos: Cuándo vuelves? (Con voz remolona)
Esther: Pues… Cuando pase el fin de semana.
Marcos: Jo…
Esther: Te prometo que cuando lleguemos hablamos vale?
Marcos: Si me lo dices con esa vocecita vale…
Esther: Venga tonto…
Marcos: Oye…
Esther: Sí?
Marcos: Que te quiero mucho…
Esther: Como la trucha al trucho. Va, que tengo que irme, Maca está a punto de salir
del baño. Nos vamos a la playa.
Marcos: Pasáoslo bien…
Un par de horas después estaban viendo las calas de Torrevieja. A Esther le estaban
encantando, estaba hecha una paparazzi. Maca la miraba y se sonreía. Cada vez estaba
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más enamorada de la enfermera y no tenía idea de cómo salir de aquello sin hacerse
daño.
Y lo que Esther no sabía es que a su lado permanecía la persona que deseaba más que
nada en este mundo hacerla feliz.
Maca buscaba la forma de hacer frente a aquel sentimiento que cada vez era más
imparable. Esther, por su parte, buscaba en su interior la clave a aquella sensación que
había vivido momentos antes con la pediatra… y cuanto más se acercaba a la respuesta
más convencida estaba de querer empezar algo con Marcos.
Cuando empezó a anochecer volvieron a Elche. Maca había quedado unos amigos para
cenar. Irían al Granaíno, un restaurante bastante bueno y el preferido por la pediatra.
Cuando aparcaron en el garaje de la casa de marta Esther no pudo más. Al tirar Maca
del freno de mano, la enfermera posó su mano sobre el brazo de la pediatra. Ésta la
miró a los ojos…
Y Maca deseó con todas sus fuerzas ser sincera con Esther y explicarle la razón de su
tristeza. Deseó contarle lo que había sentido la primera vez que la había visto en el
hospital. Contarle la sensación que tuvo la primera vez que le sonrió y tomaron un café
juntas. La felicidad que experimentó la primera vez que soñó con su mirada… con su
sonrisa…. Con su voz…
Pero el control racional de la pediatra saltó en el instante menos indicado para quitarle
hierro a su mirada de dolor y salió por la tangente…
Iban a llegar tarde a la cena, decía su voz… mientras su corazón y su alma chillaban a
Esther que no la dejara ir, que siguiera insistiendo porque la respuesta estaba cerca.
Una pregunta más y la pediatra de hielo se hubiera derretido en el más puro fuego de
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Una vez en la casa, cada una fue a su maleta y comenzó a sacar las cosas para
arreglarse. Una vez tenía elegida la ropa, Esther se acercó al dormitorio en el que iba a
dormir Maca.
Esther: Te gusta esto? (Le enseñaba una falda ibicenca de color naranja)
Maca: Es preciosa…
Esther: Cuando me la veas puesta…jeje. Oye, que… he estado pensando.
Maca: En qué?
Esther: Pues que esta cama es enorme… y la mía sólo de 90.
Maca: No te entiendo…
Esther: O sea mucha carrera para no entender lo que te digo…
Maca: Te explicas o qué?
Esther: Joder Maca… Que yo también quiero probar la cama de 1,50…
Maca: Me estás diciendo que quieres dormir conmigo?
Esther: Hombre… ya lo has pillado…
Maca estaba alucinada. Estaba deseando dormir con ella pero sabía que no era buena
idea.
Maca entró a ducharse con la sensación de haber perdido una oportunidad más…
No tenía más ganas de darle vueltas al asunto. Tenía que tomar una decisión. Tenía
que olvidarse de Esther como fuera. Encendió la radio y se metió en la ducha…
“Buenas tardes, cuando estamos a punto de que se asome la luna al cielo escuchamos
esta canción de Bebe para después pasar a la magia de Bebo y el Cigala…
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Maca no podía evitar emocionarse al oír esa canción y al pensar que podría dedicársela
fácilmente a Esther… Cuando estaba a punto de apartar de su mente a la enfermera, la
locutora de la radio decidió jugarle otra mala pasada y pinchar una de las canciones
más bellas que había oído nunca… una canción que le recordaba todo aquello que
sentía por la enfermera… Uan canción que no le permitía que olvidara que aquellos
sentimientos eran los que tenía y que no se puede luchar contra ellos… Cualquier lucha
que intentara Maca contra su propia alma estaba perdida de antemano… y ella lo
sabía… Instantes después la canción empezó a sonar…
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AY, EN EL GUADALQUIVIR
MIS GITANAS LAVABAN
PAÑUELOS DE BLANCO Y ORO
QUE YO TE DABA
QUE YO TE DABA
TÚ ME QUIERES DEJAR
AY, YO NO QUIERO SUFRIR
CONTIGO ME VOY GITANA
Y AUNQUE ME CUESTE MORIR
CONTIGO ME VOY GITANA
Y AUNQUE ME CUESTE MORIR
Maca salió de la ducha con la clara intención de dejar atrás sus sentimientos por la
enfermera.
Se vistió con rapidez para dejar a Esther que se duchara. Si seguían a ese paso iban a
llegar tarde.
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Esther no hacía más que hablar con Álvaro, uno de los mejores amigos de Maca.
Álvaro invitó a Esther a un cubata. Maca se acercó a ella…
Esther no hacía más que hablar con Álvaro, uno de los mejores amigos de Maca.
Álvaro invitó a Esther a un cubata. Maca se acercó a ella…
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Esther no sabía el daño que podía estar haciendo a una de sus mejores amigas. Sin
saberlo la estaba empujando a un abismo del que luego ella misma la ayudaría a salir…
En ese momento Dana se acercó con una copa para Maca y quiso sacarla a bailar.
Maca miró a Esther y la enfermera se acercó a su oído…
Maca la miró y decidió librarse de toda la tensión acumulada. Salió a bailar con Dana y
empezó a desmelenarse.
Álvaro llegó con la copa para Esther y ambos comentaron cosas del trabajo hasta que
vieron la escena…
Allí estaba la pediatra. Allí estaba Dana, una guapa periodista. Ambas bailaban. Y en
ése instante en que Esther las miró bailar vio cómo Dana se acercaba a maca y le
susurraba algo al oído…
Poco después ambas se besaban tiernamente en un rincón del pub… Esther sonreía
pero en su interior algo se estaba revolviendo. Algo que aún no había descubierto.
En ese momento Dana se acercó con una copa para Maca y quiso sacarla a bailar.
Maca miró a Esther y la enfermera se acercó a su oído…
Maca la miró y decidió librarse de toda la tensión acumulada. Salió a bailar con Dana y
empezó a desmelenarse.
Álvaro llegó con la copa para Esther y ambos comentaron cosas del trabajo hasta que
vieron la escena…
Allí estaba la pediatra. Allí estaba Dana, una guapa periodista. Ambas bailaban. Y en
ése instante en que Esther las miró bailar vio cómo Dana se acercaba a maca y le
susurraba algo al oído…
Poco después ambas se besaban tiernamente en un rincón del pub… Esther sonreía
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pero en su interior algo se estaba revolviendo. Algo que aún no había descubierto.
La noche fue larga para ambas. Al llegar a casa estaban literalmente agotadas. A Maca
aún no se le había borrado la sonrisa de la cara. Por fin se lo había pasado bien; estaba
algo más relajada. Relax que pronto se iría.
Maca se dispuso a acostarse. A los cinco minutos Esther encendió la luz del dormitorio
de la pediatra.
Maca intentó ser racional y fría. Estaba claro que tendría que dormir con Esther así que
también tendría que disimular y lograr que la enfermera no se percatara de sus nervios
que ahora yacían agarrados al estómago…
Allí estaban las dos. Cada una en una punta de la cama. Maca, cabe matizar, casi fuera
de ella.
Esther, que tenía ganas de hablar de la noche vivida se acercó un poco a ella…
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Esther tenía ganas de hablar, de eso no había ninguna duda; pero ya no sabía cómo
alargar la conversación con maca, que parecía algo cansada.
Cinco minutos después y cuando Maca pensaba que lo peor de la noche había
pasado…
Esther: Macaaaaaa…..
Maca: Qué Esther…
Esther: No me das un beso de buenas noches….
Maca: “Puff, Dios mío” Duérmete anda…
Esther: Es que si no, no puedo dormir.
Maca: Cómo no vas a poder dormir, no digas tonterías?
Esther: O un beso de buenas noches o un abrazo…
Maca:; Esther… cuánto alcohol has bebido?
Esther: Jo, estás de un aburrío… Ya que tú no me das un abrazo… puedo abrazarte yo?
Maca: Qué dices?
Esther: Es que en casa tengo un peluche… y todas las noches duermo abrazadita a él.
Maca: Me estás pidiendo…
Esther: Síiiiiiiiiiiii…por fi, por fi, por fi…
Maca: Vale, vale… Dios, tú cuando querías algo de pequeña lo conseguías siempre
verdad?
Esther: Tanto se nota?
Esther se arrimó a Maca y pasó su brazo por el vientre de ésta. Maca sostuvo su mano
y la apretó con cariño.
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Maca Estaba muerta del sueño y bastante agotada, pero a pesar de eso era incapaz de
conciliar el sueño. Esther, la cual había estado totalmente eufórica desde que habían
vuelto a casa, se había quedado totalmente dormida en cuestión de segundos desde
que se había abrazado a Maca.
Maca extrañas veces sufría insomnio. Era racional antes que pasional, y el mero hecho
de estar pensando sin poder parar en la persona que tenía al lado suya se le tornaba
cuanto menos mosqueante.
Los minutos pasaban lentamente. Estaba amaneciendo y parecía que esther había
dado una tregua en sus movimientos. Los párpados de Maca pedían una rendición
incondicional a su mente y ésta por fin la otorgaba.
Cuando el sol asomaba sus primeros destellos, la pediatra caía cautiva y presa en las
redes del sueño profundo que se le había negado durante las horas de oscuridad.
Avanzó lentamente hacia el baño y al alzar la vista se encontró ante una treintañera
ojerosa que parecía haber pasado la peor noche de su vida. Se adecentó un poco y
salió al salón.
Esther: Eh, bella durmiente. Te di mucha guerra anoche verdad? (Con cara de pena)
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Esther: Debe ser por la noche que has pasado. Haber, parece ser que la empresa de
limpieza ha utilizado productos no aptos para la desinfección sin riesgos a la hora de
limpiar y esterilizar los boxes y el material.
Maca: Ah… vale, voy pillando. Pero eso, qué tiene que ver con nosotras?
Esther: Tiene que ver en tanto en cuanto tienen que cerrar urgencias durante 3 días.
Maca: 3 Días!!!
Esther: Sip. Vilches me ha llamado para decirnos que tenemos tres días más de
vacaciones. No tenemos que volver hasta el jueves.
Maca: Qué fuerte.
Esther: Al menos tenemos más vacaciones no?
Maca: Bueno…mirándolo así…
Esther: Pero… de qué otra forma se puede mirar…
Esther se quedó algo pensativa mirando a Maca y cómo ésta se levantaba. No entendía
el poco entusiasmo que había puesto la pediatra al conocer la noticia de que habían
cerrado las urgencias del hospital. Parecía que le daba igual.
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13 de agosto .-Paz
Con ese pretexto empezaron con las bromas y el ambiente se relajó un poco…
Esther acababa de terminar aquel libro maravilloso que Maca le había regalado. Era
raro pero le había encantado. Tenía que reconocer que una vez descubierto el secreto
de Maca entendía mejor que le hubiese regalado aquel libro.
Sabía que la pediatra estaba rara, tenía que pasarle algo. Aquellas reacciones en Maca
no eran muy normales. Desde que le había dicho que era lesbiana estaba como triste y
ausente. Ni si quiera mientras estaba con Dana la notaba alegre. Eran amigas, no
entendía muy bien por qué no hablaba con ella.
Siempre había estado pendiente de ella, desde que llegó al hospital. Siempre amable,
gentil… siempre con un momento para tomar un café…
No entendía por qué ahora estaba tan distante…
Era casi la hora de comer. Maca había terminado con las labores y Esther seguía en el
sofá pensando en la forma de animar a Maca.
La enfermera se levantó y en ese momento Maca entró en el salón.
Esther: He terminado el libro.
Maca: Y?
Esther: Es precioso. Raro, pero precioso. Muchas gracias.
Maca: Me lo leí hace tiempo y me resultó curioso.
Esther: Es encantador el amor de ella por él…
Maca: Querrás decir por ella.
Esther: Eso, por ella.
Maca: A mí me conmueve más el hijo.
Esther: Ya sabes que soy un poco ñoña para esas cosas.
Maca: Ya… Oye, casi es la hora de comer.
Esther: Umm (mirando el reloj)
Maca: Dónde quieres ir?
Esther: No sé, aquí no conozco ningún sitio.
Maca: Al lado del Leberry hay un argentino.
Esther: Anda, como Héctor.
Maca: Anda tonta…
Esther: Tonta seré si, pero te hás reído y es la primera vez que lo haces en todo el viaje.
Maca: Ah si?
Entre broma y broma comenzaron a arreglarse para salir a comer. Cuando estaban en
el portal a Esther le sonó el teléfono.
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Maca estaba advirtiendo que se estaban peleando. Se imaginaba que Marcos quería
saber dónde estaban y se lo puso fácil totalmente vencida.
Maca: Esther, dile que vamos al argentino. Que pregunte por Leberry.
Esther: Gracias Maca... Marcos, pregunta por un sitio que se llama Leberry. Vamos a
estar comiendo en un argentino que está al lado.
Marcos: Hasta ahora amor…
Esther: Chao cariño…
Se sentaron sin decirse palabra alguna. La una frente a la otra. Amabas mirándose a los
ojos y sin pronunciar nada. El camarero les tomó nota. A pesar de estar enfadadas
seguían siendo parecidas, seguían teniendo los mismos gustos.
Esther miraba nerviosa el reloj. Marcos estaba tardando demasiado. Tenía una
sensación extraña; por una parte quería que Marcos apareciera en ese mismo instante,
no podía soportar aquella tensión con Maca. Por otro lado tenía la necesidad
imperiosa de comenzar a hablar, de decir algo para que el rostro de la pediatra se
aflojara un poco; entendía que le había hecho daño. En cualquier caso, tampoco era
para ponerse de aquella forma. Cierto es que Marcos llegaba a incordiar un fin de
semana planeado por Maca pero tampoco era cuestión de que se lo tomara tan a la
tremenda.
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Esther pensaba que tenía que haber algo más y ése algo seguro que tenía que ver con
el estado de ánimo tan raro que tenía Maca desde que se había enterado de su
secreto.
Esther había tomado una decisión. Pasara lo que pasara, en la Nit de L´albá sabría qué
le pasaba a Maca.
Maca mantenía los ojos fijos en la copa de vino que se estaba tomando. No había sido
capaz de continuar mirando a Esther a los ojos. Todo aquello empezaba a superarla; el
hermano de Marta incordiando (estaba segura que volvería a escena), Dana que sin
lugar a dudas seguiría detrás de ella, Marcos que sin duda llegaba para liar más las
cosas… y Esther, estaba Esther…
Desde que habían llegado a Elche el viaje había sido un infierno. No habían parado de
discutir ni un segundo. Estaba resultando un desastre… Ya no sabía cómo salir de
aquella maraña de sentimientos que se le juntaban todos…
Maca había tomado una decisión. Pasara lo que pasara, en la Nit de L´albá sería sincera
con Esther…
La comida llegó al instante. Habían dejado de estar tensas y ahora todas las
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Terminaron de comer y salieron del restaurante. Se fueron a casa de Marta a dejar las
maletas de Marcos. Precisamente al llegar a la calle de la casa de Marta Maca vio a lo
lejos la sombra de un chico….
Raúl seguía incordiando a Maca, Esther notó que la pediatra estaba perdiendo los
nervios y se acercó a ellos dejando a Marcos a unos metros.
Maca estaba gritándole a Raúl cuando Esther llegó a su lado.
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Esther: Fuera!!!
Raúl se fue dejando a Maca bastante cabreada y a Marcos sin entender nada.
Los tres subieron a casa de Marta de nuevo sin hablar. De nuevo el silencio.
Esther estaba sola en el salón con la tele puesta. En la mesita tenía las llaves de la casa
y, de repente, tuvo una idea.
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Maca: (Entre susurros) Hola. – Se frotaba los ojos, los tenía aún cerrados.
Esther: Shhhh… Ha llamado Dana…
Maca: Ummm… Y?
Esther: Llamará luego. Oye estás bien?
Maca: Sí Esther…
Maca abría lentamente los ojos mirando a Esther. La enfermera se quedó ensimismada
por un segundo. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. No entendió lo que le estaba
ocurriendo pero algo le incitaba a aquello que estaba a punto de hacer. Se acercó un
poco más a la pediatra.
Maca la miró confusa. Estaban muy cerca y Esther tuvo un súbito impulso de besar a
Maca.
Fueron instantes pero a ambas le parecieron horas. Por un momento Esther razonó lo
que estaba a punto de hacer pero por primera vez no lo pensó. No sabía por qué pero
sus ganas vencían a su razón.
El beso fue extraño. Ninguna de las dos cerró los ojos, ninguna de las dos se creía lo
que estaba sucediendo. No se separaron, algo las obligaba a mantener aquel beso que
ya les estaba doliendo.
Apenas duró unos segundos pero esos segundos fueron intensos. Maca fue la primera
en razonar y separarse de aquel beso. Ambas se miraban confundidas. Esther se
levantó en seguida de la cama sin mediar palabra. Se alejó del dormitorio sin apartar
su vista de aquellos labios que acababa de besar. Intentó pedir disculpas por aquel
impulso infantil pero sus palabras no podían salir de su boca, sus palabras se ahogaban
antes de llegar a la voz.
Cerró la puerta.
Maca seguía medio incorporada en la cama. Ella tampoco había podido decir nada. El
beso le había pillado por sorpresa al igual que la mirada de Esther.
La pediatra sabía que no sólo había sido un impulso tonto. Ésa mirada confusa, ése
quemar de los labios, ése decir todo sin decir nada… Así se sintió ella la primera vez
que besó a una mujer, a una mujer que quería de verdad.
Quiso levantarse y salir detrás de Esther, quiso tranquilizarla y decir que no pasaba
nada, que había sido una tontería, que era sólo un beso, pero no pudo.
No pudo porque para ella no había sido sólo un beso. Maca se apartó en ese
momentito porque era consciente de que si no se apartaba en aquel segundo ya no
podría apartarse nunca de sus labios. Y sintió miedo.
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allí, sujeta por aquel quicio que impedía que se cayera al suelo. Quería moverse pero
no pudo escapar de allí.
Quiso salir corriendo a la calle… tomar aire y respirar hondo y gritar…gritar y sacar a la
luz todo aquel miedo que sentía dentro de sí pero no podía.
Maca salió de la habitación al oír la puerta, pensó que era Esther la que se había
marchado pero allí estaba la enfermera. Sosteniendo la puerta de la calle por la que
había salido Marcos.
Esther se acercó a ella sin dejar de repetir la misma frase “no puedo Maca” y sin dejar
de mirarle los ojos… Se acercó tanto que notaba su corazón retumbar en su pecho.
Esther rozó el pelo de Maca, lo acarició suavemente como una madre que desenreda
el pelo a su hija tras la ducha. Se aproximó aún más y juntó su cuerpo contra el de la
pediatra. Maca le sostuvo el rostro y le miró los labios. Se mordió el labio inferior y
Esther sonrió.
Estaban tan cerca que el aire se retenía entre sus cuerpos. Ambos rostros sujetos por
sus manos, sus ojos perdiéndose en los ojos de la otra y la sensación de no sentir a
nadie más en el mundo.
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Casi por inercia de sus cuerpos fueron despacio hacia la habitación, sin dejar de
mirarse, sin dejar de tocarse… el contacto les quemaba pero ardía si se separaban.
Y llegó el segundo beso. Más profundo que el primero, más intenso si cabe, más
sincero, más íntimo…
Y ambas pensaron que no existía nada ni nadie más. Sólo ellas dos, sólo su sonrisa, sus
besos, sus caricias… sólo ellas. Y aquello era la felicidad.
Para Esther aquello era la felicidad que tantas veces había escuchado. No eran las
mariposas ni los calambres, no era ése príncipe azul que perseguía de pequeña, no era
ésa boda de blanco con la que soñaba junto a su madre. La felicidad era la sonrisa de
Maca, su voz, sus manos, sus besos. La felicidad era el aire que compartían, los
silencios que eran cómplices de sus miradas.
Y sintió miedo. Miedo de ser tan feliz con tan sólo mirarla.
Maca: Y Marcos?
Esther: Se ha ido…
Esther sostuvo con sus manos las manos de Maca y le hizo sentarse en la cama.
Maca intentó hablar pero Esther la calló con un beso.
Volvieron a mirarse y a sonreírse y ahí, en ese mismo momento dejó de existir el resto
del mundo. Esta vez de verdad.
Lo que sucedió de ahí en adelante no pudieron explicárselo en mucho tiempo por más
que lo intentaron días después.
Aquello fue algo más que amor. Aquellas miradas hablaron por sí solas, los cuerpos
actuaban sin batuta alguna que los condujera. Las caricias volaban a lugares
escondidos de esos que rozan el alma. Y las entrañas tomaron su revancha contra el
mundo y salieron a flote en forma de besos.
Esther se dejaba llevar, no podía parar. Su cabeza le decía que estaba cometiendo una
locura, Maca era mujer, no era normal. Pero ella no podía atender a aquello, sólo
podía oír a su alma que gritaba…
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FIN
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