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Trabajo y práctica del trabajo social de casos: Gordon

Hamilton

Los métodos y la aplicación que se utilizan en la comprensión y la


intervención social son:
Saber respetar a la personalidad humana; reconocer que cada cuál
tiene el derecho de gobernar su propia vida, de gozar las libertades
personales y civiles, y buscar la felicidad conforme a su manera de
entender las cosas.
La aplicación de estos principios significa que los trabajadores
sociales no han de imponer al cliente sus normas de conducta
personales, sus soluciones o sus puntos de vista morales, sino que le
concederán el derecho de ser como es, tomar sus propias decisiones
y hacer sus propios planes. Siempre se ha de procurar estimular al
individuo para que se dirija y se gobierne él mismo.
Según el autor, ayudar a una persona significa proporcionarle los
medios para realizar sus propias capacidades de evolución y
crecimiento personal. Sin embargo, no se pueden estimular tales
energías, sin que antes, el trabajador social haya aprendido la
naturaleza de la motivación, lo que una persona siente en relación a
su situación, en relación a los demás…
El trabajo social, como método, a menudo no intenta la
reconstrucción total de la personalidad, como tampoco intenta la
reorganización total del medio ambiente, sino que, mediante consejo
directo e influencias terapéuticas, y aligerando presiones del medio
ambiente, hace posible la modificación de las actitudes y del
comportamiento.
Dentro del tratamiento con el paciente, la relación que se establece
entre el trabajador social y la persona, va de una impresión objetiva
(simpatía o no simpatía, con o sin confianza, según sea su habilidad,
cortesía o compresión), hasta el grado en que los sentimientos
subjetivos influyen sobre la percepción que tiene el cliente de la
persona que le ofrece tratamiento. La experiencia de contar con un
profesional amistoso, que escucha atentamente nuestros problemas,
sin menospreciar sus dificultades, sin criticar ni dar consejos, suele
inducir una relación más cercana hacia el cliente, dándole la
sensación de haber sido entendido, que es el lazo más profundo en
las asociaciones personales y profesionales.
Durante las entrevistas entre trabajador social-paciente, es de gran
importancia la historia que él hace de sí misma; la información que
nos proporcione en primera persona es clave para entender hasta qué
punto la persona, es capaz de asumir su propia responsabilidad. En
este caso, el profesional ha de seguir el hilo de la narración del
cliente, sin tratar de violentar el ritmo y poseer la sensibilidad para
mantenerse en el tono justo. Entonces, el cliente sabrá apreciar el
interés y la preocupación que se le demuestran. Es necesario, por
tanto, asumir una actitud de aceptación, de comprensión y de cierto
apoyo hacia las personas.
El principio que debe servirnos de guía, en toda relación, es que el
solicitante tiende a ver y a usar al trabajador social en los términos de
su propia experiencia con otras personas, particularmente con los
familiares.
Cada trabajador social tiene una serie de consideraciones éticas hacia
su cliente, su agencia, la comunidad y a sí mismo. Sus
responsabilidades incluyen el respeto y la aceptación del cliente como
una personalidad y como un ser humano. Esto implica, que el cliente
no sea visto como un “problema”, sino como una persona con un
problema. Los pasos que se dan para guiarlo nunca serán
improvisados, impulsivos o precipitados, sino estar encaminados a
poner en juego la capacidad del cliente para tomar sus propias
decisiones y actuar de manera responsable. Las entrevistas deben
llevarse a cabo en estricto privado. Se debe ser muy prudente ante
las posibles promesas que realicemos a los clientes. Es preferible,
hacer pocas promesas y no dar falsas esperanzas sobre la capacidad
de uno para resolver un problema.
Una de las consideraciones más importantes dentro de la relación con
el paciente, son la confidencialidad de los asuntos personales que nos
haga y, nuestro deber de proteger sus datos más personales.
Hay que aprender a aceptar a los otros como personalidades distintas
a la nuestra, con su propio derecho a realizarse a su manera.
El conocimiento de uno mismo es un pre-requisito en toda relación
humana. Es importante conocerse a sí mismo a fin de ser capaz de
aceptar a los demás.
El trabajador social puede confundir sus propios sentimientos con los
del cliente; es por esta razón, que no se dejará involucrar en la
experiencia del cliente aunque siempre entenderá su sentimiento.
La expresión de los sentimientos es esencial para el tratamiento, y
por ello hay que entender el campo de las emociones del cliente. Por
tanto, el trabajador debe aceptarse a sí mismo en la actuación y en la
observación de sus propios sentimientos, y como éstos pueden
afectar a los clientes dentro de su labor profesional.
El conocimiento de sí mismo o el encontrarse a sí mismo y ser capaz
de relacionarse con la sociedad, son los dos fines de un mismo
proceso.

Opinión personal

Según el autor, Gordon Hamilton, el proceso de comprensión e


intervención social se basa en unos parámetros de comprensión,
esenciales para todo profesional del trabajo social: confidencialidad
hacia el cliente, aceptación de la individualidad de cada uno, las
libertades y los derechos de la personas, etc…
Son habilidades profesionales, que según el autor, los nuevos
trabajadores sociales han de aprender a lo largo de las experiencias
adquiridas.
Hamilton nos indica, como el diagnóstico es la parte esencial en todo
proceso social. Por esta razón, el autor insiste en la postura que
hemos de adoptar ante los posibles consejos y razonamientos
personales que demos a las personas afectadas: utilizar la
objetividad, la visión realista frente al problema…Todo ello, sin
dejarnos de implicar en la situación que padece el cliente, usando
todos nuestros sentidos para escucharle, y comprenderle ya que esto
nos proporcionará la información básica para ayudarle en todo lo
posible.
Por último remarcar, la finalidad de la labor de un trabajador social, la
cuál nunca hemos de olvidar: conseguir la autonomía personal de los
pacientes, y facilitarle los mecanismos que le permitan valerse por sí
mismo, en el trayecto de sus problemas personales y con el resto de
la sociedad.

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