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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN CRISTÓBAL DE HUAMANGA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL EN EL SERVICIO PÚBLICO

Área: ÉTICA PROFESIONAL

Docente: Guardia Yupanqui, Richard.

Estudiantes: Alvizuri Zamora, Liz Janet

Aguilar Paredes, Benjhy

Carrasco Sánchez, Graciela

Chuchón Falconí, Uriben

Veo, Renan

Ayacucho-Perú

2018
INTRODUCCIÓN

La responsabilidad social de las entidades gubernamentales no es únicamente externa, es


decir, regulando las actividades de individuos y organizaciones, empresas, etc., que quedan
bajo el amparo administrativo.

También su responsabilidad se juega en el ámbito interno, en la misma gestión de su


actividad, en la consideración del personal que forma parte de ellas y de las actividades que
se realizan en su seno.

una administración pública dedicada a regular el impacto ambiental de las empresas, tiene la
responsabilidad de ser coherente y aplicarse a sí misma estas regulaciones siendo ejemplo
para toda la ciudadanía.

No podemos olvidar que las administraciones públicas y las instituciones nos representan y
que, por lo tanto, en cierta medida, todas y todos somos responsables de sus acciones. Exigir
que sean ejemplares, pues, forma parte de nuestras obligaciones como ciudadanos y
ciudadanas responsables.

El conflicto entre los representantes políticos y la ciudadanía, sin precedentes en nuestra


democracia, constituye un fenómeno derivado de un clima de irresponsabilidad social pública
que no sólo aparece entre las causas de la crisis sino también en la respuesta de los poderes
públicos a la misma, agravando así la desconfianza social.

La responsabilidad social es la integración voluntaria por parte de las organizaciones de las


preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones y en sus relaciones con los
públicos con los que se relaciona. Esta se caracteriza por ser un tipo de gestión ética,
transparente y en la cual se da un establecimiento de objetivos compatibles con el desarrollo
sostenible de la sociedad.

Su adopción ayuda al mejoramiento de los activos intangibles de las organizaciones públicas,


en tanto contribuyen a la confianza de los públicos meta, la solidez de las relaciones en
cadena, la licencia social para operar, la reputación de la organización y en general la
sostenibilidad del proceso organizacional. En el sector público, un buen gobierno en la
administración pública requiere de disciplina, transparencia, rendición de cuentas, sentido
del deber e imparcialidad; características a la que se deben sumar principios aplicables de
responsabilidad social.

La responsabilidad social de las administraciones públicas implica una gran cantidad y


variedad de acciones que se apoyan en distintas metodologías, tanto a nivel macro como
micro.

La adopción de estas y otras prácticas de responsabilidad social, además de los beneficios


generados en esos tres ámbitos, otorga legitimidad a la administración pública ante la
ciudadanía y otros agentes sociales. Ayudando también a la cooperación entre entidades, la
transparencia y a el fomento de la corresponsabilidad de todos los involucrados en el ámbito
público.
1. ¿QUÉ ES RESPONSABILIDAD SOCIAL?
La responsabilidad social es la obligación que los miembros de una comunidad tienen
para preservar las buenas condiciones de su alrededor.
Este concepto se relaciona estrechamente con la ética y la moral, dado que las decisiones
que toman tanto los individuos como las sociedades o grupos en general tienen
consecuencias sobre el resto y hay que desarrollar una conciencia de conjunto.
En cuanto a aspecto legales, la responsabilidad social es regulada de una forma informal
por decretos, normas internas y demás regulaciones en cuanto a la hora de obrar. Este
término comenzó a hacerse muy popular hace sólo algunos años, aunque es muy antiguo
y sus inicios fueron para cuidar de los derechos humanos.
Según Julio García (2015), Nuestra responsabilidad va más allá de nuestras acciones
individuales. Todo lo que hacemos repercute, de un modo u otro, en la vida de los demás.
Así entendemos nuestra propia responsabilidad social, un tipo de responsabilidad que nos
vincula con el mundo a título individual. Cuando nos asociamos para compartir intereses,
afrontar retos y cubrir necesidades, lo hacemos bajo paraguas de distintos tipos y colores:
empresas, organizaciones, entidades, instituciones. Ello aumenta la potencia de nuestras
acciones, dando lugar a distintos tipos de responsabilidad social que, de un modo u otro,
nos conciernen. Existen tres tipos de responsabilidad social mencionadas por Garcia.
1.1. Responsabilidad social individual
Nuestros actos individuales, que llevamos a cabo como madres y padres, hijos e
hijas, miembros de una comunidad de vecinos, integrantes de un equipo de trabajo,
usuarios de determinados servicios o como consumidores, tienen repercusiones
sobre las otras personas y el entorno.
En el día a día, en todo lo realizado se puede encontrar soluciones prácticas y
sencillas para ser más responsables con lo que nos rodea.
1.2. Responsabilidad social empresarial
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE): Es la contribución al desarrollo
humano sostenible, a través del compromiso y la confianza de la empresa hacia sus
empleados y las familias de éstos, hacia la sociedad en general y hacia la comunidad
local, en pos de mejorar el capital social y la calidad de vida de toda la comunidad.
El objetivo principal de la responsabilidad social empresarial es que el impacto
positivo que causan estas prácticas en la sociedad se traduzca en una mayor
competitividad y sostenibilidad para las empresas. Así, ser responsable socialmente
generará automáticamente más productividad, puesto que una mejora en las
condiciones para los trabajadores optimizará también su eficacia.
La responsabilidad social empresarial se focaliza, en tres vertientes: cuidado al
medio ambiente, a las condiciones laborales de sus trabajadores y apoyo a las causas
humanitarias.
La responsabilidad social empresarial es una herramienta de ventajas en la calidad
de sus trabajadores. Con esta actividad se puede crear lazos y lograr un buen clima
laboral, cosa que es muy importante en la producción. Si los empleados se sienten a
gusto en su trabajo, los resultados serán positivos.
La RSE puede influenciar positivamente la competitividad de las empresas de las
siguientes formas:
-Mejora de los productos y/o procesos de producción, lo que resulta en una mayor
satisfacción y lealtad del cliente
-Mayor motivación y fidelidad de los trabajadores, lo cual aumenta su creatividad e
innovación.
-Mejor imagen pública, debido a premios y/o a un mayor conocimiento de la empresa
en la comunidad.
-Mejor posición en el mercado laboral y mejor interrelación con otros socios
empresariales y autoridades, mejor acceso a las ayudas públicas gracias a la mejor
imagen de la empresa.
-Ahorro en costes e incremento de la rentabilidad, debido a la mayor eficiencia en el
uso de los recursos humanos y productivos.
-Incremento de la facturación/ventas como consecuencia de los elementos citados.
1.3. Responsabilidad social pública o gubernamental
La responsabilidad social (RS) del Estado es un concepto que para muchos es
redundante, ya que afirman que éste tiene un rol social como origen y meta. Sin
embargo, es al amparo de esa creencia que el Estado descuida su rol social y deja de
innovar.
La RS del Estado tiene dos amplios ámbitos de acción. Por un lado, se encuentra su
propia responsabilidad social, la que va mucho más allá de sus obligaciones, así
como la de las empresas va mucho más allá del cumplimiento de la ley. Por otro
lado, se encuentra el papel que el sector público debe jugar en el desarrollo y fomento
de la RS tanto de las empresas como de la ciudadanía.
En la medida que las empresas adoptan la RSE, no sólo se vuelven más competitivas,
sino que además colaboran en el mejoramiento de las condiciones sociales de las
comunidades, aliviando indirectamente la labor estatal y readecuando la utilización
de los recursos públicos. El desarrollo de la RSE se vuelve entonces no sólo
estratégico para las empresas, sino también para el aparato estatal completo y los
gobiernos que los gestionan.
2. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO
Hablar de la responsabilidad del Gobierno pareciera un tema “tabú”, porque al pensar
en el Gobierno se piensa en el ente omnipotente que todo lo puede y que nada debe.

Sin embargo, el “Gobierno” es también una organización, la diferencia que existe


con el resto de las organizaciones son las acciones propias de su papel soberano para
la elaboración y el cumplimiento de la ley, la práctica de la autoridad judicial, el
ejercicio de deberes destinados a establecer políticas de interés público o a cumplir
las obligaciones internacionales del Estado.

Tanto como organización como en su función de Estado, (más aun en este rol), el
Gobierno debe cumplir con los principios de la responsabilidad social: rendición de
cuentas, transparencia, comportamiento ético, respeto a los intereses de las partes
interesadas, respeto al principio de legalidad, y respeto a las normas internacionales
de comportamiento.

En materias fundamentales, también el Gobierno tiene un doble rol, como ente rector
y ejemplo de la sociedad, debe no solamente cumplir sino velar por el cumplimiento
de los derechos humanos, prácticas laborares y temas medioambientales, debe
responder a los requerimientos de sus partes interesadas y debe tener prácticas justas
y debe dar fe de estas a través de su rendición de cuentas y de la transparencia de sus
procedimientos administrativos.

“Además de su propia responsabilidad, los gobiernos pueden apoyar de muchas


maneras a las organizaciones en sus esfuerzos por operar de forma socialmente
responsable, como por

Ejemplo, a través del reconocimiento y promoción de la responsabilidad social. Sin


embargo, promover la responsabilidad social de las organizaciones no es, ni puede
ser, un sustituto del ejercicio eficaz de los deberes y responsabilidades del Estado”.
(Ver ISO 26000:2010).

Aunque pareciera que es triste que en pleno siglo XXI se tenga que hablar sobre la
responsabilidad social del gobierno, lamentablemente hay mucha tela que cortar y
mucho por discutir, exigir y monitorear. Por esta razón, el 18/02/2914 discutimos en
el tradicional #RSEchat, la responsabilidad social de los gobiernos como actores
fundamentales para el proceso de desarrollo sostenible, como agentes promotores y
articuladores del cambio hacia una mejor sociedad, mucho más justa e inclusiva.

En esta oportunidad contamos con una nutrida participación de representantes de


Ibero América (España, México, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela entre otros),
algunos participantes habituales y con numerosos nuevos participantes a los cuales
doy la más cordial bienvenida.

Lamentablemente por la situación actual del país me ha sido imposible acceder a


Internet de una forma fluida y continua, razón por la cual no tengo el número de
participantes pero estimo unos 50.
3. ADAPTACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL A LA ESFERA PUBLICA
En principio, la Responsabilidad Social se presenta como un espacio prácticamente
inexplorado por juristas pese a su progresiva consolidación como modelo de gestión
empresarial y pública.
El distanciamiento entre la Responsabilidad Social y el Derecho procede de su
ubicación en el plano del voluntarismo jurídico, más allá del cumplimiento de las
obligaciones legales. Desde una perspectiva jurídica, la responsabilidad social
aparece subestimada por tratarse de iniciativas voluntarias a modo de plus respecto
de la normativa legal.
En paralelo, la Responsabilidad Social se mueve en una zona gris e inasible, entre el
Derecho y la Ética que elude los controles jurídicos por las dificultades para regular
comportamientos éticos. El intervencionismo inferior del legislador en este ámbito
implica una menor presión del Derecho que tiende a la ampliación de los contornos
de la responsabilidad social. Pero la transcendencia jurídica de la Responsabilidad
Social no se detiene en su contenido en base a la heterogeneidad de sus materias
integrantes y su compromiso con los derechos humanos, la transparencia, la
participación o la igualdad, sino que el impulso de prácticas más exigentes que las
reguladas por el Derecho la convierte en una brújula de futuras reformas legislativas.
No obstante, la adaptación de la Responsabilidad Social al ámbito público plantea a
priori la necesidad de dirimir entre su voluntariedad y obligatoriedad considerando
que el tratamiento no puede ser idéntico en relación al sector privado y empresarial.
De modo que la adopción voluntaria de estrategias socialmente responsables en la
gestión empresarial no puede extrapolarse a la Administración donde el nivel de
exigibilidad debiera ser superior.
El dilema entre Responsabilidad Social o Legal resulta pues, complicado de abordar,
aunque se muestre clarificador a través de una interpretación a sensu contrario, desde
los contornos de la irresponsabilidad social pública. Al respecto, el problema
radicaría en discernir si la irresponsabilidad social en la gestión pública debe
reconducirse al plano de la responsabilidad legal, o ser sólo reprobable socialmente.
En base al sentido común jurídico, la condición ejemplarizante de las actuaciones
públicas y el superior nivel de diligencia exigible en este ámbito a sus responsables,
plantea deberes hacia la sociedad y también responsabilidades. En particular, el
endeudamiento irresponsable, las retribuciones abusivas e insolidarias de cargos
públicos, la desoptimización de los recursos públicos, la falta de rendición de cuentas
y la opacidad frente a los ciudadanos, debe traducirse en consecuencias jurídicas y
responsabilidades legales.
En el epicentro actual de las demandas y preocupaciones ciudadanas destaca la
irresponsabilidad Social y su influencia deslegitimadora en el marco público como
singularidad respecto del sector privado. En esta línea, González Pérez admite que
“se está huyendo del Derecho administrativo para actuar en el ámbito del derecho
privado con la misma libertad que cualquier empresa que no maneja fondos públicos”.
No obstante, desde la perspectiva de la Responsabilidad Social Pública, se
fundamenta un enfoque neoempresarial de la Administración e Instituciones,
despolitizando o repolitizando el sector público en torno a los valores y principios de
este modelo. Por esta razón, el Programa de Actuaciones de Buen Gobierno ya
admitió recientemente la incorporación al Gobierno de España de las mejores
prácticas del sector privado. Pero la insuficiencia de la Responsabilidad Social en la
esfera pública determina su reconversión en Responsabilidad Legal o al menos cierta
regulación por el legislador. Así mientras la Responsabilidad Social pertenece a la
esfera voluntaria, la irresponsabilidad social pública debe ser objeto de traslación al
mundo jurídico, correspondiendo al legislador ser socialmente responsable en la
tipificación de conductas irresponsables. En este sentido, la actual Ley 19/2013, de 9
de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno
prevé como consecuencias jurídicas a las actuaciones irresponsables socialmente la
restitución indebida, la indemnización de la Hacienda Pública y la destitución en el
cargo público.
4. LA RESPONSABILIDAD SOCIAL COMO PARÁMETRO DE CALIDAD
DEMOCRÁTICA
Como criterio de evaluación de la calidad democrática, la Responsabilidad Social puede
contribuir a la medición de las leyes, las políticas, las instituciones o los partidos políticos.
En términos similares a la evaluación del impacto de género o del impacto ambiental, la
Responsabilidad Social ha comenzado a instrumentalizarse como criterio evaluador.
Aunque hasta la fecha no se han verificado auditorías internas en las instituciones o
partidos políticos, sin embargo, en las leyes se ha iniciado este proceso como refleja la
reciente evaluación de los Parlamentos estatales y autonómicos efectuada por
Transparencia Internacional. La medición de este organismo ha incorporado criterios del
modelo de RSP como la información sobre sus funciones y actividades, la transparencia
financiera y de contratación, así como las relaciones con la ciudadanía. Los resultados
han confirmado que unos Parlamentos actúan de un modo socialmente más responsable
que otros y, en consecuencia, estos últimos se han sensibilizado y mejorado en opinión
de la entidad evaluadora.
No obstante, la evaluación del impacto de Responsabilidad Social aún se encuentra en un
estado embrionario a pesar de su transcendencia como instrumento corrector de políticas
y de las estrategias de partidos políticos. También la evaluación de la Responsabilidad
Social en las instituciones adquiere relevancia jurídica pues según el Foro Económico
Mundial, sin instituciones de calidad es imposible el crecimiento económico y sin calidad
democrática se produce el estancamiento económico.
Aunque subyace cierto riesgo derivado de la capacitación de las entidades evaluadoras y
de la necesidad de que no perciban fondos públicos de los sujetos evaluados, para
garantizar su neutralidad y eludir conflictos de intereses. Para finalizar, la tendencia a la
consolidación del modelo de Responsabilidad Social Pública parece haberse iniciado en
las sociedades democráticas avanzadas para impulsar el contrapoder de los ciudadanos.
La ciudadanización de la política, las Instituciones y del Derecho constituye un
mecanismo que puede restaurar la confianza y credibilidad de los ciudadanos. La
irresponsabilidad social pública debe traducirse en una respuesta desde la política y en el
ordenamiento jurídico y penalizarse no sólo en el ámbito de la ética pública sino también
en el marco de las leyes. La aplicación de las disposiciones legales por los operadores
jurídicos también puede efectuarse desde criterios socialmente responsables. Ante la
posibilidad de interpretaciones hostiles a los intereses ciudadanos la Responsabilidad
Social puede impedir la justificación de actuaciones que discurriendo dentro del marco
legal causan efectos socialmente irresponsables. El campo de la Responsabilidad Social
se proyecta sobre las normativas más estrictas que regulan materias relacionadas con la
calidad democrática como transparencia, información pública o participación ciudadana.
En especial, las disposiciones que no facilitan a los ciudadanos el ejercicio de derechos
fundamentales o constitucionales, sino que lo entorpecen deliberadamente o adicionan
presupuestos imprevistos en el texto constitucional. Desde esta perspectiva se evidencian
leyes comparativamente más responsables que otras por su superior compromiso social.

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