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El Tratado de Lisboa: avances en el proceso de integración

europea y “arreglos” del Consejo Europeo para salvar el


Tratado
Notas

Carlos F. Molina del Pozo

Lejos de truncar el proceso de integración del Viejo Continente, el rechazo de la llamada Constitución europea por
parte de algunos países abrió las discusiones conducentes a seguir avanzando en aquel sentido. Su producto, el
Tratado de Lisboa, se encuentra en proceso de ratificación por los Estados miembros. Con el objetivo de brindar un
panorama actual del estado de la cuestión, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y la
Asociación de Estudios sobre la Comunidad Europea en la Argentina (ECSA-Argentina) organizaron la
conferencia “El Tratado de Lisboa: avances en el proceso de integración europea y ‘arreglos’ del Consejo
Europeo para salvar el Tratado”, celebrada el pasado 25 de marzo en el Salón Rojo de nuestra Casa de estudios.
El disertante fue el Dr. Carlos F. Molina del Pozo, Catedrático Jean Monnet.

Preliminarmente, el Director del Departamento de Posgrado de nuestra Casa de estudios, Dr. Miguel Ángel Ciuro
Caldani, pronunció algunas palabras de presentación. Así, en primer lugar, señaló que una de las carencias de los
juristas de este tiempo es que nos hemos aferrado a una visión abstracta del Derecho sin comprender los problemas
concretos. Por otra parte, encomió a la Unión Europea como una gran invención concreta. Del mismo modo, aseveró
que cuando se habla de integración europea con el Dr. Molina del Pozo, se está hablando “con un excelente
tratadista, con un catedrático Jean Monnet (...) con un hombre que ha participado en la elaboración de las normas y
tiene la generosidad de contarnos esa vivencia”. Para finalizar, sostuvo que nadie ha hecho más que él por convertir
en realidad la vivencia de la Unión Europea en este territorio.

Tras referirse a los públicamente conocidos sucesos ocurridos en la República Checa, el Dr. Carlos F. Molina del
Pozo indicó que ese país, junto con Polonia, son los que todavía no han ratificado el Tratado de Lisboa, aun cuando
sus respectivos parlamentos ya han dado su acuerdo con tal medida. Seguidamente, manifestó que Europa vive una
crisis profunda y que, en lugar de haber tomado decisiones conjuntas, cada país está realizando su propio ensayo
para intentar sobrevivir aisladamente a la situación. Asimismo, criticó el modo de representación de la Unión Europea
en el G-20 y el hecho de que los países que están, además, individualmente representados, discrepen en ocasiones
con las posturas comunitarias. En su opinión “en la primera ocasión para que la Unión actúe conjuntamente en un
ámbito propio de sus objetivos (...) estamos fallando (...) cada país está cubriendo lo que le interesa mantener de su
economía”. De esta manera, agregó que se produce un enorme proteccionismo dentro de la propia Unión.
Acto seguido, explicó que el Tratado de Lisboa es la suma de otros dos modificados, el TUE y el TFUE. Es un texto
que supone un “98% o más” del Tratado Constitucional, paralizado por la no ratificación de Francia y Holanda. No
obstante ello, señaló algunas pequeñas diferencias entre ambos instrumentos.

Luego, se refirió al éxito del largo proceso de integración europeo y lo entendió fundado en la premisa relativa a
“perder todos poco” para luego “ganar todos mucho”, la cual se ve reflejada en el Tratado de Lisboa, en cuya
redacción subyacen cesiones de cada uno de los países para intentar recuperar el espíritu del rechazado Tratado
Constitucional.

En lo atinente a los cambios institucionales, aseveró que se producen como consecuencia de aquello del Tratado
Constitucional que se intentó mantener en el instrumento concebido en la capital portuguesa. A modo de ejemplo,
aludió a la creación -por el primero de los tratados- del Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión, cuyo título fue
alterado al negociarse el actualmente en proceso de ratificación. En idéntica tesitura, se ocupó de la cuestión relativa
a la composición de la Comisión Europea y enfatizó en que el rechazo del Tratado de Lisboa por parte de Irlanda se
debe en parte a su deseo de mantener un comisario. A tal respecto, informó que el Consejo Europeo del 12 de
diciembre acordó que “siempre que entre en vigor el Tratado, se adoptará una decisión con el fin de que la Comisión
siga incluyendo a un nacional de cada Estado miembro”. Al mismo tiempo, criticó el excesivo tamaño que tendría el
órgano en tales circunstancias.

Respecto al Consejo Europeo, aseveró que el Tratado de Lisboa, en igual sentido que el Constitucional, regula el
nombramiento de un presidente del cuerpo, que no debe ser un político en actividad, pero sí contar con la
experiencia de haber sido Jefe de Estado, de Gobierno o Ministro. “La elección corresponde a los propios Jefes de
Estado y Gobierno”, prosiguió el disertante. También destacó que, aunque con matices, se ha mantenido el sistema
de votación en el seno del órgano analizado, avanzándose por la senda de la mayoría calificada -específicamente
mediante el sistema de doble mayoría- y dejándose la unanimidad para cuestiones en las que se hace insustituible
como por ejemplo la admisión de nuevos miembros. Polonia se ha opuesto a su aplicación inmediata a la adopción
del Tratado. De este modo, se ha acordado que hasta el día 1 de noviembre de 2014 se aplicará el actual y complejo
método de mayorías calificadas dispuesto en Niza y a partir de esa fecha, “si alguno de los Estados miembros lo
solicitase”, se estudiará el mantenimiento de su vigencia hasta el 1 de abril de 2017.

Hacia el final de su ponencia, remarcó las diferencias introducidas por el Tratado de Lisboa en lo concerniente al que
será llamado Tribunal de Justicia de la Unión Europea, dividido en tres: Tribunal de Justicia, Tribunal General y
Tribunales Especializados, algunos de los cuales ya se encuentran en funcionamiento.
Por último, puntualizó que el Consejo Europeo, sobre la base de un escrito presentado por el “pueblo irlandés”,
decidió en diciembre pasado “tomar nota” de sus preocupaciones con el objetivo de que el Tratado sea aprobado en
un próximo referéndum.

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