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Detrás del papel, se encuentra una sonrisa.

Azul empieza el día, el cielo despejado y un intenso sol alumbra al Centro


Universitario Tlacaélel. La llegada es rutinaria; vestida casualmente con un pantalón
de mezclilla, un saco azul rey y unas zapatillas negras, se ve por el pasillo central.
En el transcurso de su camino con su sonrisa saluda a toda persona que se
encuentra en su camino.
A lo lejos el sonido de las zapatillas y el tontoleo de las llaves se escucha en las
afueras de la coordinación de Administración y Economía.
Todo parece normal una vez abierta la oficina. Al parecer a las nueve de la mañana
es el horario perfecto para apreciar el estado frio y semi oscuro de las cuatro
paredes que la rodean por seis horas.
Una vez que los rayos del sol entran por la ventana se ilumina un color marrón
adornado de pizarras, papeles, dibujos y colgantes. Minutos más tarde el olor a café
transpira por la habitación, algunas mantecadas acompañan el gremio de una
mordida y un sorbo. Afortunadamente no estábamos solos, la compañía había
llegado puntual al igual que nuestro propósito.
Educadamente los invitados muestran los cordiales saludos de buenos días,
invitándonos a pasar a realizar nuestro trabajo periodístico.
Una vez instalados en la oficina, empezó el recital de hojas por la impresora. Una
tras otra y otra y una más hicieron un cumulo en donde al final fueron acomodadas
por salón. En ese momento el festín de sellos se dispone a pintarse en cada hoja
que ha salido de la máquina. Con una mirada nerviosa la coordinadora prosigue sus
actividades. Claramente mostraba una invasión de su privacidad; para romper el
momento agrego una charla simpática y entretenida.
Una vez terminada la simpática charla, prosiguió ir por más papeles para ordenarlos.
La aspiración que tiende con el papeleo ha perfeccionado el arte de hojear
rápidamente.
Estan listos chicas, fue la señal para el rondín en el edificio. Vigilando que todo este
en orden pasa por cada puerta viendo a través de la ventanilla si el docente imparte
la catedra. Finalizando la guardia, nuevamente prosigue a regresar a la oficina.
Aun se encontraba la profesora Anita, que muy amable ayuda a la coordinación en
lo que necesite por unas horas. Esta vez un poco más cómodos tomamos asiento
mientras la coordinadora Carla realiza una documentación electrónica. Las teclas
se escuchan con rapidez al igual que susurro al momento de redactar.
A un lado de su computadora se encuentra una dulce foto de su hija, el cual algunas
veces concurre a visita el plantel; detrás de ello, algunas figurillas navideñas en
donde guarda cierta cantidad de bombones y chocolates.
Faltaba poco para el descanso recreativo para los jóvenes universitarios, pero por
esta ocasión, el receso es timado por la reunión de jefes de grupo. Tras subir dos
pisos sofocantes del edificio de administración y economía disponemos a
instalarnos a un salón que al parecer de reojo no era ocupado por los estudiantes.
El acomodo de las butacas alrededor de las cuatro paredes, los pequeños
escritorios encimados y formados ordenadamente dio la apariencia de un gran
espacio, en donde se veía con claridad la limpieza del salón.
Aproximadamente quince minutos bastaron para empezar la reunión de jefes de
grupo. Cortes mente dio los buenos días la coordinadora carla y dio gracias por
estar presentes en su tiempo libre.
El entusiasmo empático de la coordinadora transmite a los jefes de grupo una
comodidad en donde fácilmente pueden desprenderse de una charla seria, pero con
uno que otra risa escapada por las situaciones de los alumnados. Con gran atención
escucha a los alumnos en las situaciones de sus respectivos salones; al encontrarse
una problemática da una solución eficaz en donde no haya ningún inconveniente.
Finalizada la reunión, todos se retiran del recinto, no antes de darles un aviso que
sigan apuntando las situaciones que se tienen en cada salón.
Después de a ver culminado el descanso y a ver tomada energía con un desayuno,
la coordinadora Carla nuevamente realiza su rutina de vigilancia por salón, esta vez
vigilando la regulación de la puntualidad de los docentes.
Al ver culminado su recorrido entrar a los salones de octavo semestre de
administración, en donde tenían ciertas dudas de un congreso realizado en
Acapulco, al igual que la queja de la enseñanza del maestro de metodología de la
investigación. Con una gran paciencia y un gran dominio del habla, tranquiliza las
dos situaciones que tienen los estudiantes dejándolos con una respuesta al
siguiente día.
Una vez dentro de la oficina -esta vez sin Anita- prosigo a preguntarle ¿Cuál es su
secreto al enfrentarse a las problemáticas de los estudiantes diariamente? Con una
sonrisa responde que el tiempo que ha estado en coordinación la ha forjado en ser
paciente y comprensiva con los alumnos.
Una vez culminadas las clases, prosigue a la reunión de profesores. Esta vez en un
salón diferente, con pocas bancas y la extremidad de poca luz. A las a fueras se
escucha la música del gimnasio, pero eso no es un problema para la reunión.
Fue así como puntualmente los docentes se integraron en la junta en donde se les
entrega la documentación del secretario de las dos presentes carreras. Antes de
que empezara la explicación de los documentos, la coordinadora nos hace el honor
de presentarnos ante los magnates profesores en donde realizamos un trabajo
académico,
Al mencionar estas palabras no genero incomodidad en ellos, pero si de vez en
cuando una que otra mirada desviada hacia las cámaras.
Al igual que los alumnos, los profesores cuentan con una lista de las posibles
problemáticas que se encuentran en su salón como tutores. Hacen entrega de
planillas semanales, platica sobre la situación de los jóvenes de octavo semestre
dando a conocer su opinión frente a la situación. Por último, los docentes hacen
mención de ciertas actividades que son apuntadas en una libreta roja con una pluma
de punto fino.
Al parecer fue un éxito la reunión. Todos se retiraron del salón y la coordinadora
regresa a su oficina, para ordenar pequeñas cosas y tomar sus cosas para continuar
con su camino de día a día.
Sin duda una mujer con carácter, responsabilidad, orden y planeación se ha
encargado por cuatro años consecutivos de dos carreras en el Centro Universitario
Tlacaélel. Si bien o mal, se encuentra a gusto con su trabajo, con una gran
motivación no solo alegra a los compañeros de oficina, sino también a los alumnos
que le tienen un gran admiración y respeto.

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