campesino que se sentaba al anochecer junto al hogar y lo encendía, y su esposa se sentaba e hilaba. Entonces dijo él: -"¡Qué triste es que no tengamos niños! Con nosotros todo es tan calmo, y en otras casas hay bullicio y vida."- -"Cierto"- replicó la esposa suspirando, -"aún si tuviéramos solamente uno, y si fuera pequeñito, tan grande como un pulgar, yo estaría satisfecha, y lo amaríamos con todo nuestro corazón."- Y sucedió que la mujer quedó embarazada, y siete meses después dio a luz a un niño, que era perfecto en su forma, pero no más grande que un pulgar. Entonces ellos dijeron: -"Es como deseamos que fuera, y será nuestro amado niño."- Y por motivo de su tamaño, lo llamaron Pulgarcito. Ellos le proveyeron de todo alimento, pero el niño no crecía de talla, si no que seguía del mismo tamaño, pero tenía unos ojitos vivaces, y pronto mostró ser una creatura hábil y entendida, y todo lo captaba perfectamente. Un día el campesino se preparó para ir al bosque a cortar leña, cuando pensando en voz alta dijo:
-"¡Cómo desearía que hubiera
alguien que pudiera llevarme la carreta!"- -"Oh padre"- gritó Pulgarcito, "enseguida yo te llevo la carreta, confía en eso, la tendrás en el bosque en el momento apropiado."- El hombre sonrió y dijo: -"¿Cómo podría ser, tú tan pequeño manejando los caballos con las riendas?"- -"Eso no es problema, padre, si mi madre les pone los arreos, yo me sentaré en la oreja del caballo y le iré diciendo qué rumbo tomar."-
-"Bien"- dijo el hombre, -"por esta
vez lo intentaremos"- Cuando llegó el momento, la madre alistó la carreta con el caballo, y colocó a Pulgarcito en la oreja del caballo. Y entonces la creatura gritó: -"¡Arre! ¡Arre!"- Todo sucedió apropiadamente como si fuera manejada por el patrón, y la carreta iba por el camino correcto hacia el bosque.