Soportar Injusticias Sin Reaccionar

También podría gustarte

Está en la página 1de 2

¿Por qué los cristianos tenemos que soportar las injusticias sin reaccionar?

No se trata de sucumbir ante quien hace el mal. Sino de aprender a sanar


interiormente. Y responder en el modo correcto. Veamos de qué manera
¿Por qué los cristianos tenemos que soportar injusticias? ¿Por qué tenemos que
evitar enfrentar los problemas sufriendo todo pasivamente? ¿No nos volvemos ineptos
si, cuando tenemos dificultades, simplemente nos quedamos mirando?
La respuesta es negativa y el porqué nos lo explica Franz Jalics, autor de
“Ejercicios de contemplación” (Editorial Ancora).

El camino de la sanación
Digamos que alguien, en una discusión, me ha injustamente herido con sus
afirmaciones. ¿Cómo reacciono? Tengo dos opciones.

Puedo regresar el golpe hiriendo a mi vez, o hacer de cuenta que no pasó nada y
reprimir todo, diciéndome que en realidad no me ha herido. En ninguno de los dos
casos se produce una sanación. Regresar el golpe es una reacción hacia el exterior
que no produce ningún tipo de redención; al contrario, puede ser que quien está
hablando conmigo reaccione a su vez todavía más violentamente.

En el segundo caso engullo la ofensa que, sin embargo, se detiene como piedra en el
estómago. Nada se ha redimido, porque sea reprimiendo, sea devolviendo el golpe, se
busca evitar el dolor y se queda en el ámbito del hacer, de la acción.

Dejarse tocar por la herida


Entonces ¿cómo se lleva a cabo la verdadera sanación? ¿Cuál es la estrategia más
correcta respecto a lo que me está sucediendo? Lo mejor que se puede hacer es
dejarse tocar por la herida. Así empezamos a sentir el dolor. No es ni un hacer, ni
un pensar. Es solo un sufrir, con lo cual se inicia nuestra sanación interior por
el golpe.

Si no hay urgencia de responder


Si no hay urgencia por responderle al otro, no reacciono. Necesito tiempo para
permitir a la herida volverse una cicatriz. Según la seriedad de la herida, la dejo
reposar un tiempo. Cuando la herida ya no duele quiere decir que se ha transformado
en cicatriz. Ha dejado su marca, pero ha perdido por el momento su carácter
amenazador.

Así puedo dirigirme nuevamente al exterior, volver a esa persona para hablar con
ella de la herida que me ha hecho. Puedo también comportarme enérgicamente, pero no
reaccionaré con odio. El dolor ha pasado, permitiéndome encontrarla con más amor.

Si hay urgencia de responder


Digamos, en cambio, que yo no me pueda esperar, con motivo de las circunstancias
que requieren una reacción inmediata.

También en este caso me dejo tocar por el dolor y miro qué siento: “Es una herida y
me duele. Le permito que me duela”. En este momento empieza la redención. Visto que
la situación, como hemos dicho, exige una reacción rápida, impidiéndome tomarme el
tiempo necesario para que sane la herida, me quedo con mi interlocutor.

Al no estar todo redimido, mi reacción tendrá connotaciones de odio, presente en el


fondo, pero no estará totalmente a merced del odio, porque el proceso de sanación
ya ha comenzado. Mientras más circunstancias externas nos permitan tomarnos un
tiempo, más posibilidades para la redención.

Los ejercicios contemplativos


Resumiendo: cuando hablo de sufrir, de dejar estar, de no poner límites, de no
defenderse, me refiero siempre a las reacciones hacia el interior y no hacia el
exterior. En los ejercicios contemplativos se toma en consideración solo la
dimensión interior, en la que podemos aprender un nuevo modo de comportarnos.

La reacción externa, en cambio, depende ampliamente de las circunstancias. Aunque


es mejor reaccionar con amor cuando la herida ha sido ya sanada, las circunstancias
externas pueden justificar una reacción anticipada, incluso si está marcada por un
cierto odio latente.

Los psicólogos
Muchos psicólogos sostienen que se debería aprender a defenderse. Esto es correcto,
si se refiere a las reacciones externas. Si alguien me molesta, se comporta
incorrectamente, me provoca injustamente o me agrede, puedo ciertamente poner
límites externos. Pero no debo limitar mi amor por él con barreras internas.

También podría gustarte