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El ciudadano ejercía el poder a través del Demo.

En el área político-judicial, a
través de distintas instituciones, los magistrados estaban subordinados al Demo por el
principio de responsabilidad, a través del cual se restringía el poder de la aristocracia.
Las formas de restricción de poder eran: la dokimasia (examen preliminar al acceso a
una magistratura) donde se podía presentar cargos en contra de los “flamantes”
magistrados, y la rendición de cuentas ante el consejo del aerópago (compuesto por ex -
arcontes) donde se hacía una inspección pública (euthynai), en caso de darse un balance
inexacto, debía hacerse una demanda ante el Dicasterión, quienes revisaban las leyes
-sección representativa del demo-. En la reunión principal de la pritanía se confirmaba,
o no, a los magistrados en sus cargos, esto sucedía en la Asamblea (Ecclesía), donde en
caso de negarle el acceso a un ciudadano, se acusaba ante el dicasterión.
La pritanía era presidida por las diez tribus durante el año lunar, una por mes iba
tomando ese lugar, que duraba cerca de 28 días. Un integrante de la tribu en cuestión,
cada día, presidía la asamblea; los que habían integrado la pritanía un año, no podían
integrarla el otro. La mayoría de los cargos eran de un año de duración, y no podían ser
re-electos. Este era otro método de restricción del poder. Así los arcontes (que los había
uno por tribu) tampoco podían ejercer su función mas de un año.
Para la selección de los titulares a los cargos públicos se ejecutaban sorteos
donde cualquier ciudadano podía ser elegido, salvo para ciertos cargos de
administración y los cargos militares en general, puesto que estos cargos precisaban de
ciertas competencias esenciales para no desbaratar el sistema. En esos casos, la elección
era por voto. El cargo de estratego era el único que permitía la re-elección, los que
integraron este cargo podían acumular experiencia e influencia; pero no presidían ni la
Ecclesía, ni la Boulé (consejo de los quinientos) Las decisiones políticas y militares
eran tomadas en la Ecclesía, donde debatían los hombres, los ciudadanos en general
(magistrados o no), cabe tener en cuenta que aquellos que iban a debatir, lo hacían con
intereses en asuntos concretos; el elemento crucial no era el status, sino la capacidad
para explotar la libertad de palabra, para manejar la retórica.

La Ecclesía tenía las decisiones finales en todo, pero no podían contravenir la


ley vigente, para la revisión y reelaboración de las leyes (nomothesia), se presentaba a
los legisladores (nomothesai). Durante la pritanía de cada año, la Ecclesía debía votar si
las leyes debían seguir igual o se debía modificar alguna, lo que se discutía en otra
reunión. Esta segunda reunión determinaba el tiempo en que los legisladores debían
escribir la nueva ley, y se elegían los legisladores por sorteo entre las dicastas. La
revisión no declaraba leyes con urgencia, aunque hay casos en los que la necesidad
apremiaba. La nueva ley debía sancionarse sólo después de haber abolido la vigente, en
caso de que esta ley no ocasionara un problema a la vigente, entonces podía sancionarse
con anterioridad.

La Boulé tenía funciones probouléuticas, debía discutir los decretos antes que
llegaran a la asamblea, e incluirlo en la “Orden del Día” de los prítanos. Por lo tanto, el
consejo de los quinientos participa de la toma de decisiones, posee la tarea de supervisar
y coordinar el cumplimiento de las decisiones de la Asamblea.
Recomendación de la Boulé (proboulema)

Fuentes
Sinclair cita dos fuentes para la reconstrucción de estas instituciones:
Las fuentes literarias: en ellas el Consejo se ve, prácticamente, sin participación
durante el siglo V y con un poco en el IV (Tucídides). El problema que presentan estas
fuentes literarias es que por lo general son de oradores que poseían intereses personales
y que frecuentemente estaban involucrados en la acción, por lo cual tampoco son
representativos de los debates que se daban en ella.

Las fuentes epigráficas: son las inscripciones que poseen las decisiones de la Eclessía
y de la Boulé. Se inscriben en piedra, bronce, tablillas y papiros; seguramente los de
mayor interés público estaban en piedra. Los fragmentos que nos quedan, al igual que
antes, nos dan poca representatividad y nos llevan a correr riesgos de interpretación.
En estos a partir del siglo IV encontramos una diferencia en sus fórmulas que nos lleva
a diferenciar entre:
Decretos probouleumáticos (ratifican palabra por palabra una recomendación de la
Boulé, o tener correcciones para agregar o rectificar lo dicho).
Decretos no probouleumáticos (se enunciaban directamente en la Asamblea, ya sea
porque la recomendación de la Boulé es abierta o porque la totalidad de la
recomendación es rechazada).

Conclusión:

Sinclair abre el capítulo con una problemática ¿gobierna realmente el pueblo? ¿es
realmente el soberano de todas las decisiones? Así es que puede observar toda una
organización destinada a evitar la corrupción y la perpetuidad del poder. Pero allí
también es donde encuentra otro foco de discusión ¿gobierna el pueblo en la asamblea o
es la Boulé, dominada un grupo muy representativo de ciertos sectores sociales, la que
toma las decisiones? Luego de un intenso análisis Sinclair toma partido: si bien la Boulé
tendrá gran importancia y en general se escuchará su palabra, según él, la última palabra
está en la Asamblea. Según nuestro análisis este estudio debe ir más profundo y queda
abierto a pensar otras posibilidades para reconocer la participación real de los
ciudadanos en el gobierno de la Ecclesía y del Consejo.

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