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Revista Arqueologia Pública, São Paulo, nº 2, 2007. pgs. 57-71.

NARRATIVAS ARQUEOLÓGICAS
PÚBLICAS E IDENTIDADES INDÍGENAS EN CATAMARCA.

Marcos Quesada*
Enrique Moreno **
Marcos Gastaldi***

Resumen: Nos interesa explorar aquí el rol que juegan las narrativas arqueo-
lógicas en la conformación del imaginario de lo indígena y su historia en la
provincia de Catamarca, Argentina. Por medio de un análisis espacial y discursivo
de la exhibición del “Museo Arqueológico Adán Quiroga”, sostendremos que
estas narrativas relegan lo indígena al pasado prehispánico, al tiempo que
afirman su desaparición durante los primeros tiempos de la colonia. Estas nar-
rativas no sólo podrían erosionar las posibilidades de autoafirmación identitaria
por parte de los mismos indígenas, sino que crean dudas en cuanto a la legitimidad
de tales identidades y los derechos que le asisten.

Palabras clave: narrativas, arqueología pública, identidades, indígenas, museo

El avance de la lógica de producción capi- conformación de parques nacionales o áreas


talista sobre tierras que habían permanecido protegidas, son sólo algunos de ellos. Los
bajo el usufructo de comunidades campesinas, conflictos que se generaron alrededor de estos
ha cobrado un nuevo impulso en la última dé- procesos dieron lugar, en algunos casos, a la
cada en la provincia de Catamarca. La organización de acciones colectivas orientadas
apropiación de estos espacios, que en general a impedir la enajenación (por ejemplo Pizarro
se trata de los llamados “campos comuneros”, 2000, Pizarro y Moreno 2003). Sin embargo, a
se debe a una variedad de procesos económicos diferencia de lo que sucedió en otras provincias,
según el lugar de la provincia donde se produce. muy pocas de estas movilizaciones campesinas
La instalación de empresas agroindustriales llevaron a su conformación como comunida-
que aprovechan las políticas estatales de des indígenas, aún cuando la reforma consti-
diferimiento impositivo, el auge de la minería tucional del año 1994 incluyó una serie de
en gran escala, ciertos proyectos de amparos y garantías para quienes se
reconocieran como tales. Las causas de tal
fenómeno deben ser múltiples, complejas y
concurrentes. En este trabajo nos interesa ex-
*Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de plorar el probable rol que juegan las narrati-
Catamarca y CONICET - mkesada@yahoo.com.ar vas arqueológicas dirigidas al gran público en
**Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de
Catamarca y CONICET - enalmor@yahoo.com la conformación del imaginario de lo indígena
***Museo de Antropología, Universidad Nacional de y su historia en Catamarca. Por medio de un
Córdoba y CONICET - mrgastaldi@yahoo.com.ar análisis espacial de la exhibición del museo

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arqueológico Adán Quiroga, sostendremos que blicos, los arqueólogos nunca nos caracteri-
estas narrativas relegan lo indígena al pasado zamos por nuestro afán de difundir los re-
prehispánico, al tiempo que afirman su sultados de las investigaciones fuera de los
desaparición durante los primeros tiempos de ámbitos académicos. Es en los museos don-
la colonia. Estas narrativas no sólo podrían de el público puede penetrar en los misterio-
erosionar, al menos en alguna medida, las sos saberes que, de otro modo, quedan con-
posibilidades de autoafirmación identitaria por finados en el hermetismo de nuestro campo
parte de los mismos indígenas, sino que crean disciplinar. De los museos arqueológicos de
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dudas en cuanto a la legitimidad de tales iden- Catamarca, el más importante en cuanto a


tidades y los derechos que les asisten. antigüedad y valor de la colección es el Adán
En un trabajo reciente, Haber (1999) Quiroga, en la ciudad Capital. Este tiene su
empleó el término ruptura metafísica para origen en el interés coleccionista de Salva-
hacer referencia a la separación de los cam- dor Narváez, sacerdote franciscano que en
pos objetuales de la arqueología y la historia, la década de 1930 comenzó a reunir las nu-
es decir la distinción entre lo arqueológico y lo merosas piezas que integran el patrimonio
histórico. Esta demarcación disciplinaria, cuyo del museo. En 1975, mediante un convenio
origen fue rastreado por el autor hasta la obra realizado entre la orden religiosa y la
de S. Debenedetti a comienzos de la década Municipalidad de la ciudad Capital, el museo
de 1920, marcó a lo largo de casi un siglo la quedó bajo la custodia y administración de
producción de narrativas históricas en la Ar- esta última. Probablemente la organización
gentina. La ruptura metafísica, sustentada en espacial de la muestra y su guión museológico
la supuesta discontinuidad cultural de la daten de esta fecha. Los autores de este texto
tradición aborigen tras la conquista española, no recordamos modificaciones significativas
no sólo supuso una separación del objeto, sino en los últimos 15 años. El edificio que alber-
también una demarcación del sujeto. De esta ga el Museo fue construido en 1943 como un
manera se constituyó una división entre lo his- complejo cultural provisto, aparte del museo,
tórico representando un pasado hispánico y de una sala de conferencias, biblioteca y otras
más cercano al nosotros criollo y republicano y dependencias. Al Museo le corresponden tres
una arqueología representando un pasado más salones donde se organiza la exhibición. El
lejano, de otros, definido por el pasado indíge- más amplio de ellos es el salón de arqueología
na que queda como un fenómeno atrasado en (Fig. 1), luego la sala Colonial (Fig. 2) y fi-
el tiempo y exótico a partir de la conquista nalmente la sala Fray Mamerto Esquiú (Fig.
española (Funari 2006, Galloway 2006, Hall y 3). Lo que nos interesa aquí es analizar el
Silliman 2006). Por ello, sus consecuencias relato acerca de la historia que organiza la
fueron de importancia no sólo en el ámbito distribución espacial de la exhibición.
académico, como claramente lo señala Haber El principal criterio para la organización
(1999), sino también en las narrativas públi- de la muestra es cronológico. La ordenación
cas acerca de la historia que los arqueólogos cronológica de la muestra no es ingenuamen-
producimos y por ende en la construcción del te seguida, sino que se relaciona con la idea
imaginario colectivo de la Nación. de progreso que ha dominado buena parte
Podría parecer extraño que en Catamarca, del desarrollo de la arqueología que continu-
donde el pasado prehispánico es movilizado ando lo propuesto en el siglo XVIII por el
frecuentemente en los discursos y actos pú- iluminismo, se centraba en la idea de una
continuidad desde lo simple hacia lo
complejo, con un parámetro tecnológico como
(1) Está claro que no del todo, puesto que fundamento explicativo, siguiendo una
recientemente, en Catamarca, dos comunidades in- complejidad acumulativa y medida a partir
dígenas iniciaron procesos de reconocimiento y otras de parámetros tecnológicos (Mc Guire 1983,
están comenzando a recorrer esa senda. 1996; Shanks y Tilley 1987).

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Fig. 1. Vista general de la sala de arqueología del Museo Adán Quiroga

Fig. 2. Vista general de la sala de historia colonial

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Fig. 3. Vista general de la sala Fray Mamerto Esquiú.

Este se estructura en dos niveles, por “Precerámico ”. 2 Ya estamos en el inicio del


un lado se ordena en la secuencia de salas relato. A partir de allí circulamos entre piezas
(arqueológico – colonial/religioso) y por que representan aquello que, se supone, ca-
otro lado ordena la distribución en el am- racteriza cada período. Lo precerámico, en-
p l i o s a l ó n d e a r q u e o l o g í a . Va m o s a cerrado en una única vitrina, está representa-
comenzar por este último nivel. Las vitri- do por herramientas de piedra y hueso (Fig.
nas que contienen las piezas arqueológi- 6). Algunas de ellas, como las “muyunas”, la
cas están dispuestas una junto a otra for- azada de piedra y los morteros, bien podrían
mando pasillos que prescriben y proscriben corresponder a períodos posteriores (Fig. 7).
rígidamente la circulación. Esta suerte de
laberinto conduce al visitante a lo largo del
“hilo de la historia”. La experiencia es la (2) En la Figura 5 se observa el cuadro cronológico
siguiente: al ingresar al salón uno se del Noroeste Argentino, confeccionado según los
encuentra con la primera barrera (Fig. 4). datos obtenidos por Alberto Rex González para el
Una fila de vitrinas impide el avance y deja Valle de Hualfín (Departamento Belén, Provincia de
Catamarca) y que es el que reproduce el Museo Adán
libres dos direcciones posibles, derecha o
Quiroga. El mismo divide el tiempo prehispánico del
izquierda. Pero antes de tomar una decisión Noroeste Argentino en dos grandes períodos:
debe uno dirigirse al escritorio ubicado justo precerámico y agroalfarero. El agralfarero a su vez
frente a la puerta de acceso donde el está dividido en formativo temprano, medio y tardío.
empleado municipal realiza el cobro de la El precerámico estaría caracterizado por ocupaciones
de cazadores-recolectores, que responden a una
entrada e inmediatamente indica que la
organización social muy simple. El período agroalfarero
dirección “correcta” es hacia la izquierda. estaría conformado por grupos cada vez más
Al girar en la esquina se arriba a un sector desarrollados, con conjuntos cerámicos y desarrollo
demarcado con un cartel que dice de la producción agrícola y el pastoreo de camélidos.

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Fig. 4. Plano de circulación en la sala de arqueología.

A continuación, nos adentramos al período Así se arriba al fondo del salón. Allí la
temprano indicado por su respectivo cartel. Lo atención del visitante es capturada, primero,
característico aquí son las cerámicas de los por unas vitrinas que contienen ceramios con
estilos correspondientes a las llamadas cultu- forma de animalitos de culturas del período
ras Ciénaga, Condorhuasi y Candelaria, que, temprano e inmediatamente a continuación,
si bien separadas en las vitrinas, aparecen, se ya regresando a la entrada, por tres vitrinas
sabe, mezcladas en los sitios arqueológicos.3 adyacentes que contienen el cuerpo disecado

(3) Estas culturas fueron definidas, por la arqueología


argentina, como si fueran pueblos o grupos étnicos sus objetos de investigación, como “totalidades”. Así
distintos, cada uno con diferencias claras en todos la cultura como totalidad uniforme, portada por un
los ámbitos de la vida cotidiana, separados, sobre grupo de personas se expresaba materialmente en
todo, temporal y espacialmente unos de otros. Las los objetos realizados por estos. De esta forma las
vinculaciones entre estilo cerámico y cultura, y su culturas quedaban amaradas con pueblos particula-
correlación con la idea de pueblo o grupo étnico, se res, grupos étnicos, tribus y/o razas; y la cultura
explica en virtud de que la arqueología, como así material se transformaba en significante de aquellos
también la antropología, tendieron a representar, a (Jones 1996, 1997; Trigger 1989).

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Fig. 5. Secuencia cronológica-cultural del noroeste argentino según Kriscautzky


(1999). Es similar a la que se expone en el acceso a la sala de arqueología.

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Fig. 6. Vista de la vitrina con material precerámico, sobre ella, el cartel indicador del período.

Fig. 7. Materiales exhibidos en la vitrina del período Precerámico.

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de un adulto la primera, de un niño la segun- Yokavil, discos y otros objetos de metal, etc.)
da y finalmente, un esqueleto de adulto la e Inka (cerámica inka). Finalmente, ya en el
tercera (Fig. 8). Nos encontramos en el cen- fondo del salón, una vitrina contiene unos
tro el salón. La circulación es luego dirigida pocos ejemplares de vasijas conocidas como
por la posición de una serie de paneles con Caspinchango, que corresponden a la
fotografías de arte rupestre y vitrinas que cerámica indígena característica de los
albergan piezas reunidas por categoría fun- primeros siglos de la conquista española (Fig.
cional (morteros y fuentes) o materia prima 10). Aquí, en el período Hispano-indígena,
(objetos de piedra) (Fig. 9) y otra que contiene se completa el recorrido de la muestra ar-
numerosos cráneos. El ordenamiento crono- queológica.
lógico que fuera reemplazado en la hilera Cada uno de los períodos (Precerámico,
central de vitrinas, la que nos trajo nuevamente Temprano, Medio, Tardío, Inka e Hispano-
a la entrada pero ahora del otro lado del indígena) está señalado con el correspondiente
escritorio, por exhibiciones temáticas, es re- cartel que no sólo indica el lugar de la historia
tomado en adelante, con rigurosidad. El ex- en que uno se encuentra, sino que, por estar
tremo de la tercera hilera de vitrinas más escritos de un sólo lado, señalan la forma
próximo al visitante comienza con una correcta en que la historia debe ser recorri-
exhibición de objetos de la cultura de La Agua- da y aprehendida reforzando textualmente
da, que representa al período Medio. Luego, la coreografía que el ordenamiento de las
dirigiéndonos nuevamente al fondo del salón, vitrinas impone materialmente. El recorrido
circulamos entre objetos de los períodos histórico que acabamos de sintetizar, quizá
Tardío o de Desarrollos Regionales (cerámicas en exceso, da cuenta de una historia
conocidas como Santa María, Sanagasta, prehispánica continua. La adyacencia de las

Fig. 8. Vitrinas con cuerpos momificados en el centro del salón de arqueología

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Fig. 9. Ejemplo de materiales de piedra de diferentes períodos juntos en una misma vitrina.

Fig. 10. Vasijas del período hispano-indígena (colonial) exhibidas en la sala de arqueología.

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vitrinas y, sobre todo, la posibilidad de reu- demos acercarnos a una respuesta si


nir en una sola de ellas, objetos de diferen- analizamos los objetos presentes y los au-
tes períodos (por ejemplo “objetos de me- sentes en cada sala. Para ingresar a la sala
tal” o “collares de cuentas”) parece indicar colonial se debe transponer una puerta que
que las rupturas, si las hubo, no alcanzaron se ubica a un costado del salón arqueológi-
a marcar una discontinuidad de importancia co, como indica el cartel montado sobre un
en el flujo histórico, al menos no uno que dintel. Esto implica, por lo tanto, que lo ar-
deba incidir en el flujo de la circulación. Un queológico quedó atrás en el espacio y en el
corte más marcado, en cambio, puede ser tiempo. Entre los objetos exhibidos en la sala
experimentado cuando uno pretende ingresar colonial se destacan un pesado carruaje de
a la historia colonial. Esto es, en principio, la década de 1850 donado por los descendientes
porque la muestra está montada en otra sala, de un gobernador (Fig. 12), el sable y mandil
pero más importante aún, por los objetos que de la montura del Teniente Coronel Estanislao
caracterizan a este período (Fig. 11). Vamos Maldones (1854-1934) (Fig. 13), máquinas
a desarrollar esto más detenidamente para de escribir, una colección de armas de fuego
ver la naturaleza del corte. del siglo XIX y comienzos del XX, planchas
Sabido es que todo corte en la historia de hierro (para planchar ropa), moldes de
resulta, por fuerza, arbitrario. Esto dice en velas, mates (para tomar mate), estribos de
primera instancia que podría haber sido en madera, entre otros. Ninguno de los objetos
cualquier otro momento, por ejemplo tras la expuestos en la sala colonial corresponde,
expansión incaica o las guerras de la de acuerdo a su cronología, al período colo-
independencia, pero también nos obliga a nial, sino al republicano. No es que el museo
preguntar por el motivo de la elección. Po- Adán Quiroga no posea objetos del período

Fig. 11. Vista del acceso a la sala colonial desde la sala de arqueología.

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Fig. 12. Carreta exhibida en la sala colonial (ca. 1850)

colonial, sino que estos no están en la sala


colonial. ¿Donde están entonces? Los obje-
tos que sin duda corresponden a momentos
del coloniaje español son la cerámica
Caspinchango y un collar de cuentas de vidrio
que están expuestos en el salón de arqueología.
También hay allí unos tupus (alfileres para
sujetar la ropa) que podrían ser de época
colonial. ¿Por qué los objetos coloniales no
están en la sala colonial y en cambio si se
expusieron allí otros de épocas más recientes?
Se nos ocurre un solo motivo: porque los
objetos coloniales que posee el museo Adán
Quiroga fueron hechos o usados por los
indios, es decir, son indígenas. De este modo
podemos entender también el motivo por el
cual es la sala de arqueología la que alberga
el arco, las flechas y el textil vegetal, todos
ellos de reciente confección por algún grupo
indígena chaqueño, textiles de lana de origen

Fig. 13. Sables y mandíl pertenecientes al Teniente


Coronel Estanislao Maldones (1854-1934).

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también reciente o incluso los trajes de la enseñanza impartida por sus maestros; en
comparsa “Indios Diaguitas y Calchaquíes” de segundo lugar, porque el relato cuenta con
Mutquín donados hace sólo un par de años el aval del museo como institución (Alvarado
por quienes los confeccionaron (Fig. 14). Nada et al. 2003, Funari 2001, Endere y Curtoni
en la sala colonial representa a los indíge- 2003, Podgorny 1999), pero lo más impor-
nas.4 Se trata, en cambio de objetos que tante quizás, sea el hecho de que se trata de
remiten más a una idea de lo “criollo” (los un relato que no está enunciado. De hecho,
mates, las espuelas, los moldes de velas) y no es aprehendido como una forma discursiva,
a la administración estatal (los objetos mili- sino que lo es por medio de la experiencia
tares, la máquina de escribir “planillera”, corporal que resulta del transitar entre los
etc.). Como un acto de prestidigitación, la objetos. Este transcurrir por pasillos y salas
ubicación espacial de los objetos asimiló lo que delimitan espacio-temporalmente la for-
indígena a lo arqueológico, lo relegó al ma en que debe ser reconocida y narrada la
pasado remoto al tiempo que lo excluyó de historia de Catamarca, no sólo demarca una
la historia reciente y del presente. Como una forma de aprender la narrativa, sino también
burla del destino, en la sala colonial pode- de vivirla, y de esta manera, queda impresa
mos ver el sable del Teniente Coronel en los cuerpos de aquellos que experimentan
Maldones al tiempo que permanecen invisibles la visita. Esto que es aprendido por el cuerpo
los indios que fueron muertos por éste en “...no es algo que se posee, como un saber
las genocidas conquistas del desierto y del que uno puede mantener delante de sí, sino
Chaco donde participó y alcanzó su grado algo que se es. [En este sentido, este saber
militar. La exhibición del Museo Adán Quiroga nunca está] separado del cuerpo que lo por-
es, entonces el alegato de la extinción de los ta, sólo puede ser restituido [hecho discur-
pueblos indígenas. so] al precio de una especie de gimnasia
El público que visita el Museo Adán destinada a evocarlo...” (Bourdieu 1991: 124-
Quiroga marca picos de hasta 2000 visitan- 125). Cuando sucede esto, las posibilidades
tes en el mes de julio. Sin embargo, lo rele- de objetivación de estos saberes y por
vante es que la mayoría de ellos son alumnos consiguiente su sometimiento a crítica, entra
de los niveles EGB y Polimodal que asisten ya en conflicto no sólo, como ya menciona-
bajo la tutela de los docentes de historia y mos, con la enseñanza formal discursiva de
ciencias sociales. Por lo tanto, una gran par- la escuela y la legitimidad institucional del
te de los jóvenes de la ciudad de Catamarca museo, sino que también encuentra una
recorrieron alguna vez su exhibición y por lo resistencia que proviene del cuerpo mismo
tanto aprehendieron su narrativa. del individuo, de esa memoria corporal
Creemos que son importantes las aprehendida durante la visita al museo. De
dificultades que podrían tener los estudiantes, esta manera el museo re-estructura el
y en general todo visitante, para articular una pasado, definiendo la manera en la que se
crítica al discurso histórico del museo. En cuenta la historia a través de la presentación
primer lugar, porque la visita es parte de la de los objetos. Es decir que estos objetos
son colocados en el museo de una manera
tal que constituyen un sistema estético que
crea y fija los significados (Shanks y Tilley
(4) Esto no implica que los objetos del período repu- 1987).
blicano que se hallan en las vitrinas no fueran utiliza- Las narrativas arqueológicas que se
dos por indígenas, sin embargo, la selección y constituyen en discursos públicos acerca de
disposición de los objetos expuestos en la sala colo-
nial, mas que remitirnos a los distintos usos de estos
lo indígena y su historia dejan un mensaje
objetos por diferentes sujetos sociales entre ellos los claro: los indígenas, cuya existencia es
indígenas, se vinculan a mostrar el proceso de científicamente contrastable en el pasado, no
consolidación del estado nación argentino. han llegado al presente. Se entiende,

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Fig. 14. Disfraces de la comparsa “Indios diaguitas y calchaquíes” de Mutquín,


de reciente confección, exhibidos junto a vasijas prehispánicas y coloniales en la
sala de arqueología.

entonces, por qué para muchos los indíge- estigmatizaciones sobre el indio, el sino del
nas están de más en el futuro. Esta narrativa “indio trucho”.5
en el contexto histórico-político particular en No pretendemos en este trabajo haber
que vivimos, donde la presión sobre las descubierto “el mensaje oculto” del Museo
tierras de comunidad se ha incrementado, Adán Quiroga pues no existe tal cosa. En su
produce que las posibilidades de condensación sugerente teoría de la desnudez arqueológi-
o sutura de una identidad indígena queden ca Gnecco advirtió sobre la futilidad de in-
estrechamente limitadas. Esta limitación es tentar semejante tarea. Indicó que “todas las
doble: por un lado, la enseñanza formal de relaciones están en la superficie y que no es
la escuela, tanto en los centros urbanos como posible develarlas, puesto que nunca han
en las mismas comunidades campesinas, estado ocultas, sino solamente describirlas”
narra una historia de aniquilación de lo indí- (Gnecco 2003:7). El desafío, entonces, con-
gena, reafirmada frecuentemente por los siste en cambiar la mirada de modo que re-
textos arqueológicos, mientras que, por otro sulte visible aquello que nunca hemos mira-
lado, esta narrativa es materializada y así do y que, sin embargo, siempre fue eviden-
fijada en los museos a manera de monumen- te. Nos preguntamos de un modo más con-
tos de una memoria ‘inmemorial’. Esta doble creto ¿cómo poner en crisis el mensaje del
limitación promueve el no auto-reconocimiento
y en aquellos casos en los que éste se
produce, promueve la deslegitimación del (5) Suele usarse el término “trucho” para designar
mismo por parte de los otros no indíge- algo que es falso, pero que tiene pretensiones de
nas, apareciendo en el repertorio de pasar por auténtico.

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museo? Lo primero que se le viene a uno a que allí deberían participar distintos actores
la cabeza es la necesidad de modificar la sociales, pero en especial las comunidades
disposición de la muestra de manera que indígenas cuya historia es narrada por el
ese corte tajante en la narrativa histórica Museo pero que nunca son, sin embargo, el
resulte, al menos, atenuado. Sin embargo, sujeto que las enuncia.
implicaría considerar que se trata de un Aunque en Catamarca son aún tenues,
“error” en el relato. Esto, a su vez, hay evidencias de que esta situación se está
significaría que existe un relato correcto de revirtiendo. En los últimos años otras voces
la historia uno que, subsanados los errores, han comenzado a disputarle a la arqueología
resulta verdadero. Por ese camino, sin em- y a la historia el lugar privilegiado de
bargo, sólo terminaríamos consagrando una enunciación de discursos históricos del cual
nueva narrativa hegemónica con sus propios gozaron durante mucho tiempo (Funari
cortes, omisiones y negaciones cuando, en 2001, Gnecco 1999, Segobye 2006a y b).
realidad, lo que deberíamos hacer es mos- Las comunidades indígenas haciendo frente
trar al público que visita el Museo la al prolongado despojo al que fueron
multiplicidad de interpretaciones posibles sometidas, se niegan a desaparecer. En este
acerca de la historia. El contraste de los punto los arqueólogos no podemos evitar
relatos no sólo pondría en foco la situacionalidad tomar posición. La encrucijada define dos
de cada unos de ellos, sino también caminos posibles: continuar relatando la
habilitaría la reflexión sobre su sentido po- extinción de los pueblos originarios, cuyas
lítico. Esto, claro, implica la creación de voces resuenan cada vez más fuerte, o
nuevas formas de exhibición que permitan comenzar a desandar la senda de aquella
experimentar distintas narrativas y sin duda ruptura metafísica.

Abstract: We are interested here in exploring the role that plays the
archaeological narratives in the construction or the image of indigenous
people and their history in the province of Catamarca, Argentine. By a
spatial and discursive analysis of the exhibition of the “Museo Arqueológi-
co Adán Quiroga”, we will sustain that this narratives relegates the
indigenous to the pre-Spanish past, at the time that affirm their extinction
during the first moments of the colony. This narratives could not only
damage the possibilities of self identity affirmation by the indigenous people,
but their create doubts in the legitimacy of those identities and the wrights
that assist them.

Keywords: narratives, public archaeology, identities, indigenous, museum

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