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“LA MUSICA”

de Marguerite Duras

Versión en castellano de Pablo Rey

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PERSONAJES:

Anne-Marie Roche: Ella, treinta y conco años o más.

Michel Nollet: El, treinta y conco años o más

Un hall de hotel. Se escuchan algunos ruidos de la calle. A la


izquierda, dos letreros: Recepción - Comedor. En el emplazamiento
delante de la puerta del hotel no hay muebles. Por el contrario, a la
derecha e invadiendo el centro de la escena hay un salón
convencional: un diván y sillones, un escritorio, una televisión
ubicada de manera tal que no se ve la pantalla pero sí a aquellos que
la miran.

No se verá a ninguno de los miembros del hotel pero se escucharán


sus voces: es inútil poblar un escenario de presencias antiguas como
la del valet de cámara y de la vieja patrona.

Los dos protagonistas de la pieza son de aspecto ordinario, nada


hace que llamen la atención.

La puesta en escena deberá ser de caracter cinematográfico.


Iluminación violenta de los rostros que equivaldría a los primeros
planos y dejar, a veces, esos rostros en penumbras. El resto de la
escena deberá ser ganado por las sombras a medida que prograsan
los diálogos.

Michel Nollet entre, atraviesa pa parte izquierda de la escena y va


hacia la recepción del hotel. Lo que sigue se escucha desde la pata.

EL: Discúlpeme, señora? Está segura que no hay más que ese tren de
las nueve y dieciséis para París?

ANCIANA: Por supuesto que estoy segura, Señor Nollet! El año que
viene tendremos un servicio de avión tres veces por semana... pero
mientras tanto... Aquí tiene su llave, Señor Nollet.

EL: Gracias, no voy a subir. Puede pedirme un número a París? Littré


89-26.

ANCIANA: (Repitiendo) Littré 89-26. Muy bien Señor Nollet. Se lo paso


al salón?

EL: (Dudando) Si, por favor. Gracias

Michel Nollet vuelve al salón y espera de pie cerca del escritorio. Se


escucha a la anciana que pide el número.

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ANCIANA: Hola, si, del hotel de france Evreux, quisiera Littré 89-26
con ID, por favor. (Una pausa.) Cuánto? (Le anuncia a Michel Nolle:)
En cinco minutos, Señor Nollet.

Una pausa suficientemente larga. Luego, una mujer, Anne-Marie


Roche, entra. Se dirije a la recepción tal como lo ha hecho el hombre.
Desde que la ve, Michel Nollet marca una emoción, pero muy
contenida.
Anne-Marie roche no lo ha visto. Se escucha entre patas:

ANCIANA: Hay un telegrama para usted, señora (revisa papeles)...


Señora Roche.

ELLA: (Sin sorpresa) Ah, si? Lo esperaba, justamente.

No somos los únicos que escuchamos la conversación. Michel Nollet


también la escucha.

ANCIANA: Aquí tiene su llave, Señora Roche.

ELLA: No, gracias... no voy a subir. Vine a buscar este telegrama y


vuelvo a salir... voy a dar una vuelta.

ANCIANA: Cómo ha cambiado Evreux, es extraordinario. Detrás de la


estación está irreconocible.

ELLA: Y... en La Boissière?

ANCIANA: (Incómoda) En La Boissière parece que no... no tanto...


Aunque debo decir que no salgo ni tan seguido ni tan lejos...

ELLA: Hasta luego.

ANCIANA: Hasta luego, Señora Roche.

Silencio nuevamente. Anne-Marie Roche sale de la recepción


mientras pone el telegrama en su cartera. Ve a Michel Nollet, se
detiene. De pie, mirando hacia ella, este la mira y se inclina. Ella
hace un ligero gesto con la cabeza.

EL: Quería decirle... si necesita algo de mí... (Sonrisa apretada,


incómoda. Continúa:)... Por esos muebles que están el el guarda-
muebles... me puedo ocupar de enviarlos... si puedo ahorrarle ese
dolor de cabeza.

ELLA: Qué muebles? (Se acuerda) Ah, si... no, gracias... (Una pausa.)
Todavía no sé que voy a hacer... si los conservo o no... Le agradezco.
(Otra pausa) Buenas noches.

EL: Buenas noches.


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Ella sale. Michel Nolet se queda solo. Enciende un cigarrillo,
permanece de pie. Está muy nervioso pero se contiene casi
perfectamente. Suena el teléfono-

ANCIANA: (Entre patas.) Hola! Littré 89-26? Es para usted, Señor


Nollet.

Se escucha la conversación telefónica con voz apagada pero muy


clara.

VOZ DE MUJER: Michel, sos vos?

EL: Si... Cómo estás?

VOZ: Bien. (Una pausa.) Se acabó?

EL: Si.

VOZ: Cuándo?

EL: Esta tarde.

VOZ: Y no fue demasiado... doloroso?

EL: Es decir... no... no...

Silencio. Michel no continúa.

VOZ: Volviste a verla?

EL: Si, claro.

VOZ: ... Y?

EL: Nada. (Una pausa.) Qué querés que te diga?... (Se ríe por nada.)
Es la vida, como dicen... Eso es parte de un divorcio... Es siempre...

Silencio.

VOZ: Qué?

EL: (Irónico) Buenos, pongamos... poco alegre.

VOZ: (Duda) Ella cambió?

EL: (No se había hecho la pregunta.) Si, sin duda.

Silencio.

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VOZ: Me querés, Michel?

EL: (Sin dudar, con serenidad, pero mecánicamente.) Te quiero. (Una


pausa.) Hasta mañana a las tres y diecisiete en la estación Saint-
Lazare?

VOZ: Si. Voy a estar en la salida principal, es más seguro. (Una


pausa.) A la noche podemos ir al cine, si querés...

EL: Si querés...

VOZ: (Luego de un instante.) Alguna vez me vas a contar? (Ha


hablado con una suerte de inquietud y de impaciencia.)

EL: (Luego de un instante.) No creo.. pero, bueno... quién sabe? A lo


mejor, algún día...

VOZ: Pero, por qué?

Él no contesta.

VOZ: Perdoname.

EL: No es nada... (Para eludir el tema.) Qué hacés esta noche,


querida?

VOZ: Nada. Me quedé en la cama todo el día. (Una pausa) Dónde


vive?

EL: (Duda, recorre el salón con la mirada.) No sé.

VOZ: Cenaste?

EL: No. Estaba esperando hablarte para ir. Esto es el fin del mundo. A
las nueve todo el mundo duerme.

VOZ: Algún día me vas a llevar?

EL: (Se ríe.) Por qué no? (Una pausa.) Hasta mañana, querida.

VOZ: Hasta mañana, Miguel.

Miguel sale. - El hall del hotel queda vacío. Una luz se apaga. Un reloj
da las diez como en los viejos melodramas.
Anne-Marie Roche entra, fuma un cigarrillo. - Da vueltas por el salón
- descubre el aparato de televisión, lo enciende, se sienta, mira. - Se
escucha el final de un noticiero.
Entra Michel Nollet. Ella no lo ha escuchado entrar. Inmóbil, Michel
Nollet, la mira. Se acuerda de algo. Su emoción es intensa. Mira a

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esta mujer que ha vuelto a ser libre. Duda. Finalmente, va a sentarse
detrás de ella.
Ella siente la presencia y se da vuelta.
Diálogo muy lento.

ELLA: Ah!... es usted.

EL: (Levantándose.) Por qué no hablarnos?

ELLA: Y, por qué hablarnos?

EL: Porque si... No tenemos otra cosa que hacer.

ELLA: (Hace una mueca de disgusto, de amargura, de tristeza.) Nada


está más terminado que... de todas las cosas terminadas.

EL: (Luego de dudar.) Sin embargo, si estuviéramos muertos...


Incluída la muerte, le parece?

El sonríe, ella no.

ELLA: No lo sé... Pero puede ser, si, incluída la muerte.

El no responde. Silencio. Ella, que no quería hablar, habla para salir


de la incomodidad.

ELLA: Le agradezco por los muebles. Lo he pensado... no lo voy a


llevar... Molestarían más que otra cosa... Pero si usted los quiere...
(Una pausa) No tenemos por qué atenernos a la (ligera sonrisa)
división jurídica de nuestros bienes.

EL: (ligera sonrisa) No, no, gracias... (Piensa en otra cosa) No quiero
nada...

Un instante.

ELLA: Entonces, qué hacemos?

EL: (Siempre pensando en otra cosa) No sé. Nada. Los dejamos ahí...

ELLA: (Sonríe) Bueno.

Silencio.

EL: Quiere tomar algo?

Ella hace un gesto de “Por qué no?”. El va hacia la recepción, mira


sin dejar el hall del hotel. Vuelve.

EL: (Sonríe) Creo que todo el mundo duerme, lo siento...


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ELLA: (Sonríe.) No importa...

Ella se pone de pie. Ya no saben que actitud tomar. La banalidad de


los temas de conversación debe ser “acentuada” y los mismos
pueden ser aumentados, disminuídos o modificados.

EL: (En tono desenvuelto y falso.) Es increíble cómo ha cambiado la


ciudad, ha visto?

ELLA: (mismo tono.) Del lado de La Boissière, no tanto.

EL: Es cierto... Es, sobre todo, al norte que se está desarrollando,


hacia el aeropuerto que están construyendo... sabe?

ELLA: Si... está bien que tengan un aeropuerto. Eso lo va a cambiar


todo.

EL: Volvió... a La Boissière?

ELLA: (Lo mira sorprendida) Si, por supuesto. No había vuelto desde
que... (Sonríe.) Usted también ha vuelto, no?

EL: (Confuso, sorprendido.) Cómo lo sabe?

ELLA: Me pareció verlo en lo alto de la costa cuando llegaba... pero


no estaba segura...

EL: (Mira hacia otra parte.) Si, pasé delante de la casa. (Un instante,
incomodidad.) Dígame, me parece que no fue gente tan joven la que
la había comprado?

ELL: No... debe haber cambiado de dueño en este tiempo... Esas dos
personas que cenaban, no los conocía...

EL: (Sonríe) Si... es una impresión extraña... el comedor está ahí...


donde estaba... hasta la televisión...

ELLA: (Encadenando) No se hablaban, ni una palabra... es raro...


cierto...

Ligera sonrisa. Silencio.

EL: Terminaron el edificio que había empezado... se acuerda?


Después de la pista de carreras?

ELLA: No muy bien... Ah, si! Ya sé!... Y quedó bien?

EL: Si... parecería que los planos fueron respetados.

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Qué decirse? El vuelve a empezar una última vez.

EL: Tendría que haber venido a ver la obra cada tanto... no lo hice...
Pero no está mal.

ELLA: Su trabajo siempre marcha bien?

EL: Si, no está mal. En este momento tengo dos encargos


interesantes.

ELLA: Siempre lo apasiona tanto? (Sonríe. Debe haber estado, en


otro tiempo, celosa de ese trabajo.)

EL: (Sonríe.) Siempre, sí.

ELLA: Mejor así.

El: Gracias. (Una pausa.) Mañana tomará sin duda el tren de las
nueve y trece?

ELLA: (Duda.) No. Me vienen a buscar.

Silencio.

EL: Figúrese... ni siquiera sé dónde vive... alguien me preguntó el otro


día qué había sido de usted y no supe qué decirle.

ELLA: Oh! En verdad, por el momento, en ninguna parte... un poco


por todas partes... en el Norte sobre todo...

EL: En el Norte, mire usted...

ELLE: Si... sucedió así... además, no me disgusta.

EL: (Con una sonrisa ya tierna) Ya no le gusta el Midi?

ELLA: No siempre.

Silencio. Cambian de lugar. Los diálogos cambian de sentido.

EL: No sé nada de usted desde hace dos años.

ELLA: A mí, Valérie me cuenta de usted cada tanto...

EL: (Ligero sobresalto.) La sigue viendo?

ELLA: Si. He... cambiado completamente de opinión sobre ella... Se


puede tomar una posición respecto de alguien sin ser por ello...
injusto... eso no prueba nada... a lo mejor es que, simplemente, se

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está bajo... su influencia si llegar a darse cuenta... (Un instante.)
También veo a veces a los Tournier. (UN instante.) Eso es todo, creo.

Alusiones a un pasado común no aclaradas ni respondidas.

EL: (Se atreve.) Pensaba que no vendría sola... que estaría


acompañada.

ELLA: (Con un gesto.) No, ya ve... (Una pausa) Usted también vino
solo...

EL: Si... me pareció que no valía la pena...

ELLA: Si, eso...

Ella hace un signo que, en efecto, tampoco para ella valía la pena.
Muy ligeras sonrisas. Primeras miradas, enorme incomodidad. Pero la
curiosidad es más fuerte que la incomodidad.

EL: ... Incluída la muerte, en serio le parece?

Diálogo muy lento. Ella no contesta.

EL: Usted decía que nada estaba más terminado que esto... incluída
la muerte.

ELLA: Le dije que no lo sabía.

EL: (Ríe.) Sabe que cuando volvió de París... la esperaba en el andén


de la estación...

Ella lo mira. El baja la mirada, no continúa. Ella se levanta de su


sillón y da algunos pasos por el salón. El no está sorprendido de que
ella se mueva, de que no pueda quedarse en su lugar. Mientras ella
está de pie, él se atreve todavía más.

EL: (Brutal pero educado.) Vuelve a casarse?

ELLA: (También brutal.) Qué pasó en el andén de la estación?

Silencio. El duda, no dice nada. Ella no insiste. Algo como la antigua


brutalidad pasa.

ELLA: Me vuelvo a casar en agosto.

EL: Dentro de tres meses...

ELLA: Si, después de que se cumpla el plazo legal... Es una tontería lo


del plazo, pero qué se puede hacer?

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EL: Si.

ELLA: (Se lo arroja a la cara, pero siempre con la misma decencia.)


Después nos vamos. Nos vamos a vivir a América. (Una pausa.)
Quiero estar... tranquila... Sé que es un poco tarde, incluso para estar
tranquila... Tengo que apurarme para recuperar el tiempo perdido...

Sonrisa, cortesía.

EL: Ahora piensa que, a veces, el tiempo puede no perderse?

ELLA: Es una manera de hablar... Nunca pensé nada al respecto....


Verdaderamente nada.

Sonrisas contenidas.

EL: Y usted que va a hacer?

EL: Más o menos como usted, con la diferencia que estoy obligado a
quedarme en francia por mi trabajo.

ELLA: Se vuelve a casar?

EL: Aún no lo sé.

El la mira de pies a cabeza. Ella no lo ve.

EL: (Casi involuntariamente.) No ha cambiado.

ELLA: (Se vuelve bruscamente y muestra su rostro.) He envejecido, lo


sé muy bien...

EL: No hablaba de... (Incómodo.) De cara, sí, cambió un poco.

ELLA: En qué sentido?

EL: LA mirada, sobre todo, creo... tenía una mirada muy... dulce y
además, apenas... apenas uno la veía casi sabía de antemano... lo
que iba a decir.

ELLA: (Seca.) Debía ser muy aburrido... saber así, de antemano...

Risa falsa.

EL: Al final. Los últimos mese, si, era muy aburrido.

Ella va hacia la televisión, vuelve a encenderla. Nada. Las


transmisiones han termionado. Ella mira su reloj.

ELLA: Las once ya.


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EL: (Tal vez no ha escuchado.) Ah!... es extraordinario poder hablarse
(los señala, él y ella) así... Los últimos meses, se acuerda?

Se largan (finalmente) a reir.

ELLA: El infierno.

EL: El infierno, sí.

Ella cierra los ojos y barre la imágen con un gesto de la mano. Dejan
progresivamente de reir.

ELLA: A tal punto, no debe suceder más de una vez en cada


existencia, no le parece?

EL: Qué?

ELLA: Un infierno semejante.

EL: Eso creo (Una pausa.) porque entonces...

Segunda caída en la incomodidad, pero esta vez ninguno de los dos


trata de salir.

EL: Entonces la experiencia... esa cosa abominable, no sirve de


nada...

ELLA: No... no es eso... creo que se equivoca... Si vuelve a suceder... y


es algo que he pensado desde entonces... es que, a lo mejor, uno no
ha encontrado otra manera de... (Busca las palabras)

EL: (Las encuentra) ... de escapar... a la fatiga, por ejemplo?

ELLA: (Baja la vista) Creo que sí. (Una pausa) No le parece?

EL: Puede ser.

Silencio. Los recuerdos fluyen cada vez más precisos.

ELLA: (Trata de recordar.) Cuánto tiempo estuvimos en este hotel


antes de habitar la casa? No recuerdo cuánto tiempo duraron los
trabajos... tres meses? Seis meses?

EL: (Piensa.) Más bien tres meses, me parece...

Es en ese hotel en donde transcurrió el período más extraordinario


de su historia. Hacen silencio inmediatamente.

ELLA: No le parece extraño que no lo recordemos?


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EL: Ciertos... momentos parecen mejor iluminados que otros... pero
creo que los que está detrás de aquellos momentos forma también
parte de la memoria... no siempre lo sabemos.

ELLA: (Muy directa, pero como si hablara de la memoria en general y


no de la de ellos.) Y hay momentos que están en plena luz.

EL: (De igual manera.) El infierno, por ejemplo?

ELLA: Si, por ejemplo...

EL: Las salidas del túnel?... ciertas... reconciliaciones... no es cierto?

ELLA: Si.

Ella trata, sin duda, de hacer pasar la perturbación por las palabras.

ELLA: Se da cuenta, si cada historia tiene su propia ley... y creo que


así es... si cada... pareja tiene su manera profunda... es algo que
creo... no tendríamos que habernos mudado a esa casa... instalarnos
asi no más, más bien... quedarse aquí, en este hotel.

EL: (Encadenando.) Vivir así, en un hotel... ir de un hotel a otro...


como gente que se esconde?... como...

ELLA: Puede ser...

Silencio. Explosión sorda. El quiso decir “como amantes”.

ELLA: No le parece?

EL: Así es... pero no teníamos razón alguna para no hacer lo que todo
el mundo. Eramos jóvenes, casados con el consentimiento de todos...
Todo el mundo estaba contento, su familia, la mía, todo el mundo,
si... teníamos todo lo que hacía falta (se ríe), una casa, muebles... su
tapado de piel...

ELLA: Es cierto, hicimos lo que todo el mundo.

EL: Pero nosotros... éramos como todo el mundo, no había razón,


aparentemente, para no hacer... lo que habitualmente... se hace.

ELLA: Desde ese punto de vista llegamos al... mismo lugar de la


ruta...

EL: Me lo está preguntando?

ELLA: Puede ser.

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EL: (Luego de una pausa.) Creo, efectivamente, que llegamos al
mismo lugar que los otros. A veces se produce el divorcio, pero eso
debe ser una... diferencia despreciable... tal vez.

ELLA: Entonces se hubiera producido mucho más tarde...

El no contesta.

ELLA: No cree?

EL: Qué es lo que se hubiera producido?

ELLA: El... final... No cree?

EL: No podemos saberlo, puesto que no... no hemos tratado...

ELLA: Si, podemos saber un poco, sin embargo. Además, que


importancia tiene que algo dure más o menos... desde el momento
que un día debe terminar... es lo que hay que decirse...

EL: Pero entonces (sonríe) todo está por venir...

ELLA: Si, por supuesto. Eso también...

Hacen silencio. Ella dice en voz baja:

ELLA: Qué tontería...

EL: Qué?

ELLA: (Se repone) No. Es cierto. Es... mecánico...

EL: ... Usted vuelve a empezar. Yo vuelvo a empezar.

ELLA: (Con un movimiento involuntario) Si... pero...

EL: (Continúa.) ... sabemos ahora que el final es inevitable?

Ella no responde.

EL: Es eso?

ELLA: Si (una pausa) y no. Sabemos que un cierto final es inevitable.

EL: (Con dificultad) El final?

ELLA: Si. El único... pero también sabemos que podemos abstenernos


de proclamarlo, del... (con una ligera sonrisa) tercer acto..

EL: Eramos muy, muy jóvenes.


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ELLA: Ahora ya no queremos tantos problemas, ya no queremos
tantas preocupaciones...

EL: (Le corta la palabra) Tenemos otra cosa que hacer?

ELLA: Sin duda.

EL: Qué?

ELLA: (Se ríe) Nada. Pero de una manera diferente, sin duda. (Una
pausa.) No retrocedíamos frente a nada... nada, por un sí o por un no
nos dábamos noches de insomnio, escenas... escenas... dramas.

Risas.

EL: Crímenes.

ELLA: (Duda y confiesa.) Y algo más... (En alusión a una tentativa de


suicidio.)

El queda estupefacto. Se pone de pie, se acerca a ella. Segundo acto


de La Música: ella estuvo a punto de morir, él se entera.

EL: Qué?

ELLA: Si. (Se ríe.) Sé, sí...

EL: Cuándo?

ELLA: (Lo mira.) Caundo usted había pedido el divorcio. Pero no era
nada serio puesto que... aquí estoy... sin duda no era más que un
vulgar chantaje.

El reloj da medianoche como en los viejos melodramas. Él está


“clavado” en su lugar por la noticia que acaba de conocer.

EL: (murmura) No sabía nada...

ELLA: (en voz baja) No podía saberlo. Es contradictorio, pero pedí que
no le dijeran nada.

EL: (a su pesar) Oh!... es terrible...

ELLA: (sonríe) No... no es nada... idioteces que todo el mundo hace.


(Una pausa, él no dice nada.) Qué necesidad tenía de decírselo?...

EL: No... no... discúlpeme.

Ella trata de hablar de otra cosa y, al mismo tiempo, se informa.


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ELLA: Valérie me habló de... ella. Es una mujer... muy joven, no?

EL: Si.

ELLA: (Distraída.) El es alguien a quien usted no conoce... nunca lo ha


visto.

EL: Y...

ELLA: (Comprende que él le pregunta si ama a ese nuevo hombre.)


Si. (Una pausa.) Está bien. Así está bien...

Hacen silencio. Es cada vez más tarde. Recuerdos, recuerdos...

ELLA: (penoso, lento.) Hay que ir a acostarse. Están esperando para


apagar. (Muestra la caja)

EL: (Bruscamente.) Que esperan...

Un largo silencio.

ELLA: No sirve de nada hablar así, hay que ir a acostarse.

EL: (Es la primera vez que la llama por su nombre.) Anne-Marie... es


la última vez de nuestras vidas... entonces.

Ella no contesta, se queda sentada. Quedan -un minuto completo- sin


decirse nada. LA transición es brutal pero no repentina. De golpe,
Anne-Marie Roche cuenta.

ELLA: (Ligeramente desafiante) Era otro hombre que usted. Era, ante
todo, eso, otro. Usted estaba de un lado, solo, del otro lado estaban
todos los hombres que no conocería jamás. (Una pausa.) Pienso que
debe entenderme perfectamente. (Una pausa) No?

EL: Si.

ELLA: Estaba segura. (Una pausa.) Creo que en aquel momento...


estábamos separados.

EL: (Neto.) Si, lo estábamos, es cierto... (Una pausa.) Es extraño


escuchar la verdad dos años después.

ELLA: Es interesante.

EL: Nunca supe... lo que pasó cuando se fue a París. Lo que me contó
entonces... era, supongo, falso.

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ELLA: No hubiera soportado la verdad. Ahora, con el alejamiento,
puede ser que piense lo contrario, pero no la hubiera soportado.

EL: No soportaba nada.

Falsa risa.

ELLA: Casi nada. (Una pausa.) Nada.

Una pausa.

EL: (Con dificultad.) Cómo... cómo fue que pasó?

ELLA: Oh... por qué hablar de eso... precisamente...

EL: Por qué privarse de la verdad ahora?

ELLA: (Luego de un esfuerzo por recordar.) Lo conocí en una parada


de colectivo. (Una pausa - casi recitando.) Después me esperó frente
al hotel... una vez, dos veces, la tercera vez me asustó, era tarde,
siempre frente al hotel, alrededor de la una de la mañana... y bueno.

Una pausa.

EL: (Brutal) De dónde venía?

ELLA: De un club nocturno en Saint-Germain-des-Prés. (una pausa.)


Eso tampoco lo sabía, no es cierto?

EL: No.

ELLA: A veces bailaba... usted no bailaba... me hacía falta, creía que


me hacía mucha falta.

EL: Yo hubiera bailado, hubiera sido lo mismo.

ELLA: Sin duda. (Un silencio.) Sabe, es terrible ser infiel por primera
vez... es... espantoso. (Se ríe.) Es cierto... la primera vez, aunque sea
por una sola... pasada... es espantoso. Es completamente falso decir
que no tiene importancia.

El se queda callado. Sonríe vagamente.

ELLA: (Continúa.) No creo que, para un hombre, sea nunca tan...


grave...

EL: Fue por él que prolongó su estadía?

ELLA: Si.

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EL: (Apenado.) Usted quiso que eso sucediera o sucedió a pesar
suyo?

ELLA: Lo quise. Estaba desesperada... Lo hice para reencontrar los


primeros momentos... la primera vez. Nada más. Como usted, para
reencontrar esos momentos... que nada puede reemplazar... (Un
instante.) Pero sabe, ese gusto que uno toma por aventuras como
aquella... le viene de alguien...

EL: Prefiero que lo haya querido... el resto me da igual. (Lento, difícil.)


Pudo reencontrar esos primeros instantes?

ELLA: Uno los reencuentra siempre, incluso... en el peor de los


casos... incluso por una hora... usted lo sabe tan bien como yo... es
por eso que no quería volver... no por otra cosa.

Silencio. - El busca más lejos que la historia de París.

EL: Una tarde, algunos meses antes de ese viaje... la vi... usted no lo
sabe... la vi paser por aquella calle (la señala.) y la seguí... Era a la
tarde. Salí de la oficina para ir a la obra, la vi entrar en un cine...

ELLA: (Se ríe.) Ah, si!...

EL: (También ríe.) La seguí. Entré en el cine. Daban un western que


ya había visto conmigo... estaba sola. Estaba sentada en las primeras
filas... nadie vino a encontrarse con usted... A la noche no me dijo
nada de todo eso... y yo no le hice ninguna pregunta... Era
primavera, hace tres años... ya estaba triste algunas veces... Al día
siguiente, después del almuerzo, le pregunté si tenía que salir. Me
dijo que no, y salió. La seguí otra vez. Se fue de compras, una vez
más estaba sola. Yo no había sospechado nada parecido... (Un
instante.) Comencé a sufrir.

Silencio. - Ella recuerda.

ELLA: Es cierto, hacía cosas como esa.

EL: (Sonríe.) Y lo sigue haciendo?

ELLA: (Ríe.) Sí.

EL: Sin decirle a nadie?

ELLA: Si.

EL: La hice seguir todos los días durante una semana.

ELLA: Y no encontró nadie?

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EL: Nadie, en efecto. Lo que no ha impedido...

Una pausa.

EL: (Continúa.) Era espantoso. Estaba celoso de usted misma... de


esa independencia... Una vez la seguí en automóbil. Estaba siempre
sola. Estaba maravillosa, sola, en su automóbil. Iba rápido... Fue
hasta unos veinte kilómetros de aquí, se detuvo cerca de un bosque.
Entró en el bosque. No la ví más. Dudé, tendría que haber ido a
buscarla y después... me fuí. Es una de esos recuerdos que están en
plena luz, de los que hablábamos hace un momento.

ELLA: Pero no es nada, no es nada, paso mi tiempo de esa manera.


(Una pausa.) Había olvidado ese paseo (Una pausa.), pero tendría
que haber venido a buscarme...

EL: Tuve miedo de molestarla... pensaba que prefería estar sola.

ELLA: A veces, sí, lo prefería.

EL: No se contenga.

ELLA: No me contengo.

EL: No tiene por qué hacerlo... No, todavía me intrigaba un poco...


nada más...

ELLA: (Casi como antes.) Pero sabe que, usted es curioso. Por qué no
haría uno cosas semejantes?

EL: Por supuesto. Pero por qué no decir nada?

ELLA: Porque no vale la pena.

EL: No es cierto.

ELLA: (Brutal, presente.) Nunca ví la utilidad de decir semejantes


cosas, es extraordinario sin embargo...

EL: (No abandona.) Uno puede decir a la noche: esta tarde fui al cine.

ELLA: (Reflexiona.) No. Sabe, son cosas que uno no hace al principio
de... de una historia... entonces, cuando empieza a hacerlas, es
mejor no decirlo... sería mal interpretado, no?...

EL: Mal interpretado?

ELLA: Oh! hay quienes lloran a la tarde porque el amor se arrastra...


yo me voy de compras.

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La luz disminuye todavía más. El reloj da las dos como en los viejos
melodramas. Todo está casi en sombras. No se mueven.

ELLA: (En voz baja.) Son las dos. Qué van a pensar?

El no contesta.
Vuelve el deseo.
El se pone de pie, como decidido a quedar allí. Va hacia la recepción,
lentamente. Ella sigue sentada.

EL: (Se vuelve) Su número?

ELLA: Veintiocho.

Ella se pone de pie. El vuelve. Están frente a frente. El le da la llave.


No se mueven. Ella no agarra la llave. El dice en voz baja y falsa:

EL: (Muy dulce.) Es una tontería, va a estar muy cansada mañana.


(Una pausa.) A qué hora vienen?

ELLA: No sé exactamente, antes de las nueve.

EL: Hasta luego.

ELLA: Hasta luego.

Ella toma la llave. Se separan. Dan algunos pasos y luego se


detienen, quedan en su lugar.
El él quien vuelve sobre sus pasos. Ella está apoyada contra un
sillón, lo mira venir. Están frente a frente.

ELLA: (Brutal.) Qué pasó en el andén de la estación?

EL: En el andén de la estación quise matarla. Había comprado un


arma, esperaba que bajara del tren para matarla.

ELLA: En ese caso preciso la absolución es la regla, lo sabía?

EL: No lo ignoraba.

Silencio. Cólera. Desesperación. Están inmóbiles.

ELLA: Por qué no lo hizo?

EL: Ya no lo sé.

ELLA: Miente.

EL: No. Lo olvidé.

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ELLA: (Presionando.)Recuerde. Aquella noche usted desapareció de la
casa.

EL: Espere... ah sí, fui hasta Cabourg. Ahí, arrojé el revolver al mar.
Creía que un revolver se arrojaba al mar (se ríe), lo había leído en
alguna parte.

ELLA: (Terrible) El crimen también?

EL: Efectivamente, el crimen tambien.

ELLA (Confiesa) Yo también, el adulterio en París. (Silencio. Pregunta


con exgerada agresividad.) Qué hacemos, entonces, con esos
muebles?

EL: Nada.

ELLA: Nada, no quiere decir nada.

EL: Cierto... no lo sé...

No piensan, evidentemente, en lo que dicen.

EL: Usted quiso que sucediera o sucedió por hazar?

ELLA: (Desconcertada al principio.) YA me hizo esa pregunta.

El no responde.

ELLA: (Finalmente.) No lo quise.

EL: Y estaba desesperad?

ELLA: LA novedad barrió con la desesperación.

EL: (Una pausa.) Un domingo a la tarde, usted no estaba, ya no


recuerdo dónde había ido... me fui a pasear por la ciudad y conocí
una joven, una extranjera de paso... Era maravilloso. No amaba a esa
joven, nunca la volví a ver. Era maravilloso. Simple.

ELLA: Era necesario?

EL: No, por qué? Era maravilloso pero no necesario. Yo la amaba.

Ella se aleja de él.

ELLA: Tiene otras preguntas para hacerme?

De golpe, en el hotel desierto, suena la campanilla del teléfono.


Barullo en la recepción.
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Luego se escucha a la anciana.

ANCIANA: Hola! Hola! Con quién? (una pausa) Con el Señor Nollet? Si,
ya volvió (Una pausa.) No corte. (Una pausa. A Michel Nollet en voz
baja) Señor Nollet... está allí? (Sabe que ambos están allí. Vuelve a
llamar, molesta.) Señor Nollet...

EL: (Dudando, a la anciana.) Si, aquí estoy. (Va hacia el teléfono.


trata de dominar su emoción. Mira a Anne-Marie. Contesta
mirándola. Su voz es casi natural.

VOZ: Dormías?

EL: Si.

VOZ: Perdoname. No pude dejar de llamarte... No sé por qué, es


idiota, estaba inquieta. Qué hiciste?

EL: Fui al cine, después fui a dar una vuelta... me acosté.

VOZ: Son tan dolorosas estas historias de divorcio... estaba inquieta.


Ay! Perdoname.

EL: No te preocupes, por qué, es tonto.

VOZ: (Luego de una pausa, se decide.) Sabés, Michel, podrías no


haber ido. Hubiera sido lo mismo. La sentencia hubiera sido la misma
en tu ausencia... es lo mismo. (Silencio) Me escuchás?

EL: Sí.

Anne-Marie se acerca hacia él dando algunos pasos. Michel Nollet


sigue mirándola, mientras que la voz continúa:

VOZ: No quiero fastidiarte, Michel, pero es algo que me vino a la


cabeza con una fuerza terrible y por eso te llamé... para preguntarte
por qué fuiste... decime algo...

El no contesta. Anne-Marie lo mira como si fuera ella la que debe


responder. Buscan juntos qué decir a la mujer que está en el
teléfono.

VOZ: Decime algo, si no, no voy a poder dormir en toda la noche.


Michel... Michel...

EL: Para volver a verla.

Silencio en el otro extremo de la línea. Luego, la voz continúa:

VOZ: Lo sabía. (Una pausa.) Y?


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Anne-Marie pronuncia: “Nada.” El él, en el mismo tono, responde:

EL: Nada.

Silencio.

VOZ: Estás seguro?

EL: Si. (Una pausa.) Andá a acostarte, dormí, no te preocupes.

VOZ: Estás seguro, completamente seguro?

EL: Si.

VOZ: (Luego de una pausa.) Llegás siempre mañana a la mañana?

EL: (No responde inmediatamente) Por supuesto. (Ya no se escucha


el resto de loo que dice la voz, pero Michel Nollet responde:) Hasta
mañana, buenas noches.

Miró a Anne-Marie al pronunciar las últimas palabras. Cuelga el


teléfono. Marasmo total. Esas cosas invertidas de manera espantosa.
Ella sigue de pie lejos de él.

EL: Me preguntó si tenía algo que preguntarle?

ELLA: En fin... si...

EL (Agresivo.) No soportaba su infidelidad a pesar de que yo le era


infiel. Lo sabía?

ELLA: Si. Valérie me hablaba de sus aventuras.

EL: (Agresivo.) No le parece totalmente injusto de mi parte?

ELLA: No. Injusto, no.

EL: Entonces, qué?

ELLA: Diferente. Difícil al principio y luego, cada vez más fácil...


explicable... No podía decírselo, no lo hubiera admitido.

EL: (Es la verdadera confesión?) Sabe... aún no soporto la idea de


que no lo haya querido.

Ella no responde. Silencio.

EL: Me escucha?

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ELLA: Si.

EL: Vine para eso, para preguntarle cómo era. (Se ríe.)

ELLA: Si. Acuérdese. Era igual.

Y una vez más suena el teléfono. Ensayan un movimiento de huída.


Luego se quedan de pie, inmóbiles. Debería darse la impresión de
que no pueden volver hacia atrás sin provocar, una vez más,
sufrimiento y desesperación aquí o allá, y que lo saben.

ANCIANA: La Señora Roche? Un momento... (A Michel Nollet.) Señora


Nollet, pero... preguntan por la Señora Roche... es urgente...
(Balbuceo)

EL: (Luego de mirar a Anne-Marie.) Aquí está.

Anne-Marie Roche toma el auricular.

VOZ DE HOMBRE: Anita?

ELLA: Si.

VOZ DE HOMBRE: Perdoname, estaba nervioso, Anita. No es nada,


una angustia idiota...

Silencio.

ELLA: Dónde estás?

VOZ DE HOMBRE: En la ruta, en una hostería... siniestra... Me faltan


más o menos cien kilómetros... no voy a despertarte... no te
preocupes... Anita...

Michel Nollet escucha la conversación. Está completamente inmóbil.


Lo que ella soportaba hace un momento, el soporta muy mal. La
conversación continúa.

VOZ DE HOMBRE: Te amo, Anita... No puedo dormir de tan... feliz que


estoy de que esta historia del divorcio haya terminado... no sabés...

Silencio. Ella grita repentinamente.

ELLA: Jacques...

VOZ DE HOMBRE: Qué pasa?

ELLA: (Se repone.) Vení.

VOZ DE HOMBRE: (Luego de una pausa.) Estoy saliendo.


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ELLA: (Cuelga el teléfono. Luego de una pausa.) Recuerda como era
con esa jovencita extranjera, recuerde todo exactamente. Era lo
mismo.

EL: (Lentamente.) Es imposible.

ELLA: Qué?

EL: Aceptar eso.

ELLA: (No sin perfidia.) Tan maravilloso era? Realmente?

EL: Si. (Una pausa.) Me comprende?

ELLA: No.

EL: Hay algo que lamente?

ELLA: No. (Una pausa.) Cuando dice que vino para preguntarme
cómo era, miente.

EL: Es decir... no completamente... también vine para volver a verla,


pero sabía que no serviría de nada.

ELLA: En efecto, de nada.

EL: Ni siquiera podría acercarme a usted sin sufrir.

Una pausa.

ELLA: Qué podemos hacer para que ese... recuerdo deje de ser tan
doloroso?...

EL: Nada más, creo. Lo único que me hubiera hecho bien hubiera sido
matarla, así que...

Se miran.

EL: Me he convertido en un criminal sin empleo... (Se ríe.) Es


completamente idiota.

ELLA: Ahora que se ha pronunciado el divorcio, lo castigarían.

EL: Ya se. (Se ríe.) Además, si quiero matarla, no quiero morir por
ello.

El se acerca. Ella retrocede.

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EL: Escuche, antes que llegue ese otro hombre, todavía tenemos un
poco de tiempo...

ELLA: (En voz baja, se equivoca sobre su intención.) Una hora.

EL: Escuche... No quiere decirme todo lo que pasó? Todo, todo?

ELLA: Me pide que le cuente la felicidad?

EL: Si. Lo abominable.

ELLA: No. Se equivoca. Si ha olvidado a la jovencita de Evreux, cómo


puede entonces imaginar lo que pasó en París?

EL: Y usted cree que lo he olvidado?

ELLA: (Habla por los dos) Si.

Silencio. Ella se aleja de él, se apoya contra la pared, casi


escondiéndose.

ELLA: (Muy dolorida pero con una alegría interior.) No vale la pena
que estemos juntos... que estemos juntos o separados de ahora en
más... no vale la pena hacerlos sufrir.

EL: No te vayas a América.

Ella no responde.

EL: (Espantado.) No te vayas. No te vayas... O me voy a vivir donde


estés, escuchás? No me importa mi trabajo... Voy a ir a la ciudad en
la que estés, voy a estar ahí para envenenarte... hasta que...

ELLA: (Lo interrumpe.) ... el infierno empiece otra vez?

EL: (Gritando) No me importa el infierno. (Una pausa.) A vos


tampoco. (Una pausa.) A vos tampoco te importa absolutamente
nada. (Una pausa, suplica.) Quedate en Francia. Que al menos
podamos encontrarnos, aunque sea por azar... que no sea totalmente
imposible. Que, por lo menos, estemos en el mismo país... si no...
será insoportable.

Ella no contesta.

EL: (Desesperado.) Nos vamos a encontrar lejos, en la provincia,


nadie lo sabrá... jamás.

Ambos están en estado de cólera contra “las cosas”.

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ELLA: No. (Sacude la cabeza.) no... no... quererlo, hacerlo adrede,
no... Como decías antes, si, si debemos encontrarnos, que se por
azar, como con ellos, como con esa jovencita y veremos cómo el azar
hace las cosas. (Grita.) Nunca de otra manera, jamás, de ninguna
manera que no sea por azar...

EL: (Desesperado, sorprendido.) Todo se va al diablo por culpa de ese


viaje a París y cuando volvías...

Silencio.

ELLA: Está por llegar.

EL: No puedo dejarte.

ELLA: Estamos separados... nunca de otra manera que por azar.

EL: Y si morimos...

ELLA: También en ese caso.

Una larga pausa. Las voces se vuelven diferentes.

EL: No entiendo lo que pasa. (Una pausa) El final y el comienzo


mezclados... cómo hacer que vos y yo... esta leyenda... (sonríe.)
salga de la oscuridad...

Silencio.

ELLA: Existe esta solución - no hacer nada- nada- inventar eso.

EL: En la sombra, en secreto, dejar crecer el amor.

ELLA: Si.

EL: Como gente privada de reencontrarse por la fuerza de las cosas?

ELLA: Si. Mirame. Soy la única que, a partir de ahora, te está


prohibida.

EL: (Una pausa.) Mi mujer. (Larga pausa.) Nos volveremos a ver?

ELLA: No sé.

EL: Y si la cosa nunca sucede?

ELLA: No sé.

EL: Pero, si nunca más, vos y yo de nuevo...

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ELLA: Ese día moriremos, sin duda, como mueren los amantes.

EL: Qué es lo que pasa?

ELLA: Cuándo?

EL: Ahora. El comienzo o el final?

ELLA: Quién sabe?

EL: (Una pausa.) Andá a esperar afuera que llegue ese hombre.

ELLA: (Con una docilidad que evoca otras circunstancias.) Sí.

El la toma del brazo y la lleva hasta la puerta del hotel. Ella sale. El
se queda de pie, inmovil, delante de la puerta. Se diría que duerme
parado.

TELON

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