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Formación Básica para el Acompañamiento de Ejercicios Espirituales – Junio a Julio 2019 –

Disposiciones para el comienzo de los Ejercicios

Iván Restrepo S.J.


Los Ejercicios buscan que el ejercitante llegue a tener
una honda y auténtica “experiencia de Dios”.
¿Qué queremos decir con esa palabra “experiencia”
que de tanto usarla se ha vuelto un tanto „borrosa‟?
Se da una verdadera “experiencia”
cuando hay una captación de la realidad más allá de los conceptos.
En su revelación Dios tiene un gran respeto
por esa estructura experiencial humana,
de tal modo que ella se da de manera privilegiada en el ENCUENTRO con Él. Por
eso cuando hablamos de “experiencia de Dios”
estamos hablando de un genitivo „subjetivo‟,
pues es Él el que se manifiesta y casi se impone.
La Biblia toda es el „recuento‟ de los múltiples intentos de Dios
por lograr un ENCUENTRO con la humanidad1.

Esa relación con Dios es la relación con un Dios creador


y ese „encuentro‟ de Dios con la humanidad
se plenificó en la persona de JESÚS DE NAZARET.
Pero ese encuentro no se dará
cuando Dios se esconde
o cuando el hombre está totalmente cerrado a él.

De parte del hombre lo más típico para Ignacio es


“su mera libertad y querer” (EE. 32);
(para otros es otro aspecto del ser humano,
para Agustín por ejemplo es la inteligencia).
Pero para Ignacio
el hombre está en continuo cambio a través de las elecciones que hace.

Los Ejercicios ignacianos buscan propiciar ese encuentro,


haciendo que el ser humano se disponga para él,
y lo primero que el hombre necesita es „ascesis y abnegación‟,
porque está muy condicionado,
y ascesis viene del verbo askew,
que significa precisamente entrenarse, ejercitarse.

La „experiencia de Dios‟ plenifica sin hartar


al paso que la pasión harta sin plenificar.

Hay, pues, un doble proceso

1
Ver Diego M. Molina, Experiencia de Dios, MANRESA 81, 329-341.
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que se va desarrollando en todas las etapas de los Ejercicios.


De un lado, la DISPOSICIÓN o acondicionamiento de parte del ejercitante,
del otro, más importante aún, la acción y atracción por parte de Dios,
que él concede a través de la consolación
y de las gracias que él va otorgando
mientras el ejercitante busca la voluntad de Dios para hallarla y cumplirla.

En el Principio y Fundamento el FIN del hombre esta puesto en términos de


ALABAR, HACER REVERENCIA Y SERVIR a Dios nuestro Señor
y mediante esto SALVAR EL ALMA.
Esa finalidad la retoma Ignacio las más de las veces en el binomio
“para el mayor SERVICIO y ALABANZA de Dios nuestro Señor”.

El HACER REVERENCIA es la actitud fundamental de los Ejercicios,


la cual irá evolucionando a través de todo el proceso,
de modo que debajo de esa actitud de „reverencia‟ a Dios,
podemos hacer un listado de los siguientes elementos
que el ejercitante va pidiendo como gracias sucesivas:
en primer lugar, todo lo que tiene que ver con el “disponerse” para recibir
 una serie de gracias y mociones mediante las cuales
el ejercitante vaya obteniendo de Dios la “indiferencia”;
 esa indiferencia es alcanzada en la segunda manera de “humildad”, requisito
para poder entrar en la elección;
 esa elección requiere la “obediencia” que, junto con la humildad,
hace posible
 la “disponibilidad” para acoger la elección que Dios haga del ejercitante.
Lo que está detrás de la humildad, la obediencia y la disponibilidad es
 el “amor” a Cristo, motivación fundamental
que se va haciendo más explícita a medida que el proceso avanza.

Una vez asegurado de que Dios le ha querido conceder


de distintas maneras y en distintos grados esa serie de gracias,
el ejercitante esta dispuesto para “ser elegido” a un SERVICIO particular,
que a la vez es „misión‟ y „envío‟ de parte de Dios.
Ese servicio es una participación en la misión del Hijo
en favor de la vida y salvación de los seres humanos,
es decir, en “ayuda de las almas”, en el lenguaje de Ignacio.
El dedicarse totalmente a ese servicio y a esa misión
será la manera concreta como el ejercitante
ordenará y orientará plenamente su vida a la
 “gloria y alabanza” de Dios
y en esto encontrará, de contera, la “salvación de su alma”.

Disposiciones para comenzar los Ejercicios 2


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Los Ejercicios son


la historia del camino progresivo de un hombre
en el misterio de la salvación, revelada en Jesucristo;
van „narrando‟ los diversos estadios de un camino de fe.
Son una manera de promover el crecimiento en la fe, es decir,
crecer en una relación personal con Cristo.

Alguno pudiera tomar los Ejercicios como


un crecer en esa relación personal con Cristo.
Y el modelo de este tipo de relación es
el de dos personas que se conocen, se enamoran y se casan.

Para que pueda comenzar una relación personal


son indispensables actitudes o disposiciones.
Si esto nos sucede con los demás,
también y con mayor razón, con el Señor Jesús.
Para que una relación verdadera nazca, se requiere:

a) Un sentido de „misterio‟
y capacidad de „maravillarse‟ ante la otra persona;
b) Un sentido de „reverencia y respeto‟,
y no relacionarse solo a nivel de conveniencia propia;
c) „generosidad‟, y no ver la otra persona en función de sí mismo;
d) Capacidad de „perseverancia y compromiso‟;
e) Una actitud de „apertura‟;
aceptar realmente lo que la otra persona es, dice y hace.

Ignacio también apunta a esas actitudes o disposiciones


muy convenientes para entrar en Ejercicios:

a) Sentido de misterio, en oposición a un enfoque demasiado intelectual de la


vida, que se ocupa más de resolver problemas que de someterse al
misterio, “... no es el mucho saber lo que llena y satisface el alma, sino
sentir y gustar interiormente la verdad”. (EE 2).

b) Los Ejercicios se desarrollan en buena parte en el terreno de los


sentimientos y emociones; hay que ser capaz de sentimientos, de
reconocerlos y aceptarlos. Cuando el que da los Ejercicios percibe que el
ejercitante no se siente afectado por ninguna experiencia espiritual como
consolaciones o desolaciones, y que no es afectado por diferentes
espíritus, que le pregunte si hace los ejercicios (Cfr. EE 6 y 17).

c) Un sentido de reverencia: Tenemos que observar que cuando con actos de


la voluntad nos dirigimos a Dios nuestro Señor o a sus santos vocal o

Disposiciones para comenzar los Ejercicios 3


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mentalmente, se exige de nuestra parte más reverencia que cuando


usamos el intelecto para razonar. (Cfr. EE 3).

d) Generosidad: Será muy provechoso para el que pasará por los Ejercicios el
entrar en ellos con magnanimidad y generosidad hacia su Creador y Señor
(Cfr. EE 5).

e) Perseverancia, El ejercitante cuidará siempre de quedar satisfecho,


consciente de haber perseverado en el ejercicio durante toda una hora (Cfr.
EE 12).

f) Apertura, como se recomienda en el prosupuesto (EE. 22), que esté uno


más dispuesto a creer al otro que a condenarlo.

Se suele entrar en Ejercicios muy centrados en las propias necesidades tal como
nosotros las percibimos y nuestras peticiones a Dios podrían quedarse fijadas en
esos términos. Pero los Ejercicios van propiciando una disposición más receptiva,
según la cual es más bien la acción de Dios la que nos va llamando y concediendo
las gracias que nos van haciendo aptos para cumplir su voluntad. “Danos Señor tu
gracia para que tu santísima voluntad siempre sintamos y esta enteramente
cumplamos”. O como decía Agustín, “Señor, dame lo que me pides y pide lo que
quieras”.

Los dos esquemas siguientes tratan de representar esas dos disposiciones y


cómo los Ejercicios buscan hacernos pasar del primer esquema al segundo.

Dios nuestro Señor


Acto “creador”
del Padre

Acto
“divinizador”
del
Espíritu

Obtener
Pedir lo que una respuesta Acto “encarnatorio”
necesito de Dios del Hijo

 
Actitud acaparadora Actitud receptiva

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