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MINISTERIO IGLESIA APOSTOLICA INTERNACIONAL

El Precio de la Verdad
“Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduria, la enseñanza y la inteligencia”
(Proverbios 23:23)

Muchas personas se han preguntado ¿Qué es la verdad? Este ha sido un tema debatido por
filósofos, teólogos y pedagogos a través de los siglos. Para muchos “la verdad” es un concepto
relativo y particular de cada ser. Según algunos, la verdad solo existe en la realidad concreta de cada
individuo o en la experiencia personal de sus propias vidas. En otras palabras, esto equivale a decir
que en el mundo co-existen muchas verdades opuestas.

Para otros, la fuente de la verdad se ubica exclusivamente en la contemplación de aquellos


fenómenos naturales que pueden ser verificados a través de la experimentación científica.

Posiblemente es en el área de la experiencia espiritual del ser humano donde mas controversia existe
en cuanto a “la verdad.” Por miles de años, el ser humano a estado tratando de entender su
procedencia original, su propósito en la vida, y su destino final. Para ello, se han desarrollado
muchas formas de sistemas religiosos que tratan de explicar al hombre ¿Quiénes somos? ¿De dónde
venimos y ¿Para dónde vamos?

De la misma manera que el relativismo trata de insinuar que todas “las verdades” son legitimas y que
no existe una verdad “única, absoluta y universal,” la religiosidad pretende que todas los conceptos y
opiniones inventados por la mente humana pueden ser considerados “válidos” o “aceptables” para
satisfacer la inquietud espiritual del ser humano. Esta idea se resume en la declaración que dice:
“Todas las religiones conducen a Dios.”

Desde un punto de vista basado en las Sagradas Escrituras del pueblo cristiano, solo existe una
verdad que es “única, absoluta y universal.” La Biblia enseña enfáticamente la doctrina de una
UNICIDAD absoluta e indivisible en la Divinidad. Este principio está sintetizado en el Libro de
Deuteronomio 6:4 donde dice: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová UNO es.”

Durante los primeros trescientos años de la Iglesia, la mayoría de creyentes aceptaron la doctrina de
la encarnación del Verbo. Para ellos, la persona del Señor Jesucristo se presentó con una doble
naturaleza. Por parte de María, su madre en cuanto a la naturaleza terrenal, Jesús fue perfectamente
humano. Por parte del Espíritu Eterno que lo engendró, Jesús es perfectamente Dios. Por eso se le
conoce como “el Hijo del Hombre” y también como “el Hijo de Dios.”

A partir del advenimiento de la terrible apostasía profetizada por los apóstoles del Señor Jesucristo,
las autoridades del decadente Imperio Romano introdujeron la falsa doctrina de una trinidad de
personas en la Divinidad. Basados en el conocido “Credo de Atanasio” desarrollado en el Concilio de
Nicea celebrado en el año 323, y ratificado posteriormente por el Concilio de Calcedonia en el año
451, la nuevas autoridades eclesiásticas aceptaron la doctrina de las “tres divinas personas”
cambiando la verdad del evangelio por “filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los
hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8).

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La revelación de la manifestación del verdadero Dios en carne (1 Tim. 3:16) ha estado oculta para
miles de personas religiosas. Las cosas ocultas pertenecen a Dios, pero El las revela a los que le
buscan de todo corazón. Jesús dijo “Escudriñad las Escrituras…” (Juan 5:39). Cuando Usted, mi
estimado lector, escudriña las Escrituras, el Espíritu Santo le revela la verdad de Dios.

Una de las parábolas que Jesús enseñó a sus discípulos dice así: “También el reino de los cielos es
semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y
vendió todo lo que tenía, y la compró.” (Mateo 13:45-46).

La verdad de Dios tiene un precio muy valioso. Para conocer la verdad es necesario vender
(abandonar) todas las ideas, conceptos y opiniones ajenas a la doctrina del fundamento apostólico.
Tienes que vencer el orgullo y la vanidad religiosa; tienes que reconocer que has estado creyendo a
la mentira, aceptar que has vivido engañado por el diablo en una doctrina pagana.

Muchos religiosos se han dado cuenta por las Sagradas Escrituras de lo falsa que es la doctrina de
la Trinidad. Se han dado cuenta que nunca jamás un solo creyente fue bautizado en el “nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” Hoy día hay muchos creyentes que han pagado un precio muy
alto por la verdad de que hay un solo Dios. Muchos pastores han tenido que renunciar a sus iglesias
trinitarias para aceptar el Nombre de Jesús, nombre que es sobre todo nombre.

¿Está Usted, mi estimado lector, dispuesto a pagar cualquier precio por la verdad? O ¿Prefiere Usted
seguir engañado en la mentira y el error? Te recomiendo que creas a la verdad sin importar el precio
que debas pagar.

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