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HENRI

'-- ---.:CAMBEFORT
-
Primera edición española, traducida de la tercera edición francesa por
JUAN JOSE SANZ LLANO
Dr. Ingeniero de Minas

Títu.lo de la obra original:


GEOTECHNrQUE DE L'INGENJEUR
et reconnaissance des sois
Publicada por
EDITIONS EYROLLES - Parts

© EDITORES TECNICOS ASOCIADOS, S. A. - Barcelona, 1975

Depósito legal B. 33.374-1975


[SBN 84·7146· 166· 8

Impreso en España
Printed. ;" Spa;"

Elíte/Grafic. Avenida del Torrente, 3 - Hospitalet

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INDICE DE MATERIAS

I!wlogo , XIII

prólogo !I la edición e.paliola , XI\'

RECONOCIMIENTO DE SUELOS

Profundidad de reconocimiento v número de sondeos


Formas de reconocimiento 2

Reconocimiento geofísico, 3

Reconocimiento por sondeos mecánicos II

Suelos pulven,lentos o coherentes , 18


Aparatos especiales de loma de muestras . 19
Ensavo «in situ» sobre rocas . 24
Ensayo$ .in silu. en sucios pulverulentos 9 coherentes. 27
Densidades Grado de 1))Jmeclad 27
Características olecánjcas 30
Permeabilidad v heterogeneidad 34
Bíbllocraña 42

Macizos hQmogéneos '\' coherentes . 46


Resistencja a] {'orte o cizaJlaJni,elllo 4Ú
InOllcncia <te las vibraciones .$(,hrc s,tleJQs blandos 47
Deslizamientos en taludes excepcionales S3
Fluencia de las capas blandas , 57

Copynghled mat..!ial
Vi íNOICE OE MATERIAS

Macizos homogéneos de arena fina 58


Estructura y toma de muestras 58
Inlluencia de la circulación del agua 59
Angulo de talud . 62
Arenas finas saluradas , 63

Macizos fleterogéneos ue arenas v Rra\'as . 66


Estructura. granulometrí¡\ \' ángulo de talucl 66
Cohesión capilar . 67
Corrícntt!s de agll~ . 72
11111ucnciade la 11ctcrouellcidad de los 111aci1.os en la e jCCllCióll
de las obras 75
Niveles pic7.ométricos de las capas acuíferas 81
Inrlllcncia de las lluvias \' de la prc$ión 3tm()srél'ica 81
In!luencia de la heterogeneidad del macizo 84
Inlluencia de In evaporación. 85
Tnflllencja de los ríos! 86
Influencia del mar 89
Conclllsiuncs 92

Bibliografía. 94

Capflulo 11.- CIMENTACIONES PROFUNDAS. Pilotes. Muros. Calone.. 97


Introducción . 97
PiJotes J)jnciltlQS 27
Pilotes moldeados. 99
Muros v ca iones . 100
Eíecllcit)n. . 100
Pilotes )ljncí1<IQs , t I()Q
Pilot~s de tubo binclldo 101
Pilotes perforados 103
Pantalla de pilotes Q pilotes advaccnlcs. Pilotes ;;C~pDtcs, Muros
continuos de pilotes 109
Ca ·oncs. 114
Armadltras. J 16
Hormigonado . 118
Hormigando bajo fango. . . 122
1cnsión ac.lmisible del hormigón 123
F..leeción del tipo de cimentación 125
1\.111(05 \r cajones. 125
Piloles hincados y moldeados 127
Determinación de la fuer,a específica 128
EÓrootlJ\ls de bjncadllrn , 129
[ónDulas estálicas, , 132
Medidas sobre piloles reales 133
RCCO)lQcjmic'l\O por ensayos {(in SiIU», , . , 144
Fuerza especifica de los pilotes perforados en barro 145
Conclusiones 150

Acciones del terreno sobre los eilotcs 151


Rozamiento negélti\/o . 151
FUCJ-laS horizontales , 153

Copynghled rn~l",ial
IN DICE DE MATERIAS VU

Estabilidad de grupos de pilotes 155


Fallos. Riesgos 157
Bibliografía 171

Capitulo 111.- INYECCtON DE TERRENOS 173

Interés de las inyecciones 173


Métodos de inyección 177
Perforaciooes . 178
Lechada. 180
Presión de invección de las lechadas inestables . 190
FiSllracioo,'s artificiales 194
Bibliografía 201

Capitulo IV.- MEJORAMIENTO DE LAS CARACTERISTICAS FISICAS y


MECANICAS DE LOS SUELOS . 203

Clasificación y campo de aplicación de los métodos de mejora-


miento. 203
Drenaje de los taludes 205
1nyección de macizos rocosos fisurados 206
Inyccci6n de aluviones . 211
Disminución del volumen de huccos por compactación. 217
Consolidación por expulsión del agua intersticial 224
Electroósmosis y consolidación electroquímíca 233
Cocción de suelos 241
Bibliografía • 251

Capitulo V. - CORRIMIENTO DE TIERRAS 253

Introducción . • • 253
Deslizamiento de Vajont 253
Deslizamiento segun la mecánica de suelos 256
Macizo homogéneo coherente 256
Caso general . 264
Vaciado rál!ido 266
Q<-!slízamjentos reuJes 267

Influencia de la naturaleza del terreno 271

Copynghlcd material
VIII ixorca DE MATERIAS

Observación de los deslizamientos. 279


Investigación del origen de los deslizamientos • 280
Consolidación de los deslizamientos • 286
Elementos resistentes, 286
Avenamientos . 290
Inyecciones • 295
Mejoramiento de la resistencia del terreno • 299
Plantaciones • 301
Conclusiones • 303
Bibliografía 305

capitulo VI.- ANCLAJES V TIRANTES 309


Anclajes verticales 313
Ancla ies horizontales. 316
Anclajes inclinados . 322
Cálculo de anclajes . 327
Profundidad de anclado 328
Longitud de anclado, • • 329
Fuerza de arrancado . • 334
Pérdida de tensión 334
Confección de tirantes 337
Cables. 337
Anclaje. 337
Cabeza de los tirantes 347
Puesta en tensión 348
Protección contra la corrosión 352
Bibliograña • • • 357

Capitulo VII. - GRANDES EXCAVACIONES 359


Estabilidad de los taludes , 359
Filtración de aguas. . . . . 359
Sostenimiento del pie de los taludes 363
Sostenimientos verticales 364
Estabilidad de conjuntos. fondo y paredes 371
Excavaciones en seco. ., 371
Efecto de las Jittraciones de agua , 373
Control de los movimientos. 381
Levantamiento del fondo por absorción de agua 381
Levantamiento del fondo por deformaciones seudoetásucas ' 383
Asientos debidos a sobrecargas 385
Movimientos en macizos rocosos 3&9

Copynghled material
iNDJCE DE MATERIAS IX

Conclusiones • • 390
Bibliografía • • 392

Capitulo VIII.- DERRUBIOS EN TORNO A LAS PILAS DE UN PUENTE. 393

Introducción . 393
1. Evolución de los lechos móviles. • 396
Desplazamiento de los granos . • 396
Rugosidades. Dunas. Antidunas . 399
Pérdidas de carga • 404
Caudal sólido . 407
Alturas de agua . 409
H. Derrubios a causa de las pilas • • 411

JI 1. Lucha contra los derrubios 419


Bibliografía 424

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CITAS

KARLVON TERZAGHI
I Congreso de Mecánica de Suelos
Harvard . 1963
(Annales ITBTP- 1937)

... «Si alguien dcseu interesarse C011 provecho en el


campo dé las cimentaciones, no debe conocer sólo
la teoría fundamental, los métodos de ensayo y una
esrimación de errores posibles, sino que precisa po-
seer además una experiencia que se adquiere median-
te la práctica. por medio de observaciones. en las
obras». ..

HENRVLOSSIER
La crisis de confianza
en la Mecánica de Suelos
(Génle Civil - 15 julio de 1958)

•... Los especialistas calificados en mecánica de suc-


los conocen naturalmente todas estas inexactitudes
.Y no ignoran que las mejores rórmulas, en muchos
casos, no pueden ser interpretadas con seguridad, más
que desde un punto de vista cualil<llivo. Igualmente,
no aplican nunca de manera casi automática Jos re-
sultados de medidas efectuadas con anterioridad, en
los cuales no se han tenido en cuenta el régimen
momentáneo de las aguas subterráneas.
Saben que sus cálculos. incluso los más avanzados
teóricamente. tienen que estar regidos y después
interpretados, con un gran sentido común que. en
cada caso particular, les sugiero Jos márgenes de
seguridad que deben adoptarse y los limites de las
hipótesis a considerar. Por otra parte. no ignoran que
nmguna teoría. por perfecta que pueda parecer. ne-

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book.
PROLOGO
Actualmente la cimentación de una obra, aunque no sea Im-
portante. no se realiza sin estudiar seriamente el subsuelo. La me-
cánica de suelos ha evolucionado lo suficiente para que todo
ingeniero sepa que debe obtener unas muestras del terreno yen-
viarlas al laboratorio. Pero esto sólo no basta para definir bien
el problema. Numerosos ensayos pueden ser hechos «in situ»:
110 todos son indispensables. pero conviene conocer su existencia
y el interés que pueden presentar, a fin de utilizarlos con pleno
conocimiento de causa. Tal es el objeto del primer capítulo de
esta obra.
En cuanto a las cimentaciones especiales. casi siempre excep-
cionales, son siempre muy variadas: pilotes moldeados «in situ»,
inyecciones, víbroflotación, electroósrnosis, cocción. etc.: por su
rara frecuencia, los tratados de mecánica de suelos no hablan de
ellos más que someramente. Por esto nos ha parecido interesante
reunir todos estos procedimientos. precisando tanto como sea
posible su campo de aplicación.
Los pilotes moldeados «in situ», con un principio de ejecu-
ción muy simple, son. en la práctica, difíciles de realizar correcta-
mente. Son normales los fallos, si el constructor no domina per-
fectamente su oficio. Ofrecemos al lector toda una serie de fo-
tografías para ilustrarlo.
Los fracasos más espectaculares son excepcionales, gracias a
la estabilidad de las construcciones. Esto explica la mala calidad
de algunas figuras, que son reproducción de antiguos documen-
tos.
Por razones que el mismo lector comprenderá. nos ha parecido
preferible no citar el origen de estas fotografías, de las cuales
algunas han sido tomadas en Francia. Por otra parte. hay pocas
que corresponden a obras recientes. Lo esencial es saber qué pue-
de ocurrir sí no se tiene cuidado, a fin de organizar, en consecuen-
cia, el control de la ejecución.

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PROLOGO A LA EDICION ESPAiilOLA

Llama la atención al técnico que lea, estudie o consulte la


presente obra, la exposición sencilla, clara y abierta de una
serie de problemas que aparecen al tratar distintos temas que
figuran en los ocho capítulos.
Es corriente y normal, que cuando el autor de un libro, no
sabe como resolver un planteamiento delicado o dudoso, no lo
mencione. Lo soslaya. Aqui no. Yo me atrevería a decir que es
una recopilación, una confesión de problemas antes y después
de la ejecución, con un relato de los fallos acaecidos por esa
forma imprevisible pero casi siempre lógica. con la que reac-
ciona EL SUELO ante las fuer las que de alguna forma quieren
destruir su homogeneidad.
Todos los capítulos estimo son rnuy interesantes, destacando
si cabe, por su auge en los momentos actuales, el estudio de
las grandes excavaciones, cada vez más «arriesgadas y provoca-
tivas» frente a la estabilidad de enormes edificios en zonas Uf-
banas; ast como el capítulo de las inyecciones, en el que se
ve que no debe considerarse a éstas como el último remedio
seguro para curar la enfermedad de una mala cimentación.
En resumen una enseñanza humilde y tremendamente prác-
tica, de los enormes problemas que nos plantea la Mecánica del
Suelo. cuanto más queremos conocerla.

JUAN JOSÉ SANZ. LLANO

01'. Ingeniero de ,litinas

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Reconocimiento de suelos

La cimentación de toda obra, puente, presa, fábrica, inmue-


ble, etc., precisa del conocimiento de la naturaleza del subsuelo.
Cuanto más importante sea la obra, más profundo debe ser este
conocimiento.
Los mapas geológicos proporcionan una primera indicación.
Estos mapas desgraciadamente son muy insuficientes, pues no
dan ningún dato sobre las caracterísrlcas mecánicas de los terre-
nos, que es lo fundamental para el cálculo de una cimentación.
Además, el verdadero geólogo desdeña las formaciones moder-
nas, sobre las cuales se construyen muchas obras.
Es necesario proceder previamente a un reconocimiento del
suelo, que ha de proporcionar los siguientes datos:
- la naturaleza de las diferentes capas: arena, roca, etc.
- unas muestras inalteradas de las capas características,
para su estudio en laboratorio,
y lo que casi nunca se estudia por no considerarlo importante:
- las características de la capa Freática, y
- la permeabilidad de las capas permeables.

PROFUNDIDAD DE RECONOCIMIENTO Y NUMERO


DE SONDEOS

La teoría de Boussinesq, que permite calcular las tensiones


creadas en profundidad por una sobrecarga dispuesta en la super-
ficie del terreno, muestra que a una profundidad igual a una vez

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2 CEffi'ECNIA DEL INGENIERO

y media la menor de las dos dimensiones de la superficie de car-


ga, las tensiones son del orden de la décima parle de la sobre-
carga.
Conviene. pues, reconocer teóricamente Jos suelos hasta esta
profundidad. En la práctica, es raro tener que Ilegal' a tal pro-
fundidad, pues el suelo apropiado se alcanza antes.
Es en este punto donde la opinión de un geólogo o las indi-
caciones de un mapa geológico resultan útiles para saber si este
suelo apropiado DO está constituido por una capa delgada que
reposa sobre un terreno inadecuado. Si fuera así o bien ni siquiera
existiese aquella capa, entonces se deberá proseguir el sondeo has-
ta la profundidad teórica. Esto suele olvidarse muy a menudo.
El número de sondeos a realizar dependerá de los primeros
resultados. Si éstos indican en todas partes el mismo subsuelo, no
es preciso proseguir. Pero si, por el contrario, aparece alguna
anomalía, habrá que aumentar el número de sondeos para preci-
sarlas, No existe ninguna regla imperativa. Son los resultados
iniciales los que nos indican el camino a seguir,

FORMAS DE RECONOCIMIENTO

Los mejores reconocimientos se verifican mediante pozos, ga-


lerías o zanjas. Así se puede observar bien el terreno, obtener
grandes muestras o realizar ensayos -in situ ».

C~ILl.A IZQU!~AOA ORtLLA oe~eCHA


700 100

660 "60
SI

660 ---- 6GO


fLUViALES
640 I -- - 640

6~0 620

600 600
CA.lllA UÁSJCA
580 ~ao
'60 ....... -_. 560

Fig. 1.- Determinación del perfil de un macizo rocoso en Serre-Poncon,


(Doc. Solétanche),

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4 GEO"'''CNI A DEI" JNG EN I eno

evaluadas con apara lOS dispuestos en la superficie del suelo, y


muy excepcionalmente. a poca profundidad.
Para que tales medidas puedan ser interpretadas con una pre-
cisión satisfactoria, es necesario verificarlas con los datos sumi-
nistrados POI-, al menos, un sondeo mecánico. ejecutado "in situ».
Con esto se conoce el corte geológico en un punto, Y a partir de las
muestras extraídas se puede, para cada una de las capas del sub-
suelo, determinar el valor de las características utilizadas en el
método, por ejemplo, la resistividad eléctrica.
Corno se ve, estos métodos son, sobre lodo, procedimientos de
extrapolación. La correlación establecida a partir de la verifica-
ción entre las medidas realizadas y el corre geológico permite,
más larde, utilizar únicamente las evaluaciones para deducir de
éstas el corte geológico. De esta manera no es posible evaluar las
características mecánicas del subsuelo.
Estos métodos se utilizan para precisar la estructura geológica
del subsuelo. Permiten localizar los sinclinales y anriclinales pro-
fundos, cuyo conocimiento es indispensable para localizar los
campos petrolíferos. Una aproximación somera es suficiente en
estos casos.
Por el contrario, en las Obras Públicas hace falta una mayor
precisión. POI" esto, los métodos magnéticos y gravimétricos, que
no dan resultados sino a gran escala, no se emplean nunca. Se
utiliza solamente la investigación sísmica y la eléctrica, utilizán-
dolas a veces simultáneamente. pues ambas no siempre coinciden
en sus valoraciones.
Esta necesidad de precisión hace que los equipos habituados
a las prospecciones petrolíferas sean incapaces de realizar estu-
dios útiles para Obras Públicas, La mejor prueba de esta afirma-
ción se encuentra en la organización de las sociedades especiali-
zadas en este trabajo, que tienen equipos especiales para el pe-
tróleo y otros para Obras Públicas, a menos que sólo pertenezcan
a una u otra rama.

Sismico

El método sísmico consiste en provocar una sacudida del sue-


lo, en un punto y tiempo dado, y medir el tiempo transcurrido
hasta la aparición del efecto de la sacudida en puntos más o me-

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6 GEOTECNIA DEL tNGTiNTERO

del reconocimiento está lirrutada por la parle superior del es-


trato. donde la celeridad de las ondas es máxima,
Es asi corno se determinó la forma de los lechos epigénicos
del Drac, próximos a la presa de Monteynard.
La medida de la celeridad de las ondas en un medio que no
posca diversas capas es también utilizado para estimar la cali-
dad de aquél. En el caso de un medio homogéneo isótropo hay,
en efecto, una relación matemática entre la celeridad de las on-
das. los coeficientes de elasticidad y el módulo de Poisson.

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Fig, 4. - Esquema que muestra, en el caso (le UI1(_' C'1J)tl uníformc, In
sucesión de las llegadas de las ondas a los sismógrafos.

La experiencia demuestra que los coeficientes así calculados,


en general. nada tienen que ver con la realidad. Además, varían
mucho según las ondas se propaguen en el sent ido de la estrati-
ficación o perpendicularmente a ella. Es preferible contentarse
con el valor de la celeridad, que cifra la calidad del terreno.
Es asi como se controla la eficacia de las inyecciones de con,
solidación efectuadas en un macizo rocoso Fisurado. Si nos atene-
mos a la noción de coeficiente de elasticidad, parece ser que las
inyecciones lo aumentan de 50,000 a 100.000 kg/cm'. Son pues
muy eficaces en un macizo rocoso fisurado, y tanto más cuanto
más quebrantada esté la roca.

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RECONOCL\UENTO (JE SUELOS 7

Eléctrico

Para realiz..1U- un sondeo eléctrico se transmite al terreno, por


medio de dos electrodos impolarizables A y B, una corriente eléc-
trica, preferentemente continua y de intensidad i, a la vez que Se
mide la diferencia de potencial 6. V existente entre otros dos
electrodos e y o (fig. 5). La distancia e o es, por ejemplo. igual
a la tercera o cuarta parte de la distancia A B.
.
t -

A e
. , ..... ""_' ..... r .~

Fig. 5. - Esquema del montaje utilizado para prospección eléctrica.

Conocidas i Y 6. V, se puede calcular una resistencia específica.


La experiencia demuestra que la parte principal de esta resistivi-
dad corresponde a la de un paralelepípedo de terreno, cuyo espe-
sor sea igual a la cuarta parte A B, la anchura a la mirad y la
longitud a una vez y media A B.
Bastará aumentar progresivamente la longitud A B, mante-
niendo la misma relación entre A B Y e o, para medir la resis-

o lac leo
longitud do AS
30G
-_
.oo.
Fig. 6. - Determinación (te una capa calcárea que reposa sobre esquistos
(POLDINl).

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8 GEOTECNI¡\ DEL INGENIERO

tividad aparente de capas de terreno cada vez más gruesas. Así


se realiza un sondeo eléctrico (S. E.).
La interpretación es accesible al cálculo cuando el terreno
no presenta más que dos o tres capas de espesor uniforme. Pero
es preferible, en general, comparar los resultados experimenta-
les con los de un catálogo O tabla. establecidos ya de antemano,
sea por cálculo o por modelo reducido (figs. 6 y 7).
tO•• :¡- -,- ---, ---,

Aglomerados de cantos
----- --aluvIales

>

-,t= 3'.ir - - -Margas ollgocénlcas

10 so lec SOO 1000 SOM 10_


Semllongitud de la linea de emisión l-
tOO. .
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Semllongilud de la linea de elnisión L~

Fig. 7. - Abaco Schíumbcrger para la interpretación de sondeos eléctricos


en la llanura de Alsacia. Las medidas hechas en Bíschwihr corresponden
a 1,. 200 m. 1" 1.000 m.= =

COPYrlghted m"lcrial
RECONOCIMIENTO DE SUELOS 9

Las sociedades especializadas poseen catálogos con millares


de tablas. El método, por lo tanto, no está al alcance de cual-
quiera.
Dicho método se aplicó en Serre-Poncon. La interpretación de
las medidas resultó muy difícil, puesto que los macizos I'OCOSOS
de los bordes no poseían en todas partes la misma resistividad,
como lo demostraron las medidas sobre muestras tomadas en el
lugar. Sin embargo, el reconocimiento precisó el aspecto de la
capa Freática de agua termal. extremadamente conductora, que
estaba en la base de la corriente subterránea [underjlow],
Medidas análogas, realizadas en la llanura de Donzere, en el
bajo Ródano, han puesto de manifiesto una anomalía. Un sondeo
mecánico ejecutado en este lugar demostró que nos encontrá-
bamos en presencia de un domo de arenisca poco profundo,
mientras que el resto del terreno estaba formado por una grue-
sa capa de marga recubierta de aluviones.
La forma y dimensiones del domo fueron precisadas con son-
deos mecánicos, pues los métodos eléctricos no eran suficiente-
mente exactos. Sobre él se cimentó una fábrica una vez modifi-
cado el proyecto. Así se evitaron asientos muy importantes que
se preveían, y que seguramente se hubieran producido, si la círnen-
ración se hubiera realizado sobre la zona de margas.
En vez de realizar un sondeo eléctrico aumentando progresi-
varncnte la longitud A B, cabe mantenerla fija e ir desplazando
el dispositivo sobre el terreno. Se realiza así un mapa de resiso
tividades, pero de no efectuarlo correctamente, puede resultar un
trabajo inútil y engañoso.
En ambos casos hay que tener mucho cuidado con la resis-
tencia específica de las capas superficiales, aunque tengan poco
espeso!". Si son poco conductoras, como sucede a menudo, la
corriente apenas se transmite en profundidad, y la interpreta-
ción clásica es errónea. Ocurre a veces que queriendo precisar el
espesor de una capa de arena y gravas de algunos metros de
espeso r, se ha encontrado simplemente vegetación típica del lu-
gar: prados, campos y bosque. Por fortuna, no sucede a menudo.
Este método eléctrico no sirve únicamente, como en Don-
zere, para hacer prospecciones de grandes superficies poco pro-
fundas. Se puede empicar, con buenos resultados, para iniciar un
reconocimiento, utilizando sondeos mecánicos donde se presenten
anomalías.

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book.
RECONOClMIENTO DE SUEtOS 11

método sJsmico, casi exclusivamente, permitió precisar la forma


del lecho rocoso.
A pesal' de su imprecisión. los resultados obtenidos por estos
métodos son Inuy valiosos y de un precio relativamente módico.
Como además ofrecen un vago aspecto de brujería, con frecuen-
cia se pretende emplearlos para reconocimientos imposibles.
O;¡lll¡. IlOUII)'Dt~ onlllA Ofr.t'CIIA

CIeno :uc:¡lIoso

...-
400_

........ Sortdl)(t ~ÓC:-IJIIOO


_... (:.plQ~¡61\ &1,rnle:1

Fig. 9.- Determinación del perfil de un macizo rocoso y de la naturaleza


de un depósito aluvial mediante el empleo simultáneo de los métodos
eléctrico y sísmico (Doc. E. D. f. - S. R. G.l.

Así es corno. automáticamente, se piensa en estos métodos


para descubrir cavernas o simplemente karsts. Todos los intentos
efectuados en este sentido han sido condenados al fracaso. En
rigor. si estos karsts son muy importantes pueden aparecer como
zonas de peor calidad. Pero es imposible precisar su dirección y.
menos aún. su forma.
Sólo el método gravimétricc puede permitir el descubrimiento
de cavidades. Pero entonces es necesario recurrir a aparatos ex-
tremadamente sensibles. por lo que son muy raros los casos en
los que se emplea tal procedimiento (LAKSIIAMANAN, 1963).

RECONOCIMIENTO POR SONDEOS MECANICOS

Los sondeos. que no son en si más que perforaciones realiza-


das con extremo cuidado y con herramientas que permiten afio-

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RECONOCL~UENTO DE SUELOS 13

Los resultados negativos se achacan, entonces, a un defecto


del terreno. Esto, efectivamente, puede suceder. Pero es la ex-
cepción a la que se recurre demasiadas veces. y 105 que no son
profesionales no perciben su error, al sentirse demasiado satis-
fechos por hacer un reconocimiento a bajo precio.

Roca

La ejecución de un sondeo en macizo rocoso, plantea ciertos


problemas de perforación, sobre los cuales no nos extenderemos,
y sobre todo problemas de obtención de muestras adecuadas.
Estos sondeos se realizan siempre por rotación.
Por razones de economía. el diámet ro debe ser lo más peque-
ño posible en relación con la profundidad a la que hay que lle-
gar. Pero por otra parte. si es demasiado pequeño. en algunos
estratos será difícil. por no decir imposible, sacar muestras. Ade-
más, unas muestras de pequeño diámetro no son lo suficiente-
.
mente indicadas para la determinación de las características me-
.
carneas.
En general, se escoge el diámetro del sondeo, de forma que
el de la muestra obtenida sea del orden de 50 a 60 mm.
Para mejorar las muestras hay que utilizar un aparato de
sondeo doble, con tubo inrerior giratorio (fig. 10). Así, en cuanto
la muestra ha rebasado la corona, ella misma inmoviliza el tubo
interior suspendido por un rodamiento a bolas; de esta fOI'l11a.
ya no está en contacto con el fluido de perforación, ni con el tubo
exterior que, al girar, podría romperla.
Con estos aparatos se obtiene fácilmente un porcentaje de
muestras, del 90 al 100 %. Pero es evidente que una roca fisurada
no puede proporcionar muestras y que, en este caso, el empleo
de un aparato de sondeo con doble tubo 110 puede mejorar los
resultados.
Cuando la roca es blanda, eL contacto con la corona es sufi-
ciente, a veces, para deteriorar la muestra.
Igual ocurre con las arcillas duras. Entonces es necesario uti-
lizar un aparato de doble cuerpo. análogo al anterior, pero con
el tubo interior suficientemente alargado. de. forma que rebase
en algunos milímetros por debajo la corona (fig. 11).

Copy"ghtcd malcríol
i4 GEOTECNIJ\ um. INGeNIERO

Fig. 10.- Aparato de loma de


muestras por sondeo doble
con tubo giratorio.

Fig. 11.- Aparato de toma de mues-


tras por sondeo doble con tubo interior
alargado y giratorio.

La muestra se recorta así por punzonarniento. Nunca se en-


cuentra en contacto con la corona o con el agua de circulación.
Para un peso sobre el instrumento dado, la dureza de la roca
condicionará la longitud de penetración del tubo interior. Inclu-
so puede ocurrir que la corona gire en vacío.
Este inconveniente se suprime con el aparato de sondeo pa-
rentado por Solétanche (fig. 12). El resorte que sube por encima
del tubo interior permite al saliente inferior adaptarse automá-
ticamente a la dureza de la roca.
En las capas que, siendo blandas en su conjunto, tienen in-
clusiones relativamente duras, como por ejemplo, algunas arci-
llas o cretas, se pueden tornar muestras fácilmente con este apa-
rato (fig. 13).

CopynghtcO matcriat
RECONOCIMIENTO DE SUEl.OS 15

El análisis de las muestras es indispensable para determinar


la naturaleza del macizo rocoso y su calidad intrínseca. Pero es
insuliciente para evaluar la íisuración del macizo.
Los diferentes trozos de muestra están perfectamente separa-
dos unos de otros por las lisuras, pero su análisis, salvo raras
excepciones, no da ninguna indicación sobre la abertura de éstas.
Pueden incluso presentarse trozos, rotos pOI' el instrumento de
trabajo.
La fisuración del macizo sólo puede ser apreciada «in situ»,
Un método muy curioso, pero también muy caro, consiste en
hacer bajar una cánlara de televisión en la perforación realizada.
Permite examinar con detalle el punto particular de las paredes
que se desee. Es como si se bajara a un pozo. El método no pero
mite, de todas formas, reconocer exhaustivamente el terreno:

- -,- ..

Fig. 13.- Muestra de creta de 188


mm de diámetro obtenida mediante
, "f "
, , el aparato anterior.

Fig. 12.- Aparato de toma de


muestras por sondeo doble con
tubo interior giratorio, cuyo
avance se ajusta automáticamen-
te SCb'Ún la dureza del terreno.
(Doc. Solétanchc.)

Conyn¡¡hled m 1 erial
16

Este procedimiento todavía no es habitual. Aparentemente es


un lujo; pero no lo es. si se piensa en los servicios que puede
prestar.
A falta de televisión. hay que contentarse con ensayos COI'
agua, que, circulando con mayor o menor dificultad por las grie-
tas abiertas. permite hacerse una idea de la importancia de la fisu-
ración.
Un primer ensayo con agua. únicamente cualitativo, se hace
durante la perforación.
En efecto. ocurre que a veces el agua. inyectada en las barre-
nas, no vuelve a salir de la perforación y demuestra que el apa-
rato acaba de atravesar una fisura más importante que las atra-
vesadas anteriormente.
Si al que realiza el sondeo para hacer reaparecer el agua le
basta con aumentar ligeramente el caudal de la bomba. anota:
«pérdida parcial». Si por el contrario. todo el caudal de la bom-
ba es insuficiente. indica: «pérdida total. s ,
Se trata. pues. de una medida meramente cualitativa. que de-
pende de la potencia de la bomba y de la responsabilidad del que
realice el sondeo. y que interpreta. a veces a su manera, los califi-
cativos «parcial» o «rotal»,
Sin embargo. no deja de ser cierto que. en la profundidad al-
canzada por ·:1 aparato. hay una fisura excepcional, en compara-
ción con las otras.

-.
Manómetro Contadorde alJua

(,
<t.
v "7

Fig. 14.- Principio de los ensayos Lugeon.

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18 GEOTECNIA DEI. lNGENIEHO

por el sondeo. No conviene, pues, emplear zonas acotadas de


inyección demasiado extensas. Además, la comparación de las
medidas realizadas en zonas de longitudes netamente diferentes
lleva a resultados erróneos. Finalmente, y a causa del estanca-
miento comentado, hay que aumentar la presión del agua hasta
un nivel lo suficientemente alto, corno para intentar destapar las
fisuras cuya entrada está obturada 1'01' los sedimentos.
Se comprende por completo que una misma absorción intensa
de agua puede provenir de una fisura muy abierta o. por el con-
trario, de múltiples fisuras pequeñas.
Si se quiere precisar al respecto, es necesario, después del
ensayo con agua, proceder a una inyeccion de lechada de cernen-
10 extremadamente cuidadosa. La cantidad inyectada será nota-
ble en el caso de una gran fisura, y, al contrario, mínima, si hay
multitud de fisuras pequeñas.
Esta inyección es necesaria. de todas Iormas, para permitir
una ejecución correcta del siguiente ensayo con agua, si no, el
tapón formado corre el riesgo de ser circundado por las capas
líquidas y el ensayo queda falseado involuntariamente.

Suelos pulverulentos o coherentes

Son los suelos que más interesan al especialista en geotccnía.


Los sondeos se realizan generalmente por percusión. Por razones
de economía se realizan casi siempre sondeos de pequeño diá-
metro, aunque sería mucho mejor que éste fuera mayor.
Si se trata de tornar' una muestra, inevitablemente alterada
de arena y grava, es necesario un diámetro de. unos 400 mm como
mínimo, si no, la granulometría se presenta falseada por la rotura
de granos provocados por el trépano.
En la torna ele una muestra inalterable de suelo coherente
conviene hacer un sondeo de pequeño diámetro. Sin embargo,
hay que ceñirse a las dimensiones de los aparatos de laborato-
rio, que, con frecuencia, necesitan unas muestras de 80 mm.
Esta condición nos lleva a sondeos del orden de los 100 mm,
Ante estos pequeños diámetros para el método de percusión,
la pericia del que realiza el sondeo adquiere gr-an importancia.
Si conoce mal su trabajo. indicará unas diferencias en las super-
ficies de separación de capas de 50 a 75 cm por debajo de su

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20 GEOTECNIA DEI. INGENIERO

gato no está comprendida entre 15 y 30 cm/seg., es mejor efec-


tuarlo mediante martinete.
Como consecuencia del rozamiento entre el terreno y las pare-
des del aparato, la penetración DO se realiza sin provocar algunas
perturbaciones (fig, 16).
En un terreno coherente los extremos de la muestra se alte-
ran (fig. 17).
Para reducir la Importancia de estos fenómenos se impone
utilizar aparatos de paredes delgadas, provistos de anchas aber-
turas para la evacuación del agua que asciende por encima de la
muestra, a fin de evitar la compresión de la misma, y de una ca-
beza cortante especialmente estudiada (figs. 18 y 19).

~.,-!-
.•-I ..

Corte e

L ~c~~1
~(,.,\' Corto o
.. I "~.

Fig, 18.- Corte de la parle inferior Fig. 19. - Aparato de sondeo de pa-
de la corona cortante del aparato redes delgadas con rodamiento a
de sondeo. bolas.

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RECONOCIMIENTO DE SUELOS 21

VASTAOOS
DEL
VÁSTAGOS PISTON
DEL
SACA·
TESTIGOS

VARILLA DE
RUPTURA
DE VACIO

PISTON

CAVIDAD
RELLL[NAOA
POR EL DES·
LlZAMIENTO
DEL TEARENO

Fig. 20.- Base técnica de un aparato de sondeo a pistón.

Asimismo se puede utilizar, en los terrenos particularmente


blandos, aparatos de sondeo provistos de un pistón, o el tipo
Kjellman (figs, 21 y 22).
En una arena fina, la torna de muestras provoca una disminu-
ción de la compacidad si el estrato natural es compacto, y, pOI'el
contrario, un aumento, si la arena es suelta. En este caso, nos he-
mos encontrado un ángulo de rozamiento interno, medido en el
laboratorio, comprendido entre 48 y 52°, mientras que el ángulo
real medido «in SiIU»,por otros métodos, era de unos 25°.
Esta toma de muestras en arena fina se realiza con un aparato
Bishop de paredes delgadas y provisto de una campana de
aire (fig. 23). Esta campana se puede reemplazar por un pequeño
tubo de ventilación que llega hasta la cabeza cortante. También

Copyflghtcd m"lcrial
22 GEOTECN lA DEL lNGEN IERO

es posible suprimir los dispositivos de ventilación, llenando de


lodo 1;:1 perforación antes de la IOIDa de muestras.
La toma de muestras en arenas incluso muy finas es una ope-
ración delicada. si el sondeo se realiza con agua limpia. De hecho
no se llega nunca a limpiar perfectamente la perforación antes
de la toma de muestras. Los sedimentos en suspensión se depo-
sitan y constituyen, si DO se vigila, la parte superior de la mues-
i l-a.
La limpieza no se debe verificar mediante circulación forzada
de agua, sino por medio de un aparato especialmente concebido
para este uso. Pero esto no impide que se produzcan las modifi-
caciones de compacidad señaladas anteriormente.

r

Fig. 21. - Base técnica del. aparato Fig. 22. - Aparato Kjellman. Dispo-
de toma de muestras Kjcllman, sición de los huecos para los Ilejes.

CopynUltled materia
RECONOCIMIENTO DE SUELOS 23

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Fig. 23.- Diferentes fases de la toma de muestras COn el aparato de.


campana Bishop.

Aunque no se trate exactamente de aparatos de sondeo como


los descritos, recordemos cómo se puede trabajar con una simple
caja para obtener una muestra en la pared de una galería o de un
pozo (Iig. 24). Lo esencial es sacar con anterioridad toda la parte
de suelo que pueda estar desecado o húmedo, antes de la loma
de muestras.

Orilíe¡!) de
\lentllaeión

r---/
~,!(JMJ.R,;;y.

Fig. 24.- Obtención a mano de una muestra inalterada superficial.

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RECONOCIMiENTO DE SUELOS 25

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Fig. 26.- Dispositivo para puesta en carga de una zona de galería.

Un ensayo con resultados análogos se lleva a cabo, si se dis-


pone, en una galería, una zona que se someterá a carga mediante
agua a presión (fig. 26). Habrá que medir entonces las variacio-
nes del diámetro de la cámara (fig, 27).
Este dispositivo tiene la ventaja de comprender un volumen
del terreno mucho más importante que el abarcado por un gato.
Naturalmente, también es más caro.

?
kg/elllJ

"r------+------~------~~

I.S re.1II
Fíg. 27.- Variaciones de la seccron de un diámetro de una galería en
función de las cargas ejercidas.

La resistencia al esfuerzo cortante de rocas se ha medido, al-


gunas veces, empicando un dispositivo análogo al aparato de Ca-
sagrande (fig. 28). También en este caso es preciso que el bastidor
cortante esté en perfecto contacto con la roca.

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RECONOCIMlIlNTO DE SUELOS 27

En cuanto a la medida de la permeabtlidad ya ha sido expues-


ta, cuando tratamos de la ejecución de perforaciones.
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lb)

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1/ '/,
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P,of\lnd¡dad de la CM,!tlolaeJ6.'l'
I DI Cln C'lIl

Fig_ 29. - Determinación tic las tensiones existen- Fig. 30. - Deter-
tes en una roca por muestreo mediante una roseta minación de las
tic extensómetros. tensiones en una
roca mediante ga·
tos planos.

ENSAYOS «IN SITU" EN SUELOS PULVERULENTOS


O COHERENTES

Las características de los suelos coherentes están, en general,


muy bien definidas por los ensayos de laboratorio efectuados so-
bre muestras inalteradas.
No sucede lo mismo en los terrenos pulverulentos, arenas y
gravas o arena fina, en las que conseguir un grupo de muestras
inalteradas es, si no imposible, al menos muy aleatorio. Así, nu-
rnerosos ensayos «in situ» se han realizado sobre estos dos tipos
de terreno.

Densidades • Grado de humedad

Comenzaremos por la medida de la densidad.


Se puede efectuar muy sencillamente si determinamos el vo-
lumen de una cavidad llena de arena de peso específico conocido,
o el agua contenida en una membrana estanca y elástica (fig. 31)_

Fig. 31.- Formas tradicionales de determinación de la densidad de un


terreno.

Copy"ghlcd malerlal
28 GEOTECNIA DEL INGENIERO

Será necesario haber recuperado de antemano toda la tierra ex-


traída de la cavidad, evitar su desecación y después pesarla y
medir su contenido en agua.
Un método ultramoderno utiliza los rayos y. Ciertos aparatos
ya comercializados permiten trabajar muy fácilmente en la su-
perficie del terreno. Por el contrario, las medidas efectuadas en
perforaciones se utilizan escasamente.
A partir de los neutrones se puede medir el contenido de agua.
Pero el método es demasiado sensible, pues en las arcillas, por
ejemplo, da además del agua intersticial, el agua de constitución;
se obtiene así, para las arcillas, un contenido de agua superior
en un 3 a un 5 % sobre la obtenida por desecado.

R.itlltl.,.lct.d el4kt,lc. , poro.Jd.cl


de un rnacl.lO de aren,¡ Jora ••
-e
ReslslillidadcC .g ~ l'ofOsltbd ·C:;IIC'IJ~Ad:a
l"rtCAtI (n,e;) ~ ~ TenJl)Orlltll1"<1SC¡¡u-n Ii') ce.si't'"ld'd
t;~,.l'IO~~ ". :; E h· 11"' 1\'" d~J tceeenc
'2 c..o'tÍ-' ú· i 0.' 0.' o.J 0. •
•~ :;.::; ..~ ..~ .. ~A:::I"'::.;:'A:.:.:.:• .:.I ,....:~ o~ (...·c)

"

".
L.-_~s::-I-'" ..
Agua do In l$
-I-~---l
pe'rlOror.ión

_______________
..
~_~J----~--.-----~
••

Fig. 32.- Utilización del método de huecos de una arena saturada. (Doc.
Solétanche).

Copy"gh!cd malcríol
RECONOCIMIENTO DE SUELOS 29

Estos métodos dan resultados comparables solamente en el


caso de las arenas saturadas. En este caso es posible, por otra
parte, utilizar un método eléctrico (fig. 32). La interpretación es
un poco delicada, pues es preciso conocer la resistencia especí-
fica Po del agua intersticial. Pero a partir de este dato, evaluado
sobre muestras teóricamente inalteradas y a partir de las resis-
tencias especificas del suelo p obtenidas por la muestra, se halla
el índice E o el porcentaje n de huecos si aplicamos la relación
experimental siguiente:
2 2
E=--- o: n=---
p p
--1 -+1
válida para todos los valores de E comprendidos entre 0,06 y 5,7.
Todas estas medidas (1) dan resultados sin duda interesantes,
pero no esenciales para evaluar las características de un terreno.
Lo más importante es la resistencia mecánica.

1 ,__ >e'_"~
.,

'- -- -- '1
, I\~
1
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B,¡rrtl :irll(:t".ld¡J
)'undldl), feplog(lda
\ POt IfIcd-If)
-<-""-de \'ásta~s

Fig. 34.-lsquimctro (S. G. 1.).

Fig. 33.- Esquema básico de un escisiómctro.

(1) Una rnedicíén indirecta del grado de humedad, expuesta por I30Ii
youcos, consiste en determinar la resistencia eléctrica de una placa de
escayola o de nilón embutid" en el terreno.

Copy"ghlcd malerlal
30 GEOTECNIA DEL INGENIERO

Características mecánicas

Señalaremos de paso el escisiómetro o «valle test» en inglés,


así como el isquímetro sueco, que sólo pueden ser utilizados para
rnedir la cohesión de arcillas muy blandas (figs. 33 y 34).
Son aparatos adaptados a terrenos muy particulares y relati-
vamente poco frecuentes.

Aire

Vá5tugO do apriete

Célula ptincipill

1 Fig, 35. - Manómetro Ménard.


-,
1.

Señalemos igualmente el 11lanóluelro Ménard que apareció


hace algunos años (fig. 35). Con este aparato, el ensayo consiste
en medir el aumento de volumen de una zona de perforación, en
función ele las presiones aplicadas. Este ensayo, cuyo estudio to-
davía no se ha desarrollado totalmente, tiene muchas posibili-
dades. De momento permite medir la cohesión de un suelo y
formarse una idea de los posibles asientos.
Llegamos ahora al Standard Penetra/ion Test (S.P.T.) norma-
lizado en 1925 por Terzaghi.

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32 GEOTECNIA DEL INGENIERO

El ensayo de pene/ración consiste, en efecto, en hincar en el


terreno, por medio de galos, barrenas de unos 50 mm de dtametro,
especialmente preparadas para medir a la vez el esfuerzo total y
la reacción ejercida sobre la punta (figs. 36 y 37).
Este ensayo se ideó en Holanda, donde la mayor parte del
subsuelo está constituida por una capa de arcilla blanda sobre
otra de arena de gran capacidad de carga. Su primordial fin era,
sencillamerue, permitir la evaluación de la longitud de hincadura
de los pilotes, normalmente utilizados para cimentar las cons-
trucciones.

Ar<:iU3

(jllji"'tO~

lOO 200 300


--
Ro:anl" o \000 1000 lOOO 400Q 5000 kg

Fig. 37.- Resultado esquemático de un ensayo de pcnetracíón estática.

Este objetivo se ha rebasado ampliamente. Ante este resultado


espectacular se pretendió que dicho ensayo reemplazase al labo-
ratorio. Muchas teorías se han elaborado, pero sin mayor éxito.
En el momento actual se puede afirmar que, salvo el caso
particular de los suelos únicamente coherentes, no se sabe inter-
pretar un ensayo de penetración. El valor del rozamiento lateral
total, alterado por el pandeo de la parte superior del varillaje de
barrenas, se desprecia frente a la resistencia en la punta. Y para
comprender cómo evoluciona ésta en los suelos pulverulentos,
siguen efectuándose ensayos muy importantes.
Todo esto no indica que estos ensayos carezcan de interés. Al
contrario, solamente es necesario, ante todo, contrastarlos en un

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34 CEOTECNIJ\ DEl. lNCENHlRO

Para terminar la enumeración de estos ensayos mecánicos re-


cordemos el viejo ensayo consistente en una placa de carga que
todavía se utiliza. Su empleo sólo se justifica cuando los otros
ensayos son imposibles, lo que afortunadamente es muy raro,
pues aunque en apariencia es muy simple, no se sabe aún inter-
pretar correctamen te sus resultados.

Permeabilidad y heterogeneidad

En la práctica, sólo unas medidas de permeabilidad bien efec-


tuadas «in situ. permiten, por comparación con las medidas de
laboratorio ejecutadas sobre muestras inalteradas, precisar la he-
terogeneidad del terreno. Por esto agruparnos en un mismo apar-
tado la determinación de estas dos características aparentemente
muy distintas.
Para el estudio de las arcillas es muy sencillo. Si son horno-
géneas, su permeabilidad es tan pequeña que no es posibile me-
dirla «in siru •. Por el contrario, si dicho ensayo da algún resul-
tado, es debido a que la capa está fisurada o bien que contiene
delgados estratos de arena fina. En ambos casos, los piezómetros
pueden indicar que una capa acuífera a presión atmosférica, bien
determinada, embebe un macizo, a priori estanco. Caso que no
es, ni mucho menos, excepcional.
Los macizos aluviales de arena y grava están, cn la mayoría
de los casos, constituidos por una superposición de capas de ele-
mentos de distintas dimensiones.
Esto no presentaría más que un pequeño inconveniente, si la
permeabilidad no fuera proporcional, aproximadamente, al cua-
drado de la dimensión de los granos. Así, por ejemplo, una capa
cuyos granos sean tres veces más grandes que los de la capa ve-
cina, tiene una permeabilidad aproximadamente diez veces mayor,
de donde se deduce que, para la filtración de agua, la capa de grao
nos pequeños se comporta como una capa estanca.
Esta constatación es muy importante, pues la forma de las
líneas de corriente y de las equipctenciales del agua de infiltra-
ción son totalmente distintas en un medio homogéneo o en uno
estratificado. Igual OCUlTepara los caudales.
Como puede apreciarse, basta con una diferencia en la grao
nulomctría de las capas, imperceptible a simple vista, para cam-
biar por completo la forma de las infiltraciones subterráneas.

Copy,íghtcd malcríal
RECONOCIMIENTO DE SUULOS 35

Por esto el estudio de la heterogeneidad de estos macizos es


tan importante como la medida de su permeabilidad. En la prác-
tica, no se deben disociar.
Los ensayos tradicionales no lo tienen en cuenta. En general.
se cree haber efectuado una medida de permeabilidad muy seria,
absorbiendo agua por bombeo en un pozo filtrante y observando
los descensos de la capa Ireática mediante piezómetros (fig, 39).

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R
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Fig. 39. - Dererminación de la permeabilidad de un terreno mediante
bombeo en un pozo filtrante y aplicación de la fórmula de Dupuit:
Q R
H'-z; = -111-
-::K x

Como se vio que este ensayo está lejos de dar un valor de la


permeabilidad que corresponda a los fenómenos observados pos-
teriormente, se abandonó la vieja fórmula de Dupuit frente a
otras más doctas, que tampoco dan resultados mucho más satis-
factorios.
Es inútil realizar un examen matemático profundo, si las hipó-
tesis no corresponden a la realidad. Se debe, pues, ante todo,
conocer las condiciones del ensayo acometido. Más adelante ve..
remos cómo.
Puesto que los descensos provocados por el bombeo en la
línea piezométrica son considerables, la posición de los puntos
de torna de presión de los piezómetros tiene una gran influencia,
sobre todo para aquellos piezómetros próximos a los pozos. En
efecto, en esta zona, las equípotenciales no son rectas verticales
en el plano perpendicular a las líneas de filtración.
EL fenómeno es aún más evidente, si el pozo no atraviesa la
totalidad de la capa permeable (fig. 40). Esta es una de las razo-
nes por la cual los piezómetros próximos al pozo indican nive-
les más altos que los más alejados.

Copy,ight¡xj malcrial
36 GEOTECNIA DEI. iNGENIERO

Los ensayos con agua, puntuales, tipo Lefranc, precisan mejor


la heterogeneídad del subsuelo que los ensayos precedentes.
Consisten en realizar una cavidad de forma más o 111enOSco-
nocida, en la base de una columna estanca (fig. 41). Un bombeo
o una inyección de agua en el tubo, provoca una desnivelación }¡
del nivel original.
Entonces tenemos:

Q = e k 1I
Siendo Q el caudal, k la permeabilidad solicitada y e un coeficien-
te que depende de la forma de la cavidad.

o 1
~ I•
II
1
I
s •,
G
I l.

- I

1- ~.
-. ID -
- -

Fig, 40. - Influencia de la profundidad de la Fig. 41. - Base técnica de


• loma de presión de .10$piezómetros. los ensayos Lcfranc.
1 y 3: niveles idénticos; 2: nivel inferior al
precedente; 4: Cota de la toma de presión
sin importancia: 5: nivel alterado por tina
circulación de arriba abajo en un tubo con
Iiltro,

Este método no da resultados satisfactorios, a menos que el


hueco sea relativarnenre pequeño en relación con el espesor de
la capa donde se ha realizado.
Por ejemplo, en una cavidad en forma de disco plano situado
en la base de la columna. es necesario que el espesor mínimo
del estrato sea aproximadamente de I m.
Si no fuera así, la forma de la filtración cambiaría y el coefi-
ciente e debería ser también modificado (fig. 42). Pero en gene-
ral no se sabe qué valor se debe dar.
Estos ensayos, de base muy simple, son en realidad de reali-
zación muy delicada. En efecto, se corre el riesgo de colmatar

Copyllghtcd malcrinl
IU,CONOCIMIENTO I)E SUELOS 37

Fig, 42.- Formas de deslizamiento ~osibles durante un ensayo en


terreno esrraññcado.

las paredes de la cavidad cuando se inyecta el agua, o de que se


produzca un principio de sifón y ascensión de arena en la colum-
na. cuando se bombea. Si se levanta la columna lo preciso para
anular esta subida de arena se está midiendo la permeabilidad
de un suelo dccomprimido. El ensayo quizá sea satisfactorio. pero
su resultado no corresponde en absoluto a la realidad.

Fig. 43. - Ensayos Lcfranc realizados a diversos niveles en un pozo


filtrante. (Doc. Solétanche).

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IlECONOCIMIENTO
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fig. 44. - Curva granulomérrica de una muestra obtenida en terreno


heterogéneo.

terminar, por medio de sondeos, el espesor de las diferentes capas


arenosas, cuya permeabilidad, no obstante, cabe conocer de
otra Forma.
Para precisar estos espesores y evaluar un orden de magnitud
de las diferentes permeabilidades habrá que hacer descender un
molinete en una perforación, a lo largo de la cual se ha inyectado
un mortero filtrante. Conviene dejar libre un hueco de un diárne-
tro de 50 mm, y así bastarán perforaciones de pequeño diámetro.
Si la capa freática se encuentra en reposo. el ensayo empieza
por la medición, en cada punto de la perforación. de la velocidad
de infiltración del agua que discurre a través del mortero. Casi
siempre existe infiltración, que aunque sea muy intensa, no tiene
el mismo sentido a lo largo de toda la perforación. Puede OCUITi,·,
por ejemplo, que sea ascendente en su parte inferior, y deseen-
dente en la superior (lig. 45).
A continuación, se hacen las mismas medidas, pero teniendo la
precaución de elevar o descender el nivel de agua, en una cant i-
dad fija, ya sea inyectando agua, o succionándola por bombeo.
El bombeo es mucho mejor que la inyección en la que se
corre el riesgo de enlegamar la perforación.
A partir de estas dos series de medidas, se define claramente
la heterogeneidad del subsuelo.
También se puede utilizar el molinete en un gran pozo filtran-
te; así se reconocen bien los estratos filtrantes y los estratos es-
tancos o casi estancos (fig, 46), Y la interpretación del ensayo
queda muy facilitada.

Copyflghlcd m"lcrial
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I!ECONOCIM lENTO I)I! SUELOS 41

También se puede disponer un piezómetro, situado en la pro-


ximidad del pozo o de la perforación con mortero filtrante en
toda su longitud, para medir con un «anemómetro de resistencia
eléctrica. la velocidad de las corrientes horizontales que lo atra-
viesan durante el bombeo,
Estas medidas son demasiado embrolladas para dar unos re-
sultados cuantitativos comparables a los del molinete; pero prue-
ban, en cualquier caso, que el agua se filtra principalmente por
los numerosos pasadizos privilegiados. Su número e importancia
condicionan la permeabilidad de las capas exploradas pOI-el mo-
linete.
Las medidas halladas con molinete son, sin duda, los únicos
valores simples que permiten aprecia¡' con precisión aceptable
las permeabilidades verticales y horizontales del medio. Todos
los demás ensayos que se han ideado para separar la medición de
estas dos permeabilidades han ofrecido siempre unos resultados
que, a la luz del análisis, se reconocieron como erróneos. Desgra-
ciadamente, el conocimiento de la permeabilidad vertical de un
medio heterogéneo no presenta mayor importancia, pues las fil-
traciones en estos medios son diflcilmente relacionables con las
que se producen en los medios homogéneos, incluso en los anisó-
tropos.
Después de esta larga enumeración de los principales procedí-
mientes de reconocimiento, uno se encuentra algo desorientado.
Por suerte, nunca es necesario utilizarlos todos a la vez. La natu-
raleza de la construcción a ejecutar será la que indique la pauta.
Pero debernos concluir que siempre que sea necesaria una per-
foración, hay que aprovechada para hacer en ella todos los ensa-
yos posibles aunque «a priori. parezcan inútiles. Son raros los
casos en los que no sea necesario utilizar todos los datos.

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TlNCf;LIN (E.) j\'lesure des pr esstons de te r ru ins dans les mi.


nes de L'el' de l' Est - Anna le s lTSTP OeL !952
nr. 58.

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MACIZOS DE AI_UVrÓN V CAPAS ACUtVEl~S 47

sea la carga, acaba siempre por desmoronarse; lo que tarde en


producirse tal disyunción dependerá sencillamente de la intensi-
dad de la carga.
Hasta ahora, el primer método no parece haber ofrecido in-
terpretaciones comparables entre sí. En cuan 10 al segundo, se
resume en algunos complejos ensayos de laboratorio, difíciles
de realizar,
El factor tiempo plantea, pues, en toda su magnitud, la deter-
minación de la cohesión de las arcillas. No serta nada sorpren-
dente que la ley de Coulomb fuera inaplicable a los sucios cohe-
rentes, pues las verdaderas arcillas se aproximan más a un gel
coloidal que a una arena muy poco permeable. Todo esto está
casi demostrado con el estudio de capas de lodo o de arcilla blan-
da sometidas a vibraciones.

Influencia de las vibraciones sobre suelos blandos

Empecemos por el caso, afortunadamente muy raro, de VI-


braciones debidas a la explosión de una bomba.
Un puente ferroviario sobre el Adda (Italia) sufrió durante la
última guerra un descenso de 1,10 m en una de sus pilas al ex-
piolar una bomba contra el suelo, a unos cien metros de distan-
cia, sin que el puente fuera directamente alcanzado (1). Evidente-
mente se puede explicar el fenómeno por la violencia del choque;
pero las vibraciones ordinarias son igualmente peligrosas.
Veamos lo que ocurrió en el puente de Moncagllerí sobre el
Po en las cercanías de Turín (2). Se trata de un puente en la ca-
rretera, de 120 m de longitud, que consta de siete arcos de ladri-
llo construido hacia 1880. A unos cien metros aguas arriba se en-
cuentra un puente ferroviario. El paso de los trenes se acusa en
el puente de la carretera. Ambos tenían sus pilas poco más o me-
nos socavadas, lo que llevó a la construcción de un puente provi-
sional de madera para el ferrocarrtl. ,
A finales de marzo de 1939, antes de que se acabara este puen-
te provisional, y sin que se produjera ninguna crecida del Po,

(1) Datos proporcionados por G. Rodio.


(2) Datos proporcionados por J. P. Daxelhofer,

Copy"ghtcd malcríol
48 CE(YrECN1A DEL lNGEN lERO

apareció una fisura de un centímetro de ancho en lino de los ar-


ces del puente de la carretera. Se interrumpió la circulación. Pero
al día siguiente, al mediodía, durante el paso de un tren, uno de
los arcos se derrumbó. Otros cuatro le siguieron, quedando sola,
mente en pie dos arcos,
Terzaghi nos ha indicado las condiciones de rotura del puente
ferroviario de San Stéiano, cerca de Estambul, en la linea del
Oriente Exprés. Se trata de un puente metálico de un vano cuyos
dos estribos están cimentados sobre unos largos pilotes flotantes
en arcilla orgánica blanda. Sus asientos eran imperceptibles; pero
hacia 1915, durante el paso de un tren de mercancías, el puente y
el tren desaparecieron en el fango. Terzaghi no ha podido conse-
guir ningún detalle preciso sobre este accidente, Sencillamente
cabe imaginar que únicamente un cambio de tipo de vagón, o de
velocidad del tren han podido modificar las vibraciones propias
de la obra y provocar su ruina.
Otro ejemplo a citar es el de un viaducto para el ferrocarril
de pequeña altura y de muchos arcos, justificado por el hecho de
tener que atravesar una ancha llanura, cuyo subsuelo estaba for-
mado por una gran capa de cieno y de turba y que reposaba en-
tre JO y 15 m de profundidad sobre un buen estrato de arena y
grava.
Las pilas. cimentadas sobre pilotes verticales, han sido desde
siempre objeto de movimientos incontrolados lo bastante impor-
tantes para justificar la puesta en obra de cirnbras provisionales
para los arcos, desplazándolas según las necesidades. Aunque los
terrenos sean totalmente distintos, estos movimientos recuerdan
a los de los apoyos del horno de cemento de Pakistán, del que ha-
blaremos más adelante,
Habiéndose demolido algunos arcos se decidió reemplazarlos
por un relleno y estabilizarlos por medio de unos estribos cimen-
tados sobre pilotes inclinados 1/2, destinados a soportar el em-
puje de los arcos todavía estables (fig. 1). Aunque debiera haberse
pensado en que, bajo el peso del relleno, el cieno pudiera fluir y
romper los pilotes inclinados, no se realizó ningún estudio geo-
técnico profundizado.
La velocidad de los trenes, que era de 30 krn/h durante las
obras, pasó, cuando se acabaron, a 60 km/h y más tarde a
105 km/h. Uno de los estribos se comportó siempre conforme,
pero en las proximidades del otro, el relleno empezó a hundirse

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MACIZOS DE ,\LUV1ÓN y CAPAS AcufFERAS 49

Fig. 1·1.- Estudio estabilizador de un viaducto demolido en parte.

muy sensiblemente desde que los trenes alcanzaron velocidades


de 105 km/h. Al disminuir la velocidad a 60 km/h. no cambió la
velocidad de asentamiento (fig. 2). El macizo de hormigón, arras-
trado hacia abajo por los pilotes excesivamente solicitados a fle-
xión y rotos, se despegó de la pila que debla sostener. Afortuna-
damente, otras obras estabilizadoras paliaron esta deficiencia.
Estos importantes asientos, manifiestamente originados por
un cambio en la frecuencia de las vibraciones, presentan la par-
ticularidad de ser mucho más rápidos desde el l ," de abril al
1.. de noviembre, que del l.. de noviembre al l." de abril del si-
guiente año (fig. 3).
Se manifiesta pues claramente la influencia de las estaciones
totalmente inexplicada, pero que hay que relacionar con el mo-
vimiento de las pilas señaladas anteriormente.
Este efecto de las vibraciones sobre la resistencia en terrenos
coherentes puede provocar también linos movimientos de masa
que son más bien corrientes de [ango que deslizamientos.
Por ejemplo, en Zug (Suiza), en el borde del lago del mismo
nombre, la hincadura de pilotes y el rellenado necesario para la
construcción de UD nuevo muelle, provocaron, el 5 de julio
de 1887, una corriente de fango de 15.000 ro', que en 3 horas se
extendió en el fondo del lago hasta una distancia de 2 km de
la orilla (lig. 4) (Icosomef, 1953).

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50 GEOTECNIA DEL lNGEN.lERO

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fig. r·2.- Asiento de un relleno en función del logaritmo del tiempo. La


línea de trazos es ficticia. Los asientos se aceleraron cuando empezaron
a pasar trenes a lOS km por hora.

El subsuelo está constituido por 4 Ó 5 m de relleno, arena y


grava y arena fina sobre una ancha capa de limos orgánicos blan-
dos y poco permeables (10" o 10" cm/seg). En el momento del
accidente, la capa freárica superaba todas las cotas observadas
anteriormente.
Se habían ya observado corrimientos en 1435 y en 1593. Igual-
mente, desde 1887 se prohibió la hincadura de pilotes y se drena-
ron sistemáticamente las zonas próximas. Sin embargo, las orillas
continúan hundiéndose de 0,5 a 7 mm por año, aunque desde
entonces no se ha observado ningún nuevo deslizamiento.
El deslizamiento de Surte, en el río Gota, cerca de Góteborg
(Suecia), es uno de los más extraordinarios que se conocen

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I MACIZOS PI! ALUViÓN Y CAPAS AcUíFERAS 51

(B. Jakobson, 1952). En efecto, alrededor de 4 millones de me,


tros cúbicos de tierra se dislocaron en 3 minutos con un frente de
400 m de ancho por 600 de longitud arrastrando treinta casas.
Algunas de ellas se desplazaron 150 ni (fig. 5).
Lo mas curioso es que antes del movimiento, la pendiente na,
rural del terreno era de l/50 en 350 m aguas abajo y de 1/15 en
250 m aguas arriba (fig. 6).
El subsuelo está constituido por una gruesa capa de arcilla
postglaciar, de cuya vegetación se han hecho estudios del polen
y de los forarníníferos. Pero lo más interesante es que, sobre los
15 metros superiores que son al parecer los que se deslizaron, el
porcentaje de agua. próximo al limite líquido. era del 50 al 60 %.
la cohesión variaba entre 80 y 200 g/cln' y que la sensibilidad osci-
laba entre 10 y 100 g/cm' (fig. 6).
Conviene señalar que dos o tres días antes de la catástrofe.
había aparecido y vuelto a desaparecer una fuente. y que las vi-

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Fig. ¡·3.- Asientos del relleno en (unción del tiempo. Obsérvese la clara
influencia de las estaciones.

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MACIZOS DE ALUViÓN V CAPAS ,\CUíFERAS ss
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Vigo 1-7. - Deslizamiento de Skottorp, Es- Fíg. 1·8.- Esquema teórico,


quema teórico explicando la formación según los Ferrocarriles sue-
de crestas. Las zonas' y n deslizan hacia cos, para explica,' la forma-
atrás a medida que se produce el avance ción de crestas en un desliza-
de las tierras miento circular.

Estos deslizamientos un poco excepcionales, nos llevan a co-


mentar el ocurrido en Hayange, en 1900, debido a la construc-
ción de una escombrera de alfo horno.
No se trata exactamente de un deslizamiento en terreno ho-
mogéneo, ya que la escombrera reposa sobre los siguientes es-
tratos:
algunos decímetros de tierra vegetal.
- un metro de limo aproximadamente.
- de 2 a 3 metros de arena y gravas.
-y una capa de margas azules de espesor superior a 20 m.

El inicio del deslizamiento, perfectamente definido, de los talu-


des de la escombrera. así como todas las características mecánicas
de las margas, permiten trazar un círculo de deslizamiento muy
lógico.
Sin embargo, las excavaciones obligatorias para la ejecución
de las obras que condujeron a este estudio del deslizamiento,
mostraron de una manera evidente que las capas de limo, de are-
na y gravas y unos pocos metros de la capa de marga estaban
marcadamente ondulados en el punto del deslizamiento (fig. 9).

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MACIZOS DE ALUVIÓN \' C,\PAS AcuífERAS 57

La superficie del terreno estaba allanada debido al cultivo de los


jardines del pie de la escombrera.
Estas observaciones hacen pensar que no hubo nunca un desli-
zarniento profundo, sino slmplemente unas ondulaciones de las
capas superficiales, limo, arena y gravas y parte alta del macizo
de marga.
Teniendo estas margas, en profundidad, una resistencia a la
compresión srrnple de aproximadamente S kg/cm', frente a
2 kg/cm' en su parte alta, no es de extrañar que su parte superior
se moviera produciendo en la escombrera una fisura muy ca-
racterística en los deslizamientos profundos.

Fluencia de las capas blandas

Para terminar con los macizos coherentes, dejemos los desliza-


mientos y veamos la influencia que puede tener una capa blanda
en el comportamiento de los pilotes.
El ejemplo escogido se refiere a la cimentación de una grúa-
pórtico. El subsuelo está constituido esquemáticamente por al-
gunos metros de relleno, y otros de limo arcilloso sobre una base
resistente.
Los raíles de la grúa-pórtico se cimentaron sobre pilotes em-
potrados en la capa resistente. Poco tiempo después de ponerla
en servicio aparecieron graves faJlos: desplazamientos horizon-
tales y asentamiento de los ralles.
Sencillamente se habia olvidado que la grúa-pórtico había sido
destinada a desplazar piezas metálicas colocadas entre sus raíles,
de modo que se produjeron sobrecargas en el terreno, del orden
de 20 Ó 30 t/m'. Bajo el efecto de esta elevada carga, la capa de
limos [luyó lateralmente imponiendo a los pilotes unos rnornen-
tos flecha tales, que produjeron su rotura.
Este tipo de Iluencia es bien conocido. Ha sido estudiado por
Prandtl, pero las fórmulas que da no permiten evaluar los esfuer-
zos horizontales correspondientes.
Este fenómeno sólo puede evitarse con suma prudencia, aun-
que a veces parezca excesiva. Parece que algunos ensayos de labo-
ratorio, relativamente sencillos de realizar, deberían precisar este
fenómeno, mucho más frecuente de lo que se imagina, y que se
trata de evitar con cimentaciones abusivas.

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58 GEOTECNIA OEL LNGENIERO

MACIZOS HOMOGENEOS DE ARENA FINA

Estructura y toma de muestras

Las arenas y gravas constituyen raramente macizos hornogé-


neos. pero no ocurre lo mismo con las arenas finas.
A menudo, esta homogeneidad viene acompañada por mate-
riales sueltos, que pueden complicar el problema más que si el
macizo fuera heterogéneo.
Es así cómo en Gonfreville, cerca de Havre, unas muestras
inalteradas de arena fina (fig. lO), tornadas con un aparato de
paredes delgadas. han dado en el ensayo triaxial un ángulo de
rozamiento interno comprendido entre 48° y 52° según los casos.
Unos pilotes dc unos 10 m, hincados en las proximidades, pun-
zonaban el suelo para una sobrecarga de 20 toneladas y en el lu-
gar donde se tomaban las muestras, un pilote perforado de 560 mm
de diámetro y de 15 m de longitud punzonó el suelo para una
carga aproximada de lOO toneladas. Los resultados del laborato-
rio eran, pues, manifiestamente erróneos.
Unas medidas "in situ» han mostrado que el peso específico
del suelo oscilaba alrededor de 1,06 t/m), mientras que el de las

2mm 1 0,5 0.2 0,1 0.05 0.02 0.01 SI'


Fig. }·IO.- Crnnulometría de una arena de Gonfreville y de un loess.

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MACIZOS DE ALUVIÓN y CAPAS ACUíFERAS S9

muestras inalteradas variaba de 1,6 a 1,7 t/m!, con un valor lleta-


mente superior en la parte alta de la muestra al de la parte baja.
Su ángulo de rozamiento interno era en realidad de 24°.
Es probable que las vibraciones producidas por la hincadura
del aparato especial de sondeo (80 mm), así como la compacta-
ción del suelo, consecutiva a la introducción del aparato, a pesar
de tener las paredes delgadas (2 mm) provocaron este aumento
del peso específico y en consecuencia del ángulo de rozarnienro in-
terno (H. Carnbefort, 1957).
Por tanto, no es suficiente con obtener muestras aparenternen-
te inalteradas, aunque se hayan tomado con sumo cuidado, para
que sean representativas.

Influencia de la circulación del agua

Algunos depósitos de estructura suelta, como por ejemplo los


loess, presentan otra característica, cuando no están por debajo
de la capa frcática. Mientras asientan, de una manera que se
pueda calificar como normal bajo las cargas aplicadas, una infil-
tración de agua en el terreno produce asientos suplementarios
bruscos que sobrepasan a los que se producen sin infiltración para
cargas de 10 a 15 veces superior. Estos asientos cesan cuando
existe circulación de agua (fig. JI).

Tiempo 81'1hora.

oo Ih ¡h 120h I44h 168h 192 h


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~TI('Impo agua en una excavación ¡
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110
Fig. 1-11.- Asiento de un loess inicialmente cargado con 2 kg/cm', cuando
se moja. (Según Abétcff).

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MACIZOS DE ALUVIÓN v CAPAS ACU(I'ERAS 67

Algunas veces se puede observar fácilmente en estratos de


gravas gruesas un depósito de arcilla entre los granos (fig. 2 t).
Nos encontramos en presencia de un fenómeno muy parecido a
aquel que habíamos visto a propósito de los loess y de los limos.
Es posible que este agregado de granos exista también en las
capas de fina granulometria, alternando con las gravas, pero esto
es difícil de observar.
Esta estructura permite comprender por qué algunos talu-
des permanecen estables a pesar de su fuerte pendiente y del
grosor de los granos en algunas de sus capas (fig. 22).

Cohesión capilar

A menudo no hay señales aparentes de arcilla y sin embargo


los taludes poseen una pendiente muy fuerte. Incluso a veces, se
pueden cortar verticalmente (figs. 23 a 26). Una sobrecarga en-
cima, por ejemplo, de una pala excavadora, no produce ninguna
rotura. Este fenómeno casi inverosimil se puede explicar por la
presencia de coloides o por la cohesión capilar. Una fina película
de agua que rodee los granos basta, en efecto, para añadir' al ro-
zamiento interno del macizo una cohesión nada despreciable. Para
cifrarla hemos hecho, como los niños, flanes de arena, Su rcsis-

Fig. 1·21.- Gravas gruesas agregadas por un pequeño depósito de arcilla


en Su J,unto de contacto.
(Aluviones el do Ain en Allerncnr),

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72 GEOTECNL¡\ DEL INGENLERO

POI-otra parle, las limitaciones de estas teorías se hacen patcn-


tes en el estudio de la estabilidad de las paredes verticales corta-
das en el barro, en! arena)' gravas sumergidas, siempre que se
quieran realizar muros de hormigón moldeado en el terreno.
Hay que reconocer que el talud está siempre en contacto con
un cieno arcilloso, pero la densidad de éste, comprendida entre
1.05 y 1.10 aproximadamente, no lo explica todo. Por tanto, esta-
mos obligados a pensar que estos macizos no se comportan en
absoluto como medios pulverulentos, y que todavía son necesa-
rios muchos estudios en laboratorio para Ilegal- a conocerlos.

Corrientes de agua

Las corrientes de agua subterránea en un macizo heterogéneo


no discurren uniformemente en toda su masa. El agua se desli-
za preferentemente en los estratos de grano grueso que son mucho
más permeables que los otros.
Con frecuencia, estos pasadizos privilegiados son fácilmente
reconocibles por la coloración de sus elementos. Un color ne-
gro corresponde a un depósito de óxido de manganeso, mientras
que un color amarillo corresponderá a óxidos de hierro (fig, 29).

Fig. {·29.- Pasadizo privilegiado coloreado naturalmentes de negro (óxldo


de manganeso) en un macizo de arena ~' grava.

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76 G80TECNL\ DEL lNGENtERO

El cálculo del caudal de agotamiento de las excavaciones en


las exclusas de las CCI1/ rafes del Rin constituyen un buen ejern-
plo. Estas excavaciones tienen aproximadamente 180 X 75 In en
planta y 15 m de profundidad con un terreno de aluvión de
200 m de espesor, coincidiendo la capa freárica prácticamente COII
la superficie del terreno.

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o Escala-
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Fig, (·32.- Croquis esquemático de una excavación <le eOS3)'o. La capa


poco permeable es sencillamente menos arenosa que el resto (bombeo
en la parte B).

Se efectuaron unos bombeos en pozos filtrantes con numero-


sos piezómetros, cuyas tornas de presión se encontraban a dife-
rentes niveles. La interpretación de estos ensayos, a partir de la
teorta de los potenciales, permitió determinar las permeabilidades
horizontales y verticales necesarias para hallar el medio homo-
géneo anisótropo equivalente. Estos resultados se precisaron
mediante el agotamiento de una excavación de ensayo de gran-
des dimensiones (fig. 32), Y así se evaluó el caudal de agotamiento
de la excavación en unos 6 In3/s{'g. Por suerte o desgracia éste no
alcanzó ni siquiera los 3 ml/seg (fig. 33).
Esta diferencia atrajo la atención sobre el peligro que se COITe
al asimilar cualquier filtración en un macizo heterogéneo a una
filtración equivalente en un medio homogéneo anisótropo. Desde
en ronces siguen aportándose colaboraciones a este problema
(Cambefort, Geber, Vu Duong Tuyen, 1963). Pero entonces nadie
discutió la validez de la hipótesis adoptada, pues no se dio gran
importancia a las dos anomalías, posteriores a los ensayos:

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80 GEOTECNIA J)EL INGENIERO

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ESCALA DE PERMEABILIDADES
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Fig. 1·36.- Permeabilidad de los aluviones.

Estos resultados aparentemente contradictorios se pueden ex-


plicar si suponernos la existencia de un macizo heterogéneo, cu-
yos 20 m superiores tienen una permeabilidad media del orden
de JO'}rn/seg, mientras que en su parte profunda alcanza una
permeabilidad media del orden de 5. lO'}m/seg, y está surcado
por pasadizos poco anchos con permeabilidad de 1003 rn/seg.
Con tal hipótesis, los rastrillos profundos son inútiles. Esta
fue la solución que se adoptó (fig. 37). El caudal de agotamiento
de la excavación no rebasó los 60 l/seg, y las observaciones hechas
durante la perforación mostraron que la casi totalidad de este
caudal provenía de la capa freatíca que empapa las orillas ro-
cosas.
En definitiva, esta heterogeneidad de los macizos aluviales, que
a primera vista desconcierta es, en general, muy favorable para
las obras, pero hay que saberla precisar para poder considerarla
a pesar de la ausencia de fórmulas correspondientes. Es aquí
donde vernos que la geotecnia será siempre un arte.

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84 GEOl'ECNIA DEl. INGENIERO

las presiones. En este caso particular. los niveles del pozo podían
variar en 10 cm, valor nada despreciable.

Influencia de la heterogeneidad del macizo

Cuando los aluviones son claramente heterogéneos. aparecen


otros fenómenos. Para ponerlos de manifiesto. basta descender
un rnicromolinete en un piezómetro filtrante, en toda su longitud.
Entonces se observa casi siempre una filtración en el tubo que,
según las circunstancias. va de arriba abajo o viceversa (fig. 40).
Algunas veces esta Jiltración es más compleja. Desciende en las
partes superior e inferior, para subir en la parte media (fig. 41).

FLUJO ASCENDENTE
FLUJO J
vetee. en cm!s DESCENDENTEl FLUJO ASCENDENTE
o
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140- Circulación de Fig. 141. - Circulación más compleja que
agua en un piezómetro. El en el caso preceden le. Hay tres entradas
agua entra por abajo y sale y tres salidas de agua.
por In parle superior.

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88 GEOTECNIA DEI. INGENIERO

nivel de la capa acuífera en la vertical de las angosturas, y un


descenso en la de los ensanchamientos. Cuando el río está por
encima de la capa, le cede agua, mientras que si está por debajo,
la drena. Así se establece una tendencia al equilibrio, pero sin
que conduzca a una identidad de niveles.
La forma de filtración de realimentación por el río o, si se pre-
fiere, la constancia de su caudal por unidad de longitud, explica
por qué un bombeo en una orilla rebaja la capa de la otra en un
caudal no excesivo, y esto casi independientemente de los niveles
río-capa acuífera, siempre y cuando evidentemente la excavación
o el pozo sean bastante profundos y el subsuelo sea homogéneo
en una altura superior a la de la excavación (fig, 44).
Veamos algunos ejemplos que ilustran estos fenómenos: En
Serre POH9011 algunos pozos filtrantes (fig. 31), equipados con
bombas de 20 m'/h, han permitido rebajar la capa acuífera en
unos 3 m, en las proximidades inmediatas al Durance, El ensayo
que se organizó casi únicamente para saber si era posible, resul-
tó. pues, concluyente.
También en Serre-Poncon, el Serre de Monge, actualmente re-
cubierto por la presa, provoca un estrechamiento considerable

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e. Capa acuife'" flliJ'I'Icntadapor el rro

e.x~vaclón

b. Capa ac::ultera 3\'en"ld3 inicialmente por el rfo

Fig, 1-44.- Efectos provocados por bombeos de agotamiento realizados en


una excavación en un terreno homogéneo próximo a un río. Antes del
bombeo la capa acuífera se mueve en la misma dirección que el rio.

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92 CEOTECNIA DEL INCl!NIERO

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fig. 148. - Evolución de los des- Fig. 11·49.- Pilote inyectado ex-
censos en función del tiempo traído. Obsérvense Ias fisuras
(1, < t-: < t,). radiales artificiales.

caudal de alimentación de la capa freática producen idéntico re-


sultado. Cuando aparece agua salobre, sólo se puede eliminar si
se reduce el caudal de captación: el caudal extraído será igual al
de la capa acuífera, a no ser que se pretenda desecado completa-
mente,

CONCLUSIONES

Estas curiosidades, que por otra parte no lo son en el sentido


más literal, provienen de la ignorancia. Poco a poco desaparece-
rán para dejar sitio a otras; mientras, debemos aceptarlo.
No es posible ninguna receta, pues lo más peligroso es pensar
que las fórmulas conocidas lo resuelven todo. Estas fórmulas, en
efecto, provienen de algunos ensayos sobre suelos reconstruidos
o de teorias matemáticas generalmente complicadas, pero estable-
cidas a partir de hipótesis simples que rara vez son respetadas
por la Naturaleza.
Hay que intentar prever el cariz del posible fenómeno: forma
de una filtración o de una superficie de rotura, por ejemplo, de
manera que se pueda elegir, entre todo el bagaje de fórmulas,
la más idónea, aunque sólo sea aproximativa. La aproximación se

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CAP1TULO 11

Cimentaciones profundas
PILOTES. MUROS. CAJONES

INTRODUCCION

De manera bastante general. las cimentaciones profundas se


utilizan para perforar terrenos de mala calidad. arcillas blandas o
cienos, a fin de transmitir las cargas a una capa más dura que,
por otra parte, rara vez es rocosa. Esta aplicación es tan evidente
que el hombre prehistórico hacía ya sus cimentaciones sobre un
emparrillado de pilotes guiado únicamente por la experiencia.
Los diferentes tipos de ci.mentaciones actuales, pilotes, pozos,
pantalla de pilotes o cajones se precisan en la tabla l l-I.
Los pozos y los pilotes apenas se distinguen. Todo lo que cabe
decir es que un pozo es un pilote de gran díárrretro. Esta denorní-
nación de pozo proviene probablemente de que, en otro tiempo,
se realizaban cimentaciones haciendo pozos a mano y llenándolos
posteriormente de hormigón, Actualmente estos pozos se perfo-
ran con máquinas que permiten también realizar pilotajes ordí-
narios. Así, pues, un pozo no es otra cosa que un pilote de 1 a 2 m
de diámetro.
Existen dos tipos de pilotes: el pilote hincado y el moldeado.

Pilotes hincados

El pilote hincado es un simple poste de madera o de hormigon


que se hunde en el terreno mediante un martinete. Su diámetro
es por lo general, inferior a 50 cm, ya que más allá, la energía ern-

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CI,11ENTACIONES PROFIiNI)J\S 101

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Fig. JI-l.- Marullo para hincadura. Fig. 11,2.- Base técnica de ejecu-
ción de un pilote Simplex, Punta
perdida.

Pilotes de tubo hincado

Estos pilotes se construyen hundiendo en el terreno, mediante


hincadura, un tubo cerrado en su base y llenándolo de hormigón
al tiempo que se extrae. Es indispensable un martinete igual a
los que se urilízan para la hincadura de pilotes prefabricados. La
diferencia esencial en la ejecución de estos pilotes proviene del
sistema empleado para obturar la base del tubo.
El método más sencillo consiste en instalar una pieza cónica
que se queda en el terreno cuando se extrae el tubo durante la
ejecución del hormigonado (fig, 11·2), Es el pilote simplex,
La Sociedad Franki ha puesto a punto un método rnu-
cho más elegante, Consiste en colocar en la base del tubo un

Copynghled matone:
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CIMENTACIONES PROFUNDAS JOS

movimiento compuesto (lig. 11-7).Esto quiere decir que, a medida


que la columna se hunde, se la somete a un movimiento de rota-
ción alternativa. Estas máquinas no son indicadas para profun-
didades superiores a los 30 m.

Fig. 1[·7. - Máquina E.D.F. Bcnoto.

Otras máquinas hacen intervenir las vibraciones, ya sean


únicamente rotativas, como la Hochstrasser, o bien de rotación
y traslación (aparato Berthet-Devaux, lig. Ir-8), pero estas máqui-
nas no han precisado por completo su campo de aplicación.
En los suelos coherentes son convenientes la cuchara de
mandíbulas y el trépano (figs. 11-9y 11-10),que no es más que un
sacacorchos que se atornilla en el suelo, y que, al ir penetrando,
extrae terreno. Si el suelo se desmorona, como ocurre en las are-
nas y gravas, es necesario entubar. Pierde, entonces, la mayor
parte de su interés.
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CIMENTACIONES PllOrUNO¡\S 109

Pantalla de pilotes o pilotes adyacentes


Pilotes secantes. Muros continuos de pilotes

La unión de pilotes moldeados permite confeccionar verdade-


ros muros. En general. se utilizan pilotes perforados.
Los pilotes pueden ser tangentes, o ligeramente secantes. En
el último caso se empieza por emplazar un pilote sí y otro no;
por ejemplo, los pilotes impares, separándolos poco menos de
dos diámetros. Los pilotes pares, mordiendo ligeramente sobre
sus vecinos, deben ser obligatoriamente pilotes perforados, ejecu-
tados antes que el hormigón de los pilotes impares esté dema-
siado duro (figs. 11-13y 11-14). Es preferible no armar más que los
pilotes pares, mientras sí pueden armarse todos los pilotes tan-
gentes.
Con una génesis muy simple, estas pantallas de pilotes son de
realización delicada, aunque sólo sea como consecuencia de las
desviaciones en las perforaciones. De una manera general, se
puede estimar que más allá de 10 ó 15 m de profundidad, la eje-
cución de estas pantallas constituye una acrobacia no siempre co-
ronada pOI- el éxito. razón por la cuaJ los I/luros continuos han
adquirido gran auge. Con ellos se puede descender fácilmente a
60 m y se podría llegar, sin ninguna duda, a mayores profundida-
des si fuera necesario (figs. 11-15 y 11-16).

Fig. 11·13.- Impermeabilización de un pozo de 8.50 m de diámetro


ejecutado con pilotes secantes de 56 cm.
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CIMENTACJON"ES PROFUr-U)I\S 113

moronarnientos o imposibilitar la ejecución. Como en los pilo-


tes secantes, se empieza por los paneles impares. Los paneles
pares se ejecutan después del endurecimiento del hormigón
(fig. Tl-l S).
La ejecución positiva de las juntas entre paneles plantea el
problema dc sus conjunciones, pero su descripción se saldrá del
tema que nos ocupa.
Para terminar esta visión general sobre los muros continuos,
señalemos que ninguna teoría conocida permite explicar por qué
la calicata llena de lodo permanece abierta incluso si se encuen-
tra a nivel de un edilicio. Como en el cálculo de la fuerza especí-
lica de los pilotes perforados, de nuevo nos encontramos ante la
incapacidad de la mecánica de suelos.

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ENCAMISADO DE
HORfl.1IQON

Fig. 1[·19.- Puente colgante de Burdeos. Cimentación de la pila estribo


o. r. sobre cajones en muros moldeados descendidos hasta 37 m de
profundidad.

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CIMENTACIONES PROFUNDAS 117

lIas demasiado pequeñas, pues, de lo contrario, el hormigón pasa


con dificultad.
Para indicar unas cifras fáciles de recordar, digamos que
una malla con hueco libre de JO X JO cm ya está en un límite
extremo, por debajo del cual no se puede pasar en ningún caso.
Incluso con ella se corre el riesgo de cometer graves fallos.
Este resultado, proporcionado por la experiencia, no guarda
relación con las normas habituales en el hormigonado de supraes-
tructuras. Se impone, en general, un aumento del diámetro de
las armaduras longitudinales, a medida que la anchura de los
pilotes aumenta. Y como veremos a continuación, el hormigona-
do de los pilotes es también completamente distinto del de las
supraestructuras.
Cuando los pilotes solamente soportan cargas axiales, la arma-
dura es totalmente inútil. El diámetro real del pilote no se cono-
ce con precisión después del hormigonado: por tanto, es verdade-
ramente superfluo querer añadir un porcentaje suplementario a
la sección teórica poniendo a.rmaduras. Se puede incluso afirmar
que, en este caso, las armaduras son un estorbo. En efecto, el
zunchado en espiral responde muy raras veces a las condiciones
necesarias para que las armaduras no pandeen.
Queriendo pues aumentar la seguridad se prevé un elemento
que empieza por disgregar al hormigón, es decir, el material que
debe resistir- las compresiones. Para estos pilotes sometidos a
compresión pura se dispone, en general, de algunas armaduras
de ligazón, embutidas en el hormigón una vez acabado el pilote.
Estas armaduras son ampliamente suficientes para asegurar la li-
gazón pilote-riostra.
Cuando el pilote tiene que resistir momentos flccrores, es
obligado armarlo. Pero este caso sólo debe producirse para pilo-
tes de diámetro superior a un metro aprcximadamente. Por deba-
jo de esta anchura es mejor hacer un estudio estático y prever
pilotes inclinados. De todas formas, cuando los pilotes, incluso
los de pequeño diámetro, atraviesan capas blandas susceptibles
de fluir bajo la acción de las cargas que soportan, es necesario
prever una armadura, aunque sólo sea para mantener en contac-
to las r-ebanadas originadas por una flecha excesiva del pilote. Los
momentos ílecrores ejercidos en la cabeza del pilote se hacen
prácticamente nulos hacia los 5 Ó 7 m de profundidad, debido a
las reacciones horizontales del terreno. pero es difícil, en la prác-

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CIMENTACIONES PROFUNOAS 121

lllbo bUlO
rCllrl)do

Fig, TI·25.- Horrnigonado bajo agua con IIn rubo de Inyección.

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I
I
I
I
.ionnígón vertido
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en el orden I
1,2,3,4 I
I
I
I
I
I
I
I
I
_______ _J
Piedra rota desplazada por la llegada del hormigón

fig. 11·26. - Esquema demostrativo de la disposición del hormigón colo-


cado mediante tubo de inyección.

El barrido provocado por el hormigón que fluye por la base


del tubo de inyección es JDUyimportante (J. Baudelaíre - A Boullo-
che, 1947), pues completa realmente la limpieza del fondo de la
perforación y evita que el pilote se horrnigonc sobre un colchón

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CL\lENTACtONES PROFU!\'llAS 125

ELECCION DEL TIPO DE CIMENTACION

Muros y cajones

Si no tenemos en cuenta las pantallas estancas de las ataguías


(figs. 11·21 y 11-27), los muros dcsrinados a mantener los taludes
de las excavaciones (fig. 11-28) y los casos en que se busca ante
todo un efecto masa (figs 11-29 y 11-22) se pueden siempre evitar
los cajones y poner pilotes. En general, son determinantes las
condiciones económicas, los retrasos o dificultades de ejecución
y muy a menudo la preferencia del proyectista por uno u otro
sistema.
De todas formas, no debemos olvidar que un cajón se inclina
fácilmente mientras se emplaza, que es difícil de enderezar y que
una crecida durante la hincadura puede arrastrarlo hacia abajo
a causa de las erosiones que provoca. En suelos muy permeables
puede ser necesario rebajar la capa acuífera o utilizar aire com-
primido. Su profundidad queda entonces limitada, ya que bajo

Fig. 11·27.- Ataguía para In toma de agua de la central de Porcheville.


=
(D 28 m, e= 0,60 m, ,. =18 m).

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CJMENTACIONl,S PROFUNDAS .129

TABLA 11-3. - COlll.paraciólI entre pilotes prefabricados o


moldeados ell el terreno

Tipo dé pilote Prefabricado Moldeado

Después del
J niciación de la obra endurecimiento del Inmediato
hormigón

Entrega
-
-
Pilotes hincados
Pilotes perforados
- -fórmula de hincadura
naturaleza real del
sucio

Longitud de los Mas allá de 20 m con


pilotes empalmes Cualquiera

0500 - 12)1.500 aprox.


Diámetro máximo aproximadarnerue - sección de forma
cualquiera

Impuesto por el Proporcional II los


Armado transporte esfuerzos soportados
por el pilote
ROturas durante la
hinca
Imposibilidad de Defectos de
] nconvcníenres horrnigonado
atravesar bloques
Vibraciones

Esta distinción, esencial en el cálculo de los pilotes perfora-


dos. no concierne de ningún modo a los pilotes hincados, cuya
fuerza específica se evalúa a partir del rechazo; es decir, del hun-
dimiento que provoca cada golpe de martillo. Empezaremos por
éstos.

Fórmulas de hincadura

Los ensayos de Cummings (fig. U-31) muestran claramente


que el rechazo e del pilote medible, después de un golpe de mar-
tillo, no constituye sino parte de la cantidad e + e, que se hincó
el pilote por acción del golpe; el corresponde a pérdidas de ener-
gía, debidas a deformaciones del terreno y del pilote. Cuando se
calculan, se supone que no hay rozamiento lateral ni deforrnacio-

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CIMENTACIONES PROFUNDAS 133

rnárica. Pero lo más curioso es que los grandes ensayos de lraba


parecen venir casi a confirmarla.
De todos modos, la teoria actual supone que la carga de puno
zonamiento de un pilote es igual a la suma del rozamiento late-
ral y de la carga de punzonamíento en punta. Efectivamente pa-
rece que así es para los terrenos únicamente coherentes, cuya
cohesión se obtiene por los ensayos de cizallarniento rápidos sin
consolidación. El rozamiento lateral unitario es en lances igual a
la cohesión del terreno, y la presión de punzonarníento en punta
igual a 10 veces aquélla aproximadamente. Pero al abordar los
suelos pulverulentos, estos principios conducen a unos esfuerzos
tan elevados que se subvalora sistemáticamente el ángulo de ro-
zamiento interno y no se duda en emplear, además, unos coeíicien-
tes de seguridad comprendidos entre 3 y 4.
Este método de cálculo está basado en resultados de ensayos
sobre modelos reducidos de pilotes que, como los de Iraba, sólo
se aplican a los pilotes hincados (A. Caqua! y J. Kerisel, 1956). En
el fondo, se trata de ensayos de penetrómetros. Lo más curioso es
que las fórmulas asi obtenidas son perfectamente convenientes
para el cálculo de los pilotes perforados, los cuales no poneo el
terreno en equilibrio superior, contrariamente a los pilotes hin'
cados. Conviene, pues, examinar el caso de cerca. Además, nin-
guna de estas fórmulas relaciona los esfuerzos con las deforma-
ciones. As!' cuando un capataz impone a priori un asiento máxi-
mo para un pilote, sencillamente ignora que son los asientos dife-
renciales lo que importa, y que nadie sabe calcularlos.

Medidas sobre pilotes reales

Cuando se observa qué pasa con un pijote, de una entrega


dada, cargado progresivamente, se constata que el pilote, al asen-
tarse, se fusiona al terreno (fig. 11·33). La unión pilote-terreno es
excelente y el asiento del pilote no proviene sino de la deforma-
ción del terreno, que aumenta con la carga aplicada, si bien llega
un momento en que la unión se rompe. El rozamiento lateral
aparece en los suelos pulverulentos, mientras que en Jos suelos
plásticos se alcanza el valor de la cohesión. Los esfuerzos latera-
les se hacen constantes (Iig, 11-34) (H. Cambefort, 1964).

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CIMENT,\CION"ES PROfUNDAS 137

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Fig. 11·37,- Esfuerzos en el pilote 2 de Dunkerque en función de la
profundidad (primer ciclo de carga).

(100 kg/crn! en el hormigón). Así no es de extrañar que se haya


podido suprimir la reacción en punta en un pilote de 1 ID de diá-
metro y 7,50 m de entrega útil (de JO a 13 m en las arenas y grao
vas y de 13 a 17,50 en las margas) sin modificar demasiado su
comportamiento (fig. 11-39).
A partir de estas observaciones es teóricamente posible trazar
la curva de hundimiento de UII pilote elt función de las cargas apli-
cadas, cuando se conocen estas curvas para el esfuerzo en punta
y para el rozamiento lateral (fig. 11-40). Según el comportamiento

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CIMENTACIONES PROFUNDAS l41

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Fig. 1141.- Ejemplo de hundimiento bajo carga constante P en función


de log (1 + ,TI ir).

aproximadamente igual a 2,5 Re para una carga superficial y a


5 Ro para un empotramiento del pilote en una longitud de dos
diámetros aproximadamente. Si la resistencia de la roca es insu-
ficiente para permitir al hormigón trabajar a una tensión admi-
sible normal, hay que empotrar más el pilote para que se pro-
duzca un rozamiento lateral. Por otra parte, así es corno se opera
cuando, en lugar de roca, hay arena, gravas o arcilla compacta. Si
el macizo rocoso está fuertemente fisurado, puede ser convenien-
te inyectar en la proximidad inmediata de la punta.
En definitiva y dejando aparte los pilotes-columna, los demás
resisten casi únicamente por rozamiento lateral. El ensancha-
"'-'¡etlIO de la punta no tiene otra misión que el aumentar una
reacción de poca importancia y cuando esto es posible, es más
eficaz, sin lugar a dudas, gastar el mismo dinero en alargar el pilo-
le. En general, un alargamiento igual a 2 o 3 diámetros da un

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ClMENTAClONES PROFUNDAS 145

El Standard Penetration Test al no estar perfectamente nor-


malizado, deja mucha libertad al operador. Así, según el procedí-
miento utilizado, los resultados no siempre coinciden (fig. 11-44).
Parece existir una correlación entre el número de golpes y el peso
específico o incluso con el ángulo de rozamiento interno, en los
terrenos pulverulentos. Como no todos los autores están de acuer-
do para análogas condiciones, se puede pensar que esta correla-
ción depende de la naturaleza del terreno. Por esto hay que ser
muy prudente en el empleo de tablas o ábacos relativos a este
ensayo y no considerarlo sino como un medio sencillo de simpli-
ficar un problema.
El presiámetro es el único ensayo en mecánica de suelos cuya
interpretación asocia presiones y deformaciones. Por esta razón,
la interpretación no es fácil y está más basada en la experiencia
que en la teoría, pero debería permitir, como POI- otra parte ha
intentado Cassan (1966), calcular la curva de hundimientos en
función de las cargas.
Los penetrámetros han ofrecido grandes esperanzas, pues no
son más que pijotes en modelo reducido. Desgraciadamente toda-
vía no se ha aprendido a interpretar correctamente los resultados
que dan. Se han realizado unos ensayos en {raba con penetróme-
tros cuyo diámetro varía de 45 a 320 mm (Y. Tcheng, 1966). Los
resultados obtenidos son muy interesantes, sobre todo, la cons-
tancia a partir de una cierta profundidad de la tensión en punta
y del rozamiento lateral unitario (fig. 11-45), pero, sin embargo,
no han llevado a ninguna solución práctica. A. Zelikson (1967)
ha demostrado que la fuerza necesaria para hundir un penetró-
metro desde la superficie del terreno hasta la profundidad Z era
superior a la necesaria para hincar hasta Z el mismo penetrórne-
iro, cuya punta estaba inicialmente a una cierta profundidad por
debajo de la superficie' del terreno. Este resultado se observa cla-
ramente en la figura 11-45, donde los penetrórnetros moldeados
son menos resistentes en punta que los otros. Pero esto no nos
da la clave de la interpretación.

Fuerza especifica de los pilotes perforados en barro

Ejecutar un pilote llenando de hormigón una perforación rea-


lizada en barro constituye un verdadero reto. En efecto, la perfo-

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CIMENTACIONES PllOFUNDAS 149


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Fig. Il48. - Esfuerzos en punta de los pilotes antes y después de la


inyección del terreno.

Posteriormente se ha realizado un ensayo comparativo entre


dos pilotes de 560 mm de diámetro nominal. con una distancia en-
tre ejes de 1,20 In (fig, 11-46). Uno de ellos ha sido perforado nor-
malmente, descendiendo una columna provisional hasta la punta,
e incluso un poco más abajo. a causa de las subidas de arena fina
que se producían a este nivel. El otro, descendido hasta la misma
profundidad, se realizó en barro, estando sostenida la entrada del
agujero, que era igual al anterior, por un entubado superficial.
Este agujero perforado con trépano especial tenia pues teórica-
mente un diámetro ligeramente inferior al precedente (R. Chao
deisson, 1961).
Los ciclos de carga y de descarga de los pilotes son idénticos,
pero en el primero hay un asiento inicial relativamente importan-
te del pilote entubado (fig, 11-47). Esto proviene de unas subidas
de arena observadas al perforar este pilote, subida que han
necesitado una hincadura suplementaria de la columna de, apro-
ximadamente, un metro.
Seguidamente se inyectó la zona de la base de ambos pilotes
y después recomenzaron los ensayos (fig, 1148). Esta inyección
tuvo un efecto muy claro sobre el pilote entubado y práctica-

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CIMENTACIONES PROFUNDAS 153

zar un máximo de cerca de 50 l al cabo de tres meses. Este


máximo correspondería con bastante exactitud al producto de
la superficie lateral del fuste por la cohesión del cieno. Este es-
fuerzo, evidentemente, tiene que ser sumado a las sobrecargas
aplicadas ulteriormente sobre el pilote. Se dice entonces que
hay rozanlienio negativo. No se puede hacer nada en contra, COIUO
no sea aumentar el diárnet ro del pilote a fin de reducir la irnpor-
rancia del perfrnetro en relación a su sección o, incluso, lubricar
la superficie lateral del pilote, lo cual exige pilotes perforados.
Este rozamiento negativo puede producirse en los limos o en
los loess muy sueltos, situados por encima de la capa acuífera,
cuando se encuentran en el centro de una circulación de agua
accidental (fuga de un conducto, por ejemplo). Esta infiltración
destruye la estructura del terreno que asienta, al sobrecargar el
pilote (cf, cap. primero).
Con pilotes inclinados, el asiento vertical del terreno sencilla-
mente los rompe.

Fuerzas horizontales

Cuando el pilote está sometido en cabeza a una fuerza herí-


zonral H (fig, 11-52), no puede resistirla sino por la aparición in-
mediata de una reacción R en el terreno. Aparecen entonces unos
momentos flectores en el pilote, que se pueden evaluar gradas a
la teoría de las vigas sobre apoyos elásticos. Si se trata de
un pilote de pequeño diámetro, por ejemplo, menor de 50 cm,
su resistencia a la flexión también es pequeña y las fuerzas H no
pueden ser muy grandes. Por tanto, para poder resistir esfuerzos
horizontales importantes, sólo pueden armarse los pilotes de gran
diámetro. COIlIOgeneralmente las fuerzas verticales y horizonta-
les van asociadas, estos enormes pilotes trabajan en flexión com-
puesta. Con pilotes pequeños, susceptibles únicamente de sopor-
tar esfuerzos según la dirección de su eje, es preciso combinar
pilotes verticales y pilotes inclinados. Más adelante veremos las
bases del método de cálculo.
Esta reacción R del suelo impide lodo pandeo de los pilotes,
incluso de los muy esbeltos, pues aumenta más o menos propor-
cionalmente con el desplazamiento horizontal del pilote. Este fe-
nómeno es el que permite a los artesanos de Toledo probar la ca-

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CiMENTACIONES PROFUNDAS L57

pado sometido a un momenro. Se comprende en seguida que, si


todos los pilotes concurren en el punto O, la cimentación no
podrá resistir a ningún momento, lo que es preciso evitar,
pues la posición de la fuerza ejercida sobre la cimentación nunca
se conoce con precisión.
Para verificar el cálculo, basta hacer la descompostcíón de las
Fuerzas que solicitan la cimentación, en relación al punto O, des-
componer la resultante general según H y V y sumar los esfuer-
zos producidos en los pilotes por estas dos componentes y por el
momento.
Los tanteos se prolongan a veces, en particular, cuando un
aumento del número de pilotes disminuye su compresión y au-
mentan las tracciones eventuales. Entonces, es preciso modificar
la inclinación de los pilotes, el número de éstos y aumentar su dis-
tancia mutua.
Cuando los pilotes son capaces de resistir a momentos [lec-
tores no despreciables, conviene cambiar este método por el de
la viga sobre apoyos elásticos. Por desgracia aún no sabe hacerse
de forma sencilla y precisa.
Si los esfuerzos horizontales son relativamente poco irnpor-
tantes. la reacción de las tierras sobre los muros subterráneos o
sobre la parte enterrada de las riostras que unen los pilotes pue-
de ser suficiente. Entonces bastan unos pilores verticales, corno
lo prueban muchas cimentaciones.

FALLOS. RIESGOS

Los fallos son el terror de un técnico en pilotes digno de este


nombre. Para comprenderlo basta con considerar las figuras 11·56
a 11·89 sacadas de la literatura técnica y de relaciones hechas pOI·
expertos en la materia. Algunas parecen inverosímiles, pero son
muy reales.
Hemos visto que las resistencias al aplastamiento medidas en
cubos o cilindros, si el horrnigonado está mal hecho, no significa
nada. Por otra parte, ocurre con frecuencia que las probetas de
ensayo, aun realizadas con más esmero que el pilote, no SOI1 muy
representativas.
Estos fallos pueden ser debidos a las causas siguientes:

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CIMI3NT¡\CIO¡';ES PROFUNDAS 169

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Fig, 11-83.- Pared mal hormigonada y junta mal realizada,


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Fig. 11-84.- Mala ejecución de una jun. Fig. 11·85.- Trozo de barro envuelto
ta entre paneles. por hormigón en la vertical de una
junta.

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174 CEOTECNTt\ DEL INCENIERO

Fig. If l-I. - Presa de Chaudanne. Disposición en planta de las perforacio-


nes de inyección para la confección de la pantalla estanca.
(Doc. Solétanche),

Verdón, Francia. La disposición de las perforaciones, que es


muy variable, depende de la orientación de las fisuras de la roca y
de las posibilidades de disposición en planta.
En los aluviones, las perforaciones son generalmente vertica-
les y, salvo rara excepción, las pantallas estancas comportan
como mínimo dos líneas de perforaciones paralelas. En Serre-
Poncon, en el Durance, la parte superior de la zona inyectada
(fig. 2) necesitó doce líneas para que la infiltración a través de

CORTE TIPO IMPLANTACIÓN TIPO

Nucleo in>¡J,.,m".O,i. LEYENDA

zcnee efe
trl)!'Isil;:ión

Fill. fll·2. - Presa de Serrc-Poncon. Corte v disposición en planta típicos


de-las perforaciones necesarias para la ejecución de una pantalla estanca.
(Doc. E.D.F.·Solétanche).

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J78 CEOTl:CNJA DEL INGENIEllO

tienen formas muy complejas y con tamaños muy variables. No


puede emplearse la misma lechada en uno u otro caso.
Esta diferencia en la forma de los huecos hace que la inyec-
ción en aluviones sea totalmente distinta que en las rocas lisura-
das. Económicamente, se resolvió antes el problema de la inyec-
ción en rocas fisuradas que en macizos aluviales.

Perforaciones

Las perforaciones en roca, como se hacen al descubierto, per-


miren poner en obra unos obturadores a fin de limitar la inyec-
ción a unas zonas de 3 a 5 m de longitud. Inyectar la perforación
en toda su longitud a la vez es una mala operación, ya que no se
puede adaptar la composición de la lechada a la dimensión de
las fisuras; ésta viene indicada por un ensayo preliminar con agua.
Así, se puede inyectar en el sentido de la perforación o bien
en el inverso (fig, 7).

.....Entubado._
.... ~. -
..
@Fin de la perfo",clón'1
® tnyecclón
'.

Fig. 111·7.- Principio de ejecución de inyecciones en roca: en el sentido


de la perforación y subiendo.

En el primer caso se puede, en rigor, disponer siempre el obtu-


rador en la cabeza de la perforación, ya que sólo la última zona
perforada no ha sido inyectada. Pero la inyección inversa sólo
se puede verificar si la roca no está demasiado fisurada , de lo
contrario, el obturador se sitúa en corto circuito debido a la le-
chada y cementado en la perforación.

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l:O<YECCIÓN DE TERRENOS 185

También gracias a estas lechadas se pueden «cementar» fácil-


mente los bloques desprendidos que hay que excavar. Así fueron
tratados varios hundimientos de viejos túneles en Francia (figu-
ras 13 y 14).

Fig. 111-14.- Materiales desmoronados inyectados.

Las arcillas tratadas constituyen lechadas de transición entre


las estables y los productos químicos, cuando el tratamiento ase-
gura la defloculación de las arcillas (en cuyo caso la composición
de la lechada debe estar patentada).
Así por ejemplo en la bentonita, cuyos granos mayores sólo
tienen algunas micras. son comparables a las pequeñas goti-
tas de las finas emulsiones de betún. Las lechadas presentan, en
su estado final, una rigidez muy pequeña, pero suficiente, cosa que
no ocurre en el betún.
Si la delloculación no queda asegurada, estas arcillas tratadas
se hallan más cerca de las lechadas arcilla-cemento que de los
productos químicos.
En cuanto a los productos quimicos no hablaremos de los pro-
ductos hidrocarbonados que raramente se utilizan. Por el contra-
rio, los geles obtenidos a partir de un silicato de sodio y de un
reactivo son, desde hace mucho tiempo, los únicos productos quí-
micos que se emplean.

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INYECCIÓN DE TERRENOS 191

El profesor Lugeon dice en su libro "Presas y Geología» (1933):


« ... Antiguamente, y basta hace poco todavía, se utilizaban las
campanas de aire comprimido para inyectar la lechada de cemen-
to. Había, pues, que depender de la presión de los compresores
de la obra y apenas se podía sobrepasar una carga de 10 kg/crn',
Este sistema fue reemplazado por la bomba de cemento, que
permite una inyección continua, condición esencial, y a alta pre-
sión, lo cual es igualmente importante, pudiendo alcanzar has-
ta SO kg y aún más.
» ... Solamente en las zonas superiores de las (ocas de estrati-
ficación horizontal no se intentará alcanzar tan altas presiones,
por temor a levantar bancos rocosos, pero en cualquier otra pal--
te del macizo no hay nada que terner.»
Mas próximo a nosotros, P. Lévéque realizó hacia 1950, toda
una serie de ensayos sistemáticos en Marruecos y lo que es más
importante fue a investigar el resultado. Se trataba de inyeccio-
nes poco profundas.
La primera vez, la presión de rechazo se fijó en 15 kg/crn' en
areniscas arkóslcas, más o menos alteradas. Pudo hacer, enton-
ces, las siguientes observaciones:
- el cemento se encontraba en fisuras sensiblemente vertica-
les. Los planos de estratificación subhorizontales, prácti-
camente sin inyectar;
- en una fisura que desembocaba en una perforación, la gra-
nulomctría del cemento depositado era sensiblemente cons-
tante en unos 25 a 40 cm. Después, se hacía más fina, con
estrechamiento correspondiente de la fisura, para acabar en
un depósito pulverulento;
- algunas fisuras estaban recubiertas por un depósito pulve-
rulento, dejando un hueco entre las dos paredes, salvo en
algunos puntos aislados en que se encontraban unidas por
unos granos de cemento.
En un segundo ensayo, verificado en las proximidades del ano
terior, la presión se elevó hasta 100 - 110 kg/cm'. Las perfora-
ciones de 7 m de longitud se habían realizado a partir de W1azanja
poco profunda.
Esta vez la galería visitable mostró que:
- incluso las fisuras de 0,5 mm de espesor se habían llenado
por un cemento compacto, rayando el vidrio;

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INYECCiÓN DE TERRENOS 195

Fig. 111·19.- Fisuración artificial de una roca blanda. (Doc. Solétanche.)

Fig. 111·20.- Fisuración art ificial (le una roca blanda. (Doc. Solétanche.)

15

Conynghled m 1ella!
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204 GEOTECNIA DEL lNGENlEllO

Cualquiera de ambas transformaciones influye en vanas de


las propiedades de los suelos.

PIIOCEDnnENTOS lJTIl.IZ'\OOS I'ARA EL MEJOJtAMIENTO DE LOS SUELOS

Influencia sobre Campo de


Fundamento dc 10$ procedimtentos el volumen del
suelo aplicación

Relleno de Rocas fisuradas


huecos Sin variación dé
mediante Gravas
volumen Arenas finas
Aumento inyección

de
Disminución
del volumen Arenas finas
cornpacídad
de huecos por Asiento Tarquines
compactación Arcillas

Modificación de propiedades
tisicoqutmícas. Electroósmosis Asiento y Tarquines
ret raccíón Arcillas
Cocción

Modilicación de las condiciones en Tarquines


los limites de una filtración Asiento Arcillas
Drenaje

El aumento de compacidad se realiza de dos formas:


- Con el relleno de huecos mediante un producto resistente,
que es la inyección, y
_. Con la disminución del volumen de huecos. Compactación,
en el sentido más general de la palabra.
Mientras que la inyección no ocasiona ninguna variación de
volumen, la compactación produce un asiento que es preciso po-
der provocar o compensar cuando no es tolerable. Por esto es
irrealizable compactar una roca fisurada, y POI- qué la confección
de un pilote de tierra no logra asentar la superficie del terreno.
El campo ele aplicación de estos diversos procedimientos vie-
ne dado por su fundamento y por la naturaleza de los suelos.

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CARACTElÚSTICAS FÍSICAS DI! LOS SUELOS 205

La inyección se utiliza para las rocas fisuradas, las gravas y


las arenas finas. Por el contrario, las arcillas no se pueden inyec-
tar.
La compactación es apropiada para arenas finas, tarquines y
arcillas.
La modilícacion (le las características fisicoquímicas sólo es
eficaz si éstas son deterrninanres. Es el medio adecuado para
tarquines y arcillas.
No hay que olvidar la modificación de las condiciones en los
ltmites de tina [iltracián que tiene Jugar en un talud. Un drenaje
convenientemente ejecutado permite, en efecto, dar a la presión
de la corriente del agua de filtración una dirección favorable a la
estabilidad; no se trata. hablando en propiedad. de una consoli-
dación. sino de un procedimiento que conduce a idénticos resul-
tados. A continuación vamos a verlo brevemente.

DRENAJE DE LOS TALUDES

Muy a menudo. existen en los taludes arcillosos diaclasas im-


perceptibles en las que puede se produzca una circulación de agua.
Corno este agua fluye en la base del talud. se produce en él una
presión de la corriente que compromete su estabilidad.
Una tensión inferior a la de rotura de una arcilla, pue-
de. a la larga, producirla. De hecho. algunas veces se pueden
constatar deslizamientos de taludes en semejantes condiciones.
Para evitarlos es suficiente con orientar convenientemente la
presión de la corriente; se consigue fácilmente mediante drenes.
En general. bastan perforaciones horizontales espaciadas cada 4 o
5 metros (fig. 1).

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Fig. IV-1.- Avenacíón de un talud median le perforaciones horizontales


subterráneas.

Copy"ghtcd malcríol
206 GEOTECNI;\ DEL INGENIERO

Así desarrollado, el método es aplicable a título preventivo,


pero se constatan deslizamientos de los taludes en las extremida-
des de las zonas drenadas. No hay mejor justificación para las
posteriores soluciones adoptadas; mas, por lo general, sólo se
drenan las zonas en deslizamiento. El método es conveniente;
únicamente la experiencia demuestra que, a menudo, los moví-
mientes no cesan sino hasta unos meses más tarde,
No hay que olvidar que, si los drenes vacían en algunas oca-
siones las bolsadas de agua, su fin primordial es modificar la di-
rección de la filtración. Cumplen perfectamente su cometido in-
cluso cuando su caudal, eliminado por evaporación, parece nulo.
En lugar de drenar se puede intentar suprimir la filtración
inyectando las diaclasas, pero es necesario realizarlo cuando aqué-
llas alcanzan la mayor abertura posible, esto es, en la estación
seca, y evitando aprisionar la capa acuífera detrás del talud.
Algunas veces, los terrenos que se han deslizado están consti-
tuidos por una verdadera pasta. Los drenes son entonces inope-
rantes. Además se llenan muy rápidamente de tierra; procede
entonces efectuar la elecrroconsohdaclón o. en rigor, la cocción.

INYECCION DE MACIZOS ROCOSOS FISURADOS

Se puede decir que la primera utilización importante de las


inyecciones para la consolidación de rocas fue llevada a cabo en
la presa de Castillon, en Verdon.
Esta delgada bóveda de 100 m de altura fue atrasada duran-
te 20 años, pues su apoyo en la orilla derecha estaba completa-
mente dislocado, llegando a una gran falla llamada «Fractura
ancha» de varios metros de abertura, situada a algunos metros
de la presa. Además de este incidente geológico, había en las zo-
nas de empuje de la bóveda, fallas y cavernas cuyos huecos tenían
varias decenas de metros cúbicos; todo ello acompañado de modo
natural por una multitud de fisuras más o menos abiertas. En
una palabra, se debían consolidar cerca de 200_000m' de roca.
Por diferentes razones, en particular el progreso realizado
por las inyecciones, se decidíó conservar toda esta masa rocosa
e inyectarla después de haber bormigonado lodos los huecos fá-
cilmente accesibles.

Copy"gh!cd malcríol
CARACTERISTICAS FlsICAS DE I_OS SUELOS 207

No es posible desarrollar aquí con detalle todos los trabajos,


por otra parte ya descritos (Ischy, 1948). Sólo señalaremos las
bases del método utilizado (fig. 2).

A
E

I.D 10 30m
e

-s ..

Fig, IV-2.- Presa de Castillón. Consolidación en la orilla derecha. Situa-


ción en planta de las perforaciones para inyecciones. (Doc. Solétanche.)

La zona sometida a las fuertes presiones de la bóveda fue


rodeada por una envoltura que actuaba como ataguía. Se pudo
entonces inyectar el interior sin que la lechada se extendiera a
lo lejos.
Las paredes de esta envoltura o pantalla se realizaron igual-
mente por inyección, sólo que en ellas se utilizaron lechadas
extremadamente densas y tixotrópicas a base de arcilla y cemen-
to. Estas mismas lechadas sirvieron para la obturación de gran-
des fisuras inaccesibles del macizo.

Có~yr ghll)() m 'oria!


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236 GEOTECNIA DEL I!'ICENIERO

En una cubeta paralelepipédica, el lugar con mayor resistencia


específica se presenta a la cuarta parte de la muestra a partir del
cátodo. Después se desplaza hacia el ánodo, para volver finalmen-
le al cátodo.
La duración de esta recesión depende del gradiente medio.
Por ejemplo:
J día para un gradiente de 2/3 V¡cm.
5 días para un gradiente de 1/3 V[cm.
45 días para un gradiente de J/6 V[cu»,
En el terreno, los gradientes son aún más pequeños.
Esta barrera corresponde a una zona desionízada. Tiene un
pH igual a 'l, mientras que la parte comprendida entre ella y el
cátodo es básica, la parte de muestra comprendida entre la barre-
ra y el ánodo es ácida (fig. 37),
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Fig. IV-37.- Reparto de los pH en dos cubetas paralelcpipédlcas.

Además, se constata que esta simple electroósmosis endurece


el terreno entre la barrera y el cátodo; es decir, en un volumen
muy reducido.
La consolidación electroquímica consiste en introducir unos
iones convenientes en el ánodo para que la barrera se acerque

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254 GEOTECNlJ\ DEL iNGENiERO

FiS. V·I. - Vista aérea del embalse de Vajont después del deslizamiento
de octubre de 1963. A la derecha el valle del Píave, las panes blancas
han sido alteradas por las aguas. L. Müller (Foto Enel.)

cual resistió perfectamente esta sobrecarga. En el momento del


deslizamiento, el agua subió hasta 260 m pOI' encima del nivel del
embalse.
Ya antes de que se produjera este deslizamiento catastrófico,
se había producido otro con-irniento de 700.000 rrr', el 4 de no-
viembre de 1960 (fig, V-2) en diez minutos aproximadamente.
L. Müller, que estudió este deslizamiento, asimila su movi-
miento al de un glaciar (fig. V-3). Las velocidades seguramente
habrían sido máximas en la cresta del acantilado; en cuanto a
la superficie de rotura, se confundiría con una superficie de es-
tratificación del macizo rocoso.
Es evidente que después de este incidente se siguieron los
movimientos de la montaña (fig. V-4). Se constató que los movi-
mientes importantes no se produjeron sino después de la pri-
mera elevación del nivel de agua del embalse. Por ejemplo, con
el nivel de embalse a 650 m, las velocidades eran del orden de
3 cm/día en noviembre de 1960 y prácticamente nulas en enero
de 1962. Asimismo, la primera vez que se alcanzó la cota 700, en
noviembre de 1962, las velocidades se aproximaban a los 2 cm/día,
y la segunda vez, en junio de 1963, no eran más que de 0.2 - 0,3

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COIUUMIENTO DE TIERRAS 255

cm/día. Este fenómeno, Inuy tranquilizador. mostraba que lle-


nándolo lentamente se debía poder embalsar con toda seguri-
dad.
Por otra parte, el. estudio de rv1. Saito y .H. Uezawa (1961), así
como el realizado por P. J. Morlier (1964) indican que, cuando
cualquier material fluye bajo la acción de una carga constante,
el producto de su velocidad de deformación por el tiempo de
vida, es decir, el tiempo que tarda hasta su rotura, es constante
(Iig. V-5). Una velocidad muy corta, pues, corresponde a una vida
muy larga.
Por otra parte, esta ley ha sido verificada por deslizamientos
de taludes arcillosos, pero el ejemplo de Vajont parece indicar

Fig. V-2.- Limites de los deslizamientos de noviembre de 1960. arriba,


y de octubre de 1963, abajo. (L. Müller.)

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256 GEOTECNI,\ DEI. INGENIERO

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Fig. V·3. - Corte esquemático del deslizamiento de noviembre de 1960.
Obsérvese la distribución de las velocidades. (L. Müller.)

quc hay otro factor a considerar. puesto que las últimas medi-
das de velocidad realizadas en septiembre de 1963 dan valores
comparables a los de octubre de 1960 que no produjeron ninguna
catástrofe en los puntos considerados. Cabe pensar que este otro
factor es la amplitud de los desplazamientos, que alcanzaban
hasta 4 In antes de la rotura (fig. V-4).
El corrimiento de Vajont nos muestra que la heterogeneidad
del macizo puede condicionar
, la forma de la superficie de rotura,
y también que si las medidas de las velocidades del movimien-
to son indispensables, éstas no permiten un control absoluto.
Veamos lo que nos enseña la teoría.

DESLIZAMIENTO SEGUN LA MECANICA DE SUELOS

Macizo homogéneo coherente

Ya en 1916,Peucrson (1955). analizando varios deslizamientos


producidos en Suecia, llegó a la conclusión de que la directriz de
la superficie de rotura podía ser asimilada a un círculo. Se refe-

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Fig. V-4.- Croquis
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indicando el valor absoluto de los desplazamientos


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de las referencias de Vajonl. Según las indicaciones de L. Müller.

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CORRIMIENTO DE TIERRAS 259

pero resulta difícil de aplicar en un talud cuya estabilidad se pre-


tenda verificar. ¿Cómo definir el círculo? Ni siquiera las consi-
deraciones teóricas permiten conocerlo. Lo más sencillo es, pues,
trazar muchos círculos y escoger el más desfavorable. Para tan
ingrato trabajo resultan de gran utilidad los ordenadores ele.......
trónicos, Una vez establecido su programa, da una infinidad de
círculos en sólo unos minutos; no resta más que elegir.
Según parece, sin embargo, en un macizo homogéneo la rotura
no se produce símultáneamente en todos los puntos. Al cont rario,
empieza en Ult punto; después se propaga. No existe, pues, mo-
vimiento en bloque; el macizo se deforma progresivamente.
Tal hipótesis permitió a J. Frontard (1936 y 1955) demostrar
que la directriz de la superficie de rotura era entonces una ci-
cloide (fig. V-7) como ya había observado A. Collin (1846) (figu-
ra V-S).
Los cálculos, confirmados por J. Mandel (1948-1950) y experi-
mentalmente (J. Frontard, 1948), dan como consecuencia la altura

_- _--

Memento en felación a O

R.JCds> P.d e

MEDIO PLASTlCO HOMOGENEO ( lf = O)


C,rc:ulo de Fcllcnius· Peuerson

Fig. V-6.-Circulo de rotura de Petrerson adoptado por Fellenius para


el estudio de la estabilidad de los macizos únicamente coherentes. El
deslizamiento se hace en bloque.

t9

Copy"gh!cd malcríol
I

Fig. V·B.- Dcsarrolto de las superficies de rotura efectuadas por Collin


con indicación del circulo generador de la cicloide (A. Collin.)

opynghled mili.
.262 GEOTECNIA DEI. INGENIERO

límit.e H de un talud de pendiente i limitando un macizo de cohe-


sión e y de peso específico y:

e
H = - (2 + 1t - 2 i)
y

Esta fórmula lleva a resultados muy interesantes,

base/alrura o 1/1 3/2 2/1 3/1 5/1

H
2 3,57 3,97 4,21 4,5 4,75
e/y

Se ve cómo un macizo limitado por una pared vertical dobla


su altura límite con una conicidad de 3 de base por 2 de altura,
Una pendiente más suave no hace aumentar mucho la altura,
pero sí aumenta considerablemente los movimientos de tierra,
Tal resultado nunca debe perderse de vista.
En lugar de considerar sólo los taludes pLanos, J. Mandel
(1950) determinó el perfil necesario para tener', en cada punto, la
condición precedente. Así obtiene (fig. V-9):

lo que da, para una misma pendiente media, una altura límite JI
mucho mayo.' que la señalada anteriormente,
Cuando el medio plástico reposa sobre un substrato más re-
sistente, diversas consideraciones llevaron a este autor al «perfil
en gota» clásico observado en casi todos los corrimientos (figu-
ra V-lO). No se trata evidentemente más que de una aproxima-
ción, ya que en la realidad el substrato no es más que una parte
mal definida del macizo no perturbado por el corrimiento. Pero
así se comprende por qué muchos deslizamientos cesan por sí
solos, El perfil límite del talud es reemplazado por un perfil es,
table, que continuará siéndolo tanto tiempo como las aguas de
lluvia o subterráneas tarden en ablandar las arcillas, ya muy fi-

Copy"gh!cd malcríol
CORRJAIlENTO DE TIERRAS 263

EC-7,5f

Fig. V·g. - Perfil de talud en equilibrio limite en cada punto. (J. Mandel.)

Zona
fis-ur~de II
T

-tc h
3

Flg, V·IO.- Talud en equilibrio limite en cada punto, reposando sobre un


substrato rtgido. (J. Mandel.)

suradas por el corrimiento. Habrá que declarar, pues, una ver-


dadera guerra al agua. si no se quiere ver aparecer una corriente
de fango, obedeciendo a las leyes de la hidrodinámica de los ilui-
dos viscosos y rígidos. El perfil límite de Mande!. cuya definición
matemática es muy compleja, no puede adoptarse en la práctica,
pero es fácil sustituirlo por una serie de segmentos de recta.
Por otra parte, esto es lo que hacen inconscientemente y con gran
fortuna algunos ingenieros para los taludes de presas de tierra.

Copy"ghlcd malcríol
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book.
266 GEOTECNIA DEL INGENIERO

vida, de la que hemos hablado al principio y que se conoce muy


poco.
Todo esto no indica que no sean necesarios los cálculos, sino
simplemente que no hay que fiarse mucho de ellos. Si se está se-
guro de que el terreno no puede presentar una disminución de
resistencia con el tiempo, se puede evaluar el efecto de una so-
brecarga dispuesta encima del talud o de un terraplén a lo largo
de éste. Pero si hay una infiltración de agua subterránea, hay
que actuar Con sumo cuidado,
La disminución de la pendiente de los taludes en el canal
del salto de agua de Se Esteve, por ejemplo, provocó corrimien-
tos contra toda suposición (J. N. Pichón, 1964). Se puede pensar,
aunque parezca bastante inverosímil, que la reducción de la pen-
diente ha aumentado la presión de la corriente que solicitaba el
talud. Sea como fuere, se recuperó la estabilidad demochando
la colina y realizando una galería de desagüe a fin de rebajar la
capa freática,

Vaciado rápido

La experiencia ha mostrado que un talud aguas arriba de una


presa podía ser perfectamente estable, estuviese el embalse va-
cío o lleno. pero corría el riesgo de desmoronarse en caso de va,
ciado rá pido.
El problema no es fácil de resolver, pues su inestabilidad pro-
viene de la presión de corriente de las aguas intersticiales del
macizo que, al filtrarse simultáneamente con el vaciado, cargan
verticalmente la parte alta del macizo y horizontalmente, poco
más o menos, la parte baja.
Un método muy aproximativo consiste en suponer una línea
de rotura circular de centro O (fig, V-13) y admitir que las aguas
intersticiales se filtran según unos arcos de círculo concéntrico.
Tomando en relación a O momentos del peso del macizo en mo-
vimiento, y más tarde de las presiones de corriente, se obtienen
dos expresiones de la misma forma no diferenciándose una de
otra más que por el peso específico de las tierras y del agua que
es factor a considerar en ambos casos.
El resultado permite formarse idea de los efectos de un vacía-
do rápido, si utilizamos, por ejemplo, la fórmula de Frontard

Copy,íghtcO malcríal
CORlUMIENTO DE TIERRAS 267

2
;-y R' sen i
3
Fig. V-13.- Hipótesis para el estudio del vaciado rápido.

después de haber aumentado el peso específico de las tierras su-


mándole una unidad. Pero, repitámoslo, no se trata aquí más
que de una somera aproximación.

DESLIZAMIENTOS REALES

Si los deslizamientos circulares caracterizan la postura de la


mecánica de suelos, conviene oponerte la de la Geología, no con-
taminada por la Geotecnia, que no ve en un deslizamiento sino
el efecto de una capa profunda más o menos reblandecida por
las aguas. Para ésta, la superficie de rotura es generalmente pla-
na, y paralela a la superficie del terreno, salvo en sus extremida-
des.
Evidentemente, ambas ciencias tienen razón, pero ni una ni
otra se deben generalizar o simplificar exageradamente. Compren-
demos entonces cómo la presencia de una capa blanda puede aso-
ciar perfectamente las dos visiones del problema (fig. V-14).
También puede suceder que una superposición de círculos de
deslizamientos haga suponer que 'se trata de un deslizamiento
plano (fig. V-IS), mientras que cada círculo corresponde manifies-
tamente a un deslizamiento en bloque.

Copyflghlcd m"lcrial
268 CEOTECN1,\ DEL INGENLERO

Superñcie {J(! ('leSII1.~Ullie'lto

Fig, V·14.- Superficie de rotura impuesta por la presencia de una estrecha


capa blanda.

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- ... _..: ". ... 11 "
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_._--- ..
.... . ~.}, .~
Fig. V·15.- Superposición de círculos que dan la apariencia de un des-
lizamiento plano.

Algunas veces, el deslizamiento plano se produce en un maci-


zo homogéneo, sin que haya la menor capa lubricante (fig. 1.6).
Ciertos deslizamientos son tan alargados que para su estudio
parece ser adecuada la espiral logarírmica (Wang Yen, 1936;
O. Eide; L. Bjerrum. 1955) (fig. V-16). Otros muestran en su su-
perficie una sucesión de dunas paralelas en forma de picos
(fig. V·17), que no se pueden interpretar sino recurriendo a mu-
chos círcuJos (figs. 1.7 y 1.8) (S. Odenstad, 1951; \"J. KjeUman,
1954). Finalmente, las verdaderas corrientes de fango son bien
reales (fig. 1.4). Hay algunas que, incluso como un torrente.
muestran muy claramente el circo de alimentación, el canal de
corriente a veces muy largo (varios cientos de metros e incluso
kilómetros) y el cono de deyección.
Terminaremos esta rápida descripción de los deshzamientos
con dos ejemplos de escombreras en funcionamiento.
En Hayange (lig. 1.9) la superficie de deslizamiento sólo exis-
te aguas arriba y hace pensar en un deslizamiento circular. Las
obras posteriores mostraron, sin embargo, que no habia ningún

Copyflghlcd m"lcrial
CORR ~\llF.NTO 1)f. TiERRAS 27L

parece pues estar en contradicción con el rozamiento interno del


macizo. Esta forma circular sólo puede servir de aproximación, lo
que no hay que olvidar cuando se evalúa el coeficiente de segu-
ridad.
Así, es penoso constatar que con los métodos de cálculo ac-
tuales. es mucho más valioso para un proyecto, honradamente,
fiarse antes de la experiencia que de un cálculo que da unos resul-
tados preconcebidos. No se trata de un prejuicio, sino simplernen-
te del resultado de la experiencia. En efecto, hemos visto desmo-
ronarse muchos taludes, aunque su edificación hubiera sido jus-
tificada por una nota de cálculo muy erudita y que mostraba un
coeficiente de seguridad muy elevado.

INFLUENCIA DE LA NATURALEZA DEL TERRENO

En realidad es aquí por donde habíamos debido empezar este


estudio, pues la geotecnia depende antes de la Iísica que de la me-
cánica. Pero es algo tan poco habitual, que los ingenieros no se
extrañan hoy día de ver este problema presentado a la inversa.
P01- esto nos ha parecido necesario empezar insistiendo sobre las
restringidas posibilidades de los métodos de cálculo conocidos.

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Fíg. V-IS.- Deslizamiento de TlúonviUe con capas de transporte.

Copy"gh!cd malcríol
272 GEOTEeNJA DEI. INCENIERO

De hecho, todo depende de las características del terreno,


y corno ya hemos visto, apenas si se sabe definirlas, No saldremos,
pues, de unas generalidades, intentando de todas formas sacar de
ellas el mayor provecho posible.
Comencemos por las arcillas sensibles, Se trata de unas arci-
llas glaciales de Escandinavia y del Canadá, así como también
de ciertas arcillas de Méjico, En general, constituyen macizos
prácticamente homogéneos, pero su sensibilidad es tan grande que
basta con removerlas para que se transformen en líquido
(R. C. Crewford, 1963),
En estos macizos, los deslizamientos pueden tornar aspectos
muy curiosos con una garganta hacia abajo (fig. V-19). (L. Bje-
rrum, 1955). Además suelen ser catastróficos, no solamente por
su amplitud (fig. 1-5) sino sobre todo por la velocidad con que
se producen, tan sólo en unos minutos (B. Jacobson, 1952), Esta
rapidez está absolutamente ligada con la sensibilidad del terreno
que pierde toda su resistencia en cuanto hay un cizalla miento
por leve que sea,
Estos deslizamientos se manifiestan en taludes inclinados ape-
nas unos grados sobre la horizontal. Su origen e·s el mismo que
para cualquier otro terreno: duración de vida, presión de co-
rriente, etc, Pero parece ser que también las vibraciones tienen
una gran influencia. En Surte, el arranque de un tren lue, proba-
blemente, el origen de todo,
Las vibraciones pueden tener un efecto mucho más importan-
te de lo que parece (cap. primero). Así, las vibraciones debidas a
una hincadura de pilotes, provocaron el corrimiento de Zug
(fig, 1-4),en un terreno constituido por limos,
Abandonemos estos suelos algo especiales para volver a las ar-
cillas corrientes. Puede ocurrir que una iniiltracián de agua, in-
cluso poco importante, provoque un corrimiento, Es lo que pasó
en Ben Merit (Túnez) bajo una conducción de agua con fugas
gota a gota. Al cabo de unas semanas, se produjo el corrimiento.
En Bou Hanifia (Argelia) fueron las aguas residuales de la co-
cina de la obra, lo que provocó el corrimiento, En este caso, el
fenómeno mecánico debido al agua fue completado por un [eno-
lueno quimico debido a la naturaleza de dichas aguas.
Esto nos lleva a hablar del corrimiento de El Biar, en Argel,
que provoca con regularidad el desprendimiento de un trozo de
acantilado molásico que reposa sobre margas (M. Agard, 1948)

Copynghrcd matcriat
CORRIMIENTO DE T!.ERR;\S 275

CIlindro de arcilla
DESECACiÓN

I
El ele permanece fijo "*
\.
En los 2 casos el eje
so dosplaza hacia abajo

HUMECTACiÓN
.\

Fig. V·2!. - Experimento de U. Nascimcnto que explica In reptación de los


taludes arcillosos.

Fig. V·22.-. Pisadas de vaca. en Colombino

20

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316 GEOTECNIA DEL lNGENIERO

Fig. VI·5. - Presa de Argcruat, Muro guía-aguas provisional sostenido por


tirantes de 120 t.

trabajan a tracción, ya que estos esfuerzos se transmiten direc-


tamente al macizo rocoso a través de los cables.
Conviene señalar que si el empotramiento de los cables se
hubiese hecho en la base de los pilotes y no más abajo, en la cali-
za, aquellos pilotes serían sencillamente pilotes resistentes a es-
fucrzos de tracción. En tal supuesto intervendría la resistencia al
arrancamiento, pero no al pretensado de la cimentación. Es evi-
dente que, en tal caso, la tensión de pretensado necesaria para
oponerse a los esf-uerzos excepcionales, aumenta, en servicio nor-
mal, el porcentaje de compresión de los pilotes; hay que tenerlo
en cuenta.

ANCLAJES HORIZONTALES

La realización de pistas de aeropuerto o calzadas de hormigón


pretensado ha exigido, algunas veces, la ejecución de espolones

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330 GEOTECNIA I>EL lNGEN1EIlU

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G) ESFUERZOS DE TRACCIÓN fTooalildasJ

Fig. VI·17. - Diagrama de puesta en tensión de un cable de 20 m de tongl-


tud. efectuada después tic un deslizamiento del anclaje seguido de un
bloqueo dcfini t ivo.

cizallamiento lateral, como en los suelos blandos únicamente


coherentes.
A priori, parece que ambos modos de funcionamiento del em-
potramiento están ligados a los valores relat ivos del módulo de
elasticidad del medio que lo encaja y del relleno. Si es el módulo
de elasticidad del relleno el que es menor, habrá acuñarniento, y en
caso contrario, cizallamiento lateral.

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340 (;EOTECNIA DEL INGENIERO

El empotramiento del cable, así preparado, se hace con una


lechada de cemento o con un mortero. Si la roca está muy 5su.
rada, se inyecta la perforación antes de introducir el cable, pero
si no lo está en exceso es mejor inyectar durante el anclaje. De
esta forma el depósito de cemento que se forma alrededor de los
alambres es mejor.
Los cables gruesos se colocan en su sitio en la perforación,
inyectándose por medio de tubos previstos durante su fabricación
y dispuestos en su centro.
Se puede operar de la misma manera con 105 cables pequeños,
pero, al ser más fáciles de manejar, se puede asimismo empezar
por poner la lechada en toda la longitud del empotramiento. El
cable se desciende en seguida. En tal caso, la inyección previa
de la perforación es indispensable a fin de evitar las pérdidas de
lechada. El anclaje se hace por simple decantación del cemento.
La altura de sellado tiene que estar limitada, obligatoriamen-
te, si la protección del cable contra la corrosión queda asegurada
después de la puesta en tensión ya estando todos los alambres
dentro del cemento. Pero si el cable está por encima del empo-
tramiento, protegido por una vaina plástica, se puede rellenar
de cemento toda la perforación. Contrariamente al caso prece-
dente. la puesta en tensión se hace después del relleno, ya que
el cable puede deslizar dentro de la vaina de plástico. Así se ancla-
ron los cables de Cheurfas con un esfuerzo de 1.000 toneladas.
A pesar de las apariencias, no cabe imaginar que con cualquier
producto se pueda hacer un buen empotramiento. Cuando se ba
elegido convenientemente el cemento, su modo de colocación
poco importa. Basta con que la longitud de empotramiento no
sea demasiado corta. Los mejores cementos son incontestable-
mente los de molido grueso (H. Cambcfort, 1964). De esta forma,
una simple decantación proporciona un depósito compacto y
homogéneo.
Los ingredientes pueden ser peligrosos, pues algunos retar-
dan la decantación. Un estudio en el laboratorio es, pues, neceo
sario si se quiere poder garantizar el mantenimiento de los ancla-
jes, y puede conducir en algunos casos a exigir un empotramiento
a presión.
Para efectuar el empotramiento inyectando la lechada {l pre-
siór¡ es necesario utilizar cables prefabricados con un obturador,
como son, por ejemplo, algunos cables BBR (fig. VI-26). Desgra-

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