El pensamiento juvenil latinoamericano sometido a una pseudo

identidad
26 de septiembre de 2012
Daniela Ospina Sepúlveda

La juventud latinoamericana contemporánea se ha mostrado como una dependencia

de otros países cercanos, y también gracias a las consecuencias del capitalismo. Ya
que el exterior nos ha “invadido” con muchas cosas nuevas como creencias, forma
de pensar y de actuar hasta la propia cultura se ha conseguido perder ya que nos
dejamos guiar mucho por el que dirán, por lo que pueden pensar los demás hasta
que puede pasar si me desarrollo o me expreso tal y como soy; o si digo algo que
ante la sociedad que puede ser anti ético o no puede ser bien visto. Como dice
Yepes y Aranguren en el 2006 “La vivencia del sinsentido. Cuando nos vemos
obligados a realizar acciones que no sentimos como nuestros, porque no los hemos
decidido, ni tienen relevancia para nosotros, aparece el absurdo, para el cual la vida
es una representación teatral, hipócrita y falsa”.

La mayoría de los jóvenes ante la filosofía y la sociedad están generando un

pensamiento de desinterés frente a la colectividad de todo lo que los rodea y de todo
los que les puede llegar a “afectar” o a generar un aislamiento. Gracias a todo estos
nos podemos dar cuenta que con cualquier acto o palabra podemos afectar tanto
física como personalmente el valor de alguien o su forma de pensar debido a que “La
dignidad es lo que tenemos todos los humanos en común, es precisamente lo que
sirve para reconocer a cada cual como único e irrepetible” (Savater, 2000). Por lo
tanto este autor nos pone a reflexionar ¿quiénes somos? ¿Por quién nos dejamos
guiar? Y todavía si en realidad somos totalmente libres o si por el contrario nos
dejamos llevar por la multitud. O como decía Sartre en 1980 “Condenado, porque no
se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, Libre, porque una vez
arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace”

Igualmente podemos pensar y observar que la sociedad está dividida o determinada

por ciertos “grupos sociales” tales como: Emos, Punks, Góticos, Nacis etc. Esto no
quiere decir que los jóvenes latinoamericanos estén desde pequeños guiados o
ligados por estos grupos, si no que después de un tiempo el entorno mismo puede
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Daniela Ospina Sepúlveda

generar que estos lleguen a ellos de una forma muy “fácil” y esto genera que cada
joven pueda perder su autonomía y su crítica ante cualquier hecho solo porque su
“grupo social” lo plantea así. De la misma manera podemos decir que la fuerza y la
violencia son probablemente técnicas eficaces de control social y de persuasión
cuando disfrutan de un completo apoyo popular. Todas las ideologías, ya sean
religiosas o políticas, tienen un fin, y es, satisfacer a unos pocos, es decir, a sus
líderes. Estas diversas ideologías han etiquetado a la persona, a tal punto que, no
hay manera de liberarse del yugo al que han sido sometidos.

Pues bien, el hombre del tiempo presente ha caído en la impotencia de “crear” un

pensamiento que lo pueda sacar del abismo en que se encuentra, porque ha optado
por la actitud del quietismo, que consiste en que <<los demás pueden hacer lo que
yo no puedo>>, permitiendo que los “líderes” tomen posición y poder sobre el
pensamiento de los incapaces, ya que la falta de autonomía por sus decisiones da
como resultado el control de la minoría.

Como decía Yepes y Aranguren, 2006 “la felicidad no es un sentimiento, ni un

placer, ni un estado, ni un hábito, sino una condición de la persona misma” con base
en esto, debemos decir que, la felicidad no está arraigada a un solo ser humano, ni
mucho menos que esta pertenezca a un grupo social en especifico si no que
“pertenece” a quien le de la suficiente importancia para implementarla en su vida y
para nunca dejarla perder u olvidar y en especial para compartir y tratar de llenar a
los demás. Principalmente esta condición humana no podrá llegar a ser total, ya que
el ser humano siempre desea más y más cosas, persistentemente busca lo que los
demás pueden tener mejor; hasta el punto de que día a día buscan o tienen la
necesidad de saciarse de forma ambiciosa, sobrepasando ciertos límites, donde el
Ser es sustituido por tratar de alcanzar una felicidad individual y muy pocas veces
grupal.
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26 de septiembre de 2012
Daniela Ospina Sepúlveda

Si generamos otra interpretación de lo que puede ser la felicidad; citando a Gevaert,

1983 “El fracaso de nuestros propios proyectos, la fatiga y la dureza del trabajo, el
cansancio de vivir, la impotencia de alcanzar una felicidad verdadera y una paz
estable, la soledad, el abandono de tantos amigos…, en una palabra el contraste
entre lo que uno es y lo que le gustaría o debería ser para ser plenamente hombre,
son tantas experiencias que nos invitan a reflexionar y a suscitar los interrogantes de
siempre: ¿para qué he nacido? ¿Por qué vivo? “nos damos cuenta que al intentar
buscar como antes se había dicho la felicidad completa es algo íntegramente
utópico.

Lo dicho hasta aquí nos deja ver y entender que la mayoría de las ideologías que
tienen nuestros jóvenes contemporáneos son imitaciones de culturas extranjeras
que han sido adaptadas, por ende, convertidas en un estilo de vida y de esta forma
han adquirido una pseudo identidad.

Lo correspondiente a la cultura como lo define Rickert “el mundo de la naturaleza es

un conjunto de lo nacido por si, oriundo de si, entregado a su propio conocimiento”
nos da a entender con esta explicación que la cultura principalmente es todo objeto
al cual hay incorporado algún valor o toda institución o actividad que tiende a un valor
y en una forma más general es todo lo que el hombre realiza. Del mismo modo la
cultura se puede identificarse “como el espíritu objetivo, como opuesto al espíritu
subjetivo” (Hegel) en este planteamiento el espíritu objetivo o el espíritu objetivado en
obras se entiende como el mundo propio del hombre; por lo mismo la cultura es
formalmente un sistema de símbolos donde el mundo humano es totalmente
simbólico.

Puntualizando todo lo referente a lo simbólico podemos decir que: “todo símbolo es

signo o señal de algo, pero no todo signo es símbolo (por ejemplo: La cruz roja su
símbolo es la cruz roja y su signo es la cruz).sin esta capacidad simbólica el hombre
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Daniela Ospina Sepúlveda

seguirá siendo prisionero de la caverna y mucho menos podrá generar conocimiento.

Al final “el paso del mero signo al símbolo se realiza a través de la inteligencia
humana o capacidad de hacerse cargo de las cosas como realidades” (Ernest
Cassirer).

Por todo lo mencionado anteriormente sobre la simbología en la cultura los jóvenes

está intentando generar un pensamiento donde lo primordial en esta son cinco
elementos: Los jóvenes rechazan la actual imagen del hombre, Los jóvenes
rechazan la imagen actual de la sociedad, Los jóvenes buscan ante todo trabajar y
estar en comunidad, Los jóvenes buscan una autentica liberación y por último Los
jóvenes están orientados principalmente al futuro y con todo esto intentan, quieren de
todo “corazón” y con toda la paciencia posible lograr el cambio de una cultura
latinoamericana que poco a poco se convirtió en una cultura “extranjera” para poder
recuperar ya sea parte de esta o satisfactoriamente en su totalidad.

Sabiendo todo esto no podemos dejar que toda la responsabilidad del cambio de la
cultura y de incuestionables pensamientos estratégicos recaiga sobre y solamente en
nuestros jóvenes, si no hay que aprender de ellos para lograr difundirlo por la
mayoría de Latinoamérica y así poco a poco generar el gran cambio que todos
buscamos y anhelamos.

Para concluir lo más “práctico” es mencionar a Sartre, 1980 “el destino del hombre
está en el mismo”… esta frase nos deja en mucho en que pensar y nos deja
analizando nuestra vida, y que estamos haciendo para que no se pierda lo que
hemos logrado como sociedad y como individuo latinoamericano.