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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES


DERECHO

DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

DOCENTE: DR. ANTONIO JOSE RENGIFO

ENSAYO FINAL

JOSE LUIS DÍAZ BARRIOS

BOGOTÁ
2019
¿Podrían los pueblos del mundo adoptar un pacto universal de derechos de
los pueblos exigible a todos los estados?

Las revoluciones y los movimientos independentistas ocurridos especialmente


durante los siglos XIX y XX han traído consigo una idea constante que han logrado
imponer en las constituciones de múltiples países, esta idea no es otra si no el
“poder constituyente de los pueblos”. Este concepto se ha desarrollado y
materializado de formas diferentes dependiendo de las latitudes, pero es posible
identificar en todos los ejemplos una característica en común y es el hecho de que
se ha buscado y propendido porque sea el pueblo el órgano que determina, define,
establece, aprueba, etc, las instituciones que formarán parte del estado, las
funciones que le son atribuidas a estas. Si bien no existen en la actualidad grandes
debates o problemáticas acerca del poder constituyente de los pueblos en países
con democracias estables, por ello en la actualidad conviene prestar atención al
papel que juegan los pueblos en la escena internacional. Específicamente en el
presente ensayo se abordará si en materia internacional los pueblos han ejercido
su facultad o su poder constituyente y de no ser así, surge inevitablemente una
pregunta, ¿podrían los pueblos del mundo adoptar un pacto universal de derecho
de los pueblos exigible a los demás estados? Esto, específicamente haciendo pleno
uso de su poder constituyente.

El papel que juegan los pueblos en las instituciones de derecho internacional


es sin duda un tópico al cual conviene prestarle la debida atención, esto
básicamente por tres razones fundamentales. En primera medida salta a la vista, y
resulta casi obvio mencionarlo, que las decisiones que toman las organizaciones de
derecho internacional (ONU, Consejo de Seguridad, Corte Penal Internacional, etc.)
afectan directamente a los pueblos del mundo, numerosos ejemplos claros de esto
se pueden encontrar en la actualidad, por dar un ejemplo el pueblo Sirio está siendo
víctima, entre otras cosas, de una decisión del Consejo de Seguridad de la ONU
donde ellos han vetado una serie de propuestas tendientes a acabar el conflicto
armado que se encuentra en esta región hace más de veinte años (El Espectador,
2018). En segunda medida numerosos autores sostienen en la actualidad que la
toma de decisiones de las más importantes instituciones de derecho internacional
se encuentran cooptadas por las grandes potencias y sus astronómicas
multinacionales lo que ha generado que las actuaciones que tienen dichas
instituciones no san reflejo de la voluntad de los pueblos atreves de un voto
democrático y participativo, por el contrario son decisiones que responden a
intereses económicos particulares y arbitrios individuales. En tercera medida resulta
imperativo dedicar esta observación al papel que juegan los pueblos en la escena
internacional ya que existe una urgencia inminente que pide a gritos un cambio en
la forma de como participan los pueblos ya que como está funcionando el sistema
internacional de protección de derechos humanos en la actualidad se han
presentado y se están presentando graves violaciones, no solo un lugar del mundo,
si no de forma generalizada en ciertas regiones del planeta.

Para dar respuesta al interrogante planteado en el título del presente trabajo


se observará en un primer momento que se entiende por “poder constituyente de
los pueblos”. Seguido de ello se pretende mostrar que conexión existe entre este
poder constituyente ya definido y la creación por parte de los pueblos de un pacto
universal. Finalmente se harán unas conclusiones acerca de que tan posible ve el
autor del presente texto la creación de este pacto y si fuera posible hacerlo exigible
a todos los estados.

Para realizar una definición de “poder constituyente” se puede remontar el


presente trabajo a ideólogos de vieja data, recurrir a Rousseau con su Contrato
Social, pero por fines prácticos se observará una definición más concreta y reciente
que tenga las cualidades suficientes para nutrir conceptualmente de forma correcta
este trabajo. De forma concreta se puede definir al poder constituyente como la
“voluntad originaria, soberana, suprema y directa que tiene un pueblo, para
constituir un Estado dándole una personalidad al mismo y darse la organización
jurídica y política que más le convenga” (Quisbert, 2007). A pesar de que se base
la definición de poder constituyente en este trabajo de una sola fuente el lector
puede tener certeza de que la gran mayoría de acepciones que existen frente al
particular concuerda en la casi todos sus elementos. De la definición aquí citada se
pueden identificar varios aspectos, el primero de ellos es que el poder constituyente
tiene como principal atribución la de disponer totalmente de la forma en que quiere
establecer o no un estado, es decir que las características, las funciones y la
configuración del mismo dependerán exclusivamente de quien detente el poder
constituyente. Despierta especial interés la parte final de la definición aquí citada,
pues es apenas lógico que el sujeto que tenga en sus manos el poder constituyente
lo utilizará para crear un estado que le resulte beneficioso, en ningún momento
utilizaría esa herramienta tan poderosa en perjuicio suyo.

Adicionalmente, todos los autores consultados y el anteriormente citado


concuerdan y parten del presupuesto de que el poder constituyente recae siempre,
única y exclusivamente en el pueblo, es decir que hablar de “poder constituyente de
los pueblos” sería caer en una redundancia. Esto puede ser verificado al observar
las constituciones políticas recientes, en la gran mayoría en sus preámbulos o en
sus artículos primeros afirman y describen todas las características propias del
poder constituyente y concluyen atribuyéndole estas a pueblo. En el caso
colombiano el preámbulo de la Constitución Política de 1991 reza: “El pueblo de
Colombia, en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios y
la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios…” (Const.,
1991). En este ejemplo se ve como le son atribuías al pueblo y a sus representantes
una ficción conocida como el “poder soberano” que lleva consigo el poder
constituyente.

Así como en los ordenamientos jurídicos nacionales el poder constituyente


recae en manos del pueblo que hace parte de dicho país, en el escenario
internacional en el sentido formal se ha establecido de la misma manera, aunque
en la práctica presente algunas vicisitudes. La carta de las Naciones Unidas inicia
diciendo: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas…” (ONU, 1945) es decir
que de entrada ya se está partiendo del presupuesto de que los pueblos que para
ese entonces hacían parte de la Organización de las Naciones Unidas fueron
quienes diseñaron, definieron y establecieron dicha carta, en pleno ejercicio de lo
que podríamos llamar como el poder constituyente de los pueblos en materia
internacional. En este punto es necesario hacer una claridad, ya que si bien la Carta
de la ONU quedó establecido de que fueron los pueblos quienes definieron este
documento, en la realidad a los pueblos no les fue consultado el contenido de esta
carta, esta fue desarrollada y promulgada realmente por un grupo muy selecto de
representantes de los países ganadores de la segunda guerra mundial (Rengifo,
2015). En este punto surge una inevitable pregunta ¿existe alguna relación entre el
poder constituyente de los pueblos y la creación de un posible pacto universal de
derecho de los pueblos? La respuesta es un rotundo sí. Como se ha venido viendo
es el poder constituyente la herramienta que permite que un grupo de personas, es
decir un pueblo, de forma conjuntamente democrática, defina entre sus miembros
que clase de estado desean que los gobierne, facultad que se puede observar se
ha extensible a las instituciones y declaraciones de derecho internacional. De esta
forma podríamos sostener que en caso de que surgiera la motivación internacional
de establecer un pacto universal de derechos humanos los legitimados para hacerlo
serían precisamente los pueblos.

Finalmente conviene observar de forma realista y crítica la viabilidad y


posibilidad material que existe para que los pueblos promulguen un pacto que
protegiera los derechos de si mismos, a esa oportunidad el autor evidencia tres
grandes impedimentos. El primero de ellos se refiere a lo complejo que puede
resultar encontrar un consenso entre los pueblos y más aún entre todos los pueblos
del mundo; esto ya que, si existe cierto grado de dificultad a la hora de expedir una
nueva constitución, así y en mayor medida podría presentarse todo un choque de
intereses dada la infinita diversidad de pueblos que existen. Para vencer esta
dificultad sería necesario acudir a un modelo de democracia representativa por
medio de la cual sean elegidos ciertos representantes que entren a un grupo más
pequeño y ellos sean finalmente los que voten y elijan el pacto. El segundo
impedimento que se puede proyectar es todo el conjunto de resistencias políticas y
económicas que se presentarían en el caso de que los pueblos decidieran
promulgar un pacto en defensa de sus derechos. Estas resistencias se presentarían
por parte de los sujetos, o más bien grupo de sujetos, que organizan, presiden y
lideran el actual sistema de derecho internacional. Estas potencias, grupos
empresariales y multinacionales presentarían una oposición rotunda al evidenciar
que posiblemente pueda perder el monopolio del control del sistema de derecho
internacional. Finalmente resultaría en una tarea considerablemente engorrosa y si
se quiere extensa la promulgación de un nuevo pacto de derechos de los pueblos
ya que al ser promulgado sería necesaria la modificación total de todo el sistema de
derecho internacional, lo que haría necesario que fue construido todo un sistema
jurídico nuevo en torno al nuevo pacto de los pueblos, tarea que tiraría a la basura
todos los avances que se han tenido en los últimos setenta años en materia de
protección de derecho humanos y en el establecimiento del derecho internacional
humanitario.
Referencias

Constitución política de Colombia (1991). 2da Ed. Legis.

Organización de Naciones Unidas. (1945). Carta de las Naciones Unidas.


Recuperada de: https://www.oas.org/36ag/espanol/doc_referencia/Carta_NU.pdf

Quisbert, Ermo. Poder Constituyente y Asamblea Constituyente. La Paz,


Bolivia: ADEQ, 2007, pág. 19.

Redacción Internacional. (10 Abril 2018). No hubo resolución sobre Siria,


¿cómo funciona el Consejo de Seguridad de la ONU? El Espectador. Recuperado
de: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/no-hubo-resolucion-sobre-
siria-como-funciona-el-consejo-de-seguridad-de-la-onu-articulo-749285

Rengifo L, Antonio José. (8 Julio 2015). El poder Constituyente de los


Pueblos del Mundo. Pensamiento Jurídico N°42, pág. 19.

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