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Instituto superior cristiano

Daniel Warner

EXÉGESIS

1 PEDRO 3:13-17

Profesor: Daniel Barrios

Alumno: Iván Aguirre

30 de Octubre de 2017

Posadas, Misiones, Argentina.


Reconocimiento por parte de la iglesia primitiva.
El nombre que la iglesia primitiva dio a esta carta, “primera [epístola] de Pedro”
es perfectamente apropiado. Fueron escribas quienes añadieron títulos a los
libros del Nuevo Testamento (se supone que en siglo dos). Los manuscritos
griegos más antiguos de la epístola tienen el breve título de 1 Pedro. Pero
manuscritos posteriores revelan que los escribas ampliaron el encabezamiento
incluyendo los términos epístola y universal.
Eusebio, a principios del siglo IV quien clasificó esta carta entre los
homologumenai 1 , es decir, entre las cartas recibidas y aceptadas
unánimemente por todos y no hubo, aparentemente, quien la rechazara.
Tampoco se conoce alguna tradición que haya debatido la opinión de que
procedió del apóstol Pedro. Es posible que el primer testimonio a su favor
provenga de 2 Pedro 3:1, donde ese escrito es llamado "la segunda epístola"
Se ha sugerido que hay rastros del uso de 1 Pedro en la epístola de Clemente
de Roma a los corintios. Allá por el año 95 d.C., dirigió su carta, 1 Clemente, a la
iglesia de Corinto. En la misma él aporta algunas expresiones paralelas a 1
Pedro. El primer ejemplo que encontramos en la Epístola de Clemente es el
saludo, que es notablemente similar al de la carta de Pedro: A los llamados y
santificados por voluntad de Dios a través del Señor Jesucristo. Gracia y paz del
Dios Todopoderoso os sea multiplicada mediante Jesucristo. En el griego
original, Pedro usa el mismo vocabulario: llamados, santificados, gracia y paz,
os sea multiplicada (1:2). Más adelante, Clemente escribe: “Fijemos nuestra
mirada en la sangre de Cristo, y sepamos que es preciosa ante su Padre”. La
alusión a las palabras de Pedro: “la preciosa sangre de Cristo” (1:19), es
inequívoca. En tercer lugar, el vocabulario de Clemente exhibe cierta cantidad
de palabras que aparecen sólo en las epístolas de Pedro. Y finalmente, dos de
las citas del Antiguo Testamento que encontramos en 1 Pedro (Pr. 10:12; 3:34)
aparecen también en la carta de Clemente (4:8 y 1 Clem. 49:5; 5:5 y 1 Clem.
30:2). Lightfoot halló doce paralelos. Harnack extendió esta lista a 20. Si se
pudiera establecer sin dudas esta dependencia que se supone, esta tendría un
importante peso en la alegación de una fecha temprana para la epístola.
En la época de Policarpo, no obstante, la evidencia aparece es una cantidad
extensa. Por ejemplo, en su Epístola a los filipenses 8:1, él agrega 1 Pedro 2:22-
24, aun utilizando la palabra de Pedro equivalente a "árbol". Y citando otro
“[Jesucristo] en quien, aunque no le visteis, creéis con un gozo inefable y
glorioso” (1:3 y 1 P. 1:8).2 Si bien Policarpo no menciona el nombre de Pedro, es
evidente que la fuente de sus citas es la Epístola de Pedro.

1
Eusebio, en su Historia de la Iglesia (escrita c. 325), utiliza el término para aquellas escrituras cristianas
que estaban aceptadas como autoritarias y canónicas por la iglesia temprana.
2
La siguiente es la lista de las citas de la Epístola de Policarpo a los Filipenses: 1:3—1 P. 1:8; 2:1—P. 1:13,
21; 2:2—1 P. 3:9; 5:3—1 P. 2:11; 7:2—1 P. 4:7; 24; 10:2—1 P. 2:12.
Hacia fines del siglo dos (185 d.C.), Ireneo no sólo cita 1 Pedro 1:8 sino que
también introduce su cita con estas palabras: “Y Pedro dice en su epístola”. En
el siglo siguiente, Clemente de Alejandría y Tertuliano citan la epístola de Pedro,
mencionando el nombre del apóstol. El historiador eclesiástico Eusebio nota que
Papias, que fuera obispo en Asia Menor (allá por el 125 d.C.), “usó citas de la
Primera Epístola de Juan, y también de la de Pedro”. En fin, se pudo denotar que
la evidencia demuestra que la iglesia primitiva recibió esta epístola y la consideró
auténtica y apostólica.
Autor.
Evidencias Externas.
Policarpo (en Eusebio, 4:14), quien, escribiendo a los Filipenses, cita muchos
pasajes: en el cap. 2, cita 1 Pedro 1:13, 21 y 3:9; en el cap. 5, cita 1 Pedro 2:11.
Eusebio dice de Papías, Historia Eclesiástica, 3:39, que él también cita la
Primera Epístola de Pedro. Ireneo (Haereses, 4. 9. 2) la menciona
expresamente; en el 4. 16. 5, cita 1 Pedro 2:16. Clemente de Alejandría
(Sirómata, 1. 3., pág. 544) cita 1 Pedro 2:11, 12, 15, 16; (y pág. 562,) 1:21, 22;
(y pág. 584,) 3:14–17; (y pág. 585,) 4:12–14. Orígenes (en Eusebio, Historia
Eclesiástica, 6:25) menciona esta Epístola; en Homilía 7, sobre Josué,vol. ii, pág.
63, menciona ambas epístolas, y en su Comentario, sobre el Salmo 3, y sobre
Juan, menciona 1 Pedro 3:18–21. Tertuliano (Scorp., cap. 12) cita expresamente
1 Pedro 2:20; (y en el cap. 14,) 2:13, 17. Eusebio dice que era la opinión de los
que le precedieron que ésta estaba entre las epístolas universalmente
reconocidas. La versión siríaca Peschito la tiene. El fragmento del canon llamado
de Muratori la omite. Con esta excepción y la de los herejes paulicianos, que la
repudiaron, todo el testimonio antiguo está en su favor.
Evidencias Internas.
Las epístolas de Pedro evidencian que el apóstol es el escritor, ya que en el
saludo el escritor se identifica como “Pedro, apóstol de Jesucristo” (1:1). El
escritor habla también con autoridad y nota que es testigo ocular de los
sufrimientos de Cristo (5:1). Además, en la segunda epístola, el escritor afirma:
“Queridos amigos, esta es ya mi segunda carta a vosotros” (3:1). Finalmente,
Pedro menciona a Silas y a Marcos, refiriéndose así a ayudantes apostólicos
cuyos nombres eran bien conocidos en la iglesia primitiva (véase Hch. 15:22, 37;
12:12). Otra evidencia interna es el libro de los Hechos, donde Lucas ha
registrado algunos de los sermones de Pedro en forma resumida, los paralelos
entre los sermones de Pedro y sus epístolas son notables (cf. Hch 5:30, 10:39 y
1P 2:24; Hch 2:23 y 1P 1:20). Además, hay similitudes entre las enseñanzas de
Jesús y 1 Pedro, y esto habla de un autor que pasó tiempo con Jesús (cf. Lc
12:35 y 1P 1:13; Lc 11:2 y 1P 1:17; Mt 5:16 y 1P 2:12; Lc 6:28 y1P 3:9; Mt 5:10
y 1P 3:14).
Objeciones.
La autoría de 1 Pedro ha sido un tema de discusión desde el comienzo de la
investigación crítica. Han aparecido muchas teorías y argumentos en contra de
la autoría de Pedro. En primer lugar, se habla de que la extraordinaria calidad
del griego que esta epístola presenta; de hecho, es una de las obras mejor
escritas del Nuevo Testamento. Sabemos que Pedro hablaba griego, pero ¿sería
capaz un pescador de Galilea de escribir unas frases tan bien coordinadas y tan
bellas? Como evidencia de esto hacen referencia a Hechos 4:13 donde Lucas
observa que los miembros del Sanedrín notaron la valentía de Pedro y de Juan
“sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo”. Una persona así, dando por
sentado que sabía leer y escribir, ¿habría aprendido a leer y escribir griego?3
¿Hay alguna razón para pensar que Pedro estudió griego durante muchos años,
consiguiendo escribir con un estilo mejor que el de Pablo? Además, si escribió
así de bien en su primera epístola, ¿por qué no lo hizo cuando escribió la
segunda?
Werner Georg Kümmel afirma que “el lenguaje de 1 Pedro es de un griego
impecable, que utiliza numerosos recursos retóricos: construcción sintáctica
(1:23; 3:16); cláusulas paralelas (4:11); series de compuestos similares (1:4),
etc.… esto es inconcebible de un Pedro galileo”.
La persona que hay detrás de la pésima redacción de 2ª Pedro no puede ser
la misma que escribió 1 Pedro.
Antes de poder evaluar esta objeción, conviene observar algunos puntos. En
primer lugar, ya en el siglo 8 antes de Cristo Isaías había denominado a Galilea
“Galilea de los gentiles” (Is. 9:1; véase también Mt. 4:15). En la época de Jesús,
Galilea estaba grandemente influenciada por la cultura griega y la gente conocía
el idioma griego. Por ejemplo, tanto Mateo como Santiago, nacidos galileos,
escribieron un evangelio y una carta en un griego aceptable.
Por otra parte, después de salir de Jerusalén (Hch. 12:17), Pedro viajó
extensamente por regiones en las que el griego era el idioma dominante de la
población. Por sus discursos registrados en Hechos sabemos que él podía
expresarse bien; suponemos que desarrolló sus habilidades retóricas y de
redacción durante los años de su apostolado.
Como último punto notamos que Pedro informa al lector que ha escrito esta
epístola con la ayuda de Silvano (5:12. El relato de Lucas en Hechos dice que
Silas4 era un líder de la iglesia (15:22), un profeta (15:32), un colaborador de

3
Es posible que Pedro hubiera asistido a las clases de la sinagoga, pero allí enseñaban a leer y a escribir
hebreo, no griego. Y si le hubieran enseñado griego, unas clases así no hubieran sido suficientes para
alcanzar ese estilo tan perfecto que encontramos en la epístola.
4
Silas (“amante de la selva [selvático]”; tal vez derivado del arameo She’îlâ’, equivalente al hebreo
Shâ’ûl, Saúl o Saulo). El nombre Silas aparece en los escritos de Josefo y en inscripciones griegas. Su
forma latina, que también figura en inscripciones, es Silvanus, del que se deriva la forma griega del
Nuevo Testamento, “Silvano”.
Pablo (15:40), y un ciudadano romano (16:37). Pablo, por su parte, menciona a
Silas en tres de sus epístolas (2 Co. 1:19; 1 Ts. 1:1, 2 Ts. 1:1).
Y aunque no tengamos certeza de que Silas haya ayudado a Pablo en la
redacción de sus cartas, sí estamos seguros de que Silas colaboró en la
composición de 1 Pedro. No tenemos que suponer que Silas haya escrito un
borrador de la epístola de Pedro, porque caso así, transformaríamos a Silas en
escritor de la epístola y no a Pedro. Es más aceptable decir que Pedro escribió
la carta y que Silas le ayudó, así como Tercio le ayudó a Pablo a escribir la
Epístola a los Romanos (véase Ro. 16:22).
En segundo lugar, algunos críticos dicen que si Pedro fuese el escritor de esta
carta, deberíamos esperar que incluya varios recuerdos personales. Sin
embargo, el no escribió su epístola como un registro histórico de su capacitación
como discípulo de Jesús, sino como una carta de exhortación y aliento dirigida a
cristianos que sufrían.
Otra objeción es esta: los sufrimientos que se mencionan en la epístola no
pueden ser el resultado de las persecuciones que Nerón promovió contra los
cristianos. Algunos eruditos dan por sentado que las persecuciones de Nerón
habrían quedado limitadas a la ciudad imperial, sin extenderse a las provincias
(donde vivían los lectores de las epístolas). Consecuentemente, dicen aquellos
que dudan que es apostólica, esta epístola no fue escrita durante el reinado del
emperador Nerón sino más tarde, durante el gobierno de Domiciano o de
Trajano. Según este punto de vista, Pedro no puede ser el escritor de la epístola
que lleva su nombre, dado que murió durante el tiempo de Nerón. No obstante,
la evidencia a favor de una persecución general en las provincias de Roma
durante el reinado de Domiciano es escasa. Si bien Domiciano fue perseguidor
y victimario de los cristianos, no hay indicación de que él instigase una
persecución que afectase a los residentes de todas las provincias. Además,
también es insuficiente la evidencia de que Trajano haya adoptado y ejecutado
nuevas medidas contra los cristianos. Por otra parte, la afirmación de que las
persecuciones de Nerón quedaron confinadas a Roma y no se extendieron a las
provincias sigue siendo dudosa. Si los datos necesarios para establecer
determinado punto histórico están ausentes, los eruditos harán bien en evitar
declaraciones dogmáticas.
La última objeción tiene que ver con los respectivos campos misioneros de
Pedro y Pablo. Los críticos aducen que Pedro no podría haber escrito una carta
a iglesias que Pablo había fundado. Pero ni Hechos ni las epístolas de Pablo dan
prueba alguna de que Pablo, el apóstol a los gentiles, haya establecido iglesias
en Ponto, Capadocia y Bitinia. Lo contrario es cierto, ya que Lucas dice que el
Espíritu de Jesús no le permitió a Pablo ni a sus compañeros entrar en Bitinia
(Hch. 16:7). Además, el argumento de los críticos pierde su fuerza si tomamos
nota de que Pedro visitó la iglesia de Corinto—una iglesia fundada por Pablo
(véase 1 Co. 1:2; 9:5).
Fecha y lugar de redacción.
Como aceptamos anteriormente que fue Pedro el autor de la epístola, debemos
descartar fechas tardías para 1 Pedro (ya sea durante el reino de Domiciano 90
o durante el reinado de Trajano en los años 110-111). Aceptamos, de esta
manera, una fecha de composición antes del año 68, cuando Nerón se suicidó.
Según la tradición, a Pedro lo crucificaron afueras de Roma en los últimos años
de Nerón como gobernador. Podemos apreciar que en 1 Pedro hay una cantidad
considerable de referencias de las epístolas de Pablo, entonces se supone que
Pedro redacto su epístola después que Pablo haya escrito las suyas. La epístola
a los Romanos fue escrita en el año 58 cuando Pablo termino su tercer viaje
misionero. Y el apóstol Pablo escribió Efesios y Colosenses cuando paso dos
años bajo arresto domiciliario en Roma (61-63).5 Por ende, convenimos asignar
a 1 Pedro una fecha después de la composición de estas epístolas de la prisión.
Otra indicación de una fecha prematura es la referencia a ancianos y sus
deberes (5:1-4). Pedro se autodenomina “anciano como ellos”, ubicándose de
esta forma al mismo nivel de los ancianos que sirven en las iglesias locales. Sus
instrucciones a los líderes oficiales de estas congregaciones están en armonía
con las instrucciones de Pablo a Timoteo y a Tito acerca de los requisitos para
los ancianos y diaconos (1 Ti. 3:1-13; Tit. 1:5-9). Pablo escribió estas dos
epístolas pastorales alla por los años 63-64. Sabemos que Pedro conocía todas
las epístolas que Pablo había escrito y las consideraba parte de las Escrituras.
(consultese 2 P. 3:16).
Además, esta epístola carece de toda sospecha de haber sido conducida a
cristianos de segunda generación, de tal modo que una fecha en la década del
sesenta se considera digna. Y la última indicación es que Pedro exhorta a los
lectores a someterse al rey y honrarlo (2:13-17). Dificultosamente pudiera
esperarse esto si Pedro hubiese escrito su carta después de que Nerón hubiese
ejecutado a gran número de cristianos tras el incendio de Roma en el año 64 6.
Consecuentemente, proponemos como fecha de la redacción de 1 Pedro el año
63 o la primera parte del 64.
1 Pedro 5:13 nos da una indicación en cuanto al lugar de donde pudiera
haberse escrito esta epístola, o por lo menos enviada. Al decir “La que está en
Babilonia… os saluda”, muy probablemente el autor (Pedro) indica que también
él y su compañero (Silvano) están en “Babilonia”. ¿Dónde queda ese lugar? Hay
tres hipótesis sobre esto.
En primer lugar, hay una posibilidad de que el término es entendido
literalmente, significando de esa manera, Babilonia la ciudad o la región
localizada entre los ríos Tigris e Éufrates, es mencionada frecuentemente en el
Antiguo Testamento. El problema es que, en aquel tiempo, no se sabe de alguna

5
Las que siguen son referencias en 1 Pedro a Efesios, Colosenses y Romanos: 1:1–3 y Ef. 1:1–3; 1:7 y
Ef. 1:14; 1:14 y Ro.12:2; 1:21 y Ro. 4:24; 2:5 y Ro. 12:1; Ef. 2:21–22; 2:18 y Col. 3:22; 3:1–6 y Ef. 5:22–25.
6
Algunos eruditos afirman que la primera parte de la epístola (1:1–4:11) fue escrita antes del incendio
de Roma en el 64, y la segunda parte (4:11–5:14) después del 64, cuando las persecuciones estaban en
pleno vigor y los cristianos se veían sometidos a una “prueba de fuego”.
misión cristiana que hubiera llegado a esa región, aunque allí había judíos. Y es
mucho menos probable de que el apóstol Pedro tuviera algún vínculo con
Babilonia y hubiese pasado algún tiempo allí. Aunque esta hipótesis no puede
ser descartada, ella no tiene mucha estimación.
La segunda posibilidad sería una ciudad del nordeste de Egipto, que tenía ese
mismo nombre y sobre la cual tenemos algunas referencias históricas. El
problema es que, en términos de expansión del cristianismo de la época, esa
ciudad es muy insignificante; difícilmente alguien, escribiendo para los cristianos
de Asia Menor, mucho más al norte, mencionaría esa ciudad sin mayor
explicación. Si así hiciese, casi no sería entendida, porque la ciudad no sería
conocida por los destinatarios.
La tercera hipótesis es entender el término no de forma literal sino de manera
simbólica o figurada. Cual haya sido el motivo de Pedro para utilizar Babilonia en
este sentido simbólico es algo incierto. Hay quienes han pensado que se debe a
razones de seguridad debido a que los cristianos en Roma quizá ya estaban bajo
sospecha.
Es cierto que, en el último cuarto del primer siglo, “Babilonia” se había vuelto
para los cristianos una forma común de referirse a Roma, capital del imperio. El
libro de Apocalipsis deja eso claro. La designación, cargada de simbolismo,
mostraba una cierta actitud de los cristianos con relación al poder establecido
del imperio e toda concepción de vida que lo acompañaba. Babilonia era la
ciudad de disolución y ostentación, también el lugar donde los cristianos se
encontraban como viviendo en exilio. Hay una tradición bastante confiable de
que Pedro hubiese pasado algunos años en Roma (los últimos de su vida),
inclusive muriendo allí.
Una cuestión que queda es de si hubiera algún problema en suponer que esa
designación ya circulaba entre los cristianos (al punto de ser fácilmente
entendida) por el tiempo que en que postulamos la composición de 1 Pedro (63-
64). No tenemos condiciones de responder afirmativamente a esa pregunta,
aunque tampoco tenemos nada que desmienta que eso haya acontecido. Y la
mayoría de las evidencias y los eruditos apuntan que Pedro lo escribió en forma
alegórica, así que la conclusión que parece más acertada basándonos en la
opinión que tiene mayor respaldo es que Pedro utilizo el término “Babilonia” para
referirse a Roma.
Lectores.
La cuestión de los destinatarios está bastante relacionada con la de la autoría
de la carta, pero puede ser debatida independientemente, esta cuestión de la
identidad de los lectores. A quien, exactamente, fue enviada, en su primer
momento, la carta conocida como 1 Pedro? De nuevo, la cuestión parece, a
primera vista, bastante clara. En el primer versículo de la carta, Pedro dice que
envía a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y
Bitinia. Por otra parte, la información contenida en la carta sobre la identidad de
los destinatarios debe ser emanada del propio texto. Esto deja claro que se trata
de comunidades cristianas, gente que paso por la experiencia de un “nuevo
nacimiento” por la Fe en Jesucristo (1.3, 23), y que está afín a su recibimiento
del evangelio que les fue predicado. (1.12, 22, 25). Por las informaciones del
texto, parece que la mayoría de ellos eran de origen gentil (1.18, difícilmente en
el cristianismo primitivo se hablaba de la tradición judía en estos términos,
debiendo estar en vista el modo de vivir de los gentiles, según 4.3). Esto no
excluye el hecho de que parte de ellos eran judíos de origen. Este punto también
ha sido muy debatido, con posiciones extremas a ambos lados. Parece más
seguro que si se trataba de una comunidad mixta, con cierta predominancia de
gentiles. Todavía deberíamos dejar abierta la cuestión de la influencia de la
sinagoga. En Hechos, muchas veces se ven las comunidades cristianas
comenzando a partir de una sinagoga judía. En esta también participaban
gentiles, que se habían convertido a la fe judía o que eran simpatizantes,
participando de su reunión. Esto explicaría la relativa familiaridad con el Antiguo
Testamento que el autor parece presuponer de los lectores.
Por lo general la carta, parece que, en términos de condición social, la tendencia
era de ellos fuesen de las clases más bajas. Por ejemplo, se menciona que entre
-ellos había “esclavos”, pero no se mencionan amos (2.18-21). Se mencionan
“súbditos”, pero no a autoridades (2:13-17). En su constitución interna, parece
que no formaban una sociedad muy compleja en términos de organización, son
llamados a servir unos a otros, mutuamente, cada uno con su don (4.10,11),
habiendo tan sólo una distinción entre dones de palabra y de servicio. Es decir,
todavía no se presupone una iglesia institucionalizada y de organización más
compleja, como tendríamos más tarde.
Forma y unidad
La forma de escribir cartas en el ambiente del primer siglo era diferente de la
del día de hoy. En las cartas de aquellos años descubiertas en papiro, al igual
que en las epístolas apostólicas y en las halladas en Hechos 15:23–29 y 23:26–
30, observamos que lo primero es el autor, luego el destinatario y un saludo. Al
final del escrito suele haber otro saludo. La manera de presentar el contenido
central de la carta no se distingue tanto de las costumbres de hoy.
Desde luego sus cartas no estuvieron divididas en capítulos y versículos, como
ahora lo vemos en nuestras Biblias. En los primeros siglos del cristianismo el NT
fue dividido en lecturas para el culto público y privado, las que en gran parte
ahora sirven como capítulos. La división en versículos, con el fin de facilitar la
ubicación de algún pasaje bíblico, fue hecha por un impresor francés, Roberto
Estienne (Stephanus), y publicada en la segunda edición de su NT en gr. en
1550. Y Casiodoro de Reina siguió esa innovación en su Biblia del Oso en 1569,
como ha sido la costumbre también en otras traducciones y revisiones,
incluyendo la RVA. Como sería lógico, él hizo la división en su propia compilación
del texto del NT realizada de acuerdo con los pocos mss. gr. que él conocía.
Felizmente no afectan a 1 Pedro ciertos problemas relacionados con la
numeración de versículos que hizo Estienne. Estudios posteriores, que han
incluido MSS más antiguos y más numerosos que los que Estienne tenía a su
disposición, dan un texto con algunas variaciones menores, pero que en 1 Pedro
no implican versículos que él numeró.

¿Consiste 1 Pedro de dos partes (1:1–4:11 y 4:12–5:14)? Los que defienden la


hipótesis de que la primera parte de la epístola es una liturgia bautismal ven una
combinación de dos documentos independientes. Pero hay algunos pocos
hechos que sustentan la unidad de 1 Pedro. En primer lugar, estas dos
supuestas partes de ninguna manera están desvinculadas, y esto lo demuestran
las semejanzas en la elección de palabras y en la gramática. Por ejemplo, la
palabra sufrimiento aparece a lo largo de la epístola, y el uso del imperativo (que
en griego frecuentemente aparece como participio) es una característica que
aparece en ambas partes de la epístola.
. La presencia de una doxología en 4:11 no es evidencia decisiva a favor de la
teoría de la división, a juzgar por otros ejemplos del Nuevo Testamento, tales
como Romanos 11:36 y Efesios 3:21. En lo que tiene que ver con el problema
del sufrimiento, puede haber una intensificación de la presentación al irse
avanzando hacia el fin, pero éste es un progreso natural del pensamiento. Aun
si se concede que hay un cambio perceptible en 4:12, si el sufrimiento es tratado
solamente sobre una base hipotética en la porción más larga, es extraño que
recibiese allí un trato tan extenso. En 1:6, de todos modos, parece implicarse un
estado de sufrimiento presente. La unidad de la epístola no es puesta
drásticamente en peligro7
Además, “si las dos partes especializadas de 1 Pedro son puestas lado a lado,
ambas demuestran contener mucho en común”. Los temas en común son: el
sufrimiento por amor a Cristo (2:21; 4:13), el sufrimiento inmerecido (3:17; 4:16),
la sumisión a la autoridad (2:13; 5:5), la breve duración del sufrimiento (1:6; 5:10),
la resistencia ante el mal (4:1; 5:9), y el fin de todas las cosas (4:7; 4:17).
Llegamos así a la conclusión de que 1 Pedro demuestra su uniformidad
mediante las citas del Antiguo Testamento, de los fragmentos de himnos y
credos, y del material homilético. Teniendo en cuenta los paralelos y semejanzas
que aparecen a lo largo de la epístola, nosotros notamos más la unidad de toda
la epístola que alguna falta de unidad entre sus partes independientes
Y para terminar, si aceptamos la unidad de la carta, no nos vemos en la
necesidad de explicar por qué se añadió una posdata a una liturgia bautismal y
por qué dicha liturgia fue transformada en una carta. La unidad de 1 Pedro es
evidente; la falta de unidad debe ser comprobada.

7
Harrison, E. F. (1980). Introducción al Nuevo Testamento (p. 397). Grand Rapids, MI: Libros
Desafío.
Pensamiento Teológico
La doctrina de Dios
Pedro enseña claramente la doctrina del Trino Dios al principio de su epístola.
Dios el Padre escoge a su pueblo según su previo conocimiento, Jesucristo
derrama su sangre por ellos, y el Espíritu Santo los santifica (1:1–2). Las tres
personas de la Trinidad toman parte en la redención del pecador. Pedro se
refiere a Dios el Padre en otros dos pasajes (1:3, 17). El revela en su epístola la
soberanía de Dios. Dios predetermina (1:2; compárese con 2:9), crea (4:19), y
gobierna haciendo llegar su voluntad hasta la vida del creyente, abarcando su
conducta (2:15), su sufrimiento (3:17; 4:19) y su vida en general (4:2).
Algunos de los atributos de Dios que Pedro destaca son la santidad, la
bondad, la fidelidad y la gracia. Por medio de citas del Antiguo Testamento (Lv.
11:44, 45), Pedro enseña que Dios es un Dios santo que manda a su pueblo a
ser santo, así como él mismo es santo (1:15–16). El escribe que “el Señor es
bueno” (2:3). Destaca además la fidelidad de Dios en una exhortación a los
creyentes a que “se encomienden a su fiel Creador” (4:19). Además, menciona
la gracia electiva de Dios (2:9–10), el don de la gracia de Dios (4:10–11), y el
don de la gracia “cuando Jesucristo sea revelado” (1:13).
Pedro revela que Dios evidencia un celo posesivo por su pueblo al escribir:
“Pero vosotros sois un pueblo escogido, un sacerdocio real, una nación santa,
un pueblo perteneciente a Dios” (2:9). Al referirse a Oseas 2:23, Pedro afirma
que los lectores que en un tiempo habían sido “no pueblo” son ahora llamados
“pueblo de Dios” (2:10). Es decir, que Dios les ha dado un nuevo nacimiento (1:3)
de modo tal que ellos “han nacido de nuevo, no de una simiente perecedera, sino
imperecedera” (1:23). Dios ha redimido a su pueblo, dice Pedro, no con cosas
perecederas (oro y plata) sino con la preciosa sangre de Jesucristo (1:18–19). Y
finalmente, Dios juzgará a su pueblo en el día del juicio, comenzando con la
familia de Dios y concluyendo con aquellos que han desobedecido su Palabra
(4:17).

La Doctrina de Cristo
Aunque Pedro no desarrolla una doctrina de Cristo, implícitamente dirige
nuestra atención a la humanidad y divinidad de Jesús. Pedro da por sentada la
humanidad de Jesús, ya que nos aconseja seguir en los pasos de Cristo, quien
es nuestro ejemplo (2:21). Se refiere también al cuerpo de Jesús en el madero
(2:24), donde Cristo murió por nuestros pecados (3:18). Además, Pedro declara
que Cristo sufrió en su cuerpo (4:1) y que él mismo fue testigo del sufrimiento de
Cristo (5:1)
Por medio de citas y alusiones tomadas de la profecía de Isaías, Pedro enseña
la impecabilidad de Cristo. “El no cometió pecado, ni se halló engaño en su boca”
(2:22; Is. 53:9). Como el Cristo sin pecado, él cargó con nuestros pecados en la
cruz (2:24). Pedro dice: “Por cuyas heridas fuisteis sanados” (v. 24; Is. 53:5).
Cristo, “Cordero sin mancha ni defectos” (1:19; Is. 53:7), murió por los impíos
(3:18). Además, Pedro enseña la doctrina de la expiación cuando habla del
“rociamiento por la sangre de Cristo” (1:2), y de la redención del creyente
“mediante la preciosa sangre de Cristo” (1:19).
Pedro apunta a la divinidad de Jesucristo indirectamente. Lo hace poniendo a
Jesús a la altura de Dios Padre, y los menciona juntos en por lo menos dos
versículos (1:2, 3). De este modo Pedro demanda que se tenga fe en Cristo como
único Hijo de Dios. Para Pedro, Jesús es Señor (1:3; 3:15), así como el Padre
es Señor (1:25; 3:12).
Al comienzo de su carta él escribe que Dios el Padre “nos ha hecho renacer
para una esperanza viva por medio de la resurrección de Cristo de los muertos”
(1:3). Y cuando considera el bautismo, destaca que “nos salva por la resurrección
de Jesucristo” (3:21). Incluso las palabras de la bendición de Pedro—“su gloria
eterna en Cristo”—sugieren la resurrección de Cristo (5:10).
“Jesucristo … ha subido al cielo y está a la diestra de Dios” (3:21–22). Pero
esta única referencia basta, ya que en consonancia con el resto del Nuevo
Testamento Pedro apunta a la posición exaltada de Cristo (véase Hch. 1:9–11;
Heb. 1:3; 4:14; 12:2). Los ángeles, las autoridades, y los poderes le están sujetos
(3:22; Ef. 1:21; 6:12).
El Espíritu Santo
Las referencias al Espíritu Santo son pocas en la epístola de Pedro (1:2, 11,
12; 4:14). Pero aunque son escasas, su descripción de la obra del Espíritu Santo
es amplia. Dicha obra va desde la santificación de los escogidos (1:2) a la
predicción de los sufrimientos de Cristo y de “la glorias que seguirían” (1:11)
hasta llegar a la guianza “de los que han predicado el evangelio” (1:12). El
Espíritu no sólo desempeña un papel activo en la resurrección de Cristo (3:18),
sino que también, como Espíritu de gloria, reposa sobre los cristianos que sufren
(4:14).
Mediante las palabras el Espíritu de Cristo, Pedro vincula al Espíritu Santo
estrechamente con Jesucristo (1:11). Esta elección de términos aparece también
en las epístolas de Pablo (véase Ro. 8:9; Fil. 1:19). Pablo también habla del
Espíritu del Hijo de Dios (Gá. 4:6). Y también Lucas relata que cuando Pablo y
sus compañeros trataron de entrar en Bitinia, el Espíritu de Jesús no se los
permitió (Hch. 16:7).
La iglesia
Pedro no utiliza el término iglesia en ninguna parte de su epístola. Recurre, sin
embargo, a varias otras expresiones para describir al pueblo de Dios. Por
ejemplo, él describe a los seguidores de Jesucristo como “escogidos de Dios” y
“extranjeros en el mundo” (1:1). Según Pedro, los creyentes son “un pueblo
escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo perteneciente a Dios”
(2:9). Pedro deriva estos términos del Antiguo Testamento, lo que indica que
considera a los miembros de la iglesia de Cristo como una continuación del Israel
espiritual. Al pueblo de Israel, descrito en el Antiguo Testamento, le fue revelado
que era el pueblo escogido de Dios que le pertenecía (véase Deut. 10:15; 1 S.
12:22). Y esos términos descriptivos, un sacerdocio real, una nación santa,
hacen eco de la instrucción de Dios a Israel en el Sinaí: “Me seréis un reino de
sacerdotes y una nación santa” (Ex. 19:6; véase también Dt. 7:6; Is. 62:12).
Pedro llama a Jesús el Pastor espiritual y Obispo del pueblo de Dios (2:25). Y
así como Jesús es el Pastor principal, del mismo modo Pedro y los que como él
son ancianos, son pastores responsables ante Jesús por la supervisión del
rebaño (5:1–4). Y si bien Pedro se identifica como apóstol (1:1), él no vacila en
ponerse a la altura del resto de los ancianos. Modestamente se autodenomina
“anciano yo también” (5:1); de este modo sirve como ejemplo de aquello que pide
que los ancianos hagan: “No teniendo señorío sobre los que están a su cuidado,
sino siendo ejemplos del rebaño” (5:3).
Finalmente, de principio a fin de su epístola, Pedro considera tanto a la iglesia
como a Jesús mismo escogidos de Dios (1:2; 2:4, 6, 9; 5:13). Por tal razón, Pedro
concluye su carta diciendo que los lectores están “en Cristo” (5:14).
La escatología
Visto el intenso sufrimiento que sus lectores soportaban, ¿da Pedro alguna
indicación de que ellos están viviendo en los tiempos postreros en los cuales el
regreso de Jesús es inminente? Pedro es bien específico en la expresión de sus
expectativas. Él dice: “el fin de todas las cosas se acerca” (4:7). Esto indica que
Pedro espera que Jesús vuelva pronto (compárese con Stg. 5:9). En otros
pasajes, Pedro manifiesta que él y sus contemporáneos están viviendo en los
últimos días (1:5; 2:12). El alienta a los cristianos que sufren, diciéndoles que
Dios los sacará de sus sufrimiento para llevarlos a la gloria eterna (4:13; 5:10).
La herencia del creyente no se encuentra en la tierra sino que está guardada
por Dios en los cielos (1:4). Pero, ¿qué es el cielo, según Pedro? El cielo es
aquel lugar en que Jesús está sentado a la diestra de Dios y donde los ángeles,
autoridades y poderes le están sujetos (3:22). Pedro describe los cielos como
una morada del Espíritu Santo (1:12), donde los ángeles anhelan conocer el
misterio de la salvación del hombre.
Pedro habla también acerca del juicio de los creyentes y de los que
desobedecen a Dios. Es más, Pedro saca a relucir el hecho de que para la familia
de Dios el tiempo del juicio ya ha llegado. “Y si comienza con nosotros primero,
¿cuál será el fin de los que no obedecen el evangelio de Dios?” (4:17). A efectos
de sustentar sus palabras, él apela a un pasaje del Antiguo Testamento: “Y si el
justo con dificultad se salva, ¿en dónde apacerá el impío y el pecador?” (v. 18;
Pr. 11:31).
La voluntad de Dios
El apóstol anima a los cristianos a vivir una vida encomiable para que los
paganos puedan reconocer sus buenas obras y aun glorificar a Dios (2:12). El
tema recurrente de Pedro es que los creyentes deben hacer el bien (2:15, 20;
3:6, 17). Deben vivir y sufrir en obediencia a la voluntad de Dios (4:2, 19). Los
cristianos saben que la voluntad de Dios es determinativa para sus vidas, porque
él espera que por medio de su conducta ellos ganen a otros para la causa de
Cristo. Pedro apela directamente al ejemplo que Cristo ha dado, y por
consiguiente aconseja a los lectores que anden en las huellas de Jesús (2:21).
La conclusión de todo esto es que el cristiano nunca debe actuar
independientemente del ejemplo de Jesús, sino que siempre debe estar “en
Cristo”.
Estudios recientes
Los estudios recientes de 1 Pedro ponen generalmente de relieve tres
tendencias en la moderna erudición del Nuevo Testamento. La primera es la
tendencia a postular la existencia de “escuelas” apostólicas, es decir, seguidores
de influyentes maestros que abanderarían el espíritu de sus maestros después
de la muerte de estos, y que podrían haber sido autores de algunos libros
atribuidos tradicionalmente a estos apóstoles. La atención se ha centrado
principalmente en una escuela joanina pero se ha planteado también la
existencia de una escuela paulina, y, en días más recientes, una escuela petrina.
Es un hecho innegable que la impresionante personalidad y obra de los
apóstoles dejaron una marca indeleble en sus seguidores. Sin embargo, no
tenemos prácticamente ningún dato procedente del siglo primero que indique la
existencia de tales escuelas. Y en cualquier caso, los defensores de la hipótesis
de la escuela no han explicado aun la objeción de que, en el siglo primero, la
carta pseudografica no estaba reconocida como una convención literaria valida,
por muy cerca que el pseudoepigrafo pretendiera estar del maestro en cuyo
nombre escribía.
Una segunda tendencia que se ha puesto de manifiesto en relación con 1
Pedro es el análisis cuidadoso del modo en que se comunican los libros del
Nuevo Testamento. W. L. Schutter arguementa, por ejemplo, que la densidad del
material del Antiguo Testamento que encontramos en 1 Pedro confiere a la carta
el carácter de “midrash homiletica”, un documento pastoral que se sirve del
Antiguo Testamento para estimular e instruir. La primera epístola de Pedro esta
sin duda, como ya hemos observado, impregnada de alusiones y terminología
veterotestamentaria. Dudamos, sin embargo, que el grado en que Pedro se
concentra en la exposición del Antiguo Testamento permita que la carta pueda
catalogarse de midrash. Otra obra que presta mucha atención al método de
comunicación de la carta es la disertación de Barth L. Campbell, que analiza la
carta según las antiguas normas retoricas y la importancia que se confiere al
honor y la vergüenza en la cultura greco romana. Dentro de esta categoría
general está también la obra de David Balch, que estudia la función y el propósito
de los “códigos familiares” (2:18-3-6) dentro de la carta. Balch afirma que estos
códigos familiares son recursos apologéticos que pretender sofocar lo rumores
de que, por su “ética de la liberación”, los cristianos fomentaban la anarquía
social. Pedro utilizaría, por tanto, estos códigos para aconsejar la asimilación de
las prácticas culturales reinantes. No obstante, aunque la iglesia primitiva
estuviera llevando a cabo una lectura excesivamente entusiasta de la “liberación”
cristiana(ver 1 cor.), el material que Balch trata en 1 Pedro tiene fuertes raíces
en la enseñanza bíblica. No puede considerarse como un simple caso de
adaptación a la cultura. Por otra parte la carta en su conjunto tampoco sugiere
este tipo de acercamiento asimilacionista.
Una tercera forma en que los estudios recientes de 1 Pedro siguen campos de
estudio más amplios lo vemos en el interés que ha despertado la investigación
acerca de la clase social de los lectores. En este sentido, la obra de John H. Elliot
sobre 1 Pedro contribuyo no solo al estudio de la carta sino también a la
metodología en desarrollo de la investigación en el campo de las ciencias
sociales. En su monografía de 1981, “Un hogar para los que no tienen patria ni
hogar” Elliot defendía que una parte de la terminología clave que utiliza Pedro
para caracterizar a sus lectores ha de entenderse, no desde un punto de vista
teológico sino sociológico, Elliot se centra en términos como (paroikos/paraikia),
“extranjero”, “peregrinar”/peregrinación (2:11;1:17) y (parepidemos),
“expatriados”/ “extranjeros” (1:1; 2:11). Elliot defiende que en todos estos casos,
los términos no indican el estatus espiritual que los lectores adquirieron con su
conversión a Cristo, sino a su posición social antes de la conversión. Los lectores
de Pedro no eran extranjeros y exiliados, alienados de la sociedad que le
rodeaba por su estatus legal y social. Por ello Pedro le anima recordándoles que
tiene su verdadero “hogar” en la comunidad cristiana. Aunque la tesis de Elliot
nos ofrece un valioso recordatorio de la necesidad de situar las cartas del Nuevo
Testamento en su verdadero contexto del primer siglo, su trabajo no cuenta con
mucha aceptación.
Bosquejo.

Salutación (1:1, 2)
I. Recuerden nuestra gran salvación (1:3–2:10)
A. La certidumbre de nuestra herencia futura (1:3–12)
1. Preservada por el poder de Dios (1:3–5)
2. Probada por las pruebas de la persecución (1:6–9)
3. Predicha por los profetas de Dios (1:10–12)
B. Las consecuencias de nuestra herencia futura (1:13–2:10)
1. Perseverancia de esperanza (1:13–16)
2. Persistencia de asombro (1:17–21)
3. Poder del amor (1:22–2:3)
4. Alabanzas de Cristo (2:4–10)
II. Recuerden nuestro ejemplo delante de los hombres (2:11–4:6)
A. Vida honorable delante de los incrédulos (2:11–3:7)
1. Sumisión al gobierno (2:11–17)
2. Sumisión a los amos (2:18–25)
3. Sumisión en la familia (3:1–7)
B. Vida honorable delante de los creyentes (3:8–12)
C. Vida honorable en medio del sufrimiento (3:13–4:6)
1. El principio del sufrimiento por la justicia (3:13–17)
2. El modelo de sufrimiento por la justicia (3:18–22)
3. El propósito del sufrimiento por la justicia (4:1–6)
III. Recuerden que nuestro Señor regresará (4:7–5:11)
A. Las responsabilidades de la vida cristiana (4:7–11)
B. Las recompensas del sufrimiento cristiano (4:12–19)
C. Los requisitos para el liderazgo cristiano (5:1–4)
D. La realización de la victoria cristiana (5:5–11)
Conclusión (5:12–14).
Comparación de las versiones

1 Pedro 3
PER LBLA NBJ RV 1960 Versión
13 ¿Quién podrá 13 ¿Y quién os podrá 13 En la 13 ¿Y quién es aquel 13 ¿Quién le va
haceros daño si sois hacer daño si persecución. Y que os podrá hacer dañar a ustedes, si
solícitos del bien? demostráis tener celo ¿quién os hará mal daño, si vosotros hacen el bien?
por lo bueno? si os afanáis por el seguís el bien?
bien?

14 Y si padecéis 14 Pero aun si sufrís 14 Mas,[1] aunque 14 Mas también si 14 Y si hacen el bien
por la justicia, por causa de la sufrierais a causa de alguna cosa padecéis pero a pesar de eso
dichosos vosotros. justicia, dichosos sois la justicia,[2] por causa de la igual deben sufrir, son
No les tengáis . Y NO OS dichosos vosotros. justicia, bendecidos, no
miedo ni os turbéis. AMEDRENTEIS POR No les tengáis bienaventurados tengan miedo de
TEMOR A ELLOS NI ningún miedo ni os sois.(F) Por tanto, no nadie, ni tampoco se
OS TURBEIS, turbéis*. os amedrentéis por asusten
temor de ellos, ni os
conturbéis,

15 Reconoced 15 sino santificad a 15 Al contrario, dad 15 sino santificad a 15 más bien,


internamente la Cristo como Señor en culto al Señor, Dios el Señor en consagren a Jesús
santidad de Cristo vuestros corazones, Cristo, en vuestros vuestros como Señor en sus
como Señor. Si estando siempre corazones, siempre corazones,(G) y estad corazones, y siempre
alguien os pide preparados para dispuestos a dar siempre preparados deben estar
explicaciones de presentar defensa respuesta a todo el para presentar dispuestos a explicar
vuestra esperanza ante todo el que os que os pida razón defensa con con amabilidad y
estad dispuestos a demande razón de la de vuestra mansedumbre y respeto a cada uno
defenderla, esperanza que hay en esperanza*. reverencia ante todo que les pida
vosotros, pero el que os demande explicación de su fe.
hacedlo con razón de la esperanza
mansedumbre y que hay en vosotros;
reverencia;

16 pero con 16 teniendo buena 16 Pero hacedlo 16 teniendo buena 16 teniendo una
modestia y respeto, conciencia, para que con dulzura y conciencia, para que buena conciencia,
con buena en aquello en que respeto. Mantened en lo que murmuran para que en lo que
conciencia; de modo sois calumniados, una buena de vosotros como de hablan mal de
que los que sean avergonzados conciencia, para que malhechores, sean ustedes como
denigran vuestra los que difaman aquello mismo que avergonzados los que criminales, sean
buena conducta vuestra buena os echen en cara, calumnian vuestra avergonzados por
cristiana queden conducta en Cristo. sirva de confusión a buena conducta en difamar su buena
confundidos de quienes critiquen Cristo. conducta en Cristo.
haberos difamado. vuestra buena
conducta en Cristo.

17 Si fuera la 17 Pues es mejor 17 Pues más vale 17 Porque mejor es 17 Si es esa la


voluntad de Dios, padecer por hacer el padecer por obrar el que padezcáis Voluntad de Dios, es
mejor es sufrir por bien, si así es la bien, si esa es la haciendo el bien, si la mejor que sufran por
hacer el bien que voluntad de Dios, que voluntad de Dios, voluntad de Dios así hacer el bien que por
por hacer el mal. por hacer el mal. que por obrar el mal. lo quiere, que hacer el mal.
haciendo el mal.
Análisis Semántico
Desde el español.
1 Pedro 3:13-17
13¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? 14Mas
también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados
sois Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15sino
santificad a Dios el Señor en vuestros corazones y estad siempre preparados
para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os
demande razón de la esperanza que hay en vosotros; 16teniendo buena
conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,
sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.
17Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así

lo quiere, que haciendo el mal.


13- Quién… podrá—Griego, “¿quién es aquel que os hará daño?” Esta
confianza provechosa en la protección del daño por Dios, Cristo, la Cabeza, en
sus padecimientos la experimentó; asimismo sus miembros. Si… seguís—
Griego, “Si os hicieseis imitadores (los manuscritos más antiguos: “celosos”, Tito
2:14) del bien”. “El bien”: el contraste en el griego es: ¿quién os hará mal, si sois
celosos en hacer el bien?
14- Mas también si—“Pero aunque padezcáis…” “Las promesas de esta vida
alcanzan sólo allá donde nos convenga que se cumplan” [Calvino]. Así sigue
declarando las excepciones de la promesa (v. 10) y cómo los prudentes se
portarán en tales casos excepcionales, “Si acaso sufrierais…”; palabra más
suave que “dañar”. Por causa de la justicia—Griego, “a causa de justicia”; “no
el padecimiento, sino la causa por la cual uno padece, hace el mártir”. [Agustín].
(Sois) bienaventurados—Ni puede el padecer quitar la buena ventura; más
bien la encarece. Por tanto—Griego, “Pero” no perdáis vuestra bendición (v. 9),
temiendo el terror del hombre en los tiempos de vuestra adversidad. Lit., “no os
aterrorice el terror de ellos”, no temáis el terror que ellos quieren infundiros, terror
que ellos mismos experimentan cuando están en la adversidad. Este y el v. 15
son citas de Isaías 8:12, 13.Dios solo ha de ser temido; el que teme a Dios, no
tiene a quién más temer. Ni os conturbéis—la amenaza de la ley, Levítico
26:36; Deuteronomio 28:65, 66; en contraste con ella, el evangelio da al creyente
un corazón que siente la seguridad del favor de Dios, corazón por tanto tranquilo
en toda adversidad. No temáis, ni aun estéis agitados.
15- Santificad—haced santo; honrad como santo, entronizándolo en vuestros
corazones. Así en la oración dominical (Mateo 6:9). La santidad de Dios es así
glorificada en nuestros corazones como morada de su Espíritu. Señor Dios—
Los manuscritos más antiguos leen “a Cristo”: “Santificad a Cristo por Señor”. y
estad—Griego, “pero”, o “además”. Además de esta santificación interior de Dios
en el corazón, estad siempre listos para dar razón… presentar defensa—
respuesta apologética en defensa de vuestra fe. con mansedumbre—Los
manuscritos más antiguos: “pero con …” El orden del griego es: “Aparejados …
razón … vosotros, pero con mansedumbre …;” no con arrogancia e impertinencia
(comp. v. 4). Es la manera más eficiente; no la impetuosidad y la suficiencia
propias. Todo el que os demande—Esto limita la extensión de la palabra
“siempre”: al blasfemo no hay que darle razón, sino al pagano que interroga con
sinceridad. razón—Griego, “logón”, palabra, una relación razonable. Esto rebate
el dogma de Roma, “lo creo porque la Iglesia lo cree”. La credulidad es creer sin
evidencia; la fe es creer por la evidencia. No hay dónde descansar la razón
misma sino en la fe. Este texto no impone la obligación de presentar un ensayo
erudito ni defensa lógica de la revelación. Pero como los creyentes se niegan a
sí mismos, crucifican al mundo, y afrontan la persecución, necesitan ser
alentados con alguna fuerte “esperanza”; hombres del mundo, que no tienen tal
esperanza ellos mismos, son movidos por la curiosidad a preguntar el secreto de
esta esperanza; el creyente debe estar preparado para dar un relato
experimental de “cómo nació en él la esperanza, qué es su contenido, y sobre
qué descansa como apoyo” [Steiger]. reverencia—el debido respeto hacia el
hombre y temor hacia Dios, recordando que la causa de él no necesita el enojo
ni la ira del hombre para defenderse.
16- Teniendo buena conciencia—la fuente secreta de la prontitud para dar
razón de nuestra esperanza. Así la esperanza y la buena conciencia van unidas
en Hechos 24:15, 16. La profesión sin la práctica no tiene peso. Pero los que
tienen buena conciencia pueden permitirse dar razón de su esperanza “con
mansedumbre”. en lo que murmuran—Un manuscrito antiguo dice: “en lo que
sois calumniados”, y omite “como malhechores”. calumnian—el griego expresa
la malicia demostrada en hechos tanto como en palabras. Se traduce “ultrajan”
en Mateo 5:44; Lucas 6:28. conversación—vida, conducta, comportamiento. en
Cristo—quien es el mismo elemento de vuestra vida de cristianos. “En Cristo”
de “buena.” Es vuestra buena conducta como cristianos, no como ciudadanos,
lo que evoca la malicia (4:4, 5, 14).
17- mejor—uno no puede objetar diciendo: Yo no lo llevaría tan mal, si lo hubiese
merecido: a lo que Pedro responde: Es mejor que no lo merecieras, a fin de que,
haciendo bien y con todo calumniado, puedas probar que eres un cristiano
verdadero [Gerhardt]. si la voluntad de Dios así lo quiere—Mejor como los
manuscritos más antiguos tienen el modo optativo (theloi), “si la voluntad de Dios
(lo) quisiere”. Los que honran la voluntad de Dios como su suprema ley (2:15),
tienen el consuelo de saber que el padecimiento es de la ordenación de Dios
(4:19). Así Cristo mismo; nuestra inclinación humana no lo desea.8

8
Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (2002). Comentario exegético y explicativo de la Biblia –
tomo 2: El Nuevo Testamento (pp. 703–704). El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones.
Español-griego
13- Que os podrá hacer daño (ho kakösön humas). Participio futuro articular
en voz activa de kakoö, viejo verbo (de kakos, malo) como en Hechos 7:6, 19.
Cualquier daño real, sea que desee dañar o que quiera hacerlo. Véanse las
palabras en Isaías 50:9. Si vosotros tenéis (ean genësthe). Más bien, «si os
hacéis» (condición de la tercera clase con ean y segundo aoristo de subjuntivo
en voz media de ginomai). Celo por el bien (tou agathou zëlötai). «Zelotes para
lo bueno» (genitivo objetivo tras zëlötai, zelotes, no celosos), viejo término
proveniente de zëloö (1 Co. 12:12).
14. Pero aun si padecéis (all’ ei kai paschoite). «Pero si debierais también
padecer.» Condición de la cuarta clase con ei y el optativo (indeterminado con
menos probabilidad), una condición infrecuente en el Koiné vernacular, porque
el optativo era un modo en extinción. Si la situación, a pesar de la nota profética
de victoria en el versículo 13, llegara a un sufrimiento real «por causa de la
justicia» (dia dikaiosunën) como en Mateo 5:10 (heneken, no dia), entonces
«dichosos» (makarioi, la misma palabra de Jesús en el citado pasaje, que véase,
un término que significa «feliz», no eulogëtoi) «sois» (no en el texto griego). Si
se expresara la conclusión de una forma regular, sería eiëte an (seríais), no este
(sois). Es interesante observar la condición de tercera clase en el versículo 13,
justo antes de la de cuarta clase en el versículo 14. No os amedrentéis por temor
a ellos (ton phobon autön më phobëthëte). Prohibición con mëde y el primer
aoristo de subjuntivo (ingresivo) de tarassö, perturbar (Mt. 2:6; Jn. 12:27). Parte
de la misma cita. Cf. 3:6.
15. Santificad (hagiasate). Primer aoristo de imperativo en voz activa de
hagiazö. Esto, en lugar de atemorizarse. Al Señor Cristo (V.M.) (kurion ton
Christon). Ton Christon, objeto directo con artículo y kurion, predicado acusativo
(sin el artículo). Éste es el texto correcto, no ton theon como aparece en el Textus
Receptus. Una adaptación a Cristo de Isaías 8:13. Estad siempre preparados
(hetoimoi aei). Ningún participio en griego, un viejo adjetivo (Tit. 3:1). Para
presentar defensa (pros apologian). Para una apología, en su sentido antiguo,
una respuesta razonada y vindicadora, una defensa, como en Hechos 22:1, de
apologeomai, defender, vindicar. Razón de la esperanza que hay en vosotros
(logon peri tës en humin elpidos). Sentido original de logon (acusativo de la cosa
con aitounti y humäs, acusativo de la persona), «con respecto a la en vosotros
esperanza». Listos para una defensa oral de la esperanza interior. Esta actitud
demanda una comprensión inteligente de la esperanza, y capacidad para
presentarla. En Atenas se esperaba de cada ciudadano que pudiera unirse a la
discusión de los asuntos de estado. Con mansedumbre y reverencia (alla meta
prautëtos kai phobou). De Dios (2:18; 3:2, 4), no del hombre.
16. Teniendo buena conciencia (suneidësin echontes agathën). Participio
presente en voz activa de echö. Véase 2:18 para suneidësin y 3:21 para
suneidësis agathë empleado otra vez («casi una personificación», Hart). Para
que … sean avergonzados (hina kataischunthösin). Cláusula de propósito con
hina y el primer aoristo de subjuntivo en voz pasiva de kataischunö, un viejo
verbo, avergonzar (Lc. 13:17; 1 P. 2:6). En lo que murmuran de vosotros (en höi
katalaleisthe). Presente de indicativo en voz pasiva de katalaleö, para lo que
véase 2:12 también con en höi. Pedro puede estar recordando (Hart) su propia
experiencia en Pentecostés cuando los judíos primero se burlaban, y luego
fueron compungidos de corazón (Hch. 2:13, 37). Los que calumnian (hoi
epëreazontes). Participio presente articular en voz activa de epëreazö, viejo
verbo (de epëreia, abuso insultante), insultar, en el N.T. sólo aquí y en Lucas
6:28. En Cristo (en Christöi). La acostumbrada frase mística de Pablo que Pedro
usa tres veces (aquí, y en 5:10, 14), y que no se encuentra en Juan, aunque la
idea aparece constantemente en sus escritos. Pedro da aquí un nuevo giro (cf.
2:12) a anastrophë (forma de vivir). «Constantemente, el apóstol repite sus
frases con nueva significación y bajo una nueva luz» (Bigg).
17. Mejor (kreitton). Comparativo de kratus como en 2 Pedro 2:21 y Hebreos
1:4. La paciente longanimidad no solamente acalla la calumnia (v. 16) y refleja el
carácter de Cristo (v. 18), sino que tiene un valor propio (v. 17). Si la voluntad de
Dios así lo quiere (ei theloi to thelëma tou theou). Otra vez condición de cuarta
clase (ei-theloi) con ei y el optativo. Para un pleonasmo similar, véase Juan 7:17.
Haciendo el bien … que haciendo el mal (agathopoiountas ë kakopoiountas).
Acusativo plural concordando con humäs, que se sobrentiende (acusativo de
referencia general con el infinitivo paschein (sufrir) de los participios de
agathopoieö (ver 2:15) y de kakopoieö (Mr. 3:4, y véase 1 P. 2:14 para
kakopoios).9

9
Robertson, A. T. (2003). Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento: Obra Completa (6 Tomos
en 1) (p. 663). Barcelona, España: Editorial Clie.
Análisis morfológico
Verbo
Principal
Verbo Indicativo
Indicativo Futuro Sustantivo Determinante
Presente Tercera Común Artículo
Tercera Pronombre Persona Masculino Conjunción Masculino
Persona Relativo Singular Singular Subordinada Singular
Singular
Conjunción
coordinada

13- ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?

Verbo Principal
Pronombre Indicativo
Pronombre Verbo Presente Nombre
Personal
Interrogativo Principal Segunda Común
Segunda
Común Singular Infinitivo Persona Plural Masculino
Persona
Indefinido Singular
Plural
Pronombre
Personal
Determinante
Segunda
Demostrativo
Persona
Masculino
Masculino
Singular
Plural
Indefinido

Verbo Indicativo
Presente Segunda
Adverbio Persona Plural
general

14-Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois.

Verbo Principal Preposición, Determinante Nombre Nombre


Indicativo Preposición Artículo Común Común
Presente Segunda Simple Femenino Femenino Masculino
Persona Plural Singular Singular Plural
Verbo Principal Sustantivo Preposición Verbo Principal
Adverbio Subjuntivo Común Simple Subjuntivo
negativo Presente Segunda Masculino Presente Segunda
Persona Plural Singular Persona Plural

14- (b) Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,

Pronombre
Personal
Conjunción Pronombre Preposición Pronombre
Segunda Persona
Subordinada Personal Simple Personal
Común Plural
Segunda Tercera
Persona Persona
Común Plural Masculino Conjunción
Plural Coordinada

Preposición Preposición Conjunción Adverbio


coordinada temporal
Conjunción Artículo Nombre copulativa positivo
coordinada determinante común
adversativa masculino masculino
singular plural

15-sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados

Verbo Nombre Nombre Posesivo Verbo Adjetivo


imperativo propio propio determinante imperativo positivo,
plural 2ª masculino masculino masculino plural 2ª masculino
persona singular singular plural persona plural
simple 2ªpersona simple

15(b)- para presentar defensa con mansedumbre y reverencia

Preposición Preposición
Preposición

Verbo
infinitivo Sustantivo
simple común
femenino
singular
Sustantivo
común
Sustantivo
femenino
común
singular
femenino
singular
Verbo, subjuntivo, Preposición Preposición Personal,
singular, 1ª persona, pronominal,
Preposición presente, simple Conjunción masculino,
subordinada plural, 2ª
persona,
nominativo

15- (c) ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;

Verbo
Relativo Personal Sustantivo indicativo
pronominal pronominal común 3ª persona
masculino masculino, femenino Artículo Sustantivo existencial
singular plural 2ª singular determinante común presente
persona femenino femenino simple
acusativo singular singular

Sustantivo Relativo Personal,


común, pronominal pronominal
Verbo femenino, masculino masculino
gerundio singular singular plural 2ª
simple persona
Preposición Preposición
nominativo

Preposición

16- teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,

Adjetivo Conjunción Verbo indicativo Conjunción


positivo subordinada plural 3ª persona subordinada Nombre común
femenino adverbial presente simple causal masculino plural
,
singular
16(b)- sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

Sustantivo
Adjetivo en propio
Verbo indicativo masculino
grado
plural 3ª persona singular
positivo
presente
femenino
Verbo, singular Preposición
Relativo
subjuntivo,
pronominal
plural, 3ª Posesivo, determinante,
persona,
masculino
femenino, singular, 2ª Sustantivo común
plural femenino singular
presente, simple persona
Conjunción Articulo Conjunción
subordinada Conjunción determinante coordinada
causal subordinada masculino distributiva

17- Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien,

Adverbio Verbo Verbo Verbo,


modal indicativo subjuntivo indicativo,
comparativo singular plural 2ª singular, 1ª
3ª persona persona,
persona presente presente
presente

Nombre Verbo Conjunción


común indicativo subordinada
femenino singular 3ª
Verbo
singular persona
indicativo, Artículo
Conjunción presente
singular 1ª determinante
subordinada masculino
Preposición persona
presente singular

17(b)- si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

Artículo Nombre Artículo,


determinante propio Adverbio determinante, Adverbio
femenino masculino modal masculino, modal
singular singular positivo singular positivo
Sermón

Probados para ser aprobados


1 Pedro 1.6, 7; 1 Pedro 3.13-17; 1 Pedro 4.12-19; 1 Pedro 5:9, Santiago 1:2-4.
Introducción.
Frases sobre las Pruebas
 Si no existiera el invierno, la primavera no sería placentera, y si no
pasamos por pruebas, la prosperidad no sería bienvenida. Anne
Bradstreet.
 Un hombre acostumbrado a las pruebas no es fácilmente sorprendido.
Samuel Johnson.
 Quien no ha afrontado la adversidad no conoce su propia fuerza. Ben
Jonson.

Desarrollo
1. Diferenciando las pruebas de las tentaciones.
*¿Qué son las pruebas?
Acción de probar a alguien o algo para conocer sus cualidades, verificar su
eficacia, saber cómo funciona o reacciona, o qué resultado produce.
*¿Qué son las tentaciones?
Impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar
inconveniente. Stg 1:13 Y, cuando sean tentados, acuérdense de no decir:
«Dios me está tentando». Dios nunca es tentado a hacer el mal y jamás
tienta a nadie. Stg 1:14 La tentación viene de nuestros propios deseos,
los cuales nos seducen y nos arrastran.

2. El motivo de las pruebas. (1 Pedro 1:6b-7, Santiago 1:2-4)


Cuando él habla de pruebas, no se refiere a los desastres naturales ni a los
castigos de Dios, sino a la reacción de un mundo incrédulo a las personas de fe.
Todos los creyentes se enfrentan ese tipo de pruebas cuando dejan que su luz
brille en medio de las tinieblas. Debemos aceptar las pruebas como parte del
proceso de refinamiento que consume las impurezas, y nos prepara para nuestra
reunión con Cristo.
-Necesitamos de las pruebas para que nuestra fe pueda ser probada si es
auténtica. 1 Pedro 1:6b-7
Se puede soportar cualquier cosa que le sobrevenga a uno si se tiene en
cuenta que la aflicción es realmente una prueba. Para purificar al oro, hay que
someterlo al fuego. Las pruebas que le sobrevienen a una persona prueban su
fe, que sale de ellas más fuerte de lo que era antes. Los rigores que un atleta
tiene que soportar no pretenden destruirle, sino capacitarle para desarrollar más
fuerza y habilidad. Las pruebas de este mundo no están diseñadas para agotar
nuestra resistencia, sino para incrementarla.
-Nuestra fe luego producirá paciencia. Santiago 1:2-3
En realidad, no podemos llegar a conocer la profundidad de nuestro carácter
hasta ver cómo reaccionamos frente a las presiones. Es muy fácil ser amable
cuando todas las cosas andan bien, pero ¿seguiremos siendo amables cuando
otros nos traten injustamente? Dios quiere que seamos perfectos, no librarnos
del dolor. En lugar de quejarnos por nuestras luchas, debiéramos ver en ellas
oportunidades de crecer.
-nos ayudan a ser perfectos y completos. Santiago 1:4

3. Tipos de pruebas según 1 Pedro


- sufrir por hacer el bien. 3:17ss
La lógica humana hace creer que Dios nos protegerá del mal si le obedecemos.
Algunos predicadores enseñan equivocadamente que si somos dóciles al Señor,
tendremos abundancia y tenemos derecho a ser sanados de nuestras dolencias
para vivir sin penas.
Lo que Pedro presenta es que, aun cuando el cristiano se vea obligado a sufrir
injustamente por su fe, no está haciendo más que recorrer el camino que anduvo
su Señor y Salvador. El cristiano que sufre debe siempre recordar que tiene un
Señor que sufre. Los creyentes fieles pueden sufrir el mal precisamente porque
practican la justicia. Hebreos 11:36–40 describe los sufrimientos de muchos
fieles. El que padece por causa de la justicia, es feliz porque obedece a Dios y
goza de su comunión y apoyo. ¡Esta es la clave del triunfo
- Prueba de fuego. 4:12-19
Persecución que atravesaban en ese tiempo, que los llevaba a la muerte. Hoy
en día nosotros en este país no tenemos este tipo de persecución pero si de otra
manera.
4. Quienes deben pasar estas pruebas.
Todos los cristianos en todo el mundo debemos atravesar estas pruebas para
poder crecer en la fe y confianza en nuestro Señor Jesucristo. 5:9

Conclusión.
Las pruebas que los creyentes soportan vienen de la mano de Dios. Estas
pruebas, cualesquiera sean su forma, son decretadas por Dios. La prueba al
creyente sirve para fortalecer su fe.
Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones,
porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido
a quienes lo aman. Santiago 1:12
La prueba del sufrimiento es necesaria, ya que está de acuerdo con el propósito
de Dios. Y que podamos decir como Job, Mas él conoce mi camino; Me probará,
y saldré como oro. Job 23:10
Bibliografía

- CARSON D, A, y MOO Douglas. Una Introducción al Nuevo Testamento.


-DAVIDS, Peter. La primera epístola de Pedro.
-HARRISON, Everret. F. (1980). Introducción al Nuevo Testamento.
- JAMIESON, R., FAUSSET, A. R., & BROWN, D. (2002). Comentario
exegético y explicativo de la Biblia – tomo 2: El Nuevo Testamento.
-KISTEMAKER, Simon. (1994). 1 y 2 Pedro, Judas.
- LUGO, Raúl H. y LÓPEZ ROSAS, Ricardo (2013), Hebreos y Cartas
Católicas. Santiago, 1 y 2 Pedro, Judas, 1, 2 y 3 Juan.
-MCKNIGHT, Scot; (2014).1 Pedro, comentarios bíblicos con aplicación.
-MUELLER, Enio, R.; 1 Pedro, Introducción y comentario. (Portugués)
-ROBERTSON, A. T. (2003). Comentario al Texto Griego del Nuevo
Testamento: Obra Completa (6 Tomos en 1).
-STRONG, James. Diccionario Strong de Palabras Originales del Antiguo y
Nuevo Testamento.

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