después de la Primera Guerra Mundial, junto con un período inflacionario general en Europa en la década de 1920 -- otro resultado directo de una guerra catastrófica en términos materiales -- provocó una espiral hiperinflacionaria del Reichsmark alemán en 1923. Este período hiperinflacionario combinado con los efectos de la Gran Depresión (que comenzó en 1929) verdaderamente socavó la estabilidad de la economía alemana, liquidó los ahorros personales de la clase media y estimuló el desempleo masivo.
Semejante caos económico influyó de manera
decisiva en el aumento del descontento social y desestabilizó a la frágil República de Weimar. Los esfuerzos de las potencias europeas occidentales por marginar a Alemania debilitaron y aislaron a sus líderes democráticos y acentuaron la necesidad de devolverle el prestigio a Alemania a través de la remilitarización y la expansión.
La agitación social y económica que siguió a la
Primera Guerra Mundial desestabilizó fuertemente a la incipiente democracia y dio lugar al surgimiento de muchos partidos de extrema derecha en la Alemania de Weimar. En relación con las duras disposiciones del Tratado de Versalles, fue particularmente perjudicial la convicción cabal entre muchos integrantes de la población general de que Alemania había sido "apuñalada por la espalda" por los "criminales de noviembre": aquellos que habían contribuido a formar el nuevo gobierno de Weimar y a mediar por la paz que los alemanes querían tan desesperadamente, pero que había finalizado de un modo tan desastroso con el Tratado de Versalles.
Muchos alemanes olvidaron que habían
aplaudido la caída del káiser, que inicialmente habían recibido con agrado la reforma democrática parlamentaria y que habían celebrado el armisticio. Recordaban solamente que la izquierda alemana -- socialistas, comunistas y judíos, en el imaginario común -- había entregado el honor alemán en favor de una paz ignominiosa cuando ningún ejército extranjero ni siquiera había tocado territorio alemán. Esta Dolchstosslegende (leyenda de la puñalada por la espalda) fue iniciada y propagada por jefes militares alemanes retirados de la época de la guerra quienes, totalmente conscientes de que en 1918 la guerra se había vuelto insostenible para Alemania, le habían aconsejado al Káiser que buscara la paz. Esto contribuyó a desacreditar más a los círculos socialistas y liberales alemanes que estaban más comprometidos con el mantenimiento del frágil experimento democrático alemán.
Los Vernunftsrepublikaner ("republicanos por
razón"), personas como el historiador Friedrich Meinecke y el ganador del premio Nobel Thomas Mann, que al principio se habían resistido a la reforma democrática, ahora se sentían obligados a apoyar a la República de Weimar como el mal menor. En ese sentido, trataron de alejar a sus compatriotas de la polarización de la extrema derecha y la extrema izquierda. Las promesas de la derecha nacionalista alemana de revisar el Tratado de Versalles por la fuerza, si era necesario, ganaban cada vez más aceptación entre los círculos respetables. Mientras tanto, el fantasma de la inminente amenaza comunista, después de la Revolución Bolchevique en Rusia y la corta duración de las revoluciones o los golpes comunistas en Hungría (Béla Kun) y en la propia Alemania (por ejemplo, el levantamiento espartaquista), inclinó el sentimiento político alemán decididamente hacia las causas de la derecha.
Los agitadores de la izquierda política
cumplieron duras sentencias en prisión por inspirar el descontento político. Por otro lado, los activistas de extrema derecha como Adolf Hitler, cuyo Partido Nazi había intentado deponer al gobierno de Bavaria y comenzar una "revolución nacional" en el Putsch de la cervecería de noviembre de 1923, solo cumplieron nueve meses de una sentencia de cinco años de prisión por traición, que era un delito capital. Mientras cumplía sentencia en prisión escribió su manifiesto político, Mein Kampf (Mi lucha). Las dificultades impuestas por el descontento social y económico tras la Primera Guerra Mundial y sus onerosos términos de paz, así como el miedo irracional que sentían las clases medias alemanas a que los comunistas tomaran el poder, socavaron las soluciones democráticas pluralistas en la Alemania de Weimar. También aumentaron el anhelo público de una dirección más autoritaria, un tipo de liderazgo que los votantes alemanes finalmente por desgracia encontraron en Adolf Hitler y su Partido Nacionalsocialista. Por condiciones similares también se beneficiaron los gobiernos autoritarios y totalitarios de Europa Oriental, comenzando con los perdedores de la Primera Guerra Mundial, y a la larga se elevaron los niveles de tolerancia y consentimiento del antisemitismo y la discriminación de las minorías nacionales de toda la región. Finalmente, la destrucción y las catastróficas pérdidas de vidas durante la Primera Guerra Mundial condujeron a lo que se podría describir mejor como desesperanza cultural en muchos países que habían combatido en la guerra. La desilusión respecto a la política nacional e internacional y un sentimiento de desconfianza respecto a los líderes políticos y los funcionarios de gobierno impregnaron la conciencia de un público que había sido testigo de los estragos de un devastador conflicto de cuatro años. La mayor parte de los países europeos prácticamente había perdido una generación de hombres jóvenes. Mientras algunos escritores como el alemán Ernst Jünger glorificaban la violencia de la guerra y el contexto nacional del conflicto en su obra de 1920, Tormenta de acero (Stahlgewittern), fue el relato vívido y realista de la guerra de trincheras descrita en la obra maestra de 1929 de Erich Maria Remarque, Sin novedad en el frente occidental (Im Westen nichts Neues) la que captó la experiencia de las tropas en el frente y expresó la alienación de la "generación perdida" que volvió de la guerra y descubrió que no se podía adaptar a los tiempos de paz y que resultaba trágicamente malinterpretada por una población del frente nacional que no había vivido personalmente los horrores de la guerra.
En algunos círculos, esta distancia y desilusión
con respecto a la política y al conflicto fomentó un aumento en el sentimiento pacifista. En Estados Unidos, la opinión pública estaba a favor del regreso al aislacionismo. Ese sentimiento popular estaba en la raíz de la negativa del Senado estadounidense a ratificar el Tratado de Versalles y a aprobar la pertenencia de Estados Unidos a la Liga de Naciones propuesta por el presidente Wilson. Para una generación de alemanes, esta alienación social y desilusión política fue captada por el autor alemán Hans Fallada en ¿Y ahora qué? (Kleiner Mann, was nun?), la historia de un alemán común y corriente, que es alcanzado por la agitación de la crisis económica y el desempleo, y es igualmente vulnerable a la atracción peligrosa de la política de extrema derecha y extrema izquierda. La novela de Fallada de 1932 retrata con precisión a la Alemania de su tiempo: un país inmerso en el descontento económico y social y polarizado en los extremos opuestos del espectro político. Muchas de las causas de este desorden tenían raíz en la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias; y el camino tomado por Alemania conduciría a una guerra aún más destructiva en los años siguientes.
PRIMERA GUERRA MUNDIAL: TRATADOS Y
COMPENSACIONES
Después de la devastación de la Primera
Guerra Mundial, las Potencias Occidentales victoriosas impusieron una serie de duros tratados a los países derrotados. Estos tratados despojaron a las Potencias Centrales (Alemania, Austria-Hungría, junto con la Turquía otomana y Bulgaria) de importantes territorios y les impusieron significativos pagos de compensaciones. Casi nunca antes el mapa de Europa se había visto alterado tan fundamentalmente. Como consecuencia directa de la guerra, los Imperios alemán, austro-húngaro, ruso y otomano dejaron de existir. El Tratado de Saint-Germain- en-Laye del 10 de septiembre de 1919 estableció la República de Austria, formada por la mayoría de las regiones de habla alemana quitadas al Estado de los Habsburgo. El Imperio Austríaco cedió tierras de la corona a Estados sucesores recientemente establecidos como Checoslovaquia, Polonia y el Reino de los eslovenos, croatas y serbios al que se llamó Yugoslavia en 1929. También cedió el Tirol del Sur, Trieste, Trentino e Istria a Italia, y Bucovina a Rumania. Un importante punto del tratado impedía que Austria comprometiera su reciente independencia. Esta restricción le prohibía efectivamente que se unificara con Alemania, un objetivo largamente deseado por los "pangermanistas" y una atractiva meta para el austríaco Adolf Hitler y su Partido Nacionalsocialista (Nazi). La otra parte de la Monarquía austrohúngara, Hungría, también se convirtió en un Estado independiente: en virtud de los términos del Tratado de Trianon (noviembre de 1920), Hungría le cedió Transilvania a Rumania; Eslovaquia y Rutenia Transcarpática a la recientemente formada Checoslovaquia; y otras tierras de la corona húngara a la futura Yugoslavia. El Imperio Otomano firmó el Tratado de Sèvres el 10 de agosto de 1920, que puso fin a las hostilidades con las Potencias Aliadas; pero poco después comenzó la Guerra de la Independencia Turca. La nueva República de Turquía, establecida como consecuencia, firmó el Tratado de Lausana en 1923, que invalidó al de Sèvres y dividió efectivamente al antiguo Imperio Otomano.
En enero de 1918, unos diez meses antes del
final de la Primera Guerra Mundial, el presidente estadounidense Woodrow Wilson había escrito una lista de objetivos propuestos para la guerra a los que llamó los "Catorce puntos". Ocho de estos puntos trataban específicamente sobre acuerdos territoriales y políticos relacionados con la victoria de las Potencias de la Entente, incluyendo la idea de la autodeterminación nacional de las poblaciones étnicas de Europa. El resto de estos principios se concentraba en evitar la guerra en el futuro, y en el último proponía que una Liga de Naciones arbitrara futuras contiendas internacionales. Wilson esperaba que su propuesta diera lugar a una paz justa y duradera, una "paz sin victoria" a fin de terminar la "guerra para poner fin a todas las guerras".
Cuando los líderes alemanes firmaron el
armisticio, muchos de ellos creían que los Catorce Puntos formarían la base del futuro tratado de paz, pero cuando los jefes de gobierno de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia se reunieron en París para discutir los términos del tratado, el contingente europeo de los "Cuatro Grandes" tenía otros planes. Como consideraban que Alemania era el principal instigador del conflicto, las Potencias Aliadas europeas finalmente impusieron en el tratado obligaciones particularmente estrictas sobre la derrotada Alemania.
El Tratado de Versalles, presentado a los
líderes alemanes para que lo firmaran el 7 de mayo de 1919, forzaba a Alemania a ceder territorios a Bélgica (Cantones del Este), Checoslovaquia (distrito de Hultschin) y Polonia (Poznan, Prusia Occidental y Alta Silesia). Alsacia y Lorena, anexadas en 1871 después de la Guerra Franco-Prusiana, volvieron a Francia. Todas las colonias alemanas de ultramar se convirtieron en Mandatos de la Liga de Naciones, y la ciudad de Danzig, con mayoría étnica alemana, se convirtió en una ciudad libre. El tratado exigía la desmilitarización y la ocupación de la región del Rin, y un estatus especial para el Saarland bajo control francés. El futuro de las áreas del norte de Schleswig en la frontera entre Dinamarca y Alemania y partes de Alta Silesia se determinaría mediante plebiscitos.
Quizás la parte más humillante del tratado para
la derrotada Alemania era el Artículo 231, comúnmente conocido como "Cláusula de Culpabilidad de la Guerra", que obligaba a Alemania a aceptar la responsabilidad absoluta del inicio de la Primera Guerra Mundial. Como tal, Alemania era responsable de todos los daños materiales, y el primer ministro de Francia, Georges Clemenceau, insistió particularmente en imponer enormes pagos de compensación. Conscientes de que Alemania probablemente no podría pagar una deuda tan elevada, Clemenceau y los franceses de todos modos temían enormemente que Alemania se recuperara con rapidez y emprendiera una nueva guerra contra Francia. Por lo tanto, en el sistema de tratados de la posguerra, los franceses intentaron ponerle trabas a los esfuerzos alemanes por recuperar su superioridad económica y rearmarse.
El ejército alemán se limitaría a 100 mil
hombres y se prohibiría el servicio militar obligatorio. El tratado restringía la Armada a buques de menos de 100 mil toneladas y contenía una prohibición de adquirir o tener una flota de submarinos. Además, Alemania tenía prohibido tener fuerza aérea. Alemania estaba obligada a llevar adelante juicios por crímenes de guerra contra el káiser y otros líderes por emprender una guerra de agresión. El Juicio de Leipzig, sin el káiser ni otros líderes nacionales importantes en el banquillo de los acusados, tuvo como consecuencia principalmente absoluciones y fue ampliamente percibido como una farsa, incluso en Alemania.
El recientemente formado gobierno
democrático alemán vio al Tratado de Versalles como una "paz impuesta" (Diktat). Sin bien Francia, que había sufrido más en el plano material que los demás miembros del grupo de los "Cuatro Grandes", había insistido en la dureza de los términos, el tratado de paz en última instancia no ayudó a resolver las disputas internacionales que habían dado origen a la Primera Guerra Mundial. Por el contrario, tendía a impedir la cooperación inter europea y complicaba más los problemas subyacentes que habían causado la guerra en primer lugar. Los horribles sacrificios de guerra y las tremendas pérdidas de vidas, sufridas por todas las partes, pesaron enormemente no solo sobre los perdedores del conflicto, sino también sobre los combatientes del lado ganador, como Italia, cuyos botines de posguerra parecían no guardar relación con el precio que su nación había tenido que pagar en sangre y bienes materiales.
Para las poblaciones de las potencias
derrotadas -- Alemania, Austria, Hungría y Bulgaria -- los respectivos tratados de paz parecían un injusto castigo. Sus gobiernos, ya fuera democráticos como los de Alemania o Austria, o autoritarios, como el caso de Hungría e, intermitentes, en Bulgaria, rápidamente recurrieron a la violación de los términos militares y financieros de los acuerdos. Los esfuerzos por revisar y desafiar las disposiciones más pesadas de la paz se convirtieron en elementos clave en sus respectivas políticas exteriores y resultaron ser elementos desestabilizadores para la política internacional. Por ejemplo, la cláusula de culpabilidad de la guerra, los pagos de compensación que conllevaba y las limitaciones militares alemanas eran particularmente pesados para la mentalidad de la mayoría de los alemanes. La revisión del Tratado de Versalles representaba una de las plataformas que le dio a los partidos de extrema derecha de Alemania, incluso el Partido Nazi de Hitler, una enorme credibilidad ante la mayoría de los votantes a comienzos de la década de 1920 y 1930.
Las promesas de rearme, el reclamo del
territorio alemán, particularmente en el este, la remilitarización de la región del Rin y la recuperación de la prominencia entre las potencias europeas y mundiales después de una derrota y una paz tan humillantes alimentaron el sentimiento ultranacionalista y contribuyeron a que el promedio de los votantes a menudo pasara por alto los principios más radicales de la ideología nazi
EL ANTISEMITISMO EN LA HISTORIA: PRIMERA
GUERRA MUNDIAL Antes de la Primera Guerra Mundial, el antisemitismo racista se limitaba a la extrema derecha de la política por casi toda Europa y en los Estados Unidos. No obstante, entre las personas no judías persistían los estereotipos de los judíos y el "comportamiento" judío.
Tres tendencias que se desarrollaron durante e
inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial trajeron antisemitismo, incluida su variante racista, a la corriente dominante de la política europea.
En primer lugar, para las naciones que
perdieron la guerra, la atroz masacre en el campo de batalla, la primera experiencia de Europa con la muerte en masa provocada por el hombre, pareció ser un sacrificio en vano. Parecía inexplicable excepto por una insidiosa traición interna. Una leyenda de puñalada trapera atribuyó la derrota alemana y austriaca en la Primera Guerra Mundial a traidores internos que trabajaban en pos de intereses ajenos, principalmente judíos y comunistas. Esta leyenda fue ampliamente creída y deliberadamente diseminada por la dirigencia militar alemana derrotada, en busca de evitar consecuencias personales por sus políticas.
Al igual que otros estereotipos negativos sobre
los judíos, la leyenda de la puñalada trapera era creída a pesar de ser absolutamente falsa: Los judíos alemanes habían servido a las fuerzas armadas alemanas con lealtad, coraje y desproporcionadamente con respecto a su porcentaje de la población.
En segundo lugar, la Revolución Bolchevique,
el establecimiento de la Unión Soviética y los efímeros experimentos con la dictadura comunista en Bavaria y Hungría amedrentaban a la clase media de toda Europa e incluso cruzando el Atlántico en los Estados Unidos. La prominencia de algunos comunistas de ascendencia judía en los regímenes revolucionarios (León Trotsky en la Unión Soviética, Béla Kun en Hungría y Ernest Toller en Bavaria) confirmó a los antisemitas la atracción "natural" de los judíos y el comunismo internacional. En tercer lugar, en Alemania, Austria y Hungría, el estigma, expresado en las cláusulas del sistema del Tratado de Versalles, de ser acusados de iniciar la guerra y de tener que cargar con el peso de pagar los daños a los vencedores, generó la ira y frustración general en todo el espectro político. La extrema derecha podría entonces explotar políticamente esta ira y frustración.
Entre los nuevos estereotipos acerca del
"comportamiento" de los judíos que surgieron en los albores de la Primera Guerra Mundial y que se propagaron deliberadamente junto con antiguos prejuicios se incluían los siguientes mitos:
1) los judíos habían iniciado la guerra para
llevar a Europa a la ruina económica y política y para hacerla susceptible al "control" judío.
2) los judíos explotaron la miseria de la guerra
para enriquecerse y la prolongaron para dirigir la Revolución Bolchevique en pos de impulsar el objetivo de una revolución mundial. 3) Con su cobardía heredada y su deslealtad instintiva que los predisponía en contra de defender a la nación, los judíos fueron responsables del perjudicial malestar detrás del frente y apuñalaron a las tropas combatientes por la espalda (lo que causó la derrota militar y la revolución democrática/socialista).
4) Los judíos extranjeros dominaban las negociaciones de paz
y lograron dividir a los alemanes y húngaros mediante fronteras nacionales artificiales, mientras sus co- conspiradores, los judíos nacionales, llevaron por mal camino a la nación a su "rendición" y permanente "esclavitud".
5) Los judíos controlaban las complejas finanzas del sistema
de reparaciones para su propio beneficio.
6) Al haber establecido la democracia constitucional, los
judíos la utilizaron para debilitar la voluntad política de la nación de resistir su influencia y destruir la base de la sangre aria superior fomentando la endogamia, la libertad sexual y el mestizaje. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL La Primera Guerra Mundial, también conocida como Gran Guerra comenzó el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de noviembre de 1918 y está considerado el quinto conflicto más mortífero de la historia de la Humanidad. CAUSAS PRINCIPALES Las causas que generaron la guerra son heterogéneas, pero podemos destacar 5: 1. Nacionalismo unión identitaria de nación y Estado. Los países tenían un sentimiento de pertenencia a una nación independiente de las demás y con diferentes características lingüísticas, culturales, políticas, sociales y económicas. 2. Imperialismo: implica la extensión de la autoridad y el control de un Estado o pueblo sobre otro. El desarrollo industrial y la expansión colonial generaron tensiones y rivalidad y competencia entre países por ganar territorio. 3. Militarismo: Europa vivía una auténtica carrera armamentística lo que aumentaba el clima de hostilidad. 4. Política de alianzas: en los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial varios países firmaron tratados de defensa mutua. Esto quería decir que si un país era atacado, su aliado debería apoyar su defensa entrando también en guerra. Teniendo como base estas alianzas, posteriormente se formaron los principales bandos: Por un lado se encontraba la Triple Alianza, formada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán y Austria-Hungría e Italia. Por otro lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabarían ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, Japón, el Reino Unido y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio Otomano y Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales 1º Etapa: Paz armada A finales del siglo XIX, tras la Revolución Industrial, Reino Unido dominaba el mundo tecnológico, financiero, económico y sobre todo político. Alemania y Estados Unidos le disputaban el predominio industrial y comercial. Durante la segunda mitad del siglo XIX y los inicios del siglo XX se produjo el reparto colonial de África y de Asia Meridional entre las potencias europeas, así como el gradual aumento de la presencia europea y japonesa en China. Como resultado de las tensiones entre países provocadas por los enfrentamientos en su expansión, a partir de 1882 se crearon las principales alianzas: La Triple Alianza: Alemania, Austria-Hungría e Italia. La Triple Entente: Francia, Reino Unido y Rusia. A este período se le conoce como Paz armada, ya que Europa estaba destinando cuantiosas cantidades de recursos en armamentos y, sin embargo, no había guerra, aunque se sabía que ésta era inminente. 2º etapa: Detonante del conflicto El detonante del conflicto fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, Sofía Chotek, en Sarajevo el 28 de junio de 1914 a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavillo Principal, que apoyaba la unificación de Bosnia con Serbia. Francisco Fernando era el heredero de la corona austro-húngara. Su asesinato precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia que desencadenó la Primera Guerra Mundial. 3º etapa: Desarrollo de la guerra 1914: Guerra de movimientos En los inicios del conflicto, nadie esperaba una guerra que se extendería durante más de cuatro años y los planes estaban basados en la derrota rápida del enemigo. 1915-1916: La Guerra de Posiciones o Guerra de trincheras El enfrentamiento entre grandes potencias industriales llevó a la guerra a un nivel de violencia y horror nunca antes contemplado. La invención de nuevas armas, las granadas, los lanzallamas, los tanques, el gas... incrementó el horror y las masacres. Los ejércitos se atrincheraron a lo largo de cientos y cientos de kilómetros. 1917: Giro de la guerra El equilibrio militar de finales de 1916 y la imposibilidad de dar fin a la guerra a corto plazo puso en dificultad a los beligerantes. El enorme costo de vidas en los frentes, las penurias de la población civil y la conciencia de que la guerra no iba a concluir pronto extendieron el desánimo en los países contendientes. Los ejemplos son múltiples: oleada de huelgas en Gran Bretaña en 1916, motines en el ejército francés en 1917, aumento de las demandas nacionalistas en Austria-Hungría... Sin embargo, serán dos los acontecimientos clave que decidirán el signo de la guerra: la revolución soviética en Rusia y la entrada de Estados Unidos en el conflicto. La llegada de las tropas norteamericanas desequilibró definitivamente la balanza en favor de la Entente. En 1918 ambos mandos atravesaban serias dificultades tanto militares como económicas. Sin embargo, la fatiga era más visible en el bando de los potencias centrales que en el aliado, pues la incorporación de los Estados Unidos al conflicto había supuesto una auténtica inyección de recursos materiales y humanos. Alemania finalmente firma el armisticio (11 noviembre 1918) 4º etapa: Fin del conflicto Tratados de paz Tras el conflicto, se firmaron varios tratados de paz por separado entre cada uno de los vencidos y todos los vencedores, con excepción de Rusia, que había abandonado la guerra en 1917. Al conjunto de estos tratados se le conoce como La Paz de París (1919-1920). Estos tratados son: Versalles: Firmado el 28 de junio de 1919 entre los aliados y Alemania. Con este tratado también fue creada la Sociedad de Naciones. Este tratado produjo gran amargura entre los alemanes y fue la semilla inicial para el próximo conflicto mundial. Alemania acepta la responsabilidad del conflicto. Alemania devuelve Alsacia y Lorena a Francia. Se reparten las colonias de Alemania entre los vencedores. El antiguo territorio del Imperio alemán fue cortado en dos por el Corredor polaco, desmilitarizado, confiscadas sus colonias, supervisado, condenado a pagar enormes compensaciones Saint-Germain-en-Laye: Firmado el 10 de septiembre de 1919 entre los aliados y Austria- Hungría. Desmembramiento de la antigua monarquía de los Habsburgo Austria quedó limitada a algunas zonas en las que se hablaba solamente el alemán. Sèvres: Firmado el 10 de agosto de 1920 entre el Imperio Otomano y los aliados (a excepción de Rusia y Estados Unidos). El Tratado dejaba a los otomanos sin la mayor parte de sus antiguas posesiones, limitando sus territorios a Constantinopla y parte de Asia Menor. Trianon: Acuerdo impuesto a Hungría el 4 de junio de 1920 por los aliados, en el que se dictaminó la entrega de territorios a Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia. Tratado Neuilly-sur-Seine: Fue firmado el 27 de noviembre de 1919 entre el Reino de Bulgaria y las potencias vencedoras. Bulgaria reconocía el nuevo reino de Yugoslavia Bulgaria se comprometía a pagar 450 millones de dólares en concepto de indemnización y reducía su ejército a 20.000 efectivos. Bulgaria perdía una franja de terreno occidental en favor de Yugoslavia y cedía Tracia occidental a Grecia, por lo que quedaba sin acceso al Mar Egeo. Deficientes tratados y mala aplicación de los mismos Los errores en los tratados estarán detrás del detonante de la Segunda Guerra Mundial veinte años después. Alemania fue duramente tratada y ese rencor fue uno de los motivos posteriores de la guerra nazi, encabezados por Hitler. Las anexiones conseguidas por Italia parecieron insuficientes a los italianos. Mussolini encabezaría uno de los grupos políticos extremistas descontentos. Es por ello que, con el objetivo del mantenimiento de la paz, se creó en 1919 la Sociedad de Naciones, aunque fracasó en sus intentos con la llegada de Segunda Guerra Mundial por motivos de participación de los países en la misma: EE.UU. se negó a entrar en 1920 y nunca participó. A Alemania se le negó el ingreso en principio, tras el Tratado de Locarno, se adhirió en 1926, para salir de nuevo inmediatamente después del ascenso de Hitler en el poder en 1933. A la URSS también se le negó el ingreso, accedió en 1934 y fue de nuevo expulsada en 1939. Japón se marchó en 1933 e Italia en 1936. Consecuencias de la Primera Guerra Mundial 1. Los vencedores se repartieron las posesiones de los vencidos. 5. A nivel internacional desaparecieron los Imperios de Autria-Hungría y Turco. 3. Desaparecieron las viejas y poderosas dinastías europeas. 4. Estados Unidos se afianzó como gran potencia mundial. Gran Bretaña conservó la supremacía marítima y Francia aumentó su poder luego de ver aniquilada a su tradicional enemiga. 6. Intenso desarrollo de los instrumentos y técnicas de guerra: por primera vez participaron de forma activa en el combate los fusiles de repetición, las ametralladoras, los gases asfixiantes, los tanques, los dirigibles y los aviones, y también por primera vez se practicaron la guerra de posiciones y los bombardeos de ciudades. 2. Inestabilidad social: resurgimiento del militarismo y del nacionalismo, crisis económica y fuertes agitaciones sociales producto de graves disputas que quedaron sin resolver. INTRODUCCIÓN Y CAUSAS ETAPAS DE LA GUERRA TRATADOS DE PAZ CONSECUENCIAS DE LA GUERRA