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SISTEMAS ELECTORALES

I. INTRODUCCIÓN

II. SISTEMAS ELECTORALES: CUESTIONES CLAVES

1. Concepto de sistema electoral

2. Importancia de los sistemas electorales

3. Efectos de los distintos sistemas electorales

4. Interpretación de los efectos de los sistemas electorales

5. Enfoques usados para estudiar los sistemas electorales

6. Terminología existente para comparar los sistemas electorales

I. PRINCIPIOS DE REPRESENTACIÓN Y FÓRMULAS DE DECISIÓN

1. Principios de decisión: mayoría y proporcionalidad

2. Efectos políticos de la formula mayoritaria

3. Efectos políticos de la formula proporcional

4. Comparación de los efectos políticos de las fórmulas mayoritaria y


proporcional

5. Principios de representación

6. ¿Cuáles son los elementos básicos del sistema electoral mayoritario


y del sistema proporcional?

7. Los efectos políticos de los dos principios de representación

8. Criterios para la evaluación de los 2 principios de representación

I. ELEMENTOS PARTICULARES DE LOS SISTEMAS ELECTORALES Y


SUS EFECTOS

1. Distribución de las circunscripciones electorales

2. Candidatura, formas de votación y boletas electorales

3. Reglas para realizar la conversión de votos en escaños

I. TIPOS DE SISTEMAS ELECTORALES

1. Una tipología de sistemas electorales

2. Tipos de sistemas electorales y efectos políticos

3. Representación proporcional personalizada: el sistema alemán


4. Tipos de sistemas personalizados

I. EVALUACIÓN DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

1. Reflexiones personalizados

2. Criterios de evaluación

3. Una comparación de los 6 tipos de sistemas electorales

4. Una comparación binaria referida a un país concreto

I. SOCIEDAD Y SISTEMAS ELECTORALES

1. La sociedad como una variable de importancia

2. Derechos políticos y representación colectiva

3. Democracia, etnicidad y sistemas electorales

4. Sistemas electorales y representación de mujeres

I. LOS SISTEMAS ELECTORALES PRESIDENCIALES

1. La reforma electoral presidenciales: un campo descuidado

2. Los tipos de sistemas electorales presidenciales

3. Evaluación de los sistemas electorales presidenciales: criterios y


resultados

4. Elecciones presidenciales y parlamentarias: su interpretación

5. El factor presidencialismo

6. Sistema electoral presidencial y etnicidad

I. LOS SISTEMAS ELECTORALES MUNICIPALES

1. niveles del sistema político y sistema electoral

2. Sistemas electorales para alcaldes

3. Sistemas electorales para concejos municipales

I. ASIGNACIÓN DE ESCAÑOS EN BOLIVIA (Ley 026)

II. ORGANIZACIONES POLÍTICAS

BIBLIOGRAFÍA:

I. NTRODUCCIÓN
En las democracias modernas los ciudadanos eligen a sus representantes a través del
voto,

Pero siguiendo un conjunto de reglas. Estas reglas pueden definirse, en un sentido


amplio, como el derecho electoral de un país determinado.

El presente trabajo abordaremos el contenido de los Sistemas Electorales, entendido


como las reglas específicas según las cuales se convierten los votos en escaños dentro
de un parlamento o congreso. Los sistemas electorales son tan importantes que con una
misma votación la integración de un parlamento puede variar drásticamente. Por lo tanto,
los sistemas electorales juegan un papel importante en la distribución de poder dentro de
un régimen democrático, así como en los no democráticos.

II. SISTEMAS ELECTORALES CUESTIONES CLAVES

1. Concepto De Sistema Electoral

En el debate político sobre sistemas electorales, especialmente en países con menor


experiencia electoral, se tiende a extender el concepto en extremo hasta abarcar todo lo
relacionado con el proceso electoral: se parte del derecho de sufragio, se pasa por la
administración electoral, hasta llegar al contencioso electoral.

Los sistemas electorales determinan las reglas según las cuales los electores pueden
expresar sus preferencias políticas y según las cuales es posible convertir votos en
escaños parlamentarios (en caso de elecciones parlamentarias) o en cargos de gobierno
(en caso de elecciones de presidente, gobernador, alcalde, etc.).

Este concepto incluye las dimensiones relativas a circunscripciones, candidatura,


votación, conversión de votos en escaños. Engloba así mismo, todos los elementos
técnicos que permiten dar forma concreta a estas dimensiones e interrelacionarlas para
construir un sistema electoral individual. El concepto se restringe efectivamente a los
elementos técnicos y procedimentales que sirven para estructurar las preferencias
políticas a través del voto y convertir estos votos en escaños parlamentarios o puestos
ejecutivos. Estos elementos tienen implicaciones políticas y la magnitud de sus efectos
varia individualmente. Por esta razón, el interés del analista se centra en los elementos
que ejercen un mayor efecto, como son el tamaño de las circunscripciones, la fórmula de
decisión o conversión y, de existir, la barrera legal.

El concepto restringido de sistema electoral es útil, en primer lugar, porque centra la


atención exclusivamente en este ámbito de elementos y efectos y, en segundo lugar,
porque posibilita así un análisis diferenciado de este factor precisamente definido, porque
posibilita así un análisis diferenciado de este factor precisa mente definido, el sistema
electoral, en relación con los demás factores presentes en el proceso electoral y el de la
formación de la representación política. En estos procesos, el sistema electoral es sólo un
factor entre muchos otros. Es obvia la existencia de una interrelación de diferentes
factores como partes de un mismo concepto amplio. El propósito y el método de un
análisis politológico son, empero, precisamente contrarios a esa idea, apuntando más
bien a la diferenciación de los factores de una mejor determinación de la función e
importancia de cada uno de ellos en dicha interrelación o relación causal.

2. Importancia De Los Sistemas Electorales

La importancia del sistema electoral como un factor estructurante del sistema político es
un tema sobre el cual discrepan tanto los politólogos como los políticos.

Tomando en cuenta las afirmaciones de prominentes politólogos expertos en sistemas


electorales, no hay duda acerca del rol fundamental desempeñado por los sistemas
electorales de acuerdo con Giovanni Sartori (1994, p. IX).

Para algunos estudiosos de la materia, el destino de la democracia depende del sistema


electoral aplicado. Así autores intentaron atribuir al sistema de representación
proporcional la responsabilidad por el colapso de la República de Weimar.

Mientras que resulta posible discutir las afirmaciones de Sartori y de Lijphart, esta última
posición es sin duda exagerada, pues pasa por alto el hecho de que en general, los
factores determinantes del desarrollo político son múltiples y de origen muy variado. En
consecuencia, los intentos de establecer relaciones causales conducen casi siempre al
monocausalismo, a la negación de la pluralidad de factores causantes. Pero tampoco es
sostenible la posición opuesta, defendida con frecuencia, según la cual los sistemas
electorales no tienen ninguna importancia. Esta interpretación no es valida por numerosas
pruebas empíricas que nos permiten afirmar que los sistemas electorales influyen sobre el
comportamiento y los resultados electorales.

El efecto de los sistemas electorales sobre el proceso de formación de la voluntad política


se puede constatar fácilmente en los resultados de la selecciones .

Veamos, por ejemplo, el número de partidos políticos que entre en el parlamento el


sistema electoral es un parámetro decisivo; observemos también la formación de
mayorías parlamentarias. Muchas veces, las mayorías parlamentarias de un partido se
deben al efecto desproporcional producido por el sistema electoral a la hora de convertir
votos en escaños. Así, el sistema electoral influye en el tipo de gobierno en términos de la
alternativa gobierno unipartidista contra gobierno de coalición, lo que lleva a desarrollar
culturas políticas diferentes.

Así mismo, nos podemos preguntar que partidos con representación parlamentaria forman
el gobierno; a menudo, no es el partido que obtuvo más votos el que forma el gobierno
(solo en coalición con otros partidos). Hay sistemas electorales que posibilitan que el
segundo y el tercer partido superen al primero. Es mas existen sistemas electorales que
pueden hacer que el segundo partido en cuanto a votos obtenidos acceda al gobierno, al
adjudicarle más escaños en el parlamento. Por lo tanto, es posible aformar que no deben
subestimarse los efectos de los sistemas electorales: los sistemas electorales
desempeñan un papel importante en el proceso de formación de la voluntad política y en
la transferencia de poder (bajo la forma de escaños parlamentarios o puestos ejecutivos).

3. Efectos De Los Diferentes Sistemas Electorales

Los efectos concretos de los sistemas electorales son un tema aún mas incierto y
controversial que el de su importancia.

Los autores de vertiente funcionalista, orientados hacia el parlamentarismo británico


(Westminster model), atribuyen los efectos mencionados solo al sistema de mayoría
relativa en circunscripciones uninominales. En cambio, los sistemas proporcionales fueron
a menudo asociados con efectos políticos tales como la desintegración, la fragmentación
del sistema de partidos, la inestabilidad política, etc.

En el debate sobre los efectos políticos de los sistemas electorales existen mas supuestos
que conocimientos científicamente fundados. Muchas de las generalizaciones que se
manejan son abstracciones a partir de un modelo que se construye sin ningún
fundamento empírico, o como las citadas anteriormente, abstracciones hechas a partir de
un solo caso.

Así, los sistemas mayoritarios no facilitan siempre la integración o la alternancia en el


gobierno. Resulta crucial considerar las condiciones sociales y políticas concretas de cada
caso. En este sentido, puede suceder que, en un contexto determinado, un sistema
proporcional cumpla más eficientemente las funciones mencionadas que un sistema
mayoritario.

Por otra parte, el asunto no es tan complicado o arbitrario como para no permitir la
formulación de algunas generalizaciones en tiempo y espacio. Naturalmente, estas
habrán de formularse de manera diferenciada, teniendo en cuenta las condiciones
específicas de la sociedad y del sistema político en cuestión. El cambio hacia
generalización de mediano alcance partiría de observaciones empíricas individuales y
llegaría a identificar tipos de países o de condiciones específicas para los cuales sería
posible formular hipótesis sobre los efectos de los sistemas electorales , sino que nuestra
intención es destacar las precondiciones de orden metodológico para su generación. En
síntesis: las precondiciones de orden metodológico para su generación. En síntesis: los
sistemas electorales operan dentro de un complejo contexto de múltiples factores que
varía de acuerdo a los distintos países y épocas. El análisis de los sistemas electorales y
la evaluación de sus efectos tienen que tomar en cuenta las circunstancias históricas y
sociopolíticas del caso en cuestión. Las generalizaciones se relacionan con tipos de
países o circunstancias comparables.

4. Interpretación De Los Efectos De Los Sistemas Electorales

Si bien tenemos hoy un mayor conocimiento de los efectos de los sistemas electorales,
queda todavía la pregunta acerca de cómo interpretarlos. Por ejemplo, ¿es preferible la
proporcionalidad entre votos y escaños, o conviene optar por un aumento de los efectos
mayoritarios del sistema electoral? Hay diferentes tipos de criterios. El criterio de mayor
importancia real es el de las ventajas y desventajas que sacan o sufren las fuerzas
sociales y agrupaciones políticas. Un partido estructuralmente pequeño (es decir, un
partido que es y seguirá siendo pequeño, dado que su apoyo se basa en un sector social
limitado o en una minoría étnica o religiosa que no puede ampliarse a voluntad como, por
ejemplo, el Partido Sueco de la minoría sueca en Finlandia) evaluará los efectos de un
sistema electoral de manera distinta que un partido "atrapa todo" o con perspectivas de
acceder al poder con la mayoría absoluta de los escaños. El pequeño enfatizará el criterio
de la "representación justa", mientras que el grande destacará la formación de gobiernos
estables con base en mayorías partidarias. En términos generales, los partidos políticos
optan según sus (supuestos) intereses. Es raro que profesen una posición de principios.
Cuando éste parece ser el caso, su origen se sitúa en experiencias históricas que
vinculan sus intereses de partido con un determinado sistema electoral. Así, la historia
constituye taritbién un criterio importante que fundamenta y explica las preferencias por
sistemas electorales. Aparte de los intereses o tradiciones políticas de los partidos,
existen asimismo consideraciones de interés nacional (por ejemplo, mayor gobernabilidad,
consoli-dación de la democracia, mayor capacidad de integración del sistema político,
etc.). Pero, incluso en el caso de este elevado criterio, son posibles distintas
interpretaciones, sobre todo debido a la variación de las condiciones sociopolíticas a
través del tiempo y de un país a otro. Este criterio no se presta para discernir en términos
valorativos entre los diferentes sistemas electorales invariablemente en favor de un
sistema, como lo hacen aquellos teóricos políticos que se basan en un modelo de
gobierno democrático óptimo, en el que el electorado juega un papel determinado y cuyos
efectos, ajustados al funcionamiento del modelo, no pueden ser sino positivos. /

En lo que sigue nos mantendremos alejados de tal criterio, destacando que para

Sistemas electorales: cuestiones claves

Interpretar los efectos de los sistemas electorales hay que considerar también las
condiciones sociopolíticas de cada caso.

5. Enfoques Usados Para Estudiar Los Sistemas Electorales

Como lo demuestran los puntos anteriores, existe mucha controversia en las cuestiones
claves de los sistemas electorales lo que, de alguna manera, refleja las diferencias
metodológicas que existen en el estudio de los sistemas electorales.

Se pueden diferenciar tres enfoques, los cuales se distinguen, en primer lugar, según sea
su carácter teórico o empírico y, entre los enfoques empíricos, en segundo lugar, según la
disyuntiva empírico-estadístico

histórico-empírico. El primer enfoque es el que se puede llamar clásico, en cuyo marco se


estudian los sistemas electorales a partir de convicciones teóricas o casi axiomáticas,
vinculadas a teorías de la democracia o del buen gobierno. Un buen ejemplo de este
enfoque, dominante durante más de un siglo a partir de los grandes debates entre John
Stuart Mili y Walter Bagehot, es el del filósofo sir Karl Popper, quien a finales de los años
ochenta defendió su opción por un determinado sistema electoral recurriendo a un
fundamento de filosofía política alejado de la experiencia empírica, pese a ser, en su
epistemología, un defensor a ultranza del examen empírico (método de ensayo y error).
Es cierto: el enfoque clásico implica generalmente pronunciarse a favor de uno de los
principios de representación y de un sistema electoral correspondiente. En este enfoque
se sostienen certezas en cuanto a los efectos y ventajas de determinados sistemas
electorales, a menudo sin tomar en cuenta lugar y tiempo. El tipo de afirmación que lo
caracteriza es:

"la representación por mayoría es mejor que la representación proporcional", o "el


sistema electoral pluralidad es el que mejor se corresponde con la esencia de la
democracia, con la esencia del gobierno parlamentario", etc. Así mismo, lo que se
defiende como válido en un caso se supone válido también en los demás. Esta tendencia
se expresa en afirmaciones que se postulan con carácter de ley, tales como: "el sistema
electoral de pluralidad conduce al sistema bipartidista". El estudio teórico de los sistemas
electorales, de las ventajas y desventajas de los principios de representación, su
vinculación con la institucionalidad política en general y la dinámica de los procesos
políticos, sigue basándose en los escritos del enfoque clásico. Es más, mucho de lo que
el no especialista en la materia cree saber sobre los sistemas electorales, se fundamenta
normalmente en el cuerpo de su-puestos y afirmaciones del enfoque clásico. El punto
fuerte de este enfoque reside en la vinculación del tema de los sistemas electorales con la
política en general, esto es, en centrar la atención en cuestiones relacionadas con los
sistemas electorales que tienen una relevancia real y, al mismo tiempo, no temer efectuar
apreciaciones en forma de relaciones causales, utilizando un horizonte de interpretación
enraizado en la teoría política. Por el contrario, la debilidad del enfoque reside en no lomar
en cuenta ni el espectro de diferenciación entre los sistemas electorales en el marco de
los principios de representación, ni la contingencia histórica de los sistemas electorales,
cuestiones realmente determinantes para sus electos y valoraciones.

El segundo enfoque es empírico y de orientación estadística. Por la lógica de la


metodología estadística misma, que requiere un gran número de casos para llegar a
resultados relevantes, este enfoque trata de incluir en el estudio la mayor cantidad posible
de sistemas electorales, integrando para ello la dimensión histórica y la internacional. En
comparación con el enfoque clásico, el enfoque empírico-estadístico diferencia mejor
entre los componentes de los sistemas electorales, precisamente con el fin de tratarlos
estadísticamente como variables en el marco de una relación multicausal. Es enorme el
avance que se logró en el estudio de los sistemas electorales y sus efectos gracias a este
nuevo enfoque, tanto como a lo largo de su aplicación. Respecto a esta última
observación, vale comparar los dos estudios que mejor representan al enfoque empírico-
estadístico: los de Douglas W. Rae (1968) y Arend Lijphart (1994). Sin embargo, este
enfoque se centra en lo que se puede medir, e intenta preparar el material histórico de
manera que sea apto para el análisis estadístico. Esto puede implicar cambios en los
conceptos (p.ej., ampliando la definición del concepto mismo de sistema electoral a través
de la inclusión de características que se puedan medir), y reduccionismos en el análisis
de los sistemas electorales concretos para facilitar la clasificación (p.ej., en el caso de los
sistemas de representación proporcional personalizada). Por último, la tendencia de
centrar la investigación en la parte medible del problema, desplaza la atención del
investigador hacia el campo fundamentalmente matemático de la materia (p.ej., grados de
proporcionalidad), desatendiendo de alguna manera lo politológico (p.ej., la relación entre
grados de proporcionalidad y sistemas de partidos políticos), así como los criterios
generales de evaluación y de contexto, imprescindibles para apreciar los resultados
empíricos. El tercer enfoque es empírico de orientación histórica. Se centra en el estudio
de los sistemas electorales concretos y en el análisis del contexto sociopolítico que los
rodea, lo cual resulta indispensable para comprender su funcionamiento y sus efectos. En
comparación con el empírico-estadístico, este enfoque es descriptivo individualizan te, lo
cual es objeto de críticas desde el campo estadístico. No obstante, el enfoque histórico-
empírico se entiende también como comparativo. Y de allí la importancia del caso
individual, dado que sólo a través de este camino inductivo puede llegarse a un
conocimiento teórico, empíricamente fundado. Debido a la importancia de la comparación
en la elaboración de hipótesis y teorías, este enfoque coloca un énfasis especial en la
precisión terminológica y en el trabajo clasificatorio. Es cierto que, a veces, en los
estudios nacionales se descuida el aspecto comparativo, clave en el enfoque histórico
empírico. Al mismo tiempo, hay que reconocer que, en comparación con los otros dos,
este enfoque es el que más se presta a la consultoría política en el ámbito de los sistemas
electorales. Esto conlleva no pronunciarse a favor de un sistema electoral antes de haber
estudiado detallada-mente los factores contextúales. Este libro se inscribe en la
perspectiva de este último enfoque.

6. Terminología Existente Para Comparar Los Sistemas Electorales

El estudio comparativo de los sistemas electorales no puede desvincularse de realidades


y experiencias históricas concretas. Además, no sólo se enfrenta a la contingencia de los
fenómenos en estudio, sino también a un trato científico diferente según países, culturas e
idiomas, que se expresa en una terminología de estilos propios

El primer concepto indica más bien el principio de representación; el segundo su


materialización como sistema electoral concreto. ¿Sería posible como en el idioma
alemán en castellano, colocar la gran alternativa en el campo de los sistemas electorales
en un mismo nivel terminológico: representación por mayoría

Versus sistemas proporcionales? La terminología en uso no es en ningún caso


estrictamente lógica, sino contingente. Respectó al idioma castellano, hay que considerar
la gran cantidad de países donde se habla esta lengua. Detrás de lo que se entiende por
ciertos conceptos políticos, se halla a menudo toda una historia nacional de conflictos y
compromisos que ocupan o modifican el uso colectivo de los términos de comunicación
de estas sociedades. En nuestro campo de investigación no existe a menudo coincidencia
en los términos básicos como, por ejemplo, en el concepto de "votos válidos". Y las
estadísticas electorales que documentan los resultados electorales suelen no basarse en
los mismos criterios para el cálculo de los porcentajes. A esto se agrega, estudiando
Europa y América latina de manera comparada, la mayor complejidad, con respecto a
esta última, en el uso de conceptos para cuestiones político-institucionales, nos limitamos
sólo a este ámbito de diferencias y de terminología, dejando de lado los aspectos
evaluativos. El tipo de sistema político influye en la semántica, es decir: el elector tiene un
voto, algo inequívoco en los sistemas parlamentarios, pero no así en los sistemas
presidenciales, ya que allí, cuando coinciden las elecciones presidenciales con las
parlamentarias, el elector puede tener un voto para elegir cada órgano (es decir, en
realidad tres votos, cuando el parlamento se compone de dos cámaras) o un voto para
elegir conjuntamente a los tres órganos (voto simultáneo). Otra controversia se plantea en
torno al término "sistema mixto". ¿Tiene sentido distinguir entre "sistemas mayoritarios,
sistemas proporcionales y sistemas mix-tos"? ¿Qué comprende esta tercera categoría?
¿Incluye a todos los sistemas electorales que no sean mayoritarios (clásicos) y sistemas
de representación proporcional pura? ¿Es el sistema alemán (proporcional personalizado)
un "sistema mixto"? ¿Qué es lo que se mezcla: los principios de representación, algunos
elementos? ¿Qué función y efectos tienen los "sistemas mixtos"? Existe gran confusión
respecto a este término. Todo esto hace difícil la labor comparativa. Una tarea
imprescindible es procurar la correspondencia de términos y datos. Es necesario
sistematizar nuestro saber teórico-conceptual en materia de sistemas electorales, materia
en la cual no existe en ningún idioma la coherencia necesaria para los términos del
análisis politológico.

I. PRINCIPIOS DE REPRESENTACION Y FORMUAS DE DECISION

1. Principios de decision: mayoria y proporcionalidad

Existen dos principios básicos para clasificar los sistemas electorales: la representación
por mayoría y la representación proporcional.

En el mundo abundan los sistemas electorales y cada día surgen otros nuevos, pues las
posibilidades creativas son prácticamente ilimitadas. Sin embargo, todos los sistemas
electorales derivan de dos tipos básicos, que deben ser percibidos como principios de
representación fundamentales: el principio de representación por mayoría (relativa o
absoluta), que es llevado a la práctica por los sistemas electorales mayoritarios, y el
principio de representación proporcional, que es llevado a la práctica por los sistemas
proporcionales. A continuación, estableceremos las principales diferencias entre estos dos
principios básicos. Explicaremos primero la diferencia entre los principios o fórmulas de
decisión (mayoritario versus proporcional) y los principios de representación
(representación por mayoría versus representación proporcional). Es importante, además,
determinar la importancia de los criterios de diferenciación para la clasificación de los
sistemas electorales. Los sistemas electorales de tipo mayoritario y los sistemas
electorales de tipo proporcional pueden definirse según dos criterios: la fórmula de
decisión y el principio de representación. Antes de profundizar más en las consideraciones
explicativas, definiremos ahora los dos tipos fundamentales de sistemas electorales, el
mayoritario y el de representación proporcional, según el principio de representación y,
empíricamente, según su efecto sobre la relación entre votos y escaños:

Sistema de representación por mayoría

Hay una brecha entre los porcentajes de votos y de escaños obtenidos por los diversos
partidos.

Sistema de representación proporcional

Hay concordancia relativa entre los porcentajes de votos y de escaños obtenidos por los
diversos partidos.

En los sistemas de representación por mayoría la asignación de escaños depende de que


un candidato o partido obtenga la mayoría de los votos requerida. Las leyes electorales
rezan aproximadamente así: se considerará electo al candidato que haya obtenido la
mayoría relativa (o absoluta) de los votos emitidos. En los sistemas de representación
proporcional la asignación de escaños depende de la proporción de votos obtenidos por
los diferentes candidatos o partidos: se considerará electos a los candidatos o partidos
cuyos votos sean por lo menos iguales a un cociente determinado. Un partido tendrá una
cantidad de escaños igual a la cantidad de veces que dicho cociente quepa en el total de
los votos obtenidos. Esto nos lleva a la definición siguiente: el principio de decisión
representa la fórmula de acuerdo a la cual se determinan los que ganan el (o los)
escaño(s) o participan en la distribución de los escaños en disputa y los que no reciben
ningún escaño. Mayoría como principio de decisión significa que la mayoría del total de
los votos emitidos decide quién gana la elección (principio mayoritario). Proporcionalidad
como principio de decisión significa que el resultado de la elección se decide según la
proporción de los votos emitidos obtenida por cada candidato o partido (principio
proporcional).

2. Efectos Politicos De La Formula Mayoritaria


La aplicación del principio mayoritario o fórmula mayoritaria implica que sólo cuentan
políticamente los votos obtenidos por el candidato ganador. Los votos emitidos a favor de
los candidatos derrotados no cuentan. Por esta razón, es posible decir que bajo la fórmula
mayoritaria no todos los votos emitidos cuentan por igual. Sólo conducen al éxito los votos
emitidos a favor del candidato ganador. Así, se establece una diferencia entre el valor
numérico y el valor de logro del voto. Además, los votos que un candidato o partido
obtenga por encima de la mayoría requerida no tienen importancia alguna. La mayoría
requerida puede ser relativa, como en el caso decía fórmula de pluralidad (i.e., mayor
número de votos que cualquier otro candidato) o absoluta (i.e., mayor número de votos
que todos los demás candidatos juntos). Las consecuencias políticas pueden ser que la
aplicación de la fórmula mayoritaria en circunscripciones que están totalmente dominadas
por un partido no incentiva a la oposición política para plantear competencia en esas
circunscripciones. Surge así el peligro de apatía política y, consecuentemente, de un
aumento del abstencionismo en los baluartes partidistas, es decir, en aquellas
circunscripciones electorales generalmente dominadas por un determinado partido. Los
votos obtenidos por encima de la mayoría relativa, como suele ser el caso en los
baluartes partidarios, representan para el partido en cuestión un derroche de votos en
relación con los votos obtenidos en el nivel nacional, lo cual puede traducirse en una
desventaja para los parí idos cuyos simpatizantes están concentrados en ciertas
circunscripciones o baluartes, en fugar de hallarse distribuidos equitativamente a lo largo
del territorio nacional.

Principios de representación y fórmulas de decisión

La elección a través de la fórmula mayoritaria tiene la ventaja de colocar al votante en una


situación decisional clara y de evidenciar la relación directa entre voto y resultado
electoral. Además, la fórmula mayoritaria por lo general está vinculada con
circunscripciones pequeñas o uninominales, lo que lleva así mismo a que el elector tenga
un voto personal, eligiendo candidatos (y no listas).

3. Efectos Políticos De La Formula Proporcional

En claro contraste con la mayoritaria, la fórmula proporcional produce resultados


electorales que otorgan a cada candidato o partido una representación proporcional al
número de votos obtenidos. Por regla general, los candidatos o partidos derrotados en las
urnas obtienen escaños en el parlamento. Aplicar la fórmula proporcional lleva a qúe el
valor de logro de los votos sea equivalente al valor numérico, al menos dentro de lo
matemáticamente posible. Todo voto cuenta, no hay límites impuestos por el propio
principio de decisión. En consecuencia, tiene sentido que los partidos luchen por cada
voto. Esto puede, así mismo, contribuir a incrementar la participación electoral. Un sector
mucho mayor del electorado ve su participación coronada con el éxito, dado que su voto
contri-buyó a la obtención de escaños para el partido de su preferencia. La aplicación de
la fórmula proporcional requiere la determinación de procedimientos para el cálculo del
resultado electoral. Históricamente, tomó casi cien años traducir la idea proporcional (de
fines del siglo XVIII) aun procedimiento más o menos práctico de cómputo de votos (fin
del siglo XIX). En la actualidad existen variadas técnicas de cómputo (aspecto que
abordamos más adelante, en este libro). Algunas de ellas son bastante complicadas,
dificultando para el votante la compren-sión de lo que sucede con su voto, lo que se suele
apreciar como una desventaja de la fórmula proporcional. No obstante, una parte
considerable de las consecuencias políticas de la fórmula proporcional tiene que ver con
los detalles de la representación proporcional.

Mientras que la fórmula mayoritaria tiene sólo dos subtipos: la mayoría relativa y la
mayoría absoluta, la fórmula proporcional abarca un amplio espectro que va de mayor a
menor representación proporcional. Dado que los efectos políticos varían en parte según
el grado de proporcionalidad, es necesario estudiar detalladamente las distintas variantes
de la fórmula proporcional. Además, la fórmula proporcional está frecuentemente
vinculada con circunscripciones plurinominales grandes y listas cerradas y bloqueadas, de
modo que el elector vota por listas de partido.

4. Comparación De Los Efectos Políticos De Las Formulas Mayoritaria Y


Proporcional

Cuando se compara las fórmulas mayoritarias y proporcionales, se suele destacar el


contraste entre el voto por un candidato y el voto por una lista, identificándose la fórmula
mayoritaria con la elección de candidatos (en el pasado "honorables") y la fórmula
proporcional con la lista "anónima" Al identificar los sistemas electorales con las fórmulas
de decisión, frecuentemente se establece que:

- el sistema mayoritario equivale a la elección de candidatos individuales/ personalidades.


- el sistema de representación proporcional equivale a la elección de listas de partidos.
Sin embargo, al plantear estos contrastes se pasa por alto que existen formas de listas en
las que el elector puede expresar sus preferencias respecto de los candidatos del partido
de su elección; esto último no es posible dentro de la fórmula mayoritaria/de pluralidad,
donde si un elector no está de acuerdo con el candidato presentado por el partido de su
preferencia tiene que o votar por él a fin de dar el voto a su partido o votar directamente
por otro partido porque no le gusta el candidato, o abstenerse. Tampoco se toma en
cuenta la evidencia reunida por la sociología electoral, en el sentido de que la afiliación
partidaria del candidato demuestra ser cada vez más determinante del voto. La
personalidad de los candidatos individuales tiene una importancia secundaria cuando la
elección entre candidatos implica, al mismo tiempo, la elección entre partidos. Sólo en el
nivel nacional siguen siendo importantes los candidatos individuales, los líderes políticos,
su aptitud para resolver problemas, su imagen, etc. En cambio, la "personalidad" del
candidato local no resulta ser tan importante. Otra diferencia que se señala a menudo es
la variación de la importancia y del papel del partido y del candidato según las fórmulas
mayoritaria/de pluralidad y proporcionales. Se sostiene, por ejemplo, que la fórmula
mayoritaria implica una relación más estrecha entre el ‘diputado y su circunscripción
electoral, o entre el elegido y los electores. También se afirma que la fórmula mayoritaria
brinda al diputado mayor independencia frente a su partido que la proporcional, entendida
esta última como la elección por una lista cuya conformación es determinada por el
partido. En síntesis, se sostiene que el diputado "de partido" electo por lista depende más
del partido. El grado de independencia de un diputado respecto a su partido bien puede
tener relación con las dos fórmulas decisorias, pero no está determinado única-mente por
ellas. En este contexto deben considerarse también otros factores como el tipo de sistema
político, la estructura interna de los partidos políticos, los conceptos generales de
representación y el papel de los partidos políticos en el proceso de formación de la
voluntad política. Es cierto que, bajo determinadas circunstancias, la fórmula proporcional
puede ser capaz de ampliar la influencia de la organización central del partido en la
nominación del candidato. Al mismo tiempo, se supone que, con el uso de la fórmula
mayoritaria/de pluralidad, la nominación del candidato se realiza en el mismo nivel que su
candidatura, es decir, que la nominación estaría a cargo, por ejemplo, del comité
partidario de la circunscripción electoral correspondiente, es decir, del comité partidario
local. Esto ocurre sólo en los partidos en los que se corresponden la estructura
organizativa con la asignación funcional de candidaturas. De hecho, los candidatos son
designados, en muchos países, por el centro de poder ubicado en la capital. Los
organismos partidarios inferiores suelen avalar a los candidatos impuestos desde arriba,
cuando éstos representan beneficios para efüstrito debido a su importante función en e
gobierno o parlamento. Resulta evidente que. en este caso, no hay mucha diferencia
entre la aplicación de una u otra fórmula.

Principios de representación y fórmulas de decisión


Si, por el contrario, el grado de independencia del candidato respecto al partido es
determinado por las fórmulas decisionales, hay que decidir cuál de ellas resulta preferible.
La respuesta depende del concepto general de representación y la función específica de
los partidos en el sistema político. En los sistemas parlamentarios, donde se requiere una
mayoría parlamentaria para poder gobernar, los diputados tendrán que seguir más
fielmente los lincamientos programáticos y las órdenes de los líderes que en los sistemas
presidencialistas. En este sentido, conviene recordar la célebre afirmación de Walter
Bagehot: "el gobierno parlamentario significa obediencia a los líderes" (The English
Constitución, 1867). En otras palabras, los factores constitucionales favorecen el papel
dominante del partido en relación con el diputado. Esto quedó plasmado, por ejemplo, en
la reforma constitucional de 1979 en Sri Lanka, donde se estableció que los diputados que
renuncian a su partido pierden su escaño. De manera opuesta, la tradición británica
demuestra que una filosofía representativa, basada desde siem-pre en la idea de la
representación libre y en la vigencia del "libre mandato", es perfectamente compatible con
el gobierno de partido. En síntesis, las fórmulas mayoritaria/de pluralidad y proporcionales
represen-tan principios decisorios cuya diferencia principal reside en la cuestión de si la
mayoría o la proporción correspondiente de los votos determinará el resultado electoral.
Los efectos políticos de las diferentes fórmulas de decisión pueden resumirse en las
tendencias siguientes: Efecto respecto de: valor de logro del voto relación entre el voto y
el resultado electoral influencia de "baluartes" independencia del diputado espectro de
variación interna de la fórmula Fórmula mayoritaria: desigual directa, simple alta
tendencialmente mayor limitado Fórmula proporcional: igual indirecta, compleja baja
tendencialmente menor amplio Estos efectos se relacionan con los que tienen la
representación por mayoría y representación proporcional como principios de
representación, los cuales son mucho más importantes para la cuestión del poder político.

5. Principios De Representación

Para definir los principios de representación, nos preguntamos acerca de los objetivos
políticos buscados por los dos tipos básicos de representación, el mayoritario y el
proporcional. ¿Cuál es el objetivo político de representación por mayoría? Bajo la
representación por mayoría, el objetivo es producir una mayoría parlamentaria para un
partido o coalición de partidos. Esencialmente, se trata de capacitar a un partido para
formar una mayoría parlamentaria, aunque no haya obtenido la mayoría absoluta de los
votos. Este es el efecto político deseado por el sistema mayoritario como principio de
representación (ver gráfico 1). En los países donde se aplica un sistema electoral de
representación por mayoría, la formación de mayorías parlamentarias es, de hecho, casi
siempre, consecuencia del sistema electoral. En 196 elecciones celebradas en los países
occidentales industrializados entre 1945 y 1977, se constituyó una mayoría absoluta de un
partido en 54 casos. En 77,8% de estos 54 casos, ayudó el sistema electoral, es decir, un
partido obtuvo mayoría parlamentaria absoluta sin haber ganado la mayoría absoluta de
los votos. Estas "mayorías fabricadas", que tienen su origen en el efecto desproporcional
del sistema electoral y no en el voto de los electores, se debieron en un 72,2% a la
utilización del sistema mayoritario. ¿Qué objetivo persigue la representación proporcional?
Bajo el principio de representación proporcional, el objetivo consiste en reflejar lo más
fielmente posible las fuerzas sociales y las agrupaciones políticas existentes en un
determina-do país. Se pretende que las proporciones de escaños y votos se
correspondan lo más exactamente posible (ver gráfico 2). Este es el efecto político
deseado del sistema proporcional como principio de representación. — La transformación
de una minoría de votos (menos del 50%) en una mayoría de escaños parlamentarios
(más del 50%) es mucho menos frecuente donde se aplica un sistema electoral de
representación proporcional. Sólo el 27,8% de las "mayorías fabricadas" fueron producto
de sistemas proporcionales. Hay sistemas proporcionales que, bajo ciertas condiciones,
no permiten la formación de una mayoría monopartidista, aun cuando el partido más
fuerte alcance cerca del 50% de los votos. Por ejemplo, la Democracia Cristiana en la
República Federal de Alemania (CDU/CSU) alcanzó el 48% del total de los votos por listas
(ver detalles sobre el sistema electoral alemán más adelante), sin obtener la mayoría de
los escaños. En muchos países, el principio de representación que rige para la
composición del parlamento nacional se halla determinado en la Constitución; pero,
mientras el principio de representación tiene rango constitucional, los detalles del sistema
electoral se establecen por ley. En algunas Constituciones, se estipulan incluso ciertas
condiciones generales, tales como la elección en circunscripciones electorales según
entidades administrativas, o la representación parlamentaria de los partidos que superan
determinado porcentaje de los votos emitidos. En todo caso, la cuestión fundamental
concierne el principio de representación, en el que se refleja la concepción funcional del
parlamento nacional que tuvieron los constituyentes al diseñar el sistema político o los
legisladores al cambiar el principio de representación vigente. Por lo tanto, nuestra
definición se expresa de la manera siguiente el principio
Ilustración PARLAMENTO

En síntesis: como principio de representación, la representación por mayoría apunta a la


formación de una mayoría parlamentaria por un partido político o coalición de partidos, la
cual se consigue mediante la desproporción entre votos y escaños.

Grafico 2

Escaños parlamentarios
Ilustración 1 ELECTORADO

1. Los Efectos Políticos De Los Principio De Representación

Antes de examinar los efectos de la representación por mayoría y de la representación


proporcional como principios de representación, es preciso retornar a la cuestión de
cómo definir los dos tipos básicos de sistemas electorales —eje del debate clásico
sobre sistemas electorales—, ya que sólo una definición clara y precisa nos permite
realizar un análisis comparado de sus efectos políticos. En resumen, tenemos la
situación siguiente: Tipos fundamentales: Sistema electoral mayoritario/de pluralidad
Sistema electoral proporcional Fórmulas de decisión: Triunfa la mayoría Decide la
proporción de votos Objetivo de representación: Formación de mayorías
parlamentarias Reflejo de la estructura del electorado Por consiguiente, podríamos
tomar como criterio de definición la fórmula de decisión o el objetivo de
representación. Pero no podemos mezclar ambos criterios, como ocurre a menudo en
los tratados sobre el tema, definiendo el sistema electoral mayoritario mediante la
fórmula de decisión y los sistemas proporcionales median-te el principio de
representación. Resolvamos la cuestión de qué criterio escoger según la importancia
de uno y otro. El principio de representación resulta políticamente más importante; en
otras palabras, es más importante el resultado de la decisión, en términos de la
composición política del parlamento, que la fórmula según la cual se decide. Por lo
tanto, podemos concluir que los dos tipos fundamentales de sistemas electorales, el
sistema mayoritario y el sistema proporcional, se definen con base en sus principios
de representación. Esta afirmación resulta más que justificada debido al hecho de que
las fórmulas de decisión y los objetivos de representación pueden ser combinados
indistintamente; por ejemplo, la fórmula de decisión mayoritaria con el objetivo de
representación del sistema proporcional. La mayoría de los sistemas electorales
existentes se caracteriza por la correspondencia entre la fórmula de decisión y el
principio de representación: - En sistemas de mayoría relativa basados en
circunscripciones uninominales, la decisión obedece a la fórmula mayoritaria y
persigue el objetivo de la representación por mayoría.

En sistemas proporcionales basados en circunscripciones plurinominales, la decisión


obedece a la fórmula proporcional y persigue el objetivo de representar a los partidos
en el parlamento según la proporción de votos obtenidos. No obstante, existen en la
práctica sistemas electorales en los que la fórmula de decisión no se corresponde con
el principio de representación: bajo ciertas condiciones, la fórmula de decisión
proporcional puede conducir a la representación mayoritaria (como objetivo de
representación). Estas condiciones específicas están dadas en sistemas llamados
proporciona-les, basados en circunscripciones pequeñas, donde se aplica la fórmula
proporcional, pero la representación proporcional de los partidos resulta imperfecta
debido a la baja cantidad de escaños en juego. Las circunscripciones pequeñas
favorecen fuertemente a los partidos grandes, de manera que en el nivel nacional se
presentan diferencias significativas entre la proporción de votos y escaños en perjuicio
de los partidos pequeños. En síntesis, la aplicación de la proporcionalidad como
fórmula de decisión en circunscripciones pequeñas no conduce al objetivo de
representación proporcional sino al de representación por mayoría. El sistema
proporcional con circunscripciones electorales pequeñas actúa, de hecho, como un
sistema mayoritario. Se brindarán más detalles sobre este punto mediante un ejemplo
en el capítulo sobre la delimitación de las circunscripciones electorales (ver capítulo
referido a los elementos particulares de los sistemas electorales). Bajo ciertas
condiciones, la fórmula de decisión mayoritaria puede conducir a la representación
proporcional (como objetivo de representación). Estas condiciones específicas están
dadas cuando se combinan circunscripciones uninominales con la representación
proporcional, el caso de los famosos "sistemas mixtos", término que se emplea
equivocadamente a no ser que se lo defina como la combinación de una fórmula de
decisión con el principio de decisión opuesto. El caso más llamativo es el de la
República Federal de Alemania, donde la mayoría relativa es aplicada como fórmula
de decisión en 328 circunscripciones uninominales y, al mismo tiempo, es integrada al
cómputo total de los votos según la fórmula proporcional, la cual, en un concepto de
representación proporcional, determina la composición política del parlamento. Cabe
mencionar aquí que la tendencia general de las reformas más recientes consiste,
efectivamente, en combinar la fórmula de decisión mayoritaria con el principio de
representación proporcional.

2. Criterios Para La Evaluación De Los 2 Principios De Representación

La evaluación de los efectos de los principios de representación está siempre sujeta a


criterios políticos. En términos generales, existen argumentos sólidos tanto a favor de
la representación por mayoría como de la representación proporcional. Por este
motivo, la controversia entre los partidarios de uno y otro principio siempre seguirá
encendida. Los argumentos a favor de uno u otro principio de (representación se
avanzan en el nivel de la teoría de la democracia. Pero, en este nivel, no se puede
decidir si la capacidad de un partido político para obtener una mayoría (y, unido a esto,
la capacidad de formar gobiernos estables y en alternancia) debería tener prioridad
sobre la representación política de tantas fuerzas socialmente relevantes como fuera
posible. La teoría funcionalista de la democracia se inclina explícitamente a favor de la
representación por mayoría, mientras que la teoría participativa adhiere, por el
contrario, a la representación proporcional. En términos igualmente generales, existen
también razones políticas que determinan que los grupos sociales y los partidos
políticos opten por una de las alternativas mencionadas. Muy frecuentemente se
intenta disfrazar dichas razones detrás de argumentos basados en la teoría de la
democracia. Sin embargo, la evaluación responde casi siempre a los intereses
concretos de una de las partes. Un factor importante, en este sentido es, por ejemplo,
el tamaño de un partido. Un partido pequeño muy rara vez podrá darse el lujo de
defender la representación por mayoría pues, por regla general, la introducción de un
sistema correspondiente lo eliminaría de la vida política o reduciría su representación
parlamentaria a niveles insignificantes. Una vez más, hay excepciones que confirman
la regla: en Sri Lanka, los pequeños partidos comunistas lograron obtener, en 1970,
una proporción de escaños superior a la proporción de votos, lo que se explica por el
contexto político, ya que habían realizado una alianza con el SLFP de la señora
Bandaranaike que les concedió algunas circunscripciones electorales. Aparte de la
concentración geográfica electoral de los votos, las alianzas electorales representan la
única oportunidad que tienen los partidos pequeños para superar las barreras del
sistema mayoritario. Los partidos grandes, con buenas posibilidades de obtener la
mayoría parlamentaria (o, una vez en el poder, de mantener mejor su posición política)
a través de un sistema mayoritario, tienden a optar por dicho principio de
representación. Además, la representación por mayoría también es apoyada por
aquellas.

Principios de representación y fórmulas de decisión políticas que ven en la


polarización del electorado en dos grandes campos la posibilidad de mantener el
poder concentrado en sus propias manos. Por ejemplo, en los años setenta, el por
entonces líder de la derecha en España, Manuel Fraga Iribarne, una y otra vez
reclamaba la introducción del sistema de pluralidad en circunscripciones uninominales,
citando a Gran Bretaña y las ventajas democrático-funcionales del sistema en ese
país. No obstante, el caso de los países escandinavos demuestra que los partidos
socialdemócratas, mayoritarios en esos países, estuvieron dispuestos a perfeccionar
el grado de proporcionalidad de los sistemas proporcionales existentes hasta el punto
de perder finalmente la capacidad de mantener mayorías parlamentarias, aun cuando
su caudal de votos sufría sólo disminuciones pequeñas. De todos modos, quienes
prefieren un sistema electoral debido a ciertos efectos políticos, están valorando los
tipos fundamentales de sistemas electorales a partir de criterios políticos. La
evaluación de los efectos de los principios de representación tiene que tomar en
cuenta las condiciones sociales y políticas específicas existentes en los diversos
países. Tras haber señalado que los efectos de los dos principios de representación y
de los sistemas electorales correspondientes no pueden comprenderse en términos
puramente teóricos, sino siempre en relación con el contexto, se torna necesario /
ahora evaluar las ventajas y desventajas de ambos principios y sus correspondiente^
sistemas electorales desde una perspectiva histórica y sociológica. ¿Cuáles son los
factores sociales e histórico-políticos que juegan un rol importante en la valoración de
los probables efectos de los principios de representación? En un nivel relativamente
abstracto, se podría atribuir una función de criterio decisivo a la variable
homogeneidad/heterogeneidad de una sociedad. Vale recordar aquí a Alexis de
Tocqueville (Obras complelas,1951, tomo 1, pp. 257 y ss.) quien, ya a mediados del
siglo XIX, vio en la homogeneidad de una sociedad —junto a otro factor político— el
elemento previo imprescindible para la aplicación exitosa del principio mayoritario.
Dicho autor estableció tres condiciones para el éxito de la representación por mayoría:
a) igualdad de las condiciones de vida de la población o una sociedad altamente
homogénea; b) consenso político básico en la población acerca de la regla de la
mayoría; c) oportunidad de que la minoría se convierta en mayoría. Las tres
condiciones formuladas por Tocqueville siguen siendo válidas en el contexto del
constitucionalismo moderno. El buen funcionamiento de un sistema electoral
correspondiente al principio mayoritario requiere condiciones sociales homogéneas.
Se entiende que la heterogeneidad étnica y/o religiosa de un país puede originar
estructuras sociopolíticas sumamente estáticas, condición suficiente para que un
sistema electoral las transforme en estructura de dominación política de un grupo
social sobre otro, con el inconveniente de fomentar la discriminación étnica o religiosa,
la desintegración nacional, formas violentas de oposición y participación política, el
secesionismo, la guerra civil, etc. En circunstancias de heterogeneidad social, los
sistemas electorales tendrían que evitar cualquier efecto de profundidad de las
diferencias existentes y de su transformación en líneas excluyentes de conflicto
político. Contrariamente a lo que aconsejó Tocqueville, en la actualidad encontramos
sistemas electorales mayoritarios en varios países con alta heterogeneidad social,
sobre todo en África, Asia y el Caribe. En muchos casos, se confirmaron y siguen
confirmándose los temores del gran teórico político francés. Es interesante añadir las
reflexiones teóricas que a menudo tratan de explicar el éxito del

Westminster modelo de Gran Bretaña, que incluye como es sabido el principio de


representación por mayoría en forma del se hace hincapié en que los antagonismos o
clivajes sociales tienen que poder atri-buirse claramente a una o, como máximo, a dos
dimensiones de conflicto. Por lo tanto, el prerrequisito es la ausencia de clivajes que
atraviesen los distintos sectores sociales, tales como los conflictos étnicos, religiosos y
lingüísticos. El requisito de homogeneidad socioeconómica incluye, así mismo, la
ausencia de diferencias internas excesivas en el desarrollo económico e industrial. Un
clivaje claro a lo largo de una dimensión de conflicto constituye la base para la
polarización del comportamiento electoral y del sistema de partidos entre la clase
trabajadora y la clase media. Dada la distribución geográfica de los votantes de la
clase trabajadora y de la clase media, dicha polarización produjo una extensa mayoría
de escaños seguros y un gran número de baluartes electorales para uno de los dos
partidos mayoritarios. En Gran Bretaña, en las cinco elecciones celebradas entre 1955
y 1970, el 75% de las circunscripciones quedó en manos del mismo partido; después
de 1951, un promedio de 50 circunscripciones en cada elección pasó de un partido al
otro. Para que se produzca la alternancia en el gobierno nacional se requiere,
entonces, una cierta cantidad limitada de las llamadas circunscripciones marginales
circunscripciones electorales con un electorado relativamente homogéneo en términos
socio estructural. El postulado de homogeneidad de Tocqueville se cumple, como
mínimo, en estas pocas circunscripciones marginales, cuya importancia política es
enorme, pues en ellas se deciden las elecciones. Hay que considerar también que el
consenso sobre la representación por mayoría ha quedado en pie en Gran Bretaña,
pese a la dura crítica de la que ha sido objeto en el transcurso del tiempo. Así, se
confirma otra de las premisas de Tocqueville, incluso cuando los resultados puedan
contradecir en términos estrictos el principio de la representación por mayoría al
conceder a la primera minoría en votos la victoria electoral (para este fenómeno, ver
recuadro 3). Las dos condiciones de homogeneidad mencionadas no se dan en
sociedades fragmentadas por razones étnicas, lingüísticas y/o religiosas. Tampoco es
de esperar que se den en países con grandes disparidades de desarrollo entre sus
diferentes regiones. En los sistemas políticos caracterizados por contradicciones
socioeconómicas entre el centro y la periferia, o entre grupos étnicos o religiosos, los
sistemas mayoritarios refuerzan los factores centrífugos y desintegradores. En la
mayoría de estos casos de países heterogéneos, no existe un consenso básico en la
población sobre el principio de representación. Donde el consenso se mantiene, como
en Canadá y Nigeria, los efectos políticos del sistema mayoritario son totalmente
distintos de los que se manifiestan en países homogéneos. Mientras que en Canadá la
cultura política británica proporciona un sustituto de la homogeneidad, el experimento
mayoritario en Nigeria condujo finalmente a la guerra civil. En Malasia, la aplicación
del sistema mayoritario se produjo luego.

I. ELEMENTOS PARTICULARES DE LOS SISTEMAS ELECTORALES Y


SUS EFECTOS

1. Distribución De Las Circunscripciones Electorales

Los sistemas electorales son estructuras complejas, consistentes en un gran número


de elementos distintos que pueden ser combinados prácticamente de cualquier modo.
Los sistemas electorales establecen disposiciones que toman en consideración gran
cantidad de aspectos que, en general, pueden dividirse en cuatro áreas: - distribución
de las circunscripciones electorales (tamaño de las circunscripciones); - candidatura; -
votación; transformación de votos en escaños. En cada una de estas áreas hay un
amplio margen creativo. Además, los distintos arreglos posibles en una de las áreas
pueden combinarse de varias maneras con los arreglos en otras. Cada uno de los
distintos elementos en particular ejerce efectos' muy diferentes en el conjunto del
sistema electoral y en el resultado de una elección. El punto decisivo radica en que los
efectos de los elementos particulares pueden ser reforzados, eliminados o
neutralizados a través de su combinación. Los efectos políticos de los sistemas
electorales muy rara vez dependen de un solo elemento. En la mayor parte de los
casos ocurren como consecuencia de la combinación de varios elementos, lo que
produce ciertas consecuencias políticas de un sistema electoral.

La distribución de las circunscripciones electorales es de vital importancia para los


efectos de los sistemas electorales, es decir, para las oportunidades electorales de los
partidos políticos. La distribución de las circunscripciones electorales en un país
constituye una de los aspectos políticos más difíciles a la hora de elaborar y evaluar
un sistema electoral. La crítica de un partido político al sistema electoral parte a
menudo de la distribución de las circunscripciones electorales. Así, por ejemplo, el
perjuicio sufrido por la social de ínocracia alemana durante el imperio guillermino
(1871-1918) se originaba en la forma en que se habían distribuido las
circunscripciones electorales. Dado que éstas no se ajustaban a los cambios
demográficos, era necesario un número de votantes mucho más grande para obtener
un escaño parlamentario en las circunscripciones urbanas donde los social
demócratas eran más fuertes— que en las circunscripciones rurales. Por esta razón,
los socialdemócratas alemanes lucharon por la introducción de la representación
proporcional. Durante la República de Weimar, esto se arregló de tal forma que la
división geográfica de las circunscripciones no tuviera ninguna importancia para la
atribución de escaños. Cada partido recibía un escaño por cada 60.000 votos
obtenidos. ^

Circunscripción electoral, mesas de votación, círculo electoral

Para realizar unas elecciones, el territorio electoral se subdivide en varias entidades,


tales como circunscripciones electorales, áreas de votación y círculos electorales.
Cada tipo de jurisdicción tiene una función específica en el proceso electoral. Así, el
área de votación tiene la función de facilitar el acto de votación mediante la división del
territorio electoral en jurisdicciones que permiten al votante ejercer su derecho o deber
cómodamente, mientras que la función principal de la circunscripción electoral se
relaciona con el escrutinio, o sea, con la asignación de los escaños. En la
circunscripción electoral, los votos válidos son convertidos en escaños. Es aquí donde
se establece quiénes triunfaron y quiénes fueron derrotados. En los escrutinios, se
toman en cuenta solamente los votos depositados dentro de la circunscripción
electoral y no los de otras circunscripciones. Por regla general, la circunscripción
electoral representa también la entidad territorial para las candidaturas. Por otra parte,
existen sistemas electorales donde se contemplan los circuitos electorales, cuya
función se limita únicamente a la definición de las candidaturas, como ocurre, por
ejemplo, en el caso de los Países Bajos. Tenemos entonces las divisiones y funciones
siguientes: Jurisdicción: Mesa de votación Círculo electoral Circunscripción electoral
Función: Entidad del acto de votación Entidad de la promoción de candidaturas
Asignación de bancas/escaños Es muy importante observar que la distribución de las
circunscripciones electorales no puede definirse de una vez y para siempre. Los
procesos migratorios exigen un ajuste permanente de las circunscripciones a las
nuevas realidades demográficas. En consecuencia, la crítica a la distribución de las
circunscripciones electorales tiene dos puntos de partida: por un lado, la manipulación
activa en beneficio de un partido o tendencia política y, por otro, la pasividad ante el
emprendimiento de las reformas necesarias.

Representación igual o desigual

A través de la variación de la relación entre población y escaños, es posible manipular


la representación política a favor de ciertos partidos políticos. Constituye casi una
tradición en todos los países el hecho de que la distribución de circunscripciones
electorales en áreas urbanas y rurales se base en distintas relaciones de población o
electores respecto a escaños. En consecuencia, el

i Elementos particulares de los sistemas electorales y sus efectos electorado en


circunscripciones rurales es por lo general más pequeño que el de las áreas urbanas
con relación a los escaños por distribuir. Sin embargo, según el principio democrático,
cada voto debe tener el mismo valor. Esta igualdad en el valor de los votos —un
principio estrechamente unido con la extensión del sufragio universal— se alcanza
cuando se aplica el mismo cálculo o cifra repartidora para atribuir escaños
parlamentarios en todo el territorio electoral, en lo que se refiere a la cantidad
requerida de habitantes (o de electores; en algunos casos también, en cuanto a la
cantidad de los votos válidos depositados) (ver cuadro 5). Hay, no obstante,
argumentos políticos que son considerados justos y que permiten desviaciones del
principio de igualdad. En la cuna de la democracia parlamentaria, Gran Bretaña, la
representación está ponderada con arreglo a las cuatro provincias (Inglaterra, Escocia,
Gales e Irlanda del Norte). En la mayoría de los casos, se busca otorgar a la población
rural menos desarrollada una representa-ción mayor, a fin de fortalecer su influencia
sobre el parlamento. Sin embargo, este argumento se utiliza frecuentemente para
esconder las razones verdaderas: obtener una ventaja político-partidista a través de
una representación desigual. Así mismo, esta argumentación tampoco es convincente,
ya que las áreas rurales favorecidas son representadas, en general, por políticos que
defienden el statu que social y no tienen interés en reformas estructurales. / No
obstante, a menudo se sobrepasan los límites tolerables de desviación del principio de
igualdad en la representación (en la terminología clásica:

En estos casos, el resultado electoral se convierte en un producto de la manipulación


(ver, en el gráfico 4, la evolución histórica del sufragio en algunos países
industrializados). La aplicación del principio de igualdad mediante la fijación de un
promedio de habitantes por escaño parlamentario tiene dos variantes técnicas. La
primera implica la distribución de circunscripciones electorales. Esta fórmula se aplica
básicamente dividiendo el país en circunscripciones uninominales, cuyos límites
deben ajustarse constantemente a la variación demográfica. La segunda fórmula
implica el cómputo de la proporción de escaños atribuible a una circunscripción
electoral basada en el número de habitantes. Este método se aplica generalmente en
los sistemas con circunscripciones plurinominales. El número de escaños por
circunscripción varía entonces con arreglo a la variación demográfica. Para poner en
práctica el principio de igualdad en la representación, se requieren comisiones
independientes de los partidos políticos, encargadas de observar la relación entre
población y escaños, y proponer las reformas pertinentes. En Gran Bretaña, la primera
comisión delimitadora se formó ad hoc en 1917. Desde 1944 existen cuatro
comisiones permanentes para Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, las que
trabajan apuntando hacia una representación aproximadamente igual. En Gran
Bretaña, el criterio de decisión para las comisiones delimitadoras es el número de
personas habilitadas para votar en cada circunscripción electoral.

Gerrymandering

Otra forma de manipular la distribución de las circunscripciones electorales se conoce


por el nombre de, término por el cual se entiende la delimitación de las
circunscripciones electorales con arreglo a consideraciones político-partidistas. En
este caso, la manipulación política es de carácter deliberado, pues se aprovecha la
variación de la distribución geográfica de los simpatizantes de los partidos políticos. El
origen del nombre de esta técnica de manipulación se remonta a un señor de nombre
Gerry, quien "se delimitó" una circunscripción con la forma de una salamandra, la cual
le garantizaba un triunfo seguro en la ciudad de Boston (de allí el concepto, "gerry-
mandra"). Sin embargo, hay distintos motivos políticos que dan origen al

Un caso consiste en el intento de crear un escaño seguro y lograr así la victoria de un


determinado candidato, como el señor Gerry. En otros casos, se busca aumentar o
disminuir la representación política en el parlamento de determinados grupos sociales
o partidos políticos. Ejemplo: 1. En un territorio electoral caracterizado por una
aglomeración urbano-industrial rodeada de zonas rurales, se presenta un cuadro
político en el que el partido progresista A domina claramente en la zona urbana,
mientras el partido conservador B domina la zona rural. Si la zona urbana constituye
una circunscripción uninominal y la rural está dividida en varias circunscripciones
uninominales, esto significa que el partido A ganará el escaño en juego en la ciudad y
el partido B los escaños en juego en las circunscripciones rurales. Pero si las
circunscripciones se diseñan de tal forma que produzcan una mezcla de zonas
urbanas y rurales, el partido A obtendrá probablemente más de un escaño. El ejemplo
siguiente de distribución de circunscripciones electorales ilustra una situación en la
que están en juego cuatro escaños en circunscripciones uninominales. Se establecen
dos modelos de distribución; el primero, con una circunscripción.

2. Candidatura Formas De Votación Y Boletas Electorales

El campo de la candidatura es especialmente importante porque permite influir a


través de las distintas soluciones en la relación entre votante y elegido. La distinción
fundamental se establece entre candidatura individual y lista de partido, distinción con
la cual se asocia la idea de voto por una persona o personalidad versus voto por una
lista de individuos anónimos. Este campo se encuentra lleno de creencias no siempre
fundadas respecto al significado de estas alternativas. Contrariamente a lo que se
supone normalmente, la personalidad del candidato puede jugar un papel más
importante en el caso de las listas de partido que en el de la candidatura individual,
dado que hay diferentes formas de listas y algunas se abren en función de un voto
personal. A esto pueden contribuir los distintos procedimientos de votación (voto
preferencial, alternativo, acumulativo, etc.) que posibilitan la ponderación del voto en
dirección de un voto por candidatos. Las diferentes formas de listas de partidos y de
formas de votación le permiten al votante ejercer mayor o menor influencia en la
selección de los candidatos. La selección puede realizarse entre los candidatos del
partido preferido por el votante o entre los mismos partidos. Esto depende de la forma
de la lista. La lista cerrada ^bloqueada únicamente permite votar en bloque por un
partido político. El partido decide el orden de aparición de los candidatos en la lista.
Este tipo de listas se percibe asociado con la dependencia de los diputados frente a
los partidos políticos Por otra parte, los partidos pueden planear la composición del
partido en el pailamonio. estipulando la presencia de expertos, la representación de
distintos quipos sin mies, mujeres, minorías, etc.

El voto de preferencia dentro de una lista cerrada y no bloqueada (o sea, semi abierta)
le permite a los votantes decidir acerca de quién debe representar al partido en el
parlamento. Esta decisión sólo se ve "preestructurada" por los comités partidarios. El
diputado electo sabe que no sólo goza del apoyo de su partido, sino también del
apoyo personal y político de los electores que marcaron su nombre en la lista de
partido. Por lo tanto, no se siente tan dependiente del partido. La lista no cerrada y no
bloqueada (o sea, abierta) le permite a los votantes confeccionar sus propias listas,
compuestas con candidatos de partidos diferentes. La lista presentada por el partido
sólo tiene carácter de propuesta. De este breve análisis (ver resumen en recuadro 4 )
se desprende que las formas de listas de partido conciernen principalmente a la
relación entre el votante y los candidatos/diputados o entre candidato/diputado y su
partido.

3. Reglas Para Realizar La Conversión De Votos En Escaños

En este punto consideraremos todas las disposiciones legales que permiten, después
de haber efectuado el escrutinio y cómputo de los votos, realizar la conversión de
votos en escaños para así determinar la composición política del parlamento. En
términos sistemáticos, por medio del reparto de los escaños se precisa el valor de
logro de los votos, el cual se diferencia según los sistemas electorales: según cuál sea
la fórmula de decisión que se aplica dentro de lo fijado en materia de
circunscripciones, candidaturas y votación, y según si se prevé la aplicación de una
barrera legal. Es un hecho que no lodos los partidos con votos pueden participar en el
reparto de los escaños: algunos quedan excluidos. Es un hecho, también, que los que
consiguen escaños parlamentarios participan en su reparto a menudo de forma
desigual. Gran parte de estos efectos hay que adjudicar-los a las reglas para realizar
la conversión de votos en escaños. Después de la distribución de las circunscripciones
electorales, el mecanismo más importante de un sistema electoral para determinar el
resultado 4c una elección son las reglas para repartir los escaños (fórmulas de
decisión y, dp existir, barreras legales).

Elementos particulares de los sistemas electorales y sus efectos


Las reglas aplicadas al cabo de la adjudicación de los escaños tienen en general
[ efectos políticos precisos. Aquí nos encontramos de lleno en un ámbito de la I'
sistemática electoral donde rige únicamente la fría lógica matemática. Basta l recordar
las barreras legales de representación (como la cláusula del 5% en la í¡ República
Federal de Alemania) que excluyen del parlamento a los partidos J políticos que no
superaron un determinado porcentaje de votos. S Con mayor razón aún, cuando el
proceso de conversión de votos en escaños • consiste en muchos procedimientos con
varias faSes de reparto, son las fórmulas í matemáticas las que, con base en los votos
escrutados y computados, producen el l resultado electoral. Dado que las fórmulas
difieren en sus efectos, uno puede argüir í justificadamente que el resultado de una
elección depende del procedimiento • mediante el cual se convierten votos en escaños
en virtud de las fórmulas de decisión. Allí reside lo político de las reglas que se aplican
en el reparto de los ' escaños. Por un lado, su propia introducción se hace de acuerdo
a criterios políticos; por otro lado, las reglas mismas tienen efectos políticos
reconocibles con bastante ' exactitud, como en el caso de la exclusión efectiva de
partidos políticos de la | repartición de los escaños. En este contexto, hay que tomar
en cuenta dos efectos, diferentes: - los efectos inherentes a las reglas aplicadas en el
reparto de escaños; - el efecto de estas reglas sobre el comportamiento electoral, lo
que confirma que la matemática de las reglas aplicadas en el reparto de los escaños
está vinculada ¡ con efectos políticos. Ejemplo: un partido menor, expuesto al riesgo
de no superar el mínimo de votos | requerido por la barrera legal de representación, no
sólo es perjudicado, de hecho, | por la barrera en términos de votos al cabo del
reparto, sino también en términos | psicológicos, ya que el elector teme perder su voto
y prefiere entonces elegir otro I partido.

Barrera legal

Utilizamos el término "barrera legal de representación" cuando los partidos I políticos


tienen que obtener un número legalmente determinado de votos para poder I participar
en la adjudicación de escaños parlamentarios. I Existen diferentes tipos de barreras
legales de representación según su ámbito I de aplicación y su altura. El ámbito puede
ser la nación, la región (asociación de I circunscripciones) o la circunscripción. Existe
la posibilidad de establecer barreras I legales en diferentes ámbitos alternativamente,
combinándola con distintas alturas. I

En la práctica, las barreras legales existentes varían hasta ahora entre un 1% y un I


12,5% de la votación; su margen de variación es de 1% a 5% en el nivel nacional, I y
hasta 12,5% en el nivel de la circunscripción. Vale añadir que la barrera legal sólo se
refiere a la participación de un partido en la distribución de los escaños y no al |
candidato individual del partido, quien conserva su escaño cuando lo ha conseguido,
por ejemplo, por haber alcanzado la primera mayoría en una circunscripción
uninominal.

V. TIPOS DE SISTEMAS ELECTORALES

1. Una Tipología De Sistemas Electorales


Concebir una tipología de los sistemas electorales no es, sin embargo, tarea fácil, lo que
explica en la ciencia política la ausencia de esfuerzos en tal sentido. Esta situación
contrasta fuertemente con la existencia, en el campo de los sistemas departidos, de una
tipología básica que goza de una aceptación general y que se remonta a Sartori (1976).
En cuanto a los sistemas electorales, una mirada hacia la diferenciación que se practica
actualmente en el análisis político nos señala el uso(escasamente problematizado) de la
tríada sistemas mayoritarios/sistemas proporcionales/sistemas mixtos. Esta clasificación
es insuficiente por varias razones: en primer lugar, no diferencia entre distintos tipos de
sistemas mayoritarios y sistemas proporcionales, algo que es imprescindible para
cualquier análisis comparativo delos sistemas electorales; en segundo lugar, el tercer tipo
constituye sólo una categoría residual que sugiere que los llamados "sistemas mixtos" no
son ni mayoritarios ni proporcionales. En realidad, los efectos de los "sistemas mixtos
"varían desde lo mayoritario a lo proporcional, cubriendo en la práctica el mismo espacio
de efectos sobre la relación entre votos y escaños que los sistemas mayoritarios y
proporcionales. Así, en vez de encubrir este factum en una caja negra, el objetivo
científico sería precisamente determinar el efecto mayoritario o pro-porcional de cada úno
de los "sistemas mixtos" y clasificarlos de acuerdo al resultado de este examen .A
continuación, describiremos tipos de sistemas electorales que corresponde no se acercan
a sistemas electorales concretos (tipos reales). El criterio de diferen-ciación es, en piniH'i
lugar, el efecto que tienen los sistemas electorales sobre la relación votos/escaños y, en
segundo lugar, ciertos aspectos de su composición. Nos interesa fundamentalmente la
diferenciación sistemática; la tipología de sistemas electorales sólo tiene fines
orientadores, dado que la realidad es cambiante y el debate sobre los sistemas
electorales incluye todas las posibilidades y variantes delos tipos. Empezando con el
ámbito de los sistemas de representación por mayoría, distinguimos tres tipos. El primero
es el sistema de mayoría relativa en circunscripciones uninominales. Se trata del sistema
clásico correspondiente al principio de representación por mayoría, que se aplica en Gran
Bretaña y en el mundo bajo la influencia político-cultural anglosajona. Su efecto
desproporcional favorece al partido más votado.
El segundo tipo, en el grupo de los países occidentales, es el sistema de mayor a
Absoluta en circunscripciones uninominales (con segunda vuelta), sistema electoral con
mucha historia, que en la actualidad se emplea en Francia (con voto alternativo también
en Australia). Su efecto desproporcional favorece al partido o alianza departidos con más
votos.
El tercer tipo es el sistema de circunscripciones plurinominales (hasta cinco escaños)
variables de tamaño pequeño o trinominales invariables, con efectos de distorsión de la
proporcionalidad (la binominalidad es una variante con efectos específicos). Este tipo es
un representante de los demás sistemas mayoritarios que no operan exclusivamente con
base en las fórmulas de decisión mayoritaria en circunscripciones uninominales y que se
conoce con el nombre de "formador de mayorías". Más adelante incluiremos dos sistemas
mayoritarios más en nuestra tipología. En el ámbito de los sistemas de representación
proporcional, también distinguimos por ahora (y en función de nuestro posterior análisis
comparativo) tres tipos. El cuarto tipo es el proporcional en circunscripciones
plurinominales variables demedia mayor, es decir, de tamaño mediano y grande, que
constituyen una barrera natural de representación no tan alta como para cuestionar el
carácter proporcional del sistema. Sin embargo, este sistema puede producir una
considerable desproporcionalidad entre votos y escaños (por este motivo se le denomina
a menudo como de representación proporcional impura). Como ejemplos ilustrativos
pueden figurar España y Portugal.
- El quinto tipo es el de la representación proporcional pura. Este sistema a s p i r a a una
proporcionalidad lo más exacta posible, excluyendo el uso de barreras naturales o legales
de una altura que pueda impedir alcanzar una alta proporcionalidad. A modo de ejemplos
ilustrativos pueden citarse Israel y los Países Bajos. El sexto tipo es el proporcional con
barrera legal de representación en el nivel nacional. Este sistema elimina a los pequeños
partidos que no pueden superar la barrera legal, pero distribuye proporcionalmente los
escaños entre los partidos restantes. Ejemplos ilustrativos son Alemania y Suecia. Si se
comparan estos seis tipos de sistemas electorales, es posible observar la importancia
clasificatoria de la circunscripción electoral:- los dos primeros tipos se parecen por la
uninominalidad y se distinguen por la fórmula de decisión (con efectos sobre la estructura
del sistema de partidos);- los dos tipos siguientes se parecen por la plurinominalidad y se
distinguen por el tamaño de las circunscripciones electorales^ pequeño, por un lado,
y mediano y grande, por el otro;
- los dos últimos se parecen por reducir al máximo el significado de la distribución de las
circunscripciones para la relación votos/escaños y se distinguen por la manera de lograr el
alto grado de proporcionalidad que ambos alcanzan: por un lado, aboliendo el factor
circunscripción (por ejemplo, estableciendo una única circunscripción nacional) en su
función de barrera natural de representación y, por otro, sustituyendo la circunscripción en
su función de barrera natural por una barrera de tipo legal en el nivel nacional. Así, salvo
respecto a la diferenciación entre los dos primeros tipos básicos, la circunscripción
electoral —su tamaño, su función y su sustitución— define los tipos de sistemas
electorales distinguidos hasta aquí. Sin embargo, como se sabe, un criterio decisivo para
la conformación de una tipología es que ésta se halle cerca de la realidad. La tipología de
los seis sistemas ya se encuentra más próxima a la realidad que la tríada frecuentemente
empleada. Sin embargo, el tercer tipo de sistema mayoritario sólo es, en realidad, un
representante de una categoría residual, aunque ahora restringida al campo de los
sistemas mayoritarios. Y en el caso del sistema proporcional con barrera legal, el criterio
de la barrera, si bien muy importante para el efecto que tiene el sistema electoral, por sí
sólo no parece un criterio suficiente para encarar la variedad de los sistemas
proporcionales y constituir el fundamento de una tipología que capte bien la realidad.

2. Tipos De Sistemas Electorales Y Efectos Políticos

Para nuestro objetivo de análisis, en primer lugar, resulta suficiente trabajar con los seis
tipos básicos desglosados arriba, concretando el tercer tipo de sistema mayoritario en la
forma propuesta, es decir, como sistema mayoritario en circunscripciones pequeñas.
Luego, consideraremos especialmente, en segundo lugar, las tres variantes de
combinación de la uninominalidad con la proporcionalidad, tomando como punto de
partida el sistema electoral alemán, el cual ha constituido un punto de referencia
orientadora para la formación de estos tres tipos básicos de sistemas electorales que
gozan de tanta presencia en el debate actual sobre reforma electoral. Una primera prueba
de la utilidad de la tipología de los seis sistemas surge de compararlos con los grados de
proporcionalidad que alcanzan. A estos efectos, utilizamos el índice de proporcionalidad
por país elaborado por Mackie/Rose(1991) y le agregamos el tipo de sistema
electoral. Observamos una determinada correspondencia entre los seis tipos y los grados
de proporcionalidad, conforme alas consideraciones que fundamentaron la clasificación.
En el grupo de baja proporcionalidad (debajo de 90), seis de los ocho casos corresponden
a sistemas mayoritarios (tipos 1, 2 y 3); en el grupo de mediana proporcionalidad (91
hasta 94), cinco de los ocho casos corresponden al tipo 4(representación proporcional
impura); en cl grupo de alta proporcionalidad (95h a s t a 1 0 0 ) , cuatro de los ocho casos
c o r r e s p o n d e n a los tipos 5 y 6. Es interesante observar que los dos casos del tipo 6
(Alemania y Suecia) se ubican en el tercero y cuarto lugar del r a n k i n g .

Sin embargo, la correspondencia no es del todo exacta, pues en la relación intervienen


otras variables que no podían entrar en la tipología por razones metodológicas. La
segunda prueba de la utilidad de la tipología surge precisamente de encontrar los factores
que pueden explicar la variación específica frente a la correspondencia. Estos factores
pueden resultar de:

a) la composición misma de los sistemas electorales, por ejemplo, en el caso del sistema
electoral de circunscripciones pequeñas, cuando se mezclan circunscripciones pares
(tamaño 2 y 4) con impares (3 y 5); este sistema no muestra necesariamente altas
desproporcionalidades porque se compensan los efectos: los tamaños 3 y 5 favorecen al
partido más votado y los tamaños 2 y 4 a la primera minoría (este factor entre otros podría
explicar la posición de Irlanda en el r a n k i n g ) ;

b) la estructura del sistema de partidos: bipartidismo, pluri- o multipartidismo reaccionan


de manera diferente a los sistemas electorales;

c) la geografía electoral, o sea, la forma de distribución del electorado según preferencias


políticas ("baluartes"), yd) la variable combinación de todos estos factores. Subrayamos
de nuevo esta situación multicausal que también caracteriza la relación votos/escaños.
Sin embargo, el análisis de los diferentes efectos de los tipos de sistemas electorales no
debe restringirse al grado de proporcionalidad. Tomando en cuenta la correspondencia
variable precisamente en el grupo de mayor proporcionalidad, es imprescindible indagar
más acerca de las funciones y efectos de los diferentes sistemas electorales
proporcionarse Distinguimos cinco funciones para m a r c a r l a s d i f e r e n c i a s :

- exclusión de partidos pequeños;

- ventajas para los partidos grandes;

- ventajas para el partido más grande;

- efecto concentrador sobre el sistema de partidos políticos;

- efecto de "formación de mayorías".

ejercer los tres tipos de sistemas electorales proporcionales, los cuales ejercen efectos
distintos en cada una de las funciones. Por otra parte, y para quien eche de menos el
análisis de los sistemas mayoritarios respecto a las funciones señaladas, estos sistemas
electorales se ubican dentro del grupo de los sistemas proporcionales i m p u r o s c o n
l a s m i s m a s características.

3. Representación Proporcional Personalizada: El Sistema Alemán

Ya hemos establecido una tipología de los sistemas electorales basada en determinada


clase de efectos. Ahora trataremos un tipo de sistema electoral con características propias
que se refieren tanto a la relación votos/escaños como a la relación votante/elegido. Se
trata del sistema electoral alemán que, en su país de origen, se denomina sistema de
representación proporcional personalizada, en virtud de la combinación que establece
entre el tipo de voto personal y el principio de representación proporcional. Vale la pena
estudiar más detalladamente este sistema por dos motivos: por una parte, es considerado
un modelo en los debates internacionales sobre reforma electoral (llamado allí a menudo
sistema mixto), y constituye un sistema a partir del cual se pueden diferenciar varios
subtipos de sistemas electorales que constituyen opciones en el debate sobre sistemas
electoral e s .

¿Cómo funciona el sistema electoral alemán?


En las elecciones al Bundestag cada elector tiene dos votos. El primer voto
(Erststirnme)se da a los candidatos de los partidos en las circunscripciones electorales; el
segundo voto (Z w e i t s n m m e ) se otorga a la lista estadual del partido
(Landesliste). Resulta elegido el candidato que en la circunscripción electoral saca la
mayoría de los primeros votos. Los segundos votos determinan cuántos diputados enviará
cada partido al Bundestag. Allí hay 656 diputados en total. El número de diputados para
cada partido se determina mediante la aplicación dual de la fórmulaHare/Niemeyer (ver
capítulo precedente).En el primer procedimiento de distribución de escaños, se determina
el número de escaños de cada partido. En este procedimiento, se suman los segundos
votos en el nivel nacional de los partidos según las listas estaduales (16, tras la
unificación).El método Hare/Niemeyer se aplica a este total de votos, determinando así el
total de escaños para cada partido. En la distribución de los escaños participan solamente
los partidos que, en el nivel nacional (hasta 1956, en cl nivel de los estados federados),
alcanzaron el 5% de los votos o consiguieron elegir tres escaños directos. En el segundo
procedimiento de asignación de escaños, se utiliza nuevamente la fórmula
Hare/Nicmeyera fin de determinar cuántos escaños corresponden a cada partido en cl
nivel de las listas estaduales a partir del total de diputados alcanzado en el nivel nacional.
Sólo después de haberse definido cuántos escaños le corresponden a cada partido en
cada partido en cada Land o estado federado, se procede a determinar cuántos escaños
directos corresponden. Si un partido ha conseguido obtener más escaños directos con los
primeros votos que aquellos que lo corresponden según los segundos votos, puede
retener estos escaños de tal manera que el total de escaños aumenta temporalmente (los
así llamados escaños excedentes o Überhangsmandaté).

¿Cuáles son los rasgos principales del sistema electoral alemán?

Desde un punto de vista técnico, la particularidad del sistema proporcional personalizado


de Alemania radica en las combinaciones siguientes:

- la combinación de circunscripciones uninominales, plurinominales, e implícitamente de


una circunscripción nacional única para determinar la parte de los partidos en el total de
los escaños;
- la combinación del voto personalizado y del voto de lista;
- la combinación de la decisión por mayoría relativa (en las circunscripciones
uninominales) y de decisión por la fórmula proporcional (en la circunscripción nacional
única).Es cierto que la combinación de estos elementos, vista incluso como contradictoria
por la vieja escuela de sistemas electorales, hace difícil comprender la mecánica del
sistema electoral alemán y sus características decisivas, las cuales se exponen a
continuación. Primero: el sistema electoral alemán es un sistema proporcional. A
menudo se le denomina un sistema electoral mixto, bajo el supuesto de que mezcla la
representación por mayoría y la representación proporcional. Sin embargo, la composición
política del B u n d e s t a g se determina por la fórmula de decisión proporcional en el nivel
nacional (en una circunscripción nacional única). De este modo, la relación votos/escaños
es altamente proporcional, pese a la vigencia de la barrera legal del 5%.
Obviamente, la proporcionalidad es sólo alta para los partidos que superan la barrera
legal. Esta opera a favor de estos partidos, los cuales sacan proporcional-mente más
escaños que votos, y esta ventaja aumenta en la medida en que muchos partidos queden
por debajo de la barrera legal. Bajo ningún tipo de circunstancias aparecen
desproporciones entre los partidos que superaron la barrera legal, excepción hecha de los
escaños excedentes. En resumen, el sistema alemán logra una elevada proporcionalidad
y es un sistema altamente proporcional en la adjudicación de los escaños entre los
partidos que superan la barrera legal de representación. Segundo: el sistema proporcional
es personalizado. El elector decide con sus dos votos sobre personas y partidos, sobre
candidatos en circunscripciones uni-nominales y sobre listas de partido en
circunscripciones plurinominales que corresponden a los estados federados (16, tras la
unificación). El voto personaliza doy el voto de lista le permiten al elector hacer un voto
cruzado (split-voting) , l o q u e es apreciado como una prueba de que el votante
realmente distingue entre candidato y partido. Así, el elector determina a través de su voto
personal la composición individual de la mitad del B u n d e s t a g , sin interferir por ello en
la composición político-partidaria del parlamento. La uninominalidad no influye en la
relación votos/escaños, sino sólo en la relación votante/elegido. En resumen, la
uninominalidad y cl voto personal tienen importancia en la relación votante/elegido para la
mitad de los micmbros del parlamento, pero no influyen en la relación votos/escaños. En
otras palabras, la uninominalidad introducida a través del voto personalizado no influye en
el grado de proporcionalidad d e l s i s t e m a e l e c t o r a l a l e m á n .
4. Tipos De Sistemas Personalizados
En el análisis del sistema electoral alemán, hemos destacado la
p e r s o n a l i z a c i ó n del voto como una de sus características más salientes. Ahora
observaremos con mayor exactitud dos aspectos técnicos: la forma de la personalización
del voto y la asociación del voto personal con la representación proporcional. La forma del
voto personal y su relación con el principio de representación constituye una disyuntiva
importante para las reformas de los sistemas electorales. La forma de la personalización
del voto tiene efectos fundamentalmente sobre la función de las elecciones y de los
partidos políticos en ellas. La manera de unir e l v o t o p e r s o n a l c o n l o s d e m á s
e l e m e n t o s d e l s i s t e m a e l e c t o r a l , c o n s t i t u y e e l criterio para formar subtipos
de sistemas electorales basados en los efectos diferentes que se ejercen sobre la relación
votos/escaños. La personalización del voto puede llevarse a cabo de distintas maneras.
La gran alternativa, como ya vimos en cl capítulo anterior, es aquélla entre el tamaño de la
circunscripción electoral y la forma de lista, entre circunscripciones uninominales y listas
abiertas o semi abiertas. El votante elige en ambos casos candidatos, el voto es personal.
Sin embargo, las funciones y los efectos de estas formas depersonalización del voto son
muy distintas. La diferencia decisiva es que, en el caso de la lista, el elector enfrenta una
selección de los candidatos de un mismo partido, mientras que en el caso de la
circunscripción uninominal, la competencia se restringe a una lucha entre candidatos que
militan en partidos diferentes. La competencia es en el primer caso interr intrapartido, en
el segundo caso sólo interpartido. La competencia intrapartido de los candidatos,
fenómeno recurrente en los partidos políticos, no la deciden los órganos del partido (en
muchos países la decisión la toma, en los hechos, la cúpula mayor del partido), sino que
la decide el votante. La nominación por parte del partido pierde importancia; por el
contrario, en el caso de la circunscripción uninominal, el papel del partido no se ve
cuestionado. Dado que con la lista abierta y semi abierta, el elector influye decisivamente
en la selección del personal político, la forma abierta de la lista aparece como el método
que incrementa de manera fundamental y de forma cualitativa la participación del
electorado. Quien evalúa la política desde este punto de vista, optará por la lista abierta o
semi abierta, ante el hecho de que cl voto personal en circunscripciones uninominales no
cambia tanto la relación votante/elegido en favor del elector. Sin embargo, la evaluación
tiene que basarse en varios criterios y no sólo en cl de la mayor o menor capacidad de
selección del votante. Tiene que tomar en cuenta también las experiencias concretas con
las listas abiertas y semi abiertas en varios países. Estas experiencias, en la práctica, no
sólo no son tan positivas respecto a los objetivos atribuidos a estas listas, sino incluso
muy negativas en otros aspectos. Primero, la lista abierta o semi abierta puede debilitar a
los partidos y hacerles difícil cumplir con sus funciones. Esto puede resultar
especialmente grave en situaciones en que los partidos políticos se hallan muy poco
estructurados y donde existe alta volatilidad del voto. Puede ser grave también en
circunstancias en que los partidos tienen que velar por una representación política
socialmente balanceada, integrando representantes de determinados sectores de la
sociedad, especialmente minorías (étnicas, lingüísticas, religiosas) y mujeres. Y es así
mismo grave porque los partidos pierden buena parte de su capacidad de planificar la
composición de su fracción parlamentaria, en términos de integrar en ella líderes,
especialistas en materias políticas como la política agraria, social o ambiental, quienes
a menudo no tienen fácil acceso al voto del electorado. Por el contrario, se
imponen fácilmente personas que atraen el voto por su grado de conocimiento en la
población, con-seguido frecuentemente a través de la fama en el deporte o en el mundo
del espectáculo, lo que aumenta cl populismo dentro de los partidos políticos. Segundo, la
lista abierta y semi abierta normalmente aumenta no sólo los niveles de competencia, sino
también los gastos de campaña, buena parte de éstos dirigidos a decidir quién va a
representar al partido en cl parlamento, cuando el escaño para el partido ya se encuentra
asegurado. Vale considerar que la competencia intrapartido en general no contribuye a
mejorar las perspectivas de un partido de ganar más escaños. Y vale añadir además que
dicha competencia sustrae fondos que pueden ser dedicados a la lucha interpartidos.
Tercero, para poder competir entre ellos, los candidatos de una lista abierta o semi abierta
tienen que erigir y mantener un n e t w o r k de apoyo dentro del partido, cuya razón y
función no se encuentra en cl campo político-ideológico, sino en el económico-financiero.
El clientelismo se desarrolla y establece como modelo de relación entre candidato-
diputado y miembros del grupo de apoyo. El clientelismo es un fenómeno bien recurrente
en muchos países, como también el clientelismo departido. Sus causas son múltiples. Sin
embargo, lo que se afirma aquí es que el clicntclismo, sin considerar su grado, crece
debido a la dinámica política impulsada por la lista abierta o semi abierta. Por otra parte,
los actores sociales y políticos favorecidos por el clicntelismo político pueden estar
interesados en la lista abierta o semi abierta como mecanismo de personalización del voto
con el fin de maximizar su influencia en la política. De este modo, la alianza invisible de
los que apoyan la lista abierta o semi abierta puede resultar no tan santa: es una alianza
entre los amantes de la democracia que quieren más democracia (participativa) y los
económicamente poderosos y socialmente influyentes (por ejemplo, medios de
comunicación) que quieren más —y más efectivos— canales de influencia. Cuarto, con la
inversión de tantos fondos en las campañas electorales a título individual, crece la
dependencia de los políticos como individuos, sean diputados o integrantes del gobierno,
ante aquellos que les han apoyado y les siguen apoyando económicamente. Y dado que
hay que saldar las deudas contraídas, crece paralela-mente la tendencia a la corrupción,
entendida aquí como malversación de fondos públicos a favor de intereses privados,
definición suave y generalmente aceptada del problema, que nos evita entrar aquí en
el controvertido campo de la corrupción política. La lista abierta y semi abierta puede
debilitar los partidos, aumentar los gastos de campaña, favorecer el clientelismo y
estimular la corrupción.

El sistema compensatorio italiano


El nuevo sistema electoral italiano introduce la uninominalidad y la combina con la
proporcionalidad a través de una distribución compensatoria de los escaños
proporcionales. Para la Cámara de Diputados, el número de circunscripciones
uninominales asciende a 475 (ver cuadro 18), lo cual equivale al 75% del total delos
escaños; el número de escaños de lista, de tipo cerrada y bloqueada, es de 155,el 25%
del total de escaños. El elector tiene dos votos: uno para los escaños uninominales y otro
para los escaños de lista.
En las circunscripciones uninominales, triunfa el candidato con la mayoría relativa de los
votos. En el proceso de adjudicación de los escaños proporcionales que se efectúa en el
nivel nacional, se suman los votos de las listas de partido presentadas en el nivel d e l a s
a g r u p a c i o n e s de circunscripciones. En el caso de los partidos que apoyaron una
candidatura e x i t o s a en el nivel de la circunscripción, se le sustrae por lo menos 25% de
los v o t o s válidos a dicha suma, o tantos votos como hubieran conseguido los
candidatos que llegaron en segundo lugar en las respectivas circunscripciones, más
uno. Se aplica el sistema del cociente electoral simple y cl método del resto mayor. Las
listas de partido pueden constar sólo de hombres o, en el caso de contener mujeres,
ambos sexos deben aparecer en orden alternativo.

El sistema segmentado mexicano


Según la reforma electoral constitucional y la ley electoral de 1989 y 1990/1993,la Cámara
de Diputados se compone de 500 miembros: trescientos de ellos son elegidos en
circunscripciones uninominales. A cada estado federado le corresponden dos diputados
nominales o "diputados de mayoría". Doscientos diputados son elegidos en cinco
circunscripciones plurinominales mediante listas cerradas y bloqueadas. El oledor tiene
dos votos: uno para volar por un candidato uninominal ("diputado do mayoría") y otro para
volar por una lisia de partido ("diputado de partido"). La adjudicación de los escaños en
las circunscripciones plurinominales empieza con la exclusión de los votos de los partidos
que no alcanzaron el 1,5% delos votos. Hecho el descuento, queda la "votación efectiva".
La distribución de los escaños se realiza mediante el método del cociente electoral
rectificado, que corresponde al cociente que resulta de la votación efectiva por el número
de escaños dela circunscripción, más dos. Cada partido recibe tantos escaños como
veces que pa el cociente electoral rectificado en su votación. Los escaños restantes se
adjudican en dos pasos. Primero, se aplica el cociente "de unidad", que se consigue por la
división de los votos aún no utilizados en el procedimiento anterior, mediante el número de
escaños restantes. Segundo, si todavía sobran escaños, se aplica la regla del resto
mayor. En esta última distribución participan sólo los partidos que ya obtuvieron escaños
al cabo de los dos primeros procedimientos.

V. EVALUACIÓN DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

1. Reflexiones Preliminares

Contrariamente a lo habitual en décadas atrás, cuando el debate sobre representación por


mayoría y representación proporcional se orientaba de acuerdo con concepciones
normativas del buen gobierno o de teorías de formas de gobierno parlamentarias, hoy en
día las experiencias empíricas con los sistemas electorales constituyen instancias de
control irrenunciables en el proceso de su evaluación. Desde la perspectiva científica, la
opción por un determinado sistema electoral se funda en este conocimiento empírico.
Precisamente, entre ambas, entre empírea y opción, se ubican los juicios
teóricos, algunos de los cuales queremos exponer pues son fundamentales para la
comprensión posterior, cuando el análisis entre en los criterios de evaluación y la
comparación sistemática.

1. No existe ningún sistema electoral ideal. Tanto los efectos como la deseabilidad de un
sistema electoral dependen de distintos factores y variantes. El tiempo y el espacio son
determinantes en la opción por un sistema electoral, de modo que no se les puede
ignorar.

2. A un sistema electoral se le pueden plantear distintas exigencias. Las más centrales


son la representación (justa), la efectividad (en cuanto al funcionamiento del sistema
político) y la responsabilidad (en la relación elegido/votante). Una teoría o una opción que
sólo contenga una única exigencia no va suficientemente lejos.

3. La valoración de las exigencias que se le plantean a un sistema electoral depende de


consideraciones teórico-democráticas o de poder político partidario.
4. Los sistemas electorales no pueden satisfacer las diferentes exigencias al mismo
tiempo y de manera absoluta. Ningún sistema electoral puede alcanzar un óptimo en
todos los aspectos imaginables. I'oi cierto, los conflictos sobre objetivos constituyen la
regla. Un aumento de la capacidad de un sistema electoral en un sentido normalmente
conduce a una pérdida de capacidad en otro. Por consiguiente, los sistemas electorales
concretos comparten la característica de satisfacer más en un determinado sentido y
menos en otros.
5. La opción por un sistema electoral expresa indefectiblemente cuáles exigencias se
valoran como cruciales y cuáles como menos importantes. A veces, las opciones son
también testimonio de falta de conocimiento de los problemas o hasta de ingenuidad,
como si fuera posible obtener un aumento de la capacidad de un sistema electoral en un
sentido sin costos en otros sentidos.6. Los sistemas electorales que intentan satisfacer
exigencias funcionales de distinta naturaleza se componen, por lo general, de un gran
número de elementos (a veces contrapuestos) en compleja interrelación. Frecuentemente,
su funcionamiento y efectos no resultan fáciles de comprender.

2. CRITERIOS DE EVALUACIÓN

A un sistema electoral se le plantean distintas exigencias acerca de su funcionamiento. A


continuación nos ocuparemos solamente de las expectativas realistas, pero queremos
señalar al mismo tiempo que, en el debate sobre sistemas electorales, a menudo se
asocian determinados objetivos con sistemas electorales y reformas de sistemas
electorales, cuyo alcance se encuentra fuera de las posibilidades de influencia de éstos.
En lo que sigue, dejamos fuera de consideración las exigencias funcionales ligadas a
cuestiones de poder o partido cráticas, las cuales pueden esta totalmente
determinadas de manera contingente o con textual. Si se echa una mirada en el debate
sobre sistemas electorales en el nivel mundial, es posible distinguir esencialmente cinco
campos en donde se manifiestan exigencias:
Representación
Aquí se trata del reflejo adecuado de los intereses sociales y las opiniones políticas en los
órganos representativos. Este criterio se entiende en un doble sentido: por un lado,
representación para todos en términos de que se vean representados los distintos grupos
de personas, fundamentalmente, las minorías y las mujeres; por otro lado, representación
justa, es decir, una representación más o menos proporcional de las fuerzas sociales y
políticas, equivalente ;i una relación equilibrada entre votos y escaños. los parámetros de
medición empírica son obvios: la falta de representación de minorías y mujeres, así como
di-svuu IUIIC.demasiado grandes de la proporcionalidad, son entendidas
frecuentemente como problemáticas.
Concentración

Aquí se trata de la agregación de intereses sociales y opiniones políticas de tal manera


que de ellas resulten decisiones políticas y que la comunidad adquiera capacidad de
acción política. Las elecciones son comprendidas como un acto deformación de la
voluntad política, y no como una forma de copiar o medir las opiniones dominantes en la
población. Los parámetros de la adecuada capacidad de concentración de un sistema
electoral son: a) el número o la reducción del número de los partidos que obtienen
mandatos en el parlamento;
b) la formación de una mayoría partidaria o de una coalición que tengan carácter estable
en el parlamento. Los sistemas multipartidistas que únicamente permiten la formación de
relaciones de gobiernos inestables, son vistos normalmente como problemáticos. Por
consiguiente, este criterio compren-de, así mismo, la cuestión de la efectividad del
sistema electoral. El parámetro dela efectividad de un sistema electoral es si éste
contribuye a generar estabilidad en el funcionamiento del sistema político, dado que el
sistema electoral influye sobre el perfil de instituciones como el parlamento y el poder
ejecutivo, así como sobre el proceso político. No todo gobierno estable es un buen
gobierno, pero es altamente improbable que la inestabilidad política genere un buen
gobierno.
Participación
Aquí no se trata de la participación en el sentido común del término, pues las elecciones
son en sí un acto de participación política, sino de un más o un menos en la posibilidad de
expresar la voluntad política por parte del elector y, por cierto, en el marco de la alternativa
voto personalizado/voto de partido o de lista. Esta alter-nativa se asocia con un más o un
menos en relación, en conocimiento, en responsabilidad y en identificación entre electores
y elegidos. El parámetro para medir una adecuada participación (en el sentido restringido)
permitida por un sistema electoral es la forma de votación personalizada. Si ésta se halla
totalmente descartada, como por ejemplo bajo la forma de la lista bloqueada, ello es
interpretado como problemático.
Simplicidad

Esta demanda constituye más bien un requisito orientador, ya que todo intento de cumplir
simultáneamente con los criterios de representación, efectividad y participación, conduce
inevitablemente a un sistema electoral más complicado que el del tipo que resultaría si
uno tratara de satisfacer sólo uno de los criterios. Sin embargo, es válido el criterio de que
el electorado pueda comprender cómo opera el sistema electoral y pueda hasta cierto
punto prever cuáles serán los efectos de suvoto. por otra parte, es muy difícil scílalur un
parámetro de medición preciso, dado que la evaluación depende de contingencias
históricas. Por ejemplo, a un extranjero le parece muy complicado el sistema de doble
voto simultáneo de Uruguay, pero no tanto a los propios uruguayos que han convivido
durante más de cincuenta años con este sistema electoral. Otra valoración debe hacerse
en el caso de que —en democracias aún no consolidadas— el propio sistema electoral
retarde el escrutinio y el cómputo de los votos, con el inconveniente de suscitar dudas o
suspicacias respecto a la limpieza de las elecciones.

Legitimidad
Este último criterio engloba a todos los demás, en el sentido de que se refiere ala
aceptación de los resultados de las elecciones, del sistema político como un todo—en
otras palabras, democracia— y del sistema electoral o reglas de juego de la democracia.
Un parámetro para juzgar el sistema electoral de acuerdo con este criterio, puede ser el
de observar si el sistema electoral sirve para unir o, por el contrario, para desunir al país.
Los medios de comunicación y algunos miembros de la comunidad académica suelen
emplear el grado de abstencionismo como un parámetro para medir la legitimidad de un
sistema político. No obstante, el abstencionismo no es tan buen indicador como se
supone, ya que, en primer término, el fenómeno de la legitimidad depende de múltiples
variables diferentes; en segundo término, no hay una correlación significativa entre el
grado de participación de los votantes en las elecciones y la legitimidad del sistema
democrático y, en tercer término, los sistemas electorales pueden tener un efecto muy
limitado sobre el abstencionismo. Otro indicador de la legitimidad puede ser la extensión y
la profundidad de la crítica que recibe el sistema electoral por parte de la opinión pública.
Aquí puede abrirse un verdadero abismo entre la calidad técnica del sistema, por un lado,
y la intensidad de la crítica, por el otro. En Venezuela, por ejemplo, en los años ochenta,
casi todos los especialistas en la materia estaban de acuerdo respecto a las virtudes del
sistema electoral vigente, pero la opinión pública clamaba por una reforma. Al final, los
candidatos a la presidencia se hicieron eco de esta solicitud en sus promesas electorales,
y los partidos acordaron la reforma del sistema electoral. Pero cuando el sistema está
exento de crítica, o cuando el grado de ésta es menor, se puede suponer cierta
satisfacción con el funcionamiento del sistema y un alto grado de legitimidad.

3. Una Comparación De Los Seis Tipos De Sistemas Electorales

Ahora compararemos los seis tipos de sistemas electorales escogidos en el capítulo


anterior en virtud de las cinco expectativas sobre su funcionamiento basado en los
parámetros mencionados.

1. El sistema de mayoría relativa en circunscripciones uninominales: este sistema


electoral clásico cumple bien (y mejor que todos los demás) con la exigencia de
concentración. Facilita la formación de mayorías absolutas monocolores en el parlamento.
Este efecto no sólo es un supuesto teórico, sino que es un efecto empíricamente
comprobado. Más de la mitad de todas las mayorías absolutas son el resultado del efecto
formador de mayorías del sistema de mayoría relativa en circunscripciones uninominales.
El otro lado de la medalla es que cumple pésimo (y peor que todos los demás) con la
exigencia de una representación justa. Efectivamente, los partidos pequeños no tienen
posibilidades de representación. Incluso un partido que alcance el 20% delos votos puede
quedar, en los hechos, fuera del parlamento. En cuanto al criterio participación, la
uninominalidad es uno de los elementos claves en lo que se percibe como las ventajas del
sistema. El voto es personal, pese a que, en términos socio-lógicos, el voto es
primordialmente un voto de partido. El sistema es de fácil comprensión; su legitimidad
está basada en su vinculación con una determinada tradición política y en la teoría
democrática que se funda especialmente en el caso clásico del parlamentarismo inglés.
La opinión que se transmite sobre el sistema de mayoría relativa a menudo no refleja la
crítica que se articula en los países donde se aplica este sistema y que se refiere a la falta
de representación, como tampoco alude a la frecuente adversidad de la opinión pública, la
cual se manifiesta cuando se le presentan al electorado sistemas electorales alternativos
con efectos distintos. En otras palabras, el sistema electoral tendría probablemente pocas
posibilidades de imponerse en un referéndum sobre la cuestión.

2. El sistema de mayoría absoluta en circunscripciones uninominales: este sistema


electoral comparte algunas características con el primer tipo de sistema mayoritario, pero
difiere en otras. La desproporcionalidad puede ser alta, pero no tanto en función de la
mayoría absoluta de un partido, sino más bien de una alianza de partidos que se forma
para ganar el b a l l o t a g e .

Este sistema no reduce tanto la cantidad de partidos, ya que los pequeños partidos se
hallan protegidos por su importancia en la conformación de alianzas. El sistema es de
fácil comprensión, sin embargo, requiere dos elecciones en caso de b a l l o t a g e .

En la primera vuelta, per-mite medir las fuerzas de todos los partidos políticos, de modo
que el voto para los pequeños partidos puede contar en el proceso de formación de
alianzas en función del b a l l o t a g e .

En la medida en que estas alianzas sean no sólo electoralistas, sino de posterior


cooperación parlamentaria, el sistema electoral de mayoría absoluta puede contribuir
también a la concentración. Vale considerar que este sistema no tiene mucha aplicación
en el ámbito de las elecciones parlamentarias, lo que es un indicador válido pata su
apreciación

3. El sistema electoral que combina la fórmula proporcional con la circunscripción


pequeña, tampoco es muy frecuente. La mayor diferencia con los dos tipos anteriores
reside en que la circunscripción electoral está representada por diputados de diferentes
partidos, de la mayoría y de la minoría. En esta misma línea de comparación, puede
resultar menor el grado de desproporcionalidad, lo que dependerá de factores
particulares, como por ejemplo de la cantidad de los escaños por circunscripción, si el
tamaño es estable o variable, par o impar, etc. El funcionamiento del sistema es simple,
salvo que se introduzcan sistemas de votación y adjudicación de escaños como el s i n g l e
t r a n s f e r a b l e v o t e , como en el caso de Irlanda y Malta. El sistema cumple muy bien
con la exigencia de un voto personal, o incluso de un voto preferencial.

4. El sistema proporcional en circunscripciones plurinominales variables es un sistema


usado muy frecuentemente. En general, no consigue una representación justa en
términos de altos grados de proporcionalidad. Puede ejercer un efecto concentrador como
consecuencia de la barrera natural que constituyen las circuns-cripciones para los
partidos pequeños. Normalmente, las circunscripciones tienen como base la división
político-administrativa del país, lo que disminuye el grado de conflicto político que puede
originarse en su trazado. S in embargo, la relación entre población/electores y diputados
puede ser sesgada en favor de las pequeñas circunscripciones, lo que es el blanco de
críticas. Las listas de partido en el nivel de circunscripción son por regla general cerradas
y bloquedas lo que motiva también críticas y continuas propuestas de abrirlas pese a las
desventajas funcionales implicadas en esta última medida. El método de conversión de
los votos en escaños puede influir en el grado de proporcionalidad de los resultados, de
modo que puede así mismo suscitar críticas. En términos generales, el sistema
proporcional en circunscripciones plurinominales variables es un sistema que en general
funciona bien, pese a no cumplir ni con la exigencia de representación ni con la de
participación. Por esto, ciertos malentendidos y la incomprensión de buena parte de sus
críticos, este sistema se ve enfrentado frecuentemente con cuestionamientos
deslegitimadores.

5. El sistema de representación proporcional pura es el que mejor cumple con la exigencia


de representación justa, pero claramente en detrimento de las exigencias de
concentración y también de participación, dado que generalmente está acompañado de
listas cerradas y bloqueadas. La crítica se centra en estos déficit, y en sus respectivos
efectos: fragmentación del sistema de partidos políticos, carácter anónimo del voto. Sin
embargo, vale destocar que la lista cerrada y bloqueada es ,por razones de funcionalidad
mínima del sistema en el nivel de las elecciones nacionales, un corolario imprescindible
de la representación proporcional pura. La legitimidad del sistema proporcional puro está
muy cuestionada por las experiencias históricas de derrumbe o mal funcionamiento de las
democracias en Europa; no tanto así en otros lugares, donde la exigencia primordial
radica en la representación y donde la unidimensionalidad del enfoque se impone por la
alta heterogeneidad dela sociedad y la alto conflictividad de sus diferentes segmentos.

6. El sistema proporcional personalizado con barrera legal de representación en el nivel


nacional es un sistema intermedio: cumple con la exigencia de representación en la parte
que se refiere a la representación proporcional entre los partidos políticos que superaron
esta barrera, la cual, al mismo tiempo, no es tan alta como para lesionar el principio de
representación proporcional. De este modo, la barrera es defendible frente a críticas que
se articulan repetidamente en su contra. El sistema cumple también con la exigencia de
concentración en la parte que se refiere a la exclusión de los partidos pequeños del
parlamento, los cuales podrían complicar la formación de una mayoría parlamentaria,
base de un gobierno estable en el régimen parlamentario. Pero este sistema no
contribuye a constituir mayorías unicolores. En cuanto a la exigencia de participación, vale
considerar la forma en que se vincula el principio proporcional con la uninominalidad. Si
tomamos como ejemplo el sistema alemán, esta exigencia se cumple con el voto personal
para la mitad de los escaños parlamentarios. En referencia al mismo caso alemán,
podemos afirmar que el sistema es más complicado que los demás tipos de sistemas
básicos; sin embargo, permanece dentro de márgenes comprensibles. La mayor
complejidad del sistema es el resultado del intento de cumplir con las tres primeras
exigencias de forma equilibrada y simultáneamente. El alto grado de satisfacción con el
sistema en Alemania y su función de modelo en el debate internacional sobre reformas
electorales representan buenos indicadores de la legitimidad del sistema proporcional
personalizado con barrera legal. Para resumir, el cuadro 19 recoge los resultados de la
comparación de los seis tipos de sistemas electorales en virtud de las tres primeras
expectativas sobre su funcionamiento y sus efectos.

Todos los tipos de sistemas electorales mencionados cumplen con algunas de las
exigencias de funcionamiento. Pero sólo el sistema proporcional personalizado es capaz
de cumplir con las tres exigencias al mismo tiempo. Nos parece que aquí tenemos la
razón por la cual el sistema electoral alemán es considerado un modelo y por lo que los
sistemas electorales que combinan la uninominalidad con la proporcionalidad tienen tanto
atractivo para quienes se proponen realizar reformas electorales. En efecto, las reformas
más recientes que han tenido lugar en un conjunto de países van en dirección de
introducir una relación más equilibrada en lo relativo al logro de las tres expectativas de
funcionamiento de un sistema electoral. Recordemos, así mismo, que la combinación de
la uninominalidad con la lista abre un campo muy amplio en lo concerniente a cómo
precisar la relación, de manera idéntica al ejemplo alemán (proporcional) o de forma
totalmente contraria(mayoritaria). Esta virtud facilita la elaboración de sistemas
electorales singulares, conforme a los factores particulares de cada caso. Los sistemas
electorales que combinan la uninominalidad con la lista proporcional permiten soluciones
que se adaptan a los factores políticos y sociales de cada país. Por otra parte, la
comparación de los sistemas electorales, sobre todo en función de fundamentar una
opción, no puede restringirse a este nivel general sino que tiene que realizarse basada en
casos concretos.

4. Una Comparación Binaria Referida A Un País Concreto

En el punto anterior hemos realizado una evaluación que comprendía los seis tipos
básicos de sistemas electorales, aunque sin referirnos sistemáticamente acasos
concretos. Ahora presentaremos una evaluación de dos sistemas electorales respecto a
un país en particular. Este tipo de comparación sistemático-contingente es el método más
adecuado para fundar científicamente una opción por un determinado sistema. En el
transcurso de la búsqueda del sistema electoral más adecuado para Nueva Zelanda, la
Royal Commission on the Electoral Reform of New Zealand comparó el sistema de
mayoría relativa con el sistema proporcional personalizado con barrera legal de
representación (4%).Este estudio binario es, además, un buen ejemplo de cómo se puede
llevar a cabo una comparación entre sistemas electorales conforme a las exigencias
funcionales expuestas anteriormente. Por ambos motivos conviene citarlo textualmente
(R e p o r t , pp.63 y ss.): "En aquellos campos en que la p l u r a l i t y

(sistema de mayoría relativa en circunscripciones uninominales) tiene grandes


debilidades, el MMP (sistema proporcional personalizado) da por resultado una
considerable mejoría. Garantiza un juego limpio entre los partidos políticos, pues hay un
decidido voto partidista y los escaños se reparten en proporción al nivel de apoyo nacional
para cada partido. No hay parcialidad contra los partidos pequeños, siempre y cuando
crucen el umbral. No hay ventajas ni desventajas accidentales para ldp partidos según
cómo se reparta por el país el apoyo que reciban. En función de la p a r t i c i p a c i ó n d e
l o v o t a n t e s , el MMP representa una significativa mejoría sobre el p l u r a l i t y s y s t e m ,
en el sentido de que los dos votos permiten a los votantes concentrar su atención en
elegir un gobierno a la vez que e l mejor representante del electorado. Más aún, en
función del resultado global, cuenta desde luego la mayoría de los votos, y se ve
claramente que cuenta. En la zona clave de la representación maorí, donde el sistema de
mayoría relativa en circunscripciones uninominales es claramente defectuoso, elMMP
ofrece a los maoríes tanto la posibilidad de ejercer verdadera influencia mediante una
planilla común sin una planilla maorí separada, como la ocasión de elegir por medio de las
listas a candidatos que se hagan eco del punto de vista maorí. Es probable que con las
listas nacionales también se consiga una representación más efectiva de otros grupos
minoritarios y de interés especial y una influencia en su favor, que lo logrado a través del
sistema de mayoría relativa en circunscripciones uninominales.

V. SOCIEDAD Y SISTEMAS ELECTORALES

Anteriormente consideramos la relación entre sociedad y sistemas electoral es en


términos genéricos, poniendo énfasis particular en la importancia de la variable sociedad y
en la noción de representación colectiva (de grupos) como expresión del concepto de
representación política

1. La Sociedad Como Una Variable De Importancia


Al tratar el tema sociedad y sistemas electorales, partimos del supuesto contrario, es
decir, que la sociedad es una variable importante en el estudio de los sistemas
electorales. Y ante el hecho de que el efecto del sistema electoral sobre la estructura de la
sociedad parece insignificante, por no decir inexistente, partimos así mismo del supuesto
de que la sociedad influye, como variable independiente, sobre los sistemas electorales.
Dicha influencia se manifiesta en distintos ámbitos: por ejemplo, en la selección del
sistema electoral, en sus efectos, en la valorización del sistema electoral conforme a sus
efectos. Ante las experiencias pasadas de no ponderar los sistemas electorales según las
características de las sociedades, tal vez valdría decir: la opción por sistemas electorales
tendría que depender del factor sociedad para que la opción por un sistema electoral sea
realmente una decisión social y política, basada en criterios de posibilitar la democracia
pluralista en el marco de condiciones sociales adversas (como, p.ej., en África).
Subrayamos, igualmente, que no Sólo los efectos de, sino también la opción por un
sistema electoral dependen de factores sociales y políticos y de demandas sociales y
políticas concretas, articuladas por los partidos políticos .Vale suponer y postular que los
sistemas electorales dependen de las sociedades en cuanto a su s u i p i m i e n t o , sus
efectos y la evaluación de sus consecuencias Ahora vamos a preguntarnos cuáles son los
fenómenos sociales que juegan un rol importante en la relación entre sociedad y sistemas
electorales. Consideramos que la distinción más importante entre sociedades —lo cual
tiene una gran relevancia para la opción por un sistema electoral— radica en el tipo y
alcance de fragmentaciones y conflictos presentes en ellas. Como señalábamos en la
parte correspondiente a los principios de representación, y en especial con respecto al
principio de representación por mayoría, pueden existir límites para la aplicación exitosa
de determinados elementos de la sistemática electoral, límites que se definen por las
características de las sociedades. En efecto, siguiendo a Alexis de Tocqueville, se
entiende que la dicotomía homogeneidad-heterogeneidad es funda-mental para la
caracterización de una sociedad, según factores que tienen una gran importancia en la
opción por un determinado sistema electoral. En el caso de una sociedad heterogénea o
fragmentada, en términos de escisiones étnicas, religiosas, lingüísticas, culturales, etc., es
de suma importancia que la selección de las formas institucionales esté a la altura de los
retos que significan estas estructuras —a menudo politizadas en virtud de la lucha por la
dominación política— para el desarrollo de la democracia pluralista.

2. Derechos Políticos Y Representación Colectiva

Nuestra afirmación de que la sociedad cuenta respecto a la opción entre sistemas


electorales, no sólo está cuestionada por el enfoque difusionista tradicional, sino también
por la idea reduccionista que ve la representación política fundamentalmente como un
derecho individual. Especialmente al relacionar la cuestión de la democracia y la
representación con el derecho de sufragio, con el garantizar los derechos humanos y
elecciones libres, es posible observar que se reduce en extremo o se descuida totalmente
el campo intermedio ubicado entre los individuos y las instituciones estatales. No cabe
duda: mientras que los derechos humanos—incluyendo en ellos los derechos políticos,
como el derecho de sufragio entre otros— son derechos individuales, la demanda de
representación política ha sido siempre una demanda colectiva. Esto es cierto tanto con
respecto al derecho de sufragio (recuérdese la lucha por el sufragio universal o el
femenino) como medio para mejorar la representación, como con respecto a los sistemas
electorales(recuérdense las campañas en favor de la representación proporcional).
Combatida por minorías y grupos subre presentados o discriminados, la lucha en torno a
los sistemas electorales ha sido sobre todo una lucha por la representación de todos opor
una representación justa. No es una coincidencia que bajo el sufragio universal la
cuestión del sistema electoral adquiriera una importancia mayor. Se podría decirque
después de la introducción del sufragio universal e igualitario y de garantiza
reelecciones libres, la cuestión del sistema electoral es la más importante de todas las
concernientes a la representación política. Al respecto se ha pensado siempre, y se sigue
pensando, en términos de grupos: grupos sociales —basados en factores socio
estructurales—, partidos políticos, recientemente en términos de género y, en sociedades
fragmentadas, sobre todo en términos de grupos étnicos, lingüísticos, religiosos, es
decir, de grupos sociales definidos culturalmentc.nl hecho de que este concepto de
representación guiado por la idea de grujios se mantenga incluso en

sociedades relativamente homogéneas, puede observarse en las regulaciones especiales


para minorías étnicas existentes en las leyes electorales; por ejemplo, en el caso de la
República Federal de Alemania se exceptúa a la minoría danesa de la barrera del 5%.Por
consiguiente, para una sociedad fragmentada en términos étnicos sería totalmente
equivocado no tomar en cuenta el problema de la representación política de grupos
sociales, arguyendo el reconocimiento de los derechos humanos (incluyendo el derecho
de sufragio) y el garantizar elecciones libres.

3. Democracia, Etnicidad Y Sistemas Electorales

En el marco de las transiciones a la democracia en regiones y países caracterizados por


sociedades poli étnicas, el factor etnicidad está alcanzando un rol de primer orden. Hay
expertos que ven en la etnicidad, mejor dicho, en la politización de la etnicidad, una
circunstancia que puede impedir el desarrollo de la democracia como forma de gobierno
en países marcados por la diversidad étnica y social. Este cuestionamiento de la
democracia se funda también en el carácter predominantemente étnico que tenía el
régimen autoritario anterior, que controlaba por la fuerza la oposición al régimen, también
de tipo étnico. Con estos antecedentes, la liberalización y democratización de estos
países puede abrir las puertas a una lucha política basada en categorías étnicas, la cual
es poco compatible con la democracia pluralista.

¿Qué influencia pueden ejercer los sistemas electorales?


Ante el predominio de los sistemas mayoritarios en África y Asia, nos vemos confrontados
con la vieja alternativa entre representación por mayoría y representación proporcional.
Pero tenemos que considerar esta alternativa ante el trasfondo de las sociedades
fragmentadas de estos países, sus experiencias históricas con la representación por
mayoría y basados en reflexiones sistemáticas sobre las prioridades de las exigencias
funcionales discutidas.
1. Los sistemas mayoritarios, especialmente el sistema de mayoría relativa en
circunscripciones uninominales, representan la gran mayoría de los sistemas electorales
nacionales en Africa y Asia. Ahora bien, las experiencias históricas de estos países
demuestran, como fue formulado por Alexis de Tocqueville, que la aplicación exitosa de la
representación por mayoría requiere cierto grado de homogeneidad social. Los problemas
más importantes con los sistemas mayoritarios son:
a) la no representación de aquellas minorías étnicas que no tienen baluartes electorales.
No hay posibilidad alguna de obtener representación para un grupo étnico no
hegemónico;
b) la acentuación de las hegemonías regionales —cuando los grupos étnicos dominan en
determinadas regiones—y la transformación de los baluartes electora-les regionales de
los partidos políticos en una estructura del conflicto político conliase territorial;
c) la exageración de la mayoría en el nivel parlamentario con relación a los votos, de tal
forma que los partidos de la oposición pueden quedar prácticamente eliminados,
fortaleciéndose así la dominación étnica en el nivel nacional;
d) el desarrollo de sistemas de partido dominante a través de estas mayorías exageradas,
sin ninguna oportunidad de alternancia o incluso de oposición política efectiva.
Criterios para evaluar sistemas electorales en sociedades fragmentadas

Legitimidad
¿Se acepta en la sociedad plural el sistema electoral como un medio institución al
adecuado para el gobierno representativo? ¿Aceptan los grupos o partidos políticos
minoritarios perdedores los resultados de las elecciones?
Integración política
¿El sistema electoral une o desune al país? ¿Aumenta la polarización política o la
reduce? ¿Canaliza los conflictos políticos en procedimientos que sirvan para su resolución
pacífica o promueve las soluciones por la fuerza?

Representación
¿Permite el sistema electoral la representación de minorías étnicas? ¿Qué también
representados se pueden sentir estos grupos? ¿Permite el sistema electoral que los
partidos políticos alcancen una proporción de escaños similar a su proporción de votos?

Partidos políticos
¿Puede ayudar el sistema electoral a superar la politización de las diferencias étnicas,
expresadas bajo la forma de sistemas de partidos de raíz étnica?

Gobierno representativo
¿Puede un gobierno elegido a través de un sistema electoral particular serrepresentativo
en el sentido de reflejar los intereses de los diferentes grupos étnicos y especialmente de
las minorías étnicas? ¿Promueve el sistema electoral formas de gobierno
"consociacionales" ("de consenso"; en inglés: consociational), d e t a l forma que las
minorías tomen parte del proceso de decisión?

Oposición política

¿Evita el sistema electoral las mayorías exageradas, de tal forma que la oposición política
pueda desempeñar un rol efectivo en el proceso político? ¿Puede el parlamento ser
efectivo v i s - á - v i s el ejecutivo? En el caso de las sociedades fragmentadas, la función
más importante entre las exigencias funcionales respecto a los sistemas electorales es la
función de representación. Los diferentes grupos étnicos tienen que estar representados,
y de manera relativamente proporcional. En sociedades fragmentadas, el objetivo
principal es la integración. Por consiguiente, tienen que evitarse mecanismos
institucionales que conduzcan a situaciones de exclusión. La legitmidad del gobierno
representativo, otro objetivo principal, se nutre de la representación justa y de la
integración política de las minorías étnicas. Los sistemas proporcionales son los que
mejor satisfacen esta exigencia. Además, en sociedades fragmentadas, los sistemas
mayoritarios no cumplen con la función de concentración como en las sociedades
homogéneas—i.e., favoreciendo la integración—, ni conducen al mismo resultado —i.e.,
estabilidad política—. La formación de una mayoría de base exclusivamente étnica está
unida a defectos graves como la exclusión y la polarización. Por consiguiente, la opción
entre sistemas mayoritarios y proporcionales se basa en varias consideraciones:- primero,
los sistemas mayoritarios no cumplen con importantes exigencias funcionales;- segundo,
su efecto natural, la formación de mayorías, lleva a la dominación étnico-política, lo que a
su vez conduce a la inestabilidad política;- tercero, los sistemas proporcionales cumplen,
por el contrario, con las exigencias funcionales de representación justa de las minorías, a
las cuales hay que otorgar una mayor importancia. Como un argumento adicional, con un
fundamento político, deberíamos mencionar que los sistemas mayoritarios sólo pueden
imponerse en contra de los intereses de las minorías étnicas. Esto significa que el sistema
electoral mismo puede ser la expresión fundamental de la dominación política de una
mayoría étnica. Dado que la representación proporcional es el único camino para una
representación de las minorías, es obvio que los sistemas proporcionales son aquellos
que pueden contar con un acuerdo de las minorías. En sociedades fragmentadas, la
representación tiene prioridad sobre todas las funciones que se espera que cumplan los
sistemas electorales. Por este motivo, en sociedades fragmentadas son preferibles
sistemas electorales basados en la representación proporcional. Un enfoque más general
respecto a la cuestión de la democracia y la etnicidad

orientaría más el concepto de democracia hacia formas "consecionales" más que


estrictamente antagónicas de hacer política (consociational versus adversaryp o l i t i c s ) .

Este enfoque seguramente cuestionaría también la forma de gobierno presidencial con el


carácter de suma cero( t h e w i n n e r t a k e s a l l ") de las elecciones de órganos
uninominales como el ejecutivo, donde no hay posibilidad de una representación
proporcional.

4. Sistemas Electorales Y Representación De Mujeres

El tema del género en política, en lo referente a la representación de la mujer, ha


adquirido importancia sólo en las últimas décadas. Para ser precisos, se trata del
problema de la desigualdad de la mujer en la ocupación de cargos políticos y públicos.
Aquí no nos interesan las múltiples razones de esta desigualdad, excepción hecha de la
tesis de que ella tiene mucho más que ver con factores societales y socio psicológicos
que con factores institucionales. Subrayamos esto para marcarlas posibilidades
restringidas que ofrece la sistemática electoral para superar estadesigualdad. Vale tomar
en cuenta que la sobre presentación de la mujer ha sido y sigue siendo un hecho (tal vez
menos extremo que en el pasado) en todos los países, sin importar cuál sea su sistema
electoral, de modo que parece difícil culpar a este u otro sistema por esta deplorable
situación, tal como ocurre en los debates nacionales sobre este asunto. Sin embargo, la
sistemática electoral ofrece posibilidades de influir a favor del intento de mejorar la
representación de la mujer en la política, pese a que los avances en este sentido fueron
logrados hasta ahora por otros caminos; por ejemplo, por decisiones tomadas JM» los
partidos políticos internamente para garantizar a las mujeres una cierta cuota de
candidaturas en sus listas. Y en efecto, las listas de partido parecen ser el mejor
instrumento para balancear la representación por género, especialmente la lista cerrada y
bloqueada. Esto es cierto en la medida en que el comportamiento electoral de las mujeres
no se determina por el género. En el momento en que las mujeres voten por mujeres, no
se precisarán disposiciones para fijar una representación de la mujer en la política ni
reglamentos internos de los partidos ni una nueva ley electoral, pero por ahora nos
hallamos lejos de esta situación. Salvo raras excepciones en las que mujeres destacadas
alcanzaron el liderazgo de su partido y fueron votadas por todo su electorado, en general,
la uninominalidad no favorece a las mujeres. Se impone más fácilmente el hombre como
candidato y como ganador en la circunscripción. Las circunscripciones plurinominales y
las listas, sin embargo, abren mucho más perspectivas para la mujer. Se pueden fijar
cuotas de participación de mujeres en las listas, incluso por ley electoral, estableciendo,
entre otras opciones, por ejemplo, que la mitad de los miembros de las listas sean
mujeres o que ambos sexos deban aparecer en orden alternativo, disposición que se
introdujo en Italia (1993) para el caso en que las listas contuvieran mujeres

VIII. LOS SISTEMAS ELECTORALES PRESIDENCIALES

En términos sistemáticos, la distinción básica entre elecciones parlamentarias y


elecciones presidenciales, consiste en elegir varios representantes para un órgano
multipersonal o una persona para ocupar un único puesto. Ahora bien, aunque todos los
sistemas electorales que se utilizan para la elección de órganos unipersonales (o
uninominales) pueden emplearse también para la elección de órganos pluripersonales (o
plurinominales), no todos los sistemas electorales pueden emplearse para la elección de
órganos unipersonales. Las elecciones unipersonales sólo pueden celebrarse de acuerdo
a la fórmula de decisión por mayoría, quedando así excluidos todos los sistemas
proporcionales.
1. Sistemas electorales presidenciales: un campo
descuidado

El estudio de los sistemas electorales y sus efectos ha sido, en realidad, un estudio de los
sistemas electorales parlamentarios. Esto encuentra su justificación en el hecho de que
los sistemas electorales presidenciales sólo se corresponden con un grupo de los
sistemas electorales parlamentarios: los mayoritarios.

Otro argumento que justifica el descuido científico de los sistemas electorales


presidenciales es su supuesta menor importancia para la representación política, la
estructura del sistema de partidos y la estabilidad política, pues en ellos no se articula la
gran alternativa del debate clásico entre representación por mayoría y representación
proporcional. Finalmente, el hecho de que la doctrina del gobierno comparado se limitara
a Estados Unidos como prácticamente único caso de sistema presidencial, ha disminuido
el interés por las diferencias entre los sistemas electorales presidenciales.

Esta situación parece estar cambiando no sólo a través de la consideración de otros


casos de sistemas presidenciales, como algunos casos latinoamericanos, sino así mismo
por dos tendencias adicionales: en primer lugar, se tiende a sostener que los sistemas
electorales presidenciales también tienen efectos sobre la estructura del sistema de
partidos y, en segundo lugar, que el presidencialismo mismo constituye una variable que
puede tener más peso que el sistema electoral parlamentario para la estructura y la
dinámica de los sistemas de partidos.

2. Los tipos de sistemas electorales presidenciales

Conforme a los sistemas mayoritarios parlamentarios, los sistemas electorales


presidenciales se clasifican en mayoritarios (gana el candidato con más votos que todos
los demás) y de pluralidad (gana el candidato más votado). Es importante tomar en
cuenta las variantes que se presentan sobre todo en el caso del sistema electoral
mayoritario cuando ningún candidato alcanza la mayoría establecida. La primera
disyuntiva se plantea en los términos de una segunda vuelta electoral decide el electorado
o el parlamento (o algún otro órgano especial)? La segunda alternativa se establece entre
las formas y las condiciones de las candidaturas para la decisión definitiva. Aquí puede
restringirse el número de candidatos a dos o tres, o exigirse cierto porcentaje mínimo de
votos para competir en la segunda vuelta; para ilustrar la frecuencia de los diferentes
sistemas electorales presidenciales.
En América Latina se registra una tendencia a introducir la mayoría relativa con
calificaciones adicionales para la elección del presidente. En Argentina, la Constitución de
1993 establece la elección directa por la mayoría relativa y una segunda vuelta electoral a
realizarse cuando la fórmula más votada en la primera vuelta hubiere obtenido más del
45% de los votos afirmativos válidamente emitidos, o cuando ésta hubiere obtenido el
40% y además exista una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total
de los votos afirmativos válidamente emitidos sobre la fórmula que le sigue en votos; en
Nicaragua, está previsto introducir el sistema de mayoría relativa con el requisito de un
45% de la votación, con ballotage, en el caso de que ningún candidato alcance dicho
porcentaje; en Bolivia, en el caso de que el Congreso no se decida por mayoría absoluta
por uno de los dos candidatos más votados, se elige al candidato que hubiere obtenido la
mayoría relativa de los votos en la primera vuelta.

En Africa subsahariana prevalece el sistema de mayoría absoluta que se aplica 18 países:


Angola, Benin, Burundi, Comores, Congo, Costa de Marfil, Djibouti, Gabón, Ghana,
Guinea, Guinea-Bissau, Madagascar, Mali, Mauritania, Mozambique, Niger, Senegal,
República de Africa Central. Sólo en seis países se elige mediante el sistema de mayoría
relativa: Cabo Verde, Camerún, Kenia, Malawi, Nigeria, Zambia.

Una primera reflexión tiene que referirse a la importancia de los sistemas electorales
presidenciales para el resultado electoral. Sobran los casos de resultados completamente
diferentes según los sistemas electorales. En Chile, por ejemplo, en las elecciones de
1970, de haber existido la segunda vuelta en el sistema electoral de mayoría absoluta,
Salvador Allende no hubiera alcanzado la primera magistratura.

Allí, también tuvo importancia la tradición de votar en el Congreso por el candidato más
votado por e1 pueblo, de modo que éste no pudo realmente elegir: el sistema operaba de
hecho como sistema de mayoría relativa con aprobación parlamentaria. La situación
inversa nos brinda Perú en las elecciones de 1990: si, en lugar del sistema mayoritario
con ballotage, se hubiera aplicado e1 sistema electoral de mayoría relativa, habría sido
elegido presidente el novelista Mario Vargas Llosa. Es obvio que, en ambos casos, el
rumbo político de los países hubiera sido otro. Lo mismo v ale para otros países, como
Bolivia, donde con el sistema de mayoría absoluta con voto decisivo del Congreso, el
parlamento realmente opta entre los tres candidatos más votados. Frente a este alto
significado político del sistema electoral presidencial, resulta extraño que el tema haya
sido tan desatendido por la ciencia política.
La segunda reflexión se refiere a cómo evaluar los diferentes sistemas electorales,
independientemente de que los resultados electorales sean del agrado de uno o no, ya
que es sabido que existe una situación de alta dependencia con respecto a la apreciación
de los sistemas electorales presidenciales según la configuración particular de la
competencia política. Nos dedicaremos a este tema en el punto siguiente.

3. Evaluación de los sistemas electorales


presidenciales

Existen varios criterios para evaluar los sistemas electorales presidenciales. El de mayor
importancia es el de la legitimidad. En favor de un presidente elegido directamente por el
pueblo habla su mayor legitimación, lo cual hace preferir la segunda vuelta frente a una
decisión por el Congreso. Concordantemente, según este criterio, también es preferible la
elección por mayoría absoluta, antes que la elección por mayoría relativa. Sin embargo,
los demás criterios relativizan de alguna manera esta opción.

En segundo lugar, el criterio del pragmatismo llama la atención sobre el costo de un


sistema como el mayoritario con segunda vuelta, que suele implicar la celebración de dos
elecciones: la primera, entre todos los aspirantes a la primera magistratura; la segunda,
sólo entre los dos candidatos más votados. Esto representa obviamente un gasto en dos
campañas electorales así como también un gasto de tiempo debido a la demora en llegar
a un resultado electoral, y toda la incertidumbre que ello conlleva. Vale mencionar que en
muchos de los países en desarrollo, las elecciones significan, desde el punto de vista
económico, poner a un país durante meses en un compás de espera.

En tercer lugar, el criterio del tipo Institucional considera los efectos de la forma de la
decisión electoral sobre el funcionamiento del sistema político. Una cuestión crucial es la
existencia de una mayoría institucional para e1 presidente, es decir, si el gobierno cuenta
con una mayoría absoluta en e1 parlamento. Esto depende, en gran medida, del sistema
de partidos políticos y del sistema electoral parlamentario.

Sin embargo, en el sistema electoral presidencial mayoritario con decisión final por el
Congreso, el sistema político puede desarrollar características parlamentarias: se puede
formar una mayoría en el parlamento que pro vea de apoyo al gobierno. Esta era la
práctica en Chile desde los años treinta hasta mediados de los años sesenta, cuando la
Democracia Cristiana decidió "no transar" y gobernar sola, pese a tener una mayoría
parlamentaria en la Cámara de diputados y no en el Senado. El presidente Allende, con el
gobierno de la Unidad Popular, siguió esta práctica en peores condiciones, ya que aunque
había sido elegido por el Congreso, contaba al día siguiente de su elección con sólo un
tercio dc los parlamentarios. En Bolivia, por el contrario, en el transcurso de la
redemocratización, se formaron tres gobiernos -de distintos presidentes- basados en
acuerdos parlamentarios que se contrajeron en el contexto de la decisión del Congreso
entre los tres candidatos más votados en la primera vuelta. En dos oportunidades fue
desplazado el candidato más votado, una vez por el segundo y otra vez incluso por el
tercero. Por medio de la parlamentarización de las prácticas en el gobierno, el sistema
político boliviano logró muy buenos resultados. Conviene añadir que, en el caso dc Chile,
los partidos que formaron la "Concertación", la cual triunfó en las elecciones
presidenciales de 1999 y 1993 con la mayoría absoluta de los votos en la primera vuelta,
desarrollaron un tipo semejante. De comprensión parlamentaria dcl sistema presidencial,
lo que subraya la importancia dc los estilos políticos, dado que la Constitución chilena de
1980 introdujo la segunda vuelta.

Otro tipo de criterio institucional considera el probable efecto del sistema electoral
presidencial sobre el sistema de partidos políticos e, indirectamente, su relación con
mayorías institucionales. La hipótesis es que los sistemas electorales presidenciales de
mayoría relativa conducen al bipartidismo y por este camino al apoyo parlamentario de
una mayoría absoluta dcl partido del presidente en el parlamento. Hasta ahora, esta
hipótesis se funda sólo en dos casos, desatendiendo a otros factores que pueden explicar
la simultaneidad dcl sistema presidencial electoral de mayoría relativa y el bipartidismo.
Los demás casos de presidencialismo con sistema electoral presidencial dc mayoría
relativa en América Latina (República Dominicana, Uruguay, Venezuela) contienen tantas
particularidades que parece difícil reunir más experiencia empírica en favor de esta
hipótesis. Mientras tanto, en las elecciones en Costa Rica. (1994), el presidente electo no
recibió una mayoría absoluta de su partido en cl parlamento. En Venezuela, el
bipartidismo de los años setenta y ochenta parece incluso seriamente cuestionado.
Respecto a los países latinoamericanos, la hipótesis tendría que restringirse entonces a
casos dc sistemas de partidos bien estructurados y con poca volatilidad electoral; pero,
bajo estas condiciones, no brindarla mucha información.

4. Elecciones presidenciales y parlamentarias su


interrelación

La hipótesis mencionada anteriormente recurre a una premisa que tiene mucho valor en el
estudio del sistema electoral presidencial y de su efecto sobre el sistema de partidos
políticos. Esta premisa es la simultaneidad de la elección presidencial y la parlamentaria.
En términos sistemáticos, existen diferentes grados de simultaneidad: simultaneidad baja:
cuando las elecciones se llevan a cabo el mismo día

- simultaneidad mediana: cuando se sufraga con la misma boleta;

- simultaneidad alta: cuando el elector emite un solo voto para elegir a los dos órganos (el
cuadro 22 ofrece información sobre esta interrelación en los países latinoamericanos).

El grado de simultaneidad tiene importancia, en tanto que la elección presidencial puede


comportarse como un factor estructurador respecto a la elección parlamentaria. Esta
perspectiva causal se funda, primero, en que la elección presidencial, por muchas
razones, es la de mayor importancia en el sistema presidencial (sobre todo, en el
presidencialismo con preponderancia incuestionable del presidente) y, segundo,-en que
una decisión unipersonal siempre lleva a la concentración de los votos en unas pocas
opciones-en el sistema de mayoría absoluta con segunda vuelta a menudo incluso sólo en
dos-, lo que torna válido suponer un efecto sobre la decisión electoral respecto a un
órgano pluripersonal. Con fines heurísticos, y en términos muy generales, puede
afirmarse que, a mayor simultaneidad. Mayor influencia de la decisión tomada en la
elección presidencial sobre la elección parlamentaria. Las experiencias contrarias
originadas en casos concretos deben explicarse separadamente.

La relación es compleja y sutil. Sobran los aspectos en comparación que no tienen una
respuesta, sin embargo, exponer buenas cuestiones ya favorece una mejor comprensión.
En primer lugar, se trata ante todo de saber cómo les va a los partidos en la votación
misma. Con mayor grado de simultaneidad: ¿atrae más votos un buen candidato
presidencial para su partido en la elección parlamentaria? Esta pregunta no debería ser,
empero, la decisiva. Se trata, fundamentalmente, del efecto estructurador que esta
relación reviste en la situación decisoria del elector y de los partidos (en el nivel interno) y
en el sistema de partidos, así como en la relación entre el ejecutivo y el legislativo. Estos
diversos niveles pueden ser afectados por el solo timing de las elecciones para los
diversos órganos (ninguna o baja simultaneidad).

5. El factor presidencialismo.

Para el estudio del efecto de los sistemas electorales presidenciales, conviene tomar en
cuenta no sólo e1 ámbito propiamente tal de los sistemas electorales, sino también el
presidencialismo con sus características y sus efectos.
En primer lugar, el presidencialismo varía mucho según la estructura. De la relación entre
ejecutivo y legislativo, según los tipos de partidos y los formatos de los sistemas de
partidos, según la estructuración o volatilidad del voto, etc., de modo que es muy difícil
hacer generalizaciones.

En segundo lugar, hay que considerar que el presidencialismo en América Latina es no


reeleccionista, salvo raras excepciones como República Dominicana y, hasta la reforma
de 1994, Argentina. Esta característica cambia toda la relación entre el ejecutivo y el
legislativo, el partido del presidente electo y el presidente de la nación. Se reduce el grado
de responsabilidad del ejecutivo, su accountabillity, ante un electorado que no puede
enjuiciarlo políticamente a través del voto. Se reduce, igualmente, el vínculo del
presidente con su partido y viceversa, dado que el interés de ambos en una colaboración
mutua se ve severamente restringido en el tiempo, sin considerar la peljon7iance del
gobierno. Dado el carácter de suma cero ("the winner takes all") de la elección
unipersonal en el presidencialismo, que tiene como corolario la distribución de los puestos
en el gobierno entre los hombres del presidente, el partido del presidente no se ve lo
suficientemente comprometido con el gobierno y su élite, que no ha sido integrada al
ejecutivo, se distancia paulatinamente del presidente, en función de preparar la alternativa
política para las próximas elecciones.

En el contexto de nuestras apreciaciones tenemos, por un lado, el factor presidencialismo


que, con su reducción de la competencia política a unos pocos candidatos, parece
contribuir a limitar también la cantidad de partidos políticos. Por otro lado, el
presidencialismo y más allá el presidencialismo no reeleccionista-incentiva el
fraccionalismo interno. Por último, se producen escisiones de partidos justó en el proceso
de la nominación de las candidaturas presidenciales. En otras palabras, la generación de
las candidaturas para las elecciones presidenciales de cantidad reducida, puede llevar a
una mayor fragmentación del sistema de partidos. En esta relación compleja de factores,
los sistemas electorales presidenciales pueden desempeñar un papel, fortaleciendo o
reduciendo los efectos que tenga el presidencialismo sobre el sistema de partidos
políticos. Existen muchos indicios de que las diferentes fórmulas de mayoría ejercen en
teoría, y tendencialmente en la práctica, influencias análogas a las que se observan desde
Duverger (1951) en cuanto a las elecciones parlamentarias : la mayoría relativa con
efectos de concentración, la mayoría absoluta con efectos de fragmentación. Las
situaciones concretas que no se atienen a estos supuestos, deben (y, por lo tanto,
pueden) explicarse separadamente.
6. Sistema electoral presidencial y etnicidad

EI clivaje étnico constituye, por ejemplo, en muchos países africanos, una cuestión de
primer orden también en el caso de los sistemas electorales presidenciales. En
comparación con las elecciones parlamentarias, éste parece un problema con mayor,
dado que la elección unipersonal no parece abrir perspectivas de representación
proporcional de las etnias: gana la mayoría. ¿Cómo impedir, entonces, que esta decisión
sea motivo de mayor desintegración y conflicto (incluso bélico) entre las etnias? Las
soluciones que ofrece la sistemática electoral al respecto son contadas hay que recordar
que la democracia misma, la democracia pluralista de competencia política entre partidos
en la lucha por el poder, puede agudizar el conflicto étnico en la medida en que se apele a
la etnicidad como factor de poder, como elemento básico de formación del sistema de
partidos políticos.

La fórmula de decisión por la mayoría. Vale recordar que la fórmula mayoritaria misma se
desarrolló en e1 marco de las elecciones eclesiásticas durante la Edad Media,
sustituyendo el requisito de la unanimidad. Existe cierta analogía entre esta evolución y la
democratización en los países de partido único. Allí se trata de sustituir la supuesta
unanimidad, justificada por la tradición pre colonial y las necesidades de integración
nacional y formación del Estado, por una comprensión de la sociedad en términos de
diversidad y conflicto de intereses y del sistema político en términos de un pluralismo
político. La teoría política medieval se dedicó a reflexionar acerca de cómo aumentar el
elemento de la calidad de la decisión en la decisión por cantidad. En el siglo XVIII, los
racionalistas franceses inventaron el voto ponderado y escalonado, precursor de la
representación proporcional.

En términos sistemáticos, se puede pensar en las soluciones siguientes

1. Aumentar el requisito cuantitativo, solicitando por ejemplo dos tercios de los votos para
ganar una elección, método que se utiliza en el proceso legislativo. Este aumento de la
mayoría requerida tiene el inconveniente de poder impedir que se llegue a una decisión
electoral, dado que la misma mayoría absoluta representa un requisito alto en elecciones
libres.

2. Exigir como condición para ganar no sólo una mayoría (relativa o absoluta) en el nivel
nacional, sino también un determinado porcentaje de votos en el nivel de unidades
territoriales, dc modo que se garantice una representación territorial más equilibrada o
incluso poli étnica en la persona del candidato electo. Esta solución fue la introducida en
Kenia en 1992 (ver recuadro 8). Tiene en su favor el hecho de no complicar demasiado el
logro de un resultado electoral, pero su viabilidad depende de que los requisitos
adicionales a la mayoría se adapten bien a la configuración étnica y político-partidista del
país.

3. Elegir al presidente con un voto ponderado, escalonado o alternativo. El elector indica


su primera, segunda, tercera, etc., preferencia, y en caso de que ningún candidato
alcance la mayoría absoluta, deciden las más altas preferencias. Como método de
cálculo se podría aplicar, por ejemplo, el sistema de voto único transferible (ya
mencionado anteriormente).

Esta solución es técnicamente más complicada que la otra e implica que todo el
electorado se pronuncie sobre todos los candidatos; llegado el caso, puede ganar aquel
que, pese a no contar con la mayoría de los primeros votos, reóna más consenso
interétnico.

Retomando la precaución expuesta previamente sobre la limitada importancia del sistema


electoral presidencial en este contexto más amplio de democracia y etnicidad, vale añadir
la necesidad de la más alta responsabilidad de las élites políticas y de su comportamiento
para el funcionamiento de la democracia pluralista.

Parece imprescindible sembrar una cultura política de formación de consenso que se


materialice en el tipo de partidos políticos, en la estructura del sistema de partidos y en las
formas de hacer política.

La viabilidad de la democracia pluralista con la fórmula mayoritaria en las elecciones


presidenciales, puede incrementar anteponiendo a estas decisiones procesos de
formación de consenso, en el sentido por ejemplo de que sólo se presenten candidatos
que reúnan esta condición. En este contexto, se podría pensar en crear la vicepresidencia
y en fórmulas dc candidatos para presidente y vicepresidente que exijan que éstos
representen a diferentes etnias y aparezcan conjuntamente en una boleta única.

IX. LOS SISTEMAS ELECTORALES MUNICIPALES

En gran parte de los países industrializados, la democracia municipal tiene tanta tradición
como la democracia en el nivel nacional. El proceso de democratización de muchos
países abarcó, así mismo, el nivel municipal. Aun en tiempos de democracia, las
autoridades públicas en dicho nivel cran nombradas generalmente por el poder ejecutivo
nacional. En el marco de los intentos de descentralizar los sistemas políticos, m la
mayoría dc los casos, resultaba más que imponer reformas en el nivel comunal que en cl
regional o provincial. En varias ocasiones se intentó incluso minar las demandas de
descentralización m el nivel regional a través de la valoración de los municipios o
"alcaldización". Esto tenía sentido sobre todo en aquellos cas os en los que la
descentralización podría haber permitido o favorecido con fines separatistas. En América
Latina, por ejemplo, en los años ochenta y noventa se volvió a legislar sobre el
nombramiento de los alcaldes con la idea de profundizar la democracia en Argentina,
Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile, Paraguay y Brasil.

En África, la descentralización puede tener un gran significado en e1 marco del problema


de la etnicidad. El traspaso de poder político desde el centro del país a los municipios,
puede contribuir a la integración dc la población rural en el proceso de toma de decisiones
políticas, el cual se encuentra frecuentemente muy sesgado a favor de los sectores
urbanos en cl nivel nacional. Al mismo tiempo, puede contribuir a aliviar los conflictos
entre las etnias, cuyo origen se halla en la politización de la etnicidad, lo cual se
manifiesta m el dominio de la etnia mayoritaria sobre la (s) minoritaria (s).

1. Niveles del sistema político y


sistema electoral

Si vamos a considerar las elecciones en niveles inferiores al nivel nacional, las elecciones
regionales, y aquí específicamente, las elecciones municipales, hay que constatar en
términos generales que los sistemas electorales, sus componentes, sus mecanismos y
sus efectos, son independientes del nivel del sistema político. Las afirmaciones dc la
doctrina de los sistemas electorales son válidas para todos los procesos electorales,
desde el nivel nacional hasta el municipal.

Desde la perspectiva de la sistemática electoral, no es la cuestión del nivel del sistema


político sino la cuestión en torno al carácter uni-o-pluripersonal la que hace una notoria
diferencia. Así, para elegir a un alcalde entran en juego los sistemas electorales que
presentamos como sistemas electorales presidenciales. Respecto a los concejos
municipales, los órganos plurinominales de nivel local, vale respectivamente lo mismo en
este caso, se dispone de todos los sistemas electorales que se aplican en el nivel del
parlamento nacional.

La diferencia que podemos marcar entre los distintos niveles del sistema político respecto
a los sistemas electorales, se refiere exclusivamente a la valorización de los diferentes
sistemas electorales. La apreciación de los sistemas electorales es dependiente del
contexto en el cual operan, es decir, de determinadas circunstancias, condiciones de
funcionamiento, objetivos y exigencias. Por consiguiente, la valorización de los sistemas
electorales puede variar según cl nivel del sistema político. Y en efecto, se puede justificar
perfectamente una opción que difiera según los niveles del sistema político. Es más,
observando el desarrollo de los sistemas electorales en el nivel nacional y en el nivel
municipal, se puede constatar, sobre todo en el caso de los órganos plurinominales, la
mayor aplicación de los diferentes tipos de sistemas electorales.

2. Sistemas electorales para


alcaldes

Para la elección de los alcaldes existe un número limitado de alternativas. En primer


término, hay que diferenciar entre elección directa e indirecta: elección por parte del
electorado o por parte dc la representación comunal. Como veremos a continuación,
ambos procedimientos tienen sus pros y sus con tras: naturalmente, la elección directa es
vista como más democrática. En algunos estados federados (Lainder) de la República
Federal dc Alemania, el alcalde es elegido de manera directa y es el je de la
administración municipal; en algunos estados federados, en cambio, se le elige de
manera indirecta a través del parlamento comunal y es el representante principal de la
comuna, pero la administración municipal está presidida por un director municipal, elegido
por el parlamento comunal. En España, el alcalde también es elegido indirectamente por
el parlamento comunal. En América Latina, prevalece la elección directa.

Si la elección del alcalde es indirecta, se exige, por lo general, la mayoría de los votos de
los miembros del parlamento municipal. Dado que existen más argumentos a favor de la
utilización dc sistemas de representación proporcional en las elecciones en el nivel
comunal que en las elecciones de órganos representativos en el nivel nacional, y dado
que de hecho, al menos en varios países europeos, junto a la representación proporcional
también se emplean listas abiertas, voto de preferencia, voto cumulativo y panachage,
estas condiciones institucionales conducen mayormente a sistemas pluripartidistas y muy
rara vez a una mayoría absoluta para un solo partido, por consiguiente, para la elección
del alcalde es necesario formar coaliciones. El puesto de alcalde no siempre es ocupado
por el candidato que reúne la mayor cantidad de votos del electorado: en España, por
ejemplo, en 1991, en 45 dc los 70 municipios más importantes de este país ningún partido
disponía de la mayoría; en 17 municipios, el alcalde no era líder de la lista más votada. En
tales casos, la permanencia del alcalde en su cargo, al igual que un primer ministro en un
sistema parlamentario, depende del mantenimiento de la respectiva coalición. Aunque los
alcaldes en España están protegidos contra las consecuencias de una derrota esporádica
en la votación mediante el mecanismo de la moción de confianza constructiva, se
producen a través del "transfuguismo" cambios de alcaldes que no son resultado de la
voluntad del electorado sino de la lucha política al interior de los parlamentos comunales,
lo que es percibido como insatisfactorio. Si el alcalde es elegido de manera directa, los
sistemas electorales disponibles son prácticamente sólo el sistema de mayoría relativa o
el de mayoría absoluta (con ballotage). En tal caso, parlamento comunal y alcalde se
eligen por supuesto en dos actos electorales separados, probablemente también de forma
no simultánea, y pueden surgir problemas en la formación de mayorías en el parlamento
comunal, como en sistemas presidencialistas entre el presidente y el Congreso. A favor
del sistema de mayoría relativa, habla el hecho de que la decisión se tome en una única
vuelta electoral, con miras a la cual son elaboradas, normalmente a puertas cerradas, las
estrategias (acuerdos, pactos) de los partidos políticos. Pero aquí triunfa el candidato que
obtuvo tan sólo la mayoría relativa de los votos. Elegido alcalde por una minoría, su
posición será probablemente débil frente al parlamento comunal.

Por el contrario, a favor del sistema de mayoría absoluta está el hecho de que tras una
primera vuelta, en la que los partidos tienen ocasión de medir sus fuerzas respectivas, los
partidos pueden -antes de que tenga lugar la segunda vuelta- celebrar acuerdos que no
sólo posibiliten la victoria de un determinado candidato en la segunda vuelta, sino que
sienten la base, así mismo, para la formación de una mayoría en el parlamento comunal.
Sin embargo, entregar los votos por parte de un partido para asegurar la mayoría de un
candidato puede ser una maniobra dirigida en contra del candidato que probablemente
había reunido más votos en Ia primera vuelta. No hay garantía alguna de una decisión
constructiva en el sentido de un apoyo de la política del candidato electo en el parlamento
comunal. Y si ésta no se produce, si es eliminado sólo el candidato más fuerte, puede
llegar a complicarse mucho el trabajo político en el parlamento comunal.

Comparando los sistemas electorales presidenciales utilizados en América Latina en


distintos niveles del sistema político, José Molina y Janette Hernández (1995) enfatizan
que "los sistemas electorales locales para la elección del jefe del ejecutivo no son una
reproducción de los sistemas nacionales". En efecto, llama la atención que, en América
Latina, la elección se decide por la mayoría relativa en el nivel local, siendo las dos
únicas excepciones Brasil y Guatemala, donde en los municipios de doscientos mii
habitantes o más se exige la mayoría absoluta. Cabe
Destacar igualmente que en la gran mayoría de los países (salvo Colombia y México) se
permite la reelección de los jefes del ejecutivo municipal.

3. Sistemas electorales para


concejos municipales

Respecto a los órganos pluripersonales en el nivel local, la sistemática electoral es la


misma que la establecida en torno a los niveles más altos del sistema político. Entonces,
en lo que concierne a los elementos técnicos, no hay que añadir más a lo que ya
expusimos.

Sin embargo, la valoración de los elementos y de los sistemas electorales en su conjunto


es diferente. En el nivel local, los objetivos de una mayor participación del votante en la
selección del personal político pueden tener una mejor valorización, por varios motivos
entre los cuales están los siguientes:

1. La escala reducida del ámbito geográfico-territorial en que se llevan a cabo las


elecciones, implica que el elector está más familiarizado con los problemas, con las
personas preocupadas por lo público, y con las posibles soluciones a los asuntos por lo
que las dificultades no se perciben tanto como problemas de orden político sino más bien
de orden administrativo.

2. La menor importancia de los partidos políticos como canales exclusivos de la formación


de la voluntad política y la presencia de muchos grupos (de ciudadanos, electores,
independientes, etc.) que compiten con los partidos por el voto. Aquí tiene mayor
importancia e1 candidato como persona conocida, en quien se puede confiar (o no). El
votante tiene la posibilidad de formarse una idea de él, por conocerlo en un contexto
determinado.

3. El estilo de la política local: el debate en función de encontrar soluciones pragmáticas


con votaciones en el concejo municipal que no necesariamente respetan las fronteras
partidistas. Estos momentos llevan a apreciar más las formas de voto que permiten
expresar preferencias personales, o sea, favorecen entre las formas de lista las no
bloqueadas o incluso las no cerradas. En determinadas circunstancias, se puede
aconsejar la lista abierta que permite al elector, en el caso de su concejo municipal. Que
estos sistemas electorales sean complicados, no es un argumento contrario con peso,
cuando el poder de selección del votante y el grado de satisfacción del electorado es muy
alto.
Así, de acuerdo con la valoración diferente de los sistemas electorales según el nivel del
sistema político, en Alemania, los sistemas electorales en el nivel local exhiben
características particulares que los diferencian claramente del sistema utilizado para las
elecciones nacionales, especialmente en lo referente a la candidatura, la cual está
restringida a los partidos políticos, y a la forma de ]a lista. En América Latina, sin
embargo, las diferencias no son tan amplias, como se. Desprenden del cuadro 24. La
restricción del derecho de postulación a los partidos políticos es menor que en el nivel
nacional; prevalecen las listas cerradas y bloqueadas y el método D'Hondt.

X. ASIGNACIÓN DE ESCAÑOS EN BOLIVIA (LEY 026)

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) cuenta con una fórmula técnica para reasignar
escaños parlamentarios entre los departamentos desde el 2014. El mecanismo basado en
la Constitución, fija una asignación directa para regiones con menos habitantes y
desarrollo.

La última redistribución territorial de escaños fue en noviembre de 2005, sobre la base de


los resultados del censo de 2001 y mediante el Decreto Supremo 28429, aprobado en el
gobierno de Eduardo Rodríguez Veltzé. Entonces, a La Paz se le restó dos diputaciones,
una a Cochabamba, otra a Oruro, una a Potosí y tres a Santa Cruz.

La Constitución determina que la Cámara Baja está integrada por 130 diputados,
uninominales y plurinacionales. El parágrafo V del artículo 146 otorga al Órgano Electoral
la facultad de distribución del total de escaños sobre la base del número de habitantes en
cada uno de los departamentos, según ley.

MATEMÁTICA. Además, ese artículo dispone que, por equidad, la ley asignará un número
de escaños mínimos a los departamentos con menor población y menor grado de
desarrollo económico. El TSE identificará a los departamentos que tendrán una
asignación directa de escaños.

El “modelo matemático” se dice es independientemente de los resultados del censo y


podrá ser aplicado en cualquier escenario en el que hayan futuros cambios demográficos.

Actualmente, La Paz cuenta con 29 diputaciones; Santa Cruz, con 25; Cochabamba, con
19; Potosí, con 14; Chuquisaca, con 11; Oruro, con nueve; Tarija, con nueve; Beni, con
nueve, y Pando, con cinco. Y la reasignación de curules regirá para las elecciones de
2014.
Según los resultados preliminares del censo de 2012, la población en Chuquisaca creció
de 531.522 a 600.728 personas (13%); La Paz de 2.349.885 a 2.741.554 (17%);
Cochabamba de 1.455.711 a 1.938.401 (33%); Oruro de 392.769 a 490.612 (25%); Potosí
de 708.695 a 798.664 (13%); Tarija de 391.226 a 508.757 (30%); Santa Cruz de
2.029.471 a 2.776.244 (37%); Beni de 362.521 a 425.780 (17%), y Pando tuvo un
crecimiento poblacional de 52.525 a 109.173 habitantes entre 2001 y 2012.

Una vez determinado el número base de “asignación directa por equidad, el restante de
los 130 escaños” será redistribuido entre los nueve departamentos bajo el criterio de
proporcionalidad, es decir, “a mayor población mayor representatividad”, o sea, “un
modelo técnico”.

Los departamentos con menor población e índices de desarrollo serán beneficiados con
una base de escaños. El resto será distribuido entre los nueve departamentos sobre la
base del factor poblacional, de acuerdo con la fórmula que ultima el Tribunal Supremo
Electoral (TSE).

La Cámara de Diputados ha sido el espacio de representación poblacional; por lo tanto, la


cantidad de diputados asignados a cada uno de los departamentos tenía una lógica
demográfica: a mayor población, mayor cantidad de diputados. Sin embargo, en Bolivia
ese principio nunca se aplicó a rajatabla, ya que siempre se asignaba a los
departamentos que tenían menor población un piso, que implicaba en términos prácticos
que iban a tener más escaños de los que les habría correspondido por simple población.
Se utilizó un criterio de flexibilidad.

La fórmula para asignar senadores y diputados por circunscripciones da mayor ventaja a


la organización política que obtiene más votación y provoca que los partidos pequeños
desaparezcan.

La Ley de Régimen Electoral señala que para asignar escaños -en el Senado y Diputados
plurinominales se aplicará el sistema proporcional que consiste en que los votos para
presidente se dividirán entre 1,2,3,4…

«El que concentra la mayoría de votos tendrá más curules, aunque la diferencia sea un
voto”,

La fórmula matemática para la distribución de forma proporcional se aplica desde 1997,


año en que se realizó la elección presidencial. Antes se aplicaba la fórmula “cifra
repartidora”.
Ocurría que la cantidad de parlamentarios se distribuía entre muchas fuerzas y la primera
mayoría – que tenía la facultad de gobernar- tenía una representación baja en el
Parlamento y eso generaba condiciones de posible ingobernabilidad.

La fórmula se aplica para la asignación de 60 diputados plurinominales y 36 senadores


(cuatro por departamento).

ELECCIÓN DE SENADORES

La elección de los senadores, a diferencia de lo que sucede con los diputados, se elige en
circunscripción departamental. La distribución de los escaños, según señala el artículo 55
la Ley 026 de Régimen Electoral, se realiza de la siguiente forma:

"Los votos acumulativos obtenidos en cada Departamento, para Presidente o Presidenta,


por las organizaciones políticas, se dividirán sucesivamente entre los divisores naturales:
1, 2, 3 y 4, en forma correlativa, continua y obligada. Los cocientes obtenidos se ordenan
de mayor a menor para establecer el número de Senadores que correspondan a cada
organización política en cada Departamento".

Este sistema, conocido como la fórmula de divisores naturales de D’Hondt, es usado en


muchos países para realizar la distribución de escaños. Explicamos este sistema en estos
pasos:

1. En cada departamento se organizará una tabla con los votos que sacaron cada uno de
los nueve partidos en carrera electoral.

2. Al resultado de cada lista se lo divide tantas veces como la cantidad de bancas que
están en juego, es decir entre 1, entre 2, entre 3 y entre 4

3. Los primeros cuatro resultados más altos serán los designados para ocupar esas
bancas. En este ejemplo fueron 100, 60, 50 y 40 las cifras más altas, lo que le da: 3
senadores al partido A y 1 al partido B.

XI. ORGANIZACIONES POLÍTICAS


Las organizaciones políticas son todos los partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y
organizaciones de las naciones y pueblos indígena originario campesinos con
personalidad jurídica otorgada por el Órgano Electoral Plurinacional (OEP), que se
constituyen para intermediar la representación política en la conformación de los poderes
públicos y la expresión de la voluntad popular. (Art. 48, Ley N. 026 del Régimen Electoral)

El Órgano Electoral Plurinacional (OEP) supervisa que los procesos de elección de


dirigencias y candidaturas de las organizaciones políticas se realicen con apego a los
principios de igualdad, representación, publicidad y transparencia, mayoría y
proporcionalidad, de acuerdo al régimen de democracia interna de las organizaciones
políticas establecido en la Ley y en los procedimientos establecidos mediante Reglamento
por el Tribunal Supremo Electoral. (Art. 49, Ley N. 026)

Según el artículo 6 de la Ley N. 018, es competencia del OEP la aplicación de normativa


sobre el reconocimiento, organización, funcionamiento, extinción y cancelación de
organizaciones políticas, la resolución de controversias electorales, y la regulación y
fiscalización de su patrimonio, origen y manejo de sus recursos económicos.

BIBLIOGRAFÍA

“Elecciones y sistemas electorales” Dieter Nahlen


Ley 026 Régimen electoral
Ley 1096 Organizaciones políticas
CPE
Ley 018 Ley del órgano electoral plurinacional

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