Está en la página 1de 9

SÍNTESIS DEL LIBRO “EL PODER”

de Romano Guardini

Presenta:

Luis Rogelio Miranda Khalil

San Salvador, 12 de mayo de 2016


I. Introducción

En pleno siglo XXI todavía se observa en la humanidad una constante lucha de poderes, sean
éstos políticos, religiosos, sociales o económicos, inclusive dentro de nuestras familias
encontramos que alguien domina o como decimos en el país “es quien pone orden en la casa”.
Surge entonces una pregunta ¿será que si el dominar está quizá intrínseco en nuestra naturaleza
humana? y debido a eso el ser humano se siente dueño y señor de las cosas de la tierra, de las
personas, de las instituciones, de los animales, en pocas palabras podemos decir que algunos
seres humanos se apoderan de las cosas y de otros seres vivos. Esto no es exclusivo de
determinada época de la historia, ya que al analizarla, encontramos señales de dominación; el
poder del ser humano crece inconteniblemente en todos los lugares, el poder se nos ha vuelto
problemático1. El propósito de este trabajo es realizar una síntesis de la obra de Romano
Guardini titulada El Poder, cristianismo y hombre actual, quien desarrolla el tema desde varias
perspectivas, analizando el tema desde su esencia, concepto teológico y desarrollo, para plantear
al final algunas posibilidades de acción.

Se hace la aclaración que a pesar que el autor expresa al final del apartado sobre la nueva imagen
del mundo y del hombre, que la imagen que traza ha sido concebida desde la perspectiva del
varón, particularmente en esta síntesis nos referiremos al ser humano o a la persona humana, ya
que al final, tanto hombres como mujeres estamos insertos en las condiciones que nos
proporciona esta casa común y al actuar de otras personas.

1
El Poder, Romano Guardini, Cristianismo y Hombre Actual, advertencia preliminar.

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 2/9


II. La esencia del poder.

Se trata en esta parte de formarnos una idea clara de lo que es el “poder”.

Al contemplar las fuerzas elementales de la naturaleza, ¿podemos hablar de poder? ¿Podemos


decir, por ejemplo, que una tormenta, o una epidemia, o un león tienen poder? Es claro que no, a
no ser en un sentido inexacto, análogo. Existe aquí sin duda algo capaz de obrar, de producir
efectos; pero falta aquello que, sin quererlo, pensamos también cuando hablamos de “poder”:
falta la iniciativa. Un elemento natural tiene –o es– “energía”, pero no poder. La energía se
convierte en poder tan sólo cuando hay una conciencia que la conoce, cuando hay una capacidad
de decisión que dispone de ella y la dirige a unos fines precisos. Esta representación no
pertenece a nuestra imagen del mundo, sino a la imagen mítica.

Preguntémonos, por otro lado: una idea, una norma moral, ¿tienen “poder”? Como tal, no tienen
poder, sino validez. El poder es la facultad de mover la realidad, y la idea no es capaz por sí
misma de hacer tal cosa. Únicamente lo puede –convirtiéndose entonces en poder– cuando la
vida concreta del ser humano la sume, cuando se mezcla con sus instintos y sentimientos, con las
tendencias de su desarrollo y las tensiones de sus estados interiores, con las intenciones de su
obra y las tareas de su trabajo.

Así, pues, sólo puede hablarse de poder en sentido verdadero cuando se dan estos dos elementos:
de un lado, energías reales, que puedan cambiar la realidad de las cosas, determinar sus estados y
sus recíprocas relaciones; y, de otro, una conciencia que esté dentro de tales energías, una
voluntad que les dé unos fines, una facultad que ponga en movimiento las fuerzas en dirección a
estos fines.

Debido a que el poder es un fenómeno específicamente humano, el sentido que se le dé pertenece


a su propia esencia. En esto expresa el autor que el poder está dotado de sentido; en primer lugar
posee el sentido de la causalidad, según el cual ningún efecto se produce sin una causa eficiente;
y el de la finalidad, según el cual todo elemento de la realidad está inserto en la relación parte-
todo. El poder entonces es algo que se puede disponer, ya que es introducido en tal relación por
el que obra.

El poder se define cuando el ser humano cobra conciencia de él, decide sobre él, lo transforma en
una acción (el efecto es siempre una acción), todo esto significa que debe ser responsable de tal
poder. Es así, que no existe ningún poder del que no haya que responder.

Se ve en el correr de la evolución histórica que el ejercicio del poder se hace de día en día más
anónimo, desligando el poder de la persona, convirtiendo su ejercicio en un fenómeno natural, así
el poder no que suprimido sino sólo pervertido. Este estado se convierte en una culpa y produce
efectos destructores. Aunque el poder por sí mismo, no es ni bueno ni malo; sólo adquiere
sentido por la decisión de quien lo usa; además, no es ni constructivo ni destructor, sino sólo una
posibilidad para cualquier cosa, pues es regido esencialmente por la libertad.

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 3/9


El peligro de producir efectos malos y destructores, se vuelve cada día más amenazador.
Entonces el poder adquiere un carácter que sólo puede ser definido en último término desde la
perspectiva de la Revelación como demoniaco, en la medida en que el obrar no se funda ya en la
conciencia de la persona, y no se responde de él en sentido moral.

Otro elemento que define el poder es su carácter universal, el ejercicio de éste se vincula o puede
vincularse en todas las actividades y circunstancias del ser humano.

III. El concepto teológico del poder.

Se puede ver en los dos primeros capítulos del Génesis, que al ser humano se le dio poder tanto
sobre la naturaleza como sobre su propia vida. Y manifiestan, además, que este poder constituye
para él un derecho y una obligación: la de dominar. En el ser humano le es esencial el hacer uso
del poder. El Creador de su existencia le ha destinado a ello y no debe tener fuerza sólo para
obrar, sino también para perpetuar su propia vida y esta es la respuesta que la Sagrada Escritura
nos da a la pregunta acerca del origen del carácter ontológico del poder.

Pero como se dijo en el apartado anterior, cada vez más existe un anonimato en el ejercicio del
poder, existe poca seriedad en esto y la seriedad consiste en la responsabilidad. En este sentido,
el ejercicio del poder por parte del ser humano se ha mal interpretado, ese dominar no significa
que le hombre imponga su voluntad a lo dado en la naturaleza, sino en que la posea, la configure
y transforme por el conocimiento. En otras palabras, el ser humano, mediante su dominio, no
debe erigir autónomamente su propio mundo, sino completar el mundo de Dios, según la
voluntad divina permaneciendo sumiso a Dios y ejerciéndolo como un servicio, como mundo de
la libertad humana; y por su creación, todo esto se encuentra inserto expresamente, como don y
como tarea, en la naturaleza humana. El ser humano entonces, debe convertirse en señor, pero
sin dejar de ser imagen de Dios y sin aspirar a convertirse en el modelo mismo.

Aunque también, al inicio del Génesis se hace presente la tentación, el ser humano cae en el
engaño y aspiran a ser soberados por derecho propio; es así como queda roto el vínculo
fundamental de la existencia. Sin embargo, tanto antes como después, el ser humano posee el
poder y la posibilidad de dominar. En todo caso, el peligro del poder adquiere desde esta
perspectiva un carácter peculiar y extremadamente grave: no sólo es posible, sino incluso
probable (o inevitable) usar mal de él. El poder induce al orgullo y al desprecio del derecho.

Por otra parte, el carácter decisivo de lo que nos anuncia el mensaje cristiano, se expresa en una
palabra, que en la edad moderna o post moderna ha perdido sentido: la humildad. Esta palabra se
ha convertido en sinónimo de debilidad y de pobreza vital, de cobardía en las exigencias de la
existencia y de falta de magnanimidad. Por el contrario, en el sentido cristiano, la humildad es

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 4/9


una virtud de fuerza, no de debilidad. En el sentido originario, humilde es el fuerte, el
magnánimo, el audaz.

Un ejemplo de esto último lo vemos al examinar la situación en la que Jesús vivió, se ve cómo el
poder se presenta constantemente bajo la forma de humildad. Además, vemos que Dios
interviene en el mundo también en la forma de humildad (Fil 2, 5-8), en la encarnación del logos,
donde toma la condición de hombre, se humilló, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de
cruz; esto lo hace Jesús con total libertad, lo hizo por amor. El de Jesús por lo tanto, es un poder
que se domina a sí mismo de una manera tan perfecta, que es capaz de renunciar a sí mismo, y
ello en medio de una soledad que es tan grande como su soberanía.

En el Nuevo Testamento, Jesús trata el poder humano como una realidad, se ve en la tercera
tentación; aparece el riesgo del poder en la forma de rebelarse contra Dios; pero a esto Jesús
contrapone la humildad como liberación del embrujo del poder desde sus raíces más hondas.
Interesante además, es que esta obediencia de Jesús no tienen un carácter privado, sino que es una
actitud en la que puede participar todo el que quiera, incluye entonces el “poder querer” como la
decisión de la realización de la propia voluntad del ser humano.

IV. El desarrollo del poder.

Desde la antigüedad, el ser humano fabricó objetos mediante los cuales dominó la naturaleza, que
le era extraña, incluye además aquellas creaciones que no sirven a una finalidad inmediata. El
ser humano se eleva por encima de las condiciones naturales inmediatas; las domina con su
mirada, decide, obra. El ser humano primitivo siente también que la existencia entera está llena
de poderes misteriosos.

Los descubrimientos hechos no se pierden; la aplicación y el esfuerzo continúan. Los elementos


culturales ya encontrados abren una posibilidad tras otra y la correspondencia con lo ya
alcanzado ayuda a dominar lo nuevo.

La influencia que un ser humano ejerce sobre otro por medio de las relaciones familiares y
tribales es comprendida, organizada y desarrollada para crear las diversas formas del orden
social.

El ser humano comienza a investigar la naturaleza siguiendo métodos exactos. La ciencia en


cuanto captación racional de lo real y la técnica como conjunto de posibilidades proporcionadas
por la ciencia dan a la existencia un carácter nuevo: el carácter del poder y el del dominio.

La máquina se vuelve un sistema funcional calculado científicamente y construido con toda


precisión, muy diferente cada vez más a las herramientas, al relacionarlas entre sí es como nace la
fábrica, el ámbito de producción y con ello surge el consumidor moderno.

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 5/9


Esto nos lleva a que si la naturaleza es dominada en proporción creciente por el hombre y su
obra, también el ser humano mismo es dominado por el ser humano, que le introduce en una
organización; y de igual modo también es dominada su obra por la otra obra a la que está
referida. Poco a poco se va teniendo una decadencia de la humanidad, por lo tanto la familia
pierde su significación articuladora y ordenadora. Se forma un tipo de ser humano que vive del
momento, que adquiere ese carácter agobiador de poder ser reemplazado a voluntad, y de estar
dispuesto a ser manejado por el poder. Para decirlo de otra manera, se tiene un modo cada vez
más extendido de entender al hombre como un factor económico y la reacción de las personas
violentadas es considerada como una avería que es preciso dominar mediante métodos más
exactos y una opresión más dura.

Al realizar una mirada de conjunto, se tiene la impresión de que la naturaleza y el mismo ser
humano están cada vez más a disposición del dominio del poder; del poder económico, técnico,
organizador, estatal. Este carácter de disponibilidad se halla acrecentado por el hecho de que las
normas éticas pierden su evidencia inmediata, y, en consecuencia, su influjo moderador sobre el
uso del poder se hace menor. Esta desaparición de los vínculos morales que actúan de forma
directa es lo que entrega definitivamente al ser humano al poder. Además, se añade aquí otro
factor, que el contenido religioso inmediato de la vida desaparece cada vez más, esa fe cristiana
va perdiendo influencia sobre las condiciones generales.

V. La nueva imagen del mundo y del hombre.

Aparentemente, gracias a los avances en la ciencia y una técnica más poderosa, el poder del ser
humano va en aumento. Hoy en día un sistema de seguros puede ofrecernos cierta confiabilidad
que la enfermedad, la falta de trabajo, los accidentes, entre otros pierdan parte de su gravedad si
uno sabe que tiene aseguradas las necesidades materiales. Debido a esto, existe una tendencia, de
que el ser humano va acumulando cada vez más cosas en el tiempo de que dispone y al conseguir
más tiempo libre, se vuelve un tanto egoísta, se separa de la multitud o se lanza cada vez más a
placeres, a prácticas de deportes extremos (absurdos), entre otras, y la teoría de una vida más rica
revela ser un autoengaño.

El ser humano se inserta en una cultura un tanto ficticia. Vivir culturalmente significa, vivir
desde la propia decisión del espíritu; pero esto significa que cuanto más aumenta el poder de
disponer del mundo, mayor es el riesgo en que el hombre vive. Es así que lo que mueve
realmente al ser humano, es la voluntad de dominio, como parte de su esencia al ser creado.

¿Cuál es entonces la imagen del mundo venidero? Al revisar la historia vemos que en la
antigüedad se intentaba expresa la armonía con el mundo, en la edad media se quiso ordenar la
existencia desde la autoridad y un poder sagrada y en la edad moderna se aspiró a conseguir el
poder sobre la naturaleza mediante el conocimiento racional y la técnica exacta. Mientras el

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 6/9


poder siga creciendo, la conciencia percibe esto como un peligro y el dominio del poder mismo
aparece entonces como el núcleo del sentido de la futura imagen del mundo.

El ser humano va disponiendo cada vez más de la cosas y del otros seres humanos. Y el punto es
que no se siente responsable de lo que ocurre y esta responsabilidad influye en su actuar público
y privado, lo que conlleva ciertos peligros.

Un peligro que sobresale de la manera más clara es el de la destrucción violenta, es decir, la


guerra. Otro peligro es que el ser humano adquiere un poder cada vez mayor sobre otro ser
humano; es capaz de influir cada vez más profundamente sobre su cuerpo, su alma y su espíritu.
Un tercer peligro consiste en la violencia que se ejerce sobre la existencia. Y un cuarto peligro
consiste en el que el poder constituye para aquel mismo que lo emplea; estar en posesión de un
poder que no se encuentra determinado por la responsabilidad moral y dominado por el respeto a
la persona, significa sencillamente la destrucción de lo humano.

Es importante señalar que todo lo existente está interrelacionado, en mayor o en menor grado;
todo efecto influye también en aquel que lo causa; se da una relación de causalidad, según la cual
no existen efectos unilaterales de un existente sobre otro, sino que todo efecto comporta dos
polos. El ser humano es un ser que existe en el mundo y al mismo tiempo fuera de él; que está
vinculado a él y al mismo tiempo es libre frente a él. Este sentimiento por lo tanto, crea una
actitud o debería crear una actitud diferente frente al mundo y éste queda a merced de la libertad
del ser humano.

Repasemos algunos aspectos sobre la imagen del ser humano, éste que debería saber mandar y
obedecer, y cuya tarea principal es la de erigir una autoridad que respete la dignidad humana;
crear órdenes que los que pueda existir la persona.

El ser humano desde la ascética, vuelve a comprender la inmensa fuerza liberadora que se
encuentra en el dominio de sí mismo y con ello aparece la solidaridad, dicho en otras palabras, la
camaradería de persona a persona. A esta imagen del ser humano puede incluírsele un elemento
no menos importante: su actitud religiosa; ese dominio del mundo sólo puede ser realizado por la
via de la verdad y, en consecuencia, por la vía de la obediencia a la esencia de las cosas como
parte de la misión encomendada por el Creador

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 7/9


VI. Posibilidades de acción.

Qué hacer hoy como humanidad amenazada, esto es práctico llevarlo desde el área de acción de
la persona, la esfera donde la persona ve, juzga y decide.

Debido a los peligros antes mencionados, una condición para las líneas de acción es que el ser
humano debe conocer y asumir la medida total de su responsabilidad, de lo contrario se hace
inevitable una catástrofe global. Acá son importantes aquellas formas de esfuerzos de tipo
cognoscitivo y formativo: el ser humano tiene que examinar los hechos elementales de su
existencia; hacer un examen de toda la actitud vital y una transformación de la manera como se
ven y se aceptan los seres humanos y las cosas; tener una idea clara del modo como ocurren las
cosas.

Como líneas de acción concretas, aclarando el autor que no se trata de dar programas o recetas,
sino de liberar la iniciativa en la que puede tener su origen una acción fecunda: a) tenemos que
volver a realizar algo de eso que se llama actitud contemplativa, es preciso que el ser humano
vuelva a meditar y a rezar; b) debemos plantear de nuevo la pregunta elemental por la esencia de
las cosas, si esa esencia se pierde o se violentada, se produce una resistencia contra la que nada
pueden ya ni la astucia ni la violencia; c) debemos volver a aprender que el dominio sobre el
mundo presupone el domino sobre nosotros mismos, se trata de decidir si realizaremos la obra de
dominio que nos está encomendada, de tal manera que nos lleve a la libertad o a la esclavitud; y
d) es necesario hacer cada cosas tal como lo exige su verdad. Partiendo de la libertad del espíritu,
hay parar por encima del egoísmo, la pereza, la cobardía, el respeto humano y obrar con
confianza.

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 8/9


VII. Reflexión.

El poder ha estado insertado en el mundo desde que existe el ser humano y lo vemos plasmado en
las diferentes épocas de la historia. Pero el problema radica en el uso que se le da a este poder, y
no se justifica por la frase “dominad la tierra” del Génesis.

Si bien es cierto que hay mucho factores referidos al uso del poder, quiero tomar dos aspectos
que a mi juicio son relevantes en esto: por un lado, hemos mal interpretado las Sagradas
Escrituras y esto nos ha llevado a los abusos de ese poder, por ejemplo, maltratando nuestra
madre tierra via la explotación desmesurada de los recursos que nos brinda o abusando de otros
seres humanos y; por otra lado, la falta de responsabilidad del ser humano, esa habilidad de
responder por nuestros actos no es palpable, principalmente en las estructuras como un gobierno,
un partido político, o mejor dicho la falta de responsabilidad de las personas que dirigen un país,
o están dirigiendo un partido político o inclusive dirigen una iglesia, ese mal actuar se queda sin
autor, sin responsable. Lo que lleva a la humanidad a más exclusión, más empobrecidos, toda
acción tiene una reacción, y los problemas que aquejan a la humanidad (efectos) tienen una o
varias causas, a las cuales no se les pone atención, ni mucho menos se les da un tratamiento
adecuado.

Estoy de acuerdo que uno de los primeros pasos para corregir esta situación es la de reconocer el
resultado de las acciones, tomar conciencia del obrar; para que así poder orientar el espíritu al
buen obrar, siguiendo el ejemplo de Jesucristo. Importante también es saber y estar convencidos
que otro mundo es posible.

Análisis Socio-Teológico de la Realidad Latinoamericana. 9/9

También podría gustarte