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Fecha: 25/06/2019
(Lozano, 1998) define a la historia oral y de vida como “un paquete técnico de
investigación, eminentemente, de tipo cualitativo pero que habría que considerarlas como
partes integrantes de un repertorio más amplio de la denominada cultura de investigación”.
La técnica destaca por su capacidad de inserción en la subjetividad de individuos. Es por eso,
que hablamos de una aproximación al fenómeno social o individual “desde dentro y en lo
más profundo”.
Además, (Lozano, 1998) expone que: “La “historia de vida" forma parte de las llamadas
“fuentes orales”, esto es, las “fuentes vivas de la memoria”, a diferencia de las de carácter
documental y secundarias, como las memorias, cartas, diarios, crónicas, autobiografías, etc.
Las “fuentes orales” se componen básicamente de dos tipos: las propias "historias de vida",
los "relatos de vida", y los "testimonios orales" producto de las entrevistas.” (Lozano, 1998,
pág. 218)
La historia oral incorporó a sus propios conocimientos, los aportes relacionados con un
método cualitativo muy específico en la investigación social: las "historias de vida", que
principalmente habían sido consideradas parte del campo de interés y de los métodos de la
antropología, la sociología y la psicología, pero no de la historia. Fue sólo con la apertura y
la reconsideración crítica formulada desde la "historia social" respecto de su propio campo
disciplinario, que las “historias de vida” entraron a formar parte de los intereses
metodológicos y productivos.
(Lozano, 1998) afirma que: “La historia oral se aproximó y se relacionó con otros
científicos que desde sus respectivas disciplinas querían lo mismo: aprender y compartir. Los
practicantes de la "historia oral", los del "enfoque biográfico", los estudiosos de la "tradición
oral" y, en general, los involucrados con la "oralidad", iban a compartir temas, conceptos,
enfoques, métodos, experiencias de trabajo y espacios institucionales e informales para la
discusión y la comunicación, tales como las revistas, reuniones y congresos, redes y
asociaciones, etcétera.” (Lozano, pág. 210)
1. La observación participante,
En la segunda parte:
1. Se trató el caso específico de La Candelaria; un caso de historia local a través de
testimonios orales (ubicar y contextualizar los testimonios empleados).
(Lozano, 1998), comenta que fue necesario incluir los siguientes apartados: Preámbulo;
Testimonios orales e historia local; Los narradores, el territorio perdido: los pedregales; El
pueblo: su gente, sus actividades, sus calles; Las mayordomías y el espacio de las fiestas, y
un recuento final.
A través de los testimonios, el autor resalta la importancia de “El Pedregal” que se han
disputado varias comunidades de Coyoacán. Una de las comunidades más afectadas fue la
de la Candelaria. De esa zona Vivian muchas personas, recolectaban comida como las tunas,
y podían dejar libres a sus animales de corral para que se alimentasen de los pastales. No solo
representaba un medio de ingresos y sobrevivencia para la comunidad, sino que también, un
patrimonio natural que fue destruido para la construcción de conjuntos residenciales. Es aquí
donde se comprende el primer hito de la urbanización de Coyoacán, en el cual se vieron
involucradas las comunidades en disputa por “El Pedregal”.
Las personas comparan un territorio agrícola en el que sentían seguros. Afirman una
capacidad más amplia de socializar entre los habitantes y valores de respeto cuidado hacia la
propiedad del otro. Estas preguntas tienen el enfoque de construir la identidad de los más
adultos contrastando los contextos.
Las "historias de vida" son entonces un recurso renovado y un método revalorado mediante
el cual se han desarrollado enfoques cualitativos desde los años sesenta, que han sensibilizado
y facilitado la intercomunicación entre los diversos agentes de la investigación socio-
histórica. Lo que se ha avanzado en unas décadas es realmente notable y de ello da cuenta la
extensa bibliografía al respecto.
Bibliografía
Lozano, J. E. (1998). La historia oral y de vida: del recurso técnico a la experiencia de
investigación. En J. G. Cáseres, Técnicas de investigación en sociedad, cultura y
comunicación (págs. 207-276). México.