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En el caso del Perú, cuando ya no fue posible financiar el gasto público con
créditos internacionales, al perder nuestra capacidad crediticia por haber
suspendido los pagos de créditos anteriores (1986), se recurrió al crédito interno
(bonos del Tesoro Público) o a emisiones inorgánicas del Banco Central de
Reserva, que precipitaron el proceso de hiperinflación que sufrimos hacia el final
de la década de los 80’.
En 1990 esa política fue llevada al extremo. El gasto público de ese año, como
el de los años anteriores, era alrededor del 12% del PBI. No obstante, la
recaudación tributaria apenas llegaba al 5%. Esa brecha de más de 7 puntos
porcentuales del PBI fue llenada con créditos inorgánicos del banco central que
produjeron el pico de hiperinflación (7,650%), lo que llevó a los economistas
locales a llamarla “tributación informal”, porque de alguna manera extraía
recursos de los contribuyentes, ya no mediante el pago de los tributos, sino
por efecto de la desvalorización monetaria.
Ese fue el escenario de los aspectos fiscales que obligaron a una redefinición
total de las prioridades de la recaudación tributaria. Para ese propósito la
Administración Tributaria se reformó totalmente, se le dotó de una relativa
autonomía que le permitió contar con una nueva generación de funcionarios y
con recursos materiales que le otorgaron una capacidad de fiscalización nunca
antes vista en el país. Para facilitar la recaudación, se simplificó el sistema
tributario.
Refieren estas explicaciones que hasta finales de la década del 50’ los términos
del intercambio ciudad/campo se deterioran en favor de la ciudad. La ideología
de la industrialización por sustitución de importaciones vigente desde la década
del 60’, por ejemplo, llevó a una política económica que privilegió la industria y
postergó la agricultura, produciendo en la práctica precios bajos de los
productos agrarios para subsidiar el alimento de las ciudades.
El efecto inmediato fue una masiva migración del campo a la ciudad, creando
sectores populares conocidos en el Perú como “barriadas” o “pueblos jóvenes”,
que inicialmente fueron un “cinturón de miseria” sobre las principales ciudades.
Pero poco después, hacia mediados del 80’, todo ese sector migrante constituía
mayoritariamente, por espacio y por población, la nueva ciudad. La antigua
ciudad se reducía a “unos cuantos barrios ricos” dentro de la nueva metrópoli.
Este fenómeno, al menos en el caso de Lima Metropolitana, produjo una nueva
cultura con nuevos valores.
El origen del sector informal, como una reacción desesperada por crear fuentes
de trabajo, los llevó a prescindir de las normas establecidas para la creación de
negocios. La “telaraña legal” para obtener licencias, autorizaciones y registros
fue, probablemente, un aliciente más para producir al margen de la legalidad.
Esta estrategia fue reforzada con publicidad y con declaraciones políticas. Los
contribuyentes tuvieron la sensación de una Administración Tributaria
todopoderosa con facultades excesivas para la fiscalización. La verdad era que,
con excepción de algunas facultades realmente excesivas e inconstitucionales
que no llegaron a aplicarse del todo, las facultades de la Administración eran
similares a las que los códigos tributarios anteriores le habían reconocido. Lo
nuevo no eran las facultades de fiscalización, sino la voluntad política y la
capacidad para ejercerlas.
Los llamados delitos aduaneros están regulados en la Ley N° 26461, que regula
como tipos el contrabando, la defraudación de rentas de aduanas, la receptación
y los tipos agravados, así como la incautación, decomiso y remate de los bienes.
Las normas sobre el arrepentimiento para la defraudación tributaria y el de las
recompensas por denuncias están contenidas en el Decreto Legislativo N° 815
del 20 de abril de 1996, que establece los beneficios de exclusión o reducción
de pena y las recompensas por denuncias. El mismo régimen aplicable a los
delitos aduaneros está contenido en la ley de delitos aduaneros, ya mencionada.
La circunstancia de que el delito tributario y los delitos aduaneros sean
regulados por leyes especiales no los excluye de los principios generales del
derecho penal (regulados en el Código Penal) ni de las garantías del debido
proceso (reguladas en el Código Procesal Penal). Normas expresas establecen
que los principios generales del derecho penal recogidos en el Código Penal son
aplicables a todos los delitos, aún aquellos previstos en leyes especiales y que
corresponde la justicia ordinaria, la instrucción, juzgamiento y aplicación de
las penas en los delitos tributarios.
1
PAREDES CASTAÑEDA, Enzo Paolo. Los delitos tributarios en el Perú: Aspectos sustantivos y procesales. Editorial Cultural
Cuzco. Lima, mayo del 2007. Página 45.
2
VILLEGAS, Héctor. Curso de Finanzas, Derecho Financiero y Tributario. Tomo único. 7. a edición, ampliada y
actualizada. Ediciones Depalma. Buenos Aires, 2001. Página 382.
Según el artículo 98º del Modelo de Código Tributario para América
Latina, se define a la defraudación de la siguiente manera: “Comete
defraudación quien mediante simulación, ocultación, maniobra o
cualquier forma de engaño, induce en error al fisco, del cual resulte, para
sí o para un tercero, un enriquecimiento indebido a expensas del derecho
de aquél a la percepción del tributo”.
Coincidimos con lo señalado por VIDAL HENDERSON cuando afirma
que: “Como para el delito tributario es necesaria la demostración de la
responsabilidad en forma subjetiva, debe el delito tributario regularse por
los principios del Derecho penal resultando indispensable para su
configuración la existencia de la intención dolosa del infractor, la que la
Administración debe acreditar fehacientemente al presentar la respectiva
denuncia”.3
BRAMONT-ARIAS TORRES señala que: “En esencia el delito de
defraudación tributaria consiste en la realización de uno o varios actos
que tengan por fin dejar de pagar en todo o parte los tributos que se
establecen en las leyes, perjudicando el sistema de recaudación de
ingresos y realización del gasto público”.4
3
VIDAL HENDERSON, Enrique. El modelo de Código Tributario para América Latina y la necesidad de su
actualización. Página 63. Esta información puede consultarse en la siguiente página web:
http://www.ipdt.org/editor/docs/04_Rev22_EVH.pdf
4
Bramont-Arias Torres, Luis Alberto y García Cantizano, María del Carmen. Manual de Derecho Penal. Parte
Especial. Lima: Editora San Marcos. 1997. pág. 415
de pagar en todo o en parte los tributos que establecen las leyes, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de
ocho años y con 365 (trescientos sesenta y cinco) a 730 (setecientos
treinta) días-multa”.
Para poder ampliar un poco mas:
El ENGAÑO es entendido como la falta de verdad en aquello que
se dice o se hace, con el único ánimo de poder perjudicar a otro,
que sería el Estado. Esta conducta es siempre positiva porque se
requiere una acción. Se observa entonces que es la mentira a
sabiendas de que se dice una falsedad; no constituye en sí el
error, sino que es faltar a la verdad.
La ASTUCIA es la habilidad para engañar o lograr
artificiosamente un fin.
El ARDID es el artificio empleado para el logro de un fin.
El vocablo Fraudulento alude a algo engañoso o falaz.
Nótese que en el presente precepto normativo se hace mención a dos
tipos de sanciones, una relacionada con la pena privativa de la libertad,
que estaría representada con el confinamiento de una persona en la
cárcel; y la otra sanción que sería de tipo pecuniaria, como son los
llamados días-multa.
Sobre esta última sanción debemos consultar lo que señala el texto del
artículo 41° del Código Penal, el cual determina que la pena de multa
obliga al condenado a pagar al Estado una suma de dinero fijada en días-
multa. El importe del día-multa es equivalente al ingreso promedio diario
del condenado y se determina atendiendo a su patrimonio, rentas,
remuneraciones, nivel de gasto y demás signos exteriores de riqueza.
El texto del artículo 43° del Código Penal precisa que el importe del día-
multa15 no podrá ser menor del veinticinco por ciento (25%) ni mayor del
cincuenta por ciento (50%) del ingreso diario del condenado cuando viva
exclusivamente de su trabajo.
4.2.1.1 XC
4.2.1.2 P
4.2.2
4.2.3
4.3
4.4 K
V. SD
VI.
SFSF