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Nunca lo olvides. El diccionario dice que el sadismo es el «cruel abuso de otros», y no hay nada más cruel que lanzar
palabras hirientes acerca de cosas que nunca podrán cambiar.
El recitar las debilidades del uno y del otro más allá de la puerta de su propia casa siempre es de mal gusto. Es
extremadamente vergonzoso para los espectadores inocentes; indica que no se ha estado sacando el rencor a la superficie
de una manera inteligente en casa; y lo único que posiblemente pueda producir entre ambos es un deseo de desquitarse.
Debes recordar que con las mujeres, algunas cosas son equipo estándar para todos los modelos. El Señor hizo algo bueno
por nosotros los hombres cuando las hizo así, siempre que comprendamos cómo funciona este equipo y lo hagamos
funcionar bien. Y en lo que respecta aquí, es muy difícil para una mujer aceptar la infidelidad en cualquier forma. Pero,
gracias a Dios, lo contrario también es cierto. Ella no puede evitar amar más y más al hombre que ella sabe que es digno de
toda confianza. Y porque esto es así, al inicio de tu matrimonio debes verla directo a los ojos y prometerle: «Nunca, ni de día
ni de noche, te haré quedar mal en compañía. Ni ante mi familia, ni ante tu familia, ni ante nuestra familia. Ni ante los
amigos, ni los conocidos, ni los extraños. Ni cuando estés conmigo o yo esté a tus espaldas. ¡Nunca, ni en broma, ni
haciendo comentarios insidiosos, ni en ninguna otra manera pretendo ser otra cosa que no sea leal a ti en un 100%!»
¡Y no pudimos! Lamento informar que este pobre hombre nunca aprendió que nunca se puede ganar a una mujer recitando
repetidamente los méritos de otra. Esto se aplica a todos los tipos de persona ideal, ex-enamoradas, vecinas, las esposas de
otros hombres, guapas secretarias, estrellas de cine, esa preciosura en la portada de la revista, la del anuncio publicitario,
viudas, divorciadas, solteras, y la madre. Todas están en el mismo equipo.
Uno de los errores más comunes que veo en el tema de la otra mujer es el del hombre que nunca ha puesto a su mamá
donde debe estar. Estoy feliz de que tengas tan buena opinión de la tuya. Ella puede cocinar como las mejores. También
puede ocuparse de la casa. Es muy divertida y creo que es la mejor. Pero lo es para mí, ¡no para ti! Ahora tienes una nueva
persona a quien serle leal y será mejor que te asegures de que Marilyn sepa que ella ocupa el primer lugar de tu corazón.
Si insisto mucho en este punto, es porque he conocido a demasiados hombres a quienes nadie jamás les dijo, o se han
olvidado, de que nunca se le puede dar nueva forma a una mujer comparándola constantemente con otra.
Naturalmente, si acabas de darte cuenta de que no te gusta, eso es otra cosa. Pero aun aquí hay una manera correcta y otra
incorrecta para hacerle entender tu sentir, y será mejor que aprendas la diferencia.
«¿Por el amor de Dios, Marilyn, madura ya!» son ocho palabras que nunca deben salir de tus labios. Tal vez ella necesita
llorar. Algunas veces, las lágrimas son una terapia, y especialmente para una mujer, si ella tiene un hombro grande y fuerte
sobre el cual llorar. Ella apreciará estos momentos para siempre si le haces saber que te preocupas y que quieres
compartirlos con ella.
He conocido a demasiados esposos que golpearon a sus esposas y después volvieron con los pedazos rotos para volverlos
a juntar. Claro que hacemos lo mejor que podemos, pero hay cosas en las que ya nunca se puede recuperar el antiguo
esplendor. Algunos de estos pobres tontos son enfermos, otros son sencillamente unos miserables, y a otros todavía les falta
madurar. Pero me es terriblemente difícil trabajar con todos ellos. Estoy seguro que la razón es en parte culpa mía. Lo que
pasa es que creo que sería una buena idea que todos los hombres que golpearan a una mujer fueran a su vez noqueados y
cayeran totalmente tendidos al piso.