Conoce la historia de las gafas de sol desde Nerón hasta la aparición de las gafas
de sol tal y como la conocemos ahora: chinos, esquimales, italianos,…
Ni siquiera la sempiterna Wikipedia se pone de acuerdo sobre la invención o los
primeros vestigios documentados de la aparición de las gafas de sol. Que si prehistóricos, que si jueces de la antigua china… Lo que es cierto es que esta vez vamos a intentar dotar de un poco de luz (bendita ironía) sobre el tema.
Historia de gafas de sol
Cuentan, dicen, parece… El emperador Nerón Parece que el emperador Nerón, con su conocidísimo perfil de megalomanía, se hizo construir una especie de gafas de sol con una gran esmeralda que le permitía ver los juegos y gladiadores de forma más eficiente. Con una característica más de protección que de mejora de la visión, no queda documentada fehacientemente, sin embargo, la aparición de este artilugio en los textos de la época que llegaron hasta nosotros, sin embargo, Plinio y Renan se hacen eco en su “Historia Natural” del caso con un escueto: “El emperador Nerón miraba las peleas de los gladiadores en una esmeralda (smaragdus)”, más fruto de una posible hipermetropía que de un veraz sustituto de unas gafas de sol.
El museo canadiense de historia tiene las primeras
gafas Fechada hacia inicios del siglo XIII, estas gafas tienen una tremenda peculiaridad: no tenían cristales. Más bien era un elemento protector que impedía la visión del que la portaba para sus viajes por el ártico. Esa peculiaridad que comentábamos está documentada en la ficha que el museo canadiense tiene en su página web: “Máscara de Ivoire”. La máscara fue encontrada en los territorios del norte de Canadá, en la provincia de Nunavut.
Con 114,9 milímetros de ancho y unos llamativos
41,1 de alto la máscara de hueso (se desconoce el animal del que se obtuvo) se adaptaba a la zona ocular mediante una cincha o sujetándola con el ropaje (a pesar de la fuerte luminosidad durante la época de sol, en la primavera polar, al encontrarse cercano al polo norte, el frio era más que obvio). El interior era una cavidad tallada bastante pulcramente que le otorgaba un mayor confort y permitía que el ojo no tocara el artefacto. Se usaba para evitar ser deslumbrado por la luz del sol reflejado en las vastas planicies heladas en época de caza o trashumancia. Se conocen como las primeras gafas de sol para la nieve.
Una película documental de 1920 “Nanook of the Nort” basada en el héroe
esquimal “Nanook” (y cuyo nombre real fue Allakariallak) hizo un guiño a aquel descubrimiento con unas interpretación más lineal que la pieza que tiene en su colección el museo canadiense. Así, en su periplo por la zona norte canadiense, por la zona de Quebec, el explorador, con su mujer y su bebé, cruzó la zona en una travesía por la supervivencia, que le llevó a guiar al pequeño convoy por los hielos, tanto en trineo como en kayak y usó este artefacto para protegerse en más de una ocasión.
China, los jueces y las ¿gafas de sol?
Sin embargo, parece que la historia de las gafas de sol no tuviera su origen en este aparato prehistórico esquimal, sino en la lejana China. Los jueces en el lejano oriente (y en el lejano 1200-1300), en mitad de un juicio, se colocaban unos cristales ahumados que impedían a los contendientes en el pleito conocer la expresión de los ojos del juez, que escondía el escrutinio por parte del letrado de ambas partes sin riesgo de ser impedido por parte de los mismos. Parece ser, pues, que se colocaban estos cristales para reforzar su imparcialidad durante todo el juicio. Bien es sabido que hay determinados movimientos involuntarios que ni los más sesudos magistrados pueden impedir y gracias a este artefacto se conseguía mitigar el impacto de este rictus imposible de controlar. ¿Y cómo lo sabemos? Marco Polo refleja en alguno de sus escritos hacia 1275 la aparición de estos artefactos en los jueces chinos que visitó en su época de explorador.
El siglo XV. Italia.
Gran brinco pega la historia sobre el ciclo de vida de las gafas de sol, pues saltamos hasta la Italia del siglo XV. Mientras España se esforzaba en gobernar sin que se ocultara el sol, hay vestigios que la siempre vanguardista Italia empezó a experimentar con cristales verdes para mejorar la visión de impedidos. El cristal verde mejoraba el contraste de los objetos, lo que incrementaba la agudeza visual por aquellos usuarios que usaban estas gafas. Pero no podríamos llamarle gafas de sol a eso ¿verdad? Pues no queda muy claro, la verdad, porque en Venecia, Goldoni (del que recibe su nombre las góndolas venecianas) lucía una especie similar a unas gafas de sol que utilizaba para mejorar la visión y reducir el impacto de los reflejos del sol en las aguas de los canales.
1730 ¡las patillas!
Se le atribuye al óptico inglés Edward Scarlett la montura tal y como la conocemos ahora, donde se unieron los dos cristales por una montura de metal que se aguantaba por las orejas. Hasta entonces, todos los cristales que se usaban como elementos ópticos se ataban mediante cuerda, guita, cuero, lazos y similares. Vale, no tiene que ver directamente con las gafas de sol, sino con las gafas, pero ¡ey! es que inventaron ¡las patillas!
El siglo XVIII: James Ayscough
El experimento fue uno de los primeros documentados, y fué James Ayscough (un conocidísimo óptico de la época, famoso por sus microscopios) el que probó a tintar las lentes. Siguiendo los estudios del siglo XV, James sostenía que la inclusión de colores en los cristales haría mejorar la visión, la agudeza de visión en las personas que la llevaban, así como la protección ante elementos de alta luminosidad. Así tintaron los cristales de azul o verde para mejorar la percepción por parte del ojo humano de los objetos. Sin embargo, Ayscough nunca consiguió la protección ante el sol y ni pensó siquiera en desarrollar su idea por allí, pero fue el primero que documentó la tintada de cristales.
Un salto de unos cien años:
Como veremos en el último punto, la historia real de las gafas de sol es bastante reciente. Tanto que aún no cumplió 100 años, pero ¿Seguro? Hay toda una recuperación de periódicos americanos antiguos con bastante información que parece que hicieron uso de la palabra “sunglasses” antes de la llegada de Sam Foster ¿Qué quién es Sam Foster? No preguntéis por saber, que el tiempo os lo dirá (y nosotros en el próximo punto) pero centrémonos en esta prehistoria de las gafas de sol:
1861-1865: Walter Alden en 1866 escribió sobre largas columnas de soldados
marchando, algunos llevando “verres de cocquille”, una especie de gafas de concha que los soldados usaban para resguardarse del sol. 24 Junio 1891 en The Chicago Herald aparecía una noticia sobre el fallo garrafal de un jugador, Reilly, en un partido de béisbol tras haber perdido sus “dark glasses” gafas de sol antes de la recepción de una bola alta. 13 de Junio 1895 en The Sioux City Journal apareció un anuncio de una tienda llamada Parsons-Pelletier que ofrecía stocks de una óptica que había caído en bancarrota. En el anuncio spetacles, eyeglasses, sunglasses y pocket mirrors al fascinante precio de 10 centavos mientras que en la óptica se vendían a 50 y 75 centavos. 26 de Mayo 1914 en Pawtucket Times de Rhode island una publicidad encomiaba no ir al Memorial Day sin unas gafas de sol, con diferentes formatos de ocultación y ahumados. Todo esto fue recogido en el catálogo de la exposición “Shades Down in Tokyo Town” por Neil Handley, en la galería de arte contemporáneo Calm & Punk Gallery de Tokio.
Primeras gafas de sol modernas: Sam Foster (Foster Grant Company)
El mundo moderno: 1929 No será hasta 1929 cuando Sam Foster, fundador de la empresa Foster Grant Company, vendiera su primer par de gafas de sol en la orilla del océano en Atlantic City, New Jersey.
La rápida evolución en diseños y formas hizo que el invento fuera rápidamente
absorbido por la industria del cine de aquella época, que vieron en el nuevo elemento una forma de descansar su vista de los interminables rodajes y los potentes focos. Los arcos de luz eran tan luminosos que, literalmente, dejaban ciegos a los actores en cuanto se encendían los potentes focos. Así Marylin, Gloria Swanson y otras estrellas empezaron a meter el artilugio en la casa del resto de mortales, apareciendo en portadas y entrevistas con las peculiares monturas, convirtiéndolas en objeto de deseo para las mujeres (y hombres) que tenían en el Hollywood antiguo su fiel estilo de vida. Todos queremos ser estrellas de cine.
Las gafas polarizadas: 1936
Si bien las gafas de sol modernas no fueron inventadas hasta 1929 parece que sus “hijas” polarizadas no tuvieron que esperar mucho. No en vano, por una compañía que seguro les suena, Ray Ban, empezaron a usar unos filtros polarizados gracias a Edwin H. Land (si, lo habéis adivinado, fundador de Polaroid). Estas gafas que llegaron y permanecen desde aquella época son las aviator, un icono de la época, sin ninguna duda.